UNIVERSIDAD SIMÓN BOLÍVAR Decanato de Postgrado Maestría en Ciencia Política Trabajo de Grado LAS RELACIONES CIVILES-MILITARES EN EL SISTEMA POLÍTICO VENEZOLANO 1999-2995 por Lisbeth Coromoto Sánchez Muskus 25 de abril de 2007 ii UNIVERSIDAD SIMÓN BOLÍVAR Decanato de Postgrado Maestría en Ciencia Política LAS RELACIONES CIVILES-MILITARES EN EL SISTEMA POLÍTICO VENEZOLANO 1999-2995 Trabajo de Grado presentado a la Universidad Simón Bolívar por Lisbeth Coromoto Sánchez Muskus Como requisito parcial para optar al grado de Magíster en Ciencia Política Realizado con la tutoría del Profesor José Heriberto Machillanda Pinto, Ph. D. 25 de abril de 2007 Certifico que he leído este Trabajo de Grado y lo he considerado aceptable en cuanto a contenido científico y lenguaje. Profesor José Heriberto Machillanda Pinto, Ph. D. Abril, 2007 ii iii A mi madre por su amor, dedicación y abnegación. A mis maestros por permitirme montarme sobre sus hombros de gigantes y en un futuro poder servirle a la academia iv AGRADECIMIENTOS Quisiera expresar mi sincero agradecimiento a todas las personas que contribuyeron, de una u otra manera, a la realización de esta investigación. Especialmente quiero agradecer a Dios por darme la vida y el libre albedrío para desarrollarme en libertad, porque sólo con ella somos capaces de crear, recrear y producir nuevos conocimientos. También quiero agradecer a mi familia su apoyo incondicional y la fe que siempre han tenido en mí. Asimismo quiero manifestar mi admiración y gratitud al profesor José Machillanda, quien me honró al asesorar este trabajo y sin cuya orientación, apoyo, constancia y perseverancia habría sido imposible culminarlo. De igual forma agradezco a mis profesores de la Maestría en Ciencia Política de la Universidad Simón Bolívar porque cada una de sus enseñanzas estimuló en alguna medida los planteamientos que hoy concreta esta investigación. Finalmente, quisiera aprovechar estas líneas para agradecer el apoyo de la Cátedra Simón Bolívar que me acogió en su seno y me incentivo para continuar mi carrera académica. v RESUMEN Esta investigación constituye un esfuerzo sistemático de estudio, comprensión, descripción analítica y definición del modelo de relaciones civiles-militares en el sistema político venezolano durante el período de 1999-2005, desde una perspectiva epistemológica pospositivita y por medio de una metodología cualitativa descriptiva e histórico-política. La técnica metodológica utilizada fue la triangulación de diferentes fuentes de datos (entrevistas semi-estructuradas, documentos oficiales, discursos, planes, proyectos) de diferentes perspectivas teóricas, de diferentes observadores y de diferentes procedimientos metodológicos a objeto de respaldar y darle validez científica a las conclusiones académicas logradas. Con base en los resultados obtenidos, se clarifica que el modelo de relaciones civilesmilitares durante el período 1999-2005, ha sufrido un cambio producido en tres planos: constitucional-normativo, ideológico-doctrinario y organizacional-funcional al compararlo con el modelo instaurado en el sistema político consociacional de acuerdo de elites. El modelo actual ha sido definido como de dependencia-mancomunada-gubernamental y presenta tres características: una estructura de incentivos y lealtades o cooptación prebendal, la disminución de la autonomía institucional profesional militar y un control civil implementado por relaciones de poder, influencia e informalidad. Las consecuencias que ha generado este nuevo modelo de relaciones civiles-militares para el sistema político y el Estado venezolano vienen dadas por: la creciente disminución de la capacidad militar del Estado para realizar la defensa militar, el aumento de la desprofesionalización militar o la pérdida de autonomía institucional profesional, y finalmente, un proceso que persigue la desmilitarización del estamento armado con la consecuente militarización de la política y la sociedad. Palabras Claves: modelo de relaciones civiles-militares, sistema político venezolano, momento constituyente de 1999, control civil y cambio político-militar. vi ÍNDICE GENERAL Pág. CERTIFICACIÓN DEL TUTOR………………………………………………… i APROBACIÓN DEL JURADO…………………………………………………. .. ii DEDICATORIA……………………………………………………………………. iii AGRADECIMIENTO……………………………………………………………... iv RESUMEN………………………………………………………………………….. v ÍNDICE GENERAL………………………………………………………………... vi ÍNDICE DE TABLAS Y GRÁFICOS……………….……………………………. ix INTRODUCCIÓN………………………………………………………………….. 1 CAPÍTULOS I. LAS RELACIONES CIVILES-MILITARES EN LA CONTEMPORANEIDAD………………………………………………………… 10 1. Aproximación……………………………………………………………………... 10 2. La sociología militar como disciplina de las ciencias sociales…………………… 11 3. La sociología militar y las relaciones civiles-militares…………………………… 13 3.1. Enfoques teóricos clásicos de las relaciones civiles-militares……………….. 15 4. Las relaciones civiles-militares desde la perspectiva latinoamericana………….. 20 4.1. Las relaciones civiles-militares en democracia………….…………………… 23 5. Aportes teóricos de las relaciones civiles-militares en Venezuela……………….. 26 5.1. Perspectiva historiográfica…………………………………………………... 26 5.2. Los aportes de carácter externo: caso Venezuela……………………………. 28 5.3. Perspectiva politológica……………………………………………………… 31 6. Los paradigmas dominantes en la Ciencia Política y las relaciones civilesmilitares…………………………………………………………………………… 33 vii II. ESTADO, SISTEMA POLÍTICO Y ESTAMENTO ARMADO VENEZOLANO…………………………………………………………………… 36 1. Aproximación……………………………………………………………………. 36 2. Estado contemporáneo en Venezuela y estamento militar nacional……………… 37 2.1. Centralización del Estado Nacional………………………………………….. 37 3. El sistema político venezolano de acuerdo de élites……………………………… 41 3.1. Sistema político como construcción teórico-analítica……………………….. 41 3.2. Sistema de acuerdo de elites en Venezuela. ……………………………….… 42 4. Las relaciones civiles-militares en el funcionamiento del sistema político………. 46 5. Profesionalismo militar en el sistema político venezolano……………………….. 49 5.1. La guerrilla castrista………………………………………………………….. 49 5.2. El estamento militar profesional operativo y la guerrilla castrista…………… 50 III. LA CRISIS EL SISTEMA POLÍTICO Y LAS RELACIONES CIVILESMILITARES………………………………………………………………………... 54 1. Aproximación……………………………………………………………………... 54 2. Un marco conceptual para la crisis del sistema político………………………..… 55 3. Crisis del sistema político de acuerdo de elites…………………………………… 58 3.1. La pérdida del paradigma político del rentismo……………………………… 60 3.2. La crisis institucional………………………………………………………… 62 3.3. La crisis de legitimidad………………………………………………………. 63 4. El subsistema militar en la crisis política venezolana…………………………….. 67 4.1. Relaciones civiles-militares en el sistema en crisis…………………………... 68 4.2. Golpe de estado del 4 de febrero y del 27 de noviembre de 1992………….. 69 4.3. El control civil después de los golpes de estado……………………………... 75 5. La continuación de la crisis, equilibrio inestable en Venezuela………………….. 76 IV. EL PODER CONSTITUYENTE Y EL ESTAMENTO ARMADO 76 1. Aproximación…………………………………………………………………….. 79 2. Poder constituyente y Constitución………………………………………………. 80 3. El Momento Constituyente de 1999………………………………………………. 83 3.1. Antecedentes del momento constituyente……………………………………. 83 3.2. Convocatoria y etapas de la Asamblea Nacional Constituyente……………... 84 viii V. 4. Materia de rango constitucional militar de 1999………………………………….. 87 4.1. Cambios en lo político-ideológico…………………………………………… 88 4.2. Cambios en lo doctrinario militar……………………………………………. 91 4.3. Cambios en lo operativo- funcional………………………………………….. 92 5. Poder constituido: La Ley Orgánica de la Fuerza Armada Nacional…………….. 94 5.1. Las funciones del estamento militar …………………………………………. 95 5.2. La organización militar………………………………………………………. 96 5.3. Línea de mando operacional vs. línea de mando administrativa…………….. 99 EL MODELO DE RELACIONES CIVILES- MILITARES 1999-2005 109 1. Evolución de las relaciones civiles-militares a partir de 1999……………………. 110 2. Modelo de relaciones civiles-militares 1999-2005……………………………….. 115 3. Características de las relaciones civiles-militares actuales……………………….. 118 3.1. Estructura de incentivos y lealtades………………………………………….. 118 3.1.1. Concesión de prerrogativas a los mandos, seguimiento e identificación de los militares………………………………………… 119 3.1.2. Protección a la corrupción e impunidad………………………………. 120 3.1.3. Incorporación de militares en la burocracia gubernamental………….. 121 3.1.4. Aumento del gasto militar: realineamiento geopolítico…..…………... 123 3.2. Disminución de la autonomía institucional profesional……………………... 126 3.3. Entramado de relaciones de poder…………………………………………… 128 3.3.1. Poder, influencia y relaciones informales…………………………….. 128 3.3.2. Dependencia y mancomunidad político-militar………………………. 132 4. Modelos de relaciones civiles-militares 1958-1999 / 1999-2005………………… 135 CONCLUSIONES………………………………………………………………. 139 BIBLIOGRAFÍA……………………………....................................................... 142 ANEXO……………………………....................................................................... 152 ix INDICE DE TABLAS Y GRÁFICOS Pág. Tabla 1. Tipología de las relaciones civiles-militares en las nuevas naciones de Janowitz…. 16 Tabla 2.Pautas de relaciones civiles-militares posteriores a la transición democrática……... 25 Tabla 3.Paradigmas de la ciencia política actual y perspectivas analíticas….………………. 34 Tabla 4. Tasas de abstención electoral…………………………….………………………… 64 Tabla 5. Resultados en elecciones presidenciales 1959-1993……………………………….. 65 Gráfico 1. Votos candidatos AD, COPEI y otros (Período 1958-1993)…………………….. 65 Tabla 6. Intervenciones militares en política durante el Siglo XX………………………….. 78 Tabla 7. Esquema de las relaciones entre los poderes en el sistema constitucional de Sieyés 81 Tabla 8. Análisis comparativo de la materia de rango constitucional militar 1961 / 1999…. 101 Tabla 9. Evolución constitucional en materia militar del siglo XX venezolano…………….. 103 Gráfico 2. Organigrama de la Fuerza Armada Nacional 1961/1999………………………… 107 Gráfico 3. Organigrama de la Fuerza Armada Nacional 1999/ 2005………………………... 108 Tabla 10. Modelos de relaciones civiles-militares 1958-1999 / 1999-2005………………… 136 Tabla 11. Evolución político- militar en Venezuela 1903/ 2002……………………………. 137 1 INTRODUCCIÓN El 4 de febrero de 1992, la opinión pública venezolana e internacional pudo comprobar con sorpresa la caída del supuesto sistema político estable, con alto nivel de gobernabilidad y referencia política en América Latina al verificar la inexistencia del control civil sobre el estamento militar, o lo que es igual, la obediencia y apego de éste a la Constitución de forma que no emplee el monopolio de la violencia legal del Estado para su interés propio, en este caso, para acceder al poder. La frustración de este golpe de Estado como operación militar, como lo demuestra la historia, no constituyó un fracaso político a futuro por cuanto el Teniente Coronel Hugo Chávez Frías, comandante del golpe de Estado, siete años más tarde y luego de una intensa actividad política en todo el país, accede al poder por la vía democrática, prometiendo acabar de forma radical1 con el antiguo régimen político. El acceso de los militares al poder político en Venezuela no es cosa reciente, tampoco es permanente ni inherente al orden político de los Estados latinoamericanos, entre ellos el venezolano. En la historia venezolana del siglo XIX la intervención del militar en política fue más que recurrente, constante. En el siglo XX no nos equivocamos al decir que el Estado2 surge con la centralización militar de un ejército nacional que permitió la ruptura con el caudillismo y la fragmentación del poder en todo el territorio nacional. Posterior a ello, reconocemos los golpes de Estado del 18 de octubre de 1945, del 24 de noviembre de 1948 y del 23 de enero de 1958 emprendidos como mecanismo para producir efectivamente un cambio de gobierno. 1 No se utiliza el término radical en forma despectiva, antes bien se plantea como la idea de llegar a las raíces con reformas totales del orden político, científico, moral y aun religioso. Diccionario de la Real Academia Española.1992. Radicalismo. p. 1218. 2 Es pertinente citar un enjundioso latinoamericanista francés Alain Rouquié (1982), cuando afirma al referirse al ejército y al Estado que “ambas realidades son tan indisociables en la historia como en el análisis. Ejército y Estado en América Latina –como en cualquier otra parte- son dos realidades consustanciales: ¿en qué se funda la soberanía del Estado, si no es en la creación del ejército permanente? (p.20) 2 No obstante, este continuo político de golpes de Estado, la historiografía reconoce breves períodos de relativa estabilidad democrática, la más larga de ella, posterior a la salida de la dictadura del General Marcos Pérez Jiménez en el año 1958, reconocido como el sistema político de acuerdo de elites que logró establecer las bases para un consenso político, económico, social y militar a través de una forma de gobierno democrática representativa de corte reformista-populista. Este período de relativa estabilidad democrática luego de tres décadas se vio inmerso en un proceso de crisis política, que sumado a un desarrollo inadecuado del modo de control del poder político sobre el estamento militar, permitió una nueva intervención del sector castrense en la política venezolana. No tardaron en aflorar múltiples interpretaciones y teorías cercanas a los ya tradicionales enfoques latinoamericanistas, útiles para toda ocasión, esas claves universales que siempre están sustentadas en explicaciones extrínsecas producto de extrapolaciones derivadas de datos frágiles y descontextualizados. Lo cierto es que el estudio de las relaciones entre el poder político y el poder militar, especialmente, cuando este último asume funciones que van más allá de la defensa militar, o peor aún, cuando no se diferencia entre el dirigente político y el militar, no resultan fáciles de interpretación, análisis y definición. Aunque existen múltiples afirmaciones, en realidad este proceso no es idéntico en tiempo ni en espacio, a los períodos de militarismo, gobierno militar, caudillismo o pretorianismo vividos en otras latitudes y en otros tiempos. Las interpretaciones de carácter cíclico requieren una mayor prudencia en los análisis académicos, igualmente los esfuerzos por echar mano de tendencias antes argumentadas, merecen recordar los juicios que la historia no tardó en desmoronar, sobre todo en el caso venezolano, que fue tomado como paradigma para explicar la exitosa consolidación democrática producto de un pacto político consensual y del control civil sobre el estamento armado, revertiéndose a posteriori en lo contrario. La presente investigación procura entonces escapar de las teorías que avalan el determinismo histórico o la explicación cultural, al poner énfasis en la tradición jurídica, política y militar heredada del Imperio Español y sus efectos determinantes en la incapacidad de los Estados latinoamericanos –entre ellos el venezolano– para ejercer una democracia 3 estable, sancionando la perenne tradición autoritaria3. Tampoco se acoge la concepción académica positivista que condena a los Estados latinoamericanos al “cesarismo democrático del gendarme necesario”4 debido a la idiosincrasia, incapacidad y en definitiva a la naturaleza innata del pueblo que hace imposible adoptar un gobierno de corte representativo democrático. Se orilla también el planteamiento desarrollista o de la modernización5 ya que asume una posición marcadamente economicista, al afirmar que cuanto más complejo es un sistema social y moderna su economía, menos factible es la intervención política del militar, y a la inversa, la intervención del militar en la política obedece al nivel de subdesarrollo de los países latinoamericanos. (Johnson, 1964) En consecuencia, la presente investigación afirma la necesidad de estudiar en forma analítica, contemporánea, con data y documentación propia el fenómeno de la intervención del sector militar en el sistema político venezolano. Esto es así, porque estas interpretaciones apriorísticas muchas veces dejan de lado las particularidades de la evolución del contexto nacional, de los actores involucrados, y muy especialmente, la naturaleza, evolución y especificidad de la institución armada y la dirigencia política venezolana. Estos dos actores, poder político y poder militar, requieren del estudio y el análisis politológico, es decir, del estudio del poder, sus dimensiones, mecanismos y funcionalidad dentro del sistema político. El presente trabajo de grado tiene como objeto central investigar y estudiar la relación de poder entre el estamento militar y la clase política en el contexto del sistema político venezolano actual. Se privilegia la observación, comprensión, descripción analítica y definición del modelo de relaciones civiles-militares durante el período de 1999-2005, pero dentro del contexto de los significativos cambios producidos en las relaciones de poder, influencia y autoridad a partir de la llegada al gobierno del Teniente Coronel Hugo Chávez Frías. 3 Representantes de esta corriente son Loveman, Brian; Davis, Thomas (1999).The politics of antipolitics: the military in Latin American. Wilmington: Scholary Resources. Historiadores como Guillermo Morón afirman que la influencia de lo militar en la política data del siglo XIX, cuando la instancia del Capitán General concentraba tanto la autoridad civil como la militar, de allí la no separación entre la función militar y la función política en nuestra historia. En un sentido mucho más determinista se encuentra la tesis del Dr. Jacopini Zarraga quien ve la intervención del militar en política en forma cíclica. 4 Para profundizar sobre esta corriente política ver Vallenilla Lanz (1994). Cesarismo democrático. Caracas: Monte Ávila. 5 Ver Johnson, John (1964). Militares y sociedad en América Latina. Buenos Aires. 4 Para alcanzar este objetivo es fundamental el conocimiento de los dos actores centrales en la relación de interdependencia que supone lo cívico-militar, el estamento armado y la dirigencia política. Por ello se estudia la formación, evolución y estructuración del estamento militar, es decir, se intenta descubrir el contenido de relaciones de la famosa “caja negra” a la que nos enfrentamos cuando tratamos de estudiar problemas político-militares. Se exploran enjundiosos estudios que explican la formación del ejército nacional hasta su profesionalización en la contemporaneidad, el surgimiento del Estado y su evolución hacia el sistema político, incluyendo un esfuerzo sostenido y multidisciplinario para entender las relaciones civiles-militares y la implementación del control político o la influencia directa o indirecta del sector militar en la política nacional. Dentro de este esfuerzo académico se comprende la importancia que representa el período que va desde el año 1999 hasta el año 2005, pues lo novedoso no es sólo que un militar haya accedido al poder por la vía democrática, sino la implementación de un conjunto de cambios radicales que se inician en lo jurídico-constitucional y que continúan con una nueva concepción ideológica, una diferenciada visión geopolítica, una definición del sistema internacional en términos de multipolaridad, un cambio del modelo económico discursivamente contrario al capitalismo y la globalización y hasta una nueva ética política y social. En el centro de estos cambios, la institución militar y sus diferentes manifestaciones han pasado a jugar un papel central dentro del sistema político. Ese protagonismo ha estado acompañado de cambios en la visión geopolítica, estratégica-militar, doctrinaria, legal, funcional, organizacional, estructural y operativa del estamento armado nacional, lo cual ha terminado por modificar la realidad político-militar otorgándole características diferenciadas de las imperantes durante el sistema de acuerdo de elites o democracia representativa. Nos abocamos en el presente estudio a la comprensión, descripción, análisis y formulación de todos estos aspectos novedosos, así como su implementación y consecuencias para el estamento militar, el sistema político y el Estado venezolano. Concientes de explorar una realidad compleja que abarca disciplinas diversas como la politología, la sociología, la sociología militar, la sociología política, la historia, el derecho y 5 hasta la sicología social, se afirma que este trabajo de grado, como toda investigación científica, descansa sobre supuestos que orientan el proceso y el concepto del conocimiento. Por ello, se asume que el proceso de conocer debe estar en función de la naturaleza del objeto de estudio. Los supuestos epistemológicos que orientan la investigación se apoyan en el paradigma dialéctico y sistémico, el primero alude a la opción epistemológica que define el conocimiento como el resultado de una dialéctica entre el sujeto (sus intereses, valores y creencias, etc.) y el objeto de estudio; donde el que conoce elabora su propia construcción mental de lo conocido, la realidad percibida es la construida por cada quien, no existen realidades sociales objetivas e independientes, todos los hechos son interpretados desde una posición teórica y hermenéutica. El proceder de la mente humana se basa, así, en un proceso dialéctico (Guba, 1990). El paradigma sistémico por su parte, como opción ontológica, ampara la definición y evaluación del objeto de estudio, especialmente en las ciencias sociales con un alto nivel de complejidad estructural y sistémica, donde cada parte del problema interactúa con todas las demás y con el todo (Martínez, 2004. p. 77). En el caso de las relaciones civiles-militares dentro del sistema político venezolano, partimos de una compleja red de relaciones, cuya comprensión difícilmente puede lograrse a través de estudios unicausales. En el subsistema castrense cada acción militar está en función del resto de la estructura militar y de las relaciones con el poder político; así mismo lo militar se transforma, cambia y evoluciona continuamente a partir de la interacción de sus diferentes partes. Por su parte, el sistema político venezolano constituye un fenómeno de estudio complejo, cuya configuración depende de múltiples causas y relaciones, de la interacción dialéctica entre factores sociales, históricos, culturales, políticos, económicos, y en este caso, especialmente en su estrecha relación con lo militar. La concepción epistemológica guió nuestra elección del método de investigación, sus técnicas y también el desarrollo general de la misma. Como se especificó precedentemente, es de fundamental interés para este trabajo de grado, conocer los actores que involucra el objeto de estudio, por ello y acorde con el paradigma que orienta la investigación, el enfoque metodológico utilizado es el cualitativo descriptivo y el método histórico-político para 6 profundizar el estudio, comprensión y descripción de las relaciones civiles-militares en un período temporal delimitado, pero dentro de un contexto histórico más amplio. Se utilizaron diversos instrumentos y técnicas metodológicas. En cuanto a los instrumentos se empleó el método documental, las entrevistas semi-estructuradas con muestras intencionales o basadas en criterios situacionales y el trabajo de campo para la observación encubierta del estamento militar. En relación con la técnica metodológica se utilizó la triangulación de diferentes fuentes de datos, de diferentes perspectivas teóricas, de diferentes observadores y de diferentes procedimientos metodológicos. (Martínez, 2005) La metodología abarcó instrumentos específicos para cada uno de los elementos que definen el modelo de relación civil-militar, para efectos del análisis normativo -que busca conocer qué tipo de acciones existen dentro del sistema político para producir un control civilse utilizó el método documental a través de la revisión y sistematización de documentos, leyes, anuarios, informes, materiales de presentación y material hemerográfico, permitiendo el estudio de la Constitución, leyes y normas vigentes que regulan la institución militar, las relaciones de autoridad, las órdenes, planes y programas emanados del poder político hacia el estamento militar. Mientras el análisis descriptivo -que pretende diferenciar entre lo aparente y lo real de las relaciones civiles-militares y así proponer una tipología explicativa sobre el modelo de relación actual, las formas de control civil o su inexistencia, las luchas de poder y las relaciones de influencia- se estructuró a partir del trabajo de campo, el cuerpo de entrevistas a fuentes militares en condición de activos y retirados de alto grado, políticos y diputados, estrechamente vinculados con el funcionamiento y la toma de decisión en lo político-militar. Además se realizó la observación sistemática de la materia político-militar, el estudio de relaciones entre el poder político y la élite militar y la lectura analítica de discursos desde el punto de vista cualitativo. En este aspecto mención especial merece la realización de un proceso de inmersión en la estructura organizativa y funcional del estamento militar a través de la experiencia vivencial del desenvolvimiento del entorno interno militar en academias, escuelas de guerra, escuelas de perfeccionamiento y unidades operativas, facilitándose la 7 comprensión y comparación por las experiencias previas realizadas en el estamento armado de los Estados colombiano y chileno6. La presente investigación asumiendo este paradigma metodológico y haciendo uso de un marco teórico referencial, plantea como determinación del problema la siguiente interrogante: ¿Cuál es el modelo de relaciones civiles-militares en el sistema político venezolano entre 1999-2005? Para abordar esta interrogante el trabajo de grado esta dividido en cinco capítulos. El primer capítulo Las relaciones civiles-militares en la contemporaneidad aborda el estudio de las diferentes teorías, paradigmas, conceptos y aportes en el área de las relaciones civilesmilitares, aclarando que los marcos teóricos referenciales siempre suponen referirse a un cierto ámbito espacio-temporal. La comunidad científica o la llamada “comunidad epistémica” no se haya desprendida de la sociedad real, sino inserta en una estructura con un orden institucional integrante. En ese sentido, este primer capítulo desarrolla el surgimiento de la sociología militar como disciplina que comprende en su objeto de estudio las relaciones civiles-militares; segundo, aproxima en forma histórica los aportes teóricos clásicos, sus principales ponentes y las teorías de mayor validez y confiabilidad. Tercero, consecuente con la búsqueda de aportes cercanos al contexto venezolano, se estudian las diferentes corrientes académicas que han abordado el caso venezolano. Finalmente, discutimos la importancia del uso de los paradigmas dominantes de la teoría social y sus aplicaciones en la ciencia política contemporánea para la investigación y el análisis de las relaciones civiles-militares, especialmente en Venezuela. El segundo capítulo Estado, sistema político y estamento militar en Venezuela, pone de relieve la evolución política del Estado venezolano, el desarrollo del sistema político democrático y el papel de la institución armada a través de los enfoques teóricos de la ciencia jurídica, la teoría sistémica y la sociología militar. Se concreta este capítulo en tres apartados; 6 La experiencia investigativa sobre las Fuerzas Armadas fue posible gracias al diseño, planificación y ejecución por parte de la Cátedra Simón Bolívar de dos Seminarios Presenciales (2001-2004) ejecutados en la Escuela Superior de Guerra y la Universidad Militar de Nueva Granada de Colombia que contemplaba una parte de instrucción académica formal y un conjunto de visitas explicativas sobre la estructura, funcionalidad y operatividad de las Fuerzas Militares colombianas. En el caso del estamento armado del Estado chileno, se realizó un Seminario en el año 2003 solicitado al Instituto del Ciencia Política de la Pontificia Universidad Católica de Chile, que en convenio académico con las Fuerzas Armadas, permitió igualmente acceder a fuentes primarias del estamento militar y a visitas institucionales en la estructura y organización militar chilena. 8 el primero, dedicado al estudio del Estado contemporáneo venezolano y el papel del ejército nacional; el segundo, evoluciona hacia el acuerdo de elites como sistema político y el estamento militar profesional; y el último, analiza el modelo de relaciones civiles-militares entre la clase política y la institución militar en el sistema político de acuerdo de élites. El tercer capítulo Crisis del sistema político y estamento militar, analiza las diferentes expresiones de crisis del sistema político venezolano -descrito en nuestro capítulo anterior-, haciendo uso de las herramientas teóricas del paradigma politológico y sistémico, especialmente en una dimensión de crisis global del sistema populista de conciliación en sus raíces estructurales. Posteriormente se hace énfasis en la crisis generada por la intervención de los militares en la política a través de los golpes de estado del año 1992 como un hecho político-militar deslegitimador del sistema democrático, más aún por los efectos producidos sobre el profesionalismo militar y las relaciones civiles-militares. El cuarto capítulo Poder constituyente y estamento militar venezolano, despliega un estudio en tres niveles: el primero de orden jurídico-político explica el proceso constituyente aludiendo teóricamente qué significa tal concepción en los estudios filosóficos constitucionales en términos de poder constituyente, poder constituido y poder comitente. El segundo, realiza un análisis de orden legal-militar sobre la materia de rango constitucional para el estamento militar; y finalmente el tercero, evalúa como el poder constituido por medio del cuerpo normativo derivado de la Ley de Seguridad de la Nación y la Ley Orgánica de la Fuerza Armada (LOFAN), producen un cambio en lo ideológico, en lo doctrinario y en las funciones en la estructura organizacional y en la línea de mando operativa y administrativa. Analizados los cambios producidos en lo normativo constitucional se desarrolla el quinto y último capítulo, El modelo de relaciones civiles-militares 1999-2005, que se encarga de la definición, descripción y caracterización teórica del modelo en la actualidad política venezolana. Partiendo de una concepción politológica en términos de relaciones de poder, dominación, auctoritas e influencia, se arriba a la construcción teórica del modelo de relaciones civiles-militares dentro del sistema político presidido por el Teniente Coronel Hugo Chávez Frías. 9 Finalmente, resulta necesario plantear que durante la realización de esta investigación hemos enfrentado diversas dificultades. Una de las mayores ha sido, sin duda, el esfuerzo académico que significa investigar y estudiar un proyecto cuyo objeto de estudio es contemporáneo y que se encuentra en el centro del contexto político, sometido a múltiples y diversas fuerzas y relaciones de poder. En tal sentido, la aproximación ha sido a un proceso inacabado, con todas las limitaciones y condicionamientos que de ello se desprenden. 10 CAPÍTULO I LAS RELACIONES CIVILES-MILITARES EN LA CONTEMPORANEIDAD 1. Aproximación El estudio de las diferentes teorías, paradigmas y aportes en el campo de las relaciones civiles-militares supone referirse a un cierto ámbito espacio-temporal. La comunidad científica o “comunidad epistémica” no se encuentra separada de la sociedad real, sino inserta en ella, en una estructura regida por un orden institucional integrante. De allí la necesidad de explicitar la constitución histórica de las teorías sociales, según Popper “toda teoría general pretende validez intersubjetiva”, el requisito de tal pretensión es la constante discusión y la revisión crítica a que viene sometida cada proposición científica. En ese sentido, se desarrolla el marco teórico referencial de la presente investigación, respetando la historia como condición del conocimiento científico, especialmente en el caso de las aportaciones más cercanas a nuestro contexto, sin desdeñar obviamente las iniciativas emprendidas para generar teorías de carácter general. Es menester afirmar igualmente, que un estudio como el pretendido en el presente capítulo, conduce a una selección personal de la bibliografía disponible y por ende no abarca todo el estadio de aportes, sin embargo, se ha tratado que los aspectos desarrollados obedezcan a la importancia y a la relación con el objeto de estudio de esta investigación. El capítulo obedece al siguiente orden: primero, se aborda el surgimiento de la sociología militar como disciplina de las ciencias sociales a partir de la referencia a los presociólogos y los sociólogos modernos vinculados con el tema político-militar. Segundo, se estudia la sociología militar como disciplina que comprende en su objeto de estudio las 11 relaciones civiles-militares, los aportes teóricos clásicos, los principales ponentes y las teorías de mayor validez y confiabilidad en el área. Tercero y consecuente con la búsqueda de aportes cercanos a nuestro contexto se exponen los estudios latinoamericanos y los estudios específicamente enfocados en el caso Venezuela. Por último, se discute la importancia del uso de los paradigmas dominantes de la teoría social y sus aplicaciones en la ciencia política contemporánea para la investigación y el análisis de las relaciones civiles-militares. 2. La sociología militar como disciplina de las ciencias sociales La sociología militar es un área especializada de la sociología cuyo objeto de estudio es el sector militar y sus relaciones con la sociedad como un todo. Su gestación, constituye un fenómeno más o menos reciente, cuya literatura inicial se relaciona tangencialmente a los escritos de los pre-sociólogos y filósofos europeos. Es importante mencionar que la sociología militar ha tomado los aportes de los padres fundadores de la sociología7 desde Augusto Comte8 con sus dos grandes aportes, la formulación de la ley de los tres estadios: teológico, metafísico y científico positivista y la jerarquía de las ciencias. Pasando por la teoría organicista de Herbert Spencer que al igual que Comte estableció dos tipos de sociedades una militar y otra industrial, siendo la primera la más primitiva ya que predominaba el mando o sentido de autoridad, mientras que en la industrial prevalecía la prohibición. Igualmente, tienen importancia los planteamientos de Emile Durkheim9 a partir de la definición del objeto de la sociología como es el determinar las condiciones de conservación de las sociedades y que para el autor estaba basada en la solidaridad social, definida como el acuerdo espontáneo de los intereses individuales (solidaridad orgánica y mecánica); hasta llegar a los invalorables aportes de Weber con la elaboración de tipos ideales y el análisis de las instituciones, que es llevado a cabo en la obra Economía y Sociedad, en la que define los 7 Para profundizar sobre los padres fundadores de la sociología ver: Aron, Raymond (1996). Las etapas del pensamiento sociológico. Tomo I. Buenos Aires: Ediciones Fausto. 8 Kenneth Thompson (1988). Augusto Comte: Fundador de la sociología. Ensayo introductoria, en el libro Augusto Comte. Los fundamentos de la Sociología, FCE, p. 19 a la p. 69. 9 Un estudio importante de la obra de Durkheim es la realizada por Lukes, Steven (1984). Emile Durkheim: su vida y su obra: estudio histórico-critico. Madrid: Siglo Veintiuno. 12 tipos de dominación. Ésta no es más que la probabilidad de encontrar obediencia dentro de un grupo determinado para mandatos específicos, Weber explica que toda dominación requiere de un cuadro administrativo, que depende de motivos materiales, afectivos o racionales con arreglo a valores. Los aportes de los padres fundadores que aún prevalecen para la sociología, igual trascendencia y pertinencia siguen teniendo en la sociología militar, de hecho un artículo publicado por Alonso Baquer Cinco sociólogos del interés militar, anuncia como las escuelas originarias en la sociología como el positivismo10 el organicismo11 el historicismo12, el funcionalismo13, el estructuralismo14, el formalismo15 y el elitismo16, representadas en alguna medida por los principales aportes de los sociólogos fundadores, siguen siendo referencia y mantienen su importancia para el tema sociológico militar. Sin embargo, es menester señalar que a pesar del auspicio desarrollado de la sociología durante el siglo XIX, no fue hasta mediados de este siglo que comenzó a perfilarse la sociología militar como disciplina a partir de la reflexión en torno a la primera guerra mundial y a la organización militar, lo cual generó un movimiento para que surgiera la sociología militar en la evolución de la sociología y de la ciencias sociales modernas (Gutiérrez, 2002). Durante los últimos veinte años, según Jenkins y Moskos (1987) hemos sido testigos de un marcado aumento en el estudio de la relación entre fuerzas armadas y sociedad (p. 42). Este interés ha fomentado una rica cosecha tanto en preceptos normativos como en investigaciones empíricas. Pero esta profusión aún no se ha traducido en un espacio cierto dentro de la disciplina sociológica para el estudio de las relaciones entre las Fuerzas Armadas y la sociedad, por lo que la mayoría de los académicos abogan por construir colectivamente unos ciertos parámetros que permitan definir el área de estudio, los paradigmas teóricos y metodológicos, así como el crecimiento sostenido de la disciplina y su enseñanza en las universidades. Ahora bien, más allá de las dificultades organizativas y académicas, las 10 Creada por Augusto Comte (1798-1857). Herbert Spenser (1820-1903) 12 Representada por Alexis Toqueville (1805-1903) 13 Talcott Parsons (1890-1979) 14 Emile Durkheim (1858-1917) 15 Max Webber (1864-1920) 16 Wilfredo Pareto (1848-1923) 11 13 aportaciones son proliferas y amplias permitiendo realizar clasificaciones y aproximaciones hacia el objeto de estudio de las Fuerzas Armadas y la Sociedad como le acuñaron Jenkins y Moskos (1987) o sociología militar17 en términos de Janowitz (1960). Tanto es así, que estudiosos del área afirman que las ciencias sociales, en su proceso de desarrollo, cuentan con el surgimiento de un campo de interés propiamente militar que se difunde sobre las áreas de la sociología, la psicología social, y la ciencia política, esta es, la sociología militar” (Gutiérrez, 2002).Y le otorgan según Jenkins y Moskos (1987), el objeto de estudio de tres epígrafes: “primero, el militar profesional y la organización militar; segundo, las relaciones cívico-militares; y tercero, la sociología de la guerra y los conflictos entre grupos armados” (p. 47-48). Estas tres áreas de estudio interactúan, de hecho, se ha investigado la existencia de relaciones entre el profesionalismo militar y los modelos de relación civiles-militares, o entre el profesionalismo y las formas de guerra o conflicto. Sin embargo, nuestro interés central en esta investigación está delimitado al área de las relaciones civiles-militares. 3. La sociología militar y las relaciones civiles-militares El estudio de las relaciones civiles-militares tiene su origen a partir de la publicación en 1941 del ensayo clásico de Harold D. Lasswell: The Garrison State, que originó y permitió la profusión de un conjunto de investigaciones en el área político-militar y especialmente de las relaciones entre la élite política y la élite militar. Señalan Jenkins y Moskos en su obra Las 17 Para discurrir sobre el origen de la sociología militar y la influencia de Janowitz y el Inter-American Seminar on Armed Forces and Society, (IUS) ver: Janowitz y los orígenes de la sociología militar. Burk James (2002), “Morris Janowitz y los Orígenes de la Investigación Sociológica sobre las Fuerzas Armadas y la Sociedad” Winter: Security and Defense Studies Review. Vol 2. pp. 126-142. En este artículo se puede extraer como Janowitz es considerado el padre de la sociología militar y creador del Seminario Inter-Universitario sobre las Fuerzas Armadas y la Sociedad (IUS por su sigla en inglés) que congregaba académicos y militares interesados en el tema político- militar. Este seminario produjo la publicación de diversas investigaciones en el área políticomilitar, revistas especializadas, análisis comparados y la creación de la disciplina de la sociología militar a nivel universitario. Igualmente se puede consultar a Gutiérrez Valdebenito, Omar (2002), Sociología Militar. La profesión militar en la sociedad democrática. Santiago de Chile: Editorial Universitaria. pp. 81-138. Finalmente, se recomienda la página Web del Inter-University Seminar on Armed Forces and Society http://www.iusafs.org/, que sigue congregando a importantes académicos en torno al estudio del tema políticomilitar. 14 Fuerzas armadas y la sociedad que Lasswell desarrolló el análisis de los peligros del militarismo en la sociedad industrial avanzada sometida a una constante amenaza de guerra, con el uso de una novedosa hipótesis que rechazaba las nociones anteriores sobre la dictadura militar, alegando que la militarización y el militarismo de estas sociedades avanzadas no podían caracterizarse por el gobierno directo de los militares, sino que la dictadura militar se identificaría más bien con la ascensión por parte de militares a funciones políticas que tradicionalmente eran desempeñadas por las élites civiles. Esta interpretación de las elites civil y militar se caracterizaría, por coaliciones de tipo autoritario (p. 49). Este marco conceptual ha tenido mucha influencia y es importante dentro del área ya que sirvió de base para las posteriores publicaciones de Charles Wright Mills (1987) La Élite del poder18 y de Charles Moskos (1974) Complejo militar industrial19 que desarrollan a posterior conclusiones sobre la importancia de la valoración continua y sistemática del tema dentro del estudio de la sociología militar. Estos estudios son de tal importancia que hoy se mantiene y se hace vigente su ejecutoria en nuevas hipótesis y nuevas agendas, pero siempre marcadas por la preocupación inicial: el papel político (en términos de poder) del componente armado dentro de los Estados. La sociología militar en consecuencia es una disciplina que cobra en el mundo, en América Latina y en Venezuela cada vez mayor importancia, debido a la compleja presencia, vinculación y actuación de las organizaciones militares y sus imbricaciones con el poder político. Por esta razón la disciplina ocupa un amplio campo y un gran interés al facilitar, 18 La obra de Mills es un clásico en el estudio de la élite política y podemos afirmar que su aporte en la materia se refiere a la idea de que los militares eran parte integral de una élite del poder. Como se desprende de la siguiente disertación del autor en el primer capitulo titulado “Los altos círculos”: “El camino para comprender el poder de la minoría norteamericana no está únicamente en reconocer la escala histórica de los acontecimientos ni en aceptar la opinión personal expuesta por individuos indudablemente decisivos. Detrás de estos hombres y detrás de los acontecimientos de la historia, enlazando ambas cosas, están las grandes instituciones de la sociedad moderna. Esas jerarquías del Estado, de las empresas económicas y del ejército constituyen los medios del poder; como tales, tienen actualmente una importancia nunca igualada antes en la historia humana, y en sus cimas se encuentran ahora los puestos de mando de la sociedad moderna que nos ofrecen la clave sociológica para comprender el papel de los círculos sociales más elevados en los Estados Unidos. En la sociedad norteamericana, el máximo poder nacional reside ahora en los dominios económico, político y militar. Las demás instituciones parecen estar al margen de la historia moderna y, en ocasiones, debidamente subordinadas a ésas. W. Mills (1987). La élite del poder. México: Fondo de Cultura Económica. p. 2. 19 Charles Moskos es uno de los autores con mayores estudios sobre el tema, el artículo The Concept of the Military-Industrial Complex: Radical Critique or Liberal Bogey? Social Problems, Vol. 21, No. 4 (Apr., 1974), pp. 498-512 es un análisis inicial para reflejar la influencia e importancia a las Fuerzas Armadas en el complejo militar- industrial. 15 orientar y permitir estudios enjundiosos sobre la compleja relación del militar y de lo militar con lo estratégico, con lo político y con la sociedad. Vale decir, la sociología militar es una disciplina de amplio interés para los estadistas, los políticos, los militares y de especial desarrollo en el campo académico, que se ha visto en la necesidad de profundizar y ahondar sobra la evolución de esta disciplina como ciencia aplicada de la sociología. El interés se hace mayor en sociedades que no han alcanzado un adecuado nivel de institucionalidad política y los sistemas políticos se encuentran frecuentemente marcados por la presencian del militar en funciones de poder, burocráticas o de gobierno. Es así, que en el desenvolvimiento político de algunos Estados se convierte en materia de primer orden debido a la importancia que adquieren relaciones conflictivas entre los militares y otros actores del sistema político. Importantes escuelas de pensamiento se dedican por ello al estudio de las relaciones civiles-militares entendidas como relaciones de poder e interdependencia entre el gobierno legítimamente constituido y el estamento militar, fundamentalmente en la cúspide de la jerarquía. Del estudio de las ideas centrales con respecto a las relaciones civiles-militares se ocupan los subsiguientes apartes, por ser el objeto central de nuestro estudio. 3.1 Enfoques teóricos clásicos de las relaciones civiles-militares En el estudio las relaciones civiles-militares se entienden como clásicos, aunque con perspectivas divergentes y en algunos casos con ideas contrapuestas a Morris Janowitz20 y Samuel Hungtinton. En el caso del primer autor, destaca el estudio sobre los cuatro grandes modelos de las relaciones civiles-militares, como base para la comparación de los Estados industrializados con las nuevas naciones. Describe en sus estudios el modelo aristocrático, el 20 Morris Janowitz (1919-1988), sociólogo norteamericano, innovador y científico realizó importantes contribuciones a la teoría sociológica. Su trabajo en ciencia política se centró principalmente, en las relaciones civiles-militares. Es también el autor de La sociología y el establecimiento militar. Janowitz sirvió, como profesor distinguido en la Universidad de Cambridge (1972-73) y como profesor del distinguido de Kimpton en el departamento de Sociología en la Universidad de Chicago. Asimismo, realizó un excelente aporte al estudio de la Fuerzas Armadas Norteamericanas con su obra El Soldado Profesional. 16 totalitario, en su doble acepción nacionalsocialista y comunista y el Estado guarnición para las naciones industrializadas. Mientras en el caso de las nuevas naciones, Janowitz identifica cinco modelos: el control autoritario personal, el partido autoritario de masas, el sistema democrático competitivo y el semicompetitivo, la coalición civil-militar y la oligarquía militar. La implicación militar en los tres primeros modelos es mínima, los estamentos militares son considerados como una institución legítima e independiente, pero difieren sustancialmente en los mecanismos de control político interno. En el caso de la formación de una coalición, los militares sirven como grupo de apoyo activo a los partidos políticos u otros grupos con poder político, y se configuran oligarquías militares cuando la iniciativa política se encuentra bajo el mando de los militares21. Tabla 1. Tipología de relaciones civiles-militares en las nuevas naciones de Janowitz. TIPOLOGÍAS CARATERÍSTICA CONTROL AUTORITARIOPERSONAL El poder militar es restringido y se mantiene la supremacía civil, por una autocracia GRUPO DE PARTIDOSAUTORITARIO El rol militar esta limitado e institucionalmente subordinado al grupo de partidos DEMOCRÁTICOCOMPETITIVO Tradiciones coloniales, instituciones civiles competentes con partidos políticos que COALICIÓN CIVIL-MILITAR Es inestable, el militar puede asumir un papel político sobresaliente e interviene en la personalizada. dominantes. mantienen a los militares restringidos. política algunas veces. OLIGARQUÍA MILITAR Gobierno directo de los militares. Fuente: Elaboración propia a partir de las fuentes consultadas. 21 Las ideas centrales de la obra de Janowitz fueron tomadas del estudio realizado por José Almeda titulado “Un esbozo institucional sobre las relaciones civiles.-militares en el mundo iberoamericano”. En Almeda, José. Comp (2005), Democracias Frágiles: Las relaciones civiles-militares en el mundo iberoamericano. Valencia: Instituto Universitario General Gutiérrez Mellado “De Investigación sobre la Paz, la Seguridad y la Defensa”. Igualmente sirvió de fuente Burk James (2002). Morris Janawitz y los orígenes de la investigación sociológica sobre las Fuerzas Armadas y la sociedad. 17 Por su parte Huntington (1964) en su libro El Soldado y el Estado, inicia el estudio a partir de la definición de los modos de control civil. Los divide en dos, el control subjetivo y el control objetivo. El primero se caracteriza por potenciar el poder civil y hacer más civiles a los militares, propiciando una identificación de las fuerzas armadas con las metas, orientaciones ideológicas e institucionales del régimen político. Mientras el control objetivo, se logra profesionalizando a los militares y confiriéndoles autonomía organizacional y dotación de recursos suficientes para mantenerlos ocupados en la tarea de defensa, así el militar tiende a circunscribirse a su esfera propia, alejándolo por consiguiente de la política, como bien lo afirma el autor “la esencia del control civil objetivo es el reconocimiento del profesionalismo militar autónomo” (p.121). Para aproximar el tema de las relaciones civiles- militares, explica el autor: “Las instituciones militares de cualquier sociedad están configuradas por dos fuerzas: una funcional proveniente de las amenazas a la seguridad de la sociedad y un imperativo societal que surge de las fuerzas sociales, ideológicas y las instituciones dominantes en la sociedad. Las instituciones militares que sólo reflejen valores sociales pueden ser incapaces de llevar a cabo efectivamente su función militar. De otro lado, puede ser imposible el encuadrar dentro de una sociedad instituciones militares conformadas puramente por imperativos funcionales. La interacción de estas dos fuerzas es el meollo del problema de las relaciones civiles-militares. El grado de conflicto depende de la intensidad de las necesidades de seguridad y de la naturaleza y fuerza de las pautas de valor de la sociedad”. (2-3) En este sentido, define la relación civil-militar a partir de dos niveles. “Al nivel del poder, el asunto determinante es el poder relativo del cuerpo de oficiales con respecto a los grupos civiles dentro de la sociedad. Al nivel ideológico, la cuestión clave es la compatibilidad de la ética militar profesional con las ideologías políticas prevalecientes en la sociedad”. (p.124). Plantea Huntington, que en cuanto al nivel de las relaciones de poder existen dos formas: autoridad formal e influencia informal, y ambas pueden ser medidas en términos de su grado y amplitud. La autoridad formal involucra el control de una persona sobre la conducta de otra con base en sus respectivas posiciones en una estructura social definida. La autoridad, 18 consecuentemente, es poder ordenado, estructurado o legitimado y su ejercicio tiene la sanción de la Constitución, los estatutos, las leyes, los decretos o las costumbres aceptadas por el tiempo. Con respecto a las relaciones de influencia informal, existen porque se controlan otras sanciones o recompensas, como la personalidad, riqueza, conocimientos, prestigio, amistad, parentesco o una variedad de otras fuentes, y no porque se ocupen posiciones particulares en una estructura formal. (p.125). En cuanto al segundo nivel de las relaciones civiles-militares, el autor compara cuatro manifestaciones de una especie de ética civil: la ideología política con la ética militar. Las ideologías políticas seleccionadas para el estudio son: liberalismo, fascismo, marxismo y conservatismo. Una síntesis de la comparación entre ética militar con las ideologías políticas es la siguiente: existe un contraste y conflicto inherente entre ética militar y liberalismo, el fascismo y el marxismo; y también hay una compatibilidad y similitud inherente entre la ética militar y el conservatismo. En tanto el liberalismo y el marxismo insisten en modelar las instituciones militares conforme a ideas “no militares” y el fascismo (pienso que también en cierto grado el marxismo) trata de inculcar en ellas la ideología del partido, con puntos de vista sobre la naturaleza humana, la historia y conceptos de poder distintos, con relación a la ética militar; el conservatismo no tiene un modelo político ideológico que imponer a las instituciones militares y, en consecuencia, no hay un conflicto inevitable con los valores militares en las demandas de la función militar. Ahora bien, el concepto de relaciones civiles-militares alude a las relaciones que se establecen entre “los militares y el medio civil que dirige la nación” (Huntington, 1964, p. 3). Este hiato de relaciones es entendido como “un sistema de elementos interdependientes”, lo que supone que sus componentes son propensos a funcionar articuladamente y que, dadas modificaciones en una parte o sector, tienden a producirse alteraciones en la otra (p. 10). El núcleo de estas relaciones viene dado por la cuestión del control civil; esto es, cómo se produce el control político por parte de los dirigentes civiles de una nación sobre el estamento militar y qué problemas se generan a razón de éste. Esta concepción ha sido ampliamente usada para diferentes estudios, pero también ha recibido críticas por sus imperfecciones e imprecisiones. Una línea fundamental de la crítica se basa en que Huntington asume que en la realidad -y por ende en el análisis- los civiles 19 gobiernan los Estados, por lo cual debe haber diversas formas en el que lo militar se involucre o sirva al poder político en el gobierno; pero escapa de su análisis que los propios militares pueden gobernar las naciones. Esta limitación22 se hace esencial cuando se quiere analizar cualquier caso latinoamericano, incluido el venezolano. Lo importante entonces, es cómo lograr la obediencia o subordinación de los militares, que en el contexto venezolano, no es una premisa dada en la realidad, sino un resultado, un objetivo que debe ser alcanzado por la elite dirigente. Y este logro implica como afirma López (1996) una “connotación relacional”. La subordinación o no de los militares a los poderes públicos ocurre en el marco de las relaciones civiles-militares, que como se ha mencionado anteriormente, son relaciones interdependientes. “Entonces: para que haya subordinación debe conjugarse responsabilidad de mando y deber de obediencia (resaltado en el original). Ambos requisitos deben satisfacerse adecuadamente. Si alguno de los dos está ausente falla la subordinación” (p. 154). Lo más frecuente es que falle el deber de obediencia por parte de los militares, pero es poco estudiado y analizado la falta o la inadecuada responsabilidad de mando por parte del poder político. Los enfoques de Janowitz y Huntington son escuelas que han moldeado en mucho los diversos estudios y análisis realizados en América Latina y en Venezuela y aunque se aprecia la complejidad de los aportes de los clásicos, se debe advertir que estas interpretaciones como bien se explicó antes, se encuentran distantes, en alguna medida de nuestra cultura, historia y formación sociopolítica. El aporte de los teóricos clásicos es de vital importancia, pero obliga a una cautela y profundización académica que sea consecuente con las realidades propias de los Estados latinoamericanos. La academia y los académicos responsables por teorizar, estudiar y explicar las relaciones civiles-militares de otras latitudes temporo-espaciales, deben desarrollar capacidades de observación, vías de análisis y modos de interpretación que tomen en cuenta el ambiente político- estratégico, geopolítico y político-militar de la realidad objeto de estudio. 22 Es de hacer notar que la idea escapa de su análisis y esto se debe a que la obra de Huntington, era ajena a esta realidad y por ende su estudio no toma en cuenta que los militares mismos pueden constituirse en gobierno. 20 4. Las relaciones civiles-militares desde la perspectiva latinoamericana Mientas Janowitz y Huntington, centraron sus estudios principalmente en los países desarrollados y en Estados Unidos de Norteamérica, en América Latina, es menester decir que en la época antes de los años 60, muy poco había sido escrito acerca del rol político de las fuerzas armadas. Los académicos se adentraban en la ideología del progreso, considerando una intervención militar como poco común, como una crasa o equivocada línea de conducta que no era digna de países que venían desarrollándose democráticamente, por ello no merecían comentarse. Edwin Lieuwen decía en ese sentido en 1960 que “acerca del tema del militarismo en América Latina, ningún libro importante se ha publicado aún”. El propio libro de Lieuwen (1960) Las armas y la política en América Latina (en ingles Arms and Politics in Latin America), seguido por el libro de John Johnson (1964) Los militares y la sociedad en América Latina “The Military and Society in Latin America” marcarían un importante hito en lo que a esa tradición de indiferencia sobre el tema se refiere. Estos fueron los trabajos más influyentes de principio de los sesenta, mientras que Lieuwen discutía acerca de que la defensa de los intereses institucionales de los militares podría llevar a una conducta predatoria y peligrosa por parte de las fuerzas armadas, Johnson insistía que los militares podían jugar un rol positivo, un rol desarrollador, precisamente por su entereza institucional que es a su vez una debilidad del mundo civil. Lo que ambos autores compartieron fue la idea de que la modernización era inevitable y que las fuerzas armadas, para bien o para mal, tendrían un papel político en ese proceso. Cerrando la década del sesenta, se hizo presente la incertidumbre sobre países inicialmente estables, democratizados y fueron germinando con la llegada del libro de Samuel Huntington El orden político en las sociedades en cambio (original de 1968, 4° edición en español 1997), según Pion-Berlin (2001) los latinoamericanistas no pueden catalogar a Huntington como uno de ellos, pero su tesis desmoronó la escuela de la modernización y algunas de sus ideas fundamentales, a pesar de que no se tomaron en cuenta para ese 21 momento, encontrarían luego una acogida con la influencia de latinoamericanistas como Guillermo O´Donnell. De acuerdo a Huntington, las transformaciones económicas crean oportunidades, pero éstas no necesariamente se ajustan con las demandas de grupos sociales dinámicos y diferentes. Tales grupos se dirigen a los procesos políticos para generar demandas, pero carecen de instituciones políticas que le respondan y es allí cuando surge la inestabilidad. Las sociedades descienden a un nivel de anarquía pretoriana donde el estamento militar se encuentra en medio de fuerzas políticas y sociales que giran a su alrededor. Las clases medias, temiendo una arremetida de las clases trabajadoras organizadas, “instan a los militares a oponerse al gobierno” y a restaurar el status quo anterior. Las causas más importantes de los golpes de estados militares pueden encontrarse en la estructura de la sociedad y no a lo interno de la organización militar como tal. “Las explicaciones militares no explican las intervenciones militares” señala Huntington23 (pp. 176235). Esto representaba un curioso retroceso teórico para un académico que había publicado anteriormente en la obra El soldado y el estado (1962), que los orígenes del control civil del militar se encontraban en la norma profesional y las prácticas de la organización en sí misma. En su primera encarnación Huntington estaba persuadido que las fuerzas armadas debían dedicarse única y exclusivamente al desarrollo profesional, por ende aseguraba así su neutralidad política. Lo que ocurría dentro de la profesión importaba para el destino de las relaciones civiles – militares. En su segunda encarnación, con la publicación El orden político en las sociedades en cambio, sus teorías e hipótesis habían cambiado. 23 Esta obra de Huntington dedica todo el capítulo 4 al Pretorianismo y la decadencia política. Para tratar de explicar las causas de la intervención del militar en política a partir de variables no sólo de orden interno profesional del sector militar, sino por el contrario en elementos culturales de la sociedad. En palabras de Alexis de Tocqueville (1963) en su texto la Democracia en América: “Una vez que los ciudadanos han aprendido a hacer uso productivo y pacífico de la libertad y han sentido sus beneficios... estos mismos hombres, en caso de que sigan la profesión de las armas, aportarán a ella, inconscientemente y casi a pesar de ellos mismos, los mismos hábitos y costumbres. El espíritu general de la nación, al penetrar el espíritu particular de las fuerzas armadas, suaviza los deseos y opiniones que engendra la vida militar, o mediante la todopoderosa influencia de la opinión pública, los suprime de hecho. Una vez que una nación tiene ciudadanos libres, íntegros, ordenados y educados, tendrá soldados disciplinados y obedientes” (p. 598). 22 Con una tesis contraria al libro de Huntington El soldado y el Estado (1964), se desarrollarían luego ideas centradas nuevamente en las influencias institucionales (la profesionalidad del estamento armado), pero ahora argumentando que el profesionalismo podría ser la fuente de la peligrosa conducta pretoriana. Tomando prestadas ideas de la teoría organizacional, O´Donnell en un artículo titulado La modernización y los golpes militares: teoría, comparación y el caso argentino (1976) sugería que la sobre vivencia del sector militar dependía de su habilidad para reducir las amenazas que se originan en su ambiente. O´Donnell (citado por Pion-Berlin) afirma que “Debido a su profesionalismo, no a pesar de él, las fuerzas armadas profesionalizadas manifiestan una gran probabilidad de tornar sobre ellas la responsabilidad de superar recurrentes crisis de las relaciones civiles– militares y lo hacen a través de la instalación de un nuevo régimen político”. Dentro de este enfoque latinoamericano y desde una perspectiva culturalista se estudió el giro hacia las soluciones autoritarias de fines de los sesenta e inicios de los setenta, tomando en cuenta el peso de las tradiciones militares, pensamientos, percepciones propias y voluntad de moldear la política a su conveniencia. Al reunir y traducir al inglés docenas de discursos y proclamaciones militares provenientes de siete países latinoamericanos, Brian Loveman y Thomas Davies en The politics of antipolitics: the military in Latin America (1997) brindaron a un gran auditorio de norteamericanos una valiosa visión de la estructura mental militar de una importante era. Según los autores, en las décadas de 1960 y 1970 los oficiales militares profesionales examinaron el panorama histórico en el Hemisferio y atribuyeron las condiciones económicas desfavorables de la región a la ineptitud y la corrupción de los políticos civiles, así como a los marcos institucionales de democracia liberal copiados del extranjero. En gran parte de América Latina, los oficiales militares profesionales llegaron a la conclusión de que sólo poniendo fin a la política y estableciendo un régimen militar de largo plazo se podrían sentar las bases para la modernización, el desarrollo económico y la estabilidad política. Es decir, despolitizando a la política, y enfatizando una unidad política orgánica con una estructura jerárquica dominada por los militares a través de un núcleo ideológico de la antipolítica. Esta ideología dio operatividad a las premisas organizativas de la antipolítica según los autores bajo cuatro ejes: (1) centralización de la autoridad; (2) régimen jerárquico a través de 23 agencias administrativas (no-parlamentarias) en el ámbito local y de provincia, (3) una constitución “flexible”, es decir, una constitución que ofrecía efectivamente pocas restricciones al ejercicio de la autoridad gubernamental; y (4) reconocimiento oficial del gobierno mediante un estado de sitio u otros regímenes de excepción (p. 3) Estos supuestos sobre la estructura y el alcance de la autoridad gubernamental se combinaban con prácticas políticas que representaron el compendio del compromiso ideológico con la antipolítica; “(1) persecución sistemática de los elementos de oposición incluyendo los medios de prensa; (2) represión pragmática de los opositores al régimen que expresaran resistencia abierta a las políticas o los programas oficiales; y (3) noreconocimiento de la legitimidad de la oposición activa o de los pactos, las negociaciones y los compromisos políticos” (p.4) La antipolítica militar añade varios elementos a estas características generales: en la dirigencia militar una relación más evidente entre el Estado y la coerción, una demanda más fuerte de orden y respecto a la jerarquía, una actitud menos tolerante con la oposición y un rechazo expreso hacia la “política”, a la que percibe como la causa del subdesarrollo, la corrupción y el mal. Es importante destacar que los autores en una revisión realizada a su obra en el año de 1999 aseveraron, que aún cuando la mayoría de los países latinoamericanos a partir de las últimas dos décadas se han encaminado hacia un proceso de transición democrática, siguen prevaleciendo las prácticas y los efectos de la antipolítica militar dentro del funcionamiento de los sistemas políticos. 4.1. Las relaciones civiles-militares en democracia. Una vez completada la transición en América Latina, la atención de los académicos cambió una vez más, esta vez a los patrones de las relaciones civiles–militares dentro de un contexto democrático. El foco de atención es el grado en el que tanto de esferas civiles como militares se han dilatado o reducido o simplemente cambiado a partir del predominio de las 24 reglas democráticas. En ese sentido Pion-Berlin (2001) se pregunta: ¿Los líderes electos tienen mayor autoridad en virtud de su posición en los regímenes democráticos, se extiende esa autoridad por completo sobre el comando de las fuerzas armadas?, ¿Las Fuerzas Armadas cooperaban más que hace dos décadas atrás, cuán arraigado está ese sentimiento de cooperación? ¿Sí el control civil es condicional o condicionado o parcial por naturaleza, pueden sostenerse los regímenes democráticos por sí solos? Según el autor, las interrogantes planteadas demuestran en cierta forma que los académicos en el campo de las relaciones civiles-militares “hemos girado en círculo desde la publicación del libro El soldado y el Estado de Samuel Huntington”. En ese entonces, así como lo es hoy, el tema era y sigue siendo ¿Qué le hará falta a los políticos para alcanzar la supremacía sobre las Fuerzas Armadas en un sistema democrático? Esto se avala igualmente en un estudio realizado por Samuel Fitch (1998) donde analiza las pautas de las relaciones civiles-militares en el período posterior a la transición democrática en América Latina. Partiendo de una definición procedimental de la democracia el autor define tres características que deben poseer las relaciones civiles-militares: los militares deben estar subordinados al régimen democrático, la consolidación democrática requiere el control de la política pública en el estamento armado por las autoridades civiles designadas constitucionalmente ante quienes los militares están subordinados profesional e institucionalmente; en las democracias consolidadas el personal militar esta sujeto al imperio de la ley, pese a estar bajo normas especializadas que no aplican a los civiles, a los miembros de las fuerzas armadas ni se les niega derechos constitucionales ni se les garantizan privilegios ni por ley ni en la práctica. En síntesis, plantea el autor, en los regímenes democráticos el sector o estamento militar no elabora las políticas públicas, no son actores políticos y no están por encima de la ley. (Ver Tabla 1). 25 Tabla 02: Pautas de relaciones civiles-militares posteriores a la transición democrática. No institucionalizadas Institucionalizadas CONTROL DEMOCRÁTICO Civiles Militares Control sobre la política pública Civiles SUBORDINACIÓN Influencia indirecta de alcance limitado Control limitado sobre la política pública Militares TUTELA Influencia Directa o indirecta Civiles Escaso control sobre la política pública Militares CONTROL Fuente: J.S Fitch (1998), The Armed Forces and Democracy in Latin America. Baltimore, Civiles Militares Control político Fuente: J.S Fitch (1998), The Armed Forces and Democracy in Latin America. Baltimore, Jhons Hopkins University Pres. P. 39. Con respecto a estos supuestos teóricos, los intelectuales y especialmente los latinoamericanistas tienden a generalizar algunas veces y plantean que: El paso del tiempo de forma interrumpida por parte del pretorianismo militar, ha permitido que las autoridades electas y sus equipos de construcción de políticas públicas hayan tenido espacio para subsistir, justificando el ascenso natural del control civil hasta los más altos niveles de nuestra agenda intelectual. En décadas pasadas, las democracias coquetearon con el colapso, frenéticas por tratar de apaciguar a generales sedientos de poder para evitar mayores desastres. Por mucho, esa no es la situación de hoy en día. (Pion-Berlin, 2001) Nuestra posición es mucho más pesimista con respecto al papel del militar en la política y a su control civil, especialmente en Venezuela, como veremos en el siguiente punto, estas 26 ideas adquieren matices y peculiaridades, dependiendo del contexto político y de los valores culturalmente asentados en la sociedad y el Estado. 5. Aportes teóricos de las relaciones civiles- militares en Venezuela El estudio de los aportes teóricos sobre las relaciones civiles-militares en Venezuela, viene dado por un conjunto de libros, artículos, tesis y formulaciones que parten desde perspectivas teóricas y hasta de disciplinas diferentes, por ello, se realiza una síntesis a partir de una selección de autores enmarcados en tres perspectivas que hemos definido como: la historiográfica, los aportes externos y la politológica. 5.1 Perspectiva historiográfica Dentro de la perspectiva histórica se encuentran enjunciados estudios vinculados al análisis, no específicamente con el cuño de relaciones civiles- militares, pero que aluden a las relaciones de poder entre el liderazgo político y el militar. En esa corriente se encuentra el estudio del historiador Guillermo Morón de los generales del siglo XIX venezolano, aludiendo que heredamos de la estructura estatal del Imperio Español la figura del Capitán General, que concentraba bajo su dominio tanto el poder político como el militar, este estudio nos permite dilucidar como desde nuestros inicios como República los generales tomaron para sí el poder político y no existía una diferenciación entre el poder civil y el militar, las dos figuras estaban concentradas en una misma autoridad. Otro aporte importante viene representado en los aportes del abogado e historiador y quien fuera asesor del Servicio del Consejo de Defensa Nacional, José Giacopini Zárraga, que plantea una visión cíclica de la historia venezolana, definida por largos períodos de dominio militar y breves espacios de gobierno civil. Un tercer autor en la corriente historiográfica es Ramón José Velásquez Mújica político, jurista e historiador venezolano, Presidente interino de 27 la República designado por el Congreso (1993-1994), este influyente pensador ha estudiado profusamente la historia política venezolana del siglo XIX y XX, sus aportes sobre los gobiernos de corte militar y su desempeño en la política venezolana son materia obligada para mejor entender y comprender la realidad actual. En cuarto lugar, pero con menor continuidad se encuentra Ángel Ziems con su tesis de licenciatura en historia publicada bajo el titulo de: el Gomecismo y la formación del ejército nacional, que representa una obra de suma importancia y pionera en el estudio de la formación del ejército nacional venezolano y sus variables históricas, organizativas, funcionales, así como su inserción en el gobierno gomecista. Finalmente, se encuentra dentro de la perspectiva historiográfica Domingo Irwin con publicaciones dentro de las que destacan en el tema de las relaciones civiles- militares las siguientes: en orden de publicación en el año 1985 Reflexiones sobre el caudillismo y el pretorianismo en Venezuela (1830-1900). Tiempo y Espacio, No. 4. Caracas, Centro de Investigaciones Históricas “Mario Briceño Iragorry”- IUPC; en el año 1990 Relaciones Civiles-Militares en Venezuela, 1810-1903. Caracas, Tesis Doctoral, UCAB, manuscrito inédito, 540 pp., En el año 1996 Relaciones Civiles-Militares en Venezuela, 1830-1910 (Una Visión General). Caracas, Litobrit. En el año 2000 Relaciones civiles-militares en el siglo XX venezolano. Caracas: El Centauro. Y la más reciente en forma de compilación Domingo Irwin, Luis Alberto Buttó y Frédérique Langue, Control Civil y Pretorianismo en Venezuela, Caracas, UPEL-Universidad Católica Andrés Bello, 2006, 228 p. No pretendemos aquí desarrollar cada uno de los textos arriba citados, pero sí se infiere la existencia de una línea argumental en el autor referida al enfoque histórico y al estudio de temas como el caudillismo, profesionalismo, corporativismo y pretorianismo venezolano tanto en el siglo XIX como en el siglo XX. Igualmente, debemos apuntar el esfuerzo del autor por reforzar la importancia del estudio, análisis y discusión del tema referido a las relaciones civiles-militares y al control civil en el contexto venezolano. 28 5.2 Los aportes de carácter externo: Caso Venezuela 24 Dentro de los aportes externos trabajaremos a latinoamericanistas dedicados al estudio del Caso Venezuela en el tema político- militar. Hay coincidencia de que el primer estudio sobre las relaciones civiles-militares en Venezuela obedece a la obra de Winfield Burggraaff25 (1972) The Venezuelam armed forces in politics, 1935-1958. Culumbia University of Missouri Press, trabajo histórico que se propone analizar el rol de los militares en la política venezolana desde la muerte de Juan Vicente Gómez hasta la presidencia de Rómulo Betancourt en 1959. Luego tenemos los aportes de carácter empírico de Gene Bigler, (1977), en su texto The Armed Forces and Patterns of Civil-Military Relations. En John Martz and David J. Myers. (Ed.) Venezuela. The democratic experience. Praeger Publishers, New York, London, pp.113133. Especial mención requiere el estudio editado por la Revista (N° 10-1981) del Instituto de Estudios Políticos de la Universidad Central de Venezuela La restricción política y la profesionalización militar en Venezuela. En ambos estudios el autor profundiza sobre la profesionalización militar en Venezuela y como el factor profesional era un elemento principal de control e inhibición de la participación de estamento militar en la vida política del Estado. Continuando con la revisión bibliográfica, tenemos los artículos de Felipe Agüero, uno publicado en 1990, The military and Democracy in Venezuela, en Louis Goodman, Johanna Mendelson, and Juan Rial. (Eds.): The Military and Democracy: The future of Civil-Military Relations in Latin America, Lexington, Kentucky: Lexington Books, pp. 256-275; y el segundo del año 1995, Las Fuerzas Armadas y el debilitamiento de la democracia en Venezuela. En Venezuela: La democracia bajo presión, Andrés Serbín y Andrés Stambouli (compiladores), Instituto Venezolano de Estudios Sociales y Políticos: Nueva Sociedad, sus 24 Para profundizar sobre la bibliografía editada sobre este tema se recomienda una selección realizada por Klaus Lindenberg (1972): Fuerzas Armadas y política en América Latina, Bibliografía Selecta. Santiago de Chile: ILDIS. Cuenta con una selección para cada país de América Latina, la parte referida a Venezuela se encuentra entre las pp. 167-174. También en el caso particular de los estudios angloamericanos se recomienda una recopilación realizada por Hernán Castillo y Leonardo Ledezma (2003) Textos Angloamericanos sobre las Relaciones Civiles y Militares Venezolanas. Caracas: UCAB. 25 Otros textos del autor: Las fuerzas armadas de Venezuela en transición: el período de López Contreras. En Boletín Histórico, N° 17, Caracas, 1968, o Burggraaff y Richard Millet, (1995), More than Failed Coups: the crisis in Venezuelan Civil-Military Relations. En el libro Lessons of the Venezuelan Experience editado por Louis W. Goodman, Johanna Mendelson Forman, Moisés Naím, Joseph S. Tulchin, y Gary Bland, pp. 54- 78. 29 ideas serán esgrimidas en el capítulo tres de este trabajo de grado en el tema referido a las causas de los golpes de estado efectuados en el año 1992 en Venezuela. Mención especial merece los dos textos de Deborah Norden como investigadora del tema de las relaciones civiles-militares en Venezuela, el primero publicado en el año 2000, The Organizational Dynamics of Militaries and Military Movements: Paths to Power in Venezuela. En David Pion-Berlin (Ed.) Civil-Military Relations in Latin America. New Analytical Perspective, The University of North Carolina Press: Chapel Hill and London. Este trabajo, que parte de la perspectiva organizacional, estudia como el Presidente Chávez después de contribuir a organizar un movimiento militar conspirativo, como el Movimiento Bolivariano Revolucionario, MBR, dentro de una estructura organizativa burocrática clásica como el ejército venezolano y donde fracasa en su intento de propinar un golpe de estado, luego la convierte siete años después, en un movimiento popular electoral exitoso, el Movimiento V República (MVR). El segundo artículo La Democracia en Uniforme; Chávez y las fuerzas armadas del año 2003, estudia la politización de las fuerzas armadas y la militarización de la sociedad por parte del gobierno de Chávez. Finalmente, debemos reseñar a Harold Trinkunas como uno de los autores estadounidense que mayor dedicación académica ha tenido en cuanto al estudio de las relaciones civiles-militares en Venezuela. Haciendo especial énfasis en los aspectos vinculados a la democracia puntofijista y el control civil en este período. De igual forma, recientemente ha realizado algunos aportes sobre los cambios producidos en las relaciones civiles militares en lo que llama la Quinta República, sobre todo a partir de la Constitución de 1999. Uno de sus trabajos es Crafting Civilian Control in Argentina and Venezuela. Editado por David Pion-Berlin (Ed.) (2001). Civil-Military Relations in Latin America. New Analytical Perspective, The University of North Carolina Press, Chapel Hill and London, donde estudia comparativamente Argentina 1983-1992 y Venezuela 1958-1973, especialmente en lo relativo al control civil y su necesidad para el logro de una verdadera democracia. También analiza el proceso por medio del cual el control civil se desarrolla e institucionaliza en Argentina y Venezuela. Particularmente se refiere a las oportunidades que los actores 30 democratizadores tienen para generar ascendencia sobre las fuerzas armadas luego de un período autoritario. El autor plantea como el control civil en Venezuela logró implementarse a partir del pacto de punto fijo, dejándole la esfera de la defensa a los militares y controlando los civiles los aspectos referidos a las políticas públicas y la designación de los líderes políticos. Un segundo estudio de Trinkunas (2001) es A Crisis in Civil-Military Relations in the Andes, presentado en el XXXIII Congreso Internacional de Latin American Studies Association, LASA, September, Washington, DC, donde ubica la situación política de las relaciones civiles-militares venezolanas, entre otras, en el contexto de la crisis política de los países andinos. Trinkunas plantea que sí colocamos en relación toda la problemática por la que han pasado el conjunto de países andinos durante la última década, se puede desprender que las relaciones civiles- militares podrían estar experimentando una crisis. Particularmente, esa situación de crisis generalizada en la región, ofrece una excelente oportunidad para estudiar la relación entre la naturaleza de las instituciones civiles y militares y la legitimidad democrática en estos países. Otro artículo de Trinkunas (2002) es The Crisis in Venezuelan Civil-Military Relations: From Punto Fijo to the Fifth Republic. Latin American Research Review, Volume 37, N° 1, pp.41-76. En este trabajo Trinkunas indaga sobre las causas de los golpes de estado militares de 1992 y las causas de su fracaso. Sostiene Trinkunas que en el período del Presidente Chávez han sido desmanteladas las bases institucionales que permitieron el control civil de los militares, aumentando de esta manera, tanto las probabilidades de conflictos en las relaciones civiles- militares, como las amenazas a la estabilidad del sistema gubernamental. En resumen, este trabajo examina los patrones institucionales de control civil establecidos en el Pacto de Punto Fijo. También analiza cómo algunos de estos mecanismos de control se fueron deteriorando en la década de los años 80, creándose de esta manera las condiciones que fueron permitiendo la perdida del control civil sobre los militares venezolanos, y las oportunidades para que dieran un golpe de Estado. Igualmente estudia el origen y fracaso de los dos intentos de golpes de Estado de 1992, y el esfuerzo del presidente Caldera por revitalizar el Pacto de Punto Fijo después de 1993. El artículo concluye ventilando la discusión acerca de cómo las relaciones civiles-militares han sido transformadas bajo la 31 administración Chávez y en la Constitución de 1999. (Trinkunas citado por Castillo, 2003, pp. 16-17) 5.3 La perspectiva politológica Dentro de la perspectiva politológica destacan los autores que han enfocado el tema de las relaciones entre el poder político y el estamento militar centrados en el estudio del poder y haciendo uso de los paradigmas, enfoques metodológicos y análisis propios de la ciencia política. No pretendemos ser exhaustivos, nombraremos los tres autores mas destacados. Primero, Aníbal Romero con sus dos estudios centrales del año 1989 sobre América Latina: militares, integración y democracia. Instituto de Altos Estudios de América Latina, Caracas: USB, y el dedicado al estudio de la Decadencia y crisis de la democracia ¿a dónde va la democracia venezolana? (1999), estudios fundamentados en el análisis estratégico-militar y politológico de las relaciones entre militares y políticos en la Venezuela de la democracia representativa proveniente del Pacto de Punto Fijo. Este autor sin abandonar la perspectiva histórica, pues ha planteado la influencia de la ideológica bolivariana en la formación de los militares venezolanos, ha realizado profundos estudios sobre la influencia del militar en la política venezolana y las consecuencias que han traído para la consolidación democrática. Recientemente en el año 2000 y 2002 este autor ha publicado dos artículos referidos al tema; el primero sobre Los Militares y la “Revolución” Chavista, y el segundo, Del equívoco a la paradoja: La FAN y la Revolución Bolivariana, de ambos artículos se despende la argumentación del autor de que el gobierno de Chávez haciendo uso de los planteamientos ceresolianos ha originado una honda transformación del esquema de relaciones cívicomilitares en Venezuela, cuyo impacto esencial se mide, de un lado, en el incremento en el nivel de politización de las Fuerzas Armadas, y de otro lado, en el desmantelamiento del andamiaje institucional de control civil. En segundo lugar, se encuentran los aportes de Herbert Koeneke destacándose los más recientes sobre El personalismo militarista de Hugo Chávez publicado en el año 2002 y Militares y Política en la Venezuela de Hugo Chávez editado en 2004-2005, donde el autor 32 alude en el primer artículo, la condición de personalismo militarista del presidente Chávez y sus efectos en la institución armada. Mientras es el segundo artículo, se ocupa de caracterizar las relaciones civiles-militares en el período de Chávez a partir de las concepciones de Nordlinger en la tipología de penetración y tradicional. Finalmente, en el estudio de los antecedentes de las relaciones civiles-militares en Venezuela, se encuentran las obras de José Machillanda. Del año 1988 Poder Político y Poder Militar en Venezuela 1958-1986. Caracas: Ediciones Centauro; en 1998 Cinismo Político y Golpe de Estado. Caracas: Editora Grupoin JM; del año 1999 Propuesta ante la Asamblea Nacional Constituyente que afecta al componente militar venezolano. Centro de Estudios de Política Proyectiva (CEPPRO) Caracas: Italgráfica. En el año 2000 y 2002 presentó dos ponencias La pauta de relación civil-militar en el sistema político venezolano (1992-2000) y Las relaciones civil- militares en el sistema político venezolano 1999-2002. Ponencia no publicada. Por último en del año 2004 publica El nuevo rol del estamento militar venezolano en la postmodernidad. Caracas: Fundación Konrad Adenauer Sftiftung. Este autor desde una perspectiva politológica centrado en las ideas teóricas de Samuel Huntington realiza una periodización de las relaciones civiles-militares en tres fases: la de fusión –fusión iniciada en 1958 con el espíritu de unidad y consenso del Pacto de Punto Fijo; la segunda, es la profesional cuando el componente militar cumple con su función de defensa; y la tercera, es la profesional perversa originada luego de la guerra contraguerrillera cuando no se redefine la misión del componente militar y los partidos políticos comienzan a establecer un control civil subjetivo. Igualmente, ha realizado estudios recientes sobre las relaciones civiles-militares, definiendo el modelo como de “cooptación solidaria” ya que según este autor el estamento militar aceptó la oferta política del gobierno de Hugo Chávez para participar activamente en la política venezolana, lo que se ha traducido en desprofesionalización militar e indefinición de las amenazas y funciones de defensa del estamento armado; a la vez que desmilitariza la institución inversamente se militariza la política y la sociedad. La perspectiva politológica será nuestro principal marco referencial, por ello pasaremos a describir una importante obra que a partir de los paradigmas teóricos dominantes en la ciencia política contemporánea procura incentivar y realizar su aplicación al estudio de las relaciones civiles- militares. 33 6. Los paradigmas dominantes en la Ciencia Política y las relaciones civiles-militares La publicación del readers compilado por David Pion-Berlin (2002) sobre las Relaciones Civiles-Militares en América Latina, ha puesto énfasis en distintas perspectivas teóricas de la ciencia política aplicadas al estudio de las relaciones entre las fuerzas armadas y el poder político en América Latina. El autor ha traslado los paradigmas dominantes de la teoría social y su aplicación a la ciencia política al estudio de las relaciones civiles-militares. En ese sentido plantea que la investigación actual circunda alrededor de tres enfoques paradigmáticos: racionalismo, culturalismo y estructuralismo (Ver la Tabla 3). Estos ayudan a ordenar las orientaciones substantivas, metodológicas y filosóficas de un amplio rango de la escolaridad en el campo e indiscutiblemente en la ciencia política y en las ciencias sociales. A diferencia de teorías específicas, estas son tipos ideales en el sentido weberiano dentro de las cuales se teoriza. Tabla 3. Paradigmas de la ciencia política actual y perspectivas analíticas Paradigma Racionalismo. Perspectiva Analítica. Análisis de la acción estratégica (incluye construcción de coaliciones, teoría de los juegos y teoría de la decisión). Estructuralismo. Análisis de las instituciones (incluye organizaciones, reglas y regímenes a nivel nacional, regional o internacional). Culturalismo. Análisis del sujeto (incluye compartida o individualmente las ideas, las creencias, las actitudes, las interpretaciones). Fuente: Pion-Berlin David (2001) ed., Civil-Military Relations in Latin America. New Analytical Perspectives, Chapel Hill-London. The University of North Carolina Press. La primera perspectiva –el racionalismo- proviene de la teoría de la decisión racional o Rational Choice y brinda un conocimiento más profundo acerca de los intereses, las metas, los cálculos y las debilidades de los políticos y los soldados en cada uno de sus ámbitos y bajo sus propios compromisos individuales. La segunda, está vinculada a los enfoques culturalistas 34 centrados en el papel de los valores, creencias y prácticas socializadas en la dinámica de las relaciones civil- militares, logrando a partir del análisis de contenido de ideologías, doctrinas y otras fuentes de visión compartidas descubrir cómo éstas proveen a los grupos políticos y militares de marcos persuasivos de referencia. La tercera obedece al enfoque estructuralista o Institutionalisms26, que estudia cómo es la influencia de las reglas organizacionales, patrones y tradiciones en la conducta personal de los soldados y políticos dentro de sus organizaciones. Finalmente, la corriente institucionalista internacional pone énfasis en factores como la globalización, los procesos de liberación económica, las misiones internacionales de las fuerzas armadas y los procesos de integración que afectan las relaciones civiles-militares. Todos estos enfoques constituyen ejemplos de cómo el tema de las relaciones civiles- militares sigue siendo fundamental para el análisis de los avances o retrocesos en los procesos democráticos, especialmente en América Latina, siendo Venezuela un objeto de estudio privilegiado Para entender esta aplicación, el autor ejemplifica la corriente estructuralista, a través de especialistas en seguridad que han desarrollado teorías vinculadas con las relaciones civilesmilitares, basadas en el contexto político internacional. Afirma Pion-Berlin (2001), que Michael Desch estudia cómo cambian las condiciones de seguridad las posibilidades de que los civiles pueden mantener subordinadas a las Fuerzas Armadas. Esas posibilidades aumentan cuando las amenazas externas son más elevadas y las amenazas internas son menores, y disminuyen al inverso. A la luz de los latinoamericanistas interesados permanentemente en las doctrinas de seguridad nacional y defensa nacional, tendría sentido analizar más de cerca sí los cambios de las condiciones nacionales e internacionales de los años recientes están afectando al pensamiento militar contemporáneo. Por su parte, mientras que los estructuralistas por lo general obvian las influencias en la conducta, los racionalistas realizan pruebas exhaustivas de la conducta civil-militar. El análisis de Peter Feaver sobre el conflicto entre el gobierno de los Estados Unidos y los oficiales de las Fuerzas Armadas descansa sobre la teoría de los juegos. Al demostrar la serie de interacciones entre los líderes civiles y militares, el autor expone el proceso, que aún estando fuera de las 26 Para profundizar sobre los nuevos enfoques sobre el institucionalismo se recomienda a Peters, Guy (1999). El Nuevo Institucionalismo. Teoría Institucional en Ciencia Política. Barcelona: Gedisa. 35 fuerzas armadas, se hace sentir dentro de la relación. Aunque se reconozcan las diferencias entre los asuntos civiles-militares en EE.UU. y América Latina, podemos encontrar algunas aplicaciones creativas de la teoría de los juegos para modelar las interacciones del conflicto entre los políticos y los militares en la región, asevera Pion-Berlin. Por su parte, los enfoques subjetivistas o culturalistas se plantean el análisis de contenido de ideologías, doctrinas y otras fuentes de visión compartida, para descubrir cómo estás proveen a los grupos de marcos persuasivos de referencia. Las orientaciones, dice Harry Eckstein (citado por Pion-Berlin), son aprendidas a través de la socialización, y las experiencias de socialización son por lo general muy similares entre un individuo y otro por la virtud que les otorga la membresía de una misma colectividad. Cuando estas experiencias se acogen comúnmente, guiando asunciones acerca de la vida política en un nivel nacional, estamos hablando de cultura política. Un proceso similar puede ocurrir en colectivos subnacionales, sean éstos clases sociales, grupos religiosos o ejércitos. Una vez convergen las creencias de los individuos en estos grupos, podemos encontrar una consistencia en su interpretación y en su interacción que no viene derivada de los intereses o las instituciones, sino de las ideas. En ese sentido, se plantea que hay ciertas ventajas en adaptarse a estas perspectivas teóricas, pues permiten formular preguntas antes dejadas de lado. Esas nuevas interrogantes llevan la investigación a buscar más evidencia, los hechos también adquieren nuevo significado porque la interpretación está moldeada por una aproximación teórica que antecede. Pueden proveer herramientas explicativas para estructurar estudios que se originan a partir de las observaciones teóricas en el campo o en elementos heurísticos que alguna vez sugirieron vías expeditas para la construcción de teorías. Hay mucho que todavía no se conoce “acerca de lo que los políticos y los militares quieren hacer, pueden hacer o están dispuestos a hacer, dado los contextos en los cuales operan, las interacciones previas entre ellos, las preferencias que mantienen y las creencias con las cuales están casados”. Vale la pena explorar nuevas direcciones de análisis para ver sí podemos alcanzar nuevos niveles para enfrentar estos problemas, asevera el autor antes citado. 36 CAPÍTULO II EL ESTADO, EL SISTEMA POLÍTICO Y EL ESTAMENTO MILITAR PROFESIONAL 1. Aproximación El estudio del Estado en América Latina está vinculado con la construcción del ejército, ambas realidades son indisociables tanto en el desarrollo histórico como en el análisis politológico (Rouquié, 1981, p. 20). Especialmente en Venezuela, ejército y Estado son entornos consubstanciales, pues el manejo del monopolio de la violencia legítima27 y el cumplimiento del fin teleológico del Estado28 está vinculado en el desarrollo histórico-político de nuestra República con la existencia del ejército permanente como institución estatal. En este sentido, nos aproximaremos a la noción del Estado contemporáneo en Venezuela, su evolución hacia el sistema político de acuerdo de élites y el papel del estamento militar durante este período, por medio de un enfoque institucionalista histórico que abarca el estudio del poder político y su relación con la institución militar, fundamentalmente en los años que van entre 1961y 1973. 27 Término utilizado por Max Weber en su texto Economía y Sociedad (1977), para definir el Estado desde el punto de vista sociológico, acentuando el papel de los medios usados más que los fines, en este sentido la diferencia central entre el Estado y cualquier otra organización, es que éste monopoliza para sí el uso de la violencia legal, la coacción física. 28 Mientras la doctrina de Jellinek, enseña que el Estado se encuentra constituido por tres elementos: en primer lugar el pueblo, unidad de asociación formada en el curso de la historia para realizar un fin común, que trasciende en el tiempo y que se proyecta en el futuro; segundo, la tenencia de un territorio que sirva de garantía a la existencia libre de la comunidad y dé limite a su actividad, finalmente, una organización dotada de un poder de mando originario, esto es, de un poder que no proviene de otro alguno y que posibilita la relación entre gobernantes y gobernados y la aplicación de las leyes. Tal es la razón según Mario de la Cueva para que se bautice la doctrina del Jellinek como la teoría trielementista del Estado. Veáse Georg Jellinek (2000) Teoría General del Estado. México D. F: Fondo de Cultura Económica, en su primera edición en español realizada por Fernando de los Ríos, e igualmente en forma resumida Mario de la Cueva (1994) La Idea del Estado. 4° ed. México DF.: Fondo de Cultura Económica, p. 140-200. 37 Este capítulo expone tres apartados: el primero, dedicado al estudio del Estado contemporáneo venezolano y el papel del ejército nacional; el segundo, evoluciona hacia al sistema político de acuerdo de elites y el estamento militar profesional; y por último, se expone el modelo de relaciones civiles- militares instauradas en el sistema político de acuerdo de élites. 2. Estado contemporáneo en Venezuela y estamento militar nacional 2.1 Centralización del Estado nacional A partir de la revolución restauradora con Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez, se inicia la construcción del Estado29 con la centralización del poder, la implantación de un sistema de dominación, la preservación de la unidad territorial y la construcción de una burocracia estatal. Así lo explica Allan Brewer-Carías (1996) en su estudio sobre la evolución histórica del Estado, al definir este período como la consolidación del Estado nacional centralizado y autocrático, edificado a partir de: la centralización política que le pone fin al federalismo expresado en el caudillismo, la centralización económica por medio del control de los ingresos públicos a través del situado, la centralización fiscal en la construcción de la hacienda pública, la centralización administrativa por medio del desarrollo de una 29 En nuestras sociedades modernas el Estado es la estructura de dominación que los hombres han privilegiado para la organización del poder. De hecho no hay duda sobre la importancia que tiene el Estado como objeto de estudio privilegiado en la ciencia política. Esta claro que la disertación y preocupación sobre el Estado ha sido centro de discusión desde distintas perspectivas como la filosófica, la antropológica, la jurídica, la económica y la sociológica. Sin embargo, podríamos, simplificando en extremo, observar dos vertientes fundamentales, la teoría clásica del Estado -subdividida en dos corrientes- primero la filosófica, enmarcada en la historia del pensamiento político desde Platón a Tomas de Aquino, de Jean Bodin a Thomas Hobbes, de John Locke a Jeremiah Bentham centrados en la explicación de la naturaleza del poder del Estado para estructurar el comportamiento de los individuos, tanto gobernantes como gobernados; y segundo la jurídica, representada por León Duguit, Hans Kelsen y George Jellinek que se detiene en el estudio de las normas o leyes generales que conforman el marco jurídico de la acción Estatal. La segunda vertiente es la sociológica fundamentada en los aportes de Karl Marx, Emile Durkheim y Max Weber, que a pesar de sus diferencias ideológicas parten de la idea del Estado como una institución que caracteriza a las sociedades modernas. En cuanto al estudio del Estado venezolano desde el punto de vista histórico se recomienda Gil Fortoul, Ramón J. Velásquez, Guillermo Morón, Elías Pino Iturrieta, Germán Carrera Damas, entre otros historiadores. Desde el punto de vista jurídico ver Allan Brewer-Carías, Cecilia Sosa y Juan Raffalli. Mientras que en su carácter sociológico especial importancia ha tenido los estudios de Humberto Njaím, Juan Carlos Rey, Andrés Stambouli, entre otros. 38 administración pública tendiente a la burocracia, y finalmente, la centralización militar30 a partir de la construcción del ejército nacional. Precisamente esta última permitió el control territorial y la monopolización de la violencia legal en manos del Estado, la conformación del ejército nacional se inicia con el General Cipriano Castro y es continuada después con los Generales Juan Vicente Gómez y Eleazar López Contreras, quienes se apoyaron en dicha organización militar para ejercer el poder político. En Venezuela como se afirmó anteriormente, el Estado se ha vinculado siempre a lo militar, pues como lo expresa Brewer-Carías (1996) “el centralismo político…fue posible por la centralización militar, que llevó a la creación de un ejército nacional” (p.362). Es decir, la centralización del poder fundada en la construcción de un ejército nacional le otorgo al Estado, eso que Weber (1977) denomina “el monopolio de la violencia legal del Estado”, es decir, el uso exclusivo de la violencia como medio para ejercer la dominación a través de la coacción física. Tal realidad fue lo que permitió acabar con los caudillos y las milicias o tropas mercenarias que se alzaban constantemente contra el poder estatal y destruían cualquier empeño o desarrollo político-social del país. El ejército nacional como institución permanente según Ángel Ziems (1979) tiene sus inicios a partir del año 1903 con la orden del Presidente Castro de crear la sede de la Academia Militar, su inauguración en 1907 y su definitiva conformación prusiana a partir del período de reforma militar impuesto por el Presidente Gómez entre 1910-1914 con la llegada del Coronel Chileno Samuel Mc Gill de formación prusiana, quien fungió como Instructor General del Ejército. Desde ese cargo se constituyó en el arquitecto de la institución bajo lo filosofía de la guerra Clusewitziana. Al lado del Coronal Mc Gill se coloca a Félix Galavis, hombre venido del Táchira y de toda la confianza del General Gómez. La estructura que se inicia descansa sobre la Inspectoría General del Ejército, ejercida por Galavís, cargo que si bien estaba subordinado al Ministerio de Guerra y Marina, obtiene una mayor importancia porque tenía el mando real de las tropas. 30 Para profundizar sobre la evolución histórica del Estado veáse Allan Brewer-Carías (1996): Instituciones políticas y constitucionales. 3° ed. Caracas, San Cristóbal: Editorial Jurídica Venezolana, Universidad Católica del Táchira. Tomo I. pp. 351-374 39 Por ello se plantea que si bien en esta etapa el estamento militar comienza a forjar algunos elementos de profesionalismo militar bajo el control del Estado31, éste es más bien incipiente debido a que las estructuras antiguas están sufriendo un cambio cualitativo y cuantitativo propio de la creación de “una profesión permanente, a tiempo completo, remunerada, que requiere estudios prolongados, de permanente reciclaje, con preparación intelectual y física y sujeta a normas burocráticas y codificadas”. (Machillanda, 1997). En este período se inician estas estructuras, pero todavía están marcadas por el personalismo gomecista y por el interés del gobernante, quien asegura los ascensos y controla con personas leales por medio de la Inspectoría General la estructura militar naciente para evitar cualquier alzamiento, así la organización militar estaba al servicio o servía de sostén al régimen gomecista32. En la época gomecista persistía la participación del estamento armado como un instrumento político al servicio del hombre fuerte, propio de las ideas positivistas europeas y reflejadas muy bien en el libro de Laureano Vallenilla Lanz (1994) Cesarismo Democrático, como fundamento filosófico político del César necesario, del gendarme que debía imponer el orden, el progreso y la paz a través de un proceso de evolución que permitiera el desarrollo del pueblo, para que éste estuviera acorde con la forma de gobierno implantada. Es así como las libertades, los derechos políticos y la disidencia no eran factores que podían tolerarse, esto sólo traería la anarquía que había producido el importar modelos políticos extranjeros, como es el caso del Estado liberal para el cual el pueblo venezolano no estaba preparado. ¿Qué papel jugaba el sector militar durante este período?, ya lo hemos dicho, servía de instrumento represivo y se encargaba del mantenimiento del orden, pero bajo la dirección del “Gendarme Necesario”, representado en Juan Vicente Gómez, y no como instrumento del Estado. 31 Un estudio agudo y premiado por la Académica de Historia que permite ahondar en la formación del ejército nacional del Estado venezolano es el realizado por Ángel Ziems: El Gomecismo y la formación del ejército nacional. Caracas: Ateneo de Caracas. 32 Se aproximaron los conocimientos sobre el gomecismo por medio de dos entrevistas. La primera al Dr. Ramón J. Velásquez quien se extendió en explicar el desarrollo histórico del gomecismo. Y la segunda con el General de División Fernando Ochoa Antich quien por interés personal y por su padre, que como militar vivió la época gomecista y comprendió bien el papel que la organización militar tuvo para el sostenimiento y el mantenimiento del régimen en manos fundamentalmente de los tachirenses. 40 En la época posterior al gomecismo la institución militar continuó interviniendo en la política interna. Los golpes de Estado de 1945, 1948 y 1958 así lo demuestran33, sin embargo, según lo argumenta Machillanda (1989) hay un “cambio cualitativo y cuantitativo en su participación, ya no actúan a titulo personal como los caudillos militares del siglo XIX sino que actúan como una junta militar o junta cívico-militar (p. 46). Loveman y Davies (1999) desde la perspectiva del militarismo definen claramente el cambio de la intervención del militar profesional en política con respecto a los caudillos del siglo XIX y mitad del siglo XX: “el soldado profesional hace énfasis en la educación militar, la estricta obediencia a la autoridad jerárquica y la subordinación de los deseos personales al bienestar de la institución militar y la nación. El caudillo, por otra parte, era altamente individualista y rechazaba toda ley y autoridad que no fuesen las suyas… en contraste con el soldado profesional nacionalista, la mayoría de los caudillos estaban comprometidos con una localidad o región”. (p.4). Esto queda evidenciado con el ascenso a la Presidencia de la República del General Isaías Medina Angarita, ya no por la vía de las armas, sino apoyado por el estamento militar como corporación. El 18 de octubre de 1945, una parte de las fuerzas armadas, conjuntamente con el partido Acción Democrática, realizan un golpe de Estado como mecanismo de cambio del gobierno constitucional e interrumpen el proceso político que se venía desarrollando. Del gobierno “cívico- militar” que surge con el triunfo de la “Revolución de Octubre” serán desplazados los civiles por el golpe militar que interrumpe el período constitucional del recién electo Presidente Constitucional Dr. Rómulo Gallegos. En una versión autoritario-burocrático (Collier, 1985) el nuevo gobierno conformado por una Junta Militar estará en el poder hasta el 23 de enero de 1958 bajo el mando del General Marcos Pérez Jiménez. Este período representa una etapa importante en el desarrollo del profesionalismo militar, la mayoría de las fuentes históricas reflejan como el presupuesto destinado al sector militar era uno de los más altos, además de la creación de un conjunto de instituciones que sirvieron de asiento a la estructura operativa de las Fuerzas Amadas Nacionales. 33 Un enjundioso estudio sobre este período y sus diferentes expresiones de crisis política se encuentra en Andrés Stambouli Andrés (1980). Crisis política, Venezuela 1945-1958. Caracas: Ateneo de Caracas. 41 A pesar de ello, otro movimiento cívico-militar derroca al General Marcos Pérez Jiménez, lo que nos lleva a concluir que a lo largo del siglo XIX y la mitad el siglo XX Venezuela estuvo marcada por la influencia de lo militar y del militar en el Estado (Machillanda, 1989). Las fuerzas armadas desempeñaron un papel central e importante en la política del Estado, hasta llegar a límites de ocupar su jefatura. Esta preponderancia no se debió solamente a la fuerza física que posee el militar, sino que tuvo como un factor determinante el ascendiente que la propia sociedad le reconoce a las fuerzas armadas. Esta influencia del militar en la política venezolana, viene a declinar sólo con la caída del General Marcos Pérez Jiménez, cuando culmina la primera etapa de gobiernos militares en el siglo XX, y comienza a surgir bajo la experiencia del llamado trienio adeco la evolución del Estado hacia la conformación de un sistema político tendiente a la forma de gobierno democrático. Según lo argumentan políticos de la época, como Pedro Pablo Aguilar, a quien se entrevistó personalmente, existía una gran esperanza en la consolidación de gobiernos de corte civil, se pensaba que había llegado la época de la salida del gobierno de los militares y que los civiles se encargarían de la dirección del Estado y el sistema político. 3. El sistema político venezolano de acuerdo de élites 3.1 Sistema político como construcción teórico-analítica El sistema político como construcción teórica representa una evolución en el análisis de las instituciones, tradicionalmente los estudios se concentraban en las instituciones formales de gobierno y la Constitución que producían dichas estructuras, mientras el enfoque de los sistemas políticos coloca el énfasis en la sociedad y sus demandas ante un conjunto se subsistemas que se encuentran interconectados y que pretenden dar respuestas a la sociedad (Easton, 1992). Si bien existen diversas posiciones teóricas sobre la conceptuación de sistema político, funcionalista, informática, conductualista, o neoinstitucionalista, nos aproximamos a la concepción del sistema político como una entidad analítica para el estudio, emanada de la ciencia política como disciplina que trasciende la noción de gobierno, como afirma 42 Huntington (1997) el sistema político representa un conjunto formado por unas determinadas instituciones políticas, que tienen unas expresiones formales identificables en el régimen jurídico, en relación con un cierto nivel de participación que se manifiesta en conductas observables empíricamente y referidas al ejercicio del poder político por medio de las instituciones y los actos de gobierno34. En ese orden de ideas, en esta investigación se parte de una idea sistémica de la vida política venezolana, es decir, funciona como un sistema en virtud de las permanentes interacciones e interdependencias entre actores, sujetos a reglas- formales e informales- de funcionamiento, de cara al hecho fundamental del sistema político que consiste en la asignación vinculante y colectiva de valores o en palabras de Easton (1992) “asignación autoritaria de valores”. Estas interacciones e interdependencias en el sistema político toman la forma de insumos que ingresan a los centros de decisión del sistema en los cuales son procesadas a través de estructuras de conversión, dando lugar a decisiones y no decisiones, que se definen como productos o respuestas del sistema. Para procesar los insumos, que se presentan como demandas o apoyos, el sistema político cuenta con unas capacidades (materiales e institucionales), unas estructuras de conversión y unas normas o reglas de funcionamiento, cuyo desempeño desencadena la dinámica política fundamental y, en relación con la cual, el sistema se informa de cómo se está desempeñando frente al ambiente35. 3.3 Sistema de acuerdo de élites en Venezuela. En el caso de Venezuela las reglas del ordenamiento socio-político, económico y social fueron implantadas o propuestas bajo la experiencia del primer ensayo democrático del llamado trienio adeco 1945-1948 y modificadas de forma más o menos significativa con la 34 Cita tomada del vocablo Sistema Político desarrollado en el Diccionario Electoral de Instituto Interamericano de Derechos Humanos. San José Costa Rica. IIDH. 2000. Vol. 2. p. 1177-1190. 35 El esfuerzo de síntesis que acabamos de realizar se fundamenta en diversos autores que han desarrollado el enfoque sistémico. Véase, Bertalanffy (1986), Teoría general de los sistemas, México, D.F.: Fondo de Cultura Económica; David Easton (1992) Esquema para el análisis político, Buenos Aires: Amorrortu. Ed. Original 1965. Así mismo nos hemos fundamentado en algunos intentos de renovación de la teoría sistémica. Ver Antonny Giddens, Jonathan Turner y otros (1990), La teoría social hoy. Madrid: Alianza y Peters, Guy (1999). El nuevo institucionalismo. Teoría institucional en Ciencia Política. Barcelona: Gedisa. 43 caída del régimen burocrático autoritario de Pérez Jiménez a partir de 1958. Siguiendo las ideas de Juan Carlos Rey (1991) en el trienio adeco se consolidó la idea de centralización del Estado, se establecieron las bases para la construcción de un orden pluralista y la definición de los aspectos centrales del modelo socio-económico. El lapso de la dictadura había derogado estos principios elementales. Pero el retorno al modelo democrático, significó retomar la vía del pluralismo, mejorando y tratando de no caer en los errores del pasado, según expresa Kornblith (1998) estas mejoras se sintetizan en que “la regla de la mayoría como criterio absoluto para la toma de decisiones fue sustituida o complementada, según las circunstancias, por la regla de la unanimidad, en los casos en los cuales estaban involucrados los intereses de los sectores minoritarios pero poderosos, con capacidad para vetar decisiones o amenazar la estabilidad del sistema” (p.163). El orden resultante luego del largo período de dictadura privilegió el consenso, la conciliación interélites, la aversión por el conflicto y la aproximación pragmática a la toma de decisiones. Se construyeron las bases para lograr un consenso social a través del llamado Pacto de Punto Fijo y para darle estabilidad al sistema democrático naciente, se consolidó un modelo que ha denominado Juan Carlos Rey (1991) sistema populista de conciliación de élites, constituido por un complejo sistema de negociación y acomodación de intereses heterogéneos, en el que los mecanismos de tipo utilitario desempeñaban un papel central en la generación de apoyos al régimen y, por consiguiente, en el mantenimiento del mismo (Rey, 1991). Se suma a lo anterior en concordancia con Rey (1991) Kornblith (1998) y Romero (1999) un elemento central en la estructuración del sistema político venezolano: la adopción de un paradigma político basado en la estrategia rentista. Es menester entonces profundizar en este macroelemento, pues a nuestro juicio sus implicancias trascienden a nuestro contexto reciente, por ello comenzaremos por aclarar que acogemos la definición de paradigma político realizada por Offe (1985) quien lo aproxima como un modelo comprensivo de lo que caracteriza a la política desde la perspectiva de la acción colectiva, y que permite contestar a cuestiones interrelacionadas como: ¿A) cuáles son los contenidos y temas principales de la acción colectiva? B) ¿quiénes son los actores y de qué modo actúan sobre los temas?, C) 44 ¿cuáles son los procedimientos, tácticas y formas institucionales adecuadas para tratar los conflictos?36. El paradigma político en Venezuela, se asume no como una construcción racional, acabada y calculada en términos de la teoría de la acción colectiva para la toma de decisiones de los actores políticos, sino como un proceso de elaboración y ajuste permanente entre los proyectos y las posibilidades o limitaciones propias de la realidad político-social. Sin embargo, como se afirmó anteriormente la existencia del Pacto de Punto Fijo y el Programa Mínimo Común37 otorga una aproximación de los elementos definitorios del paradigma político, como lo son: unos valores fundamentales como el civilismo, populismo-estatismo, centralismo y rentismo, promovidos por unos actores centrales dentro del sistema, los partidos políticos y algunas pocas organizaciones sindicales y sociales que tenían como objetivos la construcción de un gobierno civil por la vía de la democracia representativa, una reforma social y una industrialización a través de la acción e intervención directa del Estado y la distribución de la renta petrolera. El paradigma político que se inicia con la generación del 28 y el llamado “trienio adeco” y que prosigue luego en el año 1958 según numerosos estudios38 estaba referido al modelo rentista que pretendía lograr la estabilidad política democrática, llevar adelante un cierto tipo de industrialización sustitutiva e impulsar una reforma social. Este paradigma político suponía que el Estado y su clase política -los partidos políticos-, eran los encargados de incorporar a la sociedad y sus organizaciones, sectores o grupos al 36 Tomado de Clauss Offe (1985) “New Social Movements: Challenging the Boundaries of Institucional Politics, en Social Research, New york, Vol. 52, Nº 4, Winter, citado por Luis Salamanca en (1997), Crisis de la modernidad y crisis de la democracia en Venezuela, Caracas: Universidad Central de Venezuela, ILDIS. 37 El Pacto de Punto Fijo es analizable desde el punto de vista de los pactos y el contrato social, ya que estableció -y la práctica gubernamental lo demostró-, la formula para garantizar deliberadamente las oportunidades de triunfo en las siguientes elecciones de los que perdieran en ésta, mediante la entrega de mayores cuotas de poder de las que le correspondería según la “aritmética electoral”, por lo cual se garantizaba a los competidores futuros, el mantenimiento de las reglas del juego y la defensa del sistema. Por su parte el Programa Mínimo Común pretendía ser el proyecto realizable por los gobiernos de coalición previstos en el pacto, su contenido era suficientemente amplio como para ser políticamente atractivo para la gran mayoría de los sectores y las dificultades podían ser negociadas a partir del desarrollo de los subprogramas en el contexto político oportuno. Para profundizar en el análisis del estudio del Pacto de Punto fijo se recomienda Juan Carlos Navarro (1988). Pactos políticos y estilos decisionales: tres teorías frente al Pacto de Punto Fijo y al Pacto Social. Politeia. 12. pp193-220. 38 Para ahondar en el estudio del rentismo véase Asdrúbal Baptista (1984). Más allá del optimismo y el pesimismo: las transformaciones fundamentales del país; Luis Pedro España (1989). Democracia y renta petrolera. Caracas: UCAB; Roberto Briceño León (1990). Los efectos perversos del petrolero. Caracas: Acta Científica Venezolana. 45 circuito rentista, descrito por Salamanca (1997): “la articulación política de una realidad económica (los ingresos petroleros cuantiosos) con unos efectos socio-económicos (capacidad de consumo elevado gracias al subsidio generalizado de la actividad económica y social y desproporcionado de acuerdo a la capacidad productiva general) a través de un conjunto de decisiones de alta política (llevada a cabo por la dirigencia partidista a cargo de los gobiernos de turno)” (p. 95). Este circuito estaba ampliamente apoyado en la capacidad de la renta petrolera y su empleo a partir de la agregación de intereses y la incorporación creciente de diversos y cada vez mayores sectores dentro del circuito rentista. Es así como compartimos la idea del rentismo político y no económico o sociológico; ya que por un lado, el carácter económico no define per se el uso que se le da a la renta petrolera a lo interno del sistema político, los recursos obtenidos pudieron ser usados de forma distinta, y por el otro, la tesis sociológica de la difusión social del rentismo como conducta colectiva pierde de vista el origen de la propuesta política rentista que la dirigencia le hace a la sociedad por medio de programas concretos para la distribución de la renta expresados en numerosos subsidios, créditos y condiciones excepcionales, Es por ello que Rey (1999) afirma, que el sistema político tenía su contraparte medular en la posibilidad del Estado de ejercer un papel central en la distribución de la renta petrolera a través de una economía de enclave, que no realizaba una inversión directa sobre el desarrollo económico y social del país a través de su modernización, sino por el contrario estaba centrada en un impacto indirecto por medio de la distribución de la renta, es decir, impulsaba la economía a través del gasto público. Lo cual le daba el rol protagónico de la estructuración socioeconómica al Estado y le asignaba un papel secundario al sector privado en la activación de la vida económica. Estas reglas y principios fueron plasmados en la Constitución de 1961 como norma fundamental que establecía la forma de Estado, de gobierno y los elementos que le darían forma constitucional a un proyecto político, económico y social de largo alcance. La existencia en el sistema político instaurado a partir de 1958 de tres factores centrales y su efectiva interacción, a saber, la abundancia relativa de recursos económicos provenientes de la renta petrolera, con los que el Estado podía satisfacer demandas de la sociedad; un nivel relativamente bajo y simple de tales demandas que permitió su satisfacción con los recursos disponibles; y la capacidad de las organizaciones políticas, fundamentalmente los partidos 46 políticos para agregar, canalizar y representar esas demandas, asegurando la confianza de los representados (Rey, 1991); permitió garantizar a los diversos sectores minoritarios, pero poderosos que sus intereses no serían afectados por la aplicación de la regla de la mayoría en la toma de decisiones gubernamentales. Igualmente, se logró la confianza de la sociedad en los mecanismos de la democracia representativa mediante el respeto de la regla de la mayoría en la selección de las autoridades gubernamentales, garantizando la regularidad, la alternabilidad y el respecto a las elecciones. La estabilidad política, el consenso interélites y la confianza de la población fueron logros de este modelo (Rey, 1991, Kornblith, 1998) Para garantizar uno de los elementos centrales del modelo político -que los gobiernos elegidos por voto popular no fueran derrocados por golpes militares para consolidar la democracia- los partidos políticos como actores primarios dentro del sistema, definieron una política militar tendiente a lograr un control civil del militar. Éste se logró a través de una reorganización del estamento militar y una política dirigida a aumentar la profesionalización y la misión de la institución armada dentro del sistema político que se iniciaba. 4. Las relaciones civiles-militares en el funcionamiento del sistema político El ejercicio del poder político en los sistemas democráticos representativos, en la mayoría de los casos se encuentra a cargo de la clase política enmarcada en un estado de partidos, es decir, donde los partidos políticos como instituciones de engranaje y procesadoras de demandas entre la sociedad y el Estado, cumplen una función central. Como bien se explica en la configuración del nuevo sistema político consociacional o de acuerdo de elites, una institución que se encontraba entre los factores menos confiables para lograr la estabilidad y el orden en el sistema político democrático, era el sector militar, debido a su tradición como mecanismo de intervención y de cambio de gobierno en la historia política venezolana por medios violentos. Es por ello, que en esta etapa se buscó aumentar la profesionalización que según plantea Machillanda (1989) en su obra Poder político y poder 47 militar en Venezuela, comienza con la conformación de una nueva estructura constitucional, ideológica e institucional, donde los líderes políticos deciden que la institución militar debe estar subordinada al poder político a partir del control civil, pero al estamento militar se le reserva un espacio de autonomía profesional, desenvolvimiento y caracterización a lo interno del sistema político y en especial con la sociedad. Esto se evidencia en políticas militares que permitieron la subordinación del componente militar al gobierno civil, una de las principales fue la descentralización del poder de decisión dentro de las fuerzas armadas, o lo que Huntington, ha llamado la división de la unidad de la autoridad39 del cuerpo de oficiales, mediante el desmontaje de la estructura decisional del Estado Mayor General, convertido en un órgano asesor bajo el nombre de Estado Mayor Conjunto, dándole autonomía a las fuerzas en la utilización de los recursos y en el manejo o empleo de las fuerzas. Esto produjo divisiones intra.-fuerzas (Machillanda, 1989), al no tener una estructura para dirimir los conflictos, esto quedaba en manos directas del Presidente de la República quien tenía por primera vez la posibilidad de ejercer control sobre el estamento militar (Mueller, mimeo) Dentro de los objetivos políticos acordados y ejecutados por Acción Democrática se encuentra la limitación del tiempo de servicio a 30 años, como mecanismo efectivo para limitar el crecimiento de liderazgos dentro del estamento militar, creando un nivel de competitividad para ocupar los altos mandos de la jerarquía militar y restringiendo la posibilidad de articular los intereses corporativos en personalidades definidas que se convirtieran en rivales de los dirigentes civiles. Otro elemento que jugó un papel importante para el manejo del control subjetivo del componente militar fue la reincorporación de un considerable número de oficiales, muy ligados al partido Acción Democrática- que pasaron a ocupar posiciones clave dentro de la estructura institucional de mando y que fueron ascendidos a las más altas jerarquías. 39 Según Huntington en su estudio sobre relaciones civiles-militares, la unidad de mando se refiere al punto hasta el cual un grupo dado esta unificado con relación a otro grupo. Esto lo ejemplifica cuando plantea que si el ejército esta divido en aire, mar y tierra y luego es unificado bajo el mando de un comandante en jefe único, esto tenderá a aumentar su autoridad con respecto a otras instituciones del gobierno. Por el contrario, si se divide su unidad de mando se verá disminuida. 48 De esta manera y bajo lo que Machillanda (1989) define como la fase de fusión- fusión de las relaciones cívico-militares en el sistema político venezolano, se logró una identidad de propósitos en lo referente al modelo político que se pensaba implantar en el Estado Venezolano. Sin embargo, es importante mencionar que aunado a estas medidas reorganizativas de la estructura militar, se encontraba la verdadera intención de profundizar el carácter profesional del cuerpo de oficiales, lo que se traduce en el mejoramiento de los elementos constitutivos del profesionalismo en términos de capacidad, corporatividad y responsabilidad ante la sociedad, pero también por medio de mecanismos utilitarios a través de la elevación de los niveles de vida del cuerpo de oficiales, asimilándolo a otros sectores de la sociedad productiva. El sector castrense experimentó desde los inicios de la democracia un gradual, pero persistente progreso orgánico y profesional. Este desarrollo se expresó en el mejoramiento de su equipamiento, en su expansión organizativa, en el desarrollo de nuevas y mejores instancias educacionales y de formación técnico-profesional y nuevas posibilidades que le otorgó la legislación sobre seguridad nacional de los años setenta (Agüero, 1993) Tolo lo anterior se logró gracias a la instauración de cambios en variables institucionales que definían a las Fuerzas Armadas como no deliberantes, apolíticas y obedientes, y hacia el interior como corporación profesional, fundadas en la meritocracia, la jerarquía, la subordinación y la línea de mando. La dimensión ideológica identificó la misión de defensa y la democracia como valor. Bajo la dimensión institucional se emprendieron un conjunto de cambios estructurales que regularon internamente la institución armada, pero también entre ésta y otras instituciones del Estado, configurando el conjunto del sistema de seguridad nacional. El sistema institucional legal se contempló con la sanción de la Ley Orgánica de la FAN, las modificaciones realizadas al Código de Justicia Militar y la Ley de Seguridad Social de la FAN que daba estabilidad a la carrera militar. La Creación del Consejo Nacional de Seguridad y Defensa y la Secretaria Permanente del Consejo, sirve de fundamento para definir la estructura piramidal fundada en la relación jerárquica y disciplinaria que conduce a la subordinación de las líneas de mando. En la etapa posterior a los años setenta, la profesionalización del estamento militar avanza progresivamente con el fortalecimiento del 49 sistema educativo que se diversifica y afianza en materias técnico-científicas necesarias para el manejo más eficaz y racional de la organización compleja encargada del manejo de violencia. Finalmente, el surgimiento del movimiento subversivo vinculado al contexto político internacional propio de la guerra fría, la separación del modelo capitalista- modelo comunista y el triunfo de la Revolución Castro Comunista, se convirtió en una situación geopolítica que obligó al empleo del militar bajo el principio clausetwiziano y logró su mejor encuadramiento dentro del sistema político y el control por parte del poder político legítimo, además de evidenciar de manera operativa el profesionalismo militar, como variable indispensable para la estabilización del sistema democrático y el apego del sector militar a su función de defensa. 5. Profesionalismo militar en el sistema político venezolano 5.1 La guerrilla castrista A partir de 1960 surge una nueva amenaza a la estabilidad del Estado y el sistema político democrático, la inserción y la presencia real de la guerrilla subversiva en América Latina y con pretensiones ciertas en Venezuela. Este proceso guerrillero estudiado con detenimiento por el filólogo italiano Luigi Valsalice (1975) en su obra La guerrilla castrista en Venezuela y sus protagonistas 1962-1969 plantea como los movimientos revolucionarios, especialmente representados por los partidos Comunista de Venezuela y Movimiento de Izquierda Revolucionaria, decidieron continuar la acción política por otros medios, como respuesta según argumentaron los guerrilleros a la política antidemocrática y represiva de un gobierno que había traicionado las expectativas populares surgidas de la resistencia a Pérez Jiménez. Estos movimientos guerrilleros según plantea Valsalice estuvieron inspirados en la revolución cubana, por ende, ésta fue tomada como el prototipo utilizado para la supuesta liberación e independencia de los países latinoamericanos. Siguiendo con las ideas de Valsalice, es importante reflexionar sobre como las ideas de la revolución cubana fueron trasladas en forma directa a la realidad venezolana, sin mayor 50 reflexión sobre las características sociales, económicas y políticas de la sociedad, se toma la decisión de pasar de la lucha política a la lucha armada, “casi de forma intuitiva, desligada de un examen de la realidad” (p. 13) Prosigue el autor “obedece, entonces, no a las realidades efectivas, sino a la voluntad individual de quienes, en una nueva edición del voluntarismo, responden a un anhelo revolucionario, casi inconsciente, confuso en su objetivos” ... “este salto cualitativo es, entonces, el eslabón entre el concepto, o el mito, de la “esperanza”, nacida en Cuba, y el “revolucionarismo” latinoamericano” (p. 14). Los planteamientos de la revolución cubana, fundamentalmente inspiradas en los conceptos teorizados por Guevara: “a) las fuerzas populares pueden ganar una guerra contra el ejército; b) no es necesario esperar hasta que se den todas las condiciones para hacer la revolución: pueden ser creadas por la insurrección; c) en la América subdesarrollada el campo es la zona fundamental para la lucha armada, además, d) el núcleo guerrillero es la verdadera vanguardia de la revolución socialista y por ende la clase del partido revolucionario” (Guevara, 1960, p. 3 citado por Valsalice) 18-19), se trasladaron en forma de mimesis a la guerrilla venezolana. Sólo que una suerte de ordenes diferentes propino un fracaso a la lucha armada quien tuvo que observar la consolidación de la democracia occidental en Venezuela. Según el autor un elemento fundamental para el fracaso de la lucha armada y la consolidación democrática, que además representa un caso paradigmático en América Latina, fue la intervención del estamento militar que logro a través de su apresto operacional vencer a la guerrilla en el plano militar y colocarla en la mesa de negociación política. 5.2 El estamento militar profesional operativo y la guerrilla castrista. Sí se parte de la noción más básica de profesionalismo militar en términos de cualquier tipo ideal de profesión, es decir, destreza (o conocimientos profesionales) corporatividad y responsabilidad; dedicación exclusiva a la experticia en el dominio sobre la violencia mortífera y utilización de esa habilidad para proporcionar seguridad al Estado, fundamentalmente con un compromiso profesional conformado por una ética que refleja un conjunto de valores y actitudes cuidadosamente inculcados para conformar una mentalidad 51 militar fundamentalmente realista y conservadora (Huntington). Debemos afirmar con cierta contundencia que la experiencia del proceso antisubversivo demostró el profesionalismo militar del estamento castrense venezolano, pues éste fue puesto a prueba ante una amenaza interna y logró vencer militarmente a la guerrilla, preservando la estabilidad, el orden y el sistema político democrático. Por ello esta etapa es definida por Machillanda (1989) como profesional, cuando afirma “el rol de los militares dentro del gobierno del año 62 y a partir de allí hasta 1973 (cuando comienza el proceso de pacificación) era muy claro, en cuanto a que se concernía a las operaciones militares antisubversivas y a la acción educativa subrural, denominada acción cívica. Clásicamente el militar cumplía el corolario de la subordinación del componente militar al poder político, pero con el surgimiento de una amenaza interna, surgió la autonomía del militar en su esfera: las operaciones anti-subversivas, convirtiéndose en un problema operativo y estratégico militar. Es decir, el estamento militar ejerció la autonomía que permite el control objetivo y la tesis profesional a partir de una esfera de facultad en cuanto a las decisiones de carácter netamente militar. Por ende la política y la estrategia estaban solapadas, la primera, definía los objetivos políticos que se perseguían con la guerra y la segunda defina los objetivos militares que se querían conseguir en la guerra (Clausewitz). El sector castrense del Estado logró obtener el triunfo militar, al privilegiar el principio operativo y doblegar la voluntad del enemigo o en términos de Clausewitz, cumplió con la segunda acción recíproca, es decir, ganar la guerra y establecer la paz. El Presidente Caldera representante del poder político en una decisión política todavía no bien estudiada y analizada en sus impactos, realiza el Decreto de pacificación en el año de 1973, propiciando el rencuentro entre la elite política de los partidos dominantes y los exguerrilleros, sometidos al estado de derecho como consecuencia del éxito político-militar del estamento armado y a la aplicación del principio operativo. Estas experiencias en el área propiamente militar permitieron que para finales de la década del setenta y principios del ochenta, las fuerzas armadas venezolanas fueran ya un formidable complejo organizativo, preparado para las misiones de soberanía territorial acordes 52 con las amenazas percibidas en el entorno vecinal y caribeño40, un ejemplo claro de ello fue el caso de la incursión de la Corbeta Caldas colombiana en aguas marítimas venezolanas, que produjeron una respuesta inmediata del poder político para la movilización de la organización militar y en 48 horas se alcanzó la movilización de los componentes terrestre, navales y aéreos a las zonas fronterizas con Colombia, obligando al gobierno colombiano a abandonar sus pretensiones sobre el territorio venezolano. Ésta es quizás la más sólida demostración de profesionalismo operativo del estamento armado venezolano. Las relaciones civiles- militares de ese período estuvieron marcadas por el cumplimento de las tareas de defensa, manteniendo el poder político el ejercicio del gobierno y aplicando el control civil democrático de las Fuerzas Armadas y el profesionalismo militar. Así las relaciones civiles-militares entendidas como relaciones de poder entre el poder político y la élite militar privilegiaron el principio operativo del componente militar, disminuyendo el principio administrativo. El poder político igualmente propició que se generara consenso con relación a temas que el estamento militar consideraba centrales como los problemas fronterizos y algunos asuntos referidos a la política exterior. En cuando a los mecanismos de control civil sobre el militar, la elite política partía de la concepción liberal de las relaciones civiles-militares en tanto que asumía el conflicto latente entre ambos sectores, el político y el militar, por ende por medio de la profesionalización buscó que la estructura militar no interviniera en la política venezolana. Aunque los políticos plantean la existencia de cierto tutelaje militar a lo largo de la historia política venezolana, también coinciden que fue este período marcado por la guerrilla y las amenazas externas de los conflictos carolingios o no resueltos41 cuando el estamento militar ciertamente cumplió con sus funciones operativas y dejó la planeación política al gobierno, siendo fiel a los principios de subordinación, disciplina y obediencia. 40 Elsa Cardozo de Da Silva, Venezuela: potencia media en el Caribe?, en Andrés Serbin, ed. Venezuela y las Relaciones Internacionales en la Cuenca del Caribe, Caracas, ILDIS/AVECA, 1987; Andrés Serbin, Caribbean Geopolitics: Towards Security Through Peace? (Boulder: Lynne Rienner, 1991); Aníbal Romero, "La situación estratégica de Venezuela", Ciencia Política, N 14, tercer trimestre, 1986; Judith Ewell, "The Development of Venezuelan Geopolitical Analysis since World War II", Journal of Interamerican Studies and World Affairs, 24,3, 1982; Andrés Serbin, "Percepciones de amenaza y equipamiento militar en Venezuela", Papeles del INVESP, 010-010-1989. 41 Utilizo la expresión de conflictos carolingios o no resueltos acuñada por Kaldone Nweihed (1999). Frontera y límite en su marco mundial. Una aproximación a la “fronterología”. Barutá. Equinoccio. Universidad Simón Bolívar. 53 A partir de la eliminación de la amenaza interna y la superación parcial por vía diplomática de las amenazas externas a la seguridad, debía producirse una nueva definición de las misiones del sector militar de acuerdo a la evolución del sistema político y el sistema internacional y regional. Pero la crisis económica de la década del 80, el fracaso en la aplicación del llamado consenso de Washington, la pérdida sistemática de apoyo al sistema político traducido en niveles de abstención, anomia y baja participación ciudadana en el espacio público, postergan estas tareas y la crisis política fue inminente. 54 CAPÍTULO III LA CRISIS DEL SISTEMA POLÍTICO Y LAS RELACIONES CIVILESMILITARES 1. Aproximación Un estudio sobre el sistema político democrático venezolano a partir de los años setenta nos arroja una cifra sorprendente de libros, revistas, ensayos y artículos que avalaban la existencia de una crisis política generalizada42. El vocablo crisis era –a nuestro juicio sigue siendo- la palabra más usada por nuestros intelectuales, políticos, periodistas y sociedad en general, por ello su definición se hace difícil pues el término está cargado de connotaciones y uso tan cotidiano, trivial y a veces abusivo que parece que aludimos a una realidad que no cambia, constante y siempre presente para cualquier contexto y situación. Sin embargo, debido a la trascendencia teórica y práctica del término en nuestra realidad política, merece ser estudiado para explicar en qué consiste la mencionada crisis. Este capítulo analiza las diferentes expresiones de crisis del sistema político venezolano, haciendo uso de las herramientas teóricas del enfoque politológico y sistémico, especialmente en una dimensión de crisis del sistema populista de conciliación de élites en sus variables estructurales. Posteriormente se hará énfasis en la situación generada por la intervención de los 42 Juan Carlos Rey (1991), La democracia venezolana y la crisis del sistema populista de conciliación, en Revista de Estudios Políticos, Nª 74, Madrid.; Aníbal Romero (1994), Crisis y decadencia de la democracia en Venezuela. Caracas: Panapo; Arturo Uslar Pietri (1992), Golpe y Estado en Venezuela, Bogotá: Norma; Miriam Kornblith (1998), Venezuela en los 90, las crisis de la democracia. Caracas: UCV. IESA. Andrés Stambouli (1993), “Déficit democráticos y gobernabilidad en el sistema político venezolano”, en Carlos Blanco, Venezuela del XX al siglo XXI: un proyecto para construirla, Caracas: Nueva Sociedad. Ángel Álvarez (1992), Crisis Política y Solución Constituyente, en Politeia Nº 15. Instituto de Estudios Políticos, Universidad Central de Venezuela; Carrera Damas /1993) Reformulación del Proyecto Nacional Venezolano desde una perspectiva histórica, en Carlos Blanco, Venezuela del XX al siglo XXI: un proyecto para construirla, Caracas: Nueva Sociedad. Luis Salamanca (1997), Crisis de la modernidad y crisis de la democracia en Venezuela, Caracas: Universidad Central de Venezuela, ILDIS. 55 militares en la política a través de los golpes de estado del 4 de febrero y 27 de noviembre de 1992 como un hecho deslegitimador del sistema democrático, más aún por los efectos producidos en el profesionalismo militar y en las relaciones civiles-militares manejadas durante el modelo consociacional o de acuerdo de élites. 2. Marco conceptual de la crisis del sistema político Durante las últimas tres décadas se ha avanzado hacía una politología de la crisis, en particular de la crisis de la democracia. La literatura desarrollista, optimista y confiada en las décadas precedentes, dio paso a otra preocupada por la ruptura del consenso, el pesimismo sobre los avances de la democracia, la sobrecarga, la ingobernabilidad, la anomia y la declinación de la autoridad gubernamental. En ese contexto, el análisis de la crisis alcanzó un lugar privilegiado que se traduce en que la mayoría de los estudios se enfocan en el desempeño de los gobiernos, sus acciones asertivas o fracasadas. Pero esta misma profusión de estudios, análisis y hasta el uso en lenguaje coloquial del término, hace difícil la definición teórica sin que entren en juego las cargas valorativas, impresiones y connotaciones diversas que ha planteado el término como un objetivo político con efectos, por ello, compartimos la idea de la teoría sistémica, de que cualquier anomalía o desajuste en el sistema político no implica necesariamente una crisis. Según Rodolfo Masías Núñez (2003) en su artículo Sobre el concepto de crisis en las ciencias sociales, el concepto de crisis expresa en una serie de mutaciones significativas de la sociedad, de sus procesos o de sus instituciones. Estas se pueden agrupar en tres categorías. La primera noción de crisis tiene que ver con la “cesación del funcionamiento o comportamiento acostumbrado” (considerado normal) de la sociedad, de una parte, ámbito o sección de ella. Es la que más se parece a un colapso. El Estado deja de cumplir sus funciones de promoción social abruptamente, los partidos dejan de representar, los sindicatos no salen más a las calles (p. 11). La crisis de este tipo es parálisis y ruptura, la sensación es la de desplome, asevera al autor. 56 El segundo tipo de crisis pone énfasis no en la parálisis sino en el cumplimiento de funciones institucionales diferentes a las usuales o consideradas normales. Los partidos actúan como empresas, los policías roban, los militares son políticos, los medios de comunicación reemplazan a las escuelas. Es decir, hay crisis cuando los ámbitos de acciones establecidos son invadidos o se borran, lo que genera la sensación de confusión y anarquía, trastrocamiento, invasión de competencias, perdida de contornos y fueros de acción (p. 12). El tercer modelo se refiere a la generalización de comportamientos anómalos y una situación de desestabilización permanente. La crisis se expresa así como desborde, aumenta la criminalidad, el alcoholismo y el consumo de drogas, las instituciones ingresan en la misma situación de cese. Igualmente puede ocurrir que el trastrocamiento de funciones se presente por doquier. La sensación es la de una plaga o una peste (p. 13). Como veremos en el desarrollo de este capítulo, los tres tipos de expresiones se dan en el contexto de la crisis del llamado sistema de conciliación de elites, especialmente a partir de la década de los ochenta y noventa. De igual forma es pertinente agregar para efectos del posterior análisis de la realidad venezolana, los elementos conceptúales de la teoría sistémica que plantea que la crisis se presenta como una crítica al modo de funcionamiento habitual del sistema político y en ese sentido se convierte en el indicador de que ha llegado el momento de redefinir y rediseñar las herramientas e instrumentos habituales (reglas de juego y mecanismos de conversión) y el cambio del paradigma político (valorados en términos de Offe43) que han guiado la forma de gobierno y la acción colectiva. Siguiendo con la perspectiva sistémica, frente a una crisis la condición del gobierno dentro de la sociedad como decisor colectivo, asignador de valores y perseguidor de metas nacionales, plantea problemas de posibilidades y de capacidades que tienen que ver con la coordinación, la distribución y la justicia, al igual que con el manejo de los recursos casi siempre escasos. Por ello, Easton (1992) afirma que un sistema político está en crisis cuando las posibilidades para resolver problemas son menores con relación a la cantidad y calidad de 43 Los postulados de Offe sobre el paradigma político fueron esgrimidos en este trabajo de grado en el Capítulo II, ver pp. 44-45. 57 problemas o demandas que tiene que enfrentar. El límite crítico de un sistema se da entonces cuando el conjunto de tensiones lo empujan a una situación de inoperatividad y predomina la imposibilidad de sus miembros para fijar objetivos nacionales y su escollo para hacerle frente al conjunto creciente de demandas del colectivo. Esto produce al sistema político una compleja circunstancia de perturbaciones y tensiones que de no ser resueltas a tiempo, lo empujan hacia el “límite crítico”, que puede desbordar el patrón normal de funcionamiento, o como dice Habermas (1975) el “margen de tolerancia” dentro del cual puede funcionar normalmente un sistema “sin que su patrimonio resulte amenazado críticamente” (p. 22). Así los sistemas políticos deben resolver sus agendas no resueltas para evitar la saturación o sobrecarga de problemas frente a las cuales vaya perdiendo progresivamente capacidad de respuesta, por la falta de institucionalidad, eficacia y subcapacitación por parte de los distintos subsistemas para dar respuesta a las demandas del colectivo. La crisis sistémica es entonces, un estado en el cual el mal funcionamiento de una unidad del sistema (subsistema) lleva al mal funcionamiento de otras. Esto debido a que los problemas de los entornos del sistema político exceden sus propias capacidades de respuesta y los subsistemas carecen de dinamismo para soportar al sistema político, y por el contrario se convierten en cargas permanentes. Ahora bien, no se quiere caer aquí en la sobredeterminación teórica propia del objetivismo de la tendencia sistémica y estructural, donde los actores dejan de tener importancia, pues el sistema determina, crea y resuelve sus propios escollos de crisis; donde la crisis no tiene responsables directos, sino que se es victima de las perversiones, contradicciones y disfuncionalidades que el propio sistema puede producir. No se debe olvidar, y para efectos de este trabajo de grado así se afirma, que la crisis es también una construcción social subjetiva y, por ende, relativa a cada contexto y a los actores involucrados, lo que en la sociedad se presenta como diversas sensaciones y conceptuaciones sobre el mismo problema; diversas percepciones sobre sus perjuicios y calamidades. En épocas de crisis como bien lo plantea Masías Núñez, “hay quienes tienen mucho que perder, otros todo por ganar y hay muchos otros para los que las cosas son siempre las mismas. La 58 peor falla que se puede cometer en el estudio de las crisis tal vez sea homogeneizar sus consecuencias y manifestaciones. En el caso que nos ocupa se tratará de hacer uso de los conceptos antes esgrimidos pero esforzándonos en darle el peso a los diferentes acontecimientos históricos que podrían aludir la existencia de tal fenómeno en Venezuela, en una perspectiva temporal, con unos actores específicos que son expresión de la crisis, con unos elementos que podrían constituirse en las causas o productores de la crisis; de forma que no se plantea la crisis como una situación permanente, sino expresión de un modelo que tuvo cierto grado de estabilidad, orden y funcionalidad y que con el tiempo y producto de acciones específicas de los actores involucrados fue cambiando, perdiendo vigencia y por ende expresó un orden de cosas que puede caracterizarse en diversas formas y expresiones, como veremos seguidamente. 3. Crisis del sistema político de acuerdo de élites. Resulta interesante constatar algunos hechos históricos en la realidad política venezolana, a partir de las construcciones teóricas esbozadas precedentemente, en el período posterior a la pérdida de estabilidad política, el descubrimiento de una baja calidad institucional y un marcado disenso político y social. Desde la perspectiva histórica en sólo un quinquenio (1989- 1993) podría enumerar varios eventos críticos: el anuncio y puesta en marcha de un severo ajuste económico en 1989; el estallido social del 27-28 de febrero de 1989; los dos golpes de estado en febrero y noviembre de 1992; el fracasado intento de la reforma constitucional de 1992, la decisión de la Corte Suprema de Justicia del 20 de mayo de suspender de sus funciones al Presidente Carlos Andrés Pérez para dar curso a su juicio por peculado y malversación de fondos públicos y la presidencia provisional de Ramón J. Velásquez. Como se describió anteriormente, la crisis general o global de un sistema político es más que la expresión de ciertos conatos de crisis o anomalías, sin desdeñar obviamente que contribuyen a generar una lógica desencadenante que aumenta potencialmente la crisis global, 59 debemos avanzar en las raíces estructurales y no coyunturales de la crisis venezolana. Existen diversas interpretaciones sobre los elementos que configuraron la crisis. Un buen esfuerzo de síntesis es el realizado por Escobar Salom (2006) en Los demonios de la democracia al plantear que el sistema político instaurado a partir de 1958 se fue aniquilando y hasta envejeciendo, enumerando sus causas como sigue: 1) No se desarrollo institucionalmente la constitución. Se dejaron de aprobar las leyes que la complementaran; 2) la pereza judicial impidió que se desarrollará la jurisprudencia. La Corte Suprema de Justicia la mayor parte del tiempo careció de liderazgo intelectual y de presencia activa para estimular las bases éticas de la legalidad; 3)los partidos políticos, los gremios y los sindicatos impidieron el funcionamiento normal de las instituciones; 4)se pensó que la salud de la democracia dependía solamente de la normalidad de los calendarios electorales y de la sucesión ordenada de poder; 5) los modelos de sustitución de importaciones, la anarquía poblacional, la urbanización anárquica, alteraron la relación de la ciudad con el territorio; ... 8) la corrupción se hizo conspicua y ubicua haciendo que la democracia y las instituciones perdieran prestigio... 9) parálisis de la circulación intergeneracional, crisis de renovación, oxigenación y ventilación; 10) destrucción del Estado por incompetencia y corrupción. La constitución se quedó sola sin el Estado (pp. 32-33) Estas causas parecen resumir muy bien las expresiones de la crisis, pero éstas tienen un desarrollo dentro de factores que se convierten en variables estructurales que hicieron que la crisis se expresará en forma generalizada, en las dimensiones esenciales que definen un sistema político medianamente estable y perdurable en el tiempo. Los cuatro elementos que a nuestro juicio constituyen los factores centrales de la crisis sistémica de la democracia venezolana son: la crisis del rentismo como paradigma político, la pérdida creciente de la institucionalidad, la crisis de legitimidad, y finalmente, la crisis militar con la pérdida consecuente del llamado control civil. Por ello, se puede afirmar que la crisis del sistema político venezolano no era parcial sino general o global. La crisis venezolana era del sistema total de instituciones, de sus actores, de su funcionamiento y de sus resultados. 60 3.1 La pérdida del paradigma político del rentismo En primer término, puede afirmarse que el sistema político venezolano entró en crisis a partir de 1979 cuando sus líneas maestras esbozadas desde 1958 en el Pacto de Punto Fijo -la democracia representativa con predominio de los partidos políticos como vehículo fundamental para la articulación de demandas y representación de intereses y el modelo industrial sustitutivo a través de la renta petrolera- comienzan a debilitarse y agotarse. La crisis se va modelando entonces en los aspectos económicos (el agotamiento del modelo sustitutivo), podría tomarse el famoso “viernes negro” de febrero de 1983 como el momento simbólico en el cual quedó evidenciado el agotamiento temporal y cíclico de la economía petrolera como pilar básico de la democracia venezolana. Es fundamental dimensionar que una de las características más importantes del Estado venezolano desde el primer tercio del siglo XX hasta nuestros días es la de ser un Estado petrolero44. De allí que la industria petrolera tenga una importancia central en la forma en la que se establecen las relaciones en la sociedad, y entre ésta y el Estado, con sus condicionantes políticos, económicos y sociales. El auge de la renta de forma inusitada en 1974 cambió la tendencia al agotamiento del modelo de sustitución de importaciones, ésta se había llevado a cabo sin ningún plan previo y selectivo, pues tal como ha sido ampliamente discutido por Emeterio Gómez, no se establecieron las ventajas competitivas o comparativas en términos del mercado internacional y la complementariedad e integración entre los distintos sectores de la producción, lo que construyó un empresariado dependiente de los subsidios gubernamentales y sin capacidad, calidad y costos para competir en el mercado internacional. La articulación económica se mantuvo concentrada en el sector más fuerte, el petrolero, lo que impidió romper con la dependencia. Cuando la expansión económica comienza a declinar y se realizaba un esfuerzo por superar el anterior modelo económico, surge el nuevo auge petrolero. El valor de la exportación del crudo venezolano pasa de 3.02 dólares por barril en 44 Para ahondar en los efectos de la economía petrolera en Venezuela, se recomienda Baptista, Asdrúbal (1984). Más allá del optimismo y el pesimismo: las trasformaciones fundamentales del país. En Moisés Maim y Ramón Piñango (eds.) El caso Venezuela. Una ilusión de armonía. Caracas: IESA, 1988, pp. 20-41. Espinasa, Ramón (1988). A sesenta y dos años de “Sembrar del petrolero”. Evolución de la política petrolera nacional, en Asuntos CIED, 3, año 2, pp. 97-106. Toro Ardí, José (1992). La utopía keynesiana. Una visión general: 19361992 en Venezuela, 55 años de política económica, Caracas: Panapo. 61 1972 a 14.39 en 1974, lo que representa un incremento del 474%. Venezuela aumenta su presupuesto nacional (sólo en Administración Central) de 15 mil a 42 mil millones de bolívares. Entre 1973 y 1984 el país obtuvo por ingresos petroleros más de 200 mil millones de dólares – la inversión del Plan Marshall para la reconstrucción de Europa después de la guerra fue de alrededor de 10 mil millones de dólares-. Es por ello que Purroy (citado por Romero, 1994)- afirma como la dependencia petrolera del país ha ido en aumento “los ingresos petroleros representaban 46% de los ingresos fiscales ordinarios, en 1970 ese porcentaje asciende a 60% y en 1990 ha alcanzado el record histórico de 80%. Irónicamente ese record se obtiene después que supuestamente el saneamiento fiscal era un objetivo central. Y prosigue: “¿Por qué es tan contraproducente y peligrosa esta altísima dependencia de los ingresos fiscales petroleros?. Sencillamente porque la inestabilidad de los recursos públicos, derivada de la inestabilidad inherente al mercado petrolero, causa severos daños a la economía. Tasas excesivas del ingreso ocasionan congestionamiento, despilfarro y fuga de capital, ya que la capacidad de absorción de la economía tiene limites bien definidos. Descensos bruscos, por el contrario, generan deterioro de los servicios del Estado, déficit fiscal, inflación y pobreza. Por si esto no fuera suficiente, la inestabilidad suele agravarse luego por efecto de las nefastas políticas económicas de los gobiernos, que en vez de ser encíclicas terminan por reforzar procíclicamente los vaivenes petroleros” (p. 64-65). Es decir, volviendo sobre nuestra idea sobre el rentismo político, los errores y desaciertos del sistema político de acuerdo de elites, no son a nuestro juicio el resultado ineludible de la lógica de un Estado petrolero, sino más bien el producto de las decisiones tomadas dentro de las restricciones y oportunidades de este tipo de Estado. Con esto se quiere afirmar que no se apoya el determinismo petrolero, sino que creemos en el papel que tiene la clase dirigente para contrarrestar y revertir, la dependencia rentista del aparato productivo y la sumisión paternalista de la población (Romero, 1994, p. 65). El desplome del paradigma rentista que funcionaba como sostén de la operatividad institucional, produce una pérdida de los sectores políticos ante la reducción financiera y un cuestionamiento severo de índole político y social sobre el modelo rentista, que desencadena múltiples consecuencias utilitarias y funcionales, que tienden a erosionar las expresiones del 62 paradigma político rentista, es decir, el modelo de Estado, el tipo de partido político, los valores que se consideraban dignos de alcanzar a través de éstos, con la consecuente disminución de la eficacia del sistema político en la producción de resultados (Salamanca, 1997, p. 97). Estas expresiones coinciden con la definición Eastoneana de que un sistema político se encuentra en crisis cuando está imposibilitado para dar respuesta a las diversas demandas provenientes del sistema social e internacional. Esta imposibilidad de dar respuesta a las múltiples demandas del sistema social, está mediada por la falta de eficacia, eficiencia y efectividad en el desempeño operativo de las instituciones centrales del sistema político, lo que nos lleva a afirmar la existencia de una crisis de cesación del funcionamiento o comportamiento acostumbrado de las instituciones y la sociedad en general, como se explicó anteriormente. 3.2 La crisis institucional La crisis política general se expresa no sólo en los aspectos operativos del sistema político, en términos de los mecanismos de funcionamiento y resultados, sino fundamentalmente a partir de una pérdida creciente de la institucionalidad debido al bajo desempeño operativo de las instituciones fundamentales del aparato estatal. Si entendemos la institucionalidad como el proceso por medio del cual “una práctica u organización se convierte no sólo en bien establecida y ampliamente conocida, sino universalmente aceptada y donde los actores desarrollan expectativas, orientaciones y conductas basadas en la premisa que ésta práctica u organización existirá en un futuro de largo alcance, al aplicar al campo político la institucionalización significa que los actores políticos tienen expectativas claras y estables sobre la conducta de otros actores” (Mainwaring, 1999, p. 25-26), este proceso en el sistema político venezolano fue perdiendo vigencia y las reglas institucionales pactadas en Punto Fijo, así como los principales valores promovidos por este modelo perdieron validez. 63 Pero la crisis institucional tiene también una dimensión en términos de funcionamiento del sistema, ya que en Venezuela la crisis institucional se expresó, por una parte, a través del desfase del establecimiento institucional con las nuevas demandas y realidad surgida posterior a 1979 con los cambios que el sistema y sus entornos socioeconómicos. Y por otra parte, como des-institucionalización, es decir, como pérdida de funciones y capacidad institucionales previamente existentes. Esta pérdida de institucionalidad o des-institucionalización aumentó exponencialmente las críticas a los principales actores del sistema y los valores que propulsaban, e incluso en un proceso de hipercrítica generalizada y potenciada en suma medida por los medios de comunicación y sectores políticos más radicales de los años noventa, la crisis se comienza a expresar en una pérdida de legitimidad profunda de la democracia como forma de gobierno. 3.3 La crisis de legitimidad Pasemos entonces a describir el tercer elemento definitorio de la crisis. Bien sea que entendamos la democracia en términos estrictamente políticos, es decir, como un mecanismo para elegir a quienes gobernaran sujetos a unas reglas de funcionamiento y con unas garantías institucionales para darle competitividad y libertad al sistema de forma que todos los que quieran puedan competir; o que se le defina sociopolíticamente como, la forma de vida más apta para responder a las preferencias de los ciudadanos, sin establecer diferencias políticas entre ellos, a través de una serie de garantías institucionales; en Venezuela la crisis de la democracia se expresó en sus dos acepciones. En una crisis de efectividad en la capacidad para capitalizar la preferencia de los ciudadanos y en una crisis subjetiva, debido a las creencias que sostienen a la misma y que llevan a los ciudadanos a alejarse de la política, en particular del acto electoral. La crisis de la democracia así definida, se manifiesta como una crisis de legitimidad. La legitimidad la entendemos como un pronunciamiento subjetivo del individuo y los sectores socio-políticos, acerca de la deseabilidad de ciertas instituciones políticas como las 64 más apropiadas para garantizar un régimen político (Bobbio, 2002, p. 862). En Venezuela, una revisión de los datos oficiales referidos a los niveles de apoyo y los niveles de abstención comparativamente, demuestran como se observa en la Tabla 4 y 5 la disminución considerable de la valoración del sistema democrático como modelo deseable. Tabla 4: Tasas de Abstención Electoral Elecciones Presidenciales Municipales 1.968 12 - 1.973 10 - 1.978 12 - 1.979 - 27 1.983 12 - 1.984 - 40 1.988 18 - 1.989 - 54 1.992 - 51 1.993 49 - Fuente: Consejo Nacional Electoral Durante los años noventa se expresó una crisis en las cuatro dimensiones de legitimidad: primero, la legitimidad de origen, vinculada directamente al problema de la representatividad, cuestionada por los niveles de abstención y las criticas a la falta de competitividad del sistema electoral, expresión de ello los datos que abalan la conversión del apoyo de la sociedad a los principales partidos políticos por partidos no tradicionales, ver el Gráfico 1 y Tabla 4 65 Tabla 5: Resultados en Elecciones Presidenciales 1959-1993 Partido Años electorales y porcentajes obtenidos Tipo de Voto AD Presidente Congreso 1958 1963 1968 1973 1978 1983 1988 1993 49.5 49.4 32.7 32.6 27.5 25.6 44.4 42.8 43.3 39.7 56.7 49.9 52.9 43.24 23.6 28.8 15.2 15.2 20.2 20.8 28.7 24.0 33.8 30.2 46.7 39.8 34.5 28.7 40.2 31.3 27.7 27.2 0.4 1.7 21.9 19.6 2.7 10.2 10.6 12.0 COPEI Presidente Congreso LCR Menos de 1. Presidente Congreso MAS Presidente Congreso 4.2 5.3 6.2 9.5 5.7 9.8 Convergencia Presidente Congreso 17.0* 12.4 Votos por la candidatura de Rafael Caldera Fuente: Samuel Pérez (1996), Los partidos políticos venezolanos II. Caracas: Centro Gumilla. Gráfico 1: Votos candidatos: AD, COPEI y Otros (Período 1958-1993) 60 50 40 AD 30 COPEI 20 Otros 10 0 1958 1963 1968 1973 1983 1988 1993 Fuente: CSE: Los partidos políticos y sus estadísticas electorales 1946-1984 (1987) CNE: Elecciones 1993. 66 La legitimidad de funcionamiento en segundo lugar, se traduce en el grado de aceptación de los procedimientos para la toma de decisiones y muestra su perversión a través del centralismo, el partidismo y el cogollerismo. En tercer lugar, la legitimidad de resultados, vinculada con el grado de satisfacción de expectativas en términos de demandas y productos o resultados del sistema, tiene una especial caída en el caso venezolano donde la distribución de recursos y bienes públicos parten de él. Finalmente, la legitimidad simbólica vinculada a los valores y la cultura política, es definitivamente un factor central en la expresión de la crisis global y sistémica. Para reflejar la crisis de esta última expresión de la legitimidad nos permitimos citar in extenso a Romero (1999) quien plantea la tesis sobre la mitologización del pueblo democrático y la cultura política de los venezolanos de la siguiente forma: Para un gran número de venezolanos la democracia, lejos de ser asumida como un valor en sí misma, es crecientemente juzgada en términos utilitarios, y puesta en conexión con un conjunto de creencias “mitológicas” que oscurecen, en lugar de aclarar, la realidad circundante y sus implicaciones sociopolíticas. Dicho de otra manera, a diferencia de las sociedades democráticas avanzadas, donde las condiciones institucionales generan “un compromiso espontáneo que garantiza la coexistencia entre capitalismo y democracia”, en nuestro contexto, por el contrario, la democracia y la libertad ni emergen espontáneamente ni se solidifican como valores normativos, ni se convierten en una “segunda naturaleza” y en una experiencia histórica sedimentada en la conducta y visión de los ciudadanos. Democracia y libertad, en nuestro medio, son conquistas esencialmente frágiles, débiles tallos que asoman ligeramente la cabeza por encima de un territorio abonado por una historia de autoritarismo y una cotidiana realidad de violencia e irrespeto a los derechos de todos (p. 23). Si a ello se añade como explica Marta Sosa (1993), que “en el populismo democrático lo primordial es la capacidad distribuidora más que la productiva, o la asignación de beneficios más que eficiencia, tenemos la clave para entender la gradual debacle del liderazgo. Sencillamente porque su experiencia era la de gerentes del clientelismo más que la de decisores políticos” (p. 35). Esta generalizada crisis política demostró la debilidad de la democracia y sus elementos fundamentales como forma de gobierno. Un evento detonante de la crisis y factor 67 fundamental para el mantenimiento de la democracia, como bien expresa la literatura sobre la consolidación democrática, es la existencia de una organización militar bajo el control civil y la imposibilidad de que puedan aumentar su autonomía militar-política como para determinar al poder político o suplantarlo por la vía de la violencia. Esta variable se aprecia nuevamente en la escena política venezolana en el año 1992. La organización militar que había demostrado en la época de los inicios del sistema político democrático su acoplamiento, institucionalidad y profesionalismo apegado al orden constitucional, dejó ver a partir de las intentonas golpistas del 4 de febrero y 27 de noviembre de 1992, la incertidumbre y la debilidad de la democracia, fundamentadas en la falta de un control civil y el manejo de unas relaciones civiles-militares alejadas del profesionalismo. 4. El subsistema militar en la crisis política venezolana El subsistema militar viene dado por el conjunto de interacciones para el cumplimiento de las acciones sociales realizadas por el sector militar. Estas acciones sociales permiten a los individuos militares entablar diversas relaciones a lo interno del estamento militar y a externo con el resto de los subsistemas dentro del sistema social. El subsistema militar entonces sigue diferentes usos y costumbres (militares y civiles), cumple varios papeles (oficiales y privados), observa y cumple varias leyes y reglamentos (militares y civiles), respeta ciertos valores establecidos (tanto de orden civil como de orden militar) y da lugar a procesos como la adaptación, el reclutamiento, el entrenamiento de sus miembros, la cooperación, etc. Todos estos elementos representan al igual que la sociedad, un verdadero espacio organizado para la acción social de sus miembros que puede denominarse sistema social militar (Ratenbahc, p. 22) y que aquí convendremos en llamar subsistema militar. Este subsistema interactúa entre sí, pero lo más importante genera relaciones con el resto de la sociedad organizada. Por razón de la función que cumple dentro del sistema social y el Estado, el subsistema militar genera relaciones de interdependencia mayores con el sector dirigente o el poder político del país, pues a éste se encuentra subordinado y las funciones que cumple podrán variar dependiendo de la planeación estratégica de la elite dirigente. 68 El subsistema militar no se encuentra aislado de los procesos políticos, económicos y sociales, todo por el contrario, no sólo está afectado por ellos, sino que en buena medida puede afectar, modificar y cambiar el funcionamiento del sistema político y social en general a partir de sus acciones sociales. Esto es comprobable en el caso venezolano, pues la crisis del sistema político tuvo efectos sobre el subsistema militar y generó un conjunto de acciones que modificaron la forma de relación de dos actores centrales dentro del sistema: la clase política y el estamento militar. 4.1 Las relaciones civiles-militares en el sistema político en crisis Las relaciones civiles-militares de la época posterior al proceso de triunfo militar y político del sistema democrático sobre la guerrilla en la década del 70, se caracterizó por un proceso continuo de inserción de las fuerzas armadas en el sistema político democrático a través de la búsqueda del control civil. Sin embargo, la crisis sistémica no dejó de causar estragos, tensiones y rupturas a lo interno del sector militar tanto en su estructura, funcionalidad como en su ética profesional. En ese sentido, podríamos preguntarnos si el componente militar venezolano se había mantenido durante tres décadas bajo el modelo profesional y sin intervención directa en la política, ¿qué pasó en la década del 90? Según Juan Carlos Rey (2002) desde 1958 los gobiernos democráticos desarrollaron una política militar que tuvo como objetivo primordial evitar, por todos los medios, que se volviera a repetir un golpe de Estado como el que se produjo en 1948. Para lograr este objetivo la clase política, representada fundamentalmente en los partidos políticos, desarrollaron dos líneas de actuación que según el autor a la larga iban a entrar en contradicción. Por una parte, se emprendió una política tendiente a aumentar y mejorar la profesionalidad de las Fuerzas Armadas, bajo la idea de que ese era el medio más idóneo de asegurar en el largo plazo la nointervención de los militares en la política y su obediencia a la autoridad civil (Huntington, 1964) Pero, por otra parte, se llevó a cabo otra política, concebida para tener efectos a corto plazo, destinada a reducir a un mínimo el poder de las Fuerzas Armadas para dar un golpe de Estado, aunque con ello se iba a disminuir su capacidad y efectividad inmediata para la 69 defensa nacional. Tal era el caso de medidas como la concesión de una gran autonomía a cada una de las cuatro fuerzas y la eliminación del Estado Mayor Conjunto que, aparte de algunas consideraciones técnicas en que podían basarse, tenían el claro propósito de dividir a las fuerzas y privarlas de la unidad de mando, para obstaculizar de esta manera cualquier eventual golpe; o medidas como la rotación continua de los mandos militares y de pase a retiro prematuro de los oficiales, con el propósito de que no se desarrollaran ni consolidasen liderazgos golpistas, pero con el inconveniente de perjudicar una adecuada especialización profesional. A tal tipo de política se unían los intentos de asegurar la lealtad de los militares hacia las autoridades civiles, a través del nepotismo, el compadrazgo y el favoritismo partidista en las promociones. Pero, a medida que se consolidaba la democracia y que aumentaba la profesionalidad de las fuerzas armadas, los dos tipos de políticas entraron en una contradicción cada vez mayor (Rey, 2002), llegando hasta la ejecución de un golpe de estado a través de una operación militar. 4.2 El golpe de estado del 4 de febrero y del 27 de noviembre de 1992 El golpe de estado del 4 de febrero llevado a cabo por el Teniente Coronel Hugo Chávez Frías, tuvo una organización militar construida en un ataque por sorpresa, según lo describe Machillanda (1998): Un Teatro de Operaciones (TO) con una fuerza de tarea del teatro de operaciones y una fuerza de trabajo del teatro de operaciones. La fuerza de tarea del TO la constituía la segunda división de Infantería acantonada en Maracay, la Brigada Blindada acantonada en Valencia, la Brigada de Paracaidistas acantonada en Maracay, un batallón más de cazadores de entrenamiento en Maracay, la cuarta División de Infantería y el grupo de helicópteros de entrenamiento del Pao (estado Cojedes) el batallón Ayala, el regimiento de comunicaciones de Caracas, el Batallón de Infantería Bolívar N° 3 y el grupo de artillería Ribas en la guarnición de Caracas (p. 104) 70 En su mayoría los comandos estuvieron a cargo de tenientes coroneles. El comandante de la operación Teniente Coronel Hugo Chávez, el teniente coronel Arias Cardenas encargado de la toma del poder en Zulia y el control de la Segunda División de Infantería acantonada en esa importante guarnición, el teniente coronel José Ortiz Contreras comandó las unidades de cazadores que se encontraban tomando curso de paracaídas en la Brigada de Paracaidistas y con una unidad debía tomar Maracay, el teniente Yoel Acosta Chirinos, comandaría el Batallón Leonardo Chirinos y cumpliría una misión con detalle en las áreas vitales de la Guarnición de Caracas, el teniente coronel Urdaneta Hernández, quien debía tomar el control militar y político del estado Aragua, y a un grupo de capitanes les correspondía la toma del poder político en Valencia, mientras el Capitán Donald Blanco la Cruz y el Capitán Antonio Rojas Suárez, serían los coordinadores de la neutralización del Fuerte Tiuna y el control de la Cúspide Militar, el Capitán García Rojas le correspondería la dirección de operaciones frente al Ministerio de la Defensa, comandancia General del Ejército y Seguridad fuera del Fuerte Tuina (Machillanda, 1998, p. 108-109) Las causas del golpe de estado desde la perspectiva de las relaciones civiles- militares vienen dadas por un conjunto de condiciones necesarias y suficientes (Karsten, 2003). Según lo argumenta Karsten (2003) en su ensayo El golpe de Estado en las democracias competitivas: Su pertinencia, sus causas y cómo evitarlo, los golpes de estado en las democracias están casi invariablemente asociados con uno o varios de los siguientes factores: 1. Profundas dificultades económicas 2. Corrupción política 3. Estancamiento político 4. Afrentas a los valores corporativos de las fuerzas militares 5. Amenazas o perjuicios a los intereses corporativos militares. Los primeros tres factores pueden calificarse como causas “externas” (en el sentido de que son generados por fuerzas enteramente externas a la misma institución militar), y casi invariablemente están acompañados por la presencia de grupos civiles opuestos al gobierno 71 que piden una intervención militar. Los últimos dos factores, afrentas a los valores y/o los intereses militares son “internos” en el sentido de que, si bien las figuras militares que se ven afectadas de esta manera sienten que los problemas tienen un origen “externo”, los valores y/o intereses afectados son los de las mismas figuras militares. En ese sentido, es importante reflejar la vinculación que se establece entre el deterioro de las instituciones políticas y la disminución del liderazgo político sobre la institución militar, la sensibilización de los oficiales al descontento popular y los efectos perniciosos del uso represivo y policial de las fuerzas armadas, especialmente en los acontecimientos del 27 y 28 de febrero de 1989 que terminaron por cuestionar la legitimidad de quienes les ordenaron reprimir, así como el carácter disuasivo que sobre una acción militar disruptiva tiene la cohesión de las élites políticas. Además, es importante explicar que si bien las fuerzas armadas pueden intervenir como respuesta a una situación de deterioro institucional prolongado, frente a una polarización extrema de las élites políticas, o por la presión y convocatoria popular, la verdad es que, en el caso de las fuerzas armadas modernas y profesionales, la intervención no se hace posible sino hasta tanto no se consideren amenazados los intereses centrales de la institución militar, los intereses corporativos y demandas específicamente militarprofesionales de la institución (Agüero, 1993), esto es lo que Karsten llama las causas internas. En Venezuela, la crítica al modo específico de organizar las relaciones entre las fuerzas armadas y el gobierno venían anunciándose, y de manera cada vez más enfática, desde hacía ya algún tiempo. Estas críticas apuntaban en primer término al sistema de organización central de la defensa, heredado del período de la transición a la democracia, y a los mecanismos de control civil entonces impuestos, especialmente la alta y veloz rotación en los cargos superiores por la limitación de años de servicio. En segundo lugar, se criticaban los efectos que la partidocracia y partidización habían tenido sobre el estamento armado, en particular, la violación de las normas de profesionalismo y autonomía interna. Especial mención merece la obra de Machillanda (1988) Poder político y poder militar en Venezuela que desde el año 1988 ya aproximaba duras críticas al modelo de control establecido por el poder político, calificándolo por su desviación del profesionalismo, por una fuerte penetración de los partidos 72 políticos que pretenden la partidización de la institución y que luego se relaciona con los ascensos y distribución de los cargos administrativos (p. 183-184) Otro foco de la crítica era la disposición que limitó la carrera militar a un máximo de treinta años de servicio, luego ampliado a 33 años con la aprobación de la Ley Orgánica de las Fuerzas Armadas en 1983. Aun con el nuevo límite, se considera que imponía una excesiva rotación en los cargos altos, restando continuidad a las políticas e impidiendo la planificación coordinada de largo plazo. El límite en los años de servicio produjo una alta competencia al interior de cada institución por las posiciones en la cúspide, al mismo tiempo que la autonomía de cada fuerza alentó la competencia por recursos entre las distintas comandancias generales. Esto es definido por Machillanda como las luchas ínter fuerzas por el presupuesto, con la consecuente debilidad de la institución en lo que Hungtinton (1964) ha llamado la unidad de mando. Los mecanismos de control establecidos por el sistema político de acuerdo de elites y su perversión a medida que avanzaba el deterioro institucional, reflejado especialmente en el peso de la partidización, inició una tendencia a la imbricación de las cúpulas militares en las prácticas oligárquicas de la partidocracia (Agüero, 1993). Ello condujo a una mayor partidización de los ascensos, distorsionando el profesionalismo basado en el mérito y generando subgrupos internos orientados a tratamientos preferenciales en los ascensos y designaciones. La utilización a veces casi prebendaria de ascensos por parte del ejecutivo, aumentaba a grados superiores incluso de generales sin cargos acordes con su jerarquía. La crítica desde el estamento militar centrada en la forma de organización política establecida a partir del Pacto de Punto Fijo y su evolución perversa, con la conjunción de la crítica interna a la cúpula militar, la sensibilización frente al descontento popular y la reacción frente al deterioro de las instituciones políticas civiles posibilitó, el paso de la tensión a la inestabilidad y de ella al descontento militar hasta llegar al golpe de estado del 4 febrero de 1992. Esta hipótesis puede corroborase al analizar las recomendaciones emanadas luego de la conformación de un Consejo Consultivo posterior al 4 de febrero, encargado de señalar los principales factores de emergencia y algunas soluciones a la crisis nacional, desarrolladas en el 73 documento Recomendaciones del Consejo Consultivo al Presidente de la República (1-041992) en cuanto a la materia destinada a las Fuerzas Armadas afirma: El consejo consultivo tiene que llamar la atención sobre la necesidad de replantearse el rol de las Fuerzas Armadas en el contexto de las nuevas realidades, tanto nacionales como internacionales. Prosigue con las recomendaciones: “Por lo tanto, en servicio de la tarea que se le ha solicitado a este Consejo, recomendamos que en materia de ascensos y asignación de cargos se tomen en cuenta, escrupulosamente, los meritos, las aptitudes y credenciales de los oficiales, y se evite toda injerencia extraña a la institucionalidad de las Fuerzas Armadas y al profesionalismo de las mismas. Es necesario abordar un cambio al sistema de carrera, dando una solución adecuada al problema del tiempo de servicio. Igualmente parece llegado el momento de introducir mejoras efectivas en el orden operativo. Especial interés debe prestarse al Plan de Bienestar Social que ha sido proyectado. Ese plan debe traducirse en ejecutorias y realizaciones que no admiten dilación (p. 457) Finalmente, el uso de la violencia para producir un cambio de gobierno llevado a cabo por el Teniente Coronel Hugo Chávez Frías, potenció la crisis de legitimidad que venía evolucionando desde mediados de los ochenta, así como también agudizó el deterioro institucional, al profundizar un cuadro de división entre las élites estratégicas, impulsó el incremento de la abstención electoral y la protesta social, y sobre todo, reintrodujo el fantasma de una metodología para el acceso al poder que se creía superada: el desplazamiento violento de las elites gobernantes, es decir, el uso de la violencia como factor de cambio de gobierno. El golpe de estado produjo problemas a lo interno de la institución militar. Específicamente el debilitamiento de la disciplina, la subordinación y la jerarquía, las cuales constituyen los fundamentos del profesionalismo militar. Si entendemos disciplina como una “ejecución racional, metódica y precisa de una orden recibida, y una actitud dedicada exclusivamente a su cumplimiento” (Rattenbach, 1972, p. 86), es indudable la acción disolvente que tiene sobre la disciplina la participación militar en política, especialmente en un golpe de Estado. En las conspiraciones o planificación de los golpes de Estado, se posibilita la reunión de militares para realizar un acto subversivo, ilícito e ilegal, donde los diferentes grados militares se nivelan. En este sentido, se crean relaciones contiguas donde los superiores se igualan a los de menor jerarquía y esto va creando un relajamiento y desmembramiento en 74 el accionar disciplinado, jerárquico y lineal de un cuerpo profesional donde las órdenes deben ser cumplidas en orden ascendente y no horizontal. Pero en el caso del golpe de Estado del 4 de febrero representa la prueba más fehaciente de que la disciplina venia siendo relajada desde mucho antes del golpe de Estado, producto de la penetración de los partidos políticos y de la política a lo interno de la institución a través de los generales y almirantes que no representan el interés profesional de la institución sino de los partidos políticos en el gobierno. Es así como el golpe de Estado es realizado por los mandos medios, violándose la jerarquía y obediencia dentro de la estructura militar, lo que demostró la falta de identificación y liderazgo de los cuadros inferiores con los mandos naturales de la instancia de la oficialidad superior. Aunado a estas consecuencias en la institucionalidad del estamento militar, el mismo estado de ánimo y situación de deterioro institucional continuó luego del fracasado intento del 4 de febrero, alentando la deliberación militar y la crítica desde los cuarteles, pese a los intentos del alto mando por recomponer la unidad y cohesión institucionales. El rol constitucional de las Fuerzas Armadas de asegurar... la estabilidad de las instituciones democráticas", esgrimido frecuentemente durante este período, se contrastaba peligrosamente con la incapacidad de las élites políticas para dotar de legitimidad a esas instituciones. En suma, el mayor protagonismo político asumido por las Fuerzas Armadas no debe verse como el resultado de un desequilibrio entre instituciones civiles y militares, sino como el efecto en estas últimas del deterioro de las instituciones políticas. (Agüero, 1993). Es por ello, que el golpe de Estado que fracasó militarmente según Machillanda (1998) en su obra Cinismo Político y Golpe de Estado, se dirigió luego arriba y a la derecha el 27 de noviembre del mismo año, cuando los generales y almirantes dirigentes de la cúpula militar en la máxima jerarquía de la estructura de la Fuerzas Armadas, decidieron intervenir en política con un nuevo golpe de Estado, demostrando la máxima deslegitimación de la dirigencia política y la elite militar. Este golpe de estado tampoco tuvo éxito militar, pero sus efectos políticos fueron igualmente aceleradores de la crisis del sistema político. 75 4.3. El control civil posterior a los golpes de estado La evolución político-militar en los períodos presidenciales posteriores al golpe de Estado, demuestran que no se logró contrarrestar los efectos perniciosos que tuvo para la organización militar su politización. La dirigencia política no entendió que los golpes de estado reflejaron la insubordinación de un grupo de militares y por ende se había perdido el principio de obediencia45, y con éste en alguna medida, el control civil sobre el estamento armado por parte de la clase política. La evidencia de lo precedentemente afirmado, se observa en la creciente politización del estamento armado durante el período inmediatamente posterior a los golpes de estado. Esto se comprueba en que las acciones tomadas a posteriori por los altos mandos de la institución militar para tratar de producir una respuesta institucional frente a la crisis interna, recibiendo por parte de los mandos medios y bajos activos dentro de la FAN respuestas politizadas de apoyo y reafirmación a las acciones tomadas por los golpistas. Del trabajo de campo realizado para este Trabajo de Grado se desprende que los oficiales activos en un número significativo percibían a los que habían realizado el golpe militar como personas valientes, comprometidos y profesionales, en tanto se habían revelado contra un sistema político devenido en tiranía, que había politizado las fuerzas armadas y había puesto al país en una profunda crisis política, económica, social y hasta ética. Los militares golpistas eran definidos como héroes que se habían inmolado por una causa nacional46. En este contexto a lo interno de la institución militar o en el entorno interno militar47, la clase política no entendía lo que por lo menos desde 45 Obediencia entendida en términos weberianos como dominación, es decir, como la capacidad de encontrar obediencia a un mandato de determinado tipo. Weber, Economía y sociedad. t. 1. p. 43. 46 El trabajo de campo realizado para esta investigación y las diferentes entrevistas semi-estructuradas realizadas tanto a militares en grados de Coronel, comprometidos con el golpe de Estado, como a oficiales superiores en grados de General de División y Almirantes, que se encontraban en posiciones de comando en el período inmediato posterior al golpe de Estado, coinciden en que a lo interno de la institución se generó un intenso debate político y un apoyo soterrado a los autores del fracasado golpe de estado. En algunos casos fueron idealizados y los compromisos para ayudas económicas, las visitas a los presos militares, a los exiliados en el exterior demuestran estas afirmaciones. Esto sumado a la irresponsabilidad del mando en la clase política al no tomar todas las medidas necesarias y suficientes para castigar la insubordinación y violación de la ley, muy por el contrario en el mundo civil hubo un apoyo no solo de la sociedad, sino de líderes políticos e incluso del mundo intelectual. Para profundizar sobre la claudicación del liderazgo civil y de las élites intelectuales frente a los golpes de estado y la decadencia de la democracia en Venezuela, ver Aníbal Romero (1994), Crisis y decadencia de la democracia en Venezuela. Caracas: Panapo. 47 Conceptuación teórica desarrollada por Machillanda para dar cuenta de las interacciones a lo interno de la organización militar y que se encuentra en dos extremos el estratégico y el administrativo. 76 Max Weber en adelante, ha quedado suficientemente claro, esto es, no hay obediencia donde no hay ejercicio de mando. Es decir, la clase política representada en los partidos políticos mostró cierta indiferencia y un comportamiento irresponsable48 frente a los correctivos que se debían tomar, un desconocimiento de los temas centrales de la organización militar y una indefinición de las misiones y papel de la institución dentro del Estado, especialmente, dentro del sistema político. Esto fue debilitando cada vez más el profesionalismo militar y las divisiones internas eran mayores. La crisis política había hecho su máxima expresión en el subsistema militar. 5. La continuación de la crisis: equilibrio inestable en Venezuela El sistema político venezolano a pesar del trabajo político superior adelantado por el Consejo Consultivo, no logró encaminarse hacia un proceso de estabilización que permitiera mejorar la gobernabilidad y la credibilidad en el sistema político democrático, por el contrario, en el marco de la inestabilidad política y del descontento popular, agravado por el paquete de “ajustes”, el periodista José Vicente Rangel presentó el 8 de noviembre de 1992 una denuncia a través de los medios de comunicación sobre el aprovechamiento ilícito de Pérez y dos de sus ministros de 250 millones de bolívares. La denuncia fue investigada por la Comisión de Contraloría del Congreso, la Contraloría General de la República, y el Tribunal de Salvaguarda 44. La iniciativa de solicitar un antejuicio de mérito contra el Presidente la ejerció la Fiscalía General de la República por presunta malversación y peculado. El 20 de mayo de 1993, la Corte Suprema de Justicia determinó que existían méritos suficientes para un antejuicio contra el Presidente Pérez, que fue entonces suspendido por el Congreso de la República, asumiendo como gobierno de emergencia la Presidencia Ramón J. Velásquez en junio de 1993. Este nuevo gobierno se formó con el apoyo de AD y COPEI, pero a los pocos meses se vio privado de ese soporte político. Los objetivos del gobierno de transición fueron: llevar adelante algunas medidas económicas, para enderezar el rumbo de las finanzas públicas a través de la aprobación de ciertas leyes fiscales y conducir al país a un nuevo proceso electoral en diciembre de 1993. 48 Paradigmático resulta el discurso pronunciado por el Ex Presidente Rafael Caldera prácticamente otorgándole legitimidad y justificando el golpe de Estado. 77 Durante el período de Ramón J. Velásquez, el logro más importante fue, haber contribuido a que el país, que vivía un período de tensiones muy fuertes, culminara con el proceso electoral que se realizó el 6 de diciembre de 1993. Las elecciones contaron con una alta abstención dando como ganador a Rafael Caldera, quien había conformado un partido definido como el “Chiripero” y que trataba de desvincularse de los partidos políticos tradicionales. En un gobierno que trato de llevar el tambaleante sistema, hasta las nuevas elecciones sin mayores cambios políticos, buscando la estabilización del sistema, se terminó por configurar la decadencia del modelo de conciliación de elites al permitir por medio de un indulto político, que el Teniente Coronel Hugo Chávez, quien había encabezado el golpe de Estado de 1992, pudiese competir a través de la vía democrática por la Presidencia de la República. En ese sentido, los militares y civiles que acompañaron el golpe militar comenzaron a exponer sus ideas y planteamientos acerca de las motivaciones de su participación en la política venezolana, así como sobre el futuro que vislumbraban para una sociedad ansiosa por dejar atrás el pasado y cambiar hacia un porvenir mejor y más estable. Desde un primer momento, quedó claro que los oficiales golpistas, en su mayoría, no presentaban basamentos ideológicos, económicos y sociológicos suficientemente amplios, actualizados y coherentes. Lo que sí fue recurrente en su oferta política electoral era la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente, que según se refleja de los documentos recopilados a partir del golpe de estado, cambiaría radicalmente las formas y prácticas políticas establecidas por la partidocracia a la que le achacaban todos los males del Estado Venezolano. 78 Tabla 6: Intervenciones militares en política durante el Siglo XX Fecha Descripción Definición políticomilitar 1945 Golpe de Estado del 18 de octubre. Componente militar formado profesionalmente se incorpora en sus mandos medios a la función de gobierno, se diluye con el poder político al formar parte de la Junta Revolucionaria de Gobierno. Transición del 1948 Golpe de Estado del 24 de noviembre. Componente militar pretorianismo hacia el como factor interviniente y de decisión en el sistema político. profesionalismo Se constituye en gobierno militar. militar 1958 Golpe de Estado del 23 de enero. El componente militar interviene en la realidad política como consecuencia de la ilegitimidad del régimen y de las acciones de protesta y desobediencia popular. Firma del Pacto de Punto Fijo e inicio del sistema de conciliación de élites. 1961 Sanción de la Constitución de la República de Venezuela e instauración de la democracia representativa. Explosión de la subversión castro- comunista. Componente militar dedicado a las acciones contraguerrilleras en el conflicto interno. 1973 Guerrilla derrotada militar y políticamente. Maximización del profesionalismo del componente militar. Profesionalismo 1984 Incursión de la Corbeta Caldas Colombiana en aguas marítimas venezolanas. Movilización del estamento militar en 48 horas a la zona fronteriza del Táchira y Zulia obligando al Estado colombiano a abandonar sus pretensiones estratégicas en territorio venezolano. militar 1992 Intentonas golpistas de febrero (abajo y a la izquierda) y noviembre (arriba y a la derecha) como expresión de ilegitimidad del sistema político. 1998 Elección de Hugo Chávez, apoyado en la aspiración de Inicio de la cambio del sistema. Oferta electoral de la Asamblea Nacional desprofesionalización Constituyente como mecanismo de cambio radical del militar sistema. 1999 Celebración de siete actos electorales asentados en la popularidad de Chávez. Discusión en la ANC. Oferta de inclusión al estamento militar dentro del “Desarrollo Nacional”, apertura para la deliberación política y aprobación del derecho al sufragio. 79 CAPÍTULO IV EL PODER CONSTITUYENTE Y EL ESTAMENTO MILITAR 1. Aproximación La crisis del sistema populista de conciliación de élites expresada en los aspectos ideológicos, políticos, económicos y militares, se materializó con la salida del poder de los partidos tradicionales y el triunfo político de Hugo Chávez en la Presidencia de la República49 como representante de la opción antipolítica y anti-sistema dentro de las ofertas electorales. Con una propuesta de cambio radical de toda la estructura estatal, prometió acabar con los partidos políticos, la corrupción y la pobreza e igualmente planteó un cambio constitucional a través de la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente, desprendiéndose de su discurso que ésta traería la solución de los principales problemas nacionales adjudicados fundamentalmente a la partidocracia, al liderazgo civil irresponsable y la corrupción del sistema de democracia representativa. Luego de ascender a la Presidencia de la República Hugo Chávez logró la aprobación de un Referéndum Consultivo en abril de 1999 para la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente (ANC). Impulsó como presidente a una mayoría de los sufragantes hacia el partido oficialista Movimiento Quinta República gracias al llamado “Kino Chávez” en la elección de julio del mismo año de los asambleístas; se aprueba la Constitución el 15 de diciembre a través de un Referéndum Popular y es reelecto o “relegitimado” el 30 de julio de 2000 para un período presidencial de seis años. 49 Aunque ese triunfo político estuvo marcado por una abstención de 36%, lo que arroja un apoyo real entre el total de la población inscrita para votar en al Registro Nacional Electoral del 35,8%. Consejo Nacional Electoral para la fecha aún Consejo Supremo Electoral. 80 Todos estos comicios electorales donde sale triunfador el recién electo Presidente, están marcados por el proceso constituyente como generador de un nuevo momento político diferenciador en el desarrollo histórico venezolano. Este momento político estuvo definido por la discusión, debate e interpretación por parte de las diferentes fuerzas político-sociales para enjuiciar la legalidad, legitimidad y necesidad histórica de un cambio en la estructura política, económica, social e ideológica del Estado venezolano. En ese sentido, el proceso constituyente refleja un momento histórico-político en el que se pretendía un cambio radical del sistema político a través de la normativa constitucional. Con el objetivo de explorar, analizar y explicar la influencia de las normas constitucionales y el cuerpo de leyes orgánicas sobre el estamento militar, específicamente, los efectos en las relaciones civiles-militares; este capítulo contempla el siguiente desarrollo: un estudio de orden jurídico-político que explica el proceso constituyente, aludiendo teóricamente que significa tal concepción en los estudios filosóficos en términos de poder constituyente, poder constituido, poder comitente y Constitución. Una descripción de los antecedentes, etapas y desarrollo de la Asamblea Nacional Constituyente como momento jurídico-político en el sistema político venezolano, y por último, un análisis de orden jurídico-militar sobre los cambios y efectos producidos en el estamento militar a partir del cuerpo normativo establecido con base en la Constitución de 1999. 2. Poder Constituyente y Constitución El poder constituyente es la voluntad soberana del pueblo que persigue dar forma y organización política a la nación, estableciendo las bases del poder público y sus relaciones con el ciudadano a través de un pacto político llamado “Constitución.” Ese poder constituyente se caracteriza por ser originario, unitario, indivisible, permanente y extraordinario. Es originario por que es el primer poder, es la soberanía primigenia, de él deviene como consecuencias ulteriores las otras manifestaciones de poder. Es único e indivisible por cuanto no puede ser coordinado, compartido o unido a otros poderes, como el poder judicial, el ejecutivo o el legislativo, ya que le abarca a todos como su antecesor común 81 (Raffalli, 1998, p. 39) Es extraordinario por cuanto subyace en el pueblo pero no aflora ni se ejerce sino en situaciones absolutamente extraordinarias, como son la fundación o refundación del Estado. Finalmente es permanente, por cuanto siempre está allí, es inherente al pueblo mismo quien no se puede desaprender de él, a lo mas mantenerlo subyacente para ejercerlo voluntariamente cuando las circunstancias extraordinarias lo ameriten. Para completar la idea del poder constituyente, debemos afirmar que la titularidad reside única y exclusivamente en el pueblo, en la masa ciudadana organizada como una Nación capaz de expresar su voluntad. Esa situación además encuentra sus bases en el derecho originario, llamase natural, derecho de gentes o teológicamente como derecho preveniente directamente de Dios. Ese poder constituyente reside en el pueblo quien lo ejerce soberanamente. Se trata de una realidad reconocida a plenitud en la Revolución Francesa que dio origen a la llamada Teoría del Tercer Estado o del Pueblo del clásico Abate Sieyés. Sieyés desarrolla su teoría de la representación política con una idea que engloba el poder constituyente, los poderes constituidos y el poder comitente. Fundamentalmente el Abate plantea la aplicación del principio de la representación al poder constituyente de la nación de la siguiente forma: La nación que ejerce entonces el más grande, el más importante de sus poderes, debe estar en su función libre de todo constreñimiento y de cualquier otra forma, dispuesta de la que desea adoptar. Pero no es necesario que los miembros de la sociedad ejerzan individualmente el poder constituyente; pueden dar su confianza a representantes que no se reunirán sino para ese objeto sin poder ejercer ellos mismos el poder constituido (Sieyes, 1789 compilado por Pantoja, 1993, p. 183) Un aspecto central en la teoría constitucional de Sieyés es la vinculada a la forma de acción política en donde la autoridad viene de arriba y la confianza viene de abajo. Lo expresa como sigue: La acción política en el sistema representativo, se divide en dos grandes partes: la acción ascendente y la acción descendente. La primera abarca todos los actos por los cuales el pueblo nombra inmediata o mediatamente todas sus representaciones, a las que encarga simplemente su concurso para solicitar o 82 hacer la ley, o bien para servirla en su ejecución una vez que ha sido promulgada. La segunda abarca todos los actos mediante los cuales esos diversos representantes se dedican a forjar la ley o servirla. (Sieyes) Es así como diferencia entre poder constituyente y poder constituido. A estas ideas agrega la del poder comitente, que es ejercido directamente por el pueblo, quien debía escoger y delegar las personas que ejercerían sus derechos reales, comenzando por el derecho excepcional de constituir el establecimiento público, es decir, el poder constituyente. Para comprender mejor la teoría constitucional de Sieyes, veamos gráficamente el esquema elaborado por Pasquino (citado por Pantoja, 1993, p. 38) Tabla 6: Esquema de las relaciones entre los poderes en el sistema constitucional de Sieyés. Constitución Representantes Extraordinarios 2 Poder Constituyente Autorización Elecciones 1 Pueblo Poder comitente Representantes Ordinarios 3 Poderes Constituidos Autorización Elecciones Autoridad Ley Concurso mediato a la confección de la Ley Fuente: Pantoja David (1993), Escritos políticos de Sieyés. Introducción, estudio preliminar y compilación. México DF.: FCE Una vez aclaradas las concepciones del poder constituyente y constituido, afirmamos siguiendo a Manuel García Pelayo (año, p. 312), las concepciones sobre Constitución que expresa tres ordenes de cosas. En primer lugar, la Constitución forma parte integrante del orden jurídico, en cuanto es expresión de las normas organizadoras, es decir, el orden de competencias con respecto a las cuales se crea el resto del derecho y se asegura su vigencia. 83 En segundo lugar, la Constitución forma parte integrante del orden estatal, pues el Estado es una unidad de poder que actúa mediante el despliegue de tal poder, mas para la existencia de dicha unidad, y para hacerla actuante, se precisa una organización, y esta organización de los poderes públicos es precisamente la Constitución. En tercer lugar, la Constitución forma parte de la estructura política, ya que los principios políticos, la manera de existir políticamente (monarquía o república, individualista o colectivista, federal o centralizado) y en fin las “fuerzas político-sociales” se convierten en estatales y sus normativas programáticas se transforman en normas jurídicas por y través de la estructura constitucional. Es, en este último sentido, que se concibe el proceso constituyente en Venezuela, se afianza el análisis en que teóricamente la Constitución es el resultado de una intensa confrontación de intereses políticos, sociales, económicos e ideológicos dentro del sistema político para definir la forma de ordenar la confrontación y competencia entre grupos diferenciados. El factor mayoritario en las relaciones de poder dentro de la Asamblea Nacional Constituyente, que tiene como objetivo final la elaboración del texto constitucional, logra que sus opciones intelectuales e ideológicas se vean satisfechas; en lenguaje de García Pelayo, la fuerza político social con mayoría consigue que sus normativas programáticas se transforman en normas jurídicas por y través de la estructura constitucional. Se plantea por ende la Constitución en términos de relaciones reales de poder y no como un instrumento normativo que representa los intereses supremos de toda la nación. La Constitución es una expresión de la política en términos de lucha y poder más que en términos de justicia y equidad, en ese sentido la tesis de Lasalle, cobra vigencia al afirmar que los problemas constitucionales no son primariamente problemas de derecho, sino problemas de poder. 3. El Momento Constituyente de 1999 3.1 Antecedentes al Momento Constituyente Agrupando a partidos políticos en el denominado "Polo Patriótico" compuesto por partidos de izquierda y centro izquierda: Partido Comunista de Venezuela PCV, Patria Para 84 Todos PPT, MBR-200, y MAS; el Polo Patriótico gana la elección presidencial del 6 de diciembre de 1998 con 56% de los votos y una abstención del 36,48%. De esta manera Hugo Chávez Frías llega al poder aceptando el juego democrático y emprendiendo el programa que prometió durante la campaña electoral, entre ellas convocar una asamblea constituyente para re-fundar el país. La convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente, alentaba al cambio radical de las estructuras del sistema democrático y la re- creación de las instituciones del Estado. Para Brewer-Carías (2002, p. 19), quien fue uno de los miembros de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) de 1999, “El hecho electoral de 1998, se configura en nuestra historia como una disidencia histórica. La voluntad de cambio expresada democráticamente, produjo la elección de Hugo Chávez Frías, quien también amenazaba, ciertamente, por desplazar del poder a los viejos partidos políticos”. Esta condición de “disidencia histórica” se expresó electoralmente y en el empleo de los medios democráticos para el proceso de cambio político. A pesar de múltiples discusiones sobre la legalidad y legitimidad de la convocatoria del poder constituyente, la reforma o el cambio constitucional, los resultados terminaron favoreciendo a la convocatoria del proceso. 3.1 Convocatoria y etapas de la Asamblea Nacional Constituyente La convocatoria quedó bajo la conducción del Presidente de la República quien por medio del Decreto Presidencial N° 3, fechado del 2 de febrero de 1999, convoca un referéndum consultivo para que los ciudadanos expresaran sí estaban o no de acuerdo sobre la convocatoria a una ANC. Constitucionalmente, el texto de 1961 no anunciaba una ANC como mecanismo de reforma constitucional. Esto generó un intenso debate pues se presentó lo que se ha llamado el dilema del Estado constitucional entre la soberanía popular y la supremacía constitucional, ya que la Constitución no contempla el mecanismo de la ANC sino la enmienda y la reforma general señalados en los artículos 245 y 246. 85 Para Brewer-Carías (2002) el funcionamiento de la ANC debía responder al espíritu de la Constitución de 1961, porque nació de la interpretación de sus normas, además de respetar la vigencia de ésta y el funcionamiento de los poderes públicos. Ante este conflicto se apeló a la Corte Suprema de Justicia, que en ponencia de la Sala Político – Administrativa del 19 de enero de 1999, interpretó el artículo 4 de la carta magna de 1961 y el 181 de la Ley Orgánica de Sufragio, y resolvió darle preeminencia al principio de soberanía popular y no al de la supremacía constitucional, estableciendo lo que sigue: “El poder constituyente originario debía entenderse como “potestad primigenia de la comunidad política para darse una organización jurídica y constitucional”. El poder constituyente es previo, superior al régimen jurídico establecido”. En consecuencia, el alto tribunal no encontró ningún obstáculo para la realización del referéndum para consultar sobre la conveniencia o no del cambio por la vía de la ANC. (Viciano y Martínez, 2001. p 129) Posterior a sendos recursos de amparo e interpretación interpuestos por Gerardo Blyde y otros juristas, además de la reformulación por parte del Consejo Nacional Electoral de las preguntas a las que debía responderse con un Sí o No, el 25 de abril se celebra el referéndum consultivo, en el que 92% de los sufragantes apoyaron la convocatoria. Al respecto, Viciano y Martínez señalan: Aunque la abstención rondó el 62% - el resultado afirmativo era esperado, lo que desanimó a participar activamente en el voto a muchos partidarios y opositores al proceso-, el referéndum del 25 de abril mostró claramente la voluntad de cambio del pueblo venezolano. El 92 % de los votantes marcaron el sí en la primera pregunta y casi el 86% apoyaron la conflictiva segunda pregunta. Se trataba de un hecho único en la historia republicana del país pues, como ha sido puesto de manifiesto, “es el primer llamamiento a una constituyente en Venezuela que se hace a través de medios o fórmulas pacificas como expresión inequívoca de un ejercicio democrático” a diferencia de las constituyentes anteriores “que tuvieron como factor común el haber sido producto o secuela de rupturas políticas por actos de fuerza (p. 137) Gracias a este resultado, el camino para la elección de los asambleístas, de acuerdo a las bases comiciales concentradas en la segunda pregunta del proceso de abril, además de la consideración de la extensión y límites de la ANC, quedaba abierto. El 25 de julio de 1999 se eligieron a los 131 miembros que tendrían la responsabilidad de redactar la nueva carta 86 magna, a través de la utilización de un instrumento electoral llamado el “Kino de Chávez”, el Presidente de la República logró arrastrar a los electores para que votaran por los candidatos del MVR, es decir, obtuvo una mayoría casi absoluta, ya que de los 131 sólo 6 miembros no eran representantes de la coalición oficialista. Su primera sesión en plenaria se desarrolló el 3 de agosto, dando comienzo a la discusión del estatuto de funcionamiento, tal como lo exigía la base comicial octava de la segunda pregunta del referéndum. En este sentido, aunque la ANC disponía de un mandato claro con relación a su origen, el Artículo 1 del Estatuto asume la condición originaría “La ANC es la depositaria de la voluntad popular y expresión de su soberanía con las atribuciones del poder originario para reorganizar el Estado venezolano y crear un nuevo ordenamiento jurídico constitucional. La Asamblea, en uso de las atribuciones que le son inherentes, podrá limitar o decidir la cesación de las actividades de las autoridades que conforman el poder público”. (Citado por Brewer- Carías, p. 31) Gracias a la definición de su carácter, el trabajo de la ANC se divide en tres etapas, señaladas por Brewer: Primera Etapa: Al asumir el carácter originario, se dedicó a la intervención de los Poderes Públicos, a través de la ratificación de Hugo Chávez como Presidente de la República, la creación de la Comisión de Emergencia Judicial, cuya principal función era “motorizar las reformas inmediatas e indispensables en el Poder Judicial” (p. 33). Segunda Etapa: Esta etapa fue la dedicada al trabajo de las 30 comisiones que conformaban la ANC, las cuales debían recibir las iniciativas ciudadanas para la elaboración del proyecto de Constitución, cuya integración normativa era responsabilidad de la Comisión Constitucional. Tercera Etapa: Se extendió del 19 de octubre hasta el 17 de noviembre de 1999, donde se realizaron 19 sesiones plenarias para la primera y segunda discusión del proyecto. Brever, como constituyente, reflexiona de la siguiente manera, “El país fue testigo del tiempo que le dedicamos a los trabajos de la Asamblea, así como de las propuestas que formulamos en diversas ocasiones para mejorar el texto constitucional. Hubiéramos querido que el mismo 87 estuviese redactado en otra forma y lo más importante, hubiéramos querido que en el texto se hubiesen sentado, efectivamente, las bases para la transformación del sistema político venezolano” (p. 35). El proyecto de Constitución, con éstas características, fue sometido a la voluntad popular el 15 de diciembre de 1999. Los resultados oficiales del Consejo Nacional Electoral del Referendo convocado para aprobar el proyecto de Constitución fueron los siguientes: de un total de votos emitidos: 4.142.812 (45,94%), el Sí obtuvo 2.820.556 (71,21%), el No 1.141.792 (28,79%) con una abstención de 4.876.782 (54,06%). A pesar de la alta abstención, ese texto constitucional aprobado por la ciudadanía produjo cambios en el orden jurídico, en el orden estatal y en la estructura política del Estado venezolano. Nuestra tarea inmediata será describir estos cambios en una institución que aunque instrumental del Estado, cumple un papel central para la consolidación o no de la democracia: la institución militar. 4. Materia de rango constitucional militar de 1999 La materia de rango constitucional para el estamento militar, debía ser producto de una decisión política constructiva sobre el nuevo modelo militar acorde con el sistema político que estableciera la carta magna y que aludiera a los factores que sociológicamente definen al estamento armado de un Estado, como lo es el profesionalismo militar, el modelo de relaciones civiles-militares y la interpretación de la guerra en la postmodernidad. (Machillanda, 1.999, p. 22) Según Machillanda (1999) en su Propuesta a la Asamblea Nacional Constituyente sobre la materia de rango constitucional para el componente militar venezolano se podía inferir tres tendencias políticas diferenciadas en la ANC: la conservadora, la progresista y la radical. Cada una de ellas con un modelo de estamento militar diferente. La conservadora con un modelo tradicional profesional, la progresista un modelo reconceptualizado cercano a la postmodernidad militar y las concepciones de la globalización y la radical con un modelo militar reduccionista cercano a la milicia (p. 24-28) 88 Sin embargo, como afirmamos precedentemente, la ANC estuvo mayoritariamente conformada por el sector radical encarnado en los candidatos apoyados por el presidente Chávez a través del partido MVR, lo que mermo la posibilidad de discusión y confrontación plural de modelos, tipologías y teorías vinculadas al estamento armado del Estado. Se debe afirmar que se impuso la condición de mayoría a través del llamado “entubamiento” de los asambleístas representantes de la corriente chavecista para el establecimiento de la materia militar en la carta magna. La Constitución de 1999 en ese sentido, se acercó a la visión reduccionista del estamento militar y produjo un cambio sustancial en los aspectos normativos vinculados con las relaciones civiles-militares establecidos en la derogada Constitución de 1961. Del estudio y análisis comparado de las constituciones, pero sobre todo del desarrollo e implementación histórica de ambas, se deducen cambios sustanciales en lo político-ideológico, lo doctrinario y lo operativo- funcional del estamento militar a partir de la Constitución de 1999. En tal sentido, el análisis procura evidenciar el cambio a partir de la comparación de cada uno de los elementos arriba mencionados, no sólo a través de ambos textos constitucionales, sino de los elementos teóricos e históricos que avalan el cambio ideológico, doctrinario y operativo funcional del estamento militar y sus efectos en el modelo de relaciones civiles-militares a partir de 1999. 4.1 Cambios en lo político-ideológico Lo político- ideológico50 se vincula con la concepción que se tiene en la tradición democrática liberal sobre las funciones inherentes del estamento armado del Estado. En esta corriente ideológica la organización militar es concebida esencialmente para dos funciones: primero, la defensa del país de forma que garantice la integridad territorial de la nación, la 50 Si bien el concepto ideología es uno de los más debatidos, complejos y relativos en las ciencias sociales, hacemos alusión al término de acuerdo a la separación realizada por Bobbio en el sentido expresado por él como débil, es decir, donde prima una dimensión de carácter sistémica en donde la ideología es “un conjunto de ideas y valores concernientes al orden político o “un cuerpo apretado de creencias organizadas alrededor de unos pocos valores centrales; en contrario al sentido fuerte, que alude a la noción marxista según la cual la ideología remite a la falsa conciencia determinada por las relaciones de dominación existentes entre las clases sociales”. Nos parece que la ideología en su significado débil nos permite aclarar cambios en las creencias y valores a partir de lo establecido en la Constitución de 1999, en la materia referida al estamento militar y su relación con la élite política. Bobbio, Mateeucci y Pasquino (2002). Diccionario de Ciencia Política. Madrid: Siglo XXI. 89 restablezca en caso de violación y defienda el orden estatal y a sus ciudadanos de cualquier agresión externa. Segundo, para actuar como último elemento de seguridad en contra de rebeliones o golpes internos que puedan amenazar la existencia del Estado, todo esto bajo la condición de que para actuar debe prevalecer siempre la primacía de la política, es decir, el estamento militar está constituido para funciones excepcionales como la guerra, y ésta es un instrumento racional de la política. En términos de Clausewitz, la guerra no es un fin en sí mismo, por ende debe responder a los fines políticos del Estado, para ello el estamento militar se encarga de la estrategia militar o estrategia dura (Lidell Hart), es decir, se prepara para la defensa y el poder político se hace responsable gracias a su representatividad y legitimidad de definir la gran estrategia o los fines políticos de acuerdo al interés nacional del Estado. En ese sentido, la Constitución de 1999 en el título VII, “De la Seguridad de la Nación”, en su artículo 326 define la concepción de seguridad en términos ambiguos, prácticamente abordando todos los aspectos de la calidad de vida al afirmar que se ejerce sobre los “ámbitos económico, social, político, cultural, geográfico, ambiental y militar”, aunado al artículo 156 que define las competencias del Poder Nacional, en el numeral 7 dice es competencia del Poder Nacional “la seguridad, la defensa y el desarrollo nacional”, se destaca que existe una diferencia en cuanto a qué función se le atribuye a la Fuerza Armada, mientras para el texto constitucional de 1961 la función primordial es la “defensa”, para el texto de 1999 es “la independencia, soberanía, y la integridad del espacio geográfico”. Es decir, presenta una concepción que abre la puerta a la participación interna –tal como lo agrega la redacción del artículo 328, “la participación activa en el desarrollo nacional”. Hay un elemento central dentro de la discusión político-ideológica cuando se le asigna funciones al estamento castrense que trascienden la defensa militar y se acerca a tareas de orden interno o resolución de problemas de carácter político, social y económico, y es que esta visión ideológica puede ser equiparada con la propuesta por los países de corte comunista para el manejo de las relaciones civiles-militares. Stepan (1971) afirma la diferencia entre el modelo liberal y el comunista de la siguiente forma: En el modelo liberal, las élites políticas tienen plena conciencia del conflicto latente entre ellas y las militares, por lo que tratan de manera deliberada de impedir que la acción de las fuerzas armadas dentro de la esfera política cobre legitimidad. Idealmente los militares 90 deberían ser apolíticos. Mientras el caso del modelo comunista por el contrario, adjudica gran valor al poder militar y a la capacidad de los militares. En este sentido, la negación del concepto del militar como apolítico se convierte, en los países socialistas, en uno de los elementos de integración entre la sociedad y el ejército. Si bien no se afirma que la Constitución de 1999 haya establecido un modelo comunista de relaciones civiles-militares, se debe avizorar la ambigüedad y amplitud de las funciones establecidas para el sector militar del Estado, y las contradicciones entre la búsqueda de una institución definida como profesional, y la incorporación de tareas propias de la sociedad civil, lo cual tiende a desdibujar la línea que separa a dos instituciones diferenciadas dentro de un sistema democrático. Una que se encarga del manejo del monopolio de la violencia y la otra que se encarga de las funciones de gobierno por medio de políticas públicas destinadas a la resolución de las demandas de la sociedad en los ámbitos políticos, económicos, sociales, culturales, ambientales y entre uno de ellos el de orden militar. Cuando estas diferencias se pierden o la línea divisoria es muy tenue la secularización se diluye y el sector militar pasa a jugar un papel político que dista mucho de ser profesional e integrado dentro del sistema democrático de corte liberal. En otra aproximación hay autores como Juan Carlos Rey que plantean que esta concepción de la seguridad puede entenderse como un principio totalizante (Rey, 1999), que abarca todas las esferas de actividades y que, eventualmente, puede reducir la pluralidad. Es una visión en la cual se presume un bien superior al de los intereses particulares (Rey, 1980) El que exista un principio totalizante como la seguridad de la nación puede llevar a una concepción única de la realidad, que desestima la diversidad y la pluralidad, y puede suponer que las fuerzas armadas son la única organización con capacidad de articular políticas, promover el desarrollo nacional y los valores de la seguridad de la nación. En esta visión las organizaciones civiles se perciben como de menor especificidad o capacidad por encontrase divididas y sin capacidad de agregación de intereses. 91 4. 2. Cambios en lo doctrinario militar Según el Diccionario militar, estratégico y político de De Bordeje Morencos la doctrina militar forma parte de la doctrina nacional. Inspirándose en las finalidades políticas del país, formula máximas y preceptos para la creación y actuación de las fuerzas armadas. De ella se deriva la política militar y la estrategia de los medios militares. Los cambios producidos en la materia doctrinaria del estamento armado, pueden vislumbrarse a la luz del análisis comparado de la doctrina militar establecida en el modelo político de 1958, reflejada en el artículo 132 de la Constitución de 1961, el cual reza: Las Fuerzas Armadas Nacionales forman una institución apolítica, obediente y no deliberante, organizada por el Estado para asegurar la defensa nacional, la estabilidad de las instituciones democráticas y el respeto a la Constitución y a las leyes, cuyo acatamiento estará siempre por encima de cualquier otra obligación. Las Fuerzas Armadas estarán al servicio de la República, y en ningún caso al de una persona o parcialidad política. Mientras que la Constitución de 1999 dice (Art. 328): La Fuerza Armada Nacional constituye una institución esencialmente profesional, sin militancia política, organizada por el Estado para garantizar la independencia y la soberanía de la nación y asegurar la integridad del espacio geográfico, mediante la defensa militar, la cooperación en el mantenimiento del orden interno y la participación activa en el desarrollo nacional, de acuerdo con esta Constitución y la ley. En el cumplimiento de sus funciones, está al servicio exclusivo de la nación y en ningún caso al de persona o parcialidad política alguna. Sus pilares fundamentales son la disciplina, la obediencia y la subordinación. La Fuerza Armada Nacional está integrada por el Ejército, la Armada, la Aviación y la Guardia Nacional, que funcionan de manera integral dentro del marco de su competencia para el cumplimiento de su misión, con un régimen de seguridad social integral propio, según lo establezca su respectiva ley orgánica. Los contenidos revelan el criterio seguido para estructurar la doctrina militar. El modelo de conciliación de elites definió como política militar que el sector se mantuviera alejado del debate político, para lo cual el Estado respondió en principio a los intereses que 92 tienen las fuerzas armadas como corporación profesional y evitó la intervención militar en los conflictos intergrupales de los civiles, definiendo mecanismos de negociación entre las élites. Mientras la Constitución de 1999, estuvo marcada por la notoria insistencia de los sectores cercanos al Presidente Chávez por eliminar la norma tradicional51 que consagraba el carácter no deliberante del componente militar y su apoliticismo. La consecuencia de tal modificación constitucional es que con ella los militares no sólo pueden votar52 adquiriendo así una ciudadanía activa, sino además participar en la política activa y deliberar, aunque tienen prohibidas las actividades partidistas o de proselitismo53. Esa eliminación, unida a la nueva norma constitucional que establece que una de las funciones de los militares es participar en el desarrollo nacional, así como las repetidas declaraciones del Jefe de Estado en el sentido de que la Fuerza Armada ha de desempeñar un papel fundamental en «primero el proceso, luego la revolución pacífica y ahora en el socialismo del siglo XXI» que se propone realizar, nos anuncia la prescripción de que la institución armada debiera desempeñar un papel que excede en mucho a su rol profesional en los países democráticos. 4.3. Cambios en lo operativo- funcional Los cambios operativo-funcionales hacen referencia a las modificaciones prescritas por la Constitución de 1999 que reestructuran la línea de mando entre el poder político y la organización militar, su funcionalidad y su operatividad. La línea de mando operativa y funcional de la organización militar fue modificada según la Constitución de 1999, que establece amplias facultades y discrecionalidad al Presidente de la República en materia 51 El principio general de la no-intervención de los militares en la política y su subordinación al poder civil, era reconocido por el derecho constitucional venezolano anterior a 1999. Todas las constituciones venezolanas desde la de 1830 hasta la de 1961, con la única excepción de la de Constitución perezjimenista de 1953, contenía la norma según la cual las Fuerzas Armadas son obedientes y no deliberantes; y las Constituciones de 1947, 1953 y 1961 afirmaban, además, que dichas Fuerzas eran apolíticas. 52 Nos parece que la condición de ciudadanía al soldado es un logro meritorio dentro de la Constitución. Pues aproxima la condición de ciudadano soldado dentro del sistema democrático. 53 En el artículo 330 se afirma que los integrantes de la FAN tiene derecho al sufragio, pero sin que les este permitido optar a cargos de elección popular, ni participar e actos de propaganda, militancia o proselitismo político. 93 militar, así se desprende del artículo 236 de la Constitución, que define las funciones en materia militar del Presidente de la República, en sus numerales 5 y 6: 5.-Dirigir la Fuerza Armada Nacional en su carácter de Comandante en Jefe, ejercer la suprema autoridad jerárquica de ellas y fijar su contingente. 6.-Ejercer el mando supremo de la Fuerza Armada Nacional, promover sus oficiales a partir del grado de coronel o coronela o capitán o capitana de navío, y nombrarlos para los cargos que les son privativos. La Constitución de 1961 sólo establecía el carácter de Comandante en Jefe como suprema autoridad jerárquica de las FAN y la de fijar el contingente de las mismas (Art. 190, nums. 3 y 4). Hoy ya no es sólo ejercer la suprema autoridad jerárquica en la FAN en términos del rango, sino que el jefe del Estado tiene el grado que le permite dirigir y ejercer el mando supremo, lo que pudiera interpretarse como una personalización del mando que se institucionaliza en manos exclusivas del Presidente. En segundo lugar, se tiene la atribución exclusiva del Presidente de promover los oficiales de la Fuerza Armada Nacional a partir del grado de coronel o capitán de navío, rompiendo con una tradición reiterada en nuestra historia constitucional, consistente en la autorización senatorial de los ascensos militares a los grados indicados. Escovar Salom (2002) ha plasmado su crítica a dicha modificación normativa en los términos siguientes: "El argumento aparente es que durante el período democrático iniciado en 1958 hubo complacencias y negligencias así como otras irregularidades con motivo de los ascensos militares. Esto pudo ser verdad en algunos casos pero no invalida el profundo contenido de regla de derecho que por un lado protege la autoridad del Estado y por otra la dignidad institucional de la corporación militar." Es decir, la Constitución de 1999, hace una distribución de responsabilidades en materia militar entre los diversos poderes del Estado que reduce al mínimo el control de la materia militar por parte del poder legislativo. En el artículo 236 antes referido dedicado a la capacidad presidencial para los ascensos de los altos oficiales, deja sin efecto el artículo 150 de la Constitución del 61, referido a las atribuciones del Senado (Capítulo II; Título V, del poder legislativo nacional), para autorizar el ascenso de oficiales de las Fuerzas Armadas, 94 desde Coronel o Capitán de Navío, inclusive. En este caso el parlamento “autoriza” al presidente de la República, en tanto Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas para promover a los oficiales. Desde el punto de vista formal la Constitución de 1999 introduce una situación de concentración de poder en el Presidente de la República, quien decide la política de ascensos sin la autorización del órgano legislativo nacional, lo que disminuye el control civil del estamento militar en términos parlamentarios. Finalmente, los cambios producidos en la materia militar en la Constitución de 1999 en los aspectos político-ideológicos, doctrinarios, y operativo- funcionales, se verán reflejados en el cuerpo de leyes que como poder constituido debe acoplar la operatividad de la estructura del Estado a lo establecido en la nueva Constitución y esto ha sucedido en el caso del sector militar. 5. Poder constituido: la Ley Orgánica de las Fuerza Armada Nacional La Constitución de 1999 produjo un cambio sustancial, no sólo por lo prescrito en ella, sino fundamentalmente porque dejó sentadas las bases para la construcción -a través de todo el cuerpo de leyes que descienden en términos de la pirámide legal kelseniana como los tratados, leyes orgánicas, leyes ordinarias, reglamentos y leyes individuales- de una nueva estructura estatal. Los cambios jurídicos han modificado lo formal legal, lo organizacional y lo estructural de la institucionalidad del Estado. De ello no ha escapado la institución militar, específicamente con la elaboración de la Ley Orgánica de Seguridad de la Nación publicada en Gaceta Oficial el 27 mayo de 2002 y modificada para incorporar el Reglamento del Consejo de Defensa de la Nación el 27 de mayo de 2004 y la Ley Orgánica de la Fuerza Armada Nacional publicada en Gaceta Oficial el 26 de septiembre de 2005. La Ley Orgánica de la Fuerza Armada Nacional (LOFAN), que sustituye la aprobada en 1983, ha producido una modificación en las funciones, organización, línea de mando y estructura del estamento armado a través de una centralización hacia adentro y descentralización hacía afuera de la FAN. Estos cambios han generado modificaciones en las 95 relaciones de poder entre la clase política y la estructura militar, entre la organización militar y la sociedad y entre el sector militar y los grupos de poder presentes en el Estado venezolano. 5.1 Funciones del estamento militar Como se expresó precedentemente al realizar el estudio de la materia constitucional militar, un aspecto central para definir las relaciones entre el poder político y el sector militar de la sociedad, es la definición precisa de las funciones que cumplirá la fuerza o el instrumento encargado de la violencia legal, dentro del sistema político, el Estado y la sociedad. En el caso de la LOFAN, hay una ampliación sustancial de las funciones referidas específicamente al área de defensa, de hecho esta función claramente establecida en la antigua ley en el artículo 8 ha sido sustituida por el artículo 3 que afirma “la Fuerza Armada debe asegurar el dominio de los espacios vitales, defender los puntos estratégicos que garantizan el desenvolvimiento de todos los ámbitos de la vida nacional y resistir ante la ocupación del país por fuerzas militares invasoras”. Esto evidencia un cambió en la doctrina de defensa establecida durante el período de acuerdo de elites ajustada a lo establecido en el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR). En la nueva Ley prevalece una hipótesis de conflicto que viene dada por una invasión o ocupación externa y la Fuerza Armada debe preparase para la resistencia y la defensa de los “puntos estratégicos del espacio territorial venezolano”, en el fondo prevalece una concepción de soberanía en términos territoriales o soberanía tradicional. Sumado a lo anterior se encuentra la ampliación que hace la Ley de las funciones diferenciadas de la tarea de defensa al incorporar la actuación de la Fuerza Armada como sujeto en apoyo de instituciones gubernamentales en el ámbito nacional, regional o local, para la ejecución de tareas vinculadas al desarrollo económico y social de la población, y en operaciones de protección civil en situaciones de desastres (Art. 3). Esta función claramente alude un cambio en la organización militar en dos sentidos, primero, esta nueva función 96 supone que una parte del recurso humano, logístico e instrumental de guerra, preparado por el Estado para que cumpla funciones de defensa militar, deberá estar dedicado a cumplir funciones de carácter netamente administrativo, lo cual disminuye en alguna medida el carácter operativo del sector castrense. Y segundo, se deja abierta la posibilidad para que el sector militar juegue un rol central dentro de la burocracia gubernamental ocupando posiciones que normalmente estaban designadas a funcionarios de carrera y a la sociedad civil en general. 5.2. Organización militar La LOFAN también afecta la organización militar del estamento armado, la reorganización de la estructura militar creó tres estructuras burocráticas en el mismo nivel jerárquico y bajo la dependencia directa del Presidente de la República: el Comando Estratégico Operacional, el Ministerio de la Defensa y el Comando General de la Reserva y la Movilización Nacional. El Comando Estratégico Operacional es el principal órgano de programación, planificación, dirección, ejecución y control estratégico de operaciones conjuntas de la FAN. Tal comando tiene como fin garantizar la defensa militar, la cooperación en el mantenimiento del orden interno y la participación activa en el desarrollo nacional, regional y municipal. En cuanto al Ministerio de la Defensa el artículo 47 lo define como el máximo órgano rector y administrativo en materia de defensa militar de la Nación, encargado de la formulación, adopción, seguimiento y evaluación de las políticas, estrategias, planes generales, programas y proyectos del sector defensa. Esto cuanto hace es asignarle al Ministro de Defensa un rol netamente administrativo, pero sin el control real de la organización operativa del estamento militar, lo que significa que se ha separado la función política de la función de mando, pues el Estado Mayor se repartirá en dos funciones; la primera, en el caso del Ministerio de la Defensa contará con un Estado Mayor de Defensa que encarnará el alto mando militar y diseñará la política de defensa del gobierno; y la segunda, en el caso del 97 Comando Estratégico Operacional con un Estado Mayor Conjunto que va diseñar planes de campaña y a estudiar los posibles escenarios de conflicto del Estado. Esta suerte de equilibrios entre el Ministro de la Defensa y las demás autoridades militares, crea una estructura muy burocratizada, con muchas instancias, que hace difícil la operación de la FAN, pero además el Presidente de la República, tiene nuevos recursos para un mando directo –una suerte de bypass– al tener un Comando Estratégico Operacional y establecer líneas de subordinación directa, divide el mando y establece relaciones directas con las funciones netamente operativas de la organización militar a través del Estado Mayor Conjunto del Comando Estratégico Operacional, que sin dependencia de los comandos de cada componente (Ejército, Armada, Aviación y Guardia Nacional), baja en relación de autoridad directa a los Comandos de Regiones Estratégicas de Defensa Integral y los Comandos de Regiones Operativas de Defensa Integral (Guarniciones). Igual es el caso del Comando de la Reserva y la Movilización Nacional que dependen directamente del Presidente de la República. Para visualizar mejor los cambios en la estructura organizativa ver el organigrama establecido a partir de la LOFAN de 1983 y la Nueva LOFAN de 2005 en los gráficos 2 y 3 en pp.107-108. Un aspecto importante que cambia la organización militar establecida en la LOFAN de 1987 es la creación de un quinto componente llamado Reserva y Movilización Nacional. Este contingente tuvo su primera aparición con el Decreto de creación de la Reserva Militar y su aparición pública el día 13 de abril de 2005, decretado como el día de la reserva militar, la movilización nacional y la unidad cívico-militar54, el Jefe de Estado activó el comando de la reserva en el Patio de Honor de la Academia Militar. El Artículo 1° del Decreto N° 3.560, publicado en Gaceta Oficial N° 338.084 de fecha 4 de abril de 2005, establece que se constituirá en cada una de las regiones militares del país una Circunscripción Militar de Reservistas, encargada de coadyuvar en el sostenimiento y defensa de la seguridad de la 54 Según se desprende del discurso presidencial, el 13 de abril será recordado como día de rebelión popular y militar, ya que fue en esa fecha cuando ocurrió “una rebelión patriótica, democrática, antiimperialista, antifascista, civil-militar, que restituyó la República, el Estado, las instituciones, la Constitución Bolivariana y la dignidad nacional” al producirse la restitución del mandato presidencial luego de los sucesos de 11 de abril. Por ello, concluyó el Presidente de la República que el 13 de abril quedará registrado para siempre en las páginas de nuestra historia como el Día de Celebración Nacional de la Reserva Militar y la Movilización Nacional. 98 Nación, así como de integrar progresivamente a la sociedad civil a las funciones que le corresponde en el ejercicio del deber de corresponsabilidad en el mantenimiento de la paz nacional; sin que esto último implique ejecutar funciones de alistamiento o conscripción. En los artículos 3 y 4 del mencionado decreto, se estatuye también la independencia financiera del Comando General de la Reserva y la subordinación directa de dicho Comando al Comandante en Jefe de la FAN; igualmente, señala que el comandante de esta fuerza forma parte del Alto Mando Militar, al ser invitado permanente y poder participar con voz a las reuniones del Estado Mayor Conjunto y del CUFAN. Según se desprende de un artículo publicado por el Teniente Coronel Héctor Herrera Jiménez Director Nacional del Frente Cívico-Militar Bolivariano a raíz del Primer Conversatorio sobre Seguridad Integral de la Nación, organizado por el Frente Cívico-Militar Bolivariano, celebrado en las instalaciones de la sede principal de la Universidad de la Fuerza Armada Nacional, UNEFA, y que tuvo como tema principal; “La Reserva Militar: Visión y Misión Operativa.”, entre “los objetivos específicos de la Reserva se encuentran la consolidación del nuevo pensamiento militar, aumentar la preparación y eficacia de la FAN, reestructurar la organización militar de acuerdo a la Constitución Nacional, incorporar a la reserva en el trabajo social del gobierno en todas sus instancias, fortalecer la unidad cívicomilitar, para acciones de seguridad ciudadana, y educar a la población en los principios militares de disciplina, amor a la patria y obediencia”. Según el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS) de Londres, las fuerzas militares regulares del país -Ejército, Marina, Aviación y Guardia Nacional- totalizan 82.000 efectivos. En cuanto al contingente de reserva anteriormente se encontraba entre 20.000 soldados cada año y cumplían un servicio militar durante 18 meses. Ahora, según se establece en la Ley y se desprende del discurso oficial de los funcionarios militares Comandantes del nuevo Componente, la idea es conformar una reserva más extensa, con civiles voluntarios, con edades de 18 a 50 años, que según expresiones del presidente de la República deben llegar a dos millones de venezolanos, el 10% de la población. Ahora bien, mas allá que se logre tal capacidad de convocatoria, lo central en términos del interés de esta investigación es definir cuáles son los fundamentos ideológicos, 99 estratégicos y políticos que persigue este nuevo componente, que además se encuentra bajo la orden directa del presidente de la República, no tiene una capacitación y entrenamiento militar adecuado a los estándares tradicionales de la FAN y pretende superar varias veces el pie de guerra actual de la Fuerza Armada Nacional. Nos atrevemos a afirmar que este componente dicta mucho de ser un cuerpo profesional institucional, ni siquiera ocupacional55, sino se acerca a una especie de cuerpo armado uniformado al servicio de un proyecto político dirigido directamente por el Presidente Chávez y dedicado a funciones directamente relacionadas con el asistencialismo social, las funciones de vigilancia y seguridad interna. No por ello debe menospreciarse su componente de fuerza, pues precisamente ese carácter es el que le otorga importancia para el mantenimiento del proyecto político dirigido por el Presidente Chávez. 5.3 Línea de mando operativa vs. línea de mando administrativa Finalmente, para entender los cambios precedentemente descritos y su vinculación con las relaciones civiles-militares, es necesario aproximar cómo la modificación de la estructura militar, la jerarquía, las instancias y órganos militares facilitan un control directo del Presidente de la República de la operatividad de la organización militar. La nueva ley le otorgó al Jefe de Estado el grado militar de Comandante en Jefe y la máxima autoridad jerárquica de la Fuerza Armada, pero esta vez no sólo de derecho, sino de hecho, al tener a su mando la Comandancia en Jefe integrada por el Estado Mayor y las unidades que él designe56. 55 Es importante la discusión planteada por Moskos sobre los dos grandes modelos o “tipos ideales” (en sentido weberiano) de Fuerzas Armadas: el institucional y el ocupacional. El primero se caracteriza por mantener buena parte del ethos militar tradicional. Por tanto, está basado en la primacía de la vocación, en la definición de unos objetivos que trascienden los intereses individuales de sus miembros y en la presencia de un código ético estricto, bajo cuya égida se fomentan virtudes como la disciplina, el espíritu de sacrificio o el honor. Mientras el ocupacional, por el contrario, se le opone en muchos aspectos: prioridad del interés personal; reclutamiento y sistema de recompensas basados en los incentivos económicos; incremento de las áreas de intersección con los valores de la población civil, etc. (Moskos y Wood, 1991: 43 y 45). 56 Este aspecto es destacado en una Presentación de la Ley Orgánica de la Fuerza Armada Nacional realizada el 06 de octubre de 2006 por el Almirante Orlando Maniglia en su condición de Ministro de la Defensa, quien además analiza cada uno de los artículos comparativamente con la antigua LOFAN y dedica bastante espacio al nuevo organigrama de la Fuerza Armada. Para profundizar ver página web del Ministerio de la Defensa. 100 La posibilidad de que el Presidente de la República tenga el grado de militar y pueda mandar operacionalmente la estructura militar, sin respetar la línea de mando propia de una organización subordinada, obediente y jerarquizada, puede producir una modificación profunda en el tipo de organización militar que se aspira lograr. Esto es así porque el Presidente sin acudir a los canales propios de la estructura militar, podría asignarle funciones a los Comandos de Regiones Estratégicas de Defensa Integral sin que los componentes (antes fuerzas) del Ejército, Armada, Aviación o Guardia Nacional estén enterados por medio del órgano regular, ya que la línea de mando proviene directamente del Presidente al Comando Estratégico Operacional y los componentes están subordinados al Ministerio de la Defensa en una estructura aparte, por ende esto podría generar problemas de disciplina, subordinación, además de unas relaciones personales y directas con el Presidente de la República, lo que disminuye en alguna medida el sentido institucional en el manejo del sector castrense. Igualmente, ocurre con el nuevo componente referido a la Reserva y la Guardia Territorial que obedece directamente las ordenes presidenciales según se desprende del organigrama funcional de la Fuerza Armada. Todo lo anteriormente analizado, permite concluir que el momento constituyente y sus realizaciones a partir del poder constituido han generado modificaciones, cambios y reorientaciones en diferentes ámbitos del sistema político y el Estado. Pero una organización central para entender los factores reales de poder dentro de las múltiples relaciones de interdependencia y de dependencia del sistema político, es el estamento armado. Esto nos lleva a considerar lo siguiente: dentro de un sistema democrático las relaciones civilesmilitares suponen la existencia de dos actores separados, diferenciados y con funcionalidades distintas, es decir, una organización militar que se encargue del manejo de la violencia legal del Estado, y un poder político, que se ocupe de la gestión gubernamental; cuando esta secularización de pierde y la institución militar cumple funciones en apoyo a los entes gubernamentales, lo que quiere decir, que cumple funciones burocráticas propias del gobierno, entonces estamos en presencia de un modelo nuevo de relaciones civiles-militares distintas a las establecidas en los sistemas de gobierno democráticos y de un tipo de control civil que adolece del respeto a la autonomía institucional del sector militar, en términos de la independencia y exclusividad profesionales de los militares. 101 Tabla 8: Análisis comparativo de la materia de rango constitucional militar 1961 / 1999 MATERIA DE RANGO CONSTITUCIONAL DEL ESTAMENTO MILITAR 1961 MATERIA DE RANGO CONSTITUCIONAL DEL ESTAMENTO MILITAR 1999 Características principales de la Constitución Contemplaba 6 artículos referidos a las Fuerzas Armadas. Estipula un título específico referido a la Seguridad de la Nación, integrado por dos capítulos y 10 artículos Tipo de Régimen Político Régimen político presidencialista, con control Régimen político marcadamente parlamentario. presidencialista, con una disminución sustancial del control parlamentario sobre el componente militar. Especialmente con respecto a los ascensos militares y a la compra de instrumental de guerra. Control civil /control civil democrático 1. Define claramente que la autoridad militar 1. No legisla en materia de diferenciación y civil no podían ejercerse simultáneamente por entre autoridad civil y militar. un mismo funcionario, excepto por el Presidente de la República, quien será, por razón de su cargo, Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas Nacionales. 2. El ejercicio de la suprema autoridad jerárquica de las Fuerzas Armadas, se estableció debido al carácter de Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, en tanto que este título obedecía a su condición de Presidente Legítimo y que había una diferencia tajante entre autoridad jerárquica y comando operacional de la FAN. 3. El Congreso específicamente el Senado tenía la competencia de autorizar el ascenso de oficiales de las Fuerzas Armadas desde Coronel o Capitán de Navío, inclusive, lo que permitía el equilibrio de poderes y la disminución del poder discrecional de ejecutivo. 2. Se agrega en este texto constitucional la capacidad del Presidente de la República de dirigir la Fuerza Armada Nacional, esto puede interpretarse como una personalización de mando operacional la FAN. 3. Los ascensos son competencia del Presidente de la República, lo cual aumenta la característica de régimen presidencialista, pero además le confiere discrecionalidad al poder político en el ascenso de oficiales, sin que intervenga el poder público que por excelencia asume la representación de los intereses de toda la nación. Disminuyendo de esta manera el control civil parlamentario. 102 En ese sentido el control civil procura aumentar la condición democrática del sistema. El control civil democrático ha sido sustituido por un control políticamente dependiente del Poder Ejecutivo. Condición de Profesionalismo Militar En este caso se le define como institución No establece el carácter profesional de las profesional pero, elimina el carácter de no Fuerzas Armadas, pero le otorga la deliberante, aunque tienen prohibidas las caracterización de una institución actividades partidistas o de proselitismo. profesionalizada al establecer que forman una institución apolítica, obediente y no De igual forma, otorga la competencia de deliberante, organizada por el Estado para cooperación en el mantenimiento del orden asegurar la defensa nacional. interno y la participación activa en el desarrollo nacional, dos competencias novedosas en la Constitución. Desde la perspectiva del control civil y de la consolidación democrática, permite extrapolaciones en el uso autónomo de la violencia, lo que podría debilitar potencialmente la sociedad civil y los derechos de la ciudadanía. En ese sentido se consolida el papel político del estamento armado. Derecho al sufragio de los militares lo que consideramos un avance importante que confiere la condición de ciudadano soldado y otorga el principal derecho político de cualquier ciudadano en un sistema democrático. Seguridad de la Nación No legisla en materia de Seguridad. Fuente: Elaboración propia Establece un concepto amplio, difuso y vago sobre la seguridad de la nación que contempla prácticamente todos los elementos correspondientes a la calidad de vida, solo que desarrollado en un espacio de la Constitución dedicado a la definición de las funciones y competencias del sector castrense, podría asumirse que estas funciones se vinculan con todas estas áreas de la vida ciudadana. 103 Tabla 9: Evolución constitucional en materia militar del siglo XX venezolano. Año 1901 1936 Materia militar constitucional Art. 121. La fuerza pública nacional á cargo del Poder Nacional, se formará de un contingente proporcionado á su población, que dará cada Estado, llamando al servicio de los ciudadanos que deben prestarlo conforme á la Ley. Art. 122. En caso de guerra puede aumentarse el contingente con los cuerpos de milicia ciudadana hasta el número de hombres necesarios para llenar el pedido del Gobierno Nacional. Art. 123. La autoridad militar y la civil nunca serán ejercidas simultáneamente por una misma persona ó corporación. Art. 137. La fuerza armada no puede deliberar; ella es pasiva u obediente: Ningún cuerpo armado puede hacer requisiciones, ni exigir auxilio de ninguna especie, sino a las autoridades á las autoridades civiles, y en el modo y forma que determine la Ley. Los jefes de fuerza que infrinjan esta disposición, serán juzgados y castigados con arreglo á las leyes. Artículo 45.- La autoridad militar y la civil nunca serán ejercidas simultáneamente por un mismo funcionario, excepto el Presidente de la República, quien será siempre Comandante en Jefe del Ejército Nacional. Artículo 47.- La fuerza armada no puede deliberar ella es pasiva y obediente: ningún cuerpo armado puede hacer requisiciones ni exigir auxilios de ninguna clase sino a las autoridades civiles y en la forma y modo que determine la Ley; en los días de votaciones las tropas permanecerán acuarteladas y no podrán salir del Cuartel sino para comisiones de orden público. Los Jefes de fuerzas que infrinjan estas disposiciones serán juzgados y castigados conforme a las leyes. 1947 Artículo 93. Las Fuerzas Armadas Nacionales constituyen una institución apolítica, esencialmente profesional, obediente y no deliberante; y se organizan para garantizar la defensa nacional, mantener la estabilidad interna y respaldar el cumplimiento de la Constitución y la Leyes. Artículo 94. Las Fuerzas Armadas Nacionales se clasificarán y organizarán Momentos político-militares Fin de las montoneras. Conformación del Ejército Nacional Creación de la Escuela del Ejército (1911) Bloqueo de las costas venezolanas. Asunción del Gral. Gómez. Revuelta estudiantil de 1928. Expulsión de presuntos comunistas Rómulo Betancourt en exilio y la elaboración del Plan de Barranquilla (1931) Muerte del General Gómez. Asunción del Gral. López Contreras e inicio de la transición a la democratización del sistema. Elaboración y puesta en práctica del Plan de Febrero. Sucesión del Gral. Isaías Medina Angarita. (1941) Reforma constitucional de 1945 para la incorporación del voto femenino. Golpe de Estado del 18 de octubre de 1945: Componente militar formado profesionalmente se incorpora, a través de los mandos medio, a la función del gobierno, diluyéndose con el poder político en la conformación de la Junta Revolucionaria de Gobierno. Elección de la Asamblea Nacional Constituyente de 1947, presidida por Andrés Eloy Blanco. Presidencia constitucional de Rómulo Gallegos. Golpe de Estado del 24 de noviembre de 1948: Componente militar como factor interviniente y decisor del sistema político. 104 1948 conforme a la Ley y tendrán las misiones particulares que ésta les señale. Artículo 95. El estado propenderá a que la organización y las funciones que se fijen a las Fuerzas Armadas Nacionales respondan a la norma de dignificación de sus integrantes y al concepto de institución impersonal al servicio exclusivo de la Nación. Las Fuerzas Armadas Militares tendrán como misión específica garantizar la defensa nacional, y solo en las circunstancias que señale la Ley podrán asignárseles otras funciones accidentales que, en todo caso, se referirán al orden público. Artículo 96. Las Fuerzas Armadas Militares se constituirán con el contingente que proporcionalmente a su población sea llamado a servicio en cada uno de los Estados, en el Distrito Federal y en los Territorios y Dependencias Federales, de acuerdo con la Ley. Artículo 99. Los Miembros de las Fuerzas Armadas Nacionales, mientras permanezcan en servicio activo, no podrán ejercer el derecho del sufragio, pertenecer a agrupaciones políticas ni tomar parte en las actividades de éstas. Artículo 102. El Presidente de los Estados Unidos de Venezuela es la suprema autoridad jerárquica de la Fuerzas Armadas Nacionales y las comandará a través de los Despachos Ejecutivos y por medio de los funcionarios que la Ley señale. Artículo 103. El Consejo Supremo de la Defensa Nacional es el máximo organismo de dirección y coordinación de las Fuerzas Armadas Nacionales, y estará integrado por el Presidente de la República, quien lo presidirá, y por los miembros del Gabinete Ejecutivo y los funcionarios de dichas Fuerzas que la Ley determine. Para el Acta de Constitución del Gobierno Provisorio de 1948, el componente militar se constituye en poder político, al asumir para sí el control del gobierno nacional, la suspensión del ordenamiento constitucional, aunque señala la aplicación de las normas de textos derogados por la Carta Magna de 1947, y la atribución de decidir sobre materias de índole nacional y competencia pública. En este sentido, el Acta es clara cuando en su texto se indica a las Fuerzas Armadas como factor que asume el control de la situación de la República, la designación Presidente de la Junta Militar, e indica que “Las resoluciones, actos, decretos y demás providencias requeridas se tomarán Instauración de la Junta Militar de Gobierno. Magnicidio contra el Cnel. Carlos Delgado Chalbaud (1950). Conformación de la Junta de Gobierno, presidida por Germán Suárez Flamerich (1950 – 1951) Comienzo de la presidencia provisional del Cnel. Marcos Pérez Jiménez (1952) Suspensión de Acción Democrática y el Partido Comunista de Venezuela, además de la censura de prensa. Elección de la Asamblea Nacional Constituyente de 1952, con resultados fraudulentos que favorecieron al gobierno militar. 105 por la mayoría de sus votos.” Además, se atribuye la potestad de indicar la vigencia o no vigencia del ordenamiento jurídico, “Se mantiene el ordenamiento legal de la República en cuanto no resulte contrario a lo dispuesto en la presente Acta y a los fines que originaron el Gobierno Provisorio.” 1953 1961 Art. 56. Las Fuerzas Armadas Nacionales son una institución profesional, impersonal y apolítica, al servicio exclusive de la Nación. Las Fuerzas Armadas Nacionales tienen por objeto fundamental garantizar la defensa de la Nación, mantener la estabilidad interna y apoyar el cumplimiento de la Constitución y las leyes. Art. 57. Los Miembros de las Fuerzas Armadas Nacionales no podrán ejercer el derecho del sufragio, pertenecer a agrupaciones políticas ni tomar parte en las actividades de éstas, mientras permanezcan en servicio activo. Art. 58. Los poseedores de grados militares no podrán ser privados de ellos ni de los honores y demás beneficios inherentes al grado, sino en los casos y en la forma que determine la ley. Artículo 132. Las Fuerzas Armadas Nacionales forman una institución apolítica, obediente y no deliberante, organizada por el Estado para asegurar la defensa nacional, la estabilidad de las instituciones democráticas y el respeto a la Constitución y las leyes, cuyo acatamiento estará siempre por encima de cualquier otra obligación, Las Fuerzas Armadas Nacionales estarán al servicio de la República, en ningún caso al de una persona o parcialidad política alguna. Artículo 131. La autoridad militar y civil no podrán ser ejercerse simultáneamente por un mismo funcionario, excepto por el Presidente de la República, quien será, por razón de su cargo, Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas Nacionales 1999 Artículo 328. La Fuerza Armada Nacional Comienzo del gobierno constitucional del Gral. Marcos Pérez Jiménez, gracias a la designación de todos los funcionarios y cargos de elección popular por parte de la Asamblea Constituyente (Disposición Transitoria Segunda de la Constitución). Mantenimiento y legalidad del gobierno militar. Golpe de Estado del 23 de enero. Miembros del componente militar intervienen en la realidad política como consecuencia de la ilegitimidad del régimen y de las acciones de protesta y desobediencia popular. Firma del Pacto de Punto Fijo y comienzo de una oferta política centrada en el profesionalismo y “acuartelamiento” del componente militar. Inicio del sistema de conciliación de élites por más de 40 años. Sanción de la Constitución de la República de Venezuela e instauración de la democracia representativa. Explosión de la subversión castro – comunista. Componente militar dedicado exclusivamente a combatir la guerrilla. Guerrilla derrotada militar y políticamente. Maximización del profesionalismo del componente militar. Inicio de una nueva pauta de relación donde no se le asigna nuevas misiones al componente militar. (1973) Intentonas golpistas de febrero y noviembre como expresión de ilegitimidad del sistema, resultante del estallido social de febrero de 1989, y de la adherencia del componente militar con el poder político. (1992) Elección del Rafael Caldera como Presidente de la República, en un ambiente socio – político que presionaba para la transición del sistema. Profundización de la crisis del sistema de arreglo de élites. (1993) Elección de Hugo Chávez, apoyado en la aspiración de cambio del sistema. Oferta electoral de la Asamblea Constituyente como mecanismo de cambio radical. (1998) Celebración de siete actos electorales 106 constituye una institución esencialmente profesional, sin militancia política, organizada por el Estado para garantizar la independencia y soberanía de la Nación y asegurar la integridad del espacio geográfico, mediante la defensa militar, la cooperación en el mantenimiento del orden interno y la participación activa en el desarrollo nacional, de acuerdo con esta Constitución y con la ley. En el cumplimiento de sus funciones, está al servicio exclusivo de la Nación y en ningún caso al de persona o parcialidad política alguna. Sus pilares fundamentales son la disciplina, la obediencia y la subordinación. La Fuerza Armada Nacional está integrada por el Ejército, la Armada, la Aviación y la Guardia Nacional, que funcionan de manera integral dentro del marco de su competencia para el cumplimiento de su misión, con un régimen de seguridad social integral propio, según lo establezca su respectiva ley orgánica. Artículo 329. El Ejército, la Armada y la Aviación tienen como responsabilidad esencial la planificación, ejecución y control de las operaciones militares requeridas para asegurar la defensa de la Nación. La Guardia Nacional cooperará en el desarrollo de dichas operaciones y tendrá como responsabilidad básica la conducción de las operaciones exigidas para el mantenimiento del orden interno del país. La Fuerza Armada Nacional podrá ejercer las actividades de policía administrativa y de investigación penal que le atribuya la ley. Artículo 330. Los o las integrantes de la Fuerza Armada Nacional en situación de actividad tienen derecho al sufragio de conformidad con la ley, sin que les esté permitido optar a cargo de elección popular, ni participar en actos de propaganda, militancia o proselitismo político. Artículo 331. Los ascensos militares se obtienen por mérito, escalafón y plaza vacante. Son competencia exclusiva de la Fuerza Armada Nacional y estarán regulados por la ley respectiva. Fuente: Elaboración propia asentados en la popularidad de Chávez. Discusión en la ANC. Oferta de inclusión al componente dentro del “Desarrollo Nacional”, apertura para la deliberación política. Sucesos de abril. Componente militar como factor determinante para la salida, y posterior reinstauración, del gobierno de Chávez, como expresión de una crisis institucional (2002) Un grupo de militares de alta graduación en principio y que luego ascendió a un número aproximado de 150 militares de diferentes grados, decidieron desconocer el Gobierno y en condición de protesta se van a una plaza pública de Altamira, la Plaza Francia. Componente militar involucrado en actividades civiles dentro de la administración pública, además de la cargos de elección popular y actividades proselitistas – partidistas. . (2002 – 2004) 107 Gráfico 2: Organigrama de la Fuerza Armada Nacional 1961-1999 Presidente de la República Ministro de la Inspec. Gral. de la FAN Estado Mayor Cufan Ejército (Comandan Armada Inspector Inspec tor Estado Mayor Estado Mayor Comand o de Operac. Aé Coma ndo Naval Coma ndo Naval Guardia Nacional Aviación Inspector Inspector Estado Mayor Coma ndo de Opera Comando de Operac. D Estado Mayor Comand o de Operac. Coman do de Educac ión Coma ndo de Logísti Comando de Operac. Comando Aéreo Comando de Personal Comando de las Escuelas Comando Logístico CORE 1 –CORE 8 1ra. Divisió 2da. Divisió 3ra. Divisió 4ta. Divisió 5ta. Divisi 6to. Cuerpo 108 Gráfico 3: Organigrama de la Fuerza Armada Nacional 1999-205 109 CAPITULO V EL MODELO DE RELACIONES CIVILES- MILITARES 1999-2005 Los cambios producidos por el momento constituyente, con marcada influencia del poder ejecutivo y específicamente del poder de autoridad que encarna el jefe de Estado en Venezuela, han presentado como rasgo característico la utilización simbólica, instrumental y funcional de la organización militar alrededor de las relaciones de poder que configuran los nuevos actores y las pautas de funcionamiento del sistema político. En el capítulo anterior se señaló la importancia de los cambios constitucionales y jurídico-militares para la comprensión de los aspectos prescriptivos de las relaciones civiles-militares. Ahora, se aborda el plano politológico, tomando en cuenta los elementos histórico-políticos provenientes de la tradición militarista57 del Estado y el conjunto de factores que enuncian, definen y perfilan un cambio en el modelo de relaciones civiles-militares a partir de 1999, marcadamente diferenciado del modelo profesional (Machillanda, 1989; Bigler, 1981; Agüero, 1995) adoptado por el sistema de la democracia representativa a partir de 1961. En tal sentido, este capítulo describe, define y caracteriza el modelo de relaciones civiles-militares en la actualidad política venezolana, tomando en cuenta el marco teórico referencial delineado en el Capítulo I y haciendo énfasis en la categorización, estructuración, contrastación y teorización realizada a partir de las entrevistas y el trabajo de campo. Por ello, se afirma que la contribución teórica del presente Trabajo de Grado, será la aproximación a la definición del modelo de relaciones civiles-militares en el sistema político venezolano entre 1999-2005. 57 Para profundizar sobre las nociones de militarismo ver Arriagada, Gerardo (1986). El pensamiento político de los militares. Santiago de Chile: Anconcagua. pp- 53-60 y Rouquié, Alain (1981). El Estado militar en América Latina. México DF.: Siglo XXI. 110 1. Evolución de las relaciones civiles-militares a partir de 1999 Las relaciones civiles-militares precedentemente definidas (p.18-19) encarnan un conflicto de poder entre el estamento militar y el poder político que dirige la nación, conflicto mediado por el tipo de control civil que establece la élite política sobre el sector militar para lograr la obediencia y el manejo de unas relaciones civiles- militares que permitan el libre ejercicio democrático, sin la posibilidad de que el uso de la violencia pueda truncar su normal desenvolvimiento. En el sistema político de acuerdo de elites, el control civil implementado logró mantener la subordinación militar al poder político durante tres décadas por medio de un modelo de relaciones civiles-militares marcadas por el profesionalismo militar y por la nointervención directa o violenta de los militares en la política interna. Este modelo como ya se explicó fue perdiendo sus pautas de relación institucional, política, y finalmente militar, hasta llegar a la insubordinación y ruptura violenta de la obediencia por parte de una fracción del estamento militar. Paradójicamente el encargado de presidir -ahora por la vía electoral- la máxima autoridad del Estado, es el responsable de esa acción militar violenta e ilegal contra el sistema político. Esa condición del Jefe de estado de provenir de la clase militar, planteaba una interrogante sobre la evolución que tendría el tipo de control civil, y con éste, el modelo de relaciones civiles-militares a partir de los cambios en los actores políticos, la estructura constitucional y las pautas de funcionamiento del sistema político. Dos hechos aproximaron la respuesta sobre la política militar que sería llevada a cabo: El primero se desprende del discurso presidencial de la Toma de Posesión en el año 1999, que evidencia una definición del sector castrense como indispensable para su proyecto político y con un papel conductor bajo el surgimiento de una nueva unión cívico-militar: Ahora vengo como Comandante en Jefe a impulsar un proceso de incorporación de los hombres y mujeres de uniforme de Venezuela a este proceso de emergencia y recuperación social (…) nuestros hermanos de armas no pueden estar encerrados en los cuarteles y en bases navales y en bases aéreas con la gran capacidad, con el gran activo humano, con la cantidad de recursos que están allí como desactivados, como si fuera otro mundo eso, separado de la realidad pasmosa, una realidad cruenta clama por la inyección de recursos, de moral, de 111 disciplina (…) Di la orden que el 12 de febrero, que habrá desfile en la Victoria, ese día debe salir una columna, no de tanques –nunca más de tanques- una columna de maquinarias de trabajo manejadas por soldados rumbo a los campos y pueblos de Venezuela (…) para abrir operaciones de guerra contra la miseria, contra la desmoralización de un pueblo (en Venezuela Analítica: www.analitica.com). El segundo hecho, se vincula a un elemento simbólico, pero de gran peso dentro de las normas formales de la institución militar, el uso del uniforme militar y las instrucciones a partir del uso del orden cerrado en las actuaciones públicas del Presidente frente a las filas de la estructura militar. Ambos hechos, el discursivo y el simbólico-funcional han sido una constante en la evolución de las relaciones entre el poder político, representado fundamentalmente por el Jefe de Estado, y el sector militar. En ese orden de ideas, hay investigaciones adelantadas sobre las corrientes ideológicas presentes en el gobierno Chavecista y especialmente en la influencia de diversos pensadores en el discurso presidencial. Se ha demostrado la influencia del pensamiento ceresoliano58 en la configuración del sistema político y especialmente en el papel asignado al estamento armado en lo propuesto por el mencionado autor. En el libro Caudillo, Ejército, Pueblo Norberto Ceresole (2002) ha desarrollado la teoría de la “Posdemocracia” tipo de régimen en el cual una sola persona, en este caso Hugo Chávez, por “aclamación” popular tiene la misión de conducir el destino del país. El poder proviene de la relación caudillo – masa, y esta última delega sus derechos en el caudillo. “Un modelo revolucionario que pivota sobre una relación básica entre un caudillo nacional y una masa popular absolutamente mayoritaria que le designó a él, personalmente, como su representante.” (Ceresole, 2000, p.30) En cuanto al papel del estamento militar Ceresole, en el caso de Venezuela reconoce: “Por primera vez desde hace décadas vuelve a plantearse, en un país sudamericano, la alternativa de un “partido cívico-militar” dotado de un proyecto revolucionario. Yo fui uno de 58 Se recomienda para profundizar sobre la influencia del pensamiento ceresoleano en el Chavismo a Beatriz Wasserman de Rihigstein: Ideario de Norberto Caresole y su impacto en la revolución Chavista: 1.995-2.001. Año 2.002. Tesis de Grado en la Maestría de Ciencia Política. Universidad Simón Bolívar. 112 los propulsores en la Argentina de la década de los 60, de esta alianza militar-popular.” (Ceresole, 2000, p.57-58) Prosigue en su idea de que el estamento militar debe estar al servicio del proyecto político revolucionario al afirmar: “Libremente decidido por la comunidad venezolana,...el poder es la suma ordenada de dos elementos: el amor activo del pueblo y la lealtad de los ejércitos... El poder en Venezuela se genero por acción de 3 factores: el pueblo que “ordena” a un Caudillo, y los Ejércitos de tierra mar y aire - que se subordinan a esta orden y se colocan mayoritariamente y por íntima convicción – como escudo protector de una nueva dinámica histórica.” (p. 124) Estos planteamientos según Wasserman (2002) estuvieron presentes fundamentalmente en los inicios del gobierno del Presidente Chávez. Pero, lo cierto es que el desarrollo histórico ha demostrado que la utilización en forma casi personal, la búsqueda de apoyo y lealtades por parte del sector militar, hasta incluso llegar a la sujeción del interés profesional corporativo de la institución por el interés individual del actor político, ha planteado en la evolución de las relaciones entre ambos actores, hechos políticos-militares que han agudizado la conflictividad, la lucha y el desorden, poniendo en peligro las nociones de orden, ley y paz tan necesarias en la conducción política. El primer hecho de esa evolución político-militar, supone en principio la aceptación de la oferta política y el apoyo de los militares a la oferta de cambio propuesta por el Presidente de la República59. Este apoyo a la gestión gubernamental está sustanciado en la idea de que el jefe de Estado desplazaría a los actores de sistema de conciliación de élites o Pacto de Punto Fijo –lo que efectivamente hizo– y seguiría con un proyecto tecnocrático, centrado en la reforma del Estado, con el estamento militar como participante protagónico a través de cuadros profesionales. Pero no tardó en aparecer lo que ocurre con todo proceso de militarización, la división interna de la organización militar y la perdida de cohesión por la participación o no en la política. Dándose a raíz de ello un distanciamiento progresivo de oficiales de alto rango de la gestión gubernamental, al percibirla como un esquema politizador 59 Este concepto fue discutido en el Seminario de Sociología Militar dictado por el Prof. Machillanda en el Postgrado de Ciencia Política de la USB en el año 2005, caracterizándolo como una oferta política realizada por el nuevo gobierno del presidente Chávez al estamento militar para que fungiera como –organización con sentido de nacionalismo, disciplina y estructura organizativa a nivel nacional–de su plan de gobierno. 113 del estamento militar, autoritario y que separaba a la institución de sus funciones de defensa. Lo que se desprende de este hecho es la confrontación entre la ideología o ética militar conservadora de la institución armada con la ideología izquierdista o revolucionaria enarbolada por el gobierno del Presidente Chávez. La ruptura en las relaciones civiles-militares, específicamente al nivel de la elite militar que comandaba la institución armada adquiere dimensiones de tensión importante el 11 de abril de 2002, luego de una intensa movilización social en oposición a las medidas políticas, económicas y educativas del gobierno nacional y en medio de una alta conflictividad social, cuando ocurre la aparición del alto mando militar desconociendo las órdenes del Presidente de la República en el sentido de implementar el Plan Ávila para contener una multitudinaria manifestación civil que se dirigía hacia el Palacio Presidencial, explicando que las condiciones establecidas en los reglamentos para la implementación de dicho plan no estaban dadas y que era ilegal sacar las tropas para reprimir a la población. Luego de esto en una rueda de prensa presidida por el Inspector General de la FAN, Gral. Lucas Rincón, en nombre del Alto Mando Militar anuncia “se le pidió la renuncia al Presidente de la República y éste acepto”. A partir de este momento se generó una cadena de hechos confusos, aún no aclarados y que generaron momentos de alta inestabilidad, incertidumbre e ingobernabilidad en el país. Frente a un conjunto de actuaciones inesperados e ilegales, el sector castrense actúa como árbitro político y decide en una fracción que apoyaba al Presidente Chávez, según fuentes militares consultadas, pero sin certeza sobre los verdaderos involucrados y responsables de la acción militar, traer de vuelta al Presidente de la República quien comienza a ejercer nuevamente su condición de Jefe de Estado. Se puede afirmar que este hecho político-militar es de tensión-ruptura entre el poder político y el estamento militar, e igualmente se observa la actuación del sector militar como grupo de presión frente a la crisis política. Pero a efectos del análisis politológico, el control civil falló en sus mecanismos y en su implementación, el sector militar actuó nuevamente como un factor político dentro de la crisis y además dejó ver la división a lo interno de la institución militar. Posterior a este hecho político-militar se configura un proceso de purga, selección y afianzamiento de los criterios de lealtad hacia la gestión gubernamental. Este mecanismo fue 114 potenciado por la decisión de un grupo de oficiales activos de alta jerarquía60 en octubre del año 2002 de desconocer el gobierno, declararse en desobediencia civil y llamar a sus compañeros de arma para que se sumaran a esta posición política. Los militares activos con altos grados deciden desconocer al gobierno y hacen suya una plaza pública en el este de Caracas, este hecho en un principio contó con algunos grados de adhesión por parte de militares activos y apoyo de la sociedad, quien acompañaba a los oficiales en su propuesta, pero luego fue mermando la capacidad de convocatoria. Esta protesta militar contó con un evidente apoyo de sectores con solvencia económica y respaldo logístico de la oposición al gobierno, al denunciar la intención dictatorial del “chavecismo” y su orientación marxista-comunista bajo la influencia del gobierno cubano de Fidel Castro. Frente a esta nueva forma de protesta militar, el proceder gubernamental fue, no intervenir y dejar “morir” por inacción a esta iniciativa militar. Más allá de los efectos políticos de esta actuación militar, lo importante es señalar que sus acciones permitieron identificar y excluir de la estructura jerárquica a ese grupo de oficiales, quedando abierta la posibilidad para que la estructura militar definiera unos nuevos mandos. Estos hechos políticos-militares muestran la conflictividad de un tipo de relaciones civiles-militares manejadas por medio de mecanismos de control en franca contradicción con la ideológica conservadora forjada durante casi cien años en el estamento militar venezolano a través de la profesionalización. Igualmente, reflejan las coyunturas político-militares más importantes ocurridas durante el período objeto de estudio. Sin embargo, se afirma que el objeto de la presente investigación –sin definir la realidad social como algo estático– es evidenciar las políticas estructurales que configuran el núcleo central de las relaciones civilesmilitares en el período de 1999-2005, es decir, pretendemos darle respuesta a la siguiente pregunta: ¿cuál es el modelo de relaciones civiles- militares durante el mencionado período?, o más específicamente, los cambios producidos por las dinámicas políticas y las coyunturas político-militares determinan el modelo, o por el contrario, existen elementos o rasgos constantes que permitan avizorar un modelo de relaciones civiles-militares diferente. Finalmente, ¿existe un control civil del poder político con características diferenciadas del 60 Ver tabla anexa referida a los militares disidentes de Altamira con su cargo, grado, componte y fecha de incorporación a la protesta militar. 115 establecido en el período llamado Puntofijista? En adelante daremos respuesta a estas interrogantes. 2. Modelo de relación civil-militar 1999-2005 Los modelos son representaciones simples, lógicas y abstractas de las relaciones y procesos en un contexto real y complejo, es así que el modelo que se propone no alcanza la totalidad de la realidad –mucho menos en un proceso todavía abierto históricamente–, más bien es una simplificación de ella, mas sin embargo ayuda a explicarla y hacerla comprensiva ante la imposibilidad obvia de alcanzar todas las variables y connotaciones de una relación compleja como la existente entre el poder político y el estamento militar. En tal sentido, la definición del modelo presenta elementos conceptuales novedosos y la validez y confiabilidad de las conclusiones se sustentan en que los resultados de la investigación reflejan una imagen clara y representativa de la realidad político-militar y además son producto de la concordancia interpretativa de varios observadores y evaluadores sobre el tema. El modelo que se plantea a partir del trabajo de investigación realizado durante el período 1999-2005, refleja cambios con respecto al modelo anterior de relaciones civilesmilitares del sistema político de democracia representativa en el tipo de control civil, en las características, en la forma de implementación y en las consecuencias hasta ahora observadas y previsibles sobre el estamento militar, el sistema político y el Estado. Es así como se arriba a la definición del modelo de relaciones civiles-militares en el sistema político venezolano entre 1999-2005 como un modelo de dependencia-mancomunadagubernamental. Las relaciones se definen por la dependencia personal de la organización militar a partir del control civil personal, la mancomunidad entre la elite política y militar para el ejercicio del gobierno y el uso burocrático del estamento armado en funciones de gobierno, asistenciales, administrativas y distantes del fin teleológico de la defensa militar. 116 La relación entre el poder político y el estamento militar, en el período objeto de estudio presenta un tipo de control civil centrado en dos formas de poder en interacción: el poder institucionalizado y el poder individualizado. El poder institucionalizado lo aplica el poder político a partir de los cambios en el ordenamiento jurídico que han acentuado el hiperpresidencialismo y otorgado facultades legales al Jefe de Estado de forma que en él se concentra toda la potestad para la obediencia del estamento armado, encontrando así la justificación, para el uso indiscriminado de la estructura militar en actividades de orden marcadamente político y politizado, sin la posibilidad de intervención o mediación de ningún otro poder estatal. Es decir, este poder se convierte en autoridad formal otorgada por su condición de Comandante en Jefe en tanto Presidente de la República con legitimidad y legalidad, además de lo establecido constitucionalmente sobre la primacía de la política y la subordinación militar al poder político legítimo. El poder personal o individualizado como bien afirmaba W. Lapierre viene dado porque su detentador –en este caso el poder político- retiene el poder como un objeto en propiedad del que puede disponer libremente, sin limitaciones de ningún tipo, ni jurídicas, ni éticas, ni convencionales, y fundamentalmente, utilizándolo para el beneficio propio. Este tipo de poder instrumentado como parte del control del sector militar es de carácter informal, instrumentado a través de diversos mecanismos como la influencia, auctoritas, coerción, delación y manipulación, desviando a la organización militar de sus funciones profesionales y acercándola a funciones gubernamentales. La implementación de estos mecanismos de poder ha terminado por dar un tipo de control de dependencia personal de la estructura militar en orden funcional del jefe de Estado. Los militares han trascendido las funciones esenciales que le competen para apoyar el proyecto político en forma directa, incluso en actividades marcadamente proselitistas. Como afirma Marta Harneker (2003) después de haber entrevistado a los nueve oficiales militares de mayor importancia para el retorno de Hugo Chávez a la Presidencia, luego de su salida en abril de 2002 y al referirse al ascendiente del presidente sobre el sector militar: “se trata de un ejército que tiene un líder extraordinariamente carismático, con una autentica vocación popular. Chávez ha despertado en la inmensa mayoría de los soldados una admiración y cariño. Por encima de cualquier comandante está él. Su comandante en jefe” (p.31). 117 El gobierno representado en el Jefe de Estado, parece poseer una característica indispensable en un grupo dominante –especialmente en Venezuela– el sentimiento compartido no sólo por ella, sino así mismo por los mandos de la organización militar, de que su pretensión de gobernar es legítima, y que la organización militar tiene que jugar un papel central dentro de ese gobierno, a pesar de que se disminuya su profesionalismo y la capacidad militar del Estado con esa participación. Como puede colegirse de la exposición anterior, esa participación del militar en la política nos lleva al segundo elemento de la definición del modelo, el carácter mancomunado que se expresa en la llamada unión cívico-militar y que no es más que la confluencia de intereses del poder político y sectores importantes de la institución militar para un fin: el gobierno. Los dos actores –políticos y militares- están unidos bajo la concepción de que el estamento militar debe cumplir una misión trascendental dentro del sistema político, esa función está directamente vinculada con su inserción dentro de la burocracia o funciones de orden gubernamental, lo que se traduce a su vez en la extensión a las áreas de la vida social y política de los valores, las maneras, los modos de pensar y el espíritu militar. La mancomunidad viene dada por la comunión, unión y confluencia de objetivos en el ejercicio del gobierno. Pero no se debe malinterpretar la unión, aunque los militares participen en el gobierno a través de funciones administrativas y burocráticas, esto no significa que el poder reside exclusivamente en la unión, por el contrario el poder reside en la figura investida de autoridad legal, de auctoritas, de poder legitimado, es decir, en el Jefe de Estado. Finalmente, las relaciones civiles-militares presentan una condición de verticalidad dependiente, pues el Jefe de Estado es el único con la autoridad, el grado militar otorgado por la ley y el poder real para definir los roles, misiones, posiciones y la participación o no del militar en la política, su discrecionalidad ha ido aumentando exponencialmente con cada nueva legitimación electoral dentro del sistema político y con ella su control sobre la estructura militar. La precedente afirmación no supone que la corporación militar actúe de forma monolítica y conserve la unidad, espíritu de cuerpo y cohesión grupal; al igual que en todo proceso de militarización, en Venezuela se ha producido una descomposición y degradación del profesionalismo militar, debido a la perdida de cohesión institucional y al fraccionalismo 118 interno en torno a la participación o no en el proceso político lo que divide la organización, haciendo que el control político aumente, sólo que a un alto costo, la pérdida del profesionalismo militar, el riesgo de tener a futuro una democracia tutelada por facciones del estamento militar y la disminución de la capacidad militar del Estado para hacer la defensa. El jefe de Estado ha logrado lo que cualquier gobierno civil desearía, el control y la subordinación del militar al poder político. Sólo que los objetivos de este control civil no son la consolidación democrática sin la existencia de la tutela militar, por el contrario supone un retroceso importante en el desarrollo político del Estado, el regreso de una institución al servicio de un hombre y no del Estado. Con ello se afirma el tránsito de un estamento militar profesional a un estamento armado comprometido políticamente y que podría a futuro estar cercano a una milicia armada debido a las funciones, modos y maneras que expresa. 3. Características de las relaciones civiles-militares actuales El modelo de relaciones civiles-militares de dependencia-mancomunada- gubernamental presenta las siguientes características: 1) Estructura de incentivos y lealtades, 2) Disminución de la autonomía institucional profesional, 3) Entramado de relaciones de poder. 3.1 Estructura de incentivos y lealtades La estructura de incentivos y lealtades es una forma implementada por el poder político para controlar la corporación militar en los mandos altos, medios y bajos, y ha sido ejecutada por medio de un conjunto de acciones de orden prebendal, clientelar y de cooptación forjado a través de la: 1) concesión de prerrogativas a los mandos y seguimiento e identificación de los militares, 2) protección a la corrupción e impunidad, 3) incorporación de militares a la burocracia gubernamental, 4) aumento del gasto militar: realineamiento geopolítico. 119 3.1.1 Concesión de prerrogativas a los mandos, seguimiento e identificación de los militares. La concesión de prerrogativas a los altos mandos militares ha sido una forma de cooptación de la administración Chávez para lograr lealtad y apoyo de los jefes militares a la gestión gubernamental. Esto se evidencia en el aumento de los privilegios, exenciones y facultades otorgadas a los militares, especialmente a la cúpula o élite militar favoreciendo su posición dentro de la organización con respecto al resto de los poderes del Estado y de las organizaciones de la sociedad. Este sistema de prerrogativas implementadas por el poder político ha sido posible gracias al aumento de la discrecionalidad presidencial por normativa constitucional y legal para nombrar los altos jefes militares. Esta discrecionalidad ha llegado a extremos tales, que en términos de ascensos, por ejemplo en el año 1999 se ascendieron a 268 altos oficiales (coroneles, capitanes de navío, generales de brigada, contraalmirantes, generales de división y vicealmirantes) mientras salían 121 por tiempo de servicio cumplido. Al año siguiente, el número subió a 328, en tanto que en el 2001 esos ascensos alcanzaron la cifra de 321. Estos ascensos masivos generan cambios en la organización funcional y en la estructura jerárquica piramidal, pues el ascenso de oficiales superiores supone que existen unidades operativas que se deben comandar y según el pie de guerra militar actual, esos oficiales superiores exceden con creces las unidades operativas de la organización. Esto genera luchas internas por los cargos y envío de funcionarios a la administración pública para subsanar la situación. Dentro de las prerrogativas otorgadas como incentivo utilitario a la lealtad está el ascenso de militares en el grado de General en Jefe con tres soles, categoría que supone el más algo grado militar otorgado en la Fuerza Armada Nacional y que debe obedecer a meritos de guerra. Este ascenso no se daba en la historia venezolana desde la época de Eleazar López Contreras, en el gobierno de Chávez se ha otorgado a tres militares con marcada tendencia a apoyar al Presidente de la República, el General Lucas Rincón Romero, el Almirante Maniglia y el General Raúl Isaías Baduel. 120 Otro mecanismo utilizado es el seguimiento y la identificación de los oficiales a través de los comisarios políticos para controlar la oficialidad y calificar los adversos al proyecto político del Presidente Chávez. Según un informe de la Dirección de Inteligencia Militar (DIM) se divide a los militares entre revolucionarios, institucionalistas y disidentes. El informe de la DIM expresa textualmente: “que resulta necesario incrementar la preocupación y anular cualquier posibilidad de disenso interno dentro de la FAN: "Es necesario tomar decisiones que garanticen la fidelidad y la lealtad en la estructuración del Alto Mando Militar y en los mandos de los componentes, todo con la intención de profundizar el proceso de ideologización interna, especialmente dentro de los cuadros medios y bajos". (Tal Cual, 19 de julio 2001). 3.1.2 Protección a la corrupción e impunidad El período objeto de estudio ha estado empañado por casos de corrupción manifiesta en términos de nepotismo, dolo y cohecho. Es frecuente la ostensible forma en que los militares activos y retirados han adquirido fortuna producto de manejos de recursos provenientes de planes sociales y económicos implementados por el gobierno y colocados bajo la dirección del estamento militar, un ejemplo palmario fueron las constantes denuncias provenientes de las ejecutorias del Plan Bolívar 2000, y el manejo directo de los recursos provenientes de la venta de gasolina cuando la crisis producida por el paro petrolero. Igualmente se puede recordar las irregularidades en la construcción del complejo agroindustrial azucarero Ezequiel Zamora, en el estado suroccidental de Barinas donde la DIM arrestó a dos militares a cargo. La corrupción no viene dada solamente por la posibilidad de malversación, fraude, estafa y sobornos, sino también y fundamentalmente por el favoritismo, predilección, privilegio hacia los funcionarios militares al otorgarle una condición de preeminencia cercana al poder, que le permite adquirir contratos, emplear a familiares y amigos, influir en decisiones y en definitiva favorecer a unos en detrimento de otros, violando las normas establecidas en la Administración Pública. La corrupción se expresa entonces por el ejercicio de influencia de forma ilícita, ilegal e ilegitima en algunas individualidades del sector militar. 121 Al igual que los casos de corrupción, el estamento militar se ha visto involucrado en varios hechos de violación de derechos humanos, arbitrariedad de las órdenes de dirección de los superiores y falta de idoneidad en el ejercicio del mando sobre los subalternos. Hay dos sucesos de trascendencia en la opinión pública, el caso La Paragua y La Victoria, además de casos como el de los soldados quemados de Fuerte Mara, presentan semejanzas indiscutibles y una recurrencia en los hechos: la responsabilidad del estamento armado. Ante estos actos de corrupción, abuso de autoridad y violación de derechos humanos, el poder político no ha tomado las medidas correctivas y más bien parece disminuir la importancia de tales hechos. Ser complaciente ante faltas de este tipo en una institución como la militar no es más que propiciar la injusticia, pero además es un mecanismo efectivo para generar lealtad o sumisión a quien los favoreció. 3.1.3 Incorporación de militares a la burocracia gubernamental Sumado al sistema de selección y seguimiento ideológico y a la posición de protección de los oficiales involucrados en hechos de corrupción e impunidad, se ha establecido una sistemática incorporación de militares en la burocracia gubernamental. Militares activos y en condición de retiro entran en números sin precedentes en la administración pública, institutos, empresas del Estado, ministerios, cuerpo diplomático, Seniat e institutos autónomos, etc. De esta forma la estructura del Estado ha sido copada por militares activos y retirados, desplazando a funcionarios de carrera administrativa por cargos de libre nombramiento y remoción. Esta forma de empleo de los militares ha adquirido tal dimensión que oficiales activos han solicitado su pase a retiro al Presidente de la República para optar a cargos de elección popular como gobernaciones, alcaldías, municipios y Asamblea Nacional. Significativa importancia tiene en este sentido, la tarea asignada a la estructura militar para desarrollar un plan de asistencia social, denominado “Plan Bolívar 2000”, dotándolo de amplios recursos económicos para diseñar, planificar y ejecutar obras públicas, reparar escuelas, construir casas, realizar atención médica ambulante, instalar mercados populares, 122 construir carreteras, y otras no especificadas en el referido plan. Actividades, recursos y capacidades decisorias tradicionalmente responsabilidad de las gobernaciones, según los lineamientos del Plan Bolívar 2000, se trasladan a los Jefes de Guarniciones de cada estado, tales aspectos indican la tendencia a incorporar a la Fuerza Armada en actividades asistencialistas, no por razones de emergencia nacional o por razones de desastres naturales, sino colocando a militares activos al frente de proyectos, programas y actividades propias de la sociedad civil. La decisión política del gobierno de utilizar la estructura y el recurso humano de la institución militar para la función gubernamental, tiene una explicación que trasciende lo instrumental y más bien se acerca al imaginario político del militar. Es decir, partiendo del enfoque institucional, las instituciones -la militar en este caso- condicionan, las preferencias de los actores, esto es el modo en que tratan de alcanzar sus objetivos61, el gobierno presidido por un militar e influido por la socialización de la institución castrense62 presenta ideas, formas y principios en su imaginario político, fuertemente marcado por una idea antipolítica y antisistema. En esta ideología antipolítica las organizaciones civiles y especialmente los partidos políticos se consideran incapaces de desarrollar el país al encontrarse sumergidos en luchas fraccionales por el poder y no logran definir el interés nacional, pues les importa más las cuotas de poder que el desarrollo del país; en cambio, el estamento armado, se asume portador del interés nacional, por lo que son capaces de ordenar a la sociedad y no aceptan el faccionalismo en su interior. A esto hay que añadir la disciplina de la organización militar que muchas veces se confunde con eficacia. De aquí se desprende que el estamento militar estaría más capacitado que las organizaciones civiles para lograr el desarrollo del país, por ende la estructura militar y los militares deben cumplir funciones que trascienden las tradicionales destinadas a la defensa y más bien deben avocarse a funciones vinculadas con la función gubernamental. Esto no sólo trae consecuencias para la sociedad civil, sino también para el apresto y operatividad de la organización militar. Según lo expresa el General de Brigada Néstor González (2002), a través de los comandos de guarnición del Comando Unificado de la FAN, 61 Tomado de Bo Rothstein (2001), Las instituciones políticas: una visión general. En Robert Goodin y HansDieter Klingemann: Nuevo Manual de Ciencia Política. Madrid: Istmo. 62 Definimos a la institución como un conjunto de “acuerdos formales para vincular individuos y regular su conducta a través del uso de reglas explicitas, procesos de decisión ejecutados por un actor o grupo de actores formalmente dotados y reconocidos como poseedores de ese poder. (Levi, 1990, p. 405). 123 se privilegió los Teatros de Operación Social (TOS) en detrimento de los Teatros de Guerra, asignándoles presupuestos, responsabilidades y tareas en el ámbito ministerial del gobierno central, estadal y de la autoridad municipal, lo cual implicaba un mayor empleo y empeño de personal militar en el desarrollo y control de los diferentes planes y programas sociales (p. 20) Siguiendo a Machillanda (2002) en su ponencia Las relaciones civiles –militares en el momento actual 2002, se extrae que las consecuencias del modelo de relaciones civilesmilitares actuales, definidas por el autor como de “cooptación solidaria” son la carencia de definición de las amenazas para el estamento armado, el privilegio del principio administrativo por encima del operativo, la disminución del apresto militar al crear los Teatros de Operaciones Sociales (TOS), los cuales según el autor, sirven para domeñar el profesionalismo, desviarlo de su carácter clausewitziano y privilegiar su uso en funciones administrativas asistencialistas, violando la filosofía y la doctrina militar, bloqueando su estrategia y confundiéndolo como institución, ya que ahora no sabe si su razón es obedecer a la “Revolución” y /o garantizar el fin teleológico del Estado a través del resguardo de la territorialidad y la defensa militar del Estado venezolano. 3.1.4. Aumento del gasto militar: realineamiento geopolítico Durante el período objeto de estudio, el presupuesto destinado al Ministerio de la Defensa ha tenido un incremento anual promedio de 22%, el 2004 marcó un pronunciamiento en la curva al registrarse un aumento de 46.7% en los recursos destinados al gasto militar según se desprende del presupuesto oficial. El gobierno del Presidente Chávez en 1999 llegó con una partida de 926 millardos para la Fuerza Armada, 22.8% más que el último año de gobierno de Rafael Caldera. Según el entonces titular castrense General de División Raúl Salazar, en 1999 se dio una reestructuración del presupuesto, reduciéndose el 12% para otorgárselo a otros ministerios. Por ende ese año no se realizaron compras sino un presupuesto deficitario para el mantenimiento normal de los equipos. (El Universal, 01-10-2006). 124 La ley de presupuesto de 2000 señala que el incremento de los recursos (23.9%) para el despacho castrense estaba destinado a "cumplir compromisos que en materia de remuneraciones y de otros pagos tenía el ministerio", algo similar ocurrió en el año 2001, cuando el aumento se ubicó en 21.62%. En el año 2002 se registró el mayor descenso en esta materia, sólo se incrementó la partida militar en 20 millardos de bolívares (1.3%). Al año siguiente, el aumento se ubicó en 6.9%. Según el general Alberto Muller Rojas, jefe del Estado Mayor de la Presidencia, luego de los sucesos de abril de 2002 es que el gobierno "toma conciencia de que tiene una amenaza militar por delante (EEUU)" y "comienza a prevalecer" el ámbito castrense para asignarle recursos en el presupuesto del Estado venezolano. Según declaraciones del citado General "El gobierno no tenía planes de darle demasiado énfasis a la cuestión militar. La FAN estaba en función del desarrollo nacional". (El Universal, 01-10-2006) Durante el 2004 se aprecia un incremento exponencial en el presupuesto militar, superando los 3 billones de bolívares en 2005 y en el año 2006 se efectúan las mayores adquisiciones para el componente militar. Carlos Malamud (2006) en su estudio sobre el ¿Rearme o renovación del equipamiento militar en América Latina? afirma que sin lugar a dudas Venezuela es el principal protagonista de esta supuesta carrera armamentística en América Latina y alude que los enfrentamientos entre Washington y Caracas, dieron como resultado que el 15 de mayo de 2006, EEUU incluyera a Venezuela en la lista de países que no cooperan con esa nación en la lucha contra el terrorismo63. Igualmente produjo la decisión estratégica de la suspensión de la venta y transferencia de armamento de EEUU a Venezuela. Ya antes de esta decisión, EEUU había presionado para la cancelación de ventas hacia Venezuela, logrando que se suspendieran los suministros por parte de Israel, Suecia, Brasil y, más recientemente, España. Fue precisamente este hecho, sumado a la teoría de la "guerra asimétrica" invocada recientemente por Venezuela como respuesta a la estrategia preventive defense64 de EEUU, la que llevó a Chávez a plantear un cambio estratégico con la renovación 63 US Department of State Bureau of International Information Programs, "Venezuela Not Fully Cooperative with Counterterrorism Effort", 15/5/2006. 64 Para profundizar sobre la Estrategia de “Preventive Defense” se recomienda Carter, Ashton y Perry, William (1999) Preventive Defense. Washington: Brokings. 125 total del armamento de la FAN, para no depender de sus tradicionales proveedores occidentales, claramente influenciables por las presiones de Washington. El planteamiento de Malamud, cuanto expresa es la ya anunciada conducta estratégica del gobierno venezolano para producir una nueva cadena logística de instrumental de guerra y de una concepción militar contraria a la adoptada a partir de 1947, con énfasis en 1958 y 1962 definida en el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) que contemplaba el sistema colectivo de defensa de América, incluyendo como principal aliado a los Estados Unidos. En ese sentido, ante los crecientes problemas por adquirir armamento en sus fuentes tradicionales de aprovisionamiento, comenzando por los EEUU, el Presidente Chávez decidió acercarse estratégicamente a otros Estados en especial a Rusia, China y otros proveedores alternativos en la búsqueda de lo que han llamado una concepción internacional multipolar. Los acuerdos de armamento con Rusia se impulsaron en noviembre de 2004 y se concretaron en marzo de 2005 con la compra de 100.000 fusiles de asalto Kalashnikov AK 103 y AK 10465 que reemplazan los FAL belgas que cuentan con más de 50 años de operatividad en la FAN. El acuerdo también incluía 15 helicópteros: seis MI-17 de transporte, ocho MI-35 de ataque y un MI-26 de transporte. Sin excluir la discusión estratégica en términos de los aliados, el cambio de la cadena logística de la Fuerza Armada y de la concepción sobre el orden internacional, es importante señalar que esta nueva adquisición de instrumental y sistemas de armas crea una atmósfera positiva en el entorno interno militar hacia el poder político, según se desprende de la estructuración y contratación de las diferentes entrevistas realizadas a fuentes militares. Esto debido a que el sector castrense aludió un desbalance estratégico con el Estado colombiano – hipótesis de conflicto central para la FAN– sobre todo por la alianza estratégica entre Washington y Santa Fe de Bogotá a través del Plan Colombia. Esto hace que la compra del instrumental de guerra satisfaga las demandas del sector militar, limitando las luchas intra e 65 El primer lote se recibió en abril de 2006 y constaba de 33.000 fusiles; el segundo se entregó en agosto de 2006 y constaba de 32.000; se espera recibir el último de 35.000 antes de finales de año (datos de la Agencia Bolivariana de Noticias). 126 ínter-fuerzas por el presupuesto, además de aumentar la moral de los oficiales frente a las críticas relativas a la baja operatividad y precariedad del estamento armado venezolano. 3.2 Disminución de la autonomía institucional profesional del militar El modelo de relación civil-militar bajo el proceso de penetración de la administración Chávez, que presenta como se describió una estructura de incentivos y lealtades, muestra otra característica central: la pérdida de autonomía institucional profesional. El término de autonomía institucional militar se refiere según Pion-Berlin (1996) “a la independencia y exclusividad profesionales de los militares. En interés de su propio desarrollo profesional, éstos afirman su autonomía corporativa en un “sentido de unidad y conciencia orgánicas” que los apartan de las instituciones laicas” (Huntington, 1964, en Pion-Berlin). El estatus especial de las Fuerzas Armadas como expertas en el manejo de la violencia, su ingreso restringido y el rigor de su entrenamiento, su jerarquía y sus reglas de conducta las distinguen de quienes están fuera de su campo. En el estamento armado se observa una disminución sustancial en la unidad orgánica y espíritu de cuerpo, la imposición de participar políticamente ha divido su corporatividad, potenciado la indisciplina y roto la jerarquía en algunos casos. En esa penetración, la llamada unión cívico-militar planteada por el gobierno como estrategia de desarrollo nacional y aceptada por la cúpula militar, ha alejado a la institución de su función de experto en el manejo de la violencia, diluyendo la capacidad militar en términos de disciplina y adiestramiento necesario para lograr la competencia profesional y la responsabilidad social. Cabe entonces preguntarse: Sí los altos oficiales se encuentran en cargos burocráticos ¿quién comanda las unidades operativas?, ¿cómo se mantiene el apresto operacional si se 127 dedica el recurso humano y logístico de la estructura militar a actividades vinculadas con planes de carácter social y político? ¿Quiénes y cuándo se preparan para la defensa militar?66. La disminución de la capacidad profesional ha conducido a que el poder político aumente el control subjetivo sobre la organización militar –sólo que con el efecto deseado o no– de que el Estado venezolano también ha ido perdiendo su capacidad militar para hacer la defensa nacional en términos clausetwiziano. La capacidad militar viene dada por el profesionalismo (capacidad técnico-militar, corporatividad o espíritu de cuerpo, responsabilidad ante la sociedad, liderazgo y ética), por el instrumental de guerra y la condición de apresto, en donde sobresale la disciplina, la línea de mando y el entrenamiento adecuado, factores que se han visto disminuidos progresivamente en la estructura militar venezolana. Frente a esta fragmentación no puede actuar como unidad monolítica, coherente, organizada, lo que facilita un control no institucional, sino por medio de mandatos verticales por parte del Presidente Chávez. Al disminuir la autonomía militar, se está perdiendo la esencia para la cual fue creado el estamento armado del Estado, la cual no es otra que garantizar la paz del Estado con su capacidad para disuadir a los enemigos gracias al poderío militar con el que cuenta67. Cabe preguntarse, cómo este proceso parece aceptado por amplios sectores de la organización militar, qué medidas formales e informales se implementan para cambiar una institución con una tradición profesional. La evidencia histórico-política muestra la corroboración de la hipótesis de que los mecanismos empleados obedecen a relaciones de poder y mecanismos informales de control. 66 En el Informe de Memoria y Cuenta del año 2004 presentado por el Ministerio de la Defensa ante la Asamblea Nacional, en las tablas referidas a los objetivos alcanzados por la FAN, resalta “activar y orientar en el corto plazo la recuperación y el fortalecimiento del país, coordinando recursos, planes, programas, proyectos y operaciones gubernamentales, articulando acciones de naturaleza conjunta: comunidad, entes públicos y la FAN para satisfacer en forma inmediata las necesidades básicas de la población excluida”. Debemos aclarar que no estamos juzgando las tareas en términos morales, lo que argumentamos es que se desvía el uso del recurso humano empleándolo en tareas en las que no han sido formados y educados los militares. 67 Los estamentos armados en general son parte esencial de la organización del Estado enmarcada dentro de una función prevista para casos excepcionales, que nadie quiere y que se trata de evitar por medios diplomáticos, pero esas situaciones excepcionales muchas veces son mermadas con la simple existencia de unas Fuerzas Armadas bien instruidas y preparadas, la organización militar despliega poder a través del simple hecho de existir por medio de la disuasión. 128 3.3 Entramado de relaciones de poder 3.3.1 Poder, influencia y relaciones informales Las características del modelo de relaciones civiles-militares del sistema político venezolano 1999-2005 se definen en la presente investigación a partir del estudio de las diversas formas de control, pero especialmente se alude la existencia de un entramado de relaciones de poder, como tercera característica del modelo. El estudio del poder representa uno de los mayores retos académicos no sólo de los politólogos, sino en general de los científicos sociales. El concepto por su característica mutifacética presenta un carácter esencialmente debatido y disputado de forma que en muchos casos la proliferación de enfoques hace afirmar, por ejemplo a Juan Carlos Rey (1988) que “carecemos hasta el momento de una teoría lo suficientemente rica y rigurosa” (p. 121) para el estudio del poder. Sin embargo se ha avanzado en algunas descripciones y diferenciaciones que ayudan a emplear de forma más idónea el concepto, sobre todo porque es esencial para la comprensión de buena parte de los fenómenos políticos y sociales. No nos dedicaremos en este sentido a explorar y describir los distintos aportes que la politológica ha desarrollado sobre el tema, antes bien partiremos de un concepto primario expuesto por Dahl (citado por Blanco, 1977. p.11) para luego abordar los aportes de García Pelayo, especialmente por la incorporación de un concepto como la auctoritas. Robert Dahl en su trabajo del Concepto de poder considera que en éste hay la siguiente relación: “A tiene poder sobre B en la medida en que logre que B haga algo que, de otra manera no haría”. Formaliza la concepción de poder de la siguiente manera: P = P1- P2 Donde P1 representa la probabilidad de que B ejecute las instrucciones de A, mientras que P2 simboliza la probabilidad de que B las ejecutará de todos modos o motu propio”68. Se plantea 68 Tomado de J. Blanco Ande (1977). Teoría del poder. Madrid: Pirámide. Para profundizar en ver el capitulo referido a la Etimología, acepciones y concepto de poder. Pp. 14-28. 129 como valida la afirmación de que en la relación de poder, siempre se da una superioridad de A sobre B, que la acata. Por su parte García Pelayo (1974), diferencia poder, auctoritas e influencia. En el caso del poder, éste es explicado por el autor como “la posibilidad de sustituir la voluntad ajena por la propia en la determinación de la conducta de otros, mediante la eventual aplicación de un medio coercitivo, sea en un solo acto, sea a través de una serie de actos” (p. 74). Este medio de coerción puede darse, a través de la amenaza o empleo concreto de la violencia física, o bien a través de la privación de bienes materiales o espirituales que son considerados de vital importancia para aquel sobre el cual se ejerce poder y por ende puede lograr su sometimiento. Mientras que el autor diferencia la auctoritas que se produce cuando se sigue el criterio de otro (persona o institución), por el crédito que éste representa, gracias a que posee cualidades especiales en grado superior y demostrado de orden espiritual, moral o intelectual. La auctoritas por ende no contempla la coerción o la fuerza, sino la adhesión libre que se deriva del reconocimiento de esas cualidades. La influencia, por otro lado, consiste en la posibilidad de orientar la conducta de otro u otros en un sentido determinado, bien sea empleando un ascendiente de naturaleza emocional o de otra índole sobre el influido, bien sea mostrándole los obstáculos y costos que se derivarían de actuar en contra de los intereses y propósitos del que pretende influir. La influencia no hace uso de la coerción, como en el caso del poder, ni del crédito intelectual o moral, como ocurre con la auctoritas, sino de la presión directa o indirecta. En consecuencia, puede afirmarse de acuerdo a lo previamente estudiado que las relaciones civiles-militares en este período están marcadas por el ejercicio de diferentes formas de poder, implementadas por el poder político o poder de dirección69, bajo el dominio del Jefe de Estado sobre el estamento militar. 69 Este término fue acuñado por Zafra Valverse para aludir una definición distinta a la tradicional división de los poderes públicos. Para el autor los poderes ejecutivo, legislativo y judicial debe ser sustituido por una clasificación más amplia: poder de autoridad, poder de dirección, poder deliberante, poder judicial y poder de ejecución. El poder de autoridad esta confinado a la definición de Jefe de Estado en tanto representa la figura de mayor autoridad en el Estado, mientras que el poder ejecutivo debe sustituirse por el poder de dirección, habida cuenta, que el gobierno se encarga de las más importante tareas de ideación política en el Estado. El poder legislativo se asimila al poder deliberante. Y finalmente la administración alude en esta nueva clasificación a la noción de poder de ejecución. Ver Blanco Ande (1977). pp. 87-88. 130 Las relaciones sociales siempre están marcadas por el uso real o potencial del poder. La discusión no viene dada por la tautología centrada en que exista uso del poder en las relaciones civiles-militares, eso sería una perogrullada. El análisis es de índole prescriptivo. En un sistema democrático el control civil sobre lo militar debe procurar mecanismos institucionales y legales que contemplen el liderazgo y la supervisión, pero que respeten la autonomía militar y disminuyan la autonomía política militar70, dentro de la división de poderes y con la participación de la sociedad civil. En el caso del modelo de las relaciones civiles-militares en el período objeto de estudio, el uso de este poder viene dado por la informalidad, la penetración, la dependencia personal y la exclusión del resto de los poderes públicos del ejercicio del control civil sobre la estructura militar. El punto focal de la discusión se basa en saber cuáles son los límites del poder político en cuanto al manejo y el control de la institución militar, sobre todo, cuando la discrecionalidad ha tendido consistentemente hacia el aumento. Además es perentorio determinar cuáles son las consecuencias que genera ese ejercicio de poder en el sistema político democrático. El control civil del estamento militar como mecanismo central en el mantenimiento de la democracia, debe ejercerse bajo la institucionalidad y garantizando que no sea excesivo, invasivo y penetrador al extremo como para que pueda disminuir la capacidad militar del Estado y con ella generar el aumento de la debilidad y fragilidad institucional. El Jefe de Estado ha utilizado el poder estatal producido por su legitimidad como Comandante en Jefe y personal, en términos algunas veces de auctoritas en relaciones estrictamente militares, utilizando su figura de Teniente Coronel para generar procesos de identificación. De las entrevistas semi-estructuradas realizadas principalmente a militares activos en grados altos y medios, se desprende algún nivel de identificación personal y de solidaridad orgánica con el Presidente, a quien se le otorga la condición de líder supremo de la nación, representante de los intereses nacionales y de alguna manera encargado de preservar el ideario bolivariano. 70 La autonomía política según Pion-Berlin (1996) “se refiere a la aversión y hasta el desafió castrense del control civil. Si bien son parte del Estado, los militares actúan a veces por encima y más allá de la autoridad constitucional del gobierno. El grado de autonomía política es la medida de su determinación para despojar a los civiles de sus prerrogativas políticas y tomarlas para si mismo (p. 16-17). 131 Está claro que los militares venezolanos son formados bajo la influencia directa del culto a Bolívar. El historiador Germán Carrera Damas quien ha contribuido notablemente al estudio de este fenómeno con una investigación ejemplar, precisa que “por culto a Bolívar entendemos la compleja formación histórico-ideológica que ha permitido proyectar los valores derivados de la figura del Héroe sobre todos los aspectos de la vida de un pueblo (Carrera Damas, 1969, 21) Por ello y considerando la formación militar del Presidente y los efectos que produce sobre la institución armada que sea precisamente un militar retirado el Jefe de Estado, parece apropiado aproximar la ideología militar y sus efectos en la conducción política, para ello cito in extenso la argumentación realizada por Aníbal Romero (1989) donde destaca: “La importancia que tiene la ideología militar en cuanto a sus funciones de explicación de la realidad circundante, y de fundamentación de la acción política. En nuestra región la ideología militar dominante es difundida a través del sistema educativo de la institución castrense, sistema que ha tendido a generar, entre otras, las siguientes peculiaridades en la formación intelectual de los oficiales: una lectura conspirativa de la historia, una lectura corporativa de la sociedad (que es vista como rígidamente dividida en corporaciones en juego cerrado y jerárquicamente organizado), la militarización del lenguaje y de los comportamientos políticos, la absolutización de determinados valores (especialmente la seguridad), la segregación del estamento militar como distante y distinto del resto de la sociedad civil, la expropiación del concepto de interés nacional y su representación por instituciones castrenses y el cultivo de una auto-imagen de superioridad ética (mesianismo militar) como corporación detentora de un poder de reserva moral en naciones geopolítica e ideológicamente amenazadas y espiritualmente frágiles o casi inermes” (p. 31) En ese sentido, partiendo del paradigma institucionalista, la institución armada al potenciar los valores, conceptos e ideas arriba descritas, han influido de tal forma la ideología política de los militares, que ésta se traslada a la función gubernamental a partir del Presidente de la República, que como militar también esta influido por esta visión política-ideológica. Así por lo menos al principio de la gestión gubernamental los militares compartían la necesidad de cambio propuesta por el Presidente, hasta que los intereses corporativos y profesionales se vieron afectados. A partir de allí la purga y los constantes procesos electorales que le han otorgado legitimidad al Presidente, han generado efectos en la institución militar, aunque hay 132 divisiones internas, lo más notorio es el apoyo de los oficiales superiores –en cargos administrativos y en la cúpula militar- y oficiales medios y suboficiales en mayor proporción, al proyecto de gobierno. Ahora bien, esta identificación no es sólo producto de los ideales comunes entre los militares, ha sido el resultado de un proceso complejo, donde el poder ejecutivo en manos casi exclusivamente del Presidente, ha concentrado y ejercido el poder en forma personal y vertical en la organización armada, no sólo a través de la obediencia debida y la subordinación, sino por medio de la coerción, la influencia y la manipulación utilizando cada forma de control de acuerdo al contexto y en forma personal. El Jefe de Estado con el poder discrecional que le ha otorgado la Constitución y las normas en materia militar, puede decidir sobre los militares: desde dejarles sin cargo enviándolos directamente a sus casas cuando resultan contrarios, imparciales o incómodos a su proyecto; otorgar el permiso para que en comisión de servicio pasen a la administración pública, otorgarle el retiro para que puedan acceder a cargos de elección popular; pasando por los ascensos y mejoras en la ubicación de la pirámide ocupacional como expresión de capacidad de decisión sobre su carrera profesional. Esto distorsiona la autonomía institucional profesional del militar y lo aparta de su esencia funcional, modificando así las posibles vías para que éste actúe como una institución coherente, disciplinada, con bases meritocráticas y con capacidad de respuesta. El presidente Chávez ha disminuido el poder militar en términos corporativos y profesionales para aumentar su poder político y su capacidad de uso discrecional de la organización militar. 3.3.2 Dependencia y mancomunidad político-militar Las relaciones civiles-militares en el período actual se alejan de la definición de poder de los padres fundadores de la sociología como Weber con la dominación racional legal o la aportación de Parsons (1957) quien entiende al poder acercándolo a la noción de derecho legitimado por la “institucionalización de la autoridad” para el logro de una acción colectiva 133 eficaz71. Se aproxima más bien a las dimensiones del poder definidas por Lukes (1985), específicamente en las referidas al poder tridimensional. Éste viene dado por la capacidad de moldear y modificar deseos y creencias aún en contra de los verdaderos intereses de los actores, en este caso de la profesionalización e institucionalidad militar. La presente afirmación se invoca por lo discutido y demostrado en el aparte referido a la estructura de incentivos y lealtades y la disminución de la autonomía institucional profesional (3.1 y 3.2) en las cuales se describió una desviación en la conducta de la cúpula militar objetivada en el predominio del principio administrativo sobre el operativo militar y en la aceptación u adhesión del estamento armado para cumplir con funciones de carácter burocrático dentro del gobierno. La evidencia demuestra que existen intereses coincidentes entre la cúpula militar y la pretensión política del presidente de la República. En consecuencia, ni las preferencias explícitas, ni los agravios existentes, ni las demandas incipientes, son capaces de expresar esos intereses defendidos por el poder político En este enfoque el poder puede estimular y sostener actitudes y expectativas que de hecho trabajan en contra de los verdaderos intereses de las personas e instituciones: “De hecho, no estriba el supremo ejercicio del poder en lograr que otro u otros tengan los deseos que uno quiere que tengan, es decir, en asegurarse su obediencia mediante el control sobre sus pensamientos y deseos... no estriba el supremo y más insidioso ejercicio del poder en impedir en cualquier medida que las personas tengan agravios, recurriendo para ello a modelar sus percepciones, cogniciones y preferencias de suerte que acepten su papel en el orden de cosas existente, ya sea porque no pueden ver ni imaginar una alternativa al mismo, ya sea porque lo ven como natural e irreemplazable, o porque lo valoran como algo ordenado por Dios y beneficioso. Suponer que ausencia de agravio equivale a un consenso genuino es simplemente descartar la posibilidad de un consenso erróneo o manipulado por obra del mandato definicional” (p. 23-24) 71 Para Parsons el poder es “una capacidad generalizada de garantizar el cumplimiento de obligaciones vinculantes por parte de unidades dentro de un sistema de organización colectiva, cuando las obligaciones se legitiman mediante la referencia a su repercusión en los asuntos colectivos y donde, en caso de actitudes recalcitrantes, se presuma la ejecución mediante sanciones situacionales negativas, cualquiera que sea el agente efectivo de tal ejecución”. Es así que en el trasfondo de la teoría de Parsons se busca reducir el poder a la autoridad, al derecho, al consenso, y a la persecución de objetivos colectivos, distanciándole de la coerción, la manipulación y la fuerza, haciéndole depender de la “institucionalización de la autoridad” (Parsons, 1967, p. 308) 134 Bajo esta perspectiva y con base además en la lectura analítica de los discursos presidenciales y el análisis cualitativo de las entrevistas semi-estructuradas realizadas tanto a militares en condición de activos como retirados, existe lo que hemos definido como una relación de dependencia mancomunada, donde los intereses, los valores y las preferencias que propulsa el poder político son similares, y más que ello, compartidas en forma mancomunada por el cuerpo de militares que hoy se encuentran en las posiciones de mando de la estructura militar72, lo que permite un efectivo control por parte del poder político, quien ve en el estamento militar un aliado o parte de su proyecto, por ende como dice Lukes cuando define el poder tridimensional, en este caso se trata de los militares “acepten su papel en el orden de cosas existente, ya sea porque no pueden ver ni imaginar una alternativa al mismo, ya sea porque lo ven como natural”, es decir, lo comparten, lo asumen, se sienten llamados a cumplir con una misión que trasciende sus funciones específicas, por ello queda en un segundo plano lo que antes era su interés central, garantizar su condición profesional y su ascenso militar. Aludiendo a la definición inicial de los factores que constituyen el control civil, en el período objeto de estudio el defecto al que aludíamos al definir teóricamente las variables para el estudio de las relaciones civiles-militares, pudiese ser adjudicado a la clase política, pues el mando de la institución obedece a criterios e intereses personales del Presidente de la República y no el interés doctrinario del sector castrense. El exceso militar de otro lado, viene dado por la incapacidad de este sector para responder como institución profesionalizada poniendo en peligro la ética militar73 y el futuro de la institución profesional al aceptar la oferta política del gobierno. 72 Una tesis que soporta este tipo de control es la planteada por Nordlinger llamado tradicional, donde se enfatiza la similitud de intereses clasistas entre la élite política y militar, ejemplo fehaciente de ello es el modelo aristocrático, que también es abordado por Janowitz como aristocrático-feudal. En Gutiérrez Valdebenito (2002, pp. 212-216). Sólo que en el caso venezolano actual la identificación hace referencia que el poder político con la clase media y baja de la sociedad coinciden con la selección del sector castrense que proviene de orígenes populares y el discurso político del Presidente Chávez y los principales dirigentes del gobierno, enfatizan que el centro del proyecto revolucionario es ese sector de la sociedad y que los soldados de la nación no pueden ir en contra del pueblo, porque de él provienen y a él se deben. 73 Para profundizar sobre las nociones de ética militar que vienen dadas por el cumplimiento de la organización militar de su función esencial de defender la sociedad de sus posibles enemigos, acatando los fines políticos definidos por el Estado y respetando los principios constitucionales. Ver Davenport y Stockdale (1989), Ética Militar. pp. 65-82. 135 Accedemos así a la posibilidad de definir el modelo de relaciones civiles-militares en el período 1999-2005, como unas relaciones alejadas del modelo profesional e ideológicamente distantes del sistema democrático liberal y cercanas al ejercicio de poder personalista y militarista ajustada a los modelos de relaciones civiles- militares de las ideologías de izquierda comunista. 4. Modelos de relaciones civiles-militares 1958-1999 / 1999-2005 Una vez establecido el modelo de relaciones civiles-militares en el período 1999-2005 y sus características centrales, es necesario delinear en forma más elaborada, las diferencias centrales entre el modelo establecido en el período de acuerdo de elites o democracia representativa y el modelo actual de relaciones civiles-militares. Para ello se plantea la Tabla 10 que procura establecer los elementos definitorios de los dos modelos a partir de las variables que hemos analizado a lo largo de este Trabajo de Grado. 136 Tabla 10: Modelos de relaciones civiles-militares 1958-1999 / 1999-2005 Factores Modelo profesional (1958-1999) Modelo de dependenciamancomunada- gubernamental (1999-2005) Factores de poder Autoridad Formal Formal, informal y personal Influencia política del militar Baja: Centrada en la Defensa Alta: desarrollo nacional y seguridad interna. Relación con grupos civiles Baja Alta Operacional Teatros de Operaciones Doctrina militar Defensa Externa Seguridad interna Alta De guerra (TOG) Prusiana clauzewitziana Alta Baja Baja Sociales (TOS) Bolivariana- revolucionaria Baja (invasión) Alta Administrativa Alta: Compra y adquisiciones Baja: dependiente del Ejecutivo. Controlara Independiente Independiente Seguridad social Independiente Independiente Sistema de justicia Independiente Independiente Subordinación Alta Mancomunidad cívico-militar Control parlamentario Alto Inexistente Empleo burocrático Bajo Alto Control civil Institucionalizado Personal burocrático Gasto militar Mediano Alto Factores de autonomía militar Factores de control Fuente: Elaboración propia 137 Tabla 11: Evolución político- militar en Venezuela 1902 1937 1945 1948 1958 1961 1992 Contexto Político Militar Pretoriano Civilista cercano al poder político Deslinde del militar del poder político Pretoriano Civilista Acuerdo de Elites Pacto de Punto Fijo Tipo de Control Rígido Control indirecto Control objetivo Rígido Tendencia hacia el control subjetivo Modelo de Relaciones CivilesMilitares (R C-M) No existe Dictadura Se inician las R C-M Formal-Legal No existe separación entre lo político y lo militar Incipiente, se reinicia las RC-M R C-M profesionales Control Civil Disminución del Profesionalismo R C-M perversas Percepción de Opinión Pública El estamento militar como gobierno El estamento militar como gobierno Profesional El militar como gobierno Separación de lo militar del gobierno Institución profesional ocupada de sus tareas militares Intervención del militar en política por la vía violenta Momento Debilitamiento constituyente del y lo militar Constitución de Golpes de estado 1961 Guerrilla castrista Control objetivo Perdida del control civil y la subordinación 138 1999 Contexto Político Militar Tipo de Control 2000 Transito. Adopción de un Nueva materia modelo miliar de rango reduccionista74 constitucional para el EMV Control Subjetivo R C-M Modelo de Relación Civil profesionales Militar Percepción de Intervención en política Opinión doméstica Publica SPV Control subjetivo intensificado. Coalición CivilMilitar75 Gobierno Fuente: Elaboración conjunta del Seminario “Radicalismo político y desprofesionalización militar en Venezuela” dictado por el Prof. Machillanda en la Coordinación de Ciencia Política de la Universidad Simón Bolívar durante el trimestre septiembre -diciembre 2003. 74 El modelo militar reduccionista muestra un componente armado cercano a la milicia, bajo las ordenes del Ejecutivo lo cual dibuja una función, única, filosófica, políticamente propia de ser un instrumento del gobierno más que del Estado nación. Puede ser calificada como un retroceso en lo relacionado a la evolución del componente militar venezolano. José Machillanda (1999) Propuesta ante la Asamblea Nacional Constituyente sobre la Materia de Rango Constitucional que afecta al Componente Militar Venezolano. Italgrafica. Caracas. 75 Establecido por Morriz Janowitz: la coalición civil-militar es un modelo generalmente inestable en el cual el militar asume un papel político sobresaliente e interviene en política algunas veces. Omar Gutiérrez Valdebenito. (2002) Sociología Militar. Editorial Universitaria. Santiago. 139 CONCLUSIONES El presente Trabajo de Grado, con base en el paradigma epistemológico y metodológico manejado a lo largo de la investigación, afirma que hay evidencia suficiente para darle validez a las conclusiones esenciales y a la pertinencia del enfoque teórico utilizado. En tal sentido, se concluye luego del proceso de categorización, estructuración y contrastación que las relaciones civiles-militares durante el período 1999- 2005, muestra en su forma e implementación un modelo de dependencia-mancomunada- gubernamental que se expresan a partir de tres elementos. El primero de carácter histórico- político, el segundo de orden constitucional-normativo y el último – y no por ello menos importante- el estrictamente político, es decir, de relaciones de poder. En cuanto a los aspectos histórico-políticos se evidencia los efectos que tuvo sobre el profesionalismo militar la crisis del sistema político a partir de la década de 1980 y el tipo de control civil establecido por los partidos políticos en el sistema de acuerdo de elites, que se expresó en el ámbito militar con el intento de dos golpes de estado a partir de una operación militar, que aunque con características diferenciadas, generó una crisis político-militar que socavó la obediencia, la subordinación militar y el control civil. Las consecuencias del desmembramiento de los mecanismos de control civil en el sistema político democrático, se traducen en un incremento de la intervención del militar en la política venezolana, y actualmente, se muestra tanto cuantitativa como cualitativamente en mayor proporción y con una presencia más amplia en las esferas del poder público nacional. En segundo lugar, la investigación analiza los efectos del “momento constituyente” de 1999 y el cuerpo de leyes en materia militar, especialmente la Ley Orgánica de la Fuerza Armada Nacional sobre el sector militar. Del análisis constitucional y legal se determina la iniciación y en algunos casos la consolidación de cambios radicales en el ámbito ideológico, 140 doctrinario, estratégico y operativo-funcional del estamento armado nacional. Estos cambios en la organización militar han producido una modificación en el modelo de relaciones civilesmilitares profesionales establecidas en el anterior sistema político de acuerdo de élites. Del modelo instaurado en el período de acuerdo de élites que privilegiaba el profesionalismo militar, la autonomía institucional profesional y el control civil, se ha ido transitado a un nuevo modelo que disminuye el profesionalismo militar, restringe la autonomía institucional profesional a la vez que amplía la autonomía política del militar y potencia el ejercicio progresivo de un poder personal individualizado del Jefe de Estado, sin la mediación del resto de los poderes públicos. Es decir, el modelo de relaciones civiles-militares actual ha disminuido y limitado tanto los instrumentos como las políticas que posibilitarían un control civil democrático. En tercer lugar, el modelo de relaciones civiles-militares presenta un elemento estrictamente político, a partir del ejercicio del poder tridimensional para moldear y modificar deseos y creencias aún en contra de los verdaderos intereses de los actores, en este caso de la profesionalización e institucionalidad militar. El poder político a partir de su interés egoísta ha ido alcanzando paulatinamente la penetración, control y dominio de la institución castrense. La conclusión es que el tipo de control civil se caracteriza por un complejo entramado de relaciones de poder que persiguen establecer, no un control civil basado en los mecanismos de obediencia o dominación legal que coadyuven al fortalecimiento de la institucionalidad democrática, sino de dependencia personal-simbólica e ideológica, de forma que el control supone la disminución del poder militar en términos de la unidad, disciplina y capacidad profesional para convertirlo en un modelo de milicia cercano al establecido en los sistemas de corte comunista. Este modelo de relaciones civiles-militares persigue por la vía ideológica un alto grado de congruencia entre los valores políticos de la clase dirigente o la élite política y los del estamento armado, y por lo tanto, la inexistencia de la rivalidad entre ambos. Así el profesionalismo militar cesa de ser una fuente potencial de conflicto, al consolidarse un modelo de milicia al servicio del proyecto político del Presidente Chávez, que diluye la secularización entre las esferas militares y políticas, de forma que los altos jefes militares desempeñan, a menudo, importantes puestos en la jerarquía del gobierno nacional y estadal. 141 La investigación evidencia que el período objeto de estudio se encuentra marcado por el personalismo, el militarismo y una débil institucionalidad democrática. Lo que ha permitido al poder ejecutivo la implementación de un control sobre la institución militar a través de 1) una estructura de incentivos y lealtades o cooptación prebendal, 2) una disminución de la autonomía institucional profesional, y 3) un entramado de relaciones de poder, influencia e informalidad. Finalmente, se afirma que la complejidad de los estudios sociológicos militares y especialmente cuando se investigan fenómenos contemporáneos y abiertos históricamente, deben a futuro evaluar la continuidad o discontinuidad de las variables esenciales del modelo planteado. Así mismo a futuro se deberá profundizar en las formas, estructuras y mecanismos que adoptan las formas de gobierno con apoyo militar y popular, y especialmente, la legitimidad del estamento militar dentro del sistema político venezolano, aspectos que evidentemente excede el objeto de la presente investigación. 142 BIBLIOGRAFÍA Agüero Felipe (1997). Las Fuerzas Armadas y el debilitamiento de la democracia en Venezuela. Santiago de Chile. Revista Fuerzas Armadas y Sociedad. Año 8, III, 2. Almeda, José. Comp. (2005), Democracias frágiles: Las relaciones civiles-militares en el mundo iberoamericano. Valencia: Instituto Universitario General Gutiérrez Mellado “De Investigación sobre la Paz, la Seguridad y la Defensa”. 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Suscripción de la USB http://web.ebscohost.com/ 152 Anexo único. Militares disidentes en la Plaza Altamira a partir del 22 de Octubre de 2002. 1. 2. Nombre Rango Enrique Medina Gómez General de Ex-Agregado Militar en División Washington D.C.; ex-Comandante de la Tercera División de Infantería Componente Ejército Fecha oct22 Héctor Ramírez Pérez ex-Jefe del Estado Mayor General Vice Almirante Armada oct22 3. José Félix Ruiz Guzmán ex-Inspector General del Ejército General de División Ejército oct22 4. Carlos Alfonso Martínez ex-Inspector General General de División Guardia Nacional oct22 5. Felipe Rodríguez ex-Jefe del Estado Mayor General General de División Guardia Nacional oct22 6. Edgar Bolívar ex-Jefe de Operaciones General de División Guardia Nacional oct22 7. René Sericia García ex-Jefe de la V División de Selva General de Brigada Ejército oct22 8. Rigoberto Martínez Vidal General de Brigada Ejército oct22 9. Clinio Rodríguez General de Brigada Aviación oct22 10. Oscar Jose Márquez General de Brigada Guardia Nacional oct22 Daniel Comisso Urdaneta Integrante del Estado Mayor de la Armada Contra Almirante Armada oct22 153 11. Edgar Morillo González ex-Director de la Escuela de Guerra Naval Contra Almirante Armada oct22 12. Néstor González González ex-Jefe del Comando de las Escuelas del Ejército General de Brigada Ejército oct22 13. Henry José Lugo Peña General de Brigada Ejército oct22 14. Pedro Antonio Pereira Olivares General de Brigada Aviación oct22 15. Yucepe Yohn Piliery Carmona Coronel Ejército oct22 16. Gustavo Alberto Díaz Vivas Coronel Ejército oct22 17. Ovidio José Rodríguez Rodríguez Teniente Coronel Ejército oct22 18. Pedro Sánchez Bolívar Capitán Ejército oct22 19. Leonardo Enrique Carrero Araujo Capitán GuardiaNacional oct22 20. SimonVargas Duarte SargentoTecnico 1ro GuardiaNacional oct22 21. EfrenJosé Velasco Sargento2do Ejército oct22 22. OscarAlfredo Betancourt Patiño Contra Almirante Armada (R) oct22 23. Felix Arnoldo Sánchez Sivira Coronel Ejército oct22 24. Eugenio Jose Añez Nuñez General de Brigada Guardia Nacional oct22 25. CarlosHernández Martínez Coronel Guardia Nacional oct22 26. Carlos Eloy Rodríguez Rivera Tenientede navío Armada oct22 27. Antonio José Ríos Rojas Teniente de navío Armada oct22 154 28. Juan Carlos Villalobos Franchi Teniente de navío Armada oct22 29. MaximoTorrealba Sargento1ro Armada oct22 30. Darwin Enrique Argüello Isturiz Cabo Ejército oct23 31. Antonio José Ortega Bruzes Coronel Aviación oct23 32. Julio Rafael Lara Guzmán General de Brigada Guardia Nacional oct23 33. Ricardo Alfonzo Cedeño Coronel Guardia oct23 Nacional 34. MiltonSuarez Viloria Coronel 35. Oscar Claret Briceño Domínguez Coronel Guardia Nacional Guardia oct23 oct23 Nacional 36. Jorge Alberto Martínez Rodríguez Coronel Guardia Nacional oct23 37. Alexander Hernández Paz Coronel Guardia oct23 Nacional 38. Marcos Tulio Salas Vivas Coronel Aviación oct24 39. Antonio Giovani Narváez Chacon General de Brigada Aviación oct24 40. José Alberto Rodríguez Infante Director de Investigaciones de la Inspectoria de la GN General de Brigada Guardia Nacional oct24 41. GerardoPérez Pernalete Coronel Guardia Nacional oct24 42. Félix Domingo Graterol Mendoza Coronel oct24 43. Iván Gabriel Trujillo Contreras Coronel Guardia Nacional Guardia Nacional oct24 155 44. Antonio Ramón Semprún Valecillos Coronel 45. Otilio José Martínez Grimán Coronel Guardia Nacional oct24 46. Jesús Enrique Fuentes Marval Mayor Guardia Nacional oct24 47. Régulo Humberto Díaz Vega General de Brigada Guardia Nacional oct24 48. AugustoGermán Dávila Navas General de Brigada Guardia oct24 49. EdgarMéndez Casanova General de ex-Jefe del Estado Mayor de la GN División Guardia Nacional oct24 50. Angel Sánchez Velasco Guardia Nacional oct24 51. Manuel Guardia Nacional oct24 Ejército oct24 Antonio Guardia oct24 Nacional General de Brigada Ramírez Mayor Wendehake Nacional 52. Yaniré Mantecón Orán Teniente 53. Héctor Salvador Ortiz Zambrano Coronel 54. Julio Rodríguez Salas Coronel Ejército oct24 55. Iván Rojas López Capitán Guardia Nacional oct24 56. José Antonio Colina Pulido Teniente Guardia Nacional oct24 57. Edgar José Torres Rodríguez Coronel Guardia Nacional oct24 58. Jael Contreras Rangel Coronel Guardia Nacional oct24 Guardia Nacional oct24 156 59. Oscar Jesús Silva Hernández Coronel Guardia Nacional oct24 60. Miguel Prieto Morales Teniente Coronel Guardia Nacional oct24 61. Samir José Soler Polanco Teniente Guardia Nacional oct24 62. German Rodolfo Varela López Teniente Guardia oct24 Nacional 63. Isaac Solórzano Guerrero 64. EdwinAlexander Salas Lozano 65. Teniente de navío Armada oct24 Cabo2do Armada oct24 Alberto Neri Galarraga Izquierdo Cabo2do Guardia Nacional oct25 66. José Caballero Subinspector Disip oct25 67. Gilberto José Landaeta Vielma Subteniente Ejército oct25 68. Wismerk Enrique Martínez Medina Capitán Ejército oct25 69. RicardoBarón Sargento2do Ejército oct25 70. MarcosFerreira Torres ex-Director delDEX General de Brigada Guardia oct25 71. PedroFlores Rivero Capitán Guardia Nacional oct25 72. EduardoArias Pernía Coronel Guardia oct26 Nacional Nacional 73. JoséLuis Silva Cabo2do Guardia Nacional oct26 74. JuanDíaz Castillo Mayor Aviación oct26 157 75. Teolindo de La Trinidad Cordero Coronel Guardia Rosales Nacional oct27 76. Pedro Antonio Sifontes Nuñez Cabo2do Armada oct27 77. HenryEscalante Ramírez Coronel Guardia oct28 Nacional 78. AlexanderRaffo Navarro Coronel Ejército oct28 79. Domingo Santana Gómez Coronel Ejército oct28 80. José Ricardo Bozza Baduell Coronel Ejército oct28 81. José Ramon Salas La Riva Mayor Ejército oct28 82. Jairo Jonny Sarmiento Briceño Soldado Ejército oct28 83. Nixón Ramón Mirabal Cabo2do Guardia oct29 Nacional 84. Juvenal Mora Pineda Subteniente Guardia oct29 Nacional 85. Elvis Efreem González Sargento2do Ejército oct29 86. Williams José Rodríguez Muñoz Soldado Ejército oct29 87. Otto Gebauer Morales Capitán Ejército oct30 88. Henry Gustavo Clement Blanco Armada oct30 89. Jorge Luis Solano Peche Cabo2do Ejército oct30 90. Franklin Ortiz Figuera Soldado Ejército oct30 Teniente de navío 158 91. Ramón David Soldado Ejército oct31 92. Hersomino José Pérez Rivero Mayor Aviación nov01 93. César Enrique Núñez Pirela Dtgdo. Guardia Nacional nov01 94. Felix Pinto Soldado Dtgdo. Aviación nov01 95. Miguel Ángel Pinto Heras Soldado Guardia nov01 Nacional 96. Hernán Rojas Pérez 97. Alfredo David Salazar Bohorquez 98. 99. General de Brigada (R) Ejército nov01 Capitán Ejército nov01 Ricardo Salazar Bohorquez Capitán Ejército nov01 Luis Federico Sánchez Sargento2do Ejército nov01 100. Alexis Enrique Aguirre Sánchez Teniente Ejército nov02 101. Seudiel Medina Alviarez Cabo1ro Guardia nov02 Nacional 102. Ramón Guevara Sargento1ro Armada nov02 103. Carlos José Blondell Tineo Capitán Ejército nov03 104. Luis José Delgado Michelena Teniente Guardia nov03 Nacional 105. Carlos González Caravallo Coronel Ejército nov03 106. Roberto Leal Soldado Ejército nov03 159 107. César Medina Gómez Maestro Técnico Ejército nov03 108. Freddy Arguelles Aviación Teniente nov04 109. RainerArrivillaga Cabo2do Infante de Marina Armada nov04 110. Manuel Lugo Perci Sargento1ro Armada nov08 Fuente: Elaboración propia con datos obtenidos de www.globovision.com