Tripa 8/11/06 15:21 Página 37 El Derecho al honor CAPITULO 4. El proceso civil de amparo especial del derecho al Honor, la Intimidad y la propia Imagen (Breve aproximación). 1. CONSIDERACIONES GENERALES La tutela de tales derechos fundamentales, consagrados en el tantas veces citado Art.18.1 de la CE se encuentra efectuada en la LO 1/1982, de 5 de mayo. Sin perjuicio de dejar para más adelante, por razones de una mejor exposición sistemática, cuestiones como la de la legitimación activa y pasiva o el objeto procesal mismo que no es otro que el honor con todas las cuestiones que se le plantean, seguidamente voy a hacer una breve referencia a algunos aspectos procedimentales. Vaya por delante que el procedimiento adecuado para sustanciar esta pretensión de tutela es el juicio ordinario de la ley procesal común, es decir, el de la LEC de 2000. Lo confirma el Art. 249.1.2º al afirmar que se decidirán en el juicio ordinario, cualquiera que sea su cuantía… las que pretendan la tutela del derecho al honor, a la intimidad y a la propia imagen, y las que pidan la tutela judicial - 37 - Tripa 8/11/06 15:21 Página 38 Soraya Callejo Carrión civil de cualquier otro derecho fundamental, salvo las que se refieran al derecho de rectificación. En estos procesos, será siempre parte el Ministerio Fiscal y su tramitación tendrá carácter preferente. Esto es así porque el Art. 9.1 y la Disposición transitoria segunda de la LODH, una vez derogada totalmente la ley 62/1978, deben reinterpretarse de acuerdo con la nueva LEC, que desarrolla el mandato contenido en el Art. 53.2 de la CE en orden a un procedimiento preferente y sumario para la tutela de los derechos fundamentales. Por cierto, que el calificativo “sumario”23 no se emplea aquí en el sentido técnico del término como proceso en el hay una limitación de los medios de cognición o de la actividad declarativa y la sentencia no produce el efecto de cosa juzgada, sino como sinónimo de proceso rápido y más veloz, rapidez que está justificada en función del objeto sobre el que versa y que no es otro que la tutela de ciertos derechos fundamentales. El procedimiento comienza mediante la presentación de la correspondiente demanda que debe reunir todos y cada uno de los requisitos que establece con carácter general para este acto iniciador del proceso el Art. 399 de la LEC, tales como la identificación de las partes (demandante y demandado), numerados y separados los hechos y fundamentos de derecho, y se fijará con claridad y precisión lo que se pida. En cuanto a la pretensión, ha de estar sustanciada en la violación de alguno de los derechos fundamentales del Art. 18.1, en el caso que nos ocupa, el honor, que constituye, por tanto, el objeto procesal en este procedimiento. Ahora bien, la singular característica del objeto procesal de este amparo civil es que suele determinar la discusión no de uno sino de dos derechos fundamentales, dado que cuando se alega la vulneración del derecho al honor por una parte, suele contraalegarse por la otra el ejercicio del derecho a la información, la libertad de expresión o ideológica, con 23. Es procedimiento sumario aquel que no produce cosa juzgada, de modo que un proceso posterior no queda excluido, ni vinculado en cuanto a su resolución por la sentencia firme del procedimiento sumario. La ratio iuris que excluye el efecto de la cosa juzgada consiste en la falta de plenitud de la actividad procesal declarativa (alegaciones, prueba, cognición judicial correspondiente sobre el objeto). ORTELL RAMOS Manuel, Derecho Procesal Civil, Ed. Thomson Aranzadi, Págs. 643 y 644. - 38 - Tripa 8/11/06 15:21 Página 39 El Derecho al honor lo que realmente el objeto procesal estaría conformado totalmente con esos dos extremos y sobre ambos deberá pronunciarse la sentencia para ser congruente. En suma, en ese conflicto entre el ejercicio de dos derechos claves, el juez tendrá que decidir si se ha vulnerado uno u otro y otorgar la tutela, decantándose por alguno de ellos. Sin perjuicio de abundar más adelante en el conflicto entre tales derechos (honor versus derecho de información y libertad de expresión) , decir que se ha pasado jurisprudencialmente hablando por diversas fases o etapas, en las que en ocasiones el honor le ha ganado la partida a la información y, viceversa, también la información se ha colocado en otras en lugar prefe24 rente sobre el honor. Estas son, muy a grandes rasgos, las etapas que se diferencian desde el punto de vista eminentemente jurisprudencial: A) Fase de tutela hegemónica del derecho al honor. Es la que se extiende desde la promulgación de nuestro texto constitucional hasta el dictado de la Sentencia por el TRIBUNAL CONSTITUCIONAL 104/1986; se mantenía la absoluta hegemonía del honor en base a lo contenido en el Art. 20.4 de la CE, que condiciona el ejercicio de las libertades de expresión a la protección de aquel derecho fundamental y reconociendo en una interpretación estrictamente gramatical que si hay algún derecho absoluto, que no admite matices, ese es el honor, al que se supeditan todos los demás. Avalan este planteamiento los AATC 413 Y 418/1983 Y 480/1986. B) Fase de tutela hegemónica de las libertades de información y expresión. Se prolonga esta etapa desde la STC 104/1986 hasta la publicación de la STC de 6 de junio de 1990 y se fundamenta en el principio de proporcionalidad y en el papel preponderante que juega la libertad de expresión en un sistema democrático contribuyendo a la formación de una opinión publica libre y plural. En este sentido, la Jurisprudencia del TC no permanece al margen de lo establecido por el TRIBUNAL 24. GIMENO SENDRA Vicente y MORENILLA ALLARD Pablo, Los procesos de amparo…, op, cit, Págs. 31 y 32. - 39 - Tripa 8/11/06 15:21 Página 40 Soraya Callejo Carrión EUROPEO DE DERECHOS HUMANOS que, entre otras, en la famosa sentencia del caso Lingens confirma este planteamiento. C) Fase de prevalencia condicionada de las libertades de información y de expresión. Es ésta la fase en la que nos encontramos actualmente y parte de la prevalencia de la información y la libertad de expresión pero no siempre y bajo cualquier circunstancia, sino que la limitación del derecho al honor se encuentra justificada cuando se ofrece una información veraz o cuando se respeta la dignidad omitiendo expresiones gratuitamente ofensivas o ultrajantes. El punto de partida de esta doctrina se sitúa en la STC de 6 de junio de 1990, y en la valoración de los derechos en conflicto que exige una constante labor de ponderación al juez competente. Volveré más adelante sobre este punto. En cuanto a las medidas cautelares que pueden adoptarse en este procedimiento, el Art. 9.2 de la LODH (Ley orgánica del derecho al honor) , de una forma un tanto amplia e innominada, se refiere a todas aquellas que sean necesarias para poner fin a la intromisión ilegitima de que se trate y restablecer al perjudicado en el pleno disfrute de sus derechos, así como para prevenir o impedir intromisiones ulteriores. Entre dichas medidas podrán incluirse las cautelares encaminadas al cese inmediato de la intromisión ilegitima, así como el reconocimiento del derecho a replicar, la difusión de la sentencia y la condena a indemnizar los perjuicios causados. Bien, en torno a este punto y lo declarado en el Art. 9.2 ha tenido ocasión de pronunciarse la STS de 14 de junio de 1995 que dice que dicho precepto determina que la tutela judicial de los mencionados derechos comprenderá la adopción de todas las medidas necesarias para poner fin a la intromisión ilegitima de que se trate y restablecer al perjudicado en el pleno disfrute de sus derechos, así como para prevenir o impedir intromisiones ilegitimas ulteriores, señalando ejemplificativamente, entre otras, la difusión de la sentencia El carácter imperativo con que se pronuncia el Art. 9, apartado 2, de la ley 1/1982, y la falta de exhaustividad en la fijación de las medidas y en su contenido o desarrollo, autoriza al juzgador para establecer las que crea más convenientes y adecuadas al caso, sin que su decisión pueda ser tachada de incon- 40 - Tripa 8/11/06 15:21 Página 41 El Derecho al honor gruente. Por lo demás, en cuanto a la adopción de estas medidas habrá que estar a las normas contenidas en los arts 721 y siguientes de la LEC. Finalmente, recordar dos cosas más. La primera tiene que ver con el plazo para solicitar por esta vía el amparo civil, pues el Art. 9.5 de la LODH establece una especialidad inevitable para garantizar que no se produzca una pendencia indefinida en el tiempo de la posibilidad de reclamar, y es que ese tiempo es de cuatro años desde que el legitimado pudo ejercitar las acciones oportunas, pasado el cual sin hacerlo, pierde la posibilidad para siempre, por lo menos, por esta vía. Y la segunda tiene que ver con la sentencia que dicte el juez competente. Para evitar vicios de incongruencia, la sentencia deberá pronunciarse sobre los siguientes extremos: el reconocimiento del derecho fundamental vulnerado (se ha podido producir la vulneración o no, en cualquier caso, así habrá de declararlo) ; en su caso, las medidas necesarias para su restablecimiento y si se solicitó indemnización para compensar el daño moral experimentado, sobre ésta y su concesión y/o cuantificación tendrá también que pronunciarse el juzgador de instancia. Todo ello, además a través de una especifica motivación de la sentencia que deriva del Art. 120 del texto constitucional mismo. En relación a este último punto y en torno a los pronunciamientos que ha de contener la resolución que se dicte en un asunto de entidad semejante, la STS de 4 de febrero de 1993 aduce que acogida la pretensión del recurrente, la tutela judicial comprenderá la difusión de la sentencia en los términos solicitados en el suplico de la demanda y la indemnización del daño moral originado. Por cierto que en el supuesto objeto de esta ultima resolución citada se concedió una indemnización casi simbólica. La razón esgrimida por los magistrados era que en este caso, lo verdaderamente trascendente es la reparación moral concedida al perjudicado. La fijación del “quantum indemnizatorio” es atribución de los juzgadores de instancia. Generalmente queda excluida de la revisión casacional, salvo que las pautas para fijarla que son las que marca el Art. 9.3 de la LO 1/1982 no hayan sido tenidas en cuenta por la sentencia recurrida o lo hayan sido de manera claramente arbitraria, inadecuada o irracional, pudiendo entonces ser revisada en esta vía casacional con carácter excepcional (STS 15 de julio de 1995). - 41 - Tripa 8/11/06 15:21 Página 42 Soraya Callejo Carrión 2. NATURALEZA DE LA ACCIÓN EJERCITADA: ACCIÓN MIXTA (DECLARATIVA Y DE CONDENA) El tipo de acción ejercitada conecta directamente con lo que se pide al órgano judicial. Así, en base a lo estipulado en el Art. 5 de la LEC, que establece las diferentes clases de tutela jurisdiccional puede pedírsele una simple declaración, una condena, la constitución, modificación o extinción de una situación jurídica, la ejecución o la adopción de medidas cautelares. Esta petición o “petitum”, en definitiva, es uno de los grandes elementos delimitadores del objeto del proceso, concepto, no siempre de fácil formulación pero de indudable interés procesal. Determinar el concepto de objeto del proceso es importante, por ejemplo, para fijar la competencia genérica de los tribunales del orden judicial civil, por revestir carácter civil el asunto o materia suscitado por el actor. Igualmente es necesario para delimitar la extensión de la jurisdicción española en el ámbito internacional en materia civil. Asimismo, la competencia objetiva depende también del objeto del proceso. Sin embargo, aun siendo importante para estos datos, con todo, el objeto del proceso no despliega en estos campos su máxima incidencia sino que ésta se demuestra en cuestiones como la modificación de la demanda y de la contestación, y la congruencia porque será todo esto último lo que determine finalmente dicho objeto y los puntos que tendrá que resolver la sentencia judicial. Y junto a lo anterior, la noción de objeto del proceso demuestra su particular relevancia en las materias de acumulación de acciones y de autos, de la reconvención, de la litispendencia y de la cosa juzgada. 25 En este contexto, ORTELL RAMOS afirma que la teoría del objeto del proceso presenta puntos de contacto con la teoría de la acción aunque se sitúan en ópticas diferentes. La relación con el problema de la acción consiste en que, al margen del modo en que se conciba ésta última, o bien es la propia acción lo que constituye el objeto del proceso, o bien mediante el ejercicio de la acción, interponiendo la pretensión procesal, se proporciona al proceso su objeto. En cualquier caso, me parece que reconducir 25. Derecho Procesal Civil, op, cit, Pág. 270. - 42 - Tripa 8/11/06 15:21 Página 43 El Derecho al honor exclusivamente el objeto a la acción y/o viceversa, seria parcial, pues dentro de ese objeto, como se anunciará hay otros aspectos que ayudan a configurarlo. En esa línea, y en un intento de definición, la doctrina ha argumentado que en sentido estricto el objeto del proceso es aquello sobre lo que versa éste de modo que lo individualiza y lo distingue de todos los demás posibles procesos y ese objeto es siempre una pretensión, entendida como petición fundada que se dirige a un órgano jurisdiccional, frente a otra persona, sobre un bien de la vida26. Naturalmente, esa pretensión ha de ser estar fundamentada y en el caso que nos ocupa, cuando se trata del derecho fundamental al honor, puede decirse que la pretensión es mixta, pues de un lado, se solicita la declaración del derecho y el reconocimiento de su vulneración (acción declarativa)27, y de otro, la condena al pago de una indemnización en concepto de daño moral (acción de condena). En síntesis, desde una perspectiva conceptual, y a mayor abundamiento, podría argüirse que constituye el objeto del proceso el tema que debe resolver el órgano jurisdiccional y son los titulares del derecho a la jurisdicción en cuanto actúan como promotores de la actividad jurisdiccional, quienes introducen esos temas al incoar el proceso mediante el ejercicio de aquel derecho (acción). Ahora bien, ese objeto inicial se completa en el curso del procedimiento con los otros temas que introducen tanto los adversarios procesales, como el propio órgano jurisdiccional, cuando la ley le faculta para ello. Tales complementos o modificaciones no pueden romper la conexión jurídica que desde el comienzo se establece entre 26. MONTERO AROCA Juan, GOMEZ COLOMER Juan Luis, MONTON REDONDO Alberto y BARONA VILAR Silvia, Derecho Jurisdiccional II, Proceso Civil, 9ª edición, tirant lo blanch, Valencia, 2000, Págs. 115 y 116. 27. El recurrente podría obtener la protección del derecho fundamental que estima lesionado mediante un pronunciamiento declarativo en el que se le reconozca el derecho o libertad pública cuya lesión ha motivado la demanda de amparo. Tal pronunciamiento constituye en sí mismo la reparación del derecho fundamental invocado, sin que su carácter declarativo le prive de su efecto reparador, ya que a través del mismo no solo se obtiene el reconocimiento del derecho, sino que, además de proporcionar esta reparación moral, puede conllevar otro tipo de efectos al ser potencialmente generador de una futura indemnización. STC 232/2002. - 43 - Tripa 8/11/06 15:21 Página 44 Soraya Callejo Carrión todos los temas que pueden ser debatidos dentro del mismo proceso. Por consiguiente, en la delimitación del objeto procesal, habrá que estar a la pretensión, a la contrapretensión y a las manifestaciones del juez que éste verifique cuando se lo permita la ley, en cuanto contribuyen a la definitiva formalización del objeto del proceso como delimitador de la respuesta judicial, prestación jurisdiccional o sentencia. Y es que dentro del orden jurisdiccional civil, la tutela judicial puede tener como fines: – La declaración o reconocimiento de derechos e intereses legítimos determinados (Dentro de esta, a su vez, suelen distinguirse las pretensiones mero declarativas, las declarativas de condena y las declarativo constitutivas). Surgen así tres tipos de objetos declarativos, clasificación que se corresponde con la de las acciones o pretensiones en sentido general y los tipos de procesos declarativos porque en definitiva están haciendo en todo caso referencia a una misma línea conceptual. – La ejecución de estos derechos en cuanto definitivamente ciertos. – La adopción de medidas cautelares que aseguren la efectividad del correspondiente proceso judicial. Estas modalidades de tutela, a su vez, se traducen en diferentes tipos procesales: proceso de declaración, proceso de ejecución y proceso cautelar. Volviendo al objeto del proceso y sus elementos delimitadores, la doctrina cita concretamente tres: los sujetos (quien pide y frente a quien pide); el petitum (lo que se pide), y la causa de pedir (razón por la que se pide). A todos estos elementos suele llamárseles identidades procesales de la acción. En lo que respecta al petitum, decir que es importante porque determina la clase de tutela jurídica solicitada por el actor, y en función de ello hablaremos de acciones de condena, mero declarativas y /o constitutivas; ejecutiva o cautelar. - 44 - Tripa 8/11/06 15:21 Página 45 El Derecho al honor Cuando nos encontramos ante un objeto declarativo de condena, el actor lo que pretende es la condena del demandado. Dicha condena se puede materializar en la realización de prestaciones de dar, hacer o no hacer (Art. 1088 CC). Concretamente cuando se trata de condena a entregar una cantidad el actor tendrá que delimitarla y cuantificarla en su importe, sin que pueda solicitarse su determinación en ejecución de sentencia, o fijando claramente las bases con arreglo a las cuales se deba efectuar la liquidación, de forma que ésta consista en una pura operación aritmética. Cabe que la condena consista en prestaciones de tracto sucesivo (alimentos) y puede consistir, igualmente en abstenciones u omisiones. De otro lado, en el objeto de mera declaración el actor lo que pretende es una declaración de certeza jurídica concretada a los derechos o relaciones jurídicas que pide sean reconocidos a su favor sin que tal reconocimiento exija ninguna prestación aunque de suyo la declaración suponga un respeto especial de aquel o aquellos contra quienes se actúa como demandados. La utilidad de este tipo de acción se ve mucho más claramente en relación a los derechos reales o en aquellos derechos de carácter permanente que originan un estado. Su planteamiento debe basarse en un claro interés motivado por un acto perturbador o por un principio de litigio, justificativos de la utilidad de la declaración. Finalmente, cuando se trata de un objeto declarativo constitutivo se pretenden unos efectos jurídicos que no se pueden producir por la sola voluntad de los interesados, sino que requieren, necesariamente, de la sentencia judicial como condición impuesta por el Derecho para que aquellos efectos se produzcan. Tal es lo que ocurre con la acción de divorcio, la de nulidad matrimonial o la de incapacitación de una persona. En el marco apuntado, insistir en la naturaleza mixta de la acción en que se pide la tutela del derecho al honor. Seguidamente, y ya para concluir con este epígrafe, aludir brevemente a la causa de pedir o “causa petendi”. Todo lo que se pide debe tener una base o un fundamento, una razón de ser. Esto es lo que se quiere expresar con - 45 - Tripa 8/11/06 15:21 Página 46 Soraya Callejo Carrión este elemento y es aquello en los que el demandante apoya su pretensión. Es un conjunto de hechos jurídicamente relevantes para fundar la petición, por lo que no consiste en normas o calificaciones jurídicas. Son hechos históricos, acontecimientos concretos de la vida social, por lo que queda excluido que formen parte de la causa de pedir los argumentos (que no son hechos) y los medios de prueba (que son instrumentos para demostrar los hechos). Eso si, debe tratarse de hechos relevantes es de un punto de vista jurídico y puede tratarse de varios hechos, posibilidad que contempla el Art. 400 de la LEC que exige que cuando lo que se pida en la demanda pueda fundarse en diferentes hechos o en distintos fundamentos o títulos jurídicos, habrán de aducirse en ella cuantos resulten conocidos o pueda invocarse al tiempo de interponerla, sin que sea admisible reservar su alegación para un proceso ulterior. - 46 -