Mesa 2 Ponencia 10 - Instituto de la Judicatura Federal

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Segunda
Reunión Regional
del Pleno del Consejo de
la Judicatura Federal
con magistrados de Circuito
y jueces de Distrito
Ponencia de la Magistrada
Emma Margarita Guerrero Osio
Mesa 2
Ciudad de México, 20 y 21 de enero de 2012
INTERÉS JURÍDICO E INTERÉS LEGÍTIMO
Como es del conocimiento general, según la reforma constitucional, el promovente del amparo deberá
acreditar ser titular de un derecho (interés jurídico) o de un interés legítimo individual o colectivo, lo cual
excluye al interés simple.
La reforma citada, en la parte que interesa, señala textualmente:
“Art. 107.- Las controversias de que habla el artículo 103 de esta Constitución, con excepción de
aquellas en materia electoral, se sujetarán a los procedimientos que determine la ley reglamentaria, de acuerdo con las bases siguientes:
I.- El juicio de amparo se seguirá siempre a instancia de parte agraviada, teniendo tal carácter
quien aduce ser titular de un derecho o de un interés legítimo individual o colectivo, siempre
que alegue que el acto reclamado viola los derechos reconocidos por esta Constitución y con
ello se afecte su esfera jurídica, ya sea de manera directa o en virtud de su especial situación
frente al orden jurídico.
(…)”
Si bien ni la doctrina ni la jurisprudencia mexicanas han definido con precisión el concepto de interés
legítimo, en las jurisprudencias 2ª./J. 141/2002 y 2ª./J. 142/2002, la Segunda Sala de la Suprema Corte de
Justicia de la Nación sostuvo que basta con que la persona física o moral resienta una lesión objetiva en
su esfera jurídica, derivada de su peculiar situación en el orden jurídico para que se considere que le
asiste interés legítimo para iniciar la acción, resultando intrascendente, para ese propósito que sea, o no,
titular del respectivo derecho subjetivo. Es decir, el interés jurídico tiene una connotación diversa a la del
legítimo, pues mientras el primero requiere que se acredite la afectación a un derecho subjetivo, el
segundo supone únicamente la existencia de un interés cualificado respecto de la legalidad de los actos
de que se trate, el que proviene de la afectación a la esfera jurídica del individuo, ya sea directa o derivada
de su situación particular respecto del orden jurídico.
Las tesis jurisprudenciales que se hizo referencia, textualmente dicen:
“INTERÉS LEGÍTIMO E INTERÉS JURÍDICO. AMBOS TÉRMINOS TIENEN DIFERENTE CONNOTACIÓN EN EL JUICIO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO.” De los diversos procesos de reformas y
adiciones a la abrogada Ley del Tribunal de lo Contencioso Administrativo del Distrito Federal, y del que
dio lugar a la Ley en vigor, se desprende que el legislador ordinario en todo momento tuvo presente las
diferencias existentes entre el interés jurídico y el legítimo, lo cual se evidencia aún más en las discusiones correspondientes a los procesos legislativos de mil novecientos ochenta y seis, y mil novecientos
noventa y cinco. De hecho, uno de los principales objetivos pretendidos con este último, fue precisa-
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mente permitir el acceso a la justicia administrativa a aquellos particulares afectados en su esfera
jurídica por actos administrativos (interés legítimo), no obstante carecieran de la titularidad del derecho
subjetivo respectivo (interés jurídico), con la finalidad clara de ampliar el número de gobernados que
pudieran accesar al procedimiento en defensa de sus intereses. Así, el interés jurídico tiene una connotación diversa a la del legítimo, pues mientras el primero requiere que se acredite la afectación a un
derecho subjetivo, el segundo supone únicamente la existencia de un interés cualificado respecto de la
legalidad de los actos impugnados, interés que proviene de la afectación a la esfera jurídica del
individuo, ya sea directa o derivada de su situación particular respecto del orden jurídico.”
“INTERÉS LEGÍTIMO, NOCIÓN DE, PARA LA PROCEDENCIA DEL JUICIO ANTE EL TRIBUNAL DE
LO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO DEL DISTRITO FEDERAL. De acuerdo con los artículos 34 y
72, fracción V, de la Ley del Tribunal de lo Contencioso Administrativo del Distrito Federal, para la
procedencia del juicio administrativo basta con que el acto de autoridad impugnado afecte la esfera
jurídica del actor, para que le asista un interés legítimo para demandar la nulidad de ese acto, resultando
intrascendente, para este propósito, que sea, o no, titular del respectivo derecho subjetivo, pues el
interés que debe justificar el accionante no es el relativo a acreditar su pretensión, sino el que le asiste
para iniciar la acción. En efecto, tales preceptos aluden a la procedencia o improcedencia del juicio
administrativo, a los presupuestos de admisibilidad de la acción ante el Tribunal de lo Contencioso
Administrativo; así, lo que se plantea en dichos preceptos es una cuestión de legitimación para ejercer
la acción, mas no el deber del actor de acreditar el derecho que alegue que le asiste, pues esto último es
una cuestión que atañe al fondo del asunto. De esta forma resulta procedente el juicio que intenten los
particulares no sólo contra actos de la autoridad administrativa que afecten sus derechos subjetivos
(interés jurídico), sino también y de manera más amplia, frente a violaciones que no lesionen propiamente intereses jurídicos, ya que basta una lesión objetiva a la esfera jurídica de la persona física o moral
derivada de su peculiar situación que tienen en el orden jurídico, de donde se sigue que los preceptos
de la ley analizada, al requerir un interés legítimo como presupuesto de admisibilidad de la acción
correspondiente, también comprende por mayoría de razón al referido interés jurídico, al resultar aquél
de mayores alcances que éste.”
Una reflexión sobre el particular, conduce a los siguientes planteamientos:
Desde el momento en que se emplea el término legítimo, debe entenderse que se trata de un interés legalmente tutelado, en lo que coincide con el interés jurídico y se distingue del interés simple que no supone
esa tutela.
En otros términos, por legitimación debe entenderse la justificación jurídica de algo, como puede ser de
un interés que amerite jurídicamente ser protegido.
La diferencia estriba en que el interés jurídico supone la existencia de un derecho dentro de la esfera
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jurídica particular de un individuo (derecho subjetivo), es decir, que se encuentra dentro de su status
jurídico; en cambio, el interés legítimo no supone una afectación directa al status jurídico, sino una
indirecta, en la medida en que la persona sufre una afectación no en sí misma, sino por encontrarse
ubicada en una especial situación frente al orden jurídico que le permite accionar para obtener el respeto
a su interés jurídicamente tutelado aunque no goce de un derecho subjetivo.
Además, puede estimarse que la afectación al interés legítimo se da en la medida en que el sujeto forma
parte de un ente colectivo que, de manera abstracta, tiene interés en que el orden jurídico opere de
manera efectiva, lo que explica que se hable de un interés individual o colectivo, pero en el entendido en
que la afectación individual sólo podrá darse en la medida en que se forme parte de una colectividad
interesada, pues, de lo contrario, se estaría en presencia de un interés jurídico o de un interés simple.
No obstante que el precepto constitucional se refiere a un interés legítimo individual o colectivo, siempre
supone la pertenencia a una colectividad, porque, independientemente de la afectación al grupo al que
pertenece el quejoso, podría producirse una afectación concreta respecto de él.
Por ejemplo, la autorización para construir un edificio contrario a planes de desarrollo urbano afecta a
todos los habitantes de una zona, pero de manera especial al vecino contiguo quien, por ese motivo,
además de verse afectado en función de su pertenencia a la colectividad, podría, además, resentir alguna
afectación individual que no sufrirían el resto de los habitantes de esa zona.
Esta elaboración conceptual explica y le da sentido a la terminología usada en la reforma constitucional.
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