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IMPOSICIÓN FAJA
GB RAMIREZ
Estrasburgo, 22 de Mayo de 2008
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Hoy es un día de enorme significado. El general de
brigada Excmo. Sr. D. Alfredo Ramírez Fernández, que
desde hace ya algunos meses ostentaba en propiedad
tal empleo militar, acaba de ser formalmente “enfajado”
en esta ceremonia sencilla pero muy particular.
Enhorabuena a él y a los miembros de su familia, a los
que dedico un especial saludo.
Pero todos los presentes también estamos de
enhorabuena por la suerte de poder asistir a una
ceremonia tan tradicional en España, pero que adquiere
un brillo especial al celebrarse en esta bella ciudad de
Estrasburgo (Francia), que desde el pasado siglo es
símbolo de la paz y la reconciliación en Europa.
Un lugar, por otra parte, de gran simbolismo para los
españoles por su disposición central en el famoso
“camino español” que, abierto por el duque de Alba en
1567, transcurría desde el Milanesado hasta Bruselas
después de pasar por el Franco Condado, Estrasburgo y
Luxemburgo. Quiere tu destino, Alfredo, que
seguramente seas el primer oficial del Ejército español entorchado en estas bellas tierras de
centro-Europa desde los tiempos del Cardenal-Infante Don Fernando de Austria, Capitán
General del Ejército español en Alemania y Flandes.
Quede asimismo constancia de mi agradecimiento por el honor que me supone apadrinar al
general Ramírez en este acto tan entrañable. Un acto que va mucho más allá de la legítima
satisfacción que para él o su familia pueda tener su ascenso a general.
Obviamente, este envite no se sustenta sobre el vacío, sino sobre un envidiable currículo
profesional de capacidades adquiridas en tantos años de oficio. Para no alargarme, destacaría
su gran capacidad de mando, demostrada al frente del Regimiento de Transmisiones nº1 en el
empleo de coronel, así como su importantísima experiencia en destinos y misiones en el
exterior, en tres continentes, ya sea en Angola, Bosnia-Herzegovina, Croacia, Kosovo o
Afganistán. En resumen, un impecable bagaje de servicios, en muchas ocasiones en los lugares
de mayor riesgo y fatiga.
El ascenso a general de brigada es una legítima y honrada ambición de todos los que vestimos
el uniforme caqui. Pero llegar hasta aquí no es fácil. Detrás, hay muchos años de ilusiones, de
esfuerzos, de sacrificios, seguro que también ¿por qué no? de algunos desengaños pero, sobre
todo, de amor; de muchos años de amor a España y a su Ejército.
Por eso, esta promoción es el resultado de su propio mérito. Valía a la que seguramente habría
que añadir la ayuda de Dios, sin la cual ningún empeño es posible, las excelentes propiedades
genéticas y la formación que de sus padres recibió y, quizás también, alguna dosis de suerte,
de esa fortuna que es ingrediente imprescindible en cualquier hazaña humana.
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En honor a la justicia, habría que añadir a esa conjunción favorable, a su mujer, a Fátima, que
a su belleza, su gracia, su talento, evidentes para todos aquéllos que la conocemos, añade en
grado sumo, esa especial capacidad de las mujeres de los militares para acompañarnos y
apoyarnos, especialmente en tantos momentos difíciles o críticos, que se presentan a lo largo
de toda una vida de honrado ejercicio de una profesión tan singular. ¡Vaya, que con seguridad,
la mitad de esa faja es tuya, Fátima!
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Me gustaría ahora señalar que lo que hoy nos reúne se resume en la contestación a dos
preguntas: QUÉ y PARA QUÉ.
El QUE es el presente. Se trata de un ascenso desde el empleo de coronel al de general de
brigada. Una promoción capital en el transcurso de una carrera militar. Pero, por importante y
grata que resulte para el ascendido y para su familia, estarás de acuerdo conmigo, mi general,
que, en el fondo, no es otra cosa que un hecho que se produce de forma natural y periódica en
el desarrollo de la gestión de personal del Ejército. En otros términos: aunque exista rito no hay
mito.
La respuesta al PARA QUE de este ascenso es la cuestión central. Porque el ascenso a general,
que como es sabido se realiza por el sistema de elección, es por encima de cualquier otra
valoración una apuesta de futuro. Un envite que el elector, en este caso el gobierno de España,
hace por el elegido, en este caso tú, Alfredo, porque, aunque sirvieran de referencia, las
actividades pasadas, los servicios prestados ya tuvieron su propio catálogo de premios. En
definitiva, mi general, desechado el pasado, que es intocable, y aparcando el presente, que es
la fugaz consecuencia del pasado, solo te queda el futuro.
Efectivamente, la respuesta al PARA QUE está definitivamente instalada en el futuro. Un futuro
de inexcusable maridaje con el deber, del que la faja roja que ahora luces debe ser un
recordatorio vital y un testimonio permanente. Un porvenir que debe pasar por el inequívoco
compromiso de lealtad a la Constitución y a S.M. el Rey, comandante supremo de las Fuerzas
Armadas; por la plena subordinación al Gobierno de la nación , director de la política interior y
exterior, de la administración civil y militar y de la defensa del estado; y desde luego, por la
incondicional disposición hacia el Ejército como mejor forma -que yo humildemente conozca- de
servicio al pueblo español.
La carga y el reto, son fenomenales y complejos. Desde mi posición de padrino te voy a hacer
una recomendación de fondo: en tu destino actual y en los futuros, en una carrera que
presiento y deseo larga y plena de éxitos, nunca olvides el art. 76 de las Reales Ordenanzas de
las Fuerzas Armadas, que manda al oficial general “extremar la prudencia en el uso de sus
atribuciones”. Alfredo, enfréntate con decisión y valentía a los retos complejos, pero mide bien
los riesgos y, sobre todo, estate vigilante para evitar caer en la indeseable práctica que el
filósofo alemán J. Habermans identifica como la recurrencia al arsenal de las soluciones, sin un
previo y profundo análisis de los fenómenos complejos.
Aprovechando que nos encontramos inmersos en un ambiente multinacional, me gustaría
finalizar estas breves palabras con un argumento de sabor lingüístico.
Como sabemos, tanto en el idioma inglés como en el francés con una sola palabra, “be” en
inglés y “être” en francés, se expresa simultáneamente lo que la profunda lengua de Cervantes
diferencia con dos verbos distintos: “ser” y “estar”. Y es que, para nosotros, son dos ideas bien
distintas.
Efectivamente, el SER, ser militar, significa vocación, estilo de vida o, si se quiere, una manera
de percibir la existencia; es una idea no ligada a un periodo determinado en el transcurrir del
tiempo. Sin embargo, el ESTAR, estar en lo militar, sí tiene una relación directa con el
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momento en el que se vive; es una manera de desarrollar la actividad profesional acorde con
cada periodo de tiempo concreto. Pues bien es la fusión de ambos, SER y ESTAR, la que define,
en su mayor alcance, la condición del mejor profesional de la milicia. Y esa es, señoras y
señores, en definitiva, la calidad humana y profesional del general de brigada Alfredo Ramírez
Fernández.
He dicho.
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Lieutenant General P. PITARCH
General Officer Commanding
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