0. Introducción

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0.
INTRODUCCION
El objetivo de este trabajo es doble. En primer lugar, utilizando el esquema analítico defendido hasta ahora, pondremos de manifiesto que el cambio técnico en agricultura es
también un proceso endógeno y continuo al sistema econó•
mico y que los resultados de las actividades de I+D son sus•
ceptibles de apropiación. En esta revisión nos situaremos dentro de la teoría de la innovación inducida. Resulta obligado
este punto de partida ya que dicho aparato teórico es el que
subyace en todo análisis del cambio técnico en agricultura.
Sin la intención de ser exhaustivos, nuestro propósito principal es aislar los elementos que configuran la oferta y deman•
da de innovaciones así como los que determinan la difusión
de las mismas en el sector agrario. En segundo lugar y en otro
orden de cuestiones, continuando con la reflexión del capítulo anterior, nuestro interés es poner de relieve el impacto que
tiene la capacidad tecnológica como factor determinante de
la especialización de cada país en la división internacional del
trabajo en la producción agraria y estudiar el papel de la transferencia de tecnología para la construcción de la misma.
Existe una arraigada tendencia, común a todas las corrientes teóricas, a concebir el cambio técnico en agricultura como
la interacción entre una oferta pública de innovaciones y la
demanda del sector agrario. En dicho proceso se asigna al sector agro-industrial un rol meramente intermediario y neutral.
En contraste, en esta revisión defenderemos que la agro-industria se ha de considerar como un elemento más que con163
curre en la evolución tecnológica de la agricultura; dada la
condición de sector dependiente de la oferta tecnológica, pública y ante todo privada, de la agricultura.
La participación del sector agroindustrial se canaliza en diferentes direcciones. Por un lado, la oferta de tecnología requiere para su materialización la intermediación de las_ industrias de fabricación de insumos (Bonnen, 1986; Hayami y Ruttan, 1971). Por otro, la demanda, sobre todo en los países más
avanzados, está progresivamente condicionada por los requisitos en calidad y precios que los grandes detallistas y las industrias imponen a los agricultores (directamente o a través
de la regulación de normas de calidad) (Bowbrick, 1982; Wilson, 1986).
En la esfera internacional, las ventajas comparativas de las
distintas agriculturas dependen además de otros factores
como los recursos naturales, de su capacidad tecnológica, función directa del desarrollo e integración agro-industrial. En el
mismo ámbito las empresas agro-industriales contribuyen a la
integración de la agricultura en el mercado internacional; ya
sea como exportadoras o importadoras, impulsando la espe•
cialización de los distintos países y regiones en determinadas
producciones, ya sea como inversoras, como es el caso de la
penetración multinacional en las agroindustrias de las economías semi-industriales o en la agricultura de exportación de
las economías subdesarrolladas (Bowers, 1985; Bye y Mounier,
1981; Dinham y Hines, 1985).
El papel de la agroindustria en el avance de la tecnología
fue tempranamente reconocido por los economistas neoclásicos. Fue Schultz (1964) uno de los primeros en afirmar que la
productividad agraria dependía fizndamentalmente de la incorporación de insumos industriales. Mas sólo Hayami y Ruttan (19 71) demostraron que la intensidad del cambio técnico
era función directa de la articulación y desarrollo agroindustrial.
Hecho que subrayaron continuamente en su obra, como
indica el siguiente párrafo: «A pesar de las grandes diférencias en clima, tecnología y composición de la producción, parece que las mayores variaciones en la productividad de la
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tierra y trabajo entre los distintos países están asociadas con
las diferencias en los niveles de inputs industriales, que relajan las restricciones impuestas por una oferta inelástica de fac•
tores primarios. Las relaciones observadas son consistentes
con la hipótesis de que el crecimiento en la productividad agrí•
cola es esencialmente un proceso de adaptación del sector
agrícola a las nuevas oportunidades creadas por el avance del
conocimiento y por el progreso de la división interindustrial
del trabajo que acompaña a la industrializaciónn (Hayami y
Ruttan, 1971, p. 74).
Las oleadas de transformación tecnológica de la agricultu•
ra han supuesto una progresiva interferencia del hombre en
los procesos naturales para superar las restricciones en recursos. En la que estamos sumergidos en la actualidad, dicha intervención toma como instrumentos los insumos industriales.
Una clasificación de las transformaciones tecnológicas que
han revolucionado la producción agraria las divide en cuatro
grandes ciclos: 1.°) el nacimiento de la agricultura en el neo•
litico; 2.°) la rotación de cultivos en la era preindustrial; 3.°)
la industrialización de la producción de insumos, y 4.°) en cier•
nes, la industrialización de los procesos biológicos o biotecnología (Ruttan, 1975). Nos encontramos en una era de transición en la que, tras la generalización del uso de: aditivos químicos, maquinaria, semillas lubridas y otros inputs de origen
industrial, el núcleo del avance de la tecnología se sitúa en la
ingeniería genética (Buttel, et al., 1985; Bye y Frey, 1988).
Sin embargo, a pesar de que la importancia estratégica de
la agroindustria es un hecho explicitamente aceptado por los
teóricos, sólo recientemente se ha reconocido el impacto que
puede tener este sector, sobre la misma dinámica de transformación de la agricultura (Bush, 1983; Bush y Sachs, 1981 [aJ;
Dale, 1981).
La realidad se ha impuesto. La expansión y concentración
de dicho sector ha sido tan acelerada que ha ocasionado una
contracción de la participación relativa de la producción agraria en el gasto final en alimentos y una progresiva integración
vertical de la misma en el conglomerado agroindustrial
(Green, 1989; Mohammadi, 1981; Mollard y Mounier, 1981;
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Friedmann, 1990). Proceso que ha sido catalizado por la urbanización de la población y la misma dinámica de crecimiento
del. sector industrial (Juan y Fenollar, 1978). De hecho, el rasgo defmitorio de las explotaciones agrarias en las economías
^idustriales es su completa mercantilización. Mercantilización
que implica una dependencia de los resultados del ejercicio
económico de la relación del cambio entre insumos y producto y del acceso vertical a los canales de comercialización.
Esta progresiva integración vertical de la agricultura otorga a lo agroindustria un creciente poder en la configuración
de la demanda y oferta de tecnología. Es este un aspecto que
se tratará de poner en relevancia y que se analizará como un
elemento complementario de la teoría convencional del cambio técnico en agricultura.
1.
EL CAMBIO TECNICO COMO UN PROCESO
ENDOGENO EN EL SECTOR AGRARIO:
DEMANDA Y OFERTA DE INNOVACIONES
Se puede decir que es la particular interpretación de la teoría de la innovación inducida de Hayami y Ruttan (1971) el
punto de partida de todo trabajo teórico sobre la dinámica
del cambio técnico en agricultura. Schultz había descompuesto previamente él aumento de productividad agraria, de forma análoga a los modelos de crecimiento de la fiznción de producción agregada, en el efecto debido a la acumulación y el
avance técnico (Schultz, 1953). Más tarde (Schultz, 1965) reconsideraría esta interpretación proponiendo que el aumento
de productividad era debido a los efectos combinados de un
conjunto de causas interrelacionadas: los gastos en investigación y extensión, la inversión en capital humano (educación)
y la distribución de nuevos inputs industriales (cambio técnico) (Schultz, 1965). Mas su obra, como indican Hayami y Ruttan (19 71), no explica cuáles son los mecanismos que inducen
a la generación de innovaciones concretas.
El modelo de Hayami y Ruttan (19 71), cumple con este cometido. Analiza la evolución de la tecnología en la agricultura
como el resultados de la interacción de la demanda y la ofer166
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