ILUSTRACIÓN Y EDUCACIÓN EN ARAGÓN EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XVIII GUILLERMO VICENTE Y GUERRERO LAS RELACIONES ENTRE POLÍTICA Y EDUCACIÓN EN LA CONSTRUCCIÓN DE LAS SOCIEDADES MODERNAS A mediados del siglo pasado enfatizaba el historiador francés Jean Sarrailh el papel que ha desempeñado la instrucción pública en la construcción de las sociedades modernas, asegurando que el medio más eficaz y rápido de dirigir la cultura nacional es la reforma de la enseñanza1. La afirmación del hispanista francés, lanzada al calor de sus estudios sobre el peso de la Ilustración en España en la segunda mitad del siglo XVIII, trasciende su ámbito cronológico, prolongándose en el tiempo a lo largo de toda nuestra Edad Contemporánea, a la vez que sugiere la existencia de un proceso histórico de primera magnitud, que se eleva incluso sobre sus componentes educativos, al entrelazar disyuntivas y ambiciones de marcado carácter político, económico y social. Por ello, a la hora de abordar la historia de la educación en España y sin querer menoscabar el valioso trabajo de pedagogos y educadores, ciertamente útil para comprender aspectos concretos que rodean la vida diaria de las aulas, resulta en mi opinión indiscutible que, para lograr una visión más amplia del proceso educativo como fenómeno histórico, parece aconsejable la intervención de historiadores profesionales e incluso de juristas que sean capaces de abordar, desde los prismas propios de sus respectivos ámbitos de especialización, los complejos alcances y significados de las diversas políticas docentes que se van sucediendo en nuestro país a partir de mediados del setecientos, así como las bases legales y doctrinales sobre las que aquellas se sustentan. Las políticas docentes fundamentan el discurrir futuro de la vida social de los pueblos, marcando con letras de fuego algunos de sus principales acontecimientos políticos, económicos, sociales y, obviamente, culturales. Como afirma Francisco Aguilar Piñal, circunscribiendo también su ámbito de estudio a la segunda parte del XVIII, no solo resulta útil sino imprescindible conocer, aunque sea a grandes trazos, la estructura, contenido y resultados de la política educa1 SARRAILH, Jean, La España ilustrada de la segunda mitad del siglo XVIII, México & Madrid, Fondo de Cultura Económica, 1974, p. 194 (primera edición en francés, 1954). [ 27 ] GUILLERMO VICENTE Y GUERRERO tiva en todos sus niveles, para acercarse con ciertas garantías de éxito a los condicionantes ideológicos del progreso social 2. El estudio del caso español es, además, especialmente complejo, pues sobre la base de unos presupuestos inequívocamente ilustrados se irá gestando un proceso histórico, el de nuestra propia revolución liberal, a lo largo del devenir de todo el siglo XIX. Conviene por ello enfatizar el peso de las a menudo dicotómicas y, en cualquier caso, siempre controvertidas relaciones que se establecen en España a partir de 1759 entre Política, Educación y Derecho. La implantación de un nuevo sistema educativo que pueda servir para refrendar los nuevos valores ilustrados que se pretenden imponer a las capas sociales de mayor consideración se convertirá en objeto, ciertamente innegociable para Carlos III y el grupo de ilustrados que le acompañan en el gobierno de la res publica. En este complejo contexto, en el que la expulsión de los jesuitas en 1767 jugará un papel esencial, pues hasta esa fecha la Compañía de Jesús se encargaba casi en exclusividad de la enseñanza de la gramática, retórica y latinidad, se percibe una íntima conexión entre la génesis de la educación media en España y un sinuoso proceso histórico en el que ciertamente tal alumbramiento debe inscribirse. Dicho proceso aparece marcado, en lo que aquí interesa, por tres factores de la mayor importancia. En primer lugar, la nueva praxis educativa y sus principales postulados teóricos no resultan ajenos al acceso a los mecanismos esenciales que hacen mover la máquina del poder público por parte del triunfante despotismo ilustrado. Las nuevas concepciones educativas, que parecen deslumbrar con un poderoso fulgor, consideran el fenómeno educativo como un proceso natural fruto de su tiempo y de sus circunstancias. Dos tendencias emergerán con fuerza en el campo de lo que todavía anacrónicamente podría denominarse educación secundaria imponiéndose al resto: la propedéutica o preparatoria para ulteriores estudios superiores y la terminal. Esta última entenderá la educación media como un fin en sí mismo, con el objeto de lograr una formación general que permita al individuo moverse posteriormente con comodidad dentro de la nueva sociedad en la que pasa a integrarse. En segundo lugar, la génesis de la educación secundaria debe asociarse precisamente con el nacimiento de la burguesía como clase social independiente, y con su búsqueda de identidad social a través de una educación inequívocamente ajena a las clases populares. A lo largo de finales del setecientos y de todo el siglo XIX la educación media será una cuestión de élites, siguiendo la estela de una educación superior que, sustentada a partir de la Década 2 AGUILAR PIÑAL, Francisco, «La política docente», en Historia de España Menéndez Pidal. La época de la Ilustración. El Estado y la cultura (1759-1808), tomo XXXI, Madrid, Espasa Calpe, 1996, p. 439. [ 28 ] ILUSTRACIÓN Y EDUCACIÓN EN ARAGÓN EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XVIII Moderada sobre las bases de un inquietante centralismo y de una indisimulada uniformidad, no conseguirá sin embargo desembarazarse de su pesado lastre gremial con el que, paradójicamente, ha llegado hasta nuestros días sin el menor rubor. En tercer y no menos importante lugar, todo el dubitativo proceso de transformación de los métodos y enseñanzas de las viejas e inmovilistas escuelas de gramática, retórica y latinidad sufrirá una enérgica sacudida, un tremendo chispazo provocado por los sucesos de 1808. Efectivamente, la crisis originada por la Guerra de la Independencia desembocó, en el campo de la instrucción, en la natural necesidad de replantear todo el proceso de renovación educativa iniciado ya por la Ilustración. Política y educación se relacionarán de forma simbiótica en muchos casos, en los que las diferentes ideologías defendidas por los diversos grupos sociales conservan en su seno todo un conjunto de valores que serán inmediatamente transmitidos por las propias instancias educativas. Resulta por ello necesario incidir en la trascendencia que las distintas ideologías políticas (con sus variables y en ocasiones opuestos sistemas de valores) jugarán en todo el proceso. Educación e ideología se encuentran íntimamente unidos en España a lo largo de la segunda mitad del setecientos y de todo el siglo XIX, pues la educación entendida como institución admite una gran cantidad de contenidos que trascienden la mera capacidad de instrucción, volviendo la vista hacia metas más elevadas y encaminándose hacia actividades dirigidas a la formación de personas. Estas requieren necesariamente la transmisión de toda una serie de valores, que se rastrean con mayor o menor dificultad en las diversas leyes educativas que irán proliferando en el tiempo. Dichos valores se pueden observar igualmente en las mismas ideas que transmiten los profesores a sus alumnos a través de sus publicaciones, clases, manuales y conferencias. Especial importancia revisten los diversos textos doctrinales que, en el campo educativo, se van asomando tímidamente en el transcurso del siglo. En Aragón destacarán, dentro de los parámetros ideológicos de la Ilustración, la obra escrita y las actividades realizadas tanto por notables humanistas como Josefa Amar y Borbón, Miguel Generés, Andrés Piquer, Joaquín Millás, Ignacio Jordán de Asso, Antonio Arteta, Francisco Mariano Nipho, Félix Latassa o Joaquín Traggia como por importantes instituciones entre las que sobresaldrá, de forma muy especial, la Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País. La capacidad de la educación como instrumento para volcar en las sociedades los valores previamente seleccionados se convierte durante el siglo XVIII y toda nuestra Edad Contemporánea posiblemente en su mayor incentivo. Como ha señalado Manuel de Puelles, quien ha estudiado a fondo las relaciones entre [ 29 ] GUILLERMO VICENTE Y GUERRERO ideología y educación, no resulta precisamente cuestión baladí que aún hoy, el atractivo de la educación como institución básica de la sociedad se mantiene casi con las mismas connotaciones que en nuestro siglo liberal 3. En pleno siglo XXI se conserva todavía esta visión casi taumatúrgica de la educación, entendida como el principal instrumento regenerativo en el que debe cifrarse el progreso de las naciones. Resulta imprescindible proceder a un análisis global del nuevo fenómeno educativo ilustrado, que en nuestro país nace a mediados del setecientos y se desarrolla, con características propias procedentes del emergente liberalismo, a lo largo de todo el siglo XIX. Dicho análisis debe partir de la aceptación de la profunda trascendencia que juegan en todo el proceso educativo las distintas ideologías políticas. Estas se van sucediendo en el poder, interpretadas como un conjunto de sistemas de valores que se van transmitiendo con mayor o menor fortuna a través de los medios anteriormente apuntados. Puede convenirse por ello que a lo largo de los siglos XVIII y XIX el despotismo ilustrado primero y posteriormente el liberalismo triunfante utilizarán la educación, y de forma muy especial la instrucción secundaria, como un instrumento que esencialmente pretenderá satisfacer tres necesidades sociales. Las tres concepciones del fenómeno educativo discurren en España de forma paralela, no excluyente, pues en los tres casos se trata de necesidades imperiosas para los diversos grupos que se van sucediendo en el poder. En primer lugar se observa una concepción que entiende la educación como un eficaz instrumento para lograr el fomento nacional, a través de una instrucción más completa y a la altura de los tiempos, en la que se empiezan a abrir las puertas a novedosas disciplinas de carácter más científico o técnico. En un contexto social en el que la educación superior sigue estando reservada a las capas sociales más favorecidas, la importancia de lograr una educación secundaria sólida que permita a los miembros de una todavía incipiente burguesía ilustrada avanzar en la nueva sociedad en la que se van a mover se convierte en una pretensión ciertamente razonable. En segundo lugar puede advertirse también una concepción que entiende la educación como un instrumento de control social, como medio alentador de conductas sugeridas y mecanismo represor de ideas no convenientes. En este sentido la educación se convierte en España a lo largo de los siglos XVIII y XIX en un factor de transformación de situaciones y valores no deseados, siendo igualmente utilizada, como ya he apuntado con anterioridad, como un imprescindible elemento de transmisión de aquellos valores que desde el mismo poder se quieren imponer. 3 DE PUELLES BENÍTEZ, Manuel, Educación e ideología en la España contemporánea, Madrid, Tecnos, 2002, p. 19 (primera edición, Labor, 1980). [ 30 ] ILUSTRACIÓN Y EDUCACIÓN EN ARAGÓN EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XVIII En tercer lugar no debe perderse de vista el fenómeno educativo entendido como un medio de selección (tanto individual como de clase), para lo que adquiere una importancia singular la enseñanza media, que se considera la propia de un naciente grupo ilustrado que va despertando y adquiriendo un mayor protagonismo económico, político y cultural a lo largo de la segunda mitad del setecientos. A través de la educación se irán poco a poco cohesionando, facilitando la formación de su propia conciencia como grupo diferenciado. Veamos a continuación algunas de las líneas maestras de todo este proceso de génesis de un nuevo sistema educativo en España. Se trata de prestar una especial atención a determinados acontecimientos relevantes para el mundo educativo, como pudieron ser la expulsión de los jesuitas en 1767, la irrupción de los escolapios o la renovación de los contenidos de la instrucción, incorporando enseñanzas de carácter más práctico. También se busca ofrecer una nueva lectura de algunos textos doctrinales significativos en el ámbito educativo, la mayor parte de muy difícil acceso, firmados por notables representantes de la Ilustración aragonesa. En definitiva, el objeto final de las siguientes líneas consiste en reflexionar sobre ciertos aspectos concretos referidos, siempre que sea posible, a lo que podríamos hoy denominar anacrónicamente como enseñanza media, es decir los estudios de gramática, retórica y latinidad. Espacialmente nos circunscribiremos al caso aragonés, que se presenta en este trabajo como ejemplo paradigmático. LA LA ENSEÑANZA DE LA GRAMÁTICA EN A RAGÓN EN LA SEGUNDA MITAD DEL SETECIENTOS . LABOR DE JESUITAS , ESCOLAPIOS , MAESTROS SEGLARES Y SEMINARIOS CONCILIARES Los primeros grandes progresos que se realizan en España en el ámbito de la educación deben situarse durante la segunda mitad del setecientos. Cuando en 1759 Carlos III comienza su reinado en España la enseñanza todavía no gozaba de la consideración de servicio público, y la desorganización reinante en el mundo de las primeras letras era ciertamente notoria, como lo era igualmente la situación de los estudios de gramática, latinidad y retórica. En ambos casos la miserable situación de los maestros, su falta de vocación y su escasa preparación condicionaban generalmente los resultados del aprendizaje. Para Antonio Domínguez Ortiz, la mayor parte de los profesores de gramática eran hombres fracasados, estudiantes que no habían terminado sus estudios o frailes que habían ahorcado sus hábitos; su bagaje cultural solía reducirse al latín, y su sistema pedagógico a la repetición rutinaria con acompañamiento de abundantes azotes 4. 4 DOMÍNGUEZ ORTIZ, Antonio, La sociedad española en el siglo XVIII, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), 1955, p. 170. [ 31 ] GUILLERMO VICENTE Y GUERRERO Como recoge significativamente Eloy Fernández Clemente al hablar de la situación de todos estos maestros durante el siglo XVIII, raro era el pueblo que no tuviese maestro, pero muchos de ellos por no decir casi todos, ni merecían el nombre de maestros ni podían encontrarse maestros excelentes por una paga miserable con la que no podían vivir 5. Ciertamente en un buen número de localidades puede constatarse la existencia de maestros seglares que ofrecían sus servicios, a menudo muy mal pagados, bien por los municipios que los seleccionaban bien por los mismos particulares que asistían regularmente a las clases. Sin embargo los centros docentes regentados por jesuitas parecen romper tan desdichada dinámica, al gozar de recursos económicos suficientes, de métodos unificados y de una doctrina pedagógica propia recogida en la Ratio studiorum, publicada ya en 1599, y en las Constitutiones collegiorum de San Ignacio. Su buen entendimiento con la corte de Fernando VI les garantiza además el respeto e incluso la protección de la propia Corona. A lo largo de todo el siglo XVIII puede observarse la proliferación en suelo español de cerca de doscientos establecimientos educativos regentados por jesuitas, de los cuales un centenar correspondían a escuelas de gramática, cuya enseñanza prácticamente controlaban. La situación dará no obstante un importante vuelco con la llegada al poder de Carlos III. Este monarca se mostró inicialmente preocupado por el influjo que los miembros de dicha orden ejercían sobre importantes cargos y órganos de poder de la corte, empezando por el propio confesor real, el padre jesuita Rávago. Irritado el monarca Borbón por la absoluta fidelidad de la orden al papado, lo que indirectamente incidía en la posible desobediencia a algunas de sus propias directrices reales, convirtiendo de facto a la Compañía de Jesús en un poderoso contrapoder dentro del mismo Estado ilustrado español, acabó expulsando a los jesuitas en 1767 con la importante anuencia del conde de Aranda, a la sazón presidente del Consejo de Castilla. A partir de esa fecha las congregaciones de los dominicos, dirigidos por el futuro cardenal Joan Tomás de Boxadors, y de los escolapios pasarán a ocupar un papel preponderante en el campo de la instrucción nacional. Otras comunidades religiosas como la de los agustinos, encabezados por el padre Vázquez, carmelitas, trinitarios, mercedarios o benedictinos ofrecerán también la posibilidad de seguir estudios a los seglares en los centros educativos destinados a la instrucción de sus propios miembros. A todos ellos debe adicionarse un notable grupo de maestros y preceptores seglares, a los que se pretende relanzar, especialmente para las enseñanzas de gramática, retórica y latinidad. 5 FERNÁNDEZ CLEMENTE, Eloy, La Ilustración aragonesa. Una obsesión pedagógica, Zaragoza, Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Zaragoza, Aragón y Rioja, 1973, p. 207. [ 32 ] ILUSTRACIÓN Y EDUCACIÓN EN ARAGÓN EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XVIII Efectivamente, poco tiempo después de la expulsión de los jesuitas, Carlos III daba una Real Orden de 5 de octubre de 1767, en la que además de criticar los métodos de enseñanza de la Compañía de Jesús incidía en la importancia de reconducir los estudios de gramática hacia maestros y preceptores seglares, que por oficio e instituto se dedican a la enseñanza y procuran acreditarse para atraer a los discípulos y mantener con el producto de su trabajo a su familia; considerando también que mientras en España estuvieron las primeras letras, gramática y retórica al cargo de estos preceptores, que se proveían a oposición en las cabezas de partido, floreció la enseñanza como lo acreditan las obras impresas que testifican su talento y sabiduría. Nos encontramos ante un proceso claramente secularizador de la enseñanza, hijo del racionalismo laico, que pretende despojar a la Iglesia de su principal proyección social: la educativa. La llegada de los Borbones conlleva un fenómeno potenciador de la cultura en todos sus niveles, y si a las clases más acomodadas se les agasaja con la creación de nuevas instituciones culturales como las Reales Academias de la Lengua (fundada en 1712), de la Historia (en 1736), de Medicina (en 1738) o de Bellas Artes de San Fernando (en 1752), a las clases más populares se les pretende prestar un nuevo servicio público, el de su propia enseñanza, por lo menos en los niveles de primeras letras y, en algunos casos, de gramática, retórica y latinidad. Será pues tras la polémica expulsión de los jesuitas en 1767 cuando la monarquía borbónica realice en España el primer intento serio de modernización de la enseñanza. El propio peso de la tradición ilustrada española se combinará con la influencia de los fenómenos revolucionarios franceses. Estos ejercerán sobre suelo hispánico, en el campo de la instrucción, un doble y controvertido sentimiento de poderosa atracción y hondo rechazo a la vez, muy en especial las ideas que sobre la educación ofrecen Condorcet, Rousseau o la obra legislativa que sobre la esfera de la instrucción va elaborando la Convención francesa. Por tanto los primeros pasos en España para la gestación de una nueva enseñanza se formulan a lo largo de la segunda mitad del siglo XVIII, y desde el punto de vista doctrinal proceden de las plumas más granadas de nuestra Ilustración. Los nombres de Pedro Rodríguez Campomanes, el conde de Cabarrús, Meléndez Valdés, el conde de Floridablanca o Gaspar de Jovellanos aparecen asociados a ese deseo tan dieciochesco de favorecer el progreso nacional a través de la educación. Desde Aragón se escucharán también importantes voces como la de Josefa Amar y Borbón, Andrés Piquer, Joaquín Traggia, Antonio Arteta o Miguel Generés. Bien entendido que todos estos personajes que encabezan la Ilustración en España gozan, en el campo de la educación, de un espíritu de reforma colectivo. No existen aquí auténticas personalidades con teorías pedagógicas propias [ 33 ] GUILLERMO VICENTE Y GUERRERO e influyentes, como pueden ser los casos del francés Rousseau con su Emilio o del mismo pedagogo suizo-alemán Pestalozzi. En España el asunto de la instrucción se toma como un auténtico problema nacional, y por esta razón intervienen de forma directa los propios políticos ilustrados como Jovellanos o Campomanes. Junto a ellos, al tratarse de una cuestión de gran relevancia que afecta a todo el país, la educación se convertirá para humanistas y polígrafos, como Andrés Piquer o Joaquín Traggia, en un tema recurrente al que dedicarán muchas páginas en sus discursos y tratados. Todo este influyente grupo de políticos y humanistas ilustrados son en el campo de la instrucción auténticos reformadores, que intentarán orientar la educación como un verdadero servicio público. A partir de esa nueva noción giran la mayor parte de sus postulados, entre los que destacan, en palabras de Sarrailh, la obligación gubernamental de difundir la instrucción; enseñanza gratuita y uniforme; vigilancia del Estado cuya autoridad comienza a ejercerse sobre las universidades lo mismo que sobre las humildes escuelas de aldea 6. En lo que hace referencia a los estudios superiores, las numerosas universidades que proliferan por todo el territorio nacional se encuentran marcadas en lo organizativo por la absoluta diversidad de materias y planes, en su composición por un hondo carácter gremial que lastra en buena medida a su mismo profesorado, y en lo intelectual por un profundo escolasticismo ribeteado, en el caso de algunas ilustres excepciones, por el influjo del iusnaturalismo racionalista procedente de Inglaterra y, especialmente, de Francia. La autonomía de los rectores es tan absoluta como la total independencia de los profesores, que no parecen estar realmente sujetos al poder central. En Aragón el ámbito que hoy correspondería a la enseñanza secundaria era desempeñado por la Compañía de Jesús. En Zaragoza poseían dos colegios para la enseñanza de las primeras letras (el del Padre Eterno y el de la Inmaculada) y una escuela de gramática. En Calatayud disponían de otro colegio y de un importante Seminario de Nobles, fundado en 1752, en el que para su ingreso se requerían pruebas de sangre. En dicho seminario se ofrecía la enseñanza de disciplinas técnicas relacionadas con el arte militar, tales como artillería, balística, dibujo, física, náutica o arquitectura militar. En él impartieron clases entre otros importantes ilustrados José Pignatelli y Moncayo, Bartolomé Pou, Isidro García o el almuniense Miguel Generés. Especial importancia tuvo en el campo de la Ilustración aragonesa este último. Doctor en teología por la Universidad de Zaragoza, encaminó su vida hacia 6 [ 34 ] SARRAILH, Jean, La España ilustrada de la segunda mitad del siglo XVIII, op. cit., p. 229. ILUSTRACIÓN Y EDUCACIÓN EN ARAGÓN EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XVIII la docencia7, escribiendo una notable disertación titulada Reflexiones políticas y económicas sobre la población, agricultura, artes, fábricas, y comercio del reyno de Aragón 8. Cercano a las bases doctrinales de la cameralística que triunfaba en la segunda mitad del setecientos en Europa, puede considerarse como uno de los predecesores en España de la llamada ciencia de la Administración, a la que precisamente otro aragonés, Alejandro Oliván9, dotará de un efectivo aparato teórico con la publicación, ya en 1843, de su De la Administración pública con relación a España 10. Por su parte, Miguel Generés realiza un lúcido análisis sobre la paulatina decadencia del comercio español, con el ilustrado objeto de conseguir el progreso de la economía y de la sociedad aragonesa en su conjunto. Igualmente advierte Generés de las desventajas que sufre Aragón derivadas de su poca población o de su posición geográfica en el interior, lo que en su opinión colocaba al viejo Reyno en una situación de franca desventaja hacia otros territorios como Cataluña, Baleares, Valencia o incluso la misma Francia. Junto a Miguel Generés, resulta necesario destacar la presencia de otros dos escritores aragoneses jesuitas que se preocuparon de forma especial por los temas educativos. Ramón Ximénez nació en Huesca en 1743. Tras la expulsión de su orden marchó a Ferrara y posteriormente a Cremona, donde trabajó como preceptor enseñando a los hijos de la alta nobleza del lugar. Allí compuso algunas cartas de temática educativa, así como algunos opúsculos que hoy parecen perdidos. Mayor suerte ha tenido la obra de Joaquín Millás. Nacido en Zaragoza en 1746, publicó en la ciudad italiana de Mantua en 1786 y en dos tomos Del único 7 Miguel Generés Contín nació en 1733 en la villa zaragozana de La Almunia de Doña Godina, procedente de una familia de infanzones aragoneses. A los 16 años ingresó en la Compañía de Jesús, doctorándose posteriormente en teología por la Universidad de Zaragoza. Fue profesor de gramática y filosofía en el Colegio y Seminario de Nobles de Calatayud entre 1752 y 1763, en donde tuvo como discípulo a Leandro Fernández de Moratín, y en las escuelas jesuitas de Tarragona (en 1763), Gerona (en 1765), en Cervera de Segarra y en el Colegio del Padre Eterno de Zaragoza (hasta la expulsión jesuita en 1767). A partir de esa fecha se asentó en Ferrara y posteriormente en Bolonia, en donde enseñó teología. Volvió a Aragón en 1800, poco antes de su muerte. El trabajo biográfico más completo sobre Generés es el «Estudio introductorio» a la reedición de sus Reflexiones políticas y económicas, ofrecido por Ernest Lluch y Alfonso Sánchez Hormigo y que se detalla en la nota siguiente. 8 GENERÉS CONTÍN, Miguel, Reflexiones políticas y económicas sobre la población, agricultura, artes, fábricas, y comercio del reyno de Aragón. Precédeles una breve descripción geográfica natural del mismo reyno, Viuda e hijo de Marín, Madrid, 1793. Existe reedición de la Institución «Fernando el Católico», Zaragoza, 1996, con un «Estudio introductorio» de Ernest LLUCH y Alfonso SÁNCHEZ HORMIGO. 9 Sobre este interesante personaje, perteneciente a los círculos del liberalismo doctrinario triunfante, véase VICENTE Y GUERRERO, Guillermo, El pensamiento político jurídico de Alejandro Oliván en los inicios del moderantismo en España (1820-1843), Huesca, Instituto de Estudios Altoaragoneses, 2003. 10 OLIVÁN Y BORRUEL, Alejandro, De la Administración pública con relación a España, Madrid, Imprenta y Librería Boix, 1843. Existe reedición del Instituto de Estudios Políticos, Madrid, 1954, con un elogioso prólogo de Eduardo García de Enterría. [ 35 ] GUILLERMO VICENTE Y GUERRERO principio que despierta y forma la razón, el buen gusto y la virtud en la educación literaria. Esta obra gozó de alta consideración en la corte española, fue examinada por orden expresa del conde de Floridablanca y fue premiada en virtud de sus apropiados valores instructivos, morales y literarios por el propio Carlos III, quien agasajó a Millás redoblándole la pensión vitalicia que ya disfrutaba. Su otra gran obra, publicada en latín, resulta mucho más compleja, pues iba dirigida a un público indudablemente más restringido y erudito: Introductio ad metaphysicas disciplinas 11. Frente al modelo educativo propuesto por los jesuitas, la orden de los escolapios ofrecía una instrucción gratuita que no discriminaba a las capas más populares de la población. En su modelo se priorizaba, junto con la impartición de asignaturas tradicionales como doctrina cristiana, lectura o escritura, otras materias como las matemáticas, la aritmética o la enseñanza del latín en castellano. La eliminación de los castigos corporales o la mayor atención a cuestiones de índole práctica fueron también algunas de sus notas más distintivas. Los indudables avances que impregnaron toda la labor educativa ofrecida por los escolapios hicieron que buena parte de la población aragonesa se decantara por la asistencia a sus aulas. Como señala María Rosa Domínguez, quien ha estudiado a fondo el mundo de las primeras letras en nuestro territorio, los PP. Escolapios ofrecían una enseñanza graduada, mejorada en sus métodos, con proyección hacia la sociedad, y consolidadora de un «continuum» entre la enseñanza de las primeras letras y la de gramática para muchos alumnos 12, iter que lógicamente quedaba fuera del alcance de maestros y preceptores seglares. En Alcañiz las Escuelas Pías fundaron un colegio en 1729 (el Valero) en el que se impartían primeras letras y gramática. Posteriormente crearon otros colegios en Barbastro, Jaca, Daroca o Albarracín. En Zaragoza levantaron, a partir de un hospicio calasancio creado en 1731, un importante colegio en 1735 bajo la protección del propio ayuntamiento. Un año después iniciaron la enseñanza de la gramática, lo que les enfrentó de forma directa con la orden de los jesuitas, quienes tenían el privilegio exclusivo de la impartición de este segundo nivel de enseñanza en Zaragoza por concesión municipal desde comienzos del siglo XVI. Este hecho generó una importante tensión en la ciudad, que fue en progresivo aumento coincidiendo con el incremento del alumnado escolapio hasta que estalló, ya en 1740, provocando un agrio incidente callejero que enfrentó a los 11 MILLÁS, Joaquín, Introductio ad metaphysicas disciplinas, 2 vols., Placentiae, Josephus Tedeschi, 1798. 12 DOMÍNGUEZ CABREJAS, María Rosa, La enseñanza de las primeras letras en Aragón (1677-1812), Zaragoza, Mira editores, 1999, p. 300. [ 36 ] ILUSTRACIÓN Y EDUCACIÓN EN ARAGÓN EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XVIII estudiantes gramáticos de ambos centros. La rivalidad por razones educativas entre ambas órdenes también dará lugar a un largo conflicto jurídico, que se sustanció en un proceso foral de firma posesoria ante la Real Audiencia de Aragón (que autorizó a los escolapios la enseñanza de la gramática), varios recursos al Consejo de Castilla, un Real Decreto de 23 de febrero de 1747 que prohibía dicha enseñanza a los escolapios, y la autorización final de Carlos III en 1760. La impartición de la gramática y retórica por parte de las Escuelas Pías en Zaragoza tuvo además importantes repercusiones de índole cultural, pues no en vano en sus aulas recibió instrucción una buena parte de la élite ilustrada zaragozana de la segunda mitad del siglo. Por los pupitres escolapios pasaron, entre otros muchos, Goya, Bayeu, Vicente Lafuente, Faustino Casamayor, Martín de Garay, o las familias de los duques de Villahermosa, los condes de Sástago o los marqueses de Lazán (los Palafox). Entre los profesores más notables destacar al italiano Basilio Boggiero, al padre Cayetano Ramo, autor de Explicación de la doctrina cristiana 13, especie de catecismo dispuesto en forma de diálogos entre maestro y discípulo, que visto su éxito fue objeto de varias ediciones posteriores a lo largo de los siglos XIX y XX, o al historiador y lingüista Joaquín Traggia14. Entre los escritores aragoneses escolapios preocupados por los temas pedagógicos hay que destacar precisamente a Traggia, autor en 1793 de una notable obra titulada: Rhetorica filosófica o principios de la verdadera elocuencia 15. En este trabajo, redactado en castellano, de forma amena y con un sistema que recuerda los antiguos diálogos platónicos, el escolapio dibuja con trazos oscuros la situación de la enseñanza de la gramática y latinidad en nuestro país, asegurando que el entendimiento no se halla ejercitado en cosa alguna, el espíritu vacío de toda noticia, y la memoria esterilizada con serviles preceptos 16. Tras la expulsión de los jesuitas, el papel de los escolapios como principal centro educativo aragonés tomó en definitiva especial relevancia, si bien en algunas localidades importantes, como Teruel, la presencia de los dominicos fue destacada. Asentados desde 1605 en el Convento de San Raimundo de Peñafort, a partir de 1666 se constituyeron en colegio, abriendo tres cátedras de gramática y otras tres de estudios superiores (una de teología y dos de artes), 13 RAMO, Cayetano, Explicación de la doctrina cristiana según el método con que lo enseñan los padres de las Escuelas Pías a los niños que frecuentan sus escuelas, Manuel Martín, Madrid, 1771. 14 Sobre Joaquín Traggia ver ARIJA NAVARRO, Asunción, La Ilustración aragonesa: Joaquín Traggia, Madrid, CSIC, 1987. 15 TRAGGIA, Joaquín, Rhetorica filosófica o principios de la verdadera elocuencia, que a uso de los discípulos de las Escuelas Pías disponía el padre Joaquín Traggia de Santo Domingo, Sacerdote profeso de la misma Religión, Zaragoza, viuda de Francisco Moreno, 1793. Esta obra, de difícil utilización, ha sido reproducida en microfichas el pasado año 2008 por la Biblioteca Nacional. 16 Ibidem, p. 73. [ 37 ] GUILLERMO VICENTE Y GUERRERO llegando a gozar los privilegios de Estudio General, siendo así reconocidas sus enseñanzas por las universidades17. Independientemente de casos particulares, lo cierto es que a finales de siglo la orden de los escolapios se encuentra significativamente asentada en buena parte de los principales territorios aragoneses. No obstante, como ha señalado Fernández Clemente, tras la expulsión jesuita las escuelas de gramática no fueron nunca traspasadas a éstos (los escolapios), aunque se pretenden en varias ocasiones. Cuando los jesuitas, que las desempeñan hasta su expulsión, abandonan con el destierro sus privilegios, se constituyen en escuelas públicas, desempeñadas por maestros de gramática, seglares en su mayoría 18. Otra importante vía de expansión de las enseñanzas de gramática, retórica y latinidad fue la erección de seminarios conciliares. Tras la expulsión de los jesuitas, Carlos III deseaba un clero secular renovado, más formado y más amante del progreso que acompañaba a las ideas ilustradas. Por ello el propio monarca patrocinó dichos seminarios, cediéndoles los bienes e incluso los edificios de los jesuitas, ganándose de esta forma a la mayor parte del clero español. En Aragón pueden señalarse al menos seis seminarios, fundados mayoritariamente a partir de 1767. El más antiguo fue el Colegio de la Santa Cruz, levantado en Huesca en 1571 como seminario conciliar, y uno de los cuatro colegios mayores de la Universidad Sertoriana19. Puesto efectivamente en marcha en 1580, tenía entre quince y veinte colegiales que estudiaban en la Universidad de Huesca becados con rentas del obispo o directamente con rentas propias del seminario. También acogía estudiantes de gramática y retórica, pues en sus aulas se enseñaba, al parecer con notable aprovechamiento, teología escolástica, teología moral, filosofía y gramática. En la provincia de Zaragoza el ejeano Francisco González y Giménez de Bailo, estudiante de teología en la Universidad de Zaragoza, sacerdote y posteriormente misionero, examinador e inquisidor ordinario de Aragón, fundó dos seminarios en Belchite y en Cigüela que adscribió a la Congregación de Presbíteros seculares misioneros. Pocos años antes de su muerte escribió, en dos volúmenes, unas interesantes Instrucciones para Seminarios Conciliares y Eclesiásticos, donde se demuestra la utilidad y necesidad de estas casas20. 17 Véase sobre el particular GARCÍA MIRALLES, Manuel, La Orden de Predicadores en la Provincia de Teruel, Teruel, Instituto de Estudios Turolenses, 1964. 18 FERNÁNDEZ CLEMENTE, Eloy, La Ilustración aragonesa. Una obsesión pedagógica, op. cit., p. 215. 19 Ver DURÁN GUDIOL, Antonio, Historia del Seminario de Huesca (1580-1980), Huesca, s.e., 1982. 20 GONZÁLEZ Y GIMÉNEZ DE BAILO, Francisco, Instrucciones para Seminarios Conciliares y Eclesiásticos, donde se demuestra la utilidad y necesidad de estas casas, Madrid, Imprenta de Ibarra, 1777. [ 38 ] ILUSTRACIÓN Y EDUCACIÓN EN ARAGÓN EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XVIII Dicha Congregación de Presbíteros seculares misioneros, que precisamente había sido creada en 1712 por el también sacerdote aragonés Francisco Ferrer, natural de Monesma, al parecer jugó un importante papel pedagógico en el territorio aragonés, especialmente tras el traslado del seminario desde su localización originaria, en el Santuario de Nuestra Señora de los Desamparados de Belchite, hasta Zaragoza. En esta misma ciudad, tras la marcha de la orden de los jesuitas, se levantó en 1787 el Real Seminario de San Carlos, fundado por el impulso del arzobispo Agustín de Lezo y Palomeque. En las reglas y constituciones del nuevo seminario aparecen multitud de disposiciones21, entre las que destacan las referentes al cuidado de su sobresaliente biblioteca, legada por el ilustrado Manuel de Roda, aumentando hasta ocho el número de sus bibliotecarios. Dicha biblioteca, compuesta por cerca de 17.000 volúmenes, se mantiene en la actualidad prácticamente intacta, pues pudo sobrevivir a la barbarie francesa en 1809. Su principal atractivo, aparte de contener volúmenes que ya no se encuentran en ninguna biblioteca, consiste en reflejar la cultura ilustrada de un aragonés, doctor en derecho, embajador y ministro de Gracia y Justicia, que representa a la perfección las inquietudes de la nueva clase ilustrada. En cuanto a las enseñanzas de gramática y retórica, no consta que en este seminario llegasen a ser impartidas. Un año después comenzó su andadura, también en la capital del viejo reino de Aragón, el Seminario de San Valero y San Braulio, creado igualmente por iniciativa personal del ya mencionado arzobispo Agustín de Lezo y Palomeque. En dicho establecimiento, que ocupará las instalaciones del antiguo colegio jesuita Padre Eterno, se ofrecían tanto estudios superiores de teología, cánones y filosofía como estudios intermedios de gramática, retórica y latinidad. Efectivamente, en las constituciones y reglas del nuevo seminario22, publicadas ese mismo año 1788, se recogen las enseñanzas que deberán impartirse en el seminario: gramática, retórica, filosofía, teología escolástica y teología moral, debiendo igualmente los alumnos matricularse en la Universidad de Zaragoza para poder acceder a sus grados. Tales enseñanzas fueron aceptadas por la propia Universidad Caesaraugustana, que concedió la convalidación de estudios en junio de 1790 para filosofía y teología, y en diciembre de 1792 para los estudios de Cánones. De esta forma, el Seminario de San Valero y San Braulio pasaba a convertirse en una auténtica universidad privada, quedando únicamente al margen de los estudios superiores de leyes y medicina. 21 Constituciones y Reglas para el Real Seminario Sacerdotal de San Carlos, de la ciudad de Zaragoza, y sus operarios y directores…, Zaragoza, Imprenta de Blas Miedes, sin fechar (si bien la constitución aparece datada el 12 de julio de 1787). 22 Reglas y Constituciones del Real Colegio Seminario Conciliar de S. Valero y S. Braulio, Obispos…, Zaragoza, Imprenta de Francisco Moreno, 1788. [ 39 ] GUILLERMO VICENTE Y GUERRERO En Teruel vio la luz en 1776 el Seminario Conciliar y Real de la Purísima Concepción de María, en este caso por el decidido interés del Obispo de Teruel Francisco José Rodríguez Chico. En dicho centro se impartían estudios de primeras letras, de gramática y retórica y superiores de teología, filosofía y moral, que fueron convalidados en octubre de 1777, tras una provisión de Carlos III, por la Universidad de Huesca, que a partir de esa fecha reconocerá los cursos del seminario para la obtención de sus propios grados. El 10 de septiembre de 1776 el mencionado obispo publicaba el Decreto de Erección del Seminario y sus Constituciones, cuya lectura desvela unas prácticas que pueden servir como ejemplo paradigmático de la enseñanza de los estudios intermedios en este tipo de establecimientos23. El Seminario se constituye con un rector, que habrá de explicar teología moral, un maestro de teología escolástica, otros dos de filosofía, otro de retórica, uno de latinidad y otro de rudimentos. Para el estudio de la gramática se enfatiza la importancia de seguir la redactada por Antonio de Nebrija, sin otras notas ni referencias que pudieren despistar a los alumnos. Los estudios de gramática se ordenan según establece la tradición en tres grados: rudimentos (divididos sus alumnos en reminimistas, minimistas y menoristas), latinidad (divididos también en sintaxis y composición) y retórica (distinguiendo entre prosodia y retórica y métrica). Los seminaristas deberán estudiar al menos tres años de gramática y retórica, otros tres años de filosofía, cuatro años de teología y otros dos años de Moral. Pese a algunos problemas surgidos precisamente con los estudios superiores en las ciudades de Huesca y Zaragoza, en donde conviven de forma no especialmente amistosa los seminarios con las Universidades Sertoriana y Caesaragustana, lo cierto es que su importancia pedagógica fue grande en el último tercio del setecientos. Al convertirse en centros con privilegios reales y rango universitario se vieron obligados, a instancias del propio monarca, a no limitar sus enseñanzas exclusivamente hacia la formación del clero, abriendo sus puertas, aunque fuera tímidamente, a todas las personas que lo desearan. En muchos casos pudieron ofrecer una enseñanza más rigurosa y a la altura de los tiempos, impensable tan solo unos pocos años atrás cuando se encontraba monopolizada por la orden de los jesuitas. III. E L FOMENTO DE UNA EDUCACIÓN GENERALIZADA Y LA RENOVACIÓN DE LOS CONTENIDOS DE LA INSTRUCCIÓN . DE LA E L PAPEL EN A RAGÓN R EAL S OCIEDAD E CONÓMICA A RAGONESA DE A MIGOS DEL PAÍS Junto a la unificación de los diversos niveles educativos y al evidente proceso de secularización de la enseñanza, consecuencia directa del carácter laico 23 Decreto de Erección, Constituciones, Dotación, Gobierno y Enseñanza, del Seminario Conciliar, Real, de la Purísima Concepción de María Santísima…, Valencia, Imprenta de Benito Monfort, 1777. [ 40 ] ILUSTRACIÓN Y EDUCACIÓN EN ARAGÓN EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XVIII que resulta consustancial al racionalismo, dos serán en mi opinión los aspectos más novedosos que introducen en España, a lo largo de la segunda mitad del siglo XVIII, todo ese grupo de entusiastas ilustrados encabezados por las fuertes personalidades de Gaspar de Jovellanos, Pedro Rodríguez Campomanes o el conde de Cabarrús. El primer aspecto fundamental en el que todos ellos inciden con más fuerza es, a mi juicio, en la imperiosa necesidad de arbitrar los medios necesarios para lograr que la educación abandone su carácter minoritario y pase a tener un alcance general. El mismo Gaspar de Jovellanos va más allá, al señalar la conveniencia de que toda la enseñanza sea enteramente gratuita. Así se manifiesta en sus famosas Bases para la formación de un plan general de Instrucción Pública 24, sin duda el texto educativo clave de la Ilustración española, que además sirve de puente de unión en el campo de la instrucción con el liberalismo emergente en las Cortes de Cádiz25. Por su parte, Pedro Rodríguez Campomanes, en su Discurso sobre la educación popular 26, subraya sin ambages que ésta debe dirigirse sin distinción alguna a todos los hombres. Pero Campomanes lo que está en realidad postulando es la generalización de la enseñanza de las primeras letras, pues concibe este primer nivel como el paso necesario y preparatorio para otros estudios posteriores de carácter utilitario y profesional. Sin embargo las ideas de Campomanes sobre el acceso de las capas populares a las escuelas de gramática, retórica y latinidad son mucho más restrictivas. Esta concepción que va reduciendo las posibilidades educativas a la población, desde una plataforma inicial de universalización de la enseñanza de las primeras letras, puede rastrearse ya en 1763, al calor de un informe que realizó el 11 de octubre de dicho año en calidad de fiscal del Consejo de Castilla, con el fin de desaconsejar la erección de un seminario en la localidad salmantina de Masueco27. En el mencionado informe Campomanes procura excluir a los sectores de la población menos favorecidos del estudio de la gramática y latinidad, pues asegura que las capas más bajas ven en la educación media la vía más sencilla 24 JOVELLANOS, Gaspar Melchor, Bases para la formación de un plan general de Instrucción Pública, en Obras publicadas e inéditas de Gaspar de Jovellanos, Biblioteca de Autores Españoles (BAE), Madrid, Atlas, 1924. Dichas bases fueron presentadas el 16 de noviembre de 1809 por el propio Jovellanos a la Junta Central, en calidad de miembro y con destino a su Comisión de Instrucción Pública. 25 Una reflexión sobre el peso que tuvieron las Cortes de Cádiz, algunos de sus protagonistas y la propia Constitución gaditana de 1812 en la génesis de las nuevas enseñanzas intermedias liberales en: VICENTE Y GUERRERO, Guillermo, «Las Cortes de Cádiz y el nacimiento de la moderna enseñanza secundaria en España», Laberintos, año XI, núm. 21, Zaragoza, 2010. 26 RODRÍGUEZ CAMPOMANES, Pedro, Discurso sobre la educación popular de los artesanos y su fomento, cinco volúmenes, Madrid, Antonio Sancha, 1775-1777. 27 Véase sobre el particular: AGUILAR PIÑAL, Francisco, «La Real Academia Latina Matritense en los planes de la Ilustración», Anales del Instituto de Estudios Madrileños, tomo I, Madrid, 1968, pp. 183-217. [ 41 ] GUILLERMO VICENTE Y GUERRERO para poder escapar de su condición, recibida por herencia, de trabajadores del campo o de artesanos urbanos. Las plazas para los estudios de gramática y latinidad deben reservarse, salvo excepciones, a los hijos de las clases sociales más acomodadas, es decir, a la incipiente burguesía que se está ya preparando para dar el salto a los puestos directivos de la sociedad. En otro informe cursado el mismo año en el que se produce la expulsión de los jesuitas, Campomanes continúa incidiendo en la misma idea restrictiva, enfatizando el tremendo daño que se está haciendo en España a la agricultura y a las artes y oficios manuales, pues dice constatar la existencia de muchos alumnos que, sin el menor atisbo de vocación y sin la más elemental preparación para el mundo de las letras, dejan los trabajos manuales para los que habían sido naturalmente llamados, pasando a un estado de hombres inútiles y gravosos. A su vez, el conde de Cabarrús insiste a través de sus Cartas a Jovellanos en el hecho de que la educación primaria debe ser común a todos los ciudadanos, grandes y pequeños, ricos y pobres deben recibirla igual y simultáneamente. ¿No van todos a la iglesia? ¿Por qué no irían a este templo patriótico? 28. Para Cabarrús el método más adecuado para enseñar a los niños entre seis y diez años es instruirles con alegría, dedicando una especial atención a la educación física y excluyendo terminantemente de la enseñanza de las primeras letras todo cuerpo y todo instituto religioso29. Cabarrús aboga por la implantación de una escuela de naturaleza pública, gratuita y secular, en la que además de aprender a leer, a escribir, a contar y a ejercitarse físicamente introduce unos nuevos elementos que serán adoptados por el liberalismo pocos años más tarde, especialmente con la llegada del Trienio Liberal: los llamados catecismos políticos. Con estos instrumentos, elaborados a partir del sencillo método de preguntas y respuestas, pretende introducir en la mente de los niños sus derechos y obligaciones como ciudadanos, a la vez que presenta los principios básicos para la convivencia social y los elementos de la legislación más importantes. Con menor grado de entusiasmo aborda Cabarrús los otros dos niveles de enseñanza, el de la secundaria y el de la superior. Sobre las escuelas de latinidad y retórica, que denomina ahora de bellas letras, señala que, pese a mantenerse como establecimientos gratuitos, únicamente deberán instalarse en las grandes ciudades y villas populosas. Su función consistirá en encargarse de la instrucción de los jóvenes entre once y quince años, pero no de todos, sino 28 CABARRÚS, Conde de, Cartas sobre los obstáculos que la naturaleza, la opinión y las leyes oponen a la felicidad pública. Escritas por… al señor don Gaspar de Jovellanos, y precedidas de otra al Príncipe de la Paz, Vitoria, Imprenta de don Pedro Real, 1808, p. 79. Estas cartas fueron escritas originalmente en 1792. 29 [ 42 ] Ibidem, p. 81. ILUSTRACIÓN Y EDUCACIÓN EN ARAGÓN EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XVIII únicamente de aquellos que hayan mostrado unas mayores aptitudes en los estudios de primeras letras. A partir de los quince años deberá el Estado dirigir, según las necesidades sociales, las vocaciones de los alumnos mejor preparados, encaminándolos ya hacia los estudios superiores. Tanto los niños que no ingresan en las escuelas de bellas letras como aquellos que no superan estos estudios intermedios deben ponerse a trabajar, pero podrán compatibilizar sus trabajos con la asistencia a escuelas de economía rústica, dibujo, escultura, pintura, matemáticas, náutica, geografía, química o derecho de gentes. Por todo ello, en las propuestas de Cabarrús nos encontramos ante una enseñanza media restringida a los núcleos urbanos y profundamente selectiva, sirviendo de cauce para encaminar a sus mejores alumnos para ocupar los puestos de la élite del poder (juristas, políticos, administrativos, militares, médicos y eclesiásticos). Absolutamente crítico se muestra Cabarrús con las enseñanzas vertidas en las universidades, a las que califica con indisimulado desdén como cloacas de la humanidad, y que sólo han exhalado sobre ella la corrupción y el error 30. Propone Cabarrús su inmediata sustitución por seminarios y establecimientos o colegios dedicados exclusivamente a la enseñanza de la jurisprudencia, de la medicina o del arte militar, a los que se ingresaría mediante la realización de exámenes que pudiesen probar el talento y los conocimientos previos de los distintos candidatos. Acierta Viñao Frago al enfatizar que la construcción educativa que propone Cabarrús no deja de resultar en cierto modo paradójica, pues tras destruir todo el sistema educativo del Antiguo Régimen, no tiene sino la ocurrencia de montar otro dispositivo similar, sólo que ahora estatal, secular, público y gratuito 31. Será el Estado, y por lo tanto sus clases dirigentes, el que a través de este nuevo sistema de educación seleccionará a los mejores alumnos atendiendo, por lo menos teóricamente, a sus dones y capacidades naturales. En segundo lugar resulta imprescindible resaltar la notable preocupación mostrada por intentar renovar los contenidos de la instrucción pública, incorporando los nuevos saberes prácticos como la economía, las ciencias exactas, el dibujo, la física o las lenguas vivas. En sus Bases para la formación de un plan general de Instrucción Pública, Gaspar de Jovellanos comienza a articular un novedoso tipo de enseñanza, cuya impartición corresponderá a unos nuevos establecimientos docentes, que denominará Institutos. El asturiano distingue entre saberes especulativos y prácticos, encomendando la enseñanza de los pri30 Ibidem, p. 83. 31 VIÑAO FRAGO, Antonio, Política y educación en los orígenes de la España contemporánea. Examen especial de sus relaciones en la enseñanza secundaria, Madrid, Siglo XXI, 1982, p. 111. [ 43 ] GUILLERMO VICENTE Y GUERRERO meros a las universidades y, ésta es su gran aportación, los segundos a los llamados institutos de enseñanza práctica. Jovellanos asegura que así divididos los estudios especulativos y prácticos, al mismo tiempo que en nuestras universidades se formen los dignos ciudadanos que han de hacer reinar en la nación la piedad, la justicia y el orden público, llenando dignamente los cargos de la Iglesia, de la magistratura y del foro, los institutos de enseñanza práctica harán que abunden en el reino los buenos físicos, mecánicos, hidráulicos, astrónomos, arquitectos y otros profesores, sin cuyo auxilio nunca podrán ser ni conservarse abiertas las fuentes de riqueza pública, ni la nación alcanzará aquella prosperidad a que es tan acreedora 32. Esta división que distribuye la enseñanza pública en universidades e institutos gira en torno a su posible utilidad práctica. El propio Jovellanos asegura en su Memoria sobre educación pública que la utilidad de la instrucción, considerada políticamente, no tanto proviene de la suma de conocimientos que un pueblo posee, ni tampoco de la calidad de estos conocimientos, cuanto de su buena distribución 33. La creación a partir de la década de 1760 de unas nuevas corporaciones culturales, llamadas Reales Sociedades Económicas de Amigos del País, puede entenderse sin ningún género de dudas en este sentido renovador34. Sigamos tomando como ejemplo paradigmático el caso aragonés. Puede resultar interesante observar el comportamiento mostrado por la Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País, pues esta institución compagina a la vez el compromiso de ofrecer una educación universal y gratuita con la preocupación por impartir una instrucción que se encuentre a la altura de los tiempos, incorporando nuevas materias y disciplinas. La Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País35 inició su andadura en marzo de 1776, convirtiéndose en el principal centro cultural de Aragón tras las Universidades de Huesca y Zaragoza, institución esta última con la que incluso en determinadas ocasiones llegará a polemizar36. 32 JOVELLANOS, Gaspar Melchor, Bases para la formación de un plan general de Instrucción Pública…, op. cit., p. 273. 33 JOVELLANOS, Gaspar, Memoria sobre educación pública, en: Obras publicadas e inéditas de Gaspar de Jovellanos, op. cit., p. 241. 34 La Vascongada se creó en 1765. La Matritense, en cuya implantación jugó un importante papel el mismo Campomanes, fue erigida en 1775. 35 Sobre dicha institución resulta imprescindible FORNIÉS CASALS, José Francisco, La Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País en el período de la Ilustración (1776-1808), Madrid, Confederación Española de Cajas de Ahorro, 1978. 36 Véase GARCÍA LASAOSA, José, «Oposición de la Universidad de Zaragoza al establecimiento de nuevas Cátedras por parte de la Sociedad Económica Aragonesa», en VV.AA., II Symposio sobre el Padre Feijoo y su siglo, tomo II, Oviedo, Centro de Estudios del Siglo XVIII, 1983. [ 44 ] ILUSTRACIÓN Y EDUCACIÓN EN ARAGÓN EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XVIII Dicha Sociedad Aragonesa se preocupó activamente, en el campo de las primeras letras, de la alfabetización de los niños. Especial significación tuvo en este sentido la creación en 1781, por parte de la misma Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País, de una Junta General de Caridad de la Ciudad de Zaragoza37. Tal junta tenía como objeto preferente la recogida de niños y niñas vagabundos, lo que de forma indirecta conllevaba la creación de centros en los que se les pudiera prestar la necesaria atención, no solo alimenticia y médica, sino también espiritual e intelectual. Este último aspecto necesariamente requería un notable esfuerzo pedagógico e instructor. Dicha Junta General de Caridad de Zaragoza seguía el ejemplo de la recién constituida Real Junta de Caridad, fundada en Madrid el 30 de marzo de 1778. Entre las principales atribuciones que correspondieron a esta última corporación, circunscribiéndonos al campo de la instrucción pública, cabe señalar el encargo de dirigir de una forma oficial, por primera vez en la capital de España, la enseñanza gratuita para las niñas38, en un contexto ciertamente favorable marcado por la Real Cédula de 12 de enero de 1779, en la que se consagraba legalmente la enseñanza a mujeres y niñas de todas aquellas labores y artefactos propios de su sexo. Entre las actuaciones más destacadas de la Junta General de Caridad de Zaragoza, dentro del ámbito educativo y siguiendo de nuevo a su predecesora matritense, cabe subrayar la creación de un reglamento para establecer en la capital del viejo Reino de Aragón escuelas gratuitas para la educación de las niñas. El propio reglamento recoge en su artículo I el fin y objeto principal de dichos establecimientos: fomentar la buena educación de las niñas en los rudimentos de la fe católica, en las reglas del bien obrar, en el ejercicio de las virtudes, y en las labores propias de su sexo 39. Pero el mencionado reglamento de la Junta General de Caridad de Zaragoza va más allá de la enseñanza de las meras labores domésticas, pues en su artículo XI y último especifica de forma rotunda que si alguna de las niñas quisiere aprender a leer, tendrá obligación asimismo la maestra de enseñarla, y por consiguiente serán también examinadas las maestras en este arte 40. Este 37 Véase FORNIÉS CASALS, José Francisco, La política social y la Ilustración aragonesa (1773-1812): La acción social de la Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País, Zaragoza, Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País, 1997, en especial pp. 93 y ss. 38 Sobre el particular, RUIZ BERRIO, Julio, «Actividades escolares de la Junta de Caridad en Madrid», Revista española de pedagogía, núm. 81, enero-marzo 1963, pp. 59-69. 39 Real Cédula de su Magestad y señores del Consejo por la que se aprueba el Reglamento, formado por la Junta General de Caridad de la Ciudad de Zaragoza, para establecer en ella Escuelas gratuitas para la educación de las niñas, Zaragoza, Blas Miedes, 1785, p. 4. 40 Ibidem, p. 12. [ 45 ] GUILLERMO VICENTE Y GUERRERO reglamento aparece rubricado por el secretario de la Junta Pedro Pablo Beltrán con fecha de 20 de abril de 1784, y tras los trámites pertinentes fue aprobado y publicado como Real Cédula un año más tarde. Todavía dan un paso más adelante los mismos estatutos de la Junta de Caridad, al recoger en su articulado que es objeto de la misma entender en el establecimiento de las escuelas, o laboratorios que le parezcan convenientes al fin de su instituto, para que los pobres niños, y adultos se ocupen en el ejercicio que sea acomodado a su edad, fuerzas, y disposición 41. La explícita mención a la enseñanza dirigida a adultos abre un notable abanico de posibilidades educativas, legitimando a los individuos sin recursos económicos al disfrute de enseñanzas gratuitas en este tipo de establecimientos. Todo ello revela un espíritu instructor digno del mayor elogio. Igualmente destacable fue el establecimiento en Zaragoza, de nuevo por parte de la Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País, de una escuela patriótica para niñas o jóvenes de carácter gratuito, en la que se enseñaba a hilar al torno: lino, cáñamo, estambre y seda rasgada. El 28 de junio de 1777 se presentó el correspondiente memorial, dotándose definitivamente la plaza el 24 de noviembre de ese mismo año, lo que convirtió a dicho centro en la primera escuela profesional para la enseñanza de las jóvenes en Aragón. Un año después la propia Económica Aragonesa colaboró decisivamente en el nacimiento de una Escuela de Agricultura42. Mientras se producen estos notables avances en el campo de la instrucción pública, algunas órdenes religiosas femeninas fueron progresivamente apostando por la apertura de sus aulas a niñas y jóvenes que, pese a no seguir la vida conventual, querían recibir una cierta instrucción. En Zaragoza destacaron en este objetivo la Compañía de María (de origen francés, penetraron en la Península con la llegada de la dinastía borbona, sus actividades ya aparecen reflejadas en una Provisión de 3 de octubre de 1711) y las Dominicas de Santa Rosa (las Constituciones para el Colegio de Santa Rosa en Zaragoza fueron dadas por el arzobispo en 1786). Estas monjas dominicas levantaron en esas mismas fechas otro colegio en Belchite. En Barbastro hay que señalar la actividad educativa ofrecida por las Hijas de la Caridad (quienes formalizaron una enseñanza gratuita femenina alrededor de los años 90). En Huesca subrayar la labor de las ya mencionadas Dominicas de Santa Rosa (las Constituciones para el Colegio de Santa Rosa en Huesca están fechadas en 24 de agosto de 1766)43. 41 Constituciones aprobadas por el Real y Supremo Consejo de Castilla en Real Cédula de 10 de marzo del año 1783, para el gobierno de la Junta de Caridad de la presente ciudad de Zaragoza, título VII, artículo XLIX, Madrid, Joaquín Ibarra, 1783, p. 19. 42 Ver FORNIÉS CASALS, José Francisco, La Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País en el período de la Ilustración…, op. cit., pp. 348-361. 43 Véase sobre el particular DOMÍNGUEZ CABREJAS, María Rosa, La enseñanza de las primeras letras en Aragón…, op. cit., pp. 205-214. [ 46 ] ILUSTRACIÓN Y EDUCACIÓN EN ARAGÓN EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XVIII Desde el ámbito de la historia de las ideas, y refiriéndonos a la educación femenina en Aragón, resultaría inexcusable dejar de constatar la incansable actividad y notable obra escrita de la zaragozana Josefa Amar y Borbón, calificada acertadamente por Alberto Gil Novales como una adelantada en la historia del feminismo español 44. Este importante personaje, al que nos referiremos más detalladamente en el próximo epígrafe, se preocupó especialmente por el fomento de la instrucción femenina en España, y a este objetivo dedicó plenamente su vida y su obra. En este momento interesa resaltar el escrito de Josefa Amar que tal vez gozó de una mayor repercusión, el que defendió en 1790 al calor de la Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País, con el título de Discurso sobre la educación física y moral de las mujeres 45. Este estimable trabajo consta de 349 páginas divididas en XVII capítulos, precedidos de un intenso prólogo de 40 páginas. Toda la obra es un personal alegato en favor de la educación femenina, incidiendo especialmente en la importancia de su educación moral, ya que ésta abraza la enseñanza e ilustración del entendimiento, la regla y dirección de las costumbres, y en una palabra lo que se llama buena conducta y manejo en todas las acciones 46. También subraya Josefa Amar y Borbón, junto con ideas clásicas como la obediencia y el respeto a los padres o el conocimiento de Dios y de la religión, la trascendencia del aprendizaje de las lenguas vivas, la importancia de la formación de una amplia cultura literaria y la conveniencia de la enseñanza de la Historia. En opinión de la zaragozana, la Historia ofrece entretenimiento, es un tema frecuente de conversación y además sirve para desviar a las mujeres de la lectura de las novelas, género al que la misma autora aragonesa reconoce que suelen ciertamente inclinarse. La obra, pese a su indudable carácter progresista, dista mucho de ser revolucionaria, como la propia autora reconoce sin rodeos: No formemos un plan fantástico, tratemos solo de rectificar en lo posible el que ya está establecido4 7. En palabras de su principal biógrafa, María Victoria López-Cordón, este interesante discurso tiene también un contenido político, que se expresa en una visión de la sociedad un tanto estática porque se rehuye cualquier manifestación de conflicto y donde solo se propugnan cambios a largo plazo 48. 44 GIL NOVALES, Alberto, Diccionario biográfico aragonés, Huesca, Instituto de Estudios Altoaragoneses, 2005, pp. 40 y 41. 45 AMAR Y BORBÓN, Josefa, Discurso sobre la educación física y moral de las mujeres, Madrid, Imprenta de Benito Cano, 1790. Existe reedición, utilizada en la realización de este trabajo: Madrid, Ediciones Cátedra & Instituto de la Mujer, 1994, con una introducción de María Victoria López-Cordón. 46 Ibidem. 47 Ibidem, p. 72. 48 LÓPEZ-CORDÓN, María Victoria, «Introducción», a la obra AMAR educación física y moral de las mujeres, op. cit., p. 44. Y BORBÓN, Josefa, Discurso sobre la [ 47 ] GUILLERMO VICENTE Y GUERRERO El capítulo XVII y último es en mi opinión especialmente atractivo, pues Amar presenta los escritores que a su juicio han tratado el tema de la educación con mayores beneficios para sus lectores, incidiendo de forma muy significativa sobre aquellos autores que se refieren de alguna forma a la mujer. A lo largo de estas últimas páginas Josefa Amar habla de filósofos y pensadores de primer orden, como Platón, Aristóteles, Jenofonte, Cicerón, Séneca, Quintiliano, Plutarco, San Jerónimo, Luis Vives, Erasmo de Rotterdam, Knox o Locke. Particular influencia ejerce sin duda sobre la obra de Amar las ideas sobre la educación de este último, pese a que en realidad el británico nada dijo sobre instrucción femenina. Para la aragonesa John Locke habla de la educación moral, en cuya materia se aparta algo de la opinión común, queriendo que lo haga casi todo la naturaleza, y poco o nada el arte. Nada dice de las muchachas; antes parece que las exceptúa de propósito por no meterse con un sexo tan delicado 49. Especial estima parece merecer a Josefa Amar el Emile Chrétien, ou de l’education, trabajo redactado por C. de Leveson y publicado en París en 1764, obra a la que considera, como un mérito muy significativo, el opuesto del Emilio de Rousseau 50. Ya para concluir, de momento, con las aportaciones de la zaragozana Josefa Amar, significar de nuevo la opinión de María Victoria López-Cordón, para quien este último capítulo es un alarde de erudicción con el pretexto de hablar de la educación, en el que antiguos y modernos se dan la mano y en el que deliberadamente se entronca el humanismo español con las nuevas corrientes 51. En lo que hace referencia a los campos de lo que hoy abarcarían las enseñanzas secundaria y superior, la Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País intentó complementar la enseñanza de los saberes ya existentes con la implantación de centros especializados, como la Escuela de Matemáticas, levantada en 1780 con una estructura inicial de tres cursos, que a partir de 1784 fueron cuatro, con el profesor Luis Rancaño de Cancio como director. Dicha escuela se orientó a la enseñanza de materias tales como matemáticas, álgebra, geografía, astronomía, arquitectura, dinámica o mecánica, y en ella impartieron docencia personajes de la importancia de José Canga Argüelles o Juan Polo y Catalina. Inicialmente como complementaria a la de Matemáticas, la Sociedad Económica Aragonesa también abrió, en 1784, una Escuela de Dibujo, que a partir de 1790 comenzó a recibir subvenciones reales, convirtiéndose dos años más tarde en una institución independiente: la Real Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis, que inició así su andadura el 17 de abril de 1792. 49 AMAR 50 Ibidem, p. 263. 51 LÓPEZ-CORDÓN, María Victoria, «Introducción», op. cit., p. 44. [ 48 ] Y BORBÓN, Josefa, Discurso sobre la educación física y moral de las mujeres, op. cit., p. 261. ILUSTRACIÓN Y EDUCACIÓN EN ARAGÓN EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XVIII Alrededor de 1781 había creado ya un Gabinete de Historia Natural. En 1797 fundó igualmente la cátedra de Botánica y Química, y ese mismo año puso en marcha un Jardín Botánico52. Tal vez la cátedra de la Económica Aragonesa que ejerció una mayor influencia fue la de Economía civil y comercio53. Fundada en 1784, organizada en cuatro cursos y dirigida por Lorenzo Normante Carcavilla, se orientó principalmente a servir de complemento a las clases que se impartían en la Facultad de Leyes de la Universidad Caesaraugustana. A fines de siglo se trabajaban ya textos de autores tan significativos como Adam Smith o Condorcet. Entre sus alumnos se encuentran algunos de los personajes más influyentes del posterior reinado fernandino, como el absolutista Tadeo Calomarde o los liberales Isidoro de Antillón o José Canga Argüelles. Especial relevancia intelectual tuvo también para Aragón el establecimiento, de nuevo por parte de la Real Sociedad Económica Aragonesa, de la primera cátedra de Derecho natural en 178554, siguiendo la estela dejada por Carlos III cuando en 1770 levantó en los Reales Estudios de San Isidro una cátedra de Derecho natural y de gentes55. Pese a que el Derecho natural no es una disciplina originaria del siglo XVIII, es en este siglo cuando alcanza un lugar destacado en el campo de los saberes, institucionalizándose en muchas universidades europeas. Como ha sintetizado con acierto Francisco Sánchez-Blanco, el Derecho natural supone la existencia de un derecho con raíces en la misma naturaleza del hombre y que no depende de un hecho histórico contingente ni de ninguna potestad nacional o internacional56. Precisamente por ello, la implantación de esta disciplina llevaba implícita una importante carga revolucionaria, pues proponía una nueva forma de entender las relaciones humanas sin recurrir a ninguna autoridad positiva. Su tímida aceptación en España a partir de 1770 supuso un cierto reconocimiento a las ideas del racionalismo ilustrado imperantes en buena parte de Europa, y su enseñanza se convirtió en la vía de penetración más decisiva para la introducción del iusnaturalismo racionalista en los territorios de habla hispana57. 52 Ver FORNIÉS CASALS, José Francisco, La Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País en el período de la Ilustración…, op. cit., pp. 290-291, y 403-411. 53 Véase sobre el particular FORNIÉS CASALS, José Francisco, «La cátedra de Economía Civil y Comercio», Información Comercial Española, núm. 512, Madrid, 1976, pp. 108-118. 54 El proceso de implantación de la mencionada cátedra puede ser puntualmente reconstruido a partir de las actas de dicha Sociedad Económica: Actas de la Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País (inéd.), Zaragoza, sesiones de agosto de 1785 y ss., folios 224 y ss. 55 Ver RUS RUFINO, Salvador, Historia de la Cátedra de Derecho Natural y de Gentes de los Reales Estudios de San Isidro, León, Universidad de León, 1993. 56 SÁNCHEZ-BLANCO, Francisco, La Ilustración en España, Madrid, Akal, 1997, p. 41. 57 Véase sobre dicho proceso: VICENTE Y GUERRERO, Guillermo, «Iniciales vías de penetración del iusnaturalismo en Aragón», en ROMERO, Carmelo y SABIO, Alberto (coords.), Universo de micromundos, Zaragoza, Institución «Fernando el Católico», 2009, pp. 235-248. [ 49 ] GUILLERMO VICENTE Y GUERRERO La enseñanza de los nuevos estudios iusfilosóficos en la Real Sociedad Económica Aragonesa fue encomendada al notable jurista altoaragonés José Broto58, quien por otra parte acababa de ser nombrado por la misma Universidad de Zaragoza catedrático de Instituta. Las suspicacias que la constitución de la nueva cátedra provocó en la mencionada Universidad Caesaraugustana hizo que, al curso siguiente, dicha institución universitaria ordenara de forma imperiosa al propio Broto que acometiera, en su recién ganada cátedra de Prima de Leyes, las explicaciones del Derecho natural y de gentes a partir de los Elementa Iuris Naturae et Gentium de Heineccio59, en la versión traducida por Joaquín María Marín y Mendoza, a la sazón primer catedrático de Derecho natural en España. L A I LUSTRACIÓN ARAGONESA Y EL A NTONIO A RTETA Y J OSEFA A MAR PROBLEMA DE LA EDUCACIÓN : A NDRÉS P IQUER , Una vez sintetizados, a grandes rasgos, algunos de los hechos y acontecimientos más relevantes que inciden de forma directa en el fenómeno educativo aragonés en la segunda mitad del setecientos, parece buen momento para ofrecer una nueva lectura de algunos de los textos más relevantes que, precisamente desde Aragón, ven la luz de la imprenta con el objeto irrenunciable de colaborar en la construcción del nuevo entramado educativo ilustrado. La elección de Andrés Piquer, Antonio Arteta y Josefa Amar y Borbón no ha sido en absoluto casual. Cada uno de ellos procede de ámbitos del conocimiento muy distintos, representa a una de las tres provincias aragonesas y ofrece, a su manera, interesantes claves que influyen en mayor o menor medida en la articulación del proceso anteriormente descrito. El turolense Andrés Piquer es médico, a la vez que uno de los filósofos españoles más importantes de la segunda mitad del setecientos. Dentro de su filosofía moral, las reflexiones sobre la importancia del fenómeno educativo son constantes. El oscense Antonio Arteta de Monteseguro es clérigo y doctor en teología, pero pronto abandona sus pruritos teológicos por el fomento de la economía política al calor de la Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País, institución de la que fue significativamente socio fundador. La zaragozana Josefa Amar y Borbón puede considerarse como la primera pedagoga española. Sus interesantes escritos y sus constantes afanes en pos de la generalización 58 Personaje completamente olvidado por nuestra historiografía jurídica. Únicamente VICENTE Y GUERRERO, Guillermo, «Voz Broto Garcés, José», en PELÁEZ, Manuel J. (director), Diccionario crítico de juristas españoles, portugueses y latinoamericanos, tomo III, Zaragoza & Barcelona, Universidad de Málaga, 2008, p. 251. 59 HEINECCIO, Johann Gottlieb, Elementa Iuris Naturae et Gentium castigationibus ex catholicorum doctrina et iuris historia aucta ab Joachino Marin et Mendoza, Matriti, sumtibus Emman. Martini, MDCCLXXVI. [ 50 ] ILUSTRACIÓN Y EDUCACIÓN EN ARAGÓN EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XVIII de la educación femenina le han concedido un merecido puesto, como la primera mujer destacada, en el campo de la historia de la educación española. El objetivo final de todos ellos, como el de Miguel Generés, Ignacio de Asso, Francisco Nipho, Vicente Naharro, Remigio Asensio, Ramón Ximénez, Domingo Francisco Salas, Joaquín Millás, Cayetano Ramo, Joaquín Traggia o tantos otros aragoneses comprometidos con el mundo de la educación es tan sencillo como complejo a la vez: la mejora de la enseñanza. Cada uno desde sus propias posiciones personales e influidos por sus variables circunstancias vitales participarán en una importante renovación pedagógica, de técnicas, destinatarios y contenidos, que en muchos casos construirán dentro de una acogedora filosofía moral de carácter humanístico y racional. Andrés Piquer y Arrufat En primer lugar, interesa analizar la forma en la que se pronuncia sobre las cuestiones educativas el notable filósofo y médico turolense Andrés Piquer y Arrufat. Resulta curioso constatar como Aragón ha sido tierra especialmente propicia, tal vez por contar las Universidades de Zaragoza y Huesca con ambas facultades, o quizás por nuestra propia idiosincrasia, para la germinación de este tipo de humanistas: filósofos y médicos a la vez. En este sentido, Andrés Piquer puede ir de la mano, sin el menor complejo, con otras grandes figuras aragonesas como Miguel Servet, Santiago Ramón y Cajal o Pedro Laín Entralgo. Andrés Piquer y Arrufat60 nació en la localidad turolense de Fórnoles, cuna unos años más tarde del también gran humanista Braulio Foz, profesor de griego, periodista e historiador de las cosas de Aragón61. Estudió la carrera de medicina, obteniendo el grado de doctor en 1734. En 1751 fue nombrado médico de cámara de S. M., compatibilizando su trabajo en las cortes de Fernando VI y de Carlos III con el estudio de la filosofía moderna, convirtiéndose en uno de los más importantes filósofos españoles del setecientos. De hecho, el propio Marcelino Menéndez Pelayo califica su Lógica Moderna (publicada en 1742) como la mejor, la más razonable y más docta del siglo XVIII 62. 60 Sobre Andrés Piquer véase, por todos, MINDÁN MANERO, Manuel, Andrés Piquer. Filosofía y Medicina en la España del siglo XVIII, Zaragoza, Librería General, 1991. 61 Braulio Foz dedicó su vida a la docencia, siendo profesor de gramática y latinidad y posteriormente catedrático de griego en la Universidad de Zaragoza. Ya en la primera obra de su prolífica producción, Plan y método para la enseñanza de las letras humanas, Valencia, Imprenta de Muñoz y Compañía, 1820 (reeditada por Prensas Universitarias de Zaragoza (PUZ), Zaragoza, 1991), Foz manifestó unas crecientes preocupaciones pedagógicas de indudables filiaciones ilustradas, las cuales ya nunca abandonó. Sobre Braulio Foz véase, por todos, VICENTE Y GUERRERO, Guillermo, Las ideas jurídicas de Braulio Foz y su proyección política en la construcción del Estado liberal español, Zaragoza, Prensas Universitarias de Zaragoza & Rolde de Estudios Aragoneses, 2008. 62 MENÉNDEZ PELAYO, Marcelino, Historia de las ideas estéticas en España, tomo I, Madrid, CSIC, 1978, p. 1.108. [ 51 ] GUILLERMO VICENTE Y GUERRERO Posiblemente sea la obra más importante del aragonés, o por lo menos la que encontró una mejor acogida. En 1771, treinta años después, ofreció una segunda edición, muy corregida y aumentada con respecto a la anterior, hasta el punto de que en realidad se trata de una completa reelaboración. Titulada ahora simplemente Lógica, concluye con un interesante discurso, que fue también publicado por separado: Discurso sobre el uso de la lógica en la Religión. En este nuevo trabajo, editado tan solo un año antes de su muerte, Piquer arremete contra la obra de carácter educativo más importante de su siglo, el Emilio, dispensando a Rousseau un trato mucho menos amable que el concedido a otros grandes pensadores como Aristóteles, Descartes o el mismo Locke, con cuyo empirismo en muchas ocasiones simpatiza. Como ha destacado Javier Fernández Sebastián, Andrés Piquer pertenece a un amplio grupo de ilustrados que intentaron buscar fórmulas que les permitieran compaginar fe y razón, sin romper con la teología, ni siquiera con el aristotelismo, desean entreabrir las puertas al racionalismo cartesiano, al empirismo lockeano o al iusnaturalismo protestante, pero no al deísmo y al ateísmo de los enciclopedistas más atrevidos 63. Entre estos últimos se encontraría Rousseau para Andrés Piquer, quien asegura con significativa insistencia que el filósofo francés es uno de aquellos escritores heteróclitos, es decir, vagos inciertos, que se andan de cosa en cosa sin fijarse en nada… muestra este escritor ingenio perspicaz y vivo, imaginación abundante y acalorada, el juicio desigual; pues dado que en algunas cosas es firme, en muchas otras y más principales es flojo y sin fuerza 64. Pese a que la valoración en su conjunto evidentemente es negativa, lo cierto es que ello no es obstáculo para que el aragonés de Fórnoles reconozca la gran influencia que en el campo educativo está ya ejerciendo el Emilio. Incluso en su opinión se puede utilizar esta obra para refutar las tesis de las corrientes materialistas, enemigas acérrimas del humanismo cristiano que Piquer siempre defendió: En su Emilio ha impugnado a los Materialistas, cosa que por venir de esta mano puede servir para hacer frente a esta casta de sectarios 65. Independientemente del ensayo anterior, puede afirmarse que la producción científica y filosófica de Piquer es ciertamente muy abundante. La calidad de la misma ha hecho que en la actualidad se le considere de forma unánime como uno de los últimos grandes humanistas, en el sentido amplio de la palabra, que ha dado Aragón. Para Jorge M. Ayala, que ha estudiado recientemente el conjunto de su obra66, se ha de tener en cuenta que Piquer sólo aspiró a ser un 63 FERNÁNDEZ SEBASTIÁN, Javier, «Península Ibérica», en FERRONE, Vicenzo, y ROCHE, Daniel (eds.), Diccionario histórico de la Ilustración, Madrid, Alianza Editorial, 1998, p. 342. 64 PIQUER, Andrés, Lógica, Madrid, Imprenta de Ibarra, 1781 (tercera edición), pp. 250 y ss. 65 Ibidem. 66 AYALA MARTÍNEZ, Jorge M., Piquer, Madrid, Ediciones del Orto, 1996. [ 52 ] ILUSTRACIÓN Y EDUCACIÓN EN ARAGÓN EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XVIII médico eficaz, pero debido a su formación humanística y religiosa, puso su saber en la búsqueda del bien físico y moral del hombre 67. Especial interés reviste en este foro, a caballo entre la filosofía moral y la pedagogía, su polémica Filosofía moral para la Juventud Española, publicada en 1755, trabajo que recibió muchas críticas desde los más diversos sectores. En ella afirma Piquer que nunca creeré que haya ningún hombre sano que no sea capaz de educación 68. Esta temprana obra, publicada antes del advenimiento de Carlos III como nuevo rey de España, ciertamente destila un indudable optimismo de carácter pedagógico. El trabajo está escrito en castellano, como la mayor parte de su producción, con la finalidad evidentemente instructiva, como ya había afirmado en un tratado de Física anterior, de que la entiendan todos 69, y más teniendo en cuenta que el destinatario último de la misma era la propia juventud española. Fruto posiblemente de los mencionados ataques, la obra vio una posterior ampliación que sintió el calor de la imprenta dos años más tarde, justificando algunas de sus afirmaciones anteriores más controvertidas. En este nuevo trabajo, significativamente titulado Discurso sobre la aplicación de la Filosofía a los asuntos de Religión para la Juventud Española 70, realiza Piquer un estudio sobre ciertas relaciones que se producen entre la Religión y la Filosofía aplicándolas, con mayor o menor fortuna, a los intereses de los jóvenes de su tiempo. Sigue en este ensayo Andrés Piquer una actitud filosóficamente muy cercana a las corrientes del eclecticismo, sugiriendo a la juventud que se afane por sacar de todos los filósofos las verdades que hayan escrito, para aprovecharse a sí y al público con ellas, y procurar entender con fundamento la consonancia o disonancia que los nuevos sistemas filosóficos tengan con los principios de la Religión 71. Este nuevo trabajo volvió a ser objeto de duras críticas, como las realizadas por el también médico aragonés Antonio Herrero72. En definitiva la obra del aragonés Andrés Piquer está marcada en su conjunto por un profundo y sentido humanismo vital y cultural, que le posibilitó 67 AYALA MARTÍNEZ, Jorge M., Pensadores aragoneses. Historia de las ideas filosóficas en Aragón, Zaragoza, Huesca & Teruel, Institución «Fernando el Católico», Instituto de Estudios Altoaragoneses & Instituto de Estudios Turolenses, 2001, p. 381. 68 PIQUER, Andrés, Filosofía moral para la Juventud Española, Madrid, Imprenta de Joaquín Ibarra, 1755. 69 PIQUER, Andrés, Física moderna, racional y experimental, Valencia, Oficina de Pasqual García, 1745, prólogo. Existe una reciente reedición, Valladolid, Editorial Maxtor, 2001. 70 PIQUER, Andrés, Discurso sobre la aplicación de la Filosofía a los asuntos de Religión para la Juventud Española, Madrid, Imprenta de Joaquín Ibarra, 1757. 71 Ibidem, p. 92. 72 HERRERO, Antonio María, Examen del discurso del Doctor Andrés Piquer, Médico de Cámara de S. M. sobre la aplicación de la Philosophia a los asuntos de Religión en varias cartas, donde se trata del poder natural de los buenos y malos ángeles para mover los cuerpos, Madrid, Antonio Pérez de Soto, 1760. [ 53 ] GUILLERMO VICENTE Y GUERRERO participar en la tan necesaria renovación de la filosofía y de la ciencia en España a lo largo de la segunda mitad del siglo XVIII. Como ha destacado con agudeza Jorge María Ayala, resulta altamente elocuente el hecho de que dedicara sus principales libros «a la juventud española», señal inequívoca de su mentalidad humanística e ilustrada: benéfica, educativa y moral 73. Antonio Arteta de Monteseguro En segundo lugar, procedente de la provincia de Huesca, cabe destacar al clérigo Antonio Arteta de Monteseguro74, socio fundador y secretario de la clase de artes de la Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País, y autor de una notable Disertación sobre el aprecio y estimación que se debe hacer de las artes prácticas 75. Antonio Arteta de Monteseguro nació en Loporzano (provincia de Huesca) en 1745. Alumno del Seminario de Santa Cruz de Huesca, estudió teología en la Universidad Sertoriana, en donde obtuvo el grado de doctor en 1772. Racionero penitenciario de la Iglesia Metropolitana de Zaragoza ese mismo año. El 15 de marzo de 1776 participó junto a un grupo de ilustrados aragoneses en la formación de la Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País, institución a la que siempre estuvo unido de una forma muy especial. A dicha sociedad dedicó efectivamente buena parte de sus afanes y esfuerzos: Secretario de la clase de Artes (1776-1781), Miembro de la Junta de Caridad (11 de mayo de 1787), Curador de las Escuelas Patrióticas (25 de enero de 1793) y de Matemáticas (15 de febrero de 1793)… Arteta trabajó pues en muy diversos temas relacionados con la economía política, curiosamente muy alejados de sus iniciales estudios teológicos. Académico de honor el 11 de abril de 1793 de la Real Academia de San Luis de Zaragoza76. A comienzos del ochocientos aparece como Arcediano de Aliaga (Teruel). Falleció en la capital de Aragón el 8 de agosto de 1813. Antonio Arteta no fue ajeno a las corrientes europeas del momento. Como ya he destacado intervino activamente en la creación de la Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País, en donde participó de forma 73 AYALA MARTÍNEZ, Jorge M., Pensadores aragoneses…, op. cit., p. 389. 74 Una completa biografía sobre este personaje en PÉREZ SARRIÓN, Guillermo, «Reformismo e Ilustración en la obra de Antonio Arteta (1745-1813)», estudio introductorio a la reedición de la obra ARTETA DE MONTESEGURO, Antonio, Discurso instructivo sobre las ventajas que puede conseguir la industria de Aragón con la nueva ampliación de puertos concedida por S.M. para el comercio de América, Madrid, Imprenta Real, 1783. Reedición Zaragoza, por la Institución «Fernando el Católico», 2008. 75 ARTETA DE MONTESEGURO, Antonio, Disertación sobre el aprecio y estimación que se debe hacer de las artes prácticas, y de los que las ejercen con honradez, inteligencia y aplicación, Zaragoza, Imprenta de Blas Miedes, 1781. 76 PASQUAL DE QUINTO Y DE LOS RÍOS, José, Relación general de señores académicos de la Real de Nobles y Bellas Artes de San Luis de Zaragoza (1792-2004), Zaragoza, Real Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis de Zaragoza, 2004, p. 50. [ 54 ] ILUSTRACIÓN Y EDUCACIÓN EN ARAGÓN EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XVIII destacada contribuyendo al progreso de su tierra a través de toda una serie de estudios e informes sobre economía política. Precisamente en una de sus principales y más impactantes obras, titulada Disertación sobre la muchedumbre de niños que mueren en la infancia, y medio de remediarla 77, puede apreciarse el influjo del iusnaturalismo racionalista imperante en esos momentos en Europa. En dicho ensayo Arteta de Monteseguro enfatiza con auténtica convicción que los niños deben criarse con ideas justas y convenientes, y proporcionadas con la naturaleza de las cosas. Deben temer lo que les pueda hacer daño, mas no los muertos ni fantasmas… hágaseles obrar con absoluta libertad y desprecio de las ideas falsas que pueden haber aprendido de las mujeres o de los criados 78. Su otra obra valiosa, en lo que aquí interesa, es su ya señalada Disertación sobre el aprecio y estimación que se debe hacer de las artes prácticas. Por un lado realiza en este trabajo un encendido elogio sobre el peso que dentro de la sociedad deben jugar las llamadas artes prácticas, subrayando que es mi ánimo que tributemos el honor que se merecen, a todos aquellos que proveen de antemano a todas nuestras necesidades, que nos procuran todas las comodidades de la vida, que convierten para nuestros usos toda la naturaleza 79. El progreso nacional no solo depende de las acciones de los grandes hombres. También requiere una adecuada distribución social de funciones, y para Antonio Arteta el rol que deben desempeñar las artes manuales se le antoja sencillamente imprescindible para intentar levantar la alicaída economía del país. Como afirma Guillermo Pérez Sarrión, la finalidad de toda su obra gira precisamente en torno al análisis de los medios de restablecer la importancia de los artesanos 80. Pero por otro lado para el altoaragonés resulta evidente el destinatario final de tales oficios. Las mismas connotaciones exclusivistas que, por ejemplo, aparecen en los trabajos de Campomanes, y su propia conciencia de pertenencia a una clase social superior se repiten también en la obra de Arteta de Monteseguro, para quien es importante resaltar que no es mi ánimo oponerme a la diferencia de los Estados y condiciones, ni confundir ni igualar las clases que la Divina Providencia arregló entre los hombres 81. 77 ARTETA DE MONTESEGURO, Antonio, Disertación sobre la muchedumbre de niños que mueren en la infancia, y medio de remediarla, y de procurar en sus cuerpos la conformidad de sus miembros, robustez, agilidad, y fuerzas competentes, Zaragoza, Imprenta de Mariano Miedes, 1801 (parte I); Zaragoza, Imprenta de Francisco Magallón, 1802 (partes II y III). 78 Ibidem, parte III, pp. 3-4. 79 ARTETA DE MONTESEGURO, Antonio, Disertación sobre el aprecio y estimación que se debe hacer de las artes prácticas…, op. cit., p. 6. 80 PÉREZ SARRIÓN, Guillermo, «Reformismo e Ilustración en la obra de Antonio Arteta (1745-1813)», op. cit., p. 44. 81 ARTETA DE MONTESEGURO, Antonio, Disertación sobre el aprecio y estimación que se debe hacer de las artes prácticas…, op. cit., p. 5. [ 55 ] GUILLERMO VICENTE Y GUERRERO La importante dicotomía entre saberes teóricos y prácticos, presente en la Ilustración española a lo largo de todo el último tercio del setecientos, y de forma muy especial en los escritos del propio Jovellanos, puede rastrearse igualmente en la obra de Antonio Arteta de Monteseguro. El oscense no duda en criticar los trabajos inútiles y oscuros de los filósofos, subrayando que nuestros sabios no se dignan volver los ojos hacia las facultades prácticas. Desde la cumbre de sus altas y recónditas especulaciones, miran con desdén a todo el resto de los hombres 82. Josefa Amar y Borbón También desde Aragón interesa escuchar, una vez más, la fina pero afilada voz de Josefa Amar y Borbón83. Nacida en Zaragoza en 1749. Hija del médico y catedrático de anatomía José Amar y Arguedas, y nieta del también afamado médico Miguel Borbón. Persona altamente instruida, lo que le permitió llegar a ejercer como traductora de italiano e inglés. Dedicó sus esfuerzos a la defensa de los derechos de la mujer, alabando incluso sus condiciones para desempeñar cargos públicos en el gobierno. Contrajo matrimonio con el futuro Ministro del Crimen de la Real Audiencia de Aragón Joaquín Fuertes Piquer, sobrino del también médico ilustrado Andrés Piquer, con el que tuvo un hijo. Miembro de la Junta de Señoras de la Real Sociedad Económica Matritense de Amigos del País, que la nombró socia de honor en 1787. Socia de mérito de la Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País. Durante el primer sitio de Zaragoza fue hermana mayor de la Congregación de Seglares Siervas. Su muerte todavía no ha sido aclarada. Para algunos autores falleció en Zaragoza el 21 de febrero de 1833. Sin embargo, en el cementerio de Nuestra Señora de Gracia, donde fue enterrada, una lápida señala 1813 como la verdadera fecha de su defunción. Josefa Amar ofreció una notable obra escrita84, entre la que destacan varias traducciones del italiano y del inglés. Efectivamente entre 1782 y 1784 tradujo en cuatro volúmenes el Ensayo histórico, apologético de la Literatura Española del jesuita expulso en Italia Francisco J. Llampillas85. El éxito de este trabajo abrió a Amar las puertas de la Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos 82 Ibidem, pp. 64-65. 83 Sobre Josefa Amar y Borbón, por todos, FERNÁNDEZ CLEMENTE, Eloy, La Ilustración aragonesa. Una obsesión pedagógica, op. cit., pp. 81-95; LÓPEZ TORRIJO, Manuel, Doña Josefa Amar y Borbón y la instrucción femenina en Zaragoza (1749-1800), Valencia, Universidad, 1978; LÓPEZ-CORDÓN, María Victoria, «Introducción», op. cit., pp. 9-49; AYALA MARTÍNEZ, Jorge M., Pensadores aragoneses…, op. cit., pp. 414-418. 84 Véase sobre el particular: LÓPEZ-CORDÓN, María Victoria, Condición femenina y razón ilustrada: Josefa Amar y Borbón, Zaragoza, PUZ, 2005. 85 LLAMPILLAS, Francisco J., Ensayo histórico, apologético de la Literatura Española contra las opiniones preocupadas de algunos escritores modernos italianos, cuatro vols., Zaragoza, Blas Miedes, 1782-1784. [ 56 ] ILUSTRACIÓN Y EDUCACIÓN EN ARAGÓN EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XVIII del País, que en 1789 encargó a la zaragozana la traducción de los Discursos sobre el problema de si corresponde a los párrocos y curas de las aldeas el instruir a los labradores, obra de Francesco Griselini86. También tradujo del inglés en 1786 un tratado de educación de Vicésimus Knox, que al parecer no llegó a publicarse, con el título de Educación liberal, así como la posterior Respuesta en italiano de Llampillas contra Tiraboschi, preparando además un útil índice que comprendía los tomos ya traducidos con anterioridad entre 1782 y 1784. Entre su producción propia destacar un perspicaz trabajo publicado en 1784 sobre la Importancia de la instrucción que conviene dar a las mujeres87 y, de forma muy especial, su ya comentado en el anterior epígrafe Discurso sobre la educación física y moral de las mujeres. En este discurso Amar enfatiza con absoluto convencimiento la importancia del fenómeno educativo y las repercusiones sociales que aquel lleva implícito. La escritora aragonesa convierte la instrucción en una auténtica cuestión de estado, de la que a su juicio dependen nada menos que la felicidad pública y privada88. Josefa Amar confía plenamente en los resultados de una pedagogía a la altura de los tiempos, en la que la enseñanza femenina ocupara el papel que verdaderamente debería corresponderle, huyendo de las arcaicas concepciones que otorgaban a la educación femenina la categoría de asunto de poca entidad, asegurando sin ambages que no hay cosa que no se pueda enseñar en este estado, ni virtud que no se hiciese común, si los que tienen el cargo de la educación supiesen aprovecharse 89. El verdadero objeto de la pedagoga zaragozana va sin embargo más allá, con ser mucho, de la extensión de la universalización de la educación al género femenino, pues pretende una verdadera equiparación de sexos que otorgue a ambos las mismas posibilidades a la hora de ocupar los puestos directivos de la sociedad. Así se manifiesta en un opúsculo fechado en Zaragoza el 5 de junio de 1786 con el título Memoria sobre admisión de señoras en la Sociedad. Esta obrita fue publicada en el Memorial Literario, con el nuevo título de Discurso en defensa del talento de las mujeres y de su aptitud para el gobierno y otros cargos en que se emplean los hombres 90. 86 GRISELINI, Francesco, Discursos sobre el problema de si corresponde a los párrocos y curas de las aldeas el instruir a los labradores en los buenos elementos de la economía campestre, Zaragoza, Blas Miedes, 1789. 87 AMAR Y BORBÓN, Josefa, Importancia de la instrucción que conviene dar a las mujeres, Zaragoza, Blas Miedes, 1784. 88 AMAR logo, p. 57. 89 Y BORBÓN, Josefa, Discurso sobre la educación física y moral de las mujeres, op. cit., pró- Ibidem. 90 AMAR Y BORBÓN, Josefa, Discurso en defensa del talento de las mujeres y de su aptitud para el gobierno y otros cargos en que se emplean los hombres, Memorial Literario, tomo VIII, 1786, pp. 400-430. [ 57 ] GUILLERMO VICENTE Y GUERRERO Este discurso aparece estructurado en 34 puntos bien diferenciados. Sus principales fuentes ideológicas proceden del propio pensamiento ilustrado español, y de forma muy especial se observa la influencia de plumas tan granadas como las de Gaspar de Jovellanos o Pedro Rodríguez Campomanes. Josefa Amar denuncia el egoísmo de los hombres y la hipocresía de la sociedad como los dos grandes responsables del estado de ignorancia en el que se encuentran sumidas la mayor parte de las mujeres. En este sentido, las palabras con las que Josefa Amar y Borbón prácticamente concluye su discurso resumen, de forma cabal, su posición sobre las ventajas que la incorporación de la mujer a la vida pública podría conllevar para el conjunto de la sociedad: Si las mujeres tienen la misma aptitud que los hombres para instruirse… puede ser un remedio a los desórdenes que tanto se gritan, el aplicarlas a los asuntos que comprehende la sociedad… lejos de ser perjudicial la admisión de mujeres, puede y debe ser conveniente 91. La amplitud y heterogeneidad de sus lecturas hizo que la escritora zaragozana ofreciera un pensamiento bien construido y, en ocasiones, adelantado a la propia sociedad española de su tiempo. Como señala Jorge M. Ayala, la concepción pedagógica de Josefa Amar y Borbón es una síntesis de principios filosófico-pedagógicos sacados de los autores más representativos de esta materia… conjugados con su propia experiencia de mujer culta, cristiana y preocupada por las cosas de su patria 92. De hecho, ya para concluir, puede volverse a subrayar un dato tremendamente significativo que ilustra a la perfección el verdadero alcance de las ideas de Josefa Amar y Borbón. La zaragozana es con todo merecimiento la primera mujer que aparece en la historia de la educación española. Para haber llegado a ser considerada un prototipo de ilustrado dieciochesco solo le falló, curiosamente, su condición femenina. C ONCLUSIÓN En los albores del proceso revolucionario español más importante de toda nuestra historia, que provocará la disolución del Antiguo Régimen y su sustitución por un nuevo Estado políticamente liberal, económicamente preindustrial y socialmente burgués, parece indiscutible que ya existen unas preocupaciones pedagógicas claras, que se han ido fraguando especialmente a partir de 1759, con el inicio del reinado de Carlos III, por parte de una Ilustración española competente y activa, que contará en todo momento con el apoyo franco y decisivo del mismo poder central. 91 Ibidem, p. 430. 92 AYALA MARTÍNEZ, Jorge M., Pensadores aragoneses…, op. cit., p. 418. [ 58 ] ILUSTRACIÓN Y EDUCACIÓN EN ARAGÓN EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XVIII Desde la propia Corona se observa el atraso cultural español como tal vez el principal problema del país. El niño es concebido como una tabula rasa cuyas ideas, en el ámbito intelectual, y valores, en el campo de la moral, tendrán que ir siendo marcados a través de la propia experiencia sensible, jugando lógicamente la educación, en su doble papel de transmisor de conocimientos y valores, un papel esencial en dicho proceso. El pequeño círculo de ilustrados que acompaña al rey se afanará en intentar levantar un ramo de la res publica que se intuye fundamental para el mismo progreso social. Y es que como subraya con indudable acierto Antonio Viñao Frago, una de las características básicas del movimiento ilustrado es su preocupación por los problemas práctico-concretos, su clara orientación operativa… y la tendencia a traducir sus ideas en actuaciones positivas 93. Marina Roggero, en sus estudios sobre la Ilustración europea, ha subrayado con especial interés el hecho de que la clausura de la poderosa red de escuelas jesuíticas, ramificadas a lo largo de dos siglos hasta cubrir la Europa católica contribuyó, junto con la aparición de una nueva filosofía del ser humano… a una auténtica revolución pedagógica que precisamente los hombres de la Ilustración estaban llamados a explorar en todas sus consecuencias 94. En España la expulsión de la Compañía de Jesús, producida en 1767, puede entenderse sin ningún género de dudas como la medida nuclear a partir de la cual se provocará un cambio sustancial en los métodos, contenidos y objeto de la enseñanza, especialmente en el caso de la gramática, retórica y latinidad (actual secundaria). No en vano los jesuitas controlaban hasta entonces de forma prácticamente monopolística dichos estudios. Su obligada marcha abrió la puerta de la enseñanza de la gramática tanto a maestros seglares como a otras importantes congregaciones religiosas como la de los escolapios, predominante en Aragón, o la de los dominicos. Es a partir de 1767 cuando irrumpen con verdadera fuerza los llamados seminarios conciliares, que arropados por una protección real que les colma de privilegios llegarán, en muchos casos, a constituirse en pequeños centros universitarios privados, en los que además de gramática y retórica se enseñaba filosofía, teología e incluso cánones. Ello provocará el lógico recelo de las verdaderas universidades, que como Zaragoza o Huesca se mostrarán ciertamente reacias a reconocer y convalidar los estudios realizados en dichos centros religiosos. Acabarán convirtiéndose en una especie de precedente de lo que hoy se denominan secciones delegadas, adscribiendo sus enseñanzas a determinadas universidades por la propia presión de la Corte. 93 VIÑAO FRAGO, Antonio, Política y educación en los orígenes de la España contemporánea…, op. cit., p. 43. 94 ROGGERO, Marina, «Educación», en FERRONE, Vicenzo, y ROCHE, Daniel (eds.), Diccionario histórico de la Ilustración, op. cit., p. 206. [ 59 ] Una aproximación desde el campo de las ideas permite observar con claridad la especial consideración que, a lo largo del último tercio del setecientos, se muestra de forma unánime por parte de los círculos ilustrados hacia la concepción de la enseñanza nacional como uno de los medios esenciales de regeneración del país. En este mismo sentido, para María Victoria López-Cordón, los lugares comunes ilustrados se manifiestan en todas partes en la confianza absoluta en la capacidad regeneradora de la educación 95. Varios serán en mi opinión los aspectos claves en los que la Ilustración más enfatizará: la secularización de la enseñanza, la unificación de los diversos niveles educativos, la renovación de los contenidos curriculares y la universalización de la educación. En especial debe destacarse por encima de todo la estimable preocupación mostrada por el grupo ilustrado para intentar renovar los contenidos de la instrucción, incorporando un amplio elenco de nuevos saberes, en su mayoría de carácter práctico o técnico, como la economía, la agricultura, el derecho natural, la física, las ciencias exactas, el dibujo o las lenguas vivas. En segundo lugar, también debe subrayarse el deseo de arbitrar los medios oportunos para conseguir que la educación abandone su carácter minoritario y pase a tener un alcance ciertamente universal. Incluso se generalizará una importante corriente ilustrada favorable a la incorporación de la mujer al sistema educativo en las mismas condiciones que disfrutaba ya el hombre. No debe en ningún caso obviarse que, como asegura Fernández Clemente, el siglo XVIII es, si así puede decirse, el primer siglo «feminista»… Es ahora cuando en un proceso gradual pero avasallador, irrumpe la idea reivindicatoria de la mujer 96. Precisamente el movimiento ilustrado, al recurrir sin rodeos a la razón como la principal fuente de progreso, concede a la educación un papel primordial. Esta se convierte en un importante instrumento de cambio social, junto con otras instancias culturales como la prensa periódica o las mismas tertulias y salones que proliferan en esos momentos entre las capas sociales más acomodadas. Como afirma en este mismo sentido Guillermo Pérez Sarrión, la educación era así no sólo un aparato de poder, sino también y sobre todo, junto con la cultura oral, la vía principal de reproducción y cambio social 97. Dentro de esas instituciones culturales que apostarán con fuerza por la educación como un instrumento irrenunciable de progreso social cabe destacar, de forma especial, la labor desarrollada por las Reales Sociedades Económicas de Amigos del País, siempre en pos del estudio de mejoras útiles. En Zaragoza se constituyó en marzo de 1776, e intervino de forma activa en el campo de las 95 LÓPEZ-CORDÓN, María Victoria, «Introducción», a la obra AMAR educación física y moral de las mujeres, op. cit., p. 45. Y BORBÓN, Josefa, Discurso sobre la 96 FERNÁNDEZ CLEMENTE, Eloy, La Ilustración aragonesa. Una obsesión pedagógica, op. cit., p. 79. 97 PÉREZ SARRIÓN, Guillermo, Aragón en el setecientos, Lérida, Editorial Milenio, 1999, p. 395. [ 60 ] ILUSTRACIÓN Y EDUCACIÓN EN ARAGÓN EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XVIII primeras letras a través de la fundación, en 1781, de una Junta de Caridad, encargada de la recogida y formación de niñas y niños vagabundos. También propulsó, en 1777, una escuela patriótica para niñas o jóvenes de carácter gratuito, en la que se enseñaba a hilar al torno: lino, cáñamo, estambre y seda rasgada. Un año después patrocinó el nacimiento de la Escuela de Agricultura. Especial importancia tuvo en Zaragoza la Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País en el ámbito de los estudios secundarios y superiores, pues intentó complementar la enseñanza de los saberes ya existentes con la implantación de centros particularmente especializados. Así se explica la instauración de la Escuela de Matemáticas, levantada en 1780, o de la Escuela de Dibujo, fundada en 1784, germen ocho años más tarde de la Real Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis, centro que abrió sus puertas por primera vez el 17 de abril de 1792. Alrededor de 1781 había ya creado un Gabinete de Historia Natural. También destacó la Sociedad Económica Aragonesa por el establecimiento de cátedras alternativas a la enseñanza oficial, como la de Economía civil y comercio, erigida en 1784 alrededor de Lorenzo Normante Carcavilla, la de Derecho Natural, creada en 1785 con José Broto como primer catedrático, o la de Botánica y Química, fundada en 1797 y complementada con la puesta en marcha de un Jardín Botánico98. Este prurito instructor nace y se desarrolla como algo propio y singular de la segunda mitad del setecientos. Ya Josefa Amar y Borbón subrayaba, no sin cierto apasionamiento, que con razón se ha considerado siempre la educación como el asunto más grave y más importante 99. Se trata en definitiva de una enseñanza actualizada que, en palabras de José Luis Peset, se encontrara orientada hacia problemas económicos y técnicos, y cuyo beneficiario no fuese ya la nobleza100. El mismo José Ortega y Gasset se preguntaba con un falso candor en las décadas centrales del siglo pasado si ¿no es demasiado casual que la actividad pedagógica entre en plena erupción hacia mediados del siglo XVIII y desde entonces no haya hecho sino crecer? 101. La respuesta que ofrecía el propio filósofo español no deja lugar a dudas, al subrayar el hecho de que es precisamente en 98 Véase sobre el particular, FORNIÉS CASALS, José Francisco, La Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País en el período de la Ilustración…, op. cit., pp. 290-291; 348-361; y 403-411. 99 AMAR logo, p. 57. Y BORBÓN, Josefa, Discurso sobre la educación física y moral de las mujeres, op. cit., pró- 100 PESET, José Luis, y LAFUENTE, Antonio, «El conocimiento y el dominio de la naturaleza: la ciencia y la técnica», en Historia de España Menéndez Pidal. La época de la Ilustración. El Estado y la cultura (1759-1808), tomo XXXI, Madrid, Espasa Calpe, 1996, p. 389. 101 ORTEGA Y GASSET, José, Misión de la Universidad, Madrid, Revista de Occidente, 1960, p. 31. [ 61 ] GUILLERMO VICENTE Y GUERRERO el mencionado siglo cuando tiene lugar la recolección de la primera gran cosecha de la cultura moderna, en la que la enseñanza ocupará en todo momento un lugar ciertamente sobresaliente y preferencial. Esta visión cuasi taumatúrgica de la educación, que trasciende de forma notable sus simples significados y capacidades meramente instructoras, ha llegado sin apenas sobresaltos hasta nuestros propios días. Como asegura con intención Manuel de Puelles, resulta ciertamente subrayable que desde todos los grupos políticos y desde la mayor parte de los sectores sociales la educación haya sido objeto, en general, de idolatría, de una fe entusiasmada o de una esperanza ilimitada 102. En pleno siglo XXI se mantienen todavía estas entusiastas concepciones, que buscan encontrar en el fenómeno educativo el principal medio de regeneración social que posibilite la construcción de unos basamentos sólidos a partir de los cuales pueda edificarse, por fin, la tan ansiada prosperidad nacional. Y mientras la sociedad española se ha perdido a lo largo de estos dos últimos siglos en inútiles debates y enfrentamientos, las palabras de otro ilustre aragonés, Santiago Ramón y Cajal, siguen martilleando nuestras conciencias, subrayando que el atraso de nuestro país es de índole cultural, que el verdadero problema de España continúa siendo la educación. 102 [ 62 ] DE PUELLES BENÍTEZ, Manuel, Educación e ideología en la España contemporánea, op. cit., p. 19.