La conducta agresiva

Anuncio
LA CONDUCTA AGRESIVA
La agresividad en los niños
Entre los dos años y medio y los cinco años, los niños suelen pelear por los
juguetes que quieren y por el control de su espacio. Es una agresión que tiene
como objetivo alcanzar una meta (por ejemplo, conseguir un juguete). Dentro de
los siguientes tres años o más, los niños dejan de demostrar su agresión con golpes
y empiezan a hacerlo con palabras.
Cierto grado de agresión es normal, y
los niños que pelean por las cosas que
quieren tienden a ser más sociables y
competentes. Entre los dos y los cinco
años, conforme los niños pueden
expresarse mejor con palabras, la
agresión disminuye en frecuencia y
duración de los episodios agresivos.
Las diferencias individuales son
bastante estables. Los niños que a la
edad de dos años golpean y cogen los juguetes de los demás, siguen actuando con
agresividad a los cinco años.
Por lo general, después de los seis o siete años de edad los niños son menos
agresivos, disminuyendo su agresividad conforme son menos egocéntricos y
muestran más empatía hacia los demás. Pueden entender por qué una persona
actúa de cierta forma y buscar formas más positivas para tratar con esa persona.
Son más hábiles socialmente y pueden comunicarse mejor y cooperar para lograr
metas comunes.
Sin embargo, no todos los niños aprenden a controlar la agresión. Algunos se
vuelven cada vez más destructivos. Esto puede ser una reacción ante problemas
graves en la vida del niño; también puede causarle al niño problemas graves,
cuando los otros niños o los adultos reaccionan con desagrado o rechazo. Incluso
en un niño normal, a veces la agresión puede salirse de las manos.
La agresión es normal y necesaria para la adaptación del niño a su entorno. Las
reacciones agresivas son esperables, pero cuando se repiten con frecuencia y se
convierten en un estilo, podemos decir que estamos frente a un problema.
La agresión es una dimensión de una conducta dirigida a procurar dolor o dañar de
algún modo a otro organismo, generalmente para lograr poseer algo que
deseamos. Todos, de alguna forma, hemos recurrido a la agresión, ya sea para
protegernos de algo o para obtener un beneficio. Pero ¿Cuándo los niños
comienzan a transformarse de bellos angelitos en máquinas que reparten golpes al
menor obstáculo que encuentran? A partir del primer año, cuando tratan de
obtener algún objeto que les interesa, quien lo tiene es más bien un adversario aun
si es un obstáculo inanimado. Entonces, tratan de agredirlo para lograr lo que
quieren. Se trata de una agresión instrumental: busca una meta y es muy común en
la niñez temprana (2 a 5 años), siendo el origen de buena parte de las peleas el
control del espacio y la posesión de juguetes.
Después de los 6 años, la mayoría de los niños se vuelven menos agresivos, ya que
sitúan sus capacidades de empatía – ponerse en el lugar del otro- en un contexto
más verbal, de manera que usan el instrumento lingüístico como un elemento de
control de la acción y, además, entienden el valor de la cooperación en la
resolución de conflictos, es decir, entienden que las personas podemos tener
intereses contrapuestos que pueden ser negociados.
La agresión como rasgo está relacionada con la incapacidad de las personas para
manejar sus emociones, específicamente con una baja tolerancia a la frustración y
poco autocontrol. El sentimiento que está en la base de las conductas agresivas es
la cólera y la ira pobremente canalizadas. Un problema central es que estos niños
no se ponen en contacto con sus sentimientos ni los de los demás, así como en un
pobre juicio acerca del impacto de sus acciones en terceros.
Orígenes de la conducta agresiva infantil
Una de las grandes dificultades de los padres es saber cómo tratar la conducta
agresiva de sus hijos ya que, a menudo, nos enfrentamos a la desobediencia y a la
rebeldía de ellos.
La agresividad es un trastorno que, en exceso, y si no se trata en la infancia,
probablemente originará problemas en el futuro, cómo el fracaso escolar, la falta
de socialización, dificultad de adaptación, etc.
¿qué podemos entender por agresividad en los niños?
Cuando se habla de agresividad, se está hablando de hacer daño, físico o psíquico, a
una otra persona. De una acción intencionada manifestada a través de patadas,
arañazos, gritos, empujones, palabrotas, mordidas, corrida del pelo, etc., a otra
persona.
Este comportamiento es relativamente común y a menudo aparece cuando el niño
cumple un año. Cuando el bebé nace, trae impulsos amorosos y agresivos que, con
el tiempo y con el cuidado de los padres, empezará a construir vínculos afectivos y
a desarrollar sus relaciones personales. Esta es una fase muy importante. Su
personalidad será construida a partir de su conocimiento del mundo a su
alrededor. Para eso, es necesario que el bebé se sienta protegido y cuidado en su
entorno familiar.
La influencia de la familia
La familia es uno de los elementos más relevantes dentro del factor sociocultural
del niño. La familia lo es todo para él. La familia es su modelo de actitud, de
disciplina, de conducta y de comportamiento. Es uno de los factores que más
influyen en la emisión de la conducta agresiva. Está demostrado que el tipo de
disciplina que una familia aplica al niño, será el responsable por su conducta
agresiva o no. Un padre poco exigente, por ejemplo, y que tenga actitudes hostiles,
y que esta siempre desaprobando y castigando con agresión física o amenazante
constantemente a su hijo, estará fomentando la agresividad en el niño. Otro factor
que induce al niño a la agresividad es cuando la relación entre sus padres es tensa
y conturbada. Dentro del factor sociocultural influirían tanto el tipo de barrio
donde se viva como expresiones que fomenten la agresividad, como "no seas un
cobarde".
Los factores orgánicos tipo hormonal, mecanismos cerebrales, estados de mala
nutrición, problemas de salud, etc., también influyen en el comportamiento
agresivo. Y dentro del factor social, el niño que no tiene estrategias verbales para
afrontar las situaciones difíciles, será fácilmente conducido a la agresión.
CAUSAS O FACTORES QUE PREDISPONEN LA AGRESIVIDAD

Por imitación: Cuando existe en la escuela, familia o entorno cercano,
personas que agraden física o verbalmente, los niños copian modelos y
erróneamente aprenden que ésta es la manera de resolver las cosas y
conseguir lo que quieren.
El efecto de la frustración y la imitación
Para comprobar los efectos de la frustración y la imitación, los investigadores
estudiaron a un grupo de 62 niños entre tres y seis años (Bandura, Ross y Ross,
1961). Formaron dos grupos experimentales y uno de control. Uno a uno, los niños
de los grupos experimentales entraron en un salón de juegos. Un adulto (de sexo
masculino para la mitad de los niños y de sexo femenino para la otra mitad) jugaba
tranquilamente con diversos juguetes. En el otro grupo experimental, el adulto
primero estuvo jugando pero luego se dedicó a golpear y patear a un muñeco
inflable de 1,52 metros de altura. Los niños del grupo control no vieron ningún
adulto.
Después de esto, todos los niños estaban bastante frustrados por haber visto
juguetes con los que no podían jugar. Luego pasaron a otro cuarto de juegos. Los
niños que habían visto el modelo agresivo fueron mucho más agresivos que los
demás e imitaron muchas de las conductas que habían visto hacer al adulto que
golpeaba el muñeco. Tanto las niñas como los niños se sintieron mucho más
influenciados por un modelo de sexo masculino que por uno de sexo femenino. Los
niños que habían visto el modelo calmado fueron menos agresivos que quienes no
habían visto ningún modelo.
Por tanto, los modelos adultos pueden influir en el comportamiento de los niños,
tanto para volverlos más agresivos, como para disminuir su agresividad.




Relaciones conflictivas en el ambiente familiar: Las peleas entre lo padres,
un ambiente conflictivo, puede inducir al niño a comportarse
agresivamente.
Inadecuados estilos de crianza: Cuando se deja hacer al niño lo que quiere y
no se le enseña a no agredir a los demás, estará acostumbrado a no respetar
normas.
Cuando existe incongruencia en el comportamiento de los padres, cuando
los padres desaprueban la agresión castigándola con su propia agresión
física o amenazante hacia el niño. Asimismo se da incongruencia cuando
una misma conducta unas veces es castigada y otras ignorada, o bien,
cuando el padre regaña al niño pero la madre no lo hace.
Falta de afecto hacia el niño: Cuando existe negligencia en la crianza de los
padres, no se le brinda los cuidados, la educación que necesita, no se felicita
sus buenas conductas o sus logros, el niño tratará de llamar la atención de
sus progenitores de muchas formas y al no conseguirlo, reaccionará con la
agresión como único recurso efectivo.
La influencia de los padres
Los padres de niños que después se convierten en delincuentes, con frecuencia no
estimulan el buen comportamiento y son rudos o inestables o ambas cosas a la
hora de castigar el mal comportamiento. No están muy en contacto con las vidas de
sus hijos en formas positivas, como darles seguridad a la hora de hacer las tareas.
Estos niños muestran una tendencia a ser rechazados por sus compañeros y un
bajo rendimiento escolar. Como consecuencia, suelen unirse a otros niños con
problemas que los conducen hacia comportamientos aún más antisociales.
Los niños menos agresivos tienen
padres que manejan el mal
comportamiento con
razonamientos, haciéndolos sentir
culpables y retirándoles su
aprobación. Los niños a quienes se
les golpea o amenaza tienen una
mayor tendencia hacia la
agresividad.
La tendencia que suelen tener con
frecuencia los padres a tratar de
manera diferente a niños y a niñas,
puede ejercer una influencia. Con la
niñas tienden a hacer que se sientan
culpables, mientras que con los
niños utilizan la autoridad por la fuerza. Esto puede influir en la mayor tendencia
de los niños a ser agresivos y de las niñas a sentirse culpables.
El castigo físico puede también aumentar la agresividad de los niños. Cuando se le
pega a un niño, no sólo sufre dolor, frustración y humillación, sino que además ve
un comportamiento agresivo en un adulto, que más tarde puede imitar.
Factores que influyen en la agresión:
Factores Culturales
Es innegable que ciertas culturas promueven perfiles más o menos agresivos en
sus integrantes. Las hay que esperan de sus miembros conductas marcadamente
pacifistas como los Arapesh en Nueva Guinea o los Lepshas en el Himalaya: la
mayoría coopera y trabaja por el bien común. Contrariamente, los Ik de Uganda
están en constante rivalidad por el dominio y la supervivencia, se roban entre sí y
hasta llegan a matarse, si es necesario, para obtener más alimento. Sin ir muy lejos,
en América Latina tenemos países con una alta incidencia de hechos violentos: no
olvidemos que en nuestro país hubo una guerra interna que costó miles de
muertos y que en Colombia la violencia es endémica.
Las zonas urbanas, especialmente las marginales, muestran mayores niveles de
delincuencia y agresión que las zonas de clase media o alta. Sin duda el factor
económico juega un papel importante en las expresiones de violencia en las
diferentes culturas y niveles socioeconómicos. La frustración que experimentan
ciertos niveles de la población al no poder adquirir todo lo que el mundo
globalizado dice ofrecer afecta especialmente a niños y jóvenes.
Factores familiares
Las prácticas de crianza de los
padres son un factor
fundamental para el desarrollo
de la agresividad. Muchos
estudios demuestran que los
padres fríos y rechazantes, que
utilizan la “afirmación del
poder” como técnica para
disciplinar –incluyendo
agresión física- tienden a criar
niños agresivos.
La agresión física como técnica para disciplinar no es la mas adecuada, no sólo
porque causa daño físico y humillación, sino porque el niño cada vez se hace más
resistente a ello y, en algunas ocasiones, puede devolver violencia con violencia.
Por otro lado, es una contradicción flagrante enseñar autocontrol con descontrol –
que es lo que ocurre casi siempre que pegamos- y buenos modales a cahetadas. En
efecto, si agredimos a un niño por ser agresivo, el mensaje que estamos
produciendo es que agredir cuando uno está molesto, cuando no nos hacen caso, es
correcto. La agresión genera un círculo vicioso que, en lugar de corregir, daña más
y trae consigo peores consecuencias.
Los diversos conflictos entre los padres, ya sea agresión verbal o física, tienden a
provocar problemas emocionales y diversos desórdenes de conducta,
específicamente conductas agresivas. Los padres que no acostumbran dialogar
para solucionar sus problemas y diferencias, que no se escuchan entre sí, que no
son tolerantes y que explotan ante la más mínima falla del otro, y que en sus
“conversaciones” utilizan reproches, insultos, amenazas, están enseñando a sus
hijos que cuando otra persona nos molesta, el grito destemplado, el insulto
humillante y el golpe son una solución.
Factores individuales
El temperamento del niño también es un factor que interviene en el desarrollo de
conductas agresivas. Los niños muy activos, impulsivos, “toscos”, fácilmente
pueden agredir a otros niños quienes al responder establecen una cadena de
golpes, patadas y arañazos interminable. Por otro lado, los padres de estos niños
tienden a perder el control fácilmente, recurriendo a la técnica más rápida para
parar las malas conductas: la agresión.
Medios de comunicación
Un tema importante en el estudio de la conducta agresiva son los medios de
comunicación, especialmente la televisión. Muchas investigaciones se han llevado a
cabo para determinar si los programas que los niños ven y que están cargados de
agresividad, pueden ocasionar conductas agresivas. No se ha llegado a una
conclusión definitiva. Algunos estudios sostienen que una fuerte dieta de violencia
televisiva puede instigar conductas agresivas en los niños, sobre todo en los más
agresivos, y favorecer el desarrollo
de hábitos agresivos y antisociales.
Existe una mayor probabilidad de
que se imiten las conductas
agresivas de los dibujos animados,
de las películas o de los video
juegos, cuando el héroe de la
historia despliega una gran gama de
conductas agresivas para hacer
justicia o para lograr lo que quiere.
Es importante, entonces, prestar atención a lo que los niños ven en la televisión,
saber qué juegos de video prefieren, comentándolos con ellos para explorar las
diferencias entre fantasía y realidad, así como las dimensiones morales y éticas de
esos materiales. Es importante brindar orientación adecuada sobre las
consecuencias de agredir a “alguien
de verdad” y los beneficios de
hablar sobre lo que necesitamos y
deseamos antes de actuar. Todo
esto, por supuesto, tiene que estar
relacionado con un modelo
adecuado de diálogo entre los
padres.
¿Qué debemos hacer frente a las
conductas agresivas de un niño?
• Observar en qué momentos se dan y prevenirlas.
• Evitar que los niños pasen mucho tiempo con niños que demuestran conductas
agresivas.
• No usar castigo físico, ya que trae como consecuencia más agresividad.
• Establecer reglas claras en casa, y las consecuencias que conlleva no cumplir con
ellas.
• Supervisar los programas de televisión y hablar sobre ellos.
• En los momentos de rabietas o después de las conductas agresivas, utilizar el
tiempo fuera: llevar al niño a un lugar tranquilo – un minuto por año- para que se
calme y luego conversar sobre lo ocurrido.
• Ayudar a expresar emociones, explicando que sentirlas – las positivas y
negativas- y mostrarlas es adecuado.
• Es útil dar una almohada, o un muñeco porfiado inflable, para que se pueda
descargar ira sin causar daño.
• Premiar conductas no agresivas con un halago, abrazo y frases como “¡muy bien
hecho!” y realizando actividades agradables.
• No ceder ante una demanda que se haga en términos agresivos. Si el niño grita
pidiendo un caramelo o un chocolate, hay que decirles que lo haga adecuadamente.
• Ante un evento agresivo, es importante no perder la calma, agarrar al niño de los
brazos para evitar que siga agrediendo o que se agreda a sí mismo. Mirarlo a los
ojos y decirle que sabemos lo que estás sintiendo –rabia, cólera- y que es mejor
calmarse para hablar sobre lo sucedido.
• Si las conductas agresivas no disminuyen, es necesario acudir a un especialista
quien haga una evaluación integra.
El comportamiento agresivo del niño es normal y debe ser vivido por él
En la infancia, son normales los ataques de agresividad. Lo que pasa es que algunos
niños persisten en su conducta agresiva y en su incapacidad para controlar su
fuerte genio, pudiendo sentirse frustrados delante del sufrimiento y del rechazo de
los demás. Según las teorías del impulso, la frustración facilita la agresión.
El comportamiento agresivo del niño es normal y debe ser vivido por él. El
problema es saber controlarlo. Muchas veces el niño provoca un adulto para que él
pueda intervenir por él y controlar sus impulsos agresivos, ya que no puede con
todo. Por eso, el niño necesita de un "no hagas eso" o "pare con eso". Los niños, a
veces, piden una riña. Es como si pidiera prestado un controle a su padre o madre.
Del mismo modo que los padres enseñan a caminar, a hablar, a comer, etc. a sus
hijos, deben enseñar también a controlar su agresividad.
Controlar la agresividad del niño
Hay que tener cuidado solamente para que el niño no se convierta en un terrorista
o sumiso, ni permitir todo ni devolver su agresividad con otra agresividad. La
teoría del aprendizaje social afirma que las conductas agresivas pueden
aprenderse por imitación u observación de la conducta de modelos agresivos. Es
muy importante, por ejemplo, que el niño tenga y encuentre un buen modelo en
sus padres. Los niños se relacionan con los demás de la misma forma que lo hacen
sus padres. Si ellos mantienen una relación tranquila con los demás, es así que el
niño se portará delante de sus amiguitos. Si la relación es mas bien conturbada,
probablemente el niño seguirá ese modelo de comportamiento.
Educar a los niños es una tarea
difícil, que requiere trabajo. Pero
que vale la pena tentar acertar, tener
equilibrio y consenso entre los
padres para que en la educación del
niño no ocurra fallo de doble
comunicación. Si uno de los padres
permite todo y el otro nada, eso
confundirá al niño y probablemente
se rebelará.
Antes de saber cómo manejar estas
situaciones, hay que entender que la
agresión es parte natural de la vida
de todo niño saludable en tanto que
es su forma de comunicación, la
expresión de una de sus emociones
más autenticas. Por ejemplo cuando era bebé y estaba hambriento o mojado,
lloraba; luego al año, era capaz de coger los objetos y arrojarlos al suelo si es que
algo lo enojaba. Pero a partir de los dos años, los niños mejoran sus capacidades
motrices como desplazarse, correr, jalar, patear, y sus capacidades lingüísticas al
expresar sus necesidades, sentimientos, su cólera y sus disgustos. También, como
parte de su etapa egocéntrica, sentirá que todo le pertenece, que todo gira en torno
a él y es para él, se iniciarán las peleas con otros niños y empezará a expresar su
agresividad de diversas maneras, golpeando, pateando, empujando o mordiendo.
Por otro lado, vemos que un niño no sólo manifiesta su agresividad golpeando o
insultando a otro (agresividad directa); existe una agresividad indirecta o
contenida, que se manifiesta cuando el niño grita, hace muecas o murmura su
frustración, un ejemplo claro es cuando tira al suelo un rompecabezas que no logra
armar.
Es en estas primeras etapas en las que, los niños necesitan ser guiados y aprender
alternativas adecuadas de expresar su enojo, sin hacer daño a los demás ni a sí
mismo, de lo contrario tendremos un niño con problemas en sus relaciones
sociales, incapaces de cumplir normas y probablemente con una autoestima muy
frágil por ser rechazado por sus compañeros e inclusive por sus propios familiares.
CÓMO ENSEÑAR CONDUCTAS ADECUADAS:





Enseñar con el ejemplo: Si el niño observa que sus padres utilizan la
agresión, creerá que esa es la forma de solucionar las cosas. Bríndele
buenos ejemplos, resuelva los problemas conversando, si no puede evitar la
discusión, no lo haga frente al niño, la conducta de los padres es su principal
modelo de aprendizaje.
Corrija la conducta inadecuada, si observa que el niño pega a otro o
reacciona con agresividad, sosténgalo de los brazos, mírelo a los ojos y con
serenidad y firmeza dígale: “sé que estás molesto pero no podemos hacer
daño a los demás”. Probablemente el niño llore o haga una pataleta, no
debemos hacer caso, poco a poco entenderá que este tipo de conducta no se
puede aceptar. Luego converse con él y dígale lo que usted espera de su
conducta, sea breve y claro en sus instrucciones.
Felicite la buena conducta, la corrección no es la solución a todos los
problemas, hay que recompensar la buena conducta mediante palabras y
gestos aprobatorios como “lo haz hecho muy bien”, “te estás portando bien,
me alegro”. El niño necesita sentir que conductas son adecuadas, el objetivo
es que a la larga esta retroalimentación o recompensa sea sentida por el
mismo niño por el solo hecho de haber actuado de manera adecuada.
Enséñele otras alternativas para descargar su agresividad como conversar
sobre sus sentimientos y deseos así como las consecuencias qué pueden
tener sus reacciones, también es necesario que el niño realice actividades
físicas, descargar sus energías como mover con fuerza los brazos, saltar,
tensar y relajar los músculos; jugar con plastilina y salir a pasear también
pueden utilizarse para distraer al niño y descargar la emoción.
Dirija la agresividad del niño hacia conductas socialmente aceptadas, es
necesario no dejar pasar una bofetada, un peñisco o golpe, reconduzca ese
comportamiento hacia un gesto alternativo, por ejemplo, guíe su mando y
dígale “choca esos cinco” o dígale “no se pega al compañero, se da cariño,


abrazo” y lo instigamos físicamente a abrazar y brindar afecto al
compañero.
Intervenga en caso de peleas con otros niños, si observa que su niño pega al
otro por obtener un juguete, dígale “no pegamos a otras personas, cuando
yo quiero algo de ti no te pego para conseguirlo, te lo pido amablemente”
convérsele, si es mayor de 3 años, oriéntelo hacia la reflexión, le puede
preguntar, “cómo te sentirías si te pegara a ti”.
La técnica del tiempo fuera: Puede retirar al niño de ambiente de juego por
unos minutos hasta que se tranquilice, de esta manera asociará su
comportamiento con el castigo y aprenderá a reflexionar sobre su conducta.
Descargar