ÍDlAáto LlBBRAL DE^^LA TARDE. EL VEilüüGO DEL IlEV,

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PUNTOS DE SUSCRICIOWé
PRÉtlIOS DE SÜSCÍIICÍON.
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"«liYI'IíJXVi pjr tt^i m<íja»,i^Moiea<l* U suscrieiuo
en 1J A MiInUtcíiíi.).! le UL lasni/i, ó reqüHiRndo los
' iuiflritoros litirann íobre correoa ó partioularas. .
GirjuJa Jireeiü.aeaU-liiíAdiniaUCHeiaa 4e L4 UBRIJL
i oarjo de las ijussrílores
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PRECIOS DK LOS ARU5C109,
Haciendo la suscrici»n en casa de los comisionados,
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L\ IBSKlA se publica todos los dits menos los donsingos.
ÍDlAáto LlBBRAL DE^^LA TARDE.
AÑO II.
Bl minimnm S rs., y los qae pasen de ocho lineas t rfli
ie i cuartos cada 30 letras para los suscritores, y 4 para loi
que Bo lo sean.
Los comunicados se insertarin a precios eonTeneíonalai
tanto estos como los artlculos;que sejiios remitan, no «•
ÍevolTerán
i los interesados aun cuando dejen de msertars*
No se admite eorrespondenoia q«« no tenga frasea Oo porto»
Viernes 14 de Diciembre de 1855.
ADVERTENGA
Los señores suscritores cuyo
abono concluye en 15 del presente, se servirán renovarle oportunamente para no esperimentar retraso en el recibo de LA
IBERIA.
SECCIÓN DOCTRINAL,
se' forma con los hombres sin convicción
¿puede tener alguna? Afirmar esto seria un
absurdo ; seria lo mismo que decir que la
ausencia de la luz puede producir la luz, ó
que con cenizas es factible alimentar una
hoguera.
Vivimos en un siglo en que con todo se
especula; con la razón, con los sentimientos,
con las instituciones, con la miseria, hasta
con el dolor mismo. Esta tendencia de la
época, que es el símbolo de su corrupción,
ha producido esos estravíos, abortos de la
inteligencia, que con mas ó menos hipocresía, conmueven y trastornan en todos los
sentidos la sociedad. E-te espíritu mercantil
es el padre legítimo del tercer partido, que
no es para unos mas que una nueva mina en
esplotacion, una añagaza para los incautos,
un puff que si llega, lo que no es probable,
á producir efecto en la imaginación impresionable de la multitud, puede elevarlos ai
pináculo de la fortuna, y para otros en fin
un vasto campo donde se pierde su fantasía
en busca de soñadas felicidades, que se pierden al despertar.
Después de haber combatido la existencia
del tercer partido en el terreno de los principios, vamos á examinar la verdad de la
fórmula que los inventores de este sueño
han adoptado para manifestar su idea: la de
que el tercer partido es la agrupación de los
hombres decentes de todos los demás, bajo
una enseña liberal y conciliadora al mismo
tiempo.
No queremos descender á tratar de las
El Gerónimo Paturot, inventor de esta
personas, á pesar de que para este asunto
nueva
escuela política, doude con la carenno seria ni inoportuno ni inconveniente; pero
cia
de
fé se trata de formar otra nueva, es
no dejaremos de hacer una observación. Si
digno
de
elogio por su ingenio, ya que no
se esceptúa un número, por cierto no muy
crecido, de individuos que aceptan sin refle- por su justificación. ¡Animo, pues! y todos
xión toda idea si se la presentan como ge- los que se sientan coa valor para ser y no
nerosa y noble, muchos de los que con mas ser al mismo tiempo, para estrechar con sa
ardor quisieran á toda costa la formación de mano derecha la mano del duque de la Vicese partido, no tienen los mejores antece- toria y con su izquierda la del general Nardentes, los unos de consecuencia y los otros vaez, para formar, digámoslo asi, el crepúsculo entre la noche y el dia, entre la lide moralidad política.
bertad y la reacción, deben apresurarse á
Por eso se comprende muy bien que traingresar en las filas del tercer partido.
bajen con ahinco en la formación de una
Esto tiene sus ventajas y muy pocos innueva comunión, donde puedan tener cabiconvenientes.
Cuando para cualquiera de
da, sin chocar de frente con las doctrinas
que han profesado y las que quieren profe- las fracciones militantes llegue el dia de
sar. El tercer partido no es en nuestra opinión triunfo, los adeptos de la nueva secta están
otra cosa mas, que un punto de observación en disposición de reclamar una parte del
desde donde los hombres de convicciones botin, diciéndola: «yo soy ,de los tuyos."
poco profuadas, miraa de qué parte viene el Del mismo modo, cuando llegue el dia del
viento de la política para dejarse llevar por martirio pueden ponerse de lado de los
él, hoy si es progresista, mañana si es mo- verdugos, sin que nadie lo cstrañe, como no
derado. Es una posición cómoda para los sea su misma conciencia.
¿ Hay nada en el mundo mas cómodo y
que en todos tiempos han rendido culto á la
política egoísta de su propia conveniencia; productivo ?
Para que nada falte á esta escuela políUna posición poco comprometida que pueden abandonar siempre que gusten para in- tica de especulación , básela puesto una
gresar en cualquier partido, sin que se cali- muestra llamativa y sorprendente, que dice:
fique su proceder de deserción y apostasía. gran partido nacional. Las palabras sirven
Esto para unos; para otros no es mas que sin duda alguna en España para no entenUn medio que emplean para abrir de nuevo ;dernos, para confundir y estraviar. ¿ Qué
á la fracción conservadora las puertas del 'significa ^jaríído nacional! Lo ignoramos.
Partidos nacionales son el progresista, el
poder que tanto ambiciona y anhela.
¿A. quiénes si no se busca para formar el moderado, el absolutista y el republicano.
tercer partido? Sus mismos defensores lo Las ideas no tienen patria, ó por mejor dedicen con una franqueza que en medio de cir, nazcan donde nacieren, en todas partes
todo les honra. Se busca á los hombres sin adquieren carta de ciudadanía. La verdad,
fé en ninguna doctrina ; se busca á los que no es francesa nilnglesa, ni rusa ni americacreen posible la amalgama de la verdad y na : solo el error es en todas las naciones
del error , de principios que se repelen y de estranjero.
ideas que se contradicen. ¥ un partido que
13
SECCIÓN RECREATIVA.
EL VEilüüGO DEL IlEV,
POR
ALFONSO U a O T .
xr.
Hulet volvlóáB rápidamente al oír la voz de
Una rauger: pero su deiiigradu üegú í su colmo
al reconocer á madama Waikor. Al principio
sospechó si liibria sido Teinliil); P'^o después
pensó, con mas justicia, que la fainili» de Walker habría acudido á Palacio c§n el objeto de solicitar del rey el perdón para el culpable. Sin
embargo, uo por eso desconoció lo difícil y peligroso de la situación en que se reia colocado con
motivo del malarenturado encuentro: pero una
v«z concebido su p»pel, se propuso desempeñarle con la mayor habilidad posible.
—Sí, señor, rai padre es inocente,—repuso
Harry, que habia reconocido igualmente á Hulet.
—Esplicaos—dijo el rey, impaciente por conocer la clase de aquel enigma.
—Hace un momento que oá he hablado de un
hombre que, durante la ejecución fatal, liabia
estado en casa de mi marido—dijo madam;i
Walker—pues bien, señor, ese liombre se halla
delante de Y»S.
—¡Delante de nií!—eschnnó el rey mirando ;í
l'-alet.
' '^
Bn U Redacción, Píame!» de Celenque, número 1?'|ía«fl«
principa. ; y en la» libteris» de B»illy-B«illiere, calle 4«l
Principe, y Cuesta, calle Mayor.
¡ Partido nacional! Magnífica frase si no
—Sí señor, delante de vos—se apresuró á añadir Harry.
— El negocio está mucho peor de lo que yo
me suponía—pensó Hulet,—icómo escaparé de
este mal paso?
Madama Waiker se aproximó en aquel momento á Hulet y tomándole por la mano, le
dijo;
—Caballero , declarad lo que sabéis. Se acusa
á mi marido de un crimen horrible.... solamente
un hombre puede salvarle: ese hombre sois voi.
Hulet miró fríamente á la pobre muger y la
respondió:
— ¡No os comprendo!
Entonces, Harry aproximándose también, le
dijo:
—Se ha acusado á mi padre de ser el verdugo
del rey. Vos sabéis lo contrario, puesto que durante la ejecución estuTÍsteis con mí padre.
—Eso es cierto?—preguntó Carlos II.
Hulet comprendió en la manera con que el rey
habia pronunciado aquellas palabras, que habia
llegado el momento de destruir las sospechas que
pudiera haber concebido , por lo cual respondió
tranquilamente á Harry:
—¡No sé lo que queréis decir, caballero!
—Ah! ¡También vos habéis jurado la muerte de
nii marido!—gritó madama Waiker.
—Este hombre es el que ha denunciado á
vuestro esposo, señora—dijo el rey.
—Este hombre el denunciador de ini marido?
¡oh! eso no puede ser!
—Caballero, hablad vos—dijo el rey dirigiéndose á Hulet.
—Sí, señora; yo soy quien ha acusado á Thomás Waiker—respondió Hulet.
—Le habéis acusado vos y os atrcTeis á mi-
RUMERO
450.
estuviese vacía de sentido. Esto revela que parlamentarias de todos los países, y la ra- d e puertas y consumos, no necesita apoya
no satisfechos con comerciar con la credu- zón que importa mas, hay tres poderosos se en nuevas razones, refiriéndose como lo
lidad, el escepticismo, la tibieza, el caos y argumentos.
hacen sus autores á todas las que se adu1.° Puede un buen patricio tener to- jeron cuando las mismas Cortes constitula nada; quieren que sirva á sus intereses,
hasta el mismo espíritu de nacionalidad, das las cualidades necesarias para ser dipu- yentes, casi por unanimidad, supriraieroa
tan sagrado, tan respetable para todo aquel tado celoso, activo é inteligente, cuanto bas- este impuesto. Demostrado como lo está
que ama verdaderamente á su patria. No te para probar que los proyectos presentados hasta la saciedad que esta contribución es
parece sino que los creadores de esta anó- por un ministro son perjudiciales á la na- la que ejerce influencia mas funesta para la
mala farsapolítica, pretenden comenzar otra ción, y no reunir las dotes necesarias para riqueza pública, no habia para el presuguerra de la Independencia contra todos los ser ministro. En todas las cuestiones es mas puesto de este año mas que dos medios: inpartidos que se agitan en el país, y que sin fácil señalar los defectos que corregirlos. troducir en el presupuesto de gastos las ecoduda han venido, para aniquilar á los espa- Para ser diputado basta probar que una me- nomías ofrecidas, y que la opinión y la jus dida es mala; para ser ministro es pred!so ticia reclaman, ó sustituir el impuesto suñoles de luengas tierras y lejanos cUmas.
Hemos demostrado, así en la esfera de las saber sustituirla con otra mejor; al primero primido con otro menos odiado y vejatorio.
doctrinas como en la de la conveniencia, la toca señalar las dificultades, al segundo re- Toda la ciencia del señor Bruil se reduce á
dificultad de crear el tercer partido, y en el solverlas. Sin ser pintor pueden señalarse decir:—"Ni soy capaz de hacer economía alcaso de que se consiga este resultado, la los defectos de un cuadro en la composición, guna en el presupuesto de gastos, ni para
inmoralidad que representará en el campo el dibujo ó el colorido, y seria peregrina cubrir el déficit hallo otro medio que res •
ya bastante cenagoso de la política. Ahora idea negarlos, porque el que los indicó no tablecer la contribución que las Cortes acasolo nos toca aconsejar á los liberales que los podia corregir. Esta es la lógica de los ban de suprimir, y que es tan acariciada
no se dejen coger en el lazo que se les que defienden al actual ministro de Ha- por el partido moderado. Esto parece ua
insulto al pueblo, á las Cortes y hasta al
tiende, ni se alucinen con teorías impracti- cienda.
cables, si es que no están cansados de todo
2.° Cuando hay ya el ejemplo de que el buen sentido, pero no sé hacer otra cosa.»
pensamiento de reforma, y desean volver señor Bruil en una ocasión notable dijo ante
Conforme con la mayor parte de las opiotra vez por tan mal camino, á la época de las Cortes que si no se aceptaba su pensa- niones que hemos emitido ya, está el voto
sangrienta tiranía y profunda inmoralidad, miento estaba pronto á adoptar otro mas particular del señor Gaminde. Tampoco este
que después de once años término con la fecundo que se le propusiese, ¿puede espe- individuo de la comisión propone oingua
revolución de julio.
rarse ni exigirse de nadie la abnegación ne- medio para cubrir el déticit; insiste en que
cesaria para presentar un plan de Hacienda se hagan economías en las cuales consiste la
que otro pondrá en práctica, Dios sabe cómo, buena administración, y cita con esteraolivo
En nuestro artículo anterior sobre presu- y tomarse el trabajo de gobernar para que el las palabras del manifiesto de Manzanares,
puestos hemos demostrado la absoluta impo- señor Bruil se tome solo el de ser ministro? en que entre otras se hizo esta solemne prosibilidad absoluta de examinarlos y discutir3." Cuando toda medida fecunda mirada mesa al pueblo: uQueremos la rebaja de
los de tal modo que el país se persuada de bajo su verdadero punto de vista es una re- nlos impuestos fundada en una estricta ecoque la cuestión mas grave , aquella cuya forma, cuando todas las reformas llevan con- "nomia."
importancia comprenden todos , no se trata sigo dificultades graves, ¿triunfará de ellas
Igual índole y tendencia tenia el voto
con ligereza dificil de justificar. La votación el que no pudo calcularlas ni medirlas, el particular del señor Masadas, que se opuso
podrá dar á la ley de presupuestos fuerza que no habiendo concebido el pensamiento, á que se remitiera de la comisión á las Corlegal; pero creemos que la discusión sola, la ni comprende su importancia , ni sabe los tes el presupuesto del ministerio de laGuerdiscusión concienzuda y detenida es capaz medios de ejecución, ni tiene en él la fé ne- ra, insistiendo en que solo cuando se prede darle la fuerza moral que lleva consigo cesaria para triunfar de los numerosos obs- sentaran los presupuestos de todos los miel respeto y la obediencia voluntaria.
táculos que se presentarán sin duda? ¿Cuán- nisterios, podia demostrarse que haciendo
Aunque el medio por nosotros propuesto do se ha visto ni pretendido siquiera, que el las economías posibles en cada uno de ellos
sea ya el único posible, si quiere sostenerse que concibe una obra en cualquier Jínea, no desaparecería el déficit con la rebaja de Jos
gastos y aumento de las rentas actuales,
el prestigio de la Asamblea constituyente y sea si es posible el mismo que la ejecute?
no dar al pais fundado motivo de queja,
Está , pues, en su lugar el voto de los se- no siendo entonces preciso el restablecimiencomo una triste esperiencia nos enseña que ñores Avecilla, Llanos y Orense, que des- to de la contribución de puertas y consumos.
la razón se queda muchas veces en minoría, aprueban el recargo de los 34 millones de reaCon el mal giro que desde luego se dio en
no confiaremos en su triunfo y procurare- les sobre la contribución de inmuebles en la ja comisión de presupuestos, principiando
mos contribuir en cuanto nos sea posible á forma y bajo las reglas que el señor minis- por examinar el de ingresos sin analizar y
que prevalezcan los buenos principios del tro de Hacienda le propone, así como tam- disentir antes el de gastos, remitiendo á las
modo y en la forma que la premura del bién rechazan los 140 millones de la contri- Cortes parcialmente como ya ha empezado
tiempo lo permita.
bución de puertas y consumos, cuyo resta- á hacerse el de gastos de cada ministerio,
Antes de examinar rápidamente los votos blecimiento se intenta: aprobando por regla tan imposible ha de ser que la discusión sea
particulares de varios de los individuos de la general los demás ingresos ordinarios , con luminosa, como difícil que se consiga el
comisión de presupuestos, debemos señalar la reserva de proponer algunas reformas en acierto.
un error que se quiere erigir en principio ciertas contribuciones y rentas del Estado.
Las prácticas parlamentarias, la razón, y
para dirigir en virtud de él cargos á los se- Bien hubiéramos deseado nosotros que los hasta el sentido común exigen que se exañores que componen la minoría. Quiere sos- autores del voto, para preparar y facilitar mine primero, que discutan en su totalidad
tenerse la doctrina de que los diputados, y la discusión, hubiesen presentado desde lue- los presupuestos en la comisión encargada
principalmente los individuos de la comisión go las razones que tenían para impugnar el de examinarlos, y que dando su dictámca
á quien se encarga el examen de los presu- recargo de los 34 millones déla contribución sobre todos ellos se presente este á la Cámapuestos generales, si impugnan el plan del de inmuebles por el modo con que se pro- ra. Solo de este modo puede compararse la
•ministro de Hacienda, están obligados á pone.
importancia respectiva de los gastos de cada
presentar otro que le sustituya. Contra esta
El artículo 2.° del voto en que se des- ministerio, con la totalidad de lo que á la
doctrina errónea que rechazan las prácticas aprueban los 140 millones de la contribución nación se exige; solo de este modo pueden
rarme cara á cara—dijo madama Waiker.—Osareis repetir delante do mi que sois el acusador?
—Sí, señora, yo soy—replicó con firmeza
Hulet.
—¿Pero qué motivo os ha arrastrado á cometer tan infame acción? ¿Han sido acaso las dos mil
'libras prometidas al denunciador?—gritó madama
'Waiker.
—Repito (¡ue vuestro marido os el que ha cortado la cabeza al difunto rey y lo probaré delanjte del tribunal.
' Estas palabras pronunciadas sin vacilar, hicieron desaparecer del á:iimo del rey las sospechas que le habian asaltado en un principio.
—Es inútil prolongar por mas tiempo esta entrevista—dijo á madama Waiker.—¿Qué tenéis
que contestar á lo que habéis oído?
—Tengo que contestar que si este hombre ha
dicho la verdad, á mi vez le acuso yo á él.
Hulet se sonrió.
—A mí?—dijo.
—Concluid—esclainó el rey.
—Hablad, madre—murmuró Harry.
—El dia de la ejecución—continuó Hanna—
se vio á dos verdugos: todo el pueblo lo sabe.
Pues bien, yo os acuso á mi vez de sor el cómpli cede mi marido. Puesto que estuvisteis juntos, y
hoy decís que mi marido es el verdugo del rey,
vos debéis ser su cómplice, si señor, su cómplice, ó tal vez, el verdadero verduí^o.
Carlos II no respondió, pero pudo notarse con
facilidad la impresión que le habia causado la
acusación de Hanna.
Hulet lo comprendió, por loque dijo:
—Señora, os repito que no os conozco: venís
á acusarme para vengaros porque he denunciado á vuestro marido; pero S. M. Carlos II no se
dejará alucinar por vuestras palabras,
—Señor—interrumpió madama Waiker—antes os pedia justicia, ahora os pido reparación:
sí, reparación de la denuncia de esta hombre.
Os suplico que, sin perder un instante, aquí
mismo, en vuestro Palacio» delante de todos se
caree á mi marido con su acusador, v. ,
Y9 ji;!?; jp hfi visto,;pías ,qua ,<jki3,iveces,,,.y no
pijij^aha voWer á verlt; m?s; pues hjeu, vos veréis s^ oij.mai^idq l^riípouooe,, y s í í ^ j e p i t e |o,
mismo que os he dicho yo. S/ h^ mentido castigadme sin piedad; pero no me neguéis esta
gracia: es mas que la vida, es el honor lo que
imploro.
Al concluir estas palabras, gruesas lágrimas
inundaron el semblante do la pobre muger, que
tendía sus manos suplicmtes iiácia el rey, que
conmoviáo, indeciso, no se atrevía á mirarla.
Entonces Hulet acercóse resueltamente al rey y
le dijo:
—Señor, esta mugar miente
Harry, que durante tjoda esta escena,habia
permanecido quieto, sintió,qujj le abaudonaba|
su impasibilidad, Viendo que ílulet insultaba á
su madre; asi que, olvidándose de que estaba
en presencia del rey, gritó:
— ¡Miserable! ¿Te atreves á insultar á mi
madre delante de mí?...
, Pero, recordando de pronto el lugar en que se
encontraba y repoiiióiidose dj su arrebato:
—Señor—dijo —uno mi* súplicas á las de mi
madre.
—Y yo las mias á las de rai hermano—anadió
Margarita terablan io.
, El rey guardó un profundo silencio , y nadie
hubiera podido leer en su fisonomía lo (jue pasaha en su corazón : después de algunos momentos llamó y se presentó un oficial.
Harry y madama Waiker se hallaban en una
ansiedad terrible. Hulet afectaba una calma indiferente.
El oficial, á una seña del rey, se adelantó y
recibió la órdiin ile oncamhi irseiiune liataments
á la Torre de Londres: Harry sintió á su corazón
dilatirse de alegría: Hulet e npeziba á perdep su
aplomo.
• , '
—Señor, una gracia—dijo Harry al rey.
—¿Cuál?
. -rPermitídme encargarme de esa orden
contestó Harry:-hace ya tres días,que no he
visto.á,mi padre.
;
,_
, —Señor:,.yo imploro el mismo favor—dijo
Margarita arrqdillándose.
—Hulet, colocándose de pronto entro el rey y
ellos, dijo:
—Señor, yo me opongo á eso: podrian p o nerse de acuerdo«on su padre....
-^Por lo menos,, permitidme acompañar al
qficial—murmuró Harry:—juro sobre píii honor
que no prununciaré la menor palabra: solo deseo ver á i»i padre,,.
,.
Hulet iba á oponerse, sin duda, 4 Ipqm pedia,.
IJarry; cuamlo el rey, volviéndose hacia el oficial, dijo:
. —Este joven os entregará la orden para con- '
ducir aquí á su padre : vos le acompañaréis i la
Torre.
El oficial se disponía á'salir; Carlos II le hizo
seña para que se aguardara.
, Spntóse el i;ey al pié dp ujja mesa,, tomó un
pergamino , escribió algunas lineas en él, y después se le entregó á Harry.
—Dios os bendecirá , señor ,—le dijo con efusión el joven,—porque habéis escuchado mis
súplicas y teñid» piedad de mis lájfrimas.
—Que se custodie á este hombre,—dijo el
rey indicando á Hulet.
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