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LA GACETA DE SANIDAD MILITAR.
Madrid 25 de Mayo de 1884.
SECCIÓN DOCTRINAL.
APUNTES
ACERCA DEL EJERCITO INDÍGENA DE FILIPINAS
POR D. MANUEL RABADÁN Y ARJONA.
Si en todos los países conocidos los Ejércitos son la garantía de la paz social sin la cual es imposible el desarrollo de los elementos que han de darle
vida y prosperidad , nada hay, en nuestro concepto, más digno de ocupar la
atención de un Gobierno, que todo aquello que pueda contribuir á mejorar la
suerte del soldado; de ese pobre ser arrancado, con lágrimas, de su hogar y su
familia, para pagar con su sangre el justo tributo que á su patria debe. Ese
hijo adoptivo del Estado que sacrifica toda su juventud velando por la integridad de su bandera, cuyos destinos prósperos ó adversos sigue uno por uno sin
exhalar un solo ¡ ay ! que, si brota en su corazón , allí se ahoga víctima de su
misión y del sagrado deber que le impone el honroso uniforme de que se halla
revestido ; que está sujeto á sufrir toda clase de privaciones morales y materiales, obligado á no pertenecerse á sí mismo como única condición que se le
exige, y es bastante, bien puede reclamar con el lenguaje mudo de la razón
que se vele por su bienestar, contribuyendo así á dulcificar su existencia.
Convencidos de esta verdad y considerando un deber el que cada uno de los
miembros del Cuerpo de Sanidad observe y reúna el mayor número posible de
datos que puedan tener provechosa aplicación al Ejército cuya salud les está
encomendada; y no por'vanas pretensiones de dar publicidad á nuestro trabajo,
es por lo que nos atrevemos á remitir á LA GACETA del Cuerpo estos apuntes,
exacto resultado de nuestras observaciones en un país casi antípoda de España , donde el clima, raza y costumbres de sus pobladores naturales, son en
todo diferentes de aquélla, y, por lo tanto, su Ejército. Examinemos , pues,
detallando en cuanto nos sea posible , la raza del soldado indígena ; su organización militar, sistema de reemplazo , aptitud física , alimentación, vestuario , equipo , acuartelamiento y ejercicios, verdaderos objetivos que al Médico
militar incumben. Sentados estos principios, á modo de programa , pasemos
á desarrollar cada uno de los puntos que abraza.
RAZA INDIA.
Si hemos de remontarnos á los tiempos prehistóricos buscando los aborígenes de la raza india, actual pobladora de la mayor parte del Archipiélago
Filipino , recogiendo para ello los pocos datos que existen y haciéndonos á la
TOMO X.
19
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vez cargo de las hipótesis más ó menos razonadas que se han emitido y por
las cuales se supone que la raza negra fué un tiempo la primitiva pobladora
de la Oceania, nos parece lo más natural que así haya sucedido por ser ésta
la única de las varias que pueblan el país, que reúne más caracteres propios
del indígena de los climas cálidos. Aun se abrigan restos de su existencia en
las inaccsibles y escarpadas crestas de algunas montañas elevadas, y principalmente en la cordillera de Mariveles, poblada de rancherías de unos negros
llamados por los indios Aeías (del monte), cuya pequeña estatura, constitución pobre y degenerada, color de ébano y pelo rizado y lanudo, como rasgos
más notables, indican una antigüedad en el Archipiélago , que no tienen la
raza india, la mogólica , la arábigo-malaya , ni otras muchas pequeñas agrupaciones tenidas por razas diferentes en el país, que habitan las selvas y comarcas más apartadas de algunas provincias y que no son otra cosa que restos de antiguas invasiones de.malayos, verificadas en remotas y diferentes épocas , que siendo menores en número que la última irrupción de su misma
raza, del propio modo que los negros Aetas cedieron á su empuje el mejor
suelo, ellos á su vez dejaron á la fuerza superior que se presentaba unida en
potente masa, los llanos y costas , siendo arrojados al retiro salvaje en que
viven y en el cual sus nuevas costumbres y género de vida les han impreso
caracteres que aparentemente les hacen de una raza diferente.
No pretendemos seguir más adelante én el campo de la hipótesis, haciehdo
eco á las grandes cuestiones antropológicas y etnológicas de que han sido objeto las razas supuestas y existentes que pueblan el suelo filipino , ni mucho
menos sondar los anchurosos mares que en su derrotero surcaron la malaya
y arábigo-malaya en sus invasiones desde la península de Malaca á Sumatra,
Paba , Molucas , Borneo , Mindanao y Archipiélago de Célebes , límite al Sur
de las posesiones hispano-ñlipinas , pues aparte de ser un asunto sumamente oscuro, nos llevaría muy lejos del objeto que nos hemos propuesto. Sabido
es por otra parte que al descubrirse por Hernando de Magallanes , á mediados
del año 4521, el Archipiélago que él llamó de San Lázaro, hoy Filipino, encontró en él ya las razas negras; las diversas agrupaciones indefinidas que dejamos dicho, son tenidas en el país por razas diferentes y no son más que restos
de antiguas invasiones de malayos primitivos, que vivían constituidos en rancherías independientes unas de otras y en el mismo estado en que se hallan
hoy ; la arábigo-malaya que ocupaba Borneo y parte del Archipiélago de Célebes, como límites vecinos de los dominios españoles, y, por último, la india,
híbrida resultante de la mogólica y malaya , ambas primitivas , únicas que
vivían con lazos sociales y estrechas relaciones de todas clases , que dominaban la mayor parte de Filipinas. Esta última raza es la que principalmente
interesa á nuestros fines y sólo de ella nos ocuparemos , por constituir la población indígena tributaria del Ejército cuya contribución de sangre ó contingente militar es nuestro objeto primordial.
Aunque no se sabe la fecha en que tuvo lugar la inmigración mogólica, la
hacen remontar algunos á doscientos años antes que la hispana, fundándose
en que la raza india se encontraba en 1S21 por lo menos en su segunda generación. Admitido este hecho sin discusión en presencia de los caracteres de
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aquélla comunes á los de la mogólica y malaya , resulta que la india es híbrida y que en la actualidad se halla en quinta ó sexta generación.
Como no es posible hacerse cargo con facilidad de las diversas razas que
pueblan las Islas Filipinas, hemos ideado el cuadro siguiente expresivo de la
raza aborígene, las diferentes invasiones de las que han sucedido á ésta , estado genésico de las mismas en la actualidad, y últimamente las tribus, rancherías y agrupaciones por las cuales están representadas en nuestros dias.
Numero
de orden.
Razas.
Eiudo genético.
Aberígena. Etiópica
'Negro.
Pequeñas inmigra-1
ciones de la Malaya
g
j
i primitiva en distinf tas épocas
I Ultima inmigración
} de la Malaya primi- Bronceado.
tiva
Amarillo.
(
Arábigo-Malaya.
Moreno-cobrizo,
Primitivo
Representación.
¡
I Actas.
Buriks, Basaos, Iletapanes, Tinguianes.Guinaanes, Ifugaos, llongOtes, etc
Hibrida en primer!
g'^'io
Hgorrotfis, Indios.
Mog(51ico-Malaya.)
H'^^f™P"-4*l,XsSSnt
Defectuoso es por demás el cuadro que acabamos de exponer, é imposible,
por otra parte , se haría si hubiésemos tratado de dar cabida en él á todas las
subvariedades híbridas resultantes de las razas mencionadas; por esta razón
nos hemos fijado en las más principales y conocidas, que son suficientes para
dar aproximadamente una idea de lo oscuro que es en el país el estudio antropológico-etnológico , nada raro si se tiene en cuenta que por su estado salvaje
no tuvieron hasta nuestra dominación tradición escrita, sino verbal, difícil ó
imposible de trasmitir á la posteridad, por cuya causa nada se puede determinar concreto respecto de ellas. Repetiremos, para concluir, que siendo la
raza india la única que alimenta las filas del ejército indígena en las islas, á
ella solamente nos referiremos en el curso de este trabajo.
EJÉRCITO INDÍGENA DE FILIPINAS.
Exceptuándose la artillería, que en el Archipiélago está desempeñada por
fuerzas europeas, todos los demás institutos ó cuerpos del ejército están constituidos por indígenas, y es verdaderamente notable que, haciendo poco más de
tres siglos y medio de la conquista del país, no sólo haya dejado el indio su hábito salvaje , sino que, gobernados por un puñad<) de españoles, hayan derramado hace poco su sangre en defensa de los intereses á ellos mismos conquistados ; obra que sólo el sistema colonizador de España ha podido antes que
ninguno otro realizar. Ni Francia en la Cochinchina, ni Holanda en sus posesiones de la Oceania, ni Inglaterra en Malaca, Arabia y África, han podido
conseguir un ejército indígena numeroso , valiente, fiel y disciplinado, capaz
de inspirar la confianza que España tiene depositada en el suyo de Filipinas.
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El estado siguiente es el total de la fuerza de que oficialmente debe constar
el ejército indígena en las islas:
CUERPOS.
Batallones.
Compañías.
Escuadrón....
Reg. Inf. de España, nüm. 1.
Id. id. Iberia, nüm. 2
Id. id. Magallanes, nüm. 3 . .
Id. id. Mindanao, nüm. 4 . . .
Id. id. Visayas , nüm. 5
Guardia Civil
Tercios
Comandancias
1
4
1
6
6
6
6
6
6
6
3
4
1
Europeos.
R
O
8
ñ
Indígenas.
TOTAL.
332
122
762
762
762
762
762
762
762
3000
1464
136
332
122
762
762
762
762
762
762
762
3000
1464
136
10388
10388
Por su situación pasiva, hemos dejado de incluir en el estado de fuerza que
antecede, tres compañías disciplinarias de un mínimum de 186 plazas cada
una, denominadas la 1.* de la Paragua ; la 2.* de Joló y la 3.* de Davao. Estas
fuerzas se organizaron á su creación con soldados indígenas castigados, á imitación del fijo de Ceuta (denominado igualmente hoy disciplinario), pero que
más tarde ingresaron en ellas toda clase de penados por delitos comunes ; su
misión es el fomento y trabajos necesarios de las colonias cuyos nombres
llevan , pero que al propio tiempo están armados y equipados para que puedan
componer (como ya ha sucedido el año 1876 en la campaña de Joló) parte
del ejército activo en operaciones, y limitados á la defensa y guarnición de sus
respectivas colonias en tiempo de paz.
Las fuerzas de infantería están divididas en dos medias brigadas al mando
de nn Coronel cada una de ellas, la 1." compuesta de los Regimientos (1) 1,2,
3 y 4, y la 2.* de los números 5, 6 y 7; los demás cuerpos desempeñan las
funciones propias de su instituto independientemente.
(Se continuará).
(*) Las clases en Ingenieros, Caballería y Sanidad Militar, y los Oficiales y clases en los
demás cuerpos, son indistintamente europeos ó indígenas.
(1) Los Regimientos en Filipinas constan de 6 compañías de 127 hombres.
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MISCELÁNEA
SOBRE EL CÓLERA MORBO EPIDÉMICO,
POR EL
MÉDICO MAVOB
A. PLANTEE (1).
IV.
Aun á riesgo de pasar por osados vamos á sentar un principio y es el siguiente: Todos los medicamentos usados en el cólera son ineficaces si se administran por el tubo intestinal. La razón es muy sencilla; en el cólera, desde
las primeras deposiciones, cesa la absorción intestinal, saliendo por él los medicamentos como entraron. Ahora bien, si la mucosa gástrica se encuentra
inhábil para cumplir su cometido fisiológico, ¿qué inculpaciones merece el
opio si es ineficaz en esas circunstancias? ¿Qué más da administrar morfina que agua, si una y otra resbalan únicamente á lo largo de las circunvoluciones? Por tanto, nosotros, después de los últimos reveses sufridos en Cottabato en este mismo mes que escribimos estos apuntes, osamos proponer siquiera sea tímidamente, el tratamiento que hoy por hoy pensamos usar en
adelante hasta que se encuentre uno que destruya el microbio, que es la aspiración final á que todos deben aspirar.
En primer lugar, el cocimiento de manzanilla, el amoniaco, el té. los estimulantes, las mixturas anticoléricas, el ron y toda la balumba medicamentosa puede suprimirse desde que el cólera se acentúe, bien psrsuadidos. de que,
aniquilada ya la absorción digestiva, el atiforrar el estómago de tanto cocimiento, elíxir ó poción, sólo da por resultado aumentar elflujointestinal y los
vómitos.
Será prudente conservar por tanto para el uso interno solamente el agua
carbónica, que puede, por sus cualidades ligeramente anestésicas, ser de alguna utilidad para combatir los vómitos, y que al menos mitiga la sed inextinguible de los atacados. Se darán terroncitos de azúcar con medio á un gramo
de láudano de Sidenham y, si lo hubiere, pedacitos de hielo y nada más al
interior.
En cambio, desde que comiencen las deposiciones y vómitos coléricos se
inyectará hipodérmicamente el clorhidrato mórfico (un centigramo por inyección). Dicha sal, puesta en directa comunicación con la sangre, es un poderoso
moderador de la diarrea, superior á la narceina y á la codeina, porque respecto á la tebaina, papaverácea y narcotina no debe usarse por carecer de propiedades anexosmóticas y ser más bien tetánicas. Dichas inyecciones han de
ser pareadas y alternando en los antebrazos, piernas, etc., siendo suficientes
á veces cuatro ó seis, y no debiendo pasar de ocho en general en las primeras
horas del ataque. A la vez que éstas, deben darse friegas excitantes de alcohol
(1) Continuación de la pág. 239.
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y éter sulfúrico, que producen una reacción periférica muy intensa. El uso de
ligaduras metálicas ó brazaletes atenúa bastante la intensidadad de los calambres, si bien siendo éstos producidos por el microbio, no puede concedérseles más que un valor secundario. Simultáneamente se usarán inyecciones hipodérmicas de pilo-carpina con objeto de producir una enérgica y pronta reacción, traducida por sudores abundantes, aumento de temperatura y de tensión
arterial. Aquí es difícil procurarse esta sustancia, pero en Europa debe haberla
en abundancia á estas fechas, y pueden estudiarse bien sus notabilísimos efectos y propiedades.
Tan pronto como la extinción relativa del pulso, oscuridad de los ruidos
precordiales, y cesación casi repentina de la diarrea y los vómitos nos hagan sospechar se han presentado el período de inercia cardíaca y las parálisis
recurriremos al momento á la digitalina, y á la nuez vómica.
Sabido es que la primera es un poderoso agente neuromuscular que, aunque disminuye el número de pulsaciones, aumenta considerablemente el choque arterial y tetaniza en sus dosis medias el sistema muscular de la vida orgánica. Debe tenerse sumo cuidado en la cantidad medicamentosa inyectada,
si queremos evitar los frecuentes efectos de la acumulación de dosis, comenzando por un miligramo (Digit. Flom. y Quev.).
Para combatirlas parálisis y hacer excitar los planos musculares intestinales debemos dar la nuez vómica en enemas (un gramo de tintura) si hay alguna posibilidad de absorción, con objeto de evitar al enfermo las consecuencias
de tanta inyección hipodérniica. Siendo aquel agente un poderoso excitador
medular, es lícito esperar de él corrija las parálisisque en esta época constituyen el principal peligro para el enfermo. Si no hay absorción y es indispensable el uso de este medicamento, debe inyectarse en c. s. hipodérmicamente.
Respecto al estado subsiguiente (reacción excesiva, tifoideismo, anuria, etcétera) no ofrece las dificultades del anterior; las indicaciones son más precisas y varían según que la absoicion medicamentosa exista ya en este
período (si el enfermo le franquea) y no siendo objeto especial nuestro su reseña, ni osando añadir nada á lo que sobre él afirman las modernas obras, á
ellas remitimos á nuestros benévolos lectores.
El hecho de desarrollarse el cólera con gran intensidad en una población,
prueba precisamente que no es allí endémico. Esta proposición, que como la
anterior es de Mr. Fauvel, es exacta y de ella pueden responder Ilo-ilo , Cebú,
llocos . Manila, Pampanga , Bulacen , Pangasinam , Abramisamis y todo Filipinas, donde hasta mediados del 82 no había existido el cólera (la última epidemia comenzó el 65), y sucesivamente ha visto invadidas sus ricas provincias.
Todas estas proposiciones y algunas más, que, por ser breves, no presenta"
mos , han sido sometidas por el autor de las mismas á una comisión en que
figuran hombres como Vulpian , Gosselin y Pasteur, y no dudamos que el fallo
de estas eminencias les ha de ser favorable.
Se ha dicho que los cadáveres de los peregrinos y de los animales abandonados por las caravanas, pueden, ó han podido, provocar por sí mismos el
desarrollo de una epidemia, pero nosotros creemos con el ilustrado médico
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de la Armada francesa Mr. Bonnafont, que esto tiene una objeción muy seria,
y es la de que esas prácticas existen desde un tiempo inmemorial en los musulmanes, y el cólera morbo no ha hecho su aparición en Europa, América
ni aun en África hasta primeros del actual siglo. Por lo demás, la afección
que nos ocupa, que depende muy verosímilmente de un estado insalubre especial del suelo, podría desaparecer, impidiendo ó previniendo la descomposición de las materias animales ó vegetales donde se elaboran sus elementos
generadores. El remedio aquí sería (Bonnafont) sanear las bocas del delta del
Ganges. Hay, en efecto, un hecho de la mayor y más capital importancia
que debe fijar la atención del mundo científico. El régimen de las aguas tan
maravillosamente dispuesto por los bárbaros (tártaros y mongoles] ha sido descuidado , abandonado por los civilizados hijos de Albion , según interesantes
documentos que obran en un informe del Conde Warren publicado en el India
News. Se han dejado destruir los canales y estanques antes destinados á contener las aguas que se destinaban á la agricultura y en las necesidades domésticas, y que hoy marchan al azar formando por doquier lagos fétidos y extensos pantanos que, en directa comunicación con los abrasadores rayos solares,
forman inmensos focos de putrefacción de materias animales y vegetales, que
son luego la fuente más segura de los recipientes coleriformes. Y que esto es
muy verosímil lo prueba un hecho importantísimo , á saber : las peregrinaciones musulmanas existen desde el siglo XII y han sido completamente inocentes (bajo el punto de vista colérico) hasta principios del siglo de las luces.
i Qué lección han dado aquí los bárbaros á los ilustrados !
V.
Uno de los hechos de que menos dudamos al escribir estos renglones, es el
de que una comarca que haya sufrido hace poco una fuerte epidemia colérica.
se encuentra en las mejores condiciones de inmunidad para no volverla á tener hasta pasados algunos años (12 , IS ó más) : recordamos que pasada la
tan intensa de Zamboanga que se llevó 2.000 almas de una población de 16.000,
y 1S8 soldados de una guarnición de 1 000 ó poco más, quedó inmune sólo un
pueblo del distrito, BoUmg, si no recordamos mal. Pues bien , siete ú ocho
meses después que todo había terminado y cuando apenas nadie se acordaba
del huésped indiano, sin haberle en Zamboanga ni en muchas leguas á la redonda y sin saber á punto fijo de donde vino, se desarrolló en el supradicho
Bolong, mató doce ó catorce personas de veinticinco atacados en un pueblecito
en que escasamente habría cien almas, y se extinguió el foco completamente,
sin propagarse á la capital ni pueblos vecinos donde no hubo ni un caso.
En Diciembre de 1882 se presentó el cólera epidémico en este campamen• to y pueblo (Cottabato); cesó á fines de Enero del 83 y no ocurrió la más pequeña novedad hasta el 21 del actual año, desde cuya fecha hasta fin de año
en qué escribimos estos apuntes , han ocurrido seis casos de cólera , 'al parecer venidos de fuera, y con la notable particularidad de que entre unos y otros
atacados han mediado períodos de ocho, diez y hasta doce dias (desde el último 16 que creemos final), y entre tan largos intervalos no ha ocurrido la
menor novedad. Ninguna de las personas que han cuidado ó asistido á los
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coléricos (sanitarios, enfermeros, parientes, etc.,) han presentado la menor
señal de contagio , cesando ó extinguiéndose el foco en el atacado.
Y no hay que decir que los pocos casos no han sido intensos, pues todos los
atacados han. fallecido á excepción del último , que era una mujer asistida
por mi ilustrado compañero Sr. Mamely , quien cansado también de sufrir reveses , abundando en nuestras ideas acerca del espesamiento de la sangre,
(tanto que algunos de los conceptos aquí expresados son tan suyos como del
que suscribe) dejó el arsenal medicamentoso antes usado , y la trató por las
inyecciones hipodérmicas de morfina y por la nuez vómica. Este foco , que al
parecer vino de La Labuan se ha particularizado , digámoslo así, y la población ha escapado á sus furores ; ha existido , pues , inmunidad aquí también,
y bajo este concepto creemos que Fauyel, que es quien primeramente formuló
ese hecho, tuvo razón.
Existe asimismo una inmunidad relativa para los habitantes de los puntos
donde el cólera es endémico. Les hemos oído decir á nuestros compañeros de
la Armada que en Bankok , capital del reino de Siam , donde el cólera reinaendémicamente, no hay nunca, ó son muy raras, las epidemias coléricas, y
eso que ellos tiran con frecuencia los muertos al rio; y por lo demás, las tripulaciones de los barcos que allí llegan no están libres de contraerle.
Hasta ahora se había creído que el cólera era absorbido necesarimente por
las vías respiratorias , y todavía esa opinión tiene hoy el mayor número de
prosélitos; pero la autorizada voz de Mr. Pasteur se ha hecho oír, afirmando
como cosa más bien cierta que probable, que el cólera no penetra en el organismo humano por las vías respiratorias , sino sólo por las digestivas, á menos
do excepcionales circunstancias.
No cabe duda, aceptando la teoría del micrococo que se fija en todo el organismo, que éste puede y debe estar en el agua que se bebe en la alimentación , ingerida fría, acaso también caliente (hay muchos gérmenes que á los
430 grados todavía no han perecido); pero esto, en nuestro humilde juicio, no
debe ser obstáculo para que el veneno parasitario se aspire directamente en las
inspiraciones sucesivas que hay que hacer necesariamente en las inmediaciones de los focos coléricos, lo cual explica el porqué del contagio grande que
sufren médicos, enfermeros, sanitarios, etc., etc.
Fundado en lo anteriormente expuesto, Mr. Pasteur ha recomendada á la
misión francesa encargada en Egipto de estudiar el cólera, las siguientes prescripciones: 1.° No hacer uso de aguas potables sin haberlas hervido y agitado
antes en una botella no llena y tapada, dejándolas entonces enfriar. 2." Lts
aguas minerales pueden usarse ventajosamente. 3.» El vino ha de ser calentado
áSS ó 60 grados; no deben usarse más alimentos que cocidos ó fritos, lavados antes en agua hervida, y el pan se ha de servir cortándole antes en rebanadas y calentándolas á dSO°. 4.° Idéntica temperatura han de tenerlas vasijas
empleadas para la confección de alimentos. 5.° Las ropas de vestir y las de
cama se meterán en agua á 100 grados secándose después. 6." El agua usada
para lavarse ha de tener igual temperatura, y una vez fría se le añadirá un
quinientos de ácido tímico, ó '/so ácido fénico. Con cualquiera de ambas disoluciones deben lavarse la cara v manos muchas veces diarias. 7." Cuando haya
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que manejar cadáveres ó ropas sucias, se cubrirá la boca y narices con una
máscara formada de dos trozos de tela metálica y entre ambas una capa de
algodón cardado de más de un centímetro de grosor, máscara que se calentará
á ISO" repitiendo esta hipertermia á cada ocasión de gran contagio.
VI.
Una miscelánea sobre el cólera, siquiera sea tan desaliñada como la presente , no puede terminar sin anunciar una víctima de aquel terrible veneno.
Hoy le ha tocado á un médico ilustre, y aunque la noticia es vieja para Europa,
no lo es para estas regiones oceánicas donde escribimos. Terminemos, pues,
copiando un párrafo del ilustrado catedrático Sr. Rodríguez Méndez, cuyos concienzudos y originales trabajos sobre el cólera morbo, tanta luz irradian y
cuyos preceptos y noticias hemos tenido presentes más de una vez en el curso
de este pobre escrito. Dice asi el citado párrafo :
•El telégrafo con su terrible laconismo ha anunciado la muerte de Luis
Thuillier, uno de los individuos de la misión francesa que más honraban al
maestro (Pasteur). El 18 de este mes (Setiembre) sucumbió del cólera contraído en el hospital Ghedit, precisammle cuanáo se levantaban las imposiciones
cuarentenarias. Fué el único muerto en dicha fecha y tal vez el último de los
que mató allí la epidemia. ¡ Qué sarcasmo !... . Joven, de veinticinco años, había ceñido ya á su frente la corona de la gloria. En 1878 , al año de su ingreso
en la Escuela Normal de París, se le conceptuó ya el primero en el concurso
de agregación de ciencias Bien pronto actuó en el laboratorio, en el templo de
la calle Ulm, y á poco repitió en Berlín, Austria y Hungría los célebres experimentos de la vacunación anti-carbunclosa, convenciendo así á los que dudaban de su maestro.
• i Cuan grande debe ser el remordimiento de los que llevaron el cólera á
"Egipto, y cuan grande es la pena de los que saben admirar todo lo que hay de
• sublime y generoso en esos misioneros de la ciencia!!
¿ Remordimientos ? No lo crea el Sr. Rodríguez Méndez, no habrán experimentado ninguno los aludidos en sus escritos. ¿ Para y por qué? Y respecto al
tributo de admiración que la Humanidad debía rendir al joven mártir, puede
afirmarse que las tres cuartas partes de aquélla ó no creen la noticia, ó la juzgan muy natural por la retribución pecunaria que pudo llevar Thuillier al
Oriente; y del resto, les es perfectamente indiferente la noticia á la mayoría;
y en resumen, sólo algunos se asociarán á la pena expresada por el catedrático
de Higiene de la ciudad de los Condes.
Que mueran los médicos contagiados por los enfermos. ¡ Pues si es la cosa
más natural del mundo ! A veces para que esto no ocurra, acaso se les mata
de un trabucazo cuando están cumpliendo con sus nobilísimas funciones. Las
honras, las glorias y el incienso que prodigan las multitudes , son infinitas
más veces dirigidas ó tributadas á sus destructores, que los que sacrifican
su vida y acaso su honra en su beneficio. A éstos se les abandona por lo común
á su desgraciada suerte, con la misma indiferencia que el niño arroja el juguete roto que ya no puede servirle más.
Cotlabalo 31 de Diciembre de 1883.
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CIRUCxIA.
INFLUENCIA DE LAS EXCITACIONES GENÉSICAS SOBEE LA CURACIÓN
DE LAS HERIDAS.
P O R E L D R . J . R E I G GASCÓ,
La exaltación experimentada por el sistema nervioso con motivo de las excitaciones genésicas, es una causa debilitante que influye desfavorablemente
en el curso de toda afección, especialmente en la curación de las heridas y en
la consolidación de las cicatrices recientes.
La prontitud con que sigue la debilidad al desempeño de un acto genésico,
es debida más que á la expulsión del líquido seminal, á la excitación violenta
del sistema nervioso que es la que realmente produce la laxitud y abatimiento
que se experimentan inmediatamente después de todo acto genital.
Galeno aseguraba que los deseos voluptuosos bastaban para debilitar las
fuerzas vitales. Demócrito consideraba el coito como una especie de epilepsia,
y Mr. de Ilaller lo comparaba á una convulsión. Siguiendo estas dos últimas
opiniones, puede indicarse la semejanza que al parecer existe entre el quebrantamiento que aparece después de un acto genésico y el que se presenta
después de un acceso convulsivo ó epiléptico.
Los fenómenos que acompañan á toda polución son : excitación y conmoción del sistema nervioso, contracciones musculares, aceleración y agitación
de la respiración y la circulación y aumento del calor. A estos fenómenos siguen el aniquilamiento del sistema nervioso, la sobreactividad de los aparatos circulatorio y respiratorio y la exageración en la producción del calor.
Además de estos efectos inmediatos, existen otros que se presentan algún
tiempo después del acto genésico, tales como las perturbaciones de la nutrición dependientes de la debilidad y excitación de los órganos digestivos , que
para atender á las exageradas pérdidas vitales existentes , hacen una mala
elaboración de los alimentos que se ingieren en grande cantidad, naciendo de
aquí el que la asimilación sea deficiente. A todo esto hay que añadir el gasto
orgánico que ocasionan las eyaculaciones , que repetidas frecuentemente vienen á sustraer inmoderada cantidad de materiales á la economía animal, que
no pudiendo ser reemplazados en el momento , la empobrecen notablemente,
sumiendo al individuo en un marcado estado de languidez.
Aparte de esta influencia física que acabamos de señalar, hay que contar
la que ejerce en la parte intelectual y moral del individuo.
Reconocido el abuso genital como causa capaz de engendrar en el sujeto
sano toda clase de lesiones , es lógico creer que en los individuos enfermos
ejercerá también perniciosa influencia, agravando é impidiendo la curación
de sus males, acción esta, cuyos efectos son altamente visibles en la curación
de las heridas y en la consolidación de las cicatrices recientes.
A este propósito conceptuamos conveniente recordar aquí lo dicho por el
médico militar francés Mr. Schwartz:
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«Los cambios funestos que sobrevienen á veces en las heridas, las frecuentes recaídas en los convalecientes , son atribuidos generalmente á imprudencias cometidas en el régimen, ó á un aire viciado, ó á una emoción viva del
alma, etc., y no se piensa apenas en el onanismo. Una práctica de veinte años
en la cirugía militar me ha convencido de que esta causa es más común de lo
que generalmente se cree; muchas veces ella sola destruye en una noche lo
que los cuidados del médico ó la mano del cirujano no obtuvieron sino después de muchos meses.»
«l-os febricitantes experimentan recaídas bajo el influjo de las poluciones,
se perpetúa la fiebre y cambia de tipo.»
Este hecho último, dice haberlo observado el indicado médico militar,
cuando en el año 1811 asistió algunos enfermos de paludismo, en una comarca húmeda y pantancsa de Extremadura.
Mr. Deslande muéstrase también partidario de la opinión del Dr. Schwartz.
Referente á este asunto, hace dos años apareció en el Lyon medical un
trabajo del Dr. Poiicet, en el cual estudia con grande lucidez el siguiente
tema: De la influencia de las excitaciones genésicas sobre la marcha y las complicaciones de las heridas. En este trabajo señala aquellas causas, como susceptibles de estorbar la regular evolución de una herida, ya por aportar algún
obstáculo al proceso reparador, ó bien dando origen á complicaciones más ó
menos graves.
El Sr. Poucet indica , que en los estados febriles generalmente está el enfermo anafrodisiaco, cosa que no sucede , por lo regular , cuando terminada
la fiebre y rebajada la temperatura cerca de la cifra normal, comienza en la
herida el período dé reparación; entonces es cuando el coito puede hacer sentir su desfavorable influencia sobre la marcha de un traumatismo de cualquiera clase que sea.
El estudio del Dr. Poucet descansa generalmente en las cinco observaciones puestas á continuación:
• 1." Un agricultor vigoroso tiene una pierna destrozada por la rueda de un
carruaje. Sufre la ampulacion del muslo. La herida marcha muy regularmente;
el día 17 está reducida al tamaño de la palma de la mano; el estado general
del herido es muy satisfactorio y está completamente sin fiebre. Durante la
noche del 18, este individuo después de unas libaciones , se entrega al coito.
La misma noche es atacado de escalofríos violentos, y cinco dias después muere
de infección purulenta.- Mr. Ollier ha observado un caso semejante á éste.
«2.°^ Otro herido tiene el primer metacarpiano amputado en la continuidad; la herida resultante preséntase mamelonada, y su estado general es satisfactorio. En la noche del día 18, coito repetido. En la mañana del 19 es atacado de cefalalgia persistente, de trismus, sin que la úlcera haya dejado de estar
indolente, así como las presiones ejercidas en el trayecto de los nervios del
antebrazo tampoco determinan el menor dolor.»
•3.* ün estudiante de medicina se hizo una picadura anatómica. Una linfagitis del miembro superior se declara rápidamente, la que cede con prontitud por los medios apropiados. Queda como residuo una ligera induración de
los ganglios axilares. El herido sale del hospital considerado como curado. La
300
noche siguiente coito repetido. Escalofríos violentos, la linfagitis se renueva y
los ganglios axilares supuran.»
«4.* Herida contusa del cuero cabelludo. Cura antiséptica; aproximación
de los labios de la herida, marcha muy regular hasta el séptimo dia; en el
octavo el enfermo—que hasta entonces estuvo contenido—se entrega al coito;
los bordes de la herida se ponen al dia siguiente dolorosos á la presión, é impregnados y levantados por la serosidad purulenta. Continencia impuesta, mejoramiento muy rápido."
•S.* Un estudiante de medicina sufre una fractura oblicua en el tercio
inferior de la tibia. Vendaje de Sculteto seguido de la aplicación de un aparato
silicatado. Coito dos ó tres veces por dia. Después del orgasmo venéreo, el herido acusa al nivel de la fractura, y en toda la pierna, una sensación de peso,
de penosa compresión y latidos arteriales. Las noches son malas; sin sueño.
A los cuarenta y seis dias, á pesar de la simplicidad de la fractura, de la juventud del herido , y de la perfecta adaptación y contención de los fragmentos
óseos , la consolidación no se ha obtenido. El enfermo es enviado al lado de
su familia que reside en el campo ; su salud deteriorada mejora rápidamente
y la fractura se consolida"muy pronto.»
En este estudio se ha buscado la explicación de la desgraciada influencia
que las excitaciones genésicas ejercen sobre la curación de las heridas, procurando demostrarla por medio de razones puramente fisiológicas.
El trabajo de Mr. Poucet, de Lyon , no es completamente nuevo, puesto
que ya en 1872 el Dr. H. Baraduc publicó en París un estudio acerca de la ulceración de las cicatrices recientes sintomática de la ninfomanía y del onanismo.
El Dr. H. Baraduc manifiesta que los onanistas pueden presentar el desarrollo de ulceraciones sobre las cicatrices recientes ó en vía de formación;
estas ulceraciones comienzan por unas vesículas llenas de materia viscosa que
se rompen al cabo de veinticuatro ó treinta y seis horas , dejando una ulceración irregular de bordes cortados á pico , y el fondo cubierto de una sustancia
espesa, gris ó amarillenta.
Como comprobación á lo anteriormente indicado, el Dr. H. Baraduc expone una porción de casos clínicos, délos cuales citaremos los que ofrecen mayor interés:
«Un joven de quince años sufre una fractura de la pierna, complicada con
herida; se le aplicó un vendaje de Sculteto y un aparato de irrigación continua.
Al cabo de un mes se le extrae una esquirla ósea, apareciendo á seguida hermosos mamelones carnosos que presagian una pronta curación. Más tarde, pasadas tres semanas, la herida está cicatrizada en dos tercios de su extensión,
sólo falta la parte céntrica; noté entonces sobre la cicatriz de reciente formación dos pequeñas ulceraciones de dos milímetros próximamente, de fondo gris
amarillento barnizado de una materia viscosa
Miré la cara del enfermo:
piel pálida, empañada, regiones temporales infiltradas, párpados tumefactos,
pupilas dilatadas, dilatación ésta que se conserva aunque se las exponga á la
acción de una intensa luz difusa. A seguida indico al enfermo que no se curaría,—¿Por qué? preguntó éste.—Porque tenéis una mala costumbre. Confiesa el
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enfermo, se abstiene, y algunos dias después estaba la herida completamente
cicatrizada.»
«Una bala fractura el antebrazo de un joven soldado; son eliminadas unas
esquirlas y la cicatriz se establece sobre un fondo infiltrado y duro. 'Esta cicatriz no tarda en sembrarse, én varias épocas, de ulceraciones acompañadas á
veces de una granulación miliar. Me apresuro á decir lo que hacia el paciente,
que queda como asombrado mirándome; insisto más vivamente, confiesa y
me responde:—¡Oh! bien; entonces pronto estaré curado, me privaré. Seis dias
después las ulceraciones han desaparecido, etc.»
«Después de una amputación de la pierna, en la región supra-maleolar,
practicada en un joven escrofuloso, se estableció la cicatrización del muñón;
á poco aparecen sobre la superficie de la cicatriz muchas ulceraciones pequeñas características. Advertí y asusté al enfermo, que reconoció sus errores y
prometió renunciar á su hábito de onanismo; las ulceraciones sucedían á las
granulaciones miliares; unas curaban, formándose otras nuevas que se unían
entre sí; se altérala salud, vino el enflaquecimiento, la tos, la diarrea, y más
tarde la muerte á los dos meses de la amputación.»
«Después de una amputación del antebrazo, exigi(}a por la explosión de un
arma de fuego que había destrozado la mano y la muñeca de un joven de constitución vigorosa, he visto el muñón cicatrizado cubrirse de algunas ulceraciones que han persistido durante muchas semanas, agrandándose cada dia, por
la adición de nuevas granulaciones, hasta que habiendo, por último, advertido
al convaleciente, éste renunció á la dañosa costumbre que había contraído
desde hacía algún tiempo.»
«Después de una amputación del muslo, estando la cicatriz sólida y bien
formada desde muchos dias, he visto sobrevenir las ulceraciones características, acompañadas de inapetencia, dispepsia, hinchazón de la cara, especialmente de los párpados, dilatación de la pupila, debilidad, languidez y tristeza. Me
apresuro á dar parte de mis sospechas al enfermo, quien después de una negación muy viva, acaba por hacerme una confesión completa, y á continuación abandona las prácticas que eran las solas causas de las ulceraciones. Diez
dias después, éstas habían desaparecido y la cicatriz de la herida era perfectamente sana y regular.»
Hay veces que la rapidez de los accidentes es tan sumamente precipitada,
que cuando se reconoce el origen de la complicación de la herida, es ya demasiado tarde para conjurar el peligro; como prueba de ello, citamos las dos
observaciones siguientes, referidas por el Dr. Schwartz; de ellas, la primera
está tomada á Fabricio de Hilden:
«Cosme Slotan había amputado la mano á un joven que se la habia mortificado de un fogonazo. Como sabía era muy erótico, le prohibió severamente
todo comercio con su mujer, á la que advirtió también el peligro. A poco todos
los accidentes fueron disipados y la curación estaba en buen camino; sintiendo
el enfermo deseos á los que no quiso acceder su mujer, se procuró sin
éxito una emisión de esperma, que fué .seguida de fiebre, convulsiones y otros
accidentes violentos de los que murió al cabo de cuatro dias.»
«En el hospital militar de Strasburgo entró un oficial de artillería que había
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recibido en el primer asedio de Kehl un metrallazo en la pierna, que exigió la
amputación. Las grandes hemorragias que había experimentado retardaron un
apoco la curación; pero al fln el muñón se encuentra casi completamente cictrizado, el enfermo recobra sus fuerzas y la alegría ordinaria, disponiéndose á
salir bien pronto del hospital. ¡Cuál no sería mi sorpresa, cuando un dia, en mi
visita de la mañana descubrí una mancha gangrenosa en el centro de la herida! El enfermo estaba muy debilitado, triste y se quejaba de un frío intenso.
No pude concebir la causa de un cambio tan súbito; pero los informes que tomé
de los enfermos que estaban al lado de él, me hicieron saber que éste había
practicado la masturbación muchas veces durante la noche. La gangrena hizo
progresos tan rápidos que este oficial falleció al cabo de ocho días.»
Todo cuanto he consignado viene á demostrar la verdadera influencia que
las excitaciones genésicas ejercen sobre la curación de las heridas; y siendo estas lesiones de las que con más frecuencia tienen que cuidar los Médicos militares, he creido del caso llamar la atención de nuestros compañeros, á los que,
si bien es verdad no son desconocidos aquellos dañosos efectos, las observaciones anteriores no dejarán de animarles á observarlas con mayor detenimiento, para de este modo poner remedio á tan perniciosa causa, ordenando
á los enfermos la abstención délos actos genitales por un corto período de tiempo, para luego permitirles el parco y racional empleo del coito, que es lo que
constituye el usofisiológicode los órganos de la reproducción, único medio de
prevenir los abusos genésicos, según lo recomiendan Tissot, Fournier y Beguin, célebres genitalistas.
Madrid 15 de Mayo de 1884,
VENTAJAS DEL ALCOHOL SULFÚRICO
COMO DISOLVENTE DEL SULFATO DE QUININA. PARA USOS TERAPÉUTICOS.
Hace algunos años calificamos, en una memoria reglamentaria, al sulfato
de quinina, de rey de los medicamentos y de genio bienhechor de la humanidad doliente. Nuestro entusiasmo por este agente medicamentoso podrá parecer exagerado ; pero, si en aquella época así lo llamábamos y creíamos más
dignos de marmóreas estatuas y altos monumentos á hombres como el ilustre
Pelletier, descubridor de la quinina , que á tantas empinadas medianías y
nulidades, cuando no inventores de la destrucción , hoy es mayor , si cabe,
después que una algo dilatada permanencia en la gentil Reina de las Antillas,
nos ha hecho ver su grandísima utilidad, su inmensa importancia, su necesidad absoluta en ciertos climas.
Algunos médicos han dicho que sin la quinina apenas se comprende la
vida en la hermosa isla que guarda las puertas del Golío mejicano ; y todos los
compañeros que han recorrido los fértiles campos de Cuba conocen perfectamente los beneficios de este pan de la salud.
Entre las sales de quinina la más usada sin duda es el sulfato; sulíato
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básico en realidad, si consideramos como diácida á la quinina; pero que se ha
convenido, podemos decir, en llamar neutro y así se le denomina generalmente. Este sulfato, poco soluble en agua, como es bien sabido, se hace neutro (ó sea ácido , según el general acuerdo antes expresado), y por lo tanto,
muy soluble á beneficio de la adición del ácido sulfúrico.
Bien conocidos son los caracteres, propiedades, usos, etc., de esta sal, y por
lo tanto, no insistiremos en hollar terreno tan trillado, fijándonos exclusivamente en una de las formas en que con más frecuencia se aplica ó se administra.
Aquí, y mucho más en los países donde el paludismo asienta su sombrío y
fatídico trono , úsase mucho la disolución del sulfato de quinina.
La mayor parte de los autores prescriben indistinta é indiferentemente el
ácido sulfúrico ó el agua de Rabel como disolventes del sulfato de quinina;
hay algunos, como Bouchardat en su apreciado formulario , que determina el
ácido sulfúrico alcoholizado, aunque sin dar razón de esta preferencia ni llamar la atención sobre este exclusivismo ; el Sr. Puerta, en su tratado de Química Orgánica, aconseja también el uso del alcohol sulfúrico, porque da menos
aspereza á la disolución ; los demás autores que recordamos , ó prescriben el
ácido, ó el uno y el otro, según hemos dicho.
Pues bien; nosotros creemos qne ofrece ventajas y es conveniente el uso exclusivo del alcohol sulfúrico como disolvente del sulfato de quinina para usos
terapéuticos; é insistimos en esto y le concedemos alguna importancia, porque
es general, fácil y hasta cómodo el empleo del ácido sulfúrico, diluido ó no,
por ser de más uso, estar, como si dijéramos, más á mano y aun ser más económico.
Las razones y fundamentos de nuestra preferencia vamos á exponerlos de
seguida.
Al despachar alguna de los muchos miles de prescripciones de esta clase,
que en aquellos hospitales de campaña hemos tenido ocasión de preparar, ocurríanos con frecuencia oir la expresión del disgusto de algunos compañeros médicos por las propiedades irritantes y sabor amarguísimo y áspero de
esta disolución. Estos inconvenientes, res mínima, á pesar de su importancia,
al lado de los grandes servicios prestados por tan benéfico agente, subían, sin
embargo, de punto, al usar el sulfato de quinina por el método de inyecciones hipodérmicas. Cierto es que muchas vidas se han salvado con la aplicación
entendida, oportuna y rápida de la geringuilla de Pravaz; pero causaba dolor intenso el ver aquellos pobres soldados, mártires de la patria, vueltos milagrosamente á la vida á beneficio de concentradas disoluciones de sulfato de quinina,
padeciendo semanas.y meses de los abscesos que la acida disolución formaba
en los puntos por donde había horadado la piel la acerada aguja de la geringuilla.
En cierta ocasión en que las terribles perniciosas abundaban tristemente,
manifestónos su sentimiento por las consecuencias dolorosas que hemos indicado, nuestro buen amigo y compañero el laborioso Médico segundo, primero
personal, D. Vicente Anievas. Ocurriósenos entonces, que quizás usando exclusivamente el alcohol sulfúrico como disolvente, se evitaría en gran parte la
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tan en alto grado, acción irritante de la disolución. Para pensar asi nos animaba el recuerdo de que el alcohol sulfúrico está, como se sabe, constituido en
gran parte por el ácido sulfo-vínico, el cual habia de formar con el exceso de
base de la sal quínica un sulfo-vinato, compuesto que, como todos los de su
clase, se distingue por la suavidad de sus propiedades; de que ya dan muestra
los etéreos caracteres que los distinguen.
Asilo hicimos, y el éxito consagró nuestra presunción: disoluciones al 10 y
al 20 por 100 aplicáronse repetidamente por nuestro buen amigo el médico
mencionado, el cual vino con alborozo á manifestarnos que felizmente se había
evitado la formación de aquellos voluminosos flemones, y que la concentrada
disolución sólo dejaba como huella de su paso á través de la piel una pequeña
aréola que desaparecía al poco tiempo.
Aplicando en seguida el mismo método á la preparación de la disolución
para uso interno, asegurósenos también que los enfermos tomaban mejor ésta,
que la preparada con el ácido.
En el año último, habiendo indicado este hecho á nuestro amigo y compañero D. Gregorio Mozo, fué puesto por él en práctica en la oficina de Farmacia
del Hospital Militar de esta corte; y hoy son ya varios los señores jefes de Clínica que lo formulan así, ó encargan se prepare la disolución por este procedimiento.
Excusamos decir las precauciones y cuidado con que debe hacerse la disolución, aunque creemos que el exceso de disolvente nunca es tan nocivo en
ésta como en la preparada con el ácido.
Perdónennos nuestros lectores si hemos ocupado su atención con la insignificancia de este trabajo baladí; nos ha movido á hacerlo la esperanza, acaso
ilusoria, de ir aportando nuestro humildísimo contingente al caudal científico:
no de otro modo se forman los anchos ríos sino con los pequeños raudales,
sutiles hilos líquidos que entre peñas se deslizan; y así también con el jugo de
la pobre silvestre florecilla se forma el hermoso panal de esta augusta colmena
de la ciencia, donde se elaboran medicamenta, non mella.
MANUEL CASTRO Y MARTINÉZ.
INVESTIGACIONES MÉDICO-LEGALES,
POR EL MÉDICO PRIMERO
DR. FÉUX ESTRADA CATOYRA (1).
EXAMEN M I C E O G B Í F I C O DE LAS MANCHAS DE LA ROPA: INVESTIGACIÓN
DE LA FIBRINA T DE LOS GLÓBULOS BLANCOS.
Examen microscópico de una mancha de la blusa. Cortada la tela que tenía
una pequeña mancha del mismo aspecto que otras existentes en el delantero
izquierdo de la blusa, se dividió en dos trozos que se sometieron á distintos
procedimientos.
(1) Continaacion de la pág. 279.
305
Primer trozo. Se empezó por embeber en el agua destilada, previas las
precauciones necesarias para someterlo después á la inspección microscópica,
la cual dio por resultado la presencia de una sustancia trasparente en los
puntos que al campo visual ofrecían menos densidad, y blanco-parduzca trasluciente por donde era menos densa, cuya sustancia parecia compuesta de pequeñas granulaciones dispuestas de modo que simulaban delgados filamentos
entrecruzados. En esta misma preparación se apreciaban además muy bien,
ya adheridos á los filamentos de la tela, ya aprisionados en el espesor de la
sustancia anteriormente descrita, bastante número de unos glóbulos semitrasparentes, algo parduzcos, y granulosos, esféricos algunos y otros más ó
menos deformados, y de mayor diámetro que algunos otros glóbulos de color
rojizo, que también llegaron á percibirse en la preparación, aunque en más
corto número. Estos tres elementos dieron á conocer de una manera evidente la sustancia constituyente de las manchas que se analizan; es decir, una
sustancia granulosa y semi-transparente ó sea fibrina; unos glóbulos esféricos
granulosos y semi-transparentes también, algo parduzcos, glóbulos blancos, y
otros glóbulos de color rojizo de menor diámetro que los primeros, casi todos
deformados, no conservando su forma y volumen más que alguno que otro,
completamente embebidos en la fibrina, glóbulos rojos. El carácter granuloso,
afectando la forma de pequeños filamentos, propio de la fibrina embebida en
el agua destilada , el gran número de glóbulos blancos que no son atacados
por este reactivo histológico, y el escaso número de glóbulos rojos que sólo se
encontraban envueltos en una capa de fibrina, es decir, en donde el agua que
los destruye no había podido ejercer su acción, son otra prueba más para decidir en favor de que se trata de una mancha de sangre; pero pudiendo aún emplear otros medios de comprobación , se colocó sobre la preparación ya observada y sin separarla de la platina del microscopio, una gota de ácido acético,
on lo que se comprobó la reacción característica de dicho ácido sobre la fibrina , y sobre los glóbulos blancos , puesto que aquélla aumentando de volumen, poco á poco perdió su forma granulosa, haciéndose homogénea, carácter
propio de la fibrina , verificándose en los glóbulos blancos á la vez un fenómeno característico de este elemento histológico, y que le distingue de los demás,
como es la aglomeración hacia el centro de las granulaciones formando una
especie de herradura ó de O partida, á la vez que se hacen más trasparentes
por su circunferencia.
Investigación de los glóbulos rojos. 2." troio. Después de doce horas de imbibición en una solución saturada de sulfato sódico, se extrajo con el escalpelo
una porcioncita de la pequeña costra reblandecida, la que sometida á la observación microscópica descubrió la fibrina y los leucocitos conjos caracteres yu
indicados, y un gran número de glóbulos rojos que era lo que se buscaba, puesto que la solución del sulfato sódico no solamente no atacó este elemento, sino
que le devolvió su primitiva forma.
Estos glóbulos, completamente circulares unos, y algo deformados otros,
presentaron todos los caracteres del glóbulo rojo, distinguiéndose bien hasta
la depresión central, en los que vistos de frente se hallaban fuera de los coágulos fibrinosos y formando como verdaderas columnas, apilados, disposición
TOMO X.
20
306
muy frecuente en este elemento; su diámetro menor que el de los glóbulos
blancos , comprobados ya en la primera preparación, era otro carácter distintivo; no habiendo podido medirse por carecer de micrómelro, necesario en
esta observación; pero hecho un estudio comparativo con glóbulos de sangre
humana extraída de los vasos algunos diasantes, y con otra reciente, ha
dado una completa identidad de dichos elementos, en lo que puede concederse
á la apreciación visual, habiendo tenido ocasión de apreciar la sensible diferencia entre todos los glóbulos rojos observados, y los de la sangre de ave, con
los que también se han comparado.
Las mismas operaciones practicadas con la lela manchada de la blusa se
han repetido en otro pedazo de tela manchada del pantalón, que ha dado los
mismos resultados.
Consideraciones sobre si la sangre es humana. El examen y análisis micrográíico nos han dado á conocer los tres elementos principales de la sangre,
fibrina, glóbulos rojos y glóbulos blancos, que nunca pueden confundirse con
los de ninguna otra sustancia orgánica; habiéndonos manifestado el examen
comparativo con la sangre humana, una verdadera identidad en forma, á la
apreciación visual, y en propiedades en cuanto á los tres elementos principalmente observados, y una notable diferencia de forma, los glóbulos rojos
con los de la sangre de ave, la que desde luego puede excluirse como originaria de las manchas analizadas. Mas , si bien es cierto que no ha podido hacerse la medición micromélrica que algunos consideran decisiva para determinar si la sangre es ó no humana, por la gran fijeza de volumen que
generalmente se observa en una misma especie animal; al dar la apreciación pericial, hemos de exponer en cuanto á este respecto se refiere, que una
de las primeras autoridades histológicas en la actualidad, Fruthusien, da al
glóbulo rojo por medida 0'0()7°"" de diámetro por O'OOIQ""" de espesor, y según
la no menos autorizada apreciación de Frey, mide 0'0088""" de diámetro
por 0'00S4""" de espesor; entre cuya diferencia se encuentra la medida del
glóbulo rojo de algunos mamíferos , no pudiendo por consiguiente considerar
como absolutamente precisa , por más que sea matemática, la medición del
glóbulo rojo, para determinar si la sangre es ó no humana; mucho menos
cuando, como en el caso presente, se trata de una sangre que ha estado expuesta á las influencias atmosféricas durante más ó menos tiempo, ocasionando aquéllas, como es natural, sensibles alteraciones en sus elementos.
Conclusiones. Las deducciones generales , fruto del trabajo practicado, y observaciones que por extenso se dejan consignadas, permiten asegurar:
1." Que las manchas de la blusa y del pantalón, sometidas al análisis descrito, son indefectiblemente de sangre, por haber presentado todos los caracteres que le son inherentes.
2.° Que á pesar dp la identidad de la sangre analizada procedente de las
telas, con la extraída de los vasos de la especiehumana, y no considerando
concluyente la medición microniétrica , aun cuando hubiese podido llevarse á
cabo, y menos en el caso actual, por las razones arriba expresadas, no puede
resolverse en absoluto que la sangre, objeto de este trabajo, sea humana, por
más que sea decisiva la determinación de ser sangre.
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SEGUNDO CASO: Si la navaja barbera que se presenta tiene en su
cabo ú hoja manchas de sangre, y en caso de ser asi, si es de persona
humana.
Este caso, de suyo más difícil por el instrumento en que aparecían las
manchas, se hacía casi imposible de resolver, pues el Fiscal, llevado sin duda
de su celo, no nos entregó la prenda para que con calma emitiésemos el informe, como debe hacerse en casos de esta naturaleza; sino que citados en la Sala
de justicia, comenzamos allí nuestra declaración, no pudiendo terminarla más
que respecto al examen físico, exigiendo á dicha autoridad nos acompañase
con el instrumento en cuestión al gabinete histo-químico del Hospital Militar,
donde á su presencia terminamos el análisis, en el plazo de días que nos fijó,
y cuyo resultado consignamos á continuación.
Examen físino. Por el contenido de la pregunta presumimos que lo que al
Sr. Fiscal interesa es un análisis físico-químico-histológico y micrográfico, sumamente difícil de practicar en el acto, ya por haber trascurrido bastante
tiempo después del hecho que trata de investigarse, ya por la falta de todo medio auxiliar en aquel local, para verificar un análisis completo. Por tanto nos
limitaremos al examen físico del instrumento que presenta el señor Fiscal, y
que es una navaja, compuesta de dos pi«zas; de un cabo de asta ó madera negra, muy usada esta parte, articulada con una hoja de acero propia para afeitar. No hemos podido comprobar en el cabo ninguna mancha de sangre ni de
otra clase, no sólo en sus superficies externas, sino tampoco en las internas
que abrigan la hoja. Examinada la hoja, para poder hacer su estudio más claro, señalamos en ella dos caras, de las que, la una contiene cerca de la unión
con el cabo una marca de fábrica inglesa, siendo la otra lisa; señalamos también un borde ó canto grueso formando ángulos diedros con dichas caras, las
que al unirse por su otro borde, constituyen el filo del instrumento, que presenta dientes á manera de sierra en algunos puntos: consideramos también
dos extremidades, la una libre, curvilínea, y la otra que forma el mango de la
hoja y por donde se articula con el cabo por medio de un clavo ó tornillo.
Procediendo al examen físico de cada una de estas partes en que dividimos
la hoja del instrumento, observamos que en ambas caras, pero más principalmente en la señalada con la marca de fábrica, existen manchas unidas entre sí, aplastadas ó pegadas al acero; casi imperceptibles algunas, formadas al
parecer por una materia colorante que ha frotado la superficie de ambas caras
cerca del filo. Dichas manchas son oscuras y se confunden con otras de orin ú
óxido de hierro que contiene la hoja, y que demuestran que el instrumento es
viejo, y no usado en algún tiempo antes de esta ocasión. Levantada con cuidado
una porcioncita de la mancha de una de las caras, constituye una película sumamente tenue y deja el acero intacto, liso y de su color y brillo natural; y verificando la misma operación con otra de las impresiones del óxido, no sucede
así, pues se separa en polvo oscuro, y deja la superficie manchada, opaca y áspera; por lo que desde luego físicamente se comprueba que en la hoja del instrumento hay dos clases de manchas, unas de óxido de hierro, y otras de una
materia colorante.
308
Sometida á la acción del calor una porción de la película desprendida de
la hoja, hemos visto que se carbonizaba: sometida á la acción del agua fria en
un cristal de reloj otra porción de dicha película, se disolvió rápidamente; y
examinada la solución con una lente de aumento, único medio de que podíamos disponer en aquel momento, parecía verse algunos corpúsculos ó glóbulos
semejantes á los de la sangre, pero sin poder asegurarlo.
Y como quiera que de este análisis físico, incompleto, que pudimos hacer,
nada podíamos deducir como cierto, y sólo indicar la sospecha de que sean
manchas de sangre las que existen en la hoja de esta navaja, formulamos la
respuesta siguiente al Fiscal: «Que por el examen físico puede sospecharse que
la hoja de la navaja contenga unas manchas de sangre, así como otras de orín
ú óxido de hierro; que no siendo afirmativa la primera parte de la pregunta, no
pueden contestar á la segunda parte ó sea á si la sangre es humana; y que para
poder comprobar la sospecha que acusa el examen físico, necesitan verificar el
análisis histológico-químico-micrográfico, cuya operación no pueden llevar á
cabo, sin los medios que la ciencia exige, rogando al Sr. Fiscal les permita pasar al Hospital Militar de esta Plaza, donde existe un gabinete histo-químico
dotado de medios de investigación y análisis para poder dar luz sobre el caso
que se consulta, concediéndoles algún tiempo para dicho análisis.»
Examen histo-quimico-micrográfico. Previo permiso del Sr. Director del
Hospital Militar que interesó el Fiscal y reunidos á presencia de éste al dia
siguiente en el Laboratorio, posesionados de la navaja cuyo examen físico habíamos practicado, procedimos á completar el estudio de las supuestas manchas de sangre, habiendo empleado el manual operatorio que vamos á exponer en los mismos términos que dimos la declaración pericial.
Investigación de la fibrina y glóbulos blancos. Empezamos por raspar
en una cara de la navaja todas las manchas que caracterizamos como colorantes en el examen físico, valiéndonos de una lente, para que no se confundiesen con las de óxido de hierro, aun cuando á simple vista se distinguían
unas de otras; separadas las manchas, que constituían películas muy tenues,
las dividimos en dos vidrios de reloj, señalados con los números 1 y 2: el número 1 con unas gotas de agua destilada, y el número 2 con unas gotas de la
llamada solución conservadora de Hallem: al cabo de algunas horas de maceracion observamos qne las manchas se habían disuelto, y poniendo en el porta-objeto del microscopio unas gotas de la solución número 1, se comprobó la
presencia de la fibrina caracterizada por sus filamentos delgados, rectilíneos,
flexuosos ó entrecruzados, que sometidos á la acción del ácido acético tomaron
color pálido y aspecto gelatiniforme: en esta solución estudiamos también los
glóbulos blancos, que se presentaban deformados.
Invesligacion de los glóbulos rojos. Tomadas unas gotas del vidrio número 2 y observadas al microscopio, comprobamos la presencia de los glóbulos rojos, los que se presentaban bajo la forma de unos corpúsculos globulosos, esféricos, alargados, semipartidos, en una palabra, de diámetro y formas variables, algunos en hilera ó montones como monedas, de color amarillento.
Terminada esta prueba y con el fin de aprovechar las soluciones obtenidas,
tratamos la del vidrio número 1, ó sea la acuosa, con los reactivos siguientes;
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con el cloro que dio un color verdoso; con el amoniaco no se alteró; con la
tintura de guayaco, según el proceder de Schombein, al que se da tanta importancia, produjo la coloración azul característica: y por último, calentamos el
resto de dicha solución en la lámpara de alcohol, y se puso opalina formándose un coágulo verdoso que, sometido á la acción de la potasa, tomó un color
moreno y se disolvió. Quedó comprobada, pues, la presencia de la fibrina, de
los glóbulos blancos y de los glóbulos rojos.
Investigación de la hemina. Para completar el análisis hislo-químicoy
teniendo en cuenta la inexactitud que en el examen de las manchas de sangre
tiene la investigación délas sustancias albuminóideas solubles, y la del ázoe,
así como otros ensayos que en la actualidad no tienen valor, dejamos de practicar este análisis, y creyendo de suma importancia la producción de los cristales de hemina, medio señalado como infalible por algunos autores modernos,
para la investigación de las manchas de este líquido, procedimos á verificarlo de la manera siguiente: separamos las películas que pudimos obtener de la
otra cara de la navaja, y redujimos su estrado acuoso á sequedad tratándole luego por medio del ácido acético cristalizable: y colocado este líquido en
un vidrio de reloj, verificamos su evaporación al baño de maría, operación delicadísima, que nos proporcionó la formación de cristales de hemina, que se
mostraron en el momento en que los líquidos se concentraban. Vistos al microscopio dichos cristales se^presentaban bajo la forma de tablas romboidales,
de ángulos redondeados y de un color variable del rojo al moreno; y para comprobar más su presencia los tratamos por el agua, y no se disolvieron; tampoco se disolvieron en éter, alcohol ni cloroformo, pero sí en el ácido nítrico.
Análisis de las manchas de orin. Preciso era comprobar que estaba bien
señalada la diferencia que esitablecimos en el examen físico de que la navaja,
objeto de nuestro estudio, presentaba dos clases de manchas; y para ello, seguidamente raspamos con el mayor cuidado algunas manchas de las que indicamos como de orín ú óxido de hierro, y sometidas al mismo manual operatotario que habíamos empleado para las de sangre, nos dieron un resultado negativo, acusando las reacciones propias del hierro, que no detallamos por no
juzgarlo necesario en nuestro informe.
Conclusiones. No llevamos á cabo el análisis espectral por no tener espectroscopio el Gabinete, y haber transcurrido el tiempo que nos había concedido el Fi.scal; creyendo, á pesar de la importancia de este análisis, que con los
practicados y muy principalmente con la reacción de la hemina tan característica para la investigación de las manchas de sangre, teníamos suficientemente demostrada su presencia, y podíamos terminar en resumen'nuestra declaración pericial en la forma siguiente: nQue la navaja que nos presentó el señor Fiscal, contiene unas manchas de sangre, y otras de orin ú óxido de hierro:
y que respecto á si la sangre es humana, debemos significar que en el eslado actual de la ciencia y á pesar de los adelantos de la Químicafisiológicay
de la Anatomía y Fisiología comparadas, no pueden establecerse diferencias
marcadas entre la sangre del hombre y la de otros mamíferos de orden superior; pues los elementos constituyentes del líquido sanguíneo de éstos son semejantes á los de la sangre humana; y la diferencia única que establecen los
3\0
autores más respetables, consiste en el tamaño y forma de los glóbulos rojos,
y en las proporciones relativas de cierto número de sales alcalinas, tales como
los carbonates y fosfatos. La forma de los glóbulos rojos de la sangre en la mayor parte de los mamíferos es esférica ó bicóncava, excepto en algunos rumiantes como el camello, en que se asemeja á un disco oval: los glóbulos déla sangre en los demás vertebrados son generalmente elípticos y de mayor tamaño;
los de los reptiles tienen dimensiones mayores que en los demás vertebrados,
y se ven á simple vista; variando mucho las dimensiones y formas de estos
elementos en los demás grupos zoológicos de sangre roja; no siendo posible
en el caso presente establecer con exactitud tal diferencia, por las formas variables, ó más bien, por presentarse los glóbulos deformados, según queda
consignado, y carecer de un micrómetro. Por lo que hace á la diferencia en
las proporciones de los carbonates y fosfatos alcalinos, es una cuestión que todavía está en estudio, y que no sería tampoco posible apreciar en el caso presente, por la tenuidad de las manchas, que apenas han dado lugar al análisis
practicado.
De lo expuesto se deduce la importancia grandísima que tienen estas investigaciones en los reconocimientos médico-legales, y la necesidad de crear
laboratorios histo-químicos en los hospitales militares, que prestarán servicios muy valiosos para la renta administración de justicia, y mayores aún
para el diagnóstico y génesis de muchas enfermedades que, como las neoplasias y las infecciones, causan considerables estragos.
REVISTA DE LA PRENSA PROFESIONAL.
Los parásitos de la sangre en labtmatoquiluria.—Tratamiento de la diabetes por el fósforo
-La separación de los tuberculosos en el ejército alemán.—La actinomicosis.
Los embriones que se encuentran en la sangre de los hematoquilúricos son
animalillos cilindricos, alargados, lisos, envueltos por una membrana anhista
y desprovistos de todo órgano aparente, á no ser que se considere como tal una
doble raya que ocupa la región media del cuerpo. La extremidad anterior,
que puede considerarse como la cabeza, es aplanada y redondeada. La extremidad posterior ó cola es afilada y se termina por una especie de gran pestaña
vibrátil que sirve para la progresión, como el filamento del espermatozoide.
Como se ve, la constitución de estos seres, aunque bastante superior ala
de los microbios propiamente dichos, es todavía muy rudimentaria. Sobre este
punto están de acuerdo los observadores. Sólo respecto á sus dimensiones han
surgido diversidad de pareceres. Scheube, cuyo interesante artículo sobre el
particular nos sirve de base á estas noticias, cree haberla determinado con
más precisión que todos los demás. Durante su permanencia en el Japón, ha
podido estudiar por sí mismo estos embriones, y les atribuye una longitud de
216 milésimas de milímetro, por una anchura de 0,004 milésimas solamente. Su número en las orinas y en la sangre es excesivamente variable.
311
En estos últimos años, Manson ha hecho observaciones muy curiosas en
Amoy sobre el origen y el desarrollo de estos parásitos. Según Manson, los embriones de/iíaria «aw^/itínú jamás llegan á hacerse adultos en el cuerpo del
hombre. Lo abandonan por un medio más propicio á su crecimiento. Pero
no por esto dejan de volver á él. Los mosquitos constituyen su residencia intermedia.
Los mosquitos machos no tienen aguijón y no viven de la sangre humana.
Sólo los mosquitos hembras atacan al hombre, y absorben con su sangre embriones de Alarias. En efecto, se encuentran en su estómago en cantidad considerable; la mayor parte es digerida; los otros se desarrollan en un espacio de
tiempo que no excede de seis dias, hasta alcanzar una longitud de '/is de pulgada. Otras veces, son larvas visibles, vivaces, más elevadas en organización,
porque poseen un canal intestinal; su extremidad cefálica lleva algunas papilas, órganos de la perforación, que permitirán más farde al animalillo penetrar en el cuerpo del hombre.
Las hembras de las mosquitos depositan sus huevos al borde del agua, y
mueren. Entonces quedan en libertad las larvas de filarla. Supone Manson
que penetran generalmente en el hombre por el estómago, pues los indígenas
jamás filtran el agua de que hacen uso; admite, sin embargo, que pueden
atravesar el tegumento externo de los que se bañan en las riberas infestadas
de larvas. De cualquier modo que se introduzcan, buscan en el cuerpo del hombre un medio más conveniente que la mucosa intestinal ó el tejido subdérmico, y, cuando han encontrado este medio, se sexualizan.
Cobbold adopta por completo las conclusiones de Manson. Leuckarty Lewis,
por el contrario, emiten algunas dudas. Este último, por ejemplo, acepta que
los embriones de la filaria sanguinis pasen al estómago de los mosquitos y sufran allí ciertas modificaciones; también ha visto que estos estómagos de mosquitos encierran jóvenes nemátodes que podrían ser el estado de desarrollo ulterior de los embriones absorbidos. Pero nada prueba esto de una manera absoluta. Por otra parte, las experiencias de Manson no han podido reproducirse
con éxito. Myers, en Formosa, hizo beber á varios monos agua en la cual los
mosquitos habían depositado sus huevos; pero los nionos no contrajeron la enfermedad de la filaría. Es cierto que los mosquitos de Formosa no son de la
misma especie que los de Amoy, y Myers cree que aquéllos no son favorables
al desarrollo de los embriones, los cuales serían totalmente digeridos en el estómago. Por esta misma razón la enfermedad de la filaria no es endémica en Formosa, y lo es en Amoy.
El parásito adulto en el cuerpo humano es una rareza. Sin embargo, Bancroft lo ha observado, y pretende que puede alcanzar hasta cuatro pulgadas
de longitud. Tiene, pues, bajo este punto de vista, alguna analogía con la filaria de, Medina, que, en ciertos casos, toma proporciones mucho más considerables. Pero existe un problema cuya solución no se ha encontrado todavía:
¿Por qué los embriones de filaria sanguinis están tan abundantemente esparcidos en|la sangre durante la noche? ¿Por qué son tan raros durante el día? Pretender que son noctámbulos, como los acarus de la sarna, no basta. Lo que
también es'poco probable, que cada noche nazca una nueva generación para
312
desaparecer al dia siguiente. Lo que es evidente, por el contrario, que los parásitos en cuestión se ocultan durante el dia en ciertas regiones del cuerpo, donde son inaccesibles al experimentador. Como era de suponer que la luz tuviera
poca influencia sobre este fenómeno, Mackenzie observó durante algún tiempo
á un joven soldado del ejército de las Indias, atacado de filaría sanguinis, y que
quiso invertir el orden y el empleo de su tiempo, durmiendo por el dia y trabajando por la noche. Desde entonces se probó que la presencia de los embriones
de filaría en la sangre no depende más que del género de vida del que les sirve
de asilo. Se puede suponer, por ejemplo, que, durante el dia, los movimientos
del cuerpo y el trabajo de la digestión acumulan los parásitos en las vías linfáticas, al paso que, durante la noche, gracias al reposo y á la posición horizontal, la circulación se cumple en condiciones más favorables, y el paso de
los embriones de la linfa á la sangre no encuentra obstáculos. Esta aplicación
parece que satisface á Scheube: séanos permitido expresarla sin comentarios.
En cuanto á la eliminación espontánea de la filaría, se verifica por todas las
vias de secreción y de excreción; se los ha encontrado sobre todo en la orina:
también se han visto hasta en las lágrimas
A propósito de la medicación hipostenizante por el bromuro de potasio
preconizado en estos últimos tiempos , el Dr. M. Travignot, en una nota dirigida á la Academia de Ciencias , ha creído útil recordar la medicación hiperstenisaníe que utilizaba desde mucho tiempo en el nervosismo, la cloro-atietnia
y el Uiifatismo, como una de cuyas manifestaciones , más ó menos aproximada , considérala glucosuria.
Los diabéticos á quienes ha tratado, estaban afectados al mismo tiempo
de cataratas más ó menos adelantadas. La afección general era bastante antigua, puesto que había determinado una lesión de nutrición en el cristalino;
sin embargo, no encontró más que dos casos de mediana intensidad. Muchos de
estos enfermos habían estado sometidos, anteriormente, ya á la medicación
alcalina , ya al régimen antifeculento, con el éxito fugaz, pero que de ordi'
nario se obtiene. En estos diferentes casos , la medicación fosforada se empleó
sola . es decir, sin alcalinos y sin régimen dietético especial; y en esta forma
dio resultados favorables bajo el punto de vista clínico, y bajo el punto de
vista químico, en el sentido de que el descenso gradual de la materia sacarina
coincidió con el aumento de fuerzas y de la vitalidad general del organismo.
La medicación fosforada , bajo sus diferentes formas , tiene además una
ventaja real sobre las otras , cual es el poder emplearla , por decirlo así, de
una manera constante , y forma parte integrante del régimen del diabético,
mientras que los otros tratamientos no pueden emplearse, sin inconvenientes,
durante un período largo.
En efecto, nadie osaría someter á estos enfermos al uso continuo de los
alcahnos, al régimen perpetuo délos autifeculentos, y sobre todo, añade
Mr. Travignot, al empleo demasiado prolongado del bromuro de potasio.
Este tratamiento es de los más sencillos ; se compone : 1." Del aceite fosforado á 300°, preparado por el procedimiento ordinario, ó mejor aún, por el
313
de Mr. Mélin. Se emplea este aceite en fricciones á la dosis de 4 gramos por
día. 2." Vesículas fosforadas, que contiene cada una un miligramo de
'ósforo disuelto en el aceite y que se prescriben á la dosis de 2, 4 ó 6 vesículas
en las veinticuatro horas, antes y después de las comidas. 3.° Por último, pildoras fosfo-ferruginosas , que reemplazan á las vesículas fosforadas, en los
casos en que se trate do obrar, simultáneamente, sobre el sistema nervioso y
el sistema sanguíneo. He aquí la composición de estas pildoras:
Aceite de almendras dulces
Fósforo
Disuélvase en baño-maria á 100", y añádase :
Manteca de cacao
Polvo de malvavisco
Carbonato de hierro
8 gramos.
O'dO centigramos.
S'-tí) centigramos.
18 gramos.
3 gramos.
H. S. A. ICO pildoras gelatinizadas ó grageas. En muchos casos, Mr. Travignot ha podido utilizar el aceite fosforado contra diversas manifestaciones
exteriores de la glucosuria , tales como la balano-postitis, las erupciones cutáneas y las placas gangrenosas superficiales. La acción tópica del remedio ha
sido siempre de las más eficaces. [Revue de Thérap. méd. chir.)
Una circular del departamento médico-miJitar prusiano, relativo á la profilaxia de la tuberculosis, fecha 31 de Agosto de 1882, recomienda á los médicos
militares redoblar la vigilancia, á fin de no introducir en el ejército soldados
amenazados ó ya atacados de tuberculosis ; «el alejamiento inmediato, ya en
convalecencia, ya con licencia, de los soldados que presentan los primeros
signos de la tuberculosis, tendrá por primer beneficio, y no el menos importante, alejar del cuartel y del hospital una causa de infección.»
La circular recomienda «vigilar con mucho más cuidado de lo que se ha
hecho hasta hoy, para que los individuos sospechosos de tuberculosis sean
separados tanto en el hospital como en la enfermería del cuartel, de los otros
enfermos, y sobre todo de aquellos que sufren neumonía ó bronquitis aguda.
Las medidas destinadas á arrojar ó á desinfectar los esputos, como propagadores del agente infeccioso, se imponen por sí mismas.*—Estas recomendaciones, dice la Révue d'Hygiéne, nos parecen excelentes; sentimos no encontrar
en ellas su complemento natural, la desinfección anual de los cuarteles , por
la combustión de 30 gramos de azufre por metro cúbico, aprovechándolas
grandes maniobras del otoño, para evacuar y limpiar perfectamente todos los
cuarteles; así se destruirían de una sola vez, antes de Ja reclusión invernal,
las chinches, los malos olores , los miasmas y hasta los virus.
A los veterinarios debemos el conocimiento de la actinomicosis, enfermedad confundida hasta estos últimos tiempos con otras diferentes afecciones.
Rivolta, de Pisa, fué el primero que dio una descripción exacta de esta enfermedad en 1868 y 187S; sin embargo, es dudoso que hubiera conocido,
314
en esta época , la relación que existe entre los actinomyeéks y la producción
de los tumores en los cuales encontró estos parásitos. Perroncito, de Turin,
(187S) comprobó también su presencia en el sarcoma del buey.
En Alemania se atribuye el descubrimiento de la actinomicosis á BoUinger (1873), el cual, según la opinión de Hartz, dio el nombre de adinomyces ál
parásito, á causa de su estructura radiada , y á la enfermedad el de actinomicosis. El primer caso en el hombre fué publicado por Israel en 1878.
La actinomicosis está constituida en el buey por tumores colocados en los
maxilares, especialmente en el inferior, ó bien por nodulos aislados, que tienen el aspecto de nodulos ó tubérculos cuya superficie está ulcerada y que
ocupan las cavidades bucal y nasal, fa lengua, etc.: estas lesiones se consideraban hasta entonces como sarcomatosas (osteo-sarcomas), tuberculosas,
dependientes de escrófula, muermo, etc.
En el hombre la actinomicosis reviste un aspecto diferente; en vez de
tumores son focos de supuración más ó menos extensos que pueden observarse en las diferentes regiones del cuerpo [abscesos dentarios, angina de Ludwig.
abscesos de /os fosas iliacas, pleuresías purulentas, etc.)
Cualquiera que sea la forma afectada por la actinomicosis, la enfermedad
es debida incontestablemente á la presencia de actimomyces. Estos parásitos
se han encontrado, sin determinar lesiones, en las criptas de las amígdalas
del hombre (Ponfick) y del cerdo (Johne). Resulta, pues, que este parásito,
como todos los demás, no puede desarrollarse si no encuentra una puerta de
entrada ó un terreno favorable. El contagio por el intermedio de las heridas se
ha comprobado perfectamente, en todos los casos, por las observaciones de
Perroncito y de Ponfick.
La clasificación botánica de la actinomicosis ha dado lugar á algunas controversias. Israel, que fué el primero que la describió en el hombre, sin pronunciarse categóricamente, se inclina á atribuir su causa al Streplotrix
Forsterii.
Johne ha puesto en duda la absoluta identidad de la actinomicosis del hombre y del buey, basándose en el resultado negativo de una de sus series de inoculaciones.
Una observación publicada por Birdo-Hirschfel parece tener alguna relación con la actinomicosis; se trataba de un niño atacado de una fiebre violenta; no se encontraba como lesión más que un depósito poco adherente de un
blanco de estearina sobre una de las amígdalas. Tan pronto como fué separado, cesó la fiebre, recidivando dos veces, diez dias después, con la reproducción de la misma membrana. El examen histológico del depósito que tenia la
forma de una pequeña pelota del grosor de un guisante, demostró la existencia
de filamentos de schizomyceles radiados y dispuestos á la manera de un zarzal;
su extremidad libre estaba desprovista de abultamientos, ó los presentaba muy
pequeños. Entre los filamentos inarticulados, se veían numerosos y espesos
montones de finos micrococus. Sobrevino una cuarta recidiva y la amígdala
enferma fué lavada durante diez dias con la esponja y expolvoreada conflorde
azufre: no hubo más recaídas. Se propuso el nombre de Leptothrix fascieulatus
ara designar el parásito.
315
Mr. S. Rivolta creyó más justo el nombre de discomyces bovis. «En 1875,
dice, he descrito en sarcomas del buey colocados en diversos órganos, montones de filamentos ramosos en diferentes grados de desarrollo y magnitud.
Aunque resisten á la acción de la potasa y se asemejan en este punto álos
micromycetes, no creo que se les deba considerar de naturaleza vegetal, puesto que difieren de los microfitos conocidos.
El mismo autor ha observado en el caballo otra especie de parásito en un
sarcoma de la región del escroto. Este se distingue del primero en que está
exclusivamente compuesto de células de magnitud y forma distintas (células
madres y células hijas), pero por su distribución, su aspecto microscópico, etc.,
se aproximan á las de la actinomicosis. Así Mr. Rivolta cree que pudiera dársele el nombre genérico de satcomyces y el de sarcomyces bovis y equi á las
dos especies conocidas.
Mr. Canali ha señalado en un caso de actinomicosis pulmonar corpúsculos
aislados y numerosos, provistos de una membrana envolvente de doble contorno; estos corpúsculos eran de formas variadas (formas de pesas, de lanzas,
de vírgulas, de masas, de espermatozoarios, etc.), y generalmente reunidos
dos á dos y encadenados.
Hasta hoy los ensayos de cultura no habían suministrado sino datos incompletos y poco cnncluyentes. Mr. Osear Israel ha obtenido por fin algunos resultados positivos. En un trabajo muy interesante y que sólo podemos analizar
brevemente, atribuye el poco éxito de los otros autores á la excesiva vulnerabilidad del parásito, y á su desarrollo muy lento; de donde resulta que puede encontrarse ahogado y disfrazado por el desarrollo de parásitos accesorios. De
modo que la cultura debe ser desde su principio perfectamente pura. El autor
no ha conseguido cultivar el actinomyces más que en el suero de la carne coagulada de Koch; el parásito que se desarrolla por esporos del décimo al décimo
cuarto día, no alcanza, después de ocho semanas, más que una extensión de medio centímetro. Es de notar también que los actinomycetes calcificados no pue"
den servir paralas culturas, que el mycelium es más ó menos rápidamente destruido por diferentes líquidos (los esporos son más resistentes), agua destilada
y glicerina; al paso que, por el contrario, resiste á la acción de soluciones fuertes alcalinas ó acidas.
Las inoculaciones sobre las terneras son las que dan mejores resultados.
Johne consigue por inoculaciones subcutáneas é intraperitoneales reproducir la enfermedad en las terneras; uno ó dos meses después presentan tumores
absolutamente semejantes á los tumores actinomicéticos. Según Ponftck, el
conejo y el perro son refractarios ala inoculación. Pero Israel ha conseguido
inocular la enfermedad del hombre al conejo: este autor ha elegido como sitio
de inoculación la cavidad peritoneal. Dos meses después pudo comprobar los
tumores que presentaban el aspecto característico de la actinomicosis del
buey. Además Mr. Vachetta ha observado un caso en el perro.
En la próxima Revista terminaremos estos apuntes sóbrela actinomicosis.
Madrid 23 de Mayo de 188 i.
M. GÓMEZ FLORIO.
316
BIBLIOGRAFÍA.
patología General considerada como Fisiología Patológica, por el Dr. Profesor
de Konigsberg, S, Samuel, traducida directamente del alemán y anotada por el Dr. R. Alonso García, Médico primero del Cuerpo de Sanidad Militar.
Sin perjuicio de que hemos de cumplir nuestro propósito trazando el juicio
critico detallado de la citada obra, cuando esté terminada su publicación en
español, creemos oportuno ahora trascribir estas ligeras apreciaciones que
nos sugieren los siete primeros cuadernos que de dicha obra llevamos recibidos , ya que el mérito de la misma y la amabilidad del traductor bien lo merecen , con lo que creemos prestar además un señalado servicio á nuestros compañeros y á la ciencia en general.
¿ Qué es el Samuel? Un tratado más de Patología General. Hasta aquí, por
bellezas que contuviese , por excelentes que fuesen su plan y método de exposición, si bien digno de elogio siempre, no por eso merecería fijar de un
modo especial nuestra atención. Algún otro mérito, pues , creemos que tiene
para dedicarle estas líneas, ¿Cuál ? Ser Fisiología patológica. Ya este concepto
es mucho, porque representa un colosal adelanto, según veremos en breve;
pero por si sólo semejante título aun no da idea completa de lo que significa
la obra en cuestión , toda vez que el concepto ñsiológico de la Patología, así
sin mus ni más, podría parecer incorrecto y hasta superfino: todos los médicos junto al enfermo hacen fisiología, si bien á su manera.
El gran mérito del Samuel enciérrase sin duda alguna en esta su propia
frase que .sintetiza la obra entera: «las Patologías especiales suminístrannos
la Historia líaturalde las enfermedades, la Patología General debe convertirse en la Física de las enfermedades.»
He aquí una de esas verdades que se imponen, que inmortalizan un libro,
que sólo un sabio sabe formular. Veamos sino la verdad, originalidad y trascendencia de tal aserto.
Luego que nacieron las ciencias , la Hmitada inteligencia del hombre que
veía en las unas distinto objetivo y diferentes procedimientos para alcanzarlo
que en las otras , hubo de clasificarlas , quedando así constituido aparte el
grupo de las ciencias dichas NATLRALES, así consideró naturalmente á la Medicina la escuela hipocrática. Mas bien pronto surge el famoso nosce te ipsum,
que ni entonces ni nunca sirvió más que para embrollarlo todo, ocultando
nuestra ignorancia y, lo que es peor, consolándonos en nuestra indomable pereza, con lo cual dicho se está que su significación primitiva había de exagerarse hasta el punto de extraviar cada vez más las inteligencias que se dedicaban al estudio de la Medicina. Aquí estuvo el mal. Desde aquel momento, esta
rama de los conocimientos, en vez de seguir figurando entre las ciencias propiamente naturales, no fué asi, sino muy al contrario; sin razón plausible
alguna pasó á otro campo, al de las ciencias que podemos llamar psicológicas,
ontológicas ; y aunque se veía claramente la falta de lógica en tal proceder,
aunque algunos serios pensadores trataban de detener la corriente, esta con-
317
tinuó impetuosa su camino ; por eso la Medicina, ni fué ciencia natural de
observación , ni mucho menos de experimentación , ni tampoco lo podia ser
de intuición: en fuerza de querer serlo todo, no fué casi nada. Prescindiendo
ya de los males nerviosos, de los azotes divinos, ¿ quién se preocupaba en averiguar el fundamento real y positivo de los diversos sistemas que caprichosos
siempre dominaban á la ciencia en cada época ? i A qué conducía admitir dentro del terreno puramente médico las ideas del principio vital, de la irritación,
estimulación, la de vitalista, humorista, del contraestímulo, si no se comprendían? Sin embargo, así pasaron los siglos. Entanto las ciencias físicas , hermanas gemelas de la Medicina . seguían otro derrotero bien distinto; prestándose menos á las preocupaciones por ser de más fácil comprensión, los
sabios, que no tenían porqué divagar estérilmente, ateniéndose pura y simplemente á la observación y experimentación pronto fueron deduciendo leyes,
creando un caudal de nociones positivas que explican los asombrosos adelantos prácticos que estas ciencias realizan en nuestros dias. El método en este
caso, el sistema en la Medicina, he ahí la razón del contraste que se advierte
entre los progresos de ésta comparados con los de las físicas.
Llega por fin la época actual. ¡ Felices Henle , Virchow... á quienes por su
talento y por contar con el caudal de conocimientos auxiliares que con ímprobo trabajo importaran otros sabios, les fué relativamente fácil echar los
cimientos déla reforma de la Medicina! Así que lógicamente han podido
preguntarse: si es la misma la materia é idénticas sus energías, ¿qué es la
enfermedad ? Por lo menos no debe ser un ente independiente , autonómico;
por lo menos, si ha de ser una verdad la terapéutica, es preciso observar y
experimentar á fin de saber ante todo qué es lo que se ha de combatir y cómo
hay que hacerlo; obrar de otra suerte es caminar á ciegas, acertar por casualidad , errar mil veces. Con este lema por divisa es como la Alemania emprende de frente la transformación actual de la Medicina; es como surgen la Fisiología experimental, la Fisiología general y la Patología experimental; es cómo,
despojadas de todo género de digresiones inútiles, aparecen las descripciones
acabadas de las enfermedades particulares que constituyen las magníficas
obras de los Pitha, Billroth y tantos otros sabios que se in.spiran en la doctrina
reformista.
La reforma actual de la Mejdicina consiste , pues , en volverla á su antiguo
cauce, á incluirla entre las ciencias físicas, en considerar al hombre, lo mismo
que á los demás cuerpos de la naturaleza , como realización concreta de unas
mismas materias y fuerzas , en convertir al Médico en Físico, pese á nuestra
vanidad. Tal es el concepto moderno de la Fisiología.
Empero, esta noción tan inconcusa , sólo de un modo tímido fué aceptada
por los Patólogos que faltos de un criterio común, en unos casos la veían
clara, en otros la presumían , en los más seguían la rutina antigua, por lo
cual, si progresaban las especialidades , no era en la debida medida; y es que
las Patologías no formaban un conjunto armcnico. su organismo carecía de
unidad , unidad que tenía que partir de fuera de ellas , esto es, de la ciencia
de los conceptos generales, de la Patología General que estaba por formar.
Necesidad tan imperiosa, en breve había de ser satisfecha, como así sucedió
318
efectivamente aunque de un modo incompleto, apareciendo Uhle y Wagner
en 1862. Hemos dicho incompleto, porque esta obra, si ofrecía grandes ventajas, no estaba exenta de defectos importantes; fueron sus ventajas: 1." recopilar el abundante material que yacia esparcido por doquier sin orden ni
concierto; 2.' darle forma en parte, haciéndolo útil; 3.* iniciar el cambio en
el modo de ser de la Patología General, la cual, desde entonces dejó de representar una colección simple de síntomas y nombres , de especulaciones filosóficas estériles, de procedimientos exploradores , para convertirse en el cuerpo de doctrina de los procesos elementales comunes. Fueron dos sus defectos;
d.° no comprender en realidad todo el espíritu de la reforma, por lo que, no
sólo carece el Wagner de ese atributo de verdadera originalidad, que se llama
unidad, sino que sigue amalgamando con la Patología General la Anatomía
Patológica , dos entidades que deben figurar tan separadas entre sí como lo
están la Anatomía y la Fisiología normales ; 2.° ser muy deficiente en los capítulos, y en el método de exposición. Pero es obvio que para hacer este análisis de obra tan importante como lo fué el Wagner, han sido precisos el transcurso de veinte años durante la época presente de tanta actividad intelectual,
y que naciera Samuel.
Comprendiendo así á Wagner, Samuel se ha aprovechado de las ventajas
de aquél, las que ha perfeccionado en sumo grado ; se ha hecho cargo de sus
defectos , los que ha corregido por completo. En virtud de todo lo que, y de su
talento superior, nada tiene de particular que, rompiendo de una vez con las
preocupaciones tradicionales, ateniéndose á la lógica estricta , el ilustre profesor de KOnigsberg. se hiciese estas reflexiones: no siendo la enfermedad
más que el desorden en el curso típico de las funciones fisiológicas, es claro
que las enfermedades no consisten en las causas , ni en los productos que originan, consisten sólo en los fenómenos funcionales, que median entre la
acción inicial de las causas y dichos productos: en la vacuna, por ejemplo,
la enfermedad no consiste en la linfa ó en el acto de la inoculación, ni en las
pústulas ya formadas , consiste en la modificación funcional que se realiza
entre esos dos extremos. La Fisiología normal estudia el curso ordenado de
las funciones ; el curso atípico de las mismas incumbe también á la Fisiología , pero patológica: cada enfermedad es una parte de Fisiología patológica;
es así que las enfermedades comparadas entre sí ofrecen fenómenos comunes,
procesos generales, luego estos deben reunirse en un cuerpo de doctrina,
coherente, unido, que se l'ama Patología General ó Fisiología Patológica.
Mas, siendo el concepto de la Fisiología con respecto á los fenómenos normales de nuestro organismo, igual al de cualquiera otra de las Ciencias Naturales, sien un caso y en el otro son la observación y experimentación los
medios de alcanzar el fin, compréndese que no cabe otro camino tratándose
de nuestros males, esto es, el físico-químico puro; si una luz se apaga
cuando ha consumido el oxígeno del aire en que arde, también, cuando
falta oxígeno á nuestra sangre, dejan de regir ciertos centros y la vida se
extingue ; con proporcionar oxígeno, se consigue seguramente en un caso y
en el otro evitar la muerte: si los fisiólogos reconocen que no hay más que
una Mecánica, una Física, una Química generales á cuyas leyes están some-
319
tidos todos los fenómenos de la Naturaleza , así orgánica , como inorgánica,
¿por qué no han de hacer lo propio los patólogos ?
Inspirándose constantemente en el criterio reformista, no viendo por
doquier más que causas naturales, efectos precisos, evoluciones fatales de los
procesos morbosos elementales comunes, escomo el autor desarrolla su magistral obra, en la cual, por otra parte , no sabemos qué admirar más , si la
lógica del plan y método expositivo , los capítulos y secciones nuevas, ó el
tino con que utiliza los datos puramente necesarios al objeto que persigue;
obra, en fln , digna de la Universidad que dio el ser á los Kant, MüUer y
tantos otros sabios como la inmortalizan.
Haber creado la Fisiología Patológica: tal es el mérito de Samuel.
Conocedores, por último, de las dificutades sin cuento que supone la traducción correcta del Samuel, y del trascendental servicio que viene á prestar
á la clase médica española, no dudamos en calificar á aquélla de verdadero
acontecimiento científico, y en felicitar de todas veras , por lo tanto, á nuestro
distinguido compañero el Sr. Alonso García.
Madrid, 10 de Mayo de 1884.
A. TORRES.
ASUNTOS VARIOS.
Con gran placer vamos á dar cuenta de un acto solemne en extremo y de
importancia científica suma que ha tenido lugar en la capital del Imperio alemán, y que-puede considerarse como el más bello coronamiento que podía tener la notable, por más de un concepto. Exposición general alemana de Higiene y Salvamento.
Por indicación de S. M. la Emperatriz Augusta, el ministro de la Guerra ha
convocado una asamblea que bien puede calificarse de ilustre por las condiciones de las personas que la componían, para que en vista de los progresos
que en materia de Higiene acusaba la citada Exposición verificada en Berlín
durante el verano de 1883, acordase y formulase conclusiones prácticas que debieran tenerse en cuenta para modificar ó disponer ciertos servicios en cuya
ejecución ejercen grandísima influencia los conocimientos higiénicos.
Dicha asamblea, compuesta de verdaderas autoridades en Cirugía, de los
Médicos militares de las categorías superiores, de notabilidades médicas y rte
los representantes de la Sociedad de la Cruz Roja Prusiana, ha celebrado
sus conferencias en la Casa del Emperador; la presidencia de las mismas fué
conferida al eminente Dr. Langenbek, y entre los demás miembros podemos
citar á los Sres. Bergmann, Bardeleben y Küster de los Institutos de Berlín;
Esmarch, de Riel; Volkmann, de Halle; los médicos principales del servicio activo Mehlhausen, Wegner y Wencel, de Berlín; Roth, Fichte y Friedrich, como
representantes del Ministerio de la Guerra de Sajonia, de Wurtenberg y Baviera respectivamente; además el Dr. Arusk, director del Reichs Gemndheitsz
Amí (oficina imperial de Higiene) y otros varios. Representaban al Ministerio
de la Guerra prusiano varios Jefes de Sanidad Militar con destino en la sección de dicho ministerio, entre ellos el competentísimo Dr. Coler y nuestro especial amJKO y laborioso Stabsarzt, Dr. Kórting, que desempeñó las funciones
Los puntos más importantes comprendidos en los debates han sido los siguientes:
1." La instalación del tratamiento antiséptico de las heridas en todas las
formaciones sanitarias del Ejército en campaña.
. 2." Los medios y condiciones del trasporte de heridos.
3." La instalación de enfermos y heridos sobre el campo de batalla (tiendas y barracas) especialmente en países poco cultivados.
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•i." La alimentación del ejército en campaña por medio de las conservas
alimenticias.
Para que la discusión fuese más fecunda en resultados prácticos, se habían formulado de antemano proposiciones concretas sobre puntos determinados, detallando aquéllas de manera que no pudiera extraviarse el debate, ni
que digresiones más ó menos pertinentes, pero siempre dilatorias, le alejasen
de alcanzar el fin práctico que todos perseguían.
Por más de que al presente sólo podamos anunciar á nuestros lectores la
resolución ó acuerdo afirmativo respecto de la primera proposición, y la adopción de algunas mejoras en la práctica de los servicios que abarcan la segunda y cuarta, abrigamos fundadas esperanzas de poder informar más detalladamente á nuestros suscritores de los trámites del debate, así como de las resoluciones propuestas, una vez nos sean más conocidas.
1.a sucinta exposición del hecho que acabamos de relatar, hará comprender
fácilmente la merecida y justa importancia que á la higiene concede el Gobierno alemán; pero si consideramos aquél solamente bajo el punto de vista de
la especialidad militar, no podremos menos de notar cuánto preocupa en un
ejército bien organizado la alimentación desús soldados, asi como la instalación, curación y trasporte de sus heridos y enfermos, rindiendo así merecido
culto á sagrados y altísimos deberes de humanidad y atendiendo por otra parte á imprescindibles exigencias de la guerra, pues además de procurar por estos medios el menor número posible de bajas definitivas en su contingente,
y reducir la duración de las temporales ó transitorias, al proporcionar medios
rápidos y apropiados de alejar los heridos y enfermos de los sitios de lucha,
consigúese desembarazar prontamente las columnas combatientes, de aquellos
obstáculos que, siendo inevitable resultado déla lucha misma, pudieran oponerse al rápido movimiento de las tropas y á su enérgica acción, de lo cual
pende en muchas ocasiones el buen ó mal éxito de las operaciones emprendidas; y no se diga que por ser una nación eminentemente militar sólo se preocupa de los asuntos que aun dentro de la esfera técnica pueden ofrecer ventajas en su aplicación ala práctica de la guerra, .pues nosotros, que hemos
tenido ocasión de poder apreciar de cerca lo que en dicho pueblo significan y
suponen las indicaciones y preceptos de la Higiene, no vacilamos en afirmar
que Alemania ha sido la primera en conocer la necesidad de dar á dicha ciencia una base experimental, y la nación que con mayor perseverancia procuró
realizar este propósito, en el cual persiste cada vez con mayor ardor y entusiasmo; los nomnres de Pcttenkofer, Finkelnburg, Fodor, Koch, WoUfhügel,
Arusky tantos otros como pudiéramos citar, y las múltiples observaciones con
que han enriquecido la ciencia son testimonio irrecusable de cuanto acabamos de consignar. Sólo asi se comprenden los esfuerzos gigantescos <jue desde
hace diez años vienen practicando las ciudades alemanas para suministrar á
sus individuos buenas aguas y para evitar que las materias fecales puedan producir la infección del suelo; sólo así no sorprende la transformación completa
del arsenal quirúrgico y la nueva instalación de hospitales, así como el minucioso rigorismo con que se emplean y practican los métodos antisépticos en
todo caso, como provechoso resultado deducido de la moderna teoría parasitaria: sólo así se explícala existencia en Berlín de más de 80 escuelas de gimnasia perfectamente instaladas y de las cuales S9 pertenecen á la municipalidad, establecidas en magníficos edificios á propósito, convenientemente dotadas y frecuentadas de numerosa concurrencia; por último, así no llama tampoco la atención el que gran número de personas ajenas por completo á la
ciencia, tengan idea clara y perfecta de muchos puntos de higiene, y estén al
tanto de los adelantos de la misma.
Estas ligeras consideraciones nos conducirían irresistiblemente á manifestar nuestros deseos en análogo sentido para nuestra patria y nuestra ejército,
que, á consecuencia del interés y amor que nos inspiraii. quisiéramos ver figurar en primera linea; mas como quiera que no haya sido éste nuestro objeto al trazar estos renglones, sino dar cuenta de un hecho, nos contentamos con
dejarlo consignado, seguros de que no ha de caer en el olvido y de que,
si en este sentido no consigue más nuestro ejército, no es por falta de buen
deseo.
ALEMI<ÍD«O TOBBES.
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