El Camino a la Santidad Por NINA GOODBY La primera estatua: el

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El Camino a la Santidad
Por NINA GOODBY
La primera estatua: el Padre Junípero Serra, el misionario celebrado por muchos por
haber fundado 11 de las 21 misiones de California –incluyendo la Misión Dolores
fundada el 29 de junio de 1776-. Un lugar que evitaban los indios americanos por el
trato a sus ancestros. Serra murió en 1784.
La segunda estatua representa a dichos ancestros: La bendita Kateri Tekakwitha, una
mujer de origen mohawk nacida un siglo antes, en el norte del estado de Nueva York.
Durante años, su estatua fue el único símbolo de los miles de indios americanos que
vivieron y murieron en el edificio de la Misión Dolores. Si es canonizada, Kateri se
convertirá en la primera santa india americana de la Iglesia Católica.
No hay un límite en el número de canonizaciones –las declaraciones de una persona
que falleció para otorgarle la santidad- que el Papa pueda autorizar, y los partidarios
de ambos candidatos representados en el cementerio están trabajando para
documentar su segundo milagro; este será el último paso antes de la canonización.
Si algunos creen que Serra asesinó a los ancestros de Kateri, ¿sería significativo si
Kateri fuera canonizada antes que Serra?
“Si usted es un indio en contra de Serra, si usted cree que Serra era un maníaco
genocida, ¿por qué se sentiría mejor si la canonizan a ella primero?”, preguntó Steven
Hackel profesor adjunto de Historia en la Universidad de California en Riverside y
quien está escribiendo una biografía sobre Serra.
Una declaración del Vaticano que reconocía que los misionarios llevaron acabo actos
de violencia contra culturas autóctonas, dijo, tendría más peso que reconocer que
“uno de ustedes se convirtió en uno de nosotros”.
Pero incluso los indios americanos no están de acuerdo con Serra.
Como lo fue una vez la bendita Kateri, Andrew Galván de 54 años de edad, curador en
la Misión Dolores, es católico e indio americano. Aun así, él ha “vivido y respirado”
Serra durante 30 años y apoya su canonización.
“Nosotros los indios estamos atados a las Misiones incluso cuando significan el fin de
nuestras tradiciones”, dijo Galván. “Estas eran casas indias de adoración, monumentos
a haber sobrevivido el colonialismo”.
Tanto las virtudes de Kateri como las de Serra han sido criticadas por el Vaticano a
medida que se han acercado hacia la santidad para ganarse los títulos de el Siervo de
Dios, Venerable, y actualmente, Bendita.
En 1980, tanto Kateri como Serra realizaron un milagro que va más allá de la
probabilidad médica y fue confirmado por la Congregación de Ritos de Roma. Esto les
ganó la beatificación y el título de “Bendita”.
Sólo cinco estadounidenses han sido beatificados, y para convertirse en santo, un
honor conferido a sólo diez estadounidenses hasta ahora, se necesita un segundo
milagro.
Eso puede tomar años, pero en el mes de agosto salieron a la luz serios informes sobre
posibles milagros por parte de cada candidato.
Un niño de 9 años de edad en Seattle quien le oró a la Bendita Kateri se recuperó
misteriosamente de una enfermedad bacterial que le estaba comiendo la piel. Y una
artista panameña, quien vive sin un pedazo de cráneo de 5 por 7 pulgadas en su
cerebro, dijo que el bendito Serra la mantiene con vida.
“Cada vez que entro a cirugía, entro sin ninguna esperanza”, exclamó Sheila Lichacz en
una llamada telefónica desde Panamá, donde la artista de 66 años de edad y devota
católica vive.
Lichacz le reza a Serra y hasta ahora parece ser que alguien la ha estado escuchando –
ha sobrevivido a 14 cirugías para eliminar tumores cerebrales en los últimos 45 años
¿Por qué rezarle a un santo en lugar de a Dios?
“Los santos son cercanos a ya sabe quien para pedirle favores”, dijo Galván. “Si sucede
un milagro, uno está en deuda con Nancy Pelosi por haberle dicho en secreto a
Obama”.
Tanto el comportamiento de Serra como el de Kateri perciben las posibilidades
recientes como distintas y muy optimistas.
La hermana Kateri Mitchell dirige la Conferencia Tekakwitha, la cual se dedica a la
Bendita Kateri y es la única organización católica de indios americanos en el Norte de
los Estados Unidos. Mitchell dice escuchar miles de informes sobre “pequeños
milagros que suceden en la vida de las personas” y que son el resultado de oraciones a
la Bendita Kateri.
La hermana Mitchell dijo que Kateri es enigmática en parte porque aunque murió a los
24 años de edad, ella entendía las complejidades de la espiritualidad y la religión.
Kateri se mantuvo apegada a su espiritualidad tradicional mohawk mientras sentía el
“deseo de conocer a Dios quien era realmente un desconocido”.
El Censo de los Estados Unidos de 2002 contó sólo a medio millón de indios
americanos católicos, o sea un octavo del total de la población de indios americanos.
“Si tuviéramos un santo que fuera reconocido y otorgado dicho título por la Iglesia
Católica sería algo muy esperanzador para nosotros”, dijo Mitchell.
Mientras tanto, lo que único que pueden hacer es esperar.
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