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José Luis Gil y Gil
Catedrático de Derecho
del Trabajo de la
Universidad de Alcalá
Miembro del Consejo
Asesor de Sagardoy
Abogados
El Real Decreto-ley 8/2010, de 20 de
mayo, por el que se adoptan medidas extraordinarias para la reducción del déficit público, modificó distintos preceptos
de la Ley 26/2009, de 23 de diciembre,
de Presupuestos Generales del Estado
(LPGE) para 2010, con el objetivo de reducir, en términos anuales, un 5 por ciento
la masa salarial de los funcionarios y del
personal laboral al servicio del sector
público, estatal, autonómico o local. Con
los matices que ahora veremos, el personal laboral que presta servicios para el
sector público administrativo, empresarial
o fundacional se halla sometido a las normas en materia de empleo público y, en
particular, a las limitaciones en materia de
retribuciones que establecen las Leyes de
Presupuestos Generales del Estado. En las
páginas que siguen, analizaré la reducción
de las retribuciones que preveía el Real
Decreto-ley 8/2010, de 20 de mayo, y la
constitucionalidad de la medida. Dejo para
otro comentario un estudio más detallado de las relaciones entre la negociación
colectiva del personal laboral al servicio
del sector público y las limitaciones a los
gastos de personal que contienen las Leyes
de Presupuestos Generales del Estado.
Reducción de las
retribuciones
Según la redacción del artículo 22 de la
LPGE para el año 2010, tras la modificación del Real Decreto-ley 8/2010, de 20
de mayo, las retribuciones del personal
al servicio del sector público no pueden
experimentar un incremento global superior al 0,3%, con respecto a las del año
2009, desde el 1 de enero al 31 de mayo
de 2010, en términos de homogeneidad
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Relaciones laborales
El consultor
para los dos periodos de comparación. Además, el Real
Decreto-Ley impone una reducción de la masa salarial
de un 5% en términos anuales, con efectos del 1 de
junio de 2010. Tal medida se articula formalmente como
una modificación de los preceptos correspondientes
de la LPGE para el año 2010. La reducción retributiva
que lleva a cabo el Real Decreto-ley afecta al conjunto
de los empleados públicos, tanto de régimen administrativo como laboral, en los términos del artículo 1
de la Ley 7/2007, de 12 de abril, del Estatuto Básico
del Empleado Público. Pero, para su aplicación efectiva,
distingue entre uno y otro grupo. Para el personal
funcionario y asimilado, el propio Real Decreto-ley
incorpora directamente una serie de mandatos, que
dicen ajustarse a criterios de progresividad, y de los
que resultan las cuantías retributivas, y el porcentaje
efectivo de reducción salarial, que corresponden a cada
cuerpo o escala a partir de ese momento. Por otro
lado, dicta normas específicas para el personal laboral,
con el fin de reconocer la función de la negociación
colectiva y garantizar, a la vez, la eficacia de la decisión
de reducción.
Así pues, la reducción afecta al personal laboral del
sector público, tal como lo define y delimita el apartado
1 del artículo 22 de la LPGE para 2010, e incluso a los
trabajadores que no están sometidos a un convenio
colectivo, o a los que estando sometidos al mismo aún
no habían terminado el proceso de negociación en el
momento de entrada en vigor del Real Decreto-ley.
Con todo, existen algunas excepciones. Así, el propio
artículo 22. Dos, apartado cuarto, declara que no será
de aplicación al personal laboral “cuyas retribuciones
por jornada completa no alcancen 1,5 veces el salario
mínimo interprofesional”. Por otro lado, la disposición
adicional 9ª del Real Decreto-ley declara que la reducción salarial “no será de aplicación al personal laboral
no directivo de las sociedades mercantiles a que se
refiere el apartado Uno.g del artículo 22 de la citada
Ley ni al personal laboral no directivo de las Entidades
Públicas Empresariales RENFE, ADIF y AENA, salvo
que por negociación colectiva las partes decidan su
aplicación”. De este modo, el Real Decreto-Ley acepta
las especificidades de esas sociedades y entidades del
sector público empresarial, y excluye de su ámbito de
aplicación al personal laboral no directivo que preste
servicios en ellas. Probablemente, el respeto a la negociación colectiva es el factor que explica esa exclusión
inicial. Lo deja ver de manera clara la salvedad que, a
tales efectos, hace la citada disposición, al señalar que
Constitucionalidad
de las reducciones
salariales al
personal al servicio
del sector público
“por negociación colectiva” las partes interesadas
podrán decidir su aplicación en ese ámbito.
Antes de proseguir, conviene tener presente que por la
masa salarial se entiende el conjunto de las retribucio-
nes salariales y los gastos de acción social devengados
por el personal laboral al servicio del sector público.
Aunque el artículo 25, apartado Uno, de la LPGE para el
año 2010, en la redacción dada por el Real Decreto-ley
8/2010, de 20 de mayo, incluye también las percepciones
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extrasalariales en la masa salarial, declara luego que
quedan fueran todas las percepciones extrasalariales
que aparecen en el artículo 26.2 del Estatuto de los
Trabajadores y, además, las cotizaciones al sistema de
la Seguridad Social a cargo del empresario. En suma,
la masa salarial está compuesta por el salario base
y los complementos salariales fijados en función de
circunstancias relativas a las condiciones personales
del trabajador, al trabajo realizado o a la situación y
resultados de la empresa (art. 26.3 ET), previstos en
el convenio colectivo que sea de aplicación, o en los
contratos individuales de trabajo.
Constitucionalidad de la medida
Pues bien, el Auto del Tribunal Constitucional de 7 de
junio del año 2011, que resuelve la cuestión de inconstitucionalidad promovida por el Auto de la Audiencia
Nacional 63/2010, de 28 de octubre de 2010 (Ar. 2632), ha
refrendado la afectación por el Real Decreto-ley 8/2010,
de 20 de mayo, a la legislación presupuestaria en forma
de reducción para aquellas retribuciones previstas por
los convenios colectivos aplicables al personal laboral
del sector público. Entre otros motivos, la Audiencia
Nacional señalaba la posible vulneración del contenido
esencial del derecho fundamental a la libertad sindical
(art. 28.1 CE), en relación con el derecho a la negociación
colectiva (art. 37.1 CE), que habría supuesto la redacción
dada por el Real Decreto-ley 8/2010, de 20 de mayo,
a los artículos 22.4 y 25 de la LPGE para 2010, en los
que se preveía una reducción del 5 por ciento de las
nóminas pertenecientes al sector público previsto en la
propia norma, afectando así a las retribuciones previstas
para los trabajadores de la Fábrica Nacional de Moneda
y Timbre-Real Casa de la Moneda, en función de su XI
Convenio Colectivo.
El Auto del Tribunal Constitucional de 7 de junio de
2011 considera notoriamente infundada la cuestión
planteada, y resuelve que el Real Decreto-ley 8/2010,
al transponer los artículos 22.4 y 25 a la LPGE para
2010, no ha franqueado los límites que le impone la
Constitución de no afectar a los derechos, deberes
y libertades de su Título I, en particular del derecho
de negociación colectiva reconocido en el artículo
37.1, por cuanto no regulan el régimen general del
derecho a la negociación colectiva reconocido en
este precepto constitucional, ni nada disponen sobre
la fuerza vinculante del convenio colectivo concernido
por el conflicto.
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En todo caso, el Auto del Tribunal Constitucional recuerda que, “en virtud del principio de jerarquía normativa, es el convenio colectivo el que debe respetar
y someterse no solo a la ley formal, sino, más genéricamente, a las normas de mayor rango jerárquico y
no al contrario”.
Respecto a la reducción salarial de personal laboral sometido a convenios colectivos en el sector público, esta
resolución constitucional sigue los pronunciamientos
habidos como consecuencia de la decisión gubernamental de 1997, de no incrementar las retribuciones
de los funcionarios públicos en la forma prevista en
acuerdos colectivos adoptados con anterioridad a dicha
actuación del ejecutivo.
La doctrina judicial convalidó la decisión del gobierno,
declarando su adecuación a derecho. Hay que recordar que inicialmente la Sentencia de la Audiencia
Nacional, Sala de lo Contencioso-Administrativo, de
7 de noviembre de 2000 (Ar. 2585) anuló la actuación
gubernamental. Pero, posteriormente, la avalaron la
Sentencia del Tribunal Supremo, Sala de lo Contencioso-Administrativo, de 21 de marzo de 2002 (Ar.
4318) y el Auto del Tribunal Constitucional de 31 de
enero de 2005.
Desde luego, son ya muy numerosas las Sentencias de
los Tribunales Superiores de Justicia que han admitido
que el Real Decreto-ley 8/2010, de 20 de mayo, se aplica
también al personal laboral perteneciente al sector público que está sometido a un convenio colectivo. Cabe
mencionar las SSTSJ de Cataluña de 20 de diciembre
de 2010 (Ar. 1694/2011), 16, 22 y 28 de marzo del año
2011 (Ar. 1782, 969 y 1130), 2, 4, 27 y 31 de mayo de
2011 (Ar. 1770 y 1771, y JUR 292934 y 292379); País
Vasco de 18 de enero de 2011 (Ar. 316), 8 de febrero
de 2011 (JUR 304903), 15 y 22 de marzo de 2011 (Ar.
967 y JUR 303211), 5 de abril de 2011 (JUR 302644) y
21 de junio de 2011 (JUR 299153); Castilla-La Mancha
de 8 de febrero de 2011 (Ar. 1715) y Galicia de 10 de
febrero de 2011 (JUR 115772) y 11, 16 y 23 de marzo
de 2011 (JUR 179978, y Ar. 1115 y Ar. 1124). Al traer
su origen en la aplicación de una ley, que obviamente
prima sobre los términos acordados en el convenio
colectivo, se produce una modificación unilateral, sin
que sea necesario acudir a los trámites previstos en
el artículo 41 del ET para la modificación sustancial
de las condiciones de trabajo (SSTSJ de Cataluña de
28 de marzo de 2011, Ar. 1130, y 31 de mayo de 2011,
JUR 292379).¾
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