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Rosario, viernes 25 de abril de 2014
D i a r i o
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D o c t r i n a
y
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Nº 71 - AÑO LII
J u r i s p r u d e n c i a
e l d e r e c h o . c o m . a r
Rosario digital
SERIE ESPECIAL - Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de Rosario
LUCES Y VISTAS COMO RESTRICCIÓN AL DERECHO DE DOMINIO.
UNA MODERNA VISIÓN A PARTIR DE SUS FUENTES
Por María Gabriela Tolosa
Abogada. Profesora Asistente de las Cátedras de Derechos Reales Parte General y Derechos Reales Parte Especial en la
Facultad de Derecho y Ciencias Sociales del Rosario (Pontificia Universidad Católica Argentina)
Sumario: I. INTRODUCCIÓN.– II. DE LEGE LATA: “LUCES Y VISTAS COMO UNA RESTRICCIÓN AL DERECHO DE DOMINIO: SU RÉGIMEN EN EL CÓDIGO CIVIL”.– III. DE
LEGE FERENDA: ES NECESARIA UNA REFORMA QUE CLARIFIQUE Y SIMPLIFIQUE LAS
LUCES Y VISTAS COMO RESTRICCIÓN Y LÍMITE AL DERECHO REAL DE DOMINIO.– IV.
CONCLUSIÓN FINAL.
I. Introducción
Se llaman luces a las ventanas o aberturas que permiten solo el pasaje de la luz o el aire y no la vista al exterior. Las vistas son aquellas
aberturas que permiten también ver los fundos vecinos. Nuestro Código Civil contiene una serie de disposiciones tendientes a evitar que las
luces y las vistas puedan perturbar la vida de la vecindad 1.
A modo de clarificar el tema veamos cuáles han sido las fuentes de
nuestro codificador primero en materia de luces y luego en lo que respecta a las vistas.
I) El Derecho Romano y la antigua legislación española, en especial
la legislación alfonsina, fueron tenidas en cuenta por Vélez Sarsfield,
como se desprende de la nota al art. 2654. De tal modo que los principios del jus civile, en cuanto se refiere a los jura luminum, pueden, aun
hoy en día, sernos de utilidad. Basta reflexionar que el art. 2657, según
el cual quien goza de luz por ventanas abiertas en su pared de conformidad al art. 2655, no puede impedir que en suelo vecino se levante un
muro que, las cierre y le prive de luz, reconoce su fuente, no sólo en el
precepto correlativo del Código Civil Chileno 2, sino también en un claro texto del corpus juris3, para que tal afirmación se halle suficientemente abonada.
II) El Code Napoléon y el droit coutumier (“coutumes de París” y
“d’Orléans”) han influido decididamente, tanto en lo que respecta al art.
1 BORDA, Guillermo, Tratado de Derecho Civil- Derechos Reales, Abeledo-Perrot, Buenos
Aires, 3a ed. Actualizada, 1984, t. 1, pág. 429.
2 SPOTA, Alberto G., Regulación legal de las luces de tolerancia y de las vistas.
3 Código Chileno del jurista Andrés BELLO, promulgado por ley del 14 de diciembre de 1855
y comenzó a regir el 1° de enero de 1857.
2654, como a la forma constructiva de dar a las luces de tolerancia (art.
2655). Sin embargo, en ésta última, nuestro Código se ha separado en parte
del Código Civil francés. Por un lado, respecto de las alturas a las que
deben establecerse las luceras, en tanto nuestro derecho determina una
altura uniforme y no distingue entre aberturas correspondientes a la planta
baja o a los pisos altos. Asimismo, en relación a las aberturas que se autorizan realizar, no requieren estar dotadas de vidrios fijos y sí solo de enrejados que permitan el paso, no sólo de la luz, sino, además, del aire.
III) El Código Civil italiano ha sido tenido en cuenta por Vélez Sarsfield, como se desprende de la nota al art. 2655. Así también, los códigos
que rigieron en Italia, con anterioridad al vigente. De ellos se colige con
claridad el principio de que las luces de tolerancia que existen en los muros contiguos no pueden ser clausuradas por el vecino que no es dueño
de la pared sino bajo estos dos requisitos: a) adquiriendo la medianería
de la pared; b), edificando contra esta última (art. 531, 3ª parte, Cód. Civil italiano)4.
Actualmente quien adquiere la comunidad del muro no puede cerrar
las luces en el existente sino apoyando contra él su propio edificio 5.
IV) El “Proyecto” Goyena6 y el Código Civil chileno7, han inspirado
en mucho a nuestro legislador en las materias siguientes: a) Las aberturas
que se autorizan practicar en los muros pueden estar destinadas a recibir
luz y aire (arts. 875, Cód. Civil chileno, y 531, “Proyecto” Goyena); b)
Las mismas no pueden ser clausuradas, sino adquiriendo la medianería y
construyendo contra la pared (art. 531, 2ª parte, “Proyecto”, Goyena); c)
La altura a que deben construirse las ventanas es uniforme, sin distinguir
entre las destinadas a dar luz y aire a la planta baja del edilicio o a los pisos (art. 870, Cód. Civil chileno); d) Siempre está autorizado el que sufre
la restricción de las luces de tolerancia a edificar o levantar en su suelo
4 Código Italiano de 1865.
5 MESSINEO, Francesco, Manual de Derecho Civil y Comercial, Ediciones Jurídicas Europa América, Buenos Aires, 1971, t. III, pág. 538.
6 Proyecto de 1851 (3000 artículos) de Florencio GARCÍA GOYENA, Antecedente del Código
Civil de España.
7 SPOTA, Alberto G., ob. cit.
CONTENIDO
DOCTRINA
Luces y vistas como restricción al derecho de dominio. Una moderna visión a partir de sus fuentes, por María Gabriela Tolosa …................... 1
JURISPRUDENCIA
CS Santa Fe
Recurso Extraordinario: Admisibilidad: examen; alcances; requisitos del recurso; fundamentación suficiente; agravios de naturaleza constitucional; cuestiones no susceptibles de recurso; interpretación de normas de derecho público. Expropiación: Régimen constitucional: indemnización; fijación judicial de su justiprecio; atribución propia del tribunal; bienes inmuebles; determinación del valor de mercado; el cómputo de
su precio en dólares; improcedencia (CS Santa Fe, febrero 11-2014) ..….............................................................................................................. 5
Laboral
Trabajo: Proceso: competencia territorial; pautas legales; interpretación; facultad de opción; carácter amplio y flexible. Accidentes y Enfermedades del Trabajo: Aspectos procesales: competencia territorial; pautas legales; interpretación; la regla de favor; casos de demanda exclusivamente dirigida contra ART; reglas aplicables; posibilidad de litigar en el asiento de cualquiera de sus sucursales (CApel. en lo Laboral
Santa Fe, sala II, febrero 7-2014) …........................................................................................................................................................................ 3
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paredes aun cuando prive de la luz y aire al que practicó las respectivas
aberturas (art. 876, Cód. Civil chileno)8.
En cuanto a la fuente que reconocen los preceptos regulatorios de la materia de las vistas (art. 2658 a 2660), podemos formular las conclusiones
siguientes:
1º) El Código Civil francés ha inspirado a nuestro legislador para la
redacción de los arts. 2658 a 2660, ya sea directamente, ya sea a través del
“Proyecto Goyena”9, o del Código Civil Chileno. En tal sentido, adoptó Vélez Sarsfield la distinción entre vistas rectas o de frentes o directas y vistas
oblicuas o laterales o de costado. Cierto es que en el art. 2658, siguiendo al
Código Civil chileno (art. 878), sólo habla de vistas, pero de lo dispuesto en
el art. 2659, al diferenciar las mismas de las vistas de costado u oblicuas, y
de lo estatuido en el art. 2660 al indicar los métodos de medición de las distancias según se trate de una u otra clase de vistas se desprende que tal divissio entre vistas rectas y oblicuas fue prevista y aceptada por el legislador
argentino. Además, nuestra ley adoptó la distancia prescripta por el art. 679
del Code Napoleón para las vistas oblicuas, es decir, sesenta centímetros. Se
apartó, en cambio, con respecto a la distancia que debe mediar entre las ventanas, balcones, etc., y la línea separativa de los fundos, cuando existan
vistas directas del modelo francés; en este sentido, en vez de fijar un metro y
noventa centímetros y medio, como lo establece el art. 587 del Código Civil
italiano, aceptó la medida fijada en el art. 878 del Código Civil chileno.
2°) El Código Civil italiano 10 fue tenido en cuenta por nuestro legislador
y lo citó en la nota al art. 2660, destinado a determinar el procedimiento a
seguir para medir las distancias fijadas en los arts. 2658-2659. Sin embargo, no transcribió el art. 589 del aquel cuerpo legal, que sanciona adecuadas reglas para medir las mentadas distancias; pero, como lo veremos, la
racional norma promulgada por el legislador italiano constituye la mejor
interpretación a dar nuestro art. 2660, y es la que predomina en la doctrina
y jurisprudencia francesas.
3º) El “Proyecto” de Goyena constituye el antecedente inmediato del
art. 2660: el art. 533 del citado “Proyecto” importa completar la norma
contenida en el art. 680 del Code Napoleón, ya que este último no prevé
cómo deben medirse las distancias en el caso de vistas oblicuas. Sin embargo, el agregado de Goyena, que reprodujo nuestro codificador, no posee, según lo veremos, la claridad de la norma correspondiente al Código
Civil italiano (art. 589), tal como lo hemos hecho notar.
4º) El Código Civil chileno (art. 8713) es la fuente del art. 2658 de nuestro Código en cuanto se refiere a la distancia de tres metros que en el mismo
se fija. Pero Vélez Sarsfield no siguió al legislador chileno en los demás
aspectos que la materia de las vistas ofrece, ya sea con respecto a la inexistencia, en el Código de Chile de la distinción entre vistas oblicuas y las que
no lo son, que sí aceptan nuestros arts. 2658 y 2659, ya sea con respecto al
procedimiento a seguir en la medición de las distancias que ordena la ley
guardar para que se puedan tener vistas, no sólo rectas, sino oblicuas11.
II. De lege lata: “Luces y vistas como una restricción al
derecho de dominio: su régimen en el Código Civil”
Para comprender acabadamente el tema que nos ocupa es apropiado
hacer algunas aclaraciones terminológicas que permitan entender adecuadamente la legislación vigente.
En efecto, se entiende por muro medianero, aquél sobre el cual ha nacido el condominio de indivisión forzosa, por oposición al muro privativo
que pertenece con exclusividad al dueño de uno de los inmuebles, o sea
aquel que pertenece en “dominio” y no en “condominio”.
La calificación de una pared como medianera o privativa apunta a la
titularidad sobre ella y no a su emplazamiento 12. En cuanto a éste último,
los muros son divisorios o separativos cuando lindan inmediatamente con
la línea separativa de ambas heredades y son no divisorios o no separativos
en caso contrario. Los muros divisorios o separativos pueden ser encaballados o contiguos; en el primer caso el eje vertical de la pared que pasa
por su centro coincide con la línea divisoria (construido por mitades en
ambos terrenos). En el segundo, la pared asienta por entero en el terreno
de uno de los vecinos. Pared de cerco o de cerramiento forzoso es la
resultante de la obligación de encerramiento impuesta por el art. 2726 del
Código Civil, y que responde a las exigencias de este texto y del art. 2729,
particularmente en cuanto a la altura de tres metros.
Con especial referencia a las luces y vistas en paredes medianeras, el
art. 2654 norma que “ningún medianero podrá abrir ventanas o troneras en
pared medianera, sin consentimiento del condómino”; es correlativo el art.
2737 que para el caso de las paredes medianeras impide a uno de los
vecinos “hacer abertura alguna sin consentimiento del otro vecino”.
En la nota, nuestro codificador se refiere al art. 675 del Código francés,
que impide esas ventanas aun cuando se realicen con vidrio incrustado en
8 SPOTA, Alberto G., ob. cit.
9 Proyecto Goyena, op. cit.
10 Código Civil Italiano de 1895.
11 SPOTA, Alberto G., ob. cit.
12 GURFINKEL DE WENDY - COSSARI - LUNA - SAUCEDO - VIVES, Derechos Reales, Abeledo-Perrot,
2010.
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marco que no pueda abrirse, y no dudamos que esa interpretación tiene
vigencia en torno de los arts. 2654 y 2737, en vista de la generalidad de
sus prohibiciones. Por troneras debe entenderse ventanas de poco tamaño.
De mediar consentimiento del condómino esas aberturas son factibles, y es
del caso que en ese supuesto nos encontramos frente a la imagen de una
servidumbre de luces.
Las servidumbres de luces y vistas, si bien tienen muchos puntos de
contacto con el tema tratado, escapa a la materia del presente ya que refiere específicamente a las restricciones y límites al dominio y no a aquel
derecho real sobre cosa ajena.
En cuanto a las luces en paredes privativas divisorias, se trata de luces
abiertas en muros que pertenecen exclusivamente a uno de los vecinos y
que fueron levantados lindando inmediatamente con la línea separativa de
ambos fundos.
El art. 2655 del Código Civil textualmente dice que “el dueño de una
pared no medianera contigua a finca ajena, puede abrir en ella ventanas
para recibir luces, a tres metros de altura del piso de la pieza a que quiera
darse luz, con reja de fierro cuyas barras no dejen mayor claro que tres
pulgadas”. La referencia a medianera contigua alude en este caso al
carácter separativo de la pared, pero no excluye que el muro esté encaballado. El Código impone como requisitos: 1°) que la ventana se abra “a
tres metros de altura del piso de la pieza” que se quiere iluminar, con el
propósito de evitar que normalmente se convierta en una vista sobre el
fundo lindero, y 2°) que esté cerrada “con reja de fierro cuyas barras no
dejen mayor claro que tres pulgadas”, y en tal medida sea imposible que se
asome la cabeza para mirar. Creemos que no es necesario que las ventanas
de luces que satisfagan los requisitos exigidos por el art. 2655, deban tener
además vidrio fijo, en primer término porque ello no surge de la disposición legislativa, y además porque de ese modo es posible una mejor ventilación de la finca beneficiaria de la luz 13.
En cuanto a las vistas, el Código Civil argentino distingue dos clases: las
que están de frente al predio vecino y las oblicuas a la divisoria de los
predios.
Así, el art. 2658 dispone que no se pueden tener vistas sobre el predio vecino cerrado o abierto por medio de ventanas, balcones u otros voladizos, a
menos que intermedie una distancia de tres metros de la línea divisoria. Y el
artículo siguiente agrega que tampoco pueden tener vistas de costado u oblicuas sobre propiedad ajena, si no hay setenta centímetros de distancia.
Las ventanas o balcones que estén a menor distancia que la establecida,
deben clausurarse. Pero si se trata de paredes no divisorias levantadas a
una distancia menor que la prescripta en los arts. 2658 y 2659, es posible
la apertura de luces (no vistas), ya que estas pueden abrirse aun en las
paredes divisorias no medianeras conforme lo dispuesto en el ya mencionado art. 265514 y, en las condiciones establecidas por éste, es decir, a tres
metros de la altura del piso.
Por su parte, la norma 2660 agrega que las distancias que prescriben los
preceptos anteriores se cuentan desde el filo de la pared donde no hubiese
obras voladizas y desde el filo exterior de éstas donde las haya y para las
oblicuas, desde la línea de separación de las dos propiedades.
En consecuencia, vemos como el Código Civil regula en forma un tanto
excesiva las luces y las vistas, casi como una reglamentación municipal de
nuestra época.
La jurisprudencia, interpretando elásticamente el art. 2655 se ha inclinado por admitir que el mismo “no impide la colocación de tragaluces en
el muro divisorio a una altura inferior a la indicada en la norma, si por
estar cerrados mediante vidrios opacos colocados en un marco fijo que no
puede abrirse , impiden toda vista sobre la finca vecina” 15.
El fallo citado y otros similares sobre la materia son contestes en
interpretar que la norma bajo análisis tiene como finalidad impedir que las
luces deriven en vistas sobre los vecinos y esa posibilidad no se daría si
los tragaluces o troneras 16 estuvieran cerrados con vidrios opacos en un
marco de hierro.
III. De lege ferenda: Es necesaria una reforma que
clarifique y simplifique las luces y vistas como
restricción y límite al derecho real de dominio
Es necesario regular el tema mediante disposiciones concretas y precisas, no excesivamente minuciosas como la normativa actual que merecería
pertenecer a reglamentos municipales antes que a un código civil.
1. Modificación y Simplificación de los arts. 2654 a 2660
Se deberían regular las luces y vistas dentro del Título referente a las
restricciones y límites al Dominio del Código Civil en forma indepen13 ALTERINI, Jorge Horacio, Las Luces como restricciones y límites al dominio y como
servidumbres, LL, 131-418 y sigtes.
14 BORDA, Guillermo, ob. cit., pág. 430.
15 Cámara Civil N° 1 de Capital Federal, febrero 17-1940, LL, 17-553, fallo 88.511.
16 Dícese de las ventanas pequeñas.
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diente de su regulación como servidumbres, en dos concretos artículos que
proponemos de la siguiente forma:
Luces: El propietario de un muro lindero, ya sea medianero o divisorio,
no podrá abrir luces a menos de un metro ochenta centímetros de altura
desde la superficie más elevada excepto que las mismas estén cerradas mediante vidrios opacos colocados en marco fijo. Todo sin perjuicio de las disposiciones municipales que regulen la materia.
Vistas: “No se podrán abrir vistas en los muros linderos que permitan la
vista frontal a menos distancia que tres metros y lateral a menos distancia
que un metro ochenta centímetros, medida perpendicularmente desde el
limite exterior de la zona de visión más cercana al inmueble vecino, sin
perjuicio de las disposiciones municipales que regulen la materia”.
La reforma propuesta traería los siguientes beneficios:
● Mayor claridad en cuanto a la restricción y límite del propietario
tanto en la posibilidad de abrir luces como vistas.
● Delimitación al ámbito civil de una restricción y límite al dominio
que no invada la esfera del derecho administrativo.
● Permitir que las reglamentaciones o decretos municipales regulen
la materia según el verdadero interés de la comunidad y en un todo
de acuerdo al tiempo y lugar que se dispongan las luces y vistas.
● Una regulación acorde al uso regular del derecho de dominio
valorando la normal tolerancia y la importancia del instituto
“abuso del derecho” para regular también las adecuadas relaciones de vecindad.
IV. Conclusión final
De Lege Lata:
● Las luces y vistas están reguladas dentro del libro III del Código
Civil “De los derechos reales”, específicamente en el Titulo VI sobre restricciones y limites al dominio.
● Vélez se aparta del Código Civil francés de 1804 que trató estas restricciones como servidumbres legales y siguió a los Códigos italiano y
chileno, considerándolas como restricciones y límites al dominio.
● Resultan excesivamente estrictas las prohibiciones de luces y vistas
en pos del derecho al dominio atento al concepto de la normal tolerancia y el uso regular del derecho de propiedad.
De Lege Ferenda:
● Las luces y vistas deberían regularse no solamente desde el punto de
vista del derecho a no ser perturbado en las relaciones de vecindad
sino también considerando los modernos conceptos de “abuso del derecho” y “normal tolerancia”.
● Las luces y vistas como restricción y limite al dominio deben simplificarse y reformularse en el Código Civil a fin de precisar y aclarar las disposiciones civiles sin avanzar sobre regulaciones que
corresponden al derecho administrativo.
JURISPRUDENCIA
Trabajo:
Proceso: competencia territorial; pautas legales; interpretación; facultad de opción; carácter
amplio y flexible. Accidentes y Enfermedades del Trabajo: Aspectos procesales:
competencia territorial; pautas legales; interpretación; la regla de favor; casos de demanda
exclusivamente dirigida contra ART; reglas
aplicables; posibilidad de litigar en el asiento
de cualquiera de sus sucursales.
1 – Los criterios objetivos que normalmente informan la distribución de
competencia territorial (proximidad de la prueba, vecindad de los hechos, economía del proceso, etc.) se relajan en materia laboral a fin de
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satisfacer el requerimiento de que el dependiente litigue allí donde decida hacerlo, dentro de las opciones legales, por la razón que fuere y
sin que ninguna norma o principio superior le cargue con el deber de
explicitar –ni mucho menos probar– la razón de esa conveniencia (del
voto de la mayoría).
2 – No cabe prescindir del hecho de que, en el marco de un seguro social
como el que se propuso implementar la ley 24.557, rige como contenido implícito la “regla de favor” en beneficio de la persona siniestrada a cuya satisfacción se ordena prioritariamente el instituto. Ello,
por supuesto, no la habilita a litigar arbitrariamente donde se le ocurra, pero sí conduce a interpretar las normas adjetivas de distribución
de competencia territorial desde un prisma en que debe prevalecer
todo lo que favorezca los fines de la Constitución y las leyes, mas no
desde el que los perjudique u obstruya (del voto de la mayoría).
3 – Tratándose la ART de la única demandada por el siniestro laboral
puede, como toda corporación, ser sometida a pleito en el asiento de
cualquiera de sus sucursales respecto de las obligaciones contraídas
en el ámbito de la misma (del voto de la mayoría).
4 – El juez laboral debe declarar su incompetencia si el actor ha omitido
cumplir con una mínima actividad probatoria que demuestre que el
domicilio de la sucursal de la ART demandada elegido como especial
a los efectos de habilitar la competencia, tiene algún punto de conexión con las prestaciones sistémicas reclamadas conforme la ley
24.557; en particular, como sucursal que abarca territorialmente la
gestión comercial de clientes domiciliados en el lugar en que el actor
trabajaba (del voto en disidencia del doctor COPOLETTA).
5 – La carga procesal del actor debe ser ligera, pero tiene que invocar y
probar mínimamente un punto de conexión entre el domicilio de la
sucursal de la ART elegida y la prestación sistémica que se demanda.
En consecuencia, la mera invocación de la “conveniencia” no es fundamento suficiente como para justificar la competencia territorial preferida (del voto en disidencia del doctor COPOLETTA).
6 – La competencia territorial le corresponde al juzgado laboral del
domicilio de la sucursal de la ART demandada en la cual el actor demuestre que debe cumplirse con el pago de la prestación dineraria
reclamada, ya que comprende el domicilio del lugar de pago del salario (lugar del trabajo o por medio de depósito en cuenta bancaria).
Esto implica la siguiente secuencia: 1) determinar el domicilio del
lugar de trabajo, cobrando relevancia aquí el del empleador aunque
no fuera demandado; 2) determinar la sucursal de la ART que comprende la gestión de los negocios en aquel domicilio de pago; 3) determinar el juzgado laboral con competencia territorial en ese
domicilio de la sucursal de la ART (del voto en disidencia del doctor
COPOLETTA).
242 – CApel. en lo Laboral Santa Fe, sala II, febrero 7-2014.– F., S. T.
c. Berkley Internacional Art s/accidente de trabajo.
En la ciudad de Santa Fe, a los 7 días de febrero del año dos mil catorce,
se reúnen en acuerdo ordinario los señores jueces de la sala segunda de la
Cámara de Apelación en lo Laboral, doctores José Daniel Machado, Sebastián César Coppoletta y Julio César Alzueta, para dictar nueva sentencia de acuerdo a lo resuelto oportunamente por la Corte Suprema de Justicia de la Provincia (fs. 97/100 vta.) el 01/10/2013, por haber resuelto la
anulación de lo fallado en segunda instancia a tenor de las constancias
obrantes a fs. 57/57 vta. de estas actuaciones; debiendo en consecuencia de
ello expedirse este Tribunal respecto del recurso de apelación interpuestos
por la actora, contra la sentencia dictada por el señor juez de Distrito 1 de
Primera Instancia en lo Laboral de la Primera Nominación de Santa Fe, en
los autos caratulados: “F., S. T. c. Berkley Internacional ART s/accidente
de trabajo” (Expte. 194 - Fo. 151 - Año 2013).
Acto seguido el Tribunal se plantea las siguientes cuestiones:
1a ¿Se ajusta a derecho la sentencia impugnada?
2a ¿Qué pronunciamiento corresponde dictar?
Dispuesto el orden de votación, resulta: Coppoletta, Machado, Alzueta.
A la primera cuestión el doctor Coppoletta dice:
Contra el dictamen por incapacidad laboral efectuado por la Comisión
Médica número 008 de la Superintendencia de Riesgos del Trabajo de la
ciudad de Paraná se alza el señor S. T. F. mediante recurso de apelación
por ante el Juzgado Federal N° 2 de la ciudad de Santa Fe (art. 46, ley
24.557 y normas reglamentarias).
El Sr. juez federal declaró su incompetencia invocando como fundamento
lo resuelto por la Corte Suprema de Justicia de la Nación en la causa
“Castillo, Ángel Santos contra Cerámica Alberdi S.A.”, y como consecuencia remitió el expediente a la justicia provincial con competencia laboral.
Habiéndose sorteado la competencia por turno, se asignó al Juzgado Laboral de la Primera Nominación. En el expediente el juez decretó en fecha
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12 de abril de 2011 “atento al domicilio del actor, ocurra ante quien corresponda: art. 5°, primera parte, ley 7945 (reformada por ley 13.039).
Notifíquese” (fs. 33).
Contra esa decisión del a quo, el actor interpuso recursos de revocatoria
y apelación en subsidio. Como respuesta jurisdiccional, se rechazó la revocatoria por decreto de fecha 28 de abril de 2011 sosteniendo el a quo que
“habida cuenta que los domicilios del actor y demandada no pertenecen a
esta Jurisdicción” y por resultar improrrogable la competencia territorial
de los jueces del trabajo.
El recurso de apelación fue concedido.
La sala primera de esta Cámara de Apelación en lo Laboral resolvió rechazar la apelación al entender que el a quo decidió conforme los componentes propios de la reclamación que originara las actuaciones pertinentes,
por lo que no podía atacársela en dicho aspecto, como así tampoco en base
a reflexiones tardías que aluden al domicilio de la aseguradora.
Contra la sentencia de la alzada se interpone recurso de inconstitucionalidad que siendo denegado por el Tribunal es concedido por la vía del
recurso de queja.
La Corte Suprema de Justicia de la Provincia de Santa Fe hizo lugar al
recurso de inconstitucionalidad sosteniendo que la sentencia recurrida lesiona irreparablemente el derecho a la jurisdicción que asiste al justiciable
pues no se ha tratado el argumento principal invocado por el actor en
sustento de la competencia territorial.
Y en el fundamento de la decisión, destaco como medular los siguientes
párrafos de la sentencia de la Corte, pues en definitiva serán la guía de
interpretación que seguiré en mi voto: “...los sentenciantes han incurrido
en exceso de rigor formal –incompatible con un adecuado servicio de
justicia– al rechazar el recurso de apelación sometido a su conocimiento,
afirmando en lo esencial que no puede atacarse la decisión del a quo en
función de ‘reflexiones tardías...que...aluden al domicilio de la aseguradora’, dado que con dicha respuesta elusiva se desentiende de abordar de
manera fundada un tema central y decisivo para la suerte del conflicto
que fue debidamente puesto a su consideración por el recurrente”.
Ello así, toda vez que de la armónica interpretación de las normas involucradas –arts. 5°, Código Procesal Laboral de la Provincia y 118, ley
17.418– surge que el planteo del actor sosteniendo la competencia territorial del juez de baja instancia con fundamento en que demandó exclusivamente a la Aseguradora de Riesgo de Trabajo “Berkley Internacional ART
S.A.”, compañía que tiene domicilio y giro comercial de público y notorio
conocimiento en calle San Martín … de esta ciudad, ejerciendo de esa manera correctamente la opción que otorga el art. 5° del CPL, dado que según
el art. 118 de ley 17.418 se puede interponer la demanda en el domicilio de
la compañía aseguradora, como así también en cualquier agencia o sucursal de ella, al no hacer dicha norma distinción alguna –postulación que
cuenta con sustento legal y jurisprudencial que la avalan (CNAT, sala VI,
30.10.09, “Aranda c. Fonseca S.A.” y fallos allí citados; CNAT, sala VII,
“Suvercase c. Prevención ART”, DT, 2012 [julio], 1798; CNAT, sala VI,
“Luque c. Martín” DT, 2012 [junio] 1959; SC Mendoza, sala II, 25.02.11,
“Moyano c. La Segunda ART S.A.”; por todos)– merecía por parte de los
juzgadores una respuesta concreta, alejada de rigorismos formales incompatibles con un adecuado servicio de justicia. Al no hacerlo así, se priva al
fallo de la debida fundamentación conforme a las exigencias del art. 95 de
la Constitución provincial.
Lo expuesto basta para descalificar constitucionalmente el pronunciamiento recurrido, el que debe ser anulado.
Remitido el expediente a esta sala II de la Cámara de Apelación en lo
Laboral corresponde entonces expedirse considerando especialmente y en
concreto, tal como lo indica la Corte Suprema de Justicia en su sentencia,
la postulación del actor de habilitar la competencia territorial ante el juzgado de primera instancia en la Laboral de la Provincia de Santa Fe con
competencia en el domicilio de la sucursal de la ART demandada en la
ciudad de Santa Fe.
Surge de las constancias de autos y llegan como hechos firmes que: a) la
demanda se interpone contra la ART, no siendo demandada la empresa
empleadora; b) el actor tiene domicilio en Portugalete, zona rural, Departamento San Cristóbal, Provincia de Santa Fe, según consta en el poder
otorgado ante funcionario judicial; c) la ART demandada tiene domicilio
real en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires; d) el accidente de trabajo
que origina la incapacidad reclamada se denuncia como ocurrido en el
establecimiento Palos Negros SA, en la zona rural de la localidad de San
Cristóbal, Provincia de Santa Fe.
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únicamente contra la ART, lo cual tengo especialmente en cuenta. Y que
dado que la empleadora no es demandada, el domicilio de la empresa no es
relevante en el caso. Ahora bien, sostiene el recurrente que “...además el lugar de ejecución del contrato de afiliación suscrito entre la patronal - ART
(conforme art. 21, LCT) que es brindar las prestaciones médicas y
dinerarias de la LRT 24.557, a cargo de la ART no tiene un lugar
determinado y puede prestarse en todo el territorio nacional. En el caso de
auto se prestaron en la ciudad de Santa Fe”. Y aquí es muy importante
señalar que si bien surge de las pruebas documentales que el actor ha recibido asistencia médica en la ciudad de Santa Fe, ha sido dado ya de alta
médica, y la demanda sólo se dirige a cuestionar el porcentaje de incapacidad reconocido en la junta médica y, por lo tanto, lo que integra la litis es
el monto de la prestación dineraria a cargo de la ART demandada.
Y en este sentido, el recurrente denuncia cómo domicilio “y giro comercial” de la demandada para la zona norte de la Provincia de Santa Fe
el de su sucursal en ésta ciudad y, en base a ello, demanda el cumplimiento
de la prestación dineraria ante la sucursal de la ART en ésta ciudad de
Santa Fe.
No coincido con el criterio del recurrente en cuanto a que las prestaciones a cargo de la ART no tienen un lugar determinado y puede prestarse
en todo el territorio nacional, pues ello es desconocer el principio de
localización del pago de las obligaciones.
En virtud de ello, si bien el art. 118 de la ley 17.418 otorga al domicilio
de cada sucursal de la ART el carácter de domicilio especial en los términos del art. 90, inc. 4° del Código Civil y, por lo tanto, ese domicilio habilitaría la competencia territorial en los términos del art. 5° del Código
Procesal de la Provincia de Santa Fe, también debe considerarse que una
interpretación absolutamente libre de este conjunto de normas implica
tanto como dejar a la arbitraria y caprichosa consideración del actor el lugar de demanda, existiendo tantos como sucursales existan, lo que implica
un efecto de forum shopping que nunca es deseado. Esto respondería a lo
que sostiene el recurrente en que radica la demanda en la ciudad de Santa
Fe porque es su “elección y conveniencia”; lo que surge evidente es que es
su elección, pero no explica por qué es su conveniencia.
Por lo tanto, considero que de todos esos domicilio especiales que
surgen de las sucursales de la ART, el actor podrá invocar a los efectos de
la competencia territorial aquel en el que demuestre que tiene un interés
legítimo (conveniencia) de recibir en ese domicilio las prestaciones sistémicas a cargo de la ART. Y en lo que respecta a las obligaciones referidas
a circunstancias médicas en general (atención hospitalaria, provisión de
prótesis, etc.) es fácil determinar el lugar en que se requiere esa prestación
dado la locación geográfica del centro médico que va a proveer las mismas. Y esto es muy importante pues si el actor se encuentra en su domicilio, sin poder trasladarse, y debe recibir allí prestaciones médicas de la
ART, podrá demandar las mismas ante el juez de su domicilio invocando
el domicilio especial de la sucursal de la ART aún cuando el propio régimen procesal laboral le niegue la pauta de su domicilio como competencia territorial.
Ahora bien, en lo que respecta a las obligaciones que tienen por objeto
dar suma de dinero, la situación es distinta, pues si se sigue el principio civilista (art. 747, Código Civil) en que el lugar del pago es el domicilio del
deudor (en este caso, la ART) entonces cualquier sucursal es domicilio especial de pago y volvemos a la situación de forum shopping. Por lo tanto,
siendo el régimen de las aseguradoras de riesgos del trabajo un sistema
especial, debemos estar a las particularidades del mismo.
Y así, el art. 13, inc. 1° de la ley 24.557 dispone que: “El pago de la
prestación dineraria deberá efectuarse en el plazo y en la forma establecida en la Ley Nº 20.744 (t.o. 1976) y sus modificatorias para el pago de
las remuneraciones a los trabajadores”. Y en este sentido, el art. 129 de
la ley 20.744 dispone que el pago del salario deberá efectuarse “en el lugar de trabajo”.
Luego, la resolución de la Superintendencia de Riesgos del Trabajo
1286/11 dispone: “Artículo 1º — Las prestaciones dinerarias debidas a
los trabajadores dispuestas en la Ley Nº 24.557 sobre Riesgos del Trabajo
y sus modificatorias, a cargo de las Aseguradoras de Riesgos del Trabajo
o los Empleadores Autoasegurados, se abonarán en la cuenta sueldo de
los trabajadores damnificados prevista por el artículo 124 de la Ley Nº
20.744 de Contrato de Trabajo (t.o. 1976) texto según Ley Nº 26.590, de
acuerdo a los datos suministrados por los empleadores en cumplimiento
de lo prescripto por el punto 18 del apartado b) del artículo 5º de la
Resolución General de la ADMINISTRACIÓN FEDERAL DE INGRESOS
PÚBLICOS (A.F.I.P.) Nº 2988 de fecha 2 de diciembre de 2010.
Al fundamentar la competencia del juzgado laboral provincial en la ciudad de Santa Fe, el actor sostiene que “Siendo la competencia territorial
‘una porción de la jurisdicción’ en el justo decir de Alsina, el actor radicó
la causa en la ciudad de Santa Fe, porque esa es su elección y
conveniencia” (fs. 41 vta).
Art. 2º — En el supuesto de no contarse con la información mencionada
en el artículo anterior, las prestaciones dinerarias aludidas se abonarán a
través de un giro bancario a la Entidad Financiera más próxima a la localidad del domicilio del damnificado. Dicha operación en ningún caso importará costo alguno para el trabajador, debiendo ser asumido por el obligado
al pago. El giro bancario podrá efectuarse en otra localidad, a requerimiento del trabajador”.
Ya en el escrito ante la alzada, por el cual el recurrente expresa sus agravios, sostiene que se demanda las prestaciones sistémicas de la ley 24.557
Como corolario, por medio de reenvío, la localización del lugar de pago
de las prestaciones dinerarias de la ART deberá efectuarse en el lugar de tra-
Rosario, viernes 25 de abril de 2014
bajo; y así, de todas las sucursales de la ART será aquella del lugar de
trabajo la que esté obligada al cumplimiento de la obligación. Y ante el incumplimiento, será ante esa sucursal –únicamente– en que el trabajador podrá reclamar el pago.
En el caso de autos, el actor sostiene que Berkley ART tiene sucursal en
la ciudad de Santa Fe, y que es esta sucursal la encargada de las prestaciones sistémicas de las pólizas contratadas en el norte de la Provincia de Santa
Fe. Ahora bien, esta manifestación del actor no ha sido sostenida por la más
mínima prueba. Y en la página web de Berkley ART (http://berkley.com.ar/
art) no se informan el domicilio de sus sucursales.
En consecuencia, el actor ha omitido cumplir con una mínima actividad
probatoria que demuestre que el domicilio de la sucursal de la ART elegido como domicilio especial de la demandada a los efectos de habilitar la
competencia territorial tiene algún punto de conexión con las prestaciones
sistémicas reclamadas conforme la ley 24.557; en particular, como sucursal que abarca territorialmente la gestión comercial de clientes domiciliados en el lugar en que el actor trabajaba.
Esto en nada implica imponer una carga probatoria extrema al actor, que
puede encontrarse con la barrera de información interna de la empresa. Por
ello, la carga procesal debe ser ligera, pero debe invocarse y probarse mínimamente un punto de conexión entre el domicilio de la sucursal elegida
y la prestación sistémica que se demanda. Y esta carga probatoria mínima
no ha sido cumplida en autos por el actor, con lo cual, la mera invocación
de la “conveniencia” no es fundamento suficiente como para justificar la
competencia territorial invocada. Y como tampoco concurre en la ciudad
de Santa Fe las demás pautas de determinación de competencia territorial
que reconoce el art. 5° del Código Procesal Laboral, no corresponde otorgar competencia territorial en función del domicilio especial de la sucursal
a los juzgados laborales de 1a. Instancia de la ciudad de Santa Fe.
Como corolario, la competencia territorial le corresponde al juzgado
laboral del domicilio de la sucursal de la ART demandada en la cual el actor demuestre que debe cumplirse con el pago de la prestación dineraria
reclamada ya que comprende el domicilio del lugar de pago del salario (lugar del trabajo o por medio de depósito en cuenta bancaria). Esto implica
la siguiente secuencia: 1) determinar el domicilio del lugar de trabajo –y a
contrario de lo expresado por el recurrente, aquí cobra relevancia el domicilio del empleador por corresponder al lugar del trabajo–; 2) determinar la
sucursal de la ART que comprende la gestión de los negocios en aquel domicilio de pago; 3) determinar el juzgado laboral con competencia territorial en ese domicilio de la sucursal de la ART.
Tengo especialmente en cuenta que el actor ha postulado la declaración
de inconstitucionalidad de los arts. 4° y 5° del Código Procesal Laboral.
Sin embargo, no observo un vicio de esa naturaleza en dichas normas, en
su aplicación al presente caso.
Por último, realizando el control de constitucionalidad y convencionalidad de oficio que corresponde efectuar a cada juez conforme la estructura difusa del mismo en el sistema argentino, no observo que existan
normas jurídicas que por violación al bloque constitucional federal deban
ser declaradas inconstitucionales de oficio.
Con lo cual voto por la afirmativa.
A la misma cuestión el doctor Machado dice:
Discrepo en esta ocasión con la solución propuesta por el juez de Cámara preopinante.
No veo en el caso una “arbitraria y caprichosa consideración del actor”
sino, en realidad, el ejercicio de una opción claramente plasmada en la ley
7945 y que refleja, como en tantos otros institutos del proceso laboral, la
regla o principio de igualdad por compensación conforme al cual el
legislador asigna ventajas al trabajador tendentes a equilibrar las asimetrías que lo perjudican –como dicen los sociólogos– en “el mundo de la
vida”. Así, los criterios objetivos que normalmente informan la distribución de competencia territorial (proximidad de la prueba, vecindad de los
hechos, economía del proceso, etc.) se relajan a fin de satisfacer el requerimiento de que el dependiente litigue allí donde decida hacerlo, dentro de
las opciones legales, por la razón que fuere y sin que ninguna norma o
principio superior le cargue con el deber de explicitar –ni mucho menos
probar– la razón de esa conveniencia. No me parece que los jueces podamos, ex officio, sustituir la voluntad de la víctima porque nos parezca más
conveniente que lo haga en otra parte.
No cabe prescindir tampoco del hecho de que, en el marco de un seguro
social como el que se propuso implementar la LRT, rige como contenido
implícito la regla de favor en favor de la persona siniestrada a cuya satisfacción se ordena prioritariamente el instituto. Lo cual, por supuesto, no le
habilita a litigar arbitrariamente donde se le ocurra, pero sí conduce a interpretar las normas adjetivas desde un prisma en que debe prevalecer todo
lo que favorezca los fines de la constitución y las leyes, no desde el que
los perjudique u obstruya.
Por supuesto, ese menú de opciones que la ley le brinda aparece acotado. Pero no hay que subvertir el orden de la télesis legal: primero la regla y
después la acotación, y no al revés. Las restricciones no pueden ser inter-
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pretadas con latitud, al menos en cuanto no sea dable concluir que la regla
avanza sobre otras garantías de la contraparte que aquí, por cierto, siquiera
han sido invocadas por la interesada en tanto todavía no es parte de la litis.
De allí que coincido plenamente con el Alto Tribunal en su intervención
(de cuyo criterio, por evidentes razones de economía, sólo cabría apartarse
excepcionalmente) en que siendo la ART la única demandada y que, como
toda corporación, puede ser sometida a pleito en el asiento de cualquiera
de sus sucursales respecto de las obligaciones contraídas en el ámbito de la
misma. En el caso, siendo de público y notorio –o accesible mediante su
página web– que la misma tiene únicamente dos sucursales en esta Provincia (Santa Fe y Rosario), ya que en algunas otras localidades solo tiene
productores asesores –encargados como es obvio de la colecta de afiliados
más no del cumplimiento de las prestaciones– resulta que Santa Fe es la
más próxima y –por ende aquélla– a la que correspondía dirigirse para la
tramitación del reclamo (de la víctima) y de la cobertura (de la asegurada).
Todo lo cual brinda un punto de conexión suficiente desde el punto de
vista de la competencia para establecer que la demandada tiene en esta
ciudad un verdadero domicilio legal-especial en el sentido del art. 90.4 del
Código Civil.
Voto por la negativa, propiciando se haga lugar al recurso de apelación
de la actora y, en su mérito, se revoque el decreto recurrido y se declare la
competencia de este distrito judicial para intervenir en la causa.
A la misma cuestión el doctor Alzueta dice:
Que se adhiere a la solución por los fundamentos del doctor Machado,
por lo que vota en idéntico sentido.
A la segunda cuestión los doctores Coppoletta, Machado y Alzueta
dicen:
Que atento el resultado de las votaciones precedentes corresponde: hacer lugar al recurso de apelación intentado por la actora y, en su mérito,
revocar el decreto recurrido y, declarar la competencia de este distrito judicial para intervenir en la causa.
Por los fundamentos y conclusiones del acuerdo que antecede, la sala II
de la Cámara de Apelación en lo Laboral resuelve:
Hacer lugar al recurso de apelación intentado por la actora y, en su
mérito, revocar el decreto recurrido y, declarar la competencia de este
distrito judicial para intervenir en la causa.
Resérvese el original, agréguese copia, hágase saber y oportunamente
bajen.
Concluido el acuerdo, firman los señores jueces por ante mí, que doy
fe.– Sebastián C. Coppoletta.– José D. Machado.– Julio C. Alzueta (Sec.:
Claudia Barrilis).
Recurso Extraordinario:
Admisibilidad: examen; alcances; requisitos
del recurso; fundamentación suficiente; agravios de naturaleza constitucional; cuestiones
no susceptibles de recurso; interpretación de
normas de derecho público. Expropiación:
Régimen constitucional: indemnización; fijación judicial de su justiprecio; atribución propia del tribunal; bienes inmuebles; determinación del valor de mercado; el cómputo de su
precio en dólares; improcedencia.
1 – La mera interposición del recurso extraordinario federal, así se lo
base en la arbitrariedad del fallo, no justifica su concesión o denegación automática, sino que es imprescindible efectuar un juicio fundado de admisibilidad (del voto de la mayoría).
2 – Resulta menester que en el escrito de interposición del recurso
federal se rebatan y neutralicen cada uno de los motivos expuestos por
el Tribunal para fundar su decisión, trayendo razones de peso en orden a destruir la fundamentación de tal decisorio por considerarlo
lesivo de derechos constitucionales (del voto de la mayoría).
3 – Es inadmisible el remedio extraordinario toda vez que el recurrente
pretende configurar como una cuestión federal lo que en verdad constituye mera discrepancia con los fundamentos del fallo impugnado,
denotando la sola intención de renovar el debate acerca de la interpretación de normas de derecho público local, y las circunstancias
relacionadas con las mismas, efectuada por el Tribunal en ejercicio de
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funciones propias, lo que no resulta idóneo para habilitar la instancia
extraordinaria (del voto de la mayoría).
4 – El análisis de la cuestión relativa al justiprecio del inmueble sujeto a
expropiación se encuentra dentro de las atribuciones del Tribunal para calificar jurídica y autónomamente las situaciones fácticas que las
partes trajeron a su conocimiento, no siendo susceptible de ser revisado a través de la vía extraordinaria federal (del voto de la mayoría).
5 – La crítica del recurrente basada en el entendimiento de que en el
mercado inmobiliario los valores de los inmuebles son fijados en moneda estadounidense, correspondiendo en consecuencia que la indemnización expropiatoria sea establecida en dólares o su equivalente en
pesos al tipo de cambio a la fecha de pago, sólo trasunta su particular
apreciación de los hechos y una diversidad de criterio con el de la jurisprudencia constante de la Corte, lo que no genera cuestión constitucional como para operar la apertura de la vía extraordinaria (del
voto de la mayoría).
6 – Si bien el agravio de arbitrariedad debe ser desestimado cuando
remite a cuestiones que por su naturaleza resultan, en principio, ajenas al Recurso Extraordinario Federal, cabe hacer excepción a dicha
pauta toda vez que, prima facie, surge que la Corte habría prescindido
de efectuar un tratamiento adecuado de la litis conforme a las
constancias de la causa, guardando el recurso interpuesto adecuada
relación con lo debatido y demostrado en el proceso. En efecto, encontrándose en juego el principio de integralidad de la indemnización
expropiatoria, con el posible menoscabo al derecho de propiedad de la
recurrente –art. 17 de la CN–, se instituye en cuestión suficiente para
la concesión del remedio federal intentado por la expropiada (del voto
en disidencia de los doctores ERBETTA y NETRI).
243 – CS Santa Fe, febrero 11-2014.– Dirección Provincial de
Vivienda y Urbanismo c. Edinor S.A.C.I.F. y/o los que actualmente
detenten el dominio s/expropiación.
Santa Fe, febrero 11 de 2014.–
Vistos: Los autos caratulados “Dirección Provincial de Vivienda y Urbanismo c. Edinor S.A.C.I.F. y/o los que actualmente detenten el dominio
s/expropiación” (Expte. C.S.J. N° 418, año 2007)”, venidos para resolver
acerca de la concesión del recurso extraordinario federal interpuesto por la
parte demandada contra la sentencia de esta Corte de fecha 21 de diciembre de 2011; y
Considerando:
1. En la presente causa, por sentencia de fecha 21 de diciembre de 2011
(R. AyS, 242-441/461, obrante a fs. 980/1000), esta Corte resolvió hacer
lugar a la acción expropiatoria y, en consecuencia, declarar transferido a
favor de la Dirección Provincial de Vivienda y Urbanismo, previo pago
del monto indemnizatorio, el inmueble expropiado; fijar la indemnización
total, al mes de noviembre de 2007, en $ 6.692.816,05, y condenar a la actora a pagar a la expropiada el saldo adeudado de $ 4.516.194,15, con más
intereses a la tasa pasiva promedio mencionada en el art. 10 del decreto
nacional 941/91, desde la fecha de la desposesión –noviembre de 2007–
hasta la fecha del efectivo pago, si éste se efectuaba dentro de los treinta
días de aprobada la liquidación respectiva –que se practicaría dentro de los
veinte días de quedar firme la sentencia–, y en caso de incumplimiento
determinó que correrían incluso sobre los intereses devengados.
2. Contra tal pronunciamiento deduce la demandada recurso extraordinario para la Corte Suprema de Justicia de la Nación (escrito de fs.
1003/1023). Postula que existe cuestión federal al versar el caso sobre la
interpretación de una cláusula operativa de la Constitución Nacional, la
que consagra el derecho a percibir una indemnización expropiatoria justa,
integral y actual –art. 17–, y la sentencia dictada resulta contraria al misma, en tanto fijó el valor objetivo del bien expropiado en pesos al tipo de
cambio vigente al tiempo de la desposesión, impidiendo al expropiado
reemplazar los predios, en razón de que las operaciones inmobiliarias se
realizan en dólares estadounidense, ocasionándoles ello una confiscación
parcial de su patrimonio.
Asimismo, señala que la resolución cuestionada es arbitraria por: realizar una interpretación caprichosa de la prueba, ser autocontradictoria,
omitir prueba sustancial para la resolución de la cuestión en debate y
decidir una de las pretensiones invocando derecho inaplicable, todo cual
afecta su garantía a un debido proceso y su derecho a la de defensa en
juicio.
En concreto, alega que presenta vicios de arbitrariedad en cinco aspectos fundamentales para la suerte de la litis, a saber:
a) Toma en concepto de antecedente a los fines de establecer el valor
objetivo del bien a expropiar, cinco avenimientos celebrados en sede administrativa que entiende, carecen de sustento jurídico porque los importes
allí acordados no reflejan el verdadero “valor de mercado”.
Este extremo, destaca, es corroborado en el sub judice por: a) la opinión
calificada y unánime de los cuatros técnicos impartiales que participaron
de la Comisión de Tasaciones (entre ellos su presidente) y el representante
Rosario, viernes 25 de abril de 2014
de la Oficina Técnica del Servicio de Catastro e Información Territorial
(Ing. Lucarelli); b) la opinión de la propia expropiante (D.P.V.) quien los
relativizó en la reunión de la Comisión diciendo que estos avenimientos
pueden o no representar el valor de mercado en tanto su celebración puede
obedecer a distintos factores (fs. 924 v.); c) la notoria desproporción con
los valores de operaciones ciertas celebradas en el ámbito del mercado
inmobiliario y adjuntadas a autos (una compraventa a FERCAM, un remate judicial y los tres informes de ofrecimientos inmobiliarios que la propia
Corte Suprema estimó confiables); y d) el hecho evidente de que en una
transferencia por avenimiento expropiatorio de un inmueble afectado, el
propietario carece de la posibilidad de negarse a vender, siendo ésta una de
las principales herramientas de fijación de precio en el mercado, pues su
única alternativa para un mejor precio es la necesidad de someterse a un
juicio expropiatorio con las implicancias que conlleva.
Así las cosas, la impugnante considera que al incorporar los avenimientos,
este Tribunal se apartó de la doctrina fija por la Corte Suprema de Justicia de
la Nación conforme a la cual “ … el valor objetivo es el equivalente al valor
en plaza y al contado, porque se tiene en cuenta el libre juego de la oferta y
la demanda” (Fallos, 237:38), es decir, “(…) es lo que la cosa realmente vale
para la generalidad en el mercado de bienes de esa especie, correspondiente
al lugar del bien expropiado y al tiempo de la desposesión” (Fallos, 217:804;
305:1897, 208:104, entre otros), sin brindar nuevas razones no consideradas
por aquélla.
Sin embargo, plantea que aún en la hipótesis de aceptarse la inclusión
de los cinco avenimientos en el cálculo, carece de razonabilidad promediarlos individualmente con los restantes antecedentes de venta y ofrecimientos, ya que no puede soslayarse que su formación difiere de las compraventas celebradas en un marco de total libertad y sujetas a la leyes de la
oferta y demanda; por ello, en todo caso, debieron haber sido ponderados
entre sí, y no con la venta de FERCAM, el remate judicial y los tres informes inmobiliarios.
Asimismo, se agravia del procedimiento de cálculo seguido por esta
Corte que se señalara promedia los referidos avenimientos con los restantes antecedentes adjuntados al sub judice pues, hace depender la fijación
del valor objetivo de los lotes expropiados de la sola voluntad del sujeto
expropiante, circunstancia que se desprende del hecho de que si la Oficina
Técnica adjuntaba una mayor cantidad de avenimientos a bajo precio,
hubieran sido prorrateados obteniendo una indemnización sensiblemente
menor, permitiéndose preconstituir prueba en su favor; lo que, por otra
parte, constituye una interpretación imprevisora, que no mide los efectos
de lo decidido, sea en cuanto al caso concreto, sea a las secuencias posteriores o impacto del fallo en otros pronunciamientos, aspecto en el cual el
fallo vulnera, también, la igualdad entre las partes (art. 16, Constitución
Nacional).
Por otro lado afirma que, la resolución impugnada es contradictoria
pues por un lado desecha el primer informe producido por la Oficina Técnica (fs. 699) porque fijaba un valor objetivo de las nueve fracciones
obtenido de “informantes calificados” sin prueba documental que lo avalara y, por otro, le otorga valor fundamental a los avenimientos cuyos valores, precisamente, fueron fijados a base de la información proporcionada
por “informantes calificados”.
Por todo ello, concluye que la metodología utilizada en el fallo impugnado, a fin de fijar el valor objetivo del bien expropiado, carece de suficiente fundamentación, viola el principio de debido proceso y de defensa
en juicio amparados por el art. 18 de la Constitución nacional; como también el derecho constitucional a percibir una indemnización integral por
los predios expropiados.
b) Omite prueba relevante en relación a la determinación del valor base
homogéneo a partir del antecedente FERCAM –compraventa también tenida en cuenta para fijar el valor objetivo del inmueble expropiado– y contradice la propia jurisprudencia de la Corte Suprema Provincial.
En tal sentido señala que este Tribunal ignoró –sin brindar fundamentos– el dictamen de la Presidencia de la Comisión de Tasaciones donde a
fs. 294 v. decía que la valorización desde la suscripción del boleto de compraventa (diciembre/04) a la fecha de desposesión (noviembre/07), deducida la carga financiera, había sido de un 30% y; en su lugar, aplicó un
procedimiento que se exhibe irrazonale y arbitrario en dos aspectos: ignora
que el cálculo del 30% se realizó descontando los costos de financiación; y
confunde el valor de la cosa con el costo de financiación de su pago en
cuotas, conceptos que, aunque puedan reunirse en una misma cifra bajo la
apariencia de precio, retribuyen conceptos distintos.
Continúa diciendo que esta Corte brinda razones para eliminar el coeficiente de ubicación (del 1,5) por cercanía al nudo de Avenida Circunvalación y calle Baigorria que evidencian no comprender el procedimiento
técnico de cálculo de valor y prescinde de prueba necesaria a tal fin, concretamente, el croquis de fs. 933. Es decir, elimina infudandamente un
coeficiente aplicable (el 1,5) y deja uno (1,2) que sólo tenía sentido en función de la existencia del primero, entonces así, el antecedente FERCAM
fue incrementado en un 20% cuando debió serlo en un 80%.
Asimismo, cuando en su resolución cuestiona los índices de corrección
efectuados por la Comisión respecto al antecedente FERCAM se contra-
Rosario, viernes 25 de abril de 2014
dice “groseramente” con su propio análisis para corregir por el factor de
ubicación los cinco antecedentes que adopta (fs. 1018) y con su propia
jurisprudencia en la causa “Ejido Inmobiliaria S.R.L. c. Provincia de Santa
Fe” (AyS, 123-308/327).
En virtud de lo dicho, entiende que la determinación correcta del valor
base homogéneo a partir de FERCAM debe ser hecho de acuerdo al de la
Presidencia de la Comisión a pedido de EDINOR y que condujo a un valor
de U$S 90,93 el m2 (fs. 294 v. in fine) equivalentes a $ 283,70, en lugar de
los $ 151,88 que arbitrariamente estimó esta Corte Suprema; valor aquél
que considera resulta congruente con los informados por las inmobiliarias
informantes ($ 226,54; $ 331,31 y $ 325,04) y el obtenido del remate
judicial ($ 237); y del cual se desprende que la indemnización por valor
objetivo debió haber sido establecida en $ 12.222.194, 16 (es decir, en
U$S 3.917.369,92, a razón de un dólar de $ 3,12 a la fecha de desposesión,14.11.07), en lugar de $ 6.692.816,05.
Por lo dicho, estima que la sentencia recurrida es fruto de la pura voluntad de la Corte Suprema de Justicia de la Provincia de Santa Fe al no
basarse en fundamentos normativos y fáctico que evidencien que constituye una derivación razonada del derecho vigente con aplicación a las
circunstancias comprobadas en la causa, por lo que corresponde dejarla sin
efecto.
c) Omite expedirse sobre el valor de los inmuebles en dólares estadounidenses a los efectos de garantizar el valor de reemplazo de los inmuebles
expropiados.
Al respecto destaca que la propia doctrina de la Corte Suprema de Justicia de la Nación en materia expropiatoria exige que se restituya integralmente al propietario el mismo valor del que se lo priva, a fin de que le
permita adquirir otro bien de similares características; como también ha
señalado que se debe tutelar la inmutabilidad del crédito a lo largo del proceso (Fallos, 294:434), pues el expropiado no debe sufrir en su patrimonio
lesión alguna y la indemnización debe “... mantener constante su valor
adquisitivo real” (Fallos, 315:2053); y debe reconocerse la incidencia de la
moneda estadounidense en el mercado inmobiliario (Fallos, 377:377) (fs.
1020).
En función de estas pautas, dice que EDINOR ha venido sosteniendo
que constituye un hecho notorio y, por tanto, exento de prueba, que en el
mercado inmobiliario los valores de los inmuebles son fijados en dólares
estadounidenses y por ello correspondía que la indemnización se fijase en
dólares al tipo de cambio a la fecha de pago. Sin embargo, la Comisión –y
posteriormente la sentencia– convierten el precio de dólares estadounidenses a pesos, al cambio vigente al momento de la desposesión (U$S 1 equivalente a $ 3,12); y ello incluso cuando el propio Presidente de aquél
organismo había manifestado a fs. 929 que los valores de los inmuebles se
mantuvieron “estables en sus valores en dólares desde el año 2008 con
muy pequeñas variaciones ...” (fs. 1020).
Es evidente que –continúa la impugnante– la decisión de “congelar” el
valor del dólar a noviembre de 2007 y efectuar la conversión a pesos
lesiona su derecho de propiedad (art. 17, CN) y el principio constitucional
a una indemnización justa e integral ya que, ante la variación de tipo de
cambio es imposible percibir una indemnización que lo coloque en condiciones de reemplazar los inmuebles expropiados por otros del mismo
valor en el mercado, lo cual constituye una ficción irrazonable y contraria
al sentido común.
d) Rechaza el reclamo de indemnizar los costos de adquisición de un
nuevo inmueble de características similares al expropiado.
Señala en tal sentido que lo que se debe pagar en las expropiaciones es
la indemnización de los perjuicios derivados de la misma, de modo tal de
colocar al expropiado en la misma situación patrimonial previa al desapoderamiento, y entonces, es obvio que entre los rubros a satisfacer deben
incluirse los costos de reposición del bien, pues de otro modo, tales gastos
deberán ser extraídos del valor objetivo, con su consiguiente merma y
detracción.
Y en tal sentido, observa que la resolución cuestionada soslaya el texto
expreso de la ley y el derecho a una indemnización expropiatoria justa e
integral (art. 17, CN), al omitir prever las erogaciones propias de toda adquisición inmobiliaria, tales como la confección de una escritura pública
para la transferencia del bien, indispensable por imperativo legal y exenta
de prueba por resultar evidente.
e) Deniega la pretensión de pago de las costas generadas en sede administrativa argumentando que “debe estarse a lo dispuesto por el art. 49
de la ley 7534”, norma que regula el régimen de las costas judiciales generadas con motivo del juicio de expropiación pero no las administrativas,
por lo que, rechazar aquélla sobre la base de una norma inatinente, ajena a
la materia, torna arbitraria la sentencia en este aspecto por no ser derivación razonada del derecho aplicable.
3. Habiéndose corrido el traslado que prescribe el art. 257 del CPCCN
(fs. 1026/1028), corresponde efectuar el examen fundado sobre la admisibilidad del recurso a fin de decidir acerca de su concesión o denegación.
4. Cabe señalar que la mera interposición del recurso, así se lo base en
la arbitrariedad del fallo, no justifica la concesión o denegación automá-
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tica del remedio federal, sino que es imprescindible efectuar un juicio fundado de admisibilidad (AyS, 67-441; 71-276; 77-439; 89-58 y 94-5).
A tales efectos es menester que en el escrito de interposición del recurso
federal se rebatan y neutralicen cada uno de los motivos expuestos por esta
Corte para fundar su decisión, trayendo razones de peso en orden a destruir la fundamentación del tal decisorio por considerarlo lesivo de derechos constitucionales.
Realizando el análisis señalado precedentemente, se advierte del cotejo
del memorial recursivo con el fallo de marras, que la recurrente pretende
configurar como una cuestión federal, lo que en verdad constituye mera
discrepancia con los fundamentos del fallo impugnado, denotando la intención de renovar el debate acerca de la interpretación de normas de derecho
público local y las circunstancias relacionadas con las mismas efectuada
por el Tribunal, en ejercicio de funciones propias, lo que no resulta idóneo
para habilitar la instancia extraordinaria (Fallos, 308:118, entre otros).
En efecto, el objeto del pleito giró en torno al justiprecio del inmueble
postulado por la demandada siendo de toda lógica, entonces, concluir que
el análisis de esta cuestión se encontraba dentro de las atribuciones del
Tribunal para calificar jurídica y autónomamente las situaciones fácticas
que las partes trajeron a su conocimiento (Fallos, 317:167; 322:1100, entre
otros).
En consecuencia, no demuestra que la resolución judicial ha sobrepasado los márgenes razonables de la función judicial, pronunciándose sobre
un extremo no comprendido en la litis.
Tampoco demuestra la recurrente la vulneración de garantías constitucionales invocada con relación al justiprecio del inmueble, que sólo trasunta
una disímil postura con las consideraciones efectuadas por el Tribunal en el
fallo.
Es que para resolver como lo hizo, consideró el Cuerpo, en síntesis, un
cálculo medido para arribar al justo monto indemnizatorio, resolviendo un
valor de $ 6.692,816,05, por los fundamentos que expuso, condenando a la
expropiante a pagar a la expropiada el saldo adeudado de $ 4.516.194,15, a
la fecha de toma de posesión –conforme a pacífica jurisprudencia del más
Alto Tribunal y de esta Corte– con más intereses –tasa pasiva promedio,
art. 10 del decreto 941/91– sobre el saldo adeudado hasta la fecha de su
efectivo pago, desestimando la actualización teniendo en cuenta las disposiciones pertinentes de la ley 23.928.
Frente a tales razones, la compareciente insiste en el desarrollo de su
propia tesitura, pretende que los valores sean los proporcionados por las
inmobiliarias por ser –a su entender– los representativos del valor de mercado; solicita que se aplique el factor de corrección de 1.5 y la valorización del 30% expuestos en reunión de Comisión; asimismo peticiona una
indemnización en dólares al tipo de cambio del día de pago y disiente con
la imposición de costas en el fallo, mas con sus alegaciones no logra
persuadir que la decisión de esta Corte sea ilógica o irrazonable, ni que
este Tribunal hubiese incurrido en arbitrariedad vulnerando garantías
constitucionales al establecer el saldo adeudado de la indemnización a la
expropiada.
La circunstancia de que las conclusiones fueran adversas a su postura en
modo alguno puede justificar la apertura de la instancia extraordinaria, ya
que en definitiva el planteo se reduce a una cuestión que no trasciende el
marco de lo meramente hermenéutico, sin que la impugnante logre demostrar que el Tribunal se haya excedido en las atribuciones de su función
jurisdiccional, por lo que no habilita la instancia extraordinaria.
En cuanto continúa agraviándose de que al valor objetivo correspondía
adicionar, como parte de la indemnización integral los gastos devengados
por la compra de un inmueble de similar valor, el Tribunal dio una acabada respuesta a dicho planteo con sustento en pacífica jurisprudencia, sin
que la compareciente–que se limita a insistir en el desarrollo de su propia
tesitura– se haga cargo tampoco en esta instancia recursiva de que no basta
invocar el perjuicio directo e inmediato para que éste se reconozca, sino
que para ello es necesaria su concreta demostración.
Por lo que la crítica de la recurrente sosteniendo, a lo largo de todo el
proceso, que en el mercado inmobiliario los valores de los inmuebles son
fijados en moneda estadounidense y por ello corresponde que la indemnización sea fijada en dólares o su equivalente en pesos al tipo de cambio
a la fecha de pago, sólo trasunta su particular apreciación de los hechos y
una diversidad de criterio con el de la jurisprudencia constante de esta
Corte, lo que no genera cuestión constitucional como para operar la apertura de la vía intentada.
En suma, ante la falta de entidad constitucional de los planteos de la
impugnante, cabe denegar la concesión del recurso extraordinario.
Por ello, la Corte Suprema de Justicia de la Provincia resuelve: Denegar
la concesión del recurso extraordinario interpuesto para ante la Corte
Suprema de Justicia de la Nación; con costas.
Regístrese y hágase saber.– Rafael F. Gutiérrez (con ampliación de fundamentos).– Daniel A. Erbetta (en disidencia).– Roberto H. Falistocco.–
María A. Gastaldi.– Mario L. Netri (en disidencia).– Eduardo G. Spuler
(con ampliación de fundamentos) (Sec.: Fernández Riestra).
| 8 | EL DERECHO Rosario digital
AMPLIACIÓN
DE FUNDAMENTOS DEL SEÑOR PRESIDENTE DOCTOR
Y DEL SEÑOR MINISTRO DOCTOR
Rosario, viernes 25 de abril de 2014
GUTIÉRREZ
SPULER.–
Adherimos a las motivaciones y a la conclusión arribada en cuanto a la
denegatoria de la concesión del recurso extraordinario deducido.
Sólo estimamos conveniente agregar que en el examen de admisibilidad
que debe efectuar este órgano a fin de conceder o no –según corresponda–
el remedio intentado, se advierte que los argumentos que esgrime el recurrente aparecen descalificados en el plano formal, en tanto el memorial
recursivo no cumple con los recaudos establecidos en el art. 3°, incs. “d” y
“e” del reglamento aprobado por la acordada 4/2007 de la Corte Suprema
de Justicia de la Nación.
Ello es así, toda vez que de la lectura del escrito recursivo, en confrontación con los fundamentos del fallo atacado, surge que el recurrente pretende configurar como una cuestión federal, lo que en verdad constituye
una mera discrepancia con los fundamentos del decisorio impugnado, denotando, en verdad, la intención de renovar el debate acerca de la aplicación de normas de derecho público local, y cuestiones de hecho y prueba
relacionadas con las mismas, efectuada por el Tribunal, en ejercicio de
funciones propias.
Sabido es que ello no resulta idóneo, en principio, para habilitar la
instancia extraordinaria (Fallos, 308:118; entre otros), en tanto no se delineen adecuadamente hipótesis de arbitrariedad que permitan sostener que,
al resolver como lo hizo, el Tribunal hubiese desbordado el ámbito inherente a sus atribuciones propias.
Y en el caso, frente a la solución a la que arribó esta Corte, si bien el
impugnante alega interpretación arbitraria de la prueba, resolución contraria a constancias de la causa y a jurisprudencia del Alto Tribunal nacional, irrazonabilidad en el método de cálculo, vulneración de la igualdad
entre las partes, autocontradicción, omisión de prueba conducente, y apartamiento de su propia jurisprudencia, al fundar tales agravios insiste en
verdad en su propia tesitura acerca del procedimiento que –a su juicio–
debió haberse seguido para fijar el justiprecio; que no fue, desde luego, el
aplicado por esta Corte, pero sin plantear con suficiente verosimilitud que
ésta hubiese incurrido en arbitrariedad en el ejercicio de funciones propias.
En efectos sus planteos no importan sino la reiteración de su desacuerdo
con la consideración de los avenimientos como datos relevantes, a ponderar con otros, incluso aportados por la propia expropiada, para establecer
el valor objetivo del bien expropiado, y con los coeficientes de corrección
aplicados al antecedente FERCAM, careciendo de andamiaje suficiente la
tacha de interpretación arbitraria del material probatorio de autos.
de la posiblidad de computar entre otros antecedentes, para valuar un
predio, avenimientos concluidos con distintos propietarios sobre inmuebles vecinos.
En cuanto al agravio presentado como irrazonabilidad en el método de
cálculo, no se advierte, tampoco, configurado, demostrando meramente el
desacuerdo del recurrente con el resultado arrojado por el método de valuación seguido por este Tribunal, que podrá resultar desfavorable a sus
intereses, mas no aparece suficientemente cuestionado desde un plano
constitucional.
Similares consideraciones pueden formularse respecto de la invocada
vulneración de garantías constitucionales en relación a la aplicación de
coeficientes respecto del antecedente FERCAM, que sólo trasunta –una
vez más– una disímil postura con los procedimientos técnicos seguidos por
este Cuerpo para justipreciar el inmueble, pero sin que se advierta que en
tal tarea se haya desbordado el marco de atribuciones de su función jurisdiccional, por lo que no habilita la instancia extraordinaria.
En relación a la tacha de arbitrariedad por no haberse establecido el
monto indemnizatorio en dólares, o su equivalente en pesos, al tipo de
cambio a la fecha del pago, y no a la fecha de la desposesión, el agravio se
resuelve en la mera discrepancia con el criterio reiteradamente sostenido
por este Tribunal, coincidente con el del Alto Tribunal nacional, acerca de
la fecha a la cual corresponde fijar el justiprecio (cfr. “Provincia de Santa
Fe c. Quiroga”, AyS, 169-201/210; Fallos, 204:534; 237:230; 240:18, entre otros precedentes).
En cuanto rechazo del rubro “costo de reposición”, cabe señalar que el
Tribunal dio una acabada respuesta a dicho planteo con sustento en pacífica jurisprudencia, sin que el compareciente –que se limita a insistir en el
desarrollo de su propia tesitura– tampoco se haga cargo en esta instancia
recursiva de que no basta invocar el perjuicio directo e inmediato para que
éste se reconozca, sino que para ello es necesario su concreta demostración.
Por último, el planteo de falta de congruencia entre lo resuelto en cuanto a las costas, con fundamento en el art. 49 de la ley 7534 –referente al
régimen de costas judiciales–, y el pedido de que se incluyesen los gastos
devengados en sede administrativa, carece, asimismo, de entidad, atento a
la tradicional jurisprudencia de este Cuerpo, en el sentido de que “las
costas en sede administrativa no integran las costas del recurso contencioso administrativo, en el caso del proceso de expropiación (inversa)” (v.
AyS, 53-270; 208-87); criterio que, aunque pudiera no compartirse, no
torna arbitrario lo resuelto con sustento en él, por resultar una opción
hermenéutica aceptable.
Al respecto, cabe recordar que el Tribunal consideró que los avenimientos reflejaban operaciones efectivamente realizadas, se hallaban suficientemente documentados en autos, referían a inmuebles cercanos y hasta
linderos a los aquí expropiados, y –cabe ahora destacar– habían sido concluidos entre la Administración y distintos propietarios, por lo que arrojaban datos de utilidad a tener en cuenta en la tarea de justipreciarlos.
Por todo lo expuesto, la crítica de la recurrente sólo trasunta diversidad
de criterio con el de esta Corte, lo que no genera cuestión constitucional
como para operar la apertura de la vía intentada.
Aclaró además expresamente que ello importaba adoptar un criterio
opuesto al de la expropiada, quien sostenía que, atento a que el precio en
los avenimientos expropiatorios es “impuesto” por el “único comprador”
en base al dictamen producido unilateralmente por la Junta Central de
Valuación, ello impedía tenerlos en cuenta, por cuanto el justiprecio en la
expropiación debe ser fijado de acuerdo al “precio de mercado”, a su
juicio, exclusivamente el proveniente del libre juego de la oferta y la
demanda.
Por ello, estimamos que cabe denegar la concesión del recurso extraordinario interpuesto para ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación;
con costas.– Rafael F. Gutiérrez.– Eduardo G. Spuler (Sec.: Fernández
Riestra).
Fundó este Cuerpo su tesitura en que, más allá de que en la figura del
avenimiento el monto ofrecido por la expropiante provenga de un procedimiento administrativo en cuya primera etapa el expropiado no participa,
lo decisivo es que, para que finalmente se formalice, es condición sine qua
non la aceptación voluntaria del interesado; sin que quepa soslayar que, en
caso de no concurrir en ese momento dicha aceptación voluntaria, el juicio
expropiatorio que deberá seguirse se inicia, justamente, con la consignación de la suma determinada en sede administrativa, y, por ende, su disponibilidad casi inmediata para el expropiado.
Frente a ello, el compareciente no logra delinear suficientemente la
hipótesis de arbitrariedad que endilga al decisorio, ya que ni las opiniones
vertidas en las diversas constancias que menciona obligan a este Tribunal
–que dio, por lo demás, suficientes razones en sustento de su propio
criterio–, ni las citas de doctrina y jurisprudencia que formula logran poner
en crisis lo resuelto sobre el punto, atento a que, o por su alcance genérico,
o por referir a regímenes normativos o a situaciones de hecho distintas al
caso de autos, no cabe interpretarlas en sentido específicamente negatorio
En suma, ante la falta de entidad constitucional de los planteos de la
impugnante, cabe denegar la concesión del recurso extraordinario.
DISIDENCIA DE LOS SEÑORES MINISTROS DOCTORES ERBETTA Y NETRI.–
Si bien los agravios esgrimidos remiten al estudio de cuestiones que por
su naturaleza, en principio, resultan ajenas al recurso extraordinario regulado por el art. 14 de la ley 48, lo cierto es que en el sub lite cabe hacer
excepción a dicha pauta en virtud de que, prima facie, surge que este
cuerpo habría prescindido de efectuar un tratamiento adecuado de la litis
conforme a las constancias de autos. En tal sentido, no puede omitirse la
posible directa incidencia que la documental agregada a fs. 1047/1054 v. y
1056/1064 tendría en el caso, a los efectos de obtenerse una “justa, actual
e integral indemnización” (Fallos, 301:125; 302:529; 326:2329; 329:1703;
entre otros).
Así, las hipótesis de arbitrariedad invocadas guardan adecuada relación
con lo debatido y demostrado en la causa, encontrándose en juego el principio de integralidad de la indemnización expropiatoria, con el posible
menoscabo al derecho de propiedad de la recurrente –art. 17, CN–, cuestión que entiendo suficiente para la concesión del remedio federal intentado por la expropiada.
Por lo expuesto, estimamos que corresponde conceder el recurso extraordinario interpuesto para ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación.–
Daniel A. Erbetta.– Mario L. Netri (Sec.: Fernández Riestra).
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