Joaquín Orta Menchaca

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Joaquín Orta Menchaca
Un Artista
Por
Joaquín Ortega Orta
José Luis Muñoz Ruiz
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Don Joaquín Orta Menchaca
La presente es para hacer un
reconocimiento a un gran hombre, de
esos que dejan gravado su arte para la
posteridad y que cada día que pasa se
admira y disfruta más la magnificencia de
su obra.
Lo podríamos describir como un
decorador, y el titulo en algún momento
el mismo se lo asigno. Podríamos considerarlo como un diseñador porque su
obra tiene la meticulosidad de un hombre que planifica cada centímetro de
su trabajo. Podríamos considerarlo como un técnico por sus amplios
conocimientos en el modelaje, la fundición y la relojería. Pero las palabras no
alcanzan y me voy a tener que conformar con llamarlo Artista.
Si Artista, porque no puedo entender su obra si no reconozco primero que
para lograr tal belleza se necesita ser artista. Y solo espero que ustedes
compartan conmigo esta opinión al conocer la manifestación de su trabajo.
Me refiero a Don Joaquín Orta Menchaca.
Don
Joaquín
Orta
Menchaca nació en este
mineral de Tlalpujahua, el
29 de junio de 1845. Eran
los años en que México
se debatía en las luchas
intestinas y que nos
llevaría a perder Texas, y
era cuando estaba de
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Presidente de la Republica El General Antonio López de Santana. Cuando
cumplió 2 años fue la invasión norteamericana. Sus padres fueron Don
Amador Orta y Doña María Rosa Menchaca. Tuvo 2 hermanos José María y
otro que no tenemos su
nombre.
Los últimos años del siglo XIX
trabajo el mantenimiento de la
Parroquia de San Pedro y San
Pablo y así el 18 de diciembre
de 1898 fundió la segunda
campana de la parroquia y
comenzó los trabajos de
diseño y construcción de los 4
relojes que se colocaría en la torre de la iglesia.
En el siglo XX comenzó con un magno
proyecto, se trataba de renovar por
completo la decoración interior del
templo de San Pedro y San Pablo,
aprovechando el inicio de la nueva
bonanza minera que se estaba viviendo
con la extracción de oro por parte de la
Compañía Minera Dos Estrellas. Por lo
que el nuevo decorado de la iglesia tenía
que reflejar la riqueza y prosperidad que
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vivía Tlalpujahua en ese momento.
El promotor del proyecto fue el Sr.
Cura Don José María Galván, quien
convoco al pueblo el 1 de julio del
año 1901, teniendo la primera
junta 3 días después.
Así el 4 de julio de 1901 se llevo a
cabo la primera junta.
Los trabajos para el nuevo decorado comenzaron el 3 de agosto de 1901,
bajo la dirección de Don Joaquín Orta Menchaca y terminaron el 2 de mayo
de 1905.
La decoración del interior de la parroquia ostenta una rica y cargada
ornamentación de gran originalidad. Flores abiertas o en capullo,
enredaderas vegetales, estrellas, querubines, redes y tramas de vigoroso
geometrismo se desenvuelven y
desarrollan en todos los espacios
disponibles de muros, pilastras,
bóvedas, entablamentos y marcos.
A la desbordante imaginación de
formas se une un explosivo
colorido.
Los
canceles de la entrada principal y lateral, que
muestran el mismo carácter decorativo, se integran
al conjunto creándose una unidad congruente y
armónica.
A primera vista parece que estamos frente a una
obra del tardío barroco, pero al analizar con
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detenimiento nos encontramos con un
eclecticismo formal constituido por nichos
góticos, marcos de puertas lobulados y
geometrismo mudéjares, flores de lis
afrancesadas, flores barrocas, retablos
neoclásicos y aún influencias gaudianas y
naturistas, como el ondulaje del lambrin
que crea una expresión de vanguardia de
principios del siglo cuando fue realizada
esta extraordinaria ornamentación.
Este eclecticismo es producto de la
experiencia artística de Joaquín Orta
Menchaca, quien seguramente estuvo en
contacto con todos los estilos imperantes
de la época y que fueron introducidos en
Tlalpujahua por los franceses y demás
extranjeros que trabajaron en las minas,
desbordante de metales preciosos por
entonces. Estos estilos se mostraron en los
tapices que cubrían los muros de las
mansiones y residencias, en los muebles,
portadoras de las diversas influencias
extranjerizantes que se amalgamaron y
conjugaron a finales del siglo pasado y
principios del presente. Orta Menchaca las
asimilo y manifestó claramente en la parroquia, pero les imprimió a su vez un
sello popular que se aleja del academicismo en el orden, composición y
proporciones de las formas empleadas.
Con este decorado, el templo se convirtió en un recinto más profano que
religiosos.
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El visitante que entra a la iglesia, sea
creyente o no, experimenta de inmediato un
fuerte impulso hacia arriba e invita a la
observación detenida, a la búsqueda
incesante, al encuentro de las múltiples y
variadas formas y colores que se presentan
como una ofrenda floral, carente de un
simbolismo teológico. A principio del siglo XX
la iconografía teológica fue perdiendo su
carácter ante el positivismo y la
ornamentación se presento como una
ofrenda a la divinidad. Orta
Menchaca creó un espacio de
gran placer visual, buscando
agradar a Dios. A través de una
ornamentación floral perenne.
La ornamentación del interior del Templo
del Carmen refleja también un momento
de prosperidad económica a principios del
siglo XX cuando la mina “Dos Estrellas”
prodigaba a raudales el oro y la plata. La
voluntad del pueblo representada en el
genio creativo del autodidacta Joaquín
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Orta Menchaca, asimilando la variedad de
estilos prevalecientes en ese momento, con
imaginación única diseño la ornamentación
de la parroquia, ya el laicismo se había
impuesto y la incultura religiosa dominaba,
por lo tanto el simbolismo teológico dejó de
tener sentido y sólo una forma, la flor de
raíces Tlalpujahuenses se enseñoreó en el interior y creó un ramillete a la
Virgen del Carmen como dueña del vergel. Lo impresionante es que la
ofrenda de flores llego 37 años antes de que la Virgen del Carmen fuera
coronada como Reina de Tlalpujahua.
En el año de 1908 decoro el Templo de la
Virgen de Guadalupe del Convento de San
Francisco en Tlalpujahua
A partir del año de 1912 y hasta 1915 trabajo
en el Templo de San Diego o Templo de la
Virgen de Guadalupe de Morelia Michoacán.
Una vez más expresa en toda la extensión del templo su arte, no deja un
rincón sin decorar y nuevamente el mensaje es el mismo que en Tlalpujahua:
Una ofrenda de flores a la Virgen, en
este caso a la Virgen de Guadalupe.
El decorado nuevamente incluye las
paredes, las columnas, la bóveda, la
cúpula y el altar. El yeso en molde
vuelve a ser la materia prima
principal. Los colores usados se
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magnificaran atreves de la luz que
cruza desde los vitrales expresando
nuevamente un canto de vida que
cambia conforme el sol camina a lo
largo del día.
El decorado del Templo de San Diego
nuevamente expresa un trabajo con
un grado de planificación muy
elaborado, se aprecia un análisis muy detallado del espacio y también de la
luz.
El decorado nuevamente rompe con la
iconografía teológica imperante en las iglesias
del siglo XIX como sucedió en su Trabajo de
Tlalpujahua, no hay imágenes de santos ni
murales que expresen un momento religioso.
Todo se reduce a una nueva expresión donde la
ofrenda floral a la Virgen de Guadalupe lo cubre
todo.
En la decoración se vuelve a usar las flores
abiertas o en capullo con un geometrismo que
ocupa todos los espacios disponibles, enredaderas vegetales, estrellas.
En las cartas que intercambia con los sacerdotes responsable del templo se
entiende lo difícil que fue para Don Joaquín Orta Menchaca decorar el
Templo de San Diego, estamos hablando del tiempo en que la Revolución
Mexicana estaba golpeando la economía del país y en muchos momentos las
obras estuvieron a punto de suspenderse y pudo más la entrega y
compromiso de nuestro artista que al final logro concluir su obra.
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A principio de la década de 1870 se caso con la
Sra. Soledad Navarrete con quien tuvo 2 Hijas:
María y Carmelita y un hijo: Leoncio. De acuerdo a
las cartas que sostenía con su esposa Soledad, su
vida se desarrollo entre Tlalpujahua Michoacán, El
Oro Estado de México, San Juan del Rio Querétaro
y cuando la Revolución Mexicana estaba en su
apogeo trabajaba en Morelia decorando el Templo
de San Diego. Regreso a Tlalpujahua y uno de los
trabajos que realizaba era el de dar
mantenimiento al Reloj de la Presidencia Municipal.
Don Joaquín Orta Menchaca Murió a la edad de 77
años el 1 de enero de 1920. En este País se vivía la
Revolución Mexicana y Venustiano Carranza perdía la
vida camino a Veracruz.
Su hija María se caso con Don Raúl Muñoz allá por el año de 1918,
dos años antes de morir Don Joaquín Orta Menchaca. Tuvieron 9
hijos:
Raúl,
Ma.
Antonieta,
Joaquín,
Guillermo, Rosa María,
Federico, Beatrice y Ma.
Del Carmen.
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Carmelita es la Mamá del Sr. Joaquín Ortega Orta.
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