Reforma Laboral: Oportunidad Perdida Miguel Córdoba Bueno La actual crisis ha hecho que aflore el que probablemente es el gran problema de economía española: la rigidez de su sistema laboral, el cual ahuyenta a las empresas extranjeras para que se asienten en España, y hace que los empresarios españoles localicen sus fábricas en países emergentes, donde los empleados cobran mucho menos que los españoles, trabajan más y no les exigen derechos adquiridos. La miopía sindical, unida a la poca sensibilidad de los representantes de los trabajadores hacia el incremento continuo del paro durante los últimos cuatro años, ha llevado al país a una situación límite, en la que ya se ha roto la barrera de los cinco millones de parados, donde la mitad de los jóvenes no encuentran empleo, y los que lo encuentran, lo hacen en condiciones tercermundistas. El problema del mundo laboral español es el continuo incremento de la demanda de empleo para una economía que no estaba preparada para ello. La demanda de empleo se ha creado por dos vías: - La incorporación acelerada de la mujer al mundo del trabajo, que en doce años se ha duplicado, pasando de 4 a 8 millones de trabajadoras. - La llegada masiva de inmigrantes por el efecto llamada de Ley de Extranjería, que ha hecho que en España haya 5 millones de extranjeros, de los cuales unos 3 millones trabajan legalmente, y probablemente otro millón más lo haga ilegalmente. La economía española no estaba preparada para asumir ocho millones más de trabajadores en el sector privado sobre los diez millones base de mediados de los años noventa. Ha podido digerir 4,7 millones, pero los otros 3,3 se han incorporado directamente a las filas del paro, llegando a los 5,3 millones actuales (podemos asumir que los otros dos millones a nivel de EPA son cifras razonables para una economía como la nuestra). Esta es la situación que se ha encontrado el Sr. Rajoy cuando ha llegado al poder, y ha empezado por algo sin duda necesario, eliminar la rigidez laboral, aunque eso es solo el principio. Muchas más cosas tendrán que cambiar para que España se incorpore a los estándares europeos en materia laboral. La gran pregunta para todos es si generará empleo la reforma. A corto plazo, ya el propio Gobierno ha dicho que no. Pensamos, además, que necesita otra serie de medidas que la acompañen, sobre todo en los ámbitos educativo y financiero. Igual que con la reforma financiera no tiene porqué llegar dinero a las familias y a las empresas, con la reforma laboral, no tiene porqué contratarse personal. A ello hay que añadir la especial configuración del 1 Fundación Ciudadanía y Valores C/Serrano, 27. 6ºizq. 28001 Madrid www.funciva.org tejido empresarial español. Si miramos las estadísticas, la Seguridad Social registra la existencia de 1,4 millones de empresas inscritas dentro del régimen general, y de ellas nada menos que 554.435 tienen un solo trabajador. Pero es que otras 541.839 empresas cuentan con una plantilla inferior a cinco trabajadores, mientras que 284.404 tienen menos de 50 trabajadores. ¿Qué quiere decir esto? Pues que más del 95% del tejido empresarial español no está afectado por convenios de empresa, lo cual también nos llevaría a preguntarnos: ¿a quién representan, entonces, los sindicatos “de clase”? Apenas 2.021 empresas tienen en España más de 500 trabajadores. Sin duda, los excesos de la política de subcontrataciones tienen mucho que ver con la reducida dimensión de la empresa española. Y sin embargo, la reforma laboral promulgada por el Sr. Rajoy, obvia los principales problemas de las pymes, y que tienen que ver con los costes salariales, con las cotizaciones sociales, con las cargas administrativas, la fiscalidad o los costes de las materias primas. Si una empresa está pasando dificultades, no consigue financiación bancaria y además no tiene comité de empresa, lo más normal es que ni se lea la reforma laboral; no va a contratar más trabajadores porque no los necesita, y porque lo que tiene son dificultades para llegar a fin de mes, y en ello se va a centrar. Además, la reforma laboral mantiene la jungla de contratos temporales (ahora hay uno más), que empobrece a la propia empresa y a los trabajadores. Hasta el punto de que cuando se tiene mano de obra de “usar y tirar” a través de la temporalidad, por no hablar del “ejército” de becarios, lo que se sacrifica en realidad es la formación y la fidelidad laboral. Realmente, lo que ocurre es que una parte de los puestos fijos de una empresa se cubren con temporales y con becarios, y cuando se acaban los plazos de los contratos, en los que no hay ni indemnización ni preaviso, simplemente se les sustituye por otros empleados temporales u otros becarios. Las empresas no se están fijando en si estos empleados están o no capacitados para trabajar en la empresa; simplemente se fijan en que no tienen que pagarles indemnización, ni de 33 ni de 20 días. En este colectivo, cuya contratación supone más de diez millones de contratos al año es en donde deberíamos concentrarnos, ya que a pesar de las recientes críticas de los sindicatos “de clase”, es ahí donde de hecho se produce el “despido libre”; pero claro, estos becarios y jóvenes que trabajan con contrato temporal, y que son los que están sufriendo la parte más dura de la crisis, no están afiliados a ningún sindicato. El problema es que las tres reformas básicas: fiscal, financiera y laboral, son eminentemente contractivas, y en la situación actual no hay países extranjeros que hagan de locomotoras, no existe actividad en la construcción, y la situación mundial es más que preocupante; por lo que hay que ser muy prudente con las medidas que se aplican. Si se permite que se despida a los padres que están aguantando las familias para contratar a los hijos que pasarán a cobrar la tercera parte, lo que estamos haciendo es retirar todavía más dinero del sistema, y sólo se va a conseguir que la gente restrinja todavía más su consumo, ya que los bancos siguen sin dar un crédito a nadie, con lo que se acentuará todavía más el drama social del paro, con la diferencia que antes el padre recibía 30.000 € con los que podía mantener a su familia y a los hijos que habían perdido su trabajo y regresado al hogar; pero si ahora se le despide y se contrata al hijo, éste va a ganar 10.000 € con suerte, y con eso no va a poder mantener a sus padres. En el mismo orden de cosas, si una empresa tiene 75 trabajadores, y ha perdido ventas o ingresos en los últimos tres trimestres, lo cual en la situación actual les pasa a casi todas, puede hacer un ERE y quitarse a 26 trabajadores con 20 días por año de servicio y un año 2 Fundación Ciudadanía y Valores C/Serrano, 27. 6ºizq. 28001 Madrid www.funciva.org máximo de coste. Con ello pasaría a tener 49 trabajadores, y entonces podría disolver el comité de empresa, y a partir de ese momento y respetando los plazos legales, despedir a los hasta aquel momento delegados sindicales que le habían estado apretando las clavijas en los últimos años. En general, y al margen de las lógicas imperfecciones que tiene un texto elaborado con demasiada celeridad, podemos calificar como positivas la mayor parte de estas medidas, ya que tratan de favorecer la contratación de jóvenes y de mujeres, y de hacer indefinidos una buena parte de los contratos. Sin embargo, la combinación de estas medidas con la posibilidad tratada de despedir a los trabajadores antiguos con 20 días por año trabajado y un máximo de un año de salario si la empresa tiene tres trimestres de bajada de ventas o beneficios, permitirá una sustitución de empleados mayores por empleados jóvenes altamente bonificados, por lo que puede ser una trampa para la sociedad, que sin modificar el número de trabajadores de la empresa, pasen a costarle mucho menos. La movilidad funcional y las posibles reducciones de horario, eliminando el trámite previo de la autorización administrativa, contribuirá a que no se retrase el procedimiento, y a conseguir que España deje de ser uno de los países de Europa donde más horas se trabajan y de los que tienen unos niveles de producción y competitividad más bajos. También es una medida adecuada favorecer la movilidad geográfica en determinadas condiciones con un preaviso de 30 días, y en el caso de que el trabajador no accediese, considerar que se ha incurrido en despido procedente con 20 días de indemnización por año trabajado y un máximo de un año de sueldo. Ello contribuirá a que se produzca un cambio en la idiosincrasia de los españoles, tan apegados a su zona de origen, e indirectamente en que dejen de considerar la necesidad de comprar una vivienda al lado de su lugar de trabajo (lo cual les hipoteca de por vida y pone en riesgo su economía), ya que este puede variar a lo largo de su vida laboral. Y el hecho de que los convenios de empresa tengan prioridad sobre los acuerdos sectoriales, ya sean provinciales o estatales, facilitando además, el “descuelgue” a las empresas que se encuentren en dificultades, tendrá una importancia fundamental en el futuro de la negociación colectiva. Los sindicatos de “clase” dejarán de controlar el futuro de todos los trabajadores a pesar de tener una exigua representación, y ya de paso habría que pedirle al Sr. Rajoy que eliminara el problema de la falta de transparencia de los resultados de las elecciones sindicales, ya que por intereses que desconocemos, aunque suponemos, no se publican los delegados que obtiene cada sindicato, y sería muy bueno que conociéramos los españoles el porcentaje de representación que tiene cada uno de ellos. A lo mejor, después de las próximas elecciones sindicales en las que prevalezcan los convenios de empresas, nos llevamos una sorpresa, que nos lleve a cuestionar las cuantiosas ayudas que reciben estos sindicatos con cargo a los Presupuestos Generales del Estado. En resumen, la reforma no es perfecta, pero sí contiene elementos positivos. No obstante, su éxito dependerá del grado de responsabilidad de los empresarios a la hora de administrar el enorme poder que se ha puesto en sus manos. No todos van a estar a la altura. 3 Fundación Ciudadanía y Valores C/Serrano, 27. 6ºizq. 28001 Madrid www.funciva.org