PROBLEMAS PARA LA EXPAN SIÓN DEL GRADO DE COBERTURA EN EL SISTEMA REFORMADO DE PEN SIONES ARGENTINO Centro de Estudios para el Desarrollo Institucional (CEDI) con el auspicio del International Development Research Centre, Canada Jorge Colina Fundación Novum Millenium Lucas Ronconi CEDI & Universidad de San Andrés Mariano Tommasi CEDI & Universidad de San Andrés Agosto 2002 __________________________________________________________________ Los autores agradecen la excelente colaboración de Virginia Mineiro como asistente de investigación, y los útiles comentarios de Fernando Lorenzo, Osvaldo Giordano, Samuel Berlinsky y de los participantes del seminario del Centro de Estudios para el Desarrollo Institucional. Sin el apoyo del International Development Centre, Canada, el estudio no hubiera sido posible. IN DICE INDICE ......................................................................................................................................................................... 2 INTRODUCCIÓN ...................................................................................................................................................... 3 CAPITULO I............................................................................................................................................................... 5 1.- EL PROBLEMA DE LA COBERTURA EN LOS SISTEMAS MULTI-PILARES.................................................................... 5 2.- LA ESTRUCTURA DE BENEFICIOS SOCIALES DEL MERCADO LABORAL EN ARGENTINA. ......................................... 7 2.1.- El Sistema Integrado de Jubilaciones y Pensiones (SIJP)............................................................................ 9 3.- DIMENSIÓN Y CARACTERIZACIÓN DE LA COBERTURA ......................................................................................... 14 CAPÍTULO II.- LOS DETERMINANTES DE LA COBERTURA PREVISIONAL ........................................ 21 1.- REGULACIONES LABORALES Y ANÁLISIS ESTÁTICO DE LA COBERTURA.............................................................. 22 1.1 Hipótesis ....................................................................................................................................................... 22 1.2.- Evidencia Empírica .................................................................................................................................... 27 2.- REFORMA PREVISIONAL Y EVOLUCIÓN DE LA COBERTURA ................................................................................ 30 2.1 Contextualización de la Reforma Previsional............................................................................................... 32 2.2.- Resultados de la evidencia empírica........................................................................................................... 39 2.3 Conclusión .................................................................................................................................................... 46 CAPITULO III. EL SISTEMA DE CONTROL LABORAL EN ARGENTINA................................................ 47 INTRODUCCIÓN ........................................................................................................................................................ 47 1. CONFORMACIÓN DEL SISTEMA DE CONTROL LABORAL ........................................................................................ 48 1.1 Diferente raíz legislativa............................................................................................................................... 48 1.2 Diferentes organismos con facultades de control ......................................................................................... 49 1.3. Diferentes instrumentos de registración laboral.......................................................................................... 54 2.- ACCIONES DE CONTROL LABORAL ...................................................................................................................... 55 3.- UNA INTERPRETACIÓN SOBRE EL ORIGEN DEL PROBLEMA DEL SISTEMA DE CONTROL LABORAL ........................ 60 3.1. Evidencia empírica ...................................................................................................................................... 63 5.- CONCLUSIÓN ...................................................................................................................................................... 67 CAPITULO IV.- PROPUESTA PARA AUMENTO DE LA COBERTURA PREVISIONAL EN LA ARGENTINA ............................................................................................................................................................ 68 1.- UN NUEVO DISEÑO DE BENEFICIOS .................................................................................................................... 68 2.- UN NUEVO DISEÑO DE FINANCIAMIENTO ........................................................................................................... 78 3.- UN MECANISMO DE FINANCIAMIENTO DEL COSTO DE LA TRANSICIÓN .............................................................. 82 4.- LA REFORMULACIÓN DEL ROL DE LAS AFJP.................................................................................................... 844 BIBLIOGRAFÍA....................................................................................................................................................... 86 ANEXO ESTADÍSTICO DEL CAPÍTULO 2 ........................................................................................................................ 89 ANEXO ESTADÍSTICO DEL CAPÍTULO 3 ........................................................................................................................ 92 2 IN TRODUCCIÓN Durante las últimas d adas, Argentina ha experimentado un proceso de permanente caída en los niveles de cobertura previsional. En la actualidad, menos de la mitad de la población económicamente activa cuenta con aportes regulares al sistema, fenómeno que se ve agravado al considerar que las personas sin cobertura son, en su mayoría, las de menores recursos. La falta de cobertura tiene consecuencias negativas de orden social, económico e institucional. Los trabajadores no registrados se encuentran desprotegidos, no sólo contra la vejez, sino tambi n contra el desempleo, los accidentes laborales y demás beneficios que emanan de la seguridad social y la normativa laboral. Estas políticas sociales, progresivas en su diseño, se tornan regresivas al excluir a los de menores ingresos del proceso redistributivo. La condición de no registrado limita las posibilidades de acceder al cr dito, y atenta contra la capacitación y progreso laboral. Desde el punto de vista fiscal, la evasión de aportes dificulta el equilibrio en tiempos presentes, y deja para el futuro un problema mayúsculo. Finalmente, induce al desarrollo de una cultura evasora y de incumplimiento con las reglas establecidas. En la Argentina se han implementado algunas reformas en el ámbito de la seguridad social y la normativa laboral, que en principio tenían por objetivo incrementar la registración y cobertura. Entre ellas se destaca la reforma previsional de 1994, que implicó e l traspaso de un sistema público de reparto a uno mixto con un pilar privado de capitalización, y la rebaja de aportes y contribuciones sobre la nómina salarial. A pesar de la importancia del problema de falta de cobertura y de la magnitud de las reformas, es aún muy limitado el conocimiento que se dispone sobre los determinantes de la no registración y el impacto de las mencionadas reformas. Estas son las motivaciones y objetivos del presente documento. En el primer capítulo se presenta una breve descripción del marco normativo que regula la relación laboral y los beneficios de la seguridad social. El mensaje principal indica que para comprender la problemática de baja cobertura previsional, es necesario considerar el conjunto de regulaciones que emanan de la seguridad social y la normativa laboral. Los empleadores y trabajadores que deciden aportar al sistema previsional, están obligados a aportar tambi n a los restantes subsistemas de la seguridad social y cumplir con las obligaciones que emanan de la registración laboral. Luego se dimensiona y caracteriza la falta de cobertura según diversos colectivos, como ser g nero, edad, y nivel educativo. El panorama que resulta es heterog neo, aunque se observa una importante concentración de empleo no registrado e ntre los trabajadores de menor productividad laboral. En los capítulos dos y tres se analizan los factores que contribuyen al empleo no registrado, con especial nfasis en los mecanismos de control y fiscalización y en la incidencia de las reformas 3 implementadas. Los resultados indican que los determinantes de la no registración y falta de cobertura son m ltiples y de diversa índole. Por un lado, las excesivas e inadecuadas regulaciones imponen rigideces, elevan el costo laboral y complejizan el proceso de registración induciendo al incumplimiento con las mismas. Por otra parte, la insuficiente creación de empleos bien remunerados y la existencia de un elevado nivel de desocupación, deja al trabajador sin otra alternativa que la de aceptar un empleo no registrado y sin cobertura. Pero son, a nuestro entender, las instituciones p blicas las responsables ltimas de la creciente informalización del mercado de trabajo argentino. En el mbito laboral han demostrado incapacidad para adecuar y modernizar la normativa; mantienen estructuras burocr ticas y diversas prebendas como las jubilaciones de privilegio; no ejercen su facultad de inspección y control con eficacia y honestidad. Estos ejemplos ilustran un problema que aparece en muchas reas de intervención p bli ca: corrupción, cortoplacismo e incumplimiento de contratos. En dicho sentido, la creciente informalización laboral y el consiguiente aumento de trabajadores sin cobertura previsional son un síntoma del profundo problema político-institucional que enfrenta la Argentina. En este contexto la reforma en el diseño del sistema previsional aparece como un factor de segundo orden, aunque con alg n efecto sobre la probabilidad de cobertura seg n nivel de ingresos. Finalmente el capítulo cuatro presenta recomendaciones de política. 4 CAPITULO I 1.- EL PROBLEMA DE LA COBERTURA EN LOS SISTEMAS MULTI-PILARES. En el pasado, cuando las sociedades modernas no habían todavía organizado sus sistemas previsionales como una institución que involucra a toda la sociedad, la fo rma de garantizar el consumo mínimo de supervivencia en los ltimos años de la vida, cuando la vejez forzaba a las personas a retirarse de la actividad laboral, era a trav s de un arreglo no escrito de tipo intergeneracional al interior de los hogares en donde la generación laboralmente activa (padre e hijos mayores) debía garantizar el consumo b sico de las generaciones no activas (hijos menores y abuelos). Esta conducta de supervivencia familiar es la que daba lugar a la imagen convencional de hogares eminentemente multigeneracionales donde convivían m s de dos generaciones en un mismo hogar. Esta pr ctica subsiste en economías m s atrasadas y hasta inclusive en la conducta de los hogares de menores ingresos en los países en vías de desarrollo, donde los sistemas previsionales no se encuentran todavía plenamente desarrollados. A finales del siglo XIX y con particular nfasis a principios del siglo XX, no sin antes haber pasado por organizaciones sociales intermedias de tipo mutual en la organización de este contrato intertemporal, el desarrollo del Estado como mecanismo de redistribución trajo aparejado a los sistemas previsionales tal como hoy se los conoce, y que presentan como esencia superadora, el ser una institución que explicita este tipo de contratos a nivel de toda la sociedad. Es decir, se institucionaliza la regla por la cual las personas se obligan a sacrificar durante su vida activa parte de su consumo presente con vistas a garantizar un flujo de ingresos futuros en los ltimos años de su vida, para evitar que el retiro de la vida laboral implique caer en la pobreza. En esta perspectiva es que se sostiene que uno de los objetivos primordiales de los sistemas previsionales modernos es la de incorporar un mecanismo formal a nivel de toda la sociedad que garantice la supervivencia de las generaciones inactivas adultas. Adem s de este objetivo, se establece como socialmente aceptado que la participación debe ser obligatoria, en el entendimiento de que resulta imprescindible neutralizar la eventual tendencia a la “miopía” de las personas a subestimar el futuro. De esta concepción se desprende la idea de que el mecanismo previsional debe tener una cobertura de tipo universal. La definición del mecanismo requiere determinar los dos aspectos centrales que d an fisionomía y especificidad a los modelos previsionales. Estos dos aspectos son los beneficios y el financiamiento. Desde el punto de vista del beneficio, hay una vasta discusión en torno al nivel general de los beneficios1, a la presencia o no de alg n esquema de redistribución intrageneracional y a los Donde se discute eminentemente sobre si el beneficio que el mecanismo previsional debe garantizar debe ser un mínimo socialmente aceptado de supervivencia o un nivel de vida consistente con el nivel de vida que cada persona tenía 1 5 requisitos para acceder a los beneficios2. Desde el punto de vista del financiamiento, la discusión gira en torno a cómo se financiar n esos beneficios y qui nes soportar n la carga, momento ste en el que aparecen las consideraciones intergeneracionales3 e impositivas4. Ambos aspectos funcionan retroalimentadamente y tienen directa connotación con el nivel de cobertura y las sostenibilidad financiera del sistema. Todo problema de cobertura o de inconsistencia financiera tiene relación estrecha con alg n problema de dise o del esquema de beneficios o del esquema de financiamiento. La experiencia internacional ofrece ejemplos interesantes. Sistemas como los de Dinamarca, Noruega o Canad que son de beneficio definido y financiado a trav s de esquemas de reparto con rentas generales (James, 1999), no muestran en general problemas de cobertura pero la problem tica se presenta a nivel de la sostenibilidad financiera del sistema. Al ser un esquema de beneficio definido, lo que la sociedad determina en primera instancia es el nivel de beneficio y la cobertura, y en función de ello el monto necesario de financiamiento. Al ser financiado con rentas generales esta definición de beneficio y cobertura afecta directamente la carga impositiva general de la economía. Si bien el sistema puede no presentar problemas de cobertura (en la medida que las rentas generales sean suficientes) el límite que impone la presión impositiva para mantener la competitividad de la economía y el cambio demogr fico hacen que el esquema tenga debilidad en la consistencia financiera. Otros sistemas de beneficio definido aunque financiado a trav s de esquemas de reparto con impuestos sobre el salario, como pueden ser los casos de Italia o Francia, neutralizan parcialmente el problema de inconsistencia financiera al establecer un vínculo m s estrecho entre esfuerzo contributivo y beneficios, aunque siguen siendo vulnerables a las restricciones políticas para los ajustes de beneficio, el cambio demogr fico y las restricciones de competitividad de la economía. Como contracara, la cobertura, si bien extensa, deja de ser universal. Estos sistemas de cobertura extendida traducen su problem tica en t rminos de insostenibilidad financiera. En una postura opuesta, los desequilibrios económicos producidos por la disociación entre los beneficios y el financiamiento sugieren que desde el punto de vista de la consistencia los esquemas de contribución definida 5 son superiores, ya que condicionan totalmente el beneficio al esfuerzo contributivo. Dentro de los sistemas de contribución definida resaltan los esquemas de durante su vida laboral. Esta discusión toma importancia en la perspectiva de la consistencia económico financiera de los modelos previsionales y se conoce en general como la discusión sobre las “reglas de movilidad” de los beneficios. 2 La edad y/o la cantidad de aportes requeridos para acceder al beneficio previsional. 3 La integeneracionalidad se materializa en la discusión sobre los pros y contras de los esquema de reparto, de capitalización colectiva y de capitalización individual. 4 Si la tributación ser trav s de rentas generales o contribuciones salariales. 5 Es decir, aquellos donde lo que se predetermina es el esquema de contribución y en función de la conducta contributiva, se determina para cada persona un nivel de beneficio. 6 capitalización, en particular, los de capitalización individual. Sin embargo, presentan como contracara la debilidad de que la cobertura deja de ser universal ya que el beneficio est atado a la conducta contributiva, y esta conducta a su vez depende de características macroeconómicas, institucionales, del mercado laboral y de atributos personales de los individuos. Este trade off entre nivel de cobertura y consistencia financiera dio lugar a la idea de incorporar elementos de los dos esquemas, es decir, elementos solidarios propios de los esquemas de beneficio definido y elementos retributivos propios de los esquemas de contribución definida. En otros t rminos, surgió un cierto grado de consenso en torno a que una reforma viable y eficaz debe incorporar elementos de equidad intrageneracional –a trav s de garantías de beneficios mínimos socialmente aceptados–, equidad intergeneracional –a trav s de esquemas de reparto–, y equidad retributiva –a trav s de esquemas de beneficios proporcionales al esfuerzo–, dando lugar a los dise os institucionales de los sistemas multi-pilares En los esquemas multi-pilares conviven diferentes modelos de beneficio y contribución, y esquemas de financiamiento de reparto y capitalización. El esquema standard se conforma en general de tres pilares b sicos: i) un pilar solidario que adopta la modalidad de beneficio definido con esquema de financiamiento de reparto destinado a garantizar un monto mínimo de beneficio a qui nes hayan cumplido con los requisitos de contribución, ii) un pilar de capitalización que adopta la forma de contribución definida con esquema de financiamiento de capitalización destinado a generar incentivos favorables a la cotización; y iii) un pilar asistencial que adopta la forma de beneficio definido con esquema de financiamiento basado en rentas generales destinados a garantizar un beneficio mínimo a las personas que est n fuera de la cobertura previsional por no haber cumplido con los requisitos de contribución. 2.- LA ESTRUCTURA DE BENEFICIOS SOCIALES DEL MERCADO LABORAL EN ARGENTINA. Para abordar la problem tica particular de la baja cobertura del sistema previsional argentino es necesario partir de una breve descripción esquem tica del conjunto de beneficios que se generan en torno a la relación laboral entre empleadores y trabajadores. Desde principios del siglo XX que en Argentina hubo una cantidad de mecanismos formales de afiliación voluntaria e inic iativa privada para la cobertura de los eventos que un individuo experimenta en su vida personal y laborativa. Florecieron diversos tipos de organizaciones mutualistas y sindicales convocadas alrededor de factores tnicos, sociales, laborales y/o ideológic os de pertenencia, a fin de dar protección económica frente a los gastos que ocasiona la reproducción familiar, las enfermedades, las incapacidades y la muerte. Mutuales y sindicatos brindaban distintos tipos de cobertura de salud, por maternidad, subsidios por invalidez, a la vejez y ante casos de viudez. A partir de la d cada del 7 treinta estos beneficios comienzan a ser compulsivos en el mbito de los trabajadores del sector p blico, y a partir de la d cada del cuarenta la obligatoriedad se hace extensiva para las relaciones laborales que se celebran en el mbito del sector privado. Durante toda la poca de posguerra hasta fin de los ochenta, el conjunto de beneficios que nacen con la relación laboral es muy profuso, con muchas superposiciones y algunos v acios, y la estructura de organismos que gestionan dichos beneficios altamente dispersa en una cantidad exagerada de entidades. Los beneficios eran los típicos de seguridad social (previsión social, salud, asignaciones familiares y seguro de vida obligatorio) m s un conjunto de beneficios sindicales y mutuales determinados por la regulaciones laborales a trav s de los convenios colectivos de trabajo (cuota sindical, subsidios por sepelio, seguros de vida, beneficios de alimentos, tiles escolares, etc). Los beneficios de la seguridad social eran claramente parciales al no estar cubiertos la prestación económica de los accidentes y las enfermedades profesionales 6, el desempleo y las incapacidades parciales de origen no laboral. Los beneficios establecidos por las regulaciones laborales estaban superpuestos con los de seguridad social, al cubrir los mismos eventos. La diversidad de entes gestores era excesiva. En el sistema previsional había para el sector privado una caja previsional de comercio y servicios, otra de industria, otra de actividades marítimas, otra de autónomos, regímenes especiales en el sector p blico, cajas provinciales y cajas de profesionales. Una realidad parecida había para las cajas de subsidios familiares y en el caso de la cobertura de salud con m s de 300 obras sociales7. Los beneficios convencionales a su vez son administrados por los sindicatos signatarios de los convenios colectivos los cuales suman m s de un centenar. En la d ada del noventa se experimenta un importante proceso de modernización de la seguridad social en lo que corresponde a la cobertura de los trabajadores del sector privado y p blico nacional, el cual todavía se encuentra inconcluso. Se crea un seguro de desempleo para el sector privado. Se unifica en un solo ente gestor, la Administración Nacional de la Seguridad Social (ANSES), la administración de los beneficios previsionales, de subsidios familiares y el seguro de desempleo. Se moderniza el sistema previsional creando un sistema multi-pilar, el Sistema Integrado de Jubilaciones y Pensiones (SIJP), con gestión de operadores privados actuando en competencia con fines de lucro, las Administradoras de Fondos de Jubilaciones y Pensiones (AFJP). Se centraliza el pago de todas las cotizaciones a la seguridad social en una nica contribución, la Contribución Unificada de la Seguridad Social (CUSS), y se delega su gestión en la agencia de recaudación de impuestos generales, Existía la cobertura legal a una indemnización por parte del empleador en caso de siniestro con secuelas, pero no una prestación económica desde la seguridad social que cubra al trabajador y su familia durante todo el periodo que dure la secuela. 7 Entidades que dependen de los sindicatos y las c maras empresarias responsables de la cobertura de salud de los trabajadores y su grupo familiar. 6 8 la Administración Federal de Ingresos P blicos (AFIP) 8. Se crea el sistema de Riesgos del Trabajo para la cobertura de los accidentes de trabajo y enfermedades profesionales a trav s de un segundo conjunto de operadores privados actuando en competencia con fines de lucro, la Administradoras del Riesgo del Trabajo (ART). Los beneficios convencionales y sus entes gestores pasaron pr cticamente indemnes este fuerte proceso de modernización de la seguridad social, al igual que los beneficios de la seguridad social gestionados por los gobiernos provinciales destinados a los empleados p blicos de su jurisdicció n. La conclusión de esta breve rese a histórica y descriptiva del esquema de beneficios construido alrededor de la relación laboral son dos. Por un lado, que el sistema previsional es tan sólo una parte del conjunto de beneficios que los trabajadores reciben si su relación laboral est formalizada. Por otro, que esta complicada estructura protectiva implica un alto costo laboral para las empresas que induce a evadir la formalización de la relación laboral impactando en la cobertura de todo el esquema en general y del sistema previsional en particular. 2.1.- El Sistema Integrado de Jubilaciones y Pensiones (SIJP) Dentro de esta estructura de beneficios descripta, el sistema previsional es un sistema todavía segmentado a pesar de las importantes transformaciones experimentadas. Si bien esta modernización ocurrió para el segmento m s numeroso de la población, que son los trabajadores del sector privado y p blico nacional, persisten porciones del mercado laboral cubiertos por subsistemas separados legal, financiera y administrativamente del SIJP que no han experimentado igual cambio reformador. Es decir, el sistema previsional en Argentina se conforma hoy por: i) Sistema Integrado de Jubilaciones y Pensiones (SIJP): su cobertura abarca a los trabajadores autónomo s y asalariados del sector privado, del sector p blico nacional y de los regímenes provinciales que se incorporaron a partir de 19949. ii) Regímenes especiales para las fuerzas armadas y las fuerzas de seguridad nacionales: su cobertura abarca a las tres fuerzas militares (Ej rcito, Aire y Marina), Policía Federal, Gendarmería Nacional y Servicio Penitenciario. iii) Sistemas previsionales provinciales y municipales: su cobertura abarca a empleado p blicos que trabajan para los gobiernos provinciales o municipales10. 8 En ese momento se denominaba Dirección General Impositiva (DGI). Estos regímenes corresponden a las provincias de: Jujuy, Catamarca, La Rioja, Mendoza, Río Negro, Salta, San Juan, San Luis, Santiago del Estero, Tucum n y a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. 10 Estos regímenes corresponden a las provincias de Buenos Aires, Córdoba, Corrientes, Chaco, Chubut, Entre Ríos, Formosa, La Pampa, Misiones, Neuqu n, Santa Cruz, Santa Fe y Tierra del Fuego. Las municipalidades que cuentan con sistema previsional propio son las de Basavilbaso, Colón, Gualeguay y Gualeguaych (provincia de Entre Ríos), ciudad 9 9 iv) Sistemas previsionales para profesionales: su cobertura abarca a profesionales que ejercen su profesión en forma liberal y que requieren estar matriculados para el ejercicio de la profesión 11. v) Sistema no contributivo: cumple las funciones de pilar asistencial destinado, en teoría, a cubrir a las personas sin cobertura del SIJP. El Cuadro 1 muestra que el m s importante de los subsistemas es el SIJP. Adem s, es el foco de la atención de este trabajo ya que es el sistema que en teoría debe cubrir a las personas que hoy no tienen cobertura. Este fenómeno se presenta porque la gran mayoría de las personas sin cobertura son trabajadores del sector privado, en cambio el resto de los subsistemas cubren pr cticamente a la totalidad de su población teórica por tratar se de empleados p blicos o profesionales matriculados donde las contribuciones son responsabilidad de los mismos estados provinciales o de entidades semi-p blicas, como los consejos profesionales que regulan el ejercicio de la profesión. Cuadro 1.- Cotizantes y beneficiarios en los distintos regímenes del sistema previsional argentino. A o 2001. Millones de personas. Régimen Sistema Integrado Jubilaciones Pensiones (SIJP) Regímenes FFAA y seguridad nacionales Cajas Provinciales y Municipales Cajas Profesionales Pensiones no contributivas Total Cotizantes 4,1 0,1 1,2 0,3 5,7 Beneficiarios 2,3 0,1 0,5 0,1 0,3 3,2 Fuente: Elaboración propia sobre la base de Superintendencia de AFJP y BID (2000). A continuación se presenta una descripción del dise o d e beneficios y financiamiento del SIJP en su concepción como sistema multi -pilar, junto con su configuración dentro del esquema general del sistema de seguridad social y de los beneficios establecidos por las regulaciones laborales. 2.1.1. Diseño de los beneficios del SIJP El antiguo r gimen previsional tenía un dise o de beneficio definido con financiamiento de reparto y rentas generales. La inapropiada definición de las reglas de determinación de beneficios condujo a que se generara una excesiva cantidad de situaciones inequitativas en el otorgamiento de los beneficios que, junto a la crisis fiscal general experimentada durante la d cada de los ochenta, llevó a que la situación financiera del sistema previsional entrara en quebranto. Una profusa cantidad de regímenes especiales y diferenciales que establecían condiciones de accesibilidad de privilegio, una de Neuqu n (provincia de Neuqu n), Ca ada de Gómez, Rosario, Rufino, Ciudad de Santa Fe y Venado Tuerto (provincia de Santa Fe), y San Miguel de Tucum n (provincia de Tucum n) (BID, 2000). 11 M dicos y dem s de las ciencias de la salud, abogados, contadores, ingenieros, arquitectos, agrónomos y agrimensores. 10 alta conflictividad judicial en orden a lograr rec lculos de los beneficios o actualizaciones en función del salario de los trabajadores activos o de diversos índices de precios, controles documentales altamente imprecisos para el otorgamiento de los beneficios y problemas de corrupción llevaron a una situación de alta inequidad dado por la alta dispersión de beneficios sin conexión alguna con la historia contributiva de las personas. La situación m s ilustrativa de esta inequidad es que m s del 70% de los beneficiarios del viejo sistema previsional perciben retribuciones inferiores a 2 veces la jubilación mínima mientras que alrededor del 5% reciben jubi laciones superiores a 10 veces la jubilación mínima. La fragilidad financiera que esta inequidad ocasiona se ilustra al considerar que en tan sólo 10 a os el gasto aumentó 3 veces sin que la cantidad de beneficiarios haya variado en forma significativa. En 1993 se sancionó la Ley 24.241 del Sistema Integrado de Jubilaciones y Pensiones (SIJP) y en 1994 el sistema se pone en operación. Su dise o general responde a un sistema multi -pilar con cuatro pilares: i) un pilar solidario; ii) un pilar de reconocimiento de los aportes realizados al r gimen anterior; y iii) un pilar de capitalización; iv) y un pilar asistencial 12. El pilar solidario se denomina Prestación B sica Universal (PBU). El beneficio consiste en garantizar un piso de ingreso a todo jubilado y/o pensionado del r gimen consistente en una suma mensual de $200, y sus requisitos de elegibilidad son 65 a os de edad y 30 de aportes. Es importante destacar que desde el punto de vista de los requisitos de elegibilidad para esta pilar sobrevivieron un conjunto de regímenes especiales del viejo r gimen, –para trabajadores de tareas riesgosas o envejecimiento prematuro13 y para funcionarios del Poder Ejecutivo, Legislativo, Judicial y del Servicios Exterior– los cuales prev n condiciones especiales de elegibilidad y beneficio m s abultados. El pilar de reconocimiento de aportes al r gimen anterior se denomina Prestación Compensatoria (PC). El beneficio consiste en un monto mensual que resulta de multiplicar 1,5% por cada a o de aporte realizado con anterioridad a la sanción del SIJP por el promedio de salario mensual de los ltimos 10 a os, y sus requisitos de elegibilidad son 65 a os de edad y 30 de aportes. El pilar asistencial se denomina Prestación por Edad Avanzada (PEA). El beneficio consiste en un monto mensual de $100, y sus requisitos de elegibilidad son el de contar con al menos 10 a os de aportes, 70 a os de edad y no poseer ning n otro ingreso. Este pilar asistencial denominado Prestación por Edad Avanzad a (PEA) no debe ser confundido con el sistema no contributivo general. La PEA se otorga a personas que dentro el SIJP tengan una cantidad de aportes que no sean suficientes para acceder al beneficio, en cambio, el sistema no contributivo general no tiene requisitos de elegibilidad y el otorgamiento de los beneficios es discrecional. 13 Estas tareas son: choferes de ómnibus, transporte de carga, recolección de residuos, taxis, electricidad, calor, ferrocarril, gas y petróleo, chacinados, frío, carne, minas, pesca, forja y fragua, aeronavegación, vidrio, embarcados, operadoras telefónicas, dragado y balizamiento, radiología, portuarios, docentes de frontera. 12 11 Estos tres pilares – la PBU, la PC y la PEA– son de beneficio definido financiados con un esquema de reparto de impuestos al salario y rentas generales. Los tres son administrados por la Administración Nacional de la Seguridad Social (ANSES). El pilar de capitalización se denomina Jubilación Ordinaria (JO). El beneficio consiste en una renta vitalicia o programada14 resultante del saldo acumulado en la Cuenta de Capitalización Individual (CCI) de cada cotizante. El requisito de accesibilidad es el de contar con m s de 40 a os de edad y un mínimo de referencia acumulado en la CCI. La JO es un esquema de contribución definida y de capitalización individual, donde la administración de las CCI es responsabilidad de las AFJP que deben operar en un marco de competencia donde existe libertad de elección individual por parte de los cotizantes. Este pilar tiene los dos aspectos novedosos y diferenciales de la reforma que vinculan el beneficio al esfuerzo contributivo: el monto del beneficio es función de lo acumulado y su acceso es optativo pasado cierto umbral de ahorro. El SIJP mantuvo la posibilidad para los cotizantes de optar por permanecer en el esquema de reparto, en lugar de aportar a una CCI administrada por una AFJP. Si bien la opción es por permanencer en el esquema de reparto, el beneficio tiene la forma de contribución definida. El cotizante no accede a una JO sino que en su reemplazo recibe un beneficio denominado Prestación Adicional por Permanencia (PAP) consistente en la suma mensual resultante de multiplicar el 0,85% por cada a o de aporte realizado en el SIJP por el promedio de salario de los ltimos 10 a os. Sin embargo, sus requisitos de accesibilidad son inflexibles, siendo iguales que para los pilares de reparto, es decir, 65 a os de edad y 30 de aportes. Este beneficio es administrado por ANSES. El resultado de este esquema institucional es que el beneficio jubilatorio que otorga el SIJP se compone de la PBU m s la PC m s la JO. Para los beneficiarios que optan por permanecer el r gimen de reparto, la JO se reemplaza por la PAP. 2.1.2. Diseño del financiamiento del SIJP Comprende aportes personales del trabajador y contribuciones patronales del empleador. Por el lado del trabajador, se conforma de un aporte personal del 11% mensual del salario15 que se destina al pilar de capitalización, es decir, a la CCI administrada por la AFJP. En el caso de los trabajad ores que optaron por permanecer en el r gimen de reparto, este aporte se destina a la ANSES en orden a cotizar para ser elegible al beneficio de la PAP. La renta vitalicia es la anualidad resultante del saldo de la CCI hasta la muerte del beneficiario mientras que el retiro programado es una cantidad fija de pagos mensuales independientes de la expectativas de vida. El beneficiario puede optar por cualquiera de los dos alternativas de beneficio. 15 Este porcentaje fue disminuido transitoriamente a partir de enero del 2002 hasta diciembre del 2003 al 5% para los trabajadores que est n en el pilar de capitalización. 14 12 Por el lado del empleador, hay una contribución del 16%, que a su vez tiene disminución en función del rea geogr fica del trabajador arrojando una alícuota promedio de alrededor del 10%, que se destina a financiar los pilares de reparto. Adem s de los impuestos al salario, los pilares de reparto reciben recursos del Tesoro Nacional y recursos de impuestos específicos. Sólo 1/3 del total de recursos de los pilares de reparto corresponden a impuestos al salario. El resto corresponde a rentas generales. Un aspecto distintivo del r gimen de financiamiento de la seguridad social argentina es que la cotización al sistema previsional constituye un “paquete” con las cotizaciones a todos los beneficios de la seguridad social16. Es decir, no es posible cotizar al sistema previsional sin cotizar al resto de los beneficios de la seguridad social. Para los trabajadores en relación de dependencia, esto significa que al 11% que corresponde a aportes personales para el sistema previsional debe adicion rsele un 6% destinado a su cobertura de salud y la de los jubilados. Por el lado de las contribuciones patronales, al 10% de contribución al sistema previsional se le suma un 6% para la obra social del trabajador, otro 6% aproximado para seguro de desempleo, asignaciones familiares y salud de los jubilados, y una alícuota variable que ronda un 2% para la Administradora de Riesgos del Trabajo. El costo laboral total de la seguridad social ronda así el 40% del salario. Adem s de los beneficios de la seguridad social est n las cotizaciones a los beneficios de las regulaciones laborales. En car cter general se encuentra el seguro de vida obligatorio (SVO) que consiste en un seguro de vida en caso de muerte del trabajador y cuyo financiamiento se realiza a trav s de la obligación de compra por parte del empleador de una póliza de seguro en cualquier compa ía de seguros del mercado. Los beneficios establecidos por los convenios colectivos de trabajo son aplicables a los trabajadores de la rama de actividad alcanzada por el convenio y son de cumplimiento obligatorio para todas las empresas est n o no representadas en la c mara empresaria signataria del convenio. Estos beneficios varían dependiendo del convenio colectivo pero en general consisten en seguros por sepelio o subsidios por fallecimiento. El caso m s paradigm tico de beneficios convencionales superpuestos con los beneficios de la seguridad social es el convenio colectivo para el sector de comercio, que establece aportes compulsivos del trabajador del 2% y contribuciones compulsivas del empleador del 0,5% con destino al sindicato, m s el pago por parte del empleador de una prima de 3,5% con destino a un seguro de retiro y otra prima de precio variable con destino a un seguro de vida para el trabajador. En otros convenios colectivos, como por ejemplo el que rige para el sector gastronómico y hotelería existe un subsidio por muerte del trabajador que se financia con una aporte del trabajador del 1% y 16 Contribución Unificada a la Seguridad Social (CUSS). 13 una contribución del empleador del 1% del salario, o el caso de la industria metal rgica, donde rige un seguro de sepelio que se financia con iguales alícuotas que para el convenio gastronómico. El cumplimiento de las obligaciones para el financiamiento de estos beneficios no est dentro del “paquete” de la seguridad social ya que administrativamente es posible cumplir con unas sin cumplir con otras. Sin embargo, es claro que la registració n de un trabajador en la seguridad social conlleva un mayor riesgo de que ste sea detectado por el sindicato lo que obliga al empleador a tener que cumplir con todas las obligaciones. El costo laboral de estos beneficios aumenta el ya abultado costo laboral de la seguridad social. 3.- DIMENSIÓN Y CARACTERIZACIÓN DE LA COBERTURA La definición de cobertura en los sistemas previsionales tiene una doble dimensión. La primera dimensión se refiere a la población adulta, en donde por cobertura previsional se en tiende al porcentaje de personas en edad de percibir el beneficio jubilatorio que efectivamente lo percibe. Esta definición es til desde una perspectiva de observar el problema en su dimensión presente. Una segunda dimensión esta dirigida a observar la po blación activa que en el futuro requerir acceder al beneficio previsional. En esta perspectiva, hay autores que utilizan la cantidad de afiliados al sistema respecto al total de personas económicamente activas como indicador de cobertura. Es usual encontrarse con esta definición en los estudios de comparación internacional aunque tiene una seria limitación conceptual. En el an lisis del alcance de la cobertura, esta definición es incorrecta porque hace referencia a personas que alguna vez se inscribieron en los registros de la seguridad social pero no necesariamente se encuentran cotizando, en cuyo caso, son personas sin cobertura previsional. En esta perspectiva, la variable afiliado a la seguridad social sobrestima la medición porque se est contando personas que no tienen derecho a la cobertura por no cumplir con los requisitos de aportes17. En respuesta a esta falla conceptual se erige la definición que entiende por cobertura previsional a la de los cotizantes a la seguridad social, en lo sucesivo, los trabajadores registrados. Por el lado de la primera definición, la de cobertura desde la perspectiva de la cantidad de beneficiarios, no hay en Argentina un registro centralizado de los beneficiarios a todos los regímenes previsionales existentes. Existe la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) que permite estimar la cantidad de personas que declaran estar recibiendo un beneficio previsional ya sea del SIJP o cualquier otro r gimen previsional. Seg n la EPH, se estima que en Argentina hay aproximadamente 3,5 millones de personas que viven en centros urbanos y que tienen m s de 65 a os de edad, de las 14 cuales el 68% declara contar con una jubilación o pensión. Este porcentaje de beneficiarios es relativamente alto en comparación con países de menor nivel de desarrollo aunque similar a los países vecinos del cono sur. Desde la perspectiva del impacto social de la cobertura, el Cuadro 2 ilustra el fenómeno de que las personas que cuentan con una jubilación tendrían, en principio, menores probabilidades de ser pobres. Del total de personas mayores de 65 a os, el 15% habita hogares cuyos ingresos est n por debajo de la línea de la pobreza, cifra relativamente baja si se la compara con la tasa de pobreza general del país para el mismo a o que rondaba el 37%. Diferenciando por el car cter de cobertura, se observa que del total de mayores de 65 a os, el 9% no tiene jubilación y adem s vive en un hogar pobre. Cuadro 2: Cobertura previsonal en la población adulta. A o 2001 Mayores de 65 años Tienen Jubilación No Tiene Jubilación Total N o Pobres 61,8% 23,0% 84,8% Pobres 6,4% 8,8% 15,2% Total 68,2% 31,8% 100,0% Fuente: elaboración propia en base a EPH (INDEC). Por el lado de la segunda definición, la de cobertura seg n la cantidad de cotizantes o trabajadores registrados, tampoco existe un registro centralizado de los cotizantes a todos los regímenes previsionales existentes. Dicha falta de información, hace que sean las encuestas a personas y hogares la fuente m s razonable para estimar el problema de cobertura (Mesa-Lago, 1999). En Argentina, la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) permite estimar la cantidad de personas que declaran estar cotizando a los efectos del beneficio previsional del SIJP o cualquier otro r gimen previsional. Desde el punto de vista pr ctico, los trabajadores que declaran a la EPH no percibir descuento jubilatorio se consideran no registrados, que a efectos de la seguridad social se entiende que son los trabajadores que se encuentran sin cobertura. Los trabajadores que declaran percibir descuento jubilatorio se consideran registrados y tienen un nivel de cobertura previsional que puede ser total o parcial dependiendo de la regularidad de los aportes18. La baja cobertura es producto de que el empleo no registrado (ENR) es un fenómeno extremadamente masivo en el mercado de trabajo argentino. Al a o 2001, antes de la debacle económica del default, devaluación e hiperrecesión que actualmente experimenta Argentina, la EPH daba cuenta que del total de los 11,7 millones de trabajadores ocupados, sólo 6,2 mi llones A los efectos de ilustrar el fenómeno cabe se alar que en Argentina la cantidad de afiliados al SIJP es de 10,5 millones de personas, representando casi el 90% de la población ocupada. Sin embargo, como se demuestra a continuación, la cobertura real es muy inferior. 18 A setiembre de 1998 se calculaba que del total de cotizantes de ese mes, el 76% tenía cobertura plena, es decir, 30 aportes en los ltimos 36 meses, 15% tenía cobertura parcial, o sea, 18 aportes en los ltimos 36 meses, y sólo un 9% se encontraba sin cobertura por irregularidad de los aportes, (Grushka, 2001). Esto muestra que si bien los cotizantes tienden a ser un n mero muy bajo con respecto al total de ocupados, en general, tienden a ser regulares. 17 15 declaraban estar cotizando para el beneficio previsional. A pesar de existir varios regímenes previsionales, el problema de la no registración est focalizado en el SIJP ya que es el r gimen que debe cubrir a los trabajadores del sector privado, tanto en relación de dependencia como autónomos 19. En lo que respecta a los trabajadores en relación de dependencia del sector privado, sobre un total estimado de 6,5 millones de asalariados ocupados sólo 3,5 millones est registrado, o sea, hay un 46% de ENR. (Cuadro 3). En el caso de los trabajadores autónomos, la medición es m s difícil ya que la Encuesta Permanente de Hogares no indaga sobre su condición de cotizante al r gimen previsional, sin embargo, seg n datos de la oficina de recaudación de los recur sos de la seguridad social, de los m s de 3,3 millones de trabajadores autónomos que figuran como inscriptos, tan sólo 350 mil cumple regularmente con su obligación de cotizar y aproximadamente otros 370 mil cumplen en forma irregular. Esto significa que el ENR en el caso de los autónomos alcanza al 78% (Cuadro 3). En definitiva, de los 14,5 millones de personas que componen la población económicamente activa (PEA), sólo el 40% tiene cobertura previsional, producto del alto desempleo y los bajos niveles de contribución que registra la población ocupada. Tambi n cubre a los trabajadores del sector p blico nacional y de las sectores p blicos provinciales que transfirieron sus cajas previsionales, pero por tratarse de empleados del Estado no debería detectarse en teoría problemas de falta de registración. 19 16 Cuadro 3: Empleo No Registrado en Argentina. Distribución porcentual y miles de personas. Pob lacio n T o ta l 1 00% 3 4.5 7 7 PEA 4 2 ,2% 1 4.5 9 1 Ocu pad os 8 1 ,6 % 1 1 .9 05 Asalaria do s 7 1 ,3% 8 .48 7 Sec to r Pu blic o 23 ,5 % 1. 9 98 Registrad os 85 ,1 % 1.7 00 No Regi strad os 14 ,9 % 2 98 De so cu pa d o s 18 ,4 % 2 .6 8 6 Auto no m os 27 ,8% 3. 3 05 Sec to r Priv ad o 76 ,5 % 6 .4 89 Reg istrad o s 53 , 7 % 3 .4 85 R eg istr ado s 2 1 ,9% 72 5 IN AC T IV OS 5 7 ,8 % 1 9.98 6 Tr aba jado res S in S alar io 0 ,9 % 113 N o Re gistr ado s 78 ,1% 2.58 0 N o R eg istra do s 4 6 ,3% 3.00 5 Nota: Seg n la EPH el 14.9% de los asalariados del sector p blico declara no tener descuento jubilatorio, sin embargo, es probable que se trate de personal contratado, el cual en principio, es un trabajador autónomo. Fuente: elaboración propia en base a Gruskha (2001) y EPH (INDEC). Este panorama preocupante de baja cobertura adquiere aun mayor gravedad al considerar la evolución temporal del desempleo y el empleo no registrado. A principios de la d ada de los ochenta el nivel de desempleo se encontraba por debajo del 5% y el porcentaje de asalariados no registrados rondaba el 20%. Dos d cadas despu s, el desempleo supera el 18% y la no registración se duplicó. Colina y Giordano (2000) estiman que del total de puestos de trabajos que se crearon en la d cada de los ochenta, los cuales suman casi 1 millón, el 74% fueron empleo no registrado, mientras que en la d cada de los noventa, se estima que de los 1,7 millones de nuevos puestos de trabajo, el 84% fueron no registrado. En suma, en los ltimos 20 a os los nuevos puestos de trabajo creados fueron 2,6 millones de los cuales tan sólo 500 mil fueron empleos re gistrados. Al problema de que el crecimiento del mercado laboral no tiene correlato en la registración de dichos puestos de trabajo, lo que termina por encender definitivamente la luz de alarma es observar cómo desde su inicio el SIJP en 1994 muestra una t endencia declinante en el nivel de cobertura de cotizantes y, paralelamente, una tendencia creciente en la cantidad de personas mayores de 65 a os que declaran no tener jubilación. Tal como se observa en el Cuadro 4, desde la creación del SIJP el desempleo aumentó de manera muy importante (80%), a pesar del incremento (11%) de la población ocupada. Al considerar la evolución de los cotizantes al SIJP, – y sin olvidar que durante el período en cuestión se incorporaron 0,3 millones de nuevos cotizantes provenientes de las cajas previsionales provinciales transferidas– , su evolución ha sido negativa en un 7%. Este problema se ver agravado en el futuro si se considera adicionalmente los problemas de “arrastre” de la 17 imperfecta historia de cotizaciones de las personas que hoy deberían acceder a una jubilación. Desde 1994 al 2001, la cantidad de personas mayores de 65 a os que no tiene jubilación ha aumentado en un 27%. Cuadro 4: Evolución del mercado laboral y la cobertura previsional. A o 2001. Miles de personas. Octubre 1994 Octubre 2001 Crecimiento Población Económicamente Activa 12.276 14.591 18,9% Población ocupada 10.772 11.921 10,7% Desocupados 1.485 2.670 79,8% Cotizantes al SIJP 4.432 4.120 -7,0% Mayores de 65 a os 3.133 3.458 10,4% 846 1.076 27,2% Mayores de 65 a os sin jubilación Fuente: elaboración propia en base a EPH (INDEC). El empleo no registrado no es un fenómeno que se distribuye homog neamente al interior del mercado de trabajo, aunque hay algunos atributos que se destacan como la alta concentración entre las unidades productivas de menor tama o y entre los trabajadores de menor ingreso. Tambi n se observa menor cobertura entre las mujeres, en los jóvenes y en los asalariados con menor nivel educación. En el Cuadro 5 se observa que en promedio las empresas con menos de 5 trabajadores tendrían m s de la mitad de sus trabajadores en calidad de no registrados. Este mismo fenómeno visto desde la perspectiva del ENR, dice que m s del 80% del total de ENR es generado por empresas con menos de 25 trabajadores. En este marco resulta difícil dudar de la estrecha vinculación entre ENR y tama o de la empresa20. Cuadro 5.- Empleo no registrado y tama o de empresa. A o 2001 Tamaño de empresa 1 trabajador Entre 2 y 5 Porcentaje trabajadores registrados 10,4 28,4 Porcentaje trabajadores no registrados 89,6 71,6 Participación acumulada en el EN R 24% 64% Entre 6 y 15 Entre 16 y 25 55,6 72,1 44,4 27,9 79% 83% M s de 25 87,4 12,6 91% 100% No Sabe 58,4 41,6 Total 57,6 46,3 Fuente: elaboración propia en base a EPH (INDEC). La variable tama o de empresa en la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) adolece de sesgos a favor de las empresas m s peque as, ya que al ser el respondente el trabajador existe una mayor probabilidad de que la respuesta no sea correcta a mayor tama o de la empresa. Si bien este sesgo no permite dimensionar en su justa medida la incidencia del ENR por tama o de empresa no invalidaría el rasgo que se pretende destacar, que es el de la alta incidencia relativa del ENR en las empresas m s peque as. 20 18 El Cuadro 6 muestra la incidencia diferencial del nivel de salario en el ENR. Resulta inocultable el particular impacto que el ENR tiene entre los trabajadores de menores ingresos, especialmente entre aquellos que no superan los $200 mensuales, cifra que se corresponde con el salario mínimo legal. Cuadro 6.- Empleo no registrado y nivel de salario.- A o 2001 N ivel Salarial Tasa de N o Registración (%) Miles de Personas Menos de $200 89,2 1.188 $200 a $300 60,9 517 $300 a $750 31,0 817 $750 a 1000 16,9 90 Mas de $1000 14,4 78 No Declaran 42,7 198 Fuente: elaboración propia en base a EPH (INDEC). El sexo, la edad, el nivel de educación y la antigüedad en el trabajo son atributos de las personas que inciden de manera particular en la caracterización del empleo no registrado. El cuadro 7 muestra que las mujeres, los jóvenes de entre 18 y 24 a os de edad, los trabajadores con bajo nivel de educación y corto tiempo de antigüedad en su trabajo son afectados en forma diferencial por el empleo no registrado. Adem s se observa una cierta progresividad en la tendencia a mayor nivel de registración a medida que aumenta la edad, la educación y la antigüedad del trabajador. Cuadro 7: Empleo no registrado seg n sexo, edad, educación y antigüedad – A o 2001 Tasa de Registración (%) Miles de Personas 60,0 46,4 2.280 1.186 Edad 18 a 24 a os 25 a 54 a os 55 a 64 a os Mayores de 64 a os 40,2 59,1 55,0 43,6 529 2.590 290 57 Educación Baja Media Alta 43,0 63,8 77,0 1.386 1.476 599 Antigüedad Hasta 3 meses 3 a 6 meses 6 a 12 meses 1 a 5 a os 6 a 10 a os 11 a 20 a os M s de 20 a os 18,3 31,2 42,0 56,7 70,5 75,9 85,2 144 119 330 1.292 755 533 298 Sexo Hombres Mujeres Fuente: elaboración propia en base a EPH (INDEC). 19 Un aspecto que merece especial consideración al analizar el ENR, no como un fenómeno en sí mismo sino en forma instrumental a efectos de derivar consecuencias sobre la cobertura del sistema previsional, es la creciente participación de la mujer en el merc ado laboral, la creciente participación de la mujer como jefe de hogar, es decir, como beneficiaria directa y no pensionada, y la mayor probabilidad de irregularidad en sus aportes producto de obst culos que se le presentan en su vida laboral vinculados a la maternidad, la educación de los hijos y otros aspectos que la sociedad asigna al rol femenino en la familia (Arenas de Mesa y Hernandez Sanchez, 2001). Estos obst culos podrían hacer que el g nero implique una mayor vulnerabilidad desde el punto de vista de la cobertura21. Lamentablemente, no se cuenta con información f cilmente disponible sobre la percepción de jubilación directa de las mujeres, en contraposición a la jubilación indirecta que son las pensiones por viudez. Sin embargo el Cuadro 8 puede aproximar una visión sobre esta problem tica. Desde la creación del SIJP, la participación de la mujer en el mercado laboral aumentó un 25%, la ocupación aumentó en un 20% y el empleo registrado entre las mujeres aumentó en tan sólo un 10%. Esta din mica adv ersa se ve agravada con el aumento de las mujeres jefas de hogar que aumentaron en un 39%22. Cuadro 8: Din mica laboral de la mujer desde la creación del SIJP En miles Octubre 1994 Octubre 2001 Crecimiento PEA Femenina 4.718 5.895 25,0% Población ocupada femenina 4.027 4.839 20,2% Población ocupada registrada 1.916 2.100 9,6% Cantidad de hogares con jefe de hogar mujer 2.050 2.852 39,1% Cantidad de Hogares con Jefe de Hogar Mujer (excluyendo el Servicio Dom stico) 1.880 2.585 37,5% Fuente: elaboración propia en base a EPH (INDEC). Arenas de Mesa y Hernandez Sanchez (2001) enumera para el caso de Chile factores vinculados con el g nero que ocasionarían problemas de cobertura, sólo que desde una perspectiva diferente, ya que lo hace desde el mayor impacto fiscal en el pilar no contributivo que esto ocasionaría. 22 A n excluyendo del c lculo a las trabajadores del servicios dom stico, el indicador no difiere demasiado (37%). 21 20 CAPÍTULO II.- LOS DETERMIN AN TES DE LA COBERTURA PREVISION AL Desde que la Organización Internacional del Trabajo inició el debate sobre informalidad laboral en 1972, se ha desarrollado una extensa literatura teórica y empírica que intenta explicar las causas del fenómeno 23. Si bien el debate no est inconcluso, existe consenso que los causales del empleo no registrado son m ltiples y heterog neos. Por un lado, involucra diversos actores como el trabajador, empleador, organismos p blicos y en algunos casos organizaciones sindicales y prestadoras privadas de seguros sociales. Por otra parte, el empleo no registrado responde a factores de diversa índole, algunos normativos e impositivos como la excesiva regulación, otros macroeconó micos como la falta de creación de empleo calificado y la alta desocupación, tambi n influyen factores institucionales como la ineficacia de los organismos p blicos de control, e incluso se ha se alado a la “cultura evasora” como causal del fenómeno. En el presente capítulo se analiza y estima empíricamente el poder explicativo de los mencionados factores para la Argentina, con especial inter s por aquellos que est n al alcance de los encargados de política. Tal como mencionó en la introducción, la existenc ia de trabajadores no registrados y sin cobertura tiene consecuencias negativas para la sociedad, y es por ende necesario analizar como pueden reformularse los instrumentos que dispone el Estado para solucionar el problema. En dicho sentido se estimar la incidencia que tienen sobre el nivel de cobertura las regulaciones laborales, las contribuciones, los mecanismos de fiscalización y control, el dise o de la seguridad social, y en particular el impacto de la reforma previsional. Los ejercicios empíricos que a continuación se presentan parten de reconocer las diferentes dimensiones en que los determinantes operan, y las características de la información estadística disponible. Por ejemplo, para cuantificar la incidencia que tienen los costos burocr ticos de registración laboral sobre la probabilidad de tener cobertura, resulta conveniente trabajar sobre datos de corte transversal ya que los mismos varían fundamentalmente seg n el tama o de la empresa y se han mantenido pr cticamente constantes durante los ltimos a os; mientras que para medir el impacto del cambio en el sistema previsional es necesario trabajar sobre datos en diferentes momentos del tiempo. Respecto a la información estadística disponible, hay dos encuestas de hogares que resultan de especial utilidad: la Encuesta de Desarrollo Social (EDS) y la Encuesta Permanente de Hogares (EPH). La primera cubre a casi la totalidad de la población, contiene extensa información sobre las características del individuo y su hogar, pero fue realizada por nica vez durante 1997. La EPH, en cambio, sólo cubre los principales aglomerados urbanos, no es tan 23 Freije (2001) presenta un buen recopilado de la literatura. 21 extensiva respecto a las características del individuo, pero se viene realizando desde hace m s de veinte a os24. Es en base a estas consideraciones que se procede a analizar los determinantes de la registración laboral y la cobertura previsional a trav s de dos ejercicios: El primero es un an lisis est tico del fenómeno basado en la Encuesta de Desarrollo Social, donde se enfatizan los determinantes que presentan dispersión transversal. El segundo ejercicio explora la evolución de la cobertura y el impacto de la reforma previsional, utilizando como base a la Encuesta Permanente de Hogares. Por ltimo es necesaria una aclaración de terminología. A lo largo del estudio se utiliza el t rmino “empleo no registrado” como sinónimo de “falta de cobertura previsional”. Tal como se mencionó en el capítulo anterior, si bien es cierto que existen algunos trabajadores registrados sin cobertura previsional o con cobertura parcial producto de la existencia de formas flexibles de contratación y/o irregularidad en los aportes, utilizamos el t rmino ya que captura un concepto clave para comprender el problema: Para que el asalariado tenga cobertura previsional la relación laboral deb e estar registrada, lo cual implica aportes a toda la seguridad social y el cumplimiento de las disposiciones que emanan de la normativa laboral y los convenios colectivos de trabajo. Esta característica del marco regulatorio argentino obliga a considerar al conjunto de regulaciones y no sólo al sistema previsional para entender el problema de baja cobertura. 1.- REGULACIONES LABORALES Y ANÁLISIS ESTÁTICO DE LA COBERTURA 1.1Hipótesis El exceso de regulaciones es uno de los principales argumentos que se utiliza para explicar la existencia de empleo no registrado y por ende la falta de cobertura (Freije, 2001). Para el caso argentino existen diversos estudios que plantean dicha hipótesis, pero en lo que a nuestro conocimiento respecta, ninguno estima empíricamente la incidencia de los mismos, en parte debido a las dificultades que existen para cuantificar estos factores. En esta dirección se apunta a contribuir al debate. Para comprender el (des)incentivo a la registración laboral que generan las regulacione s que emanan de la seguridad social, la normativa laboral y los convenios colectivos de trabajo, se procede a analizarlas individualmente; reconociendo que en ltima instancia, es el balance de costos y beneficios del conjunto de regulaciones, el que determina la decisión de registrar la relación laboral. Cabe se alar que no existe en Argentina una base con micro datos a nivel de empresas que permita analizar el problema de la cobertura. Este hecho introduce una limitación importante al no permitir un an lisis directo de los factores que afectan la decisión de formalizar la relación laboral por parte de los empleadores. Las dos bases de datos existentes en Argentina a nivel empresas (la Encuesta de Indicadores Laborales y la base de cotizaciones mensuales al SIJP) sólo incluye a empresas formales. 24 22 La seguridad social comprende el sistema previsional, seguro de desempleo, obras sociales, asignaciones familiares y riesgos del trabajo. Todos est n “atados” en el Sistema Unificado de Seguridad Social. No es posible tener cobertura de un subconjunto de sistemas; la decisión es por todo o nada. Bajo este marco regulatorio, es evidente que resulta necesario considerar todos los sistemas para comprender el incentivo a registrar la relación laboral. El principal costo de participar en el sistema son los aportes y contribuciones sobre la nómina salarial. Los beneficios son la cobertura previsional, desempleo, salud, accidentes laborales y asignaciones familiares. Estos beneficios varían seg n algunas características personales y del hogar del asalariado (edad, sexo, estado civil, cantidad de hijos), y de algunas características del empleo (salario, rama de actividad, ubicación geogr fica). Uno de los principales incentivos que tienen el trabajador y empleador de registrar la relación laboral proviene de los beneficios en concepto de asignaciones familiares. Aquellos asalariados que se encuentran registrados perciben todos los meses un beneficio monetario que en algunos casos m s que duplica su salario, y que no percibirían si no estuvieran registrados. El monto del beneficio varía significativamente seg n el estado civil, composición del hogar, nivel salarial, rama de actividad y ubicación geogr fica del trabajador25, por lo que cabría esperar mayores niveles de registración entre los trabajadores que m s se benefician del sistema. Sobre la base de estas características se computó la variable beneficios por asignaciones familiares26. Los restantes beneficios de la seguridad tambi n afectan la decisión de registrar la relación laboral, sin embargo se deja el an lisis de los mismos para futuros estudios, en parte debido a que la incidencia de los mismos podría ser menor que en el caso de las asignaciones familiares, y porque presentan baja variación transversal como para ser identificados en un ejercicio est tico27. Respecto al beneficio previsional propiamente dicho, puede argumentarse que los trabajadores que mayores incentivos tienen de aportar al sistema son aquellos con mayor expectativa de vida, con ingresos regulares, sin restricciones de liquidez y sin mecanismos alternativos de cobertura Por ejemplo, un trabajador soltero no percibe nada, mientras que si estuviera casado, con dos hijos en edad escolar, y su salario fuera inferior a $500, percibe un adicional aproximado de $100, que incluso puede alcanzar los $250 si trabaja en las provincias del sur. 26 Esta variable ha sido creada considerando exclusivamente la asignación familiar por hijo y por escolaridad. En rigor, las asignaciones familiares incluyen adem s estipendios por matrimonio, el financiamiento del embarazo, subsidios por nacimiento, por adopción y por hijo discapacitado. Se adoptan sólo los dos beneficios mencionados por ser los de pago periódico, los m s importantes en t rminos de monto y tener mayor variabilidad desde el punto de vista del nivel de salario, actividad, zona geogr fica y tama o familiar (ver Anexo I para mayor detalle sobre la operacionalización de la variable). 27 La cobertura de salud que brindan las obras sociales es de dudosa calidad, y adem s los trabajadores no registrados ya disponen de cobertura gratuita a trav s de los hospitales p blicos. Respecto al seguro de desempleo y contra accidentes de trabajo, el beneficio consiste en una promesa de pago ante la eventualidad de que el trabajador sufra una contingencia, y por ende podría tendría menor incidencia que un beneficio inmediato como el que brindan las asignaciones familiares. Por otra parte, estos dos beneficios son bastante proporcionales al salario del trabajador, y por ende menos proclives de 25 23 (Holzmann et al, 1999; Bailey y Turner, 1997; James, 1999). Tal como se desarrolló en el capítulo 1, una parte de los beneficios jubilatorios se mantienen de por vida, beneficiando por ende a la población con menor tasa de mortalidad. Por otra parte, sólo acceden al beneficio aquellos que tienen un mínimo de a os de aportes, por lo que los trabajadores con ingresos irregulares enfrentan el riesgo de quedar descubiertos28. El acceso al cr dito brinda la posibilidad de contrarrestar la transferencia intertemporal implícita en el sistema previsional, y no sacrificar consumo presente. Finalmente, aquellos trabajadores que no cuentan con mecanismos alternativos de cobertura como ser los arreglos intrafamiliares o comunitarios, valoran en mayor medida al sistema. Lamentablemente, estas hipótesis son complejas de testear por las dificultades que existen para cuantificarlas29. Un segundo conjunto de determinantes del nivel de cobertura lo constituyen los costos que genera la registración laboral. Estos son las alícuotas sobre el salario destinadas al sistema de seguridad social, las alícuotas establecidas por los convenios colectivos de trabajo para el financiamiento de los beneficios laborales y el costo administrativo que impone la excesiva burocratización en la registración de los trabajadores. El uso de las alícuotas para operacionalizar los costos de la registración no amerita mayores explicaciones aunque caber hacer algunas menciones. Por un lado, las alícuotas de aportes y contribuciones a la seguridad social varían en función de la región geogr fica del empleo con deducciones que van del 30% al 80%. Adicionalmente, los menores de 25 a os, mayores de 45 a os y jefas de hogar tienen una disminución adicional 30. Por otro lado, se incluyen en la cuantificación del costo las alícuotas establecidas en los convenios colectivos debido a que si bien no est n “atadas” al cumplimiento de las cotizaciones a la seguridad social, implican una obligació n adicional para las personas que optan por la registración. Es decir, aquellas personas que deciden salir de la informalidad legal deben considerar que adem s de la ser capturados a trav s de un an lisis de corte transversal. Ver Bour y Susmel (2001) para una descripción de cada uno de estos sistemas. 28 Los requisitos de accesibilidad son de 65 a os de edad y 30 de aporte sin ninguna alternativa parcial para los casos donde habiendo cumplido con a os de aporte no se llegue al mínimo establecido. La nica alternativa es la PEA que prev un beneficio para quienes cuenten con al menos 10 a os de aportes, pero requiere adem s que el beneficiario tenga 70 a os de edad y ning n otro ingreso. 29 Una alternativa consiste en utilizar proxies de las mismas como ser el nivel de educación del trabajador, su percepción de cuan estable es su trabajo y la composición de su hogar. El nivel de educación podría capturar la expectativa d e vida (Lleras-Muney, 2002), mientras que los dos ltimos proxies podrían capturar los argumentos de regularidad de ingresos y mecanismos alternativos de cobertura respectivamente. Sin embargo, estos proxies podrían estar altamente correlacionadas con las restantes variables, por lo que dejamos el an lisis de los mismos a futuras investigaciones. 30 Sin embargo, esta particularidad de disminución por genero y edad se estableció recientemente en el a o 2000. Para mayores detalles sobre esta variable, ver el anexo. 24 seguridad social deben cumplir con el costo laboral impuesto por los convenios colectivos de trabajo. Estas alícuotas varían fundamentalmente en función de la actividad del trabajador31. El costo administrativo de la excesiva burocratización no es una especificidad del sistema argentino. Ya Hernando de Soto (1989) ha demostrado elocuentemente como las trabas burocr ticas atentan contra la formalidad en Per . Arenas de Mesa y Hernandez Sanchez (2001) detectan el mismo efecto negativo para Chile, y Pinheiro (2001), para Brasil. En Argentina, el problema nace de la gestión descentralizada de la seguridad social y los beneficios laborales con una gama muy variada de operadores p blicos, privados y semi-p blicos32. Estos operadores recurren en forma individual, superpuesta y desordenada a la figura del empleador como instrumento de información, cobro y control de las obligaciones contributivas lo que ocasiona una perjudicial sobreacumulación de tareas administrativas. Giordano y Torres (2000) estiman que el costo promedio de esta complejidad administrativa ronda el 1,5% de la masa salarial y que su variación est fuertemente influenciada por el tama o de la empresa presentando su mayor impacto entre las unidades de menor tama o. En el tercer conjunto de determinantes que se incluye intenta reflejar, por un lado, el control privado que ejerce el trabajador sobre la conducta del empleador y, por otro, el control p blico ejercido por el Estado a trav s del sistema de fiscalización e inspección del trabajo. La variable que mejor aproxima el riesgo impuesto por el control privado del trabajador es su antigüedad laboral. Las regulaciones laborales para perseguir el empleo no registrado hicieron un excesivo uso de acciones punitivas a trav s de la acumulación de sanciones a las empresas que no cumplen con la registración de sus trabajadores 33. Estas regulaciones incentivan una importante conducta de riesgo moral en los trabajadores ya que mientras ocupan el puesto de trabajo tienen claros incentivos a convalidar la no registración, postergando la denuncia, ya que cuentan con la posibilidad de un mayor salario de bolsillo y la acumulación de indemnizaciones en la eventualidad 31 Ver en el anexo metodológico la operacionalización de la variable. Es importante aclarar que si bien los beneficios de la seguridad social est n “atados” en su cumplimiento, la gestión est ltamente descentralizada entre la ANSES y las AFJPs para el caso previsional, la ANSES para asignaciones familiares y cobertura de desempleo, el INSSJP para la cobertura de salud de los jubilados, las Obras Sociales para la cobertura de salud de los activos, las Administradoras de Riesgos del Trabajo (ART) para la cobertura de riesgo del trabajo, los sindicatos y distintas compa ías de seguros para los beneficios establecidos por las regulaciones laborales. 33 Estas normas son: Ley Nacional de Empleo No. 24.013 que duplica la indemnización por despido en caso de empleo no registrado. El R gimen Penal Tributario Ley No. 24.769 que establece penas de prisión para quienes evaden aportes y contribuciones a la seguridad social. Ley de Empleo No Registrado No. 25.323 donde se duplican las indemnizaciones por despido cuando el trabajador no hubiese sido correctamente registrado. Esta sanción no se acumula a la prevista en la Ley Nacional de Empleo pero si con la prevista en la Ley Antievasión. Adicionalmente, si el trabajador intimara fehacientemente al empleador y este no abonara las indemnizaciones, oblig ndolo a iniciar acciones judiciales u otra instancia previa para cobrarlas, se aplica un recargo adicional del 50%. Ley Antievasión No. 25.345 que establece una indemnización al trabajador, acumulativa a la de despi do y a las dos leyes anteriormente se aladas, para el caso de que el empleador no haya depositado el monto correspondiente a los aportes personales retenidos al trabajador. La indemnización consiste en un salario por cada mes que transcurra hasta la normal ización del conflicto. Estipula adem s otra indemnización adicional para el caso en que el empleador no haya entregado el certificado de trabajo correspondiente al momento de extinguirse su obligación. 32 25 de un despido. Cuando el contrato laboral finaliza, el trabajador reci n se vale de la protección regulatoria para buscar aumentar los montos indemnizatorios. De esta forma, el riesgo para el empleador de ser denunciado por un trabajador no registrado es función directa de su antigüedad, ya que para el trabajador el costo transaccional de iniciar un juicio laboral es m s alto que el potencial beneficio indemnizatorio en una relación laboral corta, situación que se revierte con el aumento en los a os de duración de la relación laboral. Para aproximar el riesgo del control p blico sería ideal contar con una variable que cuantifique la probabilidad que tiene el empleador de ser detectado por el aparato de control del Estado. Lamentablemente, la inspección laboral en Argentina ha estado y sigue estando dispersa en manos de varios organismos que tienen amplias facultades fiscalizadoras pero que generalmente la ejercen de manera parcial, arbitraria y condicionada por la precariedad de los sistemas de información, lo que torna muy difícil la medición de esta probabilidad. Estas mismas debilidades reflejan en cierta manera la baja probabilidad de detección de ilícitos del control p blico lo que conduce a que las empresas sean bastante insensibles a la potencial amenaza de la fiscalización. Sin embargo, de acuerdo a entrevistas con funcionarios de la Administración Federal de Ingresos P blicos (AFIP), la probabilidad de detección estaría estrechamente relacionada con el tamaño de la empresa ya que la AFIP focaliza los controles en el segmento de empresas grandes. Finalmente, el cuarto conjunto de determinantes est compuesto por atributos personales y del hogar del trabajador como el sexo, edad, nacionalidad y nivel de educación. Las diferencias en la probabilidad de tener cobertura entre estos segmentos de la población podría reflejar la existencia de discriminación en el mercado de trabajo argentino. Por ejemplo, hacia los trabajadores inmigrantes, o en contra de los trabajadores sin educación, que al desconocer sus derechos laborales podrían ser sujeto de conductas abusivas por parte del empleador. Sin embargo, es tambi n posible que reflejen diferencias en productividad, preferencias, e incidencia de la normativa, que no fueron completamente capturadas por las restantes variables explicativas. En particular nos interesa analizar si las regulaciones tienen un impacto diferencial seg n sexo, edad y nivel de educación. La normativa laboral y las regulaciones que emanan de los convenios colectivos de trabajo imponen una suerte de piso sobre los beneficios que percibe el trabajador, como por ejemplo el salario mínimo de convenio, o el derecho a indemnización por despido. Estos beneficios podrían tener un efecto contraproducente sobre la registración, sobre todo en un contexto de baja productividad laboral e ineficacia de los organismos a cargo de fiscalizar. Para explorar esta hipótesis se incluyen t rminos de interacción entre los mencionados colectivos y las reg ulaciones laborales. 26 1.2.- Evidencia Empírica Los resultados que a continuación se presentan se basan en la Encuesta de Desarrollo Social, que es una encuesta de personas y hogares realizada durante 1997, a lo largo de toda la población urbana del país34. Respecto al an lisis econom trico, la metodología consiste en estimar un modelo probit donde la variable dependiente (Yi ) es binaria: 0 en caso que el trabajador declare no tener cobertura previsional y 1 en caso de estar cubierto. El modelo a estimar es: Yi = α + Xi β + Ri δ + Ci κ + Zi φ + ei Donde: “X” es el vector de regresores que incluye características personales, laborales y del hogar del trabajador: g nero, edad, nacionalidad, nivel de educación, cantidad de miembros en el hogar, antigüedad, est abilidad laboral y tama o de empresa. “R” es un vector que incluye las variables explicativas centrales del an lisis, es decir, las que procuran medir la incidencia de las regulaciones laborales y la seguridad social: las alícuotas a la seguridad social, al convenio colectivo, los costos administrativos y el beneficio de asignaciones familiares. “C” es un vector que incluye diversas variables de control debido a que algunos de los factores que componen el vector “R” presentan variación en una nica dimensió n y por ende, podrían producirse problemas de identificación 35. Finalmente, “Zi” es un vector de t rminos de interacción entre las regulaciones laborales y los colectivos que surgen de combinar g nero, edad y nivel de calificación. En el anexo se encuentra la operacionalización y estadísticos b sicos de estas variables. Como primer paso se estima un modelo que sólo incluye al vector “X”, es decir, las características personales, laborales y del hogar del trabajador (Modelo 1). Los resultados son similares a los resultados encontrados en estudios previos (Gasparini, 2000; Holzmann et. al., 1999). Se observa mayor cobertura previsional en aquellos trabajadores m s educados, con mayor antigüedad, que La definición utilizada de población urbana abarca a l 95% de la población total del país. La encuesta contiene 95.123 observaciones. 35 La variable “alícuotas a la seguridad social” varía exclusivamente por localidad geogr fica; “costos del Convenio Colectivo” sólo por sector de actividad, y “Costos administrativos” por tama o y localidad geogr fica. Evidentemente, la variable “alícuotas a la seguridad social” podría estar capturando características provinciales no observables que afectan la probabilidad de registración. Por ejemplo, podrían existir diferenci as por localidad geogr fica en la productividad laboral, y/o en las probabilidades de ser detectado. Si no se controlara por dichos factores, el coeficiente estimado resultaría sesgado e inconsistente. Similares problemas podrían surgir con las otras dos variables mencionadas. Existen al menos dos soluciones no excluyentes a este problema, que hemos implementado: Por un lado, se generó una nica variable que captura los Costos Regulatorios, tanto impositivos como no impositivos, que enfrenta el empleador en caso de registrar a sus trabajadores. Esta variable presenta variación por localidad geogr fica, sector de actividad y tama o de empresa, y por ende es menos susceptible al problema de identificación. Por otra parte, hemos incluido variables de control, que capturan diferencias por localidad geogr fica (PBI per c pita provincial) y por sector de actividad (dummies por rama). Finalmente, se incluye al salario promedio que resulta de componer tres dimensiones (localidad, sector de actividad y tama o de empresa) como control adicional de diferencias en la productividad laboral. 34 27 habitan un hogar con menor cantidad de miembros, y trabajan en establecimientos de mayor tama o. Los coeficientes correspondientes a la variables g nero y nacionalidad no resultan significativos, y se observa una relación de U invertida entre edad y cobertura. Tabla 1 Modelo Probit. Coeficientes de los determinantes de la cobertura previsional Variable dependiente: Cobertura Previsional entre los asalariados (1 tiene cobertura, 0 no tiene) Variables Explicativas Modelo 1 Modelo 2 Modelo 3 0.138*** (0.017) 0.127*** (0.009) 0.126*** (0.009) -0.002*** (0.000) -0.002*** (0.000) -0.002*** (0.000) Sexo (mujer=1) 0.015 (0.037) -0.125*** (0.035) -0.132*** (0.035) Nacionalidad (inmigrante=1) -0.030 (0.071) -0.071 (0.073) -0.059 (0.073) -0.032*** (0.006) -0.033*** (0.007) -0.034*** (0.007) A os de Educación 0.068*** (0.005) 0.057*** (0.005) 0.057*** (0.005) Antigüedad laboral 0.089*** (0.005) 0.086*** (0.005) 0.087*** (0.005) Tama o de empresa 0.433*** (0.024) 0.288*** (0.030) 0.261*** (0.034) Beneficios Asignaciones Flia. - 0.355** (0.164) 0.389** (0.166) Costos Regulatorios - -0.019*** (0.007) - Alícuotas a la seguridad social - - -0.014* (0.008) Costos Administrativos - - -0.037*** (0.013) Costo del Convenio Colectivo - - -0.206** (0.101) PBI per capita provincial - 0.042*** (0.015) 0.039** (0.015) Productividad Promedio NO -4.314 0.742*** (0.122) SI -3.891 0.723*** (0.126) SI -3.409 15204 -5945.9 0.309 15157 -5692.7 0.335 15157 -5686.5 0.337 Edad Edad al cuadrado Cantidad de miembros x hogar Dummies por sector actividad Constante No. Observaciones Log Likelihood Pseudo R2 Nota: Modelos probit estimados por m xima verosimilitud. Los errores est ndar estimados se encuentran entre par ntesis debajo de los coeficientes. Se corrigieron utilizando el procedimiento de White. * significativo al 90%; ** al 95%; *** al 99%. En el Modelo 2 se agregan las variables centrales de este estudio: el beneficio de las asignaciones familiares y los costos de las regulaciones, medido como la suma de las contribuciones a la seguridad 28 social, las alícuotas del convenio colectivo y los costos administrativos36. De acuerdo a las hipótesis planteadas los costos regulatorios tienen una incidencia negativa sobre la probabilidad de tener cobertura, mientras que el beneficio un impacto positivo. Adicionalmente la inclusión de estas dos variables debería incrementar el poder explicativo del modelo, y explicar parte de la alta significatividad observada en la variable tama o de empresa. El coeficiente de la variable beneficios por asignaciones familiares es positivo y significativo. Ceteris Paribus, la probabilidad de tener cobertura es mayor entre aquellos trabajadores que perciben mayores beneficios por cargas de familias lo que indicaría en principio un efecto beneficio positivo del sistema de seguridad social. La variable “costos regulatorios” arroja signo negativo y resulta significativa, tal como se esperaba. Los trabajadores que se encuentran ocupados en empresas que enfrentan mayores costos laborales producto de las alícuotas de seguridad social, de los convenios colectivos de trabajo y de la carga burocr tica administrativa de registración tienen menor probabilidad de estar registrados. Se observa tambi n que la inclusión de dicha variable reduce el poder explicativo de la variable “tama o de empresa”, tal como se esperaba. El hecho que dicha variable contin e siendo significativa a n despu s de controlar por el costo laboral y las diferencias de productividad, puede interpretarse como indicio del mayor riesgo de detección que enfrentan las empresas m s grandes. Finalmente, si bien se observa una mejora en el poder explicativo del modelo, el incremento es de menor magnitud, fenómeno que puede interpretarse como evidencia que el conjunto de variables adicionales incluidas en el Modelo 2, solo permiten explicar una peque a parte del problema de la falta de cobertura. El Modelo 3 resulta de descomponer los costos regulatorios en sus tres partes: alícuotas a la seguridad social, costos administrativos de la registración y costos del convenio colectiv o. Las tres variables tienen una incidencia negativa sobre la probabilidad de cobertura, aunque la magnitud y el nivel de significatividad de los coeficientes presenta diferencias. En particular, el impacto de las alícuotas a la seguridad social es bajo y poco robusto. Si bien es necesario ser cautos en la interpretación de los resultados ya que las variables utilizadas son proxies imperfectos de los verdaderos costos regulatorios, pueden considerarse como indicio acerca de la conveniencia de reducir costos administrativos y del convenio colectivo para incrementar la cobertura. La reducción de alícuotas a la seguridad social, no solo tiene un bajo impacto sobre el incentivo a la registración, sino que adem s desfinancia el sistema. Como nota t nica, cabe se alar que la variable costos regulatorios presenta variación por localidad geogr fica, sector de actividad y tama o de empresa, y por ende es menos susceptible a problemas de identificación. Tambi n se incluyeron variables de control que capturan diferencias de productividad por localidad geogr fica (PBI per c pita provincial), diferencias de productividad por trabajador (productividad promedio) y diferencias por sector de actividad (dummies por rama). 36 29 Finalmente, en el modelo 4, se estima el impacto de los costos regulatorios sobre diferentes segmentos de la población. En particular se analiza si tienen una incidencia diferente seg n sexo, edad y nivel de calificación 37. Del an lisis econom trico resulta que los nicos t rminos de interacción significativos son aquellos que incluyen a los trabajadores no calificados, independientemente de su edad o sexo. Este resultado puede interpretarse como evidencia que los costos que emanan de la normativa laboral, los convenios colectivos y la seguridad social, inciden negativamente sobre la cobertura, particularmente entre aquellos trabajadores con baja productividad laboral. 2.- REFORMA PREVISIONAL Y EVOLUCIÓN DE LA COBERTURA Argentina ha sido un país que históricamente se caracterizó por tener niveles elevados de cobertura previsional (Mesa Lago, 1999). Al remontarnos a mediados de la d cada del setenta38, se observa que casi el 90% de los asalariados contaba con descuento jubilatorio y el consiguiente derecho a percibir una jubilación fut ura. Sin embargo, la situación se deterioró sostenidamente durante las d adas del setenta y del ochenta, y para comienzos de los noventa, el nivel de cobertura se encontraba por debajo del 70%. Los noventa comienzan con una serie de profundas reformas estructurales, entre las cuales se encuentra la reforma del sistema previsional. En julio de 1994 se reemplaza el sistema p blico de reparto por un sistema mixto con un pilar de capitalización individual. Desde entonces el nivel de cobertura previsional continuó su tendencia decreciente, y a comienzos del siglo XXI se encuentra apenas por encima del 60% de los asalariados. Esta sección tiene por objetivo principal determinar empíricamente cómo impactó la reforma previsional sobre los niveles de cobertura partiendo de dos consideraciones centrales: Por un lado, contextualizar la reforma previsional dentro del proceso histórico de caída en la cobertura. Por otra parte, reconocer las dificultades por individualizar el efecto de la reforma del conjunto de reformas estructurales instrumentadas a comienzos de los noventa. En efecto, el hecho que durante los ltimos veinticinco a os la cobertura presente una clara tendencia decreciente y pr cticamente constante, sugiere la existencia de determinantes que van m s all tanto del dise o normativo del sistema previsional, como de factores coyunturales. Ya sea bajo el sistema p blico de reparto, como desde la vigencia del sistema mixto con un pilar de capitalización, la cobertura se redujo. Por otra parte, tampoco parecen se r los indicadores macroeconómicos los determinantes principales del problema. La d ada del ochenta, caracterizada La metodología consiste en agregar al modelo 2, un conjunto de t rminos de interacción (vector “Z”) entre la variable costos regulatorios y los doce colectivos que resultan de agrupar a las personas de acuerdo al sexo (hombre y mujer), edad (baja, media y alta) y nivel de calificación (calificado y no calificado). 38 La primer onda de la Encuesta Permanente de Hogares se realizó en el a o 1974. 37 30 por caídas en el producto real, altos niveles de inflación y bajo nivel de desocupación, presenta una caída en el nivel de cobertura previsional similar al de los noventa, donde hubo alto desempleo, nula inflación y aumentos en el producto real. La hipótesis que se desarrolla en la presente sección es que, adem s de factores ligados al sistema previsional y las reformas macroeconómicas, hubo una fuerte incidencia del creciente deterioro y descreimiento en las instituciones p blicas en la explicación del sostenido aumento del empleo no registrado, y por ende, de la cobertura previsional. El sistema previsional es un claro ejemplo de contrato intertemporal entre los ciudadanos y el Estado, y por ende un mbito donde se observa de manera dr stica las consecuencias nocivas que tiene sobre el comportamiento de los ciudadanos, el manejo arbitrario, impredecible y oportunista que caracteriza a las políticas p blicas en la Argentina (Spiller y Tommasi, 2001). Esta observación de ninguna manera implica que los cambios en el dise o del sistema previsional o las transformaciones del mercado de trabajo no hayan tenido impacto alguno sobre el nivel de cobertura; sólo pone de manifiesto la importancia que tiene la credibilidad en las instituciones p blicas como base para el correcto funcionamiento del sistema. Tal como se mostrar m s adelante, el contexto macroeconómico, y fundamentalmente el creciente desempl eo explican una parte de la caída en la cobertura previsional. Por otra parte, las reformas implementadas durante los noventa, y entre ellas la reforma previsional, tuvo un impacto diferencial seg n nivel de ingresos, incrementando la brecha en los niveles de cobertura entre los asalariados de mayor salario respecto a los de bajos ingresos. La segunda consideración se refiere a las dificultades que existen para individualizar el impacto de la reforma previsional. Por un lado, la reforma fue implementada contempor neamente con un conjunto de medidas que han afectado los incentivos de empleadores y trabajadores de participar en el r gimen previsional; por ejemplo la reducción de aportes y contribuciones sobre el salario (1995), reformas parciales en la legislación laboral (1991 y 1995), reducción en la inflación (1991), apertura económica (1995), etc tera. Por otra parte, algunos de estos factores son de compleja cuantificación, y presentan dispersión en un nica dimensión, fenómeno que introduce potenciales p roblemas de identificación en cualquier intento por cuantificar econom tricamente el efecto de la reforma previsional. Realizadas estas consideraciones, procederemos entonces a analizar el impacto del cambio en el sistema previsional sobre el nivel de cobertura. La siguiente sección explora analíticamente los determinantes de la evolución en la cobertura, enfatizando no sólo el cambio en el dise o del r gimen, sino tambi n la evolución del contexto macroeconómico y del marco institucional. En la sección 5.3 se explora empíricamente el problema a trav s de modelos de cambio estructural. La sección 5.4 concluye. 31 2.1Contextualización de la Reforma Previsional Para analizar el impacto que tuvo la reforma previsional sobre el nivel de cobertura en Argentina resulta conveniente dividir el an lisis en tres categorías. La primer categoría se refiere a los aspectos microeconómicos del cambio en el dise o del sistema previsional; como por ejemplo, la discusión respecto a si es mayor la cobertura en un r gimen con contribución definida respecta a uno con beneficio definido. La segunda categoría agrupa a los factores de contexto que cambiaron contempor neamente a la reforma previsional, y potencialmente afectaron el incentivo a participar en el sistema. Por ltimo, la tercer categoría se refiere al marco institucional. La conclusión central que resulta del an lisis es que el impacto de los cambios en el dise o del sistema son de “segundo orden” comparados con la importancia que tiene el creciente descreimiento en las instituciones p blicas. a) Microeconomía de la Reforma Previsional La reforma previsional de 1994, implicó un cambio desde un sistema p blico de reparto de beneficio definido, a un sistema mixto compuesto de dos pilares: un pilar “privado” de capitalización individual de contribución definida y un pilar p blico de reparto. Algunos especialistas (World Bank, 1994) sugieren que los sistemas mixtos de contribución definida aumentan la cobertura previsional ya que mejoran los incentivos a la registración laboral a trav s del aumento de la “apropiabilidad” de la contribución. La idea es que bajo un r gimen de reparto con beneficio definido, los trabajadores perciben al descuento jubilatorio como un impuesto al trabajo, mientras que bajo un r gimen de capitalización individual, lo consideran salario diferido, y por ende tienen mayor incentivo en realizar la contribución y/o exigirle al empleador que realice el pago. Sin embargo, desde una perspectiva teórica, se sostiene que la magnitud de la distorsión causada en el mercado laboral por el financiamiento del sistema previsional es independiente del modelo de financiamiento (capitalización o reparto), dependiendo sólo de la plena consistencia actuarial entre la contribución y el beneficio. De lograrse un dise o que vincule el beneficio con la contribución, un sistema de reparto puede reproducir el nivel de “apropiabilidad” de un sistema de capitalización individual (Corsetti, 1994, Diamond, 1998, Barr, 2000). Para el caso argentino, existen diversos estudios y proyecciones al respecto, con la característica en com n que todos asumen que la reforma previsional impacta positivamente sobre la cobertura producto de la mayor “apropiabilidad” del nuevo sistema39. Incluso Ayala (1996) llega a argumentar que la reforma previsional en Argentina logró efectivamente reducir los niveles de evasión, 32 incrementando la cobertura, aunque la evidencia que presenta no es sólida. Respecto a otros países de Am rica Latina, Edwards y Edwards (2000) sostienen que el cambio de modelo previsional en Chile tuvo un efecto positivo en el nivel de cobertura gracias a que la reforma previsional significó una disminución de la distorsión en el mercado laboral a trav s de la disminución de la alícuota y el otorgamiento de “apropiabilidad” del esfuerzo contributivo. Packard (2001) utilizando un panel para 18 países latinoamericanos que abordaron reformas encuentra evidencia de un incentivo positivo a favor del cumplimiento por parte de una mayor parte de la población económicamente activa aunque, seg n el autor, sus efectos se detectan en forma gradual pudi ndose interpretar este fenómeno como la gradualidad del proceso de credibilidad del sistema 40. Sin embargo, Bailey y Turner (1997) argumentan que dada la gran cantidad de factores que afectan la evasión pr evisional tanto en un sistema de contribución definida como en uno de beneficio definido, no hay razones para suponer diferencias en la cobertura entre ambos. Mesa-Lago (1999) sostiene que dentro del grupo de 8 países de Am rica Latina que implementaron reformas previsionales con alg n componente “privado” de capitalización individual, los resultados en t rminos de cobertura han sido mixtos41. Un segundo aspecto a considerar se refiere al impacto de la reforma seg n nivel de ingresos. Diamond (1977) sostiene que el traspaso desde un sistema de reparto con componentes redistributivos hacia un sistema de capitalización individual tiene un impacto negativo sobre la distribución del ingreso. Serrano (1999) argumenta que el efecto podría ser el inverso al considerar la imposibilidad que tienen los trabajadores de menores ingresos de ahorrar en el sistema financiero. Para el caso argentino, Ronconi (2000) sugiere que la implementación del sistema de capitalización individual ha generado un mayor incentivo a la participación de los trabajadores de mayores ingresos, pero tuvo el efecto contrario sobre el segmento de bajos ingresos ya que los primeros se benefician por la mayor “apropiabilidad” de los aportes mientras que los segundos se perjudican42. Un tercer aspecto se refiere a la tasa de retorno del sistema. Para EEUU, Feldstein y Liebman (2001) sostienen que las cuentas de capitalización individual tendrían mayor retorno que el sistema de reparto al invertir los fondos en el mercado de capitales en lugar de deuda p blica. Sin embargo, el resultado se relativiza luego de consideraciones de equilibrio general y de los diferentes riesgos que proyecta una caída en la tasa de evasión del 10%. Demarco y Schulthess (1996), Dur n (1996), Rofman et al (1997) y FIEL (1998) proyectan aumentos en la proporción de la población económicamente activa que aporta al sistema del orden del 1% al 24%. 40 Ante la pregunta sobre si los países que emprendieron este tipo de reformas pueden esperarse mejoras en la cobertura, el estudio argumenta que la eliminación del componente impositivo mejora los incentivos aunque las rigideces regulatorias y otros tipos de impuestos que vienen atados con el cumplimiento previsional pueden jugar en contra del incentivo ganado, y hasta m s que compensar su efecto. 41 Aumento en el nivel de cobertura en Chile, Colombia y El Salvador; caída en Argentina, M xico y Per , sin cambios en Bolivia y Uruguay. 42 Nótese que la mayor “apropiabilidad” implica menores niveles de redistribución. 39 Posadas (1993) 33 subyacen en ambos sistemas43. En la Argentina, los fondos administrados por las AFJP tuvieron un retorno anual real superior al 10% durante los primeros seis a os de existencia, fenómeno que en principio podría haber incentivado a la población a participar en el sistema. Un cuarto aspecto se refiere a los costos administrativos. Murthi et al. (2001) sostienen que para el caso de Chile e Inglaterra, el traspaso a cuentas individuales implica un aumento en el costo. Para Argentina, no existen estimaciones precisas que permitan comparar el costo administrativo del viejo sistema p blico de reparto respecto al reformado44, y las opiniones de los especialistas son encontradas. Pero m s all si el costo administrativo del sistema aumentó o disminuyó para el “trabajador promedio”, se produjo un incremento para el trabajador de bajos salarios respecto al de altos ingresos. Esto se debe a que la política de comisiones de las AFJP incluye un componente fijo (Turner, 2000). b) Factores de Contexto La reforma previsional se produjo en un período de significativos cambios en el contexto macroeconómico. Uno de los factores que potencialmente ha contrib uido a la caída en la registración laboral, y por ende en la cobertura previsional, surge de la combinación de rigideces que imponía la convertibilidad (nula inflación y tipo de cambio real apreciado) junto a una normativa laboral inflexible. Ante esta situación, muchos empleadores optaron por la no registración de sus trabajadores y la evasión de las contribuciones a la seguridad como mecanismo para bajar el costo laboral y lograr mayor flexibilidad (Ronconi y Clutterbuck, 1998; Bour y Susmel, 2001). La apreciación cambiaria, por otra parte, conjuntamente con el creciente riesgo devaluatorio podría haber incentivado a los empleadores a no contribuir al sistema de seguridad social, ya que resultaba tentador “postergar” el pago de las contribuciones como mecanismo de financiamiento, m xime si se considera el alto costo del cr dito y una expectativa de pesificación de la deuda impositiva. La apertura comercial y la caída en el costo del capital producto de desgravaciones impositivas, produjo un cambio tecnológi co sesgado a favor del empleo calificado (Elías y Ronconi, 2002). En un contexto con regulaciones laborales rígidas pero a su vez proclives de ser evadidas se producen dos fenómenos sobre el grupo de trabajadores poco calificados: Un incremento en el desempleo, y aumentos en los niveles de no registración. Por otra parte, la d ada del noventa se caracteriza por un fuerte aumento en la desocupación. La tasa de desempleo creció en Argentina en tal magnitud que pasó de niveles cercanos al 5% en los El tópico de equilibrio general se discute extensamente en Barr (2000). Respecto a los diferentes riesgos del sistema, existe una extensa literatura que distingue “riesgo de mercado” en los sistemas privados de capitalización individual y “riesgo político” en el sistema p blico de reparto. Ver Feldstein y Liebman (2001). 44 De las estimaciones de Mitchell (1996) y ASAP (1998) resulta que la reforma previsional habría implicado un aumento en los costos administrativos, aunque las estimaciones no son perfectamente comparables. En el pilar de capitalización del SIJP el costo asciende en promedio a 1/3 del aporte mensual del trabajador, dependiendo de la AFJP, que es libre de 43 34 ochenta, a m s del 15% durante los noventa y actualmente se ubica por encima del 20%. Ante esta realidad, los trabajadores se encuentran en una situación desventajosa para exigir a sus empleadores la debida registración de sus contratos y los aportes al sistema prev isional (Schultess, 2001). Los empleadores, por su parte, podrían asumir que el Estado ser menos estricto con el control y fiscalización, ya que en caso de implementar sanciones podrían perderse aun m s las escasas fuentes de trabajo. Pasando al plano de cambios normativos merecen ser destacados tres sucesos: Primero, los aumentos en las penas para los empleadores que no cumplen con la registración laboral y las contribuciones a la seguridad. Segundo, la rebaja, con sucesivas idas y venidas, de los aportes y contribuciones. Tercero, la introducción de formas legales y flexibles de contratación laboral. Tal como lo se alan Bour y Susmel (2001), durante la d ada del noventa se elevaron sucesivamente las penalidades para los empleadores que no hubieren registrado a sus trabajadores. En 1990 y 1996 se elevó el n mero de a os de prisión. En 1993 se incrementaron los intereses punitorios y resarcitorios; y en 1999 se introdujeron multas adicionales. Todas estas medidas, en principio deberían haber desalentado la no registración y por ende aumentado el nivel de cobertura jubilatoria. Respecto a las modalidades de contratación, las reformas laborales de 1991 (Ley 24.013) y fundamentalmente de 1995 (Ley 24.465), introducen formas flexibles de contratación: el “período a prueba”, modalidades promovidas, contrato a tiempo parcial, por temporada y eventual. Gruskha (2001) sostiene que dichas reformas son centrales para entender la caída en el nivel de cobertura jubilatoria. Sin embargo, sólo el período a prueba y las modalidades promovidas eximen parcialmente al empleador de brindar cobertura jubilatoria45. Adem s las modalidades promovidas fueron derogadas en 1998 (Ley 25.013) y la exención impositiva del período a prueba fue acotada a un mes, por lo que el uso de las mismas nunca alcanzó la magnitud suficiente para ser consideradas el determinante ltimo de la caída en la cobertura. Por ltimo, es interesante considerar la evolución de las contribuciones patronales durante las ltimas dos d cadas. En 1980, en el marco de una profunda reforma tributaria, se redujo significativamente la carga impositiva sobre el salario desde un nivel que sobrepasaba el 50% al 30%. Luego, la política fue gradualmente revertida y a fines de los ochenta la alícuota era similar al nivel previo a la reforma. En los noventa se retoma la política de disminución de los impuestos al trabajo pero en forma muy gradual, reflejando una tendencia que, si bien descendente, dubitativa, en determinar su política de comisiones, y del nivel de ingreso del trabajador, ya que hasta el a o 2000 la comisión era una combinación de costo fijo m s alícuota proporcional al salario. 45 La reglamentación de la Ley 24.465 establecía para el período a prueba la exención del 100% del aporte jubilatorio durante los tres primeros meses de toda nueva relación laboral, con la posibilidad de extenderlo a seis a trav s del convenio colectivo. 35 t rminos de presentar una forma de “serrucho” entre aumentos y disminuciones de las alícuotas en el margen (Giordano y Colina, 2001). En el fondo esta conducta refleja la existencia de diferentes estrategias que no siempre estaban dirigidas al mismo objetivo. En el objetivo de mejorar el empleo a trav s de la flexibilización de las condiciones de contratación estuvo la lógica de reducir el costo laboral para los nuevos trabajadores. Bajo estos criterios se enmarcan los contratos temporales promovidos del a o 1991, intensificados en 1995 y parcialmente revertidos en 1998. Posteriormente, la Ley 25.250 establece un enfoque diferente para el período de prueba, restableciendo el plazo original pero estipulando que el costo laboral ser del 100% actuando las disminuciones de contribuciones una vez que el contrato se convierta en uno por tiempo indeterminado. Con el mismo objetivo pero con una lógica diferente, en el a o 2000 se establece un r gimen de disminución adicional para los menores de 25 a os, los mayores de 45 a os y las mujeres jefes de hogar. Por otro lado, en el objetivo de mejorar la competitividad de la economía, se aplicó una estrategia de disminución generalizada de las contribuciones para todos los trabajadores aunque diferenciada por regiones y actividades económicas. El criterio de disminuir por actividad favoreciendo los sectores transables fue seguido por los Decretos 2.609 de 1993, el 359 de 1993, posteriormente derogados, y el Decreto 96/99. El criterio de regiones geogr ficas fue seguido por los Decreto 49246 de 1995 y 1.520 de 1999. Esta complicada trama de cambios de política ilustra la vastedad de instrumentos normativos y la volatilidad con la que se cambiaban los criterios y las estrategias. Fueron rectificadas con tanta frecuencia que, obviamente, ponen en duda su capacidad de generar alg n impacto ya que no permitían dejar pasar el tiempo mínimo de maduración requerido para producir ajustes económicos. A esto se agrega que el objetivo de reducir el empleo no registrado no fue nunca el objetivo primario, ni el mas importante. En suma, si bien en principio cabría esperar un incremento en la cobertura jubilatoria producto de la reducción en los “impuestos” al trabajo, al considerar la alta inestabilidad de las medidas, el hecho que generó mayor complicación normativa y burocr tica para la registración laboral, sugieren que su impacto podría ser nulo o al menos inferior al esperado. c) Marco Institucional Del an lisis hasta aquí desarrollado, surgen diversos argumentos que sostienen la hipótesis de un aumento en el nivel de cobertura previsional: Mayor “apropiabilidad” de los aportes y mayor tasa de retorno del nuevo sistema jubilatorio, baja de contribuciones a la seguridad social, aumento de las penas para el empleador que evade la normativa, y el crecimiento económico. Por otra parte, el 46 Con la excepción de la contribución patronal para el sistema de salud que fue disminuida desde 6% a 5% f el país. ija para todo 36 creciente desempleo, el proceso de apertura y privatizaciones conjuntamente con la inflexibilidad generada por la combinación de la ley de convertibilidad y las rigideces laborales, habrían favorecido el aumento de la no registración y consiguiente falta de cobertura. Finalme nte, muchos de estos factores habrían tenido un impacto diferente seg n nivel de ingresos, en perjuicio de los asalariados m s pobres. En principio, entonces, la evolución final del nivel de cobertura depende del peso relativo de los mencionados argumentos. Sin embargo, si se explora el sustento institucional del sistema previsional, la capacidad de control y fiscalización del estado, la alta inestabilidad de las reducciones impositivas, conjuntamente con un deterioro en la credibilidad de las instituciones p blicas, el balance final se vuelca hacia una creciente informalización y consiguiente reducción en la cobertura previsional La reforma previsional nunca generó suficiente consenso y siempre existieron coaliciones políticas que reclamaron la derogación d el sistema47. Incluso, “la cuestión previsional” ha sido históricamente un tema de permanente debate, fallos judiciales contrarios y propuestas legislativas que en general iban en contra de la filosofía del sistema reformado. La confiabilidad del SIJP no logró hacerse masiva porque una importante porción de la dirigencia política nunca dejó de mostrar sus dudas respecto a la conveniencia de incorporar un pilar de capitalización con gestión privada y competitiva en el sistema previsional. La idea de la capitalización es vista como un elemento disociador de la integración social al romper con la solidaridad intergeneracional y crear las condiciones para disminuir las posibilidades de redistribución intrageneracional. Tambi n existió un sentimiento altamente contrario al fin de lucro en la gestión y la naturaleza financiera de los operadores. En este sentido, y a pesar de que el SIJP por su dise o multi-pilar nunca abandonó los principios de solidaridad, sólo que los combinó con principios de equidad contributiva , y que se previó un fuerte aparato regulatorio para evitar desviaciones del objeto social de los operadores, desde una importante porción de la clase dirigente se fomentó, voluntaria o involuntariamente, la percepción de perentoriedad del pilar de capitalización. Contribuyó tambi n a esta adversa percepción el hecho de que m s de 2/3 de las inversiones de las AFJP se destinaban a financiar el d ficit fiscal y una desafortunada repetición de rompimiento de instituciones y reglas de juegos en la historia Arg entina. La Argentina es un país que se caracteriza por su escasa capacidad de asumir compromisos intertemporales creíbles (Spiller y Tommasi, 2001). Dicha incapacidad tiene mayores impactos, precisamente a la hora de instrumentar políticas que requieren de fuertes compromisos intertemporales. Posiblemente no exista rea de política p blica con una intertemporalidad m s compleja que las jubilaciones y pensiones. Sería posible que los resultados con respecto a los cambios en la política de jubilaciones y pensiones est n dominados por los efectos “políticos” o “de 47 Actualmente se discute la vuelta a un sistema p blico de reparto. Ver Clarín julio/ agosto 2002. 37 credibilidad” que estos cambios legislativos impliquen, por encima de los efectos “t nicos” “directos” de las medidas. De todos modos es difícil determinar exactamente la din mica de la falta de credibilidad en respuesta a cambios de política y a la evolución de otras variables. Es nuestra impresión de que en general, los argentinos han tendido a ver el aporte a la AFJP al menos en buena parte como un impuesto, posiblemente aplic ndole un importante descuento a los valores que esperan percibir a futuro. Desafortunadamente dicha expectativa no resultó ser infundada, dado que en los ltimos a os el gobierno, en el contexto de una creciente crisis fiscal, ha ido interviniendo en la regulación de las AFJP forz ndolas a aumentar la tenencia de títulos p blicos argentinos, sobre los cuales luego el Estado declaró default. Adem s la reforma previsional no alteró las prebendas del sistema como las jubilaciones de privilegio. Estas jubilaciones son regímenes especiales para los funcionarios de los poderes Ejecutivo, Legislativo, Judicial, las Fuerzas Armadas, las fuerzas de seguridad, el servicio exterior y otro organismos de menor relevancia económica que estipulan tratamientos diferenciales como jubilación anticipada, menor n mero de a os de aporte o movilidad de las jubilaciones en función del salario del activo. Si bien el SIJP los elimina formalmente en el texto de su Ley, en la pr ctica se mantuvieron y fueron financiados con el pilar solidario del SIJP. El tratamiento particular para algunos, y en particular que los beneficiados sean la clase dirigente, minó seriamente la credibilidad del “nuevo sistema”. (Ver Kay, 2000). Estos elementos nocivos tambi n se observan en otros países de Am rica Latina48, pero en Argentina parecen haber constituido un elemento disasociador de mayor trascendencia. Por otro lado, las reducciones en las alícuotas patronales tambi n tienen una historia plagada de marchas y contramarchas, se han implementado por decreto, y nunca dieron síntomas de la menor estabilidad y predictibilidad. Los aumentos en las penas por evasión previsional tuvieron lugar conjuntamente con una creciente percepción por parte de los empleadores de la falta de capacidad de control y sanción efectiva por parte del Estado o las entidades controladoras (sindicatos). Siempre existe la posibilidad de solucionar el problema complejizando la labor del inspector vali ndose de la “huecos” que brinda la profusa pero imprecisa legislación o, directamente soborn ndolo. La p rdida de eficacia del sistema de fiscalización, si bien es una herencia de vieja data, tuvo un cariz agravado durante la d cada de los ´90. M s adelante se describir con mayor detalle las particularidades de esta problem tica, sin embargo, a los efectos de la presente sección resulta til mencionar que el poder de policía para el control de la evasión laboral presenta serios Holzman y Packard (1999) afirman que ciertos costos de transacción, un mal dise o del sistema y la falta de credibilidad pueden afectar negativamente el nivel de cobertura de los sistemas multi-pilares. Dentro de los aspectos de credibilidad mencionan: una herencia de falta de credibilidad del sistema previsional anterior por los cambios de reglas de juego arbitrarios que se experimentaron en el pasado, la percepción de un riesgo financiero muy alto para el promedio 48 38 problemas institucionales que redunda en una ejecución del control p blico parcial, arbitraria, condicionada por la carencia de información y una estructura de incentivos incorrectos, que a la larga terminan generando abandono de responsabilidades o condiciones para la corrupción. En la medida en que la probabilidad de detección del ilícito sea baja, y que de ser detectado las posibilidades de evitar la sanción es alta, las conductas de las empresas reflejan una disminución de la percepción del riesgo. Finalmente, se realizó un uso abusivo de las moratorias impositivas, con recurrentes llamados de la autoridad p blica a moratoria por “ nica vez”. Concluyendo, si bien existen razones para suponer que la reforma previsional habría tenido alg n impacto sobre la cobertura de la población activa, dichas razones parecen m s bien de “segundo orden” comparadas con el deterioro en la credibilidad de las instituciones p blicas y el impacto de los cambios estructurales que tuvieron lugar en Argentina durante los noventa. El Estado argentino tiene una trayectoria de incapacidad de cumplir sus compromisos intertemporales, ya sea de pagar ciertas pensiones (en el sistema p blico), o de regular adecuadamente a las AFJP para garantizar los derechos de los aportantes, o de no intervenir forzando a las aseguradoras privadas a financiar desequilibrios p blicos. Dado que estos ltimos factores son de difícil cuantificaciones resulta al menos complejo cuantificar econom tricamente el impacto de la reforma previsional. 2.2.- Resultados de la evidencia empírica Al explorar estadísticamente la evolución de los niveles de cobertura por sexo, edad, nivel de educación, tama o del establecimiento y sector de actividad, se observa, para los ltimos veinticinco a os, una caída generalizada en los niveles de cobertura. Dicha tendencia negativa no parece haberse alterado luego del cambio en el sistema previsional. En concordancia con los resultados encontrados por Gasparini (2001), no se observan mayores cambios en los niveles de cobertura entre estos grupos, sino que la misma se produce dentro de los mismos. Es decir, los niveles de cobertura caen tanto para hombres como mujeres, para todos los segmentos de edad, para todos los niveles de educación, para todos los tama os de empresa y para todos los sectores de actividad. de adversidad al riesgo, sentimientos contrarios a lo que se considera la “privatización” de la seguridad social y desconfianza al fin de lucro. 39 Cuadro 9. Porcentaje de Asalariados con Cobertura Previsional seg n Sexo, Edad, Nivel Educativo, Ingreso Laboral y Tama o de Empresa. Gran Buenos Aires. Onda Octubre. 1975 1980 1985 1990 1994 1998 2000 TOTAL 89.8 80.0 72.8 68.7 70.0 62.0 61.6 SEXO Mujeres Varones 81.8 93.4 75.4 82.3 66.1 76.6 65.9 70.2 66.9 71.9 59.5 63.6 57.6 64.4 89.8 93.7 94.8 91.1 80.1 82.9 85.8 82.1 67.8 79.0 80.7 75.9 62.4 74.7 75.9 76.5 63.4 75.6 78.0 73.9 58.3 68.8 70.1 63.4 53.8 67.2 68.3 63.1 87.8 91.9 96.3 74.5 85.7 88.1 66.4 77.4 82.7 61.8 70.1 77.9 60.2 64.0 75.6 48.3 60.4 75.5 49.3 56.9 75.2 IN GRESO2 Bajo Medio Bajo Medio Alto Alto 71.0 94.5 97.8 97.5 62.8 83.3 86.1 90.4 53.0 77.4 86.9 90.9 47.1 70.7 80.8 83.2 45.2 68.5 79.5 84.9 31.3 63.6 74.8 82.8 33.5 62.2 74.5 84.0 TAMAÑ O EMPRESA 1 empleado 2a5 6 a 25 26 a 100 101 a 500 500 o m s 70.6 77.6 87.7 89.8 96.6 94.5 32.7 53.9 82.3 93.5 95.4 97.9 26.6 44.1 75.2 89.6 93.6 95.4 32.7 40.8 75.1 87.4 86.3 92.2 23.6 41.9 70.3 90.3 96.1 95.8 14.3 31.1 60.7 84.3 90.3 91.6 17.0 29.7 62.1 85.3 90.7 86.8 EDAD 18 a 29 a 30 a 40 a 41 a 55 a 56 a 64 a os os os os EDUCACIÓN Baja Media Alta 1 Nota: (1) Educación baja incluye primaria completa e incompleta, educación media a secundaria completa e incompleta y alta a terc iaria/universitaria completa e incompleta. (2) Las categorías de ingreso del asalariado se refieren a los cuatro cuartiles de la distribución. Fuente: elaboración en base a EPH, INDEC. Sin embargo se observa un comportamiento diferente en lo que hace a los niveles de cobertura seg n nivel de ingresos. Durante la vigencia del sistema p blico de reparto el nivel de cobertura cayó para todos los cuartiles, pero a partir de la introducción del r gimen de capitalización individual (1994) el nivel de cobertura se estabiliza para el segmento de mayores ingresos, y la caída en la cobertura se concentra exclusivamente en los cuartiles de ingresos inferiores. Tomando los dos grupos extremos, se observa que en el segmento m s pobre la cobertura cae del 71% en 1975 a 45.2% en 1994, y a 33.5% en el 2000, mientras que para los de mayores ingresos, la cobertura cae del 97.5% en 1975 a 84.9% en 1994, y luego se estabiliza en dicho nivel. 40 Gr fico 2. Evolución de la cobertura seg n nivel de ingresos, 1975-2000 REFORMA PREVISIONAL 100 97,5 90,9 Asalariados de ingreso alto 89,8 84,9 80 71,0 72,8 70,0 84,0 Total 61,6 60 53,0 45,2 40 33,5 Asalariados de ingreso medio y bajo 20 1975 1980 1985 1990 1994 2000 Este fenóme no no es exclusivo del Gran Buenos Aires. Al explorar los datos de los principales aglomerados del interior del país, observamos el mismo fenómeno 49. Luego de la reforma previsional el nivel de cobertura se redujo tanto para hombres como mujeres, para todos los segmentos de edad, para todos los tama os de empresa, para los asalariados de menor ingreso, pero se mantuvo estable para los de mayor salario. En efecto, para el segmento de trabajadores ubicados en el cuartil m s bajo de la distribución salarial, el nivel de cobertura cae desde el a o 1993 de 48% a 35% en 1998; mientras que para el cuartil de mayores salarios, el nivel de cobertura se mantiene pr cticamente constante en 90%. Los Cuadros 10 y 11 ilustran que dicho fenómeno se observa tanto entre hombres y mujeres, como entre los distintos grupos de edad50. se consideran los aglomerados del interior durante la d ada del noventa debido a que no existe información para a os anteriores. 50 Hemos observado cierto grado de heterogeneidad en la evolución temporal de la cobertura seg n localidad geogr fica. Este hecho sugiere la existencia de factores provinciales como potenciales determinantes de la cobertura. Las diferencias en la evolución del desempleo seg n provincia, y el cambio en las contribuciones patronales son dos de los factores a testear. 49 Sólo 41 Cuadro 10. Porcentaje de asalariados con cobertura previsional, seg n nivel salarial, a o y sexo, total país. N ivel salarial Mujeres 1993 1998 Hombres 1993 1998 Bajo 47 % 27 % 55 % 32 % Medio Bajo 78 % 72 % 77 % 69 % Medio Alto 84 % 83 % 84 % 79 % Alto 91 % 94 % 89 % 90 % Fuente: Elaboración propia en base a EPH Cuadro 11. Porcentaje de asalariados con cobertura previsional, seg n nivel salarial, a o y edad, total país N ivel salarial 18 a 29 años 30 a 40 años 41a 55 años 56 a 64 años 1993 1998 1993 1998 1993 1998 1993 1998 Bajo 0.42 0.25 0.58 0.32 0.59 0.34 0.54 0.33 Medio Bajo 0.71 0.64 0.80 0.73 0.83 0.79 0.76 0.67 Medio Alto 0.79 0.74 0.87 0.84 0.87 0.85 0.83 0.86 Alto 0.85 0.87 0.90 0.93 0.91 0.93 0.88 0.83 Fuente: Elaboración propia en base a EPH La evidencia presentada sugiere que los cambios estructurales implementados en los noventa, incluida la introducción del r gimen de capitalización individual, no ha alterado la tendencia negativa en la cobertura previsional de los asalariados que existe en Argentina desde la d ada del setenta. La excepción la constituye el segmento de asalariados de mayores ingresos. A continuación se testea econom tricamente la validez de dichas hipótesi s. Evidencia Econométrica Tal como se desarrolló en el capítulo 4 y en la sección 5.2, resulta que existen determinantes de la cobertura previsional que operan en diferentes niveles de agregación. Por ejemplo, el nivel de educación del asalariado, la canti dad de miembros del hogar, el nivel de contribuciones a la seguridad social y la tasa de inflación, son todos potenciales determinantes del nivel de cobertura que operan a nivel individual, familiar, provincial y nacional, respectivamente. Estas diferencias en los niveles de agregación plantean al investigador el desafío de elegir la unidad de an lisis m s adecuada para el problema que se busca resolver. Por otra parte, existen dificultades para individualizar el impacto de la reforma previsional producto de las complejidades para cuantificar la evolución diversos determinantes, en particular los de índole institucional. Finalmente, la evidencia estadística sugiere un impacto diferencial seg n nivel de ingresos que es necesario explorar. 42 Sólo existen dos estudios econom tricos para Argentina que analizan la evolución de la registración laboral y cobertura previsional. Bour (2001) ha trabajado con datos agregados a nivel nacional, explorando la evolución durante las ltimas dos d adas, y encuentra que el cre ciente nivel de desempleo y de endeudamiento p blico son dos factores que han contribuído a la caída en la registración laboral. Gasparini (2001) trabaja con datos a nivel individual exclusivamente para el Gran Buenos Aires durante los noventa, y encuentra que la caída en la cobertura no se explica por cambios en los atributos personales del asalariado, ni por cambios en la composición del mercado de trabajo, sino por un aumento en la “propensión a evadir” 51. Ninguno de estos estudios estima el impacto del cambio en el sistema previsional, ni distingue entre los asalariados seg n nivel de ingresos. Considerando que la reforma previsional en Argentina tuvo lugar en un período de profundas reformas estructurales y cambios en los niveles de aportes y contribuciones con marcada heterogeneidad regional, en los ejercicios que a continuación se presentan se enfatiza la dimensión provincial. Por ejemplo, en 1995 se decretó la reducción de contribuciones patronales, desde un 30% en la Ciudad de Buenos Aires hasta el 80% en algunas provincias del noroeste y noreste. Asimismo, el proceso de desregulación, apertura económica y privatizaciones tuvo un impacto diferente en las provincias, fenómeno que en parte se refleja en los niveles de desempleo. En este estudio se realizan tres ejercicios. En el primero se analiza como impactaron sobre la cobertura previsional los cambios en la composición del mercado de trabajo, en el contexto macroeconómico, y en los impuestos al trabajo. En el segundo y tercer ejercicio se instrumentan test de cambio estructural, para analizar si el modelo cambió a partir de la reforma previsional y si el impacto ha sido diferente seg n nivel de ingresos de los asalariados. En todos los casos se trabaja con la Encuesta Permanente de Hogares (PH), sobre la base de los diecisiete principales aglomerados del país durante el período previo y posterior a la reforma previsional52. El modelo a estimar es Yit = α + Xit β + Tit λ + Cit ρ + δt +eit donde: Yit adopta el valor 1 para los asalariados i con cobertura previsional en el a o t, X es un vector que captura las características personales y laborales del trabajador como edad, sexo, estado civil, nivel educativo, antigüedad laboral y tama o del establecimiento; T es la tasa de contribuciones a la seguridad social en la provincia donde el trabajador reside; C es un vector de variables con 51 Donde dicha “propensión a evadir ” incluye todos los determinantes no considerados en su modelo. Los 17 aglomerados son: Gran Buenos Aires, Córdoba, Rosario, Santa Fe, Salta, Sgo. Estero, Tucum n, Mendoza, Paran , Santa Rosa, Neuqu n, Catamarca, Comodoro Rivadavia, Jujuy, San Luis y Rio Gallegos, para la onda octubre de la EPH de los a os 1993, 1994, 1996 y 1998. La elección de los aglomerados y los a os estuvo sujeta a la disponibilidad de información. 52 43 dispersión provincial para controlar por el desarrollo económico, el nivel de desocupación y empleo p blico de la provincia. Se asume que los determinantes no observables como la reforma previsional y la credibilidad institucional se capturan en el t rmino constante y la tendencia temporal respectivamente. En el anexo se encuentran mayor detalles de las variables y los estadísticos b sicos. Tabla 2. Modelo Probit. Coeficientes de los determinantes de la cobertura previsional Variable dependiente: Cobertura Previsional entre los asalariados (1 tiene cobertura, 0 no tiene). Variables Explicativas Edad Edad al cuadrado Sexo (mujer=1) Estado civil (soltero=1) Nivel Educativo Antigüedad laboral Tama o de empresa Ingreso promedio provincial Tasa de Desempleo Contribuciones Patronales Empleo P blico Tendencia Temporal Constante No. Observaciones No. provincias No. a os Log-Likelihood Pseudo R2 Coeficiente Error est ndar 0,08038 -0,00103 -0,13898 -0,13040 0,02189 0,34781 0,16751 0,00105 -0,00217 -0,00251 0,61857 -0,04163 0,36454 67466 17 4 29052.5 0.282 0,00371 0,00004 0,01216 0,01486 0,00067 0,00457 0,00374 0,00003 0,00015 0,00146 0,02189 0,00597 0,60149 Nota: Modelos probit estimados por m xima verosimilitud. Los errores est ndar se corrigieron utilizando el procedimiento de White. En concordancia con Gasparini (2001) encontramos que los cambios en la composición del mercado de trabajo no han tenido, en su conjunto, un impacto definido. Si bien aumentó el peso relativo de algunos segmentos con menor propensión a la cobertura, como las mujeres, disminuyó en otros, como es el caso de los trabajadores con bajo nivel de educación. Respecto al impacto de los factores macroeconómicos y normativos se observa que el aumento en la tasa de desocupación y la caída del empleo p blico han contribuído a la caída en la cobertura previsional. Por otra parte, el crecimiento económico y la reducción en las contribuciones patronales han favorecido un aumento en la cobertura, aunque para esta ltima variable el resultado no es robusto. Si bien stos factores ayudan a explicar la evolución de la cobertura previsional, sigue sin explicarse la tendencia negativa a trav s del tiempo. En efecto, el coeficiente de la “time trend” resulta negativo y significativo aun controlando por los mencionados factores. Interpretamos este resultado como potencial indicio que el creciente deterioro en la credibilidad en las instituciones p blicas ha contribuído a la caída en la cobertura previsional. 44 Una alternativa para identificar el impacto de la reforma previsional consiste en instrumentar un test de cambio estructural (Chow, 1960). Asumiendo que el impacto del dise o del sistema de pensiones puede capturarse a trav s del t rmino constante, cabe analizar si dicho coeficiente es significativamente diferente en el período pre-reforma respecto al post-reforma. Para tal fin se corren tres regresiones: La primera donde se restringe a que el t rmino constante sea igual para todo el período, y las dos restantes referidas al período pre y post reforma respectivamente. Para testear si existió un cambio se implementa un test tipo -Chow para modelos probit basado en la diferencia de la suma de log-likekihoods entre el modelo restringido y los otros dos restantes (Greene, 2000). Tabla 3. Impacto de la Reforma Previsonal Modelo y Período Log Likelihood Restringido (1993-1998) - 28.964,45 PRE reforma (1993-1994) - 14.661,05 POST reforma (1996-1998) - 14.303,12 Nota: el estadístico chi-cuadrado es 0.56 y por ende menor al valor crítico con 95% de significación (3.8), por lo cual no se rechaza la hipótesis nula. LR(1) = 2[(-14661.05 – 14303.12) + 28964.45] = 0.56 < 3.8 El test no permite rechazar la hipótesis nula, lo cual puede interpretarse como indicio que el traspaso desde un sistema p blico de reparto hacia uno mixto con un componente privado de capitalización individual, no ha generado un cambio estructural en la propensión a la cobertura previsional. Finalmente, cabe interrogar respecto al impacto seg n nivel de ingresos. Siguiendo la misma metodología se corren tres regresiones: La primera donde se restringe que el vector de coeficientes sea igual para todos los asalariados independientemente de su nivel de ingresos, y las dos restantes referidas al segmento de trabajadores con salarios altos por una lado, y salarios medios y bajos por el otro. En este caso se rechaza la hipótesis nula, indicando que las reformas implementadas durante la d ada del noventa tuvo un impacto diferencial sobre los asalariados seg n su nivel de ingresos, favoreciendo el incremento en la brecha de cobertura previsional entre los de mayor salario respecto a los de menores ingresos. Tabla 4. Impacto seg n nivel salarial Modelo Log Likelihood Restringido - 29052,5 Ingresos Altos - 4028,9 Ingresos Medios y Bajos - 23087,1 Nota: el estadístico chi-cuadrado es 3875 y por ende menor al valor crítico con 95% de significación (21,03), por lo cual no se rechaza la hipótesis nula. LR(1) = 2[(- 4028,9 – 23087,1) + 29052,5] = 3875 > 21,03 45 2.3 Conclusión La reforma previsional parece haber tenido un impacto nulo o al menos de “segundo orden” sobre los niveles de cobertura del total de la población asalariada. Los factores macroeconómicos han afectado la cobertura, particularmente el creciente nivel de desempleo. Sin embargo la cobertura previsional ha caído sistem ticamente durante los ltimos veinticinco a os, lo cual es indicio que existen determinantes ltimos que van m s all de los cambios en el dise o del sistema previsional o del contexto macroeconómico y la composición del mercado de trabajo. Nuestra hipótesis es que ha sido el creciente deterioro y descreimiento en las instituciones p blicas el principal causal de la caída en la cobertura. Finalmente se encontró evidencia que las reformas de los noventa contribuyeron a aumentar la brecha entre los niveles de cobertura de los trabajadores de alto salario respecto a los de menor ingreso. 46 CAPITULO III. EL SISTEMA DE CON TROL LABORAL EN ARGEN TIN A INTRODUCCIÓN El sistema de control laboral argentino ha mostrado en los ltimos tiempos un grave deterioro en su capacidad de generar resultados y su credibilidad ante la sociedad. La tasa de empleo no registrado en los ltimos veinte a os ha ido en sostenido aumento y paralelamente los cuerpos de fiscalizadores de los diferentes organismos que conforman el sistema de control experimentan una evolución hacia la p rdida de capacidades. Esto lleva a que existan interpretaciones que ponderan la debilidad de los servicios de control en la explicación por la degradación de los índices de registración laboral, y a su vez, que estas debilidades se generan por la falta de recursos o la descoordinación de los organismos controladores. Sin perjuicio de que estos dos elementos est n presentes hace mucho tiempo en el sistema de control laboral argentino, (la falta de recursos y la descoordinación), ambos atributos forman parte m s de la sintomatología del problema que la raíz de sus causas. Indagar sobre los factores que explican la ineficacia del sistema de control laboral exige abocarse a la tarea de sistematizar la heterog nea distribución de atributos, relaciones y elementos que la configuran y buscar interpretaciones consistentes a pesar de la poca y dispersa información existente. Estos elementos se refieren a las distintas vertientes legislativas que crean las facultades inspectivas y fiscalizadoras, el heterog neo mosaico de organismos con competencias en la materia, el desorden administrativo que caracteriza a los instrumentos de formalización de la registración laboral, la dispersión de las acciones ejecutadas, la poca información recabada y la ausencia de una autoridad efectiva que estructure y conduzca al sistema en forma responsable y ordenada. El presente estudio tiene por objetivo avanzar en esta línea metodológica realizando un aporte de ordenar conceptualmente la conformación del sistema, relevar las acciones ejecutadas y la poca información disponible, y buscar alguna evidencia empírica sobre las causas profundas de la baja eficacia del control. El enfoque es del tipo institucional, partiendo de la premisa de que las motivaciones de los actores sociales encargados del control no son las que las teorías de la conducta se alan como la de agentes benevolentes preocupados por el bienestar social, sino m s bien agentes motorizados por su propio inter s. Desde este punto de vista, los síntomas característicos del sistema, de bajos presupuestos, pobre infraestructura, poca capacidad de recursos humanos, falta de coordinación son el resultado de una ineficaz organización de los incentivos y no la raíz de la problem tica. En la siguiente sección se describe la conformación del sistema de control, en la segunda sección se describen las acciones ejecutadas y la información disponible, en la tercer sección se presenta una 47 interpretación posible sobre el problema de los incentivos, en la cuarta sección se presenta evidencia empírica, y en la quinta sección se concluye. 1. CONFORMACIÓN DEL SIST EMA DE CONTROL LABORAL Conocer la conformación del sistema de control laboral argentino exige presentar las dos vertientes legislativas m s importantes que delinean el marco regulatorio laboral, en orden a diferenciar claramente los conceptos de inspección del trabajo de los de fiscalización de la seguridad social. La diferenciación de estos dos institutos resulta imprescindible para entender los diferentes organismos y competencias que caracterizan a cada uno, las dificultades para erigir una autoridad central que articule las estrategias y acciones de ambos, y el desorden de instrumentos operativos de formalización de la registración laboral. La presente sección se ordena como sigue. Se presenta las raíces legislativas que enmarcan la inspección del trabajo y la fiscalización d e la seguridad social como conceptos diferentes. Luego se presentan los diferentes organismos con facultades de inspección y fiscalización. Y finalmente, se presentan los diferentes instrumentos operativos de formalización cuyo cumplimiento estos organismos deben controlar. 1.1Diferente raíz legislativa El mecanismo de control del empleo no registrado en Argentina reposa sobre dos pilares institucionales. Por un lado, est lo que se denomina la inspección del trabajo cuya vertiente normativa es el Derecho del Trabajo, y por otro, la fiscalización de la seguridad social cuya vertiente es el Derecho de la Seguridad Social. Esto significa que la inspección es el mecanismo de control establecido por la normativa laboral en orden a velar por el cumplimiento del conjunto de regulaciones que rigen las condiciones del contrato, los puestos y los lugares de trabajo, es decir, las regulaciones sobre la jornada, las vacaciones, el trabajo de extranjeros, el trabajo de menores, los salarios mínimos, las condiciones de higiene y seguridad, los beneficios sociales y toda otra regulación gen rica o específica que emane del Derecho del Trabajo. En el marco del control de las regulación laboral, un atributo que la inspección del trabajo controla es el cumplimiento del empleador de la registración del trabajador en un libro especial conocido como “Libro 52”, el cual constituye el acto formal por el cual se entiende que el empleador registra al trabajador. Para las regulaciones laborales, un trabajador no est registrado cuando no est inscripto en el “Libro 52” de la empresa. En cambio, la fiscalización de la seguridad social es el mecanismo de control establecido por el derecho que regula la seguridad social para velar por el cumplimiento de la registración y las 48 cotizaciones a la seguridad social. Es decir, la fiscalización se ocupa de controlar que los empleadores registren a sus trabajadores en los organismos de la seguridad social, realicen el pago de las cotizaciones y determinen deudas por conceptos impagos. Un aspecto que es necesario tener presente y que es la fuente de confusión en torno a la diferencia entre inspección y fiscalización, es que entre las facultades de la inspección laboral figura la capacidad de controlar el cumplimiento del empleador de la obligaciones de registración y cotización a la seguridad social, pero esta facultad esta limitada sólo al control del cumplimiento, no pudiendo determinar deuda ni ejercer mecanismos coercitivos de cobro. Estas facultades corresponden sólo a la fiscalización. Desde el punto de vista pr ctico, qui nes ejercen la inspección laboral controlan y aplican sanciones ante el incumplimiento de la normativa laboral pero en el caso que detecten un incumplimiento con la seguridad social su labor se limita a denunciar el caso a los entes de fiscalización de la seguridad social. 1.2 Diferentes organismos con facultades de control El sistema de control laboral tiene un conjunto de organismos con facultades de inspección y otro conjunto distinto con facultades de fiscalización. En teo ría existe un sistema integrador de todas estructuras administrativas dispersas que es el Sistema Integrado de Inspección del Trabajo y la Seguridad Social (SITySS) y que entiende como ente de articulación entre los organismos de inspección y fiscalización al Ministerio de Trabajo de la nación. Los organismos que conforman el sistema de control laboral y su configuración institucional se presentan a continuación. Organismos que conforman la Inspección del Trabajo El sistema de inspección del trabajo prese nta un serio e histórico problema institucional de conflicto de competencias entre el gobierno nacional y los gobiernos provinciales. Desde el gobierno nacional, el organismo competente es el Ministerio de Trabajo de la Nación que cumple el rol de autoridad central en la función de superintendencia de todos los ejecutores de la inspección. A su vez, los ejecutores de la inspección son los servicios de inspección provincial de trabajo, organismos con facultades no solo de control sino tambi n de dictado de normas y procedimientos, y aplicación de sanciones, pero que dependen directamente del gobierno provincial, el cual no debe obediencia jer rquica al gobierno nacional. Esta estructuración teórica donde el gobierno nacional act a como superintendente y las inspecciones provinciales como ejecutoras se genera como resultado de una interpretación encontrada y conflictiva entre la nación y la provincias con respecto a las materias sobre las cuales cada jurisdicción tiene competencia. La inspección laboral no fue una facultad delegada 49 expresamente por las provincias a la nación en el marco de la organización de gobierno federal de la Argentina, por lo que desde el punto de vista de las provincias, no sería materia del gobierno federal53. Desde el punto de vista del gobierno nacional, la existencia de una legislación nacional en materia laboral le da espacio para entender que el control del cumplimiento de esta legislación es tambi n materia nacional. Este conflicto entre la nación y las provincias viene de muy larga data. Desde que toma relevancia el concepto de inspección laboral a principios del siglo pasado que las institucionalidad de esta importante herramienta de control ha sido permeable a la relación de fuerzas entre las provincias y la nación. Esto se manife stó en una oscilante y conflictiva evolución del sistema donde en ciertas etapas el sistema se entendía como desconcentrado, es decir, que las facultades reposaban exclusivamente en el mbito de las provincias, en otras, como concentrado, es decir, con competencias exclusivas del gobierno federal, y m s recientemente se avanzó sobre la figura de un esquema concurrente, donde se busca una articulación entre la nación y las provincias a trav s del esquema donde las provincias inspeccionan y la nación controla a las inspecciones provinciales, y sólo act a en forma directa ante ausencia o negligencia de las provincias. El Cuadro 12 ilustra este conflicto de facultades entre la nación y las provincias. Cuadro 12. Evolución del sistema de inspección laboral en Arg entina Período 1904 a 1943 1943 a 1957 1957 a 1970 1970 a 1973 1973 a 1984 1984 a 1995 Actualidad Esquema de fiscalización Desconcentrado. Concentrado. Desconcentrado. Concurrente. Concentrado. Desconcentrado. Concurrente. Fuente: Fundación Novum M illenium/ASAP (1999) En la actualidad, el Ministerio de Trabajo nacional tiene facultades de superintendencia sobre los servicios de inspección provinciales pero no ejerce por sí mismo la tarea inspectiva, excepto en la Ciudad de Buenos Aires y en la provincia de Jujuy donde la intervención de la nación se debió a que los servicios de inspección se encontraban desarticulados 54. Las facultades de inspección son de los servicios de inspección provinciales. La articulación entre la nación y las provincias se re aliza a trav s del Consejo Federal del Trabajo, el cual es una institución de relativamente reciente creación (1998), colegiada, donde tienen representación todas la provincias, y su función es la coordinación de los servicios de inspección provinciales, e n consideración de que las provincias no reconocen autoridad directa por parte del gobierno nacional en la materia. Se entiende que el Consejo Federal del Trabajo Seg n la Constitución de la Nación Argentina, el gobierno nacional detenta sólo aqu ellas facultades que hayan sido expresamente delegadas por las provincias. 53 50 es la instancia unificadora de representación de las provincias para tratar con el Ministerio de Trabajo nacional, (en su car cter de ente de supervisión sin capacidad real de imponer decisiones sobre sus supuestos supervisados), las decisiones y acciones que correspondan tomar o realizar en el marco de la inspección del trabajo. En esta conflictiva relación entre la nación y las provincias, las asociaciones sindicales son un tercer actor con competencias de inspección, en el car cter de “controladores laborales”. Los sindicatos tienen atribuciones para ejercer la fuerza p blica en la verificación del cumplimiento m s no en la emisión de normas y procedimientos, ni en la aplicación de sanciones, debiendo en los casos de detección de incumplimientos informar a la autoridad competente (el Ministerio de Trabajo de la nación o la Inspección Provincial, seg n corresponda). Los organismos que conforman la Fiscalización de la Seguridad Social La fiscalización de la seguridad social es, a diferencia del sistema de inspección laboral, de orden exclusivamente nacional. Sin perjuicio de ello, existe otra naturaleza de conflictividad originada en la superposición de funciones entre varios organismos de diferente naturaleza jurídica. El principal agente de fiscalización es la Administración Federal de Ingresos P blicos (AFIP), órgano estatal que concentra la recaudación, fiscalización y ejecución judicial de todos los impuestos federales55 y los aportes y contribuciones a la seguridad social. Recientemente, a fines del 2001, se creó el Instituto Nacional de Recursos de la Seguridad Social (INARSS) con el objetivo de funcionar como una agencia especializada en la recaudación y fiscalización de la seguridad social, en forma separada de la AFIP, bajo el fundamento de que la concentración de la recaudación de la seguridad social en la oficina encargada de los impuestos generales no fue eficaz en el combate al empleo no registrado. Sin embargo, hasta el día de la fecha este nuevo organismo se encuentra en el período de transición del traspaso de funciones operativas desde la AFIP por lo que no est plenamente operativo. Dentro del espectro de la seguridad social, la AFIP es responsable por la recaudación, fiscalización y ejecución judicial de todos los recursos, es decir, los correspondientes al SIJP, a los regímenes provinciales de jubilaciones y pensiones transferidos al SIJP, al sistema de subsidios familiares, al Fondo Nacional de Empleo, al r gimen del INSSJP56, al r gimen de obras sociales57, al r gimen de 54 En el a o 2001 la Ciudad de Buenos Aires pasó a disponer de un cuerpo propio de inspectores. Impuesto al Valor Agregado, Impuesto a las Ganancias, Impuestos a los Activos, impuestos aduaneros, impuestos específicos y todo otro impuesto que establezca el gobierno nacional. 56 El INSSJP (Instituto Nacional de Servicios Sociales para Jubilados y Pensionados) es el organismo encargado de administrar el seguro de salud para los jubilados y pensionados. 57 Las obras sociales son las entidades responsables por la administración del seguro de salud de los trabajadores activos. 55 51 ART58 y todo otro aporte o contribución destinado a la seguridad social que deba aplicarse sobre la nómina salarial. Estas facultades se aplican tanto para los trabajadores en relación de dependencia como los trabajadores autónomos. Las facultades de la AFIP son muy extensivas, al punto tal que se entiende que todo acto que requiera de la fuerza p blica en el mbito de la recaudación y fiscalización de la seguridad social es competencia de ella. Para ilustrar esta característica sirve de ejemplo la facultad de la AFIP de controlar hasta la situación de los extranjeros residentes en el país en cuanto a su posibilidad de trabajar y de recibir alojamiento de terceros (FNM/ASAP, 1999). Paralelamente a la AFIP, y sin perjuicio de que este organismo concentra la recaudación de todos los recursos de la seguridad social, algunos operadores de los beneficios de la seguridad social (la ANSES, las obras sociales y las ART) tienen facultades concurrentes con la AFIP en materia de fiscalización en la parte correspondiente al beneficio que el operador gestiona. Es importante aclarar que el alcance de estas facultades se circunscribe a la posibilidad de verificar, intimar al cumplimiento y en algunos casos en constituirse en parte querellante en la ejecución judicial, mas no aplicar sanciones o el uso de la fuerza p blica, facultades que sólo detenta AFIP. En particular, la ANSES tiene facultades de fiscalización y puede constituirse en parte querellante ante incumplimiento de las cotizaciones correspondientes a las contribuciones patronales destinadas al pilar de reparto, los aportes de los trabajadores que optaron por permanecer fuera del pilar de capitalización y las contribuciones patronales destinadas a los regímenes de asignaciones familiares y desempleo. Las materias que fiscalizan son el empadronamiento de la empresa, la registración del trabajador en los registros de la ANSES y el cumplimiento con las cotizaciones. No determina deuda impaga, para lo cual ANSES debe denunciar el caso detectado a la AFIP. Las obras sociales tienen importantes facultades para fiscalizar y ejecutar judicialmente el incumplimiento del pago de aportes y contribuciones al r gimen de obras sociales. Las materias que fiscalizan son el empadronamiento de la empresa en la obra social, la afiliación del trabajador y su grupo familiar en la obra social y el pago de las cotizaciones. Determinan deuda pero sólo par a el componente correspondiente al beneficio de obra social. Es importante aclarar que la inscripción de la empresa y la afiliación del trabajador en los registros de la obra social implica que esa relación laboral est registrada en esa obra social pero no necesariamente que est registrada en la AFIP, como ente concentrador de la recaudación, ni en la ANSES, en las AFJP o las ART, como entes que comparten la gestión de los beneficios de la seguridad social con las obras sociales. Esto significa que una detección por parte de un obra social no necesariamente se traduce en un beneficio para la totalidad de los organismos gestores de la seguridad social. Las ART (Aseguradoras de Riesgos del Trabajo) son los operadores encargados de gestionar los beneficios del seguro de accidentes del trabajo y enfermedades profesionales. 58 52 Las ART, por su parte, tienen tambi n la facultad de fiscalización y ejecución del pago de las cotizaciones que le corresponden. Las materias que fiscalizan son el empadronamiento de la empresa en la ART, la afiliación del trabajador y el pago de las cotizaciones. Las ART tambi n deben fiscalizar el cumplimiento de las normas de higiene y seguridad por parte de las empresas afiliadas. Un aspecto distintivo de este r gimen es que la Superintendencia de Riesgos del Trabajo tambi n tiene facultades de fiscalizar iguales materias que las ART. Por ltimo, para los trabajadores de la construcción y los trabajadores agrarios existen organismos semi-p blicos59 responsables tambi n, en forma paralela a la AFIP y a los entes gestores de los beneficios de la seguridad social, de la fiscalización de la registración laboral en la seguridad social de los trabajadores que se desempe an en estas dos actividades. En el caso de la actividad de la construcción, el organismo se denomina Instituto de Estadísticas y Registros de la Industria de la Construcción (IERIC), y en el caso de la actividad agraria, el organismo es el Registro Nacional de Trabajadores Rurales y Empleadores (RENATRE). En suma, en la fiscalización existen siete tipos de organismos con facultades de controlar el incumplimiento de la registración laboral (la AFIP, la ANSES, las obras sociales, las ART, la Superintendencia de Riesgos del Trabajo, y para los trabajadores de la actividad, el IERIC y el RENATRE). Si se suman los organismos con facultades de inspección (el Ministerio de Trabajo, las administraciones provinciales, los sindicatos) se tiene que en Argentina existen 10 tipologías distintas de estructuras administrativas, con distintos niveles de competencia pero con el mismo norte, que es el control del cumplimiento de la registración laboral. El Sistema Integral de Inspección Laboral y de la Seguridad Social (SITySS) El SIITyS fue creado en el a o 2001 con la finalidad de vigilar el cumplimiento de las normas del trabajo y la seguridad social para eliminar el empleo no registrado y dem s distorsiones que el incumplimiento de la normativa del Trabajo y de la Seguridad Social provoca en los mercados. Es una instancia que pretende englobar a la mayor parte de los organismos con facultades de inspección o fiscalización debajo de una misma institucionalidad para atenuar el histórico conflicto de facultades y coordinación presente entre estos organismos. En este sentido, el SITySS se conforma por el Ministerio de Trabajo nacional, el Consejo Federal del Trabajo, la AFIP y las autoridades administrativas del trabajo de las provincias cuando adhieran al Sistema. Los sindicatos, el IERIC y el RENATRE se consideradas entidades de colaboración del SIITySS pudiendo el Ministerio de Trabajo de la nación celebrar convenios con ellos. Se entiende que los organismos tienen naturaleza de semi-p blico porque su conducción no es puramente estatal sino que es compartida entre el Estado, las representaciones empresarias y la representación sindical. 59 53 El SITySS es el esfuerzo m s reciente por ordenar institucionalmente el sistema de control laboral, sin embargo, es el reflejo m s ilustrativo de las restricciones que impone el conflicto naciónprovincias en la materia. El SITySS reafirma el rol del Ministerio de Trabajo nacional como autoridad central con cargo a las funciones de dirección, coord inación, vigilancia y control, “...respetando las competencias y atribuciones asignadas por las Constituciones...”60 provinciales a sus propias administraciones de inspección. En caso de conflicto entre el Ministerio de Trabajo nacional y una provincia, se espera entonces que sea el Consejo Federal del Trabajo el que funcione como mbito de mediación. El procedimiento previsto consiste en que ante un incumplimiento, el Ministerio de Trabajo, previa notificación al Consejo Federal del Trabajo, intima a la aut oridad provincial para que efect e su descargo o eleve una propuesta propia para subsanar la situación. El descargo o la eventual propuesta se giran al Consejo Federal del Trabajo qui n aprueba o rechaza. En este ltimo caso, el Ministerio de Trabajo nacional queda facultado para proponer al Consejo Federal del Trabajo la elaboración conjunta de un programa de reorganización de la administración provincial implicada. Se observa que hasta en la organización formal del sistema, a n cuando se reafirmen las funciones de supervisión y control del Ministerio de Trabajo nacional, aparece el conflicto con las provincias que termina convirtiendo las facultades en declamaciones. 1.3. Diferentes instrumentos de registración laboral El punto de unión entre la inspecció n del trabajo y la fiscalización de la seguridad social es la registración laboral. Es decir, la inspección tiene mbito de actuación en el control de cumplimiento de la regulación laboral y la fiscalización en el control de cumplimiento de la regulación d e la seguridad social, pero ambas tienen un materia en com n que es el control de la registración laboral. Sin embargo, existe un problema operativo que por instrumental no deja de ser un obst culo importante a la eficacia del control, que son los diferentes instrumentos de formalización de la registración laboral, los cuales son imperfectos en sí mismos y desconectados entre sí. Por el lado de la inspección, una relación laboral est registrada si el trabajador figura inscripto en el “Libro 52” de la empresa. Este instrumento es una formalidad legal mas que un instrumento de información ya que es un registro manual descentralizado en cada empresa. Por el lado de la fiscalización, cada organismo tiene su propio registro. La AFIP posee un mecanismo de denunci a denominado “alta temprana” que consiste en una comunicación vía internet o, alternativamente, a trav s de un formulario manual, la cual no es cargada ni procesada dentro de ninguna base de datos. Por el lado de la ANSES, no posee un registro de trabajadores registrados, sino que posee la historia de las cotizaciones a los efectos de la determinación de los beneficios previsionales, al igual que las 60 Decreto 95/2001 de creación del SITySS. 54 AFJP. Las obras sociales poseen sus propios registros de empresas y trabajadores, los cuales son a veces inform ticos y otras veces manuales, y est n descentralizados en cada obra social sin ninguna interconexión con los otros gestores de la seguridad social. Las ART poseen registros propios, informatizados y centralizados en la Superintendencia de Riesgos del Trabajo, pero limitados a las empresas clientes. Entre el sistema de inspección y de fiscalización existe una gran cantidad de estructuras administrativas con facultades de control pero cada una utiliza un instrumento propio e independiente de formalización de la registración lo que diluye la fuerza del control porque el concepto de “trabajador registrado” se torna extremadamente difuso. A la hora de determinar si un trabajador est registrado o no, se observa una variada gama de “grises” donde el trabajador se encuentra registrado en algunos organismos pero no en otros. Esto obstaculiza el control laboral al burocratizar el proceso de determinación del incumplimiento y de aplicación de la sanción. Un grave efecto colateral de este problema es que adem s genera bases de información laboral extremadamente fragmentadas y de muy baja calidad que agrava las limitaciones del sistema de control laboral. 2.- ACCIONES DE CONTROL LABORAL La principal carencia del sistema de control es la falta de información históric a, sistematizada, actualizada y consistente. Esto se traduce en una seria limitación de datos a la hora de conocer qu acciones se llevan a cabo y evaluar su impacto. Alguna información parcial es posible obtener, en lo que respecta a las acciones de inspección laboral que se emprendieron a partir de 1996, a o en el que se inicia la actual estructuración bajo el criterio de facultades concurrentes entre la nación y las provincias. En ese a o se crea en el mbito del Ministerio de Trabajo de la nación la Dir ección Nacional de Relaciones del Trabajo (DNRT) con la finalidad de actuar como oficina de supervisión y coordinación con las provincias en lo atinente a la inspección laboral y de coordinación con la AFIP y los gestores de la seguridad social en lo atienten a la fiscalización de la seguridad social. Esta Dirección es el ente que pretende materializar, en cierta forma, la voluntad política del momento por ordenar la histórica y conflictiva desestructuración del sistema de control laboral de la Argentina. En el cumplimiento de este cometido, desde la DNRT se impulsaron dos conjuntos de acciones: el Programa Nacional de Regularización Laboral y Previsional (PNRLP) y el Plan Nacional de Fiscalización de la Seguridad Social (PNFSS), (MTSS, 1998). El Programa Nacional deRegularización Laboral yPrevisional (PNRLP) 55 El PNRLP fue un programa conjunto de inspección laboral entre el Ministerio de Trabajo nacional y los servicios de inspección provinciales en el marco del concepto de “federalismo cooperativo” como instancia superadora de las limitaciones que implicaron históricamente las diferentes competencias en materia de inspección del trabajo (MTSS, 1998). Es la primera experiencia desde la instauración del esquema concurrente de facultades entre la nación y la p rovincia (ocurrida en ese mismo a o 1996) y se extendió hasta 1999. La nica información de uso p blico con respecto a este Programa da cuenta sólo de los operativos llevados a cabo durante los a os 1996 y 1997 donde se visitaron 51.134 empresas correspondientes a 301.204 trabajadores (MTSS, 1998). Información no publicada obtenida del Ministerio de Trabajo da cuenta que durante el período 1996-1999 se habrían inspeccionado 135.000 empresas (cerca del 33% del total de empresas registradas como empleadoras) y 500.000 trabajadores (menos del 15% de los trabajadores en relación de dependencia del sector privado aportantes regulares) (ASAP/FNM, 1999). En el Cuadro 13 se presentan los resultados desagregados por cada uno los tres primeros operativos de inspecció n que se llevaron a cabo en forma conjunta entre la nación y las provincias, desde la instauración del esquema concurrente. Cuadro 13. Resultado de la gestión de los operativos de inspección durante 1996 - 1997 Trabajadores presentes en la primera visita Trabajadores con documentación verificada Trabajadores no registrados Porcentaje de no registrados 1º Etapa 159.296 153.510 33.569 22% 2º Etapa 105.525 70.617 20.087 28% 3º Etapa 36.383 29.185 4.922 17% Total 301.204 253.312 58.578 23% Fuente: MTSS (1998) En la primera columna se presenta el total de trabajadores que se encontraban presentes en el lugar de trabajo al momento de la primera visita de inspección, la segunda columna es el total de trabajadores de los cuales se pudo constatar documentación en una segunda visita 61, la tercera es el porcentaje de trabajadores no registrados que se detectó en la primera visita y cuya documentación luego fuera verificada, y la cuarta columna es el porcentaje de trabajadores no registrados detectados. La eficacia de estos operativos fue reducida si se considera que seg n la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) el porcentaje de no registración supera para el mismo período el 35% de los trabajadores asalariados, mientras que la detección alcanzó solo al 23% en promedio. Muchos son Cabe aclarar que el acto de inspección implica dos visitas. En la primera el inspector releva los trabajadores presentes en el lugar de trabajo, hace un primer relevamiento de no registración en base a declaración e intima al empleador a la 61 56 los factores que pueden haber generado problemas de gestión, pero un problema de base es el sesgo de selección que ocurre en la formulación de las muestras de empleadores a ser inspeccionados producto de que la falta de información sistematizada y confiable. Esta limitación es una derivación directa de la ausencia de un nico instrumento de formalización de la registración laboral que conduce a que cada organismo administre su propia base con sus propios mecanismos de captura, derivando en una dispersión de bases de datos que hace perder confiabilidad al sistema de información en su conjunto. Como corolario, la fuente m s confiable y actualizada es la base de empleadores de AFIP, que aglutina a las 380.000 empresas que est n formalizadas pero no contiene a las empresas informales que aglutinan la mayor proporción de empleo no registrado. El fenómeno m s interesante de observar es la desestructuración de los incentivos de los organismos con facultades de inspección y fiscalización para lo cual resulta til analizar en detalle el esquema bajo el cual se llevó a cabo estos operativos de control. El acto de verificación consistía en controlar la registración del trabajador en el “Libro 52”, ya que se trataba de un acto de inspección. Cuando se detectaba y verificaba mediante la documentación respaldatoria un incumplimiento registral (luego de la segunda visita), el servicio de inspección provincial intimaba a la empresa a registrar al trabajador en el “Libro 52”, aplicaba una sanción, e informaba al Ministerio de Trabajo para que ste controlara la incorporación de dicho trabajador en la base de la AFIP, a fin de terminar el proceso de control logrando la registración del trabajador no sólo en el “Libro 52” (asp ecto inspectivo) sino tambi n en la seguridad social (aspecto fiscalizador). Si la registración no se producía, el Ministerio de Trabajo informaba a la AFIP para qu sta intimar al empleador, ya que la AFIP es el nico organismo p blico con facultades de intimación y ejecución judicial 62. Esta arquitectura dise ada por el Ministerio de Trabajo nacional para articular la inspección laboral con la fiscalización de la seguridad social aparenta tener grado de razonabilidad y consistencia interna, sin embargo, en la realidad act an incentivos desalineados que terminan provocando el fracaso del esquema. El principal síntoma de este problema de incentivos es la tendencia decreciente observada desde el primer operativo donde las visitas alcanzan a pr cticamente 160.000, y un a o despu s cuando apenas alcanzan 36.000. A partir de 1999, el PNRLP se deja de realizar. El mismo Ministerio de Trabajo se ala “...las estadísticas sugieren que el nivel de cumplimiento de las metas fue disminuyendo en las sucesivas etapas. Uno de los factores que contribuyó a este resultado fue la dificultad para poder conservar en el tiempo el impulso original que caracterizó al PNRLP, para lo cual concurrieron responsabilidades tanto de la nación como de las provincias...” (MTSS, 1998). presentación de la documentación para una segunda visita. En la segunda visita, con la documentación, se verifica la no registración. 62 Las obras sociales y las ART tambi n tienen facultades de fiscalización p ero no son organismos p blicos. 57 Al buscar las causas el Ministerio sostiene “..el lanzamiento de la segunda etapa (del PNRLP) se vio empa ado por razones de orden presupuestario...”, “... la diversidad en la asignación de recursos por parte de las administraciones provinciales contribuyó a un cumplimiento dispar...” y “...algunas provincias deberían efectuar un esfuerzo encaminado a reforzar las reas específicas de inspección, realizando las inversiones necesarias...” (MTSS, 1998). La hipótesis central del Ministerio gira en torno a la falta de recursos de las provincias. Si bien es cierto que el diferente nivel de desarrollo económico entre las provincias explican en cierta manera diferentes niveles de disponibilidad, lo que la evidencia estadística parece mostrar son elementos a favor de la hipótesis de los incentivos desalineados, donde la falta de asignación de recursos no es un obst culo externo que explica el bajo impacto controlador sino el resultado de la falta de inter s de las provincias. El impacto negativo que tiene el esquema inconsistente de incentivos por parte de la AFIP es m s ilustrativo observarlo en la descripción del PNFSS. El Plan Nacional deFiscalización dela Seguridad Social (PNFSS) El PNFSS, por su parte, fue una experiencia que comienza a llevarse a cabo en 1997 con el fin de integrar los distintos organismos con facultades de fiscalización bajo un esquema de “fusión operativa” entre el Ministerio de Trabajo de la nación, la ANSES y la AFIP. El primer operativo que llevó a cabo en 1997 se llevó adelante por cuerpos de fiscalización conformados entre el Ministerio de Trabajo y la ANSES, y se fiscalizaron 7.524 empresas en todo el país de las cuales m s del 52% derivaron en alguna actuación de inter s fiscal. Estas situaciones fueron derivadas a la AFIP para la determinación de la deuda y la intimación al pago, aunque no hay información disponible sobre el resultado de estas derivaciones. En 1999 se sanciona una norma legal conjunta entre el Ministerio de Trabajo y la AFIP63 con el objeto de ordenar las funciones y evitar los problemas de descoordinación en la operación del PNFSS. En respuesta a la experiencia observada durante los operativos de inspección laboral (el PNRLP) llevados a cabo durante 1996-1998 donde los problemas de descoordinación entre el Ministerio de Trabajo y la AFIP se hicieron visibles, este nuevo dise o procuró buscar una solución estableciendo en forma clara y precisa las responsabilidades de cada organismo. En este sentido, la nueva norma estableció que los organismos dependientes del Ministerio de Trabajo (la DNRT y la ANSES) ejecutarían la fiscalización y la intimación ante la detección de incumplimientos, y en caso de persistir la evasión, ambos organismos enviarían la información a la AFIP para la determinación formal de la deuda y su posterior ejecución judicial. Adem s, se crea el Registro Centralizado de Fiscalización de los Recursos de la Seguridad Social en el rea de la AFIP el cual debe funcionar 63 Resolución Conjunta ST 20, SSS 6 y AFIP 1, de 1999. 58 como mecanismo de coordinación de las acciones de fiscalización de todos los organismos con facultades. El razonamiento que motivó la norma fue que los pobres resultados en t rminos de eficacia en la regularización del empleo no registrado observados durante 1996-1998 tienen origen en la falta de definición de responsabilidades y facultades, y no en una estructuración inadecuada de incentivos. Los resultados que se observaron en ese mismo a o no fueron mejores. Dentro del PNFSS se fiscalizaron 13.700 empresas correspondientes a 91.000 trabajadores, habi ndose detectado 26.000 trabajadores no registrados, es decir, el 29%. Al momento de la segunda visita por parte de los funcionarios del Ministerio de Trabajo sólo 2.330 habían sido registrados, o sea, un 9% del total detectado, lo que refleja el bajo impacto en t rminos de sensación de riesgo que el sistema de control laboral de la Argentina comienza a mostrar desde la instauración de las facultades concurrentes. En un documento interno elaborado por el Ministerio de Trabajo (MTSS, 1999) se afirma que el primer operativo del PNFSS realizado con posterioridad a este arreglo institucional entre el Ministerio de Trabajo y AFIP, no tuvo xito producto “...de que la etapa que le correspondía a la AFIP no tuvo el resultado esperado...” (MTSS, 1999). En ese mismo documento se menciona los tres efectos negativos que la sucesión de fracasos provoca: a) no se logra la regularización de los trabajadores, b) se pierde credibilidad entre los trabajadores por haber prestado su colaboración pero su situación permanece igual o empeora; y c) impunidad entre los empleado res ya que los que fueron detectados e intimados finalmente no fueron sancionados, lo que disminuye la percepción de riesgo entre los contribuyentes, (MTSS, 1999). Ante esta adversa situación, en el 2000, con el cambio de gobierno, se decide dar protagonismo al Consejo Federal del Trabajo, como entidad representativa de la provincias en la materia, a fin de intentar una vez m s superar el conflicto de facultades y lograr estructura un conjunto de acciones eficaces con perdurabilidad en el tiempo. Se crea entonces en el Ministerio de Trabajo nacional la Dirección Nacional de Inspección Federal del Trabajo (DNIFT) con el objetivo de actuar como ente operativo para llevar a la pr ctica las decisiones que se tomen en el seno del Consejo Federal del Trabajo. En este sentido, las funciones de la DNIFT son las de ejercer la supervisión, coordinación, colaboración y capacitación de los servicios provinciales, es decir, las mismas funciones que hasta ese momento tenía la DNRT. El primer problema que se detecta en este nuevo intento de recuperar la capacidad de control laboral es que no se disuelve la DNRT, por lo que se duplican las dos direcciones en el interior del mismo Ministerio de Trabajo. El cambio no se tradujo en resultados. Las metas que se definieron eran contradictorias lo que refleja problemas de formulación. Por un lado, se proponía un esfuerzo ambicioso de fiscalización, planeando visitar 78.000 empresas correspondientes a 1.168.000 trabajadores en un segmento de 59 tama o de entre 6 y 50 trabajadores. Pero por otro, se proyectaba obtener resultados por debajo de lo que se debería esperar de tan importante esfuerzo en el supuesto de que las acciones tengan un nivel aceptable de eficacia. Se planeaba detectar 180.000 trabajadores no registrados, es decir, un 15% del total de los relevados, lo cual es un porcentaje de no registración muy por debajo del que la EPH estima para ese segmento de empresa. Sobre este total de trabajadores detectados, se planeaba conseguir la regularización definitiva de al menos 53.000 trabajadores, o sea, tan sólo un 5% del total de trabajadores relevados (MTSS, 2000). Los resultados efectivamente obtenidos estuvieron por debajo a n de esta poco ambiciosa meta. Se visitaron 61.000 empresas, o sea, 78% de las planeadas, y se logró un al cance de tan sólo 265.000 trabajadores relevados, es decir, el 23% de lo planeado. Esto muestra un problema de supervisión dado que la nica explicación a esta desviación es que las inspecciones se focalizaron en firmas por debajo del tama o objetivo. Del total de trabajadores relevados se detectaron 126.000 trabajadores no registrados, es decir, un 48% de efectividad, sin embargo, este porcentaje es bajo si se considera que para el segmento de empresa fiscalizado el porcentaje de no registración supera el 60%. Del total de trabajadores no registrados detectados, se regularizaron 23.700, es decir, un 9% del total de relevados, (MTSS, 2000). Por el lado de las acciones de AFIP, las empresas detectadas que no regularizaron su situación fueron casi 9.000, pero las efectivamente informadas por Ministerio de Trabajo a AFIP para su ejecución fueron 2.700, de las cuales la AFIP sólo determinó deuda en 896 casos, (MTSS, 2000). En el 2001, en un nuevo intento por revivir el control laboral se crea el SITySS bajo la premisa de que entre el Ministerio de Trabajo y las provincias, por un lado, y el Ministerio de Trabajo y la AFIP, por el otro, nacen de la falta de reglas que impongan una correcta coordinación institucional y operativa. Se establece que el Ministerio, las provincias a trav s del Consejo Federal del Trabajo y la AFIP forman parte de un solo sistema, y se fijan una vez m s las obligaciones de cada organismo y un mecanismo de resolución de conflictos (que se describió en la sección anterior). No hay información disponible sobre eventuales operativos que se hayan desarrollado en este marco, ni sus resultados. 3.- UNA INTERPRETACIÓN SO BRE EL ORIGEN DEL PROBLEMA DEL SISTEMA DE CONTROL 64 LABORAL La caracterización del sistema de control laboral permitió observar l as dos vertientes legislativas que dan el marco legal a la inspección del trabajo y la fiscalización de la seguridad social, los diferentes organismos con facultades en la materia y el problema operativo de la dispersión de instrumentos de 64 Esta sección se basa en el estudio realizado por Ronconi (2001). 60 formalización de la registración laboral. La descripción de las acciones llevadas a cabo desde la implementación del actual esquema institucional de facultades concurrentes permitió ilustrar los dos principales síntomas de la baja eficacia del sistema de control laboral, que son, el bajo impacto de los operativos de detección y la inconstancia de las acciones. Existen opiniones encontradas sobre las raíces de la baja eficacia del control laboral. En general, se apunta a la descoordinación y la falta de recursos humanos y económicos. Una interpretación posible que se indaga en la presente sección es un enfoque institucional que parte de la premisa de que la descoordinación y la falta de recursos es el síntoma de un problema m s profundo que es la incorrecta estructuración de los incentivos que enfrentan los actores involucrados. Este problema tiene dos dimensiones. Una vinculada a la inspección del trabajo donde los problemas de incentivos se presentan en la distribución de funciones entre la nación y las provincias. Otra vinculada a la fiscalización de la seguridad social donde el problema se presenta en la distribución de funciones entre los organismos nacionales, en particular, el Ministerio de Trabajo en su car cter de ente rector, los organismos gestores de la seguridad social (AFIP, AFJP, obras sociales y ART) y la AFIP en su car cter de ente concentrador de facultades de control, fiscalización y ejecución de los recursos de la seguridad social. En el mbito de la inspección del trabajo el problema se produce porque la supervisión y coordinación de todo el sistema es responsabilidad del Ministerio de Trabajo nacional, que depende del Poder Ejecutivo Nacional, pero los servicios de inspección que son los que ejecutan las acciones de fiscalización dependen funcionalmente de los gobiernos provinciales, que tienen autonomía de la nación. Esto conduce a que el Ministerio de Trabajo no tenga capacidad real de conducción sobre los ejecutores de la inspección aun cuando se interprete que el gobierno nacional tiene facultades de intervención directa en la eventualidad de que el gobierno provincial descuide su responsabilidad. Este es un recurso extremo para casos de inusitada gravedad pero no un instrumento operativo que facilite la eficacia del Ministerio de Trabajo en la conducción superior de las tareas de inspección. A esta descoordinación entre los organismos p blicos nacionales y provinciales se suma como agravante la descoordinación de ambos con las acciones que llevan adelante los sindicatos en su calidad de “agentes controladores”. Aunque existen normas y definiciones formales sobre la obligación de los sindicatos a informar a los organismos p blicos correspondientes sobre los resultados de las fiscalizaciones, en general, no se cumplen. El esquema deviene ineficiente porque deposita en los gobiernos provinciales la responsabilidad por la ejecución de la labor inspectiva cuando en realidad stos se enfrentan a una situación en donde los beneficios por la reducción del empleo no registrado son relativamente menores en comparació n con los potenciales costos. El mayor beneficio económico por el aumento de la registración laboral 61 son los aumentos de la recaudación de la seguridad social que en Argentina son del mbito nacional65 y no son compartidos con las provincias. El costo de la regularización laboral es el riesgo de una eventual caída en el nivel de empleo provincial como consecuencia de que empresas y trabajadores, que eran competitivos cuando operaban “en negro”, dejen de serlo al verse obligados a cumplir con esas cargas impositivas66. En el mbito de la fiscalización el problema se presentan porque los incentivos no se encuentran alineados entre qui n es el beneficiado por la fiscalización y qui n tiene las facultades para fiscalizar. La AFIP es el organismo con facultades m s amplias de control por ser el ente de recaudación de todos los impuestos generales del mbito nacional. Este primer elemento hace que no tenga incentivos concretos para priorizar la recaudación de la seguridad social por tres motivos. El primero es que del total de recursos por los que es responsable, los impuestos generales representan aproximadamente 2/3 del total mientras que los recursos de la seguridad social representan sólo 1/3. El segundo es que su objetivo principal es ser el ente de recaudación de los ingresos con destino al fisco mientras que en lo que respecta a la seguridad social, la AFIP act a como un ente de concentración y distribución a los diversos operadores de la seguridad social, en su mayoría de origen privado. El tercero es que en el an lisis de costo-beneficio de las operaciones de fiscalización la ecuación es mucho m s ventajosa en el control de cumplimiento del Impuesto al Valor Agregado y el Impuesto a las Ganancias que en los impuestos a la seguridad social. Esto conduce a que el grueso del esfuerzo y los recursos se concentren en las empresas de mayor envergadura, en general formales, donde el trabajo no registrado es un problema menor. Esto tres elementos hacen que la AFIP direccione las fiscalizaciones priorizando criterios que no necesariamente benefician a la seguridad social67. En el medio de la inspección laboral y la fiscalización de la seguridad social se encuentra el Ministerio de Trabajo nacional que aspira a actuar como el articulador de todas las acciones para constituir un sistema de control laboral. Sin embargo, los ejecutores no dependen funcional ni jer rquicamente del l y no tienen un inter s directo en el aumento del empleo no registrado. Las provincias priorizan el nivel de empleo por sobre la registración labor al al no participar de los beneficios de mayor recaudación; la AFIP prioriza los impuestos generales sobre los ingresos de seguridad social por su mayor importancia relativa y por ser su responsabilidad central; las obras sociales, ART y AFJP tienen inter s en que se efect en las contribuciones destinadas a los servicios Si bien el resultado de la labor inspectiva tambi n arroja para los servicios de inspección provinciales recursos provenientes de multas y sanciones, stas son muy menores en comparación con el grueso del eventual aumento de recaudación que se destina eminentemente a la seguridad social. 66 La caída del nivel de empleo puede ser el resultando de una destrucción neta de empleo o alternativamente, de una emigración de las inversiones hacia provincias menos estrictas . 67 Las obras sociales y las ART tambi n tienen facultades de control y realizan algunas acciones, sin embargo, lo hacen en forma independiente del Ministerio de Trabajo y de la AFIP. 65 62 que ellas brindan, particularmente con los trabajadores de elevado salario ya que para los de menor ingreso la ecuación costo -beneficio les resulta poco atractiva. 3.1. Evidencia empírica En la presente sección se realiza un ejercicio econom trico para explorar la relevancia empírica de las hipótesis planteadas. La escasez de información estadística limita las posibilidades de an lisis, aunque permite testearlas en el mbito de la inspecció n del trabajo. Se ha se alado que la baja eficacia en el control de la no registración tienen su raíz en una inadecuada alineación de facultades y atribuciones. Las provincias tienen la facultad de controlar el cumplimiento, pero no tienen los incentivos necesarios para hacerlo eficazmente ya que los aportes y contribuciones a la seguridad social son no coparticipables, y por ende, tienen como destino nico al gobierno nacional. El gobierno nacional, en cambio, tiene mayores incentivos, pero sólo tiene la f acultad de inspección en la provincia de Jujuy y la Ciudad de Buenos Aires. De acuerdo a la hipótesis planteada debería observarse mayor eficacia en el control del empleo no registrado en estas dos jurisdicciones respecto a las restantes veintidós provinci as. El ejercicio planteado es un experimento interesante por la gran disparidad en las características geogr ficas, económicas, políticas y sociales que existen entre Jujuy y la Ciudad de Buenos Aires. La primera es una de los lugares m s alejados de la región geogr fica con un muy bajo nivel de desarrollo económico, mientras que la segunda es el centro neur lgico de la actividad económica del país con un nivel de desarrollo económico muy superior al resto de las provincias. Estas diferencias sirven de control natural en un ejercicio econom trico, ya que reducen de manera significativa los problemas de identificación y omisión de variables. Conviene comenzar el an lisis observando en primera instancia los recursos asignados por el Ministerio de Trabajo en las dos jurisdicciones bajo su responsabilidad y el resto de las provincias. La información que se utiliza a lo largo de toda esta sección es la recopilada por la Dirección Nacional de Relaciones del Trabajo en el marco del Programa Nacional de Regularizació n Laboral y Previsional durante el período 1996-1998. En el Cuadro 14 se observa que las diferencias no son importantes y que en promedio las provincias destinaron una mayor cantidad relativa de recursos humanos y de mayor calificación que lo que la nación destinó a Jujuy. En la Ciudad de Buenos Aires los recursos en t rminos de población económicamente activa y trabajadores no registrados son mayores que en el resto de las provincias, sin embargo, en Jujuy ambos indicadores se ubican en situación de desventaja con respecto a la media. Con respecto al nivel de educación de los inspectores, en la Ciudad de Buenos Aires la variable es muy similar a la media nacional mientras que en Jujuy est claramente por debajo. 63 Cuadro 14. Recursos asignados, eficiencia y eficacia de la Inspección de Trabajo. (Promedio anual para el período 1996-1998) Indicadores N Inspectores Personal total (inspectores + administrativos) Recursos Educación promedio de inspectores Ratio población econ. activa / personal total Ratio trabajadores no registrados / inspectores N Infracciones por inspector Eficiencia N ultas por Inspector Monto multas por inspector (miles $) Eficacia N Infracciones cada mil trabajadores no registrados N ultas cada mil trabajadores no registrados Ciudad de Buenos Aires 54.0 82.3 11.3 18.8 7.1 Jujuy 6.3 7.7 9.7 23.8 10.1 Media resto de las provincias 18.5 26.2 11.9 23.2 9.8 246 191 158 103 66 34 43 17 15 35.5 27.5 10.4 6.6 4.6 2.3 Fuente: Elaboración propia en base a Ministerio de Trabajo. Donde se observan importantes diferencias es en la productividad por inspector. La Ciudad de Buenos Aires muestra un desempe o muy superior al de las provincias y Jujuy, que corre con desventaja en t rminos de recursos, tambi n se colocó por encima de la p roductividad promedio de las provincias. Mientras que en la Ciudad de Buenos Aires y Jujuy se levantaron 246 y 103 infracciones por inspector respectivamente, la media para el resto de las provincias fue de 43. Estas diferencias en eficiencia resultaron en marcadas diferencias de eficacia. El n mero de infracciones realizadas por cada mil trabajadores no registrados que existen en cada jurisdicción, alcanzó un promedio anual de 35,5 en la Ciudad de Buenos, 10,4 en Jujuy y sólo 4,6 en las restantes provincias. Estos resultados muestran la diferencia de performance de la nación con respecto a las provincias, independientemente de los recursos destinados a la labor inspectiva, lo cual resulta consistente con la hipótesis planteada. Sin embargo, en orden a explo rar evidencia m s robusta en este sentido se realiza un testeo econom trico sobre las diferencias en la eficacia inspectiva corrigiendo por factores externos como pueden ser las diferencias socioeconómicas, demogr ficas y del mercado laboral entre las provincias. El marco teórico que se propone asume que la eficacia en el control del empleo no registrado es función de la factibilidad t cnica de la inspección y de los recursos destinados a la misma, donde la factibilidad depende de la geografía, clima y estructura demogr fica, social y productiva de la provincia, mientras que los recursos destinados a la inspección, como el presupuesto, cantidad de inspectores, salarios, etc., son función del incentivo institucional que tenga la autoridad p blica que detenta la facultad inspectiva. Formalmente se testea con el siguiente modelo: Eit = α + Xit β + Zit δ + eit 64 Donde “E” es la variable eficacia la cual se mide a trav s de tres variables alternativas. En primer lugar, el n mero de infracciones por provincia i en el a o t, en segundo lugar el numero de multas impuestas y por ltimo el monto de las multas. En todos los casos la variable dependiente se pondera por el n mero de trabajadores informales. El vector X est compuesto por variables que capturan las diferencias de factibilidad t nica en la labor inspectiva. En particular, es de esperar mayor eficacia cuanto mayor sea el nivel de desarrollo económico en la provincia y cuanto mayor sea el porcentaje de concentración de la población 68. El vector “Z” refleja el conjunto de incentivos que enfrenta la autoridad a cargo de la inspección. Por un lado, se incluye una dummyque adopta el valor de 1 para Jujuy y la Ciudad de Buenos Aires, y 0 para el resto de las provincias, de modo de capturar el mayor incentivo que tiene la nación en controlar eficazmente el empleo no registrado. La segunda variable refleja el potencial efecto de destrucción de empleos que podría generar la actividad inspectiva el cual resulta de considerar los costos y beneficios de la seguridad social69. Como tercer variable, se incluye la tasa de desempleo provincial bajo la premisa que, para una probabilidad dada de destrucción de empleo, la autoridad p blica es menos estricta cuanto mayor es el nivel de desocupación. Finalmente se incluye una variable que captura el porcentaje de población con participación sindical, asumiendo que en las provincias donde la participación sindical es mayor, los gobiernos enfrentan mayor presión para controlar el empleo no registrado. Los detalles sobre la operacionalizacón de estas variables se encuentran en el anexo del capítulo 3. Cabe aclarar que no se incluyen los recursos que cada jurisdicción asigna a la inspección porque la hipótesis de este trabajo es que los recursos son endógenos a los incentivos por lo cual no corresponde desde esta perspectiva incluirlos como variable explicativa de la eficacia. En la Tabla 5 se presentan los resultados del modelo para los tres indicadores alternativos de eficacia en la inspección del trabajo: el n mero de infracciones, multas y monto de las mismas, todos ponderados por la cantidad de trabajadores no registrados en la provincia. Se utiliza una especificación simple de mínimos cuadrados ordinarios. Los resultados concuerdan con el marco teórico propuesto. En las dos jurisdicciones donde est n alineados los incentivos institucionales resulta una mayor eficacia en el control del empleo no registrado. El coeficiente de la variable es positivo y significativo en los tres modelos. Para el caso de Se utiliza el porcentaje de población urbana para medir el grado de concentración demogr fica y el porcentaje de viviendas salubres como indicador de desarrollo de la provincia. La alta correlación entre el nivel de desarrollo y el porcentaje de población urbana genera problemas de multicolinealidad, por lo cual sólo se incluye una variable en las regresiones. 69 En las provincias donde las alícuotas a la seguridad social son m s elevadas es mayor el costo de registrar a los trabajadores, y por ende mayor la probabilidad que la inspección resulte en una p rdida de empleo. Pero dado que la registración tambi n permite el acceso a los beneficios de la seguridad social, se ajusta la variable por los beneficios de asignaciones familiares. Para mayores detalles ver la discusión planteada en el capítulo 2 y la operacionalización en el anexo estadístico del capítulo 3. 68 65 las infracciones, el coeficiente es de 11,2, indicando que la nación realiza 11 infracciones m s cada mil trabajadores no registrados que las provincias. Considerando que la media de infracciones cada mil trabajadores no registrados en el resto del país es de 4,6 la acción de la nación resulta ría en un incremento de aproximadamente 150%. Tabla 5. Coeficientes de los determinantes de la eficacia en la inspección laboral Variables Explicativas Incentivo Institucional Riesgo destrucción empleo Tasa de Desempleo Concentración Demogr fica Participación sindical Constante R-ajustado N observaciones Variable Dependiente Monto de Multas N mero de multas N mero de Infracciones 9.94*** 12.31*** 11.18* (2.40) (3.08) (6.51) -2.36*** -2.01*** -4.88*** (0.65) (0.75) (1.55) -0.53** -0.68** -1.48*** (0.22) (0.28) (0.55) 0.28*** 0.32*** 0.52*** (0.07) (0.08) (0.17) 0.17*** -0.06 0.24* (0.06) (0.07) (0.14) -24.29 15.43 -31.55 0.58 0.39 0.34 48 56 62 Las regresiones fueron estimadas por mínimos cuadrados ordinarios. Los errores est ndar estimados se encuentran entre par ntesis debajo de los coeficientes. Se corrigieron utilizando el procedimiento de White. * significativo al 90%; ** al 95%; *** al 99%. La fuente de información resulta de las inspecciones realizadas por la nación en Jujuy y Ciudad de Buenos Aires, y por las autoridades provinciales en las restantes jurisdicciones, en el marco del Programa Nacional de Regularización Laboral y Previsional efectuado durante el período 1996-1998. Las restantes variables explicativas tambi n tienen el efecto esperado. Resulta que en aquellas jurisdicciones donde los costos sociales del control del empleo no registrados son mayores (alta probabilidad de destrucción de empleo) hay menores esfuerzos de control laboral y las jurisdicciones con mayor tasa de desocupación presentan menor eficacia en el control 70. En el caso del impacto de la mayor participación en las asociaciones sindicales, se observa que a mayor participación mayor eficacia, aunque los resultados no son tan robustos. Estos resultados se interpretan como indicio que, si bien las autoridades provinciales no tiene en general mayores incentivos en controlar el empleo no registrado, hay otros factores que influyen como ser los riegos de destrucción de empleo, el nivel de desocupación y la potencial presión sindical. Finalmente, en las jurisdicciones con mayor concentración demogr fica se observa mayor eficacia, fenómeno que se interpreta como evidencia de la influencia que tienen factores exógenos a la autoridad inspectiva, sobre la factibilidad de cumplir eficazmente su labor. Vale aclarar que el coeficiente correspondiente a la variable tasa de desempleo podría estar sobrestimado, ya que existen razones para sospechar que en mercados de trabajo con alto desempleo habr mayor informalidad. Sin embargo, la posible sobrestimación sería relativamente peque a. Como la informalidad laboral aparece como denominador en la variable independiente y dichos ratios son peque os (por ejemplo 6 multas cada mil trabajadores informales), bajo par metros normales en la relación desempleo -informalidad, si se “corrigiera” el n mero de trabajadores informales, no cambiaría demasiado los indicadores de eficacia. 70 66 5.- CONCLUSIÓN No existe a pesar de la falta de información estadística confiable discusión sobre la ineficacia del el sistema de control laboral argentino. El problema del empleo no registrado y la ausencia casi plena de acciones de control laboral no resisten fundamento en contrario. Sin embargo, hay confusión sobre el origen del problema y la formulación de los diagnósticos. El eje sobre el cual debe abordarse el an lisis es la diferenciación conceptual entre lo que es la inspección del trabajo de lo que es la fiscalización de la seguridad social. El primer concepto es el control del cumplimiento de la legislación laboral (condiciones de trabajo) y el segundo es el control del cumplimiento de la registración y pago de co tizaciones a la seguridad social. Desde el punto de vista regulatorio, el punto de unión entre la inspección del trabajo y la fiscalización de la seguridad social es la facultad de control del empleo no registrado. Desde el punto de vista institucional, al articulación se produciría en el Ministerio de Trabajo nacional que tiene competencias en la inspección y la fiscalización. Sin embargo, la organización institucional de la inspección es un conflictivo entramado entre los gobiernos provinciales y el gobi erno federal, y el de la fiscalización es un igualmente conflictivo entramado entre la agencia de recaudación de los impuestos nacionales (AFIP), el Ministerio de Trabajo y los entes gestores de la seguridad social (ANSES, AFJP, obras sociales y ART). La descoordinación se ve agravada con el desquicio administrativo producido por la superposición de instrumentos de formalización de la registración laboral lo que burocratiza en exceso la tarea de determinación del cumplimiento obstaculizando gravemente la tarea de control. En el debate de fondo se erige un problema de incentivos. En la inspección laboral, las provincias tiene una responsabilidad fundamental al ser los ejecutores de control, sin embargo, no son los recipientarios naturales de los resultados de la mejor inspección (el aumento de la recaudación de la seguridad social) y son los perjudicados directos de la rigurosidad del control (el impacto de la distorsión sobre el mercado laboral local). En la fiscalización, la AFIP tiene un igual nivel de responsabilidad por el control, sin embargo, no es la recipientaria natural de los resultados de la mejor fiscalización (el aumento de la recaudación de la seguridad social que pertenece a los gestores de la seguridad social). El presente documento presenta alguna evidencia empírica sobre cómo este problema de incentivos se traduce en una menor performance en el ejercicio inspectivo de las provincias argentinas, en comparación con el Ministerio de Trabajo nacional, en base a datos provenientes de las operacione s de inspección llevadas a cabo entre 1996 y 1998 en el marco del Programa Nacional de Regularización Laboral y Previsional (PNRLP). 67 CAPITULO IV.- PROPUESTA PARA AUMEN TO DE LA COBERTURA PREVISION AL EN LA ARGEN TIN A La actual situación, caracterizada por be neficios elevados para los trabajadores registrados, con prebendas para algunos sectores particulares, conjuntamente con la desprotección del grueso de la población de menores recursos es deplorable y merecería ser reformulada. Asimismo, toda propuesta de reforma debe respetar requisitos de consistencia financiera y equidad intergeneracional, de manera que no vuelvan a repetirse esquemas que dejan una pesada carga fiscal sobre las generaciones futuras. En dicho sentido, se propone una reforma en cuatro frentes: i) un nuevo dise o de beneficios; ii) un nuevo dise o de financiamiento; iii) un mecanismo de financiamiento del costo de la transición; y iv) la reformulación del rol de las AFJP. Antes de presentar las propuestas conviene realizar un conjunto de aclaraciones. Como primer punto es necesario volver a enfatizar que el sistema previsional se encuentra “atado” al resto de beneficios laborales y de la seguridad social, y por ende es necesario considerar al conjunto de los mismos para no caer en recomendaciones parciales e ineficaces. La segunda aclaración se refiere al nivel de política que se propone reformar. Tal como se ha se alado a lo largo del estudio, el sistema previsional no es inmune al marco institucional general que regula los asuntos p blicos. En dicho sentido, si bien las propuestas que a continuación se presentan son en su mayoría de car cter t nico y específicas del mbito laboral y de la seguridad social, es necesario reconocer que la eficacia de las mismas depende en ltima instancia de factores institucionales. Finalmente, cabe aclarar que no se realizan mayores consideraciones sobre la viabilidad políticas de las reformas propuestas. Si bien no se desconoce la importancia que reviste el tema, dicho an lisis excede los objetivos del presente estudio. 1.- UN N UEVO DISEÑO DE BENEFICIOS El actual dise o de beneficios presenta dos fallas estructurales. La primera es la inconsistencia financiera de los beneficios del pilar solidario del SIJP. La segunda es la ineficiente estructuración del conjunto de beneficios creados alrededor de la relación laboral (seguridad social y regulaciones laborales) que implica un sobrecosto innecesario en las alícuotas de los impuestos al salario potenciando la evasión. 1.1.- La inconsistencia financiera del pilar solidario Este problema no presenta gravedad en la actualidad porque la cantidad de nuevos jubilados del nuevo sistema no es importante, alcanzando apenas un 13% del total de beneficiarios. El restante 87% son los beneficiarios heredados del viejo r gimen (OIT, 2002). Sin embargo, hay elementos 68 concretos que permite inferir que la estructura de beneficios del pilar solidario adolece de fallas de consistencia que comenzar n a tener consecuencias agravadas a medida que se produzca el recambio generacional en la población de jubilados y pensionados. El pilar solidario se compone de la PBU, la PC, la PAP y las pensiones por invalidez y muerte de las personas que optaron por permanecer en el esquema de reparto y por los hombres que nacieron con anterior a 1963 y mujeres con anterioridad a 1968 del sistema de capitalización. Es decir, se mantuvo el r gimen de reparto del sistema antiguo como un pilar com n para todos los cotizantes (PBU), se reconoce adem s los aportes realizados al sistema antiguo (PC), se otorga un incentivo a qui n opte por permanecer en el esquema antiguo (PAP), se da cobertura de invalidez y muerte para quienes opten por esta permanencia y se reconoce una parte proporcional del beneficio de invalidez y muerte para quienes optaron por cotizar al pilar de capitalización. Todo ello financiado con la contribución patronal e impuestos específicos71. A efectos de inferir conclusiones sobre la consistencia de este esquema, se puede partir comparando con el dise o de reforma llevada a cabo en los otros países de la región. T cnicamente, un sistema mixto que garantizar una prestación b sica no necesariamente requiere reconocimiento de aportes anteriores (al PC). Este es el caso de M xico, Costa Rica y Uruguay, que otorgan prestación b sica pero no PC, y de Bolivia, que otorga PC pero no prestación b sica. En el caso de Chile, el Estado garantiza una PC y una prestación b sica pero que es distinta de la PBU, ya que se trata de una prestación focalizada en personas que no lograr ahorrar para obtener una rent a por determinado umbral (OIT, 2002). Otro indicio que da cuenta de esta inconsistencia es comparar el beneficio mínimo en el nuevo sistema con la distribución de los beneficios heredada de la r gimen anterior el cual entró en crisis financiera en la d ada del ochenta y condujo a la reforma previsional. En el nuevo sistema, el beneficio que debería otorgar el pilar solidario a una persona que gana el salario mínimo durante toda su vida laboral sería de $326 si est en el pilar de capitalización y $398 si permaneció en el esquema de reparto. Comparando esa situación hipot tica con la heredada por el viejo sistema se destaca que m s del 70% de los beneficiarios que hoy reciben una jubilación o pensión se ubica por debajo de los $300 y el 80% se ubica por debajo de los $400. A los efectos de este an lisis se considera que los aportes del Tesoro concurren a financiar el d ficit “estructural” entendido como la diferencia entre los gastos por beneficios y los recursos genuinos (contribuciones e impuesto específicos). 71 69 Cuadro 15. Distribución de beneficios de los jubilados y pensionados del r gimen nacional (no incluye los beneficiarios transferidos desde las provincias) Monto del beneficio (pesos) Cantidad de beneficios r gimen nacional % acumulado Menos de $150 $150 - $200 559.554 473.903 18% 34% $200 - $300 1.121.235 71% $300 - $400 284.676 80% $400 - $500 162.824 86% $500 - $1.000 301.850 96% $1.000 - $2.000 114.079 100% M s de $2.000 14.778 100% Total 3.032.899 100 % A pesar del bajo nivel de beneficio el antiguo r gimen quebró bastante tiempo antes de que se decida cambiarlo72. En el gr fico 2 se muestra la evolución del gasto del sistema previsional nacional entre 1980-1993 a valores corrientes sobre base 1980=100. Se observa una depreciación en t rminos reales durante el período 1980-1982 para luego comenzar un sostenido proceso de aumento que se extiende hasta la derogación del antiguo r gimen y su reemplazo por el SIJP. En 1986/87, donde se observa el primer “pico” desde 1980, es un período declarado de emergencia previsional donde el gobierno adopta la decisión de congelar el pago de juicios previsionales y retroactivos por falta de financiamiento. En 1988 el gasto previsional disminuye producto de esta decisión pero recupera su ritmo ascendente para llegar el a o 1992 con una segunda crisis cuya profundidad reafirma las condiciones políticas para la reforma previsional. Al interior de cada barra se muestra la composición de las fuentes de financiamiento de dicho gasto. Resulta ilustrativo observar que el viejo sistema ya tenía una alta participación de rentas generales. En el periodo 1980-1982 la mayor composición de las rentas generales estuvo dada por una decisión de política de reemplazar impuestos al trabajo por impuestos generales, pero con el advenimiento del gobierno democr tico esta política se revirtió volviendo al esquema de financiamiento del sistema previsional basado en impuestos al trabajo. Por eso se observa que en el a o 1987, de plena crisis previsional, la participación de esta fuente de financiamiento es similar a la del a o 1980. El ltimo período del antiguo r gimen, 1988-1993, muestra que la crisis previsional obligó a reasignar ingresos fiscales de rentas generales al sistema, ya que a pesar de la fuerte imposición sobre la nómina salarial 73, el crecimiento del gasto se hizo incontenible. Con la creación del SIJP la participación de rentas generales tiene plena preeminencia debido, por una parte, al costo de Cabe mencionar que dos aspectos de alta inequidad causaron serio da o a las finanzas previsionales en el antiguo r gimen. Las situaciones de privilegio que otorgaban a unos pocos beneficios por encima de su historia contributiva y la litigiosidad judicial que se convirtió en una herramienta masiva de puja por el mejoramiento del beneficio. 73 Durante el periodo 1988-1993 la alícuota de impuesto estuvo en su punto m ximo de 26% del salario. 72 70 transición del viejo al nuevo sistema, y por otra, a la polí tica de disminución de contribuciones patronales en orden a disminuir el costo laboral. Gr fico 2: Evolución del gasto previsional y composición de sus fuentes de financiamiento (Valores constantes 1980=100) 180 160 140 120 100 80 60 40 20 Otros* 01 00 20 99 20 98 19 97 19 96 19 95 19 94 19 93 19 92 19 91 19 90 Impuesto al Salario 19 89 19 88 19 87 19 86 19 85 19 84 19 83 19 82 19 81 19 19 19 80 0 Rentas generales Fuente: Grushka (2002). Esta realidad no deja espacio para la duda cuando se analiza la viabilidad de la estructura de beneficios definida para el pilar solidario del SIJP, m s a n teniendo en cuenta que el viejo r gimen se financiaba adem s con aportes personales, lo cuales en el SIJP son canalizados hacia el pilar de capitalización. A medida que la estructura de jubilados y pensionados se renueve el gasto previsional no menguar en su ritmo de crecimiento. Seg n proyecciones de Grushka, et al (2002), se calcula que con la actual distribución de beneficios, una alícuota de contribución patronal del 8%, una tendencia a cero en las personas que opten por el r gimen de reparto (es decir, que el pilar solidario pagaría solo PBU y PC) y una aproximación de la acumulación por cohorte de los a os-persona aportados74, las necesidades de financiamiento de rentas generales para el pilar solidario del SIJP, que en el a o 2000 se situaban en alrededor el 3,1% del PBI, no tendría mayor variación en el 2005 y reci n en el 2010 se observaría un primer efecto positivo con una disminución al 2,3% del PBI. Reci n luego 2020 cabe esperar que la necesidad de financiamiento se ubique por debajo de un punto del PBI y su total eliminación en el a o 2035 75. Los a os-personas son la cantidad de aportes anuales acumulados desde el inicio de la vida activa por la generación que alcanza la edad de jubilación reflejando el promedio efectivo al que se jubilan y la dificultad en cumplimentar los 30 a os con aportes requeridos. 75 Este gasto que en el 2000 llega a 4,7 punto del PBI se compone de 4 puntos correspondientes a los beneficios del viejo r gimen y 0,7 puntos a nuevos beneficios otorgados en el marco del SIJP. En el 2010, la proporción son 2 y 2,1 74 71 Cuadro 16 Proyecciones de evolución del gasto y los ingresos en concep to de impuestos al trabajo del r gimen p blico de reparto del SIJP. Año Egresos Ingresos Diferencia (Egr. - Ing.) 2000 2005 2010 2015 2020 2025 2030 2035 2040 2045 2050 4,7 4,7 4,1 3,5 3,0 2,5 2,0 1,6 1,4 1,3 1,2 1,6 1,8 1,8 1,8 1,8 1,8 1,7 1,7 1,7 1,6 1,5 3,1 2,9 2,3 1,8 1,2 0,7 0,3 -0,1 -0,3 -0,3 -0,4 Fuente: Grushka et al (2002) El aspecto saliente de estas proyecciones es que bajo los supuestos definidos de a os-personas se concluye que los mayores requisitos de accesibilidad del SIJP llevar que en el 2005 la cobertura sea un 7% inferior, en el 2010 un 12% inferior (al 2000) y en el 2015 un 15% inferior (al 2000), recuperando lentamente el nivel hasta que reci n en el 2035 recupera el nivel de cobertura del 2000. Esta situación se agravar de mantenerse el problema del empleo no registrado se alado en el presente trabajo, ya que en los supuestos de las proyecciones se asume que el problema de la no registración se atenuar . M s all de los supuestos asumidos y de cualquier otra observación que estas proyecciones merezcan, son ilustrativas del actual problema del SIJP, donde se combina un nivel de beneficio alto que pone en duda la sostenibilidad financiera del pilar solidario, y a la vez requisitos de accesibilidad igualmente altos que conducir n a una marcada caída de la cobertura. En este sentido, el pilar solidario resulta inequitativo al ser car cter universal de alto nivel de beneficio pero limitado sólo a las personas que pueden cumplir con los altos requisitos de accesibilidad, los que en general son las personas de mayores ingresos, tal como demuestra la evidencia empírica en el presente trabajo. Propuesta I ♣ El nuevo diseño de beneficio previsional tiene un componente solidario y otro de capitalización. ♣ El componente de capitalización es la renta mensual que se deriva de la cuenta de capitalización individual76. N o hay opción por permanecer en el régimen de reparto77. puntos respectivamente. En el 2025, 0,5 y 2 puntos respectivamente. Finalmente, despu s del 2040 cabría esperar la desaparición de los beneficios otorgados en el viejo r gimen. 76 Esta cuenta de capitalización individual tendr el car cter de “nocional” ya que dentro de la propuesta global se prev que en el esquema de financiamiento del costo de la transición los aportes personales financien en buena parte el pago de las jubilaciones presentes (Ver Propuesta VI). 77 Es decir, se elimina la PAP. 72 ♣ El componente solidario engloba la actual PBU y la PC, y se focaliza en los beneficiarios que no superen un determinado umbral mínimo de renta mensual con lo ahorrado en la cuenta de capitalización individual. El beneficio consiste en una porción de la diferencia entre el umbral mínimo y la renta mensual78. ♣ Los requisitos de accesibilidad al componente solidario en términos de edad y años de aporte se relajan. Es posible obtener una porción del beneficio solidario más que proporcionalmente menor al beneficio que se corresponde con los actuales requisitos79. ♣ Hay un tope de flexibilidad en términos de años de aportes requeridos (i.e. 10 años) para acceder al beneficio solidario. Quiénes no lo cumplan podrán extraer la totalidad de lo ahorrado en la cuenta de capitalización individual y gestionar un beneficio no contributivo en el área de la asistencia social. ♣ El beneficio de invalidez y muerte se administra como un componente propio, separado del de vejez, dentro del marco de la seguridad social nacional. 1.2.- La ineficienteestructuración del conjunto debeneficioscreadosalrededor dela relación laboral (seguridad social y regulacioneslaborales). Tal como ya se describió, en Argentina existe una compleja estructura de beneficios que se genera alrededor del contrato de trabajo, cuya naturaleza nace de la rama del derecho que regula la seguridad social, por un lado, y el derecho del trabajo, por otro. Estas dos vertientes legislativas establecen distintos beneficios que nacen con la relación laboral en relación de dependencia con las consiguientes obligaciones de cotización tanto para los trabajadores como para los empleadores. Por el lado de la vertiente del Derecho de la Seguridad Social, el trabajador est protegido por los siguientes eventos: i) vejez, ii) invalidez y fallecimiento, iii) accidentes laborales y enfermedades profesionales, iv) enfermedades no laborales, v) asignaciones familiares, y vi) seguro de desempleo. Todos estos beneficios son financiados por aportes del trabajador y contribuciones del empleador, y son gestionados por los diferentes operadores de la seguridad social: Obras sociales, ART, ANSES y AFJP. Por el lado de la vertiente del Derecho del Trabajo, el trabajador est protegido por: i) desempleo, ii) enfermedades no laborales; iii) invalidez y fallecimiento; y iv) en algunos casos, subsidios por fallecimiento80. Estos beneficios son financiados eminentemente por pagos de indemnizaciones por parte del empleador, y en el caso de los beneficios establecidos por los convenios colectivos, se financian por aportes del trabajador y contribuciones del empleador destinados al sindicato o a alguna compa ía de seguro. 78 Se establece que el beneficio debe ser una porción de la diferencia para evitar el desi ncentivo a ahorrar por parte de los trabajadores que prevean terminar con una renta inferior al umbral. Subsidiando una porción de la diferencia se logra un tratamiento equitativo en el sentido de que el trabajador que ahorro m s tendr un subsidio mayor dentro del componente solidario. 79 Los actuales requisitos son 65 de edad y 35 de aportes para los hombres y 60 de edad y 35 de aportes para las mujeres. Qui nes no cumplan con este límite igualmente acceder n a un porción del beneficio solidario que les hubiera correspondido, sólo que su nivel ser m s que proporcionalmente menor a fin de desincentivar el retiro temprano. 73 Esta estructuración de beneficios tiene tres consecuencias muy adversas desde el punto de vista económico y social. La primera es que la cantidad y diversidad de beneficios creados por vertientes diferentes del derecho produjo superposiciones de beneficios que se traducen en innecesarios sobrecostos laborales. La segunda es que, a pesar de la superposición, existen perjudiciales vacíos de cobertura, como por ejemplo, la desprotección que sufren los trabajadores ante la invalidez parcial no laboral o las obligaciones que pesan sobren los empleadores por contingencias que no pueden prevenir (incapacidades no laborales). La tercera es el sobrecosto administrativo de todo el sistema producto de la diversidad y superposición. Esto ltimo no sólo se ref iere el costo administrativo de los entes gestores de los beneficios sino tambi n al costo de gestores profesionales y abogados litigantes a los que muchas veces los beneficiarios deben recurrir para poder acceder a los beneficios. El cuadro 17 ilustra este problema de ineficiencia en la estructura de beneficios creados alrededor del contrato de trabajo. Cuadro 17. Estructura de beneficios laborales y de la seguridad social Evento Derecho de la Seguridad Social Derecho del Trabajo Cargas de familia Ley de Asignaciones Familiares AN SES: subsidios por hijos, escolaridad, matrimonio y maternidad. Algunos convenios colectivos Empleador: Entrega de alimentos y/o tiles escolares. Desempleo Ley Nacional de Empleo AN SES: Subsidio por desempleo. Ley de Contrato de Trabajo Empleador: Indemnización por Despido. Enfermedad transitoria Ley de Riesgos del Trabajo ART: prestaciones m dicas y salarios caídos. Incapacidad parcial Ley de Riesgos del Trabajo ART: prestaciones m dicas, salarios caídos, pago nico y renta. Incapacidad total Ley de Riesgos del Trabajo ART: prestaciones m dicas, salarios caídos, pago nico y renta. Ley de Contrato de Trabajo Empleador: Indemnización por Despido. Ley de SIJP AFJP: renta. Ley de Riesgos del Trabajo ART: pago nico y renta. Ley de Contrato de Trabajo Empleador: Indemnización. Ley de SIJP AFJP: renta. Seguro de Vida Obligatorio Empleador: Indemnización. Convenios Colectivos de Trabajo Sindicato: Subsidio por Sepelio Laborales Muerte Ley de Obras Sociales. Obra social: prestaciones m dicas. Ley de Contrato de Trabajo Empleador: pago de los días caídos. Incapacidad total Ley de SIJP AFJP: renta. Ley de Contrato de Trabajo Empleador: Indemnización por Despido. Muerte Ley de SIJP AFJP: renta. Ley de Contrato de Trabajo Empleador: Indemnización por Despido. Enfermedad transitoria No laborales Incapacidad parcial Este beneficio se presenta sólo en algunas ramas de actividad ya que est determinado en los convenios colectivos de trabajo. 80 74 Evento Vejez Derecho de la Seguridad Social Ley de SIJP Derecho del Trabajo Seguro de Vida Obligatorio Empleador: Indemnización. Convenios Colectivos de Trabajo Sindicato: Subsidio por Sepelio AN SES: PBU, PC, PAP AFJP: JO Fuente: Elaboración propia. Desde el punto de vista de la formulación de política resulta conducente analizar esta desestructuración a partir de los eventos que se deben cubrir. Las cargas de familias se cubren en forma concurrente y superpuestas entre ANSES a trav s de los beneficios de asignaciones familiares y el empleador en algunos casos en donde el convenio colectivo de trabajo estipula la obligación de brindar beneficios alimentarios y/o escolares adicionales al salario. Cabe decir que estos casos no se dan en todos los convenios colectivos de trabajo, por lo que el problema de la superposición no es tan agravado como en el resto de los beneficios. El período de desempleo se cubre en forma superpuesta entre la ANSES a trav s del subsidio de desempleo y el empleador que seg n la regulación laboral est obligado a pagar una indemnización por despido81. De esta forma concurren dos institutos legales en forma superpuesta a cubrir una misma contingencia, con el consiguiente sobrecosto laboral, el cual en este ltimo caso no se limita sólo el costo monetario de la indemnización 82 sino al costo económico de la litigiosidad que se genera alrededor de la industria del juicio laboral por despido. La invalidez y la sobrevivencia es la estructura m s compleja, difiere seg n sea la naturaleza laboral o no laboral del siniestro, y es la que conjuga superposiciones con vacíos de cobertura. Si el siniestro es de naturaleza laboral, el beneficio est a cargo de la ART cualquiera sea el nivel83 de incapacidad y/o muerte del trabajador. En forma superpuesta, concurre desde la misma seguridad social la AFJP/ANSES, cuando la incapacidad es total o la muerte del trabajador. Desde la perspectiva de las regulaciones laborales, el empleador debe indemnizar al trabajador (o su grupo familiar, seg n corresponda) en caso de incapacidad total o muerte, el seguro de vida obligatorio debe pagar 81 Esta indemnización consta, en t rminos generales, de tres componentes. El pago en concepto de preaviso que consiste en 1 mes de salario para antigüedad menor a 5 a os o 2 meses para antigüedad superior. El pago de 1 mes de salario por a o de antigüedad. El pago d e los montos proporcionales correspondientes a las vacaciones no gozadas y el sueldo anual complementario. 82 Que se estima oscila en promedio entre el 6 y 8% de la nomina de las empresas. 83 En rigor, el beneficio se dispara a partir de un porcentaje de incapacidad del 20%. 75 tambi n un monto en caso de muerte84 y algunos convenios colectivos estipulan que el sindicato otorga un subsidio por sepelio. Si el siniestro es de naturaleza no laboral, la incapacidad parcial no est cubierta. En el evento de que el empleador despida al trabajador, ste recibe sólo la indemnización por despido pero ninguna protección de la seguridad socia l para el resto de su vida a n cuando sus capacidades se encuentran disminuidas para competir en igualdad de condiciones en el mercado laboral. La incapacidad total est cubierta en forma concurrente por la AFJP/ANSES y la indemnización por despido del emp leador, y la muerte, por estos mismo agentes m s el seguro de vida obligatorio y el eventual subsidio por sepelio del convenio colectivo de trabajo. Se observa entonces que en el caso de los beneficios para la invalidez y muerte la irracionalidad del esquema est potenciada. Concurren 5 tipos diferentes de institutos o entes gestores (ART, AFJP/ANSES, el empleador, el seguro de vida obligatorio y el convenio colectivo de trabajo), hay sobrecobertura en los casos de invalidez total y muerte laboral y no laboral pero total desprotección ante los casos de invalidez parcial no laboral, y el patrimonio del empleador est totalmente expuesto al riesgo por siniestros no laborales que ocasionen invalidez o muerte a sus trabajadores. Una paradoja que ilustra las gravosas consecuencias de esta desestructuración es que el costo del seguro por invalidez y muerte del pilar de capitalización es excesivamente alto, al punto que se ha convertido en uno de los determinantes claves del alto costo administrativo que las AFJP cobran a sus afiliados y que ha erosionado en forma importante la credibilidad del sistema. Por ltimo est el beneficio de vejez, el cual est estructurado de forma m s racional en la perspectiva de que no concurren las dos vertientes legales protectivas, aunque cabe recordar que adolece de las fallas de dise o descriptas en el ac pite anterior referentes a una hipot tica sobrecobertura dada por la PBU, la PC y la PAP/JO. La propuesta que se presenta a continuación procura ordenar todo el sistema de benefic ios de la seguridad social y las regulaciones laborales conduciendo hacia un esquema simple, autofinanciado, consistente y de previsilidad para el empleador y el trabajador. Son tres las principales implicancias que esta propuesta de reformulación integral tiene para el sistema previsional. En primer lugar, la separación de la administración de los beneficios de incapacidad y muerte del beneficio de vejez, para evitar que el costo del primero (el cual es creciente) no consuma el ahorro previsional. En segundo lugar, la alineación del inter s del empleador con la contribución patronal, en el sentido de transferir las contribuciones patronales que actualmente se dirigen al sistema previsional (donde el de vida obligatorio estipula que el empleador debe comprar en una compa ía de seguro un seguro de vida para sus trabajadores por un monto dado ($4.800). Si el empleador no cumple con este obligación, la empresa empleadora debe pagar dicho monto a los familiares del trabajador. 84 La regulación del seguro 76 empleador tiene escasos incentivos a cumplir) hacia el financiamiento del sistema de desempleo, incapacidad y muerte de sus trabajadores, reemplazando el actual gravoso e impredecible esquema de indemnizaciones. En tercer lugar, la reformulación del rol de las AFJP para aprovechar al m ximo el valor agregado de las inversiones realizadas en gestión de servicios al cliente, ya que junto al seguro de invalidez y muerte, estas inversiones son el principal factor de presión al alza del costo administrativo. Propuesta II ♣ Se engloban todos los beneficios de la seguridad social y las regulaciones laborales en un único cuerpo legal que estructurar los beneficios de: i) asignaciones familiares; ii) desempleo; iii) incapacidad temporal; iv) incapacidad permanente y muerte; y v) vejez. ♣ Asignaciones familiares: ser n igual a las actuales y administradas por AN SES. ♣ Cobertura por desempleo: se reemplaza la indemnización por despido por un sistema de cuentas individuales de capitalización (distintas a las cuentas del fondo de jubilaciones y pensiones), financiadas sólo con contribuciones patronales y administradas por las AFJP. Este sistema permite dar cobertura no sólo por despido incausado sino tambi n por renuncia voluntaria. Tiene un esquema solidario donde los trabajadores de mayor estabilidad subsidian a los trabajadores de mayor rotación y persistencia del desempleo. ♣ Incapacidad temporal85: se transfiere la carga que actualmente pesa sobre el empleador hacia la seguridad social, financiado con contribuciones patronales. La administración depende de la naturaleza del siniestro. Si el siniestro es laboral, el beneficio es otorgado por la ART. Si el siniestro es no laboral, el beneficio es otorgado por la AFJP. ♣ Incapacidad permanente y muerte: se conjugan todos los beneficios que hoy define la seguridad social y las regulaciones laborales en un único conjunto de beneficios, separado del beneficio de vejez. Es decir, se constituye una institucionalidad diferenciada del fondo de jubilaciones y pensiones, financiada con contribuciones patronales y cuya administración depende de la naturaleza del siniestro. Si el siniestro es laboral, el beneficio es otorgado por la ART. Si el siniestro es no laboral, el beneficio es otorgado por la AFJP. Esto permite separar el costo de estas prestaciones del ahorro previsional para operar un esquema m s transparente donde las contribuciones patronales que lo financien fluctúen con la variación del costo siniestral. ♣ Vejez: funciona según la Propuesta I. En t rminos m s ilustrativos, la nueva estructura de beneficios creados en torno a la relación laboral es como se presenta en el siguiente cuadro: Cuadro 18. Estructura de beneficios laborales propuesta Evento Financiamiento Administración Cargasdefamilia Contribuciones patronales ANSES Desempleo Contribuciones patronales AFJP Enfermedad transitoria el beneficio de los salarios caídos. Las prestaciones m dica contin an siendo administradas por las obras sociales. 85 Esta reforma involucra sólo 77 Evento Laborales Incapacidad parcial Financiamiento Administración Contribución patronal ART Contribución patronal AFJP Incapacidad total Muerte No laborales Enfermedad transitoria Incapacidad parcial Incapacidad total Muerte Vejez Capitalización Aporte personal Solidario Rentas generales AFJP Fuente: Elaboración propia. 2.- UN N UEVO DISEÑO DE FINANCIAMIEN TO Un segundo conjunto de políticas necesarias para reformular el sistema previsional con el objeto de recuperar niveles de cobertura sin perder consistencia actuarial, es el redise o del actual esquema de financiamiento, buscando neutralizar el efecto distorsivo que todo financiamiento compulsivo tiene sobre el nivel de empleo y el nivel de cumplimiento previsional. Tres objetivos son los que deben apuntarse en esta perspectiva. El primero es el reemplazo de los impuestos al salario en el financiamiento del pilar solidario por alternativas menos distorsivas en el nivel de empleo. El segundo es la necesidad de simplificar y modernizar el anacrónico sistema de registración laboral que desincentiva el cumplimiento y obstruye el control. El tercero es la reformulación del esquema institucional del sistema de control laboral. 2.1.- El financiamiento del pilar solidario Varios estudios muestran la importante incidencia que tuvo la disminución de las contribuciones patronales en el agravamiento del d ficit previsional del pilar de reparto, (Demarco, 2000, OIT, 2002). Sin embargo, hay sólidos fundamentos para sostener que los impuestos al trabajo no son la forma m s apropiada para financiar el pilar solidario del sistema previsional. En primer lugar, no resulta t nicamente consistente gravar la demanda laboral de las empresas, con el consiguiente efecto desaliento del empleo y el nivel de cumplimiento de la seguridad social, cuando lo que se busca es precisamente brindar un beneficio a la gente que conforma la oferta laboral. En segundo lugar, la crítica situación estructural del mercado laboral argentino, donde la tasa de desempleo supera el 20%, el subempleo supera el 25% de la población ocupada y la tasa de no registración 78 laboral el 50%, es difícil pensar que mantener o aumentar el nivel de impuestos al salario sea un medida socialmente til y/o económicamente eficaz. En tercer lugar, y consistentemente con e l esquema de beneficios propuestos donde se busca mejorar la apropiabilidad del cumplimiento previsional sin renunciar a principios b sicos de solidaridad y consistencia actuarial, el financiamiento del pilar solidario debería obviar la idea de ser contributivo ya que en su car cter de mecanismo redistributivo rompe la relación entre cumplimiento y beneficio por lo cual hace que los costos para garantizar que los contribuyentes cumplan con la cotizaciones sean extremadamente altos. En este orden de ideas puede resultar m s apropiado pensar que el financiamiento del pilar solidario debería provenir de rentas generales. Sin embargo, esto puede tener importantes connotaciones regresivas en la distribución del ingreso, ya que personas de bajos recursos y hasta i ncluso pobres e indigentes, estarían tributando de manera indirecta a la recaudación de rentas generales, la cual luego se canalizaría hacia el esquema de subsidios del pilar solidario previsional donde muchas de estas personas no participan. En este sentido, el financiamiento del pilar solidario a trav s de rentas generales exige que la totalidad de la población participe de dicho pilar, condición que en el caso del SIJP en su conformación actual, no se cumple ya que al pilar solidario sólo acceden las per sonas con una determinada conducta contributiva (30 a os de aportes), dejando afuera un importante porción de la población que no cumple con ese nivel requerido de a os de aportes y a la vez no es indigente como para ameritar una pensión no contributiva. Tambi n puede resultar apropiado financiar el pilar solidario a trav s de impuestos específicos gravando actividades rentísticas86 y/o consumos que se pretendan desincentivar87. La limitación de estas fuentes de financiamiento es que es altamente probable que por si mismas no alcancen a financiar el gasto del pilar solidario, dada la magnitud de recursos que ste ltimo en general requiere, a menos que se cuente con una industria extractiva que genere un flujo de renta muy importante. El pilar solidario del SIJP actualmente cuenta con financiamiento de este tipo. Propuesta III ♣ El nuevo dise o de beneficios previsionales es con aportes personales para el componente de capitalización y rentas generales para componente solidario 88. ♣ N o hay contribución patronal para financiar el sistema previsional. 2.2- Simplificar ymodernizar losactualesmecanismosderegistración laboral 86 Industrias extractivas de recursos no 87 Consumo renovables, actividades especulativas, etc. de tabaco, alcohol, elementos de polución ambiental, manifestaciones suntuarias, etc. 79 En el Capitulo II se hizo un resumen sobre el problema de la complejidad que presenta la superposición y la extemporaneidad de los actuales me canismos de registración laboral, se realizó un esfuerzo por medir empíricamente su impacto sobre el empleo no registrado, y en el Capitulo III, se describió cómo este problema significa un obst culo para la eficacia en el sistema de control laboral. En apretada síntesis, el problema nace de la dispersión de entidades gestoras de los beneficios de la seguridad social y de las regulaciones laborales que imponen sobre el empleador la obligación de informar altas de trabajadores, actuar como agente de retención del pago de aportes personales del trabajador y como agente declarante de las contribuciones patronales a su cargo. Todos act an en forma autónoma, a pesar de que existe la Contribución Unificada de la Seguridad Social, en muchos casos a trav s de medios manuales de información, y cuando son magn ticos, mal dise ados y de muy complejo seguimiento normativo. Esto conduce a una carga administrativa muy importante para el empleador y a la conformación de m ltiples bases de datos, dispersas en cada organismo , ninguna de las cuales resulta confiable ni apropiadamente actualizada, lo cual impide su utilización para un gestión eficaz del control laboral. Paradójicamente, a pesar de toda esta carga administrativa y multiplicación de información, no existe un mecanismo oficial por el cual el empleador formalice la relación laboral, por lo que resulta extremadamente complicado determinar en forma fehaciente cuando una relación laboral est legalmente constituida, y cuando no. La multiplicidad conduce a un variedad de situaciones intermedias donde el empleador cumplió con algunos de los tr mites pero no con otros, cre ndose así innumerables resquicios legales para la evasión. Propuesta IV ♣ Crear un ente privado con fin ! nico, financiado y administrado por los gestores de la seguridad social constituidos en sociedad, regulado por el Estado. ♣ El objeto de este ente es: i) operar un sistema ! nico y oficial de registración laboral 89; ii) ser el ! nico canal de provisión a los gestores de la seguridad social de la información sobre empleadores, trabajadores, relaciones laborales, grupos familiares, y afiliaciones; iii) procesar la liquidación y facturación de los aportes y las contribuciones a la seguridad social; iv) ejecutar la fiscalización; y v) llevar adelante la ejecución judicial de los contribuyentes morosos y evasores. 2.3- Reformulación del esquema institucional del sistema decontrol laboral El problema del sistema de control laboral tiene raíces comunes con la ineficiente estructuración de los beneficios creados alrededor del contrato de trabajo y de la complejidad administrativa de los Es crítico que el beneficio solidario sea focalizado en los beneficiarios de menores ingresos sino el esquema de financiamiento basado en rentas generales se torna altamente regresivo desde el punto de vista de la distribución del ingreso. 88 80 mecanismos de la registración laboral: diferentes vertientes legislativas que crean instituciones con un mismo fin pero en forma superpuesta y autónoma. Así como en el caso de la superposición de los beneficios sociales, en el control laboral existe un conjunto de instituciones en jurisdicción de las provincias dedicado al control del cumplimiento de las regulaciones laborales, y otro conjunto en jurisdicción de la nación dedicados al control de cumplimiento de las cotizaciones a la seguridad social. Desde 1996 hay esfuerzos, en particular del Ministerio de Trabajo nacional, por articular ambos conjuntos de instituciones, sin embargo, los resultados han sido muy pobres. La constante de cada intento fue la baja eficacia de detección, la baja capacidad de recuperación en los casos detectados, y la inconstancia de los operativos. La baja eficacia se mide en t rminos de que los operativos siempre arrojaron índice de detección por debajo de l o que la Encuesta Permanente de Hogares arroja como estimación del índice de empleo no registrado. Los motivos son varios, pero se identifican con particular importancia las limitaciones impuestas por la falta de bases de datos apropiadas consecuencia de la complejidad de la registración laboral, y en algunas ocasiones, serios errores de formulación. La baja capacidad de recuperación se origina tambi n en la ausencia de una herramienta que permita el seguimiento de la conducta del empleador contribuyente, o sea, la ausencia aludida de un sistema oficial de registración laboral. La inconstancia refleja cuestiones m s profundas que las meras fallas instrumentales o la ausencia de medios apropiados. Se trata de indagar en el esquema de incentivos que resulta de la estructuración de las competencias y distribución de beneficios que giran en torno a la inspección laboral y la fiscalización de la seguridad social. La inspección del trabajo es objeto de un histórico conflicto entre la nación y las provincias. Las competencias de inspección son de las provincias pero la distribución de los beneficios de la inspección se inclina a favor de la nación. El grueso de una eventual mayor recaudación producto de la detección de empleo no registrado corresponde a la seguridad social que es de mbito nacional mientras que el costo de la detección en t rminos de p rdida de competitividad y puestos de trabajo recae sobre el gobierno provincial. Los incentivos a un trabajo de inspección eficaz no est n colocados correctamente. La fiscalización de la seguridad social no adolece de este conflicto entre la nación y las provincias, pero presenta similar problem tica de competencias al interior de los diferentes organismos que conforman el gobierno nacional. Es decir, el organismo p blico que concentra las facultades es la oficina de recaudación de los impuestos generales (AFIP), mientras que los beneficios de la fiscalización pertenecen a los responsables y los gestores de la seguridad social (Ministerio de 89 Conceptualmente, es una base que captura altas/bajas/novedades de los empleadores sobre los trabajadores en relación de dependenci a. 81 Trabajo, ANSES, AFJP, ART y obras sociales), que no tiene facultades de fiscalización (Ministerio de Trabajo, ANSES, AFJP) o la ejercen en forma limitada, autónoma y segmentada (ART y obras sociales). Los incentivos tampoco est n colocados correctamente. Propuesta V ♣ Se separa en forma transparente las funciones y competencias de la inspección laboral y la fiscalización. N o se pretende hacer de ambos aspectos del control laboral " # ! # ico sistema. ♣ La inspección del trabajo es exclusiva responsabilidad de las provincias. El Ministerio de Trabajo supervisa y coordina a trav s del órgano federativo que las provincias conformen al efecto. ♣ La fiscalización de la seguridad social es exclusiva competencia del mbito nacional a trav s del ente propuesto en la Propuesta III. 3.- UN MECANISMO DE FINANCIAMIENTO DEL COSTO DE LA TRANSICIÓN Toda reforma previsional que pase de un sistema de reparto hacia esquemas de capitalización (individual o colectivo) enfrenta un obst culo crítico para la viabilidad del proyecto. El paso hacia esquemas de capitalización hace explícita la deuda que el conjunto de la sociedad tiene con la vieja generación por haber financiado cuando jóvenes los beneficios previsionales de la antigua generación. Esto implica que en virtud de que con la reforma la generación joven comien za a capitalizar sus propios aportes para financiar en su vejez sus propios beneficios, el pago de las jubilaciones presentes queda desfinanciado. Este costo de transición no puede ser soslayado bajo la presunción de su transitoriedad temporal. Debe ser asumido como una variable endógena dentro del dise o de un sistema multi -pilar. La reciente experiencia de Argentina demuestra que la improvisación en el mecanismo de financiamiento de este costo condiciona de manera determinante el destino de la reforma. En el dise o del SIJP se definió que el costo de la transición quedaría íntegramente internalizado dentro del pilar de solidario, el cual se financia con las contribuciones patronales de los empleadores, impuestos de asignación específica (IVA, Ganancia, Bi enes Personales, Impuestos Internos, Impuestos a los Combustibles), y aportes del Tesoro Nacional, por el d ficit remanente. Este d ficit fue, desde la puesta en marcha del SIJP, el componente m s importante del d ficit fiscal del Estado nacional al punto que, justo antes del default, comprometía una proporción que superaba el 50% del d ficit fiscal total. En la lógica original del modelo del SIJP, los recursos que se acumulan en las cuentas de capitalización individual deben ser invertidos y administrados por las AFJP en instrumentos financieros que maximicen la rentabilidad dado ciertos criterios de perfil de riesgo, bajo la premisa de que de esta forma se desvincula la suerte de los ahorros previsionales de las necesidades fiscales 82 de la coyuntura. En este orden de cosas, el Estado nacional intervino asumiendo en forma directa el financiamiento del costo de la transición a trav s de las transferencias de Tesorería que realiza a la ANSES para el pago de los beneficios de los jubilados del r gimen anterior. Sin embargo, desde un principio, buena parte de las inversiones de las AFJP se canalizaron hacia instrumentos emitidos por el Estado nacional. Dicha proporción fue en aumento a medida que las dificultades del Estado nacional por lograr financiamiento voluntario en el mercado internacional se complicaban, hasta llegar al a o 2001 –antes de que el Estado nacional declare la cesación de pagos– cuando m s del 75% de los activos administrados por las AFJP se encontraban colocados en instrumentos p blicos cuya naturaleza era la de pr stamos de las AFJP al Estado nacional a una tasa de inter s muy inferior a la de mercado (pr stamos garantizados). De esta forma, la aparente intención original de separar la suerte de los ahorros previsionales de los requerimientos fiscales se vio de hecho y progresivamente relativizada a medida que la accesibilidad al cr dito voluntario por parte del Estado se hacía cada vez m s complicada. En este estado de situación, es difícil desligar el peso relativo que tuvo el costo de la transición previsional sobre las necesidades de financiamiento del Estado nacional, y ambos elementos, de la suerte que tuvieron los ahorros previsionales del SIJP. Aunque la idea original haya tenido una intención diferente, la experiencia demuestra que la r eversión de la actual crisis previsional con vistas a recuperar al SIJP, en su car cter de sistema multi-pilar, exige pensar en esquemas m s transparentes de financiamiento del costo de la transición basados en los ahorros que administran las AFJP para minimizar el impacto sobre los requerimientos de financiamiento del Estado nacional. El esquema que caducó con la cesación de pagos del Estado nacional fue el de desvincular el costo remanente del viejo sistema de los ahorros que genera el nuevo sistema a trav s de la intervención del Estado haci ndose cargo del financiamiento del costo de la transición y pretendiendo que las AFJP diversifiquen el riesgo. La quiebra del Estado nacional impone una nueva realidad en donde habr que pensar que la forma menos distorsiva de garantizar la permanencia en el largo plazo del SIJP sea a trav s de mecanismos totales o parciales de canalización de los fondos previsionales al financiamiento del costo remanente del viejo sistema sin la intervención del Estado, es decir, procurando que la administración sea de las mismas AFJP. Propuesta VI ♣ Se crea un fondo fiduciario para el pago de las jubilaciones y pensiones de las beneficiarios del viejo r gimen. Las AFJP destinan un porcentaje importante de los aportes personales de los trabajadores. El d ficit remanente es financiado con impuestos 83 específicos90 y una escala progresiva de disminución del impuesto en consonancia con la disminución de las necesidades del fondo que se producir por el cambio demogr fico. ♣ AN SES paga los beneficios de los jubilados y pensionados del viejo r gimen con los recursos del fondo fiduciario. ♣ La AFJP administra la historia laboral de los actuales cotizantes, determina los beneficios jubilatorios y paga los dos componentes que conforman el beneficio: el solidario y el de capitalización. Los montos pagados en concepto del componente solidario se toman a cuenta del aporte que la AFJP debe realizar al fondo fiduciario. ♣ Dentro de la necesidad del fondo fiduciario se computa un rendimiento anual para las cotizaciones similar a ligeramente inferior al que actualmente tiene los pr stamos garantizados (7% anual). 4.- LA REFORMULACIÓN DEL ROL DE LAS AFJP Como la filosofía original del SIJP procuraba incentivar el ahorro previsional, las reglas de juego de la competencia giraron en torno a la idea de hacer de la rentabilidad neta del costo de administración el elemento por el cual compiten las AFJP. Sin embargo, el modelo de competencia no tuvo el xito esperado, ya que, si bien hubo una buena gestión financiera en t rminos de tasas de rentabilidad obtenidas91, el costo administrativo del sistema no ha estado en línea con la expectativas, a pesar de que tuvo una evolución descendente. La raíz del persistentemente alto costo administrativo no es la falta de eficiencia sino algunos elementos de dise o, en particular, la importante incidencia del costo de seguro de invalidez y muerte que se carga en forma directa sobre la comisión de la AFJP, el alto costo de comercialización en un entorno competitivo con regulaciones parciales y alg n efecto cartelización que lleva a que a pesar de las ganancias de eficiencia stas no se traduzcan en disminución de los costos 92 (Rofman, 2002, et. al.). Sin perjuicio de estos problemas regulatorios, la estabilidad mostrada por la comisión en un nivel alto sugiere que la rentabilidad neta de comisiones del fondo no ha sido un criterio relevante por parte de las personas a la hora de su elección. En consonancia con esta conducta, las AFJP hicieron prevalecer en su estrategia corporativa criterios comerciales de publicidad y mejoras continuas de atención al cliente. Sin embargo, esta estrategia m s sesgada a la calidad de atención al cliente no tuvo un impacto importante en la percepción del gente como consecuencia de las características del servicio y de la gestión compartida de los beneficios con ANSES. Las características del servicio de una AFJP tienen la particularidad especial y es que el punto de contacto con el cliente no es permanente ni repetitivo sino que se produce en pocas ocasiones durante la vida de las personas, es decir, ante las Una alternativa posible, no tan distorsiva sobre el aparato productivo, puede ser un impuesto a la renta producida por la explotación de recursos naturales no renovables, bajo criterios que minimicen el efecto negativo de esta imposición sobre las inversiones necesarias en dicha industria extractiva. 91 Se calcula que la tasa de rentabilidad promedio obtenida en los 7 a os del SIJP fue del 11% anual. 90 84 eventualidades de invalidez, vejez y muerte, y sólo a los efectos de la gestión del beneficio dado que el pago es autom tico. Por otro lado, como los beneficios de invalidez, vejez y muerte tienen componentes comunes entre ANSES, como gestor del pilar de reparto, y la AFJP, como gestora del pilar de capitalización, la calidad de atención al cliente en la gestión del beneficio no depende sólo de la AFJP sino que est sujeta a la calidad de gestión de ANSES la cual por problemas de calidad de información de las historias laborales y de su organización burocr tica, no es lo suficientemente gil y eficaz93. La actual crisis financiera del Estado, el redise o del beneficio previsional, la necesidad de redise ar el mecanismo de financiamiento del costo de la transición y el cuestionado alto nivel de sus comisiones, abre una oportunidad nica para reformular el rol de las AFJP a fin de explotar al m ximo sus potencialidades y valor agregado dando eficiencia al conjunto de beneficios que se erigen alrededor del contrato de trabajo. La propuesta que se presenta a continuación parte de la premisa que la rentabilidad no ha sido ni es (en las actuales circunstancias de crisis financiera) el criterio m s apropiado sobre el cual hacer competir a las AFJP y redirigir la estrategia corporativa hacia el aprovechamiento y la explotación del expertisealcanzado en la gestión de atención al cliente. Propuesta VII ♣ Las AFJP recaudan la contribución patronal a las cuentas de ahorro individual, administran la cuenta, determinan beneficios y pagan. ♣ Recaudan la contribución patronal destinada a la cobertura de incapacidad temporal, permanente y la muerte de los siniestro no laborales, administran, determinan el beneficio y pagan. ♣ Mantiene las mismas funciones que en la actualidad para el beneficio de vejez. ♣ Las ART mantienen las mismas funciones que en la actualidad para los siniestros de origen laboral. Las comisiones de las AFJP se redujeron en un 7% en los 7 a os de funcionamiento aunque los costos internos se redujeron en m s de un 40%. 93 La gestión del beneficio en la parte correspondiente al pilar de capitalización es posible de lograrse en el t rmino de semanas, mientras que en ANSES lleva entre 8 y 12 meses. Esa demora origina perjuicio a los beneficiarios que ponen en juego la imagen de la AFJP al punto qu$ stas han adelantado recursos de su patrimonio para acortar los plazos de demora (OIT, 2002). 92 85 BIBLIOGRAFÍA Arena de Mesa, A. y Hernandez Sanchez, H. (2001). “Cobertura del Sistema de Pensiones de Capitalización Individual Chileno: Diagnóstico y Propuestas”. Socialis Revista Latinoaméricana de Política Social. N mero 4, Pag. 93-124. Abril. ASAP – FIEL (1998). La Reforma Previsional en Argentina: El Impacto Macroeconómico y la Or ganización del Mercado de AFJP. Buenos Aires: Asociación de Administradoras Privadas. 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Cobertura adopta el valor de 1 para los asalariados que declaran percibir descuento jubilatorio y 0 en caso contrario. Edad est medida en n mero de a os. Sexo es 1 para mujeres y 0 para hombres. Nacionalidad es 1 para inmigrantes y 0 para argentinos nativos. Cantidad de miembros por hogar expresa el n mero de miembros que habitan el hogar independientemente de la relación familiar. Educación se mide como a os de educación formal. Antigüedad laboral esta medida en a os. Tama o de empresa es una variable categórica que ado pta los valores de 1 a 5 de acuerdo al n mero de trabajadores ocupados en el establecimiento (1, 2-5, 6-39, 40-100, m s de 100). El PBI p/c provincial est medido en miles de pesos por a o, por habitante y la fuente es Sant y Nani (1996) para las estimaciones de producto provincial e INDEC (1996) para las proyecciones de población. Las restantes variables han sido generadas en este estudio en base a las siguientes consideraciones: Beneficio por AsignacionesFamiliares: el r gimen de asignaciones familiares, reformado por la Ley 24714 de 1996 y reglamentado por los decretos 1245/1996, 795/1997 y resolución 112/1996, establece un sistema contributivo de beneficios para los trabajadores en relación de dependencia. Los beneficios incluyen asignaciones por matrimonio, prenatal, nacimiento, adopción, hijo, hijo discapacitado y ayuda escolar. Estos dos ltimos beneficios son los m s importantes en magnitud y son a su vez los que presentan variación dependiendo de ciertas características del la relación laboral. Por dicho motivo sólo se incluyen estos dos beneficios en el cómputo de la variable. Específicamente, la asignación por hijo, hijo discapacitado y ayuda escolar varían seg n la actividad del trabajador, su lugar de trabajo, nivel de ingresos y composición fami liar. La variable presenta cuatro dimensiones. Primero, los trabajadores ocupados como servicio dom stico no obtienen beneficios, mientras que los trabajadores del sector p blico tienen beneficios diferentes de los del sector privado. Segundo, las relaciones laborales que tienen lugar en determinadas localidades del interior del país perciben mayores asignaciones; por ejemplo, la asignación por ayuda escolar es de $520 en Tierra del Fuego y $130 en Buenos Aires. Tercero, sólo perciben beneficios aquellos tr abajadores con ingresos menores a $1.500; adicionalmente, los beneficios difieren seg n el nivel de ingresos siendo mayores para los que ganan menos de $500. Cuarto, los beneficios son por hijo y por ende, varían seg n la composición familiar del trabajador. Adicionalmente, sólo lo percibe uno de los cónyuges por lo cual no tienen mayor incentivo a formalizar la relación laboral aquellos trabajadores cuyo cónyuge ya percibe las prestaciones. Todas stas características fueron incluidas en la generación de l a variable Beneficios por Asignaciones Familiares que esta medida en miles de pesos por mes94. Nótese que la variable adopta el mismo valor para los trabajadores que tienen id nticas características independientemente de estado de registrado o no registrados. A modo de ilustración, un trabajador con 2 hijos en edad escolar, cuyo cónyuge no percibe el beneficio, que trabaja en la provincia de Santa Cruz, y tiene un ingreso de $ 500 94 89 Alícuotas a la seguridad social: mide las contribuciones patronales como porcentaje del salario. En Argentina presentan alta variación por localidad geogr fica. P or ejemplo, una empresa localizada en la Ciudad de Buenos Aires tributa x% del salario en concepto de contribución patronal, mientras que aquellas localizadas en la provincia de Tierra del Fuego, tributan x% por dicho concepto. Si bien las contribuciones patronales son sólo uno de los costos laborales que afectan la decisión de operar de manera informal, cabe esperar que exista una mayor tendencia hacia la informalidad en aquellos empleadores que tienen sus empresas localizadas en provincias con mayores costos laborales. Costos de Convenio Colectivo de trabajo: los convenios colectivos de trabajo incorporan diversas regulaciones que varían seg n el sector de actividad. Dichas regulaciones tienen incidencia sobre los incentivos del empleador de registrar a sus trabajadores ya que afectan al costo laboral. Lamentablemente no existen estudios que cuantifiquen la importancia de dichas regulaciones en forma global, para toda la economía. Sin embargo, el Ministerio de Trabajo (2002) brinda datos generales sobre las alícuotas sindicales establecidas en los diferentes convenios colectivos. Esto es, presenta las alícuotas que corresponden a las obligaciones de los empleadores y trabajadores en concepto de cuota sindical y/o de beneficios establecidos por los convenios, como es el caso de contribuciones para sustentabilidad del sindicato, cuotas para acceder a los lugares de recreación del sindicato, subsidios por sepelio, ayudas escolares, etc. De las limitaciones que hasta ahora surgen para medir la variable, surge la naturaleza de optativa o voluntaria de estas obligaciones, el mbito de aplicación y el grado de cumplimiento. Con respecto a la naturaleza de optativa u voluntaria, resulta relevante desde el punto de vista del costo laboral ya que en caso de ser optativa no debería ser interpretada como costo laboral, sin embargo, la información provista por el Ministerio de Trabajo no da cuenta de esta característica. El mbito de aplicación tiene que ver con que, si bien hay convenios colectivos aplicables para toda una rama de actividad, existen ramas de actividad con m s de un convenio producto de que algunas grandes empresas o empresas localizadas en ciertas zonas geogr ficas tiene convenios colectivos específicos. Esta información tampoco se desprende la base del Ministerio de Trabajo. Por ltimo, el grado de cumplimiento se refiere al hecho de que no hay certezas de que todo empleador que haya formalizado su relación laboral para con la seguridad social lo haya hecho tambi n con el sindicato, a pesar de que legalmente est obligado, ya que las fallas del sistema de inspección y la profusión de normas e interpretaciones de la legislación laboral conduce a que muchos empleadores, en especial los m s peque os, se arriesguen a no cumplir con estas obligaciones hasta tanto sean detectados. Costo Administrativo de la registración laboral: estos costos surgen de la multiplicación de tr mites administrativos que el empleador debe cumplir para registrar a sus trabajadores. El n mero de tr mites y el tiempo que los mismos demandan pueden variar por trabajador, por sector de actividad y la ubicación geogr fica del establecimiento, sin embargo, estas variaciones no son tan importantes como la existencia de economías de escala en el cumplimiento de dichos tr mites (Giordano y Torres, 2000). En el caso de las grandes empresas, las reas de administración de recursos humanos desarrollan habilidades específicas dentro de su operatoria de rutina en la ejecución y cumplimiento de estos tr mites administrativos, los cuales se diluyen dent ro del costo de administración de los recursos humanos. No es el caso de las empresas de menor envergadura donde necesariamente deben tercerizar esta gestión en profesionales en ciencias económicas y gestores informales de tr mites, lo cual les impone un costo explícito y adicional al costo laboral, lo que se traduce en un desincentivo a la registración. Para cuantificar este costo se utilizar la estimación realizada por Giordano y Torres (2000) qui nes aproximan dicho costo a trav s del precio de mercado que la ejecución de los tr mites tiene entre los profesionales de ciencias económicas. El índice computado por Giordano y Torres (2000) es un promedio que refleja exclusivamente la variación en los costos de registración seg n el tama o de empresa, ya que fue computado para las empresas localizadas en el Gran Buenos Aires. Para este trabajo, a dicha medición se la ajustar por un índice que refleja diferenciales de precio en honorarios profesionales de los contadores dependiendo de la provincia donde debe tramitarse la registración. Este ajuste es necesario ya que captura de manera m s precisa los costos de registración, y adem s permite una mejor identificación econom trica de la variable. La variable est medida como porcentaje del salario. CostosRegulatorios: Medido como la suma de las alícuotas a la seguridad social, al convenio colectivo de trabajo y los costos administrativos. mensuales percibe $ 243 por mes en concepto de asignación por hijo y ayuda escolar. Sólo percibir dicho beneficio en caso de estar registrado. Dado que nuestro objetivo es capturar el incentivo a la registración, la variable adopta el mismo valor independientemente si el trabajador se encuentra o no registrado. 90 2.- Din( mica de la Cobertura Previsional Principales Estadísticos de variables para los asalariados de 18 a 64 a os. Variable Cobertura Edad Sexo Estado Civil Nivel Educativo Antigüedad laboral Tama o de empresa Tasa de desempleo Contribuciones patronales Empleo P blico Ingreso promedio provincial N observaciones 67481 67481 67481 67481 67466 67481 67481 67481 67481 67481 67481 Media 0,71 35,95 0,40 0,29 22,41 4,16 3,88 9,93 25,90 0,17 604,31 Desvío Est ndar 0,45 11,14 0,49 0,46 10,20 1,65 2,25 4,05 7,76 0,38 171,45 Fuente: La base de información es la Encuesta Permanente de Hogares, onda octubre para los a os 1993, 1994, 1996 y 1998, en 17 aglomerados urbanos: Gran Buenos Aires, Córdoba, Rosario, Santa Fe, Salta, Sgo. Estero, Tucum n, Mendoza, Paran , Santa Rosa, Neuqu n, Catamarca, Comodoro Rivadavia, Jujuy, San Luis y Rio Gallegos. La variable Cobertura adopta el valor de 1 para los asalariados que declaran percibir descuento jubilatorio y 0 en caso contrario. Edad est medida en n mero de a os. Sexo es 1 para mujeres y 0 para hombres. Estado civil es 1 para solteros, 0 en caso contrario. Nivel educativo es una variable categórica que adopta valores de 0 a 42 acuerdo al nivel educativo alcanzado (ver INDEC). Antigüedad laboral adopta valores de 1 a 7 de acuerdo a la antigüedad en el actual empleo (hasta 3 meses, 3 a 6 meses, 6 a 12 meses, 1 a 5 a os, 6 a 10, 11 a 20, m s de 20 a os). Tama o de empresa es una variable categórica que adopta los valores de 1 a 8 de acuerdo al n mero de trabajadores ocupados en el establecimiento (1, 2-5, 6-15, 16-25, 26-50, 51100, 101 a 500, m s de 500). Tasa de desempleo mide el nivel general de desocupación en el aglomerado. Las contribuciones patronales miden la alícuota que debe aportar el empleador, seg n aglomerado y a o; fueron computados de acuerdo a la normativa pertinente. Empleo p blico adopta el valor de 1 si el asalariado trabaja en el sector p blico, 0 en caso contrario. Ingreso promedio provincial es el ingreso promedio mensual en pesos, por provincia, declarado por los ocupados en la Encuesta Permanente de Hogares. 91 ANEXO ESTAD) STICO DEL CAP) TULO 3 Principales estadísticos de las variables Variable N observaciones Monto de multas cada mil TNR 48 N de multas cada mil TNR 56 Infracciones cada mil TNR 62 Incentivos Institucionales 72 Riesgo destrucción de empleo 72 Tasa de desempleo 72 Nivel de Desarrollo 72 Concentración demogr fica 72 Participación sindical 72 Media 5,3 5,9 14,6 0,1 3,7 12,2 74,9 81,5 38,3 Desvío Std. 8,3 8,9 18,3 0,3 1,4 3,8 13,4 10,6 16,5 Mínimo 0 0 1 0 1 4 50 47 15 M ximo 33 43 89 1 6 21 98 100 91 Nota: TNR se refiere a trabajadores no registrados Fuentes: La información referida a la actividad de inspección del trabajo y la seguridad social surge de la Dirección Nacional de Relaciones del Trabajo del Ministerio de Trabajo (1996), (1997) y (1998) en base a información suministrada por las administraciones provinciales de trabajo y el propio ministerio. La concentración demogr fica, medida como porcentaje de población urbana y el nivel de desarrollo, medido como el porcentaje de viviendas con servicios sanitarios salubres surgen del Censo Nacional de Población y Vivienda 1991, INDEC. El n mero de trabajadores no registrados y la tasa de desempleo se computan en base a la Encuesta Permanente de Hogares, para los a os 1996, 1997 y 1998. INDEC. La participación sindical, medida como el porcentaje de la población que declara participar en organizaciones sindicales, se computó en base a la Encuesta de Desarrollo Social, 1997. El riego de destrucción de empleo (RDE) se computó en base a la normativa de la seguridad social pertinente. Esta variable adquie re valores de 1 a 6 de acuerdo a la siguiente escala: RDEi = 6 en aquellas jurisdicciones donde las contribuciones patronales superaban el 25% de la nómina salarial en enero de 1996 y que no tienen ning n beneficio particular en el r gimen de asignaciones familiares. Incluye a Buenos Aires y Ciudad de Buenos Aires. RDEi = 5 impuestos entre 20-25% y sin beneficios. Incluye a Córdoba, Entre Ríos, Mendoza, San Luis, Santa Fe. RDE i = 4 impuestos entre 15-20% y sin beneficios o impuestos entre 20-25% y beneficios moderados. Incluye a Corrientes, La Pampa, La Rioja, Misiones, Neuqu n, Rio Negro, San Juan y Tucum n. RDEi = 3 impuestos menores a 15% y sin beneficios o impuestos entre 15-20% y beneficios moderados. Incluye a Catamarca, Chaco, Jujuy, Salta, Santiago del Estero. RDEi = 2 impuestos menores a 15% y beneficios moderados. Incluye a Formosa. RDEi = 1 impuestos menores a 15% y beneficios elevados. Incluye a Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego. 92