A y S t 222 p 76-83 - Poder Judicial de la Provincia de Santa Fe

Anuncio
Reg.: A y S t 222 p 76-83.
Santa Fe, 19 de setiembre del año 2.007.
VISTA: La queja por denegación del recurso de inconstitucionalidad interpuesto por la
demandada contra la resolución 74 de fecha 30 de junio de 2004, dictada por la Sala Tercera de
la Cámara de Apelación en lo Civil y Comercial de la ciudad de Rosario en autos: "STEEMAN,
Oscar y ot. contra FRIGORÍFICO PALADINI S.A. -Daños y Perjuicios- (Expte. 467/03)" (Expte.
C.S.J. nro. 568, año 2004); y,
CONSIDERANDO:
1. Surge de las constancias de la causa que la parte actora demanda a Frigorífico Paladini
S.A., por la reparación de los daños y perjuicios derivados del accidente que sufriera en ocasión
de encontrarse realizando trabajos de pintura en la planta generadora de alto voltaje, ubicada
dentro del predio del frigorífico de la demandada. Fundó su pretensión en la responsabilidad civil
derivada de los artículos 1113, 1078, 1109, 1067 y 1068 y concordantes del Código Civil.
La accionada resistió la pretensión sosteniendo que se encontraba excluida de
responsabilidad en razón de lo dispuesto en los apartados 4 y 5 del artículo 39 de la Ley de
Riesgos del Trabajo. Subsidiariamente alegó la culpa del damnificado y eventualmente caso
fortuito.
El Tribunal Colegiado hizo lugar a la demanda. Frente a ello, la accionada interpuso
recurso de apelación extraordinaria invocando: a) apartamiento manifiesto del texto expreso de la
ley; b) apartamiento de las formas sustanciales estatuidas para el trámite o decisión del litigio;
c)ausencia de motivación, apartamiento de la regla de congruencia; y d) apartamiento relevante
de la interpretación que a idéntica cuestión de derecho ha dado una Sala de la Cámara de
Apelaciones de la misma circunscripción judicial.
El A quo denegó el remedio intentado y la Sala -al entender vía recurso directo- lo concedió
por las tres primeras causales.
Tramitado el recurso ante la Alzada, mediante sentencia del 30 de junio del 2004 se
declaró inadmisible el recurso por las causales invocadas como a) y b) e improcedente en cuanto
a la restante.
Contra dicho pronunciamiento interpuso la accionada su recurso de inconstitucionalidad,
por considerarlo arbitrario, como así también violatorio de derechos y garantías de raigambre
constitucional.
Los vicios que imputa al decisorio pueden reseñarse así:
a) Apartamiento manifiesto del texto de la ley. Incongruencia decisoria. Dogmatismo.
Alega la impugnante que conforme las disposiciones contenidas en artículo 39 de la ley
24557, la única forma de responsabilizar a su parte es considerarla un "tercero" dentro de los
términos del apartado cuarto de dicha normativa, el cual expresamente establece que "si alguna
de las contingencias previstas en el artículo 6 de esta ley hubieran sido causadas por un tercero,
el damnificado o sus derechohabientes podrán reclamar del responsable la reparación de los
daños y perjuicios que pudieren corresponderle de acuerdo con las normas del Código Civil...".
Sin embargo -sostiene- en virtud de los problemas interpretativos generados por la norma,
el artículo 12 del decreto 491/97 zanjó la cuestión al disponer que a los fines de las acciones
previstas en los apartados 4 y 5 del artículo que reglamente, el "empresario principal" que ceda
total o parcialmente, o que contrate o subcontrate, trabajos, o servicios dentro o fuera del
establecimiento habilitado a su nombre no se considerará tercero.
Siguiendo dicha línea de razonamiento, pone de resalto que de lo normado por la Ley de
Riesgos del Trabajo y el decreto en cuestión surge evidente que el debate no gira en torno a una
mera discusión hermenéutica -como intenta sostener el Sentenciante- sino que lo decidido
configuró un claro apartamiento del texto expreso de la ley.
Destaca que la solidaridad por la contribución a la Aseguradora de Riesgos del Trabajo
-contemplada en el primer párrafo del decreto- rige para el empresario que contrate, subcontrate o
ceda total o parcialmente trabajos o servicios correspondientes a la "actividad normal, específica y
propia del establecimiento", mientras que la limitación de la responsabilidad opera para el
empresario que contrate, subcontrate o ceda total o parcialmente servicios, sin distingo alguno.
Frente a ello -sostiene- el Tribunal tenía dos opciones: declarar inconstitucional la norma o
aplicarla, y ninguna de estas cosas ha hecho, sino que por otra vía, le ha quitado sentido a la
disposición y encuadrado el caso fuera del supuesto de hecho.
Por otra parte argumenta que el razonamiento empleado por la Sala resultó incongruente
con los fundamentos dados al entender en el recurso directo, aludiendo a la interpretación que la
Sala otorgara al artículo 12 del decreto en cuestión al conceder el recurso frente al argumento de
la sentencia que hoy cuestiona en la que se limitó a afirmar que "más allá del escueto
razonamiento del Tribunal a quo, su conclusión era una de las posibles", situación que a su
entender demuestra claramente el vicio invocado.
Por otra parte, endilga al decisorio falta de fundamentación, ya que entiende que aún de
considerarse que la solución adoptada por el A quo era una de las posibles -lo cual niega- dicho
hecho no purga en modo alguno el vicio achacado, puesto que no fueron expuestos los motivos
por los cuales se consideró que la sentencia originaria cumplía con el mentado requisito
constitucional.
Cuestiona al Tribunal haber descontextualizado y fragmentado el criterio del autor que cita
mediante una transcripción parcial del texto de la obra que trae a colación.
Por otra parte, formula consideraciones respecto a la interpretación literal, histórica y
sistemática de la norma en cuestión.
Alega que en un supuesto análogo al presente la Cámara Nacional del Trabajo falló
sosteniendo la inconstitucionalidad de la norma, pero en modo alguno pretendió realizar una
interpretación insostenible como la efectuada por los Sentenciantes.
En tal sentido -asevera- se podía cuestionar o no la adecuación del precepto con la
normativa constitucional, pero no asignarle una inteligencia que equivalga a prescindir del texto
legal si no medió debate y declaración de inconstitucionalidad, haciendo hincapié en que el
decreto no resulta inconstitucional por cuanto el mismo se inscribe en el sistema de la Ley de
Riesgos del Trabajo, cuya validez constitucional fue declarada por la propia Corte Suprema de
Justicia de la Nación en el antecedente "Gorosito".
b) Apartamiento de las formas sustanciales para la decisión del litigio. Arbitrariedad fáctica.
Omisión de hechos y prueba indispensable.
Los agravios que la quejosa esgrime en este acápite, se circunscriben a desarrollar una
crítica pormenorizada a la valoración probatoria llevada a cabo por el A quo en orden a
fundamentar su decisión de considerar no interrumpido el nexo causal por el obrar de la víctima.
A tales fines indica que la sentencia de primera instancia condenó a su parte por considerar
que se encontraba acreditada la calidad de "riesgosa" de la cosa (sala de transformadores),
aplicando el artículo 1113 del Código Civil en virtud de su calidad de dueño o guardián; que no se
encontraban cumplimentadas las medidas de seguridad necesarias y que no existieron eximentes
de responsabilidad, descartando la culpa de la víctima en razón de que para realizar las tareas
encomendadas era "necesario el paso" por la sala de generadores.
Sostiene que su parte no cuestionó la primera de las razones, encontrándose el debate
circunscripto a la interrupción del nexo causal; que del material probatorio recabado en autos no
solo no surgía la alegada falta de seguridad, sino que se encontraba acreditada la existencia de
culpa de la víctima, o en su caso, de un tercero, todo lo cual la eximía de responsabilidad. En tal
sentido, arguye que la Sala debía decidir si la afirmación de la necesidad de paso que sustentó el
fallo de primera instancia era dogmática o tenía asidero en las constancias de la causa, y, sin
embargo, nada dijo en cuanto al punto, introduciendo incongruentemente nuevas distinciones que
no habían sido objeto del recurso ni habían sido consideradas por su parte.
A más de la incongruencia antes aludida acusa dogmatismo e irrazonabilidad en el
decisorio, al considerar la cuestión de la autorización o no para ingresar al lugar y si había
recibido o no las instrucciones pertinentes.
Destaca que la sentencia hace hincapié en que la culpa de la víctima debe juzgarse en
forma rigurosa, pero, contradictoriamente, ninguno de sus considerandos indica que el proceder
del actor no haya influido en la cadena causal o que el mismo no haya sido imprudente o
negligente.
c) Ausencia de motivación al estimar el alcance de la reparación. Incongruencia y
Autocontradicción.
En relación al tema de la indemnización, destaca que la Sala, luego de admitir la queja por
la causal indicada, termina rechazando la procedencia del recurso de apelación extraordinaria en
cuanto al punto invocando supuestas deficiencias recursivas de su parte o incumplimiento de
"cargas procesales". Alega en este aspecto que el único extremo al cual debía referirse la
impugnación eran los vicios indicados en el pronunciamiento de primera instancia, y no dictar un
fallo sobre el fondo de la cuestión, destacando que lo cuestionado era la validez del
pronunciamiento y su parte no tenía por qué indicar monto alguno en tanto no se cuestionaba la
justicia de la decisión, sino tan solo si los fundamentos que diera el Tribunal Colegiado eran
arbitrarios, dogmáticos, contradictorios o incongruentes.
Por último invoca gravedad institucional.
La Sala denegó la concesión del remedio extraordinario intentado (fs. 90/96vto.), motivando
la presentación directa de la impugnante por ante esta sede.
2. En primer término, corresponde adelantar que la presente queja no ha de tener favorable
acogida en esta instancia de excepción, toda vez que mas allá de aludir la recurrente a diversas
hipótesis de arbitrariedad articuladas en abstracto, no consigue demostrar que las mismas
guarden alguna elemental conexión con la realidad del caso (cfr. Cerrutti A. y S. T. 35, pág. 410).
En efecto: Si bien la quejosa achaca al decisorio "apartamiento normativo" por haber
soslayado el Tribunal lo dispuesto en el artículo 12 del decreto 491/97 desatendiéndose la
literalidad del texto legal, es dable destacar, que la lectura del pronunciamiento impugnado,
permite colegir que los Sentenciantes, lejos de haber ignorado la disposición invocada, analizaron
la cuestión traída a examen, mas no desde la perspectiva propuesta por la demandada, sino
desde una óptica interpretativa del texto legal fundada en principios generales establecidos en el
Código Civil y la Ley de Riesgos de Trabajo, según la cual calificar al empresario como "no
tercero" en la relación resultaría en definitiva una interpretación asistemática, no sólo con la
interpretación de la ley, sino aún en el marco del mismo decreto.
Así, para rechazar el criterio interpretativo propuesto por la accionada, al revindicar una
interpretación sistemática, señalaron los Judicantes las consecuencias a la que conduciría el
criterio propuesto por los recurrentes indicando que "... tal interpretación supondría una curiosa
novedad para la teoría general de las obligaciones, dado que se configuraría una suerte de
hermafroditismo jurídico, que haría a un sujeto de derecho parte de un vínculo bilateral -o sea, no
tercero con relación a éste-, aunque sin ser ninguna de las partes, lo que lo hace tercero" (cfr. fs.
3/3v). Para finalmente concluir que en el caso se estaría frente a un funcionamiento normativo
inconstitucional de carácter mixto, en el cual se configura un conflicto mediato con la Constitución
nacional, en cuanto la norma inferior -el artículo 12 del decreto 491/97- contradice la superior -el
Código Civil y la L.R.T.- (cfr. f. 4).
Frente a lo expuesto, es dable advertir que la decisión de los Sentenciantes -si bien en un
sentido diverso al pretendido por la impugnante- no importó otra cosa que la adopción de una
solución posible basada en razones suficientes (A. y S. T. 92, pág. 254; T. 99, pág. 212; T. 113,
pág. 232, T. 123, pág. 49 entre otros), desde que los Juzgadores brindaron una respuesta viable
de conformidad con el ordenamiento jurídico -C.C. y L.R.T.- y con el cuadro fáctico establecido y
respecto de la cual la quejosa no ha logrado demostrar que dicha tesis implique la elección de una
alternativa irrazonable o ajena al derecho en vigor.
Asimismo, corresponde destacar que la impugnante -a los fines de defender la
constitucionalidad del decreto en cuestión- afirma que éste se encuentra inscripto en el sistema de
la Ley de Riesgos del Trabajo, cuya validez constitucional declarara la Corte Suprema de Justicia
de la Nación en el antecedente "Gorosito". Mas, al respecto, tampoco puede pasar desapercibido,
que dicho criterio fue dejado de lado por el Máximo Tribunal en el precedente "Aquino" cuyas
proyecciones -al declarar la inconstitucionalidad del artículo 39 inc. 1) de la L.R.T.- hacen que el
reproche con base en dicha argumentación quede claramente desvanecido.
Por lo demás, no debe perderse de vista que el recurso de inconstitucionalidad no se ha
establecido para corregir errores hermenéuticos que no alcanzan a vulnerar exigencias
constitucionales y que ingresan dentro de lo opinable y tolerado por los márgenes legales para
decidir. En mayor o menor medida, la tarea del intérprete y del Juzgador encuentra un marco de
alternativas igualmente legítimas, pero no es la vía extraordinaria en estudio la idónea para
suplantar una de aquéllas por otra admitida por el ordenamiento jurídico. El control que debe
efectuar eventualmente es si efectivamente no se ha incurrido en arbitrariedad, al dejar a la
decisión fuera de los márgenes de legalidad y razonabilidad tolerados. En definitiva, aún si es
posible construir otro silogismo al decidir la causa, bien cabe no admitir el recurso si el Tribunal de
la causa ha propuesto un razonamiento que, independientemente de que sea o no compartido por
los recurrentes, no resulta vulnerable por falta de apoyatura en el derecho y las circunstancias del
caso.
Sentado lo precedentemente expuesto, corresponde analizar ante todo los vicios que la
quejosa achaca a la Sala en orden a la evaluación de la conducta de la demandada a la luz de las
normas de la responsabilidad civil.
Al tal efecto, es dable puntualizar que la materia objeto del recurso se encuentra vinculada
ante todo, con una cuestión liminar, cual es el tema de la "responsabilidad objetiva por el riesgo o
vicio de la cosa", girando en sustancia el planteo recursivo sobre las causales excluyentes de tal
responsabilidad.
Sobre el particular, conviene recordar que esta Corte tiene dicho que "la norma del artículo
1113 del Código Civil que consagra la imputación objetiva del deber de reparar, deja de lado la
exigencia de un soporte subjetivo para la responsabilidad y la atribuye por los daños ocasionados
por el riesgo o vicio de la cosa, favoreciendo la exigencia generalizada de que los daños sean
reparados" (Cfr. A. y S. T. 124, pág. 406, "Sulligoy", C.S.J.S.F. del 28.02.96). Así, la actuación
dañosa de la cosa riesgosa importa un factor objetivo de atribución de responsabilidad en cabeza
del dueño o guardián, salvo que pruebe la culpa de la víctima o de un tercero por quien no debe
responder, lo que excluiría el nexo causal en que se funda tal responsabilidad. Claro está que, en
este caso, las eximentes legalmente previstas exigen que el demandado pruebe la interrupción
del nexo causal por la incidencia de una causa extraña que sea ajena al riesgo propio de la cosa
por la cual responde.
En tales condiciones la culpa de la víctima "con aptitud para cortar el nexo de causalidad
entre la actividad y el perjuicio a que alude el artículo 1113 -última parte- del Código Civil, debe
aparecer como la única causa del daño y revestir las características de imprevisibilidad e
inevitabilidad propias del caso fortuito o fuerza mayor" (C.S.J.N., "Entel c. Dycasa-Dragados y
Construcciones Argentinas, S.A. y otra, sentencia del 9 de setiembre de 1986 Rev. La Ley, T.
1987-A, pág. 333; C.S.J.N, junio 11.9.93, "Fernández, Alba O. c. Ballejo, Julio A. y otra", La Ley,
Bol. del 10.12.93).
Es dable advertir que la recurrente no logra demostrar que el razonamiento seguido por los
Sentenciantes se exhiba como manifiestamente ajeno a estas pautas jurisprudenciales.
Adviértase al respecto que los Magistrados desarrollaron su razonamiento sobre la base de
la siguiente premisa: "El presupuesto de la responsabilidad está dado por el riesgo de la cosa. A
los fines de analizar si hubo culpa de la víctima, no resulta un elemento esencial el hecho de si el
actor debía o no ingresar necesariamente al lugar para pintar. La responsabilidad del dueño de la
cosa surge en el caso por el incumplimiento de las normas de seguridad que hacen que una
persona, trabaje o no, haya ingresado al lugar riesgoso. Para eximirse de responsabilidad se
debió demostrar acabadamente en autos que se cumplió con todas las normas de seguridad y
que, no obstante ellas, la víctima, culposamente las ignoró" (cfr. f. 4v.).
Sobre la base de dichas consideraciones, afirmaron los Judicantes que "...no se trata de si
el actor estaba o no autorizado, antes que ello debió acreditar la recurrente que se había instruido
al actor; que al momento del accidente existían las medidas de protección por alejamiento; por
aislamiento que el riesgo de la cosa determinaba. Dicho elemento de protección y aislamiento,
según la pericial no impugnada por las partes, era la citada baranda. Más aún, evidencia el
incumplimiento de la recurrente a sus obligaciones de seguridad en relación al riesgo de la cosa,
el hecho que la citada baranda se haya realizado luego del accidente (f. 586)". Para
posteriormente destacar que "... no nos estamos refiriendo a cómo impedir la entrada a un lugar
reservado, sino a las condiciones mínimas de seguridad para evitar que alguien ingrese a una
'zona de alto riesgo'. Por lo tanto la responsabilidad de la demandada tiene como punto de partida
la falta de dicha medida de protección, mas allá de si la puerta de ingreso estaba o no cerrada."
(cfr. f. 5v.).
Asimismo, pusieron de resalto que "...cuando la ley presume la relación causal -tal lo que
acaece en la especie-, la apreciación de la prueba sobre la intervención de una causa ajena debe
ser severa, se requiere dar razones que no impliquen meras conjeturas. Es que tratándose de la
"culpa de la víctima" la jurisprudencia es aquiescente en que debe estar demostrada en forma
clara y convincente..."(cfr. fs. 6). Y, sustentando su decisión en dichos postulados, enumeraron las
diversas circunstancias fácticas y probatorias que lo llevaron a concluir que la decisión del Inferior
-al contener una apreciación de los hechos que le otorgaban sustento suficiente- no resultaba
objetable por la vía del recurso interpuesto.
Por tanto, no se advierte en el decisorio de marras, tal como intenta hacer ver la
compareciente, "apartamiento de las formas sustanciales para la decisión del litigio"; "arbitrariedad
fáctica" como así tampoco "omisión de hechos y prueba indispensable", desde que la decisión
de la Sala -confirmando el criterio asumido por el Tribunal Colegiado- además de haber basado
sus fundamentos en constancias de la causa que detalla, encuentra suficiente apoyatura
jurisprudencial y doctrinaria.
Por ende -a la luz de la normativa que los Juzgadores consideraron aplicable-, el
pronunciamiento impugnado no aparece descalificable desde el plano constitucional puesto que
-mas allá del grado de acierto o error en que pudieran haber incurrido los Sentenciantes- lo
decidido no excede los márgenes interpretativos que el ordenamiento permite ni sobrepasa los
parámetros de razonabilidad y logicidad tolerados.
Igual respuesta adversa merecen los cuestionamientos vinculados con el alcance de la
indemnización fijada por el Tribunal Colegiado.
Ello así, por cuanto, las distintas hipótesis de arbitrariedad que la recurrente intenta perfilar
acusando dogmatismo, ausencia de motivación, incongruencia y autocontradicción, carecen de
decisividad para variar la suerte de lo decidido en tanto el A quo -no obstante reputar insuficiente
el memorial de expresión de agravios sobre el tema- abordó las cuestiones planteadas
esgrimiendo las razones que lo llevaron a concluir, finalmente, que en la fijación del resarcimiento
el Tribunal Colegiado, lejos de caer en contradicciones, evitó la acumulación de indemnizaciones
para impedir un enriquecimiento sin causa; que no resultaba un argumento sólido el impugnar un
monto indemnizatorio en función de la supuesta falta de capacidad ecónomica de la víctima con
relación al mismo; y que en la determinación de la cuantificación de los daños el criterio seguido
por el Inferior no difería del utilizado por el Máximo Tribunal en el caso "Badín" en el que actuara
como instancia originaria.
En orden a ello, el discurso argumental de la quejosa en cuanto a la extensión que
correspondía otorgarle a los distintos rubros constitutivos de la indemnización, conduce en
definitiva, al análisis de temas de derecho común y a una temática que corresponde
indudablemente a la esfera propia de los jueces de la causa, sin que se advierta que lo resuelto
por los Sentenciantes se aparte arbitrariamente de los cánones aplicables en atención a las
particulares circunstancias del caso, por lo que su respuesta -al margen del grado de acierto o
error-, no merece ser descalificada desde una óptica constitucional. Máxime si se tiene en cuenta
la diversidad de posturas doctrinarias y jurisprudenciales que existen en cuanto a cómo y con qué
alcance corresponde indemnizar el daño a raíz de lesiones en la persona humana, lo que pone en
evidencia la presencia de cuestiones opinables que escapan -en tanto no se acredite
acabadamente la existencia de arbitrariedad- a la materia propia del remedio intentado.
Por último, en punto a la invocada existencia de "gravedad institucional", corresponde
aclarar que para que dicho supuesto se configure, se requiere que el conflicto exceda el marco del
interés meramente individual para afectar el de la comunidad, circunstancia que la impugnante
debe demostrar configurada en la especie. En el "sub judice", la compareciente la alega en forma
genérica pero no logra demostrar su existencia si se la traslada a la litis concreta, en donde no se
consigue persuadir de que la inteligencia asignada por el A quo a las normas y principios
aplicados, dentro del marco del recurso sometido a su jurisdicción, perturbe en el modo que lo
enuncia, instituciones fundamentales del Estado y afecte los intereses que se dicen
comprometidos ( A y S, T. 60 pág. 421; T. 64, pág. 461; T. 69, pág. 307; T. 114, pág. 381; T. 48,
pág. 293; T. 81, pág. 276, entre otros).
En suma, no ha de perderse de vista que mediante el recurso de inconstitucionalidad por
arbitrariedad, se tiende a reparar agravios que impliquen un grosero desconocimiento del derecho
a la jurisdicción y conviertan al pronunciamiento en una no sentencia, pero que aquél no autoriza
a sustituir a las instancias ordinarias en la interpretación del derecho sustantivo o en la
ponderación del material fáctico del litigio.
De tal modo, el acierto o error con que los Juzgadores fallaron la causa, y la mera
discrepancia que denota la perdidosa en sus planteos no deparan caso constitucional idóneo para
operar la apertura de esta instancia de excepción.
Por las razones expuestas, la Corte Suprema de Justicia de la Provincia RESUELVE:
Rechazar la queja interpuesta. Declarar perdido para la recurrente el depósito efectuado.
Regístrese, hágase saber y oportunamente remítanse copias al Tribunal de origen.
Fdo.: FALISTOCCO-GASTALDI-GUTIÉRREZ-SPULER- Fernández Riestra (Secretaria)
Descargar