Bases teóricas de la Bibliotecologia y la Ciencia de la Información

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Bases teóricas de la
Bibliotecologia y la
Ciencia de la Información
Bibliografía Mínima
El pensamiento bibliotecológico y sus discursos
Maykel A. Perez
El discurso Humanista en la Bibliotecología.
Por “Discurso Humanista” se intenta designar aquella corriente dentro de la
Bibliotecología que se concreta fundamentalmente en establecer la relación entre
la biblioteca – o la profesión en sentido general – con otros sistemas (por ejemplo,
el sistema socio-económico dominante, la cultura) con instituciones sociales (por
ejemplo el Estado, los sistemas de enseñanza en todos sus niveles) y con grupos
sociales (clases sociales, grupos étnicos, grupos minoritarios, intelectuales,
científicos…) con el objetivo de establecer – en ocasiones de manera normativa
pero siempre en congruencia con los sistemas de referencia – los roles, función
social, carácter y significado de la profesión o la institución bibliotecaria.
Ha habido intentos de clasificar las principales orientaciones discursivas del
enfoque humanista en Bibliotecología. Aunque generado con otros fines más
abarcadores y marcado por la impronta de inevitables juicios de valor, el siguiente
esquema de J.Z. Nitecki1 puede servir para ilustrar algunas de las expresiones de
este enfoque. Nitecki hace referencia – clasificándolas como teorías – a cuatro
aproximaciones fundamentales:
- La teoría conservadora, una teoría elitista y pasada de moda, en la que los
bibliotecarios se consideran los guardianes y custodios del conocimiento y
la cultura.
- La teoría liberal, la cual considera a la biblioteca como un proveedor de
productos para un usuario individual. (s. XX)
- Las teorías radicales y pseudorradicales reaccionarias y antintelectuales
que reemplazan el elitismo de la biblioteca por la cultura popular.
- Las teorías puramente radicales, las cuales evalúan de forma crítica las
relaciones sociales que pretenden acabar con el sistema capitalista.
1
Nitecki, Joseph Z. 1993. Capitulo 6: WHAT IS PHILOSOPHY OF LIBRARIANSHIP? En:
Metalibrarianship: A Model For Intellectual Foundations of Library Information Science.
http://twu.edu/library/Nitecki/ Metalibrarianship. Volumen 1 of The Nitecki Trilogy.
En el plano teórico-metodológico es un enfoque significativamente plural. Las
diferentes maneras de sustentar sus pronunciamientos varían desde posturas
congruentes con la ideología, la moral y la ética dominantes en determinadas
sociedades y épocas, hasta métodos más descriptivos que normativos de
investigación social.
En el campo de la Bibliotecología, encuentra expresiones institucionales muy
claras (la labor de la American Library Association ALA, en el caso de la
bibliotecología norteamericana, está muy atada a este tipo de discurso social) y
autores representativos (piénsese por ejemplo, en el clásico “Misión del
Bibliotecario” del filosofo José Ortega y Gasset2)
Los discursos humanistas encuentran sus matrices en el pensamiento social
decimonónico. Bajo la nueva estructura social emanada de las revoluciones
burguesas, los grupos sociales privilegiados concentran su atención – desde
posturas progresistas o conservadoras – sobre el papel de la producción,
distribución y consumo de información como parte importante de los mecanismos
de control social.
Según Vazquez Montalbán, el protagonismo de “las masas” en los procesos
productivos, las contradicciones emanadas del nacimiento del capitalismo
industrial, condujo a la naciente clase dominante hacia el estudio de su
comportamiento y de los métodos para su control.
“Ese control efectivo de las masas se ha de ejercer por todos los brazos ejecutivos
de la organización política y además por todos los aparatos de integración
ideológica, cultural, informativa, comunicacional en suma. En este contexto es
lógico que se presentara la necesidad de estudiar todos los instrumentos de
información y comunicación que actuaban sobre las masas; tanto los instrumentos
educacionales como informativos”3
En ese contexto, algunas de las funciones tradicionales o emergentes de la
biblioteca cobran particular importancia:
“Una de las fórmulas más caras a la filantropía del siglo XIX fue la estimulación de
la lectura. Ante el espectáculo de los conflictos de clases prosperó un
paternalismo burgués de carácter progresivo que concebía las luchas sociales
como el resultante de una falta de nivel de conocimientos para captar la
importancia y beneficio del consenso social. Según esta perspectiva era el
complejo de inferioridad de las clases bajas el que dictaba el afán de desquite
histórico. Bastaría dotar al individuo de instrumentos de intelección del mundo que
le rodea para integrarlo en su prodigioso orden y facilitarle las herramientas para
abrirse camino de abajo a arriba por los ascensores de la sociedad libre y abierta.
Este filantropismo “redentor” de las insuficiencias de las clases populares estás el
2
Ortega y Gasset, José. Misión del Bibliotecario. Congreso Internacional de Bibliografos y Bibliotecarios
Paris 1934.
3
origen (…) de la promoción de la lectura. A este empeño corresponde la extensión
de las bibliotecas públicas y la mitificación del libro como herramienta incruenta de
transformación del hombre y de la colectividad: Tanto en Inglaterra como en
Estados Unidos la expansión comenzó a mediados del siglo XIX, con la
introducción de leyes que autorizaban al Estado a recaudar impuestos especiales
para el establecimiento de bibliotecas públicas, cuyo objetivo no fuese servir a la
investigación científica sino satisfacer las necesidades lectoras del público”4
El escenario sociopolítico de la primera mitad del XX, hasta después de concluida
la segunda Guerra Mundial, no haría sino afirmar este enfoque en la
Bibliotecología, ahora capturada por los antagonismos de los sistemas sociales
que polarizaron el planeta.
Creemos que no se puede entender totalmente el enfoque Humanista sin apreciar
objetivamente el lugar de la biblioteca pública en los sistemas sociales de finales
del siglo XIX y principios del XX y en particular la primacía que consiguen dentro
de los sistemas de información bibliográficos.
Casi todos los discursos Humanistas a los que se hace referencia se construyen
tomando como eje a este tipo institucional. El carácter revolucionario que tuvo en
su momento en relación con las concepciones tradicionales sobre la profesión, su
conexión con las instituciones de poder – el estado, la religión – y sus discursos
sociales – los de ls ilustración, los de la modernidad y su visión del progreso
humano, los de la burguesía en suma como clase dominante y revolucionaria en
su momento…. Y posteriormente su protagonismo como expresión local del
antagonismo entre los grandes sistemas sociales – capitalista y comunista – tras
la primera Guerra Mundial.
La biblioteca públicas convierte a todo los largo de este período en la más clara
portadora de la ideologías profesionales del campo y este fenómeno encuentra
también expresión lógicamente en la producción intelectual del campo.
En el contexto de la Bibliotecología Norteamericana, que constituye el marco
histórico del pensamiento de Shera, los discursos Humanistas en el campo
versaban sobre temas tales como los roles neutrales de los bibliotecarios como
sustentadores de la democracia, la educación cívica, la impugnación de la censura
a favor de la libertad de pensamiento.
Shera no desconoce el valor de este orden de reflexiones que denominó “enfoque
Humanista” y que se relaciona fundamentalmente con la identificación de los
propósitos sociales de los sistemas de información – en particular la biblioteca –
dentro de los sistemas sociales y culturales (de hecho su proyecto tiene mucho
que ver con este objetivo) y que puede ubicarse como parte de la búsqueda de
una filosofía de la Bibliotecología o aproximación filosófica a la Bibliotecología – y
que por tanto no se reduce a cuestiones técnico-profesionales sino que acoge
valoraciones de tipo axiológico, epistemológico, ideológico y lógico-metodológico.
4
Idem.
De hecho, algunos autores no dudan en encuadrar a Shera dentro de esta
categoría discursiva. Forman, por ejemplo, en un intento por identificar los tipos
discursivos actuantes en la Bibliotecología, distingue las contribuciones de Shera y
las incluye en la vertiente que ahora consideramos:
“Una última categoría de escritos en LIS que debe ser incluida si se le concede a
la “teoría” una interpretación católica, consiste en esa literatura celebratoria,
inspiradora, evangelical y consciente ideológica, bien sea que pertenezcan a la
disciplina o campos dentro de ella. Este tipo de literatura recoge los discursos de
la misión de la Bibliotecología respecto al bienestar moral, intelectual, cultural y
espiritual de la historia, la civilización y la sociedad. Grandes diseños, como el de
Egan y Shera (1952) que reclaman la Epistemología Social, pertenecen a esta
clase, como mismo otras muchas opiniones y comentarios editoriales más
particulares que intentan comunicar sus visiones de la esencia del campo”5
El discurso Cientificista.
Cuando hablo de “Discurso Cientificista”6 quiero hacer referencia a las
expresiones que en el campo de la Bibliotecología tuvo la influencia del entrono
científico-intelectual desde finales del siglo XIX hasta mediados del siglo XX, el
cual produjo unos modelos de ciencia, en particular su epistemología y
metodología, para las nacientes disciplinas sociales, basados en la racionalidad de
las ciencias naturales y exactas. En el plano representacional, promovía una fe
ilimitada en el progresos a través de la ciencia y elevaba el conocimiento científico
a la categoría de forma superior de apropiación de la realidad, esto así
fundamentalmente asociado a la fuerte incidencia de los productos del dominio
científico sobre la vida cotidiana de las personas, las formas de organización de la
sociedad, la economía y la industria o cualquiera otra esfera de la vida social.
Las nacientes ciencias sociales emergieron bajo la impronta de este escenario;
buscaban al grado de predicción y control sobre los fenómenos bajo escrutinio que
ya habían conseguido las ciencias naturales. Este nivel se consideraba podía ser
alcanzado mediante el uso riguroso del método científico que favorecía la
cuantificación de los fenómenos, los encuadres analíticos, la producción de teorías
altamente formalizadas. Ansiaban en definitiva la condición de CIENCIA.
5
Forman. Discurse Analisy, p.4
Numerosos autores han abordado el tema del cientificismo en la Bibliotecología y Ciencia de la
Información, a veces utilizando otros términos – como positivismo o paradigma físico – para hacer referencia
a la cuestión. Setién Quesada por ejemplo habla de la existencia de un paradigma científico en el campo
específico de la Bibliotecología. Lo que Setién denomina “paradigma científico” en torno a los contenidos
que se le reconocen a la Bibliotecología aparece como una reacción a las posiciones que intentan reducir el
objeto de estudio de la Bibliotecología a lo que acontece en la biblioteca. A este enfoque oponen una
concepción científica de la Bibliotecología en tanto afirman que esta estudia un objeto particular de la
realidad social no reductible a una institución. Dígase circulación social del libro, fenómeno bibliotecario,
documento o información, cualquiera de ellos designa una realidad mucho más amplia que aquella contenida
en un edificio. El término “científico”, en este caso, se emplea sin mayores implicaciones que el de apuntar al
carácter anticientífico del llamado “paradigma institucional”. Setién Quesada, Emilio. Reflexión sobre la
gestión de innovación Bibliotecológica: raíces, esencias, cambios. Scire 5(1):65-75, 1999
6
LA Bibliotecología no se sustrae a esta corriente. Si bien las tradiciones que
consideraban al campo más bien como un arte, las facciones tecnócratas que solo
se interesaban por la eficiencia y rutinización de los procedimientos y proceso
bibliotecarios así como los exponentes de raigambre Humanista suponen un
importante freno ante los intentos de construir una Ciencia de la Biblioteca, a
medida que el área se profesionaliza, institucionaliza e introduce en la educación
superior y posgraduada.
Shrettinger, por ejemplo – que se tiene por el primer autor en proponer una
definición de Bibliotecología, la define en términos de Ciencia de la Biblioteca.
Según García Valenzuela7 “su merito estuvo en conferir categoría y estructura
científica a lo que hasta entonces era un conjunto de conocimientos sobre la
actividad bibliotecaria”.
Otro caso histórico notable lo constituye el matemático y bibliotecario hindú S.R.
Ranganathan, proponente de las famosas “cinco leyes de la bibliotecología”. En
opinión de Eugene Garfield8:
“Para Ranganathan y sus seguidores, las cinco leyes constituían un primer paso
hacia la consecución de una base científica para la Bibliotecología. Estas leyes
proporcionaban principios generales de los cuales todas las prácticas
bibliotecarias podían ser deducidas”.
En “The search for scientific professión”, de Lloyd Houser y Alvin Shrader, está
explicito su programa modernista, racionalista, especialmente en lo referido a la
investigación Bibliotecológica. (…) expresan su fe en la ciencia – la cual es el
cantro de la tradición modernista.
Un exponente representativo de esta vertiente lo constituye Pierce Butler,
contemporáneo de Shera y también vinculado a la Graduate Library School de la
Universidad de Chicago. Su libro “Introducción a la ciencia de la biblioteca” es
considerado por algunos autores como el más importante texto de investigación en
Bibliotecología en los próximos 40 años a partir de su publicación en 1933.
Buckland9 destaca los propósitos de este texto, muy en congruencia con las
tendencias de esos años de proporcionar a la Bibliotecología un cuerpo científico:
“El capítulo 1 versa sobre la naturaleza de la Ciencia. Butler comparte la confianza
de su tiempo y espacio en que, así como la educación se pensaba estaba
convirtiéndose en una disciplina científica, también una Bibliotecología científica
debía emerger: Así será la Bibliotecología; un cuerpo orgánico de conocimiento
7
García Valenzuela, Hortensia. Una aportación teórica a la definición de biblioteconomía. Revista General de
Información y Documentación 8 (1):111-139.
8
Garfield, Eugene. A tribute to S.R Ranganathan, the father of Indian Library Science. Essays of an
information scientist 7 (6): 5-12, 1984
9
Buckland, Michael. Documentation, Information Science and Library Science in the USA. En Historical
Studies in Information Science/Trudi B. Hann y Michael Buckland (editores). American Society for
Information Sciece. p. 164.
científico será construido para dar cuenta de las complejas prácticas de esta
agencia social”.
“(…) Su descripción del método científico reproduce la lógica estrecha baconiana:
se comienza con la recolección de datos, entonces se busca explicación y
finalmente se evalúa la explicación (…)”
Buckland resalta cómo, junto a otros contenidos tradicionales – como la historia
del libro y las bibliotecas – la metodología estadística ocupa un lugar importante
en una Ciencia de la Biblioteca pensada por Butler.
Los discursos cientificistas en Bibliotecología han encontrado expresión
fundamentalmente en el mundo académico. No es de sorprenderse entonces que
la entrada del campo al escenario de la educación posgraduada haya marcado un
hito para este enfoque. La creación de la Graduate Library School (GLS) en la
Universidad de Chicago – en la cual estudiara Shera (1938-1940) y posteriormente
impartiría docencia (1944-1952) – representa el momento de consolidación y
despegue de estas concepciones.
La GLS de Chicago representa el exponente institucional más clara de los
discursos cientificistas-sociales en Bibliotecología y su influencia en los medios
académicos y formativos de esos años es bien reconocida:
“La fuerza más influyente hacia el surgimiento de una ciencia de la biblioteca fue,
sin duda alguna, el establecimiento de la Graduate Library School en la
Universidad de Chicago en 1926 (…) La Facultad fue diseñada a partir de
disciplinas científicas bien establecidas para respaldar un programa fuerte de
investigación relacionado con los fundamentos de la Ciencia de la Biblioteca. (…)
cambio fuera de su tradicionalidad orientación “pragmática” y algunos ajustes
debieron ser negociados entre la GLS y la profesión”10
El discurso cientificista ha sido acusado frecuentemente de academista, de
desconocer las cuestiones técnicas y gerenciales que han definido las prácticas
informativas institucionalizadas desde finales del siglo XIX hasta la actualidad.
Buckland11, por ejemplo, considera las concepciones de Butler en torno a los
contenidos adecuados para una Ciencia de la Biblioteca como reduccionistas, en
tanto no dan cuenta de los procesos centrales del área ni reflejan la estrecha
relación que guarda con el desarrollo tecnológico – en franco divorcio con las
tendencias profesionales de su época – y desconoce las dimensiones gerenciales
de los sistemas formales de información. Creo que estas críticas deben
permanecer así, individualizadas. El caso de Shera es excepcional también en
este sentido como se verá más adelante.
10
11
Zandonade, Tarcicio. Social epistemology from Jesse Shera to Steve Fuller. Library Trenes 52(4):814,2004
El discurso tecnocrático en Bibliotecología.
El discurso tecnocrático en Bibliotecología cubre un grupo de enfoques que
responden a las problemáticas fundamentales relacionadas con el registro, control,
tratamiento y comunicación de los registros gráficos derivadas del fenómeno que
se conoce como explosión de la información desde la segunda mitad del siglo XIX.
A partir de estos retos epocales se articula una concepción que sitúa en un primer
plano las cuestiones relacionadas con la eficiencia y efectividad de las técnicas y
herramientas diseñadas para estos fines, la normalización de los procedimientos y
frecuentemente sostiene una visión economicista de las prácticas informativas. En
lo que a la Bibliotecología como disciplina se refiere, tiende a acentuar su carácter
pragmático e instrumental, acercándola a las ciencias técnicas bajo supuesto de
que su objeto fundamental es la estructuración y administración de ítems físicos
de información.
En el plano intelectual, tales enfoques se sustentan a partir de los ideales de
racionalidad y progreso técnico emanados de las revoluciones industriales del
siglo XIX.
Barreto sostiene que la racionalidad técnica en Bibliotecología posee profundas
raíces históricas en dichas revoluciones:
“La producción de información se ha desarrollado unto con las revoluciones del
crecimiento industrial, adsorbiendo así sus características distintivas. La
generación de “colecciones de información” adoptó para sí los preceptos de
productividad y de técnica como su mercado de trabajo. La creciente producción
de información precisa ser reunida y almacenada de forma eficiente, obedeciendo
a criterios de productividad en el almacenamiento, o sea, el mayor número de
estructuras informacionales debe ser colocado en el menor espacio posible y
dentro de límites de eficacia y costo”12
En la Bibliotecología, se reconoce un período histórico donde este enfoque
caracterizado por el énfasis en la técnica, la estandarización, la evaluación
económica-productiva, los procesos en general, va a dominar el panorama de la
Bibliotecología. En la literatura angloamericana se le reconoce como
tecnoburocracia y su figura más representativa la de Melvil Dewey. Algunos
autores tratan esta estrategia discursiva como la más persistente en la historia de
la construcción teórica del campo, trazando una línea de continuidad entre la
tecnocracia Deweyana y los enfoques gerenciales contemporáneos. Buckland, por
ejemplo, sugiere que “el actual reposicionamiento de las escuelas de
Bibliotecología para incluir, incluso enfatizar, la gerencia de información puede ser
12
Barreto, Aldo. A Questäo da Informaçäo. Revista Sao Paulo em Perspectiva 8(4) 1994
razonablemente como una continuación (deliberada o no) de la orientación de
Dewey, Donker Duyvis, Otlet y Briet”13
Los fundamentos hstóricos de los discursos de la tecnocracia también guardan
estrecha relación con lo que otros autores denominan la “crisis estructural de la
comunicación científica”. Se quiere designar así al problema del crecimiento
exponencial de la producción de literatura cada vez más especializada y a la
consecuente demanda de nuevos sistemas organizativos para el procesamiento y
transferencia de esa producción bibliográfica, actividades para las cuales los
sistemas existentes se manifestaban insuficientes14. Se observa entonces en la
Bibliotecología un intenso despliegue de esfuerzo por resolver estas problemáticas
en recurso al perfeccionamiento de las técnicas existentes, la incorporación de
nuevas tecnologías y la invención de métodos y herramientas organizativas más
flexibles que respondan adecuadamente a las exigencias de la esfera de la
comunicación gráfica en general y en particular en le dominio de la ciencia.
Los esfuerzos por resolver estas situaciones concretas derivaron lógicamente en
pronunciamientos genéricos sobre la profesión, el tipo de instrucción necesario
para sus agentes, el alcance y el valor del campo…consecuentes con este
esquema de racionalidad. Es importante insistáis en que no se puede igualar
tecnocracia con interés por las tecnologías, la gerencia y los procesos
informacionales. Estos intereses son una parte legítima del corpus de
conocimiento de las disciplinas informativas. Los discursos tecnocráticos se
manifiestan allí donde se reduce el contenido y alcance de la disciplina a estos
procesos, medios e instrumentos de los que se vale para realizarse en tanto
profesión; se proyectan en las perspectivas que reducen el papel de la teoría en la
descripción, comprensión o explicación de los problemas que aborda el campo y
desestiman la investigación a favor de la producción, las aplicaciones tecnológicas
y la optimización de los procesos.
Como se señala, la figura paradigmática de esta estrategia discursiva en la
Bibliotecología norteamericana es sin lugar a dudas Melvil Dewey. Bernd Forma,
sitúa con precisión a esta figura en el contexto del enfoque que intentamos
describir aquí:
“(..) en el contexto histórico de Dewey, situando su estandarización uniformidad y
mecanización de los procedimientos, equipos y entrenamiento bibliotecarios
dentro de una penetración general de la técnica racional hacia una siempre
pujante área de la vida social americana en el último cuarto del siglo XIX. La
contribución de Dewey es parte del “movimiento nacional hacia la racionalización y
la especialización” (Garrison, 1979, p, 169) en el cual una nueva clase profesional
de gerentes y especialistas ganaron poder económico y estatus cultural”.
13
Buckland, Michael. Documentation, Information Science and Library Science in the USA. En Historical
Studies in Information Science/Trudi B. Hann y Michael Buckland (editores). American Society for
Information Sciece. p. 161
14
Setién, Emilio. La investigación Bibliotecológica: sus fundamentos en el mundo de la información.
“(…) la contribución de Dewey a la Bibliotecología moderna puede ser vista como
su expresión de un ideal empresarial en relación con las bibliotecas. Los
procedimientos de estandarización, uniformidad, eficiencia, organización racional y
gerencia científica fueron los medios mediante los cuales los propósitos de Dewey
– la incorporación de la biblioteca – se podría alcanzar. Esta interpretación de la
contribución de Dewey – la fundación de la primera escuela de bibliotecología, la
atención casi fanática a la rutinización de los procedimientos bibliotecarios, la
concepción de la American Library Association como medio para organizar las
ideas profesionales, la producción, distribución y mercadeo de los suministros de
la biblioteca como empresa rentable – como elementos de una sola visión de la
biblioteca como una entidad corporativa, tiene la virtud de hacer importantes
conexiones entre ellos y lña forma corporativa de la organización institucional, tan
crucial para el desarrollo histórico de la sociedad americana”15
Bibliotecas y Bibliotecología
Radamés Linares C
Surgimiento de las bibliotecas
El largo proceso histórico que dio origen al hombre, se caracteriza por un
elemento distintivo: las relaciones sociales, él, no solo es producto de estas, sino
que es también constructor de las mismas. En ese contexto son significativos los
vínculos o nexos que establece con la comunicación y su ingrediente esencial: la
información
Una de las señales indicativas de la socialización del propio hombre, lo fueron las
formas de comunicación que este fue desarrollando, estas les fueron necesarias
para su propia existencia. Las maneras de comunicar en los momentos iniciales
transitaron: desde un periodo gestual hasta la aparición de las primeras formas
comunicativas de lo que denominamos lenguaje.
La oralidad o comunicación oral es esa variante comunicativa que se sustenta
en el lenguaje, posibilidad esencialmente humana, que es producto de complejas
circunstancias biológicas y sociales. De ahí que, intercambiar, transmitir y recibir
información en estos momentos iniciales de la historia humana se potencia al
haberse alcanzado el dominio de esta forma de comunicar.
Todo este acontecer se inscribe en los marcos de la comunidad primitiva o
prehistoria, donde el propio desarrollo de las circunstancias materiales y
espirituales del hombre hicieron factible esta manera de comunicar la información,
tan necesaria para la existencia humana.
15
Forman, Bernd. Discourse Análisis as research method in Labrary and Information Science. Labrary and
Information Science Research 16: 119-138, 1994.
La información comunicada oralmente pese a su superioridad respecto a otros
modos, como la gestualidad, etc.; tenia indiscutibles restricciones, una de las mas
significativas era su preservación y difusión a través del tiempo y el espacio. Es
esta carencia asociada a determinada coyuntura económica y cultural, la que
impulsa la aparición de otras formas comunicativas, capaces de solucionar las
dificultades que distinguen a la oralidad.
Los orígenes de la escritura se remontan a mas de 4000 años. Mesopotamia fue
su indiscutible cuna y en los diversos reinos de una u otra parte de este espacio
territorial, se fueron desarrollando las incipientes formas de escritura y las
primeras bibliotecas creadas por la humanidad.
ORALIDAD
ESCRITURA
FORMAS DE COMUNICACIÓN SOCIAL
Esta nueva modificación comunicativa, la escritura, por sus características,
introduce un elemento nuevo: los soportes, en que debe asentarse la información
o los datos que se desean conservar o transmitir. Con esta transformación, se
transita de una cultura básicamente acústica, sustentada en la oralidad, a una
cultura escritural, que no implicó la desaparición de la primera, sino una
autentica y necesaria coexistencia.
Este proceso tuvo particulares maneras de manifestarse en los diversos territorios
que fueron ideando sistemas de escritura de un tipo u otro, durante esa larga
etapa histórica, conocida como Antigüedad.
En Mesopotamia la practica de la escritura se redujo a las actividades contables y
administrativas, necesarias a los reinos o imperios dominantes, y limitadamente
en otras esferas. Los primeros soportes de la escritura en este contexto fueron las
celebres tabletas de arcilla, en ellas se asentaron los primeros libros creados
por la humanidad. Con esto surge un objeto, indisolublemente vinculado a
las bibliotecas, de historia tan milenaria como la de estas: el libro.
Las circunstancias originarias de las bibliotecas se ubican en este contexto
espacial y temporal. En Ebla, Ur y Ninive, todos, territorios mesopotámicos, se
conformaron las primeras bibliotecas de la historia 4000 o 5000 años atrás, sus
colecciones reunían documentos contables,
administrativos y la escasa
producción literaria de la época en forma escrita, dada el peso de la oralidad en la
difusión de esta expresión cultural. No es difícil percibir que la creación de esta
institución, pretendía inicialmente, coleccionar, organizar y preservar documentos
diversos, muy lejos de las funciones que paulatinamente van a ir adquiriendo.
Un momento excepcional del desarrollo de las bibliotecas lo fue sin dudas la
creación de la Biblioteca de Alejandría en la antigüedad. Su existencia no debe
aislarse de aquel conjunto mayor en el cual se incluía él celebre “Templo de las
Musas”, institución concebida como una organización dedicada a la enseñanza y a
la investigación, donde la biblioteca era entendida no solo como atesoradora de
colecciones de documentos de determinado valor, sino también como un
instrumento auxiliar de la enseñanza y la investigación.
La Biblioteca de Alejandría inicia un complejo proceso en la historia
bibliotecaria, aquel que apunta hacia la comprensión de la biblioteca no solo
como “un conjunto de conocimientos registrados, organizados y acumulados, sino
que se asoma, se insinúa una incipiente preocupación en torno a que una de las
funciones de estas instituciones era aquella que tiene en cuenta la utilización de
ese caudal de conocimientos preservados.
Constitución de la Bibliotecología
Los desarrollos de la biblioteca hasta el siglo XIX hicieron muy visible la
necesidad de ir mas allá de lo puramente instrumental de la labor
bibliotecaria. La creciente significación social y económica de esta
institución, impulsaron los intentos por construir un especifico espacio de
conocimiento que abordara la problemática de las bibliotecas, y que
trascendiera la tradicional empiria que tipifican sus actividades; y en
consecuencia se instrumentan concepciones en torno a la necesidad de
crear lo que hoy denominamos Bibliotecologia.
La Bibliotecología se identifica como un espacio de conocimiento autónomo desde
el siglo XIX, para ser mas preciso, en el año 1808 Martin Scherettinger publica un
estudio denominado “Ciencia de la Biblioteca”, donde trata de fundamentar las
especificidades del nuevo saber, donde su punto focal, apunta en una sola
dirección: la biblioteca.
Es de notar que la “nueva ciencia” convierte en su objeto de estudio una institución
de larga historia, desde los orígenes de la Antigüedad, por lo cual parece
importante hacer visible las razones explicativas de su conversión en materia
central de un área de conocimiento en ese siglo.
Es justo anotar, que varios autores en siglos precedentes produjeron obras donde
la reflexión en torno a la biblioteca, era el punto focal; uno de los mas significativos
fue el bibliotecario Gabriel Naudé16, cuyo estudio apunta hacia la dimensión
operacional y práctica del objeto de la disciplina, aun no fundada, considerado
atinadamente como un antecedente del nuevo espacio.
El registro formal de la Bibliotecologia como campo de conocimiento en los inicios
del siglo XIX no es resultado de la casualidad, sino que, todo apunta hacia
determinadas circunstancias propias de esa coyuntura epocal, que sin ellas, la
existencia de esa disciplina no hubiese sido posible.
En forma resumida, es posible anotar los factores mas relevantes:
- Surgimiento y desarrollo de la sociedad industrial
- Auge de las innovaciones científicas y tecnológicas
- Resurgimiento de la vida urbana
- Aparición de nuevas necesidades educacionales
- Creación y desarrollo de las Ciencias Sociales
Los anteriores enunciados pueden ser sintéticamente explicados como sigue:
La “llamada” Revolución Industrial con todas las invenciones tecnológicas que la
caracterizaron, fue uno de los factores claves en las profundas transformaciones
16
Su obra clásica fue “Advis pour dresser une bibliotheque”, publicada en 1627.
que sufre la sociedad europea a lo largo del siglo XIX. El salto económico de estos
países, hacia ese tipo de sociedad calificada como INDUSTRIAL, tiene entre sus
motores impulsores a los profundos cambios tecnológicos generados por aquella
primera Revolución Industrial.
El industrialismo decimonónico, promovido por la Primera Revolución Industrial
con sus símbolos más evidentes, ferrocarriles, textiles, máquinas de vapor y libre
competencia va a potenciar una particular situación en la esfera informativa y
documental, el siglo XIX va a conocer una situación informacional, sin
precedentes, como resultado de una explosión científica y técnica generadora de
una avalancha documental que exigía respuestas.
Es en este entorno que Martin Schrettinger funda lo que el denomino “Ciencia de
la Biblioteca”, concebida como una “disciplina científico técnica encargada de
coordinar las fases de búsqueda del libro y su hallazgo”, a su vez, este autor
propone entender a la biblioteca como “una colección organizada de libros para su
uso”... “sentó así las bases de lo que hoy es una disciplina científica en sus
métodos, sus problemas y su autonomía conceptual” (Molina Campos 43, 1995).
Bibliotecología y Ciencia de la Información:
¿subordinación, exclusión o inclusión?
Dr. C. Radamés Linares Columbié1
Resumen
Se examinan diversas variantes relacionales entre la Bibliotecología y la Ciencia
de la Información. Se propone un esquema clasificatorio del vínculo entre esas
disciplinas. Se señalan aspectos puntuales del proceso de construcción histórica
de ambas materias y se precisan los autores fundamentales de las diversas
posiciones.
Palabras clave: Bibliotecología, Ciencia de la Información.
Abstract
Some variants of the relations existing between library sciences and information
sciences are examined. A classifying scheme of the link existing between these
two disciplines is proposed. The main aspects of the process of historical
construction of both subjects are stressed and the most important authors of
different postions are dealt with..
Keywords: Library Science, Information Science.
Uno de los temas que la comunidad de especialistas del espacio informacional
reconoce como polémico es el referido a las relaciones entre la Bibliotecología y la
Ciencia de la Información como campos del conocimiento. Es lamentable que,
pese a este reconocimiento, no abunden los estudios que se adentren en dicho
fenómeno.
Las notas que siguen no tienen la pretensión de ofrecer respuestas a las grandes
interrogantes que envuelven este diferendo, sólo se desea ofrecer algunos
criterios sobre sus orígenes y peculiaridades con el fin de atraer la atención sobre
la indiscutible actualidad y necesidad de tratar un tema imprescindible en nuestro
entorno.
Subordinación, exclusión e inclusión son los tres términos que pueden servir para
agrupar las posiciones de los diversos autores en torno a la relación entre estas
disciplinas informativas, con otras palabras:
• La primera concibe a la Bibliotecología como subordinada a la Ciencia de la
Información.
• La exclusión considera que ambos son saberes independientes.
• La inclusión propone una integración de ambos campos en un espacio
único.
La búsqueda de una explicación para esta pluralidad de posturas obliga a una
mínima aproximación al decursar histórico de estos espacios del conocimiento.
La Bibliotecología se identifica como un espacio de conocimiento autónomo desde
el siglo XIX, para ser más preciso, a partir del año 1808, cuando Martin
Scherettinger publica un estudio titulado "Ciencia de la Biblioteca", en el que trata
de fundamentar las especificidades del nuevo saber, donde su punto focal apunta
en una sola dirección: la biblioteca.
Es de destacar que la "nueva ciencia" convierte en su objeto de estudio una
institución de larga historia, desde los orígenes de la Antigüedad, por lo que
parece importante revelar las razones que explican su conversión en materia
central de un área del conocimiento en ese siglo.
Los cambios que se originaron a lo largo de los siglos XVI y XVII y que originaron
lo que se dado en llamar revolución científica o explosión de la ciencia moderna
fueron de orden económico, social e intelectual, y afectaron, tanto a los niveles
cuantitativos como cualitativos de la ciencia. Una de las consecuencias de la
nueva ideología fue la ampliación de la comunidad científica y, por tanto, una
necesidad mayor de comunicación de esta clase.1
Mientras que la propagación de los descubrimientos científicos en los siglos XVII y
XVIII tuvo una limitada incidencia en la vida práctica del hombre común, en el siglo
XIX comenzó a notarse una relación estable entre ciencia y vida cotidiana con el
establecimiento de la industria y la tecnología. El industrialismo decimonónico,
promovido por la Primera Revolución Industrial con sus símbolos más evidentes:
ferrocarriles, textiles, máquinas de vapor y libre competencia potenció una
situación particular en la esfera informativa y documental, muy distante del siglo
XVIII, donde la elaboración de documentación científica no conllevó alteraciones
significativas en los saberes y prácticas, que se centraban en el registro,
almacenamiento y difusión de la información documentada.
Es por ello, que el siglo XIX va a conocer una situación informacional sin
precedentes como resultado de una explosión científica y técnica generadora de
una avalancha documental que exigía respuestas. Una de las primeras señales
fue el desarrollo de la Bibliografía y la creación de un nuevo tipo de biblioteca, la
especializada.
Las bibliotecas especializadas aparecieron con unos rasgos característicos, que
las diferenciaban de las tradicionales (...) Sus usuarios eran personas interesadas
en materias concretas, con unas necesidades de información muy especificas y
(...) sus colecciones eran muy variadas en cuanto al formato, incluían no sólo
libros sino también, artículos de revistas, informes técnicos, patentes, etcétera.2
El cisma en la práctica bibliotecaria se evidencia en un diferendo importante entre
bibliotecarios tradicionales y especializados al encarar los nuevos formatos,
públicos y demandas; merece aclararse, que no es sólo la explosión científico
técnica uno de los impulsores de la aparición de un campo especifico para
estudiar lo que hoy se le llama "fenómeno bibliotecario", sino que también la
sociedad industrial del siglo XIX potenció un desarrollo educacional y cultural que
impulsó un resurgir de la biblioteca pública, ahora muy atenta a los públicos que
sirve.
En resumen, la Bibliotecología como saber particular, nació en el momento
señalado, como resultado de una particular coyuntura científica, económica,
tecnológica y cultural, para intentar responder a una situación informativa peculiar.
La llegada del siglo XX, particularmente sus tres primeras décadas, está signada
por cambios científicos, tecnológicos, económicos e informacionales que expresan
una nueva situación histórica que descansa en una sociedad capitalista distante
del modelo de libre competencia dominante en el siglo anterior.
En lo económico, la monopolización comienza a ser la tendencia dominante y los
avances del pensamiento científico conmocionan este período, como lo muestra la
aparición de la Teoría de la Relatividad y la conformación de la Mecánica
Cuántica.3
Así emergió un entorno informacional no muy distante de los diferendos de finales
del siglo XIX, cuyo suceso más expresivo fue la creación de la Documentación
como espacio de conocimiento.
Paul Otlet (1868-1944) y Henry La Fontaine (1854-1943) trabajaban desde los
años 90 del siglo XIX en busca de una solución al conflicto creado en el campo de
la Bibliotecología. Otlet estaba convencido de que la única forma de controlar y
manejar las publicaciones, que crecían de manera vertiginosa, era con la
evolución de la "vieja biblioteconomía" a una ciencia nueva, la Documentación.
Otlet fue el primero en emplear las acepciones modernas de los términos
"documento" y "documentación" y fue un pionero en proponer metodologías tanto
para la Bibliografía como para la Bibliometría. La Fontaine creó junto con Otlet, en
Bruselas, la Oficina Internacional de Bibliografía, que años más tarde se
transformó en el Instituto Internacional de Bibliografía. En 1913, recibió el premio
Nobel de la Paz.
En 1934, publicó el "Tratado de documentación", en el que resulta significativa su
percepción sobre las diferencias entre el libro y el documento. A su juicio, el libro
no es el único soporte de información y considera imprescindible el procesamiento
de los nuevos formatos - fotografías, diapositivas, fotocopias, películas de cine y
programas de radio.
Asentó un concepto más amplio y universal, el documento, y lo concibe de un
modo nuevo, como algo que transmite información, principalmente escritos de
todo tipo, pero también "cosas" que dependen de los usos a los que
conceptualmente fueron destinados (...) Para Otlet, el documento está en el centro
de un complejo proceso de comunicación y transmisión de conocimiento.4 Sus
aportes convirtieron a la Documentación en otro de los antecedentes de la Ciencia
de la Información.
En síntesis, el proceso de amplificación de la ciencia y la tecnología en su
imbricación con el desarrollo industrial, es la plataforma de un cambiante
escenario informacional que afecta las prácticas informativas y sus respectivos
campos de conocimiento: Bibliografía, Bibliotecología y Documentación.
El acta de nacimiento de la Ciencia de la Información señala a 1962 como el año
de constitución formal de esta disciplina en Estados Unidos aunque el primer uso
oficial del vocablo ocurrió en 1958, al fundarse el Institute of Information Scientists
(IIS) en Gran Bretaña.
El entramado político y económico del que surge la Ciencia de la Información
como disciplina independiente es posible resumirlo en:
• El crecimiento científico y tecnológico, particularmente el derivado de la
Segunda Guerra Mundial, con el consiguiente incremento exponencial de la
información.
• El surgimiento de tecnologías, primero, la microfilmación y después la
computación.
• El carácter estratégico que adquirió la información para las instancias
políticas norteamericanas.
• La explícita confrontación política entre el Este y el Oeste luego del claro
desarrollo científico soviético en la carrera espacial y en la tecnología
nuclear.
• La supremacía económica norteamericana y las consiguientes
concepciones geopolíticas.
Con esta plataforma obra la fundación de la Ciencia de la Información en el marco
de dos conferencias celebradas en el Instituto Tecnológico de Georgia, entre
octubre de 1961 y abril de 1962.
Los encuentros se centraron en aspectos pedagógicos aunque no se excluyeron
los problemas en torno a la denominación de la parcela en surgimiento. Se
rechaza la voz Documentación y Robert Taylor propuso la primera definición de
Ciencia de la Información.2
En los coloquios participaron 59 especialistas, pero sólo el 24 % eran
bibliotecarios o profesionales de la Bibliotecología, bien es cierto, que dedicados a
la información en ciencia y tecnología, pero la mayoría fueron científicos e
ingenieros.5
La formación de la primera comunidad productora y legitimadora de la Ciencia de
la Información identificó las proposiciones iniciales de este campo del
conocimiento.6
La presencia mayoritaria de ingenieros y científicos puros impregnó una manera
de entender esta disciplina, tangible en la propia denominación del área como
ciencia, y aprovechó el irrefutable prestigio del término, cuya utilización,
consecuentemente, le otorgó reconocimiento y legitimidad.
La aparición de la Ciencia de la Información condujo necesariamente a establecer
una primera aproximación, al carácter de la relación que debía existir con la
Bibliotecología. Harold Borko, uno de los fundadores de la nueva disciplina, en un
artículo publicado en 1968 y considerado con justeza como un clásico,
"Information Science, what is it?", propuso las primeras ideas sobre este aspecto.
La intención básica es establecer que la Ciencia de la información (...) investiga
las propiedades y el comportamiento de la información, las fuerzas que rigen su
flujo y los medios de procesarla para su mejor accesibilidad y aprovechamiento.7
También se deseaba asentar las características de sus profesionales y la relación
con la Bibliotecología, por lo que se argumenta que es una ciencia
interdisciplinaria derivada o que está relacionada con la Matemática, la Lógica, la
Lingüística, la Psicología, la tecnología de la computación, la investigación
operacional, las artes gráficas, la comunicación y la Bibliotecología.7
El acercamiento a su relación con la Bibliotecología es decisivo en la medida que
es actualmente uno de los temas más polémicos en la familia informacional. El tipo
de conexión que se concibe es peculiar, porque se asevera que la Bibliotecología
es uno de los aspectos aplicados de la Ciencia de la Información.
En otras palabras, se afirma que las técnicas y procedimientos bibliotecarios
deben basarse en los hallazgos teóricos de la ciencia emergente.
Con este criterio, Borko inauguró lo que antes se ha calificado como una relación
de subordinación entre estos saberes, que ha tenido otros enfoques, como los que
consideran a la Bibliotecología como un primer estadio de desarrollo de la Ciencia
de la Información.
En las últimas décadas del siglo XX, surgieron otras reflexiones, que condujeron a
una nueva posición relacional: la exclusión. Así, se cree que existen además
diferencias significativas en varios aspectos críticos, entre ellos: (1) la selección de
los problemas abordados y la manera de definirlos (2) las cuestiones teóricas
planteadas y los marcos de referencia tomados por la bibliotecología fundamentalmente basados en teorías filosóficas y de la comunicación-, que no
tienen contrapartida en la Ciencia de la Información y viceversa; (3) la naturaleza y
el grado de experimentación y de desarrollo empírico de ambas, así como los
requerimientos profesionales, que también difieren a escala significativa; (4) las
herramientas y aproximaciones empleadas -por ejemplo, las aproximaciones
radicalmente diferentes, adoptadas en relación con la utilización de la tecnología
en la recuperación de información y en la automatización de la biblioteca; y (5) la
naturaleza y fortaleza de las relaciones interdisciplinares establecidas, así como la
dependencia con las aproximaciones interdisciplinares para el desarrollo de la
disciplina -la Bibliotecología es mucho más autónoma.8
Este punto de vista sintetiza adecuadamente una de las posiciones al respecto,
aquella que postula que la Bibliotecología y la Ciencia de la Información son
campos de conocimiento relacionados, pero diferentes; y donde se subraya la
autonomía de la Ciencia de la Información.
Una tercera posición afirma la existencia de un campo donde se integran ambos
espacios, Bibliotecología y Ciencia de la Información.4,9 Esta tendencia,
inicialmente influida en el terreno de la formación profesional por razones
administrativas, actualmente avanza hacia una comprensión de este espacio en
todos los terrenos y descansa en criterios como la existencia de un objeto común:
información o documento, así como en la vigencia de un proceso informativo o
documental, donde cada una de sus fases están presentes en ambos espacios.
La inclusión y conformación de un espacio integrado básicamente por las
disciplinas aludidas es una de las posturas más realistas sobre este particular. La
práctica informacional evidencia la incuestionable imbricación de estos campos del
conocimiento, más allá de los debates epistemológicos en el interior de estas
materias.
Referencias bibliográficas
1. López Yepes J. La documentación como disciplina: teoría e historia. 2da ed.
Madrid: EUNSA, 1995.pp.54.
2. Fernández Molina JC. De la documentación a la Information Science:
antecedentes, nacimiento y consolidación de la "Ciencia de la Información"
en el mundo anglosajón En: García Cuadrado A. La investigación en
historia de las instituciones documentales: estado de la investigación y
propuesta metodológica. Anales de la Documentación 1998;1(1):55-74.
3. Hobswabm E. Historia del siglo XX. Buenos Aires: Grijalbo Mondadorim,
1998. T. 2.
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reflections. En: Buckland M, Hahn TB. Historical studies in Information
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para o futuro". Revista Informacao & Sociedade 2002;12(1). Disponible en:
http://www.informacaoesociedade.ufpb.br/ Consultado: 7 de diciembre del
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6. Ferry de Moraes A. Os pioneros da Ciencia da Informacao os EUA. Revista
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&
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Disponible
en:
http://www.informacaoesociedade.ufpb.br/1220205.html Consultado: 5 de
diciembre del 2003.
7. Borko H. Information Science. What is it? American Documentation
1968;19(1):3-5.
8. Saracevic T. Information Science. Journal of the American Society for
Information Science & Technology 2000;50(12):1051-63.
9. Hjorland B. Library and Information Science: practice, theory and
philosophical basis. Information Processing and Management 2000;36:50130.
Tomado
de: Linares Columbié, Radamés. (2005). Ciencia de la
información: su historia y epistemología. (Bogotá, D.C.: Rojas
Eberhard, Ltd.)
La fundación de la Ciencia de la Información en EE.UU. y su contexto
El acta de nacimiento de la Ciencia de la Información señala a 1962 como el año
de constitución formal de esta disciplina en EE.UU., aunque el primer uso oficial
del vocablo ocurrió en 1958, al fundarse el Institute of Information Scientists (IIS),
en Gran Bretaña.
Si los antecedentes más distantes se remontan a lo referido en 1.1, los más
cercanos se inscriben en el entorno informativo que se deriva de la Segunda
Guerra Mundial y su posguerra.
El ascenso del fascismo en Europa condujo al desarrollo de políticas militares
particulares en los países calificados como potencias, al tiempo que otra guerra es
la excusa para un nuevo reparto del mundo entre los que no habían sido bien
gratificados en 1918. (Renouvin, 1969)
Entre 1939 y 1945 se delimita el último de los grandes conflictos bélicos del siglo
XX, la Segunda Guerra Mundial, expresión de la agudización de las relaciones
políticas internacionales que involucra, entre otros, a Alemania, EE.UU. y la Unión
Soviética, a la postre, agresor y vencido el primero y líderes vencedores los
últimos.
El estallido de guerra se produce en medio de profundos cambios científicos,
tecnológicos e informativos gerenciados desde los propios gobiernos que
promueven y financian los proyectos de investigación científica con un carácter
eminentemente pragmático. (Berrnal 1986)
De esta forma, la hegemonía política transita por el control de la tecnología militar,
y los beneficios de la investigación científica que la sustenta tienen un uso casi
inmediato en las operaciones bélicas. Los científicos, sus invenciones e
investigaciones tributan directamente a las decisiones militares y esos resultados
intervienen en el discurso político de los países beligerantes.
La comunidad científica estadounidense participó de manera muy activa en el
esfuerzo militar bajo dirección gubernamental debido al convencimiento del
importante papel que la ciencia podía jugar en el desarrollo de la guerra.
(Fernández-Molina 1995, 4)
En el mundo que emerge en 1945 desaparece Europa como primer actor
internacional y se estrena la bipolaridad EE.UU.-Unión Soviética, superpotencias
por su capacidad económica, territorial, demográfica y militar, esta última
determinada por la posesión y monopolio norteamericano de la bomba atómica
hasta 1949, fecha en la que los soviéticos declaran dominar la tecnología nuclear.
(Hobsbawm 1998)
La investigación científica, adjunta al proceso bélico, desencadenó una
exacerbada producción de documentación e información, contexto en el que
Vannevar Bush publica su célebre artículo As we my think17, en el que expone sus
ideas en torno al problema del crecimiento de la información en ciencia y
tecnología y alega cómo resolver su organización, almacenamiento y
recuperación.
Designado por el presidente Roosevelt, el Doctor Vannevar Bush fue de 1938 a
1942 el responsable del Comité Nacional de Investigación, más tarde Office for
Scientific Research and Development (Barreto 2002, 3), con lo cual es un
científico-funcionario del aparato gubernamental norteamericano dedicado a
tareas indiscutiblemente valiosas.
Las ideas de Bush anuncian un campo de conocimiento a punto de surgir. Sus
preocupaciones transparentan la fuerte relación estratégica entre investigación
científica, información y desarrollo, así como la necesidad de determinada
estructura teórica capaz de enfrentar los complejos problemas epistémicos y
técnicos que trascendían, a la vez que sugiere soluciones en torno a la necesaria
presencia de las tecnologías como instrumento esencial para encarar esta
realidad. (Bush, 1945)
La posguerra implementa una concepción peculiar, la guerra fría,18 que continúa
propiciando el crecimiento de la industria y la investigación militar en aras de la
seguridad nacional, sobre todo después de los adelantos soviéticos en el campo
aerospacial y el lanzamiento del Sputnik19 en 1957, factor que refuerza las
preocupaciones de las esferas políticas del Este por información especializada.
Se anuncia, reiteradamente, la necesidad de un espacio teórico y práctico que sea
capaz de asumir estos y otros desafíos y que va a tener respuesta en años
posteriores.
Al contrario que en la Europa continental, el movimiento documental europeo
encabezado por Paul Otlet y Henri La Fontaine no alcanzó demasiado éxito en
EE.UU. (Fernández-Molina 1995, 7) y la muestra más prominente es la creación
en 1937 del Instituto Americano de Documentación (ADI),20 no para difundir las
ideas otlelianas, sino para introducir un componente de enorme impacto en la
actividad documental, la tecnología de la microcopia, una de las grandes
revelaciones en el mundo informativo de la época.
17
Este articulo, publicado en 1945, es uno de los textos fundadores de la Ciencia de la
Información.
18
(1947-1991) Este concepto designa esencialmente la larga y abierta rivalidad que enfrentó a
EE.UU. y la Unión Soviética y a sus respectivos aliados tras la Segunda Guerra Mundial. Este
conflicto fue la clave de las relaciones internacionales mundiales durante casi medio siglo y se libró
en los frentes político, económico y propagandístico, pero solo de forma muy limitada en el frente
militar.
19
Con el “shock del sputnik” los EE.UU. se lanzan en una carrera frenética en el campo de la
investigación científica y la exploración espacial, convirtiendo el gobierno a la información científica
y tecnológica en el punto focal de ese esfuerzo. Véase además: Shera, Jesse y Donald Cleveland.
History and foundations of Information Science. ARIST, Washington, v.12; p. 249-275, 1977.
20
En 1969 cambia su nombre por el de American Society for Information Science. (ASIS)
La tecnología documentaria se reducía, en los finales de los años 30, a la
asimilación de las fichas perforadas en el tratamiento de la información, como
herramientas emergentes para la reproducción y almacenamiento con añadidos
sucesivos.
La invención en 1946 de las tecnologías computacionales fue de progresiva e
inmediata aplicación en la naciente esfera, especialmente para solucionar las
preocupaciones dominantes en ese lapso de explosión documental sobre cómo
localizar y buscar información puntualmente. Con ese objetivo se impulsa la
elaboración de procedimientos que permitan representar el contenido de un
documento, coincidiendo con el esplendor de las clasificaciones, indizaciones y
tesauros. (Barreto 2003, 9)
Para estos fines, Calvin Mooers21 propone en 1950 un área que aborde los
aspectos intelectuales de la descripción de información y sus especificaciones
para la búsqueda, además de cualquier sistema, técnica o instrumento que se
utilice en la operación: la recuperación de información. (Saracevic 1999,13)
La gélida contienda de la posguerra, de este modo, encuentra otro eslabón de la
cadena de resoluciones informacionales con el apoyo de los avances tecnológicos
y la evolución en el procesamiento documental.
El entramado político y económico del cual surge la Ciencia de la Información
como disciplina independiente es posible resumirlo en:
- El crecimiento científico y tecnológico, particularmente el derivado de la
Segunda Guerra Mundial, con el incremento exponencial de la información.
- El surgimiento de tecnologías, primero, la microfilmación y ulteriormente la
computación.
- El carácter estratégico que adquiere la información para las instancias políticas
norteamericanas.
- La explícita confrontación política entre el Este y el Oeste luego del claro
desarrollo científico soviético en la carrera espacial y en la tecnología nuclear.
- La supremacía económica norteamericana y las consiguientes concepciones
geopolíticas.
Entretanto, las conceptualizaciones especializadas de insoslayable conmoción
para esta ciencia fueron:
- El Tratado de Documentación, Paul Otlet. (1935)
- El artículo As we my think, Vannevar Bush. (1945)
- La Teoría Matemática de la Comunicación, Shannon y Weaver. (1948)
- La Recuperación de la Información, Calvin Mooers. (1950)
21
(1919-1994) Matemático norteamericano. Creador de la Ley de Mooers, fue el primero en
concebir un tesauro.
ANTECEDENTES DISCIPLINARIOS DE LA CIENCIA
DOCUMENTACION
RECUPERACIÓN DE LA INFORMACION
Con esta plataforma obra la fundación de la Ciencia de la Información, en el marco
de dos conferencias celebradas en el Instituto Tecnológico de Georgia,22 entre
octubre de 1961 y abril de 1962.
Los encuentros se centran en aspectos pedagógicos, aunque no se excluyen los
problemas en torno a la denominación de la parcela en surgimiento. Se rechaza la
voz Documentación y Robert Taylor23 propone la primera definición de Ciencia de
la Información. (Fernández Molina 1995)
En los coloquios participan 59 especialistas, pero solo el 24% son bibliotecarios o
profesionales de la Bibliotecología, bien es cierto que dedicados a la información
en ciencia y tecnología, pero la mayoría son científicos e ingenieros. (Ribeiro
García 2002)
La formación de la primera comunidad productora y legitimadora de la Ciencia de
la Información identifica las proposiciones iniciales de este campo de
conocimiento. (Ferry de Moraes 2002)
La presencia mayoritaria de ingenieros y científicos puros impregna una manera
de entender esta disciplina, tangible en la propia denominación del área como
ciencia, aprovechando el irrefutable prestigio del término, cuya utilización,
consecuentemente, otorga reconocimiento y legitimidad.
Un estudio24 de la Sociedad Americana para la Ciencia de la Información y la
Tecnología (ASIS&T) sobre los pioneros25 de esta materia arroja datos que ilustran
el perfil profesional (véase Anexo 1) y los temas preferidos en los trabajos de
investigación de los fundadores. (véase Anexo 2)
Es significativo que ninguno de los autores primigenios,26 sustente la condición de
esta ciencia en el modelo objetivista y determinista dominante, aun cuando se
llega a afirmar que una Ciencia de la Información verdadera debía basarse en el
modelo de la Física. (Yovits 1975, 95) En esos momentos no se consideró la
posibilidad de incluirla en otro conjunto que no fuera el de las ciencias naturales o
empíricas.
23
Considerado el primer autor norteamericano que sistematizó los principios esenciales de la
naciente Ciencia de la Información
24
25
Entendiendo por pioneros aquellos que más se destacaron en el área entre los años 1900
y 1970.
26
Harold Borko, Robert Taylor, Hans Luhn y Fritz Machlup.
Mientras que es palpable en este período el interés por tópicos de gran valor
instrumental y utilitario en medio de la avalancha documental de la posguerra, es
notoria la escasa preocupación en esos círculos por encontrar los fundamentos
epistémicos de la Ciencia de la Información.
1.1 La Ciencia de la Información y sus contenidos en los años originarios
La inscripción de la Ciencia de la Información contempla establecer las precisiones
conceptuales que enuncien sus contenidos específicos, y le cupo a Robert Taylor
el mérito de su primera definición, con tres variantes, en 1963 y 1966.
La Ciencia de la Información se encarga de los mensajes almacenados o
registrados, de su creación como documentos, de su propagación y uso. La
disciplina posee dos características científicas: un componente de ciencia pura
que investiga el objeto sin considerar sus aplicaciones y un componente de ciencia
aplicada que desarrolla productos y servicios. (Taylor 1966, 6)
Uno de los padres fundadores, Harold Borko, sintetiza las variantes de Taylor en
un artículo publicado en 1968 y considerado con justeza como un clásico,
Information Science, what is it?, que escrito hace casi treinta años, merece ser
analizado porque en él están las cuestiones esenciales de la Ciencia de la
Información como área científica, muchas de ellas discutidas hasta hoy, de ahí su
actualidad. (Ribeiro Pinheiro 1997, 98)
La intención básica es establecer que la Ciencia de la información (...) investiga
las propiedades y comportamiento de la información, las fuerzas que rigen su flujo
y los medios de procesarla para su óptima accesibilidad y aprovechamiento.
(Borko 1968, 2)
También se desea asentar las características de sus profesionales y la relación
con la Bibliotecología, por lo que se argumenta que es una ciencia
interdisciplinaria derivada o que está relacionada con la Matemática, Lógica,
Lingüística, Sicología, Tecnología de la computación, Investigación operacional,
Artes gráficas, Comunicación y la Bibliotecología. (Borko 1968, 3)
El acercamiento a la relación con la Bibliotecología es decisivo en la medida que
en la actualidad es uno de los temas más polémicos en la familia informativa. El
tipo de conexión que se concibe es peculiar, ya que se asevera que la
Bibliotecología es uno de los aspectos aplicados de la Ciencia de la Información.
En otras palabras, se afirma que las técnicas y procedimientos bibliotecarios
deben estar basados en los hallazgos teóricos de la ciencia emergente y se
propone, además, iguales consideraciones para la Documentación.
Se infiere, en lo anterior, una imprecisa comprensión del autor sobre el significado
que tienen las relaciones interdisciplinarias, pues la Ciencia de la Información,
desde este ángulo, es jerárquicamente superior y las restantes son sus aspectos
aplicados.
Los criterios sobre el carácter de ciencia del nuevo espacio demuestran una
ausencia de reflexiones sobre sus bases epistemológicas, al limitarse a enunciar
que tiene componentes de ciencia pura cuando investiga o estudia un asunto sin
preocuparse con su aplicación, y componentes de ciencia aplicada cuando
desarrolla servicios y productos. (Borko 1968, 3)
Las propuestas sistematizadoras de Borko de las ideas discutidas en las
Conferencias de Georgia y resumidas por Taylor en sus tres definiciones, tienen
carácter fundacional pese a no concretar la noción medular de información, que
como objeto de estudio, ni se define ni se caracteriza.
En 1970 otro de los pilares de la especialidad, William Goffman, apunta en esta
línea que el objetivo de la Ciencia de la Información debe ser crear un enfoque
científico unificado al estudio de los diversos fenómenos en torno a la noción de
información. (...) La tarea de la Ciencia de la Información es el estudio de las
propiedades de los procesos de comunicación que puedan entonces ser
traducidos al diseño de un sistema de información adecuado para una situación
física adecuada. (Goffman 1970, 591)
Al sumarse a la construcción de esta ciencia, Goffman propone que la Teoría
Matemática de la Comunicación de Shannon y Weaver fuera su basamento
teórico. Tal opción es inviable cuando el punto focal son los contenidos y
significados de los mensajes, imprescindibles en el procesamiento de la
información, pero es coherente con los supuestos cientificistas de la comunidad
profesional coetánea.
En el mismo año, aparece otra consideración importante sobre esta problemática
de la mano de Anthony Debons y Klause Otten, quienes entienden a la Ciencia de
la Información en dos dimensiones, como solución práctica para la organización y
recuperación de información a través de la aplicación de procedimientos y
tecnologías, y como fenómeno general de la información, metaciencia de la
información o Informatología. (Debons y Otten 1970)
Las proposiciones de estos autores introducen otro asunto legítimo, pero
discutible. Es cierto que, ante la diversidad de ramas que se ocupan de la
información, debía existir una que reflexionara sobre el universo de la información
y que estableciera los nexos con las especificidades de cada una, pero obvian que
existe un segmento del saber que se ocupa de los fenómenos generales, la
Filosofía. A pesar de ello, es encomiable su explícita preocupación acerca de la
necesidad de abordar la dimensión teórica de la Ciencia de la Información.
Las ideas de Taylor, Borko, Goffman, Debons y Otten sobre el significado de esta
área de conocimiento, su objeto de estudio y su naturaleza, denotan un esfuerzo
identificador loable en los años fundacionales. Para todos la información es “algo”
que puede ser recopilado, organizado, almacenado y difundido, y por tanto,
externo y objetivo, por lo que el tipo de ciencia en que se cree pertenece a las
naturales o empíricas.
Coyuntura económica, cambios tecnológicos y Ciencia de la Información
Los años finales del siglo XX constituyen para la Ciencia de la Información una
fase de ruptura y diferenciación como expresión de la evolución de una ciencia en
formación, una suerte de crisis de desarrollo.
Esta etapa, denominada crítica, tiene particularidades interesantes por las
circunstancias en que se desarrolla y porque genera importantes reflexiones que
persiguen transformar la armazón conceptual de la etapa fundacional.
La evolución histórica de la Ciencia de la Información debe ser explicada en su
continuidad y quiebra, por lo que la separación en dos momentos no es una
convención, sino un testimonio del curso de los acontecimientos, marcados por los
encuentros y desencuentros con la estabilidad económica.
La historia de los veinte años que siguieron a 1973 es la historia de un mundo que
perdió su rumbo y se deslizó hacia la inestabilidad y la crisis. Sin embargo, hasta
la década de los ochenta no se vio con claridad hasta qué punto estaban
minados los cimientos de la edad de oro. (Hobsbawm 1998, 403)
Desde una perspectiva integral, las décadas que transcurren desde los finales de
la Segunda Guerra Mundial hasta el inicio de los años 70, pueden considerarse
como una auténtica “edad de oro” de los países capitalistas desarrollados.
Entre 1945 y 1973, esta parte del mundo mantiene un indiscutible y sostenido
crecimiento económico en el que son determinantes no los signos del
industrialismo decimonónico, sino otros sectores punteros como la petroquímica,
los electrodomésticos, la aeronáutica y la electrónica.
La economía mundial crecía (...) a un ritmo explosivo. Al llegar los años sesenta
era evidente que nunca había existido nada semejante. La producción mundial de
manufacturas se cuadruplicó entre principios de los cincuenta y principios de los
setenta, y algo todavía más impresionante, el comercio mundial de productos
manufacturados, se multiplicó por diez. (Hobsbawm 1998, 264)
En el auge económico confluyen varios factores, especialmente el rol del estado y
las grandes transformaciones científicas y tecnológicas.
La concepción económica de los países capitalistas en los años precedentes, el
liberalismo, descansa en la idea de que el ejercicio de la libertad económica
requiere que el estado no intervenga en la actividad económica.
Sin embargo, particularmente en EE.UU., no es del todo consecuente con esa
doctrina y el estado participa activamente en la solución de la crisis de 1929. La
situación es más clara a partir de los años 60 cuando se asumen las teorías de
John Maynard Keynes27, que proponen aumentar el gasto público y resaltar la
importancia de la injerencia estatal. (Hobsbawm 1998)
El liberalismo es una corriente especialmente compleja que sigue influyendo en
dos de las dimensiones fundamentales de la práctica y del pensamiento social
contemporáneo, la política y la economía, pero debe distinguirse entre el viejo y
nuevo liberalismo, así como entre liberalismo político y liberalismo económico.28
27
(1883-1946) Economista británico.
28
El liberalismo irrumpe con el afán de poner límites al abuso del poder centralizado de los estados
absolutistas que habrían caracterizado a las monarquías europeas durante los siglos XVII y XVIII.
Estas ideas vinculan determinantemente los derechos individuales y la libertad en todas sus
manifestaciones, incluidas las económicas. La expresión laissez faire - laissez passer, resume la
esencia de esta corriente.
En este momento del estudio interesa esencialmente el viejo liberalismo
económico. (Mayer 1941)
En los “años dorados” el estado planifica en alguna medida la economía, estimula
la empresa privada con sus compras y controla el libre funcionamiento del
mercado, todo lo cual dinamiza la economía de EE.UU., pero cuestiona en la
práctica los principios liberales. (Touraine 1994)
Las transformaciones científicas y tecnológicas también alientan la expansión
económica. Desde los años 70, la investigación científica es entendida como una
actividad inseparable de sus aplicaciones técnicas y se consolida como una de las
prioridades de los estados.
Gracias a las innovaciones en la tecnología electrónica, transistores, circuitos
integrados y computadoras de elevada eficacia se suman a una etapa de
esplendor en la que, además, aparecen potentes áreas tecnocientíficas, como la
energía nuclear, la biotecnología y la industria aeroespacial.
La investigación científica es clave en la mejora económico, las tecnologías recién
implementadas facilitan la aparición de otras áreas de inversión y la economía
comienza a ser identificada desde otras realidades.
De esta manera, las transformaciones que venían anunciándose al principio de la
segunda posguerra se establecen convenientemente por una singular situación
económica en EE.UU.
A los “años dorados” le sigue un declive. Lo que parecía ser un crecimiento
económico sostenido e indetenible, se frustra en 1973 con la crisis del petróleo.
En el desplome de la economía capitalista actúa el aumento del gasto público y
una disminución de los ingresos, el anclaje de una economía globalizada, el
imprevisto del desempleo consecuente de la automatización de los procesos
productivos y la crisis monetaria que deteriora al dólar como divisa internacional.
En el decenio de los 80 se impone el neoliberalismo29 ante la probada ineficacia
de las políticas keynesianas. Sus máximos representantes políticos son el
presidente norteamericano Ronald Reagan y la primera ministra británica
Margaret Thatcher. (Touraine 1994)
El principal postulado del neoliberalismo es que la competencia pone a funcionar
al tope las energías latentes del mercado, propugna que el estado no oficie en la
actividad económica y representa, en fin, una vuelta a los principios del viejo
liberalismo, ahora en circunstancias finiseculares.
Es un modo casi planetario de practicar la economía política en los finales del siglo XX. Se
distingue por creer que la competencia capitalista es el mecanismo que garantiza automáticamente
las mejores condiciones para la evolución de las fuerzas productivas, a la vez que postula la
reducción del papel estatal en la actividad económica y social.
5
La crisis del petróleo se detuvo momentáneamente con la aplicación de las
recetas neoliberales acompañadas por la resolución estatal de frenar el gasto
publico y una fuerte carrera armamentista, línea que encabeza EE.UU.
(Hobsbawm 1998)
El año 1980 inicia una de las etapas más cambiantes del siglo XX, período en que
se asienta y desarrolla EE.UU. como centro de poder de una economía global que
caracteriza el sistema de relaciones mundiales.
Las economías de los países altamente desarrollados, estructuradas desde un
nuevo discurso teórico y práctico, el neoliberal, colocan al mercado en el centro de
sus preocupaciones.
En esta década se desenvuelven la microelectrónica, las telecomunicaciones y
sus respectivas tecnologías subordinadas, que inciden sin dudas en la
conformación de la propuesta de un nuevo modelo de sociedad, la Sociedad de la
Información. 30
El examen de esta coyuntura se inicia con el develamiento del papel de las
innovaciones tecnológicas, cuya mejor expresión son las tecnologías electrónicas.
Fue durante la Segunda Guerra Mundial y en los años posteriores que tuvieron
lugar las mayores innovaciones en tecnología electrónica: la primera computadora
programable y el transistor, fuente de la microelectrónica, el verdadero corazón de
la Revolución Tecnológica de la Información en el siglo XX. (Castells 1998, 3)
No se trata de explicar los cambios en las sociedades capitalistas del período
desde una supuesta causal tecnológica, tendencia conocida como determinismo
tecnológico, al decir de Alvin Toffler31 o Manuel Castells32.
El determinismo tecnológico evoca una relación unidireccional entre tecnología y
sociedad que rigen los desarrollos tecnológicos, supuestamente impermeables
ante la influencia de factores sociales.
Aquí se propone una explicación bien distante de la postura descrita. Si bien es
innegable la influencia de las tecnologías en la sociedad, no impactan como un
factor externo casual. La relación que se produce entre tecnología y sociedad es,
en cualquier caso, simétrica. (Aibar 2001)
La explosión tecnológica fue incentivada por una particular coyuntura económica
en que se busca salir de una situación crítica siguiendo las proposiciones del
esquema neoliberal por parte de los norteamericanos, que combina privatización y
presencia estatal con absolutizaciòn de los poderes del mercado.
El nuevo empuje de la tecnología militar norteamericana fue impulsado en 1983 en
torno al programa de la Guerra de las Galaxias de hecho usando las tecnologías
desarrolladas en la prodigiosa década precedente. (Castells 1998, 6)
30
El creciente papel del conocimiento en la sociedad actual ha llevado a más de un autor a
proponer otro estadio social, la Sociedad del Conocimiento. Véase: San Segundo, R. El
conocimiento como nuevo paradigma en el actual nuevo paradigma.
31
Futurólogo y Sociólogo norteamericano. Creador del análisis de la historia por “olas” para
justificar el origen de los cambios y su impacto en el futuro. Sus obras se consideran megasellers
dada la popularidad de las mismas. Entre otras se destacan Shock del Futuro (1970), La Tercera
Ola (1980) y Cambio de poder (1990)
32
(1942- ) Científico social español conocido a partir de la publicación de su trilogía La era de la
información. Es considerado como uno de los apologistas de la Era de la información.
Uno de los fenómenos que mejor sintetiza la situación informacional de los finales
del siglo XX, es precisamente la aparición en el escenario político, económico y
cultural, de la llamada Sociedad de la Información, de carácter sumamente
controversial.
Aunque son diversas sus definiciones (Toffler 1991; Castells 1998; Masuda 1994),
lo común es que se orientan a establecer el carácter determinante de las
tecnologías de información y comunicación en su aparición y existencia, a
considerar un nuevo espacio económico -el informacional- que le sirve de
sustento, y a proponer un nuevo espacio ocupacional -la información es objeto de
trabajo-, esencial en la producción de riquezas.
Lo específico de la Sociedad de la Información es el decisivo el uso sistemático de
las TIC, y que se convierten en la principal fuente del incremento de la
productividad y de la economía.
Indica el atributo de una forma específica de organización social en la que la
generación, el procesamiento y la transmisión de la información se convierten en
las fuentes fundamentales de la productividad y el poder, debido a las nuevas
condiciones tecnológicas que surgen en este período histórico. (Castells, 1998,
47)
Las circunstancias económicas y tecnológicas de esos años favorecen
situaciones únicas para el universo informativo. La economía neoliberal acrecienta
el proceso de mercantilización de la información ya que las tendencias
privatizadoras, típicas de ese modelo económico, descartan toda posibilidad de
que la información sea un recurso o producto al servicio de todos. Se cierra la
posibilidad de considerar la información un bien público y entra en el mercado
como cualquier otra mercancía.
En lo económico, la industria de la información, entendida como el conjunto de
organizaciones, con sus interrelaciones, que desarrollan y crean productos,
servicios y tecnologías de información transables en el mercado (BIOMUNDI),
congrega un amplio espacio de actividades, desde editoriales hasta elaboradores
de software, pasando por la producción y difusión de productos y servicios
informativos, involucrados en la dinámica del mercado como señal del discurso
económico dominante.
La capacidad de penetración de las TIC en el entramado político, social y cultural
crean una situación particular en esas dimensiones y no solo en el funcionamiento
de las economías. En la vida cotidiana se estimula el peso de la información en
todas las magnitudes, formas y soportes posibles.
En el marco de estas y otras circunstancias, la Ciencia de la Información llega a
una nueva fase de su desarrollo en correspondencia con la coyuntura histórica.
1.2 Primeras conceptualizaciones de la Ciencia de la Información y sus
dependencias epistemológicas.
Una de las dimensiones de la Ciencia de la Información ausente en la
historiografía, es la referida al análisis de los marcos teóricos e intelectuales que
contribuyeron a su proceso de construcción y desarrollo.
La atmósfera intelectual de las primeras ocho décadas del siglo XX puede
definirse como altamente compleja porque sigue viva la visión de ciencia
propuesta entre los siglos XVI y XIX, aun cuando se hayan manifestado las
primeras fisuras en el edificio de la racionalidad científica. (Bernal 1987)
Son años en que la ciencia tiene un elevado prestigio social y una fuerte influencia
en el imaginario intelectual, se manifiesta una relevante hegemonía del
conocimiento científico sobre otros modos de conocimiento y -en el ámbito de las
Ciencias Sociales y Humanas- se oscila entre la adscripción a principios
epistemológicos y metodológicos propios de las ciencias naturales modernas
(frutos del racionalismo determinista y empirista), y las máximas basadas en la
especificidad del ser humano. (Wallerstein 1996)
El análisis del proceso de construcción de la Ciencia de la información certifica los
supuestos sobre los que se erigen los conceptos propios del área,
específicamente los de carácter teórico.
Conceptos y no teorías, pues en realidad debe señalarse la ausencia en el área de
un cuerpo de fundamentos teóricos (...) Aún se encuentra en construcción una
epistemología de la Ciencia de la Información o una investigación de los
conocimientos que la permean. La falta de estudios en esa línea y la escasa
presencia de teóricos, mantienen a la Ciencia de la Información en un estado de
fragilidad teórico conceptual. (Ribeiro Pinheiro 1996, 3)
El significado de un concepto científico está determinado por suposiciones
teóricas, y no tiene sentido propio fuera de ese esquema. (Hjǿrland 2000) Las que
son de interés en este estudio remiten a las tipificadas como grandes teorías o
teorías generales, aquellas que ofrecen visiones integrales.
En los albores de la Ciencia de la Información, en el contexto norteamericano, las
corrientes filosóficas que cimientan conceptualmente los saberes con pretensiones
científicas fueron el empirismo, el positivismo y el pragmatismo.
El empirismo33 es una tendencia filosófica que se desarrolla en Gran Bretaña entre
los siglos XVII y XVIII, que considera la experiencia como la única fuente válida de
conocimiento, y las ciencias naturales como el tipo ideal de ciencia al basarse en
hechos observables.
Este enfoque, opuesto a las posiciones racionalistas, se convirtió en una
constante a lo largo de la historia de la Filosofía en la medida que más de una
orientación filosófica es deudora del “viejo empirismo”. (Abagnano 1967)
En el siglo XIX entra el positivismo como un conjunto de escuelas de pensamiento
que asumen la teoría filosófica y sociológica formulada por el pensador francés
Augusto Comte y, ya en el siglo XX, florece la filosofía analítica, denominación que
abarca al neopositivismo del Círculo de Viena y a la Filosofía del Lenguaje.
Entre una y otra vertiente (positivismo y neopositivismo) existen divergencias
significativas. El positivismo del XIX es ante todo una filosofía de la historia y un
intento de teoría de la sociedad, mientras que el proyecto fundamental de la
filosofía analítica es el estudio de las bases lógicas del lenguaje. El positivismo
clásico se propone crear una ciencia puramente inductiva. El neopositivismo, ante
33
Los filósofos creadores de esta tendencia fueron John Locke, David Hume y Thomas Berkeley.
la encrucijada de la inconsistencia lógica de la inducción, afirma como método
general de la ciencia el axiomático-deductivo. (Cornforth 1964)
El positivismo hipertrofia el modelo de racionalidad científica conformado a lo largo
de la modernidad, por lo que convierte a la ciencia en el único conocimiento
posible, y a su método en el único valido, en el que las ciencias naturales son el
referente modélico.
Desde finales del siglo XIX y hasta la primera mitad del siglo XX, en EE.UU. se
desarrolla una corriente filosófica considerada como típicamente norteamericana,
dado que las tesis que sustenta expresan algunos de los rasgos distintivos de esa
sociedad y cultura, el pragmatismo. La tendencia filosófica en cuestión, consiste
en tratar de interpretar cada noción señalando sus consecuencias prácticas.
(James 1959, 46)
Empirismo, positivismo y pragmatismo, entrelazados y complementarios, sirvieron
de ambiente filosófico en el cual se inscribe el proceso fundacional de la Ciencia
de la Información. Los conceptos, enfoques y propuestas de la nueva disciplina
van a expresar la influencia de estas filosofías.
Otras perspectivas no necesariamente filosóficas también contribuyeron a
otorgarle determinadas características al área. En este sentido se inscribe el
cientificismo, una creencia dogmática que afirma que el modo de conocer llamado
ciencia es el único que merece el título de conocimiento y que debe ser paradigma
de objetividad, racionalidad y eficacia.
No hay consenso entre los estudiosos sobre el grado de incidencia de estas
orientaciones en la construcción conceptual de la Ciencia de la Información, lo que
sí puede fundamentarse es la valía de supuestos de carácter empirista-positivistapragmático-cientificista en su construcción y desarrollo teórico-práctico.
Las posiciones advertidas pueden ser agrupadas en tres clases:
- Positivismo como teoría dominante. (Budd 1995, Dick 1991, Harris 1986)
- Positivismo como teoría no dominante. (Hjǿrland 2000, Trosow 2001, Zwaldo
1997)
- Hegemonía del positivismo, mas no como práctica ortodoxa, sino como variedad
instrumental o aproximación empírico-pragmática. (Nitecky 1998)
Las características de este estudio apenas permiten esbozar determinados
conceptos que se consideran fundamentales en la construcción teórica de la
Ciencia de la Información. En consecuencia, se presentan conceptos como
información, usuario de información, recuperación de información y un
componente fundamental, la investigación.
Información
Algunos investigadores han reconocido la necesidad de un concepto de
información adecuado tanto para el desarrollo teórico, como para el desarrollo
práctico de la Ciencia de la Información y, por tanto, han desarrollado conceptos
que consideran apropiados o han propuesto que conceptos de información
existentes de otros campos podrían aplicarse al contexto de la Ciencia de la
Información. Estos conceptos han utilizado una gran variedad de suposiciones y
presuposiciones iniciales y se han desarrollado dentro de algunos marcos
fundamentales. (Belkin 1978, 58)
El concepto información ha sido abordado dentro y fuera de la Ciencia de la
Información de las más diversas maneras. De hecho, circulan alrededor de 400
acepciones del término. (Schrader 1986)
Su entrada en el escenario intelectual, específicamente filosófico, se remonta al
siglo XIII, sin embargo, su uso generalizado se da solamente a partir de los años
50 del siglo XX.
Uno de los problemas que debe ser clarificado es en qué sentido debe entenderlo
la Ciencia de la Información, en tanto su objeto de estudio.
La información es un concepto que atraviesa heterogéneas esferas de la realidad,
por ello, una dimensión a tener en cuenta es la que se asocia con la naturaleza
omnipresente de la información, en un plano estrictamente filosófico.
Existen diversas posturas teóricas al respecto. En unas se postula asentar la
objetividad de la información, otras se adhieren a la notabilidad del sujeto en la
existencia o no de la información, e incluso se hallan las que se distancian de la
dicotomía sujeto-objeto, orientándose hacia lo social y cultural. (Capurro 2003,
Fernández-Molina 1994)
En los años fundacionales, el debate acerca de la información como concepto
central se caracterizó por una discreta pluralidad, pese a que la tendencia
dominante intenta propiciar una definición objetiva y científica, y se propone que
esta ciencia se ocupe de la información como fenómeno abstracto para que sea
reconocida como Ciencia General de la Información. La conceptualización del
término se entiende como todo cambio interno de un sistema. (Otten 1974)
Esta posición entronca con el marco positivista del que pende buena parte de la
producción de conocimientos de la época, junto con la inoperante pretensión de
ciencia general.
Las elaboraciones conceptuales de la noción información derivadas de la Teoría
Matemática de la Comunicación, son las más significativas en los primeros años.
La Teoría Matemática de la Comunicación (...) dio lugar a la única propuesta
formalizada, matemática e implementada del concepto de información.
(Fernández-Molina 1994, 2)
Su influencia teórica no se reduce a los problemas conceptuales de la información,
sino que se extiende a otras dimensiones de este y otros
campos de
34
conocimiento, y se convierte en la fundamentación teórica que se necesitaba.
(Artandi 1973, Lynch 1976)
En esencia, Shannon y Weaver despliegan en 1948 un modelo lineal de
comunicación, un proceso de transporte de información de un punto A (emisor)
para un punto B (receptor).
Justifican que la información, una vez codificada en señales por un emisor, es
transmitida a través de un canal para ser decodificada por un receptor y de este
modo, el proceso comunicacional se reduce a un asunto de vialidad, en el cual los
mensajes se tratan como señales que deben ser codificadas y decodificadas y en
donde la información se entiende como la libertad de escoger, de seleccionar un
mensaje. (López Pérez 1998)
La Teoría Matemática de la Comunicación contribuyó significativamente al
desarrollo de la Ciencia de la Información, no solo por exponer la inserción de la
34
Comunicación, Lingüística, Sociología, Sicología y Estudios Literarios.
información en los sistemas comunicativos, sino por introducir la independencia de
la información de sus soportes físicos, pese a no definirla concretamente.
Las características de esta propuesta, nacida del universo de las
telecomunicaciones y formalizada para el contexto de la Ciencia de la Información,
la convierten en modelo de objetividad y cientificidad en esta etapa.
A la sazón, se desarrollan nociones de información como las que afirman que la
información se refiere a hechos o eventos independientes, (McGarry 1975, 41) que
la información es una señal carente de contenido semántico, (Dretske 1981, 86) y
que la información puede entenderse como cosa o propiedad inherente de los
objetos. (Buckland 1991)
En todos los casos, estas propuestas defienden a la información dentro de lo
objetivo y mensurable, congruentes con las concepciones cientificistas de los
padres fundadores, pero dejando a un lado la importancia del contenido y el
significado de la información, elementos que luego se retoman como protagonistas
en Ciencia de la Información.
Tampoco queda resuelto en esos años el tipo de información que en la práctica
debe asumirse. Se intentaron diversas maneras de definir a la información desde
supuestos generalistas, pero se trabajaba realmente con una en particular, la
científica y técnica o tecnológica. En otras circunstancias históricas será asumido
y definido este aspecto desde otra arista. (Belkin 1978)
Usuario de la información
El usuario de la información no es una de las nociones de interés en el período
1945-1978, por lo que las concepciones dominantes le dieron poca visibilidad a
esta temática.
Como se cree que el usuario introduce el subjetivismo y que, por tanto, coadyuva
al distanciamiento de lo que debía ser una ciencia, se maximiza la importancia de
los sistemas de información, de una objetividad irrefutable, y prevalecen sus
necesidades como entidad casi despersonalizada.
Esta neutralidad aparente resulta de particular importancia en la construcción
teórica del usuario como objeto (sujeto) de estudio. En una sociedad matizada por
los grandes contrastes sociales, se construye al usuario a partir de variables
neutrales: edad, ocupación... Se diseñan servicios estándar para sujetos estables:
la información es una e independiente de condiciones sociales concretas como las
clases sociales, el género, la raza. (…) Uno se lleva la impresión de una profesión
mucho más interesada en procesos y estructuras que en las personas. (Wiegand
1999, 17)
Además de las teorías mencionadas, otras provenientes de la Psicología de la
época, como el conductismo, de fuerte raíz empirista y positivista, se hace notar
siguiendo la evolución del concepto usuario en la Ciencia de la Información.
El conductismo se encarga de estudiar la conducta observable desde los métodos
de las ciencias naturales. Esta orientación de corte objetivista tiene sus
manifestaciones concretas en la trivialidad a la hora de estudiar a los usuarios.
Los usuarios de información únicamente se cuantifican en la medida que esta es
la mejor expresión de la objetividad científica de la época, y los estudios de
usuarios son generalmente diseñados tomando como base personas medias en el
desempeño de varias actividades. (Sayao 2001, 85)
Recuperación de la información
La recuperación de información alude, por un lado, a la disciplina informativa
creada por Calvin Mooers en 1950 y, por otro, a uno de los componentes del área
de conocimiento creada en 1962. Pese a esta distinción, sus objetivos son los
mismos en ambos momentos, solo que en una primera fase es “todo” y en la
última es “parte”.
Abarca los aspectos intelectuales de la descripción de información y su
especificación para la búsqueda, así como cualesquiera sistemas, técnicas o
máquinas que son empleadas para llevar a cabo esta operación. (Mooers 1950)
En esencia, la recuperación de información se caracteriza por la utilización de la
indización para representar y recobrar la información, por reconocer al lenguaje
natural como base para la construcción de sus fórmulas identitarias, por
considerar a la tecnología como aliado indisoluble y por el enfoque sistémico que
esgrime como método para su análisis, diseño y actuación. (Saracevic 1979)
La aparición y desarrollo de los sistemas de recuperación de información se
encuadra en orientaciones teóricas con supuestos empiristas y objetivistas y con
modelos basados en la Teoría Matemática de la Comunicación. Si el receptor se
convierte en sujeto pasivo, el usuario de los sistemas de recuperación de
información se concibe también como un receptor pasivo de información objetiva.
Los sistemas de recuperación influidos por esta concepción consideran la
necesidad de información del usuario a la luz del propio sistema más que a la luz
de las prioridades personales de los usuarios, alejados de su comprensión y
manipulación.
En este contexto surge la tendencia de la formación de usuarios, como única
forma de que estos conozcan un sistema que se ha diseñado y construido sin
contar con ellos. (Ellis 1992)
El proyecto Cranfield35 es una buena muestra de la creación de un modelo de
recuperación de información acorde a estas perspectivas y paradigmático en la
Ciencia de la Información. La recuperación de información se concibe como una
actividad estática (...) en la que el usuario realiza una consulta y el sistema
responde con un listado de documentos. (Vargas 2002, 107)
La orientación hacia el sistema que ignora el papel del usuario está sustentada en
apreciaciones tecnicistas en las que la eficiencia del sistema se mide en
detrimento de la figura del usuario. (Barreto 2002)
La recuperación de información, en los años fundacionales, es congruente con la
creencia objetiva dominante en la que la certeza técnica es la fortaleza de los
sistemas de información creados.
La investigación en Ciencia de la Información
Toda investigación ambiciona la obtención de nuevos conocimientos, para lo que
se sirve de ciertos procedimientos y estrategias. Igual ocurre en Ciencia de la
Información, pero con un marcado acento empirista o positivista. (Harris 1986,
Trosow 2001, Dick 1991)
35
Experimentos llevados a cabo a partir de 1957 en EE.UU.
La vocación empirista se dirige al encuentro de la objetividad, descartando toda
teorización y utilizando métodos estadísticos y matemáticos para que los hechos
hablen por sí mismos.
La investigación cuantitativa se arroga como la única conducente a la obtención de
resultados válidos, al emplear métodos de muestreo y experimentación como los
informétricos, considerados en ese entonces como el estado más avanzado de la
Ciencia de la Información. (Myers 1997, 3)
Es justo precisar que la cuantificación no debe ser identificada necesariamente
con el positivismo o el empirismo. Se trata de que la matematización a ultranza en
la investigación pretende aproximarse por sí sola a la objetividad científica.
La ilusión cientificista expresada en las concepciones y métodos asumidos,
condiciona la incipiente práctica investigativa en Ciencia de la Información.
En la etapa fundacional de la Ciencia de la Información se desarrollan los
elementos que permiten su legitimidad y conformación inicial, con las limitaciones
de todo primer momento. Este proceso culmina en las postrimerías de los años
70, cuando comienza una revisión crítica de los principales conceptos formulados.
Entorno intelectual y espacio informacional en los finales del siglo XX.
La atmósfera intelectual de los países desarrollados a fines de siglo gravita en la
situación informacional y en su comunidad profesional, especialmente con las
reflexiones sobre la ciencia o el conocimiento científico, variante del conocimiento
institucionalizado de axiomática hegemonía.
La ciencia moderna, y su modelo de racionalidad aplicado en las ciencias
naturales, fija el patrón de comprensión para la ciencia de la época, en la que la
objetividad y la mensurabilidad son sus marcas de autenticidad. (Bernal 1986)
Ningún otro período de la historia ha sido más impregnado por las ciencias
naturales, ni más dependiente de ellas, que el siglo XX, (Hobsbawm 1998, 516) y
la certeza de esta aseveración tiene múltiples evidencias.
La construcción del láser y la píldora anticonceptiva (1960), la circunvalación de la
tierra en una nave espacial (1961), el primer transplante de corazón (1967), el
funcionamiento ARPANET, antecedente de INTERNET (1969), la introducción en
el mercado la computadora personal (1971), la creación de la World Wide Web
(1989) y el logro de la clonación animal (1996), muestran la diversidad de áreas
involucradas, el carácter de los resultados obtenidos y la dependencia de la
innovación tecnológica en los descubrimientos y la investigación científica al cierre
del siglo XX, continuidad de la personalidad de los productos del conocimiento
científico desde la segunda mitad del siglo XIX.
Pese a estos y otros resultados, el siglo XX controversia con el modelo
hegemónico de racionalidad científica. (Hobsbawm 1998) En realidad, esta crisis
se gesta desde tiempo atrás y se percibe inicialmente en las ciencias
paradigmáticas de la modernidad, la Matemática y la Física.
Ningún otro ámbito científico parecía más sólido, coherente y metodológicamente
seguro que la física newtoniana, cuyos fundamentos se vieron socavados por las
teorías de Planck y Einstein. (Hobsbawm 1998)
La teoría de conjuntos de Cantor, las geometrías no euclidianas, las proposiciones
de Godel, la mecánica cuántica y la relatividad de Einstein, desestabilizan las
nociones de objetividad, causalidad, previsibilidad y el lenguaje matemático único
de la ciencia al uso.
Desde los filósofos también provienen críticas para la ciencia ortodoxa. Uno de los
más significativos, Karl Popper, subraya que la observación científica no es
objetiva porque está mediada por hipótesis y teorías, o lo que es igual, que la
observación depende de lo que se quiere ver. (Neufeld 1999)
La vigencia del modelo naturalista, cientificista y positivista en el terreno del
conocimiento declina a lo largo del siglo XX. Esta crisis abarca el sistema global
de los conocimientos y de las ciencias, y particularmente las ciencias sociales
reproducen, desde su realidad, las turbulencias que afectan la totalidad del saber.
Las ciencias sociales, desde el siglo XIX hasta el período que se estudia, busca
constantemente su afirmación como conocimiento científico. Primero estudia la
sociedad desde los principios epistemológicos y metodológicos acordes con las
concepciones dominantes desde el siglo XVI, asumiendo los fenómenos sociales
como “cosas”, restringidas a sus dimensiones externas, observables, objetivas y
mensurables. Luego reivindica una perspectiva epistemológica y metodológica
específica, propia para el ser humano y alternativa al modelo naturalista y
positivista.
Estas tendencias resumen los paradigmas en las ciencias sociales que nosotros
preferimos denominarlos, respectivamente, como paradigma explicativo y
paradigma interpretativo, nombres que toman en cuenta el largo debate en el
proceso de construcción de las ciencias sociales sobre el objetivo final dado a
tales ciencias, que para unos es el de explicar y para otros el de interpretar o
comprender los objetos sociales estudiados por el investigador. (Briones 1996, 87)
Cada paradigma tiene diferencias sustantivas, entre otras, las concepciones
teóricas, los métodos y técnicas de investigación, al igual que distintas
perspectivas filosóficas en las que encuentran su último fundamento.
No es oportuno adentrarse en el conjunto de teorías que responden a una u otra,
pues solo a partir de 1980 es que en la Ciencia de la Información surge
determinado sentido de pertenencia al universo de las ciencias sociales, no
recibiendo influencias directas o explícitas de los grandes paradigmas teóricos de
corte explicativo, a excepción del positivismo.
Predominan en el paradigma explicativo la obra de Augusto Comte36 y las
fecundas elaboraciones teóricas de Emile Durkheim37 y Talcoltt Parsons,38
categóricos fundadores de las ciencias sociales e imperiosos referentes en el
contexto intelectual del siglo XX.
Efectivamente, a partir de 1980 las ciencias sociales radicalizan el proceso
iniciado desde los años 60, que no es otro que el cuestionamiento del esquema
positivista y la aceptación creciente del paradigma interpretativo.
36
(1789-1857) Filósofo francés fundador de la escuela positivista.
(1858-1917) Sociólogo francés considerado el primer gran sociólogo positivista.
38
(1902- ) Sociólogo norteamericano fundador del estructural-funcionalismo, una de las grandes
teorías sociológicas.
37
El enfoque interpretativo intenta acercarse a las distintas realidades que
componen lo social y comprender la lógica de la construcción de conocimientos,
para lo cual, desde la óptica teórica, ofrece un panorama de la realidad social
opuesta a la tradicional, conformando estándares de interpretación de lo humano,
como la fenomenología39 y la teoría de acción comunicativa.40 (Sandoval 2002)
Es una manera de concebir la producción de conocimientos en la esfera social
basada en la investigación cualitativa, caracterizada por la recuperación de la
subjetividad como espacio legítimo, por la reivindicación de la vida cotidiana como
escenario típico para comprender la realidad social y cultural, y por la ínter
subjetividad y el consenso como vehículos para acceder al conocimiento de la
realidad humana. (Sandoval 2002, 35)
El estudio de la realidad social en todas sus dimensiones se segmenta en un
grupo de disciplinas particulares que son centro de múltiples y agudos
cuestionamientos41 en los últimos 30 años del siglo XX, pero irrelevante en este
estudio. Una de las disciplinas cientifico-sociales de mayor significación en ese
conjunto lo fue, la sicología.
Desde la fundación de la Ciencia de la Información en 1962 hasta nuestros días,
los estudiosos del carácter interdisciplinario de este campo de conocimiento,
insisten en la presencia de la Sicología como uno de sus nutrientes
fundamentales. (Borko 1968)
En los años 80, se reitera que la Ciencia de la Información es una disciplina que
surge de una fertilización cruzada de ideas que incluyen el viejo arte de la
Bibliotecología, el nuevo arte de la Computación y de ciencias como la Sicología y
la Lingüística. (Foskett 1980, 64)
Al terminar la primera mitad del siglo XX, en la Sicología se discute la perspectiva
conductista42 como único enfoque teórico y práctico, cuyo rasgo distintivo era la
investigación del
ser humano en su conducta observable, a través de
39
Corriente filosófica iniciada por Edmund Husserl (1859-1938), Su método concede absoluta
primacía a la conciencia, a partir de la que se construye tanto el mundo objetivo como la
intersubjetividad, basada en la experiencia de los otros. Introdujo en el lenguaje filosófico el
concepto de reducción fenomenológica o epogé, abstenerse de tener en cuenta cualquier
afirmación del sentido común o de la ciencia, de tal modo que el yo, en su sentido cognitivo, se
convierte en observador desinteresado de sí mismo. La labor del filósofo es la superación de las
actitudes naturalistas y sicologistas mediante la contemplación de las esencias de las cosas, que
podían ser identificadas de acuerdo a las leyes sistemáticas que rigen la variación de los objetos
en la imaginación. Admitió que la conciencia está permanentemente dirigida hacia las realidades
concretas y llamó a este tipo de atención intencionalidad.
40
Propuesta teórica del pensador alemán Jurgen Habermas. Sostiene que en el análisis social lo
más importante es la acción comunicativa, que permite una comprensión entre los actores en
interacción. Afirma que la acción comunicativa debe tener un lugar central en la teoría. Uno de los
objetivos de tal teoría es la identificación y eliminación de los factores estructurales que
distorsionan la comunicación.
Véase:
Wallerstein,
I.
El
futuro
de
las
ciencias
sociales.
[En
línea]
http://www.uqac.uquebec.ca/zone30/Classiques_des_sciences_sociales/index.html
42
El conductismo o behavorismo como tendencia psicológica fue creado en EE.UU. por John
Watsos. (1878-1958)
41
mecanismos sociológicos de estímulo-respuesta, rechazando los procesos
mentales.
Los perfiles del conductismo son claros. El objeto de la Sicología es la conducta,
no los contenidos de la conciencia, ni las funciones psíquicas. (...) En tanto la
Fisiología estudia las funciones del estómago, de los pulmones y del hígado, la
Sicología estudia la actividad del cuerpo viviente total. Los pulmones respiran, el
cuerpo entero actúa. Tanto la respiración como la conducta (...) pueden estudiarse
con los métodos objetivos que caracterizan a toda ciencia. (Heidbreder 1971, 183)
El conductismo es, en el terreno psicológico, otra enunciación del cientificismo
naturalista de orientación positivista y empirista.
La sicología cognitiva, que tuvo su inicio en un Simposio sobre Teoría de la
Información, realizado en el Instituto Tecnológico de Massachussets en
septiembre de 1956, donde científicos importantes en el desarrollo del nuevo
pensamiento presentaron artículos inéditos: Herbert Simon, Noam Chomsky y
Claude Shannon, (Barreto 2002, 9) es el reemplazo del conductismo dominante y
la defensa de los aspectos subjetivos y significativos de la experiencia psicológica,
al tratar de explicar lo que pasa en el mundo interior.
Esta superación privilegia el estudio de procesos mentales como la percepción,
atención, memoria, lenguaje, razonamiento y representaciones para comprender
cómo se desarrollan estos procesos en los seres humanos.
La entrada de la dimensión cognitiva en el escenario intelectual del siglo XX no
solo se constata en lo estrictamente psicológico, sino también en el terreno las
ciencias cognitivas,43 cuyo objetivo es fundamentar los mecanismos mentales
desde una perspectiva interdisciplinaria, en la que confluyen Sicología, Filosofía,
Antropología, Neurofisiología, Ciencia de la computación y Lingüística. (Saracevic
1996, 51)
Aún cuando al cognitivismo44 se le considera reduccionista por naturaleza,
imponiendo un discurso desde los adentros, en el cual las complejidades del
contexto del mundo real y la práctica no son más que disparadores externos que
determinan la construcción por el individuo de las representaciones internalizadas,
(Frohmann 1992, 374) la exaltación de la figura del sujeto como objeto de
indagación, es un factor de indiscutible importancia en el debate objetividadsubjetividad que caracteriza los últimos años del siglo XX.
En resumen, la atmósfera intelectual de los finales del siglo XX es posible
caracterizarla porque:
1. Se desarrollan concepciones en el terreno de las ciencias humanas y
sociales que privilegian la figura del sujeto, del individuo.
43
Es el ámbito de conocimiento e investigación definido por los procesos de adquisición de
conocimientos, tanto naturales como artificiales, y por su modo de constitución. Se encuentra por lo
tanto en la intersección de varias disciplinas que se ocupan de estos procesos, siendo las
principales la Informática, la Sicología y las neurociencias; y las anexas, la Antropología, la
Lingüística y la Microelectrónica (fabricación de hardware).
44
Este término busca establecer una distancia respecto al punto de vista o enfoque cognitivo. El
cognitivismo es una de las tendencias de la Sicología cognitiva, caracterizada por homologar
mente y cerebro, en unos casos, y en otros, mente-computadora. Véase: Ingwersen, I. Information
Retrieval Interaction. [En línea] http://www.db.dk/pi/ir.
2. Se comienzan a cuestionar los fundamentos tradicionales de las ciencias
naturales.
3. El paradigma de la objetividad, a la usanza del positivismo, es radicalmente
impugnado, por lo que surgen otras maneras de entender la objetividad
científica.
La Ciencia de la Información de esta etapa estará sumergida en ese sistema de
coordenadas, desde el cual gestará nuevas visiones y conceptualizaciones.
Hegemonía del enfoque cognitivo en las construcciones conceptuales y
practicas de la Ciencia de la Información.
La historia de la Ciencia de la Información en el siglo XX solo conoce un momento
en el cual determinada concepción teórica domina en todo el espacio
informacional, el enfoque cognitivo.
Desde finales de los años 70, la presencia de lo cognitivo es una constante en casi
toda las elaboraciones conceptuales del campo de conocimiento, y goza de una
ventaja hegemónica, navega entre casi todos los autores de la Ciencia de la
Información. (Mostafa 1999, 17)
Las posturas más ortodoxas, Brookes45 y su seguidor inmediato Belkin,46 y las
abiertamente heréticas, Ingwersen47 y Hjǿrland,48 son las más representativas del
supuesto teórico cognitivo en las construcciones conceptuales de esta etapa.
Al igual que en el capítulo inicial, los conceptos información, usuario y
recuperación de información, propician algunas reflexiones.
Información
Una de las primeras manifestaciones de cambios al interior de la Ciencia de la
Información desde los finales de los años 70, se produce en la noción reconocida
como objeto de esta disciplina. En su momento se examinaron las posiciones que
priman en la etapa fundacional cuando, desde el principio de la objetividad, se
intentan construir maneras de entender a la información como externa, objetiva e
independiente del individuo.
Los autores de la etapa crítica parten de posiciones teóricas y supuestos
culturales a tono con ese tiempo, y por tanto, desde el enfoque cognitivo, con lo
cual se inicia un rescate de la subjetividad. En la construcción de conceptos
intervienen factores del mundo interior del sujeto y se subraya la importancia de
cómo los individuos procesan la información que reciben en su interacción con el
mundo.
El iniciador del enfoque cognitivo en Ciencia de la Información es Bertran C.
Brookes, considerado como uno de los de mayor producción teórica en este
período.
45
B. Broohes. Introduce el enfoque cognitivo en la Ciencia de la Información
Norteamericano. Profesor de la Rutgers University. Iniciador de los estudios cognitivos en
Ciencia de la Información junto con B. Brookes.
47
Profesor de la Real Escuela de Bibliotecología de Dinamarca. Experto en Recuperación de la
Información.
48
Profesor de la Real Escuela de Bibliotecología de Dinamarca. Creador del Análisis de dominio,
una de las nuevas concepciones en Ciencia de la Información.
46
En su interés por construir los fundamentos para esta disciplina, en fecha tan
temprana como 1974, propone la ecuación fundamental de la Ciencia de la
Información, que también puede llamarse ecuación cognitiva de la Ciencia de la
Información, de la que puede extraerse su concepción de información y que se
expresa de esta forma:
K (S) + D(I) = K (S + DS)
Donde K (S) es una estructura de conocimiento, K (S+ DS) es la estructura de
conocimiento modificada y D (I) es quien modifica esa estructura. (Mostafa 1999)
En otros términos, “eso” que altera o modifica el conocimiento, es la información.
En el debate que se entroniza en la etapa sobre información-conocimiento,
Brookes considera al conocimiento como una estructura de conceptos unidos por
sus relaciones, e información como una pequeña parte de tal estructura. La
estructura de conocimientos puede ser subjetiva u objetiva. (Brookes 1980, 129)
Al intento constructor del núcleo conceptual de la Ciencia de la Información se le
incorporan las perspectivas filosóficas neopositivistas de Popper y su noción de
los tres mundos, que clasifica:
1. El mundo de las cosas materiales.
2. El mundo de la mente.
3. El mundo objetivo conformado por ideas, teorías y textos.49
Para Brookes, el aspecto central de la Ciencia de la Información es entender las
relaciones del mundo 3 con el mundo 2, comprender las relaciones del
conocimiento objetivado en textos, ideas, teorías, con el mundo mental de cada
uno de los sujetos. (Mostafa 1999)
Como no escapa del objetivismo de sus antecesores, considera que los textos
están separados de los sujetos que los generan, que los documentos son objetos
naturales.
Otra de las lecturas novedosas de la noción de información, desde esta
perspectiva, la propone Nicholas Belkin, quien no se limita a introducir su
concepto, sino que se adentra en un aspecto medular, las posibilidades o
requisitos de un concepto de información para la Ciencia de la Información.
Este aspecto es uno de los mayores aportes, recordándose que el debate de los
años fundacionales intenta delimitar o encontrar razones universales sobre la
noción información y que faltan propuestas concretas que se centren en ella.
El propio Belkin, en 1978, resume de esta forma sus condiciones: (Belkin 1978,
16,17)
1.
2.
3.
4.
49
REQUISITOS DE UN CONCEPTO DE INFORMACIÓN
PARA LA CIENCIA DE INFORMACIÓN
Debe referirse a la información dentro del contexto de la
comunicación con un propósito y una intención determinada.
Debe explicar la información como un proceso de comunicación
social entre seres humanos.
Debe explicar lo demandado o deseado de la información.
Debe explicar el efecto de la información sobre el receptor.
Un mundo sin sujetos, solo de escrituras. (N. del A.)
5. Debe explicar la relación entre la información y el estado de
conocimiento del generador y del receptor.
6. Debe explicar los diversos efectos de los mensajes presentados
de diferentes modos.
7. Debe ser generalizable más allá del caso individual.
8. Debe brindar un medio para la predicción del efecto de la
información.
Este sistema de ideas excede meros “requisitos” y resalta sus concepciones de la
información y de la disciplina que la estudia, pues inserta a la información en el
ámbito de los procesos de comunicación social y recalca que el problema
fundamental de la Ciencia de la Información es la información deseada y su efecto
sobre el usuario. Notablemente incorpora, en forma integrada, los conceptos
comunicación y conocimiento, que desde el prisma de lo cognitivo se vuelven
imprescindibles en la comprensión del fenómeno de la información.
Peter Ingwersen añade algunos elementos conceptuales novedosos:
Cuando se accede al Mundo 3 de Popper, el del conocimiento objetivo (si abrimos
un libro, por ejemplo), nos encontramos solo con datos que se comunican
mediante signos, símbolos, palabras, textos, etc. Con la percepción, los datos son
transformados por la actual estructura de conocimiento en información, omitiendo
datos de sobra que no se perciben. Los conceptos y sus relaciones se reconocen
y se almacenan en la memoria. Esta es la nueva información que puede
transformar la estructura de conocimiento. La forma en que la nueva información
afecta a la estructura del conocimiento dependerá de su estado de conocimiento y
de la complejidad de la información percibida. (Fernández Molina 1994, 11)
En especial, se establece una clara distinción y relación entre datos, información y
conocimiento. Los datos son información potencial, que solo si se perciben por el
receptor se convierten en información. Esta se transforma en conocimientos en el
momento en que produce una modificación de la estructura de conocimientos
anteriores de un receptor. Sin el receptor, los sistemas de información solo son
sistemas de datos o sistemas de información potencial. Únicamente al ser
percibidas por el receptor se convierte en información.
Las ideas de Ingwersen desarrollan los criterios de Brookes, continuados por
Belkin, que distinguen al enfoque cognitivo. El cambio que produce esta tendencia
coloca al sujeto del otro lado de la barrera, como factor determinante en la
definición del concepto información.
Usuario
Una gran parte de los estudios de los cognitivistas están dedicados a los estudios
de usuarios. (Mostafa 1999, 21) Corresponde, en lo que sigue, exponer el carácter
de la lectura cognitiva en el universo de los usuarios.
No es él término usuario, en sí mismo, lo que está en debate, sino sus
dimensiones más frecuentes: necesidad, búsqueda y uso de la información.
Operacionalizando, se trata de una variable general, el usuario, y tres variables
intermedias involucradas en un ambiente que constituyen los estudios de usuarios.
Los estudios de usuarios en la etapa fundacional describen las acciones de los
usuarios y expresan sus necesidades desde los sistemas de información. En los
finales de los años 70, al igual que en otras esferas, se produce un rechazo de
esas posiciones, y surgen nuevas reflexiones sobre la problemática del usuario.
El enfoque cognitivo comienza puntualizando el desconocimiento por parte de las
visones anteriores del enorme significado del mundo interior del individuo en los
procesos de asimilación y uso de la información. (Ferreira 1995)
Uno de los mejores exponentes del enfoque cognitivo en los estudios de usuarios
es el sense-making, introducido por la norteamericana Brenda Dervin.50 Es una
propuesta teórica y metodológica que propone una separación radical entre el ser
humano y los sistemas de información. Esta distinción entre mente y mundo es
propia de la perspectiva cognitivista.
El sense-making entiende a la información como un dato incompleto al cual el
individuo atribuye sentido a partir de la intervención de sus esquemas interiores.
Coloca al usuario en la cima de su interés, aboga porque el comportamiento de la
búsqueda y uso de información esté modelado por el universo cognitivo del
usuario, rechaza el uso exclusivo de las variables socio-demográficas y dicta que
el sistema de información se subordine a los intereses del usuario. (Dervin 1983)
La inserción de lo cognitivo en los estudios de usuarios varía el estado de este
fenómeno, pero imposibilita una auténtica comprensión del papel de la persona y
su interacción con los sistemas de información.
Recuperación de la Información
Estrechamente asociado a los usuarios de la información está el fenómeno de la
recuperación de la Información. Como ocurre con la información y con los
usuarios, los orígenes y características de la recuperación en la etapa fundacional
obedecen a las concepciones teóricas y tecnológicas de aquellos momentos.
Desde finales de los 70 y afirmándose en los 80, evoluciona una zona de
investigación que se concentra en los usuarios, usos, contextos e interacción con
los sistemas de información. Los enfoques centrados en los sistemas y los
enfoques centrados en los usuarios estudian la recuperación de información, pero
con perspectivas diferentes. (Saracevic 1999)
El enfoque que privilegia los sistemas se expone en el modelo tradicional de
recuperación de información que no toma en cuenta a los usuarios y sus
interacciones. Los enfoques que favorecen a los usuarios se orientan, desde sus
inicios, hacia lo cognitivo en sus diversas variantes.
El modelo cognitivo y los sistemas que lo apoyan, surgen como una alternativa al
modelo tradicional por considerar que los anteriores no representan de forma
adecuada las necesidades informativas de los usuarios.
El investigador nórdico Peter Ingwersen es el principal defensor del modelo
cognitivo en la recuperación de información. Lo que hace es aglutinar en un único
50
Profesora de la School of Journalism & Communication. The Ohio State University.
modelo de RI51 todos aquellos elementos, procesos y técnicas que puedan
intervenir en la RII,52 independientemente de su procedencia. Mediante esta
aproximación se da cabida a los actores que intervienen en la RI, a los procesos
cognitivos que tienen lugar en el usuario como consecuencia de la aparición de la
necesidad informativa y su evolución hasta que ésta se satisface. (Vargas 2002,
109)
La necesidad informativa es un componente esencial en esta concepción, no solo
en Ingwersen, sino también en Belkin, quienes sostienen que cuando un usuario
se plantea la necesidad de obtener información sobre un asunto o materia, está
manifestando una carencia, una situación irregular de sus estructuras mentales y
cognitivas, un estado mental de incertidumbre que mueve al individuo a desarrollar
una serie de acciones para solucionar su insuficiencia. (Belkin 1978)
La perspectiva cognitiva en la recuperación de información tiene muchos
detractores. Se insiste en su diversidad de posiciones, en su elevada teorización y
en las escasas implementaciones concretas. Los modelos tecnicistas centrados en
los sistemas continúan siendo útiles e impugnan, en la práctica, la alternativa
cognitiva.
Lo primero a resaltar es la complejidad de la materia en sí. La investigación sobre
la recuperación de la información tiene como punto de interés un sistema en
donde la gente y los artefactos están involucrados en una cantidad de
interacciones complejas -autores, indizadores, resumidores creando textos,
índices, resúmenes y bases de datos- a los que acceden una variedad de usuarios
diferentes, de formas diferentes y con objetivos diferentes. Resaltando esta
complejidad existe una dualidad básica irreducible -las personas (los autores, los
indizadores, los intermediarios y los usuarios) y las cosas o artefactos (los
documentos, las representaciones de los documentos, los resúmenes, los índices,
las bases de datos). El paradigma físico tiene como centro de interés a los
artefactos, mientras que el interés principal del paradigma cognitivo son las
personas. Los artefactos son inertes y hasta cierto punto pueden manipularse en
gran medida como objetos físicos, característica que el paradigma físico puede
explotar muy eficientemente, pero la efectividad final de los sistemas tiene que
juzgarse haciendo referencia a los usuarios- en función del criterio de pertinencia.
(Ellis 1992, 36)
2.7 Hacia una epistemología de la Ciencia de la Información desde la
sociedad y la cultura.
Los años 90 del ultimo siglo inician, lo que parece ser, un cambio de orientación
en los intentos por desarrollar una nueva lectura de la Ciencia de la Información.
El cuestionamiento de la omnipresencia cognitiva, es una de las primeras señales,
donde no solo se subrayan las insuficiencia de este enfoque, sino además se
generan nuevas propuestas de sustentación teórica del espacio informacional
51
52
Recuperación de información.
Recuperación de información interactiva.
Birger Hjǿrland y Bernd Frohmann aparecen como los mas lúcidos críticos del
enfoque cognitivo. Se cuestionan la marcada exclusión en lo cognitivo de los
entornos sociales y culturales en que participa el individuo, por lo que declaran
incorporar en la investigación psicológica una perspectiva social, cultural e
histórica más amplia. (Hjǿrland 1995; Frohmann 1999)
Estas críticas y otras similares han dado lugar a la aparición de una serie de
corrientes teóricas cuya característica fundamental es la importancia que se concede
a lo social, cultural, contextual.
Hjorland, en particular, aventura una opción al mentalismo y la subjetividad de los
investigadores cognitivos y reorienta la unidad de estudio: del nivel individual a las
comunidades humanas, sean estas sociales, disciplinarias o del conocimiento..
(Hjǿrland 1995)
Esta tendencia no es apenas la crítica al punto de vista cognitivo ortodoxo, sino
una nueva manera de asumir la visión cognitiva, integrando este enfoque al
universo sociológico y cultural, desplazando la atención de la estructura individual
del conocimiento a los “dominios del discurso” para las comunidades que
producen, intercambian y consumen conocimiento. (Hjǿrland 1995, 51)
El “análisis de dominio” que presenta Hjǿrland conforma una lectura de los
fenómenos informacionales que supera el dogmatismo del enfoque cognitivo. El
dominio del discurso o del conocimiento es un espacio científico o profesional con
estructuras únicas de comunicación, tipos únicos de documentos y combinaciones
informacionales específicas. Para identificar el dominio del discurso y la
comunidad disciplinaria o profesional de conocimiento, privilegia el contexto que lo
produce. (Hjǿrland 1995)
Los usuarios de la información, por ejemplo, son parte de un contexto determinado
y no se conciben individualmente. Sus necesidades de información se examinan
desde los intereses de la comunidad disciplinaria, social o cultural a la que
pertenecen. (Hjǿrland 1995)
El “análisis de dominio” concibe de otra manera la disciplina que estudia la
información e incluso el tipo de información particular sobre la que debe basarse:
la información científica y profesional, así como el objeto de la Ciencia de la
Información (que) es el estudio de las relaciones entre documentos, áreas de
conocimiento y discursos en relación con las posibles perspectivas de acceso de
distintas comunidades de usuarios. (Hjǿrland 2003, 9)
Esta tendencia inaugura una explícita entrada de la sociedad y la cultura en el
escenario informacional, con la peculiaridad de ser una mirada de la Ciencia de la
Información inequívocamente entendida como ciencia social.
El “análisis de dominio” no es una orientación que haya alcanzado carácter
paradigmático en esta disciplina, pero si se ha distinguido por ser un discurso con
pretensiones abarcadoras en los terrenos teóricos y practico. Otras perspectivas
de este corte, circulan en los círculos académicos y profesionales de la Ciencia de
la Información; de ahí que, desde la hermenéutica, la teoría critica, etc se
aventuren proposiciones, pero pocas con la amplitud y profundidad del “análisis de
dominio”
Otras denominaciones de la Ciencia de la información
Es usual aludir solo a una “Ciencia de la Información” para referirse al campo de
conocimiento que es objeto de este estudio, pese a la existencia de más de una
denominación. Así se habla de “Ciencia de la Información” por los anglosajones,
“Informática” por los rusos, “Documentación” por los españoles y “Ciencias de la
Información y la Comunicación” por los franceses.
La existencia de estos apelativos no es gratuita. En rigor, son diversas formas de
asumir el desafío informacional que se desplegó a partir de la segunda mitad del
siglo XX, expresado en el crecimiento de la masa documental generada por los
avances científico-tecnológicos y en el determinante papel de la información en el
progreso económico.
Norteamericanos, soviéticos, españoles, franceses y otros, estructuraron
respuestas a la situación anterior a través de la conformación de espacios de
conocimientos que, con diversos nombres, convirtieron el espacio informacional,
de una u otra forma, en objeto de estudio.
3.1 La Ciencia de la Información en Europa continental: Sus expresiones
La Ciencia de la Información surgida en EE.UU va a ejercer una indiscutible
influencia en varios países, unos, siguieron el modelo de disciplina creado por los
norteamericanos, otros, intentaron responder al nuevo escenario informacional,
desde sus particularidades culturales; en el territorio de Europa continental, los
casos más relevantes son los de Francia y España.
El nuevo espacio de conocimiento informacional comienza a ser asumido en
Francia, con rasgos peculiares; por un lado, existe una tendencia que se siente
seguidora de la Ciencia de la Información anglosajona, y en consecuencia
conciben a esta disciplina como una materia autónoma; a su vez, otra vertiente
funda a partir del año 1972, un nuevo campo del saber, que denominaron Ciencias
de la Información y de la Comunicación, donde incluyen los saberes y practicas
propios de la información y la comunicación.
El propósito central de los seguidores de esta tendencia, no era otro que el de
enfatizar la posibilidad y necesidad de un estudio científico de la información y la
comunicación; ya que en esos años, no existía ninguna materia científica que
explícitamente se centrará en esos objetos.
Las Ciencias de la Información y la Comunicación son identificada por sus padres
fundadores (Robert Escarpit y Jean Meyriat, entre otros), por rasgos como los
siguientes:
- Postulan que, la comunicación es un proceso, donde la información es el
contenido, y una es incomprensible sin la otra.
- Pretende fortalecer la existencia de herramientas metodológicas propias, tales
como: el análisis de contenido, los análisis de audiencias, los estudios
bibliométricos e informétricos, etc.
- Subrayan que
la comprensión de los procesos informacionales y
comunicacionales, no pueden obviar las mediaciones sociales y culturales.
Las denominadas Ciencias de la Información y la Comunicación de significativos
resultados teóricos y de fuerte influencia en los medios universitarios franceses, ha
tenido escaso impacto mas allá de las fronteras de ese país, pero ello no puede
minimizar la indiscutible importancia de este original enfoque de los estudios
informacionales.
3.2 La Ciencia de la Información en la ex URSS: Particularidades de su
gestación, desarrollo y desaparición.
Este estudio en su intento por develar las razones que explican la aparición de la
Ciencia de la Información anglosajona, ha encontrado como factor esencial de ese
proceso, el cambio de escenario informacional que se produce posterior a la
Segunda Guerra Mundial en EE.UU, a partir de la confluencia de circunstancias
diversas, ya explicadas, en otra parte.
La URSS fue otro de los países vencedores en esa conflagración, con la
peculiaridad de haber desarrollado un modelo de sistema social, político y
económico radicalmente opuesto al vigente en Norteamérica, esta ultima
circunstancia va a desatar un antagonismo entre estos dos polos políticos que va
a dominar las relaciones internacionales en casi toda la segunda mitad del siglo
XX. Esta confrontación, denominada técnicamente, “guerra fría”, va a ser también
en la antigua Rusia zarista un factor impulsor de determinado desarrollo
informacional.
Es por ello, que puede afirmarse que las condiciones que propiciaron el
nacimiento de la nueva disciplina informativa en EE.UU, en alguna medida
también se dieron en la desaparecida URSS, sin dejar de apuntar determinadas
diferencias sustantivas.
Una de las primeras señales, dadas por la URSS de aquellos años, de que se
encontraba ante una coyuntura informacional excepcional, lo fue la de crear una
red de organismos de información que comprendía algunas ramas de la industria,
e instituciones científicas. Como centro rector de estas actividades, surgió en el
año 1952, un gran organismo para seleccionar, procesar, almacenar y difundir la
información, que pronto recibiría el nombre de Vsesoyuzny Institut Nauchnoy i
Tekhnichestkoy (VINITI), adscrito a la Academia de Ciencias de la Unión de
Repúblicas Socialistas Soviéticas, el cual posteriormente queda subordinado al
Comité Estatal del Consejo de Ministros de la URSS para la ciencia y la técnica y
recibió el nombre de Instituto Nacional de Información Científica y Técnica.
(Mijailov, 1968, 647).
Un rasgo distintivo desde este momento en ese contexto, es la restricción que le
dieron a la actividad informacional, esta solo se ocuparía de la información
científica y técnica.
La actividad de información científica entendida como la “rápida transferencia de
datos en el seno de la ciencia y entre la ciencia y otros tipos de actividad humana”
(López Yepes, 1995, 218) exigía así el desarrollo de una base teórica y un marco
disciplinario que contribuyera con la elaboración de las formas más racionales de
llevar a cabo dicha actividad.
En 1963 se comienza a proponer una nueva disciplina científica independiente
que dedicara sus esfuerzos al estudio del comportamiento y desarrollo de la
actividad de información científica; hecho que responde a la necesidad que existía
de – “identificar y estudiar las leyes que subyacen bajo el proceso de manejo y
transferencia de la información”. (López, Yepes 1995, 219). En 1966 se instaura
formalmente una nueva disciplina; INFORMÁTICA, denominación que recibió en la
desaparecida URSS este nuevo campo de conocimiento, que se encargaría de
optimizar los procesos de la información científica en exclusiva, mediante su
recolección, registro, procesamiento, analítico-sintético, almacenamiento,
recuperación y difusión. (Moreiro, 2001)
Durante estos primeros años de fundación, los autores e investigadores soviéticos
van a destinar sus esfuerzos en especificar a profundidad cuáles serán las
características esenciales que definirán a esta nueva disciplina científica; llamada
Informática Dan a conocer los argumentos que definen su objeto de estudio y los
métodos de la misma, realizan investigaciones para precisar las características de
los distintos tipos de documentos que pudieran ser utilizados como fuentes de
información científica, cuáles serán los adecuados métodos de procesamiento
analítico-sintético de tal información, los principios conforme a los cuales se llevará
a cabo la búsqueda de información y los medios para mecanizar y automatizar
dicha búsqueda. (López, Yepes, 1995)
Otro rasgo distintivo de la Informática soviética, lo fue su sólido aparato y
fundamentación conceptual. Desde sus años iniciales esta vertiente disciplinaria
elaboró categorías, conceptos y leyes especificas para su espacio, con la
peculiaridad de fundamentar su posición teórica, desde determinada concepción
filosófica; el marxismo-leninismo.
A mediados de los años 80 en la URSS se produjeron cambios cardinales en la
economía y la organización socio-política de su estado. La aparición de las nuevas
relaciones sociales propuestas, provocó la inestabilidad económica, una inflación
galopante, una lucha enconada entre las fuerzas políticas, una tirantez social y un
aumento de los conflictos interétnicos. Se inició también una erosión gradual de
valores morales e ideológicos que hasta el momento sostenían a la sociedad
soviética. (Rodríguez, Araujo, 2003)
En 1991, la Unión Soviética deja de existir y con ella el sistema socialista de
estado. La sucede la Federación Rusa. La desintegración de la URSS y la
transición hacia el capitalismo significó un vuelco total en el desarrollo de la
Informática.
- Los cambios estructurales y organizacionales provocaron el colapso de su
sistema de información científico- técnica que apoyaba sus funciones y tareas en
la dirección y financiamiento del gobierno socialista.
- El financiamiento destinado al desarrollo y apoyo del trabajo de los centros
informativos integrantes del sistema se agotó por completo.
- El número de publicaciones científicas editadas en la URSS decreció
notablemente, así como la posibilidad de adquirir importantes publicaciones
extranjeras, se tornó difícil la consulta de información actualizada que abordase
la temática científica y tecnológica.
- Las instituciones integrantes de una sólida estructura de información, se
hallaron de repente aisladas y enfrentadas al hecho de comenzar a trabajar de
modo independiente, algo a lo que no estaban habituadas.
La teoría y la práctica informacional en la URSS de estos años, debido a su
estrecha relación con el aparato estatal e ideológico, sufrió todas las conmociones
resultantes de una sociedad afectada por cambios tan radicales, que dieron al
traste con su modelo ideológico, político y económico.
La Informática, como vertiente, dejó de existir en tanto su sustrato material e
ideológico desapareció.
PERSPECTIVAS EPISTEMOLÓGICAS “HUMANAS” EN LA DOCUMENTACIÓN
J. Carlos Fernández-Molina
Félix de Moya Anegón
Facultad de Biblioteconomía y Documentación, Universidad de Granada
Revista Española de Documentación Científica, 25(3), 2002, 241-253.
I.
Introducción
Hay una cierta tendencia en la Documentación a desdeñar la investigación
teórica y a separarla de su vertiente práctica y aplicada. Sin embargo, ambas
actividades están totalmente relacionadas, ya que como señalan Radford y Budd
(1, p. 316), "las instituciones bibliotecarias y las personas que trabajan en ellas y
las usan están operando dentro de unos esquemas epistemológicos o sistemas
normativos que permiten a la gente entender qué es una biblioteca, qué hace y
cómo se comporta uno dentro de estos sistemas". Es decir, la aceptación o no de
unos determinados presupuestos epistemológicos provoca diferencias reales en
la forma en que se lleva a cabo una política de adquisiciones, se adopta un
sistema de clasificación, se prestan determinados servicios a los usuarios, etc.
Esta fuerte interconexión entre lo teórico y lo aplicado ha sido olvidada con
frecuencia en nuestro campo, donde la mayoría de los esfuerzos se han dirigido a
intentar resolver problemas reales a costa de abandonar la teoría y el
pensamiento crítico. Esto ha provocado que muchas de las técnicas y estrategias
prácticas desarrolladas sean ineficaces e incluso contraproducentes debido a que
se han construido sobre presupuestos teóricos insuficientes o erróneos (2).
Pero desarrollar investigación de naturaleza teórica o sobre epistemologías
no es tarea sencilla en nuestro campo. Dick (3) ha identificado varios de los
problemas que dificultan esta labor, tales como la fuerte discusión entre los
enfoques individualistas y los sociales, las dudas respecto a cuál es la
metodología científica más adecuada, la oposición a llamar fundamentos
conceptuales a lo que son simplemente posiciones o perspectivas teóricas y la
carencia de una crítica seria respecto a las nuevas corrientes conceptuales
aparecidas, que parecen "darse codazos" por ocupar el vacío dejado por el
positivismo como paradigma básico.
Un buen ejemplo de estos problemas reseñados por Dick lo encontramos
en las críticas de Vickery (4), cuando señala que hay una serie de teóricos en
nuestro campo que recurren a ideas de filósofos de este siglo (Gadamer,
Heidegger, Wittgenstein, etc.), extraen una serie de principios y los ofrecen como
premisas o presupuestos que pueden servir de base para la Documentación. En
su opinión, el problema es que estas propuestas se quedan a un nivel muy
superficial y no se conectan ni relacionan con las premisas teóricas ya existentes
en nuestro campo, mostrando sus debilidades y proponiendo alternativas
fructíferas. Zwadlo (5) también critica duramente esta especie de "préstamo de
filosofías", frecuente en los últimos años en nuestra disciplina.
En una línea similar, Vakkari y Kuokkanen (6) consideran que la
Documentación carece de formación de teorías, y que son pocos los estudios que
incluyen formación explícita de conceptos y de sus relaciones. Esto tiene, al
menos, tres inconvenientes: a) sin una descripción clara y conceptualmente
estructurada del objeto de investigación, nuestra capacidad para crear una
representación válida y específica del mundo es imposible; b) la carencia de
estructura teórica con poder de discriminación dificulta la utilización de los
resultados de la investigación en estudios futuros; c) como resultado, en nuestro
campo hay un crecimiento teórico lento o nulo.
Aunque, en términos generales, es cierta esa falta de teoría coherente en
nuestro campo, es indudable que en los últimos años se ha producido un gran
incremento en el número de investigaciones dedicadas a estos problemas, como
pone de manifiesto el reciente trabajo de Pettigrew y McKechnie (7). La mayoría
de esta investigación se ha centrado en la discusión sobre cuál es el paradigma
más adecuado para la Documentación: físico, positivista, cognitivo, de análisis de
dominio, hermenéutico, socio-cognitivo, etc., dando lugar a una enorme confusión
conceptual y terminológica.
Los ejemplos de estas confusas agrupaciones son múltiples. Ellis (8)
distingue entre paradigma físico y paradigma cognitivo, a los que Hjorland (9)
añade un tercero: el análisis de dominio. Por su parte, Sugar (10) no se ocupa del
paradigma físico sino sólo de las visiones "humanas", a las que agrupa en
cognitivas y holísticas. En las cognitivas incluye a Allen, Ellis, Belkin, Marchionini,
Borgman. En las holísticas, que consideran no sólo los aspectos cognitivos sino
también los aspectos físicos y afectivos de los usuarios, incluye a Dervin o
Jacobson, por un lado, y a Tenopir o Kuhlthau, por el otro.
Si nos fijamos en las agrupaciones anteriores, la verdadera confusión se
sitúa en los llamados enfoques "humanos" o "centrados en el usuario",
propugnados por Dervin y Nilan (11) o Harter (12). Parece haber un cierto
acuerdo en la existencia de un paradigma clásico de naturaleza
positivista/racionalista y que Ellis (8) denomina "físico", pero donde no existe
consenso es respecto al resto de enfoques y perspectivas nacidas
fundamentalmente como oposición al anterior.
Como punto de partida para entender mejor la situación, vamos a seguir a
Ingwersen (13), cuando señala que mientras los enfoques racionalistas se
concentran sobre el "nivel lingüístico" de la comunicación, es decir, sobre los
textos y signos así como el manejo de esos objetos, las posiciones "humanas"
enfocan la comunicación al "nivel cognitivo". Durante la comunicación los
comunicadores pueden cambiar de posición de una manera dinámica, de
generador a receptor. Los pasos o etapas cognitivas (y emocionales) en la toma
de decisiones o satisfacción de los objetivos se definen por el acto de
comunicación real y las experiencias sociales e interacciones previas del
individuo.
Sobre este esquema están de acuerdo todos los enfoques humanos. La
distinción entre ellos está relacionada con el punto del modelo donde se centra la
atención. Así, si se centra sobre la interacción entre los estados cognitivos (y
emocionales) individuales de los generadores y los del receptor individual, nos
encontramos en el punto de vista cognitivo; mientras que si la atención principal
se presta al contexto social mismo, por ejemplo, sobre la interacción de
información entre grupos sociales, individuos y sistemas, en un esquema social
más amplio que determina los estados mentales actuales del individuo, nos
situaríamos en posiciones sociales, de comportamiento o hermenéuticas.
Pues bien, a continuación vamos a ir analizando los aspectos más
significativos de las dos grandes perspectivas epistemológicas “humanas”
(cognitiva y sociológica), a las que están dedicadas la mayoría de las
investigaciones teóricas actuales. Previamente, como punto de partida
imprescindible, hacemos un breve análisis de las características esenciales de la
primera perspectiva epistemológica que se desarrolló en el campo de la
Documentación, el positivismo, dado que su análisis crítico dio lugar al nacimiento
de las otras dos perspectivas, en especial la cognitiva.
II. Positivista
Hasta los 80 el positivismo era la perspectiva científica dominante. De
hecho, se consideraba que era la única válida y verdaderamente científica: era “la
teoría invisible de la ciencia” (2). Por esta razón, la mayoría de los investigadores
trataban los problemas de la Documentación desde una perspectiva tecnológica o
de las ciencias naturales. Su formación tenía sus raíces en la tradición
investigadora positivista o, como dice Ellis (14), compartían la tradición
"fisicalista". De esta forma, sus investigaciones sobre la información y su
comunicación se centraban en el sistema, en sus aspectos tecnológicos, en la
información como algo mensurable, formalizado, universal y neutro, olvidándose
de los aspectos humanos y del contexto social en el que se produce la
transferencia de información. Todo ello era estudiado como si constituyera un
sistema cerrado, aislado, como si se estuviera dentro de un laboratorio (11).
Dada la situación de "limbo teórico" en el que se encontraba la
Documentación en los años cincuenta, sin unas raíces científicas en las que
basarse (al contrario que la Informática, por ejemplo, que se basaba en las
Matemáticas, la Física o la Ingeniería eléctrica), uno de sus objetivos primordiales
fue intentar establecer unos fundamentos teóricos similares a los de otros
campos científicos relacionados que ya estaban consolidados o camino de
conseguirlo (13).
Esta perspectiva científica suponía, entre otras cosas, que la
conceptualización de la información se lleva a cabo siguiendo modelos
matemáticos, cuyo ejemplo más significativo es la teoría de Shannon (15), que
los sistemas de recuperación de la información se basan en la simple
equiparación entre las representaciones de los textos del sistema y la de las
demandas de los usuarios, que las necesidades de información son algo estable
e invariable, que el proceso de búsqueda de información es determinista, no
dinámico e iterativo, que en él no intervienen elementos emocionales, afectivos o
físicos, etc. Supuso, además, que la metodología utilizada en la investigación
fuera de naturaleza cuantitativa.
Sus limitaciones comenzaron a ponerse de manifiesto en los años setenta,
por lo que se produjo una época de crisis de identidad que intentó superarse
mediante propuestas tales como las de Artandi (16), Belzer (17) o Lynch (18). Los
resultados fueron poco satisfactorios, lo que dio lugar al cambio de paradigma
protagonizado, fundamentalmente, por el denominado punto de vista o enfoque
cognitivo, que comenzaría a desarrollarse en la segunda mitad de esta década de
los setenta.
Vale la pena reseñar que en la primera mitad de los 80 comienzan a
desarrollarse algunas propuestas (fundamentalmente dirigidas al desarrollo de
una teoría de la información) que podríamos encuadrar en esta perspectiva
epistemológica y que sí introducen en el estudio de la información elementos
cognitivos y, en menor medida, sociales, sin renunciar a las exigencias
cuantitativas de una teoría de la información. Los principales representantes de
esta corriente son Fred Dretske (19) y Barwise y Perry (20), y más recientemente
Devlin (21). Debido a que estos autores no pertenecen al campo de la
Documentación propiamente dicho, sino a la Filosofía o las Matemáticas, sus
aportaciones han pasado desapercibidas durante bastantes años para los
investigadores de los aspectos teóricos de la Documentación, y sólo
recientemente han sido “descubiertos” por algunos de ellos (22).
III. Cognitiva
Bastante independientemente uno de otro, Brookes y Belkin introdujeron el
punto de vista cognitivo en este campo. Belkin, en concreto, desarrolló su teoría y
modelo de la Documentación (la premisa ASK: anomalous state of knowledge)
sobre esta perspectiva epistemológica. Este punto de vista tiene su origen en la
clásica definición de De Mey (23, p. xvi-xvii), según la cual se basa en que
"cualquier procesamiento de información, ya sea perceptivo o simbólico, es
mediado por un sistema de categorías o conceptos que, para el dispositivo de
procesamiento de la información, son un modelo de su mundo".
Con bastante rapidez, este punto de vista consiguió un notable éxito dentro
de la comunidad científica de la Documentación, convirtiéndose en la corriente
teórica de moda (24). Por ejemplo, a principio de los noventa Belkin consideraba
este enfoque tan interesante que recomendaba que fuera utilizado por otras
áreas de la Documentación que hasta ese momento no lo habían hecho; lo que le
lleva a sugerir que "podría servir como medio para la integración y relación de
trabajos de unas áreas de la Documentación con otras y, de esta forma,
proporcionar la estructura para una Documentación efectiva y unificada" (25, p.
14-15).
Las palabras anteriores de Belkin son muy representativas de la tendencia
por parte de los seguidores de este enfoque a considerar que es el único válido.
De hecho, como señala Bernd Frohmann (26), este enfoque se presenta a sí
mismo no como una teoría entre otras muchas, ni como una teoría sectorial
dedicada a problemas específicos, sino como la única teoría global para la
Documentación. Esto ha producido numerosas posiciones contrarias como, por
ejemplo, la de Vickery (4), que afirma que muchos -él entre ellos- se sienten
"esclavizados" por el paradigma cognitivo, que es útil, pero no lo es todo en
Documentación.
El principal atractivo de este punto de vista es que se centra en los
individuos en lugar de en las máquinas, es decir, incluye el comportamiento
humano relacionado con la información (27). Tiene una gran capacidad para
manejar la diversidad de estados de conocimiento de los actores individuales que
toman parte en el proceso completo de transferencia de la información:
generadores de información, indizadores, mecanismos intermediarios, usuarios.
Desde este punto de vista, se asume que cualquier transformación del estado
mental actual del individuo debe ser asociada con su estado actual de
conocimiento o cognición; es decir, con lo que sabe, espera, siente o persigue en
el momento. Para el receptor humano esto significa que al menos algunos
elementos del mensaje comunicado deben ser percibidos, reconocidos o
asociados, con objeto de permitir al mensaje transformar el estado actual en un
nuevo estado de conocimiento. Sin embargo, el reconocimiento o asociación
individual no tiene que seguir normas o preferencias semánticas, y puede ser
completamente no intencionado por el generador del mensaje. Por otro lado, los
cambios en los estados de conocimiento no son simples acumulaciones, sino
más bien reconfiguraciones, reestructuraciones de una parte de las estructuras
cognitivas del receptor. Por tanto, para el mismo receptor humano la recepción y
percepción de mensajes incluso idénticos supone un grado de imprevisibilidad
respecto a la naturaleza exacta de las transformaciones.
Si analizamos esta breve explicación de los presupuestos básicos del
punto de vista cognitivo, enseguida sale a la luz su principal talón de Aquiles: su
inherente subjetividad. Esto ha sido detectado y criticado por diversos
investigadores de nuestro campo que lo acusan de estar impregnado de
“cognitivismo” y “mentalismo” (26, 28, 29), individualismo metodológico (30, 31) e
idealismo subjetivo (32).
Estos defectos también fueron detectados por uno de los principales
seguidores de este punto de vista, Ingwersen (13, 33), con su distinción entre
"cognitivismo" (inspirado en la inteligencia artificial) y punto de vista cognitivo, en
sentido estricto. En opinión de Ingwersen, las diferencias son significativas. Así,
mientras el “cognitivismo” constituye un enfoque radical respecto a la relación
mente-máquina, con raíces en la tradición racionalista, y ve la mente humana
como un software perfectamente estructurado en el cerebro (que ejerce de
hardware); el punto de vista cognitivo ve la tecnología del ordenador (y su
procesamiento de la información) como simulaciones reducidas e inducidas de la
totalidad de las actividades mentales (conscientes o inconscientes) de una
posición psicológica.
Por otro lado, también reconoce que su perspectiva individual hace
imprescindible que enfoques de naturaleza sociológica deban ser aplicados como
complemento. Si se investiga el comportamiento informativo de grupos sociales o
cómo se gestiona la información en un entorno concreto, es evidente que el
contexto social se convierte en objeto de interés prioritario (13).
Al contrario que Ingwersen, que intenta reformar el punto de vista cognitivo
para corregir sus principales deficiencias, otros investigadores han atacado de
manera rotunda a este enfoque teórico y, algunos de ellos, han propuesto
alternativas. Probablemente, los ataques más duros vienen de Frohmann y de
Hjorland. Así, para Frohmann (26), la constante referencia a "modelos de
mundo", "mapas cognitivos", "imágenes", "procesos de dar sentido", etc., propia
del punto de vista cognitivo, conduce a una especie de "discurso de interiores" (p.
374). En su opinión, ese extremo individualismo representa la contribución más
significativa de este punto de vista: "el borrado de lo social" (p. 376).
De manera similar, Hjorland (32) ataca al punto de vista cognitivo por su
subjetividad inherente, que él equipara al idealismo subjetivo. Este implica que la
realidad no es determinada externamente sino que es generada internamente por
los procesos mentales de cada individuo. Unido a esto está lo que Hjorland (30)
llama "la trampa mentalista" del individualismo metodológico, cuya premisa
básica es que el conocimiento existe como estados mentales subjetivos dentro
del individuo. Es decir, Hjorland coincide con Frohmann en que el punto de vista
cognitivo borra lo social, cuando señala que excluye el entorno sociocultural en el
que participa el individuo. Por eso, Hjorland (30) aboga por la adopción de "un
punto de vista metodológico colectivista", que incorpora la investigación
psicológica del individuo dentro de una perspectiva más amplia histórica y
sociocultural, uniendo e integrando lo individual/interno con lo contextual/externo.
Estas consideraciones también las encontramos en el artículo en el que Hjorland
y Albrechtsen (31) definen su teoría del "análisis de dominio", en el que llevan a
cabo una completa comparación entre los postulados de uno y otro enfoque, uno
centrado en lo individual y el otro en lo social-contextual.
Estas críticas y otras similares han dado lugar a la aparición de otra serie
de corrientes teóricas cuya característica fundamental es la importancia que se
concede a lo social, cultural, contextual, a la interpretación histórica, etc. Jacob y
Shaw (34) resumen bien esta situación cuando señalan que la investigación
desde la perspectiva cognitiva debería evitar lo único e idiosincrásico y, en su
lugar, centrarse sobre los fundamentos sociales del conocimiento.
IV. Sociológica
El antecedente más claro de esta perspectiva teórica es la nueva disciplina
en el seno de la Documentación que propugnó Jesse Shera (35), denominada
"epistemología social", que se encargaría del estudio de cómo se crea y se
desarrolla el conocimiento y cómo se comunica y difunde a través de la sociedad.
Sin embargo, Shera no profundizó suficientemente en esta idea, por lo que no
pasó de ser una propuesta sin un posterior desarrollo. Más recientemente,
Froehlich (36) también ha llegado a la conclusión de que los fundamentos de la
Documentación deben estar en la epistemología social.
La aparición de las perspectivas sociológicas en la Documentación se
encuadra dentro del nacimiento del "contextualismo" en las ciencias sociales, en
especial en la Psicología y la Comunicación. El contextualismo se centra en las
ideas de unidad, pluralidad, espontaneidad y dependencia ecológica de la
actividad humana. Es decir, se dedica al estudio del individuo en su entorno,
contexto, cultura y tiempo histórico (37).
En la Documentación, la perspectiva sociológica se basa en ideas como
las de Harris (38), cuando señala que el pensamiento debería ser más holístico,
esto es, debería explorar no sólo los resultados de comportamiento individuales
sino también las influencias contextuales sobre la acción humana, tales como los
aspectos políticos, sociales, cognitivos y culturales de las situaciones, por
ejemplo, de los usuarios de una biblioteca.
Dentro de esta amplia perspectiva sociológica, una de las corrientes que
ha conseguido más desarrollo es la hermenéutica, nacida a partir de la segunda
mitad de los ochenta. Posiblemente el primer intento de usar la hermenéutica en
los problemas de la Documentación fuera el de Rafael Capurro (39) en su obra
sobre la hermenéutica y la información. Algo después, Benediktsson (40) y Hoel
(41) también han sostenido que sería muy útil usar la hermenéutica en la
investigación en Documentación.
Capurro (42) sugiere un fundamento pragmático para la Documentación,
es decir, lo importante no es qué es la Documentación, sino para qué sirve. En su
concepción, información significa la posibilidad de compartir un mundo común
dentro de formas específicas de vida. La información no es algo sustancial sino
una dimensión de la existencia humana. Con el término información se refiere a la
información de base, compartida, el "preconocimiento", que nos capacita para
interactuar y comunicar con los demás. Esto no es una relación entre un sujeto
que conoce y un objeto conocido, sino más bien un efecto producido por un
conjunto de conceptos que hace posible pensar determinados hechos o
situaciones y no otras. La información es compartida por los miembros de una
forma de vida o de una audiencia interpretativa. Esa idea de información supone
que ésta no es algo que puede ser transmitido o recuperado, sino que es algo
parecido al aire que se respira. Al definirla de esta forma, la información se
convierte en algo retórico, de manera que la Documentación puede ser
considerada como una subdisciplina de la Retórica y, como tal, incluye una
perspectiva formal-metodológica y otra histórico-cultural.
Por su parte, Benediktsson (40) analiza la hermenéutica y su relevancia
para la Documentación. Considera que los métodos estadísticos cuantitativos
pueden ser usados sólo en aquellas áreas en las que la percepción humana de
una situación no es un factor; en caso contrario, es necesaria la aplicación de los
métodos fenomenológico-hermenéuticos. En este sentido, él distingue entre la
tradicional filosofía hermenéutica tal y como la formuló Gadamer, y la
hermenéutica fenomenológica basada en el pensamiento de Husserl y definida
por Ricoeur (43, p. 259) como "las reglas adquiridas para la interpretación de los
documentos escritos en nuestra cultura". Este establecimiento de reglas estrictas
es lo que Benediktsson ve como una característica importante del pensamiento
de Ricoeur, que lo hace interesante para el desarrollo de un enfoque o
metodología hermenéutica en ciencias sociales y, por lo tanto, en la
Documentación. Al identificar el texto como principal objeto de investigación,
Ricoeur establece la posibilidad de que la hermenéutica cumpla las demandas y
requisitos acerca de la fiabilidad y validez científicas. La exégesis puede
estructurarse y así es posible establecer una cierta intersubjetividad (44). Ideas
muy parecidas son desarrolladas por Budd (45), que también aboga por la
utilización de la fenomenología hermenéutica.
También en una línea similar, Hoel (41) señala que, junto a la
hermenéutica clásica, ha aparecido la hermenéutica de la experiencia.
Experiencia en este contexto no es una simple experiencia de los sentidos, sino
una entidad histórica, un hecho que existe en un proceso histórico. La experiencia
se hace sobre unos presupuestos históricamente dados, que son alterados por la
experiencia. El mundo de la vida humana es la suma de las experiencias de los
individuos como un todo, y las nuevas experiencias son siempre hechas en el
contexto de las antiguas. Este contexto es el mundo de la vida y éste cambia (por
ejemplo, al adquirir información). Cuando un texto se lee, el énfasis se pone sobre
qué pasa realmente cuando es entendido, no sólo con el lector sino también con
el texto. Son interdependientes y ambos se transforman por el entendimiento. En
definitiva, la idea principal es que el texto a través del tiempo ha sido objeto de
interpretación, ha sido generador de experiencias que inevitablemente juegan un
papel cuando se interpreta hoy. No se puede leer a Bradford hoy e ignorar todo lo
asociado con su nombre durante décadas.
Otra de las corrientes teóricas que se ha desarrollado en los últimos años
es la ya mencionada del "análisis de dominio" (9, 30, 31, 46). Ellos señalan que
en las disciplinas relacionadas con la Documentación se ha ido desarrollando una
visión de los individuos y del conocimiento humano menos formal, menos
mecánica, menos "como un ordenador", y más orgánica, contextual, sociocultural
y específica del dominio. No es tanto el individuo aislado sino más bien la
comunidad de discurso y sus individuos lo que constituye el foco de su
investigación actual.
En esta línea, afirman que el conocimiento es adaptable y que se forma a
través de "una relación dialéctica entre una comunidad y sus miembros...
mediada por el lenguaje e influida por la historia del dominio específico" (31, p.
407). De esta forma, la unidad de estudio apropiada para la Documentación no
está constituida por las estructuras de conocimiento individuales, sino por los
dominios de discurso y las comunidades de conocimiento. La noción de "dominio
de discurso" cubre una amplia gama de instituciones sociales, incluyendo, por
ejemplo, disciplinas científicas, profesiones, negocios y religiones. Además, el
dominio de discurso no es una entidad autónoma, sino que es una construcción
social que consta de individuos que muestran sus propias estructuras de
conocimiento, sesgos y estilos cognitivos. Dentro de los límites de un dominio, sin
embargo, hay una continua interacción "entre estructuras de dominio y
estructuras individuales, una interacción entre el nivel individual y el social" (31, p.
409). Desde esta perspectiva, las estructuras de conocimiento individuales están
moldeadas a través de la participación en dominios creados socialmente y son
vistas como adaptaciones a las influencias generadas externamente al dominio
(34).
Una visión parecida a la del análisis de dominio es el punto de vista
"interpretativo", desarrollado por Cornelius (47). La diferencia estriba en que en
lugar de centrarse en la información dentro de un dominio, este enfoque se centra
en la práctica social, que puede variar en su actitud hacia la información.
Otro enfoque similar es el desarrollado por Soren Brier (48, 49, 50, 51),
que se basa en la unión de la Cibernética y la Semiótica que él identifica como
"cibersemiótica". Por ejemplo, afirma que insertos en el lenguaje natural hay una
serie de principios generales que guían la cognición y la recuperación de la
información por parte de la mente humana. Por eso, en su opinión, los principales
problemas de la Documentación no son técnicos sino sociolingüísticos y se
agrupan alrededor del problema central de la comunicación: "cómo el significado
es generado, representado y controlado en los medios escritos en diferentes
contextos sociales" (50, p. 35).
En su opinión, se necesita tanto un ángulo de pragmática social sobre la
significación desde la Semiótica y la Filosofía del lenguaje, así como un enfoque
de la teoría de sistemas y la Cibernética para ser capaces de hacer frente a los
sistemas de comunicación sociales, biológicos y técnicos. Si esto no fuera
suficientemente difícil, los enfoques de la Semiótica y los sistemas tienen que ser
compatibles si van a trabajar dentro del mismo esquema. Por esta razón, Brier
señala que está trabajando en la "Cibernética de segundo orden", que tiene
puntos y formulaciones que pueden ser útiles para explicar cómo el individuo crea
interpretación en un contexto social. Al mismo tiempo, también mantiene el
fundamento natural-científico que constituye el punto fuerte tanto del paradigma
de la ciencia cognitiva como del punto de vista cognitivo. Además se abre hacia la
integración del entendimiento semiótico de la construcción social de significación
de una forma pragmática cuando se siguen las teorías de Peirce y Wittgenstein
(49, 50).
En su opinión, su esquema transdisciplinar es más realista y menos
reduccionista que la ciencia cognitiva y mucho más conectado a la pragmática
social del mundo real de los bibliotecarios. Su objetivo es ofrecer un marco de
trabajo que permita integrar el punto de vista cognitivo en la versión de
Ingwersen, el paradigma del análisis de dominio, el enfoque semiótico de Warner
y el enfoque de la Lingüística pragmática de Blair.
Como el propio Brier señala, sus ideas están muy relacionadas con la obra
de Blair (52), que ha defendido la relevancia de la filosofía del lenguaje de
Wittgenstein para la investigación en recuperación de información. No obstante,
en contraste con las ideas de Brier, Blair defiende que la Semiótica puede ofrecer
sugerencias y esbozos, pero no "datos duros" o métodos fiables.
David Blair (52) propone que, dado que la recuperación efectiva depende
del proceso lingüístico de representación, el desarrollo de sistemas efectivos de
recuperación de información depende de un completo entendimiento de cómo se
usa el lenguaje en las actividades e instituciones humanas: en los dominios de
conocimiento y comunidades de discurso que colectivamente constituyen el
contexto sociocultural de una colección de documentos. Estos argumentos le
sitúan claramente dentro de esta perspectiva sociológica, al enfatizar la
naturaleza de construcción social del lenguaje, y porque "el lenguaje no es el
producto del pensamiento, sino el vehículo del pensamiento" (53, p. 205).
Para terminar con este repaso a la perspectiva sociológica, vamos a
comentar las ideas de Jacob y Shaw (34) respecto a la posibilidad de una
corriente sociocognitiva que uniera a las dos grandes corrientes "humanas".
Como punto de partida para su propuesta utilizan las ideas de uno de los
"padres" del enfoque cognitivo: Marc De Mey.
De Mey (54) señalaba que la adopción completa del punto de vista
cognitivo suponía dos cambios en el foco de atención de la investigación. El
primero se centra en las actividades de organización del individuo que, cuando se
encuentra un objeto o mensaje, descubre el significado sobre la base de su
conocimiento previo. El segundo cambio que él identifica se centra en la
naturaleza social de estas actividades. Es decir, mientras el primer cambio de De
Mey puede decirse que dirige su atención hacia la visión de mundo o modelo
mental del individuo, el segundo cambio amplía el campo de la investigación
cognitiva para centrar su atención sobre el papel de la interacción social en la
producción de modelos compartidos del mundo y sobre los "procesos cognitivos
comunes de los individuos funcionando dentro de ciertas estructuras (patrones,
modelos) de organización social" (55, p. xvi).
En opinión de Jacob y Shaw (34), da la impresión de que la
Documentación todavía no se ha dado cuenta de estos dos cambios señalados
por De Mey, quedándose sólo en el primero, por lo que mucha de la investigación
supuestamente centrada en el usuario continúa teniendo un alto componente
mecanicista al centrarse de manera exclusiva en el usuario individual.
V. Conclusiones
Finalmente, vamos a intentar alcanzar algunas conclusiones respecto a
esta confusa mezcla de paradigmas, perspectivas, enfoques, puntos de vista,
etc., que han ido apareciendo en los últimos años en la investigación de
naturaleza teórica desarrollada en nuestra disciplina. La razón fundamental de
esta caótica situación es el hecho de que todas las teorías "humanas" o
"centradas en el usuario" surgidas desde finales de los setenta, parecen estar
unidas únicamente por la identificación de un enemigo común: el positivismo (56).
Como consecuencia, se ha producido una especie de lucha entre ellas por
ocupar su lugar y convertirse en el único enfoque teórico válido para la
Documentación, lo que ha producido efectos absolutamente negativos (5). Este
proceso de sustitución y eliminación de unos enfoques por otros tiende a
provocar una reacción excesiva en contra de lo sustituido y, al mismo tiempo, falla
en la evaluación crítica del sustituto.
Por ejemplo, el punto de vista cognitivo ha constituido la principal fuerza de
reorientación en nuestro campo en los últimos años (en especial, hasta mitad de
los noventa), pero no ha conseguido un avance completo y total. Una buena
prueba de sus deficiencias la tenemos en su escasa significación en todo lo
relacionado con el movimiento de la gestión de la información. Estas debilidades
son las que han provocado un movimiento hacia posiciones más sociales, que
tienen en cuenta el contexto social y organizativo. Como señala Vakkari (57), el
comportamiento de las personas respecto a la información no es algo
condicionado exclusivamente por sus características individuales, sino que
también está fuertemente influido por el contexto social, la cultura compartida, etc.
La decisión de cada individuo de escoger entre diferentes fuentes de información
está condicionada socialmente, y la forma en que entiende un mensaje está
dirigida por los significados compartidos que proporcionan los diferentes
contextos en los que se inserta. Tanto el uso de información individual como en el
seno de una institución está condicionado socialmente.
La solución, por tanto, puede estar en construir un marco de trabajo amplio
y comprensivo que permita la integración y acomodación de diferentes posiciones
epistemológicas, cada una de las cuales proporciona una visión parcial del
conjunto y complementa al resto. Además, como señala Dick (3) la tensión
dialéctica entre unas y otras perspectivas o epistemologías facilitaría el continuo
crecimiento de conocimiento válido en la Documentación.
Pero, además de conciliar las perspectivas epistemológicas "socio-humanas",
es necesario situar al paradigma clásico de nuestro campo, ya se
denomine físico, algorítmico, positivista o racionalista. A este respecto, son
interesantes las ideas de Hoel (41), cuando considera que no hay razón para
abandonar el racionalismo y negar el método científico clásico. Lo que hay que
hacer es establecer una distinción entre el estudio de cosas (artefactos) y el
estudio de lo relacionado con las personas. Así, mientras para lo primero la
metodología clásica de las ciencias naturales es la más adecuada, la
hermenéutica puede ser un método adecuado para lo segundo.
Estas ideas nos conducen a otra de las conclusiones a las que están
llegando la gran mayoría de los investigadores de nuestro campo: lo deseable
que sería la combinación de diferentes enfoques metodológicos. Así, Wildemuth
(58) opina que la investigación interpretativa puede ser combinada de manera
efectiva con la positivista, a pesar del hecho de que los dos enfoques tienen
visiones muy diferentes de la naturaleza de la realidad y de cómo conocer o
entender dicha realidad. Esta fusión de métodos cualitativos y cuantitativos
también es defendida por Hjorland y Albrechtsen (31), cuando abogan por la
integración del análisis histórico y sociocultural de comunidades de conocimiento
con enfoques más tradicionales como la bibliometría o el análisis de citas; o por
Marcia Bates (59) cuando considera que la metodología de nuestra disciplina
podría calificarse como socio-técnica, ya que incluye tanto la tradición
metodológica de las ciencias sociales como la de las ingenierías.
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