ACTITUDES CUARESMALES Símbolos de la cuaresma La cuaresma es DESIERTO: es sequedad, soledad, ayuno, austeridad, rigor, esfuerzo, penitencia, peligro, tentación. La cuaresma es PERDÓN: Las historias bíblicas de Jonás y de Nínive y la parábola del hijo pródigo, son ejemplos de ello. La cuaresma es ENCUENTRO: es abrazo de reconciliación como en la parábola del hijo pródigo o en la conversión de Zaqueo o en el diálogo de Jesucristo con la mujer adúltera. La cuaresma es LUZ: como se pone de evidencia, por ejemplo, en el evangelio del ciego de nacimiento. Es el tránsito de las tinieblas a la luz. Jesucristo es la luz del mundo. La cuaresma es SALUD: símbolo manifestado en textos como la curación del paralítico o la sanación del hijo del centurión. La cuaresma es AGUA: es el tránsito de la sed de nuestra insatisfacción al agua viva, el agua de Moisés al pueblo de Israel en el desierto o de Jesús a la mujer samaritana. La cuaresma es LIBERACIÓN, TRIUNFO: es superación victoriosa de las pruebas y dificultades. Algunas figuras bíblicas, que sufren graves peligros y vencen en la prueba, son José hijo de Jacob, la casta Susana, Ester, el profeta Jeremías y, sobre todo, Jesús, tentado y transfigurado. La cuaresma es CRUZ: signo y presencia permanente durante toda la cuaresma. Prefigurada en el Antiguo Testamento y patentizada con el ejemplo de Jesucristo y como su llamada cargar con ella como condición para el seguimiento. La cuaresma es TRANSFIGURACIÓN: es la luz definitiva del camino cuaresmal, preanunciada y pregustada en la escena de la transfiguración de Jesús. "Por la cruz a la luz". La cuaresma es el ESFUERZO por retirar el fermento viejo e incorporar la LEVADURA NUEVA DE LA PASCUA RESUCITADA Y RESUCITADORA, ahora y para siempre. 1 de 4 Conversión Cuaresmal Convertirse es recordar que el Señor nos hizo para sí y que todos los anhelos, expectativas, búsquedas de nuestra vida, sólo descansarán, sólo llegarán a su plenitud, cuando volvamos a El. La conversión es la llamada insistente de Dios a que asumamos, reconozcamos y purifiquemos nuestras debilidades. La conversión es ponernos en el camino de rectificar los pequeños o grandes errores y defectos de nuestra vida, con la ternura, la humildad y la sinceridad del hijo pródigo. La conversión es entrar en uno mismo y tamizar la propia existencia a la luz del Señor, de su Palabra y de su Iglesia y descubrir todo lo que hay en nosotros de vana ambición, de presunción innecesaria, de limitación y egoísmo. La conversión es cambiar nuestra mentalidad, llena de eslóganes mundanos, lejana al evangelio, y transformarla por una visión cristiana y sobrenatural de la vida. La conversión es cortar nuestros caminos de pecado, de materialismo, paganismo, consumismo e insolidaridad y emprender el verdadero camino de los hijos de Dios, ligeros de equipaje. La conversión es examinarnos de amor y encontrar cómo de vacíos están nuestro corazón y nuestras manos. La conversión es renunciar a nuestro viejo y enquistado egoísmo, que cierra las puertas a Dios y al prójimo. La conversión es mirar a Jesucristo y contemplar su cuerpo desnudo, sus manos rotas, sus pies atados, su corazón traspasado y sentir la necesidad de responder con amor al Amor. Y así, de este modo, la conversión, siempre obra de la misericordia y de la gracia de Dios y del esfuerzo del hombre, será encuentro gozoso, sanador y transformador con Jesucristo. 2 de 4 Convertirnos en mujeres y hombres de paz, es: · Amar a Jesús porque es el "amigo que nunca falla" y es nuestro camino, nuestra verdad y nuestra vida. · No concebirlo como una "fría idea", como "algo conceptual", sino como alguien, como una persona entrañable, íntima y cariñosa. · No será para nosotros un Dios farmacia, adonde acudimos cuando algo nos duele y sólo cuando nos duele algo. · Veremos a Jesús como "el hombre que más ha amado, del modo más consciente, más voluntario y más gratuito". Meditaremos su testamento: "No hay mayor prueba de amor que dar la vida por aquellos a quienes ama". Y Él la dio "a tope", "hasta el extremo". · Nunca pensaremos que Jesús vino a condenar el amor, sino a decirte que "el amor sin falsificaciones" es la señal inequívoca de los suyos. · Diremos al mundo que Jesús es quien mejor enseña a descubrir la dignidad de la persona humana. · Seremos mujeres y hombres auténticos cuando hayamos tenido la experiencia íntima y particular de la persona de Jesús. · Cuando conozcamos en profundidad a Jesús, nuestras actitudes serán plena donación, no un "préstamo barato". · Sólo Jesús nos hará completamente libres, pues sólo Él es nuestro libertador. · Cuando estemos totalmente identificados con Cristo nos será fácil "gastar nuestra vida por los demás". 3 de 4 Cuaresma del amor frente al odio El amor alienta, el odio abate; el amor sonríe, el odio gruñe; el amor atrae, el odio rechaza; el amor confía, el odio sospecha; el amor enternece, el odio enardece; el amor canta, el odio espanta; el amor tranquiliza, el odio altera; el amor guarda silencio, el odio vocifera; el amor edifica, el odio destruye; el amor siembra, el odio arranca; el amor espera, el odio desespera; el amor consuela, el odio exaspera; el amor suaviza, el odio irrita; el amor aclara, el odio confunde; el amor perdona, el odio intriga; el amor vivifica, el odio mata; el amor es dulce; el odio es amargo; el amor es pacífico; el odio es explosivo; el amor es veraz, el odio es mentiroso; el amor es luminoso, el odio es tenebroso; el amor es humilde, el odio es altanero; el amor es sumiso, el odio es jactancioso; el amor es manso, el odio es belicoso; el amor es espiritual, el odio es carnal. El amor es alegre, el odio es triste 4 de 4