Reforma a los Arts. 18, 21 y 104 Constitucional.

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Iniciativa con Proyecto de Decreto que reforma los artículos 18, 21 Y 104
de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos
4 de octubre de 2007
INICIATIVA QUE REFORMA LOS ARTÍCULOS 18, 21 Y 104 DE LA CONSTITUCIÓN
POLÍTICA DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS, SUSCRITA POR DIVERSOS
DIPUTADOS DEL GRUPO PARLAMENTARIO DEL PRD
Los suscritos, diputados federales a la LX Legislatura e integrantes del Grupo Parlamentario del
Partido de la Revolución Democrática, con fundamento en lo dispuesto en las fracciones II del
artículo 71 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y II del artículo 55 del
Reglamento para el Gobierno Interior del Congreso General de los Estados Unidos Mexicanos,
ponen a la consideración de esta honorable asamblea iniciativa con proyecto de decreto que
reforma y adiciona los artículos 18, 21 y 104 de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos, al tenor de la siguiente
Exposición de Motivos
Esta iniciativa, compuesta de dos grandes apartados, es una parte de la reforma del Poder
Judicial, en lo general, y del sistema penitenciario, en lo particular, que los integrantes del Grupo
Parlamentario del Partido de la Revolución Democrática, en cumplimiento de nuestra propuesta
de reforma del Estado, presentamos.
Primero. Las prisiones en México no han sido consideradas un rubro sustantivo o relevante en la
agenda política y en las políticas de asignación de recursos. Las prisiones son vistas como un
gasto que siempre sería deseable economizar. Esta posición ha provocado que las prisiones se
conviertan en lugares donde sistemáticamente se violan los derechos humanos de los reclusos.
A pesar de que por mandato constitucional se precisa que los reclusos tienen derecho a la
educación, al trabajo y a la capacitación para éste, en las prisiones no hay las condiciones
necesarias para que los reclusos ejerzan esos derechos.
Los internos de nuestras prisiones tampoco tienen acceso al derecho a la salud. La precariedad
económica existente en los servicios médicos provoca que, en ocasiones, los médicos no
puedan siquiera atender lo elemental.
Respecto a la alimentación, los administradores de las prisiones se han acostumbrado a otorgar
una deficiente alimentación a la población penitenciaria.
En cuanto a las condiciones de alojamiento, la mayoría de las instalaciones son viejas,
insalubres y deterioradas. A lo anterior se agrega la sobrepoblación de la mayoría de las
cárceles del país.
El hacinamiento obstaculiza el normal desempeño de funciones esenciales de los sistemas
penitenciarios como la salud, la seguridad o el régimen de visitas, y el de otras funciones
fundamentales y que por desgracia en muchos casos se imposibilita su desarrollo de manera
adecuada; nos referimos a los tratamientos para combatir las diferentes adicciones que padecen
los reclusos, a la recreación, a la visita íntima. Esto implica violar derechos fundamentales, tanto
de la población interna como de los empleados y directivos, que deben realizar sus funciones en
condiciones muy difíciles y arriesgadas.
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Si analizamos las condiciones enumeradas, no podemos esperar que los internos que viven en
esas condiciones logren una adecuada "readaptación social".
Por lo expuesto, se considera impostergable modificar el texto del artículo 18 constitucional a fin
de enfatizar que los reclusos deben gozar y ejercer los derechos humanos que les consagra la
Constitución.
La pena de prisión afecta uno de los mayores bienes que tiene el ser humano: la libertad. Sin
embargo, en ocasiones, el ciudadano que viola la ley debe ser sancionado restringiéndole ese
preciado bien. Pero no podemos considerar que todos los sentenciados han ofendido a la
sociedad de la misma manera o con igual intensidad. Por eso hay prisiones de diferentes niveles
de seguridad. Los penales de máxima seguridad deben estar reservados para los delincuentes
que con su actuar han ofendido gravemente a la sociedad o que exista el enorme riesgo de que
por su poderío económico o influencia con otras bandas delictivas puedan evadirse de un centro
de reclusión de media o mínima seguridad.
Pero en los últimos tiempos hemos visto cómo luchadores sociales que no representan un
peligro para la sociedad han sido internados en los centros federales de máxima seguridad sin
cumplir el perfil criminológico que se requiere para ello, únicamente porque no están de acuerdo
con las políticas sociales y económicas de las autoridades administrativas.
Por eso se propone modificar el artículo 18 constitucional, a fin de evitar que luchadores sociales
o, incluso, sentenciados por delitos del orden común o federal que no cumplan el perfil
criminológico exigido para ser internado en un penal de máxima seguridad sean victimizados por
las autoridades administrativas y puedan cumplir sus condenas en penales de tratamiento
adecuadas a su peligrosidad o perfil criminológico.
A fin de adecuar la terminología de nuestra Carta Magna a los tratados internacionales de que
México forma parte, se propone quitar la palabra reo del artículo 18 constitucional, por
considerarla infamante y denigrante, y usar en su lugar sentenciado o recluso.
Debido a las numerosas modificaciones que a lo largo de los años ha tenido el artículo 18
constitucional, se considera que el orden actual de los párrafos no es el adecuado, pues se pasa
de un tema a otro sin propósito, propiciando poca claridad en su contenido. Por ese motivo se
propone recorrer los actuales párrafos cuarto, quinto y sexto, que se refieren al sistema integral
de justicia para adolescentes, a los lugares séptimo, octavo y noveno, como último párrafo del
artículo.
Segundo. Nuestra intención al proponer la iniciativa es transformar el sistema penitenciario, pero
esto no será posible si la ejecución de las penas permanece bajo el control absoluto del
Ejecutivo. Por tanto, se propone limitar la facultad del Ejecutivo únicamente a la administración
de las prisiones y otorgar la facultad de ejecutar lo juzgado al Poder Judicial. Para lograrlo, se
crea la figura de "jueces de ejecución de sentencias", que dependerán obviamente del Poder
Judicial.
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Con esta división se dará a cada ámbito de poder lo que le corresponde: al Ejecutivo, la
administración de las prisiones; y al Judicial, la de ejecutar las sentencias.
Se afirma que la facultad de ejecutar la pena debe trasladarse al Poder Judicial, debido a que
dejar la ejecución en manos de la administración rompe una secuencia, es decir, la misma
autoridad judicial que pronunció la sentencia debe vigilar que la pena se cumpla estrictamente,
conforme a derecho, en la forma pronunciada en la ejecutoria.
Los periodos de vida que los reclusos pasan en prisión cumpliendo sus sentencias no consisten
en un simple transcurrir del tiempo: en esos lapsos suceden muchos eventos que debe
supervisar la autoridad judicial; por ejemplo, la aplicación de penas alternativas a la de prisión, la
concesión de beneficios o el lugar donde se deba extinguir la pena.
Por lo anterior, se propone modificar los artículos 18 y 21 de la Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos a fin de limitar la facultad del Ejecutivo únicamente a la
administración de las prisiones y de otorgar la ejecución de las sentencias al Poder Judicial.
Tercero. Por supuesto que esta modificación obligará al Poder Judicial a especializar al personal
que se ocupará de esta función y a capacitarlo en materias como la psiquiatría y psicología
criminal, penitenciarismo, victimología, estudio sistematizado de los documentos internacionales
suscritos por México en materia de derechos humanos de los sentenciados y su forma de trato y
tratamiento, estadística y ejecución penal, entre otras.
Pero, en todo caso, la figura de "juez de ejecución" se debe fundamentar en función del principio
de legalidad Ejecutivo-penal y debe asegurar el cumplimiento de las penas y controlar las
diversas situaciones que se pueden producir en el cumplimiento de aquéllas, así como de las
decisiones que sobre dicha ejecución puede adoptar la administración penitenciaria.
Esta atribución competencial supone el sometimiento pleno a la revisión y al control jurisdiccional
del conjunto de las actuaciones que pueden darse en el cumplimiento de las penas, con lo que
se completa, en términos jurídicos, la totalidad de las facetas que componen el procedimiento
penal, que quedan así bajo el control jurisdiccional.
En mérito de lo expuesto, con fundamento en los artículos 71, fracción II de la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos y 55, fracción II, del Reglamento para el Gobierno
Interior del Congreso General de los Estados Unidos Mexicanos, sometemos a la consideración
del Congreso de la Unión el siguiente
Proyecto de Decreto
Artículo Primero. Se reforman y adicionan los párrafos primero, segundo, tercero, séptimo y
octavo, y los anteriores párrafos cuarto, quinto y sexto se recorren a los lugares sexto, séptimo y
octavo, del artículo 18 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, para quedar
como sigue:
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Artículo 18. Sólo por delito que merezca pena corporal habrá lugar a prisión preventiva. Los
centros de prisión preventiva serán distintos de los que se destinaren para la extinción de
las penas y estarán completamente separados. Las mujeres estarán en lugares separados
de los destinados a los hombres durante la prisión preventiva y la ejecución de las
sentencias.
Los gobiernos de la federación, de los estados y del Distrito Federal administrarán el sistema
penal, en sus respectivas jurisdicciones, sobre la base del trabajo, la capacitación para
éste y la educación como medios para la readaptación social del delincuente, dentro de un
marco de estricto respeto al ejercicio y disfrute de los derechos humanos consagrados en
esta Constitución, que tenga como fin primordial la reinserción social de los sentenciados
a penas y medidas de seguridad privativas de libertad.
Nadie podrá ser internado en un centro de reclusión federal de máxima seguridad sin que
cumpla el perfil criminológico exigido para ello y sin que medie orden judicial.
Los sentenciados, en los casos y las condiciones que establezca la ley, podrán compurgar sus
penas en los centros penitenciarios más cercanos a su domicilio, a fin de propiciar su
reintegración a la comunidad como forma de readaptación social.
Los sentenciados de nacionalidad mexicana que se encuentren compurgando penas en el
extranjero podrán ser trasladados a la república para que cumplan sus condenas con base en los
sistemas de reinserción social previstos en este artículo, y los sentenciados de nacionalidad
extranjera por delitos del orden federal o del fuero común podrán ser trasladados a su país de
origen o residencia, sujetándose a los tratados internacionales que se hayan celebrado para ese
efecto. El traslado de los reclusos sólo podrá efectuarse con su consentimiento expreso.
...
...
...
Artículo Segundo. Se reforma el primer párrafo y se agrega un segundo párrafo al artículo 21
de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, para quedar como sigue:
Artículo 21. La imposición de las penas y la ejecución de lo juzgado son propias y
exclusivas de la autoridad judicial, con excepción de lo establecido en la fracción XIV del
artículo 89.
La investigación y persecución de los delitos incumben al Ministerio Público, el cual se auxiliará
con una policía que estará bajo su autoridad y mando inmediatos. Compete a la autoridad
administrativa la aplicación de sanciones por las infracciones de los reglamentos gubernativos y
de policía, las que únicamente consistirán en multa o arresto hasta por treinta y seis horas; pero
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si el infractor no pagare la multa que se le hubiese impuesto, se permutará ésta por el arresto
correspondiente, que no excederá en ningún caso de treinta y seis horas.
...
...
Artículo Tercero. Se reforma la fracción I del artículo 104 de la Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos, para quedar como sigue:
Artículo 104. Corresponde a los tribunales de la federación conocer
I. De todas las controversias del orden civil, criminal y de ejecución de sentencias que
se susciten sobre el cumplimiento y la aplicación de leyes federales o de los tratados
internacionales celebrados por el Estado mexicano. Cuando dichas controversias sólo
afecten intereses particulares, podrán conocer también de ellas, a elección del actor, los
jueces y los tribunales del orden común de los estados y del Distrito Federal. Las
sentencias de primera instancia podrán ser apelables ante el superior inmediato del juez
que conozca del asunto en primer grado.
I-B. ...
Transitorio
Artículo Único. El presente decreto entrará en vigor a los trescientos sesenta y cinco días
siguientes a su publicación en el Diario Oficial de la Federación.
Salón de sesiones de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, a 4 de octubre de
2007.
Diputados: Javier González Garza, Andrés Lozano Lozano, Claudia Lilia Cruz Santiago,
Armando Barreiro Pérez, Francisco Sánchez Ramos, Victorio Rubén Montalvo Rojas, Francisco
Javier
Santos
Arreola,
Miguel
Ángel
Arellano
Pulido
(rúbricas).
QUE REFORMA EL ARTÍCULO 11 DE LA LEY DE LA COMISIÓN NACIONAL DE LOS
DERECHOS HUMANOS, A CARGO DE LA DIPUTADA YARY DEL CARMEN GEBHARDT
GARDUZA, DEL GRUPO PARLAMENTARIO DEL PRI
La suscrita diputada federal Yary del Carmen Gebhardt Garduza, integrante de la LX Legislatura
del honorable Congreso de la Unión, a nombre del Grupo Parlamentario del Partido
Revolucionario Institucional, con fundamento en los artículos 71, fracción II, y 72 de la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos; y 55, fracción II, 56 y 60 del Reglamento
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para el Gobierno Interior del Congreso General de los Estados Unidos Mexicanos, someto a la
consideración del Pleno de la Cámara de Diputados, la siguiente iniciativa con proyecto de
decreto por el que se reforma el artículo 11 de la Ley de la Comisión Nacional de los Derechos
Humanos.
Exposición de Motivos
Los derechos humanos son un conjunto de principios que garantizan la dignidad del ser humano.
Estos derechos, tienen como objetivo primordial de establecer un código de conducta a aquellos
gobiernos que, en el ejercicio del poder, violan derechos de los ciudadanos.
En un Estado democrático los derechos humanos legitiman y fundan al Estado mismo, es decir,
los poderes funcionan al servicio de la garantía de los derechos fundamentales, lo que se
traduce en un deber de impedir transgresiones a los derechos de libertad y de satisfacer
derechos sociales.
Con relación estrecha a lo anterior, se estima que su satisfacción exige acumular diversos
dispositivos de garantía complementarios y alternativos. Así, además de la tradicional vía
jurisdiccional de protección, existe la vía no jurisdiccional para garantizar, de manera ágil y
menos formalista, el acatamiento de los agentes del Estado a los límites establecidos por los
derechos humanos.
En México, la creación de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) significó un
gran paso hacia la consolidación de un Estado democrático de derecho. Su objetivo esencial se
centra en la protección, observancia, promoción, estudio y divulgación de los derechos humanos
que ampara el orden jurídico mexicano. Sin embargo, dada la indudable relación que existe entre
la figura de su presidente y la institución misma, la confianza que se deposite en la CNDH
depende en mucho de quién sea designado como su titular. El presidente de la CNDH
representa en su persona, toda la fuerza política y moral del ombudsman, por ello, el proceso de
su nombramiento es crucial para crear y mantener la confianza en toda la institución.
La legitimidad del presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, el ombudsman
de México, se deriva primordialmente de su autonomía frente al Ejecutivo federal. El artículo 102
fracción B de la Constitución federal, establece la base para la elección del presidente de la
CNDH, en aras de que esta misma sea transparente y legítima. Este precepto constitucional
señala que el presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, debe ser elegido por el
voto de las dos terceras partes de los miembros presentes de la Cámara de Senadores o, en sus
recesos, por la Comisión Permanente del Congreso de la Unión, con la misma votación
calificada. El objetivo de esta disposición legal fue trasladar la elección al ámbito del Poder
Legislativo, sin influencia del Ejecutivo y así garantizar la legalidad de quien sea seleccionado
para tan importante tarea.
En este marco, la labor encomendada a los senadores para elegir a quien representará al pueblo
en la defensa de sus derechos debe estar guiada por los parámetros contenidos en el artículo
9o. de la Ley de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos.
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En razón de lo anterior, las fracciones IV y V del mismo artículo tratan de asegurar que el
presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos no tenga vínculos directos ni con
la administración pública ni con los partidos políticos, con el fin de garantizar su independencia
efectiva.
La autonomía de la CNDH y la independencia de su presidente forman un binomio indisoluble y
absolutamente necesario para garantizar la imparcialidad de sus resoluciones. Sin autonomía, el
organismo puede quedar supeditado a los designios de aquella autoridad a la que se encuentre
vinculado; mientras que sin independencia, su presidente siempre estará dispuesto a rendirse
frente a los poderes a los que sirva y –de manera irremediable– dejará la defensa de los
derechos humanos atada a intereses ajenos.
Por ello, para garantizar la independencia de los derechos humanos, y que éstos no están
supeditados a intereses políticos y partidistas, es necesario que la Comisión de Derechos
Humanos del Senado, en conjunto con la sociedad civil, aseguren que el próximo a ocupar el
cargo de presidente de la CNDH, cumpla cabalmente con todos los requisitos que exige la ley en
la materia.
Estoy convencida, de que la vía más efectiva para asegurar la independencia del ombudsman en
el momento de su elección, es la garantía de que con su designación existirá una representación
plural capaz de cooperar en las tareas de protección y promoción de los derechos humanos.
Es importante señalar, que el contar con el apoyo de los principales grupos de organizaciones no
gubernamentales (las ONG) dedicadas a la promoción y defensa de los derechos humanos, el
presidente de la CNDH tendrá siempre la posibilidad de saber lo que esta sucediendo en su
ámbito territorial con respecto a las violaciones de derechos humanos; por lo que en su elección
tiene que asegurarse que efectivamente la mayoría de los intereses de la sociedad civil se
encuentran representados por la persona propuesta.
Cabe aclarar que no se trata de que obtenga el cargo aquél candidato que reúna al mayor
número de las ONG, sino que se debe verificar que los grupos que apoyan a una determinada
persona sean aquellos que trabajan de manera seria y comprometida por la defensa de los
derechos humanos.
Ahora bien, el artículo 11 de la Ley de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, otorga al
presidente de la CNDH la posibilidad de ser reelegido por una sola vez.
Cargo que además de considerar que otros candidatos no cubran de mejor manera el perfil al
que hemos hecho referencia en los párrafos anteriores, la Comisión de Derechos Humanos del
Senado de la República debe analizar la gestión del ombudsman en funciones para integrarlo
nuevamente en una terna. En efecto, cuando un ombudsman pretende volver a ocupar el alto
cargo para el que fue designado, tiene que evaluarse irremediablemente el trabajo que ha
efectuado.
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En razón de todo lo anterior es por lo que se pretende reformar el artículo 11 de la Ley de la
Comisión Nacional de los Derechos Humanos, para que el presidente dure en su cargo siete
años estipulados y no pueda ser reelecto al mismo cargo.
Con el aumento de dos años al periodo de ejercicio, se pretende otorgar más tiempo a fin de que
no se interrumpan asuntos prioritarios, y con ello, dar continuidad para que se resuelvan o se
cumplan las recomendaciones emitidas por la comisión. Con lo anterior se garantizará que no se
burocratice, o se desvirtúe la función del presidente de la CNDH, lo cual, atentaría gravemente
contra la democracia y la defensa de los derechos fundamentales de la ciudadanía.
Lo anterior se propone en aras de que la designación del presidente de la Comisión Nacional de
los Derechos Humanos, fortalezca institucionalmente a la misma, y le de dinamismo y
confiabilidad a este organismo.
La importancia de la figura del presidente de la CNDH, es desempeñar un puente entre la
sociedad y el gobierno, teniendo como primer objetivo privilegiar los procedimientos de
conciliación que comprometieran a las autoridades responsables a restituir el derecho vulnerado
del quejoso; dar calidad en la atención brindada a las quejas; nivel de aceptación y cumplimiento
de las recomendaciones; prudencia y oportunidad de los llamados a las autoridades para
exhortarlos al respeto a los derechos humanos, señalar y poner a la luz de los principales
problemas de derechos humanos en el país, y colaborar con la sociedad civil para enfrentar las
violaciones de derechos humanos.
Compañeras y compañeros legisladores: La vigencia plena de los derechos humanos en México,
es una medida de lo que nos falta por hacer, pero también de lo mucho que hemos avanzado.
Conocemos nuestras debilidades, pero también sabemos donde residen nuestras fortalezas.
Sabemos que la sociedad enfrenta problemas muy complejos, cuyo tratamiento requiere del
acuerdo de todos los actores y sectores políticos. Esto, sin embargo, no significa que optemos
por visiones importadas o impuestas, sino más bien nos obliga a que seamos protagonistas de
nuestro propio futuro, basados en la realidad que nos ocupa.
No se pueden superar nuestros rezagos sin una política integral de derechos humanos, que
refleje la visión de un Estado plenamente democrático, comprometido con la legalidad, teniendo
como su base y principio el respeto a la persona humana, como mandato insoslayable de la
Constitución mexicana; una política de Estado que trascienda las acciones coyunturales y
aisladas, para que aborde el tema en su conjunto.
Estamos comprometidos en hacer de México un país donde la libertad y la dignidad sean
plenamente respetadas día a día. Para conseguirlo, todos debemos renovar nuestro compromiso
y poner en vigencia acciones precisas, ya que tenemos la dicha de vivir en un país libre, plural y
representativo.
Entre todos, dependencias gubernamentales, organismos públicos de derechos humanos,
sociedad civil, tenemos la gran oportunidad de seguir sumando para hacer del país, uno más
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democrático, más próspero y con mayores oportunidades, un mejor lugar para vivir, más justo,
un mejor México como todos queremos.
Por lo anterior se somete a consideración de esta honorable asamblea, la presente iniciativa con
proyecto de
Decreto
Único. Se reforma el artículo 11 de la Ley de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos,
para quedar como sigue:
Artículo 11. El presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos durará en su
encargo siete años; y no podrá ser reelecto para ocupar el cargo en el periodo posterior
inmediato.
Transitorios
Primero. Quedará sin efecto cualquier disposición que se ponga al presente ordenamiento.
Segundo. El presente decreto entrará en vigor el día siguiente al de su publicación en el Diario
Oficial de la Federación.
Tercero. El presente decreto entrará en vigor al día siguiente de su publicación, y el actual
presidente durará en su encargo los cinco años para los que fue reelecto. Si por alguna razón no
terminara su periodo, el nuevo Presidente se sujetará a lo establecido en el artículo 11 de la Ley
de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos.
Palacio Legislativo, a 4 de octubre de 2007.
Diputadas: Yary del Carmen Gebhardt Garduza (rúbrica), Mayra Gisela Peñuelas Acuña
(rúbrica), María Beatriz Pagés Llergo Rebollar (rúbrica), Martha Hilda González Calderón
(rúbrica), Bertha Yolanda Rodríguez Ramírez (rúbrica), Arely Madrid Tovilla (rúbrica), Elizabeth
Morales García (rúbrica), María Mercedes Colín Guadarrama (rúbrica), María Oralia Vega Ortiz
(rúbrica), Patricia Villanueva Abraján (rúbrica), Sara Latife Ruiz Chávez (rúbrica), Araceli
Escalante Jasso (rúbrica), Elda Gómez Lugo (rúbrica), Juana Leticia Herrera Ale (rúbrica),
Lorena Martínez Rodríguez (rúbrica), Lilia Guadalupe Merodio Reza (rúbrica), María del Carmen
Pinete
Vargas
(rúbrica),
Lourdes
Eulalia
Quiñones
Canales
(rúbrica).
Fuente: gaceta.diputados.gob.mx
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