Sentencia del Tribunal Supremo, Sala de lo Penal, de 26 de

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Nº de Resolución:
Procedimiento:
Ponente:
Tipo de Resolución:
28079120012010100139
Tribunal Supremo. Sala de lo Penal
Madrid
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1672/2009
39/2010
RECURSO CASACIÓN
ALBERTO GUMERSINDO JORGE BARREIRO
Sentencia
Resumen:
- El derecho a la presunción de inocencia queda debidamente enervado.- Se considera que
cumplimenta el principio de proporcionalidad la pena accesoria de inhabilitación especial para el
ejercicio de la función de policía durante cinco meses impuesta a los acusados.
SENTENCIA
En la Villa de Madrid, a veintiséis de Enero de dos mil diez.
Esta Sala, compuesta como se hace constar, ha visto el recurso de casación interpuesto contra la
sentencia de la Audiencia Provincial de Cádiz, Sección Algeciras, de fecha quince de mayo de dos mil
nueve. Han intervenido el Ministerio Fiscal y, como recurrente, el acusado Fidel , representado por la
procuradora Sra. Díaz Solano y el acusado Mario , representado por el procurador Sr. Velasco
Muñoz-Cuellar. Ha sido ponente el magistrado Alberto Jorge Barreiro.
I. ANTECEDENTES
1.- El Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 1 de Algeciras, instruyó diligencias previas
nº 231-07, por delito de lesiones contra Fidel y Mario , y lo remitió a la Audiencia Provincial de Cádiz, cuya
Sección de Algeciras dictó sentencia en fecha quince de mayo de dos mil nueve, con los siguientes hechos
probados: PRIMERO.- Que encontrándose los acusados, D. Mario y D. Fidel , ambos Policías Nacionales
en activo, mayores de edad y sin antecedentes penales, realizando servicio de detección de coches que
pudieran ser sustraídos, de paisano y con vehículo policial camuflado, en concreto por la Calle Carteya, de
la localidad de Algeciras, oyeron un golpe dado al coche, ante lo que se bajaron, produciéndose un
altercado entre los mismos y la persona que creían había dado dicho golpe, D. Jose Luis , como
consecuencia del cual resultó éste lesionado, presentado en concreto erosiones en región periórbita
izquierda, contusión con erosión en codo derecho y contusión con inflamación en rodilla derecha, lesiones
todas ellas con pronóstico leve, salvo complicaciones.
SEGUNDO.- Que por los ya citados imputados se detuvo al también mencionado Sr. Jose Luis , al
que otros Agentes llevaron al Hospital y luego condujeron a la Comisaría, resultando que cuando el
detenido entraba en ésta se abalanzó contra los acusados, cayendo por las escaleras tanto el perjudicado
como el Sr. Fidel , y empleándose después por los acusados fuerza excesiva para reducir al detenido,
presentado éste, como consecuencia de la caída y de la posterior actuación de los denunciados, herida
inciso-contusa en región occipital de 0,5 centímetros de longitud, contusiones en ambas manos y
antebrazos, contusiones en costado izquierdo con hematomas lineales, varias erosiones en abdomen y
múltiples erosiones en miembros inferiores, constatándose asimismo que tenía fracturas a nivel de tercer,
cuarto y quinto metacarpiano de mano izquierda y fractura de tercio distal de cúbito izquierdo con tercer
fragmento, precisando el Sr. Jose Luis para sanar de éstas y de las lesiones anteriormente descritas,
producidas en el momento de la detención, desinfección y cura local, reducción quirúrgica de las fracturas
mediante osteosínteses bajo anestesia general, rehabilitación de mano y brazo izquierdo y tratamiento
farmacológico, empleando en su curación 90 días, en los que estuvo impedido y permaneció hospitalizado
en 16 de ellos y quedándole como secuelas: material de osteosínteses consistente en tres placas con
tornillos en metacarpianos y placa atornillada en cúbito izquierdo; cicatrices, de las que dos era de 4 y 5
centímetros, a nivel dorsal de la mano izquierda, otra de 7 centímetros en antebrazo izquierdo, como
resultado de la intervención quirúrgica y otra pequeña sobre tumoración, a nivel occipital; manchas
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epidérmicas postraumáticas en los costados derecho e izquierdo, a nivel de la axila izquierda.
2.- La Audiencia de instancia dictó el siguiente pronunciamiento: FALLO: Que debemos condenar y
condenamos a los acusados D. Fidel y D. Mario , como autores responsables penalmente de un delito de
lesiones, del art. 147.1 del Código Penal , con la concurrencia de la circunstancia agravante de dilaciones
indebidas, del art. 21.6 del Código Penal, a las penas, para cada uno de ellos, de prisión de cinco meses,
más inhabilitación especial para el cargo de Policía que ambos ostentan y para el derecho de sufragio
pasivo, en ambos casos durante el tiempo de la condena.
En concepto de responsabilidad civil ambos acusados indemnizarán al perjudicado, D. Jose Luis , de
forma conjunta y solidaria, en la cantidad de diez mil (10.000 euros), suma ésta que devengará los
correspondientes intereses legales previsto en el art. 576 LEC .
3.- Notificada la sentencia a las partes, se preparó recurso de casación por Fidel y Mario , que se tuvo
por anunciado, remitiéndose a esta Sala Segunda del Tribunal Supremo las certificaciones necesarias para
su substanciación y resolución, formándose el correspondiente rollo y formalizándose el recurso.
4.- La representación del recurrente Fidel basa su recurso de casación en los siguientes motivos:
PRIMERO.- Al amparo del art. 5.4 LOPJ , se centra en la lesión al derecho a la presunción de inocencia que
consagra la Constitución española en su art. 24.2. SEGUNDO.- Infracción de Ley del art. 849.1 de la
sentencia por indebida aplicación del art. 56.1.3º e inaplicación, en su lugar, del art. 56.1.1, ambos del
Código Penal .
5.- La representación del recurrente Mario basa su recurso de casación en los siguientes motivos:
PRIMERO.- Al amparo del nº 1 del art. 849 de la LECrim , por indebida aplicación de los arts. 147.1 y 42 del
Código Penal. SEGUNDO .- Por infracción de Ley por aplicación indebida de los arts. 5.4 de la LOPJ por
lesión de los derechos comprendidos en el art. 24.2 de la CE , en cuanto al derecho a un proceso con todas
las garantías, principio de proporcionalidad y presunción de inocencia.
6.- Instruido el Ministerio Fiscal impugnó todos y cada uno de los motivos; la Sala lo admitió a trámite,
quedando conclusos los autos para señalamiento de fallo cuando por turno correspondiera.
7.- Hecho el señalamiento del fallo prevenido, se celebraron deliberación y votación el día 14 de
enero de 2010.
II. FUNDAMENTOS DE DERECHO
PRIMERO. En la sentencia dictada por la Audiencia Provincial de Cádiz, Sección de Algeciras, el 15
de mayo de 2009 , se condenó a Fidel y Mario , ambos policías nacionales en el ejercicio de sus funciones,
como autores de un delito de lesiones, con la concurrencia de la atenuante muy cualificada de dilaciones
indebidas, a cada uno de ellos a cinco meses de prisión, con una pena accesoria de inhabilitación especial
para el cargo de policía y del derecho de sufragio pasivo durante el tiempo de la condena.
Los hechos nucleares que sirvieron de base para la condena se resumen, muy sintéticamente, en
que, después de un incidente en la vía pública con motivo del cual fue detenido Juan Pablo , los agentes
policiales acusados le ocasionaron en la comisaría, el mismo día 24 de noviembre de 2005, entre otras
lesiones, fracturas a nivel de tercero, cuarto y quinto metacarpiano de la mano izquierda y fractura del tercio
distal de cúbito izquierdo con tercer fragmento.
Contra la referida condena recurren en casación ambos acusados, alegando en ambos casos como
eje de sus recursos la vulneración del derecho a la presunción de inocencia.
A) Recurso de Fidel
SEGUNDO . 1. Alega este recurrente como primer motivo, con cita de los arts. 5.4 de la LOPJ y 24.2
de la Constitución, la vulneración del derecho fundamental a la presunción de inocencia. El acusado centra
sus argumentos en cuestionar el testimonio de cargo de la víctima, aduciendo que las manifestaciones del
testigo carecen de la verosimilitud y credibilidad necesarias para fundamentar el " factum " de la sentencia,
pues contiene fisuras e incurre en contradicciones, y además compareció también como imputado en otro
juicio aparte en el que fue condenado como autor de un delito de atentado por haber agredido a los agentes
en la vía pública, hecho que determinó su detención y traslado a comisaría.
2. Según doctrina consolidada del Tribunal Constitucional, el derecho a la presunción de inocencia se
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configura, en tanto que regla de juicio y desde la perspectiva constitucional, como el derecho a no ser
condenado sin pruebas de cargo válidas, lo que implica que exista una mínima actividad probatoria
realizada con las garantías necesarias, referida a todos los elementos esenciales del delito, y que de la
misma quepa inferir razonablemente los hechos y la participación del acusado en los mismos (SSTC
137/2005, 300/2005, 328/2006, 117/2007 y 111/2008 ). Y es también doctrina reiterada del mismo Tribunal
que, en la medida en que toda condena penal ha de asentarse en pruebas de cargo válidas, suficientes y
concluyentes, tal suficiencia incriminatoria ("más allá de toda duda razonable") ha de ser racionalmente
apreciada por el Juez y explicada en la sentencia, de forma que el déficit de motivación o los errores en la
motivación o su incoherencia interna, puestos en relación con la valoración de la prueba y, por tanto, con la
existencia de prueba de cargo, supondrían, de ser estimados, la quiebra del derecho a la presunción de
inocencia (SSTC 124/2001, 186/2005, 300/2005 y 111/2008 ).
Por lo demás, tratándose de prueba indiciaria el Tribunal Constitucional considera vulnerado el
derecho a la presunción de inocencia cuando la inferencia sea ilógica o tan abierta que en su seno quepa tal
pluralidad de conclusiones alternativas que ninguna de ellas pueda darse por probada (STC 229/2003 ).
Por su parte, esta Sala de Casación tiene afirmado en reiteradas resoluciones que el ámbito del
control casacional, cuando se denuncia la vulneración del derecho a la presunción de inocencia, se concreta
en verificar si la prueba de cargo que el Tribunal utilizó para dictar la sentencia condenatoria fue obtenida
con respeto a las garantías inherentes al proceso debido, y por tanto, y en primer lugar, si dicha prueba de
cargo fue adquirida sin vulneraciones de derechos fundamentales; en segundo lugar, si fue introducida en el
proceso y sometida a los principios que rigen el plenario, de contradicción, inmediación y publicidad; en
tercer lugar, si se trata de una prueba suficiente desde las exigencias derivadas del derecho a la presunción
de inocencia; y por último, si consta debidamente razonada en la motivación de la resolución, de modo que
pueda verificarse el iter discursivo y comprobarse si la conclusión obtenida resulta razonable y por tanto
ajena a cualquier viso de arbitrariedad (SSTS 59/2009, de 29-1; y 89/2009, de 5-2 ).
Asimismo se ha hecho especial hincapié en que, desde la perspectiva del control casacional del
derecho a la presunción de inocencia, a este Tribunal le corresponde revisar la estructura del razonamiento
probatorio de la sentencia recurrida, centrándose en comprobar la observancia de las reglas de la lógica, las
máximas de experiencia y los conocimientos científicos por parte del Tribunal sentenciador (SSTS 753/2007
de 2-10; 672/2007, de 19-7; y 131/2009, de 12-2 ).
Finalmente, se ha incidido en numerosas resoluciones de la Sala en que los cuatro puntos cardinales
del control casacional en relación al derecho a la presunción de inocencia se concretan en verificar si existió
prueba constitucionalmente obtenida, legalmente practicada, suficiente y racionalmente valorada (SSTS
987/2003, de 7-7; 845/2008, de 2-12; y 89/2009, de 5-2 ).
3 . El Tribunal sentenciador fundamenta su condena en dos elementos probatorios fundamentales: la
declaración de la víctima y los informes periciales médicos sobre las lesiones.
En cuanto a la declaración del denunciante lesionado, es cierto que en la vista oral del juicio adoptó la
aptitud de no querer incriminar a los acusados, según sus manifestaciones, por temor a posibles represalias.
Y de hecho desistió al inicio de la vista oral de sus pretensiones como acusador particular, según consta en
el acta del juicio.
Al responder a las preguntas del Ministerio Fiscal sobre sus lesiones y forma de producírselas, Juan
Pablo respondió que "no le gusta recordar lo que pasó en comisaría", "prefiere no recordarlo". En vista de lo
cual, a petición del Ministerio Público, se dio lectura a la declaración judicial que obra en el folio 22 de la
causa y al escrito que presentó el propio lesionado en el Juzgado y que ratificó en su declaración del día 16
de enero de 2006 (folios 30 a 32 de la causa).
Pues bien, en la declaración judicial del folio 22 de la causa el testigo manifestó que "cuando volvió
del ambulatorio y fue de nuevo a comisaría, allí le dieron una paliza y fue insultado por la policía, siendo
este el motivo de ingresar en el hospital".
Y en el escrito de los folios 31 y 32, ratificado en sede judicial, expuso que cuando llevaba un buen
rato en una pequeña habitación en comisaría, entraron los dos policías que iban en el vehículo todo-terreno
y mientras uno se quedaba junto a la puerta el otro se dirigió a él diciendo "ahora te vas a enterar hijo de
puta", y comenzó a golpearle brutalmente con la porra a la vez que le dirigía toda clase de insultos y
amenazas, sin que valieran de nada sus disculpas pidiendo perdón. Le golpeó todo lo que quiso -sigue
diciendo en el escrito el denunciante-, cubriéndose la cabeza como pudo con los brazos, pero cuando el
dolor de la mano era ya insoportable se refugió en un rincón de la habitación. Entonces le dirigió los golpes
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a la cabeza hasta que comenzó a oír un zumbido que le hizo temer que iba a perder la conciencia. En ese
momento levantó la vista y se dirigió al que había permanecido presenciándolo todo y le dijo: "páralo, no ves
que me va a matar". A continuación, el último se dirigió hacia el agresor le sujetó la porra y se lo llevó.
Después entraron unos agentes uniformados y lo trasladaron, sangrando y dolorido, a la Residencia Punta
Europa, donde quedó ingresado primero en el módulo de detenidos y después en planta.
Pues bien, esta descripción de los hechos fue ratificada en la vista oral del juicio por el denunciante,
adquiriendo la convicción el Tribunal de que el núcleo de esa versión de los hechos se ajustaba a lo
acontecido, y así lo expuso en la premisa fáctica de la sentencia recurrida.
En cuanto a la capacidad intelectiva del testigo para exponer los hechos y recordar lo sucedido en su
día, no cabe cuestionarla, pues, ante la posibilidad de que sufriera alguna patología psíquica, fue
examinado por un médico forense en el curso de la vista oral, informando al respecto que no se apreciaba
ningún trastorno de la función intelectiva, y sí rasgos de suspicacia y aislamiento afectivo, que desde luego
no le limitaban la coherencia en su exposición ni su capacidad para testificar (folio 209 de la causa).
En lo que respecta a los informes periciales médicos, segundo elemento probatorio en que se
sustenta la condena, en los folios 121 y 122 de la causa se recoge en informe de sanidad del lesionado
Juan Pablo (en relación con el parte médico del folio 39), y en él se describen las erosiones y contusiones
que presentaba en el primer dictamen médico con motivo de su atención en "Algeciras Centro", antes de su
reclusión en comisaría. En concreto: erosiones en región periorbitaria; contusión con erosión en codo
derecho; y contusión con inflamación en rodilla derecha (folio 12). Lesiones que no han de confundirse con
las que presentaba el parte médico relativo al funcionario policial ahora acusado, Mario (folios 109 a 111).
Después se refieren en el mismo informe las lesiones que presentaban al ser ingresado el mismo día
en el Hospital Punta Europa: herida inciso-contusa en región occipital de 0,5 centímetros de longitud;
contusiones en ambas manos y antebrazos; contusiones en costados con hematomas lineales; varias
erosiones en abdomen; múltiples erosiones en miembros inferiores; fractura diafisaria de tercero, cuarto y
quinto metacarpiano; y fractura de tercio distal de cúbito con tercer fragmento en ala mariposa.
A tenor de lo que antecede, resulta incuestionable que la Sala de instancia fundamentó su convicción
probatoria en pruebas personales. Pues bien, sobre esta modalidad probatoria, este Tribunal de Casación
tiene declarado de forma reiterada que en la ponderación de las declaraciones personales (acusado,
víctima, testigos) se debe distinguir un primer nivel dependiente de forma inmediata de la percepción
sensorial, condicionado a la inmediación y por tanto ajeno, en principio, al control en vía de recurso por un
Tribunal superior que no ha contemplado la práctica de la prueba; y un segundo nivel, en el que la opción
por una u otra versión de los hechos no se fundamenta directamente en la percepción sensorial derivada de
la inmediación, sino en una elaboración racional o argumentativa posterior, que descarta o prima
determinadas pruebas aplicando las reglas de la lógica, los principios de la experiencia o los conocimientos
científicos. Esta estructura racional del discurso valorativo puede ser revisada en casación, censurando
aquellas argumentaciones que resulten ilógicas, irracionales, absurdas o, en definitiva, arbitrarias (SSTS
227/2007, de 15-3; 893/2007 de 3-10; 778/2007, de 9-10; 56/2009, de 3-2; 264/2009, de 12-3; 901/2009, de
24-9; y 960/2009, de 16-10, entre otras ).
Estas afirmaciones, ciertamente, deben ser matizadas, pues esta misma Sala también ha precisado
que no cabe interpretarlas en el sentido de que el órgano de casación, operando con criterios objetivos, no
pueda revisar la racionalidad con la que el Tribunal de instancia ha reconocido credibilidad a quien ha
prestado declaración a su presencia. Ni que, por lo tanto, el Tribunal que efectúa la revisión no pueda
excluir de lo probado aquellos hechos respecto de los que considere que la prueba personal, tal como ha
sido valorado su resultado, se muestra inconsistente. Pues "el Tribunal sentenciador debe dar cuenta de la
clase de uso que ha hecho de la inmediación y no ampararse en su mera concurrencia para privar a las
partes y, eventualmente, a otra instancia en vía de recurso, de la posibilidad de saber qué fue lo ocurrido en
el juicio y por qué se ha decidido de la manera que consta" (SSTS 1579/2003, de 21-11; y 677/2009, de
16-6 ). Y en la misma dirección, también se ha advertido que la inmediación no puede confundirse con la
valoración de la prueba ni menos aun con la justificación de la misma, ya que la inmediación no blinda a la
resolución judicial contra el control cognitivo por parte del Tribunal superior (STS 716/2009, de 2-7 ).
En el supuesto enjuiciado la Audiencia fundamentó la convicción en la ratificación de las
declaraciones judiciales de la fase de instrucción, declaraciones que fueron leídas y por tanto sometidas a
contradicción en la vista oral del juicio, sin que se aprecie que el discurso racional probatorio de la Sala de
instancia se oponga a las reglas de la lógica, los principios de la experiencia o los conocimientos científicos,
ni que sus argumentaciones y conclusiones resulten ilógicas, irracionales, absurdas o, en definitiva,
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arbitrarias.
En efecto, en la sentencia recurrida se dividen los hechos en tres episodios. El primero, con motivo
del enfrentamiento del ahora testigo con los agentes en la vía pública, de resultas del cual Juan Pablo
resultó con las lesiones del primer parte médico, incidente que sirvió de soporte después para la condena de
Juan Pablo como autor de un delito de atentado.
Los otros dos episodios se desarrollaron en comisaría. El primero de ellos tuvo como origen un
segundo enfrentamiento entre el detenido y uno de los agentes, con motivo del cual ambos se cayeron por
unas escaleras. El Tribunal sentenciador no atribuye el grueso de las lesiones ni las más graves a esta
caída, argumentando al respecto de forma razonable que ni el tamaño de las escaleras ni el dato de que el
agente resultara sin lesiones permiten atribuir a esa caída las lesiones más graves que presentó el detenido.
Se considera que la inferencia de la Sala de instancia se ajusta a las máximas de la experiencia y a
las reglas de la lógica, pues no puede explicarse con facilidad que una caída por unas pequeñas escaleras
ocasione al detenido la multiplicidad de lesiones que presentaba en el segundo parte médico (herida
inciso-contusa en región occipital de 0,5 centímetros de longitud; contusiones en ambas manos y
antebrazos; contusiones en costados con hematomas lineales; varias erosiones en abdomen; múltiples
erosiones en miembros inferiores; fractura diafisaria de tercero, cuarto y quinto metacarpiano; y fractura de
tercio distal de cúbito con tercer fragmento en ala mariposa). Estas lesiones coinciden en lo sustancial con
la versión que aportó el lesionado y avalan con datos objetivos que lo declarado es cierto, pues son las
típicas lesiones derivadas de golpes infligidos de forma voluntaria por una conducta agresora.
La escisión y atribución de los golpes a los tres episodios fácticos que se hace en la sentencia
recurrida se ajusta, pues, a derecho y ha de ser confirmada en esta instancia.
Y con respecto a la cuestión de la autoría carece de especial relevancia que en la sentencia no se
haya determinado cuál de los de los acusados fue el que ejecutó los actos agresivos mientras que le otro
vigilaba o aseguraba la acción de su compañero, puesto que, cuando menos, uno de ellos estaba
cooperando de forma necesaria con la conducta agresora de su compañero (art. 28 del C. Penal ). Sin que
sea necesario ni procedente acudir para la punición a la aplicación de la modalidad de la comisión por
omisión (art. 11 del C. Penal ), construcción que tampoco sería procedente en el presente caso al no
constar acreditada una relación de jerarquía profesional entre ambos funcionarios policiales, relación que se
ha exigido en supuestos fácticos similares para apreciar la posición de garante del funcionario que está al
mando del inferior o inferiores (SSTS 470/2006, de 28-4; 891/2008, de 11-12; y 1294/2009, de 4-12 ).
En consonancia con lo argumentado, no procede estimar este primer motivo.
TERCERO . En el segundo motivo de recurso, y por la vía de la infracción de ley del art. 849.1º de la
LECr ., denuncia la infracción del art. 56 del C. Penal, al haberse aplicado el apartado 1º en lugar del 3º ,
ambos correspondientes al numeral 1 del referido precepto. El argumento esgrimido por el recurrente es que
la pena de inhabilitación especial resulta desproporcionada, dada la gravosidad que comporta el privar al
agente de la condición de funcionario público en virtud de lo dispuesto en el art. 42 del C. Penal .
La pretensión impugnativa del recurrente no puede acogerse, puesto que el acusado realizó la acción
en el ejercicio específico de su función pública de policía y con motivo de hallarse realizando una conducta
propia de su actividad profesional. Sin que se considere que la inhabilitación por el periodo de cinco meses
sea una pena desproporcionada, ya que la sentencia, después de rechazar las dos agravantes genéricas
que postulaba el Ministerio Fiscal y el subtipo agravado de lesiones del art. 148 del C. Penal , redujo incluso
en un grado la pena al aplicarse la atenuante de dilaciones indebidas como muy cualificada por haber
transcurrido tres años y medio desde la fecha de los hechos hasta la de la sentencia.
La pena accesoria de inhabilitación especial se considera proporcionada, atendiendo para ello a la
gravedad de los hechos realizados contra el bien jurídico de la integridad física de un ciudadano, al que le
fracturaron varios huesos de la mano derecha y también el hueso cúbito. A lo cual ha de sumarse el
contexto en que la conducta fue perpetrada, con motivo de una detención y cuando el detenido se hallaba
ya custodiado en las dependencias policiales. Sin que se den circunstancias personales especiales que
justifiquen la aplicación de la pena accesoria de suspensión y que permitan considerar que la pena
impuesta por la Audiencia infringe el principio de proporcionalidad.
Las circunstancias expuestas determinan que los fines de prevención general y especial de las penas
deban ser cumplimentados con una pena accesoria de inhabilitación especial por cinco meses que ha sido
impuesta en la sentencia recurrida.
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Se desestima, en consecuencia, también este segundo motivo de impugnación y por tanto la totalidad
del recurso, imponiéndose al recurrente las costas de esta instancia (art. 901 de la LECr .).
B) Recurso de Mario
CUARTO . El recurrente denuncia como motivo primero, por la vía de la infracción de ley del art.
849.1º de la LECr ., la vulneración de los arts. 147.1 y 42 del C. Penal , si bien a través de la lectura del
escrito de recurso se comprueba que lo que realmente aduce es la conculcación del derecho a la
presunción de inocencia. Esa infracción la vuelve a mencionar en el motivo segundo y último, esta vez ya sí
con cita correcta de los preceptos, insistiendo de nuevo sobre la misma materia.
Pues bien, como ese motivo ya ha sido examinado con respecto al recurso interpuesto por el
coacusado Fidel , nos remitimos a lo argumentado en el fundamento de derecho segundo de esta
sentencia, al no aportarse unos argumentos diferentes que exijan un razonamiento especial para avalar la
enervación del derecho a la presunción de inocencia. El impugnante hace hincapié de nuevo en el
testimonio de la víctima, en sus condiciones para deponer en juicio, en la naturaleza de las lesiones
padecidas por el denunciante y el propio acusado, en los tres episodios en que se han subdividido los
hechos y en la contradicción de las versiones, y esos temas ya han sido tratados de forma individualizada al
resolver el recurso del otro acusado, por lo que no procede reiterar la respuesta.
Y otro tanto cabe decir con respecto a la pena impuesta de inhabilitación especial y a su
proporcionalidad en relación con las circunstancias del caso. Y como en el motivo segundo del recurso se
limita a reproducir las alegaciones del primero, es claro que debe también rechazarse. Ello entraña,
obviamente, la desestimación del recurso en su integridad, con imposición de las costas de esta instancia
(art. 901 de la LECr .).
III. FALLO
Desestimamos los recursos de casación interpuestos por la representación de Fidel y Mario contra la
sentencia de la Audiencia Provincial de Cádiz, Sección de Algeciras, de fecha 15 de mayo de 2008 , dictada
en la causa seguida por delito de lesiones, y condenamos a los recurrentes al pago de las costas causadas.
Comuníquese esta sentencia a la Audiencia Provincial de instancia con devolución de los
antecedentes remitidos a esta sala para la resolución del recurso, solicítese acuse de recibo de todo ello
para su archivo en el rollo.
Así por esta nuestra sentencia, que se publicará en la Colección Legislativa lo pronunciamos,
mandamos y firmamos D. Adolfo Prego de Oliver y Tolivar D. Jose Manuel Maza Martin D. Juan Ramon
Berdugo Gomez de la Torre D. Alberto Jorge Barreiro D. Diego Ramos Gancedo
PUBLICACION .- Leida y publicada ha sido la anterior sentencia por el Magistrado Ponente Excmo.
Sr. D Alberto Jorge Barreiro , estando celebrando audiencia pública en el día de su fecha la Sala Segunda
del Tribunal Supremo, de lo que como Secretario certifico.
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