Peru - LA MUNICIPALIDAD COMO EMPRESA de Jose Ma. Larranaga

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LA MUNICIPALIDAD COMO EMPRESA
Introducción
Mondragón, situada en el norte de la península española, es un municipio industrial de menos
de 25.000 habitantes con un fuerte predominio de las empresas cooperativas de producción y de
servicios. Cuenta con una Universidad privada que se identifica como cooperativa, y un Centro de
Investigación de Tecnología Aplicada, es sede de un Banco Cooperativo y de un Polo de Desarrollo,
entre otros emprendimientos. De escasos recursos naturales (depende absolutamente de otras zonas
desde el punto de vista energético, alimentario y hasta de mano de obra para ocupar los puestos de
trabajo que se concentra en sus términos. Las empresas de Mondragón exportan más del 70% de su
producción a países extranjeros. Como dato relevante hay que hacer constar que las empresas
cooperativas en España no acceden a la prestación de desempleo por ser consideradas dentro del
Régimen de Autónomos. Que los socios cooperativos ante las repercusiones de la crisis que azota
Europa han decidido en Asamblea, es decir democráticamente, entre otras medidas: reducir sus
retribuciones, adaptar a la baja los calendarios de trabajo, desplazar trabajadores de las empresas
reducción de puestos de trabajo a las empresas con incrementos de producción, crear nuevas
actividades (gestionan el trabajo, no el desempleo), etc.
Su modelo descansa en la intercooperación y en la solidaridad. Un modelo que les permite ser
empresas competitivas y al municipio tener una tasa de desempleo muy inferior a las del país.
Mondragón (Monte – Dragón) puede ser un ejemplo para contemplar la gestión municipal como
una gestión empresarial. Con pensamiento estratégico propio, con una política de relaciones
comerciales autónomo (clientes, proveedores, imagen de marca) con política de personas propia (nos
negamos a hablar de “recursos” humanos), con producción de servicios y productos, etc.
Generalmente el municipio ha sido contemplado, casi exclusivamente, como entidad
administrativa del ámbito local. No se ha sabido enfocar la gestión municipal como una empresa de
productos y servicios que son ofrecidos a clientes tanto internos (vecinos del lugar) como externos
(administraciones del Estado, visitantes, habitantes del mundo)
Hasta ahora el municipio ha sido una unidad de gestión que recibía de los organismos
superiores las reglas, los objetivos, los sistemas y hasta los intereses a los que responder. El municipio
se ha nutrido del modelo centralista y jerárquico que interesaba al poder. Un modelo que descansa en
el criterio de que el que más sabe, de todo y siempre es aquel que está en la cúspide de la pirámide del
poder. Se nos había quedado trabado en la mente la famosa frase del monarca francés “El Estado soy
yo” y, en consecuencia, los intereses del núcleo centralizado del poder prevalecían sobre los intereses
generales y próximos de la población municipal.
Pero este modelo está agotado, ya no responde a las necesidades de un mundo en
transformación. Un mundo transfronterizo, un mundo globalizado.
Estamos en no en la era del cambio sino en el cambio de era: Estamos en periodo constituyente.
Necesitamos gestionar la paradoja de reforzar la identidad local y descubrir la humanidad global.
Nuestra propuesta es la de cambiar el paradigma, exactamente darle la vuelta a la pirámide,
basándonos en el principio de que todo aquello que pueda ser realizado y gestionado a un nivel inferior
no se traslade a los niveles superiores. Es decir, que las decisiones sean tomadas por quien sabe al nivel
más próximo a la base. El mundo en general y Perú en particular hemos y sufrimos las limitaciones de
los modelo aristocráticos y tecnocráticos. Es hora de plantear modelos humanistas, modelos de
cooperación, modelos de economía emocional.
Históricamente el modelo solidario y cooperativo ha reivindicado una economía humanizada,
una economía supeditada al ser humano en contra de una humanidad supeditada a la economía. El
dinero es importante, los recursos financieros absolutamente necesarios, ningún proyecto humano
puede soportar el fracaso económico, pero el éxito económico no puede ser nunca una finalidad
exclusiva de la sociedad. La Misión a la que nos debemos es el éxito humano. El dinero es el mejor
criado que podemos tener, pero es el peor de los amos.
Las personas estamos hechas para amar y ser amados y las cosas para ser husadas. El mal que
corroe al mundo actual es que ha invertido los términos y amamos a las cosas y utilizamos a las
personas.
Hay que volver la mirada hacia los seres humanos, confiar en su capacidad para soñar, para
imaginar y para ilusionarse. Hacerlas cómplices del progreso, cómplices de los procesos de mejora.
Contar con ellos desde el principio y facilitar su participación. ¿Para qué forzar a una persona a hacer
algo que no comprende si explicándole el motivo lo va a hacer con gusto? Pero los seres humanos
necesitamos dar sentido a nuestras acciones y trabajos, necesitamos tener un motivo para el esfuerzo.
Recordemos la iniquidad de la MITA o trabajo forzado que los conquistadores españoles
impusieron a los nativos.
Cada individuo, cada municipio, cada pueblo necesita responder a tres preguntas clave para la
vida.
1. ¿De qué vivir?
2. ¿Para qué vivir?
3. ¿Cómo convivir?
1.- Imperativo biológico. Es evidente, por muy vulgar que pueda sonar, que tenemos que
alimentarnos todos los días, el pan de cada día que los cristianos piden a Dios, es sagrado, esencial. Esta
respuesta es una opción muy personal, se inscribe entre las libertades más primarias de la persona. La
libertad de encontrar un oficio, una vocación profesional, un trabajo que permita cubrir las necesidades
para vivir con decencia. Los expertos, los técnicos, los economistas pueden y deben aportar su saber y
sus propuestas para resolver este apartado.
2.-Imperativo de la dignidad humana. Tenemos sed de trascendencia, necesidad de dejar una
huella de nuestro paso por la vida. El problema actual es que la gente sigue órdenes en vez de sueños
de futuro. Estamos huérfanos de ilusión. Por primera vez en la historia moderna de Europa se piensa
que los hijos van a vivir peor que los padres y que los nietos serán aún más desgraciados que los hijos.
El más nefasto de los problemas actuales es que la gente se ha acostumbrado a recibir órdenes y no
sigue la estela de sus sueños. Se abdica de la responsabilidad de ser propietario del propio destino. Este
es territorio para los tejedores de utopías, para los líderes sociales.
3.- Imperativo social. Ya la biología, según Elisabeth Sahtouris, nos muestra que la primera
parte de la evolución comenzó cuando solo había bacterias en la tierra. Su fase juvenil ocasionó
muchísimos problemas globales. Se comieron todos los azúcares y los ácidos libres que había en había
en el planeta, provocando una hambruna global, pero afortunadamente la crisis las hizo creativas y
cambiaron de paradigma. Aprendieron a alimentarse a partir del sol, del agua y de los minerales; es
decir, inventaron la fotosíntesis. Y tuvieron tanto éxito que ocasionaron una polución generalizada: con
la fotosíntesis desprendían un gas residual: el oxigeno.
El oxigeno es un gas letal para las moléculas, esta es la razón de que los humanos debamos
tomar antioxidantes. Al principio de poner en marcha el modelo de la fotosíntesis la tierra y el océano
absorbieron el oxigeno resultante, el resto se fue a la atmósfera (21%). Solo con un 1 o 2% de más
oxigeno todo ardería y con 1 o 2% no podríamos respirar. Ese equilibrio se logró gracias a que las
baterías que eran sistemáticamente eliminadas aprendieron, unas a escapar hacia dentro de la tierra y
otras a fabricarse un escudo solar y utilizar el oxigeno que las mataba para comprimir el alimento
creando las moléculas y así poder absorberlas. Al mismo tiempo aprendieron a respirar. Estas bacterias
eran las que tenían más energía, las más desarrolladas tecnológicamente. Ellas inventaron una especie
de motor eléctrico que les permite desplazarse de manera rápida (sistema que usa el esperma por
ejemplo).
Por lo que se sabe las primeras bacterias, en su fase juvenil, eran codiciosas. Las más dotadas
deseaban tener más comida, se introducían dentro de otras bacterias, se comían sus moléculas y se
reproducían dentro de ellas hasta extinguirlas. La hambruna fue terrible y no menos dañina fue la
polución. Esta crisis les hizo madurar y los tres tipos de bacterias existentes comenzaron a cooperar:
crearon “ciudades” o células que también competían y peleaban entre sí al principio, pero aprendieron
a cooperar y a pensar que era más rentable alimentar a tu amigo que pelear con tu enemigo,
evolucionaron hacia criaturas multicelulares y llegaron, de nuevo, a una etapa madura.
La teoría de Darwin se basa en la competición, la de Kropotkin en la cooperación. Si juntáramos
las dos tendríamos una teoría completa.
Actualmente el comportamiento de los humanos, se asemeja más a las de las bacterias que
cualquier otra cosa que haya habido entre ellas y nosotros. Sobre todo nos parecemos por causar
tantos problemas globales. Estamos colonizados por las bacterias. Compuestos de diez veces más
baterías que células (algún científico asegura que somos como remixes que las bacterias inventaron
para que los traslademos a lo largo del tiempo de manera segura) y eso marca nuestra conducta.
Estamos en la etapa juvenil de la conquista del otro, de la confrontación, del dominio del fuerte
al débil. Y si queremos sobrevivir tendremos que cambiar de paradigma: pasar de la confrontación a la
cooperación. Como dice la bióloga Elisabeth Sahtouris “Esta crisis es biológica: o cooperamos o nos
extinguimos”.
Este es el campo que una empresa municipal debe trabajar.
Necesidad de orientación
El ser humano individualmente no es capaz de solucionar por si solo su vida. Somos seres
sociales por incapacidad. Una de las primeras cosas que un líder debe hacer es formular un Objetivo
General.
El nuestro es: lograr un futuro con futuro.
La actual trayectoria del mundo camina inexorablemente hacia la nada, hacia la desaparición.
Estamos agotando los recursos naturales, estamos condenando a nuestros nietos a la extinción, al caos.
No queremos la herencia que se nos quiere trasmitir por quienes gobiernan el mundo. Y nuestra
obligación no es con los antepasados sino con los descendientes.
Definir un futuro alentador, ilusionante, es tarea de líderes. No son los seguidores los que tienen
el deber de formular la Visión de futuro. Hay que escuchar al pueblo, hay que asumir sus ideas pero son
los líderes los que
Que los intereses generales de la población sean la fuente de donde emanen las políticas del
Estado. El que más sabe del problema es aquel que más cerca está del problema y no, como pretenden
los “monárquicos” que el que sabe es quien más arriba está en la pirámide de la jerarquía.
En definitiva no se trata de saber exclusivamente, de tener el discurso del experto que explica lo
que ocurre a quien lo está viviendo. Al saber si no se le añade el sentir es un conocimiento incompleto.
La vida es del dolor con el que se vive.
La experiencia que nace del ejercicio del poder raramente coincide con la experiencia real de la
vida. Somos testigos como “el sujeto del poder” está articulando nada, porque la experiencia del sujeto
real que está sufriendo es la que trasforma el suceso. La dificultad estriba en dotar de contenido y
sentido a los acontecimientos que le suceden al protagonista de la acción.
A la gente no le interesa que le “expliquen lo que pasa” sino que le orienten hacia donde debe
caminar para seguir avanzando. No se necesitan certidumbres sobre el pasado o sobre el presente sino
visiones alentadores de futuro. Como los marineros que van en busca del horizonte, cada ser humano
tiene una estrella en su corazón que le sugiere el camino en el mar de la vida.
Cada municipio, cada empresa, tiene la capacidad para gestionar la mayoría de las cuestiones
que atañen a su población, la inmensa mayoría. Y aquellas que superan su ámbito competencial
deberán ser tratadas a un nivel superior “por delegación hacia arriba” y con criterio de eficacia pero sin
dejar de ser contrastado y participado desde la base.
Todos tenemos una estrella en el corazón, como los marineros que navegan en busca del
horizonte. Ellos aprendieron que se puede uno alejar para llegar al punto de partida.
Necesidad de cambio de paradigma
El modelo jerárquico tiene la “ventaja” de contar con “un centro de poder” definido y claro,
mientras que el sistema de participación carece de un solo punto de referencia para la toma de las
decisiones: la decisión depende de cada uno de los individuos. Esa es una realidad que tenemos que
saber gestionar.
El modelo cooperativo tiene un grave inconveniente: no podemos echar la culpa al jefe de lo
que sucede.
El modelo democrático en su vertiente de participación, a diferencia del modelo democrático de
representación, exige un continuo diálogo entre los individuos y el objetivo general. Esta es una labor
que compete a los líderes, dar brillo a la estrella que guía el comportamiento y la acción social.
Con rigor, con exigencia de calidad, pero con perspectiva geográfica y temporal (superar la
mirada miope porque estamos en el mundo; superar el corto plazo que nos ciega)
No ordenando el qué a los ciudadanos, no controlando el cómo u obligando el para qué sino a
través de dos palancas extraordinarias que están en la base del nuevo paradigma de creación de valor:
influencia y relaciones cooperativas.
No se trata de mandar, de ordenar o de imponer: se trata de orientar, de acompañar desde el
compromiso. Tenemos que superar la tentación de quedarnos en la protesta, tenemos evitar el
terrorismo de la queja. No trabajamos para el ciudadano sino con el ciudadano.
Tal vez debamos grabar en nuestras mentes la siguiente frase
NO A LA PROTESTA, SÍ A LA PROPUESTA
Porque admitir que el ciudadano sólo es capaz de emitir protestas o, peor aún, discutir las
protestas, tratar de rebatirlas es caer en la tentación de pensar que nosotros sí tenemos la solución de
los problemas y ellos no. Al ciudadano hay que acompañarle en su crecimiento, hay que hacerle
participar con sus propuestas. La protesta es fácil, cualquier idiota es capaz de elaborar una propuesta.
Pero las comunidades maduras son capaces de plantear propuestas. Y la primera labor de una empresa
municipal es la de educar a la población. Las comunidades que piden más policía han despreciado a los
maestros. La tiza que escribe en el tablero del aula es mucho más barata que la bala que mata.
Las protestas no comprometen, las propuestas sí.
Nuestras relaciones alciones interpersonales deben variarse partiendo de la evidencia que todos
somos parte del problema y todos partes de la solución. Como decía el poeta castellano León Felipe
Voy con las riendas tensas
Y refrenando el vuelo
Porque no es lo que importa
Llegar sólo ni pronto,
Sino llegar con todos y a tiempo.
Una empresa moderna y eficaz comienza por reconocer la primacía de las personas y de los
clientes en sus planes estratégicos. Los medios y los recursos materiales son importantes pero no son
los que determinan el éxito. El éxito es patrimonio humano, son las personas las que fracasan o
triunfan y en ellas, en sus ilusiones o desesperanzas, en sus conocimientos o necedades encontramos
las razones del logro o del fracaso.
No se trata de trabajar más, sino de trabajar mejor las potencialidades que nos ofrece la
empresa municipal. Y para ello nada mejor que reconocer las palancas del éxito y ponerlas a funcionar.
Tal vez los espíritus acomodados en el modelo anterior sientan el vértigo del caos al imaginarse
una nación fragmentada en infinidad de proyectos locales, parciales, de corto alcance. A estos les
pediría que reflexionen antes de posicionarse definitivamente en la defensa de lo conocido, que sean
respetuosos con las ideas innovadoras. Y que sean críticos con el momento que vivimos.
¿Porqué no cooperación y competencia? ¿Porqué no coopetencia?
El cambio de paradigma comienza por ser una crítica al presente y una voluntad de alcanzar una
realidad que aún no existe pero es posible. Es la esperanza de un futuro mejor.
Pero hay que dar con una idea poderosa de futuro que nos emocione, que justifique el esfuerzo
que todo cambio a mejor supone. Un cambio que es revolucionario, un cambio de paradigma. Y eso
incluye incluso cambiar el proceso mismo de cómo cambiar.
Si hasta ahora el cambio trataba de cambiar el entorno, las condiciones del medio, ahora se nos
exige cambiar nosotros, comenzar por cuestionarnos individualmente.
Recordemos la regla del 10 – 90: el éxito se nutre de un 10% de los estímulos externos y en un
90% de la respuesta propia. Poblaciones con grandes recursos naturales se debaten en la pobreza
mientras que muchas con carencia de ellas, que ni están situadas en posiciones estratégicas o
geográficas favorables gozan de abundancia.
La empresa municipal
Las municipalidades tienen el tamaño, las características y la proximidad humana adecuados
para ser gestionadas como una comunidad de producción de valor.
Tal vez, esto lo vivimos en Mondragón, no tengamos que estudiar la ciencia administrativa de
los organismos oficiales, tal vez tengamos de cambiar de referencias y acercarnos a las empresas
competentes del mundo y estudiar sus técnicas para aplicarlas a la realidad municipal.
Una empresa de empresas, una empresa con objetivos sociales y humanos. Una nueva empresa
que sea motor de progreso humano.
Posiblemente será difícil encontrar una Misión más interesante que esta de ser empresarios
municipales.
Decía un sabio español que los grandes logros no serán fruto de las grandes estructuras, sino
que la humanidad avanzará por la acción de gente humilde, en lugares sencillos que hagan cosas
simples. Se hace camino al andar.
Las capitales del mundo gestionan el poder, los pueblos pequeños crean valor.
La Armonía consiste en el constante equilibrio entre la Belleza de decir Sí y la Grandeza de
decir No" Rosana Agudo
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