Entonar poemas con los que expresar emociones es tan antiguo como la propia humanidad. Sentimientos religiosos y amorosos son hoy en día, como en la antigüedad, los temas preferidos, aunque no únicos. La poesía recitada y mucho más la leída, es un aportación culta a la literatura. La poesía emocional popular era cantada y, cuando se canta, aparecen los instrumentos musicales. En la antigüedad estos instrumentos no eran muy elaborados, como hoy en día y consistían en distintos tipos de flautas e instrumentos de percusión. Más elaborados y, por lo tanto, más recientes, aparecieron los instrumentos de cuerda. Entre ellos, como instrumento culto surgió en la Grecia antigua la lira, que se convirtió en el acompañamiento predilecto de este tipo de poesías hasta el punto de entregar su nombre. De ahí la poesía lírica, es decir, la que se acompañaba con una lira. En inglés esta palabra pasó a designar la letra de las canciones, hecho por el cual, en este idioma a la letra se la denomina lyrics y no words. Es seguro que los campesinos que formaban la población romana primitiva tuvieran sus canciones populares, pero no es de éstas de las que vamos a hablar en este tema, en primer lugar porque no son muchas las noticias que tenemos y, en segundo, porque cuando se habla de lírica en Roma nos estamos refiriendo a un tipo de poesía refinada que apareció en los últimos tiempos de la República y se desarrolló durante la época de esplendor del Imperio. Roma tuvo varios poetas de primer nivel en este tipo de literatura. Quintus Valerius Catullus (Catulo) Catulo vivió en la primera mitad del siglo I a.C. Es el final de la República, el tiempo de las luchas entre Mario y Sila y cuando César escala posiciones en política. La República romana era ya un gran territorio que abarcaba buena parte de Europa y África y fueron tiempos difíciles, el sistema de gobierno que hasta ese momento existía ya no era eficaz y el tiempo del Imperio se acercaba. En la Roma de ese tiempo la riqueza fluía desde las provincias hacia la capital y algunas personas eran inmensamente ricas. Los ciudadanos romanos se dividían entre ricos muy ricos, gente acomodada y el pueblo que vivía del Estado y los ricos, que los alimentaban a cambio de votos. Como en todas las épocas, los ciudadanos romanos se consideraban superiores a los provinciales y, por supuesto, a los bárbaros y daban por sentado que, por ser romanos, tenían derecho a unos mínimos garantizados. Esta forma de vida se resume en la frase “panem et circenses”. Si alguno quería prosperar, hacía negocios o entraba en el ejército. 1 En esta sociedad opulenta nacieron todos los poetas líricos, también Catulo. Quinto Valerio Catulo parece ser que nació en Verona, en el norte de Italia. Era de familia con buena posición económica lo que le facilitó una buena educación y una buena acogida en los círculos aristocráticos cuando, como todo artista que se precie, decidió trasladarse a la capital. Antes de viajar a Roma, conoció a Metelo Céler, gobernador de la Galia Cisalpina (norte de Italia). Metelo estaba casado con Clodia1, una mujer bellísima y de vida disipada, mezclada constantemente en escándalos políticos y privados. Parece ser que esta Clodia es la Lesbia de los poemas de Catulo. Catulo estaba perdidamente enamorado de ella, pero él no era más que otro amante para ella y, por temporadas, lo colmaba de atenciones o no le hacía ni caso. Estos vaivenes se pueden leer en los distintos poemas del autor. CARMEN V Vivamos y amemos, oh Lesbia mía, y démosles menos valor que a un as a las voces de los viejos severos. Los astros pueden morir y volver; muerta nuestra breve luz, deberemos dormir una última noche perpetua. Dame mil besos, seguidos de un ciento; luego otros mil, luego un segundo ciento; luego otros mil seguidos, luego un ciento. Después, hechos ya muchísimos miles, revolvámoslos, para no saber ni nosotros, ni el malvado que mira acechante, cuántos besos nos dimos. Metelo acabó su mandato y volvió a Roma. La marcha de su amada dio a Catulo el empujón que necesitaba para trasladarse a la capital en el 60-61, con ventipocos años. Metelo no era celoso y sabía con quién estaba casado, así que recibió bien al provinciano y lo introdujo en los círculos nobles. En el año 59, cuando Metelo murió (según las malas lenguas envenenado por su mujer para así seguir haciendo su vida sin tener ni siquiera remordimientos), Catulo estaba ya plenamente integrado en Roma, en la Roma de clase alta, refinada, snob, disipada e intrigante. Catulo era de buena familia, pero de provincia (el norte de la actual Italia era la Galia cisalpina y los romanos consideraban a sus habitantes galos) y, por lo tanto, no podía desempeñar cargos políticos, lo que lo libró de participar en la convulsa situación político-social. Por ejemplo, el año de su llegada a Roma, el 60, es el de la formación del primer triunvirato y todo lo que trajo consigo. Con dinero y sin oficio, Catulo dedicó sus días a sus amores (cuando los había) con Lesbia, a la buena vida y a escribir poesía. Sus poesías son de dos tipos: amorosas y satíricas. En sus epigramas (pequeños poemas) satíricos critica a distintos personajes, incluidos César, Pompeyo, sus propios amigos y hasta él mismo. 1 La noble gens Claudia estaba formada por varias familias. De éstas, unas optaron por la vida política según el cursus honorum propio de los nobles y siguieron llevando el nomen Claudius. Otras, en cambio, decidieron hacer su carrera por el lado popular de los tribunos de la plebe y cambiaron su nomen a la pronunciación popular de Clodius. No se hay que extrañar de estas diferencias onomásticas según clases sociales u orígenes: Hernando y Fernando son el mismo nombre, versión castellana o versión astur-leonesa, igual que Hidalgo y Fidalgo. En Asturies, en relación a esto tenemos, cerca de Oviedo, el pueblo de San Claudio, que es como llamaban al lugar “la gente bien de la capital”. Los lugareños, en cambio, decían San Cloyo. Bien es cierto que el sistema educativo se encargó de prácticamente eliminar esta última denominación en la segunda mitad del siglo XX. 2 Las de tipo amoroso, dedicadas a Lesbia, son de todo tipo: las hay de amor fervoroso (cuando las cosas iban bien), de odio iracundo (cuando iban mal), tiernas, crueles, de lenguaje cuidado, de habla tabernera… Mezclados con los poemas a Lesbia han llegado hasta nosotros algunas poesías escritas por otros motivos, como la elegía 58 por la muerte de su hermano. Las poesías de Catulo las leemos hoy en día en un único libro. En principio eran poemas sueltos que el propio poeta reunió en un libellus (librillo) dedicado a Nepote y que, en ediciones posteriores, fue agrandando. Las primeras poesías son breves, de estilo delicado y preciosista, inscritas dentro del movimiento llamado “poetae noui”2. Las últimas son de estilo más alejandrino3 y extensas. Aulus Albius Tibulus (Tibulo) Nació hacia el 60 a.C. por la zona del Lacio. Durante el segundo triunvirato a su familia le fueron expropiadas numerosas propiedades por lo cual, sin llegar a la indigencia, su hacienda era más bien modesta. Esta escasez de fondos lo obligó a la vida militar. Combatió a las órdenes de Mesala Corvino (lugarteniente de Augusto) en distintas batallas y gracias a ello consiguió aumentar su hacienda. Esto no deja de ser llamativo puesto que Tibulo ha pasado a la historia como poeta antibelicista, amante de la paz, enemigo del enriquecimiento ilícito y que vivió con el principio de estar contento con lo que se tiene. Aparte de sus campañas militares, su vida la dedicó a la poesía, especialmente desde que su salud empezó a ser delicada. Mesala Corvino era un amante de las letras y un protector de artistas. No llegó a la categoría de Mecenas porque éste era inmensamente más rico. Su círculo de escritores es “otro círculo” 4 de Roma y, dentro de él, Tibulo es el mayor representante. 2 Los poetae noui o neoteroi fueron un grupo de poetas del que prácticamente no sabemos nombres y que se caracterizaban por hacer poesías breves y muy trabajadas. Cultivaban fundamentalmente la estética, es decir, su principal objetivo no era contar, sino que lo que escribían fuera estéticamente perfecto. Estaban más interesados por temas como el amor o el erotismo que por la épica y las grandes hazañas. 3 En Alejandría, en el periodo Ptolemaico, surgió un movimiento literario preocupado por la estética. Escribían poemas pastoriles o historias míticas en largos poemas con abundancia de vocabulario y gran perfección formal. La diferencia con los poetae noui es que éstos sí narraban historias y les importaba la forma, pero también el fondo. 4 Los escritores de la época se agrupaban en tres “círculos”, el de los partidarios del régimen de Augusto (círculo de Mecenas), el de los opositores (círculo de Polión) y el de los que se oponían moderadamente (círculo de Mesala) 3 La obra. Las elegías de Tibulo se presentan en tres (para algunos en cuatro) libros. Los dos primeros libros contienen las obras que, con toda seguridad, son del autor. El tercero las discutibles. El libro primero tiene diez elegías, el segundo seis y fueron escritas entre el 29 y el 19 a.C. Aparte de alguna elegía de tema político (ensalzando a su mentor Mesala), las poesías de Tibulo tienen tres protagonistas: Amontone otro para sí riquezas de brillante oro y posea muchas yugadas de suelo cultivado; que a ése su afán cotidiano le traiga el miedo cuando esté cerca el enemigo y que los sones de la trompeta de Marte le quiten el sueño. A mí lléveme mi pobreza por una vida ociosa mientras brille mi hogar con acostumbrado fuego. Sulpicia. Son poesías breves que hablan del amor entre Sulpicia, sobrina de Mesala, y Cerinto, joven digno pero de menos condición. En ellas y a modo de diario, Sulpicia narra en primera persona distintos vaivenes de su amor juvenil. Delia. Retirado de su vida militar, el poeta se enamoró de Delia, y a ella dedicaría sus mejores poemas. Delia en realidad se llamaba Plania, era mujer casada y humilde. Tibulo la transforma en Delia, nombre típico de las poesías pastoriles alejandrinas, muy de moda en aquel momento. Tibulo transforma a Plania en Delia e inventa una vida y unos hechos, una historia, para ellos dos: una vida sencilla en el campo, dando y recibiendo amor. El mundo de la política o de la guerra, que puede alejarlo de esa supuesta vida, es odioso. Fiel al espíritu de los poemas pastoriles, bucólicos, nada hay mejor que la vida sosegada y tranquila en el campo, junto a la mujer que ama, cosechando, criando ganado y viendo crecer a los hijos. Tibulo es el autor de lo pequeño, de lo sencillo, de los indefensos, de la felicidad en lo cotidiano, en las pequeñas satisfacciones. No quiere grandes riquezas, ni honores, ni ser vencedor de grandes batallas. Todo ello se consigue con guerras crueles, con dolor, con fatiga, con traiciones. Prefiere lo sencillo. En el dilema de Aquiles, él hubiera escogido una larga y venturosa vida con sus seres queridos a la gloria y el morir joven. Némesis. Tras el fracaso de sus amores con Delia aparece Némesis. El nombre elegido para esta amada ya es revelador: Némesis, venganza en griego. En sus últimos años de vida se entrega a este amor tormentoso, destructivo, al que se entrega el poeta después de fracasar con su gran amor. En medio del mundo idílico de la Roma primitiva, el autor nos cuenta sus amores con esta mujer “sin corazón, capaz de arrastrarlo hasta el crimen”. Sextus Aurelius Propertius (Propercio) Contemporáneo de Tibulo, nació hacia el 50 a.C. Al igual que Tibulo su familia quedó casi arruinada tras las expropiaciones hechas después de la batalla de Filipos para pagar a los veteranos de Octavio. Además, en esa guerra 4 también murieron familiares, como su pariente Galo, al que dedica su elegía I. Desde niño vivió en Roma y su familia se encargó de que su educación fuera buena. Sus inclinaciones no fueron por la milicia ni por la política, prefirió la poesía. En sus poesías vamos viendo sus diferentes amores: la esclava Licimnia, su dueña Hostia (mujer casada, oculta bajo el nombre de Cinthia), de inclinaciones parecidas a la Lesbia de Catulo. Cintia fue la primera que me cautivó con sus ojos, pobre de mí, no tocado antes por pasión alguna. Entonces Amor humilló la continua arrogancia de mi mirada y sometió mi cabeza bajo sus plantas, hasta que, cruel, me indujo a odiar a las castas doncellas y a llevar una vida sin ningún sentido. En el 28 a.C. publicó su primer libro, con 20 poemas dedicados a Cinthia en la que nos muestra sus avatares amorosos (también parecidos a los de Catulo). El libro llamó la atención de Mecenas, que pasó a ser su protector, por suerte para él, que no tenía en ese momento familia ni muchos recursos económicos. Su segundo libro, del 25 a.C. son también poemas a Cinthia y sigue el mismo tenor que el anterior. En el tercero, del 21 Cinthia va desapareciendo (solo la mitad de los poemas le están dedicados). El poeta está definitivamente desilusionado con esta mujer voluble. El resto de los poemas los dedica a personajes como Mecenas, Augusto, Marcelo (sobrino de Octavio) o Cleopatra. En el año 20 muere Cinthia de manera misteriosa. El poeta ya está desencantado y su nuevo amor es Cloris. Propercio cede a las presiones de Mecenas y se decide a escribir elegías patrióticas, con clara influencia virgiliana. Estas, junto con otras poesías de diverso tipo, conforman su libro IV, publicado tras su muerte prematura el 15 a.C. Publius Ouidius Naso (Ovidio) Nació en Sulmona en el 43 a.C. y murió a orillas del mar Negro, desterrado, el 17 d.C. Es el poeta romano del que más obra conservamos y, probablemente, el que más escribió. Hijo de noble, antigua y acaudalada familia ecuestre, nació en los tiempos revueltos posteriores al asesinato de César. Cuando se trasladó a Roma, la pax romana de Augusto estaba imponiéndose. Ya sabemos que durante el periodo de Augusto se produjo la paradoja de que, mientras que desde el gobierno se exhortaba a los ciudadanos a llevar una vida austera y a cultivar los valores tradicionales, los romanos pudientes vivían en el lujo y la molicie. La política estaba muerta en este reino sin rey y las gentes de buena posición se dedicaban a vivir la vida. 5 En este ambiente creció Ovidio. Recibió una buena educación con los mejores maestros del momento y a los 18 años hizo el viaje preceptivo de todo romano de buena familia a Grecia y Oriente. Aunque su formación estaba destinada a que fuera abogado, jamás ejerció y, aunque comenzó el cursus honorum, tampoco la carrera política lo atrajo. Se dedicó a galantear (se casó tres veces) y a la literatura. Sus inicios literarios los hizo en el círculo de Mesala, donde vivió la muerte de Tibulo, para después cambiar al de Mecenas. Ovidio era tremendamente popular en los círculos literarios, era el escritor de moda y su poesía es, fundamentalmente, de tipo amoroso. No se sabe muy bien los motivos por los que Augusto lo desterró a Tomi, a orillas del mar Negro. Unos dicen que tuvo amoríos con la desenfrenada hija del emperador, Julia5, y que la desgracia de ella lo arrastró a él. Otros que algunos de sus libros, especialmente el Ars Amandi, escandalizó al emperador, puesto que se oponía a las políticas por el impulsadas, y que ese fue el motivo. Sea como fuere, Ovidio acabó sus días escribiendo poemas y cartas pidiendo el perdón del emperador, lo que no consiguió. Ovidio tiene una extensa obra: Poemas eróticos Amores: tres libros escritos en su juventud en los que describe la frivolidad en la que vivía la alta sociedad romana de la época. El poeta se mueve como pez en el agua en este ambiente y sus amores van cambiando aunque destaca su amada Corina. Sus correrías, incluidas las que tiene con Corina, son más de tipo literario que reales y usan de todos los tópicos tan usados por otros poetas y después y tan del gusto de los neoteroi: noches en vela a la puerta de la amada, cartas que van y vienen, la tristeza por una enfermedad de la amada, la felicidad de las noches, la ira de las infidelidades, etc. Lo más interesante de estas poesías son los cuadros del mundo frívolo romano en que se desarrollan: falta de escrúpulos en las relaciones amorosas, métodos de seducción, lugares de “ligue”, vocabulario “amoroso”, etc. Heroidas: Se trata de una serie de poemas epistolares que, supuestamente, enviaron mujeres famosas (heroidas=heroínas) a sus maridos o amantes: Penélope a Ulises, Briseida a Aquiles, Fedra a Hipólito, Dido a Eneas, etc. Se trata de un género nuevo, aunque con algunos antecedentes (Tibulo, Propercio). Son cartas falsas, y no solo porque las escribió Ovidio, sino porque aunque siguen la historia de cada una de ellas, los personajes se parecen más a cualquier romano/a de la época que a los propios personajes. Por ejemplo, Paris no 5 En casa del herrero, cuchillo de palo, dice el refrán. Si alguien se saltó todas las políticas éticas de Augusto fue su hija, Julia, que coleccionaba amantes como otras vestidos. Pensaba, seguramente, que siendo la única hija del emperador y, por lo tanto, su niña bonita, éste no la castigaría si se enteraba. Se equivocaba. Cuando Augusto se enteró de las correrías de su niña no dudo en desterrarla a una isla minúscula, donde Julia vivió solamente acompañada de unas pocas criadas hasta su muerte. 6 es un digno hijo de Príamo, sino un guaperas presuntuoso que no duda en declarar su amor por Helena delante de su marido y ella, en vez de actuar como una verdadera esposa, solo lamenta no ser diestra en la redacción de cartas de amor. Fedra, enamorada de su hijastro Hipólito, argumenta que los escrúpulos de éste son más de otro tiempo que del presente. Aunque la mayor parte de las epístolas son de las heroínas a sus maridos o amantes (15) hay tres con respuesta de estos: Paris a Helena, Leandro a Hero y Aconcio a Cídipe. De medicamine faciei feminae, Ars amatoria (Ars amandi) y Remedia amoris: Del amor personal en Amores a amores míticos en Heroidas y, de aquí, a el amor en general. El primero de estos tres libros, como su nombre indica, del que solo poseemos unos cien versos, trata sobre el tema del maquillaje femenino usado como arma amatoria. El más famoso de los tres es el Ars amatoria o Ars amandi. Escrito como si fuera un tratado de otro saber (Ars oratoria, por ejemplo) pretende explicar técnicas de conquista amorosa: como entablar conversación, actitudes a tomar, mensajes, circunstancias favorables, métodos de abordaje, etc. Evidentemente, el amor del que aquí se habla es más “ligoteo” que verdadero amor. El propio autor advierte a las matronas romanas que se alejen de estas técnicas y debía saber que un libro de estas características no iba a sentar bien en el círculo de Augusto puesto que en el comienzo del libro precisa que no tiene intención de atacar la institución de la familia y que está dirigido más bien a profesionales del amor. Si en la ciudad de Roma alguien no conoce el arte de amar, Que lea mis páginas y ame ilustrado por mis versos. El arte impele con las velas y el remo las rápidas naves, El arte conduce los veloces carros, y el amor se debe regir por el arte. Automedonte experto era en conducir carros y en las flexibles riendas, Tifis gran maestro fue en gobernar la nave de los argonautas. Venus me ha elegido como tierno hijo, Y se me llamará el Automedonte del Amor. Remedia amoris es el contrapunto al libro anterior que, como él presentía, causó mucho revuelo. En él se cuenta como poner remedio a las situaciones expuestas en el Ars amandi. Metamorfosis y fastos. Aunque no es lírica, las Metamorfosis es una de las obras más representativas de Ovidio y libro de referencia para todo amante de la mitología. Doce mil hexámetros en quince libros va contando todas las metamorfosis, desde el caos a el mundo hasta la transformación de César en astro. No es una mera acumulación de historias, sino una historia del mundo visto como una transformación constante, el mundo es un fluir, su característica principal es que se transforma. Es una obra influida por el pitagorismo. Si bien Pitágoras, ese ser a medio camino entre la historia y la leyenda, es conocido como matemático, hay que recordar que las matemáticas para él eran una manera de ver 7 el mundo, de explicarlo y, así, detrás de los números se esconde la magia. Pitágoras, por ejemplo, creía en la metempsicosis, es decir, en el viaje de las almas de un cuerpo muerto a otro cuerpo vivo. Son pues, Las Metamorfosis, una especie de historia del Universo vista desde el punto de vista de las transformaciones legendarias. Las metamorfosis contadas, más de 250, son de todo tipo, desde tiernas y entrañables hasta crueles y en todas ellas muestra Ovidio que es un gran observador de la psicología humana. Los Fastos es un libro erudito en la que el poeta hace un estudio de la religión y las costumbres. Esto nos indica que Ovidio no solo se dedicaba a la buena vida, sino también al estudio, puesto que hubo de leer varios libros de historiadores para componer este libro. En dísticos elegíacos nos cuenta el origen de las fiestas, conmemoraciones, el calendario, las tradiciones, los cultos y los ritos. Esta inacabado. Tristes y Pónticas Como se ha dicho, no está claro el motivo por el cual Ovidio fue desterrado a Tomi, a orillas del mar Negro en la actual Rumanía. Sea cual fuere, marchó y ya no volvió a Roma. En su destierro se dedicó a escribir cartas pidiendo clemencia y a componer estas dos obras. Las dos son similares y en las dos nos narra sus desventuras en tierra bárbara usando de todo su arte y su conocimiento mitológico para compararse sucesivamente con personajes de leyenda. Como se ha dicho nos cuenta sus desdichas y lo mucho que echa de menos su vida en Roma. Quintus Horatius Flaccus (Horacio) Nació en el 65 a.C. en Venusa, al sur de Italia. Su padre era un liberto que había hecho cierta fortuna como recaudador de impuestos y organizando subastas públicas. En una finca rural propiedad de su padre pasó su infancia. En esa zona, como ya se ha dicho, la influencia de la cultura griega era muy poderosa y así se crio Horacio: latino con gran influencia de la cultura griega. Su padre le procuró una educación a la altura de las mejores, a pesar de su bajo linaje. Con doce años partió hacia Roma para recibir educación en la prestigiosa escuela de Orbilio, que basaba sus principios pedagógicos en “la letra con sangre entra” y en aprender de memoria la versión que de la Odisea hizo Livio Andrónico. Este “sistema educativo” consiguió que Horacio no tuviera mucha simpatía por los poetas antiguos. En cambio mostró siempre atracción por la filosofía, especialmente por la epicúrea, tal y como demuestran sus escritos. Como corresponde a la educación más esmerada, hizo un viaje a Grecia y estudio en academias atenienses. 8 En Grecia se refugiaban por aquel entonces los republicanos exiliados por César y allí también acudieron los asesinos del tirano. A las tropas de Bruto y Casio se unió para luchar contra Octavio y Marco Antonio, llegando a ser tribuno militar. Como es conocido, Octavio y Marco Antonio vencieron en Filipos. Amparado en la amnistía que ambos proclamaron tras su victoria volvió a Roma aunque su situación económica era penosa: muerto su padre, sin poder dedicarse a la política y sin propiedades tras la confiscación que los vencedores hicieron con los vencidos, hubo de ganarse la vida como escribano de los cuestores, oficio que daba para ir tirando humildemente. Sus versos llegaron a manos de Virgilio y Varo, que vieron su fuerza poética. Estos le presentaron a Mecenas quien, en principio, no le prestó mucha atención. Después de un periodo de pruebas para ver si era enemigo político o no, lo acabó acogiendo en su círculo y su amistad con el rico romano llegó a ser íntima. A partir de ese momento Horacio pudo dedicar todo su tiempo a escribir, mantenido por Mecenas que, incluso, le regaló una casa de campo para que esparciese y se inspirase. Como otros poetas Horacio acabó siendo un firme defensor del emperador Octavio. Su vida transcurrió sin sobresaltos hasta su muerte el 8 a.C. unos días después que Mecenas. Epodos y Sátiras Son sus primeras obras, poesías de tema diverso escritas con distintos tipos de ánimo. Hay poesías violentas, hirientes contra distintos personajes de la vida pública. Otras son narraciones de hechos viciosos, supersticiosos, obscenos. Otros, más tardíos, son ya más templados o melancólicos. Es decir, de todo un poco. Los escritos en su juventud con más artificiosos en cuanto a su estilo, luego va moderando tanto temas como estilo. Feliz aquel que, ajeno a los negocios, como los primitivos, labra tierra paterna con sus bueyes libre de toda usura; que no oye el agrio son de la corneta, ni teme el mar airado, y evita el Foro y las soberbias puertas de los más poderosos; y los largos sarmientos de las vides une a los altos álamos, o contempla de lejos su vacada en un valle apartado; y, las ramas inútiles podando, injerta otras más fértiles, o guarda espesa miel en limpias ánforas, o esquila sus ovejas. En las mejores sátiras refleja su mundo ideal: sin ambiciones, en el campo, libre de preocupaciones y viviendo una vida sencilla y honrada. Para Horacio lo importante de la vida está en las cosas sencillas, no en las grandes cuestiones filosóficas y no hay nada mejor para ser feliz que contentarse son lo que se tiene y no tener grandes aspiraciones. Odas Son la madurez del poeta. Son sus escritos de época imperial, cuando la amistad con Mecenas estaba plenamente asentada. Se publicaron en cuatro libros. Son pues, contemporáneos de la Eneida y de Ab urbe condita, además de los libros de Propercio y Ovidio. 9 Horacio se inspira en los grandes poetas griegos, especialmente Alceo, Arquíloco, Anacreonte y Píndaro para construir poesías de técnica y ritmo griegos en lengua latina consiguiendo resultados excepcionales combinados con su pensamiento epicúreo. Muchos tópicos literarios posteriores salen de estos poemas: aurea mediocritas (dorada mediocridad, es decir, conformarse con los que se tiene, no aspirar a más)o carpe diem (aprovecha el día, mañana podemos estar muertos). Horacio es el poeta del goce reposado. No se deja llevar por pasiones irrefrenables, prefiere el goce controlado, el disfrutar sin sufrir. Su poesía amorosa no se parece a la de Propercio, por ejemplo. Únicamente en sus poesías patrióticas se permite ser un poco más exaltado. Epístolas Son una serie de cartas en verso a distintos amigos en los que la filosofía epicúrea, que ya aparece en sus poemas, se pone más de manifiesto. La más destacada es la denominada Arte poética o Ad Pisones, porque está enviada a esta familia. Es un tratado sobre la creación poética: estilo, elementos, géneros, etc. Basada en la Poética de Aristóteles y tamizada por distintas escuelas filosóficas posteriores, señala que la poesía ha de tener un fin práctico y moral, ser útil y agradable. El Arte Poética fue ya importante en la antigüedad, pero sus preceptos fueron rescatados en el Renacimiento y se convirtió durante siglos en un código del buen gusto literario. 10