Gestión del agua en Bogotá Bogotá es hoy una megalópolis de siete millones de habitantes que puede darse el lujo de decir que tiene un cubrimiento de acueducto de 100%. Sin embargo, el costo de este servicio es extremadamente costoso para sus habitantes.(18)¿Cómo se ha logrado construir un sistema de abastecimiento tan eficaz, pero a la vez tan costoso? ¿Cuáles son los determinantes de la situación actual? Revisando la historia del agua en Bogotá, a la luz de la teoría de los sistemas tecnológicos de Thomas Hughes encontramos algunos elementos para trabajar las respuestas. Los comienzos del sistema: hacia una visión moderna del recurso hídrico La historia contemporánea de la gestión del agua en Bogotá se inicia a finales del siglo XIX cuando el creciente aumento de la población (estancado desde la colonia), unido a ideologías modernistas a favor de prácticas higienistas de una salud pública, hicieron Implicaciones éticas de la biotecnología que la administración de la ciudad empezara a mostrar interés en orientar el manejo del agua según las tendencias de las ciudades europeas y norteamericanas. Población de Bogotá, 1778-1994 Año Nº de habitantes 1778 16.002 1779 16.420 1793 17.725 1800 21.464 1832 36.465 1843 40.086 1881 84.723 1905 100.000 1912 121.275 1918 143.994 1928 235.421 1938 333.312 1951 715.250 1964 1.697.311 1973 2.645.993 1985 4.154.404 1994 5.726.957 Información tomada de MISIÓN SIGLO XXI, Estudio Prospectivo de Acueducto y Alcantarillado, Bogotá, 1995, p. 27. En búsqueda de este propósito se generó la concesión por parte de la ciudad en 1886 para que los particulares Ramón B. Jimeno y Antonio Martínez de la Cuadra usaran y explotaran el acueducto de Bogotá por un período de setenta años. Dentro de este sistema se inauguró en 1888 el primer acueducto con tubería de hierro de la ciudad. Sin embargo, hacia 1914 debido a la insuficiencia de la concesión para abastecer adecuada y continuamente a la ciudad, y a las reiteradas quejas por la calidad del servicio, el acueducto regresó a manos del sector público. Inmediatamente se iniciaron obras para solucionar este tipo de problemas: se construyeron tanques en las zonas altas de la ciudad, se renovaron tuberías y se adoptó el primer proceso de modernización en el tratamiento del agua. De este modo,a mediados de 1920 se introdujo la desinfección del agua por medio del cloro, el cual se importaba. El gran reto de esta década lo constituyó la búsqueda de la consolidación de un sistema de abastecimiento que abarcara los principales pueblos aledaños a la ciudad (para este entonces Chapinero y San Cristóbal), a fin de lograr una red eficiente y planificada para el uso del agua que aprovechara el control de la ciudad sobre las hoyas hidrográficas de los ríos que la abastecen, gracias a compras sistemáticas de predios que con este fin se venían haciendo por parte de la alcaldía desde 1916. Consolidación del sistema: el agua y la banca local Hacia 1929 este proceso de ampliación y modernización llevó a que la ciudad se endeudara con la banca local a fin de cumplir sus objetivos. Se adquirieron préstamos con los bancos de Bogotá, Colombia e Hipotecario, entidades que accedieron a realizar los préstamos con la condición de ejercer influencia directiva sobre la gestión del agua en Bogotá. De este modo, se constituyó una empresa de acueducto de administración mixta: tenía una junta directiva nombrada por períodos de siete años, compuesta por tres delegados de los bancos prestamistas y dos delegados del Concejo de la ciudad. No obstante, el aumento de la población y la dependencia de los ciclos de lluvia, que por lo general conducían en períodos de sequía a racionamientos prolongados, llevaron a que la década de 1930 se iniciara con grandes esfuerzos por construir una solución técnica que permitiera embalsar el agua alterando causes menores (riachuelos, quebradas), a fin de lograr mantener un flujo constante para el abastecimiento de la ciudad, así como modernizar el sistema de tratamiento del agua según las últimas técnicas existentes en la época. Estos esfuerzos se vieron materializados hacia 1933 en la construcción del Embalse de la Regadera sobre el río Tunjuelo, y la construcción de la planta de tratamiento de agua Vitelma, junto con los embalses de Chisacá y los Tunjos. Sin embargo, debido a la magnitud de las obras tanto en costos como en su complejidad técnica estas debieron ser asumidas con apoyo del Gobierno Nacional, a través del Ministerio de Obras Públicas. Estas obras fueron culminadas hacia 1938 y contaron con gran dificultad sobre todo en lo que se refiere a la construcción del embalse por la necesidad de importar equipos especializados y las dificultades de transportarlos hasta Bogotá. Este primer gran esfuerzo técnico llevó a un incremento sustancial en las tarifas del servicio y se vio insuficiente ante un gran aumento poblacional en estos años en la ciudad (40% aproximadamente). A pesar de estas dificultades, entre 19391944 prosiguió la introducción de innovaciones en el sistema de acueducto. Es importante resaltar la constitución de la Compañía Nacional del Cloro con apoyo de la Nación, a fin de acabar con la importación de este elemento. También se destaca la instalación masiva de medidores en diversos sectores de la ciudad. Ante el persistente aumento poblacional, hacia 1944 se decidió realizar un segundo embalse esta vez sobre el río Chizacá (culminado en 1947), para lo cual tuvo que acudirse nuevamente a empréstitos de la banca local (Banco Central Hipotecario), motivo que se aprovechó para reorganizar la junta introduciendo un representante del banco central, en Colombia Banco de la República, pues se alegaba que las acciones de la empresa tenían directa repercusión sobre la política monetaria del país, situación por la cual el gobierno debía estar al tanto de velar por el buen desarrollo de la empresa. Planificación y organización: la creación de la EAAB Con el inicio de la planificación urbana en la ciudad hacia 1948, fruto de la contratación del urbanista francés Le Corbusier, plasmada en el Plan Piloto de Desarrollo Urbano, se hizo posible una ordenación de los usos del suelo de la ciudad y se dio inicio al desarrollo de un plan de recolectores de troncales y canales para el drenaje adecuado del área urbana que daría origen en la década de 1950 al actual sistema de alcantarillado de la ciudad. Durante los inicios de esta década se siguió la ampliación de la red del acueducto. Para este fin se decidió utilizar el caudal del río Bogotá y su incorporación al sistema mediante una planta de tratamiento y conducción ubicada en Tibitoc, área rural del municipio aledaño de Zipaquirá. En 1954 al expedirse el estatuto legal por el cual Bogotá era considerado como Distrito Especial, entraron a formar parte de la ciudad los municipios de Bosa, Usaquén, Suba, Engativá, Fontibón y Usme, que de hecho funcionalmente eran parte de la ciudad. La inclusión de estos municipios implicó que la ciudad debió hacerse cargo de una población adicional de 25.000 habitantes lo que representó un aumento aproximado del 10% de la población. Con el cambio a Distrito Especial se creó la Empresa de Acueducto y lcantarillado de Bogotá - EAAB, con personería jurídica, patrimonio propio y gran autonomía frente al Concejo de la ciudad. Aunque se mantenía la composición de su junta directiva, su gerente sería nombrado por el alcalde de la ciudad. La nueva empresa estaría encargada del manejo ya no sólo del agua sino además del sistema de alcantarillado. El principal reto de la naciente empresa se centró en la manera de lograr una cobertura adecuada para la nueva jurisdicción, por lo cual se aceleró la construcción de la planta de tratamiento de Tibitoc que se terminó en 1959. Esta planta se constituyó en el primer sistema de gran envergadura de la ciudad. Al incluir entre las nuevas funciones de la recién creada EAAB el manejo del alcantarillado se hizo urgente la adecuación del mismo para una superficie de 20.000 hectáreas que componían el ahora Distrito Especial. De esta manera, en 1960 se contrató a la empresa Camp Dresser y McKee – CDM de Boston la elaboración del Plan Maestro de Alcantarillado. Los principales retos en la elaboración de este plan giraban en torno a la elaboración de un sistema adecuado para la separación de aguas de lluvia de aguas negras, con miras tanto a la situación de entonces como posibles situaciones futuras, pues se preveía un aumento exponencial de la población en el distrito. El Plan Maestro permitió armonizar el desarrollo de la infraestructura en materia de alcantarillado con las proyecciones urbanísticas de la ciudad. Así, el escenario sobre el cual se planteó un adecuado “sistema sanitario” contemplaba una ciudad de 5.000.000 de habitantes, con una densidad poblacional de 300 habitantes por hectárea, aun cuando entonces la ciudad contaba con 1.2000.000 habitantes aproximadamente. Nacimiento del megasistema: énfasis en abastecimiento, descuido de la contaminación y banca internacional El principal aporte de la puesta en marcha del Plan Maestro de Alcantarillado durante la década de 1960 consistió en mejorar la calidad del agua antes de ser vertida en el río Bogotá, para lo cual se concibió un sistema que pudiera modificar los cauces de los ríos que cruzan la ciudad, a fin de construir colectores e interceptores que condujeran el agua contaminada a lagunas de oxidación situadas en varios puntos de la ciudad. Hacia 1967 el Plan Maestro había conseguido cumplir con su principal objetivo sacar las aguas negras de la ciudad. En principio contó con gran dinamismo principalmente gracias a un empréstito del Distrito Especial con el Banco Interamericano de Desarrollo. Esto le permitió cumplir en una década con dos de las cuatro fases que planteaba. Sin embargo, a inicios de los años 70 el alcantarillado perdió prioridad debido a los grandes costos de sus obras y el interés de la ciudad en un gran megaproyecto de abastecimiento de agua; escasamente hacia finales de los noventa y principios de este siglo se ha realizado algunas obras iniciales de la fase tres de este plan como la construcción de canales limítrofes a los cerros aledaños a la ciudad y colectores en zonas de inundaciones. Paradójicamente, hacia mediados de 1965 la visión de ciudad a futuro que el Plan Maestro de Alcantarillado plateaba, una ciudad de 5.000.000 de habitantes para 1980, hizo que los esfuerzos de la EAAB se centraran en la necesidad de un proyecto que pudiera hacer frente a estas expectativas en términos de abastecimiento. Esta proyección en la demanda de consumo, implicaba pensar en fuentes alternas de agua mas allá de los tradicionales ríos de la Sabana de Bogotá, que para la época estaban siendo usados en su totalidad y no tenían la suficiente capacidad para semejante crecimiento que multiplicaría por cinco la población. Megasistema y globalización: más agua requiere bancos internacionales Después de varios estudios sobre la calidad y factibilidad de un megaproyecto para abastecer la ciudad hacia el futuro, se determinó la construcción de una gran presa sobre el macizo de Chingaza. En 1972, una vez conseguida una financiación del Banco Mundial por parte de la EAAB, se inició el proyecto. La obra sufrió inconvenientes: incumplimiento por parte de los contratistas, demora en la importación de equipos, derrumbes, etc. Estos inconvenientes demoraron la obra ocho años más de lo previsto, entrando en servicio definitivo en 1985. La posibilidad de contar con Chingaza permitió que por primera vez en su historia reciente la ciudad dejara de depender de una sola fuente de abastecimiento de agua. Adicionalmente el proyecto Chingaza le permitió a la ciudad tener agua con costos de tratamiento y transporte más baratos que los del agua del río Bogotá. Chingaza se ubica en un páramo relativamente lejos de la ciudad. Esto significa que el agua es bastante limpia y requiere poco tratamiento. Adicionalmente, el transporte hacia la ciudad es relativamente barato pues se hace por gravedad; no es necesario bombear agua. No obstante, las grandes deudas que generó el retraso del proyecto preveía la necesidad reformar el sistema tarifario de la ciudad hacia futuro estableciendo alzas graduales en el costo del servicio. A pesar de que el funcionamiento del sistema Chingaza permitía aprovisionar a la ciudad con márgenes suficientes para cubrir sus necesidades hasta 1995, la baja capacidad de distribución impedía aprovechar estos recursos hídricos. En este sentido, con la puesta en funcionamiento de Chingaza se hizo necesario revaluar a su vez la red de abastecimiento de la ciudad y se puso de manifiesto la importancia de construir un megaproyecto en este sentido. De esta manera surge el proyecto Bogotá IV, que contempló la expansión y mantenimiento de las redes locales y domiciliarias de acueducto y alcantarillado, en particular en asentamientos clandestinos o ubicados fuera del perímetro sanitario y garantizar el abastecimiento de agua potable hasta el año 2010. El proyecto por su perfil prospectivo terminó siendo el anhelo de una solución definitiva, en cuanto a los diversos elementos que una solución integral al problema del abastecimiento urbano de agua se refiere. Así, adicionalmente el proyecto Bogotá IV contempló la construcción del embalse San Rafael (dedicado principalmente a usos industriales, agropecuarios del agua y para generar energía eléctrica); el reemplazo de 280 kilómetros de redes primarias y colectores de alcantarillado; la reparación de tuberías y de algunas redes primarias en Tibitoc; la extensión, en barrios marginales, de 140 kilómetros de redes secundarias de acueducto, y de 280 kilómetros de redes secundarias de alcantarillado; la extensión de 420 kilómetros de canales de drenaje; la instalación de 43.000 nuevos medidores de agua y el reemplazo de 60.000, a fin de controlar las pérdidas por agua no facturada, y la adquisición de equipos de operación y mantenimiento. Se incluyó también una planeación de la ejecución de los proyectos de control de la contaminación y el desbordamiento del río Bogotá, con la colaboración de la Corporación Autónoma Regional (autoridad ambiental regional) y del epartamento de Planeación del Distrito de Bogotá. En este sentido, se estudiaron varias alternativas, entre ellas la construcción de una planta de tratamiento en Alicachín, o la adecuación de tres plantas pequeñas en las salidas de los ríos Salitre, Fucha y Tunjuelo. Igualmente, la empresa construyó varios interceptores de aguas negras, a fin de mitigar el nivel de contaminantes que llegaban al río Bogotá. La magnitud, 314,5 millones de dólares, del proyecto obligó a la EAAB a adquirir obligaciones financieras con diversas instituciones multilaterales: el Banco Mundial, Financiamiento Exportaciones de Venezuela - FINEXPO, Fondo de Cooperación Económico a Ultramar - FCEU de Japón, Marubeni Corporation de Panamá y el Banco Bilbao de España; y nacionales: Banco Popular, Antioqueño y de Colombia. Crisis del sistema y cuña invertida: reestructuración organizacional y financiera La década de los 90 se inicia con una preocupación creciente por el rezago del sistema de alcantarillado de la ciudad, cuyo desarrollo había perdido dinamismo desde principios de los años 70. Hacia 1991, la empresa comenzó a diseñar un nuevo proyecto, que se conoció como Bogotá V, encaminado a continuar el proceso de ampliación de los servicios de acueducto y sobre todo a actualizar las redes de alcantarillado. En razón del aumento en la capacidad de suministro, así como del crecimiento de la población, el cubrimiento del servicio de alcantarillado se fue rezagando, de manera que para 1991 se estimó que apenas era de un 85%. Por esta razón, el proyecto Bogotá V se centró en primer término en el diseño de un nuevo Plan Maestro de Alcantarillado, cuyas redes principales se definieron y presupuestaron con base en un estudio realizado en 1985. Otro punto de interés en este proyecto lo constituyó el río Bogotá puesto que su frecuente desbordamiento era ya una importante causa de las inundaciones en algunas zonas de la ciudad. Sin embargo, para 1993 la situación financiera de la empresa se presentaba insostenible para soportar otro empréstito de gran magnitud como el que requería esta obra. Entre 1985 y 1992 los gastos de funcionamiento, en relación con los ingresos corrientes, se incrementaron del 50% al 60%. El mayor aumento se observó en los costos de personal, los cuales crecieron a una tasa real promedio del 6,4% anual hasta llegar a representar casi el 63% de los costos de funcionamiento. La relación entre las mesadas de los pensionados y los costos totales de personal se incrementó del 2% al 27%, lo que equivalía al 20% de los costos totales. Adicionalmente el aplazamiento de un gran ajuste tarifario que permitiera cubrir los costos de funcionamiento mostraba un situación de deterioro creciente en la empresa. Aunque en los últimos 10 años la tarifa media había crecido a una tasa promedio del 7,8% anual, los ingresos corrientes sólo lo habían hecho a un ritmo que apenas alcanzaba el índice de inflación, lo cual reveló un bajísimo nivel de recaudo. Por otra parte, el porcentaje de agua no facturada creció de manera alarmante: mientras en 1968 la empresa perdía el 22%, para 1993 dejaba de facturar cerca del 40% de los 550 millones de metros cúbicos anuales producidos. Durante 1993 la empresa dejó de recibir más de 40.000 millones de pesos por este concepto. Esta crítica situación institucional, y el elevado nivel de endeudamiento de la empresa, hicieron que entre 1992 y 1993 el Banco Mundial negara un crédito por 200 millones de dólares, que formaba parte de la financiación esperada para Bogotá V, y obligó a la empresa a una reestructuración institucional, basada principalmente en el diseño de una estrategia para asegurar la autonomía administrativa y presupuestal, así como la promoción de la inversión del sector privado y la racionalización de la nómina y del gasto. A través de un documento llamado Plan de Desempeño, firmado el 28 de diciembre de 1993 (con una vigencia de nueve años), por el alcalde mayor de Bogotá, el gerente de la EAAB y el Gobierno Nacional, se inicia una etapa de profunda reestructuración que hizo posible el comienzo de la recuperación financiera de la empresa, ya que el Gobierno Nacional asumió el pago de la deuda externa de la empresa durante 1993, por un monto de 25 millones de dólares, y dio su respaldo, con el aval del Consejo Nacional de Política Económica y Social - CONPES, a una futura contratación por parte de la empresa, de un nuevo crédito externo hasta por 200 millones de dólares. En estas condiciones, en 1994, el proyecto fue rediseñado con el nombre de Santa Fe I, el cual contó con el apoyo del Banco Mundial, que en principio abonaría 145 millones y en la medida que la EAAB cumpliera con el plan aportaría el resto. El lapso de ejecución del proyecto se estimó en 7 años, a partir de 1996, con dos fases: la primera de 1996 a 1999 y la segunda de 2000 a 2002. Como parte del cumplimiento del Plan de Desempeño, las primeras acciones de la empresa se encaminaron a lograr su autonomía financiera. Así, en septiembre de 1994, la empresa estudió la creación de una nueva entidad, la Sociedad de Aguas de la Sabana, que se encargaría exclusivamente de los proyectos futuros de producción y manejo del agua en todos los municipios vecinos de la capital. Por otra parte, acogiendo las facultades con que el gobierno había dotado a la ciudad al expedir el estatuto orgánico por el cual se convertía en Distrito Capital (D.C.), se abrió la posibilidad de que la EAAB se transformara en una empresa industrial y comercial de servicios públicos, dotada de personería jurídica, autonomía administrativa y capital independiente. El nombre de la entidad cambió, para ser ahora, bajo el nuevo marco legal, la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá ESP (Empresa de Servicios Públicos). Con este cambio jurídico la Empresa de Acueducto tiene ahora un régimen de derecho privado y es vigilada por la Superintendencia de Servicios Públicos. De derecho a bien comercial: de usuarios a clientes Entre los cambios fundamentales que la empresa adoptó se encuentra el tarifario. Amparada en la nueva ley de servicios públicos, se estableció la posibilidad de plantear una nueva estructura tarifaria que permitiera cumplir con dos criterios básicos: la eficiencia económica y la suficiencia financiera. En cuanto al primer criterio, se entiende por eficiencia económica la de “una tarifa que refleje el costo real de la prestación del servicio actual y futuro CMeLP (Costo Medio de Largo Plazo)”, y una tarifa “que envíe una señal adecuada al usuario, sobre los consumos superiores al básico, de lo que costará la prestación del servicio con el siguiente proyecto de expansión, para promover el uso racional del recurso”. En cuanto a la suficiencia financiera, se entiende como “la tarifa que garantice que cada año se podrán realizar las inversiones en expansión y renovación de la infraestructura, se cubrirán los gastos administrativos, de operación, el programa de mantenimiento y los programas necesarios para alcanzar los niveles de eficiencia acordados en los planes de desempeño, esto de acuerdo con la ley 142 de 1994, antes de la cual el incremento en el servicio obedecía sólo al aumento de la inflación. Bajo estos nuevos criterios, el Acueducto de Bogotá contrató con la firma Consultora Colombiana S.A. el estudio de costos y tarifas, que ha permitido el diseño técnico de una nueva estructura tarifaria. Hacia el final del año 1995 quedó definida y entró en vigencia el 1 de enero de 1996. Con ella se inició una etapa de transición de 5 años en la que con criterios técnicos se eliminaría el rezago tarifario desde el año 2000 (Consignada en la Resolución 076 de 1999. Las nuevas tarifas tenían, entre otros, desmontar los subsidios de los estratos 3, 4, 5 y 6 y reducir los de los estratos 1 y 2). Se inició así el nuevo siglo con una estructura acorde con la modernización de la empresa y con los planes de expansión de las redes de acueducto y alcantarillado. En las actuales condiciones es prácticamente imposible que se reduzcan las tarifas, a menos que se posterguen las obras planeadas en acueducto y alcantarillado por cuanto más del 70% de lo que se recauda por tarifas se dedica a inversión. La gestión privada del agua El segundo cambio fundamental, es la operación con gestores privados, quienes se encargarán de atender los 1.310.000 clientes que tiene la ciudad durante los próximos cinco años. Las zonas tienen más o menos el mismo número de clientes. Tres de las zonas estarán a cargo de compañías privadas y dos serán asumidas por la empresa a partir del primero de abril de 2003. En la adjudicación de las zonas, la competencia para los proponentes no se limitó al proceso inicial de la adjudicación pública, sino que la disciplina del mercado a través de la competencia se mantiene a lo largo del período que se les ha concedido. Esto se traduce en mayores logros de calidad del servicio y en una reducción de costos para la empresa. También es importante la zonificación porque el control que ejerce un gestor es sobre una zona de la ciudad, evitándose problemas de presión que pudieran seguirse en caso de que hubiera diferencias entre la administración y el gestor. La selección fue la siguiente: Zona 1: Aguas Capital, 326.000 cuentas Zona 2: Agua Azul, 262.000 cuentas Zona 3: EPM Bogotá Aguas, 241.000 cuentas Zona 4: EPM Bogotá Aguas, 239.000 cuentas Zona 5: Agua Azul, 225.000 cuentas El tipo de contrato es de gestión, con alcance comercial, más operación y mantenimiento de las redes secundarias de agua potable. EPM Bogotá está liderada por Empresas Públicas de Medellín, Aguas Capital está encabezada por la cubana Técnicas Hidráulicas y Agua Azul la dirige la firma italiana ACEA. Los contratos proceden de la siguiente manera: “el acueducto paga al contratista una tarifa por metro cúbico, facturado y pagado. También cancelará el valor de las acometidas domiciliarias de los nuevos usuarios tanto de acueducto como de alcantarillado. Adicionalmente, el gestor obtiene un 4% sobre la cartera efectivamente recuperada y un 8% del valor de las obras en su zona por concepto de interventoría. Por último, por manejo de urbanizadores y constructores, el gestor recibirá un 2% por revisión y aprobación de los diseños y un 6% por interventoría y recepción de obras.Es decir, que la remuneración no es un pago por trabajos realizados, sino por logros conseguidos” (EAAB. Informe de gestión 2002, página 34). La virtud de esta sectorización hidráulica es que es posible aislar solamente un sector de la ciudad cuando se necesite suspender el servicio, por razones de mantenimiento o reparación de daños, o efectuar control de pérdidas, de macro y micro medición, sin que sea necesario quitar el fluido al resto de la Ciudad. También es posible saber qué tanta agua se le entrega a una determinada zona. Los gestores zonales realizan la gestión comercial de acueducto y alcantarillado en las cinco zonas; la gestión operativa y la de inversión en redes locales en las zonas 1, 4 y 5; la zona 2 seguirá atendida por el acueducto. Referencias • MISIÓN SIGLO XXI, Estudio Prospectivo de Acueducto y Alcantarillado, Bogotá, 1995. • EAAB, El Agua en la Historia de Bogotá, Vols. I, II y III, Villegas Editores, Bogotá, 2003. • EAAB, Informe de Gestión Social y Ambienta 2002, Bogotá. Disponible en http://www.eaab.com.co/org_eaab/informes.htm.