Bizkai activa formación 04 Igandea, 2013ko ekainaren 30a PA R A T U REFLEXIÓN NUESTRO EXPERTO VICENTE GUTIÉRREZ TRATA HOY: COMPETITIVIDAD Y TRABAJO EN EQUIPO DEIA Liderar lidiando [email protected] N O nos gusta la realidad y necesitamos superarla de manera constante. Abandonamos la tecnología que ayer nos parecía inaudita por otra que hoy nos resulta más innovadora. Somos, como especie, insaciablemente inconformistas aunque individualmente tendamos a la comodidad, “¡La paradoja de nuestra tara humana!” Este instinto de superación, creando realidades nuevas, lleva a las organizaciones empresariales a una carrera agotadora por acortar los ciclos de vida de los productos y sacar constantemente nuevos, de manera que no da tiempo siquiera a recuperar las inversiones de I+D+i, ni de su producción. La obsolescencia programada es la planificación de la caducidad de los productos antes de construirlos. Podríamos producir cosas muchísimo más duraderas pero ¿quién quiere una lavadora, o un coche, o un móvil que dure eternamente? Queremos lo último, lo novedoso. En realidad somos muy hipócritas, criticamos que programen el tiempo que debe durar en buen estado cada cosa y, por otro lado, desechamos en perfecto funcionamiento aquello que podemos sustituir por un producto mejorado. La suegra borracha y la bota llena. Esta carrera de fondo por la competitividad exige a las empresas sacar el máximo provecho de sus recursos. No valen segundos puestos en la carrera por satisfacer a la demanda, o eres tú el que vende o cierras. Si lo vendes tú, ya no lo vendo yo. Pretendemos que nuestras empresas avancen aun a costa de que las personas se queden. Hemos creído que para hacer empresas competitivas necesitábamos personas competitivas. ¡Qué gran error! Son los resultados los que tienen que ser diferenciadamente atractivos para el mercado. Ni las personas, ni las empresas; los resultados. Para conseguir resultados brillantes, lo que se necesitan son profesionales que colaboren y cooperen, no que compitan, capaces de formar equipos de alto rendimiento. Desde la educación primaria nos enseñan a destacar contra los demás, en vez de colaborar con los demás. En las facultades, el individualismo por alcanzar la mejor nota que permita al alumno el acceso a la beca, a las prácticas, a la especialidad, le aísla en una maratón, con codazos incluidos en el sprint final. El trabajo en equipo es una competencia que requiere conocimientos, destrezas sociales y una revolución de creencias y significados. Todo ello se consolida como hábito tras un aprendizaje y entrenamiento disciplinado. Si queremos organizaciones punteras e innovadoras, compatibles con el equilibrio mental y la satisfacción emocional, necesitamos del desarrollo de equipos triunfadores que proporcionen modelos de trabajo que, además de alcanzar cotas de éxito cada vez mayores, faciliten el crecimiento de cada miembro. Compatibilizar la superación constante de los resultados de las empresas con los intereses de las personas sin que se fagociten las unas a las otras o sin aumentar el absentismo por estrés, pasa por un cambio del estilo de liderazgo. El objeto de trabajo del nuevo líder no es otro que el desarrollo de su grupo de trabajo alcanzando metas nunca antes conseguidas. Establecer nuevos puertos donde arribar el barco, eso sí, con toda la tripulación, no a costa de reventar a la tripulación ni tirando por la borda o pasando por la quilla a todo aquel FOTO: INDARTEK El trabajo en equipo es el descongestionante de tensiones y favorece la mejora de las carencias individuales Un equipo creativo y creador es un motor de avance continuo para la empresa con dificultades de seguir el trepidante ritmo que la marejada y la mar de fondo imponen. El trabajo en equipo es el descongestionante de tensiones y favorece la mejora de las carencias individuales. Un equipo creativo y creador es un motor de avance continuo. Liderar algo así es quizá lo más apasionante del mundo de la gestión y quizá también lo más difícil. Mover almas humanas, cada cual de una madre, significa toparse con lo mejor y con lo manifiestamente mejorable de nuestra especie. Esta diversidad, –¡qué bonito lo humano!, que diría alguien de nuestra empresa–, complica o facilita el trabajo del líder. “Para verse uno la cara basta con un espejo, para verte la nuca hacen falta dos”. En hacer de espejo para que los colaboradores vean su parte menos cooperativa, menos comprometida, más incongruente, más inconsciente, esa que nunca se acicalan ni peinan, es donde tienen que tener el ojo entrenado los mandos para ✎ ANA BLANCO Actívate con... ¿Bajamos los precios para conseguir más clientes? El precio surge habitualmente como la objeción por excelencia a la hora de capturar nuevos contratos. Llega a plantearse como la única estrategia para conseguir nuevos clientes y mantener los que ya tenemos. Si la estrategia elegida es bajar precios, nuestra organización tiene poco o nada que ver el camino que cada uno debe recorrer para jugar un rol productivo en el equipo de trabajo. De todas las situaciones con las que un líder se puede encontrar en estos momentos de dificultad en los que las empresas están afrontando cambios, algunos de enorme calado, para no perder alineación con el mercado, la más repetida, la más generalizada, sin ninguna duda, es la llamada “resistencia a salir de donde estoy, a mí que me saque quien aquí me ha metido”. Cómo argumentamos con apariencia lógica multitud de excusas con tal de no movernos y cómo nos programamos los fracasos en nuestra mente antes de afrontar ningún reto es la materia más habitual y más contaminante de los equipos en las circunstancias actuales. Su abordaje lo dejamos para la semana que viene. Mientras tanto vayamos pensando: ¿mi cabeza se programa para ganar o me hago trampas y me planifico para perder y poder echar la culpa a alguien? aportar, porque, o bien se baja la rentabilidad, disminuyendo futuras opciones de crecimiento e innovación o bien se compra más barato. Ambas disciplinas quedan fuera de nuestro saber especializado en ventas, negociación y marketing. Es la diferenciación, adaptada al segmento de mercado elegido, la que te permite mantener, o incluso incrementar, márgenes y precios. Recuerdo dos jóvenes comerciales del mundo industrial manifestando su desacuerdo: “en nuestro sector es imposible marcar una diferencia competitiva, vendemos tornillos, y la aleación, la resistencia y el grosor de rosca...” Antes de que terminase otra mano solicitó turno para hablar: “Yo soy cliente de estos chicos…, compro tornillos. Les elijo por una razón que no es el precio. No sé si son más caros o baratos que su competencia, no ha sido el precio mi preocupación. Hacen algo que no hace ninguno de sus competidores. Todos mandan el pedido por un transporte subcontratado, ellos no. El repartidor es un hombre simpático, con espíritu de servicio, que no solo trae el pedido sino que coloca todo en el almacén y mientras saluda a los operarios va repartiendo material por cada mesa de trabajo, así nadie tiene que abandonar su puesto. Compramos mucho más que tornillos, compramos un servicio”. A veces no hace falta diseñar la diferencia, ya la tenemos, son fortalezas que están en un plano inconsciente y que podemos olvidar, incluso renunciar a ellas, haciéndonos más débiles. Parece necesario revisar nuestras fortalezas a la altura del cliente, con los ojos del cliente, con las emociones que siente el cliente cuando nos compra.