Rosario, viernes 25 de abril de 2014 D i a r i o d e w w w . D o c t r i n a y ● Nº 71 - AÑO LII J u r i s p r u d e n c i a e l d e r e c h o . c o m . a r Rosario digital SERIE ESPECIAL - Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de Rosario LUCES Y VISTAS COMO RESTRICCIÓN AL DERECHO DE DOMINIO. UNA MODERNA VISIÓN A PARTIR DE SUS FUENTES Por María Gabriela Tolosa Abogada. Profesora Asistente de las Cátedras de Derechos Reales Parte General y Derechos Reales Parte Especial en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales del Rosario (Pontificia Universidad Católica Argentina) Sumario: I. INTRODUCCIÓN.– II. DE LEGE LATA: “LUCES Y VISTAS COMO UNA RESTRICCIÓN AL DERECHO DE DOMINIO: SU RÉGIMEN EN EL CÓDIGO CIVIL”.– III. DE LEGE FERENDA: ES NECESARIA UNA REFORMA QUE CLARIFIQUE Y SIMPLIFIQUE LAS LUCES Y VISTAS COMO RESTRICCIÓN Y LÍMITE AL DERECHO REAL DE DOMINIO.– IV. CONCLUSIÓN FINAL. I. Introducción Se llaman luces a las ventanas o aberturas que permiten solo el pasaje de la luz o el aire y no la vista al exterior. Las vistas son aquellas aberturas que permiten también ver los fundos vecinos. Nuestro Código Civil contiene una serie de disposiciones tendientes a evitar que las luces y las vistas puedan perturbar la vida de la vecindad 1. A modo de clarificar el tema veamos cuáles han sido las fuentes de nuestro codificador primero en materia de luces y luego en lo que respecta a las vistas. I) El Derecho Romano y la antigua legislación española, en especial la legislación alfonsina, fueron tenidas en cuenta por Vélez Sarsfield, como se desprende de la nota al art. 2654. De tal modo que los principios del jus civile, en cuanto se refiere a los jura luminum, pueden, aun hoy en día, sernos de utilidad. Basta reflexionar que el art. 2657, según el cual quien goza de luz por ventanas abiertas en su pared de conformidad al art. 2655, no puede impedir que en suelo vecino se levante un muro que, las cierre y le prive de luz, reconoce su fuente, no sólo en el precepto correlativo del Código Civil Chileno 2, sino también en un claro texto del corpus juris3, para que tal afirmación se halle suficientemente abonada. II) El Code Napoléon y el droit coutumier (“coutumes de París” y “d’Orléans”) han influido decididamente, tanto en lo que respecta al art. 1 BORDA, Guillermo, Tratado de Derecho Civil- Derechos Reales, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 3a ed. Actualizada, 1984, t. 1, pág. 429. 2 SPOTA, Alberto G., Regulación legal de las luces de tolerancia y de las vistas. 3 Código Chileno del jurista Andrés BELLO, promulgado por ley del 14 de diciembre de 1855 y comenzó a regir el 1° de enero de 1857. 2654, como a la forma constructiva de dar a las luces de tolerancia (art. 2655). Sin embargo, en ésta última, nuestro Código se ha separado en parte del Código Civil francés. Por un lado, respecto de las alturas a las que deben establecerse las luceras, en tanto nuestro derecho determina una altura uniforme y no distingue entre aberturas correspondientes a la planta baja o a los pisos altos. Asimismo, en relación a las aberturas que se autorizan realizar, no requieren estar dotadas de vidrios fijos y sí solo de enrejados que permitan el paso, no sólo de la luz, sino, además, del aire. III) El Código Civil italiano ha sido tenido en cuenta por Vélez Sarsfield, como se desprende de la nota al art. 2655. Así también, los códigos que rigieron en Italia, con anterioridad al vigente. De ellos se colige con claridad el principio de que las luces de tolerancia que existen en los muros contiguos no pueden ser clausuradas por el vecino que no es dueño de la pared sino bajo estos dos requisitos: a) adquiriendo la medianería de la pared; b), edificando contra esta última (art. 531, 3ª parte, Cód. Civil italiano)4. Actualmente quien adquiere la comunidad del muro no puede cerrar las luces en el existente sino apoyando contra él su propio edificio 5. IV) El “Proyecto” Goyena6 y el Código Civil chileno7, han inspirado en mucho a nuestro legislador en las materias siguientes: a) Las aberturas que se autorizan practicar en los muros pueden estar destinadas a recibir luz y aire (arts. 875, Cód. Civil chileno, y 531, “Proyecto” Goyena); b) Las mismas no pueden ser clausuradas, sino adquiriendo la medianería y construyendo contra la pared (art. 531, 2ª parte, “Proyecto”, Goyena); c) La altura a que deben construirse las ventanas es uniforme, sin distinguir entre las destinadas a dar luz y aire a la planta baja del edilicio o a los pisos (art. 870, Cód. Civil chileno); d) Siempre está autorizado el que sufre la restricción de las luces de tolerancia a edificar o levantar en su suelo 4 Código Italiano de 1865. 5 MESSINEO, Francesco, Manual de Derecho Civil y Comercial, Ediciones Jurídicas Europa América, Buenos Aires, 1971, t. III, pág. 538. 6 Proyecto de 1851 (3000 artículos) de Florencio GARCÍA GOYENA, Antecedente del Código Civil de España. 7 SPOTA, Alberto G., ob. cit. CONTENIDO DOCTRINA Luces y vistas como restricción al derecho de dominio. Una moderna visión a partir de sus fuentes, por María Gabriela Tolosa …................... 1 JURISPRUDENCIA CS Santa Fe Recurso Extraordinario: Admisibilidad: examen; alcances; requisitos del recurso; fundamentación suficiente; agravios de naturaleza constitucional; cuestiones no susceptibles de recurso; interpretación de normas de derecho público. Expropiación: Régimen constitucional: indemnización; fijación judicial de su justiprecio; atribución propia del tribunal; bienes inmuebles; determinación del valor de mercado; el cómputo de su precio en dólares; improcedencia (CS Santa Fe, febrero 11-2014) ..….............................................................................................................. 5 Laboral Trabajo: Proceso: competencia territorial; pautas legales; interpretación; facultad de opción; carácter amplio y flexible. Accidentes y Enfermedades del Trabajo: Aspectos procesales: competencia territorial; pautas legales; interpretación; la regla de favor; casos de demanda exclusivamente dirigida contra ART; reglas aplicables; posibilidad de litigar en el asiento de cualquiera de sus sucursales (CApel. en lo Laboral Santa Fe, sala II, febrero 7-2014) …........................................................................................................................................................................ 3 | 2 | EL DERECHO Rosario digital paredes aun cuando prive de la luz y aire al que practicó las respectivas aberturas (art. 876, Cód. Civil chileno)8. En cuanto a la fuente que reconocen los preceptos regulatorios de la materia de las vistas (art. 2658 a 2660), podemos formular las conclusiones siguientes: 1º) El Código Civil francés ha inspirado a nuestro legislador para la redacción de los arts. 2658 a 2660, ya sea directamente, ya sea a través del “Proyecto Goyena”9, o del Código Civil Chileno. En tal sentido, adoptó Vélez Sarsfield la distinción entre vistas rectas o de frentes o directas y vistas oblicuas o laterales o de costado. Cierto es que en el art. 2658, siguiendo al Código Civil chileno (art. 878), sólo habla de vistas, pero de lo dispuesto en el art. 2659, al diferenciar las mismas de las vistas de costado u oblicuas, y de lo estatuido en el art. 2660 al indicar los métodos de medición de las distancias según se trate de una u otra clase de vistas se desprende que tal divissio entre vistas rectas y oblicuas fue prevista y aceptada por el legislador argentino. Además, nuestra ley adoptó la distancia prescripta por el art. 679 del Code Napoleón para las vistas oblicuas, es decir, sesenta centímetros. Se apartó, en cambio, con respecto a la distancia que debe mediar entre las ventanas, balcones, etc., y la línea separativa de los fundos, cuando existan vistas directas del modelo francés; en este sentido, en vez de fijar un metro y noventa centímetros y medio, como lo establece el art. 587 del Código Civil italiano, aceptó la medida fijada en el art. 878 del Código Civil chileno. 2°) El Código Civil italiano 10 fue tenido en cuenta por nuestro legislador y lo citó en la nota al art. 2660, destinado a determinar el procedimiento a seguir para medir las distancias fijadas en los arts. 2658-2659. Sin embargo, no transcribió el art. 589 del aquel cuerpo legal, que sanciona adecuadas reglas para medir las mentadas distancias; pero, como lo veremos, la racional norma promulgada por el legislador italiano constituye la mejor interpretación a dar nuestro art. 2660, y es la que predomina en la doctrina y jurisprudencia francesas. 3º) El “Proyecto” de Goyena constituye el antecedente inmediato del art. 2660: el art. 533 del citado “Proyecto” importa completar la norma contenida en el art. 680 del Code Napoleón, ya que este último no prevé cómo deben medirse las distancias en el caso de vistas oblicuas. Sin embargo, el agregado de Goyena, que reprodujo nuestro codificador, no posee, según lo veremos, la claridad de la norma correspondiente al Código Civil italiano (art. 589), tal como lo hemos hecho notar. 4º) El Código Civil chileno (art. 8713) es la fuente del art. 2658 de nuestro Código en cuanto se refiere a la distancia de tres metros que en el mismo se fija. Pero Vélez Sarsfield no siguió al legislador chileno en los demás aspectos que la materia de las vistas ofrece, ya sea con respecto a la inexistencia, en el Código de Chile de la distinción entre vistas oblicuas y las que no lo son, que sí aceptan nuestros arts. 2658 y 2659, ya sea con respecto al procedimiento a seguir en la medición de las distancias que ordena la ley guardar para que se puedan tener vistas, no sólo rectas, sino oblicuas11. II. De lege lata: “Luces y vistas como una restricción al derecho de dominio: su régimen en el Código Civil” Para comprender acabadamente el tema que nos ocupa es apropiado hacer algunas aclaraciones terminológicas que permitan entender adecuadamente la legislación vigente. En efecto, se entiende por muro medianero, aquél sobre el cual ha nacido el condominio de indivisión forzosa, por oposición al muro privativo que pertenece con exclusividad al dueño de uno de los inmuebles, o sea aquel que pertenece en “dominio” y no en “condominio”. La calificación de una pared como medianera o privativa apunta a la titularidad sobre ella y no a su emplazamiento 12. En cuanto a éste último, los muros son divisorios o separativos cuando lindan inmediatamente con la línea separativa de ambas heredades y son no divisorios o no separativos en caso contrario. Los muros divisorios o separativos pueden ser encaballados o contiguos; en el primer caso el eje vertical de la pared que pasa por su centro coincide con la línea divisoria (construido por mitades en ambos terrenos). En el segundo, la pared asienta por entero en el terreno de uno de los vecinos. Pared de cerco o de cerramiento forzoso es la resultante de la obligación de encerramiento impuesta por el art. 2726 del Código Civil, y que responde a las exigencias de este texto y del art. 2729, particularmente en cuanto a la altura de tres metros. Con especial referencia a las luces y vistas en paredes medianeras, el art. 2654 norma que “ningún medianero podrá abrir ventanas o troneras en pared medianera, sin consentimiento del condómino”; es correlativo el art. 2737 que para el caso de las paredes medianeras impide a uno de los vecinos “hacer abertura alguna sin consentimiento del otro vecino”. En la nota, nuestro codificador se refiere al art. 675 del Código francés, que impide esas ventanas aun cuando se realicen con vidrio incrustado en 8 SPOTA, Alberto G., ob. cit. 9 Proyecto Goyena, op. cit. 10 Código Civil Italiano de 1895. 11 SPOTA, Alberto G., ob. cit. 12 GURFINKEL DE WENDY - COSSARI - LUNA - SAUCEDO - VIVES, Derechos Reales, Abeledo-Perrot, 2010. Rosario, viernes 25 de abril de 2014 marco que no pueda abrirse, y no dudamos que esa interpretación tiene vigencia en torno de los arts. 2654 y 2737, en vista de la generalidad de sus prohibiciones. Por troneras debe entenderse ventanas de poco tamaño. De mediar consentimiento del condómino esas aberturas son factibles, y es del caso que en ese supuesto nos encontramos frente a la imagen de una servidumbre de luces. Las servidumbres de luces y vistas, si bien tienen muchos puntos de contacto con el tema tratado, escapa a la materia del presente ya que refiere específicamente a las restricciones y límites al dominio y no a aquel derecho real sobre cosa ajena. En cuanto a las luces en paredes privativas divisorias, se trata de luces abiertas en muros que pertenecen exclusivamente a uno de los vecinos y que fueron levantados lindando inmediatamente con la línea separativa de ambos fundos. El art. 2655 del Código Civil textualmente dice que “el dueño de una pared no medianera contigua a finca ajena, puede abrir en ella ventanas para recibir luces, a tres metros de altura del piso de la pieza a que quiera darse luz, con reja de fierro cuyas barras no dejen mayor claro que tres pulgadas”. La referencia a medianera contigua alude en este caso al carácter separativo de la pared, pero no excluye que el muro esté encaballado. El Código impone como requisitos: 1°) que la ventana se abra “a tres metros de altura del piso de la pieza” que se quiere iluminar, con el propósito de evitar que normalmente se convierta en una vista sobre el fundo lindero, y 2°) que esté cerrada “con reja de fierro cuyas barras no dejen mayor claro que tres pulgadas”, y en tal medida sea imposible que se asome la cabeza para mirar. Creemos que no es necesario que las ventanas de luces que satisfagan los requisitos exigidos por el art. 2655, deban tener además vidrio fijo, en primer término porque ello no surge de la disposición legislativa, y además porque de ese modo es posible una mejor ventilación de la finca beneficiaria de la luz 13. En cuanto a las vistas, el Código Civil argentino distingue dos clases: las que están de frente al predio vecino y las oblicuas a la divisoria de los predios. Así, el art. 2658 dispone que no se pueden tener vistas sobre el predio vecino cerrado o abierto por medio de ventanas, balcones u otros voladizos, a menos que intermedie una distancia de tres metros de la línea divisoria. Y el artículo siguiente agrega que tampoco pueden tener vistas de costado u oblicuas sobre propiedad ajena, si no hay setenta centímetros de distancia. Las ventanas o balcones que estén a menor distancia que la establecida, deben clausurarse. Pero si se trata de paredes no divisorias levantadas a una distancia menor que la prescripta en los arts. 2658 y 2659, es posible la apertura de luces (no vistas), ya que estas pueden abrirse aun en las paredes divisorias no medianeras conforme lo dispuesto en el ya mencionado art. 265514 y, en las condiciones establecidas por éste, es decir, a tres metros de la altura del piso. Por su parte, la norma 2660 agrega que las distancias que prescriben los preceptos anteriores se cuentan desde el filo de la pared donde no hubiese obras voladizas y desde el filo exterior de éstas donde las haya y para las oblicuas, desde la línea de separación de las dos propiedades. En consecuencia, vemos como el Código Civil regula en forma un tanto excesiva las luces y las vistas, casi como una reglamentación municipal de nuestra época. La jurisprudencia, interpretando elásticamente el art. 2655 se ha inclinado por admitir que el mismo “no impide la colocación de tragaluces en el muro divisorio a una altura inferior a la indicada en la norma, si por estar cerrados mediante vidrios opacos colocados en un marco fijo que no puede abrirse , impiden toda vista sobre la finca vecina” 15. El fallo citado y otros similares sobre la materia son contestes en interpretar que la norma bajo análisis tiene como finalidad impedir que las luces deriven en vistas sobre los vecinos y esa posibilidad no se daría si los tragaluces o troneras 16 estuvieran cerrados con vidrios opacos en un marco de hierro. III. De lege ferenda: Es necesaria una reforma que clarifique y simplifique las luces y vistas como restricción y límite al derecho real de dominio Es necesario regular el tema mediante disposiciones concretas y precisas, no excesivamente minuciosas como la normativa actual que merecería pertenecer a reglamentos municipales antes que a un código civil. 1. Modificación y Simplificación de los arts. 2654 a 2660 Se deberían regular las luces y vistas dentro del Título referente a las restricciones y límites al Dominio del Código Civil en forma indepen13 ALTERINI, Jorge Horacio, Las Luces como restricciones y límites al dominio y como servidumbres, LL, 131-418 y sigtes. 14 BORDA, Guillermo, ob. cit., pág. 430. 15 Cámara Civil N° 1 de Capital Federal, febrero 17-1940, LL, 17-553, fallo 88.511. 16 Dícese de las ventanas pequeñas. Rosario, viernes 25 de abril de 2014 diente de su regulación como servidumbres, en dos concretos artículos que proponemos de la siguiente forma: Luces: El propietario de un muro lindero, ya sea medianero o divisorio, no podrá abrir luces a menos de un metro ochenta centímetros de altura desde la superficie más elevada excepto que las mismas estén cerradas mediante vidrios opacos colocados en marco fijo. Todo sin perjuicio de las disposiciones municipales que regulen la materia. Vistas: “No se podrán abrir vistas en los muros linderos que permitan la vista frontal a menos distancia que tres metros y lateral a menos distancia que un metro ochenta centímetros, medida perpendicularmente desde el limite exterior de la zona de visión más cercana al inmueble vecino, sin perjuicio de las disposiciones municipales que regulen la materia”. La reforma propuesta traería los siguientes beneficios: ● Mayor claridad en cuanto a la restricción y límite del propietario tanto en la posibilidad de abrir luces como vistas. ● Delimitación al ámbito civil de una restricción y límite al dominio que no invada la esfera del derecho administrativo. ● Permitir que las reglamentaciones o decretos municipales regulen la materia según el verdadero interés de la comunidad y en un todo de acuerdo al tiempo y lugar que se dispongan las luces y vistas. ● Una regulación acorde al uso regular del derecho de dominio valorando la normal tolerancia y la importancia del instituto “abuso del derecho” para regular también las adecuadas relaciones de vecindad. IV. Conclusión final De Lege Lata: ● Las luces y vistas están reguladas dentro del libro III del Código Civil “De los derechos reales”, específicamente en el Titulo VI sobre restricciones y limites al dominio. ● Vélez se aparta del Código Civil francés de 1804 que trató estas restricciones como servidumbres legales y siguió a los Códigos italiano y chileno, considerándolas como restricciones y límites al dominio. ● Resultan excesivamente estrictas las prohibiciones de luces y vistas en pos del derecho al dominio atento al concepto de la normal tolerancia y el uso regular del derecho de propiedad. De Lege Ferenda: ● Las luces y vistas deberían regularse no solamente desde el punto de vista del derecho a no ser perturbado en las relaciones de vecindad sino también considerando los modernos conceptos de “abuso del derecho” y “normal tolerancia”. ● Las luces y vistas como restricción y limite al dominio deben simplificarse y reformularse en el Código Civil a fin de precisar y aclarar las disposiciones civiles sin avanzar sobre regulaciones que corresponden al derecho administrativo. JURISPRUDENCIA Trabajo: Proceso: competencia territorial; pautas legales; interpretación; facultad de opción; carácter amplio y flexible. Accidentes y Enfermedades del Trabajo: Aspectos procesales: competencia territorial; pautas legales; interpretación; la regla de favor; casos de demanda exclusivamente dirigida contra ART; reglas aplicables; posibilidad de litigar en el asiento de cualquiera de sus sucursales. 1 – Los criterios objetivos que normalmente informan la distribución de competencia territorial (proximidad de la prueba, vecindad de los hechos, economía del proceso, etc.) se relajan en materia laboral a fin de EL DERECHO Rosario digital | 3 | satisfacer el requerimiento de que el dependiente litigue allí donde decida hacerlo, dentro de las opciones legales, por la razón que fuere y sin que ninguna norma o principio superior le cargue con el deber de explicitar –ni mucho menos probar– la razón de esa conveniencia (del voto de la mayoría). 2 – No cabe prescindir del hecho de que, en el marco de un seguro social como el que se propuso implementar la ley 24.557, rige como contenido implícito la “regla de favor” en beneficio de la persona siniestrada a cuya satisfacción se ordena prioritariamente el instituto. Ello, por supuesto, no la habilita a litigar arbitrariamente donde se le ocurra, pero sí conduce a interpretar las normas adjetivas de distribución de competencia territorial desde un prisma en que debe prevalecer todo lo que favorezca los fines de la Constitución y las leyes, mas no desde el que los perjudique u obstruya (del voto de la mayoría). 3 – Tratándose la ART de la única demandada por el siniestro laboral puede, como toda corporación, ser sometida a pleito en el asiento de cualquiera de sus sucursales respecto de las obligaciones contraídas en el ámbito de la misma (del voto de la mayoría). 4 – El juez laboral debe declarar su incompetencia si el actor ha omitido cumplir con una mínima actividad probatoria que demuestre que el domicilio de la sucursal de la ART demandada elegido como especial a los efectos de habilitar la competencia, tiene algún punto de conexión con las prestaciones sistémicas reclamadas conforme la ley 24.557; en particular, como sucursal que abarca territorialmente la gestión comercial de clientes domiciliados en el lugar en que el actor trabajaba (del voto en disidencia del doctor COPOLETTA). 5 – La carga procesal del actor debe ser ligera, pero tiene que invocar y probar mínimamente un punto de conexión entre el domicilio de la sucursal de la ART elegida y la prestación sistémica que se demanda. En consecuencia, la mera invocación de la “conveniencia” no es fundamento suficiente como para justificar la competencia territorial preferida (del voto en disidencia del doctor COPOLETTA). 6 – La competencia territorial le corresponde al juzgado laboral del domicilio de la sucursal de la ART demandada en la cual el actor demuestre que debe cumplirse con el pago de la prestación dineraria reclamada, ya que comprende el domicilio del lugar de pago del salario (lugar del trabajo o por medio de depósito en cuenta bancaria). Esto implica la siguiente secuencia: 1) determinar el domicilio del lugar de trabajo, cobrando relevancia aquí el del empleador aunque no fuera demandado; 2) determinar la sucursal de la ART que comprende la gestión de los negocios en aquel domicilio de pago; 3) determinar el juzgado laboral con competencia territorial en ese domicilio de la sucursal de la ART (del voto en disidencia del doctor COPOLETTA). 242 – CApel. en lo Laboral Santa Fe, sala II, febrero 7-2014.– F., S. T. c. Berkley Internacional Art s/accidente de trabajo. En la ciudad de Santa Fe, a los 7 días de febrero del año dos mil catorce, se reúnen en acuerdo ordinario los señores jueces de la sala segunda de la Cámara de Apelación en lo Laboral, doctores José Daniel Machado, Sebastián César Coppoletta y Julio César Alzueta, para dictar nueva sentencia de acuerdo a lo resuelto oportunamente por la Corte Suprema de Justicia de la Provincia (fs. 97/100 vta.) el 01/10/2013, por haber resuelto la anulación de lo fallado en segunda instancia a tenor de las constancias obrantes a fs. 57/57 vta. de estas actuaciones; debiendo en consecuencia de ello expedirse este Tribunal respecto del recurso de apelación interpuestos por la actora, contra la sentencia dictada por el señor juez de Distrito 1 de Primera Instancia en lo Laboral de la Primera Nominación de Santa Fe, en los autos caratulados: “F., S. T. c. Berkley Internacional ART s/accidente de trabajo” (Expte. 194 - Fo. 151 - Año 2013). Acto seguido el Tribunal se plantea las siguientes cuestiones: 1a ¿Se ajusta a derecho la sentencia impugnada? 2a ¿Qué pronunciamiento corresponde dictar? Dispuesto el orden de votación, resulta: Coppoletta, Machado, Alzueta. A la primera cuestión el doctor Coppoletta dice: Contra el dictamen por incapacidad laboral efectuado por la Comisión Médica número 008 de la Superintendencia de Riesgos del Trabajo de la ciudad de Paraná se alza el señor S. T. F. mediante recurso de apelación por ante el Juzgado Federal N° 2 de la ciudad de Santa Fe (art. 46, ley 24.557 y normas reglamentarias). El Sr. juez federal declaró su incompetencia invocando como fundamento lo resuelto por la Corte Suprema de Justicia de la Nación en la causa “Castillo, Ángel Santos contra Cerámica Alberdi S.A.”, y como consecuencia remitió el expediente a la justicia provincial con competencia laboral. Habiéndose sorteado la competencia por turno, se asignó al Juzgado Laboral de la Primera Nominación. En el expediente el juez decretó en fecha | 4 | EL DERECHO Rosario digital 12 de abril de 2011 “atento al domicilio del actor, ocurra ante quien corresponda: art. 5°, primera parte, ley 7945 (reformada por ley 13.039). Notifíquese” (fs. 33). Contra esa decisión del a quo, el actor interpuso recursos de revocatoria y apelación en subsidio. Como respuesta jurisdiccional, se rechazó la revocatoria por decreto de fecha 28 de abril de 2011 sosteniendo el a quo que “habida cuenta que los domicilios del actor y demandada no pertenecen a esta Jurisdicción” y por resultar improrrogable la competencia territorial de los jueces del trabajo. El recurso de apelación fue concedido. La sala primera de esta Cámara de Apelación en lo Laboral resolvió rechazar la apelación al entender que el a quo decidió conforme los componentes propios de la reclamación que originara las actuaciones pertinentes, por lo que no podía atacársela en dicho aspecto, como así tampoco en base a reflexiones tardías que aluden al domicilio de la aseguradora. Contra la sentencia de la alzada se interpone recurso de inconstitucionalidad que siendo denegado por el Tribunal es concedido por la vía del recurso de queja. La Corte Suprema de Justicia de la Provincia de Santa Fe hizo lugar al recurso de inconstitucionalidad sosteniendo que la sentencia recurrida lesiona irreparablemente el derecho a la jurisdicción que asiste al justiciable pues no se ha tratado el argumento principal invocado por el actor en sustento de la competencia territorial. Y en el fundamento de la decisión, destaco como medular los siguientes párrafos de la sentencia de la Corte, pues en definitiva serán la guía de interpretación que seguiré en mi voto: “...los sentenciantes han incurrido en exceso de rigor formal –incompatible con un adecuado servicio de justicia– al rechazar el recurso de apelación sometido a su conocimiento, afirmando en lo esencial que no puede atacarse la decisión del a quo en función de ‘reflexiones tardías...que...aluden al domicilio de la aseguradora’, dado que con dicha respuesta elusiva se desentiende de abordar de manera fundada un tema central y decisivo para la suerte del conflicto que fue debidamente puesto a su consideración por el recurrente”. Ello así, toda vez que de la armónica interpretación de las normas involucradas –arts. 5°, Código Procesal Laboral de la Provincia y 118, ley 17.418– surge que el planteo del actor sosteniendo la competencia territorial del juez de baja instancia con fundamento en que demandó exclusivamente a la Aseguradora de Riesgo de Trabajo “Berkley Internacional ART S.A.”, compañía que tiene domicilio y giro comercial de público y notorio conocimiento en calle San Martín … de esta ciudad, ejerciendo de esa manera correctamente la opción que otorga el art. 5° del CPL, dado que según el art. 118 de ley 17.418 se puede interponer la demanda en el domicilio de la compañía aseguradora, como así también en cualquier agencia o sucursal de ella, al no hacer dicha norma distinción alguna –postulación que cuenta con sustento legal y jurisprudencial que la avalan (CNAT, sala VI, 30.10.09, “Aranda c. Fonseca S.A.” y fallos allí citados; CNAT, sala VII, “Suvercase c. Prevención ART”, DT, 2012 [julio], 1798; CNAT, sala VI, “Luque c. Martín” DT, 2012 [junio] 1959; SC Mendoza, sala II, 25.02.11, “Moyano c. La Segunda ART S.A.”; por todos)– merecía por parte de los juzgadores una respuesta concreta, alejada de rigorismos formales incompatibles con un adecuado servicio de justicia. Al no hacerlo así, se priva al fallo de la debida fundamentación conforme a las exigencias del art. 95 de la Constitución provincial. Lo expuesto basta para descalificar constitucionalmente el pronunciamiento recurrido, el que debe ser anulado. Remitido el expediente a esta sala II de la Cámara de Apelación en lo Laboral corresponde entonces expedirse considerando especialmente y en concreto, tal como lo indica la Corte Suprema de Justicia en su sentencia, la postulación del actor de habilitar la competencia territorial ante el juzgado de primera instancia en la Laboral de la Provincia de Santa Fe con competencia en el domicilio de la sucursal de la ART demandada en la ciudad de Santa Fe. Surge de las constancias de autos y llegan como hechos firmes que: a) la demanda se interpone contra la ART, no siendo demandada la empresa empleadora; b) el actor tiene domicilio en Portugalete, zona rural, Departamento San Cristóbal, Provincia de Santa Fe, según consta en el poder otorgado ante funcionario judicial; c) la ART demandada tiene domicilio real en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires; d) el accidente de trabajo que origina la incapacidad reclamada se denuncia como ocurrido en el establecimiento Palos Negros SA, en la zona rural de la localidad de San Cristóbal, Provincia de Santa Fe. Rosario, viernes 25 de abril de 2014 únicamente contra la ART, lo cual tengo especialmente en cuenta. Y que dado que la empleadora no es demandada, el domicilio de la empresa no es relevante en el caso. Ahora bien, sostiene el recurrente que “...además el lugar de ejecución del contrato de afiliación suscrito entre la patronal - ART (conforme art. 21, LCT) que es brindar las prestaciones médicas y dinerarias de la LRT 24.557, a cargo de la ART no tiene un lugar determinado y puede prestarse en todo el territorio nacional. En el caso de auto se prestaron en la ciudad de Santa Fe”. Y aquí es muy importante señalar que si bien surge de las pruebas documentales que el actor ha recibido asistencia médica en la ciudad de Santa Fe, ha sido dado ya de alta médica, y la demanda sólo se dirige a cuestionar el porcentaje de incapacidad reconocido en la junta médica y, por lo tanto, lo que integra la litis es el monto de la prestación dineraria a cargo de la ART demandada. Y en este sentido, el recurrente denuncia cómo domicilio “y giro comercial” de la demandada para la zona norte de la Provincia de Santa Fe el de su sucursal en ésta ciudad y, en base a ello, demanda el cumplimiento de la prestación dineraria ante la sucursal de la ART en ésta ciudad de Santa Fe. No coincido con el criterio del recurrente en cuanto a que las prestaciones a cargo de la ART no tienen un lugar determinado y puede prestarse en todo el territorio nacional, pues ello es desconocer el principio de localización del pago de las obligaciones. En virtud de ello, si bien el art. 118 de la ley 17.418 otorga al domicilio de cada sucursal de la ART el carácter de domicilio especial en los términos del art. 90, inc. 4° del Código Civil y, por lo tanto, ese domicilio habilitaría la competencia territorial en los términos del art. 5° del Código Procesal de la Provincia de Santa Fe, también debe considerarse que una interpretación absolutamente libre de este conjunto de normas implica tanto como dejar a la arbitraria y caprichosa consideración del actor el lugar de demanda, existiendo tantos como sucursales existan, lo que implica un efecto de forum shopping que nunca es deseado. Esto respondería a lo que sostiene el recurrente en que radica la demanda en la ciudad de Santa Fe porque es su “elección y conveniencia”; lo que surge evidente es que es su elección, pero no explica por qué es su conveniencia. Por lo tanto, considero que de todos esos domicilio especiales que surgen de las sucursales de la ART, el actor podrá invocar a los efectos de la competencia territorial aquel en el que demuestre que tiene un interés legítimo (conveniencia) de recibir en ese domicilio las prestaciones sistémicas a cargo de la ART. Y en lo que respecta a las obligaciones referidas a circunstancias médicas en general (atención hospitalaria, provisión de prótesis, etc.) es fácil determinar el lugar en que se requiere esa prestación dado la locación geográfica del centro médico que va a proveer las mismas. Y esto es muy importante pues si el actor se encuentra en su domicilio, sin poder trasladarse, y debe recibir allí prestaciones médicas de la ART, podrá demandar las mismas ante el juez de su domicilio invocando el domicilio especial de la sucursal de la ART aún cuando el propio régimen procesal laboral le niegue la pauta de su domicilio como competencia territorial. Ahora bien, en lo que respecta a las obligaciones que tienen por objeto dar suma de dinero, la situación es distinta, pues si se sigue el principio civilista (art. 747, Código Civil) en que el lugar del pago es el domicilio del deudor (en este caso, la ART) entonces cualquier sucursal es domicilio especial de pago y volvemos a la situación de forum shopping. Por lo tanto, siendo el régimen de las aseguradoras de riesgos del trabajo un sistema especial, debemos estar a las particularidades del mismo. Y así, el art. 13, inc. 1° de la ley 24.557 dispone que: “El pago de la prestación dineraria deberá efectuarse en el plazo y en la forma establecida en la Ley Nº 20.744 (t.o. 1976) y sus modificatorias para el pago de las remuneraciones a los trabajadores”. Y en este sentido, el art. 129 de la ley 20.744 dispone que el pago del salario deberá efectuarse “en el lugar de trabajo”. Luego, la resolución de la Superintendencia de Riesgos del Trabajo 1286/11 dispone: “Artículo 1º — Las prestaciones dinerarias debidas a los trabajadores dispuestas en la Ley Nº 24.557 sobre Riesgos del Trabajo y sus modificatorias, a cargo de las Aseguradoras de Riesgos del Trabajo o los Empleadores Autoasegurados, se abonarán en la cuenta sueldo de los trabajadores damnificados prevista por el artículo 124 de la Ley Nº 20.744 de Contrato de Trabajo (t.o. 1976) texto según Ley Nº 26.590, de acuerdo a los datos suministrados por los empleadores en cumplimiento de lo prescripto por el punto 18 del apartado b) del artículo 5º de la Resolución General de la ADMINISTRACIÓN FEDERAL DE INGRESOS PÚBLICOS (A.F.I.P.) Nº 2988 de fecha 2 de diciembre de 2010. Al fundamentar la competencia del juzgado laboral provincial en la ciudad de Santa Fe, el actor sostiene que “Siendo la competencia territorial ‘una porción de la jurisdicción’ en el justo decir de Alsina, el actor radicó la causa en la ciudad de Santa Fe, porque esa es su elección y conveniencia” (fs. 41 vta). Art. 2º — En el supuesto de no contarse con la información mencionada en el artículo anterior, las prestaciones dinerarias aludidas se abonarán a través de un giro bancario a la Entidad Financiera más próxima a la localidad del domicilio del damnificado. Dicha operación en ningún caso importará costo alguno para el trabajador, debiendo ser asumido por el obligado al pago. El giro bancario podrá efectuarse en otra localidad, a requerimiento del trabajador”. Ya en el escrito ante la alzada, por el cual el recurrente expresa sus agravios, sostiene que se demanda las prestaciones sistémicas de la ley 24.557 Como corolario, por medio de reenvío, la localización del lugar de pago de las prestaciones dinerarias de la ART deberá efectuarse en el lugar de tra- Rosario, viernes 25 de abril de 2014 bajo; y así, de todas las sucursales de la ART será aquella del lugar de trabajo la que esté obligada al cumplimiento de la obligación. Y ante el incumplimiento, será ante esa sucursal –únicamente– en que el trabajador podrá reclamar el pago. En el caso de autos, el actor sostiene que Berkley ART tiene sucursal en la ciudad de Santa Fe, y que es esta sucursal la encargada de las prestaciones sistémicas de las pólizas contratadas en el norte de la Provincia de Santa Fe. Ahora bien, esta manifestación del actor no ha sido sostenida por la más mínima prueba. Y en la página web de Berkley ART (http://berkley.com.ar/ art) no se informan el domicilio de sus sucursales. En consecuencia, el actor ha omitido cumplir con una mínima actividad probatoria que demuestre que el domicilio de la sucursal de la ART elegido como domicilio especial de la demandada a los efectos de habilitar la competencia territorial tiene algún punto de conexión con las prestaciones sistémicas reclamadas conforme la ley 24.557; en particular, como sucursal que abarca territorialmente la gestión comercial de clientes domiciliados en el lugar en que el actor trabajaba. Esto en nada implica imponer una carga probatoria extrema al actor, que puede encontrarse con la barrera de información interna de la empresa. Por ello, la carga procesal debe ser ligera, pero debe invocarse y probarse mínimamente un punto de conexión entre el domicilio de la sucursal elegida y la prestación sistémica que se demanda. Y esta carga probatoria mínima no ha sido cumplida en autos por el actor, con lo cual, la mera invocación de la “conveniencia” no es fundamento suficiente como para justificar la competencia territorial invocada. Y como tampoco concurre en la ciudad de Santa Fe las demás pautas de determinación de competencia territorial que reconoce el art. 5° del Código Procesal Laboral, no corresponde otorgar competencia territorial en función del domicilio especial de la sucursal a los juzgados laborales de 1a. Instancia de la ciudad de Santa Fe. Como corolario, la competencia territorial le corresponde al juzgado laboral del domicilio de la sucursal de la ART demandada en la cual el actor demuestre que debe cumplirse con el pago de la prestación dineraria reclamada ya que comprende el domicilio del lugar de pago del salario (lugar del trabajo o por medio de depósito en cuenta bancaria). Esto implica la siguiente secuencia: 1) determinar el domicilio del lugar de trabajo –y a contrario de lo expresado por el recurrente, aquí cobra relevancia el domicilio del empleador por corresponder al lugar del trabajo–; 2) determinar la sucursal de la ART que comprende la gestión de los negocios en aquel domicilio de pago; 3) determinar el juzgado laboral con competencia territorial en ese domicilio de la sucursal de la ART. Tengo especialmente en cuenta que el actor ha postulado la declaración de inconstitucionalidad de los arts. 4° y 5° del Código Procesal Laboral. Sin embargo, no observo un vicio de esa naturaleza en dichas normas, en su aplicación al presente caso. Por último, realizando el control de constitucionalidad y convencionalidad de oficio que corresponde efectuar a cada juez conforme la estructura difusa del mismo en el sistema argentino, no observo que existan normas jurídicas que por violación al bloque constitucional federal deban ser declaradas inconstitucionales de oficio. Con lo cual voto por la afirmativa. A la misma cuestión el doctor Machado dice: Discrepo en esta ocasión con la solución propuesta por el juez de Cámara preopinante. No veo en el caso una “arbitraria y caprichosa consideración del actor” sino, en realidad, el ejercicio de una opción claramente plasmada en la ley 7945 y que refleja, como en tantos otros institutos del proceso laboral, la regla o principio de igualdad por compensación conforme al cual el legislador asigna ventajas al trabajador tendentes a equilibrar las asimetrías que lo perjudican –como dicen los sociólogos– en “el mundo de la vida”. Así, los criterios objetivos que normalmente informan la distribución de competencia territorial (proximidad de la prueba, vecindad de los hechos, economía del proceso, etc.) se relajan a fin de satisfacer el requerimiento de que el dependiente litigue allí donde decida hacerlo, dentro de las opciones legales, por la razón que fuere y sin que ninguna norma o principio superior le cargue con el deber de explicitar –ni mucho menos probar– la razón de esa conveniencia. No me parece que los jueces podamos, ex officio, sustituir la voluntad de la víctima porque nos parezca más conveniente que lo haga en otra parte. No cabe prescindir tampoco del hecho de que, en el marco de un seguro social como el que se propuso implementar la LRT, rige como contenido implícito la regla de favor en favor de la persona siniestrada a cuya satisfacción se ordena prioritariamente el instituto. Lo cual, por supuesto, no le habilita a litigar arbitrariamente donde se le ocurra, pero sí conduce a interpretar las normas adjetivas desde un prisma en que debe prevalecer todo lo que favorezca los fines de la constitución y las leyes, no desde el que los perjudique u obstruya. Por supuesto, ese menú de opciones que la ley le brinda aparece acotado. Pero no hay que subvertir el orden de la télesis legal: primero la regla y después la acotación, y no al revés. Las restricciones no pueden ser inter- EL DERECHO Rosario digital | 5 | pretadas con latitud, al menos en cuanto no sea dable concluir que la regla avanza sobre otras garantías de la contraparte que aquí, por cierto, siquiera han sido invocadas por la interesada en tanto todavía no es parte de la litis. De allí que coincido plenamente con el Alto Tribunal en su intervención (de cuyo criterio, por evidentes razones de economía, sólo cabría apartarse excepcionalmente) en que siendo la ART la única demandada y que, como toda corporación, puede ser sometida a pleito en el asiento de cualquiera de sus sucursales respecto de las obligaciones contraídas en el ámbito de la misma. En el caso, siendo de público y notorio –o accesible mediante su página web– que la misma tiene únicamente dos sucursales en esta Provincia (Santa Fe y Rosario), ya que en algunas otras localidades solo tiene productores asesores –encargados como es obvio de la colecta de afiliados más no del cumplimiento de las prestaciones– resulta que Santa Fe es la más próxima y –por ende aquélla– a la que correspondía dirigirse para la tramitación del reclamo (de la víctima) y de la cobertura (de la asegurada). Todo lo cual brinda un punto de conexión suficiente desde el punto de vista de la competencia para establecer que la demandada tiene en esta ciudad un verdadero domicilio legal-especial en el sentido del art. 90.4 del Código Civil. Voto por la negativa, propiciando se haga lugar al recurso de apelación de la actora y, en su mérito, se revoque el decreto recurrido y se declare la competencia de este distrito judicial para intervenir en la causa. A la misma cuestión el doctor Alzueta dice: Que se adhiere a la solución por los fundamentos del doctor Machado, por lo que vota en idéntico sentido. A la segunda cuestión los doctores Coppoletta, Machado y Alzueta dicen: Que atento el resultado de las votaciones precedentes corresponde: hacer lugar al recurso de apelación intentado por la actora y, en su mérito, revocar el decreto recurrido y, declarar la competencia de este distrito judicial para intervenir en la causa. Por los fundamentos y conclusiones del acuerdo que antecede, la sala II de la Cámara de Apelación en lo Laboral resuelve: Hacer lugar al recurso de apelación intentado por la actora y, en su mérito, revocar el decreto recurrido y, declarar la competencia de este distrito judicial para intervenir en la causa. Resérvese el original, agréguese copia, hágase saber y oportunamente bajen. Concluido el acuerdo, firman los señores jueces por ante mí, que doy fe.– Sebastián C. Coppoletta.– José D. Machado.– Julio C. Alzueta (Sec.: Claudia Barrilis). Recurso Extraordinario: Admisibilidad: examen; alcances; requisitos del recurso; fundamentación suficiente; agravios de naturaleza constitucional; cuestiones no susceptibles de recurso; interpretación de normas de derecho público. Expropiación: Régimen constitucional: indemnización; fijación judicial de su justiprecio; atribución propia del tribunal; bienes inmuebles; determinación del valor de mercado; el cómputo de su precio en dólares; improcedencia. 1 – La mera interposición del recurso extraordinario federal, así se lo base en la arbitrariedad del fallo, no justifica su concesión o denegación automática, sino que es imprescindible efectuar un juicio fundado de admisibilidad (del voto de la mayoría). 2 – Resulta menester que en el escrito de interposición del recurso federal se rebatan y neutralicen cada uno de los motivos expuestos por el Tribunal para fundar su decisión, trayendo razones de peso en orden a destruir la fundamentación de tal decisorio por considerarlo lesivo de derechos constitucionales (del voto de la mayoría). 3 – Es inadmisible el remedio extraordinario toda vez que el recurrente pretende configurar como una cuestión federal lo que en verdad constituye mera discrepancia con los fundamentos del fallo impugnado, denotando la sola intención de renovar el debate acerca de la interpretación de normas de derecho público local, y las circunstancias relacionadas con las mismas, efectuada por el Tribunal en ejercicio de | 6 | EL DERECHO Rosario digital funciones propias, lo que no resulta idóneo para habilitar la instancia extraordinaria (del voto de la mayoría). 4 – El análisis de la cuestión relativa al justiprecio del inmueble sujeto a expropiación se encuentra dentro de las atribuciones del Tribunal para calificar jurídica y autónomamente las situaciones fácticas que las partes trajeron a su conocimiento, no siendo susceptible de ser revisado a través de la vía extraordinaria federal (del voto de la mayoría). 5 – La crítica del recurrente basada en el entendimiento de que en el mercado inmobiliario los valores de los inmuebles son fijados en moneda estadounidense, correspondiendo en consecuencia que la indemnización expropiatoria sea establecida en dólares o su equivalente en pesos al tipo de cambio a la fecha de pago, sólo trasunta su particular apreciación de los hechos y una diversidad de criterio con el de la jurisprudencia constante de la Corte, lo que no genera cuestión constitucional como para operar la apertura de la vía extraordinaria (del voto de la mayoría). 6 – Si bien el agravio de arbitrariedad debe ser desestimado cuando remite a cuestiones que por su naturaleza resultan, en principio, ajenas al Recurso Extraordinario Federal, cabe hacer excepción a dicha pauta toda vez que, prima facie, surge que la Corte habría prescindido de efectuar un tratamiento adecuado de la litis conforme a las constancias de la causa, guardando el recurso interpuesto adecuada relación con lo debatido y demostrado en el proceso. En efecto, encontrándose en juego el principio de integralidad de la indemnización expropiatoria, con el posible menoscabo al derecho de propiedad de la recurrente –art. 17 de la CN–, se instituye en cuestión suficiente para la concesión del remedio federal intentado por la expropiada (del voto en disidencia de los doctores ERBETTA y NETRI). 243 – CS Santa Fe, febrero 11-2014.– Dirección Provincial de Vivienda y Urbanismo c. Edinor S.A.C.I.F. y/o los que actualmente detenten el dominio s/expropiación. Santa Fe, febrero 11 de 2014.– Vistos: Los autos caratulados “Dirección Provincial de Vivienda y Urbanismo c. Edinor S.A.C.I.F. y/o los que actualmente detenten el dominio s/expropiación” (Expte. C.S.J. N° 418, año 2007)”, venidos para resolver acerca de la concesión del recurso extraordinario federal interpuesto por la parte demandada contra la sentencia de esta Corte de fecha 21 de diciembre de 2011; y Considerando: 1. En la presente causa, por sentencia de fecha 21 de diciembre de 2011 (R. AyS, 242-441/461, obrante a fs. 980/1000), esta Corte resolvió hacer lugar a la acción expropiatoria y, en consecuencia, declarar transferido a favor de la Dirección Provincial de Vivienda y Urbanismo, previo pago del monto indemnizatorio, el inmueble expropiado; fijar la indemnización total, al mes de noviembre de 2007, en $ 6.692.816,05, y condenar a la actora a pagar a la expropiada el saldo adeudado de $ 4.516.194,15, con más intereses a la tasa pasiva promedio mencionada en el art. 10 del decreto nacional 941/91, desde la fecha de la desposesión –noviembre de 2007– hasta la fecha del efectivo pago, si éste se efectuaba dentro de los treinta días de aprobada la liquidación respectiva –que se practicaría dentro de los veinte días de quedar firme la sentencia–, y en caso de incumplimiento determinó que correrían incluso sobre los intereses devengados. 2. Contra tal pronunciamiento deduce la demandada recurso extraordinario para la Corte Suprema de Justicia de la Nación (escrito de fs. 1003/1023). Postula que existe cuestión federal al versar el caso sobre la interpretación de una cláusula operativa de la Constitución Nacional, la que consagra el derecho a percibir una indemnización expropiatoria justa, integral y actual –art. 17–, y la sentencia dictada resulta contraria al misma, en tanto fijó el valor objetivo del bien expropiado en pesos al tipo de cambio vigente al tiempo de la desposesión, impidiendo al expropiado reemplazar los predios, en razón de que las operaciones inmobiliarias se realizan en dólares estadounidense, ocasionándoles ello una confiscación parcial de su patrimonio. Asimismo, señala que la resolución cuestionada es arbitraria por: realizar una interpretación caprichosa de la prueba, ser autocontradictoria, omitir prueba sustancial para la resolución de la cuestión en debate y decidir una de las pretensiones invocando derecho inaplicable, todo cual afecta su garantía a un debido proceso y su derecho a la de defensa en juicio. En concreto, alega que presenta vicios de arbitrariedad en cinco aspectos fundamentales para la suerte de la litis, a saber: a) Toma en concepto de antecedente a los fines de establecer el valor objetivo del bien a expropiar, cinco avenimientos celebrados en sede administrativa que entiende, carecen de sustento jurídico porque los importes allí acordados no reflejan el verdadero “valor de mercado”. Este extremo, destaca, es corroborado en el sub judice por: a) la opinión calificada y unánime de los cuatros técnicos impartiales que participaron de la Comisión de Tasaciones (entre ellos su presidente) y el representante Rosario, viernes 25 de abril de 2014 de la Oficina Técnica del Servicio de Catastro e Información Territorial (Ing. Lucarelli); b) la opinión de la propia expropiante (D.P.V.) quien los relativizó en la reunión de la Comisión diciendo que estos avenimientos pueden o no representar el valor de mercado en tanto su celebración puede obedecer a distintos factores (fs. 924 v.); c) la notoria desproporción con los valores de operaciones ciertas celebradas en el ámbito del mercado inmobiliario y adjuntadas a autos (una compraventa a FERCAM, un remate judicial y los tres informes de ofrecimientos inmobiliarios que la propia Corte Suprema estimó confiables); y d) el hecho evidente de que en una transferencia por avenimiento expropiatorio de un inmueble afectado, el propietario carece de la posibilidad de negarse a vender, siendo ésta una de las principales herramientas de fijación de precio en el mercado, pues su única alternativa para un mejor precio es la necesidad de someterse a un juicio expropiatorio con las implicancias que conlleva. Así las cosas, la impugnante considera que al incorporar los avenimientos, este Tribunal se apartó de la doctrina fija por la Corte Suprema de Justicia de la Nación conforme a la cual “ … el valor objetivo es el equivalente al valor en plaza y al contado, porque se tiene en cuenta el libre juego de la oferta y la demanda” (Fallos, 237:38), es decir, “(…) es lo que la cosa realmente vale para la generalidad en el mercado de bienes de esa especie, correspondiente al lugar del bien expropiado y al tiempo de la desposesión” (Fallos, 217:804; 305:1897, 208:104, entre otros), sin brindar nuevas razones no consideradas por aquélla. Sin embargo, plantea que aún en la hipótesis de aceptarse la inclusión de los cinco avenimientos en el cálculo, carece de razonabilidad promediarlos individualmente con los restantes antecedentes de venta y ofrecimientos, ya que no puede soslayarse que su formación difiere de las compraventas celebradas en un marco de total libertad y sujetas a la leyes de la oferta y demanda; por ello, en todo caso, debieron haber sido ponderados entre sí, y no con la venta de FERCAM, el remate judicial y los tres informes inmobiliarios. Asimismo, se agravia del procedimiento de cálculo seguido por esta Corte que se señalara promedia los referidos avenimientos con los restantes antecedentes adjuntados al sub judice pues, hace depender la fijación del valor objetivo de los lotes expropiados de la sola voluntad del sujeto expropiante, circunstancia que se desprende del hecho de que si la Oficina Técnica adjuntaba una mayor cantidad de avenimientos a bajo precio, hubieran sido prorrateados obteniendo una indemnización sensiblemente menor, permitiéndose preconstituir prueba en su favor; lo que, por otra parte, constituye una interpretación imprevisora, que no mide los efectos de lo decidido, sea en cuanto al caso concreto, sea a las secuencias posteriores o impacto del fallo en otros pronunciamientos, aspecto en el cual el fallo vulnera, también, la igualdad entre las partes (art. 16, Constitución Nacional). Por otro lado afirma que, la resolución impugnada es contradictoria pues por un lado desecha el primer informe producido por la Oficina Técnica (fs. 699) porque fijaba un valor objetivo de las nueve fracciones obtenido de “informantes calificados” sin prueba documental que lo avalara y, por otro, le otorga valor fundamental a los avenimientos cuyos valores, precisamente, fueron fijados a base de la información proporcionada por “informantes calificados”. Por todo ello, concluye que la metodología utilizada en el fallo impugnado, a fin de fijar el valor objetivo del bien expropiado, carece de suficiente fundamentación, viola el principio de debido proceso y de defensa en juicio amparados por el art. 18 de la Constitución nacional; como también el derecho constitucional a percibir una indemnización integral por los predios expropiados. b) Omite prueba relevante en relación a la determinación del valor base homogéneo a partir del antecedente FERCAM –compraventa también tenida en cuenta para fijar el valor objetivo del inmueble expropiado– y contradice la propia jurisprudencia de la Corte Suprema Provincial. En tal sentido señala que este Tribunal ignoró –sin brindar fundamentos– el dictamen de la Presidencia de la Comisión de Tasaciones donde a fs. 294 v. decía que la valorización desde la suscripción del boleto de compraventa (diciembre/04) a la fecha de desposesión (noviembre/07), deducida la carga financiera, había sido de un 30% y; en su lugar, aplicó un procedimiento que se exhibe irrazonale y arbitrario en dos aspectos: ignora que el cálculo del 30% se realizó descontando los costos de financiación; y confunde el valor de la cosa con el costo de financiación de su pago en cuotas, conceptos que, aunque puedan reunirse en una misma cifra bajo la apariencia de precio, retribuyen conceptos distintos. Continúa diciendo que esta Corte brinda razones para eliminar el coeficiente de ubicación (del 1,5) por cercanía al nudo de Avenida Circunvalación y calle Baigorria que evidencian no comprender el procedimiento técnico de cálculo de valor y prescinde de prueba necesaria a tal fin, concretamente, el croquis de fs. 933. Es decir, elimina infudandamente un coeficiente aplicable (el 1,5) y deja uno (1,2) que sólo tenía sentido en función de la existencia del primero, entonces así, el antecedente FERCAM fue incrementado en un 20% cuando debió serlo en un 80%. Asimismo, cuando en su resolución cuestiona los índices de corrección efectuados por la Comisión respecto al antecedente FERCAM se contra- Rosario, viernes 25 de abril de 2014 dice “groseramente” con su propio análisis para corregir por el factor de ubicación los cinco antecedentes que adopta (fs. 1018) y con su propia jurisprudencia en la causa “Ejido Inmobiliaria S.R.L. c. Provincia de Santa Fe” (AyS, 123-308/327). En virtud de lo dicho, entiende que la determinación correcta del valor base homogéneo a partir de FERCAM debe ser hecho de acuerdo al de la Presidencia de la Comisión a pedido de EDINOR y que condujo a un valor de U$S 90,93 el m2 (fs. 294 v. in fine) equivalentes a $ 283,70, en lugar de los $ 151,88 que arbitrariamente estimó esta Corte Suprema; valor aquél que considera resulta congruente con los informados por las inmobiliarias informantes ($ 226,54; $ 331,31 y $ 325,04) y el obtenido del remate judicial ($ 237); y del cual se desprende que la indemnización por valor objetivo debió haber sido establecida en $ 12.222.194, 16 (es decir, en U$S 3.917.369,92, a razón de un dólar de $ 3,12 a la fecha de desposesión,14.11.07), en lugar de $ 6.692.816,05. Por lo dicho, estima que la sentencia recurrida es fruto de la pura voluntad de la Corte Suprema de Justicia de la Provincia de Santa Fe al no basarse en fundamentos normativos y fáctico que evidencien que constituye una derivación razonada del derecho vigente con aplicación a las circunstancias comprobadas en la causa, por lo que corresponde dejarla sin efecto. c) Omite expedirse sobre el valor de los inmuebles en dólares estadounidenses a los efectos de garantizar el valor de reemplazo de los inmuebles expropiados. Al respecto destaca que la propia doctrina de la Corte Suprema de Justicia de la Nación en materia expropiatoria exige que se restituya integralmente al propietario el mismo valor del que se lo priva, a fin de que le permita adquirir otro bien de similares características; como también ha señalado que se debe tutelar la inmutabilidad del crédito a lo largo del proceso (Fallos, 294:434), pues el expropiado no debe sufrir en su patrimonio lesión alguna y la indemnización debe “... mantener constante su valor adquisitivo real” (Fallos, 315:2053); y debe reconocerse la incidencia de la moneda estadounidense en el mercado inmobiliario (Fallos, 377:377) (fs. 1020). En función de estas pautas, dice que EDINOR ha venido sosteniendo que constituye un hecho notorio y, por tanto, exento de prueba, que en el mercado inmobiliario los valores de los inmuebles son fijados en dólares estadounidenses y por ello correspondía que la indemnización se fijase en dólares al tipo de cambio a la fecha de pago. Sin embargo, la Comisión –y posteriormente la sentencia– convierten el precio de dólares estadounidenses a pesos, al cambio vigente al momento de la desposesión (U$S 1 equivalente a $ 3,12); y ello incluso cuando el propio Presidente de aquél organismo había manifestado a fs. 929 que los valores de los inmuebles se mantuvieron “estables en sus valores en dólares desde el año 2008 con muy pequeñas variaciones ...” (fs. 1020). Es evidente que –continúa la impugnante– la decisión de “congelar” el valor del dólar a noviembre de 2007 y efectuar la conversión a pesos lesiona su derecho de propiedad (art. 17, CN) y el principio constitucional a una indemnización justa e integral ya que, ante la variación de tipo de cambio es imposible percibir una indemnización que lo coloque en condiciones de reemplazar los inmuebles expropiados por otros del mismo valor en el mercado, lo cual constituye una ficción irrazonable y contraria al sentido común. d) Rechaza el reclamo de indemnizar los costos de adquisición de un nuevo inmueble de características similares al expropiado. Señala en tal sentido que lo que se debe pagar en las expropiaciones es la indemnización de los perjuicios derivados de la misma, de modo tal de colocar al expropiado en la misma situación patrimonial previa al desapoderamiento, y entonces, es obvio que entre los rubros a satisfacer deben incluirse los costos de reposición del bien, pues de otro modo, tales gastos deberán ser extraídos del valor objetivo, con su consiguiente merma y detracción. Y en tal sentido, observa que la resolución cuestionada soslaya el texto expreso de la ley y el derecho a una indemnización expropiatoria justa e integral (art. 17, CN), al omitir prever las erogaciones propias de toda adquisición inmobiliaria, tales como la confección de una escritura pública para la transferencia del bien, indispensable por imperativo legal y exenta de prueba por resultar evidente. e) Deniega la pretensión de pago de las costas generadas en sede administrativa argumentando que “debe estarse a lo dispuesto por el art. 49 de la ley 7534”, norma que regula el régimen de las costas judiciales generadas con motivo del juicio de expropiación pero no las administrativas, por lo que, rechazar aquélla sobre la base de una norma inatinente, ajena a la materia, torna arbitraria la sentencia en este aspecto por no ser derivación razonada del derecho aplicable. 3. Habiéndose corrido el traslado que prescribe el art. 257 del CPCCN (fs. 1026/1028), corresponde efectuar el examen fundado sobre la admisibilidad del recurso a fin de decidir acerca de su concesión o denegación. 4. Cabe señalar que la mera interposición del recurso, así se lo base en la arbitrariedad del fallo, no justifica la concesión o denegación automá- EL DERECHO Rosario digital | 7 | tica del remedio federal, sino que es imprescindible efectuar un juicio fundado de admisibilidad (AyS, 67-441; 71-276; 77-439; 89-58 y 94-5). A tales efectos es menester que en el escrito de interposición del recurso federal se rebatan y neutralicen cada uno de los motivos expuestos por esta Corte para fundar su decisión, trayendo razones de peso en orden a destruir la fundamentación del tal decisorio por considerarlo lesivo de derechos constitucionales. Realizando el análisis señalado precedentemente, se advierte del cotejo del memorial recursivo con el fallo de marras, que la recurrente pretende configurar como una cuestión federal, lo que en verdad constituye mera discrepancia con los fundamentos del fallo impugnado, denotando la intención de renovar el debate acerca de la interpretación de normas de derecho público local y las circunstancias relacionadas con las mismas efectuada por el Tribunal, en ejercicio de funciones propias, lo que no resulta idóneo para habilitar la instancia extraordinaria (Fallos, 308:118, entre otros). En efecto, el objeto del pleito giró en torno al justiprecio del inmueble postulado por la demandada siendo de toda lógica, entonces, concluir que el análisis de esta cuestión se encontraba dentro de las atribuciones del Tribunal para calificar jurídica y autónomamente las situaciones fácticas que las partes trajeron a su conocimiento (Fallos, 317:167; 322:1100, entre otros). En consecuencia, no demuestra que la resolución judicial ha sobrepasado los márgenes razonables de la función judicial, pronunciándose sobre un extremo no comprendido en la litis. Tampoco demuestra la recurrente la vulneración de garantías constitucionales invocada con relación al justiprecio del inmueble, que sólo trasunta una disímil postura con las consideraciones efectuadas por el Tribunal en el fallo. Es que para resolver como lo hizo, consideró el Cuerpo, en síntesis, un cálculo medido para arribar al justo monto indemnizatorio, resolviendo un valor de $ 6.692,816,05, por los fundamentos que expuso, condenando a la expropiante a pagar a la expropiada el saldo adeudado de $ 4.516.194,15, a la fecha de toma de posesión –conforme a pacífica jurisprudencia del más Alto Tribunal y de esta Corte– con más intereses –tasa pasiva promedio, art. 10 del decreto 941/91– sobre el saldo adeudado hasta la fecha de su efectivo pago, desestimando la actualización teniendo en cuenta las disposiciones pertinentes de la ley 23.928. Frente a tales razones, la compareciente insiste en el desarrollo de su propia tesitura, pretende que los valores sean los proporcionados por las inmobiliarias por ser –a su entender– los representativos del valor de mercado; solicita que se aplique el factor de corrección de 1.5 y la valorización del 30% expuestos en reunión de Comisión; asimismo peticiona una indemnización en dólares al tipo de cambio del día de pago y disiente con la imposición de costas en el fallo, mas con sus alegaciones no logra persuadir que la decisión de esta Corte sea ilógica o irrazonable, ni que este Tribunal hubiese incurrido en arbitrariedad vulnerando garantías constitucionales al establecer el saldo adeudado de la indemnización a la expropiada. La circunstancia de que las conclusiones fueran adversas a su postura en modo alguno puede justificar la apertura de la instancia extraordinaria, ya que en definitiva el planteo se reduce a una cuestión que no trasciende el marco de lo meramente hermenéutico, sin que la impugnante logre demostrar que el Tribunal se haya excedido en las atribuciones de su función jurisdiccional, por lo que no habilita la instancia extraordinaria. En cuanto continúa agraviándose de que al valor objetivo correspondía adicionar, como parte de la indemnización integral los gastos devengados por la compra de un inmueble de similar valor, el Tribunal dio una acabada respuesta a dicho planteo con sustento en pacífica jurisprudencia, sin que la compareciente–que se limita a insistir en el desarrollo de su propia tesitura– se haga cargo tampoco en esta instancia recursiva de que no basta invocar el perjuicio directo e inmediato para que éste se reconozca, sino que para ello es necesaria su concreta demostración. Por lo que la crítica de la recurrente sosteniendo, a lo largo de todo el proceso, que en el mercado inmobiliario los valores de los inmuebles son fijados en moneda estadounidense y por ello corresponde que la indemnización sea fijada en dólares o su equivalente en pesos al tipo de cambio a la fecha de pago, sólo trasunta su particular apreciación de los hechos y una diversidad de criterio con el de la jurisprudencia constante de esta Corte, lo que no genera cuestión constitucional como para operar la apertura de la vía intentada. En suma, ante la falta de entidad constitucional de los planteos de la impugnante, cabe denegar la concesión del recurso extraordinario. Por ello, la Corte Suprema de Justicia de la Provincia resuelve: Denegar la concesión del recurso extraordinario interpuesto para ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación; con costas. Regístrese y hágase saber.– Rafael F. Gutiérrez (con ampliación de fundamentos).– Daniel A. Erbetta (en disidencia).– Roberto H. Falistocco.– María A. Gastaldi.– Mario L. Netri (en disidencia).– Eduardo G. Spuler (con ampliación de fundamentos) (Sec.: Fernández Riestra). | 8 | EL DERECHO Rosario digital AMPLIACIÓN DE FUNDAMENTOS DEL SEÑOR PRESIDENTE DOCTOR Y DEL SEÑOR MINISTRO DOCTOR Rosario, viernes 25 de abril de 2014 GUTIÉRREZ SPULER.– Adherimos a las motivaciones y a la conclusión arribada en cuanto a la denegatoria de la concesión del recurso extraordinario deducido. Sólo estimamos conveniente agregar que en el examen de admisibilidad que debe efectuar este órgano a fin de conceder o no –según corresponda– el remedio intentado, se advierte que los argumentos que esgrime el recurrente aparecen descalificados en el plano formal, en tanto el memorial recursivo no cumple con los recaudos establecidos en el art. 3°, incs. “d” y “e” del reglamento aprobado por la acordada 4/2007 de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Ello es así, toda vez que de la lectura del escrito recursivo, en confrontación con los fundamentos del fallo atacado, surge que el recurrente pretende configurar como una cuestión federal, lo que en verdad constituye una mera discrepancia con los fundamentos del decisorio impugnado, denotando, en verdad, la intención de renovar el debate acerca de la aplicación de normas de derecho público local, y cuestiones de hecho y prueba relacionadas con las mismas, efectuada por el Tribunal, en ejercicio de funciones propias. Sabido es que ello no resulta idóneo, en principio, para habilitar la instancia extraordinaria (Fallos, 308:118; entre otros), en tanto no se delineen adecuadamente hipótesis de arbitrariedad que permitan sostener que, al resolver como lo hizo, el Tribunal hubiese desbordado el ámbito inherente a sus atribuciones propias. Y en el caso, frente a la solución a la que arribó esta Corte, si bien el impugnante alega interpretación arbitraria de la prueba, resolución contraria a constancias de la causa y a jurisprudencia del Alto Tribunal nacional, irrazonabilidad en el método de cálculo, vulneración de la igualdad entre las partes, autocontradicción, omisión de prueba conducente, y apartamiento de su propia jurisprudencia, al fundar tales agravios insiste en verdad en su propia tesitura acerca del procedimiento que –a su juicio– debió haberse seguido para fijar el justiprecio; que no fue, desde luego, el aplicado por esta Corte, pero sin plantear con suficiente verosimilitud que ésta hubiese incurrido en arbitrariedad en el ejercicio de funciones propias. En efectos sus planteos no importan sino la reiteración de su desacuerdo con la consideración de los avenimientos como datos relevantes, a ponderar con otros, incluso aportados por la propia expropiada, para establecer el valor objetivo del bien expropiado, y con los coeficientes de corrección aplicados al antecedente FERCAM, careciendo de andamiaje suficiente la tacha de interpretación arbitraria del material probatorio de autos. de la posiblidad de computar entre otros antecedentes, para valuar un predio, avenimientos concluidos con distintos propietarios sobre inmuebles vecinos. En cuanto al agravio presentado como irrazonabilidad en el método de cálculo, no se advierte, tampoco, configurado, demostrando meramente el desacuerdo del recurrente con el resultado arrojado por el método de valuación seguido por este Tribunal, que podrá resultar desfavorable a sus intereses, mas no aparece suficientemente cuestionado desde un plano constitucional. Similares consideraciones pueden formularse respecto de la invocada vulneración de garantías constitucionales en relación a la aplicación de coeficientes respecto del antecedente FERCAM, que sólo trasunta –una vez más– una disímil postura con los procedimientos técnicos seguidos por este Cuerpo para justipreciar el inmueble, pero sin que se advierta que en tal tarea se haya desbordado el marco de atribuciones de su función jurisdiccional, por lo que no habilita la instancia extraordinaria. En relación a la tacha de arbitrariedad por no haberse establecido el monto indemnizatorio en dólares, o su equivalente en pesos, al tipo de cambio a la fecha del pago, y no a la fecha de la desposesión, el agravio se resuelve en la mera discrepancia con el criterio reiteradamente sostenido por este Tribunal, coincidente con el del Alto Tribunal nacional, acerca de la fecha a la cual corresponde fijar el justiprecio (cfr. “Provincia de Santa Fe c. Quiroga”, AyS, 169-201/210; Fallos, 204:534; 237:230; 240:18, entre otros precedentes). En cuanto rechazo del rubro “costo de reposición”, cabe señalar que el Tribunal dio una acabada respuesta a dicho planteo con sustento en pacífica jurisprudencia, sin que el compareciente –que se limita a insistir en el desarrollo de su propia tesitura– tampoco se haga cargo en esta instancia recursiva de que no basta invocar el perjuicio directo e inmediato para que éste se reconozca, sino que para ello es necesario su concreta demostración. Por último, el planteo de falta de congruencia entre lo resuelto en cuanto a las costas, con fundamento en el art. 49 de la ley 7534 –referente al régimen de costas judiciales–, y el pedido de que se incluyesen los gastos devengados en sede administrativa, carece, asimismo, de entidad, atento a la tradicional jurisprudencia de este Cuerpo, en el sentido de que “las costas en sede administrativa no integran las costas del recurso contencioso administrativo, en el caso del proceso de expropiación (inversa)” (v. AyS, 53-270; 208-87); criterio que, aunque pudiera no compartirse, no torna arbitrario lo resuelto con sustento en él, por resultar una opción hermenéutica aceptable. Al respecto, cabe recordar que el Tribunal consideró que los avenimientos reflejaban operaciones efectivamente realizadas, se hallaban suficientemente documentados en autos, referían a inmuebles cercanos y hasta linderos a los aquí expropiados, y –cabe ahora destacar– habían sido concluidos entre la Administración y distintos propietarios, por lo que arrojaban datos de utilidad a tener en cuenta en la tarea de justipreciarlos. Por todo lo expuesto, la crítica de la recurrente sólo trasunta diversidad de criterio con el de esta Corte, lo que no genera cuestión constitucional como para operar la apertura de la vía intentada. Aclaró además expresamente que ello importaba adoptar un criterio opuesto al de la expropiada, quien sostenía que, atento a que el precio en los avenimientos expropiatorios es “impuesto” por el “único comprador” en base al dictamen producido unilateralmente por la Junta Central de Valuación, ello impedía tenerlos en cuenta, por cuanto el justiprecio en la expropiación debe ser fijado de acuerdo al “precio de mercado”, a su juicio, exclusivamente el proveniente del libre juego de la oferta y la demanda. Por ello, estimamos que cabe denegar la concesión del recurso extraordinario interpuesto para ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación; con costas.– Rafael F. Gutiérrez.– Eduardo G. Spuler (Sec.: Fernández Riestra). Fundó este Cuerpo su tesitura en que, más allá de que en la figura del avenimiento el monto ofrecido por la expropiante provenga de un procedimiento administrativo en cuya primera etapa el expropiado no participa, lo decisivo es que, para que finalmente se formalice, es condición sine qua non la aceptación voluntaria del interesado; sin que quepa soslayar que, en caso de no concurrir en ese momento dicha aceptación voluntaria, el juicio expropiatorio que deberá seguirse se inicia, justamente, con la consignación de la suma determinada en sede administrativa, y, por ende, su disponibilidad casi inmediata para el expropiado. Frente a ello, el compareciente no logra delinear suficientemente la hipótesis de arbitrariedad que endilga al decisorio, ya que ni las opiniones vertidas en las diversas constancias que menciona obligan a este Tribunal –que dio, por lo demás, suficientes razones en sustento de su propio criterio–, ni las citas de doctrina y jurisprudencia que formula logran poner en crisis lo resuelto sobre el punto, atento a que, o por su alcance genérico, o por referir a regímenes normativos o a situaciones de hecho distintas al caso de autos, no cabe interpretarlas en sentido específicamente negatorio En suma, ante la falta de entidad constitucional de los planteos de la impugnante, cabe denegar la concesión del recurso extraordinario. DISIDENCIA DE LOS SEÑORES MINISTROS DOCTORES ERBETTA Y NETRI.– Si bien los agravios esgrimidos remiten al estudio de cuestiones que por su naturaleza, en principio, resultan ajenas al recurso extraordinario regulado por el art. 14 de la ley 48, lo cierto es que en el sub lite cabe hacer excepción a dicha pauta en virtud de que, prima facie, surge que este cuerpo habría prescindido de efectuar un tratamiento adecuado de la litis conforme a las constancias de autos. En tal sentido, no puede omitirse la posible directa incidencia que la documental agregada a fs. 1047/1054 v. y 1056/1064 tendría en el caso, a los efectos de obtenerse una “justa, actual e integral indemnización” (Fallos, 301:125; 302:529; 326:2329; 329:1703; entre otros). Así, las hipótesis de arbitrariedad invocadas guardan adecuada relación con lo debatido y demostrado en la causa, encontrándose en juego el principio de integralidad de la indemnización expropiatoria, con el posible menoscabo al derecho de propiedad de la recurrente –art. 17, CN–, cuestión que entiendo suficiente para la concesión del remedio federal intentado por la expropiada. Por lo expuesto, estimamos que corresponde conceder el recurso extraordinario interpuesto para ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación.– Daniel A. Erbetta.– Mario L. Netri (Sec.: Fernández Riestra).