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VIDA YSALUD
LO QUE DEBES SABER SOBRE LA DEPRESIÓN,
ESTRÉS Y LA ANSIEDAD
Muchas personas me han preguntado ¿qué es depresión y cuáles son los
síntomas del estrés? Y esperan una respuesta rápida y sencilla. Sin embargo, la
respuesta a esta pregunta es más compleja de lo que te imaginas. La depresión,
el estrés y la ansiedad son palabras que escuchamos todos los días Porque
vivimos en un mundo que va a gran velocidad y tiene repercusiones en nuestra
salud física y mental. Para entender qué son estas condiciones, primero es
necesario entender el concepto de salud mental.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define a la salud como un estado de
Completo bienestar físico, mental y social, y no solamente como la ausencia de
Enfermedad. En ese sentido, la salud mental es parte fundamental de una vida
sana y más si se define –como lo hace la OMS- “como el estado de bienestar en el
cual el individuo desarrolla sus propias habilidades, puede hacer frente a las
tensiones normales de la vida, puede trabajar de manera productiva y provechosa
tanto para él como para su comunidad”. En resumidas cuentas y palabras simples,
la salud mental determina la manera como lidiamos con nuestra vida y con los
problemas que se nos presentan a lo largo de la misma. En algún momento todos
podemos sentirnos incapaces de superar alguna situación y posiblemente eso nos
genere tristeza, depresión, estrés o ansiedad. Pero cuando estas conductas se
vuelven permanentes, repetitivas o críticas al punto que interfieren con nuestra
vida cotidiana, podemos hablar de una enfermedad mental.
Las enfermedades mentales o de comportamiento son comunes en todos los
países y generalmente quienes se ven afectados por ellas tienen a aislarse o a ser
aislados socialmente, a mantener una calidad de vida deficiente e incluso a pensar
en la muerte como salida. La OMS estima que en el año 2002 cerca de 154
millones de personas en el mundo sufrieron de depresión y 25 millones de
esquizofrenia. La misma organización calcula que alrededor de 800 mil personas
se suicidan cada año como consecuencia de trastornos mentales.
En Estados Unidos, las enfermedades mentales afectan aproximadamente a una
de cada cinco familias y se estima que de las 300 mil personas que se quitan la
vida anualmente en este país, el 90 por ciento presentaba alguna enfermedad
mental.
La depresión, el estrés y la ansiedad son las tres enfermedades mentales más
comunes. En este informe te contaremos de qué se tratan, cuáles son sus
síntomas y cuál es el tratamiento adecuado para cada una.
DEPRESIÓN
¿Qué es la depresión?
Cuando las cosas no salen como queremos, cuando sufrimos una pérdida
importante o pasamos por un mal momento, es normal que nos deprimamos. La
tristeza, la falta de ánimo o la sensación de soledad son respuestas comunes a los
reveses de la vida. Además son emociones que nos recuerdan que sentimos, que
somos más que carne y hueso, que estamos vivos. Pero cuando esos
sentimientos duran más tiempo del normal y se vuelven cada vez más fuertes, que
a duras penas los puedes soportar, entonces ya deja de ser normal y se convierte
en una enfermedad conocida como Depresión Severa o Clínica. Esta es una
enfermedad que puede afectar seriamente tu vida diaria, tu trabajo, tus relaciones
con los demás y hasta tu salud física. Especialmente cuando la dejas avanzar sin
buscar ayuda y sin recibir tratamiento. Incluso a muchos los lleva a caer en
adicciones o a pensar en el suicidio. Según el Instituto Nacional de Salud Mental,
la mayoría de las personas que sufren de depresión, no necesariamente
experimentan los mismos síntomas. Como todas las personas somos diferentes,
es muy probable que la severidad de los síntomas, su frecuencia y su duración,
varíe de una persona a otra. Sin embargo, hay señales de alerta tanto emocional
como físico que pueden indicarte que estás pasando por algo más que “un par de
días de tristeza”.
Síntomas emocionales
suntos
Más simples de la vida
ánimo repentino y extremo, pasando de la euforia al llanto
Inexplicablemente
te
No te sucede nada bueno
Síntomas físicos
insomnio y dificultades para dormirse
O, por el contrario, dormir en exceso
Pérdida de peso
ción en el deseo sexual
Fácilmente con tratamiento
Si has tenido cinco o más de estos síntomas durante dos semanas seguidas,
puedes tener Depresión Clínica. No te preocupes, no serías el primero ni el último.
Según la Asociación Nacional de Salud Mental (Mental Meath América, en inglés),
se estima que más de 19 millones de americanos al año sufren de Depresión
Clínica. Sin embargo, sólo menos de la mitad se han diagnosticado y han recibido
tratamiento para la depresión, mientras los demás siguen viviendo con la tristeza a
cuestas todos los días.
¿Crees que podrías estar en esta situación? Busca ayuda inmediatamente con un
Médico o un profesional de la salud mental. Mientras más pronto te diagnostiquen
y recibas tratamiento para la depresión, más rápido podrás dejar atrás estos días
de tristeza que parecen interminables y podrás recuperar la alegría y disfrutar la
vida. La depresión es un trastorno que afecta al cuerpo, al estado de ánimo y a los
Pensamientos. Puede afectar o alterar radicalmente la alimentación, el sueño y la
Manera de pensar, pero no es lo mismo que sentir tristeza o estar decaído, ni
tampoco es indicio de debilidad personal ni constituye un estado que pueda
disiparse o modificarse a voluntad. Las personas que sufren una enfermedad
depresiva o depresión no pueden simplemente "recobrar el ánimo" y reponerse. A
menudo es necesario el tratamiento que, es incluso decisivo para la recuperación.
Independientemente de lo que cause la depresión, hay cambios químicos en el
organismo.
Tipos de depresión
Los tipos de depresión más comunes son la Depresión Clínica o Severa y la
Depresión Crónica, también conocida como Distermia. Sin embargo, existen
otros
Tipos de depresión que difieren de los más comunes en los síntomas y el
tratamiento. Aquí haremos un recorrido por todos los tipos de depresión.
Empecemos:
Depresión Clínica o Severa
El sentirse triste de vez en cuando es normal. Sin embargo, cuando esos
sentimientos de tristeza interfieren en la vida diaria de una persona, impidiéndole
desempeñarse bien en el trabajo, dormir bien, estudiar, comer, relacionarse con
los demás y disfrutar de los simples placeres de la vida, estamos hablando de una
Depresión Clínica o Severa. Si sufres de esta depresión, estos sentimientos de
vacío y tristeza estarán contigo aunque quieras eliminarlos con toda tu voluntad.
Por eso, es una enfermedad que requiere ayuda de un profesional.
Es probable sufrir de Depresión Clínica una sola vez en la vida, aunque es más
común que se repita a lo largo de los años y se vuelva algo recurrente. Una de las
señales de la Depresión Clínica es la de tener un estado de ánimo muy bajo
durante todo el día, en especial durante la mañana. Esto, por supuesto combinado
con:
Estos síntomas deben estar presentes todos los días, mínimos durante dos
semanas.
Depresión Crónica o Distermia
También conocida como “trastorno sistémico” este tipo de depresión es un
trastorno afectivo o del estado de ánimo que con frecuencia se parece a una forma
de Depresión Clínica menos severa, pero más crónica. Esto quiere decir que dura
mucho más tiempo: dos años o más. Es menos severa porque, a diferencia de la
Depresión Clínica, no “incapacita” a la persona para funcionar en su vida
cotidiana. Sin embargo, las personas que tienen Distermia también pueden
experimentar, a veces, episodios de Depresión Clínica. Los síntomas de la
Distermia son los mismos que los de Depresión Clínica aunque no tan severos y
además, incluyen los siguientes:
curan aunque sean tratados
Depresión Atípica
A pesar de su nombre, este tipo de depresión es común, aunque no se diagnostica
con frecuencia. La Depresión Atípica, a diferencia de la depresión severa, no tiene
tantos síntomas. Sin embargo presenta otros que la hacen diferenciarse de los
otros tipos de depresión. Entre los síntomas de la depresión atípica se encuentran:
enta el
Rechazo, lo cual causa problemas para relacionarse en un medio social o de
Trabajo
Si tienes alguno de estos síntomas, el médico puede descartar al averiguar si se
deben a un problema físico. Con exámenes de sangre, podrá evaluar si tienes
problemas de la tiroides u otros desbalances hormonales, por ejemplo. De hecho
cualquier
depresión
puede
coexistir
con
otras
enfermedades
como
el
hipotiroidismo (cuando los niveles de la hormona tiroidea están bajos), que incluye
síntomas como la depresión, el cansancio y el aumento de peso, y vale la pena
descartarlos.
Depresión Bipolar o Maníaca
El trastorno bipolar se caracteriza porque puedes experimentar, de manera
abrupta, periodos de euforia (manía) seguidos de periodos de depresión. Durante
los períodos de manía, una persona puede ser demasiado impulsiva y energética
y puede incluso pasar por pretenciosa pues manifiesta una autoestima elevada.
En la fase depresiva puedes sufrir de ansiedad, baja autoestima y pensamientos
suicidas.
Hay dos tipos principales de trastorno bipolar: el “trastorno bipolar I” en el cual las
Personas tienen un episodio de manía seguido de un periodo extenso de
depresión. El “trastorno bipolar II” se caracteriza porque las personas presentan
periodos de hipomanía (niveles elevados de energía e impulsividad que no son tan
extremos como los síntomas de la manía). También existe una forma leve de
trastorno bipolar, llamada ciclotimia, en donde se presentan las alteraciones del
estado de ánimo pero de manera más leve. Tanto los hombres como las mujeres,
por igual, puede sufrir esta condición que se inicia, por lo general, entre los 15 y
los 25 años, y se cree que existen factores hereditarios. Los síntomas del trastorno
bipolar son diferentes según la etapa: En la fase maníaca, que puede durar desde
días hasta meses, se presenta hiperactividad, aumento en la energía asociada con
la poca necesidad de sueño, falta de autocontrol, delirios de grandeza y un
compromiso exagerado con las actividades que se han de llevar a cabo. También
es posible encontrar comportamientos precipitados como gastar dinero, comer,
beber o consumir drogas en exceso e incluso se puede alcanzar la promiscuidad
sexual dado que no se miden los efectos de los comportamientos. Estos síntomas
son más marcados en las personas que sufren de trastorno bipolar I. La fase
depresiva de ambos tipos de trastorno bipolar involucra los síntomas
recientemente mencionados con respecto a la depresión pero con una tendencia
mucho más fuerte. El riesgo del abuso de alcohol o sustancias psicoactivas, así
como el riesgo del suicidio son altos en las personas que sufren del trastorno
bipolar.
Depresión Post-parto
El tener un bebé sin duda es un hecho muy significativo en la vida de una mujer.
La catarata de emociones que se desata puede llevar a que la madre se sienta
agobiada por la responsabilidad de traer una nueva vida al mundo. De la felicidad
puedes pasar a la ansiedad y al miedo. Y también a la depresión. Por lo menos un
10% de las mujeres que acaban de dar a luz sufren de síntomas de depresión
como cambios de ánimo, ansiedad, tristeza, irritabilidad, problemas de
concentración y para conciliar el sueño, y ataques de llanto. Estos síntomas
pueden ser normales en las primeras semanas después del parto, debido a los
grandes cambios hormonales que se presentan en la madre, pero cuando se
agravan pueden resultar en:
sexo
Si es tu caso, debes pedir ayuda profesional inmediatamente para que te
recomiende algún tratamiento para tu Depresión Post-Parto, que puede incluir
terapia, medicamentos o terapia hormonal. Recuerda que debes buscar el apoyo
de tu pareja, de tus familiares y amigos.
Existe también la llamada Depresión Estacional, la cual ocurre cada año en la
misma época. Por lo general empieza en el otoño o en el invierno y termina en la
primavera o a principios del verano. Es mucho más intensa que la llamada tristeza
del invierno. Los especialistas dicen que la causa de la Depresión Estacional
puede ser la falta de la luz solar, pues se afecta el ritmo circadiano, es decir, el
reloj interno del cuerpo que nos indica cuándo estar despiertos y cuándo dormir.
Además, la falta de luz solar puede afectar un químico en el cerebro llamado
serotonina, que afecta directamente el estado de ánimo.
Causas de la depresión
Los científicos aún están investigando una causa concreta de la depresión. Sin
embargo, se sabe que contribuyen a la depresión una combinación de factores
bioquímicos, genéticos y ambientales.
Factores bioquímicos: Existen evidencias científicas que demuestran que las
personas que sufren de depresión tienen cambios químicos en el cerebro.
Además, los neurotransmisores que están ligados al estado de ánimo, también
juegan un papel importante en la depresión, como los desajustes hormonales.
Factores genéticos: Algunos estudios demuestran que la depresión es más
común en las personas que tienen algún familiar que ha sufrido de esta condición.
Las investigaciones apuntan a encontrar los genes responsables de la depresión.
Factores ambientales: Se refiere a las situaciones o circunstancias de tu vida
Que pueden provocar tristeza y son difíciles de superar como la muerte de un ser
querido, el divorcio, la pérdida del trabajo, alguna enfermedad crónica, el abuso
físico, sexual o emocional; los problemas económicos y el estrés que todo esto
causa.
Factores que incrementan el riesgo de sufrir de depresión
Hay millones de personas en Estados Unidos que padecen de depresión. Esta
condición afecta a las personas de todas las razas y niveles socio-económicos.
Todos podemos sufrirla, pero estadísticamente el doble de las mujeres comparado
con los hombres, son diagnosticadas con depresión cada año. Esto no
necesariamente significa que los hombres no sufran tanto de depresión, sino
indica más bien, el carácter femenino, que es más propenso a buscar ayuda y
tratamiento cuando lo
Necesita. La depresión puede empezar a cualquier edad, pero las estadísticas
demuestran que es más común alrededor de los 20 años, aunque hay niños que
sufren de depresión. Existen ciertos factores que se han identificado como los que
podrían causar o desencadenar la depresión:
ando o haber pasado por momentos difíciles como la muerte de un
ser querido.
demás.
ar) y de las drogas
cardiovasculares.
¿Cuál es el tratamiento para la depresión?
En la actualidad, existen varios tratamientos para la depresión. Los tres principales
son:
Medicamentos. Tu médico (especialmente el psiquiatra) te puede recetar
medicamentos que ayudan a mejorar el estado de ánimo regulando algunos
químicos en tu cerebro.
Psicoterapia. Se trata de hablar con un profesional en salud mental, como un
Psiquiatra o psicólogo acerca de tus problemas. La psicoterapia es un tratamiento
que, dependiendo de la severidad de la depresión, puede ir de la mano con los
medicamentos. Sólo un médico (el psiquiatra) te puede recetar medicinas, pero el
psicólogo puede darte la psicoterapia
Terapia electro convulsiva. Esta terapia de choques eléctricos, vale la pena
aclarar, se usa para personas en las que los medicamentos y la psicoterapia no
surten efecto y están en riesgo de quitarse la vida. Es para casos extremos.
También, existen tratamientos complementarios o alternativos para tratar la
depresión como la acupuntura, el yoga, la meditación, los masajes y algunos
suplementos como los que contienen Ácidos grasos Omega 3. La hierba de San
Juan, conocida en inglés como St. John Word, si bien no está aprobada por la
FDA, es una alternativa para la depresión que se usa en Europa. Recuerda que
antes de tomar suplementos debes consultar con tu médico, puesto que pueden
interferir con otros medicamentos que estés tomando.
Antidepresivos: tipos y efectos secundarios
Los medicamentos antidepresivos son una parte esencial del tratamiento para la
depresión. Aunque no la curan, pueden ayudar a reducir y a controlar sus
síntomas, y por lo mismo a que la persona se sienta mejor. ¿Cómo funcionan? Los
antidepresivos actúan en tu cerebro aumentando la disponibilidad de las
sustancias químicas (neurotransmisores) que ayudan al funcionamiento normal.
Actualmente existen una gran variedad de opciones entre los antidepresivos y
cada persona reacciona de diferente manera a ellos, los efectos secundarios
también varían en cada persona. Por eso a veces toma un tiempo hasta que se
encuentra el mejor antidepresivo y la dosis correcta para cada persona.
Obviamente tú y tú médico juntos decidirán cuál es el más indicado y si es
necesario cambiarlo.
Inhibidores selectivos de la receptación de serotonina (ISRS), son
conocidos como SSRIs en inglés y son unos de los antidepresivos más nuevos.
Aunque tienen menos efectos secundarios que los demás, de todos modos, en
algunas personas, pueden causar algunos efectos secundarios, especialmente en
dosis elevadas: disminución en el deseo sexual, dificultad para lograr un orgasmo,
mareo, náuseas, dolor de cabeza, insomnio y nerviosismo. Los encuentras como:
Celexa, Lexapro, Luvox, Prozac, Paxil y Zoloft.
Inhibidores de recaptación de serotonina y norepinefrina (IRSN),
también se les conoce como SNRIs en inglés. En algunas personas los efectos
secundarios descritos incluyen: visión borrosa, náuseas, cambios en el apetito,
ansiedad, dolor de cabeza, resequedad en la boca, estreñimiento, fiebre y
escalofrío. Además, pueden también aumentar tu frecuencia cardiaca. Los
encuentras como: Effexor y Cymbalta.
Inhibidores de recaptación de norepinefrina y dopamina (IRND), se
conocen en inglés como NDRIs. Los efectos secundarios más comunes descritos
incluyen pérdida del apetito, pérdida de peso, ansiedad, insomnio, estreñimiento o
diarrea, así como un aumento en la presión sanguínea. A diferencia de los otros,
este tipo de antidepresivos generalmente no causa aumento de peso o problemas
sexuales. Los encuentras como: Wellbutrin.
Inhibidores de recaptación y bloqueadores de receptores combinados
tienen algunos efectos secundarios como somnolencia, resequedad en la boca,
náusea y vértigo. Los encuentras como: Desyrel, Serzone (no debes tomarlo si
tienes problemas con tu hígado), Maprotilina (no debes tomarlo si sufres de
convulsiones), Remeron.
Tricíclicos existían antes que los ISRS y siguen siendo muy efectivos.
Pero tienen más efectos secundarios y por eso no se usan tanto actualmente.
Pueden provocar resequedad en la boca, fatiga y somnolencia, aumento de peso,
visión borrosa, estreñimiento, retención de orina, problemas sexuales y mareos.
Además, en algunos casos pueden afectar tu frecuencia cardiaca. Los encuentras
como: Sinequan, Anafranil, Adapin, Elavil, Norpramin, Tofranil, Aventyl, Pamelor,
Vivactil.
Inhibidores de monoaminooxidasa (IMAO), también conocidos como
MAOIs en inglés, no son usados con tanta frecuencia pues provocan efectos
secundarios graves, como dolores de cabeza, aumento de la frecuencia cardíaca,
dolor de pecho, náuseas y vómito. Además, cuando los tomas, debes evitar ciertos
tipos de alimentos y al tomar medicinas para el resfriado y la gripe, pues pueden
tener reacciones peligrosas. Los encuentras como: Marplan, Nardil y Parnate.
Como te habrás dado cuenta, el escoger un antidepresivo no siempre es fácil. Con
frecuencia se necesita probar más de uno bajo supervisión de tu médico, hasta
que identifiquen el que sea más efectivo.
¿Se puede prevenir la depresión?
No existe una forma definida de prevenir la depresión. No obstante, hay cosas que
puedes hacer que pueden ayudar como controlar el estrés y la ansiedad a través
de actividades relajantes o que disfrutes. Es importante también que te rodees de
familiares y amigos y que al menor síntoma, empieces a atacar la depresión para
ganarle la batalla.
El estrés y la ansiedad que causan el ritmo de vida que vivimos en estos
tiempos, contribuyen a la depresión. ¿Sabes de qué se tratan y cómo se
controlan? Sigue leyendo.
ESTRÉS
¿Qué es el estrés?
El estrés es una reacción natural de tu cuerpo frente a situaciones que te ponen
bajo presión o peligro y que te preocupan. En esos momentos tu cuerpo y tu
mente se ponen en estado de alerta y te ayudan a reaccionar rápidamente. Pero
tan pronto pasa todo, el cuerpo vuelve a relajarse y la sensación de estrés se va.
A diferencia de lo que muchos creen, el sentir estrés no es siempre malo. Además,
ni viviendo en el Tíbet y meditando todo el día, lograrías escapar del estrés o
evitar totalmente las situaciones estresantes, pues son una parte esencial de la
vida. Por ejemplo, hay pocas cosas tan estresantes como la primera cita de amor,
una entrevista de trabajo o llegar tarde por culpa del tráfico. Por eso el problema
no es si te da o no estrés, el problema es qué tanto te da y si puedes manejarlo. El
estrés en ciertas cantidades puede ser muy útil y puede darte una inyección de
energía que te ayude a ganar un juego de fútbol, o activar tu sentido de
supervivencia en condiciones de riesgo. Pero cuando la sensación de estrés no te
abandona e incluso empeora después de terminada la situación estresante, puede
traerte consecuencias negativas. Existen dos tipos de estrés:
Estrés agudo: Es el estrés más común pues le da a casi todas las personas
cuando enfrentan riesgos, amenazas, retos o miedos. El cuerpo reacciona
inmediatamente y de forma intensa, y en algunos casos puede ser hasta
emocionante, como cuando sientes la adrenalina en el cuerpo. Pero cuando este
estrés es excesivo o no se maneja adecuadamente, puede llegar a agotarte.
Estrés crónico: Surge después de tener estrés agudo por mucho tiempo. En
este caso ya no es necesario vivir situaciones fuertes para estresarse, ni hay
reacciones inmediatas o llenas de emoción. Cuando tu estrés ha llegado a un
estado crónico empiezas a no tolerar pequeñas situaciones cotidianas como el
tráfico, el elevador dañado o una pequeña discusión en casa. Y aunque ya no
reaccionas tan rápidamente, la sensación de estrés dura más tiempo y es más
complicada, a veces ni siquiera entiendes qué es lo que sientes o porqué, pero lo
sientes. Además, es más difícil cada vez encontrar soluciones a tus problemas. En
la medida en que aumenta la sensación de estrés, los efectos sobre tu cuerpo
incrementan y lo que empezó como un dolor de cabeza, puede terminar en una
reducción de tus defensas o en enfermedades cardíacas. Pero además, también
se afectan tus emociones y tus comportamientos.
Lo bueno es que el estrés se puede manejar. Existen muchos métodos para que
puedas aprender a controlarlo, antes de que él te controle a ti. Sólo necesitas
ponerle voluntad y… ¡Dejar el estrés!
¿Cuáles son las causas del estrés?
Las causas del estrés son diferentes para cada persona. Unos se estresan por el
tráfico de la ciudad, otros porque no encuentran trabajo, e incluso hay quienes se
estresan por asuntos tan cotidianos y sencillos como que el perro mordió el
mueble nuevo. Además, lo que estresa a los demás, no siempre es lo mismo que
te estresa a ti. Y tú, ¿sabes qué te estresa?
El responder esa pregunta es una de las claves para poder manejar tu estrés.
Tomate el tiempo para identificar las situaciones que comúnmente te estresan. Así
puedes evitarlas cuando se repiten o prepararte para que no te afecten tanto. Una
forma clara de diferenciar las causas de tu estrés, es separando las que son
externas de las que son internas, pues se previenen o controlan de diferente
forma.
Causas externas. Son situaciones que te ocurren, que no siempre las generas
tú y que se te pueden escapar de las manos. Algunas causas externas pueden
ser: momentos importantes en tu vida que pueden ser positivos como tu
matrimonio, o negativos como la muerte de alguien cercano; cambios inesperados
como un gasto no planificado; incomodidad con el ambiente de tu barrio o de tu
casa; problemas con tu familia, con tus amigos, con el trabajo o con tu situación
económica.
Causas internas. El estrés no siempre viene de afuera. Algunas veces viene
de adentro, de nuestras emociones y pensamientos. Algunas causas internas
pueden ser: experiencias traumáticas en tu vida que no han sido superadas;
problemas emocionales como el negativismo, el miedo o la autoestima baja; la
espera ansiosa de algo; las grandes expectativas personales como ser
perfeccionista o demasiado controlador; y la crisis de tu percepción acerca del
mundo o de tus valores. Aunque suene raro, algunas veces las causas del estrés
no son las que te causan el estrés. Es decir, muchas veces son tus propias
condiciones las que te hacen más propenso a no poder controlar las situaciones
estresantes cuando se te presentan. Esto te sucede por ejemplo cuando no tienes
apoyo de un grupo social como tu familia o tus amigos, te encuentras solo y te
sientes solo. También puede suceder cuando no has comido bien, has dormido
poco o estás físicamente agotado como para enfrentarte a presiones adicionales.
Incluso, puedes tener predisposición genética al estrés. En esos casos, cuando te
enfrentas a una situación estresante, por pequeña que ésta sea, ya te encuentras
al borde y tu nivel de estrés se dispara más de lo normal. Además, hay ciertas
etapas en la vida que naturalmente te pueden generar más estrés que otras pues
son etapas de cambios fuertes, como la adolescencia o el inicio de la adultez.
Algunas veces puedes tener claro cuáles son las causas de tu estrés. Pero no
siempre sucede así. Si tienes problemas para identificar claramente las
situaciones que te estresan, haz el ejercicio de escribir en una libreta cuando te
sientes estresado y qué haces para manejarlo. Así, con el tiempo, puedes ir
aprendiendo de ti mismo y de tus reacciones.
Efectos del estrés en tu cuerpo
Si te gusta la intensidad y sentir la adrenalina en el cuerpo, te gustará sentir un
poquito de estrés de vez en cuando. El estrés, cuando no dura mucho, te llena de
energía y de emoción, y te sientes listo para dar la pelea. Pero cuando el estrés
dura más de lo necesario, te empiezas a cansar de sentirte todo el tiempo en
actitud de batalla y los efectos en tu cuerpo pueden ser muy peligrosos. “Luchar o
huir”, así se llama la reacción más común del cuerpo frente a una situación
estresante. El cuerpo está diseñado para que cuando percibe una amenaza o un
riesgo, se prepare para, literalmente, luchar o huir del peligro. ¿Cómo se prepara
el cuerpo? El hipotálamo, una pequeña glándula en tu cerebro, activa una alarma
que combina señales nerviosas y hormonales. Por un lado, los circuitos nerviosos
se encargan de aumentar tu sensación de alerta, de enfocar tu atención, reducir la
sensación de dolor, te controlan el hambre, el sueño y hasta los deseos sexuales.
Por otro lado, tus glándulas suprarrenales reciben la orden de liberar hormonas:
Cortisol y Adrenalina. El Cortisol, que es la hormona del estrés, agudiza tu
sistema inmunológico y aumenta la cantidad de combustible en la sangre
(carbohidratos, glucosa y grasas) que es necesario para reaccionar al estrés. La
Adrenalina aumenta los latidos del corazón, eleva la presión de la sangre y
aumenta la producción y la utilización de la energía. La reacción del cuerpo al
estrés de corto plazo te beneficia pues mantiene el balance interno o la
autorregulación del cuerpo (homeostasis, el balance), además que fortalece el
Sistema Nervioso Simpático (SNS). Incluso, se dice que la sensación del estrés
puede ser emocionante, por eso hay muchos “fanáticos de la adrenalina”. Esto se
debe a que durante este proceso se genera una sensación de bienestar físico al
concentrar toda la energía del cuerpo en estar listo para actuar rápidamente.
Generalmente esta reacción se regula automáticamente. Cuando el cuerpo deja
de percibir una amenaza, la alarma se desactiva, el cuerpo se relaja, deja de
generar el exceso de hormonas, tu corazón vuelve a latir normalmente, etc. Pero
cuando tu cuerpo está permanentemente enfrentando situaciones estresantes, la
alarma permanece activa y tu cuerpo funciona todo el tiempo en estado de alerta.
Imagínatelo, es como si te prepararas para una pelea pero nunca pasa nada,
finalmente tu cuerpo termina acumulando energía y trabajando innecesariamente,
y eso hace que te pongas tenso, ansioso o preocupado. Además, el estrés
prolongado tampoco te beneficia pues la activación nerviosa constante y la
sobreproducción hormonal desgasta y deteriora el cuerpo, y puede generar varios
problemas de salud:
rabilidad a las
infecciones
El estrés también puede ocasionarte que otras enfermedades o síntomas se
agraven como el cáncer, la diabetes o las enfermedades de los pulmones.
Además, puedes adoptar comportamientos compulsivos como el uso de drogas, el
abuso del alcohol o el cigarrillo, y comer más de lo necesario. Estos
comportamientos no sólo no te alivian el estrés, sino que además te meten en un
círculo vicioso que cuesta trabajo romper. Por eso hay que tener cuidado con la
sensación del estrés en el cuerpo, porque un poco puede hacerte bien, pero en
exceso puede hacerte daño.
¿Cómo puedes saber si estás muy estresado? Identifica los
síntomas
No hay nada más molesto a que te digan: “¡Cálmate que estás nervioso!” o
“¡Cálmate que estás estresado!”. Sin embargo, la mayoría de las veces quien te lo
dice tiene la razón. ¿Por qué? El estrés no sólo te afecta físicamente, también te
cambia el estado de ánimo y tu manera de actuar. Por eso, mientras tú estás
preocupado con tus problemas y no puedes darte cuenta por ti mismo, los que
comparten el día a día contigo notan fácilmente cuándo estás actuando de forma
diferente. Uno de los pasos más importantes para evitar o controlar el estrés es
identificarlo a tiempo. El problema es que los síntomas del estrés son muy
variados, y cada persona lo manifiesta diferente. Además, muchos síntomas,
especialmente los físicos, suelen confundirse con otras enfermedades, como
sucede con el dolor de cabeza o el malestar estomacal. Por eso es importante
conocer cuáles son los diferentes síntomas del estrés y empezar a darte cuenta
cómo se manifiesta en ti. Cuando tienes estrés agudo, la aparición de los síntomas
depende de la intensidad del estrés, aunque generalmente el cuerpo tiende a
recuperarse mucho más rápido y los síntomas no duran mucho. Cuando tienes
estrés crónico (por acumulación de situaciones estresantes o de mucho tiempo
con estrés), los síntomas suelen ser un poco más fuertes y más duraderos.
Síntomas físicos
(hipertensión)
Síntomas mentales y emocionales
cotidianas o poco relevantes
o frecuentes y sin explicación
Síntomas en tu comportamiento
No todos los síntomas te pueden dar a ti, ni aparecerán al mismo tiempo pues no
hay cuerpo que lo resista. Aprende a reconocer cuáles son tus síntomas más
frecuentes cuando estás estresado. Y aprovecha cuando tu familia, tu pareja o tus
amigos te advierten sobre tu estrés, pues te están ayudando a identificarlo a
tiempo.
Claves para manejar el estrés
Hay situaciones estresantes de la vida que puedes eliminar fácilmente. Por
ejemplo, si tu vecina te estresa, ¡evítala y listo! Pero hay otras situaciones con las
que tienes que convivir aunque no quieras, como las primeras fiestas nocturnas de
tu hija adolescente o la entrega del informe de fin de mes para tu jefe. ¿Qué
puedes hacer para que no te estresen tanto? Para empezar, es importante que
identifiques cuáles son las situaciones que te estresan y porqué. Una vez
identificadas, puedes empezar a pensar cuál es la mejor forma de manejarlas.
Haz tus días menos complicados
acer demasiadas cosas a la vez.
Dedícate a las más importantes y aplaza o cancela las demás según su
importancia
mañana, no vayas a hacer compras el día que hay filas, etc.
informe o que tienes demasiado trabajo, no esperes hasta el último momento,
aplázalo o delega a otros
El hacer tareas similares al mismo tiempo ayuda a agilizar
es que viene un momento estresante, no esperes hasta el
último momento para decidir qué vas a hacer
Cuida tu mente y tus emociones
personas que te molestan o te irritan
trabajo o tu pareja, no te quedes callado. Habla con ellos y trata de solucionar el
problema o encuentra formas para relajar la relación.
Exprésate: Habla con alguien de confianza sobre tus sentimientos frente a un
problema, te aliviará
con esto” y piensa “¿porqué no voy a poder?”
que te ayudan a sentirte mejor y a mantener
una actitud positiva
Trátate bien
así podrás recargar energía para continuar o pensar mejor cómo solucionar un
problema
udablemente y duerme bien. Ambos son importantísimos para que tu
cuerpo no esté agotado y pueda enfrentar situaciones de presión
renovar tu energía
relajación
Poco a poco irás encontrando las
formas que más te sirven para manejar el estrés. Así que ponte manos a la obra,
tu cuerpo y tu mente se beneficiarán.
Estrategias para aliviar el estrés
Existen muchas formas de aliviar o reducir la tensión del cuerpo y de la mente
generada por el estrés. Si aún no has encontrado una buena estrategia que te
ayude a reducir el estrés de tu vida diaria, en Vida y Salud te sugerimos algunas
opciones.
Ejercicio
Desde correr o montar bicicleta, hasta hacer una pequeña caminata por el parque,
cualquier actividad física te ayuda a aliviar el estrés. ¿Cómo lo hace? Físicamente,
el ejercicio te ayuda a liberar la energía acumulada y la tensión de los músculos.
Además reduce la producción de las hormonas del estrés y aumenta la producción
de endorfinas que generan sensación de bienestar. Mentalmente, el concentrar tu
atención en una actividad alivia tu mente pues te distrae de las tensiones diarias.
Incluso se dice que te levanta el ánimo y reduce la ansiedad, y puede servir para
subir tu autoestima al sentir control de tu cuerpo.
Técnicas de relajación
Al relajarte liberas la tensión de los músculos, tu corazón deja de estar tan
acelerado y de bombear tanta sangre, respiras más tranquilo y descansas la
mente, justo lo que necesitas para no padecer de estrés. Además, se ha
comprobado que muchas técnicas de relajación también tienen efectos positivos
en la salud. Y lo bueno es que las puedes hacer por ti mismo:
Meditación: te concentras en pensamientos específicos que te relajen, y lo
puedes
hacer sin moverte o durante una actividad física de baja intensidad como mientras
caminas, al hacer estiramiento o yoga
Estiramiento: estiras los diferentes músculos del cuerpo para aliviar tensiones
Biorretroalimentación: desarrollas habilidades para controlar ciertas partes
del cuerpo como la tensión de los músculos o la temperatura corporal
Respiración: te concentras en respirar de forma lenta y profunda
Música: concentras tu mente en escuchar música tranquila que te inspire.
Yoga & Tai Chi
Tanto el Yoga como el Tai Chi combinan técnicas de respiración, meditación y
estiramiento. Se ha comprobado que son muy efectivos para aliviar el estrés pues
concentran tu atención en relajarte y calmarte mientras haces movimientos
pausados, con el fin de crear una armonía entre la mente y el cuerpo.
Masajes
Existen varios tipos de masajes, desde los terapéuticos hasta los simplemente
relajantes. Todos ayudan a aliviar la tensión y el dolor de los músculos, reduciendo
el estrés y la ansiedad.
Psicoterapia
Cuando no puedes manejar el estrés por ti mismo, necesitas el consejo o la
asesoría de un especialista que te ayude a identificar las causas y los efectos de
tu estrés, y la forma más adecuada de manejarlo. Puede hacerse individualmente,
de pareja, familiar o en grupo.
Medicamentos
En algunos casos los médicos o los psiquiatras recomiendan medicamentos para
reducir algunos síntomas del estrés: la ansiedad, la depresión o el insomnio.
También se pueden usar medicamentos que sirven como relajantes musculares
cuando la tensión afecta el movimiento.
¿ANSIEDAD O TRASTORNO DE ANSIEDAD?
Todos hemos sentido ansiedad alguna vez. Es una reacción normal del estrés, te
ayuda a concentrarte mejor y a canalizar tu energía en solucionar un problema.
Cuando lo hayas logrado, normalmente la ansiedad y el estrés se van y tu vida
sigue como antes. Pero si sientes ansiedad persistente y/o excesiva, puede
convertirse en un trastorno de ansiedad. Estos trastornos suceden cuando te
sientes preocupado, irritado o asustado constantemente y a veces no sabes cómo
manejar esos sentimientos o se te escapan de las manos. Además, la mayoría de
las veces no sabes ni siquiera porqué te sientes así. ¿Cómo puedes saber si lo
que tienes es simple ansiedad o es un trastorno? Es muy difícil saber exactamente
qué es lo que origina los trastornos de ansiedad, pero son más comunes de lo que
nos imaginamos. En algunos casos puedes heredarlo de tus familiares; en otros,
puede ser una consecuencia de mucho estrés, de una enfermedad o un problema
mental diferente; otras veces suceden cuando tienes experiencias traumáticas en
la vida; y en algunos casos puede resultar por abusar de alguna sustancia
(cafeína, nicotina, cocaína, anfetaminas) o puede ser un efecto secundario de un
medicamento (medicinas para la gripe, descongestionantes, broncodilatadores
para el asma, dosis elevadas de medicamentos para la tiroides). Algunas
personas incluso han llegado a pensar que el tener miedo y angustia es parte de
su personalidad, pues nunca han dejado de estar ansiosos. Si no sabes la causa,
lo que sí puedes hacer es identificar los síntomas a tiempo. La ansiedad te genera
síntomas tanto físicos como psicológicos, y cuando tienes un trastorno esos
síntomas duran más tiempo y se sienten con mayor intensidad. Cuando estás
ansioso puedes sentir mareo, temblores, vértigo, agotamiento, falta de aire,
tensión en los músculos, dolor de cabeza, taquicardia y sudor en las manos.
Emocionalmente, la ansiedad te impide relacionarte bien con los demás, pues
estás siempre irritable y con mal genio, sientes un desasosiego que no te deja
tranquilo, tienes problemas para dormir y puedes llegar a comportarte de forma
extraña y obsesiva. Pero todo depende de cuál sea el Trastorno de Ansiedad que
tengas:
-Traumático
-Compulsivo
¿Para qué seguir viviendo como en una película de terror? Si sientes que el miedo
y la irritabilidad no te dejan tranquilo, recupera tu tranquilidad. Visita a tu médico a
un profesional calificado para que él o ella identifique el tipo de trastorno que
tienes y que te indique el tratamiento que necesitas.
TRASTORNO DE ANSIEDAD GENERALIZADO (TAG)
¿Qué es?
El preocuparse o ponerse ansioso de vez en cuando es parte normal de la vida.
Pero si sientes mucha ansiedad sin motivo alguno y te preocupas demasiado por
las cosas más comunes de la vida diaria, puede ser que tus niveles de ansiedad
estén fuera de lo normal y que tengas un Trastorno de Ansiedad Generalizado
(TAG). El TAG es uno de los trastornos de ansiedad más comunes en Estados
Unidos. En la mayoría de los casos la ansiedad se dispara por motivos tan
irrelevantes como no saber cómo vestirte para una fiesta o qué preparar para la
cena. Pierdes la capacidad de evaluar los problemas de acuerdo con la realidad y
tiendes a sobre reaccionar. Quienes sufren el Trastorno de Ansiedad Generalizado
reconocen que muchas veces no hay suficientes motivos para sentirse tan
ansiosos pero simplemente no lo pueden evitar, y a veces pueden llegar a perder
el control como hasta para preocuparse de forma exagerada por las cosas que
podrían pasar en el futuro. El Trastorno de Ansiedad Generalizado realmente
puede “trastornar” tu vida diaria tanto en la casa como en el trabajo, en el estudio
o en tu vida social. Pero lo bueno es que es que se puede tratar y curar.
Síntomas
El síntoma principal del Trastorno de Ansiedad Generalizado es una constante
sensación de miedo y ansiedad que está fuera de lo normal y que muchas veces
no puedes ni explicar ni controlar. No debemos confundirlo con otros trastornos de
ansiedad. Cuando tienes TAG no sientes, por ejemplo, terror o pánico, ni te
comportas de forma obsesiva. ¿Cómo sabes si tienes TAG? Debes haber tenido
mínimo tres de los siguientes síntomas por más de 6 meses:
bilidad
También puedes tener algunos síntomas físicos como:
Si padeces de TAG, también puedes tener otros trastornos o enfermedades como
depresión, e incluso puedes caer en el abuso de drogas y del alcohol.
Causas
Las causas del Trastorno de Ansiedad Generalizado no están completamente
identificadas pues casi siempre se debe a una mezcla de factores genéticos,
condiciones físicas y asuntos personales. Las investigaciones han concluido que
el riesgo de tener el TAG aumenta cuando alguien en la familia lo ha sufrido
anteriormente. Además, existe la posibilidad de que este trastorno se genere por
un desbalance en los neurotransmisores del cerebro que comunican a las células
nerviosas. Finalmente, las experiencias personales son definitivas para aumentar
el riesgo de sufrir el TAG. El haber sufrido un gran trauma durante la infancia, o el
estar muy estresado por un problema con serias consecuencias como una
enfermedad grave, un divorcio, la pérdida del trabajo o los problemas financieros,
pueden favorecer que te de este tipo de trastorno.
Prevención y manejo
El TAG es muy difícil de prevenir debido a que sus causas no son definidas. Pero
lo que sí puedes hacer es evitar que la ansiedad que sientes por algunos
problemas aumente hasta que se convierta en un Trastorno.
Para eso puedes ayudarte tratando de buscar soluciones a los problemas que te
preocupan como empezar la búsqueda de trabajo cuando estás por perder el que
tienes, o aclarar tus cuentas cuando estás preocupado por tu problema financiero.
Cuando las soluciones a los problemas no dependen de ti, puedes ayudarte a
aliviar la ansiedad a través del ejercicio, las técnicas de relajación, la yoga y la
meditación, entre otros. Si definitivamente sientes que no puedes controlar tu
ansiedad, ni tu sensación de miedo continuo por ti mismo, consulta con un médico
o pide consejo a un psicólogo o psiquiatra, quienes te pueden recomendar el
tratamiento adecuado para ti.
TRASTORNO OBSESIVO-COMPULSIVO (TOC)
¿Qué es?
Todos tenemos pequeñas obsesiones diarias. Algunos evitan pisar las líneas de
las aceras, otros hacen hasta lo imposible por tener el piso impecable y
resplandeciente, y hay quienes organizan hasta el cansancio los libros en su
biblioteca en un orden específico y se enojan cuando alguien los mueve de lugar.
Pero son obsesiones con las que podemos vivir sin afectar significativamente
nuestra vida o la de los demás. Sin embargo, si alguna vez te has sentido como
Jack Nicholson en la película “As good as it gets”, y tus obsesiones están llegando
a niveles que están fuera de lo normal como lavarte las manos más de lo
necesario hasta que te duelen, limpiar excesivamente todo lo que te rodea o
comer todos los días lo mismo, en el mismo lugar y a la misma hora, entonces es
muy probable que tengas un Trastorno Obsesivo- Compulsivo (TOC).
Éste es un tipo de Trastorno de Ansiedad que se caracteriza por pensamientos
recurrentes (obsesiones) que te generan ansiedad, aunque muchas veces no
tengan ningún sentido, y te llevan a comportarte de forma repetitiva
(compulsiones) para calmarte. Las Obsesiones o pensamientos repetitivos son
ideas o imágenes que llegan a tu mente recurrentemente sin que tú las generes o
puedas evitarlas. Algunas veces estos pensamientos pueden ser sobre cosas
cotidianas como que temes que la estufa se quede encendida o que una comida
esté contaminada, hasta pensamientos catastróficos como accidentes en tu auto o
agresivos como que te imaginas gritándole a alguien o haciéndole daño. Los
Comportamientos Compulsivos son cosas que haces repetitivamente o rutinas que
creas para calmar la ansiedad que te generan las obsesiones. Así por ejemplo
revisarás la estufa varias veces para asegurarte que está apagada o harás rutinas
especiales cuando conduces para evitar accidentes. El problema es que los
comportamientos compulsivos nunca logran eliminar tus obsesiones, sólo
calmarlas por un rato haciendo que los pensamientos regresen y necesites volver
a realizar tu rutina para tranquilizarte, creando así un ciclo que no parece tener fin.
El problema de caer en este ciclo es que cada vez necesitas hacerlo más
frecuentemente y dedicarle más tiempo, hasta que te empieza a afectar la vida
diaria. Las personas que sufren de este trastorno saben que sus obsesiones y
compulsiones son excesivas y que no tienen mucho sentido, pero no pueden
controlarlas o evitarlas, por más que traten de ignorarlas. Si sufres del TOC,
seguramente te sentirás avergonzado y harás todo lo posible para que nadie se de
cuenta de lo que te pasa. Pero lo cierto es que entre más rápido busques ayuda,
mejor. El Trastorno Obsesivo-Compulsivo sólo puede mejorar con el tratamiento
adecuado.
Síntomas
El Trastorno Obsesivo-Compulsivo combina los síntomas de las obsesiones con
los síntomas del comportamiento compulsivo. Los síntomas son diferentes para
cada persona, aunque hay algunos que son más comunes. Obsesiones:
de
forma inadecuada o a pasar vergüenza
aprobación constante para
calmarte
otros y temes hacerle daño a alguien cercano a ti
tos sexuales o religiosos y les
temes
necesitas que todo a tu alrededor esté ordenado de una forma
específica
Compulsiones:
punto que te causas problemas en la piel; evitar tocar las cosas que otros han
tocado; limpiar constantemente todo lo que está a tu alrededor como la silla en la
que te sientas o la mesa en que trabajas.
que le puerta esté bien cerrada o que tu celular esté prendido para recibir
llamadas urgentes.
cuando subes los escalones hasta tu casa o haces las cosas en números exactos
como peinarte siempre tres veces antes de salir
te estás ordenando algo hasta la perfección, como tu
colección de banderines o los cuadros en la pared
vestirte siempre en el mismo orden o caminar siempre por las mismas calles antes
de llegar a tu trabajo Aunque algunos síntomas puedan sonar conocidos y
divertidos, cuando son excesivos realmente pueden afectar tu vida ya sea porque
te toman mucho tiempo o porque te pueden generar problemas físicos. Sin
embargo, los síntomas pueden mejorar con el tiempo si se recibe tratamiento, y
algunos pueden llegar a desparecer por completo o a ser muy leves.
Causas
El Trastorno Obsesivo-Compulsivo se presenta tanto en los niños como en los
adultos, pero suele aparecer más frecuentemente entre los más jóvenes. Sin
embargo, cuando los niños tienen esta enfermedad, ellos mismos no se dan
cuenta que están actuando diferente y generalmente los padres la confunden con
problemas de comportamiento. Como sucede con la mayoría de los Trastornos de
Ansiedad, las causas exactas son desconocidas, y aunque hay varias teorías al
respecto, no están del todo confirmadas. Por ahora lo más sensato es estar atento
a algunos factores de riesgo que pueden aumentar las posibilidades de tener un
Trastorno Obsesivo-Compulsivo. Estos factores pueden ser genéticos, físicos o
personales,
y
muchas
veces
se
presentan
simultáneamente.
Algunas
investigaciones han encontrado que el Trastorno Obsesivo-Compulsivo se puede
deber a que tu cerebro tiene niveles bajos de Serotonina, que es uno de los
neurotransmisores del cerebro encargados de la comunicación entre las neuronas.
Esta falta de Serotonina, además, puede heredarse genéticamente a través de la
familia. También se ha encontrado que la infección causada por la bacteria
Estreptococo, si no es tratada a tiempo, puede causar TOC en los niños.
Pero además, hay factores personales que aumentan los riesgos de padecer del
TOC, como estar atravesando cambios radicales en el estilo de vida, la
enfermedad o muerte de alguien cercano, o haber sido víctima de abuso tanto
físico como sexual.
Prevención
El Trastorno Obsesivo-Compulsivo no se puede prevenir ni se cura solo. Es
necesario recibir tratamiento lo más temprano posible para evitar que empeore.
TRASTORNO DE PÁNICO
¿Qué es?
Si juzgáramos por lo que la gente dice, los ataques de pánico son tan normales
como reír o llorar. Es común escuchar “ví a Ricky Martin y me dio un ataque de
pánico” o “casi le da un ataque de pánico cuando vio la cuenta del restaurante”,
entre otras expresiones. Si realmente supieran qué es un ataque de pánico,
muchos dejarían de mencionarlo tan a la ligera. Un ataque de pánico es una
experiencia realmente espantosa. De un momento a otro sientes ansiedad, miedo
y nerviosismo intensos, que te descontrolan, te aceleran el corazón y sientes que
puedes hasta perder la razón. Además, te pueden dar a cualquier hora y en
cualquier lugar, y casi siempre puedes no sentirte bien por días o semanas
después.
Se
dice
que
incluso
aquellas
personas
que
consideramos
completamente saludables tanto física como emocionalmente pueden llegar a
tener un ataque de pánico alguna vez en su vida. Sin embargo, generalmente
nadie tiene más de uno o dos ataques de pánico en toda su vida, pues si fuesen
frecuentes, estaríamos hablando de un problema muy grave: un Trastorno de
Pánico. Este tipo de Trastorno de Ansiedad se da cuando tienes ataques de
pánico frecuentemente y ya no encuentras nada que los justifique, no sabes por
qué te dan. Además, tienes tanto miedo de que se repitan, que empiezan a afectar
tu vida diaria. El Trastorno de Pánico no es un juego, así como tampoco lo son los
ataques de pánico. Pero la buena noticia es que ambos pueden reducirse y
desaparecer totalmente con tratamiento.
Síntomas
Es normal sentir miedo o ansiedad frente a situaciones estresantes cotidianas. Los
ataques de pánico son una respuesta desproporcionada a esas situaciones, como
si fueran más graves de lo que realmente son. Muchas veces incluso no existe
ninguna situación estresante, pero el cuerpo simplemente reacciona como si
hubiera alguna. Cuando tienes un ataque de pánico, el miedo y la ansiedad que
aparecen de un momento a otro, pueden ir acompañados de algunos de estos
síntomas:
cardíaco
Cuando los síntomas son muy fuertes, puedes creer que te está dando un ataque
al corazón. Es muy común y la mayoría de las personas descubren que tienen
ataques de pánico cuando acuden a la sala de emergencias creyendo que tienen
un ataque cardíaco. Un ataque de pánico generalmente dura entre 15 y 30
minutos, pero puedes seguir sintiendo algunos efectos después de que haya
terminado. La frecuencia con que se repiten depende de cada persona. Algunas
personas pueden tenerlos cada semana, mientras que otras personas pueden
dejar de tener ataques por varias semanas o meses. No todas las personas que
padecen de ataques de pánico, tienen un Trastorno de Pánico. Además, los
ataques de pánico pueden darse en otro tipo de trastorno de ansiedad, pero en
esos casos surgen por una causa específica. Para diagnosticarte un Trastorno de
Pánico, debes haber tenido mínimo dos ataques de pánico consecutivos que
sucedieron inesperadamente y sin explicación alguna, temes que te vuelvan a
suceder y haces todo lo posible por evitarlos. Un Trastorno de Pánico puede
afectar seriamente tu vida y la de quienes te rodean, pues los ataques son tan
temibles que tanto tú como tus familiares y tus amigos cercanos tienen pavor de
que te vuelvan a suceder. El miedo de que se repitan puede llegar incluso a que
intentes evitar lugares o situaciones que te pueden ocasionar otro ataque, a
desarrollar Fobias, y en el peor de los casos no te vas a sentir capaz de salir de
casa.
Causas
Las causas del Trastorno de Pánico son aún desconocidas. Los síntomas
empiezan a aparecer alrededor de los 25 años, aunque hay niños que también los
padecen pero no se les diagnostica el trastorno hasta que son mayores. Las
mujeres son más propensas a tenerlo que los hombres. La mayoría de las
personas no sufren más de dos ataques de pánico en toda su vida, y
generalmente se deben a situaciones de mucho estrés, como estar pasando por
cambios drásticos en la vida, estar en una situación traumática o la muerte de
alguien cercano. Sin embargo, también pueden influir factores genéticos, pues
eres mucho más propenso a sufrir ataques o a tener un trastorno de pánico
cuando existen antecedentes en otros miembros de tu familia.
Prevención y tratamiento.
No hay una forma de prevenir los ataques de pánico, ya que sus causas pueden
en el caso del Trastorno de Pánico se desconocen. Si es un ataque de pánico ante
una situación estresante de la vida, es de gran utilidad aprender técnicas de
respiración y de relajación. El cuidar de tu salud y bienestar al comer bien,
descansar lo suficiente y hacer ejercicio, también ayudan a reducir la frecuencia y
la gravedad de los ataques, si es que tiendes a responder así. Además, es
recomendable que evites tomar sustancias estimulantes como la cafeína y la
cocaína, y que reduzcas el consumo de alcohol. De todos modos, tan pronto
sufras el primer ataque de pánico o sientas los síntomas de un trastorno de
pánico, debes consultar a tu médico o a un profesional calificado de inmediato. Si
no recibes tratamiento, los ataques de pánico pueden empeorar a vez. En el caso
del Trastorno de Pánico, existen varios medicamentos muy efectivos que
previenen los ataques de pánico que como sabes, pueden aparecer en el
momento menos esperado. Debes tomar en consideración que a veces toma un
par de semanas antes de que empiecen a hacer efecto, pero no tienes por qué
vivir con ellos.
TRASTORNO POR ESTRÉS POST-TRAUMÁTICO (TEPT)
¿Qué es?
Es un trastorno de ansiedad que desarrollan algunas personas después de haber
vivido o de haber visto una situación extremadamente traumática, como una
guerra, un desastre natural o un abuso sexual. En esa situación, la persona siente
una amenaza de salir gravemente herido o de morir, y la sensación de miedo e
impotencia es intensa. Es normal que quienes pasen por situaciones traumáticas
sufran un impacto y tarden algunas semanas o meses en asimilarlas, pero
generalmente lo pueden lograr sin mayores problemas. Cuando los efectos duran
más de un mes y la persona tiene dificultades para olvidar lo sucedido, aceptarlo y
adaptarse a la vida que continúa, probablemente sufre de un Trastorno por Estrés
Post-Traumático (TEPT). En estos casos es necesario buscar ayuda y recibir
tratamiento antes de que los síntomas empeoren.
Síntomas
Los síntomas del Trastorno por Estrés Post-Traumático se pueden presentar
inmediatamente después de la experiencia o algunos meses o años después.
Todo depende de la persona, de la gravedad del trastorno y de su reacción ante la
situación traumática. Quienes sufren de TEPT presentan algunos de los siguientes
síntomas mentales y cambios en su comportamiento que afectan seriamente
su vida diaria:
Revivir: Tienden a revivir el momento traumático una y otra vez, a través de
recuerdos, pesadillas, alucinaciones o actividades relacionadas como el
aniversario o visitar el lugar donde ocurrió. Sienten que están volviendo a vivir la
situación constantemente.
Indiferencia: Intentan evitar cualquier situación, persona o lugar que les
recuerde el momento del trauma. Esto se convierte muchas veces en un
desinterés y una indiferencia general hacia todo, a las actividades cotidianas e
incluso hacia la propia familia, y poco a poco tiende a aislarlos.
Exceso de emociones: Sienten un entusiasmo excesivo o hiperactividad que
les genera problemas para relacionarse con los demás. Están nerviosos
permanentemente, no pueden concentrarse o no pueden dormir, reaccionan
exageradamente frente a ciertas situaciones, y se ponen irritables o tienen
explosiones de mal genio constantemente.
Culpabilidad: En algunos casos pueden llegar a sentir culpa por no haber
podido evitar o cambiar la situación.
También pueden tener síntomas físicos relacionados con la ansiedad y el estrés:
Además, algunas personas tienden a querer evadir el trauma cayendo en el
alcoholismo, la drogadicción y la depresión.
Causas
Como lo mencioné anteriormente, el Trastorno por Estrés Post-Traumático surge
como consecuencia de haber vivido o haber sido testigo de una situación
extremadamente traumática como lo puede ser una guerra, un huracán o un
terremoto, un accidente de carro o de avión, el secuestro, la muerte inesperada de
la pareja o de un hijo, una violación o alguna agresión física fuerte, ser víctima de
maltrato y abuso infantil, y otras situaciones. Cualquier persona que haya pasado
por una experiencia así puede sufrir del Trastorno por Estrés Post-Traumático sin
importar su edad. Quienes pueden sufrir de TEPT en Estados Unidos son los
veteranos de las guerras como Vietnam, Irak o Afganistán los sobrevivientes de
catástrofes o de ataques terroristas como el de Septiembre 11 en Nueva York, las
personas torturadas, los niños que fueron maltratados severamente o abusados
sexualmente, e incluso los familiares de las víctimas, los testigos de los ataques y
el personal de atención de emergencias y rescate. Sin embargo, no todas las
personas que han pasado por situaciones traumáticas tienen el Trastorno por
Estrés Post-Traumático. Todos reaccionamos diferente ante las situaciones que
nos afectan. Pero, ¿qué hace que algunas personas sufran este trastorno y otras
no? Es una pregunta que aún no tiene respuesta pues el TEPT se puede dar por
razones tanto genéticas, como físicas, psicológicas o sociales, o por la
combinación de varias a la vez. El haber sufrido un trauma en el pasado, el tener
un familiar que haya tenido TEPT alguna vez, o el no contar con buen apoyo
familiar o social después del evento traumático puede aumentar el riesgo de
desarrollar un trastorno de este tipo.
Prevención
Aunque muchos quisiéramos evitar las guerras, los accidentes o los desastres
naturales, es casi imposible. Por eso mismo es muy difícil prevenir el Trastorno
por Estrés Post-Traumático cuando las causas son tan impredecibles. Además,
también es muy difícil reducir los factores que aumentan el riesgo de que una
persona desarrolle el TEPT pues aún no han sido claramente definidos. Sin
embargo, hasta el momento se ha podido comprobar que las personas que
cuentan con un fuerte apoyo familiar o social después de pasar por un evento
traumático tienen menos posibilidades de sufrir del Trastorno por Estrés PostTraumático. Generalmente, el hablar de lo sucedido con un familiar, amigo o
consejero espiritual, y el expresar los sentimientos de miedo, nerviosismo, enojo o
culpa, ayudan a asimilar lo sucedido y a recuperarse del impacto y del trauma.
Mucha gente cree que se debe buscar ayuda psicológica cuando ya se tienen
síntomas graves o cuando ya se sufre del Trastorno por Estrés Post-Traumático.
Pero de hecho, es lo contrario. Es mejor recibir la terapia profesional
inmediatamente después de pasar por la situación traumática ya puede ser clave
para prevenir este trastorno, pues ayuda a entender y a aceptar la situación, así
como a aprender formas para manejar los síntomas antes de que se compliquen.
¿Cuándo es necesario consultar a un médico? No es necesario ni se recomienda
intentar superar un momento traumático completamente solo; desde el primer día
se puede consultar a un profesional calificado en busca de ayuda. Pero si la
persona decide esperar, es importante que consulte a su médico de inmediato
cuando los síntomas emocionales o físicos duran mucho tiempo o aumentan en
lugar de reducirse. Entre más temprano se reciba tratamiento, mejores serán los
resultados y mayores las posibilidades de superar el Trastorno por Estrés PostTraumático. Incluso, la persona debe recibir atención urgente cuando siente que
los sentimientos lo agobian y no los puede controlar, si tiene síntomas físicos
fuertes o si siente impulsos de hacerse daño.
FOBIAS DE VERDAD
No están mintiendo quienes prefieren cruzar el país en auto antes de subirse en
un avión porque temen volar, o aquellos que jamás se subirán a ver Las Vegas
desde la Torre Stratosphere porque detestan las alturas. Y tampoco son mentiras
las historias de actores de Broadway frustrados porque les da pánico subirse a un
escenario. Todos ellos sufren de algún tipo de Fobia, el Trastorno de Ansiedad
más común en Estados Unidos que afecta a casi el 12% de la población. Las
fobias son miedos intensos e irracionales que se sienten al enfrentarse a ciertos
objetos o situaciones que realmente no son tan peligrosos o aterradores de
acuerdo a los demás, como volar, hablar en público, entrar en un túnel o subirte a
un elevador. La reacción más inmediata que genera este miedo es la de querer
evadir la situación o el objeto que está causando pánico. Aunque las personas que
padecen una fobia saben que su miedo no tiene razón de ser, no pueden
controlarlo y quieren evitarlo como sea. Muchas veces su necesidad de evitarlo
llega a ser tan fuerte que puede limitar su vida diaria tanto en el trabajo como en la
casa y en sus ambientes sociales, pues les impide cumplir normalmente con su
trabajo o incluso volver a salir su casa. Cuando las fobias son excesivas y afectan
la vida cotidiana, lo mejor es recibir tratamiento para controlarlas o reducirlas.
Síntomas
Existen tres tipos de fobias.
La Agorafobia es el miedo a encontrarse en lugares o situaciones donde la
persona no está acompañada por alguien cercano y teme no encontrar ayuda o
escapatoria en caso de que le de un ataque de pánico. Suele suceder en lugares
aislados, en medio de multitudes o en lugares de grandes dimensiones como un
estadio de fútbol o un centro comercial. Para evadir esta fobia, las personas
prefieren estar en lugares donde se sienten seguros, como en sus propias casas.
La Fobia Social es el miedo vivir situaciones que puedan exponer a la persona a
críticas y humillaciones públicas como en una fiesta, una reunión de trabajo, un
congreso o una discoteca. Quienes sufren de este tipo de fobia se sienten muy
incómodos y actúan con gran timidez en eventos sociales, y por lo mismo
prefieren simplemente evitarlos. Generalmente la Fobia Social sucede con todo
tipo de situaciones sociales, pero algunas personas tienen fobias sociales
específicas, como la fobia al escenario tan común en actores o cantantes que
tienen que dar presentaciones frente a un público.
Las Fobias Específicas son las más comunes. Son miedos a cosas o situaciones
específicas como:
a: miedo a las alturas y lugares altos
aracnología)
Cuando se enfrenta al objeto o situación, la persona fóbica siente miedo intenso o
pánico, ansiedad incontrolable y una necesidad urgente de evadir a cualquier
costo la situación. A veces las opciones de evasión pueden llegar a ser atrevidas,
peligrosas o, en el peor de los casos, trágicas. Algunas personas se pueden sentir
ansiosos incluso sólo por pensar en la situación o el objeto, o al sentir que podrían
estar cerca de él. Es común que las personas que le temen a los aviones y deben
viajar, se sientan peor cada día que se acerca la fecha del viaje. Los síntomas
varían en intensidad dependiendo entonces de la cercanía con la situación o el
objeto; generalmente pueden ir desde una ansiedad leve hasta un ataque de
pánico. El cuerpo también reacciona frente a una fobia con sudor excesivo, falta
de aire, taquicardia y temblores.
Causas
Las fobias suelen aparecer mayormente en la niñez o la adolescencia, pero se dan
también en adultos. La única diferencia es que los objetos de la fobia cambian.
Las fobias a la sangre, las inyecciones, los animales son más comunes en los
niños. Las fobias relacionadas con situaciones se dan más en los adultos. Las
causas de las fobias aún son desconocidas, y como sucede en la mayoría de los
Trastornos de Ansiedad, las fobias pueden deberse a la influencia de muchos
factores a la vez. Por un lado, puede haber factores genéticos que influyan, si hay
historia de fobias en tu familia. Aunque es difícil de comprobar en qué medida es
por genética y en qué medida es simplemente ejemplo aprendido, pues otras
investigaciones plantean que las fobias también pueden aprenderse de los padres
o de los hermanos durante la infancia. Por otro lado, también influyen
intensamente las experiencias personales.
Por ejemplo, las fobias pueden desarrollarse después de haber vivido situaciones
traumáticas en la misma situación o con el mismo objeto que ahora causa pánico,
como tener hidrofobia porque alguna vez se corrió riesgo de ahogarse, o haber
tenido un ataque de pánico en un lugar específico.
Prevención
Aunque se puede intentar controlar los miedos y las fobias por uno mismo,
muchas personas no lo logran y necesitan un tratamiento que los ayude a reducir
la ansiedad y a controlar las reacciones.
TRATAMIENTO PARA LOS TRASTORNOS DE ANSIEDAD
La mayoría de los trastornos de ansiedad se pueden tratar de dos formas: con
psicoterapia y con medicamentos. Tu médico o psicoterapeuta puede sugerir el
mejor tratamiento para tu caso particular. La psicoterapia siempre es una buena
opción y puede ir complementada con medicamentos, cuando son necesarios.
La psicoterapia te sirve para hablar sobre tu trastorno y recibir consejo
profesional sobre cómo entenderlo y manejarlo. El hablar de los problemas es el
primer paso para empezar a superar tus problemas y te ayuda a analizar las
causas de tus preocupaciones, obsesiones, fobias y ansiedades, y a aprender a
manejarlas. La terapia de conducta cognitiva es la más común para tratar los
trastornos de ansiedad. Este tipo de terapia se basa en la idea de que tus
pensamientos y sentimientos influyen en tus comportamientos. Durante la terapia
analizarás cuáles son los pensamientos negativos o conflictivos que están
haciendo que te comportes de cierta manera, y buscarás formas de cambiarlos por
pensamientos más positivos y acordes con la realidad. En estas terapias también
se suele recrear las situaciones o pensamientos que te provocan reacciones
ansiosas, pues enfrentándolas aprendes más fácilmente a manejar tus reacciones
y a controlar los síntomas de tu trastorno de ansiedad. Por ejemplo, enfrentarte a
una situación que te da pánico, a un objeto que te provoca fobia, a recuerdos
traumáticos o verte obligado a romper tus rutinas e ignorar tus obsesiones. Las
terapias pueden ser individuales, pero siempre tienes la opción de buscar terapias
en grupo para compartir tus experiencias con otros que viven la misma situación
que tú, o familiares para que tus seres queridos puedan convertirse en un centro
de apoyo fundamental. También te pueden recetar medicamentos para
complementar el tratamiento. Tu médico podrá recomendarte lo mejor para tu caso
particular.
ansiedad. Las Benzodiazepinas son las medicinas de este grupo qué más se usan
en estos casos. Pero se deben tomar bajo estricto control del médico pues pueden
generar dependencia cuando se toman por mucho tiempo o en grandes
cantidades. Las Benzodiazepinas más comunes son Alprazolam (Xanax),
Clordiazepóxido (Librium), Diazepam (Valium) y Lorazepam (Ativan). También se
puede tomar Buspirona (BuSpar), que es igual de eficiente y menos adictiva.
los trastornos de ansiedad pues trabajan en tu cerebro y afectan el funcionamiento
de un neurotransmisor llamado Serotonina. Entre ellos están los Inhibidores
Selectivos de Recaptación de Serotonina y los más comunes son Fluoxetina
(Prozac), Paroxetina (Paxil), Sertralina (Zoloft), Fluvoxamina (Luvox), Escitalopram
(Lexapro) y Citalopram (Celexa).
Inhibidores de Recaptación de Serotonina y
Norepinefrina, que actúan sobre dos neurotransmisores, la Serotonina y la
Norepinefrina. Estos medicamentos se usan para tratar los síntomas de depresión
y de algunos trastornos de ansiedad. Los más comunes son Duloxetina
(Cymbalta) y Venlafaxina (Effexor, Effexor XR).
“bloquear” los efectos de la adrenalina en los receptores beta del cuerpo,
ayudando así a reducir la sensación de ansiedad, el ritmo cardíaco y la presión
sanguínea. Los más comunes son Atelonol y Propranolol.
o
unos medicamentos llamados IMAO o Inhibidores de la monoaminooxidasa.
Ambos son sumamente efectivos para tratar los trastornos de pánico, pero tienen
efectos secundarios con mayor frecuencia, y por eso no son tan comúnmente
recomendados por los médicos. Todos deben tomarse bajo estricto control del
médico y con precaución. El tratamiento con medicamentos debe ser siempre la
última opción, pues existen muchas otras formas para controlar tu ansiedad,
excepto en los casos de Trastornos de Ataques de Pánico. Ahora que sabes que
tienes opciones, busca ayuda para aliviar tu trastorno de ansiedad y tus
preocupaciones a tiempo y para poder continuar con una vida más tranquila y más
feliz. Y recuerda, que en todos los casos de las enfermedades que tienen que ver
con salud mental el buscar ayuda no es una señal de debilidad, es una señal de
fortaleza. Estos problemas no son diferentes a tener presión alta o diabetes.
Independientemente de lo que los cause, hay alteraciones químicas en el cuerpo.
Por eso existen profesionales que estudian e incluso se especializan en esta área
y están listos para ayudarte. No sufras en silencio. Si necesitas ayuda, búscala
hoy. Te la mereces.
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