Los Xochimamastles de Xoxocotla, Reflexión entre el

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Los Xochimamastles de Xoxocotla,
Reflexión entre el Concepto y la Praxis de la
Cultura
E
l estado de Morelos carece de una legislación en materia de cultura. Sin
embargo, han existido esfuerzos realizados por diferentes actores y sectores
que han pugnado por una ley que reconozca y garantice el derecho a la
diversidad y al desarrollo cultural. No podemos negar que se han elaborado iniciativas
de ley por diputados de diversas fracciones parlamentarias. Tampoco podemos
negar las declaraciones a favor de la cultura como motor de la economía o de la
reconstrucción del tejido social tan dañado en nuestro país. Sin embargo, poco se
ha discutido respecto a qué concepto de cultura nos referimos en una nación y una
entidad que se definen así mismas como multiculturales, pluriétnicas y multilingüísticas.
A veces, parece que se toma la diversidad como justificación para decir que nunca
nos pondremos de acuerdo en el concepto y apelando a esa ambigüedad, se da por
hecho que todos entendemos lo mismo. Sorprendentemente existen individuos en
el ámbito de las dependencias especializadas en la cultura y aún entre los grupos de
las comunidades originarias que asocian la cultura al arte y ciñen las acciones solo
a la expresión artística. De ahí, que alguien “culto” es alguien con la sensibilidad y
capacidad de apreciar las bellas artes. Se aspira a una “Alta Cultura” y por ende, los
creadores de la cultura son los instruidos y extraordinarios. Esto de alguna manera, ha
llevado a pensar que la cultura debe de ser manejada por especialistas y la niega como
una producción que construyen todos los grupos sociales en todos los ámbitos de la
sociedad.
Posiblemente esta forma de estrecha manera de concebir las cosas es la que lleva a
definir términos como: Servicios culturales, consumidores de cultura y usuarios de
los servicios culturales, entre otros. Pero además, algunos dan por hecho que solo
corresponde al gobierno mediante sus instituciones, la función de regir, promover y
encausar dicho desarrollo. Esto genera una mirada que solo legitima a los generadores
de cultura como un grupo reducido de notables, convertidos en élites o cúpulas.
Hay quienes promueven esta manera de entender las cosas y la aspiración a ser
triunfadores para que algún día, lleguen a formar parte de esos distinguidos grupos.
Se llega a pensar que se requiere otra sociedad, más culta. . . . . . Pero como la cultura/
bellas artes es de las élites, no cabe el grueso de la población, por eso no es un modelo
no acorde a la realidad mexicana. Se descalifica a los modelos participativos y a las
propuestas de ciudadanización como forma de consolidar los avances democráticos
que hace la ONU al estado mexicano, como irrealizables o dificilísimos.
¿Qué hacer entonces?
La sugerencia en esta ocasión, es voltear a ver la realidad mexicana, con otra concepción
más inclusiva, que abareque a lo que se produce como cultura, desde toda la gama de
los grupos sociales que conforman nuestro país. Nos referimos a lo real pues. Es decir,
ponerle atención a lo que pasa en el barrio, en la cuadra y seguro, encontraremos
casos como el que describo en el presente artículo que son las creaciones culturales
de la gente en los ámbitos de los pueblos originarios de Morelos
Ser Xochitero en Xoxocotla.
El término Xochimamastles se refiere a un resplandor de flores, en ramilletes o
rodelas. Son una artesanía ritual construidas con flor de Sempoalxochitl, carrizo, hojas
de limón y de zapote para las ofrendas de diferentes fiestas de los pueblos nahuas del
estado de Morelos. En el pueblo de Xoxocotla, donde la técnica de construcción tiene
sus particularidades, se habla de Xochimamastles de tres figuras, aunque solo hemos
podido apreciar los de dos.
Se componen de una vara grande, que es una base de carrizo que se forra y se integra
al cuerpo. En el extremo superior tiene una hendidura en la cual se van integrando
Marco Tafolla Soriano
Proyecto, Etnografía de la Regiones
Indígenas de México al Inicio del Milenio
las demás varitas de totoixkitl forradas y con el número de flores que requieren para
formar las figuras. Esto depende del tamaño del Xochimamastle, el diseño y la ocasión.
El lugar en el que convergen las varas en el carrizo se vuelve el centro del cual se
desprenden en forma de rayos hacia afuera, formando una circunferencia a la que se
da ruedo con un mecate de dos brazadas y media para poder distribuirlas de tal manera
que se aprecie la figura. Esto hace recordar lo que Maria Sten decía que los antiguos
mexicanos representaban los años en la “rueda del tiempo”, ésta contenía el siglo
indígena conformado por 52 años, y estaba dividido en cuatro partes del universo:
oriente, occidente, norte y sur. Contaban el tiempo con la rueda que simbolizaba el
universo y su perfección. Así, el círculo tiene un sentido profundo, unido al tiempo y
al universo.
Los Xochimamastles chicos constan de 20 varitas más la vara grande, los medianos de
35 mas la vara grande y los grandes, de 48 incluyendo la vara grande.
Se hacen en pares y se habla de siete figuras diferentes que se utilizan en las posadas
de la virgen y de los peregrinos durante el mes de diciembre, en la fiesta de San
Felipe Apóstol y de Ascensión en el mes de mayo y la fiesta de la Natividad el 8 de
septiembre.
Aprender a construirlos, implica aprender a trabajar en equipo respetando en micro
un sistema de cargos. El maestrero, es quien define la figura, hace las varitas muestra
y reparte a los demás el trabajo. Se cuentan los pares de varas, el número de flores a
ensartar y se miden las distancias con dedos, cuartas y brazadas. Una vez contadas y
hechas las muestras, los xochiteros proceden a forrar las varas con hojas de limón y
zapote negro fijando el forro y las flores de cada varita con un hilo que se va ocultando
aprovechando la flor y las mismas hojas. Se forra la vara grande y al terminarse esta
parte se arman bajo la mirada de todos los que se reúnen a construirlos. Juntos son
testigos de como vara por vara, se va formando la figura que en un principio quedó
establecida.
Cuando se terminan los Xochimamastles, se entregan a los caseros, que son los
encargados de la fiesta para ponerlos en el altar de la casa sede y posteriormente serán
llevados acompañando las imágenes en su peregrinar. Hay rezos y agradecimientos a
la divinidad por haber permitido cumplir una vez más con este encargo. Se comparte
la comida, el alcohol y se experimenta un sentimiento de satisfacción que no se
recompensa con dinero, si no con reconocimiento. Pues cumplir con la promesa
del xochitero, es importante para seguir con el ciclo ritual, la fiesta que es de todos.
“Gracias a dios ya cumplimos” “Ahí de aquí a un año a ver si se nos permite” decía
don Fausto Vidal.
Cada cargo se va ganando con el trabajo de cara a los demás. Primero porque hay
que reconocer que cada quien es parte del equipo, para esto se requiere humildad y
honestidad. Saber formar las varas con la precisión adecuada, es compromiso que se
verá reflejado en el momento en que tienen que coincidir en conjunto para formar las
figuras. Por eso es necesario saber reconocer si algo no está bien hecho para corregirlo
y sacar adelante un encargo colectivo.
El respeto se gana demostrando en el trabajo que ya se aprendió a hacer lo que a cada
quién le toca y además, lo hacen bien.
Si alguien quiere aprender, debe acercarse con respeto, convivir y colaborar. De esta
manera van asumiendo el compromiso. Antes, cuando en el pueblo era más vigente
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la vida comunitaria, se nombraban los cargos y se asumían los compromisos en las
asambleas generales al igual que los músicos y danzantes. Estos eran quienes alegraban
la celebración y por eso ya no tenían que hacer faena o cooperaban económicamente.
Ahora, con la modernidad a cuestas y la pérdida de la mayoría de las instancias
comunitarias, cuando los invitan a las fiestas es que se considera que los nombra el
pueblo.
Durante el proceso de construcción de los xochimamastles, se da por costumbre la
tradición oral. Se comparten anécdotas, historias, leyendas que los momentos en
silencio llevan a pensarlas y reflexionarlas. Por eso es una instancia de formación
tanto teórica y práctica.
Lo que se dice, se afirma en el proceso de construcción, cada vara tiene su función
particular en el cuerpo, así como cada xochitero en la construcción del Xochimamastle.
Estos ámbitos culturales tienen su resonancia en el macro de la comunidad, cada
persona tiene su función en el pueblo.
Cada vara tiene un punto de partida y un ruedo que lo sostiene, así como cada miembro
tiene una identidad y una causa común.
Los xochiteros cumplen con la fiesta, y cada fiesta cumple con recordar no solo
al santo, si no a la causa del pueblo. Por eso participar es cultivar los valores que
apuntalan la identidad cultural que se ejerce en un espacio y un tiempo. Estas instancias
comunitarias han mantenido por siglos un modelo participativo y de construcción
colectiva de la cultura en el cual cada persona retroalimenta dicho proceso.
¿Qué tiene que ver esto con la legislación cultural en Morelos?
Que es un buen momento para decidir si nos quedamos con un concepto que puede
ser discriminatorio por ceñirse a solo una parte de las manifestaciones humanas, o
decidir por un concepto construido en la práctica y la reflexión hermanada desde las
diferentes sociedades que puede ser tan vanguardista, innovador, incluyente que ha
mostrado su viabilidad a lo largo de los siglos y del cual, hay ejemplos por todo el
estado de Morelos.
Entonces ¿Decidimos? O ¿Dejamos que lo decidan?
A
Patrimonios y patrimonializadores, lo
ajeno en lo propio y lo propio en lo ajeno
l referirse al patrimonio o los patrimonios históricos y culturales de las
diferentes sociedades regionales y locales desde las miradas institucionales y
académicas, no queda mucha duda que se está haciendo referencia. a
monumentos y otros elementos materiales, arqueológicos, históricos y contemporáneos
y a las ideas concomitantes a su existencia. La pregunta que me surge es ¿qué
oportunidad tienen los pueblos originarios de patrimonializar algunos elementos de su
cultura que a su parecer merezcan serlo? y por otro lado, que cabida tiene la opinión
de estos pueblos sobre la patrimonialización que desde afuera se haga de su cultura?
Mi opinión es que en general, es muy poca la participación en ambos casos.
Patrimonios y patrimonialización
Sería conveniente presentar algunas consideraciones generales sobre los patrimonios
y los procesos de patrimonialización: en principio, no toda la cultura es patrimonio.
Para que cualquier elemento sea patrimonializado, se tiene que dar un refrendo
de apropiación genérica o particular, ya sea que proceda del exterior o que surja
desde adentro o en una combinación de ambas situaciones. Podríamos pensar en
un patrimonio natural y un patrimonio biocultural. El primero implica la totalidad de
los elementos naturales que pertenecen a una comunidad por las normas jurídicas
que puedan dar legalidad a esta posesión de sus paisajes. El segundo implicaría ese
refrendo de posesión bien por que este se de frente a una amenaza de perdida o
por que se tenga una relación estrecha donde concurren las ideas, los saberes, las
prácticas, como constantes históricas, aun más allá de su patrimonio natural:
Los usos, representaciones, expresiones, conocimientos y técnicas –junto con los
instrumentos, objetos, artefactos y espacios culturales que les son inherentes- que las
comunidades, los grupos y en algunos casos los individuos reconocen como parte
integrante de su patrimonio cultural y transmiten de generación en generación, los
cuales son recreados constantemente por las comunidades y los grupos en función de
su entorno, su interacción con la naturaleza y su historia, infundiéndoles un sentido
de identidad y continuidad y contribuyendo así a promover el respeto de la diversidad
cultural y la creatividad humana. (Socorro C. de la Vega, 2011:pg. 28)
Los vestigios arqueológicos no siempre fueron percibidos como patrimonio, raíz de
la nación mexicana. En algunas épocas fueron satanizados. Se patrimonializaron para
Luis Miguel Morayta Mendoza
Proyecto Etnografía de las Regiones Indígenas de México, al Inicio del Milenio
Don Domingo Díaz Baldera, baluarte de las tradicioens de Ocotepec, junto a su ventana que rebaza los cien años. patrimonios culturales los dos. Ocotepec, Mor., 2011, Luis Miguel Morayta M
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cubrir una necesidad de tener una historia de grandeza que aglutinara la diversidad en
un nacionalismo. Algo similar se podría observar en algunas manifestaciones físicas de
las tradiciones culturales indígenas que han tenido un proceso de patrimonialización,
similar.
En ocasiones, un vestigio de la historia local o regional, con poca visibilidad y con
pocos atributos estéticos al ojo externo, es ignorado independientemente de lo
importante que pueda ser para la comunidad o por lo menos para parte de ella.
Un ejemplo de esto podría ser un tronco seco y quemado que está en el atrio de la
parroquia de San Salvador en Ocotepec, Mor. Es lo que queda de un frondoso árbol
de flor de manita en la década de los cincuentas. Este árbol daba gran cantidad de
flores, con la propiedad de ayudar en los problemas cardiacos. Los mayordomos de la
parroquia juntaban las flores y las iban a vender sobre todo a la feria de Tepalcingo,
Mor. Desde lejos la gente identificaba a los mayordomos ocotepenses, precisamente
por la flor que cargaban, la flor de manita. Se convirtió en un símbolo de identidad. Un
cura ordenó la construcción de un nuevo curato y las raíces del árbol fueron cortadas
matando al árbol. La comunidad prohibió que se quitara el tronco, a pesar de que un
rayo lo había quemado. el INAH Morelos ha hecho un registro exhaustivo de los bienes
muebles e inmuebles de esta parroquia pero no hay registro de este tronco
Otro caso similar sucedió en la parroquia de nuestra señora de la Nativiada de
Tepoztlán. Un enorme árbol a la entrada del atrio daba una majestuosa sombra y cobijo
a peregrinos y visitantes por muchas décadas. El árbol murió y parte de su tronco hoy
sostiene el sagrario dentro de la iglesia pero no esta en ningún inventario
En la región Oriente del estado, la Unión de ejidos formada por 17 ejidos, desde 1976,
operó abajo de un árbol de guamúchil, conocido entre la gente como la oficina. En
Ticumán, un árbol de amate y uno de capulín son marcadores de el lugar donde se
coloca la imagen patronal durantee las sequías y el lugar límite del pueblo donde se
despiden a los difuntos que se van a enterrar fuera del pueblo Mor. Los ejemplos, de
patrimonialización de los árboles son innumerables, valga la mención de estos casos
para ilustrar los procesos aludidos.
En los años ochenta se dio un conflicto en el pueblo de Calnali, en la Huasteca
Hidalguense respecto a un singular monumento construido al final de los años cincuenta,
del siglo XX. Un joven presidente municipal decidió transformar el zócalo para denotar
la modernidad de su gestión. En este zócalo había un singular monumento. Era una
especie de columna, en forma de algo parecido a un caracol. Al joven presidente no
le significaba nada pero a las generaciones más viejas o lo que quedaba de ellas, el
monumento era un sentido testimonio de los fatales conflictos ocurridos en esa década
de los cincuenta. En la comunidad y en las Huastecas Hidalguense y Veracruzana se
dio un reacomodo de los grupos de poder, reformulando las facciones y sus lealtades
políticas. El conflicto fue muy profundo ya que existía una dramática dependencia
económica de los miembros de las facciones hacia quién detentaba el poder. Al interior
del pueblo, la violencia que envolvió en conflicto fue fatal. Ni aún en la época de
conmemorar a los difuntos se daba tregua a los enfrentamientos. Desbastadas las
familias acordaron hacer un pacto para poner fin a tanta violencia. La columna fue
construida para dar fe del acuerdo. Finalmente, la columna fue destruida. El Centro
INAH Hidalgo no pudo protegerla porque se escapaba de su jurisdicción temporal.
No figuraba en ningún catalogo o listado oficial como si lo hacia su iglesia, en otras
palabras no se pudo patrimonializar formalmente y consecuentemente protegerse en
el relevo generacional
Desde lo ajeno
En ocasiones los pueblos han sido despojados temporal o permanentemente de sus
patrimonios cuando se decide desde las instancias de poder que algún elemento
histórico o cultural por su importancia debe de estar en algún museo o exposición
itinerante, como símbolo y/o como atracción turística sin importar su significado local.
El gran monolito a la entrada del Museo Nacional de Antropología es un buen ejemplo
de esto. Otro ejemplo es el caso del Nicho de Hueyapan, en Morelos. Se trata de una
imagen de importante manufactura de la época colonial. El INAH en los años sesenta
del siglo pasado, con la ayuda del Obispo de entonces don Sergio Méndez Arceo
obtuvo la escultura para una exposición, con la condición de que la pieza regresaría
de inmediato al terminar dicha exposición. La pieza no fue devuelta y terminó en una
sala del Museo Cuauhnáhuac, en el Palacio de Cortés, en la ciudad de Cuernavaca.
Años más tarde, el nicho regresó a Hueyapan por la insistencia de la comunidad y la
intervención del gobernador.
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Un caso muy interesante es lo ocurrido a los acueductos de las haciendas y las
haciendas mismas. Desde la mirada institucional, estos son monumentos históricos
parte del patrimonio regional, sujetos a su protección y resguardo. Lo interesante es
que al término de la Revolución de 1910, los pueblos procedieron a la destrucción,
sobretodo de los cientos de kilómetros de acueductos a través de los cuales habían
sido despojados de sus aguas. No estoy implicando que se justifica o se legitima la
destrucción, estoy señalando que tan diferente puede ser una valoración desde dentro
y desde afuera.
En los noventa, hubo un grupo dentro del magisterio un movimiento para recategorisar
las épocas históricas tempranas renombrando a la prehispánica como precuauhtémica.
La idea era interesante pero porque escoger a la cabeza de un imperio que dominaban
y extraía gran cantidad de tributos de estas tierras.¿ Porqué ignorara a los gobernantes
y demás personajes locales de aquella época? La glorificación de los aztecas (mexica),
especialmente de la cultura de Tenochtitlán impuesta desde fuera tuvo mucho que ver.
En este mismo proceso de imposición externa no se puede dejar de mencionar la
serie de etiquetas identitarias externas que sucesivamente han impuesto una forma
de referencia y autorreferncia en diferentes momentos históicos: indios, campesinos,
nahuas indígenas mesoamericanos, ignorando las denominaciones propias
Es muy evidente ciertas acciones que se dan a favor del turismo cultural que
descontextualiza, rituales ceremonias, costumbres para se exhibidas en favor del
desarrollo turístico “nuestras raices”. Desde televisa hasta la historia oficial deforman
las gentes y las culturas locales haciendo de los espacios y practicas rituales, escenarios
híbridos de tradición y escenografías del Circo del Sol. Cada día aumentan las
solicitudes para realizar proyectos de turismo cultural. En algunos casos estos intentos
de desarrollo regional promueven sin ton ni son esta transformación que minimiza y
banaliza las tradiciones culturales locales y regionales
Quisiera reiterar que estos comentarios no van en ninguna forma a descalificar lo
que hacemos como institución y como especialistas lo que he tratado de señalar es
la necesidad de tomar más en cuenta, la opinión de las sociedades locales regionales
especialmente la de los pueblos originarios en los procesos de patrimonialización
DE LA VEGA, Doria, Socorro, “Patrimonio e Identidad, Atisbo EtnográficoArqueológico”, en DIARIO DE CAMPO, Nueva Época/ Octubre/Diciembre 2011,
Coordinación Nacional de Antropología e Historia, México, DF.
Reconocer territorios
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De esclavos y sacrificios
Isabel Garza Gómez
E
n época prehispánica la esclavitud era una condición adquirida ya que con
ella se castigaban ciertas transgresiones de las leyes. En la Historia de las
Indias de Nueva España e Islas de Tierra Firme, Fray Diego Durán refiere
que entre éstas se encontraban los hurtos de mantas, mazorcas, joyas o gallinas. Para
sancionar el delito y restituir al dueño el monto de lo robado el ladrón era vendido
como esclavo. De igual manera sucedía con los jugadores de dardos y de otros juegos
de azar que al perder sus pertenencias apostaban su palabra. En el caso de no recuperar
su patrimonio se les daba un plazo para pagar la deuda, pero si ésta no era saldada
también eran vendidos como esclavos para remunerar a sus acreedores. Otra manera
que originaba la privación de la libertad era para aquellas personas que no regresaban,
en el plazo convenido, los objetos de valor que les habían prestado los dueños.
Si un padre de familia tenía muchos hijos e hijas y entre ellos había alguno o alguna
que fuera incorregible, desobediente, desvergonzado, disoluto y que no hiciera caso
de los consejos de su progenitor, éste tenía derecho, con autorización de los jueces, a
venderlo como esclavo en el mercado. El castigo servía de ejemplo para los malos hijos.
Con el dinero obtenido de la venta, el padre estaba obligado a hacer un banquete para
invitar a sus parientes más cercanos. Pero por ley sólo los convidados podían disfrutar
de las viandas, por ello el anfitrión tenía la obligación de advertir a la servidumbre que
si consumían algún alimento o bebida del convivio serían castigados con la esclavitud.
Otro delito castigado con la esclavitud correspondía a los asesinatos. Si el occiso era
el sostén de su mujer e hijos, la viuda podía otorgar el perdón al homicida. En estas
circunstancias los jueces lo sentenciaban a servir a la familia como esclavo. Por otra
parte, durante los períodos de hambrunas, padres y madres se ponían de acuerdo para
venderse uno al otro o podían elegir a alguno de sus hijos para venderlo como esclavo,
siempre y cuando tuvieran más de cuatro. Pasados los tiempos difíciles podían rescatar
al familiar pagando la cantidad en la que había sido comprado.
A excepción de los hijos vendidos por mal comportamiento, los transgresores podían
evitar la esclavitud pagando sus deudas o defendiéndose de las acusaciones. En el
último caso, antes de ser vendidos como esclavos, eran enjuiciados para definir su
situación legal. Durante el proceso permanecían en la cárcel, sitio que compartían con
otros delincuentes cuyos delitos eran castigados generalmente con la pena capital.
El tipo de muerte variaba de acuerdo a la infracción cometida, pero en ningún caso
morían sacrificados a los dioses.
Por ley, la compra y la venta de esclavos se hacía en el interior de los mercados. Para
evitar su fuga se les colocaba una abrazadera alrededor del cuello sostenida por varas
atravesadas. Si alguno de ellos lograba escapar tenía que salir del área de comercio y
pisar una suciedad de persona, debido a que éstos eran requisitos indispensables para
recuperar su libertad. Aún con el excremento en los pies acudía con los purificadores
de esclavos, grupo al que le solicitaba su liberación. Después de escucharlo le quitaban
la abrazadera, lo desnudaban, lo lavaban de pies a cabeza, lo vestían con ropas nuevas
y lo conducían a ver al rey, a quien se le informaba de los antecedentes que habían
provocado la esclavitud y las particularidades de la fuga. Finalmente y de acuerdo a los
preceptos legales el monarca podía concederles la libertad.
La venta se los esclavos en los mercados sólo se hacía cuando los señores principales
los compraban para donarlos para el sacrificio humano, práctica religiosa que formaba
parte del ritual de las festividades dedicadas a las deidades. Durante estos ritos también
Los jueces. Códice Florentino
eran inmolados los guerreros capturados en combate. En este contexto, la víctima
era ataviada y tratada como la deidad a la que era ofrendada. Desde esta perspectiva,
deidad y víctima, participaban de la misma esencia, es decir, la víctima moría
divinizada. Por ello, después de muerta, su ánima tenía como destino final el reino del
dios al que había sido ofrendada. A partir de esta información es factible presuponer
que la antropofagia ritual que se practicaba con el cadáver del sacrificado, simbolizaba
la comunión entre los que consumían esta carne y la deidad venerada.
En lo que se refiere el tipo de sacrificio y el tratamiento ritual del cadáver, cronistas
del siglo XVI relatan que estaba vinculado con la deidad a la que se le ofrendaba.
Por ello, podían morir desolladas, golpeadas, quemadas, ahogadas o asaeteadas. Uno
de los sacrificios más frecuentes, consistía en conducir a víctima a la parte superior
del templo, sitio en el que era sacrificada y su sangre y su corazón se ofrecían al Sol.
Posteriormente, los cuerpos eran arrojados por las escalinatas hacia abajo, lugar en el
que eran desollados y desmembrados como preludio a la antropofagia ritual.
Se consideraba que el sacrificio humano constituía un mecanismo eficaz para
congraciarse con las deidades representadas por las fuerzas de la naturaleza que
podían ser benéficas o dañinas y, por otro lado, se retribuía el sacrificio de los dioses
que al morir se habían transformado en los elementos naturales indispensables para la
vida. En este contexto mítico–religioso el hombre estaba obligado a recompensar el
holocausto divino a través del culto y de elaborados ritos entre los que se encontraba el
sacrificio humano. Además en su concepto dual de vida-muerte se confería un sentido
específico a las circunstancias en que acontecía el deceso. Por ello, se consideraba
que las muertes de las víctimas del sacrificio eran benéficas y útiles para la comunidad,
ya que a través de éstas se garantizaba el equilibrio del Universo y por lo tanto la
continuidad de la vida.
Antes de la llegada de los españoles los mexicas utilizaron el sacrificio humano para
darle un sentido sagrado a sus guerras floridas. Esta sacralización originó un incremento
considerable en el número de víctimas ya que los grupos dominantes que donaban a
las víctimas para dicha práctica religiosa adquirían prestigio y ascenso social.
Los infractores permanecían en la cárcel. Fray
Diego Durán
Sacrificio Gladiatorio. Fray Diego Durán
Órgano de difusión de la comunidad de la Delegación INAH Morelos
Consejo Editorial
Eduardo Corona Martínez Israel Lazcarro Salgado
Luis Miguel Morayta Mendoza
Raúl Francisco González Quezada
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Coordinación editorial de este número: Luis Miguel Morayta Mendoza
Diseño y formación: Joanna Morayta Konieczna
El contenido de los artículos es responsabilidad exclusiva de sus autores
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