El Ideal 19170428 - Arxiu Comarcal del Ripollès

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(L 1
PeriódicoQuincenal
Organodelassociedades,
obreras de la Comarca
Año L
Núm.
3.
edaccion
1 pta. : Núm.suelto
10cts.
RIPOLL
28 Abril 1917 Trimestre,
Administracion
El
Trinidad,48 --EederacinObrera
.1.0 de Mayo
Hoy hace treinta y un años que el proletaria
do organizado de Norte América, anunció la de
claración de la huelga general, como única arma
para conseguir las mejoras económicas, que las
necesidades de una vida, relativamente mejor,
reclama. No somos de los místicos religiosos
que consagran el esfuerzo de sus, luchas, para la
conquista de’un ¡tituto, que siempre queda más
allá de las fronteras hasta dondese prolonga la
existencia del hombre, yendo fatalmente al dua
lismo absurdo entre la vida real, y la vida irreal
e inesistente de ultratumba. Nosotros luchanios
por la consecución de ideales de suprema justicia,
pero hechos realidades tangibles, aquí en la tie
rra. Por esto luchamos denodrdarnente por me
jorar el presente con la vista en el futuro, para
acelerarlo cuanto podamos y lo permita el desen
volviniiento de la humana evolución. Por esto,
también aceptamos en principio, la ‘lucha econó
nuca del proletariado, aunque no podernos estar
conformes, con que la apiración proletaria, se
concreté solamente en la consecución de uuzaho
ra menos de trabajo, y uizos céntimos inds de
salario. Sabemos que con esos triunfos, en úl
timo análisis el proletariado sigue siendo el hom
bre-cása, la continuación viviente de músculos y
sangre, de las máquinas productoras con entra
ñas de vapor y pulmones de hierro, el esclavo de
un régimen donde aún no se han reconocido los
valores humanos. Por. eso no nos embriagan
esos triunfos, del proletariado, y sin despreciarlos en absotuto, ni declararnos enemigos de esas
luchas por el mendrugo, tratamos de empujar al
proletariado, hacia las grandes batallas del ideal,
donde se disputan los supremos intereses de una
alta moral humana.
El hecho de la proclamación de la huelga ge
neral por el proletariade de Norte América, no
tienes para nosotros, otro valor moral, que es la
epopeya de la terrible síntesis, que se inicia el 4
de Mayo de 1886 en el mitin de Aymarket, donde
se escribe la primera página del drama, con la ex
plosión de una bomba. Sigue después la repre
sentación trágico-teatral, y el acto de realidad
más palpitante, de más fuerte sugestión ideológi
ca, tiene lugar más tarde, cuando al levantar el
telón del escenario, aparecen los jueces prevari
cadores y concusionarios, y la voz de la historia,
por el verbo elocuente y cálido de Parsons, ha
bla durante ocho horas, de idóales sublimes, en
carnación augusta de justicia; humanas redencio
nes que tras el celage inmenso de los siglos, lle
garon hechas vividas realidades, y allí sonó
fuerte y vibrante el laud de guerra, de los icono
clastas, indomitos.
El último acto del drama, es el mundo bur
gués, que tiembla ante el poder de la idea, que
inmaterial, se expende e irradía fulgores de liber
tad, y entonces en un supremo espasmo de terror,
pide a sus jueces venales,’ que ahoguen la idea,
apretando la garganta de sus heraldos. Y pen
dientes del brazo de la horca, se balancean con
ritmo macabro los cuerpos de los nobles adalides.
pero el aire trae en sus alas invisibles el eco de
las palabras póstumas de Ling, y llega hasta no
sotros a través del tiempo.
Eso representa el drama de Chicago.
La
lucha de las ideas contra un mundo viejo que se
desmorona. El proceso de las humanas aspira
ciones que se concretan en los principios filosóf
cos de la anarquía. El rugido impotente del mun
do burgués, que trata de ahogar en su sangre, lo
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EL IDEAL
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que es inmortal para su esencia. La consumación
de un crimen jurídico, que bañó en sangre inocen
te el rostro de víctimas y victimarios. Eso es, y
eso significa en su orígen el 1.° de Mayo. La
exposición valiente de aspiraciones libertadoras.
La afirmación categórica de los principios ideoló
gicos de humana jústicia. Claro es, que la hu
manidad es así. Principia por sentir aspiraciones, y
concluye por tener sistemas, y de ese modo, el
1.0 de Mayo, ha llegado a ser la fiesta del traba
jo, y los Tártupos de alma tísica y corazón
enteco, han conseguido que el proletariado,, en
risible mascarada, vaya al son’de músicas y con
banderas que flamean al viento, a las puertas de
los ministerios, ante los herederos: directos, y fie
les continuadores del crímen de Chicago, no ha
vindicar un derecho, sinó
pedir reformas po
líticas.
No es el 1.° de Mayo un símbolo; abominamos
de todo simbolismo, que necesarianiente ha de
encanallar el espíritu en la práctica de bajas ido
latrías. Pero no es la fiesta del trabajo, porque
el trabajo no puede celebrar su fiesta mientras
sea esclavo y se le considere, como título de in
famia, y menos aún puede ser esa fecha en la
que el ejército de los productores se conviertan
en mesnada de pólíticos arribistas. El 1.0 de
Mayo, es si se quiere un dia de iniciación en la
lucha por la libertad, que marca una fecha trágica
en los fastos de la historia del proletariado.
RAFAELRUEDALÓPEZ.
Barcelona.
El Poeta de Corazón
Emilio
Carrére
¡Carrére..! Decir Carrére, es decir poesía,
alada poesía,pero rima fuerte, viril, enérgica, de
batalla y de luz, azul y aúrea. ¿Le conocéis?
¿Leistéis algún soneto bellísimo ue los suyos, en
los que, a fuerza de espíritu, diríamos que el vo
cablo adquiere poder de hechizo?.. Pero, ante
todo, debo deciros, buenos amigos que habeis de
pasar vuestrós ojos ávidos por estas líneas—-no
por ser mío el artículo, sino por arrastraros, ya
que poseeis corazón, el título, el encabezamiento
fosforecente casi—, que no me propongo ha
cer crítica de la labor delicadísima, aromada y
punzante a la vez, de este gran poeta. No, no
anio ni gozo en envidiar las antiparras grasien
tas del «señor crítico’; que sólo quiere encontrar
a frase «atrevida», la «estridencia». ¡Qué sabe
ese lego, por muy crítico que sea, de lo qué es el
corazón, el alma, de que se amasaron siempre
los versos lumínicos de este genio! No, sólo las
«reglas», el «buen uso», es lo que buscará el
muy «sesudo», y no alcanzará jamás el nervio, el
espíritu, que habla de rebeldía y de fuerza psí
quica, de soberanía anímica.
Cuando algo de Carrére ha caído a mis ma
nos, mi alma hace sentido enseguida sutilmente
acariciada; ha sidoaquello, ¿cómo os lo contaré
yo si la palabra es tan pobre e incolora tantas
veces? Ha sido como si brisa de lamejor prima
vera me rozara el espíritu, como si una diosa be
nigna y bella me ofrendara el más puro, el más
embriagador de sus ósculos; lo diría casi sin aver
gonzarme: ha sido como si un cacho de su alma—
porque Carrére es poeta grande, inmenso por
eso, porque alma pone en sus estrofas que sedu
cen—-viniese a adherirse a la mía. ¡Y me he
sentido tan feliz, tanto solha entrado en mi cora
zón..! Lo he leido con emoción, y núnca arre
pentido de ello, casi he llorado. ¡Se llora—los
que tienen alma, los hombres. Los fantoches, que,
incapaces a la sensación fuerte, encierránse, con
aires de superioridad, en un indiferentismo absur
do, y horméticos, fríos, sigue la ruta imbécil de
los sin corazón—tantas veces en la vida por una
honda alegríaque recibamos!
Mayormente admiré a Carrére por quién fué
que por quién es, aunque hoy me embelesa y ro
cía mi espíritu con sus versos de oro. Lo sabreis
todos ya, pero no está de más el decirlo—cómo
todas las cosas que se saben o se cree saberse, el
mayor mal consiste en no querer pensar en ellas!
—:
Carrére ha sido un labrador, un gran lucha
dor, uno de esos temples que no han sabido ce
der, y hoy sus ojos han visto i1e cerca la gloria,
esa gloria que hombres necios y torpetes o bella
cos y ruínes, porque no es exagerado el decirlo,
trataron de negarle y se doblegaron impávidos
ante el astro soberano de ese portento de la poe
sía moderna.
Y en prosa, ¿cómo lo hace Carrére? ¡Ah, en
prosa, en prosa..! Tentado he estado por más
de dos veces por escribir al señor Gómez Hidal
go, rogándole no prive a un lector de «El Dia»
de aquellos artículos admirábles, henchidos de
evoluciones agridulces, en ue Carrére nos con
taba el sabor de la bohemia triste y olvidada y
nos prevenía el peligro de enamorarse locamente
de la literatura, sin dejár de alentar a los que sa
ben pelear y son esforzados campeones del arte y
de la belleza y mueren o vencen en esa noble lid,
donde la pluma es espada formidable que se hinca
valerosa y recta en lo podrido y lo ruín. Lo otro
EL IDEAL
no es ser literato, no ser autor, no escribir. Y lo
otro es llegara miserableplumífero, vendiéndolo
todo, la digidad y la altivez, esa altivez mil veces
loable de los que en su conciencia núnca cono
cieron turbacionesni sobresaltos y por el rostro,
los ojos francos asoma un estado féliz del alma
serena y alumbrada. Sí, Carrére, en prosa, co
mo en la rima, es grande, es gigante y sus ideas
se cubren con gayas vestimentas señoriales...
Rico en el lenguaje y en la expresión, Carrére as
ciende hasta lugares de ensueño, desde donde
los mortalessemejan minúsculos gusanillos, que
se afanan y desvivensin saber porque. Y tienen
sus páginas, sus crónicas, sus simplessonetos un
poderinéfable, como mágico y excelso, por el
cual saciamos nuestra sed de vida mejor. Por
que úrgeme acabar este artículo, que por mi gus
to no acabaría núnca, diré que Carrére, el intré
pido luchahores un poeta de todo corazón. ¿Con
cebís el alcance de eso: «es un poeta de todo
corazón»? Lo presumo.
Se me olvidaba: dije más arriba: «...no prive
a un lector de «El Dia», etc. y por si algún mali
cioso no se explicara lea yo ese diario madrileño,
advirtiéndole que me repugna en extremo, por lo
distanciado que estoy con su credo, pero allí leo
a Unamuno,Hoyos y Vinent y leí tambiénal poe
ta que me ocupa, que vienen a ser autores que
viven en mi interior.
RICARDOVAQIJE.
Barcelona, 23-4-17.
“Crónica”
ReYlecsiones
de un cobarde
De donde venía? No reuerdo. SóIQrecuer
do que la noche era fría, muy fría. La luna bri
llaba como hermoso disco de blanquísima plata
ahogando los pálidos reflejos de las rutilantes es
rellas que avergonzadas descollaban entre el
azul del cielo.
El vientosoplaba frío y despiadadamente.Las
calles de la gran ciudad aparecían desiertas y los
reflejos de los farolesdibujaban caprichosas for
mas cuyasfntásticas siluetas asemejabanse a los
mónstruos de la noche.
Frío y silencio,silencioy hambre, hambre y
rabia, rabia y cobardía...
Apresuré el paso, me interné en un callejón
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obscuro y estrecho, uno de esos callejones que
tanto abundan en las grandes ciudades. El fondo
del callejón veíase alumbrado melancólicarnente
por los tímidos rayos de üna luz mortecina La ca
lle era súcia; los gérmenes de las enfermedades
contagiosas crecian burlando cinicamemente la
salutífera influenciade los rayos solares que no
podían penetrar, gracias a las negruzcas m 6Iesde
piedra, levantadas por los hombres. ¿Será posi
ble, me preguntaba. que aquí viva el hombre?
De pronto me fijé en el recodo de la esquina; ha
bía algo que se parecía a un no se qué humano...
era un hombre. Su aspecto uó era terrible, era
simpático. Su mirada era fría corno el vendaval
que soplaba, de sus ojos brotaban chispas que
parecian relámpagos de noche tempestuosa, en
su rostro mutiladopor la cruel tormenta desencadenada en las profundidadesde su alma, dibujá
banse las ansias de un algo grande; de ese algo
sublime que ha de rehabilitaral hombre...
¿Un hombre? ¿Que espera? Un mendigo,
será tal vez? Sus ropas súcias, por el tiempo y
el uso dejan entrever al hijo abandonado, al ser
caido... Me acerqué a él; mucho,mucho; lo ví de
cerca. Parecía el genio de la venganza, el rayo
destructor del odio, el ángel hermosode la rebel
día con su diestra levantada reduciendoa la im
potencia a los pigmeos del mal. ¡Qué grande era
él y que pequeños los demás hombres! Ante su
grandeza me humillé. Con turbado acento le
dije: decidmebuen hombre, quien sois y a que
buscais por aquí en horas tan intempestivas? Su
contestación fué una nirada horrible y fría como
el hábito de la muerte. No se movía. Insistí de
nuevo. •Decidmebuen hombre, buscais algo?
Esta vez su contestaciónno se hizo esperar; sal
tando lijero como fugaz exhalación descargó un
fuerte puñetazo en mi cabeza que me hizo rodar
por tierra. La situaciónera trágica; aquel hom
bre ya era otro. Sus ojos se hincharon y se
abrieron desmesuradamente,sus labios cármineos
adquirieron un color violáceo, el corazón embria
gado por el odio embotado, palpitaba con fiero
coraje y sus nervudas manos se agitaban amena
zadoras desafiandorabiosamentea los elementos
precursores de su caída. Si, a que te importaa
ti, me dijo, lo que hago aqui y o que aquí espero?
Yo me revolcava por el duro suelo sin atreverme
a levantar. Aquí, si, estoy, estoy esperando a
que pase alguien para robarle todo cuanto lleve y,
a matarlosi se resiste... Los que sucumben son
los débiles; aquí estoy, imbécil, dispuesto a robar
y a matar para vivir; mi vida vale algo más, si,
que la vida de los otros... vete, vete cobarde o
te aplasto por imbécil. Me levanté avergonzado,
no por los golpes recibidos, pero si por reconocer
-
—
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EL IDEAL
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en mí las sintomizaciones de esa enfermedad que
anonada, que llaman cobardía. Me alejé.
Por las calles circulaban hombres, pero no
hombres como aquel, hombres como... yo. ¡Que
grande era aquel hombre y que pequeños eran
los demás!
¡Robar y matar para vivir es hermoso, grande
como la misma vida! Robar... Matar...
El viento soplab la luna, la eterna acaricia
dora de los siglos, ensorbecida en su belleza brilla
ba sonriente, los reflejos anémicos de los faroles
dibujaban negruzcas sombras, los espectros lla
mados hombres aceleraban el paso aguijoneados
por el frío y el hambre y allá lejos, muy lejos el
mar con sus notas quejumbrosas burlándose de!
caído espectro y arrullando con sus cantos al
hombre...
J.
MEDICO.
De «El Productor Literario.»
Polen
hn balde solloza la mísera anciana
y en vano con ruegos humildes pretende
que le fien mcís pan en el puesto
llas quejas son tantas que ya no conmueven!
Oid! lo que dice:
la anciana estremece:
—Pasan hambre, mis hijos, mis nietos...
¡Señor que se mueren!..
A la puerta, la joven aguarda:
sus ojos son bellos y son elocuentes
¡no quisiera saber lo que piden!..
¡no quisiera saber lo que ofrecen!..
VICENTE MEDINA.
a trato de mercenario,bajo conveniosde la moralidad
de nuestros tiempos, que se cede por etiqueta o a pre
sentación de un Don Fulano que acredite la desgra
cia.
Penetrad en muchos edificios edecuadospara ser
vir de amparoa todo necesitado, y os cerciorareis de
la piedad de esas virtuosas gentes que por ahí van di
ciendo que se entregan al sacrificiopor velar al desam
parado. ¡Y que espectáculoel de estos lugares! Ima
gínase un teatro, dondese representa a cada instante
la comedia del suplicio o la tragedia del dolor y la
muerte y, no haya ningún espectador que se vuelva
compasivo, indulgente, piadoso ante el supliciar del
agonizante.
¡Cuanta hipocresía, señores piadosos!
Querer ser lo que sois, siendo solo unos impiadosos
ante ese torrente que vierten los desgraciados.
Todo lo que se hace es el convenio del trato en
que se rigen, como si fuera el rudo sistema penitencia
rio, nada hace el bien que él pueda, sino el designado,
figuran desesperarse por hacer obra de piedad ante
los ojos del público pero alií, donde hay que hacer y
mostrar amor a todo dolor, y no hay público, se ali
geran como las mariposas en busca de otra flor que
tenga más asencia.
Y lo más chocante del caso es, que, cuando uno no
cree lo que ellos quieren o lo que les es necesario, ya
puede considerarse. que nadie le ha de tener lástima
aunque sea el que más cuidado requiera, y si se excla
ma, si pide consuelo, el remedio mejor en que se le
auxilia- es que desista de su modo de pensar; o del
contrario parecerá sin que nadie tenga piedad ni le ha
ga lástima el agonizar del suplicante.
¡Cuanta malicia! ¡Cuanta farsa en esta soçiedad!
La piedad al uso habría que desaparecer, porque es
un escarnio ver que se practica rodeada de vanidad y
desprovista de interés voluntario, resultando tan gro
sera que a los ojos de la razón puédase considerar co
mo perversidad. Si se remonta a través de la Histo
ria se verá que es tan distinta de la que Cristo practi
caba que son en realidad opuestas y hasta cierto punto
rivales.
Haced un esfuerzo ¡óh piadosos!para llegar a la
generosidád, a la grandeza, al cariño en por igual para
todo desgraciado.
Borrad poco a poco esos instintos inmorales y enca
minaos ¡oh filantropos! a la verdadera, a la pura, a la
única Piedad.
SOR.
Piedad
¿A donde anidas? Doquiera la evoca el necesitado
y núnca con ella abraza, siempre la envidia, la codicia
y el desprecio es lo que halla, y cuando por aquellas
casualidades la encuentra, núnca es la legítima o la ad
mirable, sino que es la yana caridad esa que se hace
IANO.
El trabajador
Hoy se juzga al trabajador como a máqljina produc
tiva que anda y actua al compásmonótonodel egoismo
patronal y a impulsos de la soberbia autoritaria. Su
peditado en tan miserablesino, pasa por la vida, desde
al nacer hasta morir, completamente desapercibido
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EL IDEAL
de que forma parte integrante al continuo bullicio hu
mano y al latir angustioso de los seres que se agitan
y revuelven en los múltiples axiomas i sofismas que
embellecen la vida del hombre.
Nadie se apercibe de que es algo, cuya alocada
audacia exala rugidos salvajes encaminados a la crea
ción de aquel espíritu protestativo que ha de moldear
la imágen del porvenir. Nadie se dá cuenta de que es
algo, de que vale algo, de ser quien sea, de que existe
para algo, cuya misión será grande o pequfla, noble
o innoble, pero que innegablemente sigue el camino
que las leyes humanas le trazaron.
Le tratan miserablemente, como a calidsd de es
clavo, sin tolerarle siquiere el derecho a pensar, ni le
miran tal cual es; miserable o asesino, mendigo o la
drón, humano o inhumano.
No es que pretende entonar un himno a la evalan
cha desordenada de la colectividad, no; demasiado sé
yd que son ceros solamente, cifras sin valor cuya fuer
za es un desgaste de energías sin eficacia positiva al
guna. Compendiando las ansias dispersas en un cómulo
de fuerzas vitales, no dé más que tin tétrico grito de
impotencia vergonzosa, con la agravante de simular
una errogante póse y ficticia caballerosidad que, sin
ceramente, está muy lejos de poseer.
¿Que debido a su indiferencia está bien clasificado
y bien tratado?
Si; es verdad; el indiferente no merece otra distin
ción ni otro trato, si quereis, por ser el ditritus moral y
material de los seres, por ser el empedernido decaden
te que, con inaudita frialdad deja caer las más grandes
obras construidas por el esfuerzo colectivo de muchos
siglos; por ser el que mira impávido como resbalan,
hechas ruinas, las más altas concepciones del vidente
idealista; por ser el que vegeta en la vida automática
mente, divertiéndose en las matemdticas que se escriben en las páginas de la libreta de la caja de aho
rros. Forma parte a la legión que perversamente in
mola a la humanidad. Es justo pues, que encuentre
su merecido.
Más, si debiere de respetarse cuanto menos, a una
pequeña parte cuya calidad no. puede someterse sino
por la fuerza a compartir con aquellos las amarguras
de la esclavitud, y soportar aunque çon rugidos salva
jes, los latigazos que para los demás guardan sus se
ñores amos:
Hay que respetar aquella minuciosa selecciÓn del
montón, con cerebro que siente y corazón que late a
impulsos de lo que en realidad sintetiza la vida; del
amar y del odio, y con vehementes ansias de rnovar,
símbolo real de almas grandes, predestinadas al con
cierto armonioso de una nueva vida, regida por las
sensibles vibraciones del bien.
No negareis por ser una verdad a’domática que al
entregar el hombre sus brazos a cambio de un puñado
de calderilla, pierde en gran parte su personalidad, ya
que deja que dispongan, aunque en sus tasadas horas,
totalmente de él. Esto sir contar que hay quien se
entrega completamente a la disposicióii de su compra
dor, supeditándose miserablemente a sus caprichos pa
ra cautivar la simpatía que mañana le hade flagelar
-
sonrientamente su demacrado rostro.
Y, rie en el trabajo!
Y, canta en la esclavitud!
Y, vive feliz, sin darse cuenta que hoy el trabajo
deforma al trabajador. Cuando un patrón dice, «mis
trabajadores» analizad bien el modo y la forma en qu
lo dice y vereis que más bien quiere decir; «mis escla
vos», «mis máquinas productoras», mis vasallos», «mis
autómatas vivientes>’, «mis muñecos animados», «mis
criados», diis servidores», haciendo una gran distinción
entre estos y su perrito predilecto, ya que a este no le
falta nunca quien le cepillie el pelo, ni quien le procura
alimentación, ya que en verdad, es el cán, uno de los
mejores objetos de lujo que ostenta nuestra clase di
rectora.
¡Así está la sociedad!
Se impone, innegablemente, una revisión de valo
res para el idealista y una revisión en los métodos de
lucha. Sería necesario educar al individuo preferente
mente a la colectividad, pero ambasa la vez. Debe
ría de inculcársele la integridad absoluta del criterjo
de los idealistas en sus diversos aspectos del vivir so
cial, persuadiéndole en el convencimiento de un ideal o
de una personalidad que le hiciera fuerte y digno en el
camino de la perfección. Que no se dejará absorver
por sus propios defectos, por sus propios vicios o de
bilidades. Que en lugar de supeditarse al sofista
charlatán, le elevára hacia él, con errogancia i digni
dad. Que en lugar de descender a las vulgarida
ds de la masa, la elevára consigo mismo, educándola
con los métodos de su desinteresada investigación.
He aquí nuestra misión.
y.
OLAS.
NiÚerías
-
El loco reía, drillaba y hablaba; al mismo tiempo
que una multitud se apiñaba a su rededor; para oir los
disparates, las frases extrañas que salían de aquella
mente desaquilibrada; cuando de repente le pregunta
un buen Juan.
¿Que es lo que discurres Julio el loco? Mucho ha
blas sin que sea provechoso; parece que hoy nos quie
res sermonear chiflándonos... El loco volvió la cabe
za para mirar quien le interrogaba en semejantes pa
labras; clavándole sus verdosos ojos, dejó oirse una
amarga carcajada. Luego díjo: escucha buen cristiano
—Ves esos señorones que tu los has designado para que rigen los destinos del pueblo; los ves? Son los
concejales de vuestro ayuntamiento que van a empren
der un viaje a la capital de esa nación, (‘pie in’:’
de luto por la muerte de tui gobierno tiberal hastá
cierto punto, y por la muérte de un sabio taurómaca)
para humillarse a los pies de sus supériores y pediries
un no se que de reforma para el pueblo.
‘>
6
EL IDEAL
—Y que—contestó Juan—que no está bien hecho?
—Calla y escucha—replicóel loco. Todo está
bien hecho cuando uno es ciego,pero cuandouno ve
algo, se indigna ver las cosas tal cual son., y de la ma
nera que se hacen. Cuando uno de esos señores tiene
que emprender un viaje para sus negocios ú otras co
sas, economizatodo lo que puede viajando de 3a por
que no hay cuarta, pero e aquí, que cuandoel pueblo
paga, no hay economía ni ahorro, se viaja de 2a,
másalante, cuandonadie de los que son locos los ven
Calló el loco porque vió que un Muni... lo mal mi
raba.
El buen Juan le contestó Pero si por ahí van di
ciendo que tal vez los gastos se los abonaránde su
bolsillo... Rióse el loco, alejándosede esa multitud
enseñando sus blancos dientes en el murmurarde sus
labios.... El buen Juan dijo a la multitud. No hacer
caso; está loco.
Curiosidades
—
He aquí los años que vivieron unos cuantos escri
tores inmortales:
Milton autor del «Paraíso Perdido», 66 años.
Shakespeare autor de «Hamlet»,52.
Petrarca
italiano, cantor de Laura, 70.
Goethe aleman, autor de «El Fausto», 83.
—
—
—
—
—
Dante
italiano, autor de «La Divina Comedia»,
—
56.
Corneille
trágico francés, 78.
—
Cervantes 69.
Camoens portugués, autor de «Os Lusiades, 55.
Lord Byron inglés, autor de «DonJuan», 63.
Boilalid poeta francés, 75.
Miguel Servet español, 44.
Ariost poeta italiano, autor de «Orleandofurio
so», 59.
Balzac poeta francés, 51.
—
—
—
—
—
—Has oído lo qu.edicen de la riña de los conceja’
—
les.
—No, Luis, que se dice.
—Nada... que el que recibió los trompazosenfu
riasmado recurre a laJusticia para que se le haga cau.
sa contra su agresor. ¿Que te parece?
—Cosas de los vcilientes; a mi si uno me pegara,
créame le respondría de la forma más edecuada.
—Que quieres decir, con esto.
—Lo qúe quierodecir no lo hablo. Solo diré, que
si el agredido no se ve en corazón para volver lo que.
le dán, tampocohabía de hablar para que se la propi
naran.
—Es .quefué despuésde una sesión acalorada de
ayuntamiento.
—Acalorada has dicho, no me hagas reir? Te pa
—
-
Infancia de los grandes
hombres
Desiderio Erasmo de Roterdam, primer sabio del
siglo XV fué niño de coro.
rece a tf que si tan acalorados se encontraban recu
rrirían a la Justicia?... ca, hombre ca; para acab
ramientos nohay comouna buena ducha.
Oliverio Cromwell,primer personaje de la revolu
ción de Inglaterra y protector de su república,era hijo
de un cervecero.
—Poes así para tí está bien propinada la... tanda.
Shakespeare, poeta inglés de inmortal memoria,
fué hijo de un carnicero.
—Mucho me haces hablar, para que me entiendas
digo tan solo, que el que pulgas quiere, justo es que
se las..... arregle. Y, buenas tardes.
EL RUBIETE.
Cristóbal Colón, que dió a Europa un mundo, de
bió el ser a un cardador de lana.
Esopo, fabulista que vive en la memoria de los
hombres hace más de 2.400 años, fué enclavo toda su
juventud.
EL IDEAL
Sóñadores
Paso; paso a la juventud soñadora y libre, aparta
os, productores resignados que teneis el corazón en
callecido como vuestras manos; grandes sabios que pa
sáis las noches en vela haciendo cálculos ante papele
tas llenas de números para, como decís vosotros, redi
mir a la humanidad; los cansados los que os habeis pa
rado en el camino de la vida encogiéndoos de hombros
y llenando brutalmente vuestros estómagos; los que
oléis a incienso y gastáis hábitos negros que vuestras
conciencias; muñecos de oro, paso; paso a los soñado
res... porqueéstos, caminan más deprisa que vosotros.
Sí; apartáos ante esos jóvenes que os enseñan sus
corazones henchidos de amor, y en los que os ensañáis
clavando vuestras infestadas uñas.
Vedlos siempre errantes por la faz de la tierra,
dejando tras sí lágrimas que confundís con vuestros
asquerosos esputos. Dejad que los devore la miseria,
y quemad en fatídicas hogueras a los hijos de su inte
ligencia; esos papeles donde estamparon la única ver
dad con pedazos de su corazón. Sí; escarnecedios, des
pertando en ellos la venganza y el odio.., que acaso
algún día, aterrados, desciendan los pastores de las
abruptas montañas para deciros que en las cavernas
hay li3mbres qne beben, en un cráneo, el agua de los
mares y la sangre de los hombres, como el Han de Is
landia, de Víctor Hugo.
E. C.
—
12
—
primera vez çautivó mi corazón. A las primeras
palabras que cruzamos, sentimos ambos el amor.
Al conocernos intimamos profundamente a la vez
que nuestros cuerpos latían, nuestros labios se
besaron. La elocuencia del silencio triunfó.
Muy poco duró nuestra felicidad sin embargo.
Un dia las exigencias del vivir en sociedaa nos
separó violentamente, despiedadamente. Y, ¡oh
fatalidad! perdimos involuntariamente nuestra
relación. Al verse Carmen perdida en el gran
bullicio humano, entre los caprichos del amor,
ignorando el paradero del ser al que entrego todo
su pureza, lloró; lloró de súbito su impotencia,
pero indagó incansablemente, indagó durante
muchos dias, y el tiempo pasaba indiferente,
sonriendo, haciendo su camino hacia al infinito,
tronchando amarguras y arrollando alegrías ab
sorviendo en su estómago de Titán, repleto de
lava volcánica, todas las sensaciones y carcaja
das que la humanidad en mueca sarcástica exhala.
Abandonó su hogar, subió a una loéomotora
que corría, volaba en dirección contraria a la que
estaba su amante. Situación trágica la suya!
Cuanto más le quería, más se alejaba! Y, la lo-
7
Virgilio
Es Virgilio el primero y más dulce de los poetas
latinos, autor del célebre poema titulado la «Eneida».
Viviendo en el siglo primero antes de la era cris
tiana, en plena época de luchas civiles romanas, aquel
espectáculo hiera su alma delicada, dándole ocasión a
escribir estos sentidos reproches:
«El abandonado arado está deshonrado; los campos,
de donde ha sido arrancado el labrador, languidecen
desolados; con el hierro de la encorvada guadañase
han formado homicidos espadas. Marte domina el
mundo entero con sus furores impíos.»
Virgilio dirige su mirada hacia una edad de oro fu
tura que describe así:
«Entonces se suavizarán la ferocidad de los, tiem
pos; entonces la antigua Fe y Vesta, dictarán leyes a
los pueblos; las temibles puertas del templo de la gue
rra se cerrarán con estrechas barras de hierro. »
El sueño de Virgilio sigue siendo el de todas las
almas puras.
Notas
Pensábamos poder entablar una polémica donde se
discutieran razonadamente principios y medios evolu
Cionistas o, cuanto menos exponer simples apreciacio
—9—
flores que víctimas de todas las privaciones, mo
rían al salir de sus capullos. Se ahogaban en la
esclavitud! Más hoy, míralas como sonríen de
cara al sol.
¡Pobres amapolas!
Mira como saludan al gran astro. ¡mitémos
las.
Oye, amor mío; oye a los pajarillos como en
armoniosa orquesta de trinos saludan nuestros
amores. Oye el susurrar del agua que en el rio
va marchando como perezosamente murmura al
contemplar nuestra alegría. Más ella se aleja,
se aleja alegre y sonriente musilando endechas
pregonando, allá, lejos, através del .mundo, la
grandiosidad de un ideal de amor y paz. Y la
brisa, ves? como discretamente se lleva los sus
piros que, repletos de amor exalan nuestros co
razones.
Todo son himnos de amor que invocan feli
cidad!
Reímos, amada mía: así, confundidos núestros
cuerpos, en la cumbre del placer, gritando fuer
te, muy fuerte para que aquellos que en la barri
cada luchan nos oigan y nos initen después al
terminar tan ruda batalla.>
EL IDEAL
8
nes de los problemas de la vida; pero nos hemos equi
vocado. Nuestro contrincante nos ha salido ladrando
a la luna. Efectos de su impotencia. Nos congratu
lamos sinceramente.
*
**
Los carpinteros de esta villa han pedido les aumen
ten el salario a 4’50 diarias en lugar de las 3’75 que
vienen ganando.
¡Si son modestos los carpinteros!
Piensan comer algún mendrugo más con tan mez
quino jornal. Con 4’50 en los tiempos que corremos,
solamente se puede comer pan, garbanzos y alguna
arangada de vez en cuando.
Preguntad si no a vuestros patronos si podrían ellos
vivir con seis pesetas diarias. Yo por mi parte les
daria siete y aún no llegarían a comer bacalao.
Se ve claramente que no se contentan con explota
ros a vosotros solos, si no que necesitan a vuestras
esposas, hermanos, hijos, padres y abuelos. Si así lo
haceis y sois buenos chicos quizá llegais a comer tres
veces al dia merluza salada y agua fresca.
Apostaría un botón que aún os querran discutir tan
brilante Menú. ¡Son tan. egoistas!
Hemos recibido una extensa carta de Campdevánol
comunicándonos el maiproceder del director de la f á
brica de Carburo del puente de la Cabreta Sr. Vicen
te Vilá, para con sus obreros.
Para complacer los caprichos de su señora, dice
nuestro comunicante—no vacila en insultar y atrope
llar a los que por desgracia han de estar supeditados a
sus mandatos. Después de usar el vahículo de uno de
sus operarios le obligó a gastar cuatrocientas pesetas
en modificarlo y a los dos dias le despidió en blaiico.
¡Bonito modo de obrar tienen el señor y la señora
de Vilá!
Esto es insultar impunamente.
Esperamos que nuestro comunicante nos pondrá al
corriente de cuanto sucede, pues con sumo gusto echa
remos los trapitos al sol a este sefiór, modelo de di
rectores.
En el número pasado se deslizaron algunas erratas
entre ellas una digna de mensión por tergiversar el
contenido del artículo.
En el artículo «Monotonía» página 6, línea 30, don
de dice: un ideal, es amor apocado. Ha de decir;
el amor sin un ideal, es amor apocado.
Tipograf ja Ripollesa, Batt, 15.—RipolI.
—
lo
—
Se calló la voz del jóven amante, saliendo
triunfante el ruido de un sonoro beso.
*
**
Continua tronando el cañón en las calles fren
te a las barricadas cual destructor huracán. Sil
va aún, la bala perdida por el espacio, através
de los rayos de la blanca luna en busca de un co
razón tirano. Siguen los ;gritos de pavor y de
desolución invadiendo Ja gran Metrópolis.
Es la paz que violentamente se opone a la
despótica opresión de un régirilen que mata.
—
11
—
II
Carmen
A los pocos dias, tomando café en una Terra
sse de la Rambla, supe que la pareja que discu
rría de modo tan oríginal, era mi amigo Ricardo
y su amante Carmen. Después de felicitarles
por tan bello poema en noche tan trascendental,
se ofreció él, contarme algo del viaje que tuvie
ron que realizar aquella misma semana hacia un
pueblecito donde vivian los padres de ambos.
Y, efectivamente, el próximo domingo en el
mismo café me dijo Ricardo:
Ante todo debo de hacerte un rápido ebozo
de Carmen, pués así, no extrañarás su atrevi
miento en ciertos pasajes que te iré relatando.
Es mi amado el prototipo de la mujer amante
capaz de sacrificar su vida para alcanzar la imá
gen prevista en eróticos ensueños. Es soñado
ra, romántica; con este romanticismo puro, volup
tuoso, sensitivo, que nos legan las verdaderas
heroinas del amor. Es jóven; de ojos negros;
hermosa, relativamente hermosa. Al verla por
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