DERECHO A LA PROPIA IMAGEN: ¿DERECHO PATRIMONIAL O VERTIENTE DEL DERECHO A LA INTIMIDAD? ARTÍCULO Revista Jurídica UIPR Volumen 44 • Número 1 Agosto – Mayo 2009 – 2010 44 Rev. Jur. U. Inter. P.R. 137 (2010) Luis Daniel Dávila Pernas* I. Introducción II. Derecho a la propia imagen cobijado por el derecho a la intimidad III. Derecho a la propia imagen: aspecto patrimonial IV. Análisis estatutario de derecho comparado V. Análisis jurisprudencial de derecho comparado VI. Analogía: Ley de Propiedad Intelectual de Puerto Rico VII. Conclusión y recomendaciones 137 138 150 152 155 156 156 I. Introducción Actualmente, el derecho a la propia imagen es un tema que está evolucionando dentro del ordenamiento jurídico puertorriqueño. Un altísimo porcentaje de los casos que discuten la doctrina de la apropiación de imagen, están relacionados con personas altamente reconocidas por ser figuras públicas. Sin embargo, esto no es determinante a la hora de invocar este derecho. Existen varias jurisdicciones donde se reconoce el derecho a la propia imagen como uno de carácter fundamental, así otorgando a su titular la facultad erga omnes, haciéndolo oponible ante todo el mundo. En Puerto Rico, el tema de la autoimagen se ha desarrollado como una vertiente del derecho a la intimidad, protegido por la Constitución de los Estados Unidos{1}1 y la Carta de Derechos de la Constitución de Puerto Rico.{2}2 Este artículo tiene como propósito, presentar el marco jurídico que reconoce el derecho a la propia imagen como uno revestido de protección constitucional, así como un posible futuro desarrollo del mismo como un derecho expreso, individual y fundamental. Página: 138 II. Derecho a la propia imagen cobijado por el derecho a la intimidad A. Derecho a la intimidad y dignidad del ser humano El derecho individual a la intimidad es uno de los derechos de más alta envergadura en nuestro ordenamiento jurídico. El derecho fundamental a la intimidad y la dignidad de las personas está cobijado dentro de la Carta de Derechos de la Constitución del Estado Libre Asociado de Puerto Rico. La misma dispone que “[l]a dignidad del ser humano es inviolable. ...” y que “[t]oda persona tiene derecho a la protección de la ley contra ataques abusivos a su honra, a su reputación y a su vida privada o familiar”.{3}3 El Tribunal Supremo de Puerto Rico ha establecido que “[e]l mandato constitucional de que se proteja a las personas contra ataques abusivos a su intimidad tiene por fuerza que examinarse teniendo presente consideraciones de tiempo y lugar”.{4}4 Es por esto que ante un reclamo de violación al derecho de intimidad, “la cuestión central es si la persona tiene derecho a abrigar, donde sea, dentro de las circunstancias del caso específico, la expectativa de que su intimidad se respete”.{5}5 Esta norma, sacada de la jurisprudencia norteamericana, ha sido aplicada en muchos casos de naturaleza penal, en específico aquellos de registros y allanamientos irrazonables. Sin embargo, esto no limita la aplicación de esta doctrina a casos de naturaleza distinta. La protección constitucional a la intimidad va más allá de tan sólo un esfuerzo de mantener el orden social. Se trata de imponer un límite a las personas de no inmiscuirse en la vida privada de los demás ciudadanos. Dada la importancia y carácter de este derecho fundamental, el Tribunal Supremo de Puerto Rico ha reconocido que “[l]a protección a lo privado opera ex propio vigore y puede hacerse valer entre personas privadas, eximiéndolas así del requisito de acción estatal necesario para activar los derechos constitucionales de los ciudadanos”.{6}6 Las actuaciones privadas dentro del hogar forman parte de una zona de intimidad personal que ninguna persona ni el Estado tiene derecho a penetrar. De sufrir una intromisión de esta naturaleza, una persona puede invocar una causal en daños al amparo del artículo 1802 del Código Civil de Puerto Rico.{7}7 Cierto es que a pesar de la ausencia de legislación específica en nuestro ordenamiento jurídico que atienda expresamente una controversia sobre una violación al derecho de intimidad, esto no constituye un obstáculo ya que no requiere invocar ley Página: 139 alguna. Basta con invocar las secciones 1 y 8 del artículo II de la Constitución del Estado Libre Asociado de Puerto Rico, para instar una acción civil con el propósito de resarcir por los daños causados mediante violaciones a tales disposiciones. Por otro lado, también pueden hacerse valer estos derechos mediante una demanda en daños, siendo indemnizables los perjuicios causados por una violación al deber de no intervenir con la privacidad de los demás bajo el artículo 1802 del Código Civil.{8}8 i. Derecho a la privacidad No cabe duda que la intromisión en la vida privada o familiar de una persona da lugar a una acción civil extracontractual en daños y perjuicios. El derecho a la privacidad protege a las personas de la vergüenza y humillación que puede surgir cuando su nombre o imagen es usado sin su consentimiento para propósitos de publicidad y comercio. Es decir, protege un derecho personal a estar libre de cualquier ataque que tenga el efecto de perjudicar el bienestar emocional del individuo. Es por esto que cualquier persona que revele o publique hechos relativos a la vida privada de otro, tendrá que responder ante reclamos civiles extracontractuales comprendidos en el artículo 1802 del Código Civil. Nuestra jurisprudencia nos permite concluir que existe una causa de acción en daños y perjuicios contra aquel que sin consentimiento alguno, utilice o reproduzca la imagen de una persona en momentos de su vida privada o fuera de ellos. De igual manera se protege el nombre y la voz de las personas, abriendo el camino a una causa de acción civil extracontractual en daños y perjuicios cuando se utilizan los mismos, sin el debido consentimiento, para fines publicitarios o comerciales. Sobre el derecho a la privacidad, el Tribunal Supremo de los Estados Unidos ha expresado: An actionable invasion of the right of privacy is the unwarranted appropriation or exploitation of one’s personality, the publicizing of one’s private affairs with which the public has no legitimate concern, or the wrongful intrusion into one’s private activities in such a manner as to outrage or cause mental suffering, shame or humiliation to a person of ordinary sensibilities.{9}9 En uno de los artículos más destacados dentro del ámbito del derecho a la intimidad, el reconocido profesor William Prosser definió el término “privacidad” como uno abarcador que incluye cuatro causas de acción disponibles para la imposición de responsabilidad extracontractual.{10}10 Las mismas son: 1) protección del individuo contra la intrusión indebida en su vida privada; 2) la prohibición de Página: 140 divulgar al público aspectos privados e íntimos de la persona, ocasionando vergüenza y humillación como consecuencia de su publicación; 3) la responsabilidad por distorsionar y representar bajo una falsa luz las características individuales de la persona, sacando públicamente de contexto sus posturas o pronunciamientos sin que medie justificación alguna. 4) Por último, el derecho a la intimidad incluye una causa de acción contra todo aquel que se apropia indebidamente del nombre, imagen, o parecido de una persona para propósitos lucrativos o comerciales.{11}11 Otra situación que podría tener el efecto de surgir una causa de acción por daños y perjuicios es la investigación privada. Si la investigación resulta ser una intrusión irrazonable o se realiza de una manera ostensible y atrevida, el investigador será responsable por los daños causados por tal actividad.{12}12 El tomar una foto de las afueras de una casa, o su publicación, no constituye una violación al derecho a la intimidad de las personas, según quedó establecido en Mojica Escobar v. Roca.{13}13 En dicho caso, la esposa de un político (quien era figura pública) y sus hijas, demandaron a un periódico y a su editor por haber tomado fotografías de su residencia en Orlando, Florida y luego publicarlas en un artículo de dicho periódico. El demandado alegó que el propósito de publicar el artículo con la foto era investigar el estado financiero del senador y plantear interrogantes acerca de las fuentes de donde surgió el dinero para comprar dicha casa. El Tribunal Federal para el Distrito de Puerto Rico concluyó que no procedía una causa de acción en daños y perjuicio s por una violación a la intimidad ya que la foto fue tomada desde una vía pública, y tan sólo contenía imágenes de la casa como tal y no de personas.{14}14 Además, la demandante nunca se percató de la presencia del fotógrafo.{15}15 El Tribunal añade que la publicación de la fotografía era el método más adecuado para obtener su propósito legítimo.{16}16 En el 1992, un atleta reconocido y perteneciente al Salón de la Fama de la National Football League (NFL), John Riggins, decidió vender su casa como parte de los trámites pertinentes a su divorcio. El agente de Bienes Raíces creó un folleto de promoción que contenía el nombre de John Riggins para anunciarse en distintas áreas sin el consentimiento del jugador.{17}17 El máximo foro judicial del estado de Virginia resolvió que: Página: 141 The unauthorized use of a person’s name as an integral part of advertising matter has almost uniformly been held actionable. And, a name is used for advertising purposes when it appears in a pubication which, taken in its entirety, was distibuted for use in, or as part of, an advertisement or solicitation for patronage of a particular product or service.{18}18 El Tribunal Supremo de Virginia resolvió a favor de Riggins y validó la constitucionalidad de un estatuto del Estado que reconoce el derecho a la privacidad expresamente. El estatuto lee así: Code § 8.01-40(A) provides that if a person’s name, portrait or picture is used for advertising purposes or for the purpose of trade without written consent, the person may maintain a suit in equity to prevent the use, and may sue and recover damages for any injuries resulting from such use.{19}19 ii. Derecho a la publicidad Una de las diferencias más importantes entre el derecho a la intimidad o privacidad y la protección del derecho a la publicidad es el valor económico del uso del nombre o de la imagen. La persona que solicita protección para el derecho a la publicidad tiene que probar valor comercial de su imagen. El derecho a la publicidad protege a los individuos de la explotación de sus nombres y parecidos para propósitos comerciales. Es decir, protege un derecho propietario, concentrado en el valor económico del nombre y parecido. La violación del derecho a la publicidad se convierte en un enriquecimiento injusto, este fue el caso de Zacchini,{20}20 donde se transmitieron unas imágenes en un noticiario por televisión de una acto completo de un artista. El artista cobraba la entrada por una función que consistía en el lanzamiento de este por un cañón en una feria local. El Tribunal Supremo de los Estados Unidos concluyó que: The broadcast of a film of petitioner’s entire act poses a substantial threat to the economic value of that performance… [T]his act is the product of petitioner’s own talents and energy, the end result of much time, effort, and expense. Much of its economic value lies in the “right of exclusive control over the publicity given to his performance”; “if the public can see the act free on television, it will be less willing to pay to see it at the fair.{21}21 Página: 142 El Tribunal hace énfasis en el valor que tiene poseer el control absoluto de la promoción de un acto o evento. Este control forma parte del derecho a la publicidad de las personas. El apropiarse de este derecho consistiría en un enriquecimiento injusto a expensas del sudor, tiempo y esfuerzo invertido por el artista. Sobre esto también se ha expresado el Tribunal: The rationale for protecting the right of publicity is the straight-forward one of preventing unjust enrichment by the theft of good will. No social purpose is served by having the defendant get free some aspect of the plaintiff that would have market value and for which he would normally pay.”{22}22 “Moreover, the broadcast of petitioner’s entire performance, unlike the unauthorized use of another’s name for purposes of trade or the incidental use of a name or picture by the press, goes to the heart of petitioner’s ability to earn a living as an entertainer. Thus, in this case, Ohio has recognized what may be the strongest case for a “right of publicity” involving, not the appropriation of an entertainer’s reputation to enhance the attractiveness of a commercial product, but the appropiation of the very activity by which the entertainer acquired his reputation in the first place.{23}23 La apropiación comercial del derecho a la publicidad en nuestro ordenamiento jurídico es similar pero no idéntica al reconocido en otras jurisdicciones.{24}24 El tratadista Thomas McCarthy expone la diferencia entre las violaciones al derecho de privacidad y derecho de publicidad. Y así lo resume: The appropriation type of invasion of privacy, like all privacy rights, centers on damage to human dignity. Damages are usually measured by “mental distress”—some bruising of the human psyche. On the other hand, the right of publicity relates to commercial damage to the business value of human identity. Put simplistically, while infringement of the right of publicity looks to an injury to the pocketbook, an invasion of appropriation privacy looks to an injury to the psyche.{25}25 B. Libertad de expresión comercial La libertad de expresión es uno de los valores de la más alta jerarquía en nuestro ordenamiento jurídico. Es un derecho expreso y fundamental consagrado tanto en Página: 143 la Carta de Derechos del Estado Libre Asociado de Puerto Rico como en la Primera Enmienda de la Constitución de los Estados Unidos. La sección cuatro del artículo II de la Constitución de Puerto Rico dispone que “[n]o se aprobará ley alguna que restrinja la libertad de palabra o el derecho del pueblo a reunirse en asamblea pacífica y a pedir al gobierno la reparación de agravios”.{26}26 Por su parte, la Constitución federal garantiza que: “Congress shall make no law respecting an establishment of religion, or prohibiting the free speech, exercise thereof; or abridging the freedom of speech, or of the press; or the right of the people peaceably to assemble, and to petition the Government for a redress of grievances.”{27}27 El informe de la Comisión de Carta de Derechos de la Asamblea Constituyente reconoció que estos derechos “cubren el ámbito general de la libertad de conciencia, de pensamiento, de expresión y las actividades propias para ejercitar a plenitud dentro de la más dilatada libertad la totalidad de estos derechos”.{28}28 El derecho a la libertad de expresión es de tan alto rango constitucional que ha sido catalogado como la “raíz indiscutible del sistema democrático de gobierno”.{29}29 El caso normativo que sienta las bases para el desarrollo de la doctrina de expresión comercial se da en el estado de Virginia en la década de los setenta. Para esa década, existía una ley que prohibía fulminantemente el difundir los precios de medicamentos en anuncios de farmacéuticos. El interés de Virginia estaba basado en que los fármacos se crearon para el bienestar de la salud de las personas y no para la explotación comercial por parte de los farmacéuticos. El eje central de la controversia giraba en torno a si los anuncios debían considerarse protegidos bajo la libertad de expresión. El Tribunal Supremo de los Estados Unidos concluyó que la expresión comercial tiene lugar en el mercado de ideas.{30}30 Enfatiza la importancia de la información que se le provee al consumidor. La expresión comercial tiene su lugar en el mercado de ideas porque el consumidor tiene que estar bien informado para seleccionar el mejor producto, que a su vez ayuda a estructurar mejor el mercado e incluso beneficia al gobierno.{31}31 Por otro lado, declara que esa libertad de expresión comercial no es absoluta y que por lo tanto puede ser reglamentada. El Tribunal Supremo Federal expresó: In concluding that commercial speech, like other varieties, is protected, we of course do not hold that it can never be regulated in any way. Some forms of commercial speech regulation are surely permissible. We mention a Página: 144 few only to make clear that they are not before us and therefore are not foreclosed by this case.{32}32 El máximo foro federal hace la salvedad que las restricciones serán apropiadas siempre y cuando no obstruyan el intercambio de información de manera absoluta: There is no claim, for example, that the prohibition on prescription drug price advertising is a mere time, place, and manner restriction. We have often approved restrictions of that kind provided that they are justified without reference to the content of the regulated speech, that they serve a significant governmental interest, and that in so doing they leave open ample alternative channels for communication of information… Whatever may be the proper bounds of time, place, and manner restrictions on commercial speech, they are plainly exceeded by this Virginia statute, which singles out speech of a particular content and seeks to prevent its dissemination completely.{33}33 En otras palabras, sí, se puede reglamentar. Incluso se podría prohibir en algunas instancias, pero si el anuncio es cierto, tiene que dársele su espacio en el mercado de ideas. Se podría prohibir cuando sea engañoso o ilegal y constituya un fraude. De otra manera el estado no lo puede prohibir pero sí reglamentar. Cuando llegue el momento de reglamentar, no se le dará el mismo valor que una expresión política. Se va a desarrollar un escrutinio intermedio para determinar si la reglamentación es o no adecuada. El máximo foro judicial federal crea la doctrina de brindarle alguna protección a la libertad de expresión comercial porque lo ve como un caso de derecho del consumidor. Se enfoca en la importancia de proteger este derecho en un sistema capitalista para lograr que las decisiones del mercado libre se perfeccionen. En Puerto Rico, se ha decidido que existen unos derechos con mayor jerarquía que otros. Este es el caso entre la expresión política y la comercial. Es imprescindible distinguir la expresión política de la expresión comercial en nuestro ordenamiento constitucional. El Tribunal Supremo de Puerto Rico ha concluido que el valor superior otorgado a la libertad de expresión “no supone una irrestricción absoluta, de forma que no pueda subordinarse a otros intereses cuando la necesidad y conveniencia pública lo requieran”.{34}34 La expresión política recibe el más alto grado de protección constitucional en nuestra sociedad pluralista. El libre intercambio de ideas, opiniones e información sobre los procesos gubernamentales y políticos Página: 145 permite que la toma de decisiones se realice de manera democrática.{35}35 Es por esto que la expresión política se distingue se distingue de las demás dentro del ámbito de la protección constitucional a la libertad de expresión. En múltiples ocasiones el Tribunal Supremo de los Estados Unidos ha enfatizado la preeminencia de la expresión política dentro de la jerarquía constitucional de protección a la libertad de expresión: “…la Primera Enmienda fue “diseñada con el propósito de asegurar el libre intercambio de ideas para promover los cambios políticos y sociales deseados por el pueblo”{36}36 Aunque no cabe duda que la expresión para fines lucrativos y comerciales se encuentra bajo el ámbito de protección de las constituciones de Puerto Rico y de Estados Unidos, esta puede ser regulada sustancialmente por el Estado con mayor facilidad.{37}37 El propósito fundamental de este tipo de expresión es promover una transacción comercial, no necesariamente el libre intercambio de ideas. Por tanto, la expresión comercial está sujeta a una protección constitucional menos rigurosa que otras formas de expresión, como lo es la expresión política.{38}38 Nótese que el Tribunal Supremo de Puerto Rico, al citar a modo ilustrativo, acoge las doctrinas del máximo foro federal y las aplica a nuestro ordenamiento jurídico. C. Defensas oponibles al derecho a la propia imagen i. Interés público y esfera de historia contemporánea El interés público es una defensa oponible ante acciones de violación de derechos a la propia imagen. Se considera admisible, sin perjuicio de otras causas de justificación, la publicación o la toma de fotografías en la esfera llamada de historia contemporánea siempre y cuando no se trate de la vida privada de la persona fotografiada. En estos casos, la doctrina civilista reconoce que el derecho a la propia imagen debe ceder ante el interés público de acceso a la información.{39}39 Del mismo modo, se permite la toma de fotografías de una persona cuando esta aparezca en dicha foto como figura accesoria de una reunión, manifestación u otro acto o suceso público, o de una localidad pública en donde se tome la fotografía.{40}40 Este es el caso de Bonilla Medina v. P.N.P.,{41}41 donde se tomó y publicó una fotografía mientras Página: 146 pasaba una caminata de un partido político por una vía pública con motivo de promocionar su candidato a gobernador para las elecciones generales, y donde aparecía una persona estrechándole la mano a dicho candidato en el balcón de su residencia. El Tribunal Supremo de Puerto Rico en este caso concluyó que la imagen fue captada en un acontecimiento de interés público y en un lugar público, a la vista de todas las personas que se encontraban allí. Por tal razón, la efigie del demandante, representa una figura accesoria para los efectos de la fotografía.{42}42 A pesar de que el demandante no había prestado su consentimiento para la publicación de la foto, esto era de poca importancia ya que está permitida la publicación al tratarse de una figura accesoria. Además, los hechos no trataban de una persona que gozaba de amplio reconocimiento en Puerto Rico. Dicha conclusión sustentó el carácter de accesoriedad de la fotografía, por lo que se denegó un remedio en daños a favor del señor Bonilla.{43}43 Nuestro máximo foro concluyó que la causa de acción no procedía conforme a derecho en esta situación. Del mismo modo, no será necesario el consentimiento del sujeto objeto de la fotografía cuando esta se reproduzca o publique por razón de interés público o de la misma persona.{44}44 En su artículo de Revista Jurídica, el autor, Roberto Colón Cortés, ofrece como ejemplo dos situaciones donde la divulgación de una imagen, sin el debido consentimiento, queda exenta de culpa debido a que responde a un interés público y social. El primer ejemplo es la divulgación de las fotografías de delincuentes, puesto que la captura de estos criminales es de alto interés público y benefician a la sociedad. La segunda situación es la distribución de una fotografía de una persona desaparecida, pues ese mecanismo ayudaría a conocer su paradero.{45}45 Esta doctrina tuvo su nacimiento en el caso de Colón v. Romero Barceló,{46}46 el mismo trata del uso de una fotografía del cadáver de un individuo en un anuncio de televisión con el propósito de promocionar una enmienda constitucional al derecho de fianza de acusados criminales. La foto fue utilizada sin el consentimiento de los familiares, incluso después de éstos haber rechazado su diseminación en los medios de comunicación. El Tribunal cita al autor español Santos Briz con el fin de demostrar que la reproducción de la imagen de una persona, sin el debido consentimiento, constituye una infracción al artículo 1802 del Código Civil de Puerto Rico. Y nos expone: En virtud de este derecho toda persona puede oponerse a que se reproduzca su efigie o se obtengan pruebas fotográficas de la misma, por personas a quienes Página: 147 no haya concedido autorización expresa o tácita. Se extiende la prohibición a reproducir la imagen de otro en el teatro, el cine o la televisión; y comprende no sólo la publicación de la imagen sino también la confección, dibujo o pintura de la misma sin autorización cuando se oponga a legítimos intereses del afectado, en especial si según el objeto de la fotografía o el modo y forma de su obtención resulta escandalosa o tuvo lugar contra la voluntad conocida del perjudicado.{47}47 Nuestro Tribunal Supremo además determinó que no se justificaba el acto de publicar una foto grotesca de un cadáver con el propósito de estimular a la gente a que salieran a votar afirmativamente por una enmienda constitucional que restringía el derecho a la fianza de los acusados criminales. Además concluyó que la causa de exclusión de antijuricidad referente al interés público “prevalece cuando la intromisión a la intimidad es necesaria y inevitable y constituye el medio más adecuado para obtener un fin lícito”.{48}48 En otras palabras, para utilizar como defensa el interés público de algún acto en este tipo de casos se debe asegurar que este: 1) sea el método más apropiado para lograr un objeto lícito, 2) que sea necesario e 3) inevitable.{49}49 Es menester señalar que existe una gran diferencia entre los casos que tratan sobre el derecho a la propia imagen y difamación. Algunos de los rasgos que distinguen la acción en daños derivada de la violación al derecho a la propia imagen del libelo son: 1) que no se trata de una publicación en ejercicio de la libertad de prensa, pues es una persona o entidad particular quien promueve la publicación; 2) la acción en daños por violación al derecho a la propia imagen no requiere que la reproducción tenga impacto ofensivo alguno, y; 3) la verdad no es defensa.{50}50 Es decir, a diferencia de la difamación, la causa de acción por violar el derecho a la propia imagen no está condicionada a la naturaleza falsa de la expresión imputada.{51}51 ii. Libertad de expresión artística y sátira política La libertad de expresión artística y sátira política constituye una de las defensas oponibles a una presunta violación al derecho a la propia imagen. Es menester señalar que las causas de justificación, en específico la sátira, la parodia y la hipérbole retórica, sólo han sido reconocidas por el Tribunal Supremo de Puerto Rico en casos de difamación, y no en casos de violación al derecho a la propia imagen ni en casos de expresión comercial.{52}52 El máximo foro judicial puertorriqueño define la figura Página: 148 de hipérbole retórica como una expresión alegadamente difamatoria que no es accionable si se utiliza en un sentido figurativo, flexible y no necesariamente por su significado literal.{53}53 En otras palabras, la hipérbole retórica se utiliza como defensa ante imputaciones de falsedad de una expresión alegadamente libelosa. En el contexto del libelo, “[e]l humor, sea en forma de sátira, parodia, chistes, etc., rinde una función dual al entretener y servir de crítica social simultáneamente. Como tal, amerita una protección especial en nuestra sociedad”.{54}54 Como ya señalamos, la expresión comercial está sujeta a una protección constitucional menos rigurosa que otras formas de expresión, como lo eran las expresiones políticas que se encontraban en controversia con el derecho a la propia imagen en los casos de Bonilla{55}55 y Colón.{56}56 Por otra parte, en el contexto de propiedad intelectual, el Tribunal Supremo Federal ha esbozado que una parodia es aquella expresión que utiliza algunos elementos de la composición original para crear una obra nueva que, por lo menos en parte, comente o se burle directamente de la obra original.{57}57 El mero acto de insertar unas palabras burlescas sobre la fotografía de una persona, no es suficiente para crear una obra nueva bajo la doctrina de parodia de propiedad intelectual.{58}58 Del mismo modo, el máximo foro judicial federal ha expresado que la sátira utiliza la obra original sin alteración o transformación significativa para criticar otro elemento social, no relacionado necesariamente con la obra original misma, por lo que se requiere mayor justificación para el mero acto de apropiación. Por tanto, la sátira tiene una protección constitucional de menor jerarquía que la parodia, especialmente cuando se utiliza para propósitos lucrativos y comerciales.{59}59 Un caso relacionado a este tema es el de Cardtoons L.C. v. Major League Baseball Assoc.,{60}60 el mismo trata sobre la venta de unas tarjetas de peloteros de Grandes Ligas que contenían sus imágenes en forma de caricaturas. Las imágenes mostraban a los jugadores en situaciones variadas, ridiculizándolos muchas veces. En otras palabras, se utilizaban las tarjetas de peloteros para vender la parodia. La parodia parece estar protegida cuando el propósito final es vender la parodia misma. El tribunal expresó: “While the Supreme Court’s analysis does not directly address the distinction between the two aforementioned types of commercial use, it does recognize that a parody sold for profit has a stronger claim to First Amendment protection than a parody used to advertise another unrelated product.”{61}61 En este Página: 149 caso se utiliza el derecho a la libre expresión para caricaturizar y exagerar los gestos de una persona. El maximo foro judicial expresó: “Cardtoons added a significant creative component of its own to the celebrity identity and created and entirely new product.”{62}62 El tribunal concluyó que esto de por sí no violaba el derecho a la propia imagen de los peloteros.{63}63 Otro caso relacionado con el tema es el de ETW Corp. v. Jireh Publishing & Rick Rush,{ } el mismo trata de una pintura creada por Rick Rush donde exponía la imagen del golfista Tiger Woods al momento de ganar el torneo Master’s, en el año 1997. La empresa ETW Corp. demandó al pintor alegando que eran ellos quienes tenían los derechos exclusivos de la imagen del golfista y que la pintura vendida por Rush violaba esa protección. En este caso el Tribunal Federal concluye que la pintura contenía elementos de creación y transformación de la imagen y que por lo tanto estaba protegida por la Primera Enmienda de la Constitución de los Estados Unidos; A estos efectos el Tribunal añade: “The evidence in the record revealsthat Rush’s work consists of much more than mere literal likeness of woods. It is a panorama of Woods’s victory at the 1997 Masters Tournament, with all the trappings of that tournament in full view…These elements in themselves are sufficient to bring Rush’s work within the protection of the First Ammendment”{65}65. El Tribunal además expone: “Applying this rule, we conclude that Rush’s work has substantial informational and creative content which outweighs any adverse effect on ETW’s market and that Rush’s work does not violate Woods’s right of publicity”{66}66; es decir, afirma que los elementos de creatividad de la pintura tienen mayor peso que el derecho de ETW Corp. a la imagen del golfista. 64 64 En todos estos casos vemos como la clave se basa en los elementos de creatividad a la hora de reproducir la imagen de una persona. Ésta es la razón por la cual el Tribunal Supremo de Puerto Rico concluyó que la foto utilizada por Quizno’s Sub en el caso de Vigoreaux{67}67 no contenía suficientes elementos de creatividad ya que tomaron una foto que había sido publicada anteriormente en un rotativo del país, y así mismo la utilizaron. El Tribunal Supremo de Puerto Rico nos expone: [e]s evidente que la fotografía publicada del señor Vigoraux Lorenzana es una exposición literal de su imagen que no tiene valor transformativo alguno que la convierta en una parodia constitucionalmente protegida para propósitos de la doctrina y la jurisprudencia mencionada. Como máximo se podría considerar que ésta es una sátira con una protección constitucional Página: 150 muy limitada, dado el propósito comercial y mercantilista de la publicación del anuncio.{68}68 III. Derecho a la propia imagen: aspecto patrimonial A. Concepto de la imagen El derecho a la imagen se deriva de la frase Ius Imaginum proveniente del derecho romano. El mismo formaba parte del derecho público, el cual era exclusivo para los patricios ya que consistía en exponer los retratos de algún antepasado que se haya desempeñado como magistrado en el atrio de los palacios. Posteriormente éste se transmitió a la plebe, debido a que ya podían ocupar los cargos que sólo eran de exclusividad de los patricios.{69}69 El concepto de la imagen también tiene sus raíces en el vernáculo del latín. La palabra Imago o máscara, era utilizada para la reproducción del rostro de los difuntos utilizando una careta de cera.{70}70 De aquí también se deslindan dos conceptos que tuvieron los romanos acerca de este tema, los cuales el autor Espinoza Espinoza hace mención: 1) Derecho a la propia imagen en vida de la persona y; 2) Derecho a la imagen post morten{71}71. En este orden de ideas, las reproducciones de las imágenes, que en ese entonces sólo se plasmaban a través de la pintura, escultura y de la mascarilla funeraria, suponían el asentimiento del representado o de sus causahabientes.{72}72 Existen dos tipos de visiones sobre la existencia del derecho a la propia imagen. La primera es la tesis positiva la cual nos señala que “en virtud de la cual se sostiene que toda persona tiene un derecho absoluto y exclusivo sobre su propia imagen que lleva como correlato la prohibición incondicional de difundirla sin el asentimiento del titular”.{73}73 Por otro lado, existe también una visión opuesta o tesis negativa la cual “por medio de ésta se niega categóricamente la existencia de un verdadero derecho a la propia imagen porque éste es contrario al principio de sociabilidad, por medio del cual se juzga y conoce la conducta de los demás”.{74}74 B. El derecho patrimonial El patrimonio de la persona es el conjunto de relaciones jurídicas, sean activas (derechos) o pasivas (obligaciones) que, en el momento de que se trate, forman su Página: 151 esfera patrimonial.{75}75 El activo patrimonial sirve, por un lado, a la satisfacción de los fines y necesidades de la persona, y por otro, de garantía para sus acreedores, en cuanto del cumplimiento de las obligaciones responde el deudor con todos sus bienes, presentes y futuros.{76}76 Podríamos decir que el patrimonio es un conjunto o suma de derechos. No tiene personalidad aparte de sus elementos. Cuando una persona muere, todo su patrimonio se transmite. Sin embargo, una persona no puede transmitir todo su patrimonio mientras esté viva puesto que tiene que quedarse con bienes suficientes para poder vivir. El tratadista Federico Villalba Díaz ha expresado que tradicionalmente se ha considerado el derecho a la propia imagen como un derecho personalísimo o existencial autónomo, como emanación de la personalidad.{77}77 Del mismo modo, añade que junto al derecho personalísimo o existencial que nos ocupa coexiste un derecho patrimonial, autónomo, sobre la propia imagen.{78}78 Por lo tanto, existe una doble proyección, o dos visiones, sobre lo que constituye el derecho a la propia imagen. “Coincidimos por ello con el autor antes citado, en que junto al derecho personalísimo o existencial que nos ocupa coexiste un derecho patrimonial, autónomo, sobre la propia imagen. Éste último con características particulares, dado que admite el retracto o arrepentimiento por parte de la persona retratada, sin justificar los motivos de la decisión”.{79}79 En resumen, el concepto del derecho a la propia imagen tiene dos proyecciones jurídicamente posibles, y opuestas en cuanto a sus rasgos constitutivos: 1) una dimensión personalísima y no patrimonial, como atributo de la persona y; 2) una dimensión personal y patrimonial.{80}80 Por otro lado, según el tratadista De Carreras Serra: [E]l derecho a la propia imagen en su vertiente de derecho personalísimo, adquiere dimensión constitucional propia, derivando de la dignidad humana y dirigido a proteger la dimensión moral de las personas, por medio de la atribución a su titular un derecho de contralor respecto de la información gráfica generada por sus rasgos físicos personales que puede tener difusión pública. Que consiste en esencia en impedir la obtención, reproducción o publicación de la propia imagen por parte de un tercero no autorizado, sea cual sea la finalidad informativa, comercial, científica, cultural, etc. perseguida por quien la capta o difunde. Guarda por su misma estructura y fines, una muy estrecha relación con el derecho al honor y, sobre todo, con el derecho a la intimidad.{81}81 Página: 152 IV. Análisis estatutario de derecho comparado A. Constitución Española de 1978 Como punto de partida en este análisis, es preciso atender el artículo 18.1 de la Constitución Española de 1978, mediante el cual se garantiza el derecho al honor, la intimidad personal y familiar y a la propia imagen.{82}82 Por otro lado, el artículo 20 de la Constitución Española de 1978 expone las limitaciones al derecho de información.{83}83 Si bien es cierto que el artículo 18.1 de la Constitución Española de 1978 garantiza el derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen; es la Ley Orgánica de 5 de mayo de 1982 la que ha desarrollado la protección civil de estos derechos. B. Ley Orgánica 1/1982, de 5 de mayo, de protección civil del derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen El artículo 1.3 de la Ley de 5 de mayo de 1982 nos dice que “el derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen es irrenunciable, inalienable e imprescriptible”, añadiendo que “la renuncia a la protección prevista en esta Ley será nula, sin perjuicio de los supuestos de autorización o consentimiento a que se refiere el artículo 2 de esta ley”{84}84. Es decir, le da la facultad al titular de este derecho de consentir o permitir intromisiones a su intimidad. La Ley además regula con detenimiento quien puede autorizar o dar consentimiento a una intromisión. El consentimiento ha de prestarlo el titular del derecho, ha de ser expreso y tiene carácter de revocable en cualquier momento.{85}85 El carácter expreso es de estricto cumplimiento y deja fuera toda posibilidad de admitir un consentimiento tácito. No es necesario que el consentimiento expreso conste por escrito, pues la Ley no exige la documentación del consentimiento. Además, la Ley permite la revocación del consentimiento prestado para una intromisión a la intimidad. En protección a los posibles perjuicios causados al beneficiario del consentimiento, se les incluyó en el artículo 2.3 que “habrán de indemnizarse en su caso los daños y perjuicios causados, incluyendo las expectativas justificadas”.{86}86 Página: 153 El artículo 8 de la referida ley nos especifica una serie de intromisiones que no se consideran ilegítimas. Más bien lo que hace es establecer una norma general que no debe presumirse como numerus clausus. No serán ilegítimas: 1) las actuaciones autorizadas, o acordadas por la Autoridad competente, de acuerdo con la ley; 2) cuando predomine un interés histórico, científico o cultural relevante.{87}87 Por otro lado, el artículo 5 de la referida ley atiende el derecho a reclamar la protección y los derechos de personas fallecidas. La Exposición de Motivos de la Ley explica que, “aunque la muerte del sujeto de derecho extingue los derechos de la personalidad, la memoria de aquel constituye prolongación de esta última que debe ser también tutelada por el Derecho”.{88}88 La Ley permite, por vía de testamento, la designación de personas encargadas para hacer valer este derecho. “No existiendo designación especial o habiendo fallecido la persona designada, la legitimación corresponde al cónyuge, descendientes y hermanos de la persona afectada que viviesen al tiempo de su fallecimiento. Si existiesen varios, la acción corresponde a cualquiera de ellos.”{89}89 Los artículos 9.1 y 9.2 de la referida Ley disponen que “La tutela judicial de los derechos examinados comprende la adopción de todas las medidas necesarias para poner fin a la intromisión ilegítima y restablecer al perjudicado en el pleno disfrute de sus derechos, así como para prevenir o impedir intromisiones ulteriores.”{90}90 “Entre las medidas mencionadas se pueden incluir las de carácter cautelar, encaminadas al cese inmediato de la intromisión legítima, así como al reconocimiento del derecho a replicar, la difusión de la sentencia y la condena a la indemnización de daños y perjuicios.”{91}91 La Ley presume el perjuicio y ordena que la indemnización se extienda siempre al daño moral, dándose los siguientes parámetros para su valoración: circunstancias del caso, gravedad de la lesión efectivamente producida, difusión o audiencia del medio a través del que se haya producido, y beneficio que haya obtenido el causante de la lesión como consecuencia de la misma.{92}92 Finalmente, el artículo 9.5 establece que las acciones de protección tendrán un plazo de caducidad de cuatro años a partir desde que el legitimado pudo ejercitarla.{93}93 C. El derecho de rectificación En el 1984, debido a la alta incidencia de casos donde las personas que prestaban su consentimiento deseaban rectificarse, se creó la Ley Orgánica de 26 de Página: 154 marzo de 1984. La misma establece unos mecanismos para tramitar con rapidez situaciones donde se da una rectificación en el consentimiento prestado. Según el artículo 1 de la Ley, “toda persona, natural o jurídica, tiene derecho a rectificar la información difundida, por cualquier medio de comunicación social, de hechos que la aludan, que considere inexactos y cuya divulgación pueda causarle perjuicios.” La rectificación sólo se permitirá exclusivamente “de los hechos de información”{94}94 pues el Senado modificó el lenguaje que había sido aprobado originalmente por el Congreso de los Diputados, que establecía que la rectificación incluía “los hechos y contenido de la información.” Entendió la Alta Cámara que era preciso limitar el derecho de rectificación en este punto en aras de la libertad de expresión.{95}95 D. Código Civil de Italia El artículo 10 del Código Civil de Italia establece lo siguiente: En cualquier momento la imagen de una persona o de sus padres, de su cónyuge o los hijos, estén expuestas o publicados fuera de los casos donde la exposición o publicación consentida por ley, obre con perjuicio al decoro o a la reputación de la misma persona o de dichos familiares, la autoridad judicial, a solicitud del interesado, podrá disponerse que cese el abuso, independientemente del resarcimiento de los daños.{96}96 E. Ley de Propiedad Intelectual de Argentina El artículo 31 de la Ley de Propiedad Intelectual de Argentina establece lo siguiente: El retrato fotográfico de una persona no puede ser puesto en el comercio sin el consentimiento expreso de la persona misma, y muerta ésta, de su cónyuge e hijos o descendientes directos de éstos, o en su defecto del padre o la madre. Faltando el cónyuge, los hijos, el padre o la madre, o los descendientes directos de los hijos, la publicación es libre. La persona que haya dado su consentimiento puede revocarlo resarciendo daños y perjuicios. Es libre la publicación del retrato cuando se relacione con fines científicos, didácticos y en general culturales, o con hechos o acontecimientos de interés público o que se hubieren desarrollado en público.{97}97 Página: 155 V. Análisis jurisprudencial de derecho comparado La jurisprudencia del Tribunal Constitucional español establece las pautas para concluir si el derecho a la información es de mayor envergadura que el derecho a la intimidad y el honor. Sobre este tema concluyó que la libertad de información es uno de los pilares de toda sociedad democrática, y que las restricciones a la libertad de información deben de ser permitidas de manera excepcional. “[e]n la confrontación de la libertad de información con el derecho a la intimidad y al honor aquella goza, en general, de una posición preferente”.{98}98 Sin embargo, para que pueda otorgarse preferencia a la libertad de información, se requiere la veracidad de los hechos y afirmaciones contenidas en ella o, por lo menos, el empleo de la diligencia exigible para contrastar su veracidad.{99}99 Por otro lado, el Tribunal Constitucional español también ha afirmado que: La preferente libertad de información ampara la publicación de los hechos noticiables cuando tales hechos sean de interés público, o de interés público el conocimiento de determinadas facetas de personas de notoriedad pública, y que el ejercicio de la libertad de información carece del efecto legitimador en las intromisiones al honor y a la intimidad cuando se ejercitan de manera desmesurada y exorbitante, fuera de su contenido y finalidad.{100}100 El Tribunal Constitucional español además reconoce que existen unos derechos fundamentales que son de mayor jerarquía que otros cuando se enfrentan entre sí. La libertad de expresión, en cambio, es un derecho fundamental más debilitado en su enfrentamiento con los del artículo 18 (derecho al honor, intimidad y a la propia imagen). No ampara expresiones injuriosas o despectivas ni las que carezcan de relación alguna con el pensamiento que se formula o con la información que al propio tiempo se comunica.{101}101 Luego del nacimiento de la Constitución Española de 1978, un tema que no ha carecido de controversia es si el derecho al honor que protege el artículo 18 de dicha Constitución puede tener como titular a una persona jurídica.{102}102 La jurisprudencia, hasta ahora, considera que el honor sólo se puede invocar cuando hablamos de la persona física. “La persona jurídica tendrá dignidad, prestigio, crédito, que podrá defender en base al artículo 1.902 del Código civil, por las normas de la responsabilidad extracontractual, pero no es el sujeto contemplado en la Ley 1/1982”.{103}103 Página: 156 VI. Analogía: Ley de Propiedad Intelectual de Puerto Rico Tomando en cuenta el historial legislativo y judicial sobre el concepto de la propiedad intelectual, podemos concluir que la Ley de Propiedad de Puerto Rico fue creada más bien para llenar un vacío creado por las lagunas comprendidas en el caso de Osorio Ruíz v. Secretario.{104}104 La creación de una doctrina nueva, clara y precisa no puede lograrse tan sólo por vía judicial. Es por eso que se crea legislación para atemperar aquellas decisiones que no cubren todas las áreas de ciertas doctrinas. El caso de Osorio discute varias teorías en cuanto a que constituye la propiedad intelectual, parecido a Vigoreaux en cuanto a que constituye el derecho a la propia imagen. El Tribunal en el caso de Osorio, favorece una teoría que reconoce la índole polifacética de la propiedad intelectual e intenta armonizar los intereses en potencial conflicto. En resumen, el Tribunal Supremo de Puerto Rico recomienda que cada caso deberá examinarse a la luz de sus propios hechos. Es por esto que en el 1988, con el propósito de eliminar confusión en los jueces y la comunidad jurídica, se creó la Ley de Propiedad Intelectual de Puerto Rico. VII. Conclusión y recomendaciones Considerando el impacto y penetración de los medios de comunicación en Puerto Rico, es necesario preguntarnos si para la adecuada protección de los ciudadanos, es menester legislar para establecer expresamente una garantía al derecho a la propia imagen, o si existe suficiente protección bajo la premisa de que éste es un corolario del derecho a la intimidad. La respuesta es en la afirmativa. Una de las grandes deficiencias que contiene nuestro ordenamiento jurídico en la actualidad, es la carencia de consistencia al momento de identificar la doctrina aplicable en controversias bajo el ámbito del derecho a la propia imagen. Hemos sido testigos de momentos en donde se han proliferado imágenes de cadáveres, ciudadanos comunes y figuras públicas sin el debido consentimiento de los mismos o sus familiares. Nuestro propio Tribunal Supremo ha reconocido que “la tendencia actual predominante, tanto en el derecho civil como en el derecho común anglosajón, es el reconocimiento de la protección de la imagen como un derecho independiente.”{105}105 Toda persona tiene un derecho absoluto y exclusivo sobre su propia imagen. Como mencionamos anteriormente, el derecho a la propia imagen ha sido reconocido como un derecho personalísimo o existencial autónomo, como emanación de la personalidad.{106}106 Sin embargo, existe otra vertiente que ilustra cómo junto al Página: 157 derecho personalísimo o existencial que nos ocupa, coexiste un derecho patrimonial, autónomo, sobre la propia imagen. La protección al derecho a la propia imagen no puede limitarse a tan sólo invocar un derecho subjetivo para invocar una causa de acción en daños por violación al derecho a la intimidad. Es por esto que crear legislación sobre el particular no es tarea fácil. La solución más práctica sería añadir un artículo a la Ley de Propiedad Intelectual que atienda el derecho a la propia imagen. Sin embargo, el hecho de que sea práctica no la convierte en ideal. Esto es así ya que el derecho a la propia imagen es uno marginal al derecho de propiedad intelectual. Si analizamos el derecho a la propia imagen estrictamente como vertiente del derecho a la intimidad, el mismo podría ser protegido por una enmienda a la Ley de Propiedad Intelectual. Estamos hablando de un derecho personal, donde se protegería a los individuos de vergüenza y humillación producida cuando utilizan su nombre o imagen. Aquí tiene cierta afinidad con el derecho moral, donde se busca resaltar la personalidad de la persona. ¿Y qué ocurre con su derecho patrimonial, en específico, el valor económico del nombre? Esta interrogante no puede ser resuelta por una simple enmienda a una Ley. Es por esto que se necesita una legislación especial, ya que el derecho a la propia imagen tiene unas características muy peculiares. Recordemos que una violación a la privacidad produce un daño emocional a la psiquis humana, mientras que una violación al derecho a la publicidad produce un daño económico al bolsillo. Si es un derecho patrimonial o de publicidad lo que estamos tratando de proteger, debemos enfocarnos en el valor económico del nombre para propósitos comerciales. En el mundo contemporáneo, la explotación de las imágenes de artistas y celebridades es indudablemente un gran negocio, que se utiliza constantemente en los mercados lucrativos de la publicidad.{107}107 Por lo tanto, es imprescindible el definir la plusvalía del nombre o imagen para poder proteger adecuadamente a las personas. Cualquier proyecto de ley que se presente ante la Legislatura de Puerto Rico, donde se contemple una posible reglamentación al derecho a la propia imagen, deberá contener los siguientes parámetros: 1. ¿Individuo goza de amplio reconocimiento? ¿Es una persona conocida? Estas preguntas son esenciales para determinar el daño económico que podría surgir como consecuencia de unos ingresos que pudieron haberse obtenido por medio de consentimiento en el mercado publicitario. Además el daño económico podría emanar de un enriquecimiento injusto por parte de un tercero que se ha lucrado a costa de la identidad de otra persona sin haber mediado su consentimiento. 2. Es necesario que se tome en consideración las causas de justificación y las defensas oponibles al derecho a la propia imagen que reconoce nuestra jurisprudencia y doctrina civilista: Página: 158 a. Interés Público y esfera de la historia contemporánea: La doctrina civilista reconoce que el derecho a la propia imagen debe ceder ante un interés público apremiante de acceso a la información. Es por esto que se permite la toma de fotografías de una persona cuando ésta aparezca como una figura accesoria de una reunión pública o llevada a cabo en un lugar público.{108}108 Sin embargo esta excepción sólo prevalecerá cuando la intromisión a la intimidad es necesaria y constituye el medio más adecuado. Se tiene que incluir el área de la investigación privada, donde la autoimagen cede ante el interés público de capturar fugitivos y delincuentes o ayudar a encontrar una persona desaparecida.{109}109 Libertad de Expresión Artística y Sátira Política: Hasta ahora, la sátira, parodia e hipérbole, sólo han sido reconocidas en casos de difamación.{110}110 Puesto que la hipérbole retórica se utiliza como defensa ante imputaciones de falsedad de una expresión alegadamente libelosa.{111}111 Sin embargo, la expresión política y artística recibe el más alto grado de protección constitucional en nuestra sociedad.{112}112 Es por esto que se debe añadir la parodia y la sátira como defensas oponibles. La parodia utiliza algunos elementos originales de una obra para crear una completamente “nueva” que comente o se burle de la original. Lo importante es determinar el propósito o función de dicha parodia o sátira, ya que recibirá el máximo grado de protección si fue creada para entretener y servir de crítica social y no para intereses lucrativos y comerciales.{113}113 3. Es imprescindible que se tome en consideración el valor que tiene la libertad de expresión comercial. Como mencionado anteriormente, el derecho a la libertad de expresión es uno de carácter fundamental de la más alta jerarquía. No obstante, este derecho no es absoluto y puede ser reglamentado. Al ser reglamentado, no se le dará el mismo valor que a una expresión política. Este principio fue determinante en la decisión del caso de Vigoreaux. El Tribunal determinó que la función principal de la publicación del anuncio no era entretener ni servir de crítica social, sino una estrictamente comercial, pues sólo intentaba promover la venta de un emparedado.{114}114 Página: 159 4. Con el propósito de evitar un alto número de casos que traten la controversia de personas que se arrepientan de brindar su consentimiento al uso de su propia imagen, es necesario crear una cláusula dentro del proyecto de ley que atienda el derecho de rectificación. Se debe analizar la Constitución Española de 1978 así como la Ley Orgánica del 26 de marzo de 1984, a modo ilustrativo de cómo atemperar esta doctrina a nuestra jurisdicción. La ausencia de legislación que atienda este tipo de controversias es la causa de nuestra inestabilidad judicial. En este nuevo mundo del siglo XXI, en plena era de la globalización y transnacionalización de ordenamientos jurídicos, hacen falta juristas abiertos y flexibles a adoptar una casuística innovadora y uniforme. En la uniformidad está la clave, porque lo que es igual no es ventaja. Notas al Calce. * Estudiante de segundo año y miembro del Cuerpo de Redactores de la Revista Jurídica de la Universidad Interamericana. El autor desea agradecer la aportación y colaboración del profesor y Lic. Pedro G. Salazar Díaz. 1 {1} Const. EE.UU. enmienda V, XIV. 2 {2} Const. P.R. art. II, §§ 1, 8. 3 {3} Íd. 4 {4} Pueblo v. Falú Martínez, 116 D.P.R. 828, 838 (1986). 5 {5} E.L.A. v. P.R.T.C., 114 D.P.R. 398, 402 (1983). (citando a Katz v. United States, 389 U.S. 347 (1967)). 6 {6} Vigoreaux Lorenzana v. Quizno’s Sub, 173 D.P.R._, 2008 T.S.P.R. 38, 7 (2008) [en adelante, Vigoreaux]. 7 {7} 31 L.P.R.A. § 5141. (Dicho artículo lee como sigue: “El que por acción u omisión causa daño a otro, interviniendo culpa o negligencia, está obligado a reparar el daño causado. La imprudencia concurrente del perjudicado no exime de responsabilidad, pero conlleva la reducción de la indemnización”.). 8 {8} Colón v. Romero Barceló, 112 D.P.R. 573, 576-77 (1982) [en adelante, Colón]. 9 {9} Zacchini v. Scripps-Howard Broad. Co., 433 U.S. 562, 569 (1977) (citando a Housh v. Peth, 165 Ohio St. 35, 36(Ohio 1956)). 10 {10} William L. Prosser, Privacy, 48 Cal. L. Rev. 383, 386-88 nn. 17-58 (1960). 11 {11} Vigoreaux, 2008 T.S.P.R. en la pág. 14 (citando a William L. Prosser, Privacy, 48 Cal. L. Rev. 383, 386-88 nn. 17-58 (1960)). 12 {12} Dopp v. Fairfax Consultants, Ltd., 771 F. Supp. 494, 497 (D.P.R. 1990). 13 {13} Mojica Escobar v. Roca, 926 F. Supp. 30, 35 (D.P.R., 1996). 14 {14} Íd. en la pág. 34. 15 {15} Íd. 16 {16} Íd. en la pág. 35. 17 {17} Town & Co. Prop., Inc. v. Riggins, 457 S.E. 2d 356, 362 (Va. 1995). 18 {18} Íd. (citando a Beverley v. Choices Women’s Medical Ctr., Inc., 587 N.E. 2d 275, 278 (N.Y. 1991); Flores v. Mosler Safe Co. 7 N.Y. 2d 276 (N.Y.1959)). 19 {19} Va. Code Ann. § 8.01-40(A). 20 {20} Zacchini, 433 U.S. en la pág. 575. 21 {21} Íd. 22 {22} Íd. en la pág. 576 (citando a Kalven, Privacy in tort law: were Warren and Brandeis wrong? 31 Law and Contemp. Prob. 326, 331 (1966)). 23 {23} Íd. 24 {24} Allison v. Vintage Sports Plaques, 136 F. 3d 1443, 1446 (11th Cir. 1998). 25 {25} Íd. en la pág. 1447 (citando a J. Thomas McCarthy, McCarthy on Trademarks and Unfair Competition § 28.6 (1997)). 26 {26} Const. P.R. art. II § 4. 27 {27} Const. EE.UU. enmienda I. 28 {28} Bonilla v. P.N.P., 140 D.P.R. 294, 298 (1996) (citando el Diario de Sesiones de la Convención Constituyente de Puerto Rico vol. IV, 2594 (1961)). 29 {29} Mari Bras v. Casañas, 96 D.P.R. 15, 20-21 (1968). 30 {30} Va. Board of Pharmacy v. Va. Consumer Council, 425 U.S. 748, 762 (1976). 31 {31} Íd. en la pág. 765. 32 {32} Íd. en la pág. 770. 33 {33} Íd. en la pág. 771. 34 {34} Vigoreaux, 2008 T.S.P.R. 38 en la pág. 17 (citando a Muñiz v. Administrador del Deporte Hípico, 156 D.P.R. 18, 24 (2002); Bonilla v. P.N.P., 140 D.P.R. 294, 300 (1996)[en adelante Bonilla]; Mari Bras v. Casanas, 96 D.P.R. 15, 21 (1968)). 35 {35} Íd. en la pág. 16 (citando a Bonilla v. P.N.P., 140 D.P.R. 294, 300 (1996)). 36 {36} Bonilla, 140 D.P.R. en la pág. 300 (citando a Roth v. U.S., 354 U.S. 476 (1957)). 37 {37} Vigoreaux, 2008 T.S.P.R. en la pág. 17; In re Gervitz Carbonell, 162 D.P.R. 665 (2004). 38 {38} Íd. (citando a modo ilustrativo, Bd of Trustees v. Fox, 492 U.S. 469 (1989); Posadas de P.R. Assoc. v. Tourism Co. of P.R., 478 U.S. 328 (1986); Va. Pharm. Bd. v. Va. Consumer Council, 425 U.S. 748 (1976), Capital Broad. Co. v. Mitchell, 405 U.S. 1000 (1972)). 39 {39} Bonilla, 140 D.P.R. en la pág. 301. 40 {40} Íd. (citando a Jaime Santos Briz, Derecho de Daños: prólogo del sr. Francisco Bonet Ramón 178 (Ed. Revista de Derecho Privado 1963)). 41 {41} Bonilla, 140 D.P.R. en la pág. 294. 42 {42} Íd. en la pág. 302. 43 {43} Íd. 44 {44} Luis Diez-Picazo & Antonio Gullón, Sistema de Derecho Civil 377 (4ta ed., Tecnos 1985). 45 {45} Roberto Colón Cortés, Autor estudiante, Reconstruyendo la casa de cristal: la responsabilidad civil extracontractual derivada de los daños ocasionados al derecho a la intimidad, 72 Rev. Jurídica U.P.R. 695, 709 (2003). 46 {46} Colón, 112 D.P.R. en la pág. 57. 47 {47} Íd. (citando a Santos Briz, supra n.40, en la pág. 179). 48 {48} Íd. en la pág. 581. 49 {49} Colón Cortés, supra n. 45, en la pág. 709. 50 {50} Pérez Rosado v. El Vocero, 149 D.P.R. 427, 443 (1999). 51 {51} Vigoreaux, 2008 T.S.P.R. 38 en la pág. 24. 52 {52} Íd. (citando a Garib Bazain v. Clavell, 135 D.P.R. 475 (1994)) [en adelante, Clavell]. 53 {53} Clavell, 135 D.P.R. en la pág. 486. 54 {54} Íd. en la pág. 488. 55 {55} Bonilla, 140 D.P.R en la pág. 294. 56 {56} Colón, 112 D.P.R. en la pág. 573. 57 {57} Campbell v. Acuff-Rose Music Inc., 510 U.S. 569, 580 (1994). 58 {58} Vigoreaux, 2008 T.S.P.R. 38 en la pág. 27. 59 {59} Íd. (citando a Campbell v. Acuff-Rose Music Inc., 510 U.S. 569, 581 (1994)). 60 {60} Cardtoons L.C. v. Major League Baseball Assoc, 95 F.3d 959 (10th Cir. 1996). 61 {61} Íd. en la pág. 1273. 62 {62} Íd. en la pág. 976. 63 {63} Íd. en la pág. 1275. 64 {64} ETW Corp. v. Jireh Publg. & Rick Rush, 332 F. 3d 915 (6th Cir. 2003). 65 {65} Íd. en la pág. 936. 66 {66} Íd. en la pág. 937. 67 {67} Vigoraux, en la pág. 27. 68 {68} Íd. en la pág. 28. 69 {69} Luis Pérez Ayala, Derecho a la imagen, http://www.pandectasperu.org/revista/no200408/lperez.html (accedido el 26 de mayo de 2010). 70 {70} Íd. 71 {71} Juan Espinoza Espinoza, Derecho de las personas 246 (3rd ed., Huallaga 2001). 72 {72} Íd. 73 {73} Íd. en la pág. 248. 74 {74} Pérez Ayala, supra n. 69. 75 {75} Manuel Albaladejo, Derecho Civil tomo I, §5, 506 (Bosch 2002). 76 {76} Íd. en la pág. 508. 77 {77} Luis Carranza Torres, ¿Qué es el derecho a la imagen personal?, http://www.habeasdata.org/Carranza_Torres_Derecho_a_la_Imagen (accedido el 26 de mayo de 2010) (citando a Federico Villalba Díaz, Algunos aspectos acerca del derecho patrimonial y extrapatrimonial sobre la propia imagen). 78 {78} Íd. 79 {79} Íd. 80 {80} Íd. 81 {81} Lluís De Carreras Serra, Derecho español de la información, cap. 11, 153-166 (UOC 2003). 82 {82} Const. ES. Art. 18.1 (1978). (Dicho artículo dispone: “Se garantiza el derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen”). 83 {83} Íd. en la sec. 20.4. (Este artículo reza así: “Estas libertades tienen su límite en el respeto a los derechos reconocidos en este Título, en los preceptos de las Leyes que lo desarrollan y, especialmente, en el derecho al honor, a la intimidad, a la propia imagen y a la protección de la juventud y de la infancia”). 84 {84} Ley Orgánica 1/1982, de 5 de mayo, de protección civil del derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen [en adelante Ley Orgánica 1/1982]. 85 {85} Íd. en los art. 2.1, 2.2. 86 {86} Íd. en el art. 2.3. 87 {87} Íd. en el art. 8. 88 {88} Luis Díez-Picazo y Antonio Gullón, Instituciones de Derecho Civil vol. 1, 225 (2ed. ed., Tecnos 1998) [en adelante Díez-Picazo y Gullón]. 89 {89} Ley Orgánica 1/1982, en el art. 5. 90 {90} Íd. en el art. 9.1. 91 {91} Íd. en el art. 9.2. 92 {92} Díez-Picazo y Gullón, supra n. 88, en la pág. 226 (citando Ley Orgánica 1/1982 en el Art. 9.3). 93 {93} Ley Orgánica 1/1982, en el art. 9.5. 94 {94} Art. 2.2 de la Ley Orgánica de 26 de marzo de 1984. 95 {95} Díez-Picazo y Antonio Gullón, supra n. 88, en la pág. 229. 96 {96} Código Civil de Italia, art. 10 (1942). 97 {97} Ley de Propiedad Intelectual de Argentina, art. 31 (1933). 98 {98} STC 197/1991, de 17 de octubre. 99 {99} Díez-Picazo y Gullón, supra n. 88, en la pág. 223. 100 {100} Íd. (citando a S. 85/1992, de 8 de junio). 101 {101} Íd. 102 {102} Díez-Picazo y Gullón, supra n. 88, en la pág. 227. 103 {103} Íd. en la pág. 228 (citando a STS de 9 de febrero de 1989; STC de 8 de junio de 1988). 104 {104} Osorio Ruíz v. Secretario, 106 D.P.R. 49 (1977) [en adelante, Osorio]. 105 {105} Vigoreaux, 2008 T.S.P.R. en la pág. 15. 106 {106} Carranza Torres, supra n. 77 (citando a Federico Villalba Díaz, Algunos aspectos acerca del derecho patrimonial y extrapatrimonial sobre la propia imagen). 107 {107} Vigoreaux, 2008 T.S.P.R. en la pág. 18. 108 {108} Bonilla, 140 D.P.R en la pág. 302. 109 {109} Colón Cortés, supra n. 45, en la página 709. 110 {110} Vigoreaux, 2008 T.S.P.R. en la pág. 31. 111 {111} Íd. 112 {112} Íd. en la pág. 22. 113 {113} Íd. en la pág. 37. 114 {114} Vigoreaux, 2008 T.S.P.R. 38 en la pág. 33.