PLATÓN (La República)

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PLATÓN (La República)
1.- CONTEXTO HISTÓRICO Y FILOSÓFICO
1.1.- Contexto histórico
1.2.- Contexto filosófico
1.3.- Contexto de La República en la obra de Platón
2.- EL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO Y LA CONCEPCIÓN DE LA
REALIDAD
2.1.- La ontología platónica: su doctrina sobre la realidad
a) Las causas del universo
b) La teoría de las Ideas
2.2.- La epistemología platónica: las formas de conocimiento
a) Relación entre ontología y epistemología
b) Ciencia y opinión: los grados del conocimiento
c) La teoría de la anamnesis (reminiscencia)
3.- LA NATURALEZA DEL ALMA Y SU RELACIÓN CON EL CUERPO
3.1.- El planteamiento del alma en el pensamiento griego y sus consecuencias
3.2.- La naturaleza del alma
3.3.- La naturaleza del cuerpo y la relación cuerpo-alma
4.- LA RELACIÓN ENTRE ÉTICA Y POLÍTICA
4.1.- La ética en Platón
a) Platón frente a los sofistas: bien y felicidad
b) La naturaleza de la virtud
c) Clasificación de las virtudes
4.2.- El orden político
a) La constitución de la ciudad
b) La justicia en la polis
c) La educación de las clases dirigentes de la polis
5.- LA REPÚBLICA (L. VII, 514a1, 517a1).
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1.- CONTEXTO HISTÓRICO Y FILOSÓFICO
1.1.- CONTEXTO HISTÓRICO
A finales del siglo VI a. C., los persas comienzan a conquistar las colonias
griegas de Jonia, lo que provoca la reacción de la unión de las polis griegas que,
lideradas por Esparta, se enfrentaron y vencieron a los persas en las llamadas
guerras médicas.
La Grecia antigua no formaba una nación, como hoy, sino que era un conjunto
de polis (ciudades-estado) independientes entre sí. Las dos polis hegemónicas en
este periodo eran Esparta y Atenas, con modelos políticos muy distintos entre sí.
Esparta era un pueblo guerrero con una larga tradición de gobiernos de naturaleza
militar y tiránica. Atenas, como contrapunto, era una polis culta y económicamente
fuerte debido al desarrollo del comercio. Fue, además, la creadora de la democracia,
si bien era esta una democracia restringida (muy pocos podían participar en el
gobierno) y directa (todos aquellos que sí podían participar en el gobierno, lo hacían
de manera directa, con voz y voto, no a través de representantes).
El siglo V a. C. fue una época de gran esplendor para Atenas. En la ciudad
confluyeron numerosos sabios y artistas y, debido al auge de la democracia, muchos
de sus habitantes estaban profundamente interesados en cuestiones humanísticas.
Sin embargo, en el año 431 a. C. se inician las guerras del Peloponeso, que
enfrentan a Atenas y Esparta, y que acabarán en año 404 a. C., después de 27 años,
con la victoria de Esparta, que impone en Atenas el gobierno de los Treinta Tiranos.
En el año 403 a. C. se restaura la democracia, pero con numerosas
deficiencias. Los atenienses se encuentran envueltos en inacabables luchas internas,
venganzas personales, excesos e injusticias de todo tipo. El más conocido de estos
episodios fue el de la condena y después muerte de Sócrates (399 a. C.), que causó
un enorme impacto en su discípulo Platón, y que introdujo en él una actitud de
desconfianza hacia la política de la época, especialmente hacia la democracia.
Platón (“el de ancha espalda” cuyo verdadero nombre era Aristocles) nace en
el 427 a. C., en plena guerra del Peloponeso y en el seno de una familia aristocrática.
Durante su juventud es seguidor de Sócrates, cuyas enseñanzas y ejemplo causaron
una enorme influencia en su filosofía. Viaja tres veces a Siracusa, donde mantiene
relación con los pitagóricos, y donde trató de poner en práctica sus ideas políticas. Las
experiencias fueron desastrosas en todas las ocasiones, llegando incluso a ser
vendido como esclavo en una de ellas, afortunadamente un amigo lo reconoció y pagó
su rescate.
En Atenas fundó su Academia, donde impartió sus enseñanzas durante
cuarenta años y donde escribió la mayor parte de sus obras. Muere en el año 347 a.
C., a los ochenta años de edad.
1.2.- CONTEXTO FILOSÓFICO
 Filosofía precedente:
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 Presocráticos:
 Pitagóricos:

Heráclito y Parménides:

Anaxágoras de Clazomene:
 Giro antropológico
 Sofistas:

Sócrates:
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1.3.- CONTEXTO DE LA REPÚBLICA EN LA OBRA DE PLATÓN
Platón escribe la mayor parte de sus obras en forma de diálogo, posiblemente
como tributo a su maestro Sócrates. De hecho, en buena parte de sus diálogos, Platón
expresa sus ideas a través de su personaje Sócrates, como hará en La República.
Podemos dividir su obra en tres periodos fundamentales:
1. Diálogos socráticos o de juventud: tratan de temas morales en los que se
aprecia claramente la influencia de Sócrates. El Critón, o la Apología de
Sócrates, por ejemplo, tienen como finalidad defender la figura del maestro.
2. Diálogos de madurez: Platón expone sus propios pensamientos ya maduros.
Trata la teoría de las Ideas, la teoría del alma o la política, entre otros temas.
En esta etapa incluimos La República y otras grandes obras como Fedón, El
banquete o Fedro.
3. Diálogos críticos y de vejez: Platón hace autocrítica de su teoría de la Ideas,
aunque no significa que abandone dicha teoría. Son más pesimistas, debido al
fracaso de sus intentos de crear su orden político en Sicilia. Son el
Parménides, Político, Sofista o Las leyes, entre otros.
El tema central de La República es la justicia. Consta de diez libros:



I-IV: Tratan de definir qué es la justicia.
V-VII: Estudia bajo qué condiciones se puede dar un Estado justo. Para ello
da cuenta de la teoría de las Ideas (símil de la Línea y alegoría de la
Caverna), y qué tipo de educación deben de recibir los políticos y el
gobernante ideal (el filósofo-rey).
VIII-X: se ocupa de la injusticia, la educación y la felicidad.
2.- EL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO Y LA CONCEPCIÓN DE LA
REALIDAD
2.1.- LA ONTOLOGÍA PLATÓNICA: SU DOCTRINA SOBRE LA REALIDAD
a) Las causas del universo
Platón recurre a tres causas explicativas de la naturaleza:
1. El demiurgo: el orden de la naturaleza proviene de una inteligencia
ordenadora de la misma (influencia de Anaxágoras de Clazomene).
2. La materia: el demiurgo actúa sobre una materia eterna, caótica, que
Platón llama de muchas maneras, utilizando para ello distintas metáforas.
Por ejemplo, la llama chora (espacio); pero no es el espacio newtoniano,
geométrico y vacío, sino un sustrato material informe, caótico, a partir del
cual el demiurgo fabrica (no crea) el Cosmos. Este sustrato no es inerte ni
estático, sino que está dotado de movimiento eterno, pero es un
movimiento desordenado, que tiende al caos. Así pues, la chora es el
sustrato material informe, dotado de movimientos caóticos a partir del cual
se ha construido el mundo.
3. Las Ideas: todo ser inteligente que construye o fabrica algo (y el demiurgo
es el fabricante del universo) lo hace de acuerdo con un plan o modelo. La
función del demiurgo es plasmar las esencias o Ideas en la materia lo
más perfectamente posible. Si el universo no es totalmente perfecto es
porque la materia introduce siempre un factor de desorden e
indeterminación (imperfección).
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b) La teoría de las ideas
La constitución del universo físico es narrada por Platón en el Timeo en forma
de mito. El propio carácter mítico de este relato hace difícil precisar el significado de
muchos aspectos de la narración, como la naturaleza del demiurgo (dios real o manera
alegórica de expresar la acción configuradora de las ideas sobre la materia). En todo
caso, lo que sí está claro es que las Ideas son las que imponen a la materia una
estructura inteligible, una consistencia y estabilidad de la que la materia carece por
sí misma. Diríamos que las Ideas platónicas son las esencias de las cosas, esto es,
lo que hace que cada cosa sea lo que es.
Así pues, el verdadero ser (esencia) está constituido por la realidad inteligible
(Ideas) ya que estas son la causa no física del mundo físico. La teoría de las Ideas de
Platón consiste, básicamente, en afirmar que existen entidades inmateriales,
absolutas, inmutables, eternas y universales independientemente del mundo
físico. Por ejemplo, la Justicia en sí, la Bondad en sí, el Hombre en sí, etc. De ellas
derivan su esencia todo lo justo, todo lo bueno, todos los hombres, etc., que hay en el
mundo físico. Por tanto, ellas son las causas absolutas y razones últimas y
supremas de todas las cosas sensibles.
El término “Idea” (también las llama modelos o paradigmas) en Platón no se
refiere a conceptos o construcciones mentales que solamente existen en la mente de
quien las piensa. Se trata de realidades, más aún, de las únicas realidades en sentido
pleno, ya que de ellas derivan todas las cosas del mundo físico. De esta manera, la
realidad queda dividida en dos mundos distintos y contrapuestos:
1. Mundo inteligible (cosmos noetós): es el mundo no espacial (inmaterial)
superior, eterno, inmutable de las Ideas subsistentes. Se trata del reino
de lo concreto, de lo definido, de la realidad fija y estable. Este mundo
alberga Ideas de: todos los seres físicos, todo el universo matemático
(números, formas geométricas, etc.) las ideas morales y políticas a la que
han de acomodarse la conducta individual y la organización de la convivencia
social.
Para Platón las Ideas no son un conglomerado inconexo de esencias,
sino que constituyen un sistema organizado y ordenado jerárquicamente
en el que las Ideas se ensamblan y coordinan en una gradación jerárquica en
cuya cúspide se encuentra la Idea de Bien. El Bien, como Idea primera,
como principio supremo, es la expresión del orden, del sentido y la
inteligibilidad de todo lo real.
2. Mundo sensible (cosmos oratós): es el mundo físico y material, sujeto a
cambio y mutación. Es el reino de lo indefinido y lo cambiante.
Platón, mediante la teoría de las Ideas, ha pretendido resolver el problema de
cómo unir el aspecto dinámico de la Physis (el devenir que postulaba Heráclito) con
su carácter de necesidad y permanencia (el Ser –esencia- del que nos hablaba
Parménides). Y su solución al problema del ser y el devenir consiste en afirmar que lo
sensible solo se explica apelando a la dimensión de lo suprasensible, y lo relativo
exige recurrir a lo absoluto, lo móvil a lo inmóvil, lo corruptible a lo eterno, etc. En
definitiva, podemos decir que Platón hace la primera síntesis de la historia de la
filosofía: la síntesis entre Heráclito y Parménides.
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¿Por qué propone Platón la existencia de las Ideas?, ¿En qué argumentos
se apoya su teoría ontológica de la existencia real e independiente de las Ideas?
Parece que Platón llegó a formular la teoría de las Ideas apoyándose en una
serie de argumentos como el del “Tercer Hombre”: cuando llamamos a dos cosas
distintas por el mismo nombre (por ejemplo “Sócrates es hombre” y “Alcibíades es
hombre”) evidentemente no es que se identifiquen con tal nombre en toda su
extensión, más bien sucede que poseen tal nombre únicamente por encontrarse en
idéntica relación respecto de una Idea o modelo; en este caso, la Idea de Hombre.
¿Qué relación hay entre las Ideas y las realidades individuales del mundo
físico?
En sus escritos, Platón ha recurrido a dos términos para caracterizar tal
relación: a) los seres sensibles particulares imitan a las Ideas, y b) los seres sensibles
participan de las ideas correspondientes. La imitación pone el acento en que las
Ideas son modelos o paradigmas que las cosas pretenden imitar, a las que quieren
igualarse (ser como ellas) sin conseguirlo del todo nunca. Así, las Ideas vienen a ser
los ideales que no llegan a cumplirse perfectamente en el ámbito de lo sensible.
2.2.- LA EPISTEMOLOGÍA PLATÓNICA: LAS FORMAS DE CONOCIMIENTO
a) Relación entre ontología y epistemología
Como hemos visto, la ontología platónica (su concepción de la realidad) es
radicalmente dualista: por un lado está el mundo de las Ideas, que es la realidad
auténtica, y por otro está el mundo sensible, de seres físicos, cambiantes y
corruptibles. Pues bien, a esos dos niveles de realidad corresponderán dos niveles en
el conocimiento, como vamos a ver.
Para los griegos, en general, los grados de realidad determinan los grados de
inteligibilidad, del conocimiento. Es decir, establecen que el conocimiento es
proporcional al ser, de modo que solo lo que lo que es máximamente Ser, resulta
perfectamente cognoscible; a menor grado de ser, menor grado de conocimiento
científico, sólido y verdadero de las cosas. El no ser es absolutamente incognoscible.
b) Ciencia y opinión: los grados del conocimiento
Más arriba hemos afirmado que el conocimiento es proporcional al ser. Pues
bien, para Platón, entre el ser en grado sumo (las Ideas) y el no-ser, se encuentra una
realidad intermedia: el mundo sensible, una mezcla de ser y no-ser, y por eso está
sujeto al cambio y al devenir.
Si al ser (Ideas) corresponde un conocimiento verdadero (ciencia,
episteme) y al no ser la ignorancia, a la realidad intermedia (lo sensible)
corresponderá un conocimiento intermedio: la opinión o doxa, un conocimiento
inestable y caduco (como la realidad a la que corresponde). Tenemos el conocimiento
de la ciencia (episteme) y el conocimiento de la opinión (doxa). Según Platón, los
sofistas se movían en este segundo grado de saber.
En la República especifica Platón que la ciencia (episteme) y la opinión (doxa)
son dos grados de conocimiento que corresponden a los dos niveles de realidad, el
mundo inteligible y el mundo sensible, respectivamente. Se trata de dos célebres
pasajes: en el libro VI el símil de la línea, y en el libro VII, la alegoría de la caverna.
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Veamos a continuación los grados del conocimiento (epistemología) y su
relación con los grados del Ser o realidad (ontología):
 Ciencia o episteme: se trata del conocimiento racional con el que accedemos
al mundo inteligible. A su vez se subdivide en otros dos grados:
 Noesis (intelección pura): en él consiste la dialéctica, con la que
alcanzamos el conocimiento de las Ideas, y la idea suprema, cumbre y
causa del mundo inteligible, la Idea de Bien.
 Dianoia (pensamiento discursivo): es el razonamiento matemático,
con el que captamos los entes matemáticos (números, formas
geométricas, símbolos matemáticos, etc.)
 Opinión o doxa: conocimiento sensible (captado por los sentidos). Con él
accedemos al mundo sensible, físico y natural. Se subdivide en dos niveles:
 Pistis (creencia): con el que captamos el mundo de las cosas físicas,
materiales, sometidas a cambios y mutaciones.
 Eikasía (Conjetura): último grado de conocimiento y, por tanto,
engañoso, el conocimiento de las sombras e imágenes del mundo
sensible.
Grados del conocimiento
OPINIÓN O DOXA
(CONOCIMIENTO SENSIBLE)
EIKASIA
(CONJETURA)
PISTIS
(CREENCIA)
Sombras e
imágenes de las
cosas sensibles
Cosas y objetos
sensibles
EPISTEMOLOGÍA
CIENCIA O EPISTEME
(CONOCIMIENTO INTELIGIBLE)
DIANOIA
(PENSAMIENTO
DISCURSIVO)
NOESIS
(INTELECCIÓN PURA)
DIALÉCTICA
Entes matemáticos
IDEAS (Bien)
MUNDO SENSIBLE
Grados de la realidad
MUNDO INTELIGIBLE
ONTOLOGÍA
De esta manera, al grado supremo del ser (Ideas) le corresponde el grado
supremo de conocimiento (Dialéctica) y todas las demás ciencias y saberes quedan
subordinadas a ser meros preparatorios para ascender a esta cumbre, que es la
propia de los filósofos. La educación (paideia) consiste en ir ascendiendo por los
grados del conocimiento hasta llegar a la dialéctica, el grado más alto.
Los hombres comunes se detienen en los primeros grados del conocer, en el
conocimiento sensible u opinión (doxa). Los matemáticos se elevan hasta la
dianoia o pensamiento discursivo, pero solo los filósofos acceden a la noesis
(intelección pura), hasta el conocimiento de las Ideas y su ciencia suprema, la
Dialéctica.
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Aunque los objetos matemáticos pertenecen al mundo inteligible, la razón
humana aún se sirve de imágenes de objetos del mundo sensible, a modo de
hipótesis, para llegar a comprenderlos (por ejemplo, las figuras que se dibujan en las
demostraciones geométricas).
Sin embargo la noesis consiste en la intelección pura de Ideas, dejando de
lado las sensaciones y todos los elementos ligados a lo sensible. Se captan, con
procedimientos intuitivos, las Ideas puras y sus vínculos, elevándose de Idea en
Idea, hasta llegar a captar la Idea suprema, la Idea de Bien. Este procedimiento
mediante el cual el intelecto avanza de Idea en Idea es la Dialéctica. Por ello, el
filósofo es un dialéctico, es decir, es el que es capaz de conocer el verdadero Ser, la
Verdad suprema: la captación intelectual del mundo de las Ideas, su estructura,
jerarquía y relación entre las Ideas. La Dialéctica es la liberación de las
servidumbres y cadenas de lo sensible.
c) La teoría de la anamnesis (reminiscencia)
Como veremos en el siguiente apartado, el alma es inmortal, y preexiste al
cuerpo, vagando por el mundo de las Ideas. Es la parte del ser humano que lleva a
cabo el conocimiento de las Ideas, puesto que es de la misma naturaleza que éstas. Si
no fuera por ella el ser humano no podría conocer las Ideas, puesto que el
conocimiento de estos seres perfectos, no puede ser alcanzado mediante el
conocimiento de las cosas físicas. Por lo tanto, según Platón, todo conocer es
recordar. Los seres sensibles suscitan el conocimiento de las Ideas, pero no lo
producen. El alma es despertada por las impresiones de los sentidos, y así puede
volver a reconstruir sus anteriores conocimientos mediante el raciocinio, superando las
imágenes y desprendiéndose de la cárcel del cuerpo a través del auténtico
conocimiento.
3.- LA NATURALEZA DEL ALMA Y SU RELACIÓN CON EL CUERPO
3.1.- EL PLANTEAMIENTO DEL ALMA EN EL PENSAMIENTO GRIEGO Y SUS
CONSECUENCIAS
En el pensamiento griego, el problema del alma se plantea de manera muy
distinta a como se plantea en la actualidad. Ningún filósofo griego negó la existencia
del alma; para ellos el problema fundamental no era el de la existencia del alma,
sino su naturaleza (material o inmaterial, mortal o inmortal, etc.).
La noción del alma en el pensamiento griego está vinculada a dos hechos
distintos, aunque relacionados entre sí:
1. La vida: el alma sería el principio de vida, aquello por lo cual estamos vivos, lo
que nos “anima” y nos da la vida. El alma abandona el cuerpo cuando se
produce la muerte.
2. El conocimiento intelectual: el ser humano se ha distinguido siempre de
otros animales por su capacidad de reflexión, por poseer entendimiento y
razón. El alma es el principio del conocimiento racional.
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Estas dos concepciones del alma pueden ser denominadas, respectivamente,
como concepción “aristotélica” (vida) y concepción “platónica” (razón). No
obstante, en la filosofía griega nunca se dio una separación radical y total entre ambos
modos de considerar el alma. Platón no dejó de lado su función vital, y Aristóteles
tampoco dejó de relacionar con ella al conocimiento intelectual.
3.2.- LA NATURALEZA DEL ALMA
Platón tiene una concepción dualista del ser humano, es decir, el ser
humano es un compuesto de dos realidades completas, heterogéneas y contrapuestas
por su distinta naturaleza: el cuerpo y el alma. Comenzaremos por exponer a
naturaleza del alma, según Platón.
El alma es de naturaleza espiritual, divina e inmaterial, por lo que pertenece
al mundo de las Ideas, al que se siente impulsada por su propia naturaleza. Según
Platón, en la contemplación y conocimiento del mundo de las Ideas, se cumple
adecuadamente el destino de nuestras almas. Al entender a ésta como el principio de
conocimiento intelectual, y no como principio vital, Platón sostuvo siempre la
convicción de que el alma es inmortal y de que existía una “vida” después de la
muerte.
En el diálogo Fedón, Platón defiende la inmortalidad del alma con los
siguientes argumentos:
1. La teoría de la anamnesis (reminiscencia): según Platón el conocimiento
verdadero, el de las Ideas, no puede venir de las cosas sensibles mismas. Es
decir, no se puede conocer lo permanente, las esencias, a partir de las cosas
sensibles, que son cambiantes e imperfectas. Tiene que haber un
conocimiento de las Ideas previo al de las cosas. Por eso, para Platón, todo
conocer es recordar. Las cosas sensibles nos traen el recuerdo, la
reminiscencia, de las Ideas perfectas, que al alma había conocido antes de
caer encerrada en un cuerpo. El alma preexiste al cuerpo, vaga por el mundo
las Ideas antes del nacimiento del cuerpo, y retorna al mundo de las Ideas
después de la muerte.
2. Naturaleza afín entre el alma y las Ideas: si el alma humana es capaz de
conocer las esencias inmutables y eternas que son las Ideas, tiene que tener
una naturaleza afín a estas Ideas. Como estas son eternas, también el alma
debe serlo.
3. Argumento ético: si el cuerpo y el alma se destruyeran con la muerte,
aquellos que no han dominado las pasiones y deseos inmoderados de sus
cuerpos, y han cometido maldades, quedarían “perdonados” de su vida impía
al morir. De esta manera, el bien y el mal quedarían sin castigo, lo que es
claramente injusto. Por tanto, es necesario que el alma sea inmortal, ya que
algunos no reciben ni premio ni castigo en esta vida.
3.3.- LA NATURALEZA DEL CUERPO Y LA RELACIÓN CUERPO-ALMA
El cuerpo es de naturaleza material, pertenece, por lo tanto, al mundo
sensible, es cambiable, mortal y corruptible. El cuerpo es la raíz de todo mal,
origen de amores alocados, pasiones, enemistades, discordias e ignorancia. Por tanto,
lo considera la cárcel del alma mientras dura la vida. El alma es superior al cuerpo, es
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quien lo anima y lo mueve, ya que este de por sí es inanimado (sin vida). Cuando el
alma se libera del cuerpo, este muere y ya no es nada. La vida humana comienza
cuando un alma cae al cuerpo, transmitiéndole, así, la vida.
En el diálogo de madurez Fedro, Platón explica en forma de mito la causa del
descenso de las almas hasta los cuerpos. Originariamente, las almas están próximas a
los dioses y, en compañía de estos, vivían una vida divina. Platón describe la
cabalgata celeste de las almas como una serie de carros tirados por caballos
alados, que avanza velozmente con movimiento circular por las once esferas de los
cielos, precedidos de los dioses. Su meta consiste en llegar periódicamente junto a los
dioses a la cumbre del cielo: lo suprasensible, el mundo de las Ideas o, como Platón
lo llama, “la llanura de la Verdad”.
En el mito aparece el alma como un carro alado, tirado por dos caballos y
conducido por un auriga (conductor). Los dos caballos de las almas humanas
pertenecen a dos razas distintas: uno es bueno y dócil (de color blanco), y el otro
malo y desobediente (de color negro), por lo que al auriga se le hace difícil
conducirlos. Para nuestra alma, es una empresa difícil llegar a conocer las Ideas, que
están más allá del cielo, y apacentarse en la “llanura de la Verdad”, sobre todo a causa
del caballo negro, que tira hacia abajo. Solo algunas llegan a contemplar las Ideas y
continúan viviendo junto a los dioses, mientras que otras se quedan sin lograr
ascender por la cuesta que conduce a la cumbre del cielo, chocando entre sí,
pisoteándose e iniciando una riña en la que se rompen las alas y caen a la tierra,
quedando encadenadas a un cuerpo, comenzando así una vida humana.
Queda claro, así, que la unión entre cuerpo y alma es un estado accidental
y transitorio. Es, además, un estado antinatural, porque el lugar propio (y natural) del
alma es el mundo suprasensible, el mundo de las Ideas, y su actividad natural es la
contemplación de las mismas. De ahí, que mientras esta permanezca unida al cuerpo,
su tarea fundamental será la de purificarse, para que le vuelvan a salir las alas, y esto
lo consiguen oponiéndose al cuerpo y sus demandas, que es de donde vienen todas
las impurezas.
De esta manera, Platón concibe una división tripartita del alma, en la que,
aun siendo el conocimiento racional la función esencial del alma, también entiende que
las pasiones, deseos y tendencias son fenómenos psíquicos, y no solo corporales. El
alma tiene, pues, tres partes o funciones bien diferenciadas:
1. Alma o parte racional (razón): está representada en el mito por el auriga
(conductor). Es la parte más noble y elevada. Su actividad consiste en
contemplar las Ideas y en guiar y dirigir a las otras dos partes. Se localiza en
el cerebro.
2. Alma o parte irascible (ánimo): representada por el caballo blanco, que es
bueno, dócil y hermoso, y se deja conducir con facilidad. Simboliza el valor, la
fortaleza y la voluntad. Es la fuente de las pasiones o tendencias nobles que
hay en todo ser humano (valor, esperanza, docilidad, etc.). Está localizada en
el tórax.
3. Alma o parte concupiscible (apetito): representada por el caballo negro,
malo, feo, pesado y difícil de guiar. Simboliza los deseos y pasiones sensibles
desmesurados. Es la fuente de los apetitos groseros (sensuales) y de los
instintos (como el de conservación), que arrastran al ser humano hacia los
placeres corpóreos. Se localiza en el abdomen.
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4.- LA RELACIÓN ENTRE ÉTICA Y POLÍTICA
4.1.- LA ÉTICA EN PLATÓN
a) Platón frente a los sofistas: Bien y felicidad
El eje de la ética platónica es, sin duda, la intuición moral de Sócrates centrada
en la importancia del Bien y en el cultivo de la interioridad, del alma humana. Si el
ser humano es esencialmente su alma, es lógico que la virtud haga referencia
específica al conocimiento. Así, la virtud está medida para Platón (como para
Sócrates) por la sabiduría. Al ser el Bien algo divino, la Idea Suprema, la divinidad se
convierte en el modelo último de imitación para el hombre bueno, que debe de unir su
vida, en todo lo posible, a la divinidad. Omoíos Zeo (hacerse semejante a Dios) va a
ser el lema que el platonismo va a legar a la posteridad. Así, la religiosidad forma parte
de la moral platónica.
Ahora bien, Platón se hace cargo de que el ser humano real no es una
inteligencia pura, sino que consta de un alma unida a un cuerpo material, que busca
el placer. El eje de la visión moral sofística, de hecho, se centraba en ofrecer al
hombre el placer inmediato: éxito y poder en la polis.
El planteamiento sofístico es erróneo para Platón, porque parte de una
concepción de la naturaleza humana en la que se olvida de su parte más fundamental,
la razón, derivando en una posición ética hedonista, que identifica al bien con el
placer. Pero para Platón una vida entregada al placer no puede llamarse humana, sino
que es, más bien, animal.
Desde su planteamiento dualista, Platón rechaza por insuficientes tanto al
hedonismo (sofistas) como al intelectualismo extremo (Sócrates). Concluye en una
posición eudemonista, que entiende que el bien al que aspira toda vida humana es
la felicidad. Esta vida feliz se conseguirá armonizando, en una vida virtuosa, al
placer y la sabiduría. Es decir, el ser humano, mientras está vivo, consiste en un
intermedio entre la pura intelectualidad del espíritu (sabiduría) y la vida animal de los
deseos (placer). La realización de esta mezcla armoniosa entre placer y sabiduría
es labor de la razón, que es la verdadera naturaleza del ser humano, y por tanto debe
regir su conducta. Y lo debe de hacer porque ella es la que es capaz de conocer la
Idea de Bien, que es norma suprema y objetiva de toda ordenación moral. A ella se
deben de ajustar todas nuestras conductas.
Por tanto, aunque la ética platónica deja sitio al placer mientras nuestra vida
sea terrena, en última instancia está medida por la razón, con lo que el Sumo Bien del
ser humano consiste auténticamente en la contemplación de Ideas a las que se
accede mediante la práctica de la virtud, alcanzando así una felicidad perfecta.
b) La naturaleza de la virtud
Al Sumo Bien, en el cual consiste la felicidad humana, se llega mediante la
práctica de la virtud. La virtud es la actividad propia del alma, que consiste en lo
siguiente:
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1. La virtud como armonía: el alma virtuosa es aquella en la que conviven
armoniosamente las tres partes de que consta, como resultado de su
sometimiento a los dictados de la razón.
2. La virtud como purificación: para Platón el alma no pertenece al mundo
sensible. La tierra es un lugar de tránsito para el alma que, por su naturaleza,
es semejante a las Ideas. La virtud, por tanto, tiene un sentido ascético, cuya
función consiste en reprimir las pasiones inferiores y en purificarse para ir
desprendiendo al alma del cuerpo, preparándola para el retorno al estado feliz
primitivo, el de la contemplación del mundo de las Ideas.
c) Clasificación de las virtudes
Platón clasifica las distintas virtudes en conformidad con su concepción
tripartita del alma humana encarnada en un cuerpo.
La virtud fundamental es la justicia, una virtud general que comprende todas
las demás, tanto en el orden individual como en el orden social. En el orden
individual, la justicia será el ordenamiento adecuado (armónico) de las tres partes
del alma humana. Tal ordenamiento tiene lugar cuando cada parte del alma ejerce la
función que le corresponde y posee la virtud que le es propia. Las virtudes que
corresponden a cada parte del alma son:
1. La frónesis (prudencia, cautela) y la sabiduría son las virtudes propias del
alma racional, cuyas funciones son:
 Ordenar la vida práctica
 Ordenar los pensamientos para huir de la doxa y llegar al conocimiento
auténtico de las Ideas (episteme).
2. La andreia (fortaleza, valor) es la virtud propia del alma irascible, cuya
función fundamental es la de mantener con firmeza los dictados de la razón,
sobreponiéndose al sufrimiento y el dolor, y sacrificando los placeres por el
cumplimiento del deber.
3. La sofrosine (templanza) es la virtud propia del alma concupiscible, y a ella
corresponde poner orden, armonía y moderación a nuestros deseos y
pasiones mediante la obediencia a la razón.
El alma buena y justa será aquella en la que reine la armonía, en la que cada
parte cumpla su función, y en la que la parte racional domine a las otras dos
partes, del mismo modo que el auriga conduce a los dos caballos en el mito de su
obra Fedro.
4.2.- EL ORDEN POLÍTÍCO
Platón concede a la política una gran importancia y a ella dedica tres de sus
más importantes diálogos: La República, de su época de madurez, y Las Leyes y
Político, de su época crítica. Además, a lo largo de su vida trató de llevar a la práctica
su ideal político hasta en tres ocasiones, sin éxito.
Hay que entender que en las polis griegas, especialmente en Atenas, se
mantiene una coincidencia entre el hombre y el ciudadano. El ser humano solo se
desarrolla como tal en el seno de una ciudad, por lo que la política es el horizonte de
todos los valores morales. Asimismo, se identifica al buen hombre con el buen
ciudadano.
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a) La constitución de la ciudad
A los griegos les resulta difícil concebir al hombre en estado de aislamiento.
Para vivir humanamente y conseguir su perfección material y espiritual, el hombre
necesita la ayuda y colaboración de sus semejantes. Por eso el ser humano es un
animal esencialmente social, que encuentra en la agrupación con sus semejantes el
complemento indispensable para atender sus necesidades. El individuo aislado no se
basta a sí mismo, puesto que:
 Se hacen necesarios los servicios de todos aquellos que satisfacen
nuestras necesidades materiales (alimento, vestido, vivienda, etc.)
 Se requieren los servicios de algunos hombres que se dediquen a la
custodia y defensa de la ciudad.
 Es necesario el esfuerzo de unas cuantas personas que sepan gobernar
de manera adecuada.
Por lo tanto, surgen en la ciudad tres estamentos o clases sociales con su
división de funciones y trabajo, según las necesidades de la polis. Los hombres que
compondrán cada estamento serán los más aptos para cubrir cada necesidad según la
parte del alma que en ellos predomine.
1. Los productores: campesinos, artesanos y comerciantes, cuya función u oficio
es satisfacer las necesidades materiales de todos los ciudadanos. Este
primer estamento estará constituido por aquellos hombres en los que domina el
aspecto concupiscible del alma. La riqueza y los bienes producidos por ellos
no deben ser demasiado escasos y pueden tener propiedades, mujeres, hijos y
familia propias.
2. Los guardianes: su función es la vigilancia y defensa de la ciudad, no solo
de los peligros que vengan del exterior (de otras polis), sino también de los que
procedan del interior (que en las clases sociales inferiores se produzca
excesiva riqueza o demasiada pobreza). Este segundo estamento estaría
constituido por hombres en los que predomina el alma irascible, y por tanto
son valientes, fuertes y dóciles.
3. Los gobernantes: sus funciones son legislar, velar por el cumplimiento de
las leyes, organizar la educación y administrar la ciudad. Este último
estamento está constituido por aquellos hombres en que predomina el alma
racional que equivale a la razón o inteligencia de la ciudad. Por ser estos
hombres lo únicos que acceden al conocimiento de las Ideas, en cuya cumbre
se encuentra la Idea de Bien (Dialéctica), son los encargados de gobernar la
polis. Como los que acceden al conocimiento dialéctico son los filósofos, los
gobernantes deben ser filósofos.
Tanto los guardianes como los gobernantes carecerán de bienes propios,
vivirán del sueldo de la comunidad como servidores suyos. Tampoco tendrán casa
propia, y las mujeres e hijos serán comunes a todos. Estas prescripciones que
aparecen en La República constituyen un auténtico comunismo de bienes, mujeres
e hijos para estos miembros de las clases superiores. Tan alta es su misión de
servicios a la polis que no pueden verse limitados por otros asuntos. El bien privado
se transforma en bien común con Platón.
Platón concibe la polis como un gran organismo humano, correlacionando, de
esta manera, a las tres partes del alma con la estructura tripartita de la ciudad.
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Platón sistematizó la diversidad de regímenes políticos conocidos en su tiempo.
Los regímenes irían degenerando desde la monarquía (gobierno del filósofo-rey) o la
aristocracia (gobierno de los mejores, un pequeño grupo de filósofos), en los que
gobiernan aquellos en los que predomina el alma racional. El siguiente régimen sería
la timocracia (gobierno de los militares), en el que gobiernan aquellos en los que
predomina el alma irascible. Según Platón, los peores regímenes, los más injustos,
serían los gobernados por personas con predominio del alma concupiscible, ya que se
dejan llevan por los placeres, honores y riqueza. Serían la oligarquía (gobierno de los
ricos), la democracia (gobierno del pueblo inculto) y la tiranía (gobierno del tirano,
que solo persigue su propio beneficio).
La correlación entre las partes del alma, con sus respectivas virtudes, las
clases sociales de la polis y los diferentes regímenes políticos (de mejor a peor), la
apreciamos en el siguiente cuadro:
Parte del alma
Racional
Irascible
Concupiscible
Virtud moral
(Ética)
Frónesis
(prudencia y sabiduría)
Andreia
(fortaleza)
Sofrosine (templanza)
Clase social
(Política)
Gobernantes
Guardianes
Productores
Régimen político
Monarquía(1)
Aristocracia (2)
Timocracia (3)
Oligarquía (4)
Democracia (5)
Tiranía (6)
b) La justicia en la polis
Como ya hemos visto, Platón insiste en la unidad ético-política, por lo que la
justicia en la polis y en el individuo consistirá básicamente en lo mismo. La justicia en
la polis se realiza cuando cada uno de los grupos sociales cumple con la función
u oficio que le corresponde por su naturaleza, y lo hace del modo adecuado, esto
es, según la virtud que le es propia. De este modo, habrá justicia en la polis cuando:
 En los productores prevalece la virtud de la templanza (sofrosine), esto es,
ponen en orden y moderación a los placeres, obedecen a las clases superiores
y aceptan el orden social.
 En los guardianes prevalece la virtud de la fortaleza (andreia), o sea,
mantienen con firmeza los dictados de la razón, sacrificando el placer y
sobreponiéndose al dolor y el sufrimiento.
 En los gobernantes prevalece la prudencia y la sabiduría (frónesis),
ordenando la vida práctica en la polis conforme a normas objetivas que
emanan del conocimiento de la Idea de Bien (norma suprema de todo buen
gobierno).
El fin de la justicia en la sociedad perfecta (ideal) es garantizar el bien de
todos. Por ello, tanto las múltiples leyes como la acción de los gobernantes tienen que
estar orientadas al bien de la colectividad, por encima de los intereses individuales.
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c) La educación de las clases dirigentes de la polis
Platón, como los griegos, en general, piensa que la finalidad fundamental de
la polis es de carácter moral: promover la virtud y la justicia, tanto a nivel
individual como socialmente, ya que solo así se conseguirá una vida feliz. Con una
concepción tan fuertemente moralizante de la polis, es normal que Platón conceda una
importancia prioritaria a la educación, pues de ella depende que se alcance el ideal de
la comunidad social perfecta. En La República organiza la educación en dos niveles:
1. Nivel primario: común a todos los ciudadanos. La educación se realiza
mediante la gimnasia y la música, en sentido amplio; la música también
incluye al arte y la poesía. Por medio de ambas disciplinas se pretende educar
al cuerpo y al carácter, inculcando a los ciudadanos hábitos y opiniones
correctas. Este nivel se prolonga hasta los 20 años, cuando se hace una
selección.
2. Nivel superior: los que superan la selección, los mejor dotados moral e
intelectualmente, pasan a este nivel. Dura hasta los 35 años y se desarrolla en
dos etapas:
 Primera fase: de los 20 a los 30 años, estudian disciplinas útiles para el
arte de la guerra y estudios relacionados con las matemáticas: lógica,
aritmética, geometría, astronomía, etc. En esta fase se educan los
guardianes de la ciudad.
 Segunda fase: a los 30 años se hace otra selección y los más aptos
prosiguen su preparación para funciones más elevadas. Estos dedican
otros cinco años al estudio de la Dialéctica y la teoría de las Ideas, la
cumbre de la sabiduría. Los que pasen estos estudios pueden
desempeñar cargos administrativos secundarios, pero han de esperar a
cumplir 50 años para llegar al gobierno de la ciudad. Estas personas
gobernarán por turnos, consagrándose al estudio de la filosofía en el
tiempo que estén libres de sus funciones de gobierno. Este aprendizaje,
de los 35 a los 50 años es el más difícil, porque consiste retomar los
contactos con la realidad sensible en el desempeño de cargos
oficiales tras el enfrentamiento con la Dialéctica. La finalidad de la
educación del político-filósofo consistía en llegar a conocer y
contemplar la Idea de Bien, con el objetivo de implantar más tarde
el propio bien en la realidad social.
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5.- LA REPÚBLICA, libro VII (514a1-517c1)
SÓCRATES- Después de eso -proseguí- compara nuestra naturaleza respecto de su
educación y de su falta de educación con una experiencia como ésta. Represéntate
hombres en una morada subterránea en forma de caverna, que tiene la entrada
abierta, en toda su extensión, a la luz. En ella están desde niños con las piernas y el
cuello encadenados, de modo que deben permanecer allí y mirar sólo delante de ellos,
porque las cadenas les impiden girar en derredor la cabeza. Más arriba y más lejos se
halla la luz de un fuego que brilla detrás de ellos; y entre el fuego y los prisioneros hay
un camino más alto, junto al cual imagínate un tabique construido de lado a lado, como
el biombo que los titiriteros levantan delante del público para mostrar, por encima del
biombo, los muñecos.
GLAUCÓN- Me lo imagino.
S- Imagínate ahora que, del otro lado del tabique, pasan hombres que llevan toda
clase de utensilios y figurillas de hombres y otros animales, hechos en piedra y
madera y de diversas clases; y entre los que pasan unos hablan y otros callan.
G- Extraña comparación haces, y extraños son esos prisioneros.
S- Pero son como nosotros. Pues en primer lugar, ¿crees que han visto de sí mismos,
o unos de los otros, otra cosa que las sombras proyectadas por el fuego en la parte de
la caverna que tienen frente a sí?
G- Claro que no, si toda su vida están forzados a no mover las cabezas.
S- ¿Y no sucede lo mismo con los objetos que llevan los que pasan del otro lado del
tabique?
G- Indudablemente.
S- Pues entonces, si dialogaran entre sí, ¿no te parece que entenderían estar
nombrando a los objetos que pasan y que ellos ven?
G- Necesariamente.
S- Y si la prisión contara con un eco desde la pared que tienen frente a sí, y alguno de
los que pasan del otro lado del tabique hablara, ¿no piensas que creerían que lo que
oyen proviene de la sombra que pasa delante de ellos?
G- ¡Por Zeus que sí!
S- ¿Y que los prisioneros no tendrían por real otra cosa que las sombras de los
objetos artificiales transportados?
G- Es de toda necesidad.
S- Examina ahora el caso de una liberación de sus cadenas y de una curación de su
ignorancia, qué pasaría si naturalmente les ocurriese esto: que uno de ellos fuera
liberado y forzado a levantarse de repente, volver el cuello y marchar mirando a la luz,
y al hacer todo esto, sufriera y a causa del encandilamiento fuera incapaz de percibir
aquellas cosas cuyas sombras había visto antes. ¿Qué piensas que respondería si se
le dijese que lo que había visto antes eran fruslerías y que ahora, en cambio está más
próximo a lo real, vuelto hacia cosas más reales y que mira correctamente? Y si se le
mostrara cada uno de los objetos que pasan del otro lado del tabique y se le obligara a
contestar preguntas sobre lo que son, ¿no piensas que se sentirá en dificultades y que
considerará que las cosas que antes veía eran más verdaderas que las que se le
muestran ahora?
G- Mucho más verdaderas.
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S- Y si se le forzara a mirar hacia la luz misma, ¿no le dolerían los ojos y trataría de
eludirla, volviéndose hacia aquellas cosas que podía percibir, por considerar que éstas
son realmente más claras que las que se le muestran?
G- Así es.
S- Y si a la fuerza se lo arrastrara por una escarpada y empinada cuesta, sin soltarlo
antes de llegar hasta la luz del sol, ¿no sufriría acaso y se irritaría por ser arrastrado y,
tras llegar a la luz, tendría los ojos llenos de fulgores que le impedirían ver uno solo de
los objetos que ahora decimos que son los verdaderos
G- Por cierto, al menos inmediatamente.
S- Necesitaría acostumbrarse, para poder llegar a mirar las cosas de arriba. En primer
lugar miraría con mayor facilidad las sombras, y después las figuras de los hombres y
de los otros objetos reflejados en el agua, luego los hombres y los objetos mismos. A
continuación contemplaría de noche lo que hay en el cielo y el cielo mismo, mirando la
luz de los astros y la luna más fácilmente que, durante el día, el sol y la luz del sol.
G- Sin duda.
S- Finalmente, pienso, podría percibir el sol, no ya en imágenes en el agua o en otros
lugares que le son extraños, sino contemplarlo como es en sí y por sí, en su propio
ámbito.
G- Necesariamente.
S- Después de lo cual concluiría, con respecto al sol, que es lo que produce las
estaciones y los años y que gobierna todo en el ámbito visible y que de algún modo es
causa de las cosas que ellos habían visto.
G- Es evidente que, después de todo esto, arribaría a tales conclusiones.
S- Y si se acordara de su primera morada, del tipo de sabiduría existente allí y de sus
entonces compañeros de cautiverio, ¿no piensas que se sentiría feliz del cambio y que
los compadecería?
G- Por cierto.
S- Respecto de los honores y elogios que se tributaban unos a otros, y de las
recompensas para aquel que con mayor agudeza divisara las sombras de los objetos
que pasaban detrás del tabique, y para el que mejor se acordase de cuáles habían
desfilado habitualmente antes y cuáles después, y para aquel de ellos que fuese
capaz de adivinar lo que iba a pasar, ¿te parece que estaría deseoso de todo eso y
envidiaría a los más honrados y poderosos entre aquéllos? ¿O más bien no le pasaría
como al Aquiles de Homero, y «preferiría ser un labrador que fuera siervo de un
hombre pobre» o soportar cualquier otra cosa, antes que volver a su anterior modo de
opinar y a aquella vida?
G- Así creo también yo, que padecería cualquier cosa antes que soportar aquella vida.
S- Piensa ahora esto: si descendiera nuevamente y ocupara su propio asiento, ¿no
tendría ofuscados los ojos por las tinieblas, al llegar repentinamente del sol?
G- Sin duda.
S- Y si tuviera que discriminar de nuevo aquellas sombras, en ardua competencia con
aquellos que han conservado en todo momento las cadenas, y viera confusamente
hasta que sus ojos se reacomodaran a ese estado y se acostumbraran en un tiempo
nada breve, ¿no se expondría al ridículo y a que se dijera de él que, por haber subido
hasta lo alto, se había estropeado los ojos, y que ni siquiera valdría la pena intentar
marchar hacia arriba? Y si intentase desatarlos y conducirlos hacia la luz, ¿no lo
matarían, si pudieran tenerlo en sus manos y matarlo?
G- Seguramente.
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S- Pues bien, querido Glaucón, debemos aplicar íntegra esta alegoría a lo que
anteriormente ha sido dicho, comparando la región que se manifiesta por medio de la
vista con la morada-prisión, y la luz del fuego que hay en ella con el poder del sol;
compara, por otro lado, el ascenso y contemplación de las cosas de arriba con el
camino del alma hacia el ámbito inteligible, y no te equivocarás en cuanto a lo que
estoy esperando, y que es lo que deseas oír. Dios sabe si esto es realmente cierto; en
todo caso, lo que a mí me parece es que lo que dentro de lo cognoscible se ve al final,
y con dificultad, es la Idea del Bien. Una vez percibida, ha de concluirse que es la
causa de todas las cosas rectas y bellas, que en el ámbito visible ha engendrado la luz
y al señor de ésta, y que en el ámbito inteligible es señora y productora de la verdad y
de la inteligencia, y que es necesario tenerla en vista para poder obrar con sabiduría
tanto en lo privado como en lo público.
G- Comparto tu pensamiento, en la medida que me es posible.
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