Circular nº 26_ _ _junio 2014 __ _ _ Página 1/3 SUJECIÓN AL IBI DEL SUELO URBANIZABLE SIN DESARROLLAR Recientemente el Tribunal Supremo ha dictado una sentencia resolviendo un recurso de casación en interés de ley que impide que el suelo urbanizable, mientras no tenga un desarrollo urbanístico, tribute en el Impuesto sobre Bienes Inmuebles (en adelante IBI) como suelo urbano. Así, en aplicación de este fallo, los propietarios de suelos urbanos, que hayan obtenido esta clasificación tras una recalificación, en los que sin embargo no haya habido ningún desarrollo o que no cuenten con ningún instrumento urbanístico aprobado, podrán cuantificar la cuota de este impuesto como si se tratara de suelo rústico. Esta sentencia viene a confirmar la postura que ya mantuvo el Tribunal Superior de Justicia de Extremadura, que consideró que, aun tratándose de suelo urbano, el IBI correspondiente a esta categoría sólo debe hacerse efectivo cuando exista un plan parcial urbanístico o se haya construido alguna dotación (carreteras o alumbrado), y que en otro caso se debe pagar como terreno rústico. A pesar de las nefastas consecuencias en el ámbito recaudatorio, de las que ya se han hecho eco distintos órganos de gobierno, este fallo será trasladable a otros supuestos idénticos al enjuiciado, y en particular, a propietarios de suelos incluidos en polígonos industriales afectados por proyectos paralizados, o de suelos de uso residencial, que fueron así calificados gracias a un plan general pero que no cuentan con instrumento urbanístico aprobado. Así, los propietarios de fincas recalificadas donde sin embargo no haya ordenación pormenorizada ni urbanización deberán tributar como si se tratara de suelo rústico, lo que evidentemente supone una minoración importante de la deuda a ingresar. Lo anterior supone, en la práctica, no sólo que los Ayuntamientos deben dejar de ingresar notables cantidades por este concepto impositivo, sino que los afectados, podrán reclamar, previa modificación de la calificación catastral, la devolución de las cantidades ingresadas hasta ahora siempre que no se trate de ejercicios prescritos. SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 30 DE MAYO DE 2014 Parte esta Sentencia de la definición de los terrenos “susceptibles de ser urbanizados”, y en este punto pone de relieve que el legislador estatal no precisa lo que entiende por suelo urbanizable ni por suelo sectorizado. Así, el artículo 7.2 de la Ley del Catastro Inmobiliario, aprobada por Real Decreto Legislativo 1/2004, señala que también integran el suelo urbano los terrenos urbanizables "o aquellos para los que los instrumentos de ordenación territorial y urbanística prevean o permitan su paso a la situación de suelo urbanizado, siempre que estén incluidos en sectores o ámbitos espaciales Circular nº 26_ _ delimitados, así como los demás suelos de este tipo a partir del momento de aprobación del instrumento urbanístico que establezca las determinaciones para su desarrollo". Pese a tan amplia fórmula, precisa la Sentencia que no cabe sostener, como mantenía el Abogado del Estado recurrente, que todo el suelo urbanizable sectorizado o delimitado por el planeamiento general tiene per se la consideración catastral de suelo urbano, sin distinguir si se encuentra ordenado o no ordenado, y que el artículo 7 sólo excluye de tal consideración al urbanizable no sectorizado sin instrumento urbanístico aprobado que establezca las determinaciones para su desarrollo. Antes al contrario, entiende el Tribunal Supremo que la intención del legislador catastral es diferenciar entre suelo de expansión inmediata donde el plan delimita y programa actuaciones sin necesidad de posteriores trámites de ordenación, de aquel otro que, aunque sectorizado, carece de tal programación y cuyo desarrollo urbanístico queda pospuesto para el futuro, por lo que a efectos catastrales sólo pueden considerarse suelos de naturaleza urbana el suelo urbanizable sectorizado ordenado así como el suelo sectorizado no ordenado a partir del momento de aprobación del instrumento urbanístico que establezca las determinaciones para su desarrollo. Antes de ese momento el suelo tendrá, como ya concluyó la sentencia recurrida, el carácter de rústico. De no aceptar esta interpretación perdería todo sentido el último _junio 2014 __ _ _ Página 2/3 inciso del precepto, que hace referencia a “los demás suelos de este tipo a partir del momento de aprobación del instrumento urbanístico que establezca las determinaciones para su desarrollo”, porque este momento no puede ser el momento de sectorización o delimitación del terreno urbanizable, si éste se disocia del momento de aprobación del instrumento urbanístico de desarrollo. De este modo, el Tribunal Supremo confirma lo sostenido por el Tribunal Superior de Justicia de Extremadura en Sentencia de 26 de marzo de 2013, a cuyo juicio, “una interpretación lógica y sistemática del artículo 7.2 del Real Decreto Legislativo 1/2004 lleva a la conclusión de que sólo pueden considerarse bienes "urbanos", a efectos catastrales, los inmuebles considerados por el Plan General como urbanizables cuando el desarrollo de su actividad de ejecución no dependa de la previa aprobación del instrumento urbanístico que tiene por finalidad su ordenación detallada. En efecto, si fuera suficiente con la simple inclusión en el perímetro geométrico de sectores de desarrollo en el suelo urbanizable, ex artículo 25 del Reglamento (como propone la resolución impugnada), sería completamente innecesaria la mención a "los demás suelos de este tipo a partir del momento de aprobación del instrumento urbanístico que establezca las determinaciones para su desarrollo", tal y como previene la normativa catastral, pues todos los inmuebles clasificados de urbanizables serían "urbanos", a efectos catastrales, por la simple consideración de tales en el Plan General…” Circular nº 26_ _ MODO DE PROCEDER DE LOS POSIBLES AFECTADOS La Sentencia comentada, al haberse dictado en recurso de casación en interés de Ley, crea una doctrina a la que se hallan vinculados todos los Tribunales de Justicia, con lo que beneficiará automáticamente a quienes ya hubieran acudido a la vía jurisdiccional y, en otros casos, abrirá la puerta a otros propietarios de terrenos que no cuenten con el correspondiente desarrollo urbanístico para, en primer lugar, instar ante el Catastro la modificación de la calificación de la parcela a fin de, en último lugar, solicitar la devolución de ingresos indebidos por las cuotas de IBI ingresadas en exceso, esto es, por la diferencia entre lo pagado, como si de suelo urbano se tratara, y lo que se debería ingresar al tributar como suelo rústico. Resulta procedente por tanto, instar dicha modificación catastral ante la Gerencia Territorial del Catastro o interponer reclamación en todo caso frente a la notificación individual de valor catastral. En este sentido, y tal y como advierte la Sentencia del Tribunal Supremo referida, no puede olvidarse que el propio Real Decreto Legislativo 1/2004, afirma en su Exposición de Motivos, que el Catastro es un órgano de _junio 2014 __ _ _ Página 3/3 naturaleza tributaria, siendo su razón de ser la de servir para la gestión de diversas figuras tributarias de los tres niveles territoriales de la Hacienda Pública, y así lo ha reconocido expresamente el Tribunal Constitucional en su sentencia 233/1999, de 16 de diciembre , en la que refleja que la organización del Catastro, justamente por tratarse de una institución común e indispensable para la gestión de los impuestos estatales más relevantes, es una competencia que ha de incardinarse, sin lugar a dudas, en la de Hacienda General del artículo 149.1.14 de la Constitución, y que la información catastral estará al servicio de los principios de generalidad y justicia tributaria de asignación equitativa de los recursos públicos. En definitiva, el valor catastral debe reconocer la realidad urbanística, puesto que de otro modo se está permitiendo gravar una riqueza ficticia o inexistente y se está vulnerando el principio constitucional de capacidad económica. Una vez materializada la modificación catastral aludida, podrá solicitarse la devolución de ingresos indebidos sin exceder de los ejercicios no prescritos –últimos cuatro años-, y de las diferencias ingresadas en exceso al haber tributado como suelo urbano en lugar de, como hubiera resultado procedente, como suelo rústico.