FranciscoChacónJiménez fuan HemándezFranco F¡anciscoGarcíaGonzález (EOltofes, FAMILIA Y ORGANIZACIÓN SOCIAT EN EUROPAYAMÉRICAVSIGLOSXV-XX UNIVERSIDADDE MURCIA 2007 LI\ EDADY EL CURSODE LA VIDA, EL ESTUDIO DE IJ\S TRAYECTORIAS VTTALESY FAMTLIARESCOMO ESPEIOSOCTALDEL PASADO FranciscL¡ Carcín Cc¡ttzúIrz SoDin¡rn) dr l {isll!i.r So.i.rl¡r 1.,r\nt.¡ktr Uni! f r s id¡ d d. ( . r \ t r r I r Nl¡ r . [. r Es indud¿ble.lue desdelos años90 y sotrrr tod().rp¿Ltirdel nu('vo nlil€nio la ('dad se esiá convirtiendoen un objck) privilfgi¿do do foll('\nini. I1)cosaspectos nos concienrenmás en l¡ actual ¡cl quo i'l canrbioen l.t estruciurdd('cdad de l¡ poblaci¿)n. Tantoa nivel individu¡l como colectivosüs cfcctosconricnzan a s('r ya bien perceptibles.El intcnso proc0socli,enve'ecimiento,el acc('sotardío dc los j¿)venes al trabajo,l¡ salida ta¡rbión t¡rdía del hogar p¡terno o cl r('chazo dcl matrimonio como destinoincxorablcson al,¡unosclarosinctic¡dorosdc esta situación.Ante su trascendenciacn socicdadescomo la europeaes l¡)gicoque hs investigadoresprestenca.{a vcz más atenci¿)nal tema de la edad y que se cstablezcancompara{ionescon clpasado para intentar comp¡enderlos procesos dc cambi0 que vivimos. Efcctivamente,en la sociedadactual cstamosasistiendoa un aceleradoprocesodonde pareceque los límiies entre las cdadesde la vida se están dift¡minando. L¡s tradicionalesfronterás quc servíanpara diferenciarLmas "üio/¿ist.¡rs' I F¡trcotrus, véasePearrik(2003),C¡r.i.r ai¡i¡/iLr? (2005)oMnrD(2008).S¡brr.h prolifcr¡ .ió¡ d. títulos que lra¡ ido aparcciendó¡ mod..lc qmf o rnl. \4itte¡aue¡(1992);tsoú¡d.l¡is ( 1993); tsc.-^ños (1994),Kefzer Laslett(199s),CúnninSh¡ñ(1995),1evi S.hmiu (1996); lil d. la !ie. "Lc Lrn¡b-raphiques et généalogiqu.s,,mon.g¡¡li.o dt Rt."r r. D,nayatüi. ) t¡s|.ñtt¿,199A ^ppro.hes 2;clnonográfi.o de Tr. HNnry oJFtnil!. An lrtt¿\d¡iaürl Q!,/nrly, vol.I, n'1,1$9;las dcl tV ^.r¡stsid.au I V Congtso d€ ¡ Asocl¡.ión de Denrogr¿tiaIlistóri.!, y o 6pe.ial Reher(1999av 1999b), lJourdelais ¡égaú (2l:00);el monógiá¡i.o dc l¡ relista r, HoDr¡¿,n' 167168,júhldi.nmb¡e, 2003dcdi.ado a.Passages¡l'áged'honmo); tsrrdetet ¡1.,coo¡ds(2001);elmono*ráfico I ¡s;¡¡dA ¿, /¡ ¡stu¡¡r, en Mélangesde la Casad. Vcltzqx.2 (200,1), Car.ia coüález, .oord. (2(x)5);I)uLrert (iarcía Hemández Borge A¡d¡ad. Ccr.adrs, crDrds (2007); RodriAuez M¿¡n.ü.lli (2007) o l¿ .oledón de títulos sob¡eLañancia \' ld ¿dolcs..nciadesdeel sislo XVII €n ¡dcl¡nr. públic¡dos a { .. a.ur d l A.h{¡r..nl./,o . 1. ' J , . lr Bljl. ', 89 ¿tafus r otras se €stáfl desvaneciendo y hasta bo¡rando. Hasta hace muy Poco La€dad tenia süs propias <ley€s), sus pautas y normas de comPortamiento asumidas, eisría üna especrede <crcnologizacíón"de 1avida. Desde principios de kr6 ¿ños 80 asistimos a un proceso de <d¿sclonolqrzr.ló¡" Por el cual comienzan a diluirse los aspectostradicionales qüe servían de límites entre las edades. Cort€5 .orno el seflicio militar en el caso de los hombres, el matnmonio e incluso l¿ menopaüsia€n el casode las mujeres,han perdido todo su valor simbólicd De hlrho ¿podemos fijar hoy un límite para la maternidad? Cada vez es más hecuente la matemidad a edades ava¡zadas. Hoy como se sabe no es imPosible 5erlo hasta pasados los 60 años. Otra cosa es la oPortunidad de tal decisión Ser mad¡e no se refiere sólo al hecho del parto. Pero este es otro debate. La juventud, como la vejez, no es u¡a elección. Sin embargo ambos son conceptos en coristante evolución. Hoy, por ejemplo, se es joven no por eI hecho de t€ner una determinadaedad, sino po¡que se participa de ciettos estilosde vida, se asumenunos comPoftamientosconcretos,un lenSuateo una folma de vestir. No sabemossi ya algu¡os han descubiertoel elixir de la eternajuventud p€ro no son pocoslos qu€ se conside¡an---o son consjderadospot los demás- jóvenes sempiternos.Algunos ensayosrecientesasílodemuestrany habland€l strdrome de la "inmo¡taüdad" o. al contrario,de la <inmadurcz",el llamado <slndrome de PeterPan".Obrascoño Lostiemposhiperno,l¿nosde Cilles Lipovetsky(2006), abordanla auténticaobsesiónpo¡ Ia salud y la lon8evidadque nos invade3.La continúa medicalización de la vida no se¡ía otra cosa que una rcspuesta directa a esemiedo a la enfermedady a la vejez.Por su partc, en libros como el de FrancescoCataluccio lrmrdurez, La enfsrnr¿dadd! n!/¿sho/l¿,r¡po(2006) se afi¡ma que el des€ode no c¡ece¡se ha convertido en una verdaderaenfermedaddel alma en las sociedadesdesarroliadas.En ellas los dominios de la infanciay de la adoIescenciase p¡olongancomo si se pretendieranegar asumir la edad adultaa.Una idea optimista,fo¡zosamentevolunta¡istay artifici¡l, se estáimponiendo ftnte a aquella tan pesimistade Nietzche expresada€'n boca de Zarat¡ustracuando decíaque el hombreec sólo tránsitoy ocaso.Es más,si nos pre8untá¡amosa qué se debe el constanteauge de la ciru$a estética,la respuestasin duda seía que en realidad lo que se pretendeconsetuir son personassin edad. Situar a las personasen el tiempo siempre ha sido un objetivo clave para estudiar la sociedad.Pe¡ola edad no ha sido atendidaen su iusta medida v con 2 Lá desincrunización s el ñomento de e¡|.¡da .n la edad adulta ¿s tañbió¡ obseryable cn el ñome¡to de enhad¿en Ia vejezde tal modo qu. hoy l¡a cambiadototálnente cl siSniflcádodc ¡L8dl d /os 60 coño i8u¡lmente s€ñala Patri.e Boufdela¡s (¡P9a,b). 3 Según Lipovetsky a'¡ ,!Ío ¿pocqen qw lo üohtdli.acitu uédiid iñ¿dd¿cddaaaz nás taft¡ úiN d.¡ c4ftpo stitl, h nlud 6 uúd \1tu'acupa.ióion,tlrftrit. I . .l tos idedl$ hedotistÉ hdfl silo sustituidar pot b Alab|fd dt la tdltd ! ]d lor$r¡d¿d'. De auténrica da ¡dsd¡rd" hablá táñbién en nlesrn¡ "r¡iqi¡j" d¡as Boia (21,0ó)en sú rcflcxióñ sobs el imadn¡|io de la longev¡dad desd¿ la Antigüedtd hásta 4 R.sulta curiosala sensaciónde que 106n¡ñoÉestánqeicndo más rÁpido que nunca,los jóven s alcontlalio n!ñ.a pálecencEcerdel todo ylos ¡dultos im¡tan.ád¿ lez ñád elestilode vid¡ 90 la importancia debida por los hjstoriadoresmás allá de Ia demog¡afíao de la historia de las mentalidades.En nuestraopinión, sin embargo.la incorporación de la variable edad dentro de los esquemasanalíücosde los historiadotescontribui¡á a ampliar y a matizar los modelosexplicativosempleadoshasta ahor¡ para comprenderlas soci€dadesdel pasado.AdoPta¡ la edad como Pe¡spectiva de investigaciónno es otra cosaque apostarpor el análisisde la ¡eproducción diferenciadade la sociedad,por el modo en que son producidasy ¡eproducidas ¡as relacionessociales.De este modo, nuestra hipótesis es que el ánálisis del cr¡rsode la vjda puede convertirseen una especiede espejosocklt a t¡avés del mismo podemosobseNar las vadacionesde las relacionessocial€s.Y esto es Io que realrnenteimporta: la historiade las relacionessociales/Ia reconstruccjónde la dinámica social entre individuos, farniliasy grupos. Porque Ias trayectodas vitalesson susceptjblesde tipificarsee identificárse.Los fenómenosindividuales no son algo acaecidoal azar en el espaciosocial.Son el resültadode un proceso dentro de uria estructuraconcretaque reflejadeterminadasestrategiasde reproducción. LA EDAD COMO OB]ETO DE TNVESTIGACIÓN En principio cuando nos referimosa la edad hablamosdel paso del tiempo y del crecimientoque lleva acarreado.Seríaun indicador cronológicoque lás sociedadesy los individuos utilizan pa¡a medir el avancea tnvés del cursode la vida. Pero,¿hablamossólo de un procesofisiológico?La edad no es un conc€Pto neutro ni estático(GarcíaGonzález,2005).Como construcciónsocial y cultu¡al ha cambiadoy se ha transformadoa lo largo de la historia.Aun siendouniversal la tendenciaa dividir el curso de la vida en diferentesetapas,su número, denominació& definición y contenido es muy vaíado según las éPocasy los ter¡itorios.La infancia,la juvenh¡d o Ia vejezentendidascorno etapaspautadas Es en este de la existenciahumana son conceptosa¡bitrarios (Feixá,1996:320). pünto donde creeños que los historiadores debemos insisti¡ proyectando en el tiempo algunas cuestiones claramente planteadas por la ant¡opología. Porqu€, ¿cómoen función de la edad se asignanestatusy roles desiguales,valoresy es tereotipos? De nuevo hay qüe situar el análisis en los traye€tos recolridos entre la naturalezay la cultura. A¡alizar la edad como principio de orSanización social imPlica estudiar las normas y r€glasculturalesasumidasy qu€ estánligadas a ella. La foma y los criterios adoptados para clasificar a la población desde el punto de vista de la edad son muy significativos pala conocer una sociedad y su éPoca. En PÍincipio, la atrupación de edadesen categoríasestaríadirectamenterelacionada con la esperanza de vida y la mayor o m€nor prolongación d€ las €xP€ctativas vitales,alSo muy difercnteentre el período preindustrialy la actualidad Hasta no hace mucho la vejez por gemplo era una etapa de Ia vida que sólo había sido un privilegio pam unos pocos. Otra cosa es que Para nu€stra concepciÓn contemporánea h vqez comenzaría muy pronto mientras que el resto dc etaPas 91 nos parecen ahora muy estrechas.Qüe la vejez no es una elección es obvio. Sin emb¿ryo es un concepto en constante evolución y una demostración d€ cómo las c.rnsideraciones en torno a la €dad cambian profundam€nte.Asümiendo que \ amos <rt¡rtfr.ie?1d0, desde el momento en que nacemos/ la cuestión hay qu!'centrarlaen los criteriosel€gidos.Criteriosque no son nada asépticosy que pueden consireiiir la realidad como ha demostradoPatrice Bourdelais(1993). Desdeuna perspectivapluriseculardicho autor abordala cu€stiónde cómo tue configrrándosey cambiandoIa €dad de se¡ y "¿,;r¡r,' cómo la noción de enveiecimi!'nto de la población fue sürgiendo como una construcciónintelectüal. Algo similar ocu¡re con la adolescencia, una dcnominaciónya antiSuaa la que se le asignancontenidosnu€vos durante la scgündamitad del siglo XIX como ha estudiadoAgnes Thiercé(1999).Por eso, siguiendo con eI t€ma de la vej€z, hoy la noción de envejecimientoy la utiliz¿ciónde lascateSoríasde edad qu€ le son pmpias para su análisis comienzan a ser t¿mbiltn obsoletas en u¡a sociedad como la nuestra.Como consecuencia se está convirtiendo en desfasadanüestra pe¡c€pciónde lo que consideramospersonasm¿yoresen la actualidad,especialmentelas imágenesy valoresque estánlilt¡dos a ella.Y más cuando la situación de las personasmayoresy su propia autopcrcepcióndista mucho del papel qüe la sociedad"ol.idrr¿'?re' les asi$a y de los clichése ideasfijas que procedende otras épocas.La distancia.pues, entr€ los límit!'s de la edad y las realidadesde la edad dan lu8ar al nacimientod€ reprcsentacioncs anac¡ónicasde las edades de Ia vida (Bourdelais,1999a,Yub€ro L.¡rr¡ñaga,1999). Un ejemploque pueden servir para dcmostrarcómo la ñanera de coñputar €1 tiempo vivido puede ser muy distinta l, cómo la edad es una construcción cultural y como tal no tiene por qué coincidir condición natu¡al con condición social.Hablemosdel casode las mujercs.I'il¡r l'é¡ez Cantó (2002)es catetórica: la edad det€rminó durante la¡go tiempo la vid¡ dc las mujeresmás allá de l¿ biología.Es un criterio ca¡gadode idcologir y ¡ trav¿sde él se adivina el conjunto de valorcsquc la sociedadutiliza cn cada ópocahistóricapara diferenciarlas. lndependicntementede su grupo social,p¡ís o cultura, sirvió para clasificarlas de forma distinta a la de los hombres sicndo un asDectofundamental Dara la construccionde l¿s relacionesde grineri, En .'l pasaducr.randose habhb; de l.r edad de las muje¡esse referíana su edad sexual "u hrchobiológico,lamensttur¡ ción,ftjabacl notn¿fitoo Wtfit dttlcurl li t tjü Llrbíttit sctvigiladopan eL)ilarefcctos no deseados v as¿gufltrt:l burufuncianr ¡itlilo dr nqudlasocicdad. IÁ herc cia V ¿ h¿notJc Iafaniln ¿slaban, ju"r]t' al ü.\t,',.\ 1¡ q '¿ rcf|re al mu do o¿ctd¿ntal, st:aprcslan)ntanto lüs)nstilrcit tt'sciailescoño eclesiásticas,, Por el ll t pfeseflJarLa contra¡io,pasabana ser invisiblescon la menopausia,eseot¡o llmite biológico ligado a la edad hastala q:.repodía <paritV tnulliplicar". Otro ejemplo muy ilustrativo de cómo se podía computa¡ de forma rnuy distinta el tiempo vivido es el casode la Amórica precolombinaen comparación con la Américacolonial.Las basesculturalesy socioeconómicas de los indígenas fu€ron sustituidaspor ohas totalmentedistintas.RolandoMellafé Rojasy Lore na Loyola Goich (1994)señal¡n que pa¡a los incas la edad no era la me¡a acu 92 nr, r lñ l.rrcudc l.r vid¿ n,IlJ(rond, dr¿s) de mc.c' repr(r'nl¿do-,rntmcri(.1m! . r( unr pcr\!,n¿.f\td lr, mlñ en fun(iún m¿. brenen fr.rl:( -e,'rgrnizrb¡ ",n(.,lt y con n€cesidadesco.le ciertascaracterísticas capacid¿desindividuales tunn) dc munitarias.Asi pertenecíanal mismo 8ruPo tanto una Persona muchosaños .omo otra de pocospero inválida o cie8a¿l no Podercontribuir ¿ la comunidad sino,muy al contrario,tener qu€ asumir aquella sus clrid¡dos. El interésdcl historiado¡ debe centrarscpor Io tanto en cl Proctlsode construcción y definición social de las edadesen €l Pasado.Es ¿ ól i quien le corresponderíadar respuestaa cómo sc ha estructuradohistóric¡mi'nte v cómo h¡ cambiadocn la larga duración la organizacióndel ciclo vitaly las imá8enes ligadasa cada una de sus etapas.Para cllo, sin embar¡¡o,h¡y quc eyit¡r cic.i(rs riesgos.El primero y fundamentalcs no extrapolarconclusioncsderiv.ld¡s .l( planteamienhsbioló8icos.Al prcscntarla vida humana en forma de cicl()s con una fase ini€ial de nacimienb, infañcia, madurez, veiez y muerte, es láci1 ¡signar una scric de tópicos de comportamientopresentadoscomo algo inexo' .¿ble. Cick)s cerradosen sí misrnos colocadosuno tras otro sin ninSún tiPo de interconexiónni posibilidad de establecercontinuidadesentre cada uno dc ollos---{uando todos sabemosque l¡s trayectoriasvital€sno Progresanen lín€a recta- cayeñdoasí en la idea ilusoria de que cada una dc csasetapases radi .almente distinta de las anteriores. D€bemossupe¡arla tendenciaa uniformar los comPortarnientosde los componentesdc los distintosSruposde odad como si tuvieran una coherenciaexclusivament€intcma; también ircontra la simPlificaciónde lascomPlejasfelaciones intergenera.ionaleso n(É que aqueLlosestabl€cencon la sociedaddonde se insertan.Porque ve¡ la naturaleza dc dichas relacionesy c(imo se modifican en el ti€mDo es el obietivo del historiadorr.La historia es úovimiento, cambio, Es cierto qu€ para captar dicho movimienb y obseivarregulatransformaci¿rn. ridades de €omportamientohistórico ia comParaciónes neccsariaAhora bien, no ti€n€ mucho sentido compamr situacionesque obedecena realidadesmuy distintascon vistasa obten€rconclusionesinexorablesEs bastantefácil ca€ren anacronismos. Esa ruf ralez1aná )gañecesariade la que nos hablaba Marc Bloch a la hora de buscarsimilitudes que Permitan hacergeneralizaciones Pareceque comparaal adoptar coño cdt€rio puede cumplirse en el {aso que nos ocuPa válida €n todo es la variable edad, tivo algo en principio tan "obietivo, como <r¿¿rÍefiriendo a una que nos estamos tiempo y sociedad.Ocurre sin ernbargo (2003). dicho autor Le Bras Como señala nlidad ilusoria>en palablasd€ Hervé instant€ la dif€ren(ia entre el la idea de la edad va más allá de simple Presente y el momento del nacimiento.Donde mejor puede cornprcbarsela existencia de esa gran vad€dad de concepcioneses en la cuestrónde la d€finición de los 5 Estamos de aderdo con Reher (199b: 5 | 0), cnando atuma que es .ontr¿Producente ta¡to intentar aislar a los ancianos del r€sto de ]a so.iedód como .osiderar uniforñ. todó el tiemPo an te¡ior a la t¡¡nsició¡ dcmosráIica 93 $upos de edad y sus fronteras6.A lo largo de la histo;a encontramosobras v reflexionesde escritores,mo¡alistas,eclesiásticos, médicos,políficosy otros autoresde épocaque se pr€ocupa¡onpor delimitar los tramosen los que se podía dividir la vida del hombre. Tambiénen ]a D¡ácticase fueron iñDoniendo unos dcl(rm'n.rdoscfltcrio.polrli,os. tn e.le pLrnlnh.r) quc dcjldc.j'l.¡ impurt.jnriJ que tuvo en iodo ello la emerS€nciadur¿nte el pertudo moderno de un estado que hizo d€l recuentode la poblaciónüno dc süs nedios de gobierno?.Censos, vecindarios.padronesy catashosson su m!'Fi expresión.Aquí 1autilizaciónde términoscomo "r,nyol de" o ",7¡c,,d/¡/¡" cvidencia¡ un interésque trasciendela mera necesidadde pr€cisa¡la edad. Se convierien cn un instrumento político, casi sjeúpre relacionadocon la fiscalidad o el reclutamientomilitar. Porque hasta bien entrado el sislo XIX la edad conc¡i't¿no se consolidaríacomo una refetenciaindispensabled€ la identid¿d. Hasta entonceses nuy significativo que en los libros parroquiales,los test¡menk)s), otros documentosnotarialespor qemplo no se indicara normalm€nteuna L'd.rdcifrada para los individuos3. Establecerpor ejemplo una compar¿ci(tnentre los mayoresde 50 o 65 años de la Woca preindust¡ial y la actualidadpucde ser ¿rriesgado.Una concepción unilateral puede conducirnosa graves.'rrües si sób se ütiliz¡ la vadable edacl para la comparación.Hay que romper con esa espcciede obsesióndel investiSador ccntrado únicam€nteen la ed¿d.omo un absoluto.,,Jóvenes,o (viejos" no son catcgoríasfiias sjno cambiantes.H¿y que evitar caer a tod¡ costaen esa idea bast¡nte trivj¡l de fijarnossoio p¡r¿ Ia comparacia)n en variablesbioló¡ticas como son los años de vida lo mismo c¡brtu dccir del sexo-, cuando la edacl como el góneroes un conceptosoci¿ly cnltur¡l como ya hemosdicho y obedecc ¡ condicionantessociales,económic¿s,politicas,cülturales y mentales.Para cambiarsu perccpciónno bastasólo cn consecuenci¡un cambiode las condiciü nesnaiuralcs y físicasde los indn iduos. Si bi.'n podemosconsiderarinexorable el paso de los años también podemos¿firm¡r que l¡ edad en sí no es nada si no sc ve inmersaen una estructur.ld.'tcrmirr¡d.r,En realidad son las relaciones socialeslas que le dotan de su lcrd¡dcÍo contenido.En estesentidohabrfa qu(' in$istir en la edad como un sistem.rdc rcl¡ci()rcs d{j poder y de iera¡qufa.Los dcsi8ualeslazosexistentesenirc l()sdisiink)s Bruposde edad -y no sólo desdc el punb de vista nofmativo y l('gnl- son l¡ oxprosiónde un conc¡etosistema dc organizaciónsocial. Y al confluir y cruz¡rse con otras categoríasde difercnciaci¿)n social como el género,1¡ riclucr¡ o l'jl cst¡tus, la variable edad sirve extraordin¡riamentepara problen¡tiz¡r el an.ilisishistórico. 6 Sú.e li cucst¡óndc l(\ ü nrlnal$ vé¡s. fl mlb8ráIi.n d. l ht Mrtary aJturt¡l!. Aú l i¡ttI Mtioml Qrühnq, !ol. 4, t, ¡99, .oordin¿doFor P¡tricc Rou¡ttela is, o ¡g!¡lñcñn Bid.¡ u , ¡niul ^' 7 A este ¡espccnrv¡¡sc (Savons.t s.icn.es .1'él¡l eénéalogi..t d¡mogrdphn¡,,en I cnolr (2001) 8 La fa{inació¡ d.l¡ sNn'd¿d conkmporáneacon l¡ edad.ohtr¡st¡ .l¡r¡m.nn'con L¿sso cred¡d€stemprah¡scn do¡d¡ l¡.ategoria cdad ap.¡eciade Lm iorm¡ ñás añbigu¡ y vága (Mnfz, 20118). 94 Ahom bien, en esta épocadonde la historiografíaestá marcadapot la búsqucda de la complgidad pareceque se va imponiendo cambiar el enfoqueque ¿doptabacomo crite o exclusivamentelos años que permitíanestablecerfáciles comparacionesestadísticasentre dive¡sosteÍitorios y épocas.Somosmás pariidarios de estudiar la edad no de forma biológica o como etapasdentro de un ciclo sino como un proceso.Prcferimosanalizartrayecto¡iasvitales y familiares -que en absolutoprogrcsanen línea recta- para observa¡rupturas v continui- EL ANALISIS DE TRAYECTORIAS: LIMITACIONES Y POTENCTALTDA. DES La unidad elemental de la demograffa es Ia pe¡sona individual como nos rccuerda Livi-Bacci (1993).Dos momentos esencialesla sitúan en el tiempo: cl nacimieñto y la muerte. Su existenciaestá definida por un segmentoentre un punto y otro/ es decit Ia llnea de vida, A lo larp de dicho segmentose han marcádo diferentesfas€so etapasde evolución que cono€emoscomo alclo La ideá de cirlo fomiliarimDlica a su vez u¡a sucesiónde morhentosdelimitadospor cortesespecíficosd;sde la formaciónhastala disolución de la unidad famjliar.Supone,por tanto, üna cierta regularidad en el desarrollode detefmi nadas fases.Su compo¡tamientoes bien conocido desde finales de los años 70 graciasá los trabajosrecopiladospor JeanCuisenier (1977).Su interés ya tue puestode manifiestopor Chayanovy Rowntreea principios del siglo XX, siendo formulado de rnane¡amás concretapor P C. click (1947)en los áños40 y por M. Fories(1958)en los 50. L. K. Be¡kner(1972)y Mitterauer y Sieder(1984)matizaríanestosplanteamientosa principios de la déc¡da delos 70 y 80.Paralelamente, Tamam K. Hareven (1978,1995)introducüía el concepto clr/sode .,id¡?,un concepto que permitía explorar la interacciónentle las trayecto¡iasindividuales y las familiares.Ademásresultabaürl rico instnmento para analizarel impacb de los procesoshistódcosen el crcnometrajeentre las transicionesindividuales y las familiares. Vista así Ia edad ya no es un concepto simple. Lo que podía parecer banal se convierte en algo mücho rnás compleio. En eseproceso de construcción la familia efectivamentejuega un papel clavepero del individuo como se/ soc¡¡rl dentro de un determinado contexto social e histórico. Conviene,pues, reflexionar sobre la trascendenciamebdológica de la re' construcoón de hayectodasindividuales y familiares,aunque no olvidaremos tampoco sus limitaciones. Gracias a ello sehan abierto dentro de la historia social unas mormes posibilidades (ChacóD 2008). Su resültado es ün tipo de historia similar al efectoque causaarrojar una pequeñapiedra a ün estanqüe:sus ondas púvocan un fascinante movimiento que, en distintos $ados de intensidad, recorren todo el conjunto de sü superficie. Como una especiede (cuerpo a cuerpo), los anáLisismicrcanalíticos colocan de maneü frontal a los sujetos frente al historiador, conJidéndolesaccesibilidad y cercaila. Una vjsión próxima que ei ik 95 contagiar al texto de es€ frío qü€ transitaba por las páginas de la tradicional demografia histórica. Cada vez más, es evid€nt€ la iÍesistible fuerza y potencialidad del método qüe combina biografía y sociología. Una v€z id€ntficados, pensamos que los prcblemas colectivos tienen que mostrars€ a traves de casoscon€retospara su comprensión. Manifestacionesconcretas,sí, pero que distan mucho de la triviaüdad, abordando cueshonesnada insignificant€s de la vida y de la sociedad, permitiéndonos entender las experienciase intercs€s de Ia mayoría. La inevitable singulaÍidad de l¡s personasestudiadasno quita sü condiciónd€ universalidad:en ellas late un poso de experimcia común qüe les üne a la sociedadde la gue fo¡man parteDesdelüego el intento d€ recuperarla vida colectivaa travésde un conjunto de trayectoriasd€ gente corrientees sin duda muy atractivo.Setrata de análisis traspasadospor el tiempo cüyo objetivo no €s otro que observarlos efecbs socialesdel transcu¡sod€l mismo. Tray€ctorias€asi anónimas,inacabadasmüchas de ellas; situadasen €l umbral d€ lo esperado.de lo previsto, sigriendo esa clase d€ üto.q'dlí¡rsl1or,¡cddsd€ las que habla lürgen Schlumbohm (1994). Se trata por lo generald€ "biografíasenla cuerdafloja", marcadaspor su tremenda fraSilidad: p€queñospropietarios.iornaleros,sirvientes,viud¡s, mujeres solas, etc son ejemplosde trntectatiasdc Ia inccllid nthrc,al borde de la ruptura en una sociedadtan amenazadapor la precariedadcomo la del Antiguo Régimen.Sin embargo, aunque abordamos gent€scasi anónimas, sus diferentes historias se van ins€dando €n una urdimbre que tienen su ló8ic¡ confluencia al modo de una red de afluentes que desembocanen un río. Y corno en el río - imagen y represent¿ción del trañscursode la vida y de 1amuerte,camino y destine la suma de lali secuencias reconstruidaspor el historiadornos aproximana su existencia.De ahí que estetipo de historia,lo mismo que contemplarel cuIso del agua por segrrir con la metáforadel rio, provoqueuna auténticafa$inación,Por el contrario,como por la consanguinidad, un "detectivegenético"obsesionado al demógrafode virjo cuño o al gmealogistasólo le interesabasabercuándose nacía,se contraíamatrirnonio,se morla, se enviudaba,s€ volvÍa a casary poco más, Les e¡a indifercnte cómo sevivla. con quié& qué se hacía,las causasy lascong€cuencias de susacciones,la explicaciónde sus decisionesy comportamientos, ek. Peropara nosotros, en realidad.lo más importanteno es la localizacióndel nombre,algo que no pas¡ de quedar reflejado en el papel con unas cuantas fechas.Ser al8uien sitnifica res' ponder a la preguntade quien s€es,suietoscon historia,con experiencias de vida, con biografía, seressocialesque el tiempo cambia y transfoma. Conocerlos nomb¡es de aquellosque componen u¡ grupo, uno debajodel otro y al lado de cada uno la descripciónminuciosa de fragmentosdc su trayectoriavital, conllevaun tremendo esfuerzo.Po¡queno solo hablamosde una mera ag¡egaciónde datos desde el cruce nomin¡tivo de fuentes corno censos, vecindariosy demáslistasde habitantesilibros parroquialeso de cumplimienk) pascualy el restode documentacióneclesiástica, protocolosnota a¡es,pleitos y otrasdiferentesescrituras.El objetivo€s la exploracióndelas redesde relaciones que se tejenen u]l contextodeterminado,percibir la creacióny el intercambiod€ 96 vínculosy captar las est¡ategiaselaboradasy seguidaspor los propios actores social€s. Un proyecto nada fácil como es obvio. Para iecuperar a los pe¡sonas en su entramado de rel¿cioneses fundamental conocer su nombre, i¿ huella personal es quien fija la atención de los historiadores,.Quizá el sfmil de la a¡enaen la playa puede servirnospara compñenderlo complicado del trabaio det historiado¡ social.Como en la historia, cuando nosotroscaminamosen la playa dEamos huellas sob¡ela arcna y ahl se $¡edan, precisas,o¡denadas.Con suerte,el histodado¡ puede un día descubri¡algunasde ellas.Peroa Ia mañana siguientecuando nos levantamosy volvemogal archivo,al mirar la inmensidad de esaenormeplaya que es la historia,es posibleque ya no encontremosnada, ni una pista,ni una señalcualquiera,nada pa¡a continuarrastreando.Es como si no hübiera pasadonunca nadie, cornosi ---+n¡ealidad- no 6e hubiera existido nunca.Estee6el drama del historiador s$ial, sabeque los individuos que estudia y los grupos donde se incluyen son reales,queio que invejtiga ni es vida falsaporqüe existenpistas,dátos,vagasinfo¡macionesincluso,pero no es vida efectiva.Es tiempo, tiempo que pa6a.Una sensaciónque se agudiza aún más para aquél cuyo objetode esl¡dio es la edad, por definici(tnun /¡¡¡ldl¡if p¡iso. Y estoes lo que debep¡etenderel historiador,recuperarfragr¡enbs de la vida, de loshilos de una trama cuyainvcstig¡ci¿)n no tieneotro sentidoque comprender la complejidádde una sociedad.Cicntos,mil€s de datosque no ocultanIo verdaderamenteimportant€.Porqueen la historiatodo ya ha ocurido, solo la forma,el método,es quien estructurael caos. Con todo, convienehace¡ algunas precisiones.El levantamienb de traye€torias vitales implica registrar experienciasconcretasque vamos conociendo en su orden cronológicoy acuúulativo. Proyectamosuna progresióntemporal trazadacon cadá uno de los elementossignificativosque hemosconseguidoreconstruiÍ dando lugar a una sucesiónde episodiosfragmentados.La obsesiór! sin embargo, no deber ser la m€ra acurnulación de i¡Jormación a lo largo del tiempo sino qué le da sentido. De nuevo lo importante no es tanto el método que nos permite ir añadiendonoticias sobrela vida de ün individuo o de una famüa, sino la teoría que nos facüta su coñprensión. Es decir, no hay que conJündirel análisisde tray€ctoriascon una visión lineal. Lo que importa es la dinámicade lo miradn. Püede pensarse que las enormes posibilidades metodológicas del estudio de las hayectorias i¡dividuales y familiarcs está en consonancia con la reciente revalorización biográfica (Dosse, 2007, Davis - Burdiel, 2005) fruto de la supuesta 9 Pero, ¿.ómo establecc¡ lá idenridad de üm pe$ona s !¡a época donde los medios de rcgistro y de identificación eran tan precarios? Sobr€ el nacioioto pionerc en Francia de l¡ identidad de <papeL (.ertilicádos, pasport€s, et ) vid. Denis (200¡l). Desde el método genealógico v¡áse po¡ €jemplo algúnor tiabajos s Timothy y cuelke (2N8). ¡l¡ general los sistems de nonbrar y su evolu.ión 6 el ncnpo, los cambios y trNgrusionca Ln lás reglas del nombre y ¡pcllidos, han sido des.uida.tos por los histoiadoH como se pone dc úa¡lfiesto en el coloquio Mod¡i¡ld, y At tr4nnihia, s{¡os Xv-xtx .elebrado en la Ce de Velázqlezl Madnd, 17 19 de novieñbr d. 2008, organüado por Cegorio Sali¡so, Isabel Teston Nirñez y Beñárd M¡cent. 97 /¿¿'o¡r¡ciór¡ desestruchrralistay el rctomo por el inteíes del individuo conoeto. Sin embargo hay que hacer al$mas matizaciones. Frcnte a la anónima e impelsonal historia estructural, el peligo es pasar d€ {ijarse en el Srupo a hace¡lo en eI individuo exclusivamente, individuos descontextualizados que pretendm convertirse además en categoías. Desde lu€8o recrear la realidad desde el análisis de algunos individuos cuyos rasgos y caracterGticas se suponen que represmtan a un coniunto más amplio implica ün riesgo. El tjnico antídoto son las cortaPisas metodológicas: no es el caso concreto y puntual lo que importa Por más qüe sirva para ilustramos, sino lo que de Seneml esconde como mecanismo o paüta de comportamiento. Por otro lado, no hay que olvidar las grandes enseñanzasde aquella forma de hacer historia que nos pe¡mitían €stablecer el marco estructural, el contexto donde grupos e i¡dividuos teiían sus lazos y desple8abansus estrateSlasde reproducciónsocial.Algo que la insistencia€n lo microanalíticotiende a relegar D€l mismo modo hay que superar€l conceptode €strategiacomo si fuera algo mecánico y unívoco. El uso abusivo de este concepto puede convertirlo en un término manido y desvirtuado. No hay una estrateSia universal como un todo. Debemos insishr m las ¿stntegiasde Ia difereflcia\Carcía González, 2000) tambien desdela perspectivade la edad. La p¡eocupaciónpor el estudio de la reproducción socjal llegó a limitarse solo a estudiossobre la herenciay Ia transmisión de bieneso a las aliañzasñatrimonial€s. Un conceptorestrin8ido heredadode r¡na fadición etnolódca determinadaqu€ al final corÉ el ¡ies8o de encoretar los resultadosy las conclusiones.Hay que aposta¡por un replanteamientomás abie o. Primerono ci¡cunscribiendonu€strointeréssólo a las normassino a las prácticas.Y setundo no limitándonos sólo al parentesco.Contemplar otro tipo de lazosy de relacionesñás amplio implica introducir estudiosde genealodas sociales. Sin duda hay que aposta¡decididamentepor el análisisde datos transversalesy longitudináles.Desdeel li,¡k¡S¿nominativo, Ia enorme potencialidadde La combinar métodosdiferentesse multiplica al most¡ar el efectodel tiempoLrr. información obtenida a través de la reconstrucciónde familias, los atregados domésticos,lá genealogla.lá herencia,los estüdios de ¡ed, Ias biografíás,etc, debe ser con6iderádatanb en sus interrelacionescomo €n sr¡ dinámica temporal, Para estudiár las t¡ayectoriasde vida es imprescindibledisponer de un impotante volumen de infomación nominativa que pe¡mitan construir itinerarios proloñgádosen el tiempo. Si no es así,el riesgo es recurrir a la imagiñacióny caer en lá tentación de realizat <traVectoriosnopeladas)cuando los datos son PC> bres e insuficientes, La reconstrucción de esta especiede micocosmos supone un impresionante habajo de ¡ecopilación de noticias para encontrar ¡etázos d€ infor10 E¡ eeta neesidad de combi@r los métodosde anólisisiroisti$do en c.uza. el t¡eBPó .orto co¡ el tiempo lar8o hay pmpuestas qué ápu6tan por ádaptü las mebdologfás más clás¡cas .oño.¡ nétodo de ecoGtrucción de familias á los nuevos tieñpos (P¿¡ez Carclá, 2(X)0) 98 mación en medio de la mis€ria y de la €scasaprcsencia en la documentación de la mayor pade de la población. lns historiador€s se han interesado sobre todo por los mieñbros de la élite, por aquellos que tienen (¡omrle,, que son más relevantes e impo¡tantes y que es más fácil sacardel anonimato. Por contra, los apellidos que son muy comufles pueden generar rñás distañcia que proximidad al investiSado¿ De otla parte la invisibilidad es a veces int€ricionada: no ser registrados y pasar inadve¡tidos para muchos era un rnedio para sobrevivi Co¡r harta frecuencia se su€lecumplir la rnáxiÍra de que "con ü¡ padre invisible. el hijo es un fantasma). LOS EN EL ANTIGUO RÉGIMEN ¿SIRVIENTESDE CICLO DE VIDA? 'ÓVENES I Pará comprobar Ia virtualidád del análisis de trayecto¡ias nos centraremos en uno de esosgruposcuya historia,si bien noes invisible,sf se ha escritode foma muy indirccta. Nos ref€rimosa los sirvientes. En el camino hacia Ia integraciónen el mu¡do de los adultos, una vía muy frecuenteütilizada por muchosjóvenesfue colocarsecomo cdados.Setún John Hajnal ésta serla una de las caractetfsticasque definirían al modelo de familia occidentaldurante el perfodo p¡eindustrial. La colocaciónde jóvenescomo criadosen otras famiüas hastael momento de su matrimonio fue un fenómmo poco resaltadopor Ia histo¡iograflahasta que Peter Laslett lo teneralizaracon del ciclo de vida,). En el lado opuesto la exprcsifñ life cycleseruant(<<sirviente estarlanlos criadoscuyo seryicios€ prclongaríaa lo largo de toda su existencia -life+ific serLvnts-, Originalmente,el interéspor los criadosprocedede la DemografíaHistórica. Su máyor o menor p¡esencia en eI ámbito del hogar sería utilizada para diferenciar los modelos familiares no¡occidentales de los mediterráneos y orientales (P€terLasletty Richard Wall, 1972).Esta práctica.que denotabauna particularidád en el ciclo de vida individual y familiar, tenía un objetivo que no era simplem€nteeconómicosino también "pedagógico"y fornrativo.Al modo de una especiede ritual iniciático, los adolescentesdeberíansalir del núcl€o famitiar para adquirir letosde la protecciónpaterna,la experiencianec€sadaPara foF talecer su personalidad y afrontar los retos de la vida. La seve¡idad patema se prolongaríasin duda en la grarljao el taller donde el maestroasumíalos poderes y deberesdelpadrc. Del mismo modo,la escolarizaciónen internadossupond¡ía otra forma de transferir la responsabilidad en Ia fo¡mación de los hijos. La impofiancia del sirviente de ciclo de vida vi€ne corrobo¡ada por estudios como los de Lundh en Süecia, Denis Romano €n Venecia, Mitterauer en Zurich y Wiesner en Alemania. En este sentido es interesant el resumen realizado hace más de dos d€cadas por And# Burguiére (1988) y recientemente los trabajos reunidos por Antoinette Fáuve{hamoux (197, m0q. En concreto, Linda A 316) en su histo¡ia de Ia familia europea,calculapara la Eu Pollock (2002:313 rcpa occidental que un 40 por ciento de los hijos adolescentestrabajarían como criados y, en g€n€ral, se estima que entre los 15 y los 30 años una décima Parte 99 de la población €uropea pasa¡ía por esta situación. Seía entre finales del siSlo XD( y la primera Guera Mundial cuando asistiriamos a la decadencia del tra' bajo sirviente como se constata para el mündo rural. Siguiendo la €ste1aintlesa, la mayoría de los inv€stigadores utilizaron de manera intensiva para sus estudios fuentes como c€nsos/padrones y ot¡as listas nominativas de habitantes. Sin embargo, en Francia estasfuentes tradicionalmente fueron relegadas a un seSundo plano. Sólo a partir de los años 90 se observan cambios süsta¡cial€s de tal modo que hoy los recü!'ntos de población francesa están siendo a¡alizados en profundidad y van apareciendo los primeros bancos de datos. La atenciónpr€stadapor autorescomo A¡toinette Fauve{hamoüx lle¡ desde Lvon son buena müestra de ello. Pero tuem desde París u Olivier de la demoSrafía histórica, en los años 80 no fueron muchos los trabajos sobre criados para Ia Fmncia del Antiguo Régimen. Entre los rnás relevantes estarían Gutton (1981),sin olvidar otros de CissieFairchilds,lacqueline los de Jean-Pierre Sabatiea o Claude P€titfrere. La histo¡iografía f¡ancesa siempt hizo más hincapié €n el eshrdio d€ los criados en relacióna las cuestionesvinculadascon la vida cotidianay Pdvada, a la "vida €n familia", siguiendola estelade Philippe Ariés en los años ses€nta. La preocupaciónpor comprobarcuándose producíae1pasode la (condición de niño" a la de miembro de la fuerza de trabajoregladay normalizadajustificaba su estudio.Una €dad que giraría en tomo a los 12 o 13 años y que han colloborado d€spuésautorescomo Cunningham o Ben"Amosen InSlaterra;Iürten Schlumbohmen Alemania; o David E. Vassbergen Castilla. Precisamente,€n España,como grupo específicono dispon€mosde muchos estudios sobre los sirvientes,sus condicionesde vida y de trabaio.Faltan a¡lculos y monotñfías bien documentadosque permitan avanzar en la comprensión del fenómeno. Son excepcioneslos casosde Carmen Sarasúapara la ciudad de Madrid en los siglos XVIII y XIX; la Éciente tesisdoctoral de SaraPeth para el Madrid d€ los Aüstriasi Isidro Dube¡t y Ofelia Rey casteláo para Galiciai Perc Roca Fabregat sobrelas masíascatalariasy David E. Vassbergo F¡anciscoGarcíaGonzálezpara lá Castilla inte¡io¡, Pero ademásde no ser muy abundantes,Ios investigado¡esIe han Prestado más atención al mundo urbano que al rural. Y esto tanto en Españacoño a nivel internacional.Ejemploscomo los dc Eolonia(Sarti),Roma (Arru), Venecia (Romano),Nápoles (Da Molin), zúrich (Mitterauer), Madrid (Sarasúá,Peth), Val€ncia(FernandoDíez),Pamplona (Mikelarena)o Santiagode ComPostelay ot¡as ciudadesgalletas (Dubert, Rial) dan buena cu€nta de ello. Lá tendencia parece que esta cambiando como se Pone de manifiesto en el monográfico coordinado por Carmen Sarasúá (2005) en la revista Hisrolla A.falr4 con haba¡)s sobre el mundo de los criados y sirvientesen la sociedadrural de Cataluña, Galicia,Cerdeña,Sueciay Holanda, aunqüebi€n es verdad que casi todos elhs preferentementecentradosen el siglo XlX. En conjunto podemos afiñnat que sabemosbastante del peso demo$áfico ) económico de los cdados y de su proporción dent¡o del tamaño de los hog¡res, 100 también algo de sus funciones y tipología. Y en el otro extremo, tenemos ideas rnáso mmos tené¡icasd€ las relacionespatemofiliales.Pero desdela perspectiia social,su histo¡ia es ñuy indircctacuando su estudio e3clavepara captat las desiSualdades exist€nt€s en una determinada sociedad. Curiosamente siemprc úteresaron quizá ñás sus amos y patrones que ellos mismos, ¡elegados a un meroindicador del statusy d€l poder detentado-D€ hecho,tal y como describió \orbert Elías en La sociedadcortesona(7982),e1 seNicio doméstico terila para las iamiliasde los grupos p¡ivilegiadosun alto $ado de r€presentaciónsocial, En la actualidad s€ está extendiendo una nueva foma más llexible y abie¡ta de plantea¡el estudiod€l trabajosirviente.La tmdmcia cada vez más fuerte de rncorporarlas trayectoriasvitales dmtro de nuestrosesquemasanalíticosestá ¿mpliando y matjzando Ios modelos tradicionalesinos está permitiendo comprende¡mejor Ios procesosde movilidad y cómo se reproduclanlos mecanismos de diferenciaciónsocial.Po¡ ejemplo,de forma paulatinaestácañbiando la iñagen socialmentenegativad€ los sirvientes.Como han estudiadoRaffaellaSarti (1997), pa¡a muchos el servicio doméstico se¡la u¡a vía de promoción social, brindándolesIa ocasiónpara construirseun futurc. No pocospudieron beneficiarsede las ventaiasdel capital¡elacionalderivado de la vastared de relaciones socialesen la que estabaninme¡sos,favoreciéndosede la proteccióndel patrón, favores,etc,Por b tanb, habla que cr¡estionarse también susrecomendaciones, la idea de emplearsecomo sirvienteera mecánicamenteconsecuencia de la falta de una alternatlvalaboral mqor. Otra cosaes que, como cont¡apartida,se asumiera la dependenciay la obediencia. De otra parte, se está cuestionandoesatendenciaa equiparar el inicio de la juv€ntud con la prácticade entrar a p¡estarservicioen urla familia. Un elevado porcentare de jóvenes (casi siempre más de un tercio) no eian c ados, algo que han puesto de manifiesto recientes investigaoones, incluso para la misma [¡glate¡ra como ha hecho llana K. Ben-Amos (1994).Pero es la Europa Meridional donde se observa de fo¡ma más clara esta afimación. Especialmente lo sabemos para el sur italiano con u¡ füerte predominio de la familia nuclear' Aquí, como d€muestran Angiolina Arru (1990),Giovanna Da Molin (1990) o Denis Rornano (1996),no exisla esecriado del ciclo de vida y no todos los ióvenesse hacían sirvientes. Además, hay que tener en cuenta qüe no si€mpre era imprescmdible abandonar el hogar pat€mo para ser sirviente ni ser criado estabalimitado a una deteminada etapa.Los encontnmos en todos los t¡amos de edadl'. También en España,como hemos comprobado nosotros mismos en zonas del intedor castellano (García González, 2000;2008), frcnte a la idea del cycl€s¿r¿'dul al modo laslettiano para un sector nada desdeñáble d€ la sociedad el re!:urso al trabato sirvimte en absoluto era una situación transitoria y p¡ovisional. No Pocos cabezasde familia desde muy ióvenes podían haber accedido al metcado de tra11 Bim s cierto qúe habia lm.ierra difer€nciación Por *xo de ral modo que 6he los I5 v:{ anG h preacia <lelas mújeres €ra myor que m otras edades, rePunrando rmbién ddPus de 16 ,(J años, es decir ants d.l matrimonio y ¡ paJtn d€ incremdta¡sc l¿s Posi¡ilidades de env,ud¡r 101 bajo como mozos sir¡/ientes pero, aunque vinculados a las familias de los propietarios, habían seguido residiendo con sus pad¡es y familiares hasta situarse en su propia casa-Por lo ta¡to, si bien desde la perspectiva d€ 1áresidencia el hecho de entrar a servir para otlo constituyó una auténtica escuelíde inlioiduaLismalArr.üé Burguiére, 1988) al facititar su establecimiento autónomo tras eI mat¡imonio, €n absoluto 1()era desde la persp€.tiva social donde seguían primando los vínculos d€ rcIación. Y más en ün contexto como el de la Castilla meúdional camcterizado por la desigual distribución de la propiedad, su enorme vinculación ed€siástica, concejil o señorial y la gran oferta de mano de obra barata en tunción de los €sca sos recu¡sospropios y de lo prccario de las explotaciones famjliares. del criado eran muy variada y En definitiva, la condición y características no siempre se ajusta al clásico modelo del sirviente de ciclo de vida anSlosajón. Ad€más el trabajosirvienteno es fácil separarsenítidamentedel trabajojornalero como nos demuestra el estudio d€ tray€ctorias vitales. Ambos podían lleSar a mezcla¡se (Carcía González, 2000). Términos como <siruiente a temporítdas> evjdencianlo socialmentedifuso que era uno y olro. Té¡minoscomo "l¿ül¿dol si/vientea ttmpondas" demuestran también cómo muchos pequeños prcpietados dependíande un salariouna parte del año. Quizá por la dificultad de €ncontrar una ofeta constanted€ trabajadoresadultos eventualeshubo propuestasen el siglo Xvlll como la de transformaral trabajadorcont¡atadotemporalmenteen (larl4dol, mantenido €n la finca. Pero también, como decía Pie¡re Vila¡, porque lo que inquietaba, lo que atemodzaba era el jornale¡o, emb ón del parado, del vagabundo y del €ñig1ante. Por desgracia,el estudio del trabajo en la época preindustdal ha €stado mediatizado de nr¡evo por el modelo de proletarización inglés.L.oshistoriador$ sehan ocupadomucho más de los jornalerosque de 1os criados.Aquellos siemprehan sido contempladoscomo Ia mejor manifestación de las relacionescapitalistasen la agricultura y del procesode modernización. Al contrario,la agricultura familiar, a la que se vincula el t¡abajosirviente,sería Ia responsáblede sü at¡asoi:, S€ ha constatadoque 1()6sirvienteseran algo más que una forma de uso de la fuerza de trabajo.No podemos considerarlos(puros y simples asalariados" en el sentidoque solemosdar a estaexpresión.Cada vez hay más evidenciasde la existenciade unos lazosde dependencia,patronazgoy clientelaque expresan unas rclacionesque no eran exclusivamenteeconómicas,Es más, incluso algunos parientes1()6encontramoscomo si¡vientesdentro de los agregadosdomésticos de tal modo que no hay que descartarel peso de las obligacionesligadas a las reláciones de reciprocidad p¡opias del parentesco. '[érminos como (de,/o (2005)en su nlhoduccn5n¡l ñonoaráfico qúc coordina,Am K!s12 Como r6une Sa¡asLla só¡úl expuso a prsopios de los años 80 la i¡terpr.tación .lásic. del pápcl d. los ú¡¡dos e¡ l¡ fuclzá de tmbaio agradahtlesa entre lG sitlDs XVIII y XIX Sú corelación cntrc ñayo. pre*¡c¡¡ d. s¡^'¡entesy atrasoaglcola enel norte lre¡tc a un me¡or prctágonismo.n clsu. n& capit¡l¡st¡ v óodern¡zadolue aou¡rid¡ durmte más dé do! décadas.Sólo últimmeñt .sta idca * esti Ecónsidera¡do por autolescomo Grit overdon entrandoen júe8o okas varübles pára ¡a cxpl¡cá.¡óndcl 102 sirui¿nl?,expresancómo los lazos entre fañiliar€s podían suplir una pa¡te del trabajo que en p¡incipio debe¡la realiza¡se recur¡iendo al mercado laboral. A pesar de los esfuerzos ¡ealizados, coriside¡años que el tema de los jóvenes y su rclación con el servicio domésticoestá aún poco explorado. Estamos !€$rros d€ qu€ el ánálisisde las t¡ayectoriasseguidaspor los individuos y sus farniliasconstituiráun impofiante paso adelantepam su comprensión. CONCLUSIÓN: LA <SERWDUMBRE>DEL TIEMPO Y LA FAMILIA En sr libro HombreLento, eI P¡emio Nobel de Literatura John Maxwell Coetzee (2005) decíá que "d tnúés de los hiios nos conoertimosen siruíoúes del lieftpo>. Es cierto. El futuro esté encarnado€n los hiios. Pero el futuro no estáescrito v los hiios no son siempre garantla de continuidad. Detrás de lá idea de ciclo se encueñtraun deseo:comprcbarque las cosassucedencoño siemprehan sucedido y como 6iñ duda se quie¡e que vuelvan a suceder La costumbrcaleja la incertidumbrey di6ipá el aza¡,Pero eI fracaso,€l desconcierto,la frustración,el conflicto, están implícitos en las ¡eglas del jüego. Cuálquier sociedad -y más la del Antiguo Régimen- rcchaza el azar y necesitagamntizar el orden. La familia, como principal célula dc sociabilidady de reproducciónsocial,6e convierteen la clavepara perpetuar uná jerárquicay detehinada visión de eseorden social.Asegurar el relevo generácionaly preparár el cáñino de los jóveneshacia la integraciónen el mundo de los adultos era un objetivoprioritario. Desdeella, el destinode los hijos venía condicionado por la interiorizaciónde normas/valoresy creenciasjla adquisiciónde la experiencia,los conocimientosy las habilidadesnecesaíasiel accesoal trabajoy al matrimonio o las formas de herencia y de tra¡smisión de bienes y propiedades. Como todos los ritos de paso (bautismo, matdmonio, sucesión), el obietivo era marcar la socialización de las [ansiciones más importantes en la vida huúana y contribuir a preserva¡ la estabilidad de la sociedad ¡egulando la posición del individuo en su seno como ya avanzara Van Gennep (2006)a principios del siglo XX. Tambiénes en estasetapasd€ (paso, o en las de cdsis familiares(muerte, tutela, conflicto)cuando más se movilizabaeI parent€scor3. Hablamos de un destino cuyas previsiones eran muy distintas según el seio y el Srupo social al que 5e pertenecía; un destino, en cualquier caso, configurado como el resultado de una lucha desigual €ntle el individüo y aquello que le sobrepasaba:la familia ---+ncamada en la patria potestad-, el grupo, la comünidad, la Iglesia,el Estado'4.Y iunto a todo €11o,ad€másdel azar, también el 13 Trcvúi (2008) desta.a m esros momenrG lá sinSll¿rid¿d dc los lazos e¡isteñtes.on los tios y tí6 frente a ot¡os. En gmeral, paf¿ l¿s.oKúencias y el impacto de la nle'te del cábe7ad. ldilia (€l rempl¿o y la timmisim .te las füncion$ del pade, la feorganización del hogar, lós responsabilidads y obliga.iones aumi.las en e] e¡to¡no del paentcsco las r€pdcusiones pa¡¿ 16 hijc menoH o para la üuda, etc) véáse Derosas y oris (2002).sobre er pap.r de ra pó(ñtcra ! la asistencia ¡azielombardi (2006). 14 Ro¿¡rísuezs.inchez (1990);Búrgüiére (2001);Alesi (2006),Caüna (2m4. 103 p¡s¡do: en la historia de la familia no sólo cuentanlos vivos. El pasadoimporta v pesai. Frentea las decisionesindiliduales y familiaresatemporales,debemos ren indi.ar el p_apeldel tiempo y el caráctersecuencialy acümüladode la toma dc ctecisiones. Estasforman pafte de üna cadenacuyoseslabonesvienencondi cionadospor los anteriores:nos referiúos a la dependenciadel camino trazado. La tradicjón,la costumbre,la inercia influyen y constriñenr¡.Sin eúbargo, sería un error descanarla importanciade la modestay condicionadalibertad indivi düál, la libertad para quebrantarüna supüestalógica.Aün esrandorccluida la máyor parte de la g€nte en los hábitos de su cotidianidad,limitados por la ru tina y restringidospor las normas/ sü comportamientono deja dc scr complejo, lüchan.lo siempredentro d€ sus límitcs par;r decidir sü destino. Graciasa la reconstrucciónde itinerarios vitales comprobamoscómo los individuos desarrollantrayectoriaspluralcs v provisionales.Un pluralisr¡o bioBráfico mczcla de realidadesheierogónc¡s:f¡milias d€ distinto tipo, fon¡as variadás cle convivencia,sol€dadcsimpuest¡s o elegidas,etc. Los itinerarjos no son siemprc urlidireccionales.Encontramos.icsvíos,confluencias,bloqueos, callejonessin salid¡ en ocasion€s,ctc. Dcmuestrancómo los individuos ya no puedenscr consideradosromo el€mcntosnlertesy pasivos.Evidenci¿ncómo la reconstrüccióndel pasadoexige un¡ visión mcnos orgánicay más dinámica de lo que parccc.Porqueno hablamosdc sujctos¡islados:unamismaperson¡puede encontrarsesimulLíneay altemativ¡mcntccn v¡ri¡s situacionesd!'p!'ndi!rrdodel momenk)dc la vida en que seencu.rltrcy los ámbitosd€ los quc sc tratc,teniendo en cad¿un¡ dc ellassui€tosd€ rcf.'rcnci¡distirtus. Analizar l¿ complljid¡d slrpone ver las intcrrcl¡cionese interconcxiones entrecsassituacioncs.En cstc sentido, €1reto cs ¡prchender la realidadsoclil ¿ tr¡vós de los propios ack)rcsqre int€rvien€n .'n cll¡ permitiéndonos al no dcscontextualizarlos-comprendcrme¡rr los comportamientostanto individu¡hs como colectivos.Y sobrc t(üo, observar mejor las ¡cl¡cionesentregrupost' irrctiviclru*. Dc hecho,el cstudio de l¡s traye(torias tienc un¡r gran potencialid¡ct rk)doli)gica para rcsolvcr cl problema de cómo se producc l¡ continuidad o discontinuidadde las pcrsonasy los grupos a lo largo del ticmpo. 15 ltsi f¡r¡ l(¡snnlivüuos p¿rc t¡nbi¡'r p.tr¡ los grnposr¡ losqu.s¡ irsof¿n. Contu.i.¡r. plifi.¡ cl ü¡y.r¡lgo, l¿sobLiga.nn.s ¡si.rbl(. ¡s tr¡s sn coNtitueió¡ ño s(iL()implic¡Lr¡¡ tij¿¡ rn¡ \¿rie dc l¡zos irñ¡kü¡lcs con las getrci¡.iürs tutuf¡s, como el odcn d. suosntn o conserv¡¡ ¿t ¡Drbr€ y los ip.Llidos. T¡nrbi¿nsuponi¡n a.sp.t¡r l¡s .l¡üsulas cstipul¡d¡s por.l lundador au¡. .trc, &r!ó pldo o¡rP|oLr¡ruea ¡inál.s dcl siglo XVlll, tist¿sfL¡c¡any¡ fi¡lnr¡ro ¡nft,.o¡ó¡ricas ¿. 16 c¿mnropudda cst¡r t¡¡¿üo,. anr existe(Riv.f¡, 2([)L).t)r ¡hi la .oD\teii ¡ lr\kr¡blc ^údqur.l h¡r¡¡¡ de co¡se.ueNi¡s n. bus.¡d¡s y hasta.ompl.r¡ni(¡tu oFlr.sraso ¡o des€ad¡. rürndo rr. .tf,i ün¿ detcnnimda ¡:l..isión 104 ETBLTOCRAFIA ,Ítll'E rcpn nnd.ma, ALESSI,G.: Il so¡¡¡leffo ¿ l'odine. 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