jurisprudencia - DNP Departamento Nacional de Planeación

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JURISPRUDENCIA ACCESIBILIDAD
Magistrado Ponente:
Sentencia T-933/2013
JORGE IGNACIO PRETELT CHALJUB
Accionante: (Se omite por decisión de la Honorable Corte Constitucional) Auto Expediente No. T-3.918.176
Accionado: Instituto Colombiano de Crédito Educativo y Estudios Técnicos en el Exterior –ICETEXTemas: discapacidad mental, derecho a la salud, diferencia entre discapacidad e invalidez, derecho a la igualdad y
ajustes razonables.
CONSIDERACIONES DESTACADAS
La protección de los derechos humanos de las personas que se encuentran en alguna situación de discapacidad,
se aborda en la actualidad desde el modelo social, esto es, la discapacidad es entendida como una realidad, no
como una enfermedad que requiere ser superada a toda costa, en otras palabras, se asume desde el punto de vista
de la diversidad y de la aceptación de la diferencia. Este modelo tiene una visión amplia, pues (i) supera un primer
modelo centrado en la caridad y el asistencialismo y, (ii) parte de que no sólo debe abordarse la
discapacidad desde el punto de vista médico o de rehabilitación, sino también desde el aprovechamiento de todas
las potencialidades que tienen los seres humanos, independientemente del tipo de discapacidades que tengan.
La discapacidad surge principalmente del fracaso de la adaptación del ambiente social a las necesidades y
aspiraciones de las personas con discapacidad, no de la incapacidad de estas personas de adaptarse al ambiente.
Bajo este modelo, la discapacidad es principalmente un problema de discriminación y estigmatización.
Sin embargo, fue con la adopción de la Convención sobre los Derechos Humanos de las Personas con Discapacidad
que el modelo social se concretó. Si bien éste no es el único tratado internacional referente a las personas en
situación de discapacidad, se resalta su relevancia como instrumento de protección de los derechos humanos, el
cual introduce una serie de pautas sustanciales para abordar la discapacidad como una realidad que siempre ha
estado presente en la sociedad, al paso que proscribe cualquier práctica, por acción u omisión, discriminatoria.
Terminando, las personas que se encuentran en alguna circunstancia de discapacidad tienen una protección
constitucional reforzada, de conformidad con los artículos 13 y 47 de la Carta y a la luz de la Convención -entre
otros instrumentos internacionales-[10], razón por la cual el Estado tiene el compromiso de adelantar acciones
efectivas para promover el ejercicio pleno de sus derechos.
La discapacidad no es sinónimo de “minusvalía de la persona”
La discapacidad no debía ser entendida como una condición inherente a la persona y que no era sinónimo de
“minusvalía”, haciendo claridad en que este último concepto era generado por el entorno físico y social al
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obstaculizarle el ejercicio pleno de todos sus derechos en condiciones de igualdad, el concepto de discapacidad en
sí mismo seguía privilegiando una perspectiva médica.
la Asamblea General de las Naciones Unidas, adoptó la Convención sobre los Derechos Humanos de las Personas
con Discapacidad (CDPD), aprobada en Colombia mediante la Ley 1346 del 31 de julio de 2009, declarada exequible
mediante sentencia C-293 del 21 de abril de 2010[31], que introdujo la transformación de, por lo menos, dos
paradigmas en torno a la discapacidad, estos son: 1) no debe ser entendida como una enfermedad y 2) abarca
mucho más que un tratamiento médico de habilitación y rehabilitación
la discapacidad ya no debe ser entendida como una enfermedad o un obstáculo para vivir, sino que debe ser
abordada desde el matiz de la diversidad y del pluralismo, valores protegidos en la Constitución y que a la vez
promueven la tolerancia y la igualdad.
En últimas, a la luz de la normativa internacional, la discapacidad no sólo debe abordarse desde el punto de vista
médico sino que debe abarcar otras aristas que permitan atender dicha realidad de forma integral.”
La Corte IDH ha considerado que “la discapacidad no se define en torno a la deficiencia de la persona, sino en virtud
de las barreras o limitaciones que existen socialmente para que las personas puedan ejercer sus derechos de
manera efectiva.”
La minusvalía fue un concepto que se creó para evidenciar la deficiencia del diseño del entorno físico y de la
organización social que impiden la plena participación de la población con discapacidad en condiciones de igualdad,
frente a quienes no se encuentran en dicha circunstancia.
La discapacidad no es sinónimo de “invalidez”
No debe confundirse la situación de discapacidad con la invalidez en el contexto de la normativa de seguridad
social. En el marco de dicha normativa, la invalidez está ligada al reconocimiento de una prestación que se otorga
a quienes cumplen con los requisitos exigidos en la ley, como el atinente a que la persona tenga una pérdida de
capacidad laboral del 50% o superior a este. Este reconocimiento económico es una opción con que cuentan las
personas con discapacidad dentro de la normativa laboral y al que pueden acceder una vez acrediten los
presupuestos exigidos para tal fin, pero el que exista esta posibilidad en el ordenamiento jurídico no significa que
la persona con discapacidad, aún teniendo un porcentaje de pérdida de capacidad laboral (PCL) del 50% o más, no
cuente con otras capacidades que pueda emplear en el desarrollo de una actividad productiva para acceder a una
fuente de ingresos y ponerlas al servicio del crecimiento de la sociedad.
(i) la invalidez ligada a la pérdida de capacidad laboral igual o superior al 50%, no es asimilable a la discapacidad; y
(ii) la pérdida de capacidad laboral igual o superior al 50%, ligada a una pensión cuando se cumplen con los
requisitos legales, no significa siempre imposibilidad de seguir trabajando.
el concepto de invalidez se utiliza en el ámbito laboral para otorgar una pensión a aquella persona que ha perdido
su fuerza laboral,
En efecto, el actor laboró durante cerca de cinco (5) años a pesar de ser una persona con discapacidad. Por lo
anterior, para la Sala de Revisión es claro que la razón para que el tutelante no hubiera podido seguir laborando y
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aportando al Sistema no está relacionada con su discapacidad sino con una barrera social, ya que la sociedad no
le brindó la oportunidad de seguir realizándose como persona en forma autónoma e independiente…”
Del artículo 13 C.P. se colige la existencia de contenidos normativos que ordenan (i) la igualdad ante la ley,
comprendida como el deber estatal de imparcialidad en la aplicación del derecho frente a todas las personas; (ii)
la prohibición de discriminación, previsión que dispone que las actuaciones del Estado y los particulares no deban,
prima facie, prodigar tratos desiguales a partir de criterios definidos como “sospechosos” y referidos a razones de
sexo, raza, origen nacional o familiar, lengua, religión, opinión política o filosófica; y (iii) un mandato de promoción
de la igualdad de oportunidades o igualdad material, comprendido como el deber de ejercer acciones concretas
destinadas a beneficiar a los grupos discriminados y marginados, bien sea a través de cambios políticos a
prestaciones concretas. A este mandato se integra la cláusula constitucional de promoción de la igualdad, que
impone al Estado el deber de proteger especialmente a aquellas personas que por su condición económica, física
o mental, se encuentren en circunstancia de debilidad manifiesta, al igual que sancionar los abusos que contra ellas
se cometan…
La realización del mandato de la igualdad material supone el desarrollo de acciones afirmativas
La noción de acción afirmativa está encaminada a (i) “favorecer a determinada persona o grupos, ya sea con el fin
de eliminar o reducir las desigualdad de tipo social, cultural o económico, que los afectan…”[48] y a (ii) “lograr que
los miembros de un grupo subrepresentado, usualmente un grupo que ha sido discriminado, tenga una mayor
representación
El concepto de acción afirmativa es un género a partir del cual se desarrollan tres especies[50]: (i) las acciones de
concientización, encaminadas a la sensibilización con respecto a una problemática, como lo son las campañas
publicitarias[51]; (ii) las acciones de promoción y facilitación, como lo son, verbi gratia, el apoyo económico a los
pequeños productores, las becas y ayudas financieras para estudiantes de escasos recursos y los subsidios en los
servicios públicos[52]; y (iii) las acciones de discriminación inversa o positiva, que se distinguen por tomar como
eje ‘categorías sospechosas’ de discriminación como lo son el sexo o la raza y se producen ante una situación de
especial escasez de bienes deseados, como ocurre con respecto a los puestos de trabajo o cupos universitarios, lo
que implica que el beneficio que se brinda a ciertas personas, tiene como contrapartida el perjuicio de otras
Es importante tener en cuenta que al interior de este grupo convergen distintas necesidades dependiendo del tipo
y grado de discapacidad que se tenga, por ello, no basta con que el Estado adopte medidas afirmativas en relación
con ese grupo, sino que éstas deben responder a sus necesidades particulares y para ello debe realizar los ajustes
razonables que se requieran.
Las acciones afirmativas son un medio para realizar la igualdad material y de oportunidades de un grupo
históricamente invisibilizado y discriminado como el que integran las personas con discapacidad.
Esta adecuación ha sido desarrollada en el instrumento internacional, bajo el título de “ajustes razonables”, esto
es, “…las modificaciones y adaptaciones necesarias y adecuadas que no impongan una carga desproporcionada o
indebida, cuando se requieran en un caso particular, para garantizar a las personas con discapacidad el goce o
ejercicio, en igualdad de condiciones con las demás, de todos los derechos humanos y libertades fundamentales…”
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“la expresión `ajustes razonables` se conoce también como la obligación de dar facilidades, adaptarse o tomar
medidas, o de efectuar modificaciones efectivas o adecuadas. Por ejemplo, conceder a una persona `ajustes
razonables` significa efectuar adaptaciones en la organización de un ambiente de trabajo, un establecimiento
docente, una instalación de atención médica o un servicio de transporte a fin de eliminar los obstáculos que
impidan a una persona con discapacidad participar en una actividad o recibir servicios en igualdad de condiciones
con los demás.
Las diferentes modalidades de infraestructura, la conformación institucional y las reglas jurídicas deben, en ese
orden de ideas, adaptarse de modo tal que su configuración no imponga limitaciones de acceso a las personas con
discapacidad
La realización del derecho a la igualdad material de las personas con discapacidad, implica que las medidas
legislativas, administrativas, entre otras, respondan a su situación concreta. Estas adaptaciones, a la luz del
instrumento internacional de la Convención se denominan ajustes razonables, que involucran no solo la
infraestructura física sino también las reglas jurídicas que, en muchos casos, imponen limitaciones a las personas
en situación de discapacidad, y desconocen las diferencias existentes entre este grupo y el resto de personas que
no se encuentran en su misma circunstancia.
Magistrado Ponente:
Sentencia T-416/13
MAURICIO GONZÁLEZ CUERVO
Accionante: Yamile Alexandra Hurtado Chaves.
Accionados: Edificio La Arboleda –Propiedad horizontal-.
Temas: Vulneración a los derechos fundamentales a la igualdad y a la dignidad humana.
CONSIDERACIONES DESTACADAS
El derecho constitucional a la igualdad integra en su contenido, diferentes acepciones relevantes. Entre ellas, la
noción de igualdad ante la ley (que garantiza un trato igual entre iguales);la igualdad material (que permite que
sean constitucionalmente admisibles las diferenciaciones razonables y justificadas entre diversos sujetos) y por
último, el reconocimiento eventual a un trato desigual más favorable para minorías
La llamada igualdad material, supone un compromiso del Estado en el diseño y ejecución de políticas destinadas a
la superación de las barreras existentes para algunas personas que por vulnerabilidad, no logran realmente
integrarse en la vida social, política, económica o cultural, en condiciones de igualdad
Tanto la doctrina como la jurisprudencia de esta Corte han determinado que este deber del Estado se desarrolla
por medio de cuatro mandatos: “(1) Un mandato de trato idéntico a destinatarios que se encuentren en
circunstancias idénticas; (2) un mandato de trato enteramente diferenciado a destinatarios cuyas situaciones no
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compartan ningún elemento común; (3) un mandato de trato paritario a destinatarios cuyas situaciones presenten
similitudes y diferencias, pero las similitudes sean más relevantes que las diferencias (trato igual a pesar de la
diferencia); y (4) un mandato de trato diferenciado a destinatarios que se encuentren también en una posición en
parte similar y en parte diversa, pero en cuyo caso, las diferencias sean más relevantes que las similitudes (trato
diferente a pesar de la similitud)”
La omisión injustificada del trato especial al que tienen derecho ciertos grupos de personas, privándolas
injustificadamente de los beneficios, ventajas y oportunidades, puede dar lugar también a una discriminación por
omisión.
El trato favorable no constituye un privilegio arbitrario o una concesión caritativa. Es, por el contrario, simple
cumplimiento del deber constitucional de especial protección al que se ha hecho mención, a fin de lograr que las
personas discapacitadas no tengan que sumar a su circunstancia y a la marginación a la que usualmente se ven
sometidos, una carga adicional a la que deben soportar el resto de los habitantes de la ciudad. Desconocer esta
situación no sólo contradice el postulado mínimo de igualdad sino la más elemental idea de un orden justo
La necesidad de brindar un trato especial a las personas pertenecientes a los grupos vulnerables, la omisión de ese
trato, puede significar un acto de discriminación, por cuanto la no aplicación de la diferenciación positiva en tales
casos, permite que la condición natural de desigualdad y desprotección en que se encuentran esas personas, se
perpetúe, comprometiéndose con ello su participación e integración social en igualdad de condiciones.
La solidaridad ha dejado de ser únicamente un precepto ético y reviste, en el Estado social de derecho, un valor
hermenéutico de primer orden en cuanto a la sujeción de los particulares a la Constitución y a la ley. La eficacia de
los derechos fundamentales frente a terceros sujeta al examen constitucional las actuaciones u omisiones de los
particulares en los casos determinados por la ley. La solidaridad como modelo de conducta social permite al juez
de tutela determinar la conformidad de las acciones u omisiones particulares según un referente objetivo, con
miras a la protección efectiva de los derechos fundamentales.
Cuando del incumplimiento de un deber consagrado en la Constitución se derive una afectación de un derecho
fundamental, estos deberes pueden exigirse directamente por vía de tutela.
Excepcionalmente, los deberes constitucionales son exigibles directamente. Ello sucede, entre otros eventos,
cuando su incumplimiento, por un particular, vulnera o amenaza derechos fundamentales de otra persona, lo que
exige la intervención oportuna de los jueces constitucionales para impedir la consumación de un perjuicio
irremediable (C.P., art. 86). En estos casos, al juez de tutela le corresponde evaluar si la acción u omisión, que
constituye simultáneamente un incumplimiento de los deberes constitucionales, vulnera o amenaza un derecho
fundamental, y si la ley habilita la procedencia de la acción de tutela contra el particular. En caso afirmativo, el juez
podrá hacer exigible inmediatamente los deberes consagrados en la Constitución, con miras a la protección efectiva
de los derechos fundamentales
La solidaridad no sólo es un deber constitucional genérico (C.N., art. 95.2), también es un principio fundamental
(C.N., art. 1º). Como principio, la solidaridad imprime ciertos parámetros de conducta social a los particulares, que
pretenden racionalizar ciertos intercambios sociales. En el Estado Social de Derecho, el principio de solidaridad
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cumple la función de corregir sistemáticamente algunos de los efectos nocivos que tienen las estructuras sociales
y económicas sobre la convivencia política a largo plazo.
Los edificios o conjuntos de uso residencial, en virtud del deber constitucional de solidaridad que fundamenta el
Estado social de derecho, deben considerar e implementar en un escenario participativo las diferentes
posibilidades de readecuación física del espacio que se presenta como una barrera física o arquitectónica, con el
ánimo de permitir la integración real y efectiva de la población en condición de discapacidad. Se trata de un deber
de evaluar con seriedad –y siguiendo consideraciones de razonabilidad- las diferentes alternativas, así como
adelantar su implementación cuando ello resulte material y jurídicamente posible.
Magistrado Ponente:
Sentencia T-553/2011
JORGE IGNACIO PRETELT CHALJUB
Accionante: Carlos Alberto Toro Múñoz.
Accionados: Consejo Superior de la Judicatura- Dirección Ejecutiva Seccional de Administración Judicial.
Temas: Vulneración a los derechos fundamentales al trabajo, a la igualdad y a la dignidad humana.
CONSIDERACIONES DESTACADAS
Es importante resaltar que la protección de los derechos humanos de las personas que se encuentran en alguna
circunstancia de discapacidad se aborda en la actualidad desde el modelo social, esto es, la discapacidad entendida
como una realidad, no como una enfermedad que requiere ser superada a toda costa, en otras palabras, se asume
desde el punto de vista de la diversidad, de aceptar la diferencia. Este modelo tiene una visión amplia, pues (i)
supera un primer modelo centrado en la caridad y el asistencialismo y, (ii) además, parte de que no sólo debe
abordarse la discapacidad desde el punto de vista médico o de rehabilitación sino que se centra en el
aprovechamiento de todas las potencialidades que tienen los seres humanos, independientemente del tipo de
discapacidades que tengan.
Hay un cambio de paradigma en la forma cómo debe abordarse la discapacidad, pues según esta aproximación, la
discapacidad surge principalmente del fracaso de la adaptación del ambiente social a las necesidades y aspiraciones
de las personas con discapacidad, no de la incapacidad de estas personas de adaptarse al ambiente. Bajo este
modelo, la discapacidad es principalmente un problema de discriminación y estigmatización. Además, las
dificultades que enfrentan las personas con discapacidad surgen de un ambiente no adaptado a sus condiciones.
En su modo más puro, quienes defienden este modelo sostienen que la discapacidad es una construcción
social (de hecho esta afirmación es hecha en el Plan de Acción para la Discapacidad de la Unión Europea de 2003)
y, por tanto, que la sociedad debe adaptarse para responder a las necesidades de las personas con discapacidad
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El ambiente (físico, cultural, etc.) puede tener un impacto positivo o negativo en la manera de asumir y entender
la discapacidad, pues “los efectos de la discapacidad sobre una persona dependen de manera fundamental del
entorno social, es decir, que la discapacidad no es únicamente un problema individual. Esto significa que un medio
social negativo y poco auspiciador puede convertir la discapacidad en invalidez, y que, por el contrario, un ambiente
social positivo e integrador puede contribuir de manera decisiva a facilitar y aliviar la vida de las personas afectadas
con una discapacidad
En el curso de la historia, las personas discapacitadas han sido tradicional y silenciosamente marginadas. A través
del tiempo, las ciudades se han construido bajo el paradigma del sujeto completamente habilitado. La educación,
la recreación, el transporte, los lugares y los medios de trabajo, incluso el imaginario colectivo de la felicidad, se
fundan en la idea de una persona que se encuentra en pleno ejercicio de todas sus capacidades físicas y mentales.
Quien empieza a decaer o simplemente sufre una dolencia que le impide vincularse, en igualdad de condiciones,
a los procesos sociales – económicos, artísticos, urbanos -, se ve abocado a un proceso difuso de exclusión y
marginación, que aumenta exponencialmente la carga que debe soportar
De lo anterior puede colegirse que el ambiente físico tiene una gran importancia en términos de inclusión/exclusión
social para cada ser humano según su proyecto de vida. Es decir, la relación persona – ambiente juega un papel
fundamental para el desarrollo del ser humano y la posibilidad de llevar a cabo sus aspiraciones más profundas.
Por consiguiente, es necesario que los estados y las sociedades reconozcan la importancia de que el entorno
responda a las necesidades de todas las personas, teniendo en cuenta a aquellas con diferentes tipos de
discapacidades para lograr su integración social y garantizar plenamente el ejercicio de todos sus derechos.
El derecho a la accesibilidad constituye un puente para el disfrute de otras garantías constitucionales como la
libertad de locomoción, el libre desarrollo de la personalidad y la autonomía como expresión de la dignidad
humana, pues a través de la posibilidad de acceder a diferentes espacios físicos, el individuo puede elegir hacia
dónde quiere dirigirse de manera autónoma y seguir el plan de vida que él mismo se ha trazado. El derecho a
acceder al ambiente físico se encuentra relacionado con el derecho a la libertad en sus múltiples expresiones, entre
las que se encuentra la atinente al libre desarrollo de la personalidad
La jurisprudencia de esta Corporación ha promovido la aplicación de las normas constitucionales y legales que
reconocen la protección especial que el Estado debe brindar a las personas discapacitadas y ha garantizado su
acceso, en igualdad de condiciones, al espacio público y las instalaciones y edificios abiertos al público
El Estado colombiano ha adquirido el compromiso de integrar a las personas en situación de discapacidad a la
sociedad para reivindicar sus derechos en condiciones de igualdad real y efectiva con el resto de ciudadanos. Este
compromiso se remonta a mediados del siglo XX, cuando la comunidad internacional, a través de diversos
instrumentos normativos, evidenció la necesidad de reconocer un trato especial a esta población que les
garantizara una vida en condiciones dignas.
Una manifestación del reconocimiento de los derechos a la dignidad humana y de la igualdad de las personas con
discapacidad es reconocimiento de su derecho a la accesibilidad para lograr su integración social, toda vez que si
el ambiente físico es accesible, la persona puede ejercer sin obstáculo el derecho a la libre locomoción y, por esta
vía, puede disfrutar de otros derechos fundamentales como la educación, la salud, el trabajo, etc
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En consonancia con lo anterior, en el ordenamiento interno colombiano, la Ley 361 de 1997 estableció mecanismos
de integración social para las personas con limitación. Esta ley se inspiró en el contenido de múltiples instrumentos
internacionales de derechos humanos de las personas con discapacidad como la Declaración de los Derechos
Humanos proclamada por las Naciones Unidas en el año de 1948, la Declaración de los Derechos del Deficiente
Mental aprobada por la ONU el 20 de diciembre de 1971, la Declaración de los Derechos de las Personas con
Limitación aprobada por la Resolución 3447 de la misma organización el 9 de diciembre de 1975, el Convenio 159
de la OIT, la Declaración de Sund Berg de Torremolinos, Unesco 1981, la Declaración de las Naciones Unidas
concernientes a las personas con limitación de 1983 y la Recomendación 168 de la OIT de 1983 para avanzar en
la efectividad de sus derechos fundamentales, su realización personal y su integración social (articulo 1).
Las ramas del poder público deben disponer todos los recursos necesarios para el ejercicio de los derechos
“De la accesibilidad” establece como finalidad la eliminación de todo tipo de barreras en el diseño, ejecución de
vías, espacio publico y mobiliario urbano, así como en la construcción o reestructuración de edificios de propiedad
pública o privada (articulo 43)- Su parágrafo señala que todos los espacios y ambientes descritos en ese titulo
deberán garantizar el acceso de todas las personas y especialmente de la población con algún tipo de “limitación”.
Acerca del concepto de accesibilidad y barreras físicas, esta ley preceptúa que por accesibilidad debe entenderse
la condición que permite en cualquier espacio o ambiente interior o exterior la movilización segura de todas las
personas y el uso seguro de todos los servicios instalados allí; y por barreras físicas, todas aquellas trabas u
obstáculos físicos que impidan la libertad o movimiento de las personas.
Además, en torno al tema que se viene desarrollando, la Convención sobre los Derechos Humanos de las personas
con discapacidad, ratificada el pasado 10 de mayo por nuestro país y que integra el denominado bloque de
constitucionalidad, establece en su artículo 9, acerca de la accesibilidad, lo siguiente:
“1. A fin de que las personas con discapacidad puedan vivir en forma independiente y participar plenamente en
todos los aspectos de la vida, los Estados Partes adoptarán medidas pertinentes para asegurar el acceso de las
personas con discapacidad, en igualdad de condiciones con las demás, al entorno físico, el transporte, la
información y las comunicaciones, incluidos los sistemas y las tecnologías de la información y las comunicaciones,
y a otros servicios e instalaciones abiertos al público o de uso público, tanto en zonas urbanas como rurales. Estas
medidas, que incluirán la identificación y eliminación de obstáculos y barreras de acceso, se aplicarán, entre otras
cosas, a:
a) Los edificios, las vías públicas, el transporte y otras instalaciones de exteriores e interiores como escuelas,
viviendas, instalaciones médicas y lugares de trabajo;
b) Los servicios de información, comunicaciones y de otro tipo, incluidos los servicios electrónicos y de emergencia.
2. Los Estados Partes también adoptarán las medidas pertinentes para:
a) Desarrollar, promulgar y supervisar la aplicación de normas mínimas y directrices sobre la accesibilidad de las
instalaciones y los servicios abiertos al público o de uso público;
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b) Asegurar que las entidades privadas que proporcionan instalaciones y servicios abiertos al público o de uso
público tengan en cuenta todos los aspectos de su accesibilidad para las personas con discapacidad;
c) Ofrecer formación a todas las personas involucradas en los problemas de accesibilidad a que se enfrentan las
personas con discapacidad;
d) Dotar a los edificios y otras instalaciones abiertas al público de señalización en Braille y en formatos de fácil
lectura y comprensión;
e) Ofrecer formas de asistencia humana o animal e intermediarios, incluidos guías, lectores e intérpretes
profesionales de la lengua de señas, para facilitar el acceso a edificios y otras instalaciones abiertas al público;
f) Promover otras formas adecuadas de asistencia y apoyo a las personas con discapacidad para asegurar su acceso
a la información;
g) Promover el acceso de las personas con discapacidad a los nuevos sistemas y tecnologías de la información y las
comunicaciones, incluida Internet;
h) Promover el diseño, el desarrollo, la producción y la distribución de sistemas y tecnologías de la información y
las comunicaciones accesibles en una etapa temprana, a fin de que estos sistemas y tecnologías sean accesibles al
menor costo.” (Subraya y negrilla fuera de texto)
A su vez, el artículo 2 de esta Convención establece una serie de definiciones dentro las cuales se resaltan, por su
pertinencia para el caso, dos: diseño universal y ajustes razonables. Con respecto a la primera, dicho instrumento
señala que por diseño universal “se entenderá el diseño de productos, entornos, programas y servicios que puedan
utilizar todas las personas, en la mayor medida posible, sin necesidad de adaptación ni diseño especializado. El
´diseño universal´ no excluirá las ayudas técnicas para grupos particulares de personas con discapacidad, cuando
se necesiten”. Respecto al segundo concepto, preceptúa que por
ajustes razonables “se entenderán las
modificaciones y adaptaciones necesarias y adecuadas que no impongan una carga desproporcionada o indebida,
cuando se requieran en un caso particular, para garantizar a las personas con discapacidad el goce o ejercicio, en
igualdad de condiciones con las demás, de todos los derechos humanos y libertades fundamentales”.
La independencia y la participación en todos los ámbitos de la vida pública y privada de las personas en situación
de discapacidad depende en un grado muy importante de la garantía de accesibilidad al entorno físico. Este
instrumento internacional a la vez contempla que el acceso físico debe garantizarse para ingresar a los edificios y
otros ambientes en donde se desarrolla generalmente la vida del ser humano (vías públicas, transportes, escuelas,
viviendas, instalaciones médicas, trabajo). Ante la ausencia de un compromiso de la sociedad para entender las
circunstancias en las que viven las personas con diferentes discapacidades, resalta la importancia de brindar
formación a todas las personas involucradas en los problemas de accesibilidad que las personas con discapacidad
deben afrontar cotidianamente y de forma silenciosa. También se debe resaltar el concepto de ´diseño universal´
que contempla la Convención en el sentido de que el diseño debe ser pensado para toda la población en general,
con y sin discapacidad; sin embargo, ello no excluye que se realicen los ´ajustes razonables´ que requiera una
población en particular.
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La Corte Constitucional ha protegido el derecho a la accesibilidad física, en su manifestación del derecho a la libre
locomoción, ordenando a las entidades accionadas que elaboren un plan mediante el cual se garantice
gradualmente el goce efectivo de este derecho, atendiendo a su carácter programático
Debe existir (i) un plan específico para garantizar de manera progresiva el goce efectivo del derecho constitucional
en su faceta prestacional; (ii) un cronograma de actividades para su ejecución. El plan (iii) debe responder a las
necesidades de la población hacia la cual fue estructurado; (iv) debe ser ejecutado en un tiempo determinado, sin
que este lapso se torne en irrazonable ni indefinido y; (v) debe permitir una verdadera participación democrática
en todas las etapas de su elaboración.
El fin perseguido a través de las medidas de diferenciación positiva es el de contrarrestar - equilibrar - los efectos
negativos que generan las discapacidades en punto a la participación de los discapacitados en las distintas
actividades que se desarrollan en la sociedad
El contenido del artículo 13 de la Constitución Política busca la realización de una justicia material para todas las
personas. En consecuencia, la especial protección constitucional que se otorga a diferentes personas o grupos en
estado de vulnerabilidad, como es el caso de aquéllos ciudadanos con diferentes discapacidades, no es un favor
que les otorga el Estado o un acto de caridad sino que es un deber constitucional (artículos 13, 47, 54, 68)
Cualquier trato diferenciado para que sea constitucionalmente admisible debe tener sustento en los valores y
principios constitucionales y, claramente, en la observancia del contenido del artículo 13 de la Carta Fundamental
Magistrado Ponente:
Sentencia T-030/10
LUIS ERNESTO VARGAS SILVA
Accionante: MARIA IRMA CAMPO URRUTIA
Accionados: Gobernador del Departamento del Cauca y del Alcalde Municipal de Popayán.
Temas: Vulneración a los derechos fundamentales a la dignidad humana, igualdad y locomoción.
CONSIDERACIONES DESTACADAS
Sobre el impacto del derecho internacional frente a los discapacitados, la Corte ha expresado que “las obligaciones
del Estado Colombiano para con los discapacitados no solo surgen de los tratados y convenios internacionales
ratificados por Colombia, sino en general de las manifestaciones de voluntad de la comunidad internacional con
respecto del reconocimiento de sus derechos humanos y de su dignidad humana, principios que además de regir
el orden público internacional, son pilares fundamentales de la constitucionalidad colombiana.
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En el curso de la historia, las personas discapacitadas han sido tradicional y silenciosamente marginadas. A través
del tiempo, las ciudades se han construido bajo el paradigma del sujeto completamente habilitado. La educación,
la recreación, el transporte, los lugares y los medios de trabajo, incluso el imaginario colectivo de la felicidad, se
fundan en la idea de una persona que se encuentra en pleno ejercicio de todas sus capacidades físicas y mentales.
Quien empieza a decaer o simplemente sufre una dolencia que le impide vincularse, en igualdad de condiciones,
a los procesos sociales – económicos, artísticos, urbanos -, se ve abocado a un proceso difuso de exclusión y
marginación, que aumenta exponencialmente la carga que debe soportar.
Cualquier discriminación que se imponga a una persona con ocasión de su discapacidad, por intrascendente que
parezca, no deja de ser reprochable en un Estado democrático y constitucional de derecho. Así entonces, se
deberán “remover los obstáculos que impidan la adecuada integración social de los discapacitados en condiciones
de igualdad material y real, no meramente formal, sin que ello signifique desconocer que las órdenes
correspondientes son de ejecución compleja
Las Ramas del Poder Público pondrán a disposición todos los recursos necesarios para el ejercicio de los derechos
constitucionales de las personas con limitaciones para su completa realización personal, siendo obligación
ineludible del Estado la prevención, la educación apropiada, la orientación, la integración laboral y la garantía de
los derechos fundamentales económicos, culturales y sociales
En punto específicamente a la adecuación o reforma de los edificios abiertos al público, tema central de esta tutela,
la Ley en referencia consagra varias medidas para facilitar “el acceso y tránsito seguro de la población en general
y en especial de las personas con limitación”. Con tal propósito señala que “Las instalaciones y edificios ya
existentes se adaptarán de manera progresiva (...) de tal manera que deberán además contar con pasamanos al
menos en uno de sus dos laterales”. Indica igualmente, que lo dispuesto en estas disposiciones será de obligatorio
cumplimiento para las edificaciones e instalaciones abiertas al público que sean de propiedad particular, las que
dispondrán de un término de cuatro años para realizar las adecuaciones correspondientes. Exige también que en
las edificaciones de varios niveles que no cuenten con ascensor, existan rampas con las condiciones técnicas y de
seguridad adecuadas.
Entonces el legislador quien dispuso, de manera expresa, que las “instalaciones abiertas al público deberán contar
por lo menos con un sitio accesible para las personas en silla de ruedas” y fijó un término no mayor de dieciocho
meses, contado a partir de la vigencia de la ley (enero 7 de 1997), para que las entidades estatales competentes
elaboren planes para la adaptación de los espacios públicos, edificios, servicios e instalaciones dependientes, de
acuerdo con lo previsto en la Ley 361 y en sus normas reglamentarias
En lo referente al espacio público, la jurisprudencia constitucional ha indicado que “la finalidad de facilitar el
desplazamiento y el uso confiable y seguro del espacio público por parte de las personas, en especial de aquellas
limitadas físicamente, impone la toma de medidas especiales para asegurar dicho acceso y permanencia
A partir de los principios constitucionales, las normas del derecho internacional, las disposiciones legales y la
jurisprudencia constitucional sobre la materia, el ámbito de protección especial de la locomoción de una persona
discapacitada contempla la accesibilidad a las instalaciones y edificios abiertos al público en condiciones de
igualdad, es decir, sin tener que soportar obstáculos, barreras o limitaciones que supongan cargas excesivas,
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puesto que “los grupos de discapacitados tienen el derecho a que se remuevan las cargas desproporcionadas que
les impiden integrarse cabalmente a la sociedad
Magistrado Ponente:
Sentencia T-1258/08
MAURICIO GONZÁLEZ CUERVO
Accionante: Henry Páez Guzmán.
Accionados: Corte Constitucional y Sala Administrativa del Consejo Superior de la Judicatura.
Temas: Derechos presuntamente vulnerados dignidad personal y a la igualdad de un ciudadano con enanismo.
Afectación aparente: omisión del deber de brindar un trato especial en el acceso a la información a las personas
de talla baja, con fundamento en la altura de las ventanillas de atención al público en el edificio de la Corte
Constitucional, que supera el tamaño previsto para las personas con enanismo.
CONSIDERACIONES DESTACADAS
Son muy pocos los precedentes jurisprudenciales que existen en el mundo sobre la exigencia de un trato especial
diferenciado para las personas de talla pequeña, en materia de locomoción y adaptabilidad al entorno, en un
contexto global tradicionalmente diseñado y pensado para los ciudadanos de talla antropomórfica estándar. Desde
esta perspectiva, llama particularmente la atención que el demandante se describa a sí mismo como una persona
con discapacidad y exija un ajuste a la infraestructura física de esta Corporación, aduciendo una limitación de
accesibilidad, que es generalmente propia de las reivindicaciones y exigencias de las personas con discapacidad.
En Colombia, éste el primer caso en el que una persona con enanismo propone estas reflexiones como expectativas
de reivindicación de sus derechos fundamentales.
La Corte Constitucional, en consecuencia, sin desconocer que existe el interés de algunos grupos de reforzar
positivamente el término genérico al que se ha hecho referencia, utilizará de manera general en esta providencia
el apelativo de personas de talla baja o pequeña, que es el nombre con el que actualmente se hacen llamar en su
mayoría, los colectivos que reúnen a los ciudadanos con enanismo en los países de habla hispana[13], a fin de
utilizar una expresión que no sólo sea ampliamente aceptada por estas asociaciones, sino que respete igualmente
los sentimientos de quienes padeciendo de enanismo, - entre ellos el actor -, no quieren ser designados con la
acepción genérica enunciada
Por razones históricas y culturales, los mal llamados “enanos”, han desempeñado un papel cómico o mágico en la
conciencia colectiva de nuestra sociedad. En la mayoría de los casos, el teatro y la actuación han sido la principal
profesión disponible para estas personas, ya que los empleadores son reticentes a vincular laboralmente a
ciudadanos de talla baja en otros oficios; y cuando los emplean, lo hacen generalmente en ámbitos relacionados
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con el entretenimiento, en calidad de gnomos, duendes, toreros, payasos o diverso tipo de personajes cómicos o
mágicos.
Fuera del rol festivo en el que han sido encasillados y que la comunidad moderna arrastra todavía, la actitud frente
a las personas de talla baja ha sido en general excluyente. Los estigmas sociales frente a estas personas tienden
en ocasiones a igualar la estatura pequeña con la debilidad mental o con lo que provoca gracia. Además, su notoria
diferencia con el arquetipo tradicional de personas, genera en quienes no son de talla baja, sentimientos
encontrados que oscilan entre la incomodidad, la hilaridad, la falta de naturalidad, la culpa, o incluso el temor
La doctrina jurídica internacional no ha abordado el tema de la protección especial para las personas de talla baja
de una manera sistemática y unificada. En algunos países, la protección especial para las personas de talla baja es
inexistente. En otros, en atención al derecho a la igualdad y de acuerdo a un concepto ampliado de personas con
discapacidad, los ciudadanos de talla baja han empezado a recibir la protección constitucional y legal que se le da
a la población con discapacidad, en aspectos especialmente ligados con la accesibilidad a bienes y servicios, la
movilidad urbana y rural, y el acceso a fuentes de trabajo de diversa índole.
Si bien esta Corporación no pudo encontrar por el momento casos específicos relacionados con accesibilidad
laboral para personas de talla baja en EE.UU., lo cierto es que en las discusiones sobre el tema en la doctrina, se
entiende que las personas de talla baja están incluidas en esta protección general otorgada a todos los sujetos con
discapacidad
En aquellos casos en que se ha considerado que las personas de talla pequeña pueden gozar de la protección
conferida a los ciudadanos con discapacidad, uno de los aspectos que más se ha tenido en cuenta de acuerdo a su
condición particular y sus necesidades, es el tema de la accesibilidad física. Bajo este término, se describen aquellos
programas y procesos adoptados por los países involucrados en estos cambios, que permiten la eliminación de las
barreras arquitectónicas en entornos públicos y privados. Para el caso de las personas de talla baja, ese
reconocimiento es particularmente importante por los significativos avances técnicos que se han dado en esa área.
Muchas personas con discapacidad, son excluidas de la participación activa en la comunidad, porque las puertas
de ingreso a teatros, centros educativos, etc., son estrechas, hay ausencia de rampas, los baños no pueden ser
usados, etc. Para el caso de las personas con enanismo, la exclusión se concreta en teléfonos, luces y en general
un mobiliario urbano o una infraestructura muy alta. Por tal razón, cambios aparentemente insignificantes en el
ambiente construido, pueden permitirle a una persona en tales circunstancias, una vida completamente autónoma,
si el ambiente circundante ha tenido en cuenta sus necesidades y limitaciones
La doctrina internacional ha desarrollado desde el punto de vista técnico, un concepto arquitectónico naciente
denominado Diseño Universal, que establece la idea de una accesibilidad orientada no sólo a las personas con
discapacidad, sino a todos ciudadanos en general.
La accesibilidad universal a la que se alude, sin embargo, es el nivel más alto de integración social posible al que
se aspira, en materia de interacción de las personas a los ambientes construidos que las circundan, y por ende, un
objetivo gradual y último, al que se espera llegar
Se consideran ajustes razonables en el ambiente de trabajo de las personas con discapacidad, según la doctrina y
algunos desarrollos de la jurisprudencia, (a) aquellos ajustes que son efectivos, es decir, que resultan aptos para
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La persona y le permiten realizar de manera adecuada sus labores, acceder a un servicio o ejercer un derecho. (b)
Los que son razonables en cuanto a sus costos, en contraposición a los irrazonables, que resultan ser los
excesivamente caros o desproporcionados en relación con el beneficio de accesibilidad que aportan; (c) aquellos
que concuerdan con la legislación sobre salud ocupacional, arquitectónica y de seguridad según el caso; y (d) los
que como resultado promueven la independencia, la participación y la integración de la persona, y le permiten
acceder en igualdad de condiciones a un servicio.
(a) Las personas de talla pequeña, por su condición física particular, son ciudadanos que se ven enfrentados día a
día a barreras culturales, sociales y de infraestructura arquitectónica y ambiental en todo el mundo, que les
impiden el acceso efectivo a bienes y servicios, en un ambiente pensado para personas antropométricamente de
un tamaño significativamente más alto.
(d) La Corte resalta en consecuencia, que la protección dada a las personas de talla baja en el mundo no es
uniforme. En algunos países ni siquiera se han generado debates sobre su condición específica y por consiguiente
no se han tomado aún en consideración sus significativas diferencias frente a la media de la población, lo que no
ha llevado tampoco a la definición de políticas públicas particulares. En otros países, se las protege como personas
con discapacidad y ello les permite acceder a los beneficios sociales derivados de la protección constitucional
especial de estas personas, tales como prerrogativas en ámbitos laborales, accesibilidad y movilidad, entre otros.
Encuentra la Corte que efectivamente en el Congreso se profirió la Ley 1275 del 5 de enero de 2009, “Por medio
de la cual se establecen lineamientos de Política Pública Nacional para las personas que presentan enanismo y se
dictan otras disposiciones”, fruto de los proyectos de ley anteriormente mencionados. El artículo primero de esa
ley señaló lo siguiente:
“Artículo 1. Objeto. La presente ley tiene por objeto declarar como personas en condición de discapacidad a las
personas que padecen de enanismo y establecer los lineamientos de política pública nacional, con el fin de
promover la inclusión social, el bienestar y desarrollo integral de las personas que lo padecen, garantizar el ejercicio
pleno y efectivo de sus Derechos Humanos y crear las bases e instrumentos que les permitan participar de manera
equitativa en la visa económica, cultural, laboral, deportiva, política, social, educativa del país.
Parágrafo. Las personas que padecen de enanismo, gozarán de los mismos beneficios y garantías contempladas
en las leyes vigentes, otorgadas a favor de la población en condición de discapacitada”. (Subrayas fuera del
original).
Sentencia T-285/03
Magistrado Ponente:
CLARA INES VARGAS HERNANDEZ
Accionante: María Margarita Quijano.
Accionados: Junta Administradora de la Unidad Residencial Avenida Suba.
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Temas: Derechos presuntamente vulnerados dignidad personal y a la igualdad.
CONSIDERACIONES DESTACADAS
Diversas situaciones pueden constituir un acto discriminatorio contrario al derecho a la igualdad de los
discapacitados. Por un lado, la conducta, actitud o trato, consciente o inconsciente, dirigido a anular o restringir
sus derechos, libertades y oportunidades, sin justificación objetiva y razonable. Por otro, el acto discriminatorio
consistente en una omisión injustificada en el trato especial a que tienen derecho los discapacitados, la cual trae
como efecto directo su exclusión de un beneficio, ventaja u oportunidad. La existencia de una discriminación por
omisión de trato más favorable supone que el juez verifique en la práctica diversos extremos: (1) un acto - jurídico
o de hecho - de una autoridad pública o de un particular, en los casos previstos en la ley; (2) la afectación de los
derechos de personas con limitaciones físicas o mentales; (3) la conexidad directa entre el acto, positivo u omisivo,
y la restricción injustificada de los derechos, libertades u oportunidades de los discapacitados.
Magistrado Ponente:
Sentencia T-595/02
MANUEL JOSÉ CEPEDA ESPINOSA
Accionante: Daniel Arturo Bermúdez Urrego.
Accionados: Transmilenio S.A.
Temas: Libertad de locomoción; dimensión positiva. Igualdad material y protección especial. Discapacitados
físicos; accesibilidad al servicio de transporte público. Prestaciones programáticas de un derecho fundamental;
condiciones de exigibilidad
CONSIDERACIONES DESTACADAS
Son pues, cuatro las conclusiones que deben tenerse en cuenta para el análisis del presente caso. Primero, la
libertad de locomoción es de capital importancia por cuanto es una condición para el goce efectivo de otros
derechos fundamentales. Segundo, esta libertad se afecta no sólo cuando por acciones positivas directamente se
obstruye la circulación de los ciudadanos, sino también se ve limitado cuando se genera ese efecto indirectamente
o por omisión en la remoción de barreras o en la creación de una infraestructura adecuada para la circulación.
Tercero, el servicio de transporte público es indispensable para el ejercicio de la libertad de locomoción, y de los
demás derechos constitucionales que dependen de la posibilidad de movilizarse, en especial para aquellos sectores
marginados de la población urbana que carecen de otra alternativa de transporte. Cuarto, el servicio básico de
transporte debe ser accesible para todos los usuarios.
La Corte ha considerado que el alcance del consenso internacional en esta materia es de tal relevancia que ha
indicado que las obligaciones del Estado Colombiano para con los discapacitados no sólo surgen de los tratados y
convenios internacionales ratificados por Colombia, sino en general de las manifestaciones de voluntad de la
comunidad internacional con respecto del reconocimiento de sus derechos humanos y de su dignidad humana,
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principios que además de regir el orden público internacional, son pilares fundamentales de la constitucionalidad
colombiana
En relación con el servicio de transporte la Ley 361 de 1997 indica en su artículo 59 que las empresas que lo presten,
tanto de carácter público, privado o mixto, “(…) deberán facilitar sin costo adicional alguno para la persona con
limitación el transporte de los equipos de ayuda biomédica, sillas de ruedas u otros implementos directamente
relacionados con la limitación, así como los perros guías que acompañen las personas con limitación visual.” El
segundo inciso de la norma indica que en el caso de que en el viaje se encuentren como pasajeros personas
limitadas, se les deben reservar las sillas de la primera fila. De esta manera, el Legislador consagra dos contenidos
específicos del derecho de accesibilidad de los discapacitados, de relevancia constitucional, por cuanto es una
concreción de las garantías consagradas en los artículos 13, 24, 47, 54 y 68 de la Constitución Política y los derechos
reconocidos a los discapacitados en tratados internacionales suscritos por Colombia.
A la luz de las disposiciones constitucionales, los tratados internacionales sobre el tema, las demás disposiciones
legales pertinentes y la jurisprudencia constitucional, se concluye que el ámbito de protección de la libertad de
locomoción de una persona discapacitada, contempla la posibilidad de acceder al sistema de transporte básico de
una ciudad en condiciones de igualdad, es decir, sin tener que soportar limitaciones que supongan cargas excesivas.
Los grupos discapacitados tienen el derecho a que se remuevan las cargas desproporcionadas que les impiden
integrarse cabalmente a la sociedad.
Así entendida la progresividad adquiere su pleno alcance constitucional. Tomar los derechos en serio exige,
también, tomar la progresividad en serio, como lo han precisado los organismos internacionales competentes.[48]
En primer lugar, la progresividad se predica del goce efectivo del derecho y por lo tanto, no justifica excluir grupos
de la sociedad de la titularidad del mismo. En la medida en que ciertos grupos sociales, por sus condiciones físicas,
culturales o socioeconómicas, sólo pueden gozar plenamente de una prestación amparada por un derecho si el
Estado adopta políticas que comprometen recursos públicos y exigen medidas de orden administrativo, el carácter
progresivo de estas prestaciones impide que el Estado sea completamente indiferente a las necesidades de tales
grupos puesto que ello equivaldría a perpetuar su situación de marginamiento, lo cual es incompatible con los
principios fundamentales en que se funda una democracia participativa. En segundo lugar, la progresividad de
ciertas prestaciones protegidas por un derecho requiere que el Estado incorpore en sus políticas, programas y
planes, recursos y medidas encaminadas a avanzar de manera gradual en el logro de las metas que el propio Estado
se haya fijado con el fin de lograr que todos los habitantes puedan gozar efectivamente de sus derechos. En tercer
lugar, el Estado puede a través de sus órganos competentes definir la magnitud de los compromisos que adquiere
con sus ciudadanos con miras a lograr dicho objetivo y, también, puede determinar el ritmo con el cual avanzará
en el cumplimiento de tales compromisos. Sin embargo, estas decisiones públicamente adoptadas deben ser serias,
por lo cual han de estar sustentadas en un proceso decisorio racional que estructure una política pública
susceptible de ser implementada, de tal manera que los compromisos democráticamente adquiridos no sean meras
promesas carentes de toda vocación de ser realizadas. Así, cuando tales compromisos han sido plasmados en leyes
y representan medidas indispensables para asegurar el goce efectivo de derechos fundamentales, los interesados
podrán exigir por vía judicial el cumplimiento de las prestaciones correspondientes.
5.5.1. Primero, como se dijo, debe existir una política pública, generalmente plasmada en un plan. Es lo mínimo
que debe hacer quien tiene la obligación de garantizar la prestación invocada. Se desconoce entonces la dimensión
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positiva de un derecho fundamental en sus implicaciones programáticas, cuando ni siquiera se cuenta con un plan
que conduzca, gradual pero seria y sostenidamente a garantizarlo y protegerlo.
5.5.2. Segundo, el plan debe estar encaminado a garantizar el goce efectivo del derecho; el artículo 2° de la
Constitución fija con toda claridad este derrotero. La defensa de los derechos no puede ser formal. La misión del
Estado no se reduce a expedir las normas y textos legales que reconozcan, tan sólo en el papel, que se es titular
de ciertos derechos. La racionalidad estatal mínima exige que dichas normas sean seguidas de acciones reales.
Estos deben dirigirse a facilitar que las personas puedan disfrutar y ejercer cabalmente los derechos que les fueron
reconocidos en la Constitución.
Es pues inaceptable constitucionalmente no sólo la ausencia de políticas en estas materias, sino que a pesar de
existir un plan o programa, éste (i) sólo esté escrito y no haya sido iniciada su ejecución, o (ii) que así se esté
implementando, sea evidentemente inane, bien sea porque no es sensible a los verdaderos problemas y
necesidades de los titulares del derecho en cuestión, o porque su ejecución se ha diferido indefinidamente, o
durante un período de tiempo irrazonable.
5.5.3. Tercero, el plan debe ser sensible a la participación ciudadana cuando así lo ordene la Constitución o la ley.
Este mandato proviene de diversas normas constitucionales, entre las cuales se destaca nuevamente el artículo
2°, en donde se indica que es un fin esencial del Estado “(…) facilitar la participación de todos en las decisiones que
los afectan y en la vida económica, política, administrativa y cultural de la nación; (…)”, lo cual concuerda con la
definición de la democracia colombiana como participativa (artículo 1° C.P.).
Magistrado Ponente:
Sentencia T-288/95
EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ
Accionante: Reinaldo Botero Bedoya, Defensor Regional del Pueblo, en representación de 25 personas disminuidas
físicamente.
Accionados: Clubes Deportivo Cali y América, la División Mayor del Fútbol Colombiano y el Fondo de Vigilancia y
Seguridad del Municipio de Cali.
Temas: Derecho a la igualdad y diferenciación positiva justificada. Protección especial de las personas con
limitaciones físicas. Principios de razonabilidad y proporcionalidad
CONSIDERACIONES DESTACADAS
Las normas expedidas por las organizaciones particulares que promueven y dirigen el espectáculo del fútbol, son
de naturaleza privada. Frente a estas disposiciones, el ordenamiento jurídico no tiene previstas acciones o medios
de defensa judicial - acciones de nulidad o de inconstitucionalidad -, que permitan su control y aseguren la
protección de los derechos de sus destinatarios o de terceros. Es así como, las personas afectadas por el contenido
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de estas directrices de carácter privado, se encuentran en relación de indefensión frente a las organizaciones
privadas que las expiden, circunstancia que legítima el ejercicio de la acción de tutela
La entrega en arrendamiento a personas naturales o jurídicas de carácter privado de instalaciones públicas
destinadas a la recreación y al deporte para la realización de determinados eventos, no sustrae a los estadios la
calidad de áreas de "espacio público".
En el uso o administración del espacio público, las autoridades o los particulares, deben propender no sólo la
protección de su integridad y la destinación al uso común, sino además la protección de todas las personas
residentes en el país (CP art. 2), en especial de aquellas discriminadas, marginadas o en condiciones de debilidad
manifiesta, mediante la adopción de medidas en su favor (CP art. 13).
Por accesibilidad se entiende "la condición que permite en cualquier espacio o ambiente interior o exterior, el fácil
desplazamiento de la población en general y el uso en forma confiable y segura de los servicios instalados en esos
ambientes"
La destinación del espacio público al uso común, incluye la garantía de acceso al mismo para toda la población. La
finalidad de facilitar el desplazamiento y el uso confiable y seguro del espacio público por parte de las personas,
en especial de aquéllas limitadas físicamente, impone la toma de medidas especiales para asegurar dicho acceso
y permanencia.
El derecho a la igualdad de oportunidades trasciende la concepción formal de la igualdad ante la ley. Tiene en
cuenta las diferencias naturales o sociales como factores relevantes para determinar el trato a que tienen derecho
determinadas personas o grupos. En relación con los discapacitados, la igualdad de oportunidades es un objetivo,
y a la vez un medio, para lograr el máximo disfrute de los demás derechos y la plena participación en la vida
económica, política, administrativa y cultural de la Nación (CP art. 2). La igualdad de oportunidades es, por
consiguiente, un derecho fundamental mediante el que se "equipara" a las personas en inferioridad de condiciones,
para garantizarles el pleno goce de sus derechos.
Los derechos específicos de protección especial para grupos o personas, a diferencia del derecho a la igualdad de
oportunidades, autorizan una "diferenciación positiva justificada" en favor de sus titulares. Esta supone el trato
más favorable para grupos discriminados o marginados y para personas en circunstancias de debilidad manifiesta
No es ajeno a la Corte que el proceso de diseño y reconstrucción de la infraestructura física de las ciudades con
miras al cubrimiento de las necesidades de las personas con limitaciones físicas y mentales, amerita cuantiosas
inversiones, que deberán efectuarse gradualmente. No obstante, mientras la planeación y la ejecución de
proyectos arquitectónicos de dimensión "humana" se convierte en realidad, las autoridades públicas deben
contribuir a la eliminación de las barreras jurídicas y culturales que refuerzan la discriminación en contra de los
discapacitados. En efecto, corrientemente, so pretexto de la aplicación de reglamentaciones genéricas se
discrimina por omisión a las personas discapacitadas. Adicionalmente, la existencia de prejuicios, actitudes de
vergüenza, de temor supersticioso, de incomodidad o de intolerancia, impide en la práctica la integración y
participación plena de los discapacitados en todos los ámbitos de la vida social. Frente a esta realidad social, el
Estado está en la obligación de intervenir mediante la adopción de medidas en favor de los grupos segregados o
discriminados, por expreso mandato constitucional
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Por último, la decisión de traslado de los petentes es notoriamente desproporcionada respecto del fin buscado. El
peligro claro y actual a que se somete a este grupo humano a cuyos miembros se les ofrece como alternativa el
acceso por una rampa que no cumple las especificaciones técnicas de seguridad, aunado a la permanencia en un
lugar donde los riesgos se ven aumentados significativamente respecto de los existentes en otro (pista atlética),
comporta un daño eventual mayor al presunto beneficio que se pretende alcanzar en materia de seguridad.
La actuación acusada configura una violación del derecho a la igualdad de oportunidades, ya que con ellas se
discrimina, sin justificación objetiva y razonable, a los peticionarios respecto de los demás espectadores cuando
se les somete a mayores esfuerzos y riesgos para acceder al goce de un derecho constitucional
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