UNIVERSIDAD SIMÓN BOLÍVAR Decanato de Postgrado Maestría

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UNIVERSIDAD SIMÓN BOLÍVAR
Decanato de Postgrado
Maestría en Ciencia Política
Trabajo de Grado
LAS RELACIONES CIVILES-MILITARES EN EL SISTEMA POLÍTICO
VENEZOLANO 1999-2995
por
Lisbeth Coromoto Sánchez Muskus
25 de abril de 2007
ii
UNIVERSIDAD SIMÓN BOLÍVAR
Decanato de Postgrado
Maestría en Ciencia Política
LAS RELACIONES CIVILES-MILITARES EN EL SISTEMA POLÍTICO
VENEZOLANO 1999-2995
Trabajo de Grado presentado a la Universidad Simón Bolívar
por
Lisbeth Coromoto Sánchez Muskus
Como requisito parcial para optar al grado de
Magíster en Ciencia Política
Realizado con la tutoría del Profesor
José Heriberto Machillanda Pinto, Ph. D.
25 de abril de 2007
Certifico que he leído este Trabajo de Grado y lo he considerado aceptable en cuanto a
contenido científico y lenguaje.
Profesor José Heriberto Machillanda Pinto, Ph. D.
Abril, 2007
ii
iii
A mi madre por su amor, dedicación y abnegación.
A mis maestros
por permitirme montarme sobre sus hombros de gigantes y
en un futuro poder servirle a la academia
iv
AGRADECIMIENTOS
Quisiera expresar mi sincero agradecimiento a todas las personas que contribuyeron, de una u
otra manera, a la realización de esta investigación. Especialmente quiero agradecer a Dios por
darme la vida y el libre albedrío para desarrollarme en libertad, porque sólo con ella somos
capaces de crear, recrear y producir nuevos conocimientos. También quiero agradecer a mi
familia su apoyo incondicional y la fe que siempre han tenido en mí. Asimismo quiero
manifestar mi admiración y gratitud al profesor José Machillanda, quien me honró al asesorar
este trabajo y sin cuya orientación, apoyo, constancia y perseverancia habría sido imposible
culminarlo. De igual forma agradezco a mis profesores de la Maestría en Ciencia Política de la
Universidad Simón Bolívar porque cada una de sus enseñanzas estimuló en alguna medida los
planteamientos que hoy concreta esta investigación. Finalmente, quisiera aprovechar estas
líneas para agradecer el apoyo de la Cátedra Simón Bolívar que me acogió en su seno y me
incentivo para continuar mi carrera académica.
v
RESUMEN
Esta investigación constituye un esfuerzo sistemático de estudio, comprensión,
descripción analítica y definición del modelo de relaciones civiles-militares en el sistema
político venezolano durante el período de 1999-2005, desde una perspectiva epistemológica
pospositivita y por medio de una metodología cualitativa descriptiva e histórico-política. La
técnica metodológica utilizada fue la triangulación de diferentes fuentes de datos (entrevistas
semi-estructuradas, documentos oficiales, discursos, planes, proyectos) de diferentes
perspectivas teóricas, de diferentes observadores y de diferentes procedimientos
metodológicos a objeto de respaldar y darle validez científica a las conclusiones académicas
logradas.
Con base en los resultados obtenidos, se clarifica que el modelo de relaciones civilesmilitares durante el período 1999-2005, ha sufrido un cambio producido en tres planos:
constitucional-normativo, ideológico-doctrinario y organizacional-funcional al compararlo con
el modelo instaurado en el sistema político consociacional de acuerdo de elites. El modelo
actual ha sido definido como de dependencia-mancomunada-gubernamental y presenta tres
características: una estructura de incentivos y lealtades o cooptación prebendal, la disminución
de la autonomía institucional profesional militar y un control civil implementado por
relaciones de poder, influencia e informalidad.
Las consecuencias que ha generado este nuevo modelo de relaciones civiles-militares
para el sistema político y el Estado venezolano vienen dadas por: la creciente disminución de
la capacidad militar del Estado para realizar la defensa militar, el aumento de la
desprofesionalización militar o la pérdida de autonomía institucional profesional, y finalmente,
un proceso que persigue la desmilitarización del estamento armado con la consecuente
militarización de la política y la sociedad.
Palabras Claves: modelo de relaciones civiles-militares, sistema político venezolano, momento
constituyente de 1999, control civil y cambio político-militar.
vi
ÍNDICE GENERAL
Pág.
CERTIFICACIÓN DEL TUTOR…………………………………………………
i
APROBACIÓN DEL JURADO…………………………………………………. ..
ii
DEDICATORIA…………………………………………………………………….
iii
AGRADECIMIENTO……………………………………………………………...
iv
RESUMEN…………………………………………………………………………..
v
ÍNDICE GENERAL………………………………………………………………...
vi
ÍNDICE DE TABLAS Y GRÁFICOS……………….…………………………….
ix
INTRODUCCIÓN…………………………………………………………………..
1
CAPÍTULOS
I.
LAS RELACIONES CIVILES-MILITARES EN LA
CONTEMPORANEIDAD…………………………………………………………
10
1. Aproximación……………………………………………………………………...
10
2. La sociología militar como disciplina de las ciencias sociales……………………
11
3. La sociología militar y las relaciones civiles-militares……………………………
13
3.1. Enfoques teóricos clásicos de las relaciones civiles-militares………………..
15
4. Las relaciones civiles-militares desde la perspectiva latinoamericana…………..
20
4.1. Las relaciones civiles-militares en democracia………….……………………
23
5. Aportes teóricos de las relaciones civiles-militares en Venezuela………………..
26
5.1. Perspectiva historiográfica…………………………………………………...
26
5.2. Los aportes de carácter externo: caso Venezuela…………………………….
28
5.3. Perspectiva politológica………………………………………………………
31
6. Los paradigmas dominantes en la Ciencia Política y las relaciones civilesmilitares……………………………………………………………………………
33
vii
II. ESTADO, SISTEMA POLÍTICO Y ESTAMENTO ARMADO
VENEZOLANO……………………………………………………………………
36
1. Aproximación…………………………………………………………………….
36
2. Estado contemporáneo en Venezuela y estamento militar nacional………………
37
2.1. Centralización del Estado Nacional…………………………………………..
37
3. El sistema político venezolano de acuerdo de élites………………………………
41
3.1. Sistema político como construcción teórico-analítica………………………..
41
3.2. Sistema de acuerdo de elites en Venezuela. ……………………………….…
42
4. Las relaciones civiles-militares en el funcionamiento del sistema político……….
46
5. Profesionalismo militar en el sistema político venezolano………………………..
49
5.1. La guerrilla castrista…………………………………………………………..
49
5.2. El estamento militar profesional operativo y la guerrilla castrista……………
50
III. LA CRISIS EL SISTEMA POLÍTICO Y LAS RELACIONES CIVILESMILITARES………………………………………………………………………...
54
1. Aproximación……………………………………………………………………...
54
2. Un marco conceptual para la crisis del sistema político………………………..…
55
3. Crisis del sistema político de acuerdo de elites……………………………………
58
3.1. La pérdida del paradigma político del rentismo………………………………
60
3.2. La crisis institucional…………………………………………………………
62
3.3. La crisis de legitimidad……………………………………………………….
63
4. El subsistema militar en la crisis política venezolana……………………………..
67
4.1. Relaciones civiles-militares en el sistema en crisis…………………………...
68
4.2. Golpe de estado del 4 de febrero y del 27 de noviembre de 1992…………..
69
4.3. El control civil después de los golpes de estado……………………………...
75
5. La continuación de la crisis, equilibrio inestable en Venezuela…………………..
76
IV. EL PODER CONSTITUYENTE Y EL ESTAMENTO ARMADO
76
1. Aproximación……………………………………………………………………..
79
2. Poder constituyente y Constitución……………………………………………….
80
3. El Momento Constituyente de 1999……………………………………………….
83
3.1. Antecedentes del momento constituyente…………………………………….
83
3.2. Convocatoria y etapas de la Asamblea Nacional Constituyente……………...
84
viii
V.
4. Materia de rango constitucional militar de 1999…………………………………..
87
4.1. Cambios en lo político-ideológico……………………………………………
88
4.2. Cambios en lo doctrinario militar…………………………………………….
91
4.3. Cambios en lo operativo- funcional…………………………………………..
92
5. Poder constituido: La Ley Orgánica de la Fuerza Armada Nacional……………..
94
5.1. Las funciones del estamento militar ………………………………………….
95
5.2. La organización militar……………………………………………………….
96
5.3. Línea de mando operacional vs. línea de mando administrativa……………..
99
EL MODELO DE RELACIONES CIVILES- MILITARES 1999-2005
109
1. Evolución de las relaciones civiles-militares a partir de 1999…………………….
110
2. Modelo de relaciones civiles-militares 1999-2005………………………………..
115
3. Características de las relaciones civiles-militares actuales………………………..
118
3.1. Estructura de incentivos y lealtades…………………………………………..
118
3.1.1. Concesión de prerrogativas a los mandos, seguimiento e
identificación de los militares…………………………………………
119
3.1.2. Protección a la corrupción e impunidad……………………………….
120
3.1.3. Incorporación de militares en la burocracia gubernamental…………..
121
3.1.4. Aumento del gasto militar: realineamiento geopolítico…..…………...
123
3.2. Disminución de la autonomía institucional profesional……………………...
126
3.3. Entramado de relaciones de poder……………………………………………
128
3.3.1. Poder, influencia y relaciones informales……………………………..
128
3.3.2. Dependencia y mancomunidad político-militar……………………….
132
4. Modelos de relaciones civiles-militares 1958-1999 / 1999-2005…………………
135
CONCLUSIONES……………………………………………………………….
139
BIBLIOGRAFÍA…………………………….......................................................
142
ANEXO…………………………….......................................................................
152
ix
INDICE DE TABLAS Y GRÁFICOS
Pág.
Tabla 1. Tipología de las relaciones civiles-militares en las nuevas naciones de Janowitz….
16
Tabla 2.Pautas de relaciones civiles-militares posteriores a la transición democrática……...
25
Tabla 3.Paradigmas de la ciencia política actual y perspectivas analíticas….……………….
34
Tabla 4. Tasas de abstención electoral…………………………….…………………………
64
Tabla 5. Resultados en elecciones presidenciales 1959-1993………………………………..
65
Gráfico 1. Votos candidatos AD, COPEI y otros (Período 1958-1993)……………………..
65
Tabla 6. Intervenciones militares en política durante el Siglo XX…………………………..
78
Tabla 7. Esquema de las relaciones entre los poderes en el sistema constitucional de Sieyés
81
Tabla 8. Análisis comparativo de la materia de rango constitucional militar 1961 / 1999….
101
Tabla 9. Evolución constitucional en materia militar del siglo XX venezolano……………..
103
Gráfico 2. Organigrama de la Fuerza Armada Nacional 1961/1999…………………………
107
Gráfico 3. Organigrama de la Fuerza Armada Nacional 1999/ 2005………………………...
108
Tabla 10. Modelos de relaciones civiles-militares 1958-1999 / 1999-2005…………………
136
Tabla 11. Evolución político- militar en Venezuela 1903/ 2002…………………………….
137
1
INTRODUCCIÓN
El 4 de febrero de 1992, la opinión pública venezolana e internacional pudo comprobar
con sorpresa la caída del supuesto sistema político estable, con alto nivel de gobernabilidad y
referencia política en América Latina al verificar la inexistencia del control civil sobre el
estamento militar, o lo que es igual, la obediencia y apego de éste a la Constitución de forma
que no emplee el monopolio de la violencia legal del Estado para su interés propio, en este
caso, para acceder al poder. La frustración de este golpe de Estado como operación militar,
como lo demuestra la historia, no constituyó un fracaso político a futuro por cuanto el
Teniente Coronel Hugo Chávez Frías, comandante del golpe de Estado, siete años más tarde y
luego de una intensa actividad política en todo el país, accede al poder por la vía democrática,
prometiendo acabar de forma radical1 con el antiguo régimen político.
El acceso de los militares al poder político en Venezuela no es cosa reciente, tampoco
es permanente ni inherente al orden político de los Estados latinoamericanos, entre ellos el
venezolano. En la historia venezolana del siglo XIX la intervención del militar en política fue
más que recurrente, constante. En el siglo XX no nos equivocamos al decir que el Estado2
surge con la centralización militar de un ejército nacional que permitió la ruptura con el
caudillismo y la fragmentación del poder en todo el territorio nacional. Posterior a ello,
reconocemos los golpes de Estado del 18 de octubre de 1945, del 24 de noviembre de 1948 y
del 23 de enero de 1958 emprendidos como mecanismo para producir efectivamente un
cambio de gobierno.
1
No se utiliza el término radical en forma despectiva, antes bien se plantea como la idea de llegar a las raíces con
reformas totales del orden político, científico, moral y aun religioso. Diccionario de la Real Academia
Española.1992. Radicalismo. p. 1218.
2
Es pertinente citar un enjundioso latinoamericanista francés Alain Rouquié (1982), cuando afirma al referirse al
ejército y al Estado que “ambas realidades son tan indisociables en la historia como en el análisis. Ejército y
Estado en América Latina –como en cualquier otra parte- son dos realidades consustanciales: ¿en qué se funda la
soberanía del Estado, si no es en la creación del ejército permanente? (p.20)
2
No obstante, este continuo político de golpes de Estado, la historiografía reconoce
breves períodos de relativa estabilidad democrática, la más larga de ella, posterior a la salida
de la dictadura del General Marcos Pérez Jiménez en el año 1958, reconocido como el sistema
político de acuerdo de elites que logró establecer las bases para un consenso político,
económico, social y militar a través de una forma de gobierno democrática representativa de
corte reformista-populista. Este período de relativa estabilidad democrática luego de tres
décadas se vio inmerso en un proceso de crisis política, que sumado a un desarrollo
inadecuado del modo de control del poder político sobre el estamento militar, permitió una
nueva intervención del sector castrense en la política venezolana.
No tardaron en aflorar múltiples interpretaciones y teorías cercanas a los ya tradicionales
enfoques latinoamericanistas, útiles para toda ocasión, esas claves universales que siempre
están sustentadas en explicaciones extrínsecas producto de extrapolaciones derivadas de datos
frágiles y descontextualizados. Lo cierto es que el estudio de las relaciones entre el poder
político y el poder militar, especialmente, cuando este último asume funciones que van más
allá de la defensa militar, o peor aún, cuando no se diferencia entre el dirigente político y el
militar, no resultan fáciles de interpretación, análisis y definición. Aunque existen múltiples
afirmaciones, en realidad este proceso no es idéntico en tiempo ni en espacio, a los períodos de
militarismo, gobierno militar, caudillismo o pretorianismo vividos en otras latitudes y en otros
tiempos.
Las interpretaciones de carácter cíclico requieren una mayor prudencia en los análisis
académicos, igualmente los esfuerzos por echar mano de tendencias antes argumentadas,
merecen recordar los juicios que la historia no tardó en desmoronar, sobre todo en el caso
venezolano, que fue tomado como paradigma para explicar la exitosa consolidación
democrática producto de un pacto político consensual y del control civil sobre el estamento
armado, revertiéndose a posteriori en lo contrario.
La presente investigación procura entonces escapar de las teorías que avalan el
determinismo histórico o la explicación cultural, al poner énfasis en la tradición jurídica,
política y militar heredada del Imperio Español y sus efectos determinantes en la incapacidad
de los Estados latinoamericanos –entre ellos el venezolano– para ejercer una democracia
3
estable, sancionando la perenne tradición autoritaria3. Tampoco se acoge la concepción
académica positivista que condena a los Estados latinoamericanos al “cesarismo democrático
del gendarme necesario”4 debido a la idiosincrasia, incapacidad y en definitiva a la naturaleza
innata del pueblo que hace imposible adoptar un gobierno de corte representativo democrático.
Se orilla también el planteamiento desarrollista o de la modernización5 ya que asume una
posición marcadamente economicista, al afirmar que cuanto más complejo es un sistema
social y moderna su economía, menos factible es la intervención política del militar, y a la
inversa, la intervención del militar en la política obedece al nivel de subdesarrollo de los
países latinoamericanos. (Johnson, 1964)
En consecuencia, la presente investigación afirma la necesidad de estudiar en forma
analítica, contemporánea, con data y documentación propia el fenómeno de la intervención del
sector militar en el sistema político venezolano. Esto es así, porque estas interpretaciones
apriorísticas muchas veces dejan de lado las particularidades de la evolución del contexto
nacional, de los actores involucrados, y muy especialmente, la naturaleza, evolución y
especificidad de la institución armada y la dirigencia política venezolana. Estos dos actores,
poder político y poder militar, requieren del estudio y el análisis politológico, es decir, del
estudio del poder, sus dimensiones, mecanismos y funcionalidad dentro del sistema político.
El presente trabajo de grado tiene como objeto central investigar y estudiar la relación de
poder entre el estamento militar y la clase política en el contexto del sistema político
venezolano actual. Se privilegia la observación, comprensión, descripción analítica y
definición del modelo de relaciones civiles-militares durante el período de 1999-2005, pero
dentro del contexto de los significativos cambios producidos en las relaciones de poder,
influencia y autoridad a partir de la llegada al gobierno del Teniente Coronel Hugo Chávez
Frías.
3
Representantes de esta corriente son Loveman, Brian; Davis, Thomas (1999).The politics of antipolitics: the
military in Latin American. Wilmington: Scholary Resources. Historiadores como Guillermo Morón afirman
que la influencia de lo militar en la política data del siglo XIX, cuando la instancia del Capitán General
concentraba tanto la autoridad civil como la militar, de allí la no separación entre la función militar y la función
política en nuestra historia. En un sentido mucho más determinista se encuentra la tesis del Dr. Jacopini Zarraga
quien ve la intervención del militar en política en forma cíclica.
4
Para profundizar sobre esta corriente política ver Vallenilla Lanz (1994). Cesarismo democrático. Caracas:
Monte Ávila.
5
Ver Johnson, John (1964). Militares y sociedad en América Latina. Buenos Aires.
4
Para alcanzar este objetivo es fundamental el conocimiento de los dos actores centrales
en la relación de interdependencia que supone lo cívico-militar, el estamento armado y la
dirigencia política. Por ello se estudia la formación, evolución y estructuración del estamento
militar, es decir, se intenta descubrir el contenido de relaciones de la famosa “caja negra” a la
que nos enfrentamos cuando tratamos de estudiar problemas político-militares. Se exploran
enjundiosos estudios que explican la formación del ejército nacional hasta su
profesionalización en la contemporaneidad, el surgimiento del Estado y su evolución hacia el
sistema político, incluyendo un esfuerzo sostenido y multidisciplinario para entender las
relaciones civiles-militares y la implementación del control político o la influencia directa o
indirecta del sector militar en la política nacional.
Dentro de este esfuerzo académico se comprende la importancia que representa el
período que va desde el año 1999 hasta el año 2005, pues lo novedoso no es sólo que un
militar haya accedido al poder por la vía democrática, sino la implementación de un conjunto
de cambios radicales que se inician en lo jurídico-constitucional y que continúan con una
nueva concepción ideológica, una diferenciada visión geopolítica, una definición del sistema
internacional en términos de multipolaridad, un cambio del modelo económico
discursivamente contrario al capitalismo y la globalización y hasta una nueva ética política y
social. En el centro de estos cambios, la institución militar y sus diferentes manifestaciones
han pasado a jugar un papel central dentro del sistema político.
Ese protagonismo ha estado acompañado de cambios en la visión geopolítica,
estratégica-militar, doctrinaria, legal, funcional, organizacional, estructural y operativa del
estamento armado nacional, lo cual ha terminado por modificar la realidad político-militar
otorgándole características diferenciadas de las imperantes durante el sistema de acuerdo de
elites o democracia representativa. Nos abocamos en el presente estudio a la comprensión,
descripción, análisis y formulación de todos estos aspectos novedosos, así como su
implementación y consecuencias para el estamento militar, el sistema político y el Estado
venezolano.
Concientes de explorar una realidad compleja que abarca disciplinas diversas como la
politología, la sociología, la sociología militar, la sociología política, la historia, el derecho y
5
hasta la sicología social, se afirma que este trabajo de grado, como toda investigación
científica, descansa sobre supuestos que orientan el proceso y el concepto del conocimiento.
Por ello, se asume que el proceso de conocer debe estar en función de la naturaleza del
objeto de estudio. Los supuestos epistemológicos que orientan la investigación se apoyan en el
paradigma dialéctico y sistémico, el primero alude a la opción epistemológica que define el
conocimiento como el resultado de una dialéctica entre el sujeto (sus intereses, valores y
creencias, etc.) y el objeto de estudio; donde el que conoce elabora su propia construcción
mental de lo conocido, la realidad percibida es la construida por cada quien, no existen
realidades sociales objetivas e independientes, todos los hechos son interpretados desde una
posición teórica y hermenéutica. El proceder de la mente humana se basa, así, en un proceso
dialéctico (Guba, 1990).
El paradigma sistémico por su parte, como opción ontológica, ampara la definición y
evaluación del objeto de estudio, especialmente en las ciencias sociales con un alto nivel de
complejidad estructural y sistémica, donde cada parte del problema interactúa con todas las
demás y con el todo (Martínez, 2004. p. 77). En el caso de las relaciones civiles-militares
dentro del sistema político venezolano, partimos de una compleja red de relaciones, cuya
comprensión difícilmente puede lograrse a través de estudios unicausales. En el subsistema
castrense cada acción militar está en función del resto de la estructura militar y de las
relaciones con el poder político; así mismo lo militar se transforma, cambia y evoluciona
continuamente a partir de la interacción de sus diferentes partes. Por su parte, el sistema
político venezolano constituye un fenómeno de estudio complejo, cuya configuración depende
de múltiples causas y relaciones, de la interacción dialéctica entre factores sociales, históricos,
culturales, políticos, económicos, y en este caso, especialmente en su estrecha relación con lo
militar.
La concepción epistemológica guió nuestra elección del método de investigación, sus
técnicas y también el desarrollo general de la misma. Como se especificó precedentemente, es
de fundamental interés para este trabajo de grado, conocer los actores que involucra el objeto
de estudio, por ello y acorde con el paradigma que orienta la investigación, el enfoque
metodológico utilizado es el cualitativo descriptivo y el método histórico-político para
6
profundizar el estudio, comprensión y descripción de las relaciones civiles-militares en un
período temporal delimitado, pero dentro de un contexto histórico más amplio.
Se utilizaron diversos instrumentos y técnicas metodológicas. En cuanto a los
instrumentos se empleó el método documental, las entrevistas semi-estructuradas con muestras
intencionales o basadas en criterios situacionales y el trabajo de campo para la observación
encubierta del estamento militar. En relación con la técnica metodológica se utilizó la
triangulación de diferentes fuentes de datos, de diferentes perspectivas teóricas, de diferentes
observadores y de diferentes procedimientos metodológicos. (Martínez, 2005)
La metodología abarcó instrumentos específicos para cada uno de los elementos que
definen el modelo de relación civil-militar, para efectos del análisis normativo -que busca
conocer qué tipo de acciones existen dentro del sistema político para producir un control civilse utilizó el método documental a través de la revisión y sistematización de documentos, leyes,
anuarios, informes, materiales de presentación y material hemerográfico, permitiendo el
estudio de la Constitución, leyes y normas vigentes que regulan la institución militar, las
relaciones de autoridad, las órdenes, planes y programas emanados del poder político hacia el
estamento militar.
Mientras el análisis descriptivo -que pretende diferenciar entre lo aparente y lo real de
las relaciones civiles-militares y así proponer una tipología explicativa sobre el modelo de
relación actual, las formas de control civil o su inexistencia, las luchas de poder y las
relaciones de influencia- se estructuró a partir del trabajo de campo, el cuerpo de entrevistas a
fuentes militares en condición de activos y retirados de alto grado, políticos y diputados,
estrechamente vinculados con el funcionamiento y la toma de decisión en lo político-militar.
Además se realizó la observación sistemática de la materia político-militar, el estudio de
relaciones entre el poder político y la élite militar y la lectura analítica de discursos desde el
punto de vista cualitativo. En este aspecto mención especial merece la realización de un
proceso de inmersión en la estructura organizativa y funcional del estamento militar a través
de la experiencia vivencial del desenvolvimiento del entorno interno militar en academias,
escuelas de guerra, escuelas de perfeccionamiento y unidades operativas, facilitándose la
7
comprensión y comparación por las experiencias previas realizadas en el estamento armado de
los Estados colombiano y chileno6.
La presente investigación asumiendo este paradigma metodológico y haciendo uso de un
marco teórico referencial, plantea como determinación del problema la siguiente interrogante:
¿Cuál es el modelo de relaciones civiles-militares en el sistema político venezolano entre
1999-2005?
Para abordar esta interrogante el trabajo de grado esta dividido en cinco capítulos. El
primer capítulo Las relaciones civiles-militares en la contemporaneidad aborda el estudio de
las diferentes teorías, paradigmas, conceptos y aportes en el área de las relaciones civilesmilitares, aclarando que los marcos teóricos referenciales siempre suponen referirse a un cierto
ámbito espacio-temporal. La comunidad científica o la llamada “comunidad epistémica” no se
haya desprendida de la sociedad real, sino inserta en una estructura con un orden institucional
integrante. En ese sentido, este primer capítulo desarrolla el surgimiento de la sociología
militar como disciplina que comprende en su objeto de estudio las relaciones civiles-militares;
segundo, aproxima en forma histórica los aportes teóricos clásicos, sus principales ponentes y
las teorías de mayor validez y confiabilidad. Tercero, consecuente con la búsqueda de aportes
cercanos al contexto venezolano, se estudian las diferentes corrientes académicas que han
abordado el caso venezolano. Finalmente, discutimos la importancia del uso de los paradigmas
dominantes de la teoría social y sus aplicaciones en la ciencia política contemporánea para la
investigación y el análisis de las relaciones civiles-militares, especialmente en Venezuela.
El segundo capítulo Estado, sistema político y estamento militar en Venezuela, pone de
relieve la evolución política del Estado venezolano, el desarrollo del sistema político
democrático y el papel de la institución armada a través de los enfoques teóricos de la ciencia
jurídica, la teoría sistémica y la sociología militar. Se concreta este capítulo en tres apartados;
6
La experiencia investigativa sobre las Fuerzas Armadas fue posible gracias al diseño, planificación y ejecución
por parte de la Cátedra Simón Bolívar de dos Seminarios Presenciales (2001-2004) ejecutados en la Escuela
Superior de Guerra y la Universidad Militar de Nueva Granada de Colombia que contemplaba una parte de
instrucción académica formal y un conjunto de visitas explicativas sobre la estructura, funcionalidad y
operatividad de las Fuerzas Militares colombianas. En el caso del estamento armado del Estado chileno, se
realizó un Seminario en el año 2003 solicitado al Instituto del Ciencia Política de la Pontificia Universidad
Católica de Chile, que en convenio académico con las Fuerzas Armadas, permitió igualmente acceder a fuentes
primarias del estamento militar y a visitas institucionales en la estructura y organización militar chilena.
8
el primero, dedicado al estudio del Estado contemporáneo venezolano y el papel del ejército
nacional; el segundo, evoluciona hacia el acuerdo de elites como sistema político y el
estamento militar profesional; y el último, analiza el modelo de relaciones civiles-militares
entre la clase política y la institución militar en el sistema político de acuerdo de élites.
El tercer capítulo Crisis del sistema político y estamento militar, analiza las diferentes
expresiones de crisis del sistema político venezolano -descrito en nuestro capítulo anterior-,
haciendo uso de las herramientas teóricas del paradigma politológico y sistémico,
especialmente en una dimensión de crisis global del sistema populista de conciliación en sus
raíces estructurales. Posteriormente se hace énfasis en la crisis generada por la intervención de
los militares en la política a través de los golpes de estado del año 1992 como un hecho
político-militar deslegitimador del sistema democrático, más aún por los efectos producidos
sobre el profesionalismo militar y las relaciones civiles-militares.
El cuarto capítulo Poder constituyente y estamento militar venezolano, despliega un
estudio en tres niveles: el primero de orden jurídico-político explica el proceso constituyente
aludiendo teóricamente qué significa tal concepción en los estudios filosóficos
constitucionales en términos de poder constituyente, poder constituido y poder comitente. El
segundo, realiza un análisis de orden legal-militar sobre la materia de rango constitucional
para el estamento militar; y finalmente el tercero, evalúa como el poder constituido por medio
del cuerpo normativo derivado de la Ley de Seguridad de la Nación y la Ley Orgánica de la
Fuerza Armada (LOFAN), producen un cambio en lo ideológico, en lo doctrinario y en las
funciones en la estructura organizacional y en la línea de mando operativa y administrativa.
Analizados los cambios producidos en lo normativo constitucional se desarrolla el
quinto y último capítulo, El modelo de relaciones civiles-militares 1999-2005, que se encarga
de la definición, descripción y caracterización teórica del modelo en la actualidad política
venezolana. Partiendo de una concepción politológica en términos de relaciones de poder,
dominación, auctoritas e influencia, se arriba a la construcción teórica del modelo de
relaciones civiles-militares dentro del sistema político presidido por el Teniente Coronel Hugo
Chávez Frías.
9
Finalmente, resulta necesario plantear que durante la realización de esta investigación
hemos enfrentado diversas dificultades. Una de las mayores ha sido, sin duda, el esfuerzo
académico que significa investigar y estudiar un proyecto cuyo objeto de estudio es
contemporáneo y que se encuentra en el centro del contexto político, sometido a múltiples y
diversas fuerzas y relaciones de poder. En tal sentido, la aproximación ha sido a un proceso
inacabado, con todas las limitaciones y condicionamientos que de ello se desprenden.
10
CAPÍTULO I
LAS RELACIONES CIVILES-MILITARES EN LA
CONTEMPORANEIDAD
1. Aproximación
El estudio de las diferentes teorías, paradigmas y aportes en el campo de las relaciones
civiles-militares supone referirse a un cierto ámbito espacio-temporal. La comunidad científica
o “comunidad epistémica” no se encuentra separada de la sociedad real, sino inserta en ella, en
una estructura regida por un orden institucional integrante. De allí la necesidad de explicitar la
constitución histórica de las teorías sociales, según Popper “toda teoría general pretende
validez intersubjetiva”, el requisito de tal pretensión es la constante discusión y la revisión
crítica a que viene sometida cada proposición científica.
En ese sentido, se desarrolla el marco teórico referencial de la presente investigación,
respetando la historia como condición del conocimiento científico, especialmente en el caso de
las aportaciones más cercanas a nuestro contexto, sin desdeñar obviamente las iniciativas
emprendidas para generar teorías de carácter general. Es menester afirmar igualmente, que un
estudio como el pretendido en el presente capítulo, conduce a una selección personal de la
bibliografía disponible y por ende no abarca todo el estadio de aportes, sin embargo, se ha
tratado que los aspectos desarrollados obedezcan a la importancia y a la relación con el objeto
de estudio de esta investigación.
El capítulo obedece al siguiente orden: primero, se aborda el surgimiento de la
sociología militar como disciplina de las ciencias sociales a partir de la referencia a los presociólogos y los sociólogos modernos vinculados con el tema político-militar. Segundo, se
estudia la sociología militar como disciplina que comprende en su objeto de estudio las
11
relaciones civiles-militares, los aportes teóricos clásicos, los principales ponentes y las teorías
de mayor validez y confiabilidad en el área. Tercero y consecuente con la búsqueda de aportes
cercanos a nuestro contexto se exponen los estudios latinoamericanos y los estudios
específicamente enfocados en el caso Venezuela. Por último, se discute la importancia del uso
de los paradigmas dominantes de la teoría social y sus aplicaciones en la ciencia política
contemporánea para la investigación y el análisis de las relaciones civiles-militares.
2. La sociología militar como disciplina de las ciencias sociales
La sociología militar es un área especializada de la sociología cuyo objeto de estudio es
el sector militar y sus relaciones con la sociedad como un todo. Su gestación, constituye un
fenómeno más o menos reciente, cuya literatura inicial se relaciona tangencialmente a los
escritos de los pre-sociólogos y filósofos europeos. Es importante mencionar que la sociología
militar ha tomado los aportes de los padres fundadores de la sociología7 desde Augusto
Comte8 con sus dos grandes aportes, la formulación de la ley de los tres estadios: teológico,
metafísico y científico positivista y la jerarquía de las ciencias. Pasando por la teoría
organicista de Herbert Spencer que al igual que Comte estableció dos tipos de sociedades una
militar y otra industrial, siendo la primera la más primitiva ya que predominaba el mando o
sentido de autoridad, mientras que en la industrial prevalecía la prohibición.
Igualmente, tienen importancia los planteamientos de Emile Durkheim9 a partir de la
definición del objeto de la sociología como es el determinar las condiciones de conservación
de las sociedades y que para el autor estaba basada en la solidaridad social, definida como el
acuerdo espontáneo de los intereses individuales (solidaridad orgánica y mecánica); hasta
llegar a los invalorables aportes de Weber con la elaboración de tipos ideales y el análisis de
las instituciones, que es llevado a cabo en la obra Economía y Sociedad, en la que define los
7
Para profundizar sobre los padres fundadores de la sociología ver: Aron, Raymond (1996). Las etapas del
pensamiento sociológico. Tomo I. Buenos Aires: Ediciones Fausto.
8
Kenneth Thompson (1988). Augusto Comte: Fundador de la sociología. Ensayo introductoria, en el libro
Augusto Comte. Los fundamentos de la Sociología, FCE, p. 19 a la p. 69.
9
Un estudio importante de la obra de Durkheim es la realizada por Lukes, Steven (1984). Emile Durkheim: su
vida y su obra: estudio histórico-critico. Madrid: Siglo Veintiuno.
12
tipos de dominación. Ésta no es más que la probabilidad de encontrar obediencia dentro de un
grupo determinado para mandatos específicos, Weber explica que toda dominación requiere de
un cuadro administrativo, que depende de motivos materiales, afectivos o racionales con
arreglo a valores.
Los aportes de los padres fundadores que aún prevalecen para la sociología, igual
trascendencia y pertinencia siguen teniendo en la sociología militar, de hecho un artículo
publicado por Alonso Baquer Cinco sociólogos del interés militar, anuncia como las escuelas
originarias en la sociología como el positivismo10 el organicismo11 el historicismo12, el
funcionalismo13, el estructuralismo14, el formalismo15 y el elitismo16, representadas en alguna
medida por los principales aportes de los sociólogos fundadores, siguen siendo referencia y
mantienen su importancia para el tema sociológico militar.
Sin embargo, es menester señalar que a pesar del auspicio desarrollado de la sociología
durante el siglo XIX, no fue hasta mediados de este siglo que comenzó a perfilarse la
sociología militar como disciplina a partir de la reflexión en torno a la primera guerra mundial
y a la organización militar, lo cual generó un movimiento para que surgiera la sociología
militar en la evolución de la sociología y de la ciencias sociales modernas (Gutiérrez, 2002).
Durante los últimos veinte años, según Jenkins y Moskos (1987) hemos sido testigos
de un marcado aumento en el estudio de la relación entre fuerzas armadas y sociedad (p. 42).
Este interés ha fomentado una rica cosecha tanto en preceptos normativos como en
investigaciones empíricas. Pero esta profusión aún no se ha traducido en un espacio cierto
dentro de la disciplina sociológica para el estudio de las relaciones entre las Fuerzas Armadas
y la sociedad, por lo que la mayoría de los académicos abogan por construir colectivamente
unos ciertos parámetros que permitan definir el área de estudio, los paradigmas teóricos y
metodológicos, así como el crecimiento sostenido de la disciplina y su enseñanza en las
universidades. Ahora bien, más allá de las dificultades organizativas y académicas, las
10
Creada por Augusto Comte (1798-1857).
Herbert Spenser (1820-1903)
12
Representada por Alexis Toqueville (1805-1903)
13
Talcott Parsons (1890-1979)
14
Emile Durkheim (1858-1917)
15
Max Webber (1864-1920)
16
Wilfredo Pareto (1848-1923)
11
13
aportaciones son proliferas y amplias permitiendo realizar clasificaciones y aproximaciones
hacia el objeto de estudio de las Fuerzas Armadas y la Sociedad como le acuñaron Jenkins y
Moskos (1987) o sociología militar17 en términos de Janowitz (1960).
Tanto es así, que estudiosos del área afirman que las ciencias sociales, en su proceso de
desarrollo, cuentan con el surgimiento de un campo de interés propiamente militar que se
difunde sobre las áreas de la sociología, la psicología social, y la ciencia política, esta es, la
sociología militar” (Gutiérrez, 2002).Y le otorgan según Jenkins y Moskos (1987), el objeto
de estudio de tres epígrafes: “primero, el militar profesional y la organización militar;
segundo, las relaciones cívico-militares; y tercero, la sociología de la guerra y los conflictos
entre grupos armados” (p. 47-48).
Estas tres áreas de estudio interactúan, de hecho, se ha investigado la existencia de
relaciones entre el profesionalismo militar y los modelos de relación civiles-militares, o entre
el profesionalismo y las formas de guerra o conflicto. Sin embargo, nuestro interés central en
esta investigación está delimitado al área de las relaciones civiles-militares.
3. La sociología militar y las relaciones civiles-militares
El estudio de las relaciones civiles-militares tiene su origen a partir de la publicación
en 1941 del ensayo clásico de Harold D. Lasswell: The Garrison State, que originó y permitió
la profusión de un conjunto de investigaciones en el área político-militar y especialmente de
las relaciones entre la élite política y la élite militar. Señalan Jenkins y Moskos en su obra Las
17
Para discurrir sobre el origen de la sociología militar y la influencia de Janowitz y el Inter-American Seminar
on Armed Forces and Society, (IUS) ver: Janowitz y los orígenes de la sociología militar. Burk James (2002),
“Morris Janowitz y los Orígenes de la Investigación Sociológica sobre las Fuerzas Armadas y la Sociedad”
Winter: Security and Defense Studies Review. Vol 2. pp. 126-142. En este artículo se puede extraer como
Janowitz es considerado el padre de la sociología militar y creador del Seminario Inter-Universitario sobre las
Fuerzas Armadas y la Sociedad (IUS por su sigla en inglés) que congregaba académicos y militares interesados
en el tema político- militar. Este seminario produjo la publicación de diversas investigaciones en el área políticomilitar, revistas especializadas, análisis comparados y la creación de la disciplina de la sociología militar a nivel
universitario. Igualmente se puede consultar a Gutiérrez Valdebenito, Omar (2002), Sociología Militar. La
profesión militar en la sociedad democrática. Santiago de Chile: Editorial Universitaria. pp. 81-138.
Finalmente, se recomienda la página Web del Inter-University Seminar on Armed Forces and Society
http://www.iusafs.org/, que sigue congregando a importantes académicos en torno al estudio del tema políticomilitar.
14
Fuerzas armadas y la sociedad que Lasswell desarrolló el análisis de los peligros del
militarismo en la sociedad industrial avanzada sometida a una constante amenaza de guerra,
con el uso de una novedosa hipótesis que rechazaba las nociones anteriores sobre la dictadura
militar, alegando que la militarización y el militarismo de estas sociedades avanzadas no
podían caracterizarse por el gobierno directo de los militares, sino que la dictadura militar se
identificaría más bien con la ascensión por parte de militares a funciones políticas que
tradicionalmente eran desempeñadas por las élites civiles. Esta interpretación de las elites civil
y militar se caracterizaría, por coaliciones de tipo autoritario (p. 49).
Este marco conceptual ha tenido mucha influencia y es importante dentro del área ya
que sirvió de base para las posteriores publicaciones de Charles Wright Mills (1987) La Élite
del poder18 y de Charles Moskos (1974) Complejo militar industrial19 que desarrollan a
posterior conclusiones sobre la importancia de la valoración continua y sistemática del tema
dentro del estudio de la sociología militar. Estos estudios son de tal importancia que hoy se
mantiene y se hace vigente su ejecutoria en nuevas hipótesis y nuevas agendas, pero siempre
marcadas por la preocupación inicial: el papel político (en términos de poder) del componente
armado dentro de los Estados.
La sociología militar en consecuencia es una disciplina que cobra en el mundo, en
América Latina y en Venezuela cada vez mayor importancia, debido a la compleja presencia,
vinculación y actuación de las organizaciones militares y sus imbricaciones con el poder
político. Por esta razón la disciplina ocupa un amplio campo y un gran interés al facilitar,
18
La obra de Mills es un clásico en el estudio de la élite política y podemos afirmar que su aporte en la materia
se refiere a la idea de que los militares eran parte integral de una élite del poder. Como se desprende de la
siguiente disertación del autor en el primer capitulo titulado “Los altos círculos”: “El camino para comprender el
poder de la minoría norteamericana no está únicamente en reconocer la escala histórica de los acontecimientos ni
en aceptar la opinión personal expuesta por individuos indudablemente decisivos. Detrás de estos hombres y
detrás de los acontecimientos de la historia, enlazando ambas cosas, están las grandes instituciones de la sociedad
moderna. Esas jerarquías del Estado, de las empresas económicas y del ejército constituyen los medios del poder;
como tales, tienen actualmente una importancia nunca igualada antes en la historia humana, y en sus cimas se
encuentran ahora los puestos de mando de la sociedad moderna que nos ofrecen la clave sociológica para
comprender el papel de los círculos sociales más elevados en los Estados Unidos. En la sociedad norteamericana,
el máximo poder nacional reside ahora en los dominios económico, político y militar. Las demás instituciones
parecen estar al margen de la historia moderna y, en ocasiones, debidamente subordinadas a ésas. W. Mills
(1987). La élite del poder. México: Fondo de Cultura Económica. p. 2.
19
Charles Moskos es uno de los autores con mayores estudios sobre el tema, el artículo The Concept of the
Military-Industrial Complex: Radical Critique or Liberal Bogey? Social Problems, Vol. 21, No. 4 (Apr., 1974),
pp. 498-512 es un análisis inicial para reflejar la influencia e importancia a las Fuerzas Armadas en el complejo
militar- industrial.
15
orientar y permitir estudios enjundiosos sobre la compleja relación del militar y de lo militar
con lo estratégico, con lo político y con la sociedad. Vale decir, la sociología militar es una
disciplina de amplio interés para los estadistas, los políticos, los militares y de especial
desarrollo en el campo académico, que se ha visto en la necesidad de profundizar y ahondar
sobra la evolución de esta disciplina como ciencia aplicada de la sociología.
El interés se hace mayor en sociedades que no han alcanzado un adecuado nivel de
institucionalidad política y los sistemas políticos se encuentran frecuentemente marcados por
la presencian del militar en funciones de poder, burocráticas o de gobierno. Es así, que en el
desenvolvimiento político de algunos Estados se convierte en materia de primer orden debido
a la importancia que adquieren relaciones conflictivas entre los militares y otros actores del
sistema político.
Importantes escuelas de pensamiento se dedican por ello al estudio de las relaciones
civiles-militares entendidas como relaciones de poder e interdependencia entre el gobierno
legítimamente constituido y el estamento militar, fundamentalmente en la cúspide de la
jerarquía. Del estudio de las ideas centrales con respecto a las relaciones civiles-militares se
ocupan los subsiguientes apartes, por ser el objeto central de nuestro estudio.
3.1 Enfoques teóricos clásicos de las relaciones civiles-militares
En el estudio las relaciones civiles-militares se entienden como clásicos, aunque con
perspectivas divergentes y en algunos casos con ideas contrapuestas a Morris Janowitz20 y
Samuel Hungtinton. En el caso del primer autor, destaca el estudio sobre los cuatro grandes
modelos de las relaciones civiles-militares, como base para la comparación de los Estados
industrializados con las nuevas naciones. Describe en sus estudios el modelo aristocrático, el
20
Morris Janowitz (1919-1988), sociólogo norteamericano, innovador y científico realizó importantes
contribuciones a la teoría sociológica. Su trabajo en ciencia política se centró principalmente, en las relaciones
civiles-militares. Es también el autor de La sociología y el establecimiento militar. Janowitz sirvió, como
profesor distinguido en la Universidad de Cambridge (1972-73) y como profesor del distinguido de Kimpton en
el departamento de Sociología en la Universidad de Chicago. Asimismo, realizó un excelente aporte al estudio de
la Fuerzas Armadas Norteamericanas con su obra El Soldado Profesional.
16
totalitario, en su doble acepción nacionalsocialista y comunista y el Estado guarnición para las
naciones industrializadas.
Mientras en el caso de las nuevas naciones, Janowitz identifica cinco modelos: el
control autoritario personal, el partido autoritario de masas, el sistema democrático
competitivo y el semicompetitivo, la coalición civil-militar y la oligarquía militar. La
implicación militar en los tres primeros modelos es mínima, los estamentos militares son
considerados como una institución legítima e independiente, pero difieren sustancialmente en
los mecanismos de control político interno. En el caso de la formación de una coalición, los
militares sirven como grupo de apoyo activo a los partidos políticos u otros grupos con poder
político, y se configuran oligarquías militares cuando la iniciativa política se encuentra bajo el
mando de los militares21.
Tabla 1. Tipología de relaciones civiles-militares en las nuevas naciones de Janowitz.
TIPOLOGÍAS
CARATERÍSTICA
CONTROL AUTORITARIOPERSONAL
El poder militar es restringido y se mantiene la supremacía civil, por una autocracia
GRUPO DE PARTIDOSAUTORITARIO
El rol militar esta limitado e institucionalmente subordinado al grupo de partidos
DEMOCRÁTICOCOMPETITIVO
Tradiciones coloniales, instituciones civiles competentes con partidos políticos que
COALICIÓN CIVIL-MILITAR
Es inestable, el militar puede asumir un papel político sobresaliente e interviene en la
personalizada.
dominantes.
mantienen a los militares restringidos.
política algunas veces.
OLIGARQUÍA MILITAR
Gobierno directo de los militares.
Fuente: Elaboración propia a partir de las fuentes consultadas.
21
Las ideas centrales de la obra de Janowitz fueron tomadas del estudio realizado por José Almeda titulado “Un
esbozo institucional sobre las relaciones civiles.-militares en el mundo iberoamericano”. En Almeda, José. Comp
(2005), Democracias Frágiles: Las relaciones civiles-militares en el mundo iberoamericano. Valencia:
Instituto Universitario General Gutiérrez Mellado “De Investigación sobre la Paz, la Seguridad y la Defensa”.
Igualmente sirvió de fuente Burk James (2002). Morris Janawitz y los orígenes de la investigación sociológica
sobre las Fuerzas Armadas y la sociedad.
17
Por su parte Huntington (1964) en su libro El Soldado y el Estado, inicia el estudio a
partir de la definición de los modos de control civil. Los divide en dos, el control subjetivo y
el control objetivo. El primero se caracteriza por potenciar el poder civil y hacer más civiles a
los militares, propiciando una identificación de las fuerzas armadas con las metas,
orientaciones ideológicas e institucionales del régimen político. Mientras el control objetivo,
se logra profesionalizando a los militares y confiriéndoles autonomía organizacional y
dotación de recursos suficientes para mantenerlos ocupados en la tarea de defensa, así el
militar tiende a circunscribirse a su esfera propia, alejándolo por consiguiente de la política,
como bien lo afirma el autor “la esencia del control civil objetivo es el reconocimiento del
profesionalismo militar autónomo” (p.121).
Para aproximar el tema de las relaciones civiles- militares, explica el autor:
“Las instituciones militares de cualquier sociedad están configuradas
por dos fuerzas: una funcional proveniente de las amenazas a la seguridad de
la sociedad y un imperativo societal que surge de las fuerzas sociales,
ideológicas y las instituciones dominantes en la sociedad. Las instituciones
militares que sólo reflejen valores sociales pueden ser incapaces de llevar a
cabo efectivamente su función militar. De otro lado, puede ser imposible el
encuadrar dentro de una sociedad instituciones militares conformadas
puramente por imperativos funcionales. La interacción de estas dos fuerzas es
el meollo del problema de las relaciones civiles-militares. El grado de
conflicto depende de la intensidad de las necesidades de seguridad y de la
naturaleza y fuerza de las pautas de valor de la sociedad”. (2-3)
En este sentido, define la relación civil-militar a partir de dos niveles. “Al nivel del
poder, el asunto determinante es el poder relativo del cuerpo de oficiales con respecto a los
grupos civiles dentro de la sociedad. Al nivel ideológico, la cuestión clave es la compatibilidad
de la ética militar profesional con las ideologías políticas prevalecientes en la sociedad”.
(p.124).
Plantea Huntington, que en cuanto al nivel de las relaciones de poder existen dos
formas: autoridad formal e influencia informal, y ambas pueden ser medidas en términos de su
grado y amplitud. La autoridad formal involucra el control de una persona sobre la conducta
de otra con base en sus respectivas posiciones en una estructura social definida. La autoridad,
18
consecuentemente, es poder ordenado, estructurado o legitimado y su ejercicio tiene la sanción
de la Constitución, los estatutos, las leyes, los decretos o las costumbres aceptadas por el
tiempo. Con respecto a las relaciones de influencia informal, existen porque se controlan otras
sanciones o recompensas, como la personalidad, riqueza, conocimientos, prestigio, amistad,
parentesco o una variedad de otras fuentes, y no porque se ocupen posiciones particulares en
una estructura formal. (p.125).
En cuanto al segundo nivel de las relaciones civiles-militares, el autor compara cuatro
manifestaciones de una especie de ética civil: la ideología política con la ética militar. Las
ideologías políticas seleccionadas para el estudio son: liberalismo, fascismo, marxismo y
conservatismo. Una síntesis de la comparación entre ética militar con las ideologías políticas
es la siguiente: existe un contraste y conflicto inherente entre ética militar y liberalismo, el
fascismo y el marxismo; y también hay una compatibilidad y similitud inherente entre la ética
militar y el conservatismo. En tanto el liberalismo y el marxismo insisten en modelar las
instituciones militares conforme a ideas “no militares” y el fascismo (pienso que también en
cierto grado el marxismo) trata de inculcar en ellas la ideología del partido, con puntos de
vista sobre la naturaleza humana, la historia y conceptos de poder distintos, con relación a la
ética militar; el conservatismo no tiene un modelo político ideológico que imponer a las
instituciones militares y, en consecuencia, no hay un conflicto inevitable con los valores
militares en las demandas de la función militar.
Ahora bien, el concepto de relaciones civiles-militares alude a las relaciones que se
establecen entre “los militares y el medio civil que dirige la nación” (Huntington, 1964, p. 3).
Este hiato de relaciones es entendido como “un sistema de elementos interdependientes”, lo
que supone que sus componentes son propensos a funcionar articuladamente y que, dadas
modificaciones en una parte o sector, tienden a producirse alteraciones en la otra (p. 10). El
núcleo de estas relaciones viene dado por la cuestión del control civil; esto es, cómo se
produce el control político por parte de los dirigentes civiles de una nación sobre el estamento
militar y qué problemas se generan a razón de éste.
Esta concepción ha sido ampliamente usada para diferentes estudios, pero también ha
recibido críticas por sus imperfecciones e imprecisiones. Una línea fundamental de la crítica se
basa en que Huntington asume que en la realidad -y por ende en el análisis- los civiles
19
gobiernan los Estados, por lo cual debe haber diversas formas en el que lo militar se involucre
o sirva al poder político en el gobierno; pero escapa de su análisis que los propios militares
pueden gobernar las naciones. Esta limitación22 se hace esencial cuando se quiere analizar
cualquier caso latinoamericano, incluido el venezolano.
Lo importante entonces, es cómo lograr la obediencia o subordinación de los militares,
que en el contexto venezolano, no es una premisa dada en la realidad, sino un resultado, un
objetivo que debe ser alcanzado por la elite dirigente. Y este logro implica como afirma López
(1996) una “connotación relacional”. La subordinación o no de los militares a los poderes
públicos ocurre en el marco de las relaciones civiles-militares, que como se ha mencionado
anteriormente, son relaciones interdependientes. “Entonces: para que haya subordinación debe
conjugarse responsabilidad de mando y deber de obediencia (resaltado en el original). Ambos
requisitos deben satisfacerse adecuadamente. Si alguno de los dos está ausente falla la
subordinación” (p. 154). Lo más frecuente es que falle el deber de obediencia por parte de los
militares, pero es poco estudiado y analizado la falta o la inadecuada responsabilidad de
mando por parte del poder político.
Los enfoques de Janowitz y Huntington son escuelas que han moldeado en mucho los
diversos estudios y análisis realizados en América Latina y en Venezuela y aunque se aprecia
la complejidad de los aportes de los clásicos, se debe advertir que estas interpretaciones como
bien se explicó antes, se encuentran distantes, en alguna medida de nuestra cultura, historia y
formación sociopolítica.
El aporte de los teóricos clásicos es de vital importancia, pero obliga a una cautela y
profundización académica que sea consecuente con las realidades propias de los Estados
latinoamericanos. La academia y los académicos responsables por teorizar, estudiar y explicar
las relaciones civiles-militares de otras latitudes temporo-espaciales, deben desarrollar
capacidades de observación, vías de análisis y modos de interpretación que tomen en cuenta el
ambiente político- estratégico, geopolítico y político-militar de la realidad objeto de estudio.
22
Es de hacer notar que la idea escapa de su análisis y esto se debe a que la obra de Huntington, era ajena a esta
realidad y por ende su estudio no toma en cuenta que los militares mismos pueden constituirse en gobierno.
20
4. Las relaciones civiles-militares desde la perspectiva latinoamericana
Mientas Janowitz y Huntington, centraron sus estudios principalmente en los países
desarrollados y en Estados Unidos de Norteamérica, en América Latina, es menester decir que
en la época antes de los años 60, muy poco había sido escrito acerca del rol político de las
fuerzas armadas. Los académicos se adentraban en la ideología del progreso, considerando una
intervención militar como poco común, como una crasa o equivocada línea de conducta que
no era digna de países que venían desarrollándose democráticamente, por ello no merecían
comentarse.
Edwin Lieuwen decía en ese sentido en 1960 que “acerca del tema del militarismo en
América Latina, ningún libro importante se ha publicado aún”. El propio libro de Lieuwen
(1960) Las armas y la política en América Latina (en ingles Arms and Politics in Latin
America), seguido por el libro de John Johnson (1964) Los militares y la sociedad en América
Latina “The Military and Society in Latin America” marcarían un importante hito en lo que a
esa tradición de indiferencia sobre el tema se refiere. Estos fueron los trabajos más influyentes
de principio de los sesenta, mientras que Lieuwen discutía acerca de que la defensa de los
intereses institucionales de los militares podría llevar a una conducta predatoria y peligrosa
por parte de las fuerzas armadas, Johnson insistía que los militares podían jugar un rol
positivo, un rol desarrollador, precisamente por su entereza institucional que es a su vez una
debilidad del mundo civil. Lo que ambos autores compartieron fue la idea de que la
modernización era inevitable y que las fuerzas armadas, para bien o para mal, tendrían un
papel político en ese proceso.
Cerrando la década del sesenta, se hizo presente la incertidumbre sobre países
inicialmente estables, democratizados y fueron germinando con la llegada del libro de Samuel
Huntington El orden político en las sociedades en cambio (original de 1968, 4° edición en
español 1997), según Pion-Berlin (2001) los latinoamericanistas no pueden catalogar a
Huntington como uno de ellos, pero su tesis desmoronó la escuela de la modernización y
algunas de sus ideas fundamentales, a pesar de que no se tomaron en cuenta para ese
21
momento, encontrarían luego una acogida con la influencia de latinoamericanistas como
Guillermo O´Donnell.
De acuerdo a Huntington, las transformaciones económicas crean oportunidades, pero
éstas no necesariamente se ajustan con las demandas de grupos sociales dinámicos y
diferentes. Tales grupos se dirigen a los procesos políticos para generar demandas, pero
carecen de instituciones políticas que le respondan y es allí cuando surge la inestabilidad. Las
sociedades descienden a un nivel de anarquía pretoriana donde el estamento militar se
encuentra en medio de fuerzas políticas y sociales que giran a su alrededor. Las clases medias,
temiendo una arremetida de las clases trabajadoras organizadas, “instan a los militares a
oponerse al gobierno” y a restaurar el status quo anterior.
Las causas más importantes de los golpes de estados militares pueden encontrarse en la
estructura de la sociedad y no a lo interno de la organización militar como tal. “Las
explicaciones militares no explican las intervenciones militares” señala Huntington23 (pp. 176235).
Esto representaba un curioso retroceso teórico para un académico que había publicado
anteriormente en la obra El soldado y el estado (1962), que los orígenes del control civil del
militar se encontraban en la norma profesional y las prácticas de la organización en sí misma.
En su primera encarnación Huntington estaba persuadido que las fuerzas armadas debían
dedicarse única y exclusivamente al desarrollo profesional, por ende aseguraba así su
neutralidad política. Lo que ocurría dentro de la profesión importaba para el destino de las
relaciones civiles – militares. En su segunda encarnación, con la publicación El orden político
en las sociedades en cambio, sus teorías e hipótesis habían cambiado.
23
Esta obra de Huntington dedica todo el capítulo 4 al Pretorianismo y la decadencia política. Para tratar de
explicar las causas de la intervención del militar en política a partir de variables no sólo de orden interno
profesional del sector militar, sino por el contrario en elementos culturales de la sociedad. En palabras de Alexis
de Tocqueville (1963) en su texto la Democracia en América: “Una vez que los ciudadanos han aprendido a
hacer uso productivo y pacífico de la libertad y han sentido sus beneficios... estos mismos hombres, en caso de
que sigan la profesión de las armas, aportarán a ella, inconscientemente y casi a pesar de ellos mismos, los
mismos hábitos y costumbres. El espíritu general de la nación, al penetrar el espíritu particular de las fuerzas
armadas, suaviza los deseos y opiniones que engendra la vida militar, o mediante la todopoderosa influencia de la
opinión pública, los suprime de hecho. Una vez que una nación tiene ciudadanos libres, íntegros, ordenados y
educados, tendrá soldados disciplinados y obedientes” (p. 598).
22
Con una tesis contraria al libro de Huntington El soldado y el Estado (1964), se
desarrollarían luego ideas centradas nuevamente en las influencias institucionales (la
profesionalidad del estamento armado), pero ahora argumentando que el profesionalismo
podría ser la fuente de la peligrosa conducta pretoriana. Tomando prestadas ideas de la teoría
organizacional, O´Donnell en un artículo titulado La modernización y los golpes militares:
teoría, comparación y el caso argentino (1976) sugería que la sobre vivencia del sector militar
dependía de su habilidad para reducir las amenazas que se originan en su ambiente. O´Donnell
(citado por Pion-Berlin) afirma que “Debido a su profesionalismo, no a pesar de él, las fuerzas
armadas profesionalizadas manifiestan una gran probabilidad de tornar sobre ellas la
responsabilidad de superar recurrentes crisis de las relaciones civiles– militares y lo hacen a
través de la instalación de un nuevo régimen político”.
Dentro de este enfoque latinoamericano y desde una perspectiva culturalista se estudió el
giro hacia las soluciones autoritarias de fines de los sesenta e inicios de los setenta, tomando
en cuenta el peso de las tradiciones militares, pensamientos, percepciones propias y voluntad
de moldear la política a su conveniencia. Al reunir y traducir al inglés docenas de discursos y
proclamaciones militares provenientes de siete países latinoamericanos, Brian Loveman y
Thomas Davies en The politics of antipolitics: the military in Latin America (1997) brindaron
a un gran auditorio de norteamericanos una valiosa visión de la estructura mental militar de
una importante era. Según los autores, en las décadas de 1960 y 1970 los oficiales militares
profesionales examinaron el panorama histórico en el Hemisferio y atribuyeron las
condiciones económicas desfavorables de la región a la ineptitud y la corrupción de los
políticos civiles, así como a los marcos institucionales de democracia liberal copiados del
extranjero. En gran parte de América Latina, los oficiales militares profesionales llegaron a la
conclusión de que sólo poniendo fin a la política y estableciendo un régimen militar de largo
plazo se podrían sentar las bases para la modernización, el desarrollo económico y la
estabilidad política. Es decir, despolitizando a la política, y enfatizando una unidad política
orgánica con una estructura jerárquica dominada por los militares a través de un núcleo
ideológico de la antipolítica.
Esta ideología dio operatividad a las premisas organizativas de la antipolítica según los
autores bajo cuatro ejes: (1) centralización de la autoridad; (2) régimen jerárquico a través de
23
agencias administrativas (no-parlamentarias) en el ámbito local y de provincia, (3) una
constitución “flexible”, es decir, una constitución que ofrecía efectivamente pocas
restricciones al ejercicio de la autoridad gubernamental; y (4) reconocimiento oficial del
gobierno mediante un estado de sitio u otros regímenes de excepción (p. 3)
Estos supuestos sobre la estructura y el alcance de la autoridad gubernamental se
combinaban con prácticas políticas que representaron el compendio del compromiso
ideológico con la antipolítica; “(1) persecución sistemática de los elementos de oposición
incluyendo los medios de prensa; (2) represión pragmática de los opositores al régimen que
expresaran resistencia abierta a las políticas o los programas oficiales; y (3) noreconocimiento de la legitimidad de la oposición activa o de los pactos, las negociaciones y los
compromisos políticos” (p.4)
La antipolítica militar añade varios elementos a estas características generales: en la
dirigencia militar una relación más evidente entre el Estado y la coerción, una demanda más
fuerte de orden y respecto a la jerarquía, una actitud menos tolerante con la oposición y un
rechazo expreso hacia la “política”, a la que percibe como la causa del subdesarrollo, la
corrupción y el mal.
Es importante destacar que los autores en una revisión realizada a su obra en el año de
1999 aseveraron, que aún cuando la mayoría de los países latinoamericanos a partir de las
últimas dos décadas se han encaminado hacia un proceso de transición democrática, siguen
prevaleciendo las prácticas y los efectos de la antipolítica militar dentro del funcionamiento de
los sistemas políticos.
4.1. Las relaciones civiles-militares en democracia.
Una vez completada la transición en América Latina, la atención de los académicos
cambió una vez más, esta vez a los patrones de las relaciones civiles–militares dentro de un
contexto democrático. El foco de atención es el grado en el que tanto de esferas civiles como
militares se han dilatado o reducido o simplemente cambiado a partir del predominio de las
24
reglas democráticas. En ese sentido Pion-Berlin (2001) se pregunta: ¿Los líderes electos tienen
mayor autoridad en virtud de su posición en los regímenes democráticos, se extiende esa
autoridad por completo sobre el comando de las fuerzas armadas?, ¿Las Fuerzas Armadas
cooperaban más que hace dos décadas atrás, cuán arraigado está ese sentimiento de
cooperación? ¿Sí el control civil es condicional o condicionado o parcial por naturaleza,
pueden sostenerse los regímenes democráticos por sí solos?
Según el autor, las interrogantes planteadas demuestran en cierta forma que los
académicos en el campo de las relaciones civiles-militares “hemos girado en círculo desde la
publicación del libro El soldado y el Estado de Samuel Huntington”. En ese entonces, así
como lo es hoy, el tema era y sigue siendo ¿Qué le hará falta a los políticos para alcanzar la
supremacía sobre las Fuerzas Armadas en un sistema democrático?
Esto se avala igualmente en un estudio realizado por Samuel Fitch (1998) donde
analiza las pautas de las relaciones civiles-militares en el período posterior a la transición
democrática en América Latina. Partiendo de una definición procedimental de la democracia
el autor define tres características que deben poseer las relaciones civiles-militares: los
militares deben estar subordinados al régimen democrático, la consolidación democrática
requiere el control de la política pública en el estamento armado por las autoridades civiles
designadas constitucionalmente ante quienes los militares están subordinados profesional e
institucionalmente; en las democracias consolidadas el personal militar esta sujeto al imperio
de la ley, pese a estar bajo normas especializadas que no aplican a los civiles, a los miembros
de las fuerzas armadas ni se les niega derechos constitucionales ni se les garantizan privilegios
ni por ley ni en la práctica. En síntesis, plantea el autor, en los regímenes democráticos el
sector o estamento militar no elabora las políticas públicas, no son actores políticos y no están
por encima de la ley. (Ver Tabla 1).
25
Tabla 02: Pautas de relaciones civiles-militares posteriores a la transición democrática.
No institucionalizadas
Institucionalizadas
CONTROL DEMOCRÁTICO
Civiles
Militares
Control sobre la política pública
Civiles
SUBORDINACIÓN
Influencia indirecta de alcance limitado
Control limitado sobre la política pública
Militares
TUTELA
Influencia Directa o indirecta
Civiles
Escaso control sobre la política pública
Militares
CONTROL
Fuente: J.S Fitch (1998), The Armed Forces and Democracy in Latin America. Baltimore,
Civiles
Militares
Control político
Fuente: J.S Fitch (1998), The Armed Forces and Democracy in Latin America. Baltimore, Jhons Hopkins
University Pres. P. 39.
Con respecto a estos supuestos teóricos, los intelectuales y especialmente los
latinoamericanistas tienden a generalizar algunas veces y plantean que:
El paso del tiempo de forma interrumpida por parte del pretorianismo militar, ha
permitido que las autoridades electas y sus equipos de construcción de políticas públicas
hayan tenido espacio para subsistir, justificando el ascenso natural del control civil hasta
los más altos niveles de nuestra agenda intelectual. En décadas pasadas, las democracias
coquetearon con el colapso, frenéticas por tratar de apaciguar a generales sedientos de
poder para evitar mayores desastres. Por mucho, esa no es la situación de hoy en día.
(Pion-Berlin, 2001)
Nuestra posición es mucho más pesimista con respecto al papel del militar en la política
y a su control civil, especialmente en Venezuela, como veremos en el siguiente punto, estas
26
ideas adquieren matices y peculiaridades, dependiendo del contexto político y de los valores
culturalmente asentados en la sociedad y el Estado.
5. Aportes teóricos de las relaciones civiles- militares en Venezuela
El estudio de los aportes teóricos sobre las relaciones civiles-militares en Venezuela,
viene dado por un conjunto de libros, artículos, tesis y formulaciones que parten desde
perspectivas teóricas y hasta de disciplinas diferentes, por ello, se realiza una síntesis a partir
de una selección de autores enmarcados en tres perspectivas que hemos definido como: la
historiográfica, los aportes externos y la politológica.
5.1 Perspectiva historiográfica
Dentro de la perspectiva histórica se encuentran enjunciados estudios vinculados al
análisis, no específicamente con el cuño de relaciones civiles- militares, pero que aluden a las
relaciones de poder entre el liderazgo político y el militar. En esa corriente se encuentra el
estudio del historiador Guillermo Morón de los generales del siglo XIX venezolano, aludiendo
que heredamos de la estructura estatal del Imperio Español la figura del Capitán General, que
concentraba bajo su dominio tanto el poder político como el militar, este estudio nos permite
dilucidar como desde nuestros inicios como República los generales tomaron para sí el poder
político y no existía una diferenciación entre el poder civil y el militar, las dos figuras estaban
concentradas en una misma autoridad.
Otro aporte importante viene representado en los aportes del abogado e historiador y
quien fuera asesor del Servicio del Consejo de Defensa Nacional, José Giacopini Zárraga, que
plantea una visión cíclica de la historia venezolana, definida por largos períodos de dominio
militar y breves espacios de gobierno civil. Un tercer autor en la corriente historiográfica es
Ramón José Velásquez Mújica político, jurista e historiador venezolano, Presidente interino de
27
la República designado por el Congreso (1993-1994), este influyente pensador ha estudiado
profusamente la historia política venezolana del siglo XIX y XX, sus aportes sobre los
gobiernos de corte militar y su desempeño en la política venezolana son materia obligada para
mejor entender y comprender la realidad actual. En cuarto lugar, pero con menor continuidad
se encuentra Ángel Ziems con su tesis de licenciatura en historia publicada bajo el titulo de: el
Gomecismo y la formación del ejército nacional, que representa una obra de suma importancia
y pionera en el estudio de la formación del ejército nacional venezolano y sus variables
históricas, organizativas, funcionales, así como su inserción en el gobierno gomecista.
Finalmente, se encuentra dentro de la perspectiva historiográfica Domingo Irwin con
publicaciones dentro de las que destacan en el tema de las relaciones civiles- militares las
siguientes: en orden de publicación en el año 1985 Reflexiones sobre el caudillismo y el
pretorianismo en Venezuela (1830-1900). Tiempo y Espacio, No. 4. Caracas, Centro de
Investigaciones Históricas “Mario Briceño Iragorry”- IUPC;
en el año 1990 Relaciones
Civiles-Militares en Venezuela, 1810-1903. Caracas, Tesis Doctoral, UCAB, manuscrito
inédito, 540 pp., En el año 1996 Relaciones Civiles-Militares en Venezuela, 1830-1910 (Una
Visión General). Caracas, Litobrit. En el año 2000 Relaciones civiles-militares en el siglo XX
venezolano. Caracas: El Centauro. Y la más reciente en forma de compilación Domingo Irwin,
Luis Alberto Buttó y Frédérique Langue, Control Civil y Pretorianismo en Venezuela,
Caracas, UPEL-Universidad Católica Andrés Bello, 2006, 228 p.
No pretendemos aquí desarrollar cada uno de los textos arriba citados, pero sí se infiere
la existencia de una línea argumental en el autor referida al enfoque histórico y al estudio de
temas como el caudillismo, profesionalismo, corporativismo y pretorianismo venezolano tanto
en el siglo XIX como en el siglo XX. Igualmente, debemos apuntar el esfuerzo del autor por
reforzar la importancia del estudio, análisis y discusión del tema referido a las relaciones
civiles-militares y al control civil en el contexto venezolano.
28
5.2 Los aportes de carácter externo: Caso Venezuela 24
Dentro de los aportes externos trabajaremos a latinoamericanistas dedicados al estudio
del Caso Venezuela en el tema político- militar. Hay coincidencia de que el primer estudio
sobre las relaciones civiles-militares en Venezuela obedece a la obra de Winfield Burggraaff25
(1972) The Venezuelam armed forces in politics, 1935-1958. Culumbia University of Missouri
Press, trabajo histórico que se propone analizar el rol de los militares en la política venezolana
desde la muerte de Juan Vicente Gómez hasta la presidencia de Rómulo Betancourt en 1959.
Luego tenemos los aportes de carácter empírico de Gene Bigler, (1977), en su texto The
Armed Forces and Patterns of Civil-Military Relations. En John Martz and David J. Myers.
(Ed.) Venezuela. The democratic experience. Praeger Publishers, New York, London, pp.113133. Especial mención requiere el estudio editado por la Revista (N° 10-1981) del Instituto de
Estudios Políticos de la Universidad Central de Venezuela La restricción política y la
profesionalización militar en Venezuela. En ambos estudios el autor profundiza sobre la
profesionalización militar en Venezuela y como el factor profesional era un elemento principal
de control e inhibición de la participación de estamento militar en la vida política del Estado.
Continuando con la revisión bibliográfica, tenemos los artículos de Felipe Agüero, uno
publicado en 1990, The military and Democracy in Venezuela, en Louis Goodman, Johanna
Mendelson, and Juan Rial. (Eds.): The Military and Democracy: The future of Civil-Military
Relations in Latin America, Lexington, Kentucky: Lexington Books, pp. 256-275; y el
segundo del año 1995, Las Fuerzas Armadas y el debilitamiento de la democracia en
Venezuela. En Venezuela: La democracia bajo presión, Andrés Serbín y Andrés Stambouli
(compiladores), Instituto Venezolano de Estudios Sociales y Políticos: Nueva Sociedad, sus
24
Para profundizar sobre la bibliografía editada sobre este tema se recomienda una selección realizada por Klaus
Lindenberg (1972): Fuerzas Armadas y política en América Latina, Bibliografía Selecta. Santiago de Chile:
ILDIS. Cuenta con una selección para cada país de América Latina, la parte referida a Venezuela se encuentra
entre las pp. 167-174. También en el caso particular de los estudios angloamericanos se recomienda una
recopilación realizada por Hernán Castillo y Leonardo Ledezma (2003) Textos Angloamericanos sobre las
Relaciones Civiles y Militares Venezolanas. Caracas: UCAB.
25
Otros textos del autor: Las fuerzas armadas de Venezuela en transición: el período de López Contreras. En
Boletín Histórico, N° 17, Caracas, 1968, o Burggraaff y Richard Millet, (1995), More than Failed Coups: the
crisis in Venezuelan Civil-Military Relations. En el libro Lessons of the Venezuelan Experience editado por
Louis W. Goodman, Johanna Mendelson Forman, Moisés Naím, Joseph S. Tulchin, y Gary Bland, pp. 54- 78.
29
ideas serán esgrimidas en el capítulo tres de este trabajo de grado en el tema referido a las
causas de los golpes de estado efectuados en el año 1992 en Venezuela.
Mención especial merece los dos textos de Deborah Norden como investigadora del
tema de las relaciones civiles-militares en Venezuela, el primero publicado en el año 2000,
The Organizational Dynamics of Militaries and Military Movements: Paths to Power in
Venezuela. En David Pion-Berlin (Ed.) Civil-Military Relations in Latin America. New
Analytical Perspective, The University of North Carolina Press: Chapel Hill and London. Este
trabajo, que parte de la perspectiva organizacional, estudia como el Presidente Chávez después
de contribuir a organizar un movimiento militar conspirativo, como el Movimiento
Bolivariano Revolucionario, MBR, dentro de una estructura organizativa burocrática clásica
como el ejército venezolano y donde fracasa en su intento de propinar un golpe de estado,
luego la convierte siete años después, en un movimiento popular electoral exitoso, el
Movimiento V República (MVR). El segundo artículo La Democracia en Uniforme; Chávez y
las fuerzas armadas del año 2003, estudia la politización de las fuerzas armadas y la
militarización de la sociedad por parte del gobierno de Chávez.
Finalmente, debemos reseñar a Harold Trinkunas como uno de los autores
estadounidense que mayor dedicación académica ha tenido en cuanto al estudio de las
relaciones civiles-militares en Venezuela. Haciendo especial énfasis en los aspectos
vinculados a la democracia puntofijista y el control civil en este período. De igual forma,
recientemente ha realizado algunos aportes sobre los cambios producidos en las relaciones
civiles militares en lo que llama la Quinta República, sobre todo a partir de la Constitución de
1999.
Uno de sus trabajos es Crafting Civilian Control in Argentina and Venezuela. Editado
por David Pion-Berlin (Ed.) (2001). Civil-Military Relations in Latin America.
New
Analytical Perspective, The University of North Carolina Press, Chapel Hill and London,
donde estudia comparativamente Argentina 1983-1992 y Venezuela 1958-1973, especialmente
en lo relativo al control civil y su necesidad para el logro de una verdadera democracia.
También analiza el proceso por medio del cual el control civil se desarrolla e institucionaliza
en Argentina y Venezuela. Particularmente se refiere a las oportunidades que los actores
30
democratizadores tienen para generar ascendencia sobre las fuerzas armadas luego de un
período autoritario. El autor plantea como el control civil en Venezuela logró implementarse a
partir del pacto de punto fijo, dejándole la esfera de la defensa a los militares y controlando los
civiles los aspectos referidos a las políticas públicas y la designación de los líderes políticos.
Un segundo estudio de Trinkunas (2001) es A Crisis in Civil-Military Relations in the
Andes, presentado en el XXXIII Congreso Internacional de Latin American Studies
Association, LASA, September, Washington, DC, donde ubica la situación política de las
relaciones civiles-militares venezolanas, entre otras, en el contexto de la crisis política de los
países andinos. Trinkunas plantea que sí colocamos en relación toda la problemática por la que
han pasado el conjunto de países andinos durante la última década, se puede desprender que
las relaciones civiles- militares podrían estar experimentando una crisis. Particularmente, esa
situación de crisis generalizada en la región, ofrece una excelente oportunidad para estudiar la
relación entre la naturaleza de las instituciones civiles y militares y la legitimidad democrática
en estos países.
Otro artículo de Trinkunas (2002) es The Crisis in Venezuelan Civil-Military Relations:
From Punto Fijo to the Fifth Republic. Latin American Research Review, Volume 37, N° 1,
pp.41-76. En este trabajo Trinkunas indaga sobre las causas de los golpes de estado militares
de 1992 y las causas de su fracaso. Sostiene Trinkunas que en el período del Presidente
Chávez han sido desmanteladas las bases institucionales que permitieron el control civil de los
militares, aumentando de esta manera, tanto las probabilidades de conflictos en las relaciones
civiles- militares, como las amenazas a la estabilidad del sistema gubernamental.
En resumen, este trabajo examina los patrones institucionales de control civil
establecidos en el Pacto de Punto Fijo. También analiza cómo algunos de estos mecanismos de
control se fueron deteriorando en la década de los años 80, creándose de esta manera las
condiciones que fueron permitiendo la perdida del control civil sobre los militares
venezolanos, y las oportunidades para que dieran un golpe de Estado. Igualmente estudia el
origen y fracaso de los dos intentos de golpes de Estado de 1992, y el esfuerzo del presidente
Caldera por revitalizar el Pacto de Punto Fijo después de 1993. El artículo concluye ventilando
la discusión acerca de cómo las relaciones civiles-militares han sido transformadas bajo la
31
administración Chávez y en la Constitución de 1999. (Trinkunas citado por Castillo, 2003, pp.
16-17)
5.3 La perspectiva politológica
Dentro de la perspectiva politológica destacan los autores que han enfocado el tema de
las relaciones entre el poder político y el estamento militar centrados en el estudio del poder y
haciendo uso de los paradigmas, enfoques metodológicos y análisis propios de la ciencia
política. No pretendemos ser exhaustivos, nombraremos los tres autores mas destacados.
Primero, Aníbal Romero con sus dos estudios centrales del año 1989 sobre América Latina:
militares, integración y democracia. Instituto de Altos Estudios de América Latina, Caracas:
USB, y el dedicado al estudio de la Decadencia y crisis de la democracia ¿a dónde va la
democracia venezolana? (1999), estudios fundamentados en el análisis estratégico-militar y
politológico de las relaciones entre militares y políticos en la Venezuela de la democracia
representativa proveniente del Pacto de Punto Fijo. Este autor sin abandonar la perspectiva
histórica, pues ha planteado la influencia de la ideológica bolivariana en la formación de los
militares venezolanos, ha realizado profundos estudios sobre la influencia del militar en la
política venezolana y las consecuencias que han traído para la consolidación democrática.
Recientemente en el año 2000 y 2002 este autor ha publicado dos artículos referidos al tema;
el primero sobre Los Militares y la “Revolución” Chavista, y el segundo, Del equívoco a la
paradoja: La FAN y la Revolución Bolivariana, de ambos artículos se despende la
argumentación del autor de que el gobierno de Chávez haciendo uso de los planteamientos
ceresolianos ha originado una honda transformación del esquema de relaciones cívicomilitares en Venezuela, cuyo impacto esencial se mide, de un lado, en el incremento en el
nivel de politización de las Fuerzas Armadas, y de otro lado, en el desmantelamiento del
andamiaje institucional de control civil.
En segundo lugar, se encuentran los aportes de Herbert Koeneke destacándose los más
recientes sobre El personalismo militarista de Hugo Chávez publicado en el año 2002 y
Militares y Política en la Venezuela de Hugo Chávez editado en 2004-2005, donde el autor
32
alude en el primer artículo, la condición de personalismo militarista del presidente Chávez y
sus efectos en la institución armada. Mientras es el segundo artículo, se ocupa de caracterizar
las relaciones civiles-militares en el período de Chávez a partir de las concepciones de
Nordlinger en la tipología de penetración y tradicional.
Finalmente, en el estudio de los antecedentes de las relaciones civiles-militares en
Venezuela, se encuentran las obras de José Machillanda. Del año 1988 Poder Político y Poder
Militar en Venezuela 1958-1986. Caracas: Ediciones Centauro; en 1998 Cinismo Político y
Golpe de Estado. Caracas: Editora Grupoin JM; del año 1999 Propuesta ante la Asamblea
Nacional Constituyente que afecta al componente militar venezolano. Centro de Estudios de
Política Proyectiva (CEPPRO) Caracas: Italgráfica. En el año 2000 y 2002 presentó dos
ponencias La pauta de relación civil-militar en el sistema político venezolano (1992-2000) y
Las relaciones civil- militares en el sistema político venezolano 1999-2002. Ponencia no
publicada. Por último en del año 2004 publica El nuevo rol del estamento militar venezolano
en la postmodernidad. Caracas: Fundación Konrad Adenauer Sftiftung. Este autor desde una
perspectiva politológica centrado en las ideas teóricas de Samuel Huntington realiza una
periodización de las relaciones civiles-militares en tres fases: la de fusión –fusión iniciada en
1958 con el espíritu de unidad y consenso del Pacto de Punto Fijo; la segunda, es la
profesional cuando el componente militar cumple con su función de defensa; y la tercera, es la
profesional perversa originada luego de la guerra contraguerrillera cuando no se redefine la
misión del componente militar y los partidos políticos comienzan a establecer un control civil
subjetivo. Igualmente, ha realizado estudios recientes sobre las relaciones civiles-militares,
definiendo el modelo como de “cooptación solidaria” ya que según este autor el estamento
militar aceptó la oferta política del gobierno de Hugo Chávez para participar activamente en la
política venezolana, lo que se ha traducido en desprofesionalización militar e indefinición de
las amenazas y funciones de defensa del estamento armado; a la vez que desmilitariza la
institución inversamente se militariza la política y la sociedad.
La perspectiva politológica será nuestro principal marco referencial, por ello
pasaremos a describir una importante obra que a partir de los paradigmas teóricos dominantes
en la ciencia política contemporánea procura incentivar y realizar su aplicación al estudio de
las relaciones civiles- militares.
33
6. Los paradigmas dominantes en la Ciencia Política y las relaciones civiles-militares
La publicación del readers compilado por David Pion-Berlin (2002) sobre las
Relaciones Civiles-Militares en América Latina, ha puesto énfasis en distintas perspectivas
teóricas de la ciencia política aplicadas al estudio de las relaciones entre las fuerzas armadas y
el poder político en América Latina. El autor ha traslado los paradigmas dominantes de la
teoría social y su aplicación a la ciencia política al estudio de las relaciones civiles-militares.
En ese sentido plantea que la investigación actual circunda alrededor de tres enfoques
paradigmáticos: racionalismo, culturalismo y estructuralismo (Ver la Tabla 3). Estos ayudan a
ordenar las orientaciones substantivas, metodológicas y filosóficas de un amplio rango de la
escolaridad en el campo e indiscutiblemente en la ciencia política y en las ciencias sociales. A
diferencia de teorías específicas, estas son tipos ideales en el sentido weberiano dentro de las
cuales se teoriza.
Tabla 3. Paradigmas de la ciencia política actual y perspectivas analíticas
Paradigma
Racionalismo.
Perspectiva Analítica.
Análisis de la acción estratégica (incluye construcción de
coaliciones, teoría de los juegos y teoría de la decisión).
Estructuralismo.
Análisis de las instituciones (incluye organizaciones, reglas y
regímenes a nivel nacional, regional o internacional).
Culturalismo.
Análisis del sujeto (incluye compartida o individualmente las ideas,
las creencias, las actitudes, las interpretaciones).
Fuente: Pion-Berlin David (2001) ed., Civil-Military Relations in Latin America. New Analytical
Perspectives, Chapel Hill-London. The University of North Carolina Press.
La primera perspectiva –el racionalismo- proviene de la teoría de la decisión racional o
Rational Choice y brinda un conocimiento más profundo acerca de los intereses, las metas, los
cálculos y las debilidades de los políticos y los soldados en cada uno de sus ámbitos y bajo sus
propios compromisos individuales. La segunda, está vinculada a los enfoques culturalistas
34
centrados en el papel de los valores, creencias y prácticas socializadas en la dinámica de las
relaciones civil- militares, logrando a partir del análisis de contenido de ideologías, doctrinas y
otras fuentes de visión compartidas descubrir cómo éstas proveen a los grupos políticos y
militares de marcos persuasivos de referencia. La tercera obedece al enfoque estructuralista o
Institutionalisms26, que estudia cómo es la influencia de las reglas organizacionales, patrones y
tradiciones en la conducta personal de los soldados y políticos dentro de sus organizaciones.
Finalmente, la corriente institucionalista internacional pone énfasis en factores como la
globalización, los procesos de liberación económica, las misiones internacionales de las
fuerzas armadas y los procesos de integración que afectan las relaciones civiles-militares.
Todos estos enfoques constituyen ejemplos de cómo el tema de las relaciones civiles- militares
sigue siendo fundamental para el análisis de los avances o retrocesos en los procesos
democráticos, especialmente en América Latina, siendo Venezuela un objeto de estudio
privilegiado
Para entender esta aplicación, el autor ejemplifica la corriente estructuralista, a través de
especialistas en seguridad que han desarrollado teorías vinculadas con las relaciones civilesmilitares, basadas en el contexto político internacional. Afirma Pion-Berlin (2001), que
Michael Desch estudia cómo cambian las condiciones de seguridad las posibilidades de que
los civiles pueden mantener subordinadas a las Fuerzas Armadas. Esas posibilidades aumentan
cuando las amenazas externas son más elevadas y las amenazas internas son menores, y
disminuyen al inverso. A la luz de los latinoamericanistas interesados permanentemente en las
doctrinas de seguridad nacional y defensa nacional, tendría sentido analizar más de cerca sí los
cambios de las condiciones nacionales e internacionales de los años recientes están afectando
al pensamiento militar contemporáneo.
Por su parte, mientras que los estructuralistas por lo general obvian las influencias en la
conducta, los racionalistas realizan pruebas exhaustivas de la conducta civil-militar. El análisis
de Peter Feaver sobre el conflicto entre el gobierno de los Estados Unidos y los oficiales de las
Fuerzas Armadas descansa sobre la teoría de los juegos. Al demostrar la serie de interacciones
entre los líderes civiles y militares, el autor expone el proceso, que aún estando fuera de las
26
Para profundizar sobre los nuevos enfoques sobre el institucionalismo se recomienda a Peters, Guy (1999). El
Nuevo Institucionalismo. Teoría Institucional en Ciencia Política. Barcelona: Gedisa.
35
fuerzas armadas, se hace sentir dentro de la relación. Aunque se reconozcan las diferencias
entre los asuntos civiles-militares en EE.UU. y América Latina, podemos encontrar algunas
aplicaciones creativas de la teoría de los juegos para modelar las interacciones del conflicto
entre los políticos y los militares en la región, asevera Pion-Berlin.
Por su parte, los enfoques subjetivistas o culturalistas se plantean el análisis de
contenido de ideologías, doctrinas y otras fuentes de visión compartida, para descubrir cómo
estás proveen a los grupos de marcos persuasivos de referencia. Las orientaciones, dice Harry
Eckstein (citado por Pion-Berlin), son aprendidas a través de la socialización, y las
experiencias de socialización son por lo general muy similares entre un individuo y otro por la
virtud que les otorga la membresía de una misma colectividad. Cuando estas experiencias se
acogen comúnmente, guiando asunciones acerca de la vida política en un nivel nacional,
estamos hablando de cultura política. Un proceso similar puede ocurrir en colectivos
subnacionales, sean éstos clases sociales, grupos religiosos o ejércitos. Una vez convergen las
creencias de los individuos en estos grupos, podemos encontrar una consistencia en su
interpretación y en su interacción que no viene derivada de los intereses o las instituciones,
sino de las ideas.
En ese sentido, se plantea que hay ciertas ventajas en adaptarse a estas perspectivas
teóricas, pues permiten formular preguntas antes dejadas de lado. Esas nuevas interrogantes
llevan la investigación a buscar más evidencia, los hechos también adquieren nuevo
significado porque la interpretación está moldeada por una aproximación teórica que antecede.
Pueden proveer herramientas explicativas para estructurar estudios que se originan a partir de
las observaciones teóricas en el campo o en elementos heurísticos que alguna vez sugirieron
vías expeditas para la construcción de teorías. Hay mucho que todavía no se conoce “acerca de
lo que los políticos y los militares quieren hacer, pueden hacer o están dispuestos a hacer, dado
los contextos en los cuales operan, las interacciones previas entre ellos, las preferencias que
mantienen y las creencias con las cuales están casados”. Vale la pena explorar nuevas
direcciones de análisis para ver sí podemos alcanzar nuevos niveles para enfrentar estos
problemas, asevera el autor antes citado.
36
CAPÍTULO II
EL ESTADO, EL SISTEMA POLÍTICO Y EL ESTAMENTO MILITAR
PROFESIONAL
1. Aproximación
El estudio del Estado en América Latina está vinculado con la construcción del
ejército, ambas realidades son indisociables tanto en el desarrollo histórico como en el análisis
politológico (Rouquié, 1981, p. 20). Especialmente en Venezuela, ejército y Estado son
entornos consubstanciales, pues el manejo del monopolio de la violencia legítima27 y el
cumplimiento del fin teleológico del Estado28 está vinculado en el desarrollo histórico-político
de nuestra República con la existencia del ejército permanente como institución estatal.
En este sentido, nos aproximaremos a la noción del Estado contemporáneo en
Venezuela, su evolución hacia el sistema político de acuerdo de élites y el papel del estamento
militar durante este período, por medio de un enfoque institucionalista histórico que abarca el
estudio del poder político y su relación con la institución militar, fundamentalmente en los
años que van entre 1961y 1973.
27
Término utilizado por Max Weber en su texto Economía y Sociedad (1977), para definir el Estado desde el
punto de vista sociológico, acentuando el papel de los medios usados más que los fines, en este sentido la
diferencia central entre el Estado y cualquier otra organización, es que éste monopoliza para sí el uso de la
violencia legal, la coacción física.
28
Mientras la doctrina de Jellinek, enseña que el Estado se encuentra constituido por tres elementos: en primer
lugar el pueblo, unidad de asociación formada en el curso de la historia para realizar un fin común, que trasciende
en el tiempo y que se proyecta en el futuro; segundo, la tenencia de un territorio que sirva de garantía a la
existencia libre de la comunidad y dé limite a su actividad, finalmente, una organización dotada de un poder de
mando originario, esto es, de un poder que no proviene de otro alguno y que posibilita la relación entre
gobernantes y gobernados y la aplicación de las leyes. Tal es la razón según Mario de la Cueva para que se
bautice la doctrina del Jellinek como la teoría trielementista del Estado. Veáse Georg Jellinek (2000) Teoría
General del Estado. México D. F: Fondo de Cultura Económica, en su primera edición en español realizada por
Fernando de los Ríos, e igualmente en forma resumida Mario de la Cueva (1994) La Idea del Estado. 4° ed.
México DF.: Fondo de Cultura Económica, p. 140-200.
37
Este capítulo expone tres apartados: el primero, dedicado al estudio del Estado
contemporáneo venezolano y el papel del ejército nacional; el segundo, evoluciona hacia al
sistema político de acuerdo de elites y el estamento militar profesional; y por último, se
expone el modelo de relaciones civiles- militares instauradas en el sistema político de acuerdo
de élites.
2. Estado contemporáneo en Venezuela y estamento militar nacional
2.1 Centralización del Estado nacional
A partir de la revolución restauradora con Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez, se
inicia la construcción del Estado29 con la centralización del poder, la implantación de un
sistema de dominación, la preservación de la unidad territorial y la construcción de una
burocracia estatal. Así lo explica Allan Brewer-Carías (1996) en su estudio sobre la evolución
histórica del Estado, al definir este período como la consolidación del Estado nacional
centralizado y autocrático, edificado a partir de: la centralización política que le pone fin al
federalismo expresado en el caudillismo, la centralización económica por medio del control de
los ingresos públicos a través del situado, la centralización fiscal en la construcción de la
hacienda pública, la centralización administrativa por medio del desarrollo de una
29
En nuestras sociedades modernas el Estado es la estructura de dominación que los hombres han privilegiado
para la organización del poder. De hecho no hay duda sobre la importancia que tiene el Estado como objeto de
estudio privilegiado en la ciencia política. Esta claro que la disertación y preocupación sobre el Estado ha sido
centro de discusión desde distintas perspectivas como la filosófica, la antropológica, la jurídica, la económica y la
sociológica. Sin embargo, podríamos, simplificando en extremo, observar dos vertientes fundamentales, la teoría
clásica del Estado -subdividida en dos corrientes- primero la filosófica, enmarcada en la historia del pensamiento
político desde Platón a Tomas de Aquino, de Jean Bodin a Thomas Hobbes, de John Locke a Jeremiah Bentham
centrados en la explicación de la naturaleza del poder del Estado para estructurar el comportamiento de los
individuos, tanto gobernantes como gobernados; y segundo la jurídica, representada por León Duguit, Hans
Kelsen y George Jellinek que se detiene en el estudio de las normas o leyes generales que conforman el marco
jurídico de la acción Estatal. La segunda vertiente es la sociológica fundamentada en los aportes de Karl Marx,
Emile Durkheim y Max Weber, que a pesar de sus diferencias ideológicas parten de la idea del Estado como una
institución que caracteriza a las sociedades modernas. En cuanto al estudio del Estado venezolano desde el punto
de vista histórico se recomienda Gil Fortoul, Ramón J. Velásquez, Guillermo Morón, Elías Pino Iturrieta, Germán
Carrera Damas, entre otros historiadores. Desde el punto de vista jurídico ver Allan Brewer-Carías, Cecilia Sosa
y Juan Raffalli. Mientras que en su carácter sociológico especial importancia ha tenido los estudios de Humberto
Njaím, Juan Carlos Rey, Andrés Stambouli, entre otros.
38
administración pública tendiente a la burocracia, y finalmente, la centralización militar30 a
partir de la construcción del ejército nacional. Precisamente esta última permitió el control
territorial y la monopolización de la violencia legal en manos del Estado, la conformación del
ejército nacional se inicia con el General Cipriano Castro y es continuada después con los
Generales Juan Vicente Gómez y Eleazar López Contreras, quienes se apoyaron en dicha
organización militar para ejercer el poder político.
En Venezuela como se afirmó anteriormente, el Estado se ha vinculado siempre a lo
militar, pues como lo expresa Brewer-Carías (1996) “el centralismo político…fue posible por
la centralización militar, que llevó a la creación de un ejército nacional” (p.362). Es decir, la
centralización del poder fundada en la construcción de un ejército nacional le otorgo al Estado,
eso que Weber (1977) denomina “el monopolio de la violencia legal del Estado”, es decir, el
uso exclusivo de la violencia como medio para ejercer la dominación a través de la coacción
física. Tal realidad fue lo que permitió acabar con los caudillos y las milicias o tropas
mercenarias que se alzaban constantemente contra el poder estatal y destruían cualquier
empeño o desarrollo político-social del país.
El ejército nacional como institución permanente según Ángel Ziems (1979) tiene sus
inicios a partir del año 1903 con la orden del Presidente Castro de crear la sede de la
Academia Militar, su inauguración en 1907 y su definitiva conformación prusiana a partir del
período de reforma militar impuesto por el Presidente Gómez entre 1910-1914 con la llegada
del Coronel Chileno Samuel Mc Gill de formación prusiana, quien fungió como Instructor
General del Ejército. Desde ese cargo se constituyó en el arquitecto de la institución bajo lo
filosofía de la guerra Clusewitziana. Al lado del Coronal Mc Gill se coloca a Félix Galavis,
hombre venido del Táchira y de toda la confianza del General Gómez. La estructura que se
inicia descansa sobre la Inspectoría General del Ejército, ejercida por Galavís, cargo que si
bien estaba subordinado al Ministerio de Guerra y Marina, obtiene una mayor importancia
porque tenía el mando real de las tropas.
30
Para profundizar sobre la evolución histórica del Estado veáse Allan Brewer-Carías (1996): Instituciones
políticas y constitucionales. 3° ed. Caracas, San Cristóbal: Editorial Jurídica Venezolana, Universidad Católica
del Táchira. Tomo I. pp. 351-374
39
Por ello se plantea que si bien en esta etapa el estamento militar comienza a forjar
algunos elementos de profesionalismo militar bajo el control del Estado31, éste es más bien
incipiente debido a que las estructuras antiguas están sufriendo un cambio cualitativo y
cuantitativo propio de la creación de “una profesión permanente, a tiempo completo,
remunerada, que requiere estudios prolongados, de permanente reciclaje, con preparación
intelectual y física y sujeta a normas burocráticas y codificadas”. (Machillanda, 1997). En este
período se inician estas estructuras, pero todavía están marcadas por el personalismo
gomecista y por el interés del gobernante, quien asegura los ascensos y controla con personas
leales por medio de la Inspectoría General la estructura militar naciente para evitar cualquier
alzamiento, así la organización militar estaba al servicio o servía de sostén al régimen
gomecista32.
En la época gomecista persistía la participación del estamento armado como un
instrumento político al servicio del hombre fuerte, propio de las ideas positivistas europeas y
reflejadas muy bien en el libro de Laureano Vallenilla Lanz (1994) Cesarismo Democrático,
como fundamento filosófico político del César necesario, del gendarme que debía imponer el
orden, el progreso y la paz a través de un proceso de evolución que permitiera el desarrollo del
pueblo, para que éste estuviera acorde con la forma de gobierno implantada. Es así como las
libertades, los derechos políticos y la disidencia no eran factores que podían tolerarse, esto
sólo traería la anarquía que había producido el importar modelos políticos extranjeros, como
es el caso del Estado liberal para el cual el pueblo venezolano no estaba preparado. ¿Qué papel
jugaba el sector militar durante este período?, ya lo hemos dicho, servía de instrumento
represivo y se encargaba del mantenimiento del orden, pero bajo la dirección del “Gendarme
Necesario”, representado en Juan Vicente Gómez, y no como instrumento del Estado.
31
Un estudio agudo y premiado por la Académica de Historia que permite ahondar en la formación del ejército
nacional del Estado venezolano es el realizado por Ángel Ziems: El Gomecismo y la formación del ejército
nacional. Caracas: Ateneo de Caracas.
32
Se aproximaron los conocimientos sobre el gomecismo por medio de dos entrevistas. La primera al Dr. Ramón
J. Velásquez quien se extendió en explicar el desarrollo histórico del gomecismo. Y la segunda con el General de
División Fernando Ochoa Antich quien por interés personal y por su padre, que como militar vivió la época
gomecista y comprendió bien el papel que la organización militar tuvo para el sostenimiento y el mantenimiento
del régimen en manos fundamentalmente de los tachirenses.
40
En la época posterior al gomecismo la institución militar continuó interviniendo en la
política interna. Los golpes de Estado de 1945, 1948 y 1958 así lo demuestran33, sin embargo,
según lo argumenta Machillanda (1989) hay un “cambio cualitativo y cuantitativo en su
participación, ya no actúan a titulo personal como los caudillos militares del siglo XIX sino
que actúan como una junta militar o junta cívico-militar (p. 46).
Loveman y Davies (1999) desde la perspectiva del militarismo definen claramente el
cambio de la intervención del militar profesional en política con respecto a los caudillos del
siglo XIX y mitad del siglo XX: “el soldado profesional hace énfasis en la educación militar,
la estricta obediencia a la autoridad jerárquica y la subordinación de los deseos personales al
bienestar de la institución militar y la nación. El caudillo, por otra parte, era altamente
individualista y rechazaba toda ley y autoridad que no fuesen las suyas… en contraste con el
soldado profesional nacionalista, la mayoría de los caudillos estaban comprometidos con una
localidad o región”. (p.4).
Esto queda evidenciado con el ascenso a la Presidencia de la República del General
Isaías Medina Angarita, ya no por la vía de las armas, sino apoyado por el estamento militar
como corporación. El 18 de octubre de 1945, una parte de las fuerzas armadas, conjuntamente
con el partido Acción Democrática, realizan un golpe de Estado como mecanismo de cambio
del gobierno constitucional e interrumpen el proceso político que se venía desarrollando. Del
gobierno “cívico- militar” que surge con el triunfo de la “Revolución de Octubre” serán
desplazados los civiles por el golpe militar que interrumpe el período constitucional del recién
electo Presidente Constitucional Dr. Rómulo Gallegos. En una versión autoritario-burocrático
(Collier, 1985) el nuevo gobierno conformado por una Junta Militar estará en el poder hasta el
23 de enero de 1958 bajo el mando del General Marcos Pérez Jiménez. Este período
representa una etapa importante en el desarrollo del profesionalismo militar, la mayoría de las
fuentes históricas reflejan como el presupuesto destinado al sector militar era uno de los más
altos, además de la creación de un conjunto de instituciones que sirvieron de asiento a la
estructura operativa de las Fuerzas Amadas Nacionales.
33
Un enjundioso estudio sobre este período y sus diferentes expresiones de crisis política se encuentra en Andrés
Stambouli Andrés (1980). Crisis política, Venezuela 1945-1958. Caracas: Ateneo de Caracas.
41
A pesar de ello, otro movimiento cívico-militar derroca al General Marcos Pérez
Jiménez, lo que nos lleva a concluir que a lo largo del siglo XIX y la mitad el siglo XX
Venezuela estuvo marcada por la influencia de lo militar y del militar en el Estado
(Machillanda, 1989). Las fuerzas armadas desempeñaron un papel central e importante en la
política del Estado, hasta llegar a límites de ocupar su jefatura. Esta preponderancia no se
debió solamente a la fuerza física que posee el militar, sino que tuvo como un factor
determinante el ascendiente que la propia sociedad le reconoce a las fuerzas armadas. Esta
influencia del militar en la política venezolana, viene a declinar sólo con la caída del General
Marcos Pérez Jiménez, cuando culmina la primera etapa de gobiernos militares en el siglo XX,
y comienza a surgir bajo la experiencia del llamado trienio adeco la evolución del Estado hacia
la conformación de un sistema político tendiente a la forma de gobierno democrático. Según lo
argumentan políticos de la época, como Pedro Pablo Aguilar, a quien se entrevistó
personalmente, existía una gran esperanza en la consolidación de gobiernos de corte civil, se
pensaba que había llegado la época de la salida del gobierno de los militares y que los civiles
se encargarían de la dirección del Estado y el sistema político.
3. El sistema político venezolano de acuerdo de élites
3.1 Sistema político como construcción teórico-analítica
El sistema político como construcción teórica representa una evolución en el análisis de
las instituciones, tradicionalmente los estudios se concentraban en las instituciones formales
de gobierno y la Constitución que producían dichas estructuras, mientras el enfoque de los
sistemas políticos coloca el énfasis en la sociedad y sus demandas ante un conjunto se
subsistemas que se encuentran interconectados y que pretenden dar respuestas a la sociedad
(Easton, 1992).
Si bien existen diversas posiciones teóricas sobre la conceptuación de sistema político,
funcionalista, informática, conductualista, o neoinstitucionalista, nos aproximamos a la
concepción del sistema político como una entidad analítica para el estudio, emanada de la
ciencia política como disciplina que trasciende la noción de gobierno, como afirma
42
Huntington (1997) el sistema político representa un conjunto formado por unas determinadas
instituciones políticas, que tienen unas expresiones formales identificables en el régimen
jurídico, en relación con un cierto nivel de participación que se manifiesta en conductas
observables empíricamente y referidas al ejercicio del poder político por medio de las
instituciones y los actos de gobierno34.
En ese orden de ideas, en esta investigación se parte de una idea sistémica de la vida
política venezolana, es decir, funciona como un sistema en virtud de las permanentes
interacciones e interdependencias entre actores, sujetos a reglas- formales e informales- de
funcionamiento, de cara al hecho fundamental del sistema político que consiste en la
asignación vinculante y colectiva de valores o en palabras de Easton (1992) “asignación
autoritaria de valores”. Estas interacciones e interdependencias en el sistema político toman la
forma de insumos que ingresan a los centros de decisión del sistema en los cuales son
procesadas a través de estructuras de conversión, dando lugar a decisiones y no decisiones,
que se definen como productos o respuestas del sistema. Para procesar los insumos, que se
presentan como demandas o apoyos, el sistema político cuenta con unas capacidades
(materiales e institucionales), unas estructuras de conversión y unas normas o reglas de
funcionamiento, cuyo desempeño desencadena la dinámica política fundamental y, en relación
con la cual, el sistema se informa de cómo se está desempeñando frente al ambiente35.
3.3 Sistema de acuerdo de élites en Venezuela.
En el caso de Venezuela las reglas del ordenamiento socio-político, económico y social
fueron implantadas o propuestas bajo la experiencia del primer ensayo democrático del
llamado trienio adeco 1945-1948 y modificadas de forma más o menos significativa con la
34
Cita tomada del vocablo Sistema Político desarrollado en el Diccionario Electoral de Instituto Interamericano
de Derechos Humanos. San José Costa Rica. IIDH. 2000. Vol. 2. p. 1177-1190.
35
El esfuerzo de síntesis que acabamos de realizar se fundamenta en diversos autores que han desarrollado el
enfoque sistémico. Véase, Bertalanffy (1986), Teoría general de los sistemas, México, D.F.: Fondo de Cultura
Económica; David Easton (1992) Esquema para el análisis político, Buenos Aires: Amorrortu. Ed. Original
1965. Así mismo nos hemos fundamentado en algunos intentos de renovación de la teoría sistémica. Ver
Antonny Giddens, Jonathan Turner y otros (1990), La teoría social hoy. Madrid: Alianza y Peters, Guy (1999).
El nuevo institucionalismo. Teoría institucional en Ciencia Política. Barcelona: Gedisa.
43
caída del régimen burocrático autoritario de Pérez Jiménez a partir de 1958. Siguiendo las
ideas de Juan Carlos Rey (1991) en el trienio adeco se consolidó la idea de centralización del
Estado, se establecieron las bases para la construcción de un orden pluralista y la definición de
los aspectos centrales del modelo socio-económico. El lapso de la dictadura había derogado
estos principios elementales.
Pero el retorno al modelo democrático, significó retomar la vía del pluralismo,
mejorando y tratando de no caer en los errores del pasado, según expresa Kornblith (1998)
estas mejoras se sintetizan en que “la regla de la mayoría como criterio absoluto para la toma
de decisiones fue sustituida o complementada, según las circunstancias, por la regla de la
unanimidad, en los casos en los cuales estaban involucrados los intereses de los sectores
minoritarios pero poderosos, con capacidad para vetar decisiones o amenazar la estabilidad del
sistema” (p.163). El orden resultante luego del largo período de dictadura privilegió el
consenso, la conciliación interélites, la aversión por el conflicto y la aproximación pragmática
a la toma de decisiones. Se construyeron las bases para lograr un consenso social a través del
llamado Pacto de Punto Fijo y para darle estabilidad al sistema democrático naciente, se
consolidó un modelo que ha denominado Juan Carlos Rey (1991) sistema populista de
conciliación de élites, constituido por un complejo sistema de negociación y acomodación de
intereses heterogéneos, en el que los mecanismos de tipo utilitario desempeñaban un papel
central en la generación de apoyos al régimen y, por consiguiente, en el mantenimiento del
mismo (Rey, 1991).
Se suma a lo anterior en concordancia con Rey (1991) Kornblith (1998) y Romero
(1999) un elemento central en la estructuración del sistema político venezolano: la adopción
de un paradigma político basado en la estrategia rentista. Es menester entonces profundizar en
este macroelemento, pues a nuestro juicio sus implicancias trascienden a nuestro contexto
reciente, por ello comenzaremos por aclarar que acogemos la definición de paradigma político
realizada por Offe (1985) quien lo aproxima como un modelo comprensivo de lo que
caracteriza a la política desde la perspectiva de la acción colectiva, y que permite contestar a
cuestiones interrelacionadas como: ¿A) cuáles son los contenidos y temas principales de la
acción colectiva? B) ¿quiénes son los actores y de qué modo actúan sobre los temas?, C)
44
¿cuáles son los procedimientos, tácticas y formas institucionales adecuadas para tratar los
conflictos?36.
El paradigma político en Venezuela, se asume no como una construcción racional,
acabada y calculada en términos de la teoría de la acción colectiva para la toma de decisiones
de los actores políticos, sino como un proceso de elaboración y ajuste permanente entre los
proyectos y las posibilidades o limitaciones propias de la realidad político-social. Sin
embargo, como se afirmó anteriormente la existencia del Pacto de Punto Fijo y el Programa
Mínimo Común37 otorga una aproximación de los elementos definitorios del paradigma
político, como lo son: unos valores fundamentales como el civilismo, populismo-estatismo,
centralismo y rentismo, promovidos por unos actores centrales dentro del sistema, los partidos
políticos y algunas pocas organizaciones sindicales y sociales que tenían como objetivos la
construcción de un gobierno civil por la vía de la democracia representativa, una reforma
social y una industrialización a través de la acción e intervención directa del Estado y la
distribución de la renta petrolera. El paradigma político que se inicia con la generación del 28
y el llamado “trienio adeco” y que prosigue luego en el año 1958 según numerosos estudios38
estaba referido al modelo rentista que pretendía lograr la estabilidad política democrática,
llevar adelante un cierto tipo de industrialización sustitutiva e impulsar una reforma social.
Este paradigma político suponía que el Estado y su clase política -los partidos políticos-,
eran los encargados de incorporar a la sociedad y sus organizaciones, sectores o grupos al
36
Tomado de Clauss Offe (1985) “New Social Movements: Challenging the Boundaries of Institucional Politics,
en Social Research, New york, Vol. 52, Nº 4, Winter, citado por Luis Salamanca en (1997), Crisis de la
modernidad y crisis de la democracia en Venezuela, Caracas: Universidad Central de Venezuela, ILDIS.
37
El Pacto de Punto Fijo es analizable desde el punto de vista de los pactos y el contrato social, ya que estableció
-y la práctica gubernamental lo demostró-, la formula para garantizar deliberadamente las oportunidades de
triunfo en las siguientes elecciones de los que perdieran en ésta, mediante la entrega de mayores cuotas de poder
de las que le correspondería según la “aritmética electoral”, por lo cual se garantizaba a los competidores futuros,
el mantenimiento de las reglas del juego y la defensa del sistema. Por su parte el Programa Mínimo Común
pretendía ser el proyecto realizable por los gobiernos de coalición previstos en el pacto, su contenido era
suficientemente amplio como para ser políticamente atractivo para la gran mayoría de los sectores y las
dificultades podían ser negociadas a partir del desarrollo de los subprogramas en el contexto político oportuno.
Para profundizar en el análisis del estudio del Pacto de Punto fijo se recomienda Juan Carlos Navarro (1988).
Pactos políticos y estilos decisionales: tres teorías frente al Pacto de Punto Fijo y al Pacto Social. Politeia. 12. pp193-220.
38
Para ahondar en el estudio del rentismo véase Asdrúbal Baptista (1984). Más allá del optimismo y el
pesimismo: las transformaciones fundamentales del país; Luis Pedro España (1989). Democracia y renta
petrolera. Caracas: UCAB; Roberto Briceño León (1990). Los efectos perversos del petrolero. Caracas: Acta
Científica Venezolana.
45
circuito rentista, descrito por Salamanca (1997): “la articulación política de una realidad
económica (los ingresos petroleros cuantiosos) con unos efectos socio-económicos (capacidad
de consumo elevado gracias al subsidio generalizado de la actividad económica y social y
desproporcionado de acuerdo a la capacidad productiva general) a través de un conjunto de
decisiones de alta política (llevada a cabo por la dirigencia partidista a cargo de los gobiernos
de turno)” (p. 95). Este circuito estaba ampliamente apoyado en la capacidad de la renta
petrolera y su empleo a partir de la agregación de intereses y la incorporación creciente de
diversos y cada vez mayores sectores dentro del circuito rentista.
Es así como compartimos la idea del rentismo político y no económico o sociológico; ya
que por un lado, el carácter económico no define per se el uso que se le da a la renta petrolera
a lo interno del sistema político, los recursos obtenidos pudieron ser usados de forma distinta,
y por el otro, la tesis sociológica de la difusión social del rentismo como conducta colectiva
pierde de vista el origen de la propuesta política rentista que la dirigencia le hace a la sociedad
por medio de programas concretos para la distribución de la renta expresados en numerosos
subsidios, créditos y condiciones excepcionales,
Es por ello que Rey (1999) afirma, que el sistema político tenía su contraparte medular
en la posibilidad del Estado de ejercer un papel central en la distribución de la renta petrolera a
través de una economía de enclave, que no realizaba una inversión directa sobre el desarrollo
económico y social del país a través de su modernización, sino por el contrario estaba centrada
en un impacto indirecto por medio de la distribución de la renta, es decir, impulsaba la
economía a través del gasto público. Lo cual le daba el rol protagónico de la estructuración
socioeconómica al Estado y le asignaba un papel secundario al sector privado en la activación
de la vida económica. Estas reglas y principios fueron plasmados en la Constitución de 1961
como norma fundamental que establecía la forma de Estado, de gobierno y los elementos que
le darían forma constitucional a un proyecto político, económico y social de largo alcance.
La existencia en el sistema político instaurado a partir de 1958 de tres factores centrales
y su efectiva interacción, a saber, la abundancia relativa de recursos económicos provenientes
de la renta petrolera, con los que el Estado podía satisfacer demandas de la sociedad; un nivel
relativamente bajo y simple de tales demandas que permitió su satisfacción con los recursos
disponibles; y la capacidad de las organizaciones políticas, fundamentalmente los partidos
46
políticos para agregar, canalizar y representar esas demandas, asegurando la confianza de los
representados (Rey, 1991); permitió garantizar a los diversos sectores minoritarios, pero
poderosos que sus intereses no serían afectados por la aplicación de la regla de la mayoría en
la toma de decisiones gubernamentales.
Igualmente, se logró la confianza de la sociedad en los mecanismos de la democracia
representativa mediante el respeto de la regla de la mayoría en la selección de las autoridades
gubernamentales, garantizando la regularidad, la alternabilidad y el respecto a las elecciones.
La estabilidad política, el consenso interélites y la confianza de la población fueron logros de
este modelo (Rey, 1991, Kornblith, 1998)
Para garantizar uno de los elementos centrales del modelo político -que los gobiernos
elegidos por voto popular no fueran derrocados por golpes militares para consolidar la
democracia- los partidos políticos como actores primarios dentro del sistema, definieron una
política militar tendiente a lograr un control civil del militar. Éste se logró a través de una
reorganización del estamento militar y una política dirigida a aumentar la profesionalización y
la misión de la institución armada dentro del sistema político que se iniciaba.
4. Las relaciones civiles-militares en el funcionamiento del sistema político
El ejercicio del poder político en los sistemas democráticos representativos, en la
mayoría de los casos se encuentra a cargo de la clase política enmarcada en un estado de
partidos, es decir, donde los partidos políticos como instituciones de engranaje y procesadoras
de demandas entre la sociedad y el Estado, cumplen una función central.
Como bien se explica en la configuración del nuevo sistema político consociacional o de
acuerdo de elites, una institución que se encontraba entre los factores menos confiables para
lograr la estabilidad y el orden en el sistema político democrático, era el sector militar, debido
a su tradición como mecanismo de intervención y de cambio de gobierno en la historia política
venezolana por medios violentos. Es por ello, que en esta etapa se buscó aumentar la
profesionalización que según plantea Machillanda (1989) en su obra Poder político y poder
47
militar en Venezuela, comienza con la conformación de una nueva estructura constitucional,
ideológica e institucional, donde los líderes políticos deciden que la institución militar debe
estar subordinada al poder político a partir del control civil, pero al estamento militar se le
reserva un espacio de autonomía profesional, desenvolvimiento y caracterización a lo interno
del sistema político y en especial con la sociedad.
Esto se evidencia en políticas militares que permitieron la subordinación del componente
militar al gobierno civil, una de las principales fue la descentralización del poder de decisión
dentro de las fuerzas armadas, o lo que Huntington, ha llamado la división de la unidad de la
autoridad39 del cuerpo de oficiales, mediante el desmontaje de la estructura decisional del
Estado Mayor General, convertido en un órgano asesor bajo el nombre de Estado Mayor
Conjunto, dándole autonomía a las fuerzas en la utilización de los recursos y en el manejo o
empleo de las fuerzas. Esto produjo divisiones intra.-fuerzas (Machillanda, 1989), al no tener
una estructura para dirimir los conflictos, esto quedaba en manos directas del Presidente de la
República quien tenía por primera vez la posibilidad de ejercer control sobre el estamento
militar (Mueller, mimeo)
Dentro de los objetivos políticos acordados y ejecutados por Acción Democrática se
encuentra la limitación del tiempo de servicio a 30 años, como mecanismo efectivo para
limitar el crecimiento de liderazgos dentro del estamento militar, creando un nivel de
competitividad para ocupar los altos mandos de la jerarquía militar y restringiendo la
posibilidad de articular los intereses corporativos en personalidades definidas que se
convirtieran en rivales de los dirigentes civiles.
Otro elemento que jugó un papel importante para el manejo del control subjetivo del
componente militar fue la reincorporación de un considerable número de oficiales, muy
ligados al partido Acción Democrática- que pasaron a ocupar posiciones clave dentro de la
estructura institucional de mando y que fueron ascendidos a las más altas jerarquías.
39
Según Huntington en su estudio sobre relaciones civiles-militares, la unidad de mando se refiere al punto hasta
el cual un grupo dado esta unificado con relación a otro grupo. Esto lo ejemplifica cuando plantea que si el
ejército esta divido en aire, mar y tierra y luego es unificado bajo el mando de un comandante en jefe único, esto
tenderá a aumentar su autoridad con respecto a otras instituciones del gobierno. Por el contrario, si se divide su
unidad de mando se verá disminuida.
48
De esta manera y bajo lo que Machillanda (1989) define como la fase de fusión- fusión
de las relaciones cívico-militares en el sistema político venezolano, se logró una identidad de
propósitos en lo referente al modelo político que se pensaba implantar en el Estado
Venezolano. Sin embargo, es importante mencionar que aunado a estas medidas
reorganizativas de la estructura militar, se encontraba la verdadera intención de profundizar el
carácter profesional del cuerpo de oficiales, lo que se traduce en el mejoramiento de los
elementos constitutivos del profesionalismo en términos de capacidad, corporatividad y
responsabilidad ante la sociedad, pero también por medio de mecanismos utilitarios a través de
la elevación de los niveles de vida del cuerpo de oficiales, asimilándolo a otros sectores de la
sociedad productiva.
El sector castrense experimentó desde los inicios de la democracia un gradual, pero
persistente progreso orgánico y profesional. Este desarrollo se expresó en el mejoramiento de
su equipamiento, en su expansión organizativa, en el desarrollo de nuevas y mejores instancias
educacionales y de formación técnico-profesional y nuevas posibilidades que le otorgó la
legislación sobre seguridad nacional de los años setenta (Agüero, 1993)
Tolo lo anterior se logró gracias a la instauración de cambios en variables institucionales
que definían a las Fuerzas Armadas como no deliberantes, apolíticas y obedientes, y hacia el
interior como corporación profesional, fundadas en la meritocracia, la jerarquía, la
subordinación y la línea de mando. La dimensión ideológica identificó la misión de defensa y
la democracia como valor. Bajo la dimensión institucional se emprendieron un conjunto de
cambios estructurales que regularon internamente la institución armada, pero también entre
ésta y otras instituciones del Estado, configurando el conjunto del sistema de seguridad
nacional.
El sistema institucional legal se contempló con la sanción de la Ley Orgánica de la FAN,
las modificaciones realizadas al Código de Justicia Militar y la Ley de Seguridad Social de la
FAN que daba estabilidad a la carrera militar. La Creación del Consejo Nacional de Seguridad
y Defensa y la Secretaria Permanente del Consejo, sirve de fundamento para definir la
estructura piramidal fundada en la relación jerárquica y disciplinaria que conduce a la
subordinación de las líneas de mando. En la etapa posterior a los años setenta, la
profesionalización del estamento militar avanza progresivamente con el fortalecimiento del
49
sistema educativo que se diversifica y afianza en materias técnico-científicas necesarias para el
manejo más eficaz y racional de la organización compleja encargada del manejo de violencia.
Finalmente, el surgimiento del movimiento subversivo vinculado al contexto político
internacional propio de la guerra fría, la separación del modelo capitalista- modelo comunista
y el triunfo de la Revolución Castro Comunista, se convirtió en una situación geopolítica que
obligó al empleo del militar bajo el principio clausetwiziano y logró su mejor encuadramiento
dentro del sistema político y el control por parte del poder político legítimo, además de
evidenciar de manera operativa el profesionalismo militar, como variable indispensable para la
estabilización del sistema democrático y el apego del sector militar a su función de defensa.
5. Profesionalismo militar en el sistema político venezolano
5.1 La guerrilla castrista
A partir de 1960 surge una nueva amenaza a la estabilidad del Estado y el sistema
político democrático, la inserción y la presencia real de la guerrilla subversiva en América
Latina y con pretensiones ciertas en Venezuela. Este proceso guerrillero estudiado con
detenimiento por el filólogo italiano Luigi Valsalice (1975) en su obra La guerrilla castrista
en Venezuela y sus protagonistas 1962-1969 plantea como los movimientos revolucionarios,
especialmente representados por los partidos Comunista de Venezuela y Movimiento de
Izquierda Revolucionaria, decidieron continuar la acción política por otros medios, como
respuesta según argumentaron los guerrilleros a la política antidemocrática y represiva de un
gobierno que había traicionado las expectativas populares surgidas de la resistencia a Pérez
Jiménez. Estos movimientos guerrilleros según plantea Valsalice estuvieron inspirados en la
revolución cubana, por ende, ésta fue tomada como el prototipo utilizado para la supuesta
liberación e independencia de los países latinoamericanos.
Siguiendo con las ideas de Valsalice, es importante reflexionar sobre como las ideas de
la revolución cubana fueron trasladas en forma directa a la realidad venezolana, sin mayor
50
reflexión sobre las características sociales, económicas y políticas de la sociedad, se toma la
decisión de pasar de la lucha política a la lucha armada, “casi de forma intuitiva, desligada de
un examen de la realidad” (p. 13) Prosigue el autor “obedece, entonces, no a las realidades
efectivas, sino a la voluntad individual de quienes, en una nueva edición del voluntarismo,
responden a un anhelo revolucionario, casi inconsciente, confuso en su objetivos” ... “este
salto cualitativo es, entonces, el eslabón entre el concepto, o el mito, de la “esperanza”, nacida
en Cuba, y el “revolucionarismo” latinoamericano” (p. 14).
Los planteamientos de la revolución cubana, fundamentalmente inspiradas en los
conceptos teorizados por Guevara: “a) las fuerzas populares pueden ganar una guerra contra el
ejército; b) no es necesario esperar hasta que se den todas las condiciones para hacer la
revolución: pueden ser creadas por la insurrección; c) en la América subdesarrollada el campo
es la zona fundamental para la lucha armada, además, d) el núcleo guerrillero es la verdadera
vanguardia de la revolución socialista y por ende la clase del partido revolucionario”
(Guevara, 1960, p. 3 citado por Valsalice) 18-19), se trasladaron en forma de mimesis a la
guerrilla venezolana. Sólo que una suerte de ordenes diferentes propino un fracaso a la lucha
armada quien tuvo que observar la consolidación de la democracia occidental en Venezuela.
Según el autor un elemento fundamental para el fracaso de la lucha armada y la consolidación
democrática, que además representa un caso paradigmático en América Latina, fue la
intervención del estamento militar que logro a través de su apresto operacional vencer a la
guerrilla en el plano militar y colocarla en la mesa de negociación política.
5.2 El estamento militar profesional operativo y la guerrilla castrista.
Sí se parte de la noción más básica de profesionalismo militar en términos de cualquier
tipo ideal de profesión, es decir, destreza (o conocimientos profesionales) corporatividad y
responsabilidad; dedicación exclusiva a la experticia en el dominio sobre la violencia
mortífera y utilización de esa habilidad para proporcionar seguridad al Estado,
fundamentalmente con un compromiso profesional conformado por una ética que refleja un
conjunto de valores y actitudes cuidadosamente inculcados para conformar una mentalidad
51
militar fundamentalmente realista y conservadora (Huntington). Debemos afirmar con cierta
contundencia que la experiencia del proceso antisubversivo demostró el profesionalismo
militar del estamento castrense venezolano, pues éste fue puesto a prueba ante una amenaza
interna y logró vencer militarmente a la guerrilla, preservando la estabilidad, el orden y el
sistema político democrático. Por ello esta etapa es definida por Machillanda (1989) como
profesional, cuando afirma “el rol de los militares dentro del gobierno del año 62 y a partir de
allí hasta 1973 (cuando comienza el proceso de pacificación) era muy claro, en cuanto a que se
concernía a las operaciones militares antisubversivas y a la acción educativa subrural,
denominada acción cívica.
Clásicamente el militar cumplía el corolario de la subordinación del componente militar
al poder político, pero con el surgimiento de una amenaza interna, surgió la autonomía del
militar en su esfera: las operaciones anti-subversivas, convirtiéndose en un problema operativo
y estratégico militar. Es decir, el estamento militar ejerció la autonomía que permite el control
objetivo y la tesis profesional a partir de una esfera de facultad en cuanto a las decisiones de
carácter netamente militar. Por ende la política y la estrategia estaban solapadas, la primera,
definía los objetivos políticos que se perseguían con la guerra y la segunda defina los objetivos
militares que se querían conseguir en la guerra (Clausewitz).
El sector castrense del Estado logró obtener el triunfo militar, al privilegiar el principio
operativo y doblegar la voluntad del enemigo o en términos de Clausewitz, cumplió con la
segunda acción recíproca, es decir, ganar la guerra y establecer la paz. El Presidente Caldera
representante del poder político en una decisión política todavía no bien estudiada y analizada
en sus impactos, realiza el Decreto de pacificación en el año de 1973, propiciando el
rencuentro entre la elite política de los partidos dominantes y los exguerrilleros, sometidos al
estado de derecho como consecuencia del éxito político-militar del estamento armado y a la
aplicación del principio operativo.
Estas experiencias en el área propiamente militar permitieron que para finales de la
década del setenta y principios del ochenta, las fuerzas armadas venezolanas fueran ya un
formidable complejo organizativo, preparado para las misiones de soberanía territorial acordes
52
con las amenazas percibidas en el entorno vecinal y caribeño40, un ejemplo claro de ello fue el
caso de la incursión de la Corbeta Caldas colombiana en aguas marítimas venezolanas, que
produjeron una respuesta inmediata del poder político para la movilización de la organización
militar y en 48 horas se alcanzó la movilización de los componentes terrestre, navales y aéreos
a las zonas fronterizas con Colombia, obligando al gobierno colombiano a abandonar sus
pretensiones sobre el territorio venezolano. Ésta es quizás la más sólida demostración de
profesionalismo operativo del estamento armado venezolano.
Las relaciones civiles- militares de ese período estuvieron marcadas por el cumplimento
de las tareas de defensa, manteniendo el poder político el ejercicio del gobierno y aplicando el
control civil democrático de las Fuerzas Armadas y el profesionalismo militar. Así las
relaciones civiles-militares entendidas como relaciones de poder entre el poder político y la
élite militar privilegiaron el principio operativo del componente militar, disminuyendo el
principio administrativo. El poder político igualmente propició que se generara consenso con
relación a temas que el estamento militar consideraba centrales como los problemas
fronterizos y algunos asuntos referidos a la política exterior. En cuando a los mecanismos de
control civil sobre el militar, la elite política partía de la concepción liberal de las relaciones
civiles-militares en tanto que asumía el conflicto latente entre ambos sectores, el político y el
militar, por ende por medio de la profesionalización buscó que la estructura militar no
interviniera en la política venezolana. Aunque los políticos plantean la existencia de cierto
tutelaje militar a lo largo de la historia política venezolana, también coinciden que fue este
período marcado por la guerrilla y las amenazas externas de los conflictos carolingios o no
resueltos41 cuando el estamento militar ciertamente cumplió con sus funciones operativas y
dejó la planeación política al gobierno, siendo fiel a los principios de subordinación, disciplina
y obediencia.
40
Elsa Cardozo de Da Silva, Venezuela: potencia media en el Caribe?, en Andrés Serbin, ed. Venezuela y las
Relaciones Internacionales en la Cuenca del Caribe, Caracas, ILDIS/AVECA, 1987; Andrés Serbin,
Caribbean Geopolitics: Towards Security Through Peace? (Boulder: Lynne Rienner, 1991); Aníbal Romero,
"La situación estratégica de Venezuela", Ciencia Política, N 14, tercer trimestre, 1986; Judith Ewell, "The
Development of Venezuelan Geopolitical Analysis since World War II", Journal of Interamerican Studies and
World Affairs, 24,3, 1982; Andrés Serbin, "Percepciones de amenaza y equipamiento militar en Venezuela",
Papeles del INVESP, 010-010-1989.
41
Utilizo la expresión de conflictos carolingios o no resueltos acuñada por Kaldone Nweihed (1999). Frontera y
límite en su marco mundial. Una aproximación a la “fronterología”. Barutá. Equinoccio. Universidad Simón
Bolívar.
53
A partir de la eliminación de la amenaza interna y la superación parcial por vía
diplomática de las amenazas externas a la seguridad, debía producirse una nueva definición de
las misiones del sector militar de acuerdo a la evolución del sistema político y el sistema
internacional y regional. Pero la crisis económica de la década del 80, el fracaso en la
aplicación del llamado consenso de Washington, la pérdida sistemática de apoyo al sistema
político traducido en niveles de abstención, anomia y baja participación ciudadana en el
espacio público, postergan estas tareas y la crisis política fue inminente.
54
CAPÍTULO III
LA CRISIS DEL SISTEMA POLÍTICO Y LAS RELACIONES CIVILESMILITARES
1. Aproximación
Un estudio sobre el sistema político democrático venezolano a partir de los años setenta
nos arroja una cifra sorprendente de libros, revistas, ensayos y artículos que avalaban la
existencia de una crisis política generalizada42. El vocablo crisis era –a nuestro juicio sigue
siendo- la palabra más usada por nuestros intelectuales, políticos, periodistas y sociedad en
general, por ello su definición se hace difícil pues el término está cargado de connotaciones y
uso tan cotidiano, trivial y a veces abusivo que parece que aludimos a una realidad que no
cambia, constante y siempre presente para cualquier contexto y situación. Sin embargo, debido
a la trascendencia teórica y práctica del término en nuestra realidad política, merece ser
estudiado para explicar en qué consiste la mencionada crisis.
Este capítulo analiza las diferentes expresiones de crisis del sistema político venezolano,
haciendo uso de las herramientas teóricas del enfoque politológico y sistémico, especialmente
en una dimensión de crisis del sistema populista de conciliación de élites en sus variables
estructurales. Posteriormente se hará énfasis en la situación generada por la intervención de los
42
Juan Carlos Rey (1991), La democracia venezolana y la crisis del sistema populista de conciliación, en Revista
de Estudios Políticos, Nª 74, Madrid.; Aníbal Romero (1994), Crisis y decadencia de la democracia en
Venezuela. Caracas: Panapo; Arturo Uslar Pietri (1992), Golpe y Estado en Venezuela, Bogotá: Norma;
Miriam Kornblith (1998), Venezuela en los 90, las crisis de la democracia. Caracas: UCV. IESA. Andrés
Stambouli (1993), “Déficit democráticos y gobernabilidad en el sistema político venezolano”, en Carlos Blanco,
Venezuela del XX al siglo XXI: un proyecto para construirla, Caracas: Nueva Sociedad. Ángel Álvarez
(1992), Crisis Política y Solución Constituyente, en Politeia Nº 15. Instituto de Estudios Políticos, Universidad
Central de Venezuela; Carrera Damas /1993) Reformulación del Proyecto Nacional Venezolano desde una
perspectiva histórica, en Carlos Blanco, Venezuela del XX al siglo XXI: un proyecto para construirla,
Caracas: Nueva Sociedad. Luis Salamanca (1997), Crisis de la modernidad y crisis de la democracia en
Venezuela, Caracas: Universidad Central de Venezuela, ILDIS.
55
militares en la política a través de los golpes de estado del 4 de febrero y 27 de noviembre de
1992 como un hecho deslegitimador del sistema democrático, más aún por los efectos
producidos en el profesionalismo militar y en las relaciones civiles-militares manejadas
durante el modelo consociacional o de acuerdo de élites.
2. Marco conceptual de la crisis del sistema político
Durante las últimas tres décadas se ha avanzado hacía una politología de la crisis, en
particular de la crisis de la democracia. La literatura desarrollista, optimista y confiada en las
décadas precedentes, dio paso a otra preocupada por la ruptura del consenso, el pesimismo
sobre los avances de la democracia, la sobrecarga, la ingobernabilidad, la anomia y la
declinación de la autoridad gubernamental. En ese contexto, el análisis de la crisis alcanzó un
lugar privilegiado que se traduce en que la mayoría de los estudios se enfocan en el
desempeño de los gobiernos, sus acciones asertivas o fracasadas. Pero esta misma profusión
de estudios, análisis y hasta el uso en lenguaje coloquial del término, hace difícil la definición
teórica sin que entren en juego las cargas valorativas, impresiones y connotaciones diversas
que ha planteado el término como un objetivo político con efectos, por ello, compartimos la
idea de la teoría sistémica, de que cualquier anomalía o desajuste en el sistema político no
implica necesariamente una crisis.
Según Rodolfo Masías Núñez (2003) en su artículo Sobre el concepto de crisis en las
ciencias sociales, el concepto de crisis expresa en una serie de mutaciones significativas de la
sociedad, de sus procesos o de sus instituciones. Estas se pueden agrupar en tres categorías. La
primera noción de crisis tiene que ver con la “cesación del funcionamiento o comportamiento
acostumbrado” (considerado normal) de la sociedad, de una parte, ámbito o sección de ella. Es
la que más se parece a un colapso. El Estado deja de cumplir sus funciones de promoción
social abruptamente, los partidos dejan de representar, los sindicatos no salen más a las calles
(p. 11). La crisis de este tipo es parálisis y ruptura, la sensación es la de desplome, asevera al
autor.
56
El segundo tipo de crisis pone énfasis no en la parálisis sino en el cumplimiento de
funciones institucionales diferentes a las usuales o consideradas normales. Los partidos actúan
como empresas, los policías roban, los militares son políticos, los medios de comunicación
reemplazan a las escuelas. Es decir, hay crisis cuando los ámbitos de acciones establecidos son
invadidos o se borran, lo que genera la sensación de confusión y anarquía, trastrocamiento,
invasión de competencias, perdida de contornos y fueros de acción (p. 12).
El tercer modelo se refiere a la generalización de comportamientos anómalos y una
situación de desestabilización permanente. La crisis se expresa así como desborde, aumenta la
criminalidad, el alcoholismo y el consumo de drogas, las instituciones ingresan en la misma
situación de cese. Igualmente puede ocurrir que el trastrocamiento de funciones se presente
por doquier. La sensación es la de una plaga o una peste (p. 13).
Como veremos en el desarrollo de este capítulo, los tres tipos de expresiones se dan en
el contexto de la crisis del llamado sistema de conciliación de elites, especialmente a partir de
la década de los ochenta y noventa.
De igual forma es pertinente agregar para efectos del posterior análisis de la realidad
venezolana, los elementos conceptúales de la teoría sistémica que plantea que la crisis se
presenta como una crítica al modo de funcionamiento habitual del sistema político y en ese
sentido se convierte en el indicador de que ha llegado el momento de redefinir y rediseñar las
herramientas e instrumentos habituales (reglas de juego y mecanismos de conversión) y el
cambio del paradigma político (valorados en términos de Offe43) que han guiado la forma de
gobierno y la acción colectiva.
Siguiendo con la perspectiva sistémica, frente a una crisis la condición del gobierno
dentro de la sociedad como decisor colectivo, asignador de valores y perseguidor de metas
nacionales, plantea problemas de posibilidades y de capacidades que tienen que ver con la
coordinación, la distribución y la justicia, al igual que con el manejo de los recursos casi
siempre escasos. Por ello, Easton (1992) afirma que un sistema político está en crisis cuando
las posibilidades para resolver problemas son menores con relación a la cantidad y calidad de
43
Los postulados de Offe sobre el paradigma político fueron esgrimidos en este trabajo de grado en el Capítulo
II, ver pp. 44-45.
57
problemas o demandas que tiene que enfrentar. El límite crítico de un sistema se da entonces
cuando el conjunto de tensiones lo empujan a una situación de inoperatividad y predomina la
imposibilidad de sus miembros para fijar objetivos nacionales y su escollo para hacerle frente
al conjunto creciente de demandas del colectivo. Esto produce al sistema político una
compleja circunstancia de perturbaciones y tensiones que de no ser resueltas a tiempo, lo
empujan hacia el “límite crítico”, que puede desbordar el patrón normal de funcionamiento, o
como dice Habermas (1975) el “margen de tolerancia” dentro del cual puede funcionar
normalmente un sistema “sin que su patrimonio resulte amenazado críticamente” (p. 22).
Así los sistemas políticos deben resolver sus agendas no resueltas para evitar la
saturación o sobrecarga de problemas frente a las cuales vaya perdiendo progresivamente
capacidad de respuesta, por la falta de institucionalidad, eficacia y subcapacitación por parte
de los distintos subsistemas para dar respuesta a las demandas del colectivo.
La crisis sistémica es entonces, un estado en el cual el mal funcionamiento de una
unidad del sistema (subsistema) lleva al mal funcionamiento de otras. Esto debido a que los
problemas de los entornos del sistema político exceden sus propias capacidades de respuesta y
los subsistemas carecen de dinamismo para soportar al sistema político, y por el contrario se
convierten en cargas permanentes.
Ahora bien, no se quiere caer aquí en la sobredeterminación teórica propia del
objetivismo de la tendencia sistémica y estructural, donde los actores dejan de tener
importancia, pues el sistema determina, crea y resuelve sus propios escollos de crisis; donde la
crisis no tiene responsables directos, sino que se es victima de las perversiones,
contradicciones y disfuncionalidades que el propio sistema puede producir.
No se debe olvidar, y para efectos de este trabajo de grado así se afirma, que la crisis es
también una construcción social subjetiva y, por ende, relativa a cada contexto y a los actores
involucrados, lo que en la sociedad se presenta como diversas sensaciones y conceptuaciones
sobre el mismo problema; diversas percepciones sobre sus perjuicios y calamidades. En
épocas de crisis como bien lo plantea Masías Núñez, “hay quienes tienen mucho que perder,
otros todo por ganar y hay muchos otros para los que las cosas son siempre las mismas. La
58
peor falla que se puede cometer en el estudio de las crisis tal vez sea homogeneizar sus
consecuencias y manifestaciones.
En el caso que nos ocupa se tratará de hacer uso de los conceptos antes esgrimidos pero
esforzándonos en darle el peso a los diferentes acontecimientos históricos que podrían aludir
la existencia de tal fenómeno en Venezuela, en una perspectiva temporal, con unos actores
específicos que son expresión de la crisis, con unos elementos que podrían constituirse en las
causas o productores de la crisis; de forma que no se plantea la crisis como una situación
permanente, sino expresión de un modelo que tuvo cierto grado de estabilidad, orden y
funcionalidad y que con el tiempo y producto de acciones específicas de los actores
involucrados fue cambiando, perdiendo vigencia y por ende expresó un orden de cosas que
puede caracterizarse en diversas formas y expresiones, como veremos seguidamente.
3. Crisis del sistema político de acuerdo de élites.
Resulta interesante constatar algunos hechos históricos en la realidad política
venezolana, a partir de las construcciones teóricas esbozadas precedentemente, en el período
posterior a la pérdida de estabilidad política, el descubrimiento de una baja calidad
institucional y un marcado disenso político y social. Desde la perspectiva histórica en sólo un
quinquenio (1989- 1993) podría enumerar varios eventos críticos: el anuncio y puesta en
marcha de un severo ajuste económico en 1989; el estallido social del 27-28 de febrero de
1989; los dos golpes de estado en febrero y noviembre de 1992; el fracasado intento de la
reforma constitucional de 1992, la decisión de la Corte Suprema de Justicia del 20 de mayo de
suspender de sus funciones al Presidente Carlos Andrés Pérez para dar curso a su juicio por
peculado y malversación de fondos públicos y la presidencia provisional de Ramón J.
Velásquez.
Como se describió anteriormente, la crisis general o global de un sistema político es más
que la expresión de ciertos conatos de crisis o anomalías, sin desdeñar obviamente que
contribuyen a generar una lógica desencadenante que aumenta potencialmente la crisis global,
59
debemos avanzar en las raíces estructurales y no coyunturales de la crisis venezolana. Existen
diversas interpretaciones sobre los elementos que configuraron la crisis. Un buen esfuerzo de
síntesis es el realizado por Escobar Salom (2006) en Los demonios de la democracia al
plantear que el sistema político instaurado a partir de 1958 se fue aniquilando y hasta
envejeciendo, enumerando sus causas como sigue:
1) No se desarrollo institucionalmente la constitución. Se dejaron de aprobar las
leyes que la complementaran; 2) la pereza judicial impidió que se desarrollará la
jurisprudencia. La Corte Suprema de Justicia la mayor parte del tiempo careció de
liderazgo intelectual y de presencia activa para estimular las bases éticas de la
legalidad; 3)los partidos políticos, los gremios y los sindicatos impidieron el
funcionamiento normal de las instituciones; 4)se pensó que la salud de la
democracia dependía solamente de la normalidad de los calendarios electorales y
de la sucesión ordenada de poder; 5) los modelos de sustitución de importaciones,
la anarquía poblacional, la urbanización anárquica, alteraron la relación de la
ciudad con el territorio; ... 8) la corrupción se hizo conspicua y ubicua haciendo
que la democracia y las instituciones perdieran prestigio... 9) parálisis de la
circulación intergeneracional, crisis de renovación, oxigenación y ventilación; 10)
destrucción del Estado por incompetencia y corrupción. La constitución se quedó
sola sin el Estado (pp. 32-33)
Estas causas parecen resumir muy bien las expresiones de la crisis, pero éstas tienen un
desarrollo dentro de factores que se convierten en variables estructurales que hicieron que la
crisis se expresará en forma generalizada, en las dimensiones esenciales que definen un
sistema político medianamente estable y perdurable en el tiempo. Los cuatro elementos que a
nuestro juicio constituyen los factores centrales de la crisis sistémica de la democracia
venezolana son: la crisis del rentismo como paradigma político, la pérdida creciente de la
institucionalidad, la crisis de legitimidad, y finalmente, la crisis militar con la pérdida
consecuente del llamado control civil. Por ello, se puede afirmar que la crisis del sistema
político venezolano no era parcial sino general o global. La crisis venezolana era del sistema
total de instituciones, de sus actores, de su funcionamiento y de sus resultados.
60
3.1 La pérdida del paradigma político del rentismo
En primer término, puede afirmarse que el sistema político venezolano entró en crisis a
partir de 1979 cuando sus líneas maestras esbozadas desde 1958 en el Pacto de Punto Fijo -la
democracia representativa con predominio de los partidos políticos como vehículo
fundamental para la articulación de demandas y representación de intereses y el modelo
industrial sustitutivo a través de la renta petrolera- comienzan a debilitarse y agotarse. La
crisis se va modelando entonces en los aspectos económicos (el agotamiento del modelo
sustitutivo), podría tomarse el famoso “viernes negro” de febrero de 1983 como el momento
simbólico en el cual quedó evidenciado el agotamiento temporal y cíclico de la economía
petrolera como pilar básico de la democracia venezolana.
Es fundamental dimensionar que una de las características más importantes del Estado
venezolano desde el primer tercio del siglo XX hasta nuestros días es la de ser un Estado
petrolero44. De allí que la industria petrolera tenga una importancia central en la forma en la
que se establecen las relaciones en la sociedad, y entre ésta y el Estado, con sus condicionantes
políticos, económicos y sociales. El auge de la renta de forma inusitada en 1974 cambió la
tendencia al agotamiento del modelo de sustitución de importaciones, ésta se había llevado a
cabo sin ningún plan previo y selectivo, pues tal como ha sido ampliamente discutido por
Emeterio Gómez, no se establecieron las ventajas competitivas o comparativas en términos del
mercado internacional y la complementariedad e integración entre los distintos sectores de la
producción, lo que construyó un empresariado dependiente de los subsidios gubernamentales y
sin capacidad, calidad y costos para competir en el mercado internacional. La articulación
económica se mantuvo concentrada en el sector más fuerte, el petrolero, lo que impidió
romper con la dependencia. Cuando la expansión económica comienza a declinar y se
realizaba un esfuerzo por superar el anterior modelo económico, surge el nuevo auge
petrolero. El valor de la exportación del crudo venezolano pasa de 3.02 dólares por barril en
44
Para ahondar en los efectos de la economía petrolera en Venezuela, se recomienda Baptista, Asdrúbal (1984).
Más allá del optimismo y el pesimismo: las trasformaciones fundamentales del país. En Moisés Maim y
Ramón Piñango (eds.) El caso Venezuela. Una ilusión de armonía. Caracas: IESA, 1988, pp. 20-41. Espinasa,
Ramón (1988). A sesenta y dos años de “Sembrar del petrolero”. Evolución de la política petrolera nacional, en
Asuntos CIED, 3, año 2, pp. 97-106. Toro Ardí, José (1992). La utopía keynesiana. Una visión general: 19361992 en Venezuela, 55 años de política económica, Caracas: Panapo.
61
1972 a 14.39 en 1974, lo que representa un incremento del 474%. Venezuela aumenta su
presupuesto nacional (sólo en Administración Central) de 15 mil a 42 mil millones de
bolívares. Entre 1973 y 1984 el país obtuvo por ingresos petroleros más de 200 mil millones
de dólares – la inversión del Plan Marshall para la reconstrucción de Europa después de la
guerra fue de alrededor de 10 mil millones de dólares-.
Es por ello que Purroy (citado por Romero, 1994)- afirma como la dependencia petrolera
del país ha ido en aumento “los ingresos petroleros representaban 46% de los ingresos fiscales
ordinarios, en 1970 ese porcentaje asciende a 60% y en 1990 ha alcanzado el record histórico
de 80%. Irónicamente ese record se obtiene después que supuestamente el saneamiento fiscal
era un objetivo central. Y prosigue: “¿Por qué es tan contraproducente y peligrosa esta
altísima dependencia de los ingresos fiscales petroleros?. Sencillamente porque la
inestabilidad de los recursos públicos, derivada de la inestabilidad inherente al mercado
petrolero, causa severos daños a la economía. Tasas excesivas del ingreso ocasionan
congestionamiento, despilfarro y fuga de capital, ya que la capacidad de absorción de la
economía tiene limites bien definidos. Descensos bruscos, por el contrario, generan deterioro
de los servicios del Estado, déficit fiscal, inflación y pobreza. Por si esto no fuera suficiente, la
inestabilidad suele agravarse luego por efecto de las nefastas políticas económicas de los
gobiernos, que en vez de ser encíclicas terminan por reforzar procíclicamente los vaivenes
petroleros” (p. 64-65).
Es decir, volviendo sobre nuestra idea sobre el rentismo político, los errores y
desaciertos del sistema político de acuerdo de elites, no son a nuestro juicio el resultado
ineludible de la lógica de un Estado petrolero, sino más bien el producto de las decisiones
tomadas dentro de las restricciones y oportunidades de este tipo de Estado. Con esto se quiere
afirmar que no se apoya el determinismo petrolero, sino que creemos en el papel que tiene la
clase dirigente para contrarrestar y revertir, la dependencia rentista del aparato productivo y la
sumisión paternalista de la población (Romero, 1994, p. 65).
El desplome del paradigma rentista que funcionaba como sostén de la operatividad
institucional, produce una pérdida de los sectores políticos ante la reducción financiera y un
cuestionamiento severo de índole político y social sobre el modelo rentista, que desencadena
múltiples consecuencias utilitarias y funcionales, que tienden a erosionar las expresiones del
62
paradigma político rentista, es decir, el modelo de Estado, el tipo de partido político, los
valores que se consideraban dignos de alcanzar a través de éstos, con la consecuente
disminución de la eficacia del sistema político en la producción de resultados (Salamanca,
1997, p. 97). Estas expresiones coinciden con la definición Eastoneana de que un sistema
político se encuentra en crisis cuando está imposibilitado para dar respuesta a las diversas
demandas provenientes del sistema social e internacional.
Esta imposibilidad de dar respuesta a las múltiples demandas del sistema social, está
mediada por la falta de eficacia, eficiencia y efectividad en el desempeño operativo de las
instituciones centrales del sistema político, lo que nos lleva a afirmar la existencia de una
crisis de cesación del funcionamiento o comportamiento acostumbrado de las instituciones y la
sociedad en general, como se explicó anteriormente.
3.2 La crisis institucional
La crisis política general se expresa no sólo en los aspectos operativos del sistema
político, en términos de los mecanismos de funcionamiento y resultados, sino
fundamentalmente a partir de una pérdida creciente de la institucionalidad debido al bajo
desempeño operativo de las instituciones fundamentales del aparato estatal.
Si entendemos la institucionalidad como el proceso por medio del cual “una práctica u
organización se convierte no sólo en bien establecida y ampliamente conocida, sino
universalmente aceptada y donde los actores desarrollan expectativas, orientaciones y
conductas basadas en la premisa que ésta práctica u organización existirá en un futuro de largo
alcance, al aplicar al campo político la institucionalización significa que los actores políticos
tienen expectativas claras y estables sobre la conducta de otros actores” (Mainwaring, 1999, p.
25-26), este proceso en el sistema político venezolano fue perdiendo vigencia y las reglas
institucionales pactadas en Punto Fijo, así como los principales valores promovidos por este
modelo perdieron validez.
63
Pero la crisis institucional tiene también una dimensión en términos de funcionamiento
del sistema, ya que en Venezuela la crisis institucional se expresó, por una parte, a través del
desfase del establecimiento institucional con las nuevas demandas y realidad surgida posterior
a 1979 con los cambios que el sistema y sus entornos socioeconómicos. Y por otra parte, como
des-institucionalización, es decir, como pérdida de funciones y capacidad institucionales
previamente existentes.
Esta pérdida de institucionalidad o des-institucionalización aumentó exponencialmente
las críticas a los principales actores del sistema y los valores que propulsaban, e incluso en un
proceso de hipercrítica generalizada y potenciada en suma medida por los medios de
comunicación y sectores políticos más radicales de los años noventa, la crisis se comienza a
expresar en una pérdida de legitimidad profunda de la democracia como forma de gobierno.
3.3 La crisis de legitimidad
Pasemos entonces a describir el tercer elemento definitorio de la crisis. Bien sea que
entendamos la democracia en términos estrictamente políticos, es decir, como un mecanismo
para elegir a quienes gobernaran sujetos a unas reglas de funcionamiento y con unas garantías
institucionales para darle competitividad y libertad al sistema de forma que todos los que
quieran puedan competir; o que se le defina sociopolíticamente como, la forma de vida más
apta para responder a las preferencias de los ciudadanos, sin establecer diferencias políticas
entre ellos, a través de una serie de garantías institucionales; en Venezuela la crisis de la
democracia se expresó en sus dos acepciones. En una crisis de efectividad en la capacidad para
capitalizar la preferencia de los ciudadanos y en una crisis subjetiva, debido a las creencias
que sostienen a la misma y que llevan a los ciudadanos a alejarse de la política, en particular
del acto electoral. La crisis de la democracia así definida, se manifiesta como una crisis de
legitimidad.
La legitimidad la entendemos como un pronunciamiento subjetivo del individuo y los
sectores socio-políticos, acerca de la deseabilidad de ciertas instituciones políticas como las
64
más apropiadas para garantizar un régimen político (Bobbio, 2002, p. 862). En Venezuela, una
revisión de los datos oficiales referidos a los niveles de apoyo y los niveles de abstención
comparativamente, demuestran como se observa en la Tabla 4 y 5 la disminución considerable
de la valoración del sistema democrático como modelo deseable.
Tabla 4: Tasas de Abstención Electoral
Elecciones
Presidenciales
Municipales
1.968
12
-
1.973
10
-
1.978
12
-
1.979
-
27
1.983
12
-
1.984
-
40
1.988
18
-
1.989
-
54
1.992
-
51
1.993
49
-
Fuente: Consejo Nacional Electoral
Durante los años noventa se expresó una crisis en las cuatro dimensiones de legitimidad:
primero, la legitimidad de origen, vinculada directamente al problema de la representatividad,
cuestionada por los niveles de abstención y las criticas a la falta de competitividad del sistema
electoral, expresión de ello los datos que abalan la conversión del apoyo de la sociedad a los
principales partidos políticos por partidos no tradicionales, ver el Gráfico 1 y Tabla 4
65
Tabla 5: Resultados en Elecciones Presidenciales 1959-1993
Partido
Años electorales y porcentajes obtenidos
Tipo de Voto
AD
Presidente
Congreso
1958
1963
1968
1973
1978
1983
1988
1993
49.5
49.4
32.7
32.6
27.5
25.6
44.4
42.8
43.3
39.7
56.7
49.9
52.9
43.24
23.6
28.8
15.2
15.2
20.2
20.8
28.7
24.0
33.8
30.2
46.7
39.8
34.5
28.7
40.2
31.3
27.7
27.2
0.4
1.7
21.9
19.6
2.7
10.2
10.6
12.0
COPEI
Presidente
Congreso
LCR
Menos
de 1.
Presidente
Congreso
MAS
Presidente
Congreso
4.2
5.3
6.2
9.5
5.7
9.8
Convergencia
Presidente
Congreso
17.0*
12.4
Votos por la candidatura de Rafael Caldera
Fuente: Samuel Pérez (1996), Los partidos políticos venezolanos II. Caracas: Centro
Gumilla.
Gráfico 1: Votos candidatos: AD, COPEI y Otros (Período 1958-1993)
60
50
40
AD
30
COPEI
20
Otros
10
0
1958 1963 1968 1973 1983 1988 1993
Fuente: CSE: Los partidos políticos y sus estadísticas electorales 1946-1984 (1987) CNE:
Elecciones 1993.
66
La legitimidad de funcionamiento en segundo lugar, se traduce en el grado de aceptación
de los procedimientos para la toma de decisiones y muestra su perversión a través del
centralismo, el partidismo y el cogollerismo. En tercer lugar, la legitimidad de resultados,
vinculada con el grado de satisfacción de expectativas en términos de demandas y productos o
resultados del sistema, tiene una especial caída en el caso venezolano donde la distribución de
recursos y bienes públicos parten de él. Finalmente, la legitimidad simbólica vinculada a los
valores y la cultura política, es definitivamente un factor central en la expresión de la crisis
global y sistémica. Para reflejar la crisis de esta última expresión de la legitimidad nos
permitimos citar in extenso a Romero (1999) quien plantea la tesis sobre la mitologización del
pueblo democrático y la cultura política de los venezolanos de la siguiente forma:
Para un gran número de venezolanos la democracia, lejos de ser asumida como un
valor en sí misma, es crecientemente juzgada en términos utilitarios, y puesta en
conexión con un conjunto de creencias “mitológicas” que oscurecen, en lugar de
aclarar, la realidad circundante y sus implicaciones sociopolíticas. Dicho de otra
manera, a diferencia de las sociedades democráticas avanzadas, donde las
condiciones institucionales generan “un compromiso espontáneo que garantiza la
coexistencia entre capitalismo y democracia”, en nuestro contexto, por el
contrario, la democracia y la libertad ni emergen espontáneamente ni se
solidifican como valores normativos, ni se convierten en una “segunda
naturaleza” y en una experiencia histórica sedimentada en la conducta y visión de
los ciudadanos. Democracia y libertad, en nuestro medio, son conquistas
esencialmente frágiles, débiles tallos que asoman ligeramente la cabeza por
encima de un territorio abonado por una historia de autoritarismo y una cotidiana
realidad de violencia e irrespeto a los derechos de todos (p. 23).
Si a ello se añade como explica Marta Sosa (1993), que “en el populismo democrático
lo primordial es la capacidad distribuidora más que la productiva, o la asignación de
beneficios más que eficiencia, tenemos la clave para entender la gradual debacle del liderazgo.
Sencillamente porque su experiencia era la de gerentes del clientelismo más que la de
decisores políticos” (p. 35).
Esta generalizada crisis política demostró la debilidad de la democracia y sus
elementos fundamentales como forma de gobierno. Un evento detonante de la crisis y factor
67
fundamental para el mantenimiento de la democracia, como bien expresa la literatura sobre la
consolidación democrática, es la existencia de una organización militar bajo el control civil y
la imposibilidad de que puedan aumentar su autonomía militar-política como para determinar
al poder político o suplantarlo por la vía de la violencia. Esta variable se aprecia nuevamente
en la escena política venezolana en el año 1992. La organización militar que había demostrado
en la época de los inicios del sistema político democrático su acoplamiento, institucionalidad y
profesionalismo apegado al orden constitucional, dejó ver a partir de las intentonas golpistas
del 4 de febrero y 27 de noviembre de 1992, la incertidumbre y la debilidad de la democracia,
fundamentadas en la falta de un control civil y el manejo de unas relaciones civiles-militares
alejadas del profesionalismo.
4. El subsistema militar en la crisis política venezolana
El subsistema militar viene dado por el conjunto de interacciones para el cumplimiento
de las acciones sociales realizadas por el sector militar. Estas acciones sociales permiten a los
individuos militares entablar diversas relaciones a lo interno del estamento militar y a externo
con el resto de los subsistemas dentro del sistema social. El subsistema militar entonces sigue
diferentes usos y costumbres (militares y civiles), cumple varios papeles (oficiales y privados),
observa y cumple varias leyes y reglamentos (militares y civiles), respeta ciertos valores
establecidos (tanto de orden civil como de orden militar) y da lugar a procesos como la
adaptación, el reclutamiento, el entrenamiento de sus miembros, la cooperación, etc. Todos
estos elementos representan al igual que la sociedad, un verdadero espacio organizado para la
acción social de sus miembros que puede denominarse sistema social militar (Ratenbahc, p.
22) y que aquí convendremos en llamar subsistema militar. Este subsistema interactúa entre sí,
pero lo más importante genera relaciones con el resto de la sociedad organizada. Por razón de
la función que cumple dentro del sistema social y el Estado, el subsistema militar genera
relaciones de interdependencia mayores con el sector dirigente o el poder político del país,
pues a éste se encuentra subordinado y las funciones que cumple podrán variar dependiendo
de la planeación estratégica de la elite dirigente.
68
El subsistema militar no se encuentra aislado de los procesos políticos, económicos y
sociales, todo por el contrario, no sólo está afectado por ellos, sino que en buena medida puede
afectar, modificar y cambiar el funcionamiento del sistema político y social en general a partir
de sus acciones sociales. Esto es comprobable en el caso venezolano, pues la crisis del sistema
político tuvo efectos sobre el subsistema militar y generó un conjunto de acciones que
modificaron la forma de relación de dos actores centrales dentro del sistema: la clase política y
el estamento militar.
4.1 Las relaciones civiles-militares en el sistema político en crisis
Las relaciones civiles-militares de la época posterior al proceso de triunfo militar y
político del sistema democrático sobre la guerrilla en la década del 70, se caracterizó por un
proceso continuo de inserción de las fuerzas armadas en el sistema político democrático a
través de la búsqueda del control civil. Sin embargo, la crisis sistémica no dejó de causar
estragos, tensiones y rupturas a lo interno del sector militar tanto en su estructura,
funcionalidad como en su ética profesional. En ese sentido, podríamos preguntarnos si el
componente militar venezolano se había mantenido durante tres décadas bajo el modelo
profesional y sin intervención directa en la política, ¿qué pasó en la década del 90?
Según Juan Carlos Rey (2002) desde 1958 los gobiernos democráticos desarrollaron una
política militar que tuvo como objetivo primordial evitar, por todos los medios, que se volviera
a repetir un golpe de Estado como el que se produjo en 1948. Para lograr este objetivo la clase
política, representada fundamentalmente en los partidos políticos, desarrollaron dos líneas de
actuación que según el autor a la larga iban a entrar en contradicción. Por una parte, se
emprendió una política tendiente a aumentar y mejorar la profesionalidad de las Fuerzas
Armadas, bajo la idea de que ese era el medio más idóneo de asegurar en el largo plazo la nointervención de los militares en la política y su obediencia a la autoridad civil (Huntington,
1964) Pero, por otra parte, se llevó a cabo otra política, concebida para tener efectos a corto
plazo, destinada a reducir a un mínimo el poder de las Fuerzas Armadas para dar un golpe de
Estado, aunque con ello se iba a disminuir su capacidad y efectividad inmediata para la
69
defensa nacional. Tal era el caso de medidas como la concesión de una gran autonomía a cada
una de las cuatro fuerzas y la eliminación del Estado Mayor Conjunto que, aparte de algunas
consideraciones técnicas en que podían basarse, tenían el claro propósito de dividir a las
fuerzas y privarlas de la unidad de mando, para obstaculizar de esta manera cualquier eventual
golpe; o medidas como la rotación continua de los mandos militares y de pase a retiro
prematuro de los oficiales, con el propósito de que no se desarrollaran ni consolidasen
liderazgos golpistas, pero con el inconveniente de perjudicar una adecuada especialización
profesional.
A tal tipo de política se unían los intentos de asegurar la lealtad de los militares hacia las
autoridades civiles, a través del nepotismo, el compadrazgo y el favoritismo partidista en las
promociones. Pero, a medida que se consolidaba la democracia y que aumentaba la
profesionalidad de las fuerzas armadas, los dos tipos de políticas entraron en una contradicción
cada vez mayor (Rey, 2002), llegando hasta la ejecución de un golpe de estado a través de una
operación militar.
4.2 El golpe de estado del 4 de febrero y del 27 de noviembre de 1992
El golpe de estado del 4 de febrero llevado a cabo por el Teniente Coronel Hugo Chávez
Frías, tuvo una organización militar construida en un ataque por sorpresa, según lo describe
Machillanda (1998):
Un Teatro de Operaciones (TO) con una fuerza de tarea del teatro de operaciones
y una fuerza de trabajo del teatro de operaciones. La fuerza de tarea del TO la
constituía la segunda división de Infantería acantonada en Maracay, la Brigada
Blindada acantonada en Valencia, la Brigada de Paracaidistas acantonada en
Maracay, un batallón más de cazadores de entrenamiento en Maracay, la cuarta
División de Infantería y el grupo de helicópteros de entrenamiento del Pao (estado
Cojedes) el batallón Ayala, el regimiento de comunicaciones de Caracas, el
Batallón de Infantería Bolívar N° 3 y el grupo de artillería Ribas en la guarnición
de Caracas (p. 104)
70
En su mayoría los comandos estuvieron a cargo de tenientes coroneles. El comandante
de la operación Teniente Coronel Hugo Chávez, el teniente coronel Arias Cardenas encargado
de la toma del poder en Zulia y el control de la Segunda División de Infantería acantonada en
esa importante guarnición, el teniente coronel José Ortiz Contreras comandó las unidades de
cazadores que se encontraban tomando curso de paracaídas en la Brigada de Paracaidistas y
con una unidad debía tomar Maracay, el teniente Yoel Acosta Chirinos, comandaría el
Batallón Leonardo Chirinos y cumpliría una misión con detalle en las áreas vitales de la
Guarnición de Caracas, el teniente coronel Urdaneta Hernández, quien debía tomar el control
militar y político del estado Aragua, y a un grupo de capitanes les correspondía la toma del
poder político en Valencia, mientras el Capitán Donald Blanco la Cruz y el Capitán Antonio
Rojas Suárez, serían los coordinadores de la neutralización del Fuerte Tiuna y el control de la
Cúspide Militar, el Capitán García Rojas le correspondería la dirección de operaciones frente
al Ministerio de la Defensa, comandancia General del Ejército y Seguridad fuera del Fuerte
Tuina (Machillanda, 1998, p. 108-109)
Las causas del golpe de estado desde la perspectiva de las relaciones civiles- militares
vienen dadas por un conjunto de condiciones necesarias y suficientes (Karsten, 2003). Según
lo argumenta Karsten (2003) en su ensayo El golpe de Estado en las democracias
competitivas: Su pertinencia, sus causas y cómo evitarlo, los golpes de estado en las
democracias están casi invariablemente asociados con uno o varios de los siguientes factores:
1. Profundas dificultades económicas
2. Corrupción política
3. Estancamiento político
4. Afrentas a los valores corporativos de las fuerzas militares
5. Amenazas o perjuicios a los intereses corporativos militares.
Los primeros tres factores pueden calificarse como causas “externas” (en el sentido de
que son generados por fuerzas enteramente externas a la misma institución militar), y casi
invariablemente están acompañados por la presencia de grupos civiles opuestos al gobierno
71
que piden una intervención militar. Los últimos dos factores, afrentas a los valores y/o los
intereses militares son “internos” en el sentido de que, si bien las figuras militares que se ven
afectadas de esta manera sienten que los problemas tienen un origen “externo”, los valores y/o
intereses afectados son los de las mismas figuras militares.
En ese sentido, es importante reflejar la vinculación que se establece entre el deterioro
de las instituciones políticas y la disminución del liderazgo político sobre la institución militar,
la sensibilización de los oficiales al descontento popular y los efectos perniciosos del uso
represivo y policial de las fuerzas armadas, especialmente en los acontecimientos del 27 y 28
de febrero de 1989 que terminaron por cuestionar la legitimidad de quienes les ordenaron
reprimir, así como el carácter disuasivo que sobre una acción militar disruptiva tiene la
cohesión de las élites políticas. Además, es importante explicar que si bien las fuerzas armadas
pueden intervenir como respuesta a una situación de deterioro institucional prolongado, frente
a una polarización extrema de las élites políticas, o por la presión y convocatoria popular, la
verdad es que, en el caso de las fuerzas armadas modernas y profesionales, la intervención no
se hace posible sino hasta tanto no se consideren amenazados los intereses centrales de la
institución militar, los intereses corporativos y demandas específicamente militarprofesionales de la institución (Agüero, 1993), esto es lo que Karsten llama las causas
internas.
En Venezuela, la crítica al modo específico de organizar las relaciones entre las fuerzas
armadas y el gobierno venían anunciándose, y de manera cada vez más enfática, desde hacía
ya algún tiempo. Estas críticas apuntaban en primer término al sistema de organización central
de la defensa, heredado del período de la transición a la democracia, y a los mecanismos de
control civil entonces impuestos, especialmente la alta y veloz rotación en los cargos
superiores por la limitación de años de servicio. En segundo lugar, se criticaban los efectos
que la partidocracia y partidización habían tenido sobre el estamento armado, en particular, la
violación de las normas de profesionalismo y autonomía interna. Especial mención merece la
obra de Machillanda (1988) Poder político y poder militar en Venezuela que desde el año
1988 ya aproximaba duras críticas al modelo de control establecido por el poder político,
calificándolo por su desviación del profesionalismo, por una fuerte penetración de los partidos
72
políticos que pretenden la partidización de la institución y que luego se relaciona con los
ascensos y distribución de los cargos administrativos (p. 183-184)
Otro foco de la crítica era la disposición que limitó la carrera militar a un máximo de
treinta años de servicio, luego ampliado a 33 años con la aprobación de la Ley Orgánica de las
Fuerzas Armadas en 1983. Aun con el nuevo límite, se considera que imponía una excesiva
rotación en los cargos altos, restando continuidad a las políticas e impidiendo la planificación
coordinada de largo plazo. El límite en los años de servicio produjo una alta competencia al
interior de cada institución por las posiciones en la cúspide, al mismo tiempo que la autonomía
de cada fuerza alentó la competencia por recursos entre las distintas comandancias generales.
Esto es definido por Machillanda como las luchas ínter fuerzas por el presupuesto, con la
consecuente debilidad de la institución en lo que Hungtinton (1964) ha llamado la unidad de
mando.
Los mecanismos de control establecidos por el sistema político de acuerdo de elites y
su perversión a medida que avanzaba el deterioro institucional, reflejado especialmente en el
peso de la partidización, inició una tendencia a la imbricación de las cúpulas militares en las
prácticas oligárquicas de la partidocracia (Agüero, 1993). Ello condujo a una mayor
partidización de los ascensos, distorsionando el profesionalismo basado en el mérito y
generando subgrupos internos orientados a tratamientos preferenciales en los ascensos y
designaciones. La utilización a veces casi prebendaria de ascensos por parte del ejecutivo,
aumentaba a grados superiores incluso de generales sin cargos acordes con su jerarquía.
La crítica desde el estamento militar centrada en la forma de organización política
establecida a partir del Pacto de Punto Fijo y su evolución perversa, con la conjunción de la
crítica interna a la cúpula militar, la sensibilización frente al descontento popular y la reacción
frente al deterioro de las instituciones políticas civiles posibilitó, el paso de la tensión a la
inestabilidad y de ella al descontento militar hasta llegar al golpe de estado del 4 febrero de
1992.
Esta hipótesis puede corroborase al analizar las recomendaciones emanadas luego de la
conformación de un Consejo Consultivo posterior al 4 de febrero, encargado de señalar los
principales factores de emergencia y algunas soluciones a la crisis nacional, desarrolladas en el
73
documento Recomendaciones del Consejo Consultivo al Presidente de la República (1-041992) en cuanto a la materia destinada a las Fuerzas Armadas afirma:
El consejo consultivo tiene que llamar la atención sobre la necesidad de
replantearse el rol de las Fuerzas Armadas en el contexto de las nuevas realidades,
tanto nacionales como internacionales. Prosigue con las recomendaciones: “Por lo
tanto, en servicio de la tarea que se le ha solicitado a este Consejo, recomendamos
que en materia de ascensos y asignación de cargos se tomen en cuenta,
escrupulosamente, los meritos, las aptitudes y credenciales de los oficiales, y se
evite toda injerencia extraña a la institucionalidad de las Fuerzas Armadas y al
profesionalismo de las mismas. Es necesario abordar un cambio al sistema de
carrera, dando una solución adecuada al problema del tiempo de servicio.
Igualmente parece llegado el momento de introducir mejoras efectivas en el orden
operativo. Especial interés debe prestarse al Plan de Bienestar Social que ha sido
proyectado. Ese plan debe traducirse en ejecutorias y realizaciones que no
admiten dilación (p. 457)
Finalmente, el uso de la violencia para producir un cambio de gobierno llevado a cabo
por el Teniente Coronel Hugo Chávez Frías, potenció la crisis de legitimidad que venía
evolucionando desde mediados de los ochenta, así como también agudizó el deterioro
institucional, al profundizar un cuadro de división entre las élites estratégicas, impulsó el
incremento de la abstención electoral y la protesta social, y sobre todo, reintrodujo el fantasma
de una metodología para el acceso al poder que se creía superada: el desplazamiento violento
de las elites gobernantes, es decir, el uso de la violencia como factor de cambio de gobierno.
El golpe de estado produjo problemas a lo interno de la institución militar.
Específicamente el debilitamiento de la disciplina, la subordinación y la jerarquía, las cuales
constituyen los fundamentos del profesionalismo militar. Si entendemos disciplina como una
“ejecución racional, metódica y precisa de una orden recibida, y una actitud dedicada
exclusivamente a su cumplimiento” (Rattenbach, 1972, p. 86), es indudable la acción
disolvente que tiene sobre la disciplina la participación militar en política, especialmente en un
golpe de Estado. En las conspiraciones o planificación de los golpes de Estado, se posibilita la
reunión de militares para realizar un acto subversivo, ilícito e ilegal, donde los diferentes
grados militares se nivelan. En este sentido, se crean relaciones contiguas donde los superiores
se igualan a los de menor jerarquía y esto va creando un relajamiento y desmembramiento en
74
el accionar disciplinado, jerárquico y lineal de un cuerpo profesional donde las órdenes deben
ser cumplidas en orden ascendente y no horizontal.
Pero en el caso del golpe de Estado del 4 de febrero representa la prueba más
fehaciente de que la disciplina venia siendo relajada desde mucho antes del golpe de Estado,
producto de la penetración de los partidos políticos y de la política a lo interno de la
institución a través de los generales y almirantes que no representan el interés profesional de la
institución sino de los partidos políticos en el gobierno. Es así como el golpe de Estado es
realizado por los mandos medios, violándose la jerarquía y obediencia dentro de la estructura
militar, lo que demostró la falta de identificación y liderazgo de los cuadros inferiores con los
mandos naturales de la instancia de la oficialidad superior.
Aunado a estas consecuencias en la institucionalidad del estamento militar, el mismo
estado de ánimo y situación de deterioro institucional continuó luego del fracasado intento del
4 de febrero, alentando la deliberación militar y la crítica desde los cuarteles, pese a los
intentos del alto mando por recomponer la unidad y cohesión institucionales. El rol
constitucional de las Fuerzas Armadas de asegurar... la estabilidad de las instituciones
democráticas", esgrimido frecuentemente durante este período, se contrastaba peligrosamente
con la incapacidad de las élites políticas para dotar de legitimidad a esas instituciones. En
suma, el mayor protagonismo político asumido por las Fuerzas Armadas no debe verse como
el resultado de un desequilibrio entre instituciones civiles y militares, sino como el efecto en
estas últimas del deterioro de las instituciones políticas. (Agüero, 1993). Es por ello, que el
golpe de Estado que fracasó militarmente según Machillanda (1998) en su obra Cinismo
Político y Golpe de Estado, se dirigió luego arriba y a la derecha el 27 de noviembre del
mismo año, cuando los generales y almirantes dirigentes de la cúpula militar en la máxima
jerarquía de la estructura de la Fuerzas Armadas, decidieron intervenir en política con un
nuevo golpe de Estado, demostrando la máxima deslegitimación de la dirigencia política y la
elite militar. Este golpe de estado tampoco tuvo éxito militar, pero sus efectos políticos fueron
igualmente aceleradores de la crisis del sistema político.
75
4.3. El control civil posterior a los golpes de estado
La evolución político-militar en los períodos presidenciales posteriores al golpe de
Estado, demuestran que no se logró contrarrestar los efectos perniciosos que tuvo para la
organización militar su politización. La dirigencia política no entendió que los golpes de
estado reflejaron la insubordinación de un grupo de militares y por ende se había perdido el
principio de obediencia45, y con éste en alguna medida, el control civil sobre el estamento
armado por parte de la clase política.
La evidencia de lo precedentemente afirmado, se observa en la creciente politización
del estamento armado durante el período inmediatamente posterior a los golpes de estado. Esto
se comprueba en que las acciones tomadas a posteriori por los altos mandos de la institución
militar para tratar de producir una respuesta institucional frente a la crisis interna, recibiendo
por parte de los mandos medios y bajos activos dentro de la FAN respuestas politizadas de
apoyo y reafirmación a las acciones tomadas por los golpistas. Del trabajo de campo realizado
para este Trabajo de Grado se desprende que los oficiales activos en un número significativo
percibían a los que habían realizado el golpe militar como personas valientes, comprometidos
y profesionales, en tanto se habían revelado contra un sistema político devenido en tiranía, que
había politizado las fuerzas armadas y había puesto al país en una profunda crisis política,
económica, social y hasta ética. Los militares golpistas eran definidos como héroes que se
habían inmolado por una causa nacional46. En este contexto a lo interno de la institución
militar o en el entorno interno militar47, la clase política no entendía lo que por lo menos desde
45
Obediencia entendida en términos weberianos como dominación, es decir, como la capacidad de encontrar
obediencia a un mandato de determinado tipo. Weber, Economía y sociedad. t. 1. p. 43.
46
El trabajo de campo realizado para esta investigación y las diferentes entrevistas semi-estructuradas realizadas
tanto a militares en grados de Coronel, comprometidos con el golpe de Estado, como a oficiales superiores en
grados de General de División y Almirantes, que se encontraban en posiciones de comando en el período
inmediato posterior al golpe de Estado, coinciden en que a lo interno de la institución se generó un intenso debate
político y un apoyo soterrado a los autores del fracasado golpe de estado. En algunos casos fueron idealizados y
los compromisos para ayudas económicas, las visitas a los presos militares, a los exiliados en el exterior
demuestran estas afirmaciones. Esto sumado a la irresponsabilidad del mando en la clase política al no tomar
todas las medidas necesarias y suficientes para castigar la insubordinación y violación de la ley, muy por el
contrario en el mundo civil hubo un apoyo no solo de la sociedad, sino de líderes políticos e incluso del mundo
intelectual. Para profundizar sobre la claudicación del liderazgo civil y de las élites intelectuales frente a los
golpes de estado y la decadencia de la democracia en Venezuela, ver Aníbal Romero (1994), Crisis y decadencia
de la democracia en Venezuela. Caracas: Panapo.
47
Conceptuación teórica desarrollada por Machillanda para dar cuenta de las interacciones a lo interno de la
organización militar y que se encuentra en dos extremos el estratégico y el administrativo.
76
Max Weber en adelante, ha quedado suficientemente claro, esto es, no hay obediencia donde
no hay ejercicio de mando. Es decir, la clase política representada en los partidos políticos
mostró cierta indiferencia y un comportamiento irresponsable48 frente a los correctivos que se
debían tomar, un desconocimiento de los temas centrales de la organización militar y una
indefinición de las misiones y papel de la institución dentro del Estado, especialmente, dentro
del sistema político. Esto fue debilitando cada vez más el profesionalismo militar y las
divisiones internas eran mayores. La crisis política había hecho su máxima expresión en el
subsistema militar.
5. La continuación de la crisis: equilibrio inestable en Venezuela
El sistema político venezolano a pesar del trabajo político superior adelantado por el
Consejo Consultivo, no logró encaminarse hacia un proceso de estabilización que permitiera
mejorar la gobernabilidad y la credibilidad en el sistema político democrático, por el contrario,
en el marco de la inestabilidad política y del descontento popular, agravado por el paquete de
“ajustes”, el periodista José Vicente Rangel presentó el 8 de noviembre de 1992 una denuncia
a través de los medios de comunicación sobre el aprovechamiento ilícito de Pérez y dos de sus
ministros de 250 millones de bolívares. La denuncia fue investigada por la Comisión de
Contraloría del Congreso, la Contraloría General de la República, y el Tribunal de
Salvaguarda 44. La iniciativa de solicitar un antejuicio de mérito contra el Presidente la ejerció
la Fiscalía General de la República por presunta malversación y peculado. El 20 de mayo de
1993, la Corte Suprema de Justicia determinó que existían méritos suficientes para un
antejuicio contra el Presidente Pérez, que fue entonces suspendido por el Congreso de la
República, asumiendo como gobierno de emergencia la Presidencia Ramón J. Velásquez en
junio de 1993. Este nuevo gobierno se formó con el apoyo de AD y COPEI, pero a los pocos
meses se vio privado de ese soporte político. Los objetivos del gobierno de transición fueron:
llevar adelante algunas medidas económicas, para enderezar el rumbo de las finanzas públicas
a través de la aprobación de ciertas leyes fiscales y conducir al país a un nuevo proceso
electoral en diciembre de 1993.
48
Paradigmático resulta el discurso pronunciado por el Ex Presidente Rafael Caldera prácticamente otorgándole
legitimidad y justificando el golpe de Estado.
77
Durante el período de Ramón J. Velásquez, el logro más importante fue, haber
contribuido a que el país, que vivía un período de tensiones muy fuertes, culminara con el
proceso electoral que se realizó el 6 de diciembre de 1993. Las elecciones contaron con una
alta abstención dando como ganador a Rafael Caldera, quien había conformado un partido
definido como el “Chiripero” y que trataba de desvincularse de los partidos políticos
tradicionales. En un gobierno que trato de llevar el tambaleante sistema, hasta las nuevas
elecciones sin mayores cambios políticos, buscando la estabilización del sistema, se terminó
por configurar la decadencia del modelo de conciliación de elites al permitir por medio de un
indulto político, que el Teniente Coronel Hugo Chávez, quien había encabezado el golpe de
Estado de 1992, pudiese competir a través de la vía democrática por la Presidencia de la
República.
En ese sentido, los militares y civiles que acompañaron el golpe militar comenzaron a
exponer sus ideas y planteamientos acerca de las motivaciones de su participación en la
política venezolana, así como sobre el futuro que vislumbraban para una sociedad ansiosa por
dejar atrás el pasado y cambiar hacia un porvenir mejor y más estable. Desde un primer
momento, quedó claro que los oficiales golpistas, en su mayoría, no presentaban basamentos
ideológicos, económicos y sociológicos suficientemente amplios, actualizados y coherentes.
Lo que sí fue recurrente en su oferta política electoral era la convocatoria de una
Asamblea Nacional Constituyente, que según se refleja de los documentos recopilados a partir
del golpe de estado, cambiaría radicalmente las formas y prácticas políticas establecidas por la
partidocracia a la que le achacaban todos los males del Estado Venezolano.
78
Tabla 6: Intervenciones militares en política durante el Siglo XX
Fecha
Descripción
Definición políticomilitar
1945 Golpe de Estado del 18 de octubre. Componente militar
formado profesionalmente se incorpora en sus mandos
medios a la función de gobierno, se diluye con el poder
político al formar parte de la Junta Revolucionaria de
Gobierno.
Transición del
1948 Golpe de Estado del 24 de noviembre. Componente militar pretorianismo hacia el
como factor interviniente y de decisión en el sistema político. profesionalismo
Se constituye en gobierno militar.
militar
1958 Golpe de Estado del 23 de enero. El componente militar
interviene en la realidad política como consecuencia de la
ilegitimidad del régimen y de las acciones de protesta y
desobediencia popular. Firma del Pacto de Punto Fijo e inicio
del sistema de conciliación de élites.
1961 Sanción de la Constitución de la República de Venezuela e
instauración de la democracia representativa. Explosión de la
subversión castro- comunista. Componente militar dedicado a
las acciones contraguerrilleras en el conflicto interno.
1973 Guerrilla derrotada militar y políticamente. Maximización del
profesionalismo del componente militar.
Profesionalismo
1984 Incursión de la Corbeta Caldas Colombiana en aguas
marítimas venezolanas. Movilización del estamento militar
en 48 horas a la zona fronteriza del Táchira y Zulia obligando
al Estado colombiano a abandonar sus pretensiones
estratégicas en territorio venezolano.
militar
1992 Intentonas golpistas de febrero (abajo y a la izquierda) y
noviembre (arriba y a la derecha) como expresión de
ilegitimidad del sistema político.
1998 Elección de Hugo Chávez, apoyado en la aspiración de Inicio de la
cambio del sistema. Oferta electoral de la Asamblea Nacional desprofesionalización
Constituyente como mecanismo de cambio radical del militar
sistema.
1999 Celebración de siete actos electorales asentados en la
popularidad de Chávez. Discusión en la ANC. Oferta de
inclusión al estamento militar dentro del “Desarrollo
Nacional”, apertura para la deliberación política y aprobación
del derecho al sufragio.
79
CAPÍTULO IV
EL PODER CONSTITUYENTE Y EL ESTAMENTO MILITAR
1. Aproximación
La crisis del sistema populista de conciliación de élites expresada en los aspectos
ideológicos, políticos, económicos y militares, se materializó con la salida del poder de los
partidos tradicionales y el triunfo político de Hugo Chávez en la Presidencia de la República49
como representante de la opción antipolítica y anti-sistema dentro de las ofertas electorales.
Con una propuesta de cambio radical de toda la estructura estatal, prometió acabar con los
partidos políticos, la corrupción y la pobreza e igualmente planteó un cambio constitucional a
través de la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente, desprendiéndose de su
discurso que ésta traería la solución de los principales problemas nacionales adjudicados
fundamentalmente a la partidocracia, al liderazgo civil irresponsable y la corrupción del
sistema de democracia representativa.
Luego de ascender a la Presidencia de la República Hugo Chávez logró la aprobación
de un Referéndum Consultivo en abril de 1999 para la convocatoria a una Asamblea Nacional
Constituyente (ANC). Impulsó como presidente a una mayoría de los sufragantes hacia el
partido oficialista Movimiento Quinta República gracias al llamado “Kino Chávez” en la
elección de julio del mismo año de los asambleístas; se aprueba la Constitución el 15 de
diciembre a través de un Referéndum Popular y es reelecto o “relegitimado” el 30 de julio de
2000 para un período presidencial de seis años.
49
Aunque ese triunfo político estuvo marcado por una abstención de 36%, lo que arroja un apoyo real entre el
total de la población inscrita para votar en al Registro Nacional Electoral del 35,8%. Consejo Nacional Electoral
para la fecha aún Consejo Supremo Electoral.
80
Todos estos comicios electorales donde sale triunfador el recién electo Presidente,
están marcados por el proceso constituyente como generador de un nuevo momento político
diferenciador en el desarrollo histórico venezolano. Este momento político estuvo definido por
la discusión, debate e interpretación por parte de las diferentes fuerzas político-sociales para
enjuiciar la legalidad, legitimidad y necesidad histórica de un cambio en la estructura política,
económica, social e ideológica del Estado venezolano. En ese sentido, el proceso constituyente
refleja un momento histórico-político en el que se pretendía un cambio radical del sistema
político a través de la normativa constitucional.
Con el objetivo de explorar, analizar y explicar la influencia de las normas
constitucionales y el cuerpo de leyes orgánicas sobre el estamento militar, específicamente, los
efectos en las relaciones civiles-militares; este capítulo contempla el siguiente desarrollo: un
estudio de orden jurídico-político que explica el proceso constituyente, aludiendo teóricamente
que significa tal concepción en los estudios filosóficos en términos de poder constituyente,
poder constituido, poder comitente y Constitución. Una descripción de los antecedentes,
etapas y desarrollo de la Asamblea Nacional Constituyente como momento jurídico-político
en el sistema político venezolano, y por último, un análisis de orden jurídico-militar sobre los
cambios y efectos producidos en el estamento militar a partir del cuerpo normativo establecido
con base en la Constitución de 1999.
2. Poder Constituyente y Constitución
El poder constituyente es la voluntad soberana del pueblo que persigue dar forma y
organización política a la nación, estableciendo las bases del poder público y sus relaciones
con el ciudadano a través de un pacto político llamado “Constitución.” Ese poder
constituyente se caracteriza por ser originario, unitario, indivisible, permanente y
extraordinario. Es originario por que es el primer poder, es la soberanía primigenia, de él
deviene como consecuencias ulteriores las otras manifestaciones de poder. Es único e
indivisible por cuanto no puede ser coordinado, compartido o unido a otros poderes, como el
poder judicial, el ejecutivo o el legislativo, ya que le abarca a todos como su antecesor común
81
(Raffalli, 1998, p. 39) Es extraordinario por cuanto subyace en el pueblo pero no aflora ni se
ejerce sino en situaciones absolutamente extraordinarias, como son la fundación o refundación
del Estado. Finalmente es permanente, por cuanto siempre está allí, es inherente al pueblo
mismo quien no se puede desaprender de él, a lo mas mantenerlo subyacente para ejercerlo
voluntariamente cuando las circunstancias extraordinarias lo ameriten.
Para completar la idea del poder constituyente, debemos afirmar que la titularidad
reside única y exclusivamente en el pueblo, en la masa ciudadana organizada como una
Nación capaz de expresar su voluntad. Esa situación además encuentra sus bases en el derecho
originario, llamase natural, derecho de gentes o teológicamente como derecho preveniente
directamente de Dios. Ese poder constituyente reside en el pueblo quien lo ejerce
soberanamente. Se trata de una realidad reconocida a plenitud en la Revolución Francesa que
dio origen a la llamada Teoría del Tercer Estado o del Pueblo del clásico Abate Sieyés.
Sieyés desarrolla su teoría de la representación política con una idea que engloba el
poder constituyente, los poderes constituidos y el poder comitente. Fundamentalmente el
Abate plantea la aplicación del principio de la representación al poder constituyente de la
nación de la siguiente forma:
La nación que ejerce entonces el más grande, el más importante de sus poderes,
debe estar en su función libre de todo constreñimiento y de cualquier otra
forma, dispuesta de la que desea adoptar. Pero no es necesario que los miembros
de la sociedad ejerzan individualmente el poder constituyente; pueden dar su
confianza a representantes que no se reunirán sino para ese objeto sin poder
ejercer ellos mismos el poder constituido (Sieyes, 1789 compilado por Pantoja,
1993, p. 183)
Un aspecto central en la teoría constitucional de Sieyés es la vinculada a la forma de
acción política en donde la autoridad viene de arriba y la confianza viene de abajo. Lo expresa
como sigue:
La acción política en el sistema representativo, se divide en dos grandes partes:
la acción ascendente y la acción descendente. La primera abarca todos los actos
por los cuales el pueblo nombra inmediata o mediatamente todas sus
representaciones, a las que encarga simplemente su concurso para solicitar o
82
hacer la ley, o bien para servirla en su ejecución una vez que ha sido
promulgada. La segunda abarca todos los actos mediante los cuales esos
diversos representantes se dedican a forjar la ley o servirla. (Sieyes)
Es así como diferencia entre poder constituyente y poder constituido. A estas ideas
agrega la del poder comitente, que es ejercido directamente por el pueblo, quien debía escoger
y delegar las personas que ejercerían sus derechos reales, comenzando por el derecho
excepcional de constituir el establecimiento público, es decir, el poder constituyente.
Para comprender mejor la teoría constitucional de Sieyes, veamos gráficamente el
esquema elaborado por Pasquino (citado por Pantoja, 1993, p. 38)
Tabla 6: Esquema de las relaciones entre los poderes en el sistema constitucional de Sieyés.
Constitución
Representantes
Extraordinarios
2 Poder
Constituyente
Autorización
Elecciones
1
Pueblo
Poder
comitente
Representantes
Ordinarios
3
Poderes
Constituidos
Autorización
Elecciones
Autoridad
Ley
Concurso mediato a la confección de la Ley
Fuente: Pantoja David (1993), Escritos políticos de Sieyés. Introducción, estudio preliminar y compilación.
México DF.: FCE
Una vez aclaradas las concepciones del poder constituyente y constituido, afirmamos
siguiendo a Manuel García Pelayo (año, p. 312), las concepciones sobre Constitución que
expresa tres ordenes de cosas. En primer lugar, la Constitución forma parte integrante del
orden jurídico, en cuanto es expresión de las normas organizadoras, es decir, el orden de
competencias con respecto a las cuales se crea el resto del derecho y se asegura su vigencia.
83
En segundo lugar, la Constitución forma parte integrante del orden estatal, pues el Estado es
una unidad de poder que actúa mediante el despliegue de tal poder, mas para la existencia de
dicha unidad, y para hacerla actuante, se precisa una organización, y esta organización de los
poderes públicos es precisamente la Constitución. En tercer lugar, la Constitución forma parte
de la estructura política, ya que los principios políticos, la manera de existir políticamente
(monarquía o república, individualista o colectivista, federal o centralizado) y en fin las
“fuerzas político-sociales” se convierten en estatales y sus normativas programáticas se
transforman en normas jurídicas por y través de la estructura constitucional.
Es, en este último sentido, que se concibe el proceso constituyente en Venezuela, se
afianza el análisis en que teóricamente la Constitución es el resultado de una intensa
confrontación de intereses políticos, sociales, económicos e ideológicos dentro del sistema
político para definir la forma de ordenar la confrontación y competencia entre grupos
diferenciados.
El factor mayoritario en las relaciones de poder dentro de la Asamblea Nacional
Constituyente, que tiene como objetivo final la elaboración del texto constitucional, logra que
sus opciones intelectuales e ideológicas se vean satisfechas; en lenguaje de García Pelayo, la
fuerza político social con mayoría consigue que sus normativas programáticas se transforman
en normas jurídicas por y través de la estructura constitucional. Se plantea por ende la
Constitución en términos de relaciones reales de poder y no como un instrumento normativo
que representa los intereses supremos de toda la nación. La Constitución es una expresión de
la política en términos de lucha y poder más que en términos de justicia y equidad, en ese
sentido la tesis de Lasalle, cobra vigencia al afirmar que los problemas constitucionales no son
primariamente problemas de derecho, sino problemas de poder.
3. El Momento Constituyente de 1999
3.1 Antecedentes al Momento Constituyente
Agrupando a partidos políticos en el denominado "Polo Patriótico" compuesto por
partidos de izquierda y centro izquierda: Partido Comunista de Venezuela PCV, Patria Para
84
Todos PPT, MBR-200, y MAS; el Polo Patriótico gana la elección presidencial del 6 de
diciembre de 1998 con 56% de los votos y una abstención del 36,48%. De esta manera Hugo
Chávez Frías llega al poder aceptando el juego democrático y emprendiendo el programa que
prometió durante la campaña electoral, entre ellas convocar una asamblea constituyente para
re-fundar el país.
La convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente, alentaba al cambio radical
de las estructuras del sistema democrático y la re- creación de las instituciones del Estado.
Para Brewer-Carías (2002, p. 19), quien fue uno de los miembros de la Asamblea Nacional
Constituyente (ANC) de 1999, “El hecho electoral de 1998, se configura en nuestra historia
como una disidencia histórica.
La voluntad de cambio expresada democráticamente, produjo la elección de Hugo
Chávez Frías, quien también amenazaba, ciertamente, por desplazar del poder a los viejos
partidos políticos”. Esta condición de “disidencia histórica” se expresó electoralmente y en el
empleo de los medios democráticos para el proceso de cambio político. A pesar de múltiples
discusiones sobre la legalidad y legitimidad de la convocatoria del poder constituyente, la
reforma o el cambio constitucional, los resultados terminaron favoreciendo a la convocatoria
del proceso.
3.1 Convocatoria y etapas de la Asamblea Nacional Constituyente
La convocatoria quedó bajo la conducción del Presidente de la República quien por
medio del Decreto Presidencial N° 3, fechado del 2 de febrero de 1999, convoca un
referéndum consultivo para que los ciudadanos expresaran sí estaban o no de acuerdo sobre la
convocatoria a una ANC. Constitucionalmente, el texto de 1961 no anunciaba una ANC como
mecanismo de reforma constitucional. Esto generó un intenso debate pues se presentó lo que
se ha llamado el dilema del Estado constitucional entre la soberanía popular y la supremacía
constitucional, ya que la Constitución no contempla el mecanismo de la ANC sino la
enmienda y la reforma general señalados en los artículos 245 y 246.
85
Para Brewer-Carías (2002) el funcionamiento de la ANC debía responder al espíritu de
la Constitución de 1961, porque nació de la interpretación de sus normas, además de respetar
la vigencia de ésta y el funcionamiento de los poderes públicos. Ante este conflicto se apeló a
la Corte Suprema de Justicia, que en ponencia de la Sala Político – Administrativa del 19 de
enero de 1999, interpretó el artículo 4 de la carta magna de 1961 y el 181 de la Ley Orgánica
de Sufragio, y resolvió darle preeminencia al principio de soberanía popular y no al de la
supremacía constitucional, estableciendo lo que sigue: “El poder constituyente originario
debía entenderse como “potestad primigenia de la comunidad política para darse una
organización jurídica y constitucional”. El poder constituyente es previo, superior al régimen
jurídico establecido”. En consecuencia, el alto tribunal no encontró ningún obstáculo para la
realización del referéndum para consultar sobre la conveniencia o no del cambio por la vía de
la ANC. (Viciano y Martínez, 2001. p 129)
Posterior a sendos recursos de amparo e interpretación interpuestos por Gerardo Blyde y
otros juristas, además de la reformulación por parte del Consejo Nacional Electoral de las
preguntas a las que debía responderse con un Sí o No, el 25 de abril se celebra el referéndum
consultivo, en el que 92% de los sufragantes apoyaron la convocatoria. Al respecto, Viciano y
Martínez señalan:
Aunque la abstención rondó el 62% - el resultado afirmativo era esperado, lo que
desanimó a participar activamente en el voto a muchos partidarios y opositores al
proceso-, el referéndum del 25 de abril mostró claramente la voluntad de cambio
del pueblo venezolano. El 92 % de los votantes marcaron el sí en la primera
pregunta y casi el 86% apoyaron la conflictiva segunda pregunta. Se trataba de un
hecho único en la historia republicana del país pues, como ha sido puesto de
manifiesto, “es el primer llamamiento a una constituyente en Venezuela que se
hace a través de medios o fórmulas pacificas como expresión inequívoca de un
ejercicio democrático” a diferencia de las constituyentes anteriores “que tuvieron
como factor común el haber sido producto o secuela de rupturas políticas por
actos de fuerza (p. 137)
Gracias a este resultado, el camino para la elección de los asambleístas, de acuerdo a las
bases comiciales concentradas en la segunda pregunta del proceso de abril, además de la
consideración de la extensión y límites de la ANC, quedaba abierto. El 25 de julio de 1999 se
eligieron a los 131 miembros que tendrían la responsabilidad de redactar la nueva carta
86
magna, a través de la utilización de un instrumento electoral llamado el “Kino de Chávez”, el
Presidente de la República logró arrastrar a los electores para que votaran por los candidatos
del MVR, es decir, obtuvo una mayoría casi absoluta, ya que de los 131 sólo 6 miembros no
eran representantes de la coalición oficialista.
Su primera sesión en plenaria se desarrolló el 3 de agosto, dando comienzo a la
discusión del estatuto de funcionamiento, tal como lo exigía la base comicial octava de la
segunda pregunta del referéndum. En este sentido, aunque la ANC disponía de un mandato
claro con relación a su origen, el Artículo 1 del Estatuto asume la condición originaría “La
ANC es la depositaria de la voluntad popular y expresión de su soberanía con las atribuciones
del poder originario para reorganizar el Estado venezolano y crear un nuevo ordenamiento
jurídico constitucional. La Asamblea, en uso de las atribuciones que le son inherentes, podrá
limitar o decidir la cesación de las actividades de las autoridades que conforman el poder
público”. (Citado por Brewer- Carías, p. 31)
Gracias a la definición de su carácter, el trabajo de la ANC se divide en tres etapas,
señaladas por Brewer:
ƒ
Primera Etapa: Al asumir el carácter originario, se dedicó a la intervención de los Poderes
Públicos, a través de la ratificación de Hugo Chávez como Presidente de la República, la
creación de la Comisión de Emergencia Judicial, cuya principal función era “motorizar las
reformas inmediatas e indispensables en el Poder Judicial” (p. 33).
ƒ
Segunda Etapa: Esta etapa fue la dedicada al trabajo de las 30 comisiones que
conformaban la ANC, las cuales debían recibir las iniciativas ciudadanas para la
elaboración del proyecto de Constitución, cuya integración normativa era responsabilidad
de la Comisión Constitucional.
ƒ
Tercera Etapa: Se extendió del 19 de octubre hasta el 17 de noviembre de 1999, donde se
realizaron 19 sesiones plenarias para la primera y segunda discusión del proyecto. Brever,
como constituyente, reflexiona de la siguiente manera, “El país fue testigo del tiempo que
le dedicamos a los trabajos de la Asamblea, así como de las propuestas que formulamos en
diversas ocasiones para mejorar el texto constitucional. Hubiéramos querido que el mismo
87
estuviese redactado en otra forma y lo más importante, hubiéramos querido que en el texto
se hubiesen sentado, efectivamente, las bases para la transformación del sistema político
venezolano” (p. 35). El proyecto de Constitución, con éstas características, fue sometido a
la voluntad popular el 15 de diciembre de 1999.
Los resultados oficiales del Consejo Nacional Electoral del Referendo convocado para
aprobar el proyecto de Constitución fueron los siguientes: de un total de votos emitidos:
4.142.812 (45,94%), el Sí obtuvo 2.820.556 (71,21%), el No 1.141.792 (28,79%) con una
abstención de 4.876.782 (54,06%). A pesar de la alta abstención, ese texto constitucional
aprobado por la ciudadanía produjo cambios en el orden jurídico, en el orden estatal y en la
estructura política del Estado venezolano. Nuestra tarea inmediata será describir estos cambios
en una institución que aunque instrumental del Estado, cumple un papel central para la
consolidación o no de la democracia: la institución militar.
4. Materia de rango constitucional militar de 1999
La materia de rango constitucional para el estamento militar, debía ser producto de una
decisión política constructiva sobre el nuevo modelo militar acorde con el sistema político que
estableciera la carta magna y que aludiera a los factores que sociológicamente definen al
estamento armado de un Estado, como lo es el profesionalismo militar, el modelo de
relaciones civiles-militares y la interpretación de la guerra en la postmodernidad.
(Machillanda, 1.999, p. 22)
Según Machillanda (1999) en su Propuesta a la Asamblea Nacional Constituyente
sobre la materia de rango constitucional para el componente militar venezolano se podía
inferir tres tendencias políticas diferenciadas en la ANC: la conservadora, la progresista y la
radical. Cada una de ellas con un modelo de estamento militar diferente. La conservadora con
un modelo tradicional profesional, la progresista un modelo reconceptualizado cercano a la
postmodernidad militar y las concepciones de la globalización y la radical con un modelo
militar reduccionista cercano a la milicia (p. 24-28)
88
Sin embargo, como afirmamos precedentemente, la ANC estuvo mayoritariamente
conformada por el sector radical encarnado en los candidatos apoyados por el presidente
Chávez a través del partido MVR, lo que mermo la posibilidad de discusión y confrontación
plural de modelos, tipologías y teorías vinculadas al estamento armado del Estado. Se debe
afirmar que se impuso la condición de mayoría a través del llamado “entubamiento” de los
asambleístas representantes de la corriente chavecista para el establecimiento de la materia
militar en la carta magna.
La Constitución de 1999 en ese sentido, se acercó a la visión reduccionista del
estamento militar y produjo un cambio sustancial en los aspectos normativos vinculados con
las relaciones civiles-militares establecidos en la derogada Constitución de 1961. Del estudio y
análisis comparado de las constituciones, pero sobre todo del desarrollo e implementación
histórica de ambas, se deducen cambios sustanciales en lo político-ideológico, lo doctrinario y
lo operativo- funcional del estamento militar a partir de la Constitución de 1999. En tal
sentido, el análisis procura evidenciar el cambio a partir de la comparación de cada uno de los
elementos arriba mencionados, no sólo a través de ambos textos constitucionales, sino de los
elementos teóricos e históricos que avalan el cambio ideológico, doctrinario y operativo
funcional del estamento militar y sus efectos en el modelo de relaciones civiles-militares a
partir de 1999.
4.1 Cambios en lo político-ideológico
Lo político- ideológico50 se vincula con la concepción que se tiene en la tradición
democrática liberal sobre las funciones inherentes del estamento armado del Estado. En esta
corriente ideológica la organización militar es concebida esencialmente para dos funciones:
primero, la defensa del país de forma que garantice la integridad territorial de la nación, la
50
Si bien el concepto ideología es uno de los más debatidos, complejos y relativos en las ciencias sociales,
hacemos alusión al término de acuerdo a la separación realizada por Bobbio en el sentido expresado por él como
débil, es decir, donde prima una dimensión de carácter sistémica en donde la ideología es “un conjunto de ideas y
valores concernientes al orden político o “un cuerpo apretado de creencias organizadas alrededor de unos pocos
valores centrales; en contrario al sentido fuerte, que alude a la noción marxista según la cual la ideología remite a
la falsa conciencia determinada por las relaciones de dominación existentes entre las clases sociales”. Nos parece
que la ideología en su significado débil nos permite aclarar cambios en las creencias y valores a partir de lo
establecido en la Constitución de 1999, en la materia referida al estamento militar y su relación con la élite
política. Bobbio, Mateeucci y Pasquino (2002). Diccionario de Ciencia Política. Madrid: Siglo XXI.
89
restablezca en caso de violación y defienda el orden estatal y a sus ciudadanos de cualquier
agresión externa. Segundo, para actuar como último elemento de seguridad en contra de
rebeliones o golpes internos que puedan amenazar la existencia del Estado, todo esto bajo la
condición de que para actuar debe prevalecer siempre la primacía de la política, es decir, el
estamento militar está constituido para funciones excepcionales como la guerra, y ésta es un
instrumento racional de la política. En términos de Clausewitz, la guerra no es un fin en sí
mismo, por ende debe responder a los fines políticos del Estado, para ello el estamento militar
se encarga de la estrategia militar o estrategia dura (Lidell Hart), es decir, se prepara para la
defensa y el poder político se hace responsable gracias a su representatividad y legitimidad de
definir la gran estrategia o los fines políticos de acuerdo al interés nacional del Estado.
En ese sentido, la Constitución de 1999 en el título VII, “De la Seguridad de la Nación”,
en su artículo 326 define la concepción de seguridad en términos ambiguos, prácticamente
abordando todos los aspectos de la calidad de vida al afirmar que se ejerce sobre los “ámbitos
económico, social, político, cultural, geográfico, ambiental y militar”, aunado al artículo 156
que define las competencias del Poder Nacional, en el numeral 7 dice es competencia del
Poder Nacional “la seguridad, la defensa y el desarrollo nacional”, se destaca que existe una
diferencia en cuanto a qué función se le atribuye a la Fuerza Armada, mientras para el texto
constitucional de 1961 la función primordial es la “defensa”, para el texto de 1999 es “la
independencia, soberanía, y la integridad del espacio geográfico”. Es decir, presenta una
concepción que abre la puerta a la participación interna –tal como lo agrega la redacción del
artículo 328, “la participación activa en el desarrollo nacional”.
Hay un elemento central dentro de la discusión político-ideológica cuando se le asigna
funciones al estamento castrense que trascienden la defensa militar y se acerca a tareas de
orden interno o resolución de problemas de carácter político, social y económico, y es que esta
visión ideológica puede ser equiparada con la propuesta por los países de corte comunista para
el manejo de las relaciones civiles-militares. Stepan (1971) afirma la diferencia entre el
modelo liberal y el comunista de la siguiente forma:
En el modelo liberal, las élites políticas tienen plena conciencia del conflicto latente entre
ellas y las militares, por lo que tratan de manera deliberada de impedir que la acción de las
fuerzas armadas dentro de la esfera política cobre legitimidad. Idealmente los militares
90
deberían ser apolíticos. Mientras el caso del modelo comunista por el contrario, adjudica gran
valor al poder militar y a la capacidad de los militares. En este sentido, la negación del
concepto del militar como apolítico se convierte, en los países socialistas, en uno de los
elementos de integración entre la sociedad y el ejército.
Si bien no se afirma que la Constitución de 1999 haya establecido un modelo comunista
de relaciones civiles-militares, se debe avizorar la ambigüedad y amplitud de las funciones
establecidas para el sector militar del Estado, y las contradicciones entre la búsqueda de una
institución definida como profesional, y la incorporación de tareas propias de la sociedad civil,
lo cual tiende a desdibujar la línea que separa a dos instituciones diferenciadas dentro de un
sistema democrático. Una que se encarga del manejo del monopolio de la violencia y la otra
que se encarga de las funciones de gobierno por medio de políticas públicas destinadas a la
resolución de las demandas de la sociedad en los ámbitos políticos, económicos, sociales,
culturales, ambientales y entre uno de ellos el de orden militar. Cuando estas diferencias se
pierden o la línea divisoria es muy tenue la secularización se diluye y el sector militar pasa a
jugar un papel político que dista mucho de ser profesional e integrado dentro del sistema
democrático de corte liberal.
En otra aproximación hay autores como Juan Carlos Rey que plantean que esta
concepción de la seguridad puede entenderse como un principio totalizante (Rey, 1999), que
abarca todas las esferas de actividades y que, eventualmente, puede reducir la pluralidad. Es
una visión en la cual se presume un bien superior al de los intereses particulares (Rey, 1980)
El que exista un principio totalizante como la seguridad de la nación puede llevar a una
concepción única de la realidad, que desestima la diversidad y la pluralidad, y puede suponer
que las fuerzas armadas son la única organización con capacidad de articular políticas,
promover el desarrollo nacional y los valores de la seguridad de la nación. En esta visión las
organizaciones civiles se perciben como de menor especificidad o capacidad por encontrase
divididas y sin capacidad de agregación de intereses.
91
4. 2. Cambios en lo doctrinario militar
Según el Diccionario militar, estratégico y político de De Bordeje Morencos la
doctrina militar forma parte de la doctrina nacional. Inspirándose en las finalidades políticas
del país, formula máximas y preceptos para la creación y actuación de las fuerzas armadas. De
ella se deriva la política militar y la estrategia de los medios militares.
Los cambios producidos en la materia doctrinaria del estamento armado, pueden
vislumbrarse a la luz del análisis comparado de la doctrina militar establecida en el modelo
político de 1958, reflejada en el artículo 132 de la Constitución de 1961, el cual reza:
Las Fuerzas Armadas Nacionales forman una institución apolítica, obediente y
no deliberante, organizada por el Estado para asegurar la defensa nacional, la
estabilidad de las instituciones democráticas y el respeto a la Constitución y a
las leyes, cuyo acatamiento estará siempre por encima de cualquier otra
obligación. Las Fuerzas Armadas estarán al servicio de la República, y en
ningún caso al de una persona o parcialidad política.
Mientras que la Constitución de 1999 dice (Art. 328):
La Fuerza Armada Nacional constituye una institución esencialmente
profesional, sin militancia política, organizada por el Estado para garantizar la
independencia y la soberanía de la nación y asegurar la integridad del espacio
geográfico, mediante la defensa militar, la cooperación en el mantenimiento del
orden interno y la participación activa en el desarrollo nacional, de acuerdo con
esta Constitución y la ley. En el cumplimiento de sus funciones, está al servicio
exclusivo de la nación y en ningún caso al de persona o parcialidad política
alguna. Sus pilares fundamentales son la disciplina, la obediencia y la
subordinación. La Fuerza Armada Nacional está integrada por el Ejército, la
Armada, la Aviación y la Guardia Nacional, que funcionan de manera integral
dentro del marco de su competencia para el cumplimiento de su misión, con un
régimen de seguridad social integral propio, según lo establezca su respectiva
ley orgánica.
Los contenidos revelan el criterio seguido para estructurar la doctrina militar. El
modelo de conciliación de elites definió como política militar que el sector se mantuviera
alejado del debate político, para lo cual el Estado respondió en principio a los intereses que
92
tienen las fuerzas armadas como corporación profesional y evitó la intervención militar en los
conflictos intergrupales de los civiles, definiendo mecanismos de negociación entre las élites.
Mientras la Constitución de 1999, estuvo marcada por la notoria insistencia de los sectores
cercanos al Presidente Chávez por eliminar la norma tradicional51 que consagraba el carácter
no deliberante del componente militar y su apoliticismo. La consecuencia de tal modificación
constitucional es que con ella los militares no sólo pueden votar52 adquiriendo así una
ciudadanía activa, sino además participar en la política activa y deliberar, aunque tienen
prohibidas las actividades partidistas o de proselitismo53. Esa eliminación, unida a la nueva
norma constitucional que establece que una de las funciones de los militares es participar en el
desarrollo nacional, así como las repetidas declaraciones del Jefe de Estado en el sentido de
que la Fuerza Armada ha de desempeñar un papel fundamental en «primero el proceso, luego
la revolución pacífica y ahora en el socialismo del siglo XXI» que se propone realizar, nos
anuncia la prescripción de que la institución armada debiera desempeñar un papel que excede
en mucho a su rol profesional en los países democráticos.
4.3. Cambios en lo operativo- funcional
Los cambios operativo-funcionales hacen referencia a las modificaciones prescritas
por la Constitución de 1999 que reestructuran la línea de mando entre el poder político y la
organización militar, su funcionalidad y su operatividad. La línea de mando operativa y
funcional de la organización militar fue modificada según la Constitución de 1999, que
establece amplias facultades y discrecionalidad al Presidente de la República en materia
51
El principio general de la no-intervención de los militares en la política y su subordinación al poder civil, era
reconocido por el derecho constitucional venezolano anterior a 1999. Todas las constituciones venezolanas desde
la de 1830 hasta la de 1961, con la única excepción de la de Constitución perezjimenista de 1953, contenía la
norma según la cual las Fuerzas Armadas son obedientes y no deliberantes; y las Constituciones de 1947, 1953 y
1961 afirmaban, además, que dichas Fuerzas eran apolíticas.
52
Nos parece que la condición de ciudadanía al soldado es un logro meritorio dentro de la Constitución. Pues
aproxima la condición de ciudadano soldado dentro del sistema democrático.
53
En el artículo 330 se afirma que los integrantes de la FAN tiene derecho al sufragio, pero sin que les este
permitido optar a cargos de elección popular, ni participar e actos de propaganda, militancia o proselitismo
político.
93
militar, así se desprende del artículo 236 de la Constitución, que define las funciones en
materia militar del Presidente de la República, en sus numerales 5 y 6:
5.-Dirigir la Fuerza Armada Nacional en su carácter de Comandante en Jefe, ejercer la
suprema autoridad jerárquica de ellas y fijar su contingente.
6.-Ejercer el mando supremo de la Fuerza Armada Nacional, promover sus oficiales a partir
del grado de coronel o coronela o capitán o capitana de navío, y nombrarlos para los cargos
que les son privativos.
La Constitución de 1961 sólo establecía el carácter de Comandante en Jefe como
suprema autoridad jerárquica de las FAN y la de fijar el contingente de las mismas (Art. 190,
nums. 3 y 4). Hoy ya no es sólo ejercer la suprema autoridad jerárquica en la FAN en términos
del rango, sino que el jefe del Estado tiene el grado que le permite dirigir y ejercer el mando
supremo, lo que pudiera interpretarse como una personalización del mando que se
institucionaliza en manos exclusivas del Presidente.
En segundo lugar, se tiene la atribución exclusiva del Presidente de promover los
oficiales de la Fuerza Armada Nacional a partir del grado de coronel o capitán de navío,
rompiendo con una tradición reiterada en nuestra historia constitucional, consistente en la
autorización senatorial de los ascensos militares a los grados indicados. Escovar Salom (2002)
ha plasmado su crítica a dicha modificación normativa en los términos siguientes: "El
argumento aparente es que durante el período democrático iniciado en 1958 hubo
complacencias y negligencias así como otras irregularidades con motivo de los ascensos
militares. Esto pudo ser verdad en algunos casos pero no invalida el profundo contenido de
regla de derecho que por un lado protege la autoridad del Estado y por otra la dignidad
institucional de la corporación militar."
Es decir, la Constitución de 1999, hace una distribución de responsabilidades en
materia militar entre los diversos poderes del Estado que reduce al mínimo el control de la
materia militar por parte del poder legislativo. En el artículo 236 antes referido dedicado a la
capacidad presidencial para los ascensos de los altos oficiales, deja sin efecto el artículo 150
de la Constitución del 61, referido a las atribuciones del Senado (Capítulo II; Título V, del
poder legislativo nacional), para autorizar el ascenso de oficiales de las Fuerzas Armadas,
94
desde Coronel o Capitán de Navío, inclusive. En este caso el parlamento “autoriza” al
presidente de la República, en tanto Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas para
promover a los oficiales. Desde el punto de vista formal la Constitución de 1999 introduce una
situación de concentración de poder en el Presidente de la República, quien decide la política
de ascensos sin la autorización del órgano legislativo nacional, lo que disminuye el control
civil del estamento militar en términos parlamentarios.
Finalmente, los cambios producidos en la materia militar en la Constitución de 1999 en
los aspectos político-ideológicos, doctrinarios, y operativo- funcionales, se verán reflejados en
el cuerpo de leyes que como poder constituido debe acoplar la operatividad de la estructura del
Estado a lo establecido en la nueva Constitución y esto ha sucedido en el caso del sector
militar.
5. Poder constituido: la Ley Orgánica de las Fuerza Armada Nacional
La Constitución de 1999 produjo un cambio sustancial, no sólo por lo prescrito en ella,
sino fundamentalmente porque dejó sentadas las bases para la construcción -a través de todo el
cuerpo de leyes que descienden en términos de la pirámide legal kelseniana como los tratados,
leyes orgánicas, leyes ordinarias, reglamentos y leyes individuales- de una nueva estructura
estatal. Los cambios jurídicos han modificado lo formal legal, lo organizacional y lo
estructural de la institucionalidad del Estado. De ello no ha escapado la institución militar,
específicamente con la elaboración de la Ley Orgánica de Seguridad de la Nación publicada
en Gaceta Oficial el 27 mayo de 2002 y modificada para incorporar el Reglamento del
Consejo de Defensa de la Nación el 27 de mayo de 2004 y la Ley Orgánica de la Fuerza
Armada Nacional publicada en Gaceta Oficial el 26 de septiembre de 2005.
La Ley Orgánica de la Fuerza Armada Nacional (LOFAN), que sustituye la aprobada
en 1983, ha producido una modificación en las funciones, organización, línea de mando y
estructura del estamento armado a través de una centralización hacia adentro y
descentralización hacía afuera de la FAN. Estos cambios han generado modificaciones en las
95
relaciones de poder entre la clase política y la estructura militar, entre la organización militar y
la sociedad y entre el sector militar y los grupos de poder presentes en el Estado venezolano.
5.1 Funciones del estamento militar
Como se expresó precedentemente al realizar el estudio de la materia constitucional
militar, un aspecto central para definir las relaciones entre el poder político y el sector militar
de la sociedad, es la definición precisa de las funciones que cumplirá la fuerza o el
instrumento encargado de la violencia legal, dentro del sistema político, el Estado y la
sociedad.
En el caso de la LOFAN, hay una ampliación sustancial de las funciones referidas
específicamente al área de defensa, de hecho esta función claramente establecida en la antigua
ley en el artículo 8 ha sido sustituida por el artículo 3 que afirma “la Fuerza Armada debe
asegurar el dominio de los espacios vitales, defender los puntos estratégicos que garantizan el
desenvolvimiento de todos los ámbitos de la vida nacional y resistir ante la ocupación del país
por fuerzas militares invasoras”.
Esto evidencia un cambió en la doctrina de defensa establecida durante el período de
acuerdo de elites ajustada a lo establecido en el Tratado Interamericano de Asistencia
Recíproca (TIAR). En la nueva Ley prevalece una hipótesis de conflicto que viene dada por
una invasión o ocupación externa y la Fuerza Armada debe preparase para la resistencia y la
defensa de los “puntos estratégicos del espacio territorial venezolano”, en el fondo prevalece
una concepción de soberanía en términos territoriales o soberanía tradicional.
Sumado a lo anterior se encuentra la ampliación que hace la Ley de las funciones
diferenciadas de la tarea de defensa al incorporar la actuación de la Fuerza Armada como
sujeto en apoyo de instituciones gubernamentales en el ámbito nacional, regional o local, para
la ejecución de tareas vinculadas al desarrollo económico y social de la población, y en
operaciones de protección civil en situaciones de desastres (Art. 3). Esta función claramente
alude un cambio en la organización militar en dos sentidos, primero, esta nueva función
96
supone que una parte del recurso humano, logístico e instrumental de guerra, preparado por el
Estado para que cumpla funciones de defensa militar, deberá estar dedicado a cumplir
funciones de carácter netamente administrativo, lo cual disminuye en alguna medida el
carácter operativo del sector castrense. Y segundo, se deja abierta la posibilidad para que el
sector militar juegue un rol central dentro de la burocracia gubernamental ocupando
posiciones que normalmente estaban designadas a funcionarios de carrera y a la sociedad civil
en general.
5.2. Organización militar
La LOFAN también afecta la organización militar del estamento armado, la
reorganización de la estructura militar creó tres estructuras burocráticas en el mismo nivel
jerárquico y bajo la dependencia directa del Presidente de la República: el Comando
Estratégico Operacional, el Ministerio de la Defensa y el Comando General de la Reserva y la
Movilización Nacional.
El Comando Estratégico Operacional es el principal órgano de programación,
planificación, dirección, ejecución y control estratégico de operaciones conjuntas de la FAN.
Tal comando tiene como fin garantizar la defensa militar, la cooperación en el mantenimiento
del orden interno y la participación activa en el desarrollo nacional, regional y municipal.
En cuanto al Ministerio de la Defensa el artículo 47 lo define como el máximo órgano
rector y administrativo en materia de defensa militar de la Nación, encargado de la
formulación, adopción, seguimiento y evaluación de las políticas, estrategias, planes
generales, programas y proyectos del sector defensa. Esto cuanto hace es asignarle al Ministro
de Defensa un rol netamente administrativo, pero sin el control real de la organización
operativa del estamento militar, lo que significa que se ha separado la función política de la
función de mando, pues el Estado Mayor se repartirá en dos funciones; la primera, en el caso
del Ministerio de la Defensa contará con un Estado Mayor de Defensa que encarnará el alto
mando militar y diseñará la política de defensa del gobierno; y la segunda, en el caso del
97
Comando Estratégico Operacional con un Estado Mayor Conjunto que va diseñar planes de
campaña y a estudiar los posibles escenarios de conflicto del Estado.
Esta suerte de equilibrios entre el Ministro de la Defensa y las demás autoridades
militares, crea una estructura muy burocratizada, con muchas instancias, que hace difícil la
operación de la FAN, pero además el Presidente de la República, tiene nuevos recursos para
un mando directo –una suerte de bypass– al tener un Comando Estratégico Operacional y
establecer líneas de subordinación directa, divide el mando y establece relaciones directas con
las funciones netamente operativas de la organización militar a través del Estado Mayor
Conjunto del Comando Estratégico Operacional, que sin dependencia de los comandos de
cada componente (Ejército, Armada, Aviación y Guardia Nacional), baja en relación de
autoridad directa a los Comandos de Regiones Estratégicas de Defensa Integral y los
Comandos de Regiones Operativas de Defensa Integral (Guarniciones). Igual es el caso del
Comando de la Reserva y la Movilización Nacional que dependen directamente del Presidente
de la República. Para visualizar mejor los cambios en la estructura organizativa ver el
organigrama establecido a partir de la LOFAN de 1983 y la Nueva LOFAN de 2005 en los
gráficos 2 y 3 en pp.107-108.
Un aspecto importante que cambia la organización militar establecida en la LOFAN de
1987 es la creación de un quinto componente llamado Reserva y Movilización Nacional. Este
contingente tuvo su primera aparición con el Decreto de creación de la Reserva Militar y su
aparición pública el día 13 de abril de 2005, decretado como el día de la reserva militar, la
movilización nacional y la unidad cívico-militar54, el Jefe de Estado activó el comando de la
reserva en el Patio de Honor de la Academia Militar. El Artículo 1° del Decreto N° 3.560,
publicado en Gaceta Oficial N° 338.084 de fecha 4 de abril de 2005, establece que se
constituirá en cada una de las regiones militares del país una Circunscripción Militar de
Reservistas, encargada de coadyuvar en el sostenimiento y defensa de la seguridad de la
54
Según se desprende del discurso presidencial, el 13 de abril será recordado como día de rebelión popular y
militar, ya que fue en esa fecha cuando ocurrió “una rebelión patriótica, democrática, antiimperialista,
antifascista, civil-militar, que restituyó la República, el Estado, las instituciones, la Constitución Bolivariana y la
dignidad nacional” al producirse la restitución del mandato presidencial luego de los sucesos de 11 de abril. Por
ello, concluyó el Presidente de la República que el 13 de abril quedará registrado para siempre en las páginas de
nuestra historia como el Día de Celebración Nacional de la Reserva Militar y la Movilización Nacional.
98
Nación, así como de integrar progresivamente a la sociedad civil a las funciones que le
corresponde en el ejercicio del deber de corresponsabilidad en el mantenimiento de la paz
nacional; sin que esto último implique ejecutar funciones de alistamiento o conscripción.
En los artículos 3 y 4 del mencionado decreto, se estatuye también la independencia
financiera del Comando General de la Reserva y la subordinación directa de dicho Comando
al Comandante en Jefe de la FAN; igualmente, señala que el comandante de esta fuerza forma
parte del Alto Mando Militar, al ser invitado permanente y poder participar con voz a las
reuniones del Estado Mayor Conjunto y del CUFAN.
Según se desprende de un artículo publicado por el Teniente Coronel Héctor Herrera
Jiménez Director Nacional del Frente Cívico-Militar Bolivariano a raíz del Primer
Conversatorio sobre Seguridad Integral de la Nación, organizado por el Frente Cívico-Militar
Bolivariano, celebrado en las instalaciones de la sede principal de la Universidad de la Fuerza
Armada Nacional, UNEFA, y que tuvo como tema principal; “La Reserva Militar: Visión y
Misión Operativa.”, entre “los objetivos específicos de la Reserva se encuentran la
consolidación del nuevo pensamiento militar, aumentar la preparación y eficacia de la FAN,
reestructurar la organización militar de acuerdo a la Constitución Nacional, incorporar a la
reserva en el trabajo social del gobierno en todas sus instancias, fortalecer la unidad cívicomilitar, para acciones de seguridad ciudadana, y educar a la población en los principios
militares de disciplina, amor a la patria y obediencia”.
Según el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS) de Londres, las fuerzas
militares regulares del país -Ejército, Marina, Aviación y Guardia Nacional- totalizan 82.000
efectivos. En cuanto al contingente de reserva anteriormente se encontraba entre 20.000
soldados cada año y cumplían un servicio militar durante 18 meses. Ahora, según se establece
en la Ley y se desprende del discurso oficial de los funcionarios militares Comandantes del
nuevo Componente, la idea es conformar una reserva más extensa, con civiles voluntarios,
con edades de 18 a 50 años, que según expresiones del presidente de la República deben llegar
a dos millones de venezolanos, el 10% de la población.
Ahora bien, mas allá que se logre tal capacidad de convocatoria, lo central en términos
del interés de esta investigación es definir cuáles son los fundamentos ideológicos,
99
estratégicos y políticos que persigue este nuevo componente, que además se encuentra bajo la
orden directa del presidente de la República, no tiene una capacitación y entrenamiento militar
adecuado a los estándares tradicionales de la FAN y pretende superar varias veces el pie de
guerra actual de la Fuerza Armada Nacional. Nos atrevemos a afirmar que este componente
dicta mucho de ser un cuerpo profesional institucional, ni siquiera ocupacional55, sino se
acerca a una especie de cuerpo armado uniformado al servicio de un proyecto político dirigido
directamente por el Presidente Chávez y dedicado a funciones directamente relacionadas con
el asistencialismo social, las funciones de vigilancia y seguridad interna. No por ello debe
menospreciarse su componente de fuerza, pues precisamente ese carácter es el que le otorga
importancia para el mantenimiento del proyecto político dirigido por el Presidente Chávez.
5.3 Línea de mando operativa vs. línea de mando administrativa
Finalmente, para entender los cambios precedentemente descritos y su vinculación con
las relaciones civiles-militares, es necesario aproximar cómo la modificación de la estructura
militar, la jerarquía, las instancias y órganos militares facilitan un control directo del
Presidente de la República de la operatividad de la organización militar. La nueva ley le
otorgó al Jefe de Estado el grado militar de Comandante en Jefe y la máxima autoridad
jerárquica de la Fuerza Armada, pero esta vez no sólo de derecho, sino de hecho, al tener a su
mando la Comandancia en Jefe integrada por el Estado Mayor y las unidades que él designe56.
55
Es importante la discusión planteada por Moskos sobre los dos grandes modelos o “tipos ideales” (en sentido
weberiano) de Fuerzas Armadas: el institucional y el ocupacional. El primero se caracteriza por mantener buena
parte del ethos militar tradicional. Por tanto, está basado en la primacía de la vocación, en la definición de unos
objetivos que trascienden los intereses individuales de sus miembros y en la presencia de un código ético estricto,
bajo cuya égida se fomentan virtudes como la disciplina, el espíritu de sacrificio o el honor. Mientras el
ocupacional, por el contrario, se le opone en muchos aspectos: prioridad del interés personal; reclutamiento y
sistema de recompensas basados en los incentivos económicos; incremento de las áreas de intersección con los
valores de la población civil, etc. (Moskos y Wood, 1991: 43 y 45).
56
Este aspecto es destacado en una Presentación de la Ley Orgánica de la Fuerza Armada Nacional realizada el
06 de octubre de 2006 por el Almirante Orlando Maniglia en su condición de Ministro de la Defensa, quien
además analiza cada uno de los artículos comparativamente con la antigua LOFAN y dedica bastante espacio al
nuevo organigrama de la Fuerza Armada. Para profundizar ver página web del Ministerio de la Defensa.
100
La posibilidad de que el Presidente de la República tenga el grado de militar y pueda
mandar operacionalmente la estructura militar, sin respetar la línea de mando propia de una
organización subordinada, obediente y jerarquizada, puede producir una modificación
profunda en el tipo de organización militar que se aspira lograr. Esto es así porque el
Presidente sin acudir a los canales propios de la estructura militar, podría asignarle funciones a
los Comandos de Regiones Estratégicas de Defensa Integral sin que los componentes (antes
fuerzas) del Ejército, Armada, Aviación o Guardia Nacional estén enterados por medio del
órgano regular, ya que la línea de mando proviene directamente del Presidente al Comando
Estratégico Operacional y los componentes están subordinados al Ministerio de la Defensa en
una estructura aparte, por ende esto podría generar problemas de disciplina, subordinación,
además de unas relaciones personales y directas con el Presidente de la República, lo que
disminuye en alguna medida el sentido institucional en el manejo del sector castrense.
Igualmente, ocurre con el nuevo componente referido a la Reserva y la Guardia Territorial que
obedece directamente las ordenes presidenciales según se desprende del organigrama
funcional de la Fuerza Armada.
Todo lo anteriormente analizado, permite concluir que el momento constituyente y sus
realizaciones a partir del poder constituido han generado modificaciones, cambios y
reorientaciones en diferentes ámbitos del sistema político y el Estado. Pero una organización
central para entender los factores reales de poder dentro de las múltiples relaciones de
interdependencia y de dependencia del sistema político, es el estamento armado. Esto nos
lleva a considerar lo siguiente: dentro de un sistema democrático las relaciones civilesmilitares suponen la existencia de dos actores separados, diferenciados y con funcionalidades
distintas, es decir, una organización militar que se encargue del manejo de la violencia legal
del Estado, y un poder político, que se ocupe de la gestión gubernamental; cuando esta
secularización de pierde y la institución militar cumple funciones en apoyo a los entes
gubernamentales, lo que quiere decir, que cumple funciones burocráticas propias del gobierno,
entonces estamos en presencia de un modelo nuevo de relaciones civiles-militares distintas a
las establecidas en los sistemas de gobierno democráticos y de un tipo de control civil que
adolece del respeto a la autonomía institucional del sector militar, en términos de la
independencia y exclusividad profesionales de los militares.
101
Tabla 8: Análisis comparativo de la materia de rango constitucional militar 1961 / 1999
MATERIA DE RANGO
CONSTITUCIONAL DEL ESTAMENTO
MILITAR 1961
MATERIA DE RANGO
CONSTITUCIONAL DEL ESTAMENTO
MILITAR 1999
Características principales de la Constitución
Contemplaba 6 artículos referidos a las Fuerzas
Armadas.
Estipula un título específico referido a la
Seguridad de la Nación, integrado por dos
capítulos y 10 artículos
Tipo de Régimen Político
Régimen político presidencialista, con control
Régimen político marcadamente
parlamentario.
presidencialista, con una disminución
sustancial del control parlamentario sobre el
componente militar. Especialmente con
respecto a los ascensos militares y a la
compra de instrumental de guerra.
Control civil /control civil democrático
1. Define claramente que la autoridad militar 1. No legisla en materia de diferenciación
y civil no podían ejercerse simultáneamente por entre autoridad civil y militar.
un mismo funcionario, excepto por el
Presidente de la República, quien será, por
razón de su cargo, Comandante en Jefe de las
Fuerzas Armadas Nacionales.
2. El ejercicio de la suprema autoridad jerárquica
de las Fuerzas Armadas, se estableció debido al
carácter de Comandante en Jefe de las Fuerzas
Armadas, en tanto que este título obedecía a su
condición de Presidente Legítimo y que había
una diferencia tajante entre autoridad jerárquica
y comando operacional de la FAN.
3. El Congreso específicamente el Senado tenía
la competencia de autorizar el ascenso de
oficiales de las Fuerzas Armadas desde
Coronel o Capitán de Navío, inclusive, lo que
permitía el equilibrio de poderes y la
disminución del poder discrecional de ejecutivo.
2. Se agrega en este texto constitucional la
capacidad del Presidente de la República de
dirigir la Fuerza Armada Nacional, esto puede
interpretarse como una personalización de
mando operacional la FAN.
3. Los ascensos son competencia del
Presidente de la República, lo cual aumenta la
característica de régimen presidencialista,
pero además le confiere discrecionalidad al
poder político en el ascenso de oficiales, sin
que intervenga el poder público que por
excelencia asume la representación de los
intereses de toda la nación. Disminuyendo de
esta manera el control civil parlamentario.
102
En ese sentido el control civil procura
aumentar la condición democrática del
sistema.
El control civil democrático ha sido
sustituido por un control políticamente
dependiente del Poder Ejecutivo.
Condición de Profesionalismo Militar
En este caso se le define como institución
No establece el carácter profesional de las
profesional pero, elimina el carácter de no
Fuerzas Armadas, pero le otorga la
deliberante, aunque tienen prohibidas las
caracterización de una institución
actividades partidistas o de proselitismo.
profesionalizada al establecer que forman una
institución apolítica, obediente y no
De igual forma, otorga la competencia de
deliberante, organizada por el Estado para
cooperación en el mantenimiento del orden
asegurar la defensa nacional.
interno y la participación activa en el
desarrollo nacional, dos competencias
novedosas en la Constitución. Desde la
perspectiva del control civil y de la
consolidación democrática, permite
extrapolaciones en el uso autónomo de la
violencia, lo que podría debilitar
potencialmente la sociedad civil y los
derechos de la ciudadanía.
En ese sentido se consolida el papel político
del estamento armado.
Derecho al sufragio de los militares lo que
consideramos un avance importante que
confiere la condición de ciudadano soldado y
otorga el principal derecho político de
cualquier ciudadano en un sistema
democrático.
Seguridad de la Nación
No legisla en materia de Seguridad.
Fuente: Elaboración propia
Establece un concepto amplio, difuso y vago
sobre la seguridad de la nación que contempla
prácticamente todos los elementos
correspondientes a la calidad de vida, solo
que desarrollado en un espacio de la
Constitución dedicado a la definición de las
funciones y competencias del sector
castrense, podría asumirse que estas funciones
se vinculan con todas estas áreas de la vida
ciudadana.
103
Tabla 9: Evolución constitucional en materia militar del siglo XX venezolano.
Año
1901
1936
Materia militar constitucional
Art. 121. La fuerza pública nacional á cargo
del Poder Nacional, se formará de un
contingente proporcionado á su población,
que dará cada Estado, llamando al servicio de
los ciudadanos que deben prestarlo conforme
á la Ley.
Art. 122. En caso de guerra puede
aumentarse el contingente con los cuerpos de
milicia ciudadana hasta el número de
hombres necesarios para llenar el pedido del
Gobierno Nacional.
Art. 123. La autoridad militar y la civil nunca
serán ejercidas simultáneamente por una
misma persona ó corporación.
Art. 137. La fuerza armada no puede
deliberar; ella es pasiva u obediente: Ningún
cuerpo armado puede hacer requisiciones, ni
exigir auxilio de ninguna especie, sino a las
autoridades á las autoridades civiles, y en el
modo y forma que determine la Ley. Los
jefes de fuerza que infrinjan esta disposición,
serán juzgados y castigados con arreglo á las
leyes.
Artículo 45.- La autoridad militar y la civil
nunca serán ejercidas simultáneamente por
un mismo funcionario, excepto el Presidente
de la República, quien será siempre
Comandante en Jefe del Ejército Nacional.
Artículo 47.- La fuerza armada no puede
deliberar ella es pasiva y obediente: ningún
cuerpo armado puede hacer requisiciones ni
exigir auxilios de ninguna clase sino a las
autoridades civiles y en la forma y modo que
determine la Ley; en los días de votaciones
las tropas permanecerán acuarteladas y no
podrán salir del Cuartel sino para comisiones
de orden público.
Los Jefes de fuerzas que infrinjan estas
disposiciones serán juzgados y castigados
conforme a las leyes.
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1947
Artículo 93. Las Fuerzas Armadas ƒ
Nacionales constituyen una institución
apolítica,
esencialmente
profesional, ƒ
obediente y no deliberante; y se organizan
para garantizar la defensa nacional, mantener
la estabilidad interna y respaldar el
cumplimiento de la Constitución y la Leyes.
Artículo 94. Las Fuerzas Armadas
Nacionales se clasificarán y organizarán
Momentos político-militares
Fin de las montoneras.
Conformación del Ejército Nacional
Creación de la Escuela del Ejército (1911)
Bloqueo de las costas venezolanas.
Asunción del Gral. Gómez.
Revuelta estudiantil de 1928.
Expulsión de presuntos comunistas
Rómulo Betancourt en exilio y la
elaboración del Plan de Barranquilla (1931)
Muerte del General Gómez.
Asunción del Gral. López Contreras e inicio
de la transición a la democratización del
sistema.
Elaboración y puesta en práctica del Plan de
Febrero.
Sucesión del Gral. Isaías Medina Angarita.
(1941)
Reforma constitucional de 1945 para la
incorporación del voto femenino.
Golpe de Estado del 18 de octubre de 1945:
Componente
militar
formado
profesionalmente se incorpora, a través de
los mandos medio, a la función del gobierno,
diluyéndose con el poder político en la
conformación de la Junta Revolucionaria de
Gobierno.
Elección de la Asamblea Nacional
Constituyente de 1947, presidida por Andrés
Eloy Blanco.
Presidencia constitucional de Rómulo
Gallegos.
Golpe de Estado del 24 de noviembre de
1948: Componente militar como factor
interviniente y decisor del sistema político.
104
1948
conforme a la Ley y tendrán las misiones
particulares que ésta les señale.
Artículo 95. El estado propenderá a que la
organización y las funciones que se fijen a las
Fuerzas Armadas Nacionales respondan a la
norma de dignificación de sus integrantes y al
concepto de institución impersonal al servicio
exclusivo de la Nación. Las Fuerzas Armadas
Militares tendrán como misión específica
garantizar la defensa nacional, y solo en las
circunstancias que señale la Ley podrán
asignárseles otras funciones accidentales que,
en todo caso, se referirán al orden público.
Artículo 96. Las Fuerzas Armadas Militares
se constituirán con el contingente que
proporcionalmente a su población sea
llamado a servicio en cada uno de los
Estados, en el Distrito Federal y en los
Territorios y Dependencias Federales, de
acuerdo con la Ley.
Artículo 99. Los Miembros de las Fuerzas
Armadas Nacionales, mientras permanezcan
en servicio activo, no podrán ejercer el
derecho del sufragio, pertenecer a
agrupaciones políticas ni tomar parte en las
actividades de éstas.
Artículo 102. El Presidente de los Estados
Unidos de Venezuela es la suprema autoridad
jerárquica de la Fuerzas Armadas Nacionales
y las comandará a través de los Despachos
Ejecutivos y por medio de los funcionarios
que la Ley señale.
Artículo 103. El Consejo Supremo de la
Defensa Nacional es el máximo organismo
de dirección y coordinación de las Fuerzas
Armadas Nacionales, y estará integrado por
el Presidente de la República, quien lo
presidirá, y por los miembros del Gabinete
Ejecutivo y los funcionarios de dichas
Fuerzas que la Ley determine.
Para el Acta de Constitución del Gobierno
Provisorio de 1948, el componente militar se
constituye en poder político, al asumir para sí
el control del gobierno nacional, la
suspensión del ordenamiento constitucional,
aunque señala la aplicación de las normas de
textos derogados por la Carta Magna de
1947, y la atribución de decidir sobre
materias de índole nacional y competencia
pública. En este sentido, el Acta es clara
cuando en su texto se indica a las Fuerzas
Armadas como factor que asume el control
de la situación de la República, la
designación Presidente de la Junta Militar, e
indica que “Las resoluciones, actos, decretos
y demás providencias requeridas se tomarán
ƒ
ƒ
ƒ
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ƒ
ƒ
Instauración de la Junta Militar de Gobierno.
Magnicidio contra el Cnel. Carlos Delgado
Chalbaud (1950).
Conformación de la Junta de Gobierno,
presidida por Germán Suárez Flamerich
(1950 – 1951)
Comienzo de la presidencia provisional del
Cnel. Marcos Pérez Jiménez (1952)
Suspensión de Acción Democrática y el
Partido Comunista de Venezuela, además de
la censura de prensa.
Elección de la Asamblea Nacional
Constituyente de 1952, con resultados
fraudulentos que favorecieron al gobierno
militar.
105
por la mayoría de sus votos.” Además, se
atribuye la potestad de indicar la vigencia o
no vigencia del ordenamiento jurídico, “Se
mantiene el ordenamiento legal de la
República en cuanto no resulte contrario a lo
dispuesto en la presente Acta y a los fines
que originaron el Gobierno Provisorio.”
1953
1961
Art. 56. Las Fuerzas Armadas Nacionales
son una institución profesional, impersonal y
apolítica, al servicio exclusive de la Nación.
Las Fuerzas Armadas Nacionales tienen por
objeto fundamental garantizar la defensa de
la Nación, mantener la estabilidad interna y
apoyar el cumplimiento de la Constitución y
las leyes.
Art. 57. Los Miembros de las Fuerzas
Armadas Nacionales no podrán ejercer el
derecho del sufragio, pertenecer a
agrupaciones políticas ni tomar parte en las
actividades de éstas, mientras permanezcan
en servicio activo.
Art. 58. Los poseedores de grados militares
no podrán ser privados de ellos ni de los
honores y demás beneficios inherentes al
grado, sino en los casos y en la forma que
determine la ley.
ƒ
Artículo 132. Las Fuerzas Armadas
Nacionales forman una institución apolítica,
obediente y no deliberante, organizada por el
Estado para asegurar la defensa nacional, la
estabilidad de las instituciones democráticas
y el respeto a la Constitución y las leyes,
cuyo acatamiento estará siempre por encima
de cualquier otra obligación, Las Fuerzas
Armadas Nacionales estarán al servicio de la
República, en ningún caso al de una persona
o parcialidad política alguna.
Artículo 131. La autoridad militar y civil no
podrán ser ejercerse simultáneamente por un
mismo funcionario, excepto por el Presidente
de la República, quien será, por razón de su
cargo, Comandante en Jefe de las Fuerzas
Armadas Nacionales
ƒ
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ƒ
1999
Artículo 328. La Fuerza Armada Nacional ƒ
Comienzo del gobierno constitucional del
Gral. Marcos Pérez Jiménez, gracias a la
designación de todos los funcionarios y
cargos de elección popular por parte de la
Asamblea
Constituyente
(Disposición
Transitoria Segunda de la Constitución).
Mantenimiento y legalidad del gobierno
militar.
Golpe de Estado del 23 de enero. Miembros
del componente militar intervienen en la
realidad política como consecuencia de la
ilegitimidad del régimen y de las acciones de
protesta y desobediencia popular.
Firma del Pacto de Punto Fijo y comienzo de
una oferta política centrada en el
profesionalismo y “acuartelamiento” del
componente militar. Inicio del sistema de
conciliación de élites por más de 40 años.
Sanción de la Constitución de la República
de Venezuela e instauración de la
democracia representativa. Explosión de la
subversión castro – comunista.
Componente
militar
dedicado
exclusivamente a combatir la guerrilla.
Guerrilla derrotada militar y políticamente.
Maximización del profesionalismo del
componente militar.
Inicio de una nueva pauta de relación donde
no se le asigna nuevas misiones al
componente militar. (1973)
Intentonas golpistas de febrero y noviembre
como expresión de ilegitimidad del sistema,
resultante del estallido social de febrero de
1989, y de la adherencia del componente
militar con el poder político. (1992)
Elección del Rafael Caldera como
Presidente de la República, en un ambiente
socio – político que presionaba para la
transición del sistema. Profundización de la
crisis del sistema de arreglo de élites. (1993)
Elección de Hugo Chávez, apoyado en la
aspiración de cambio del sistema. Oferta
electoral de la Asamblea Constituyente
como mecanismo de cambio radical. (1998)
Celebración
de
siete
actos
electorales
106
constituye una institución esencialmente
profesional,
sin
militancia
política,
organizada por el Estado para garantizar la
independencia y soberanía de la Nación y
asegurar la integridad del espacio geográfico,
mediante la defensa militar, la cooperación
en el mantenimiento del orden interno y la
participación activa en el desarrollo nacional,
de acuerdo con esta Constitución y con la ley.
En el cumplimiento de sus funciones, está al
servicio exclusivo de la Nación y en ningún
caso al de persona o parcialidad política
alguna. Sus pilares fundamentales son la
disciplina, la obediencia y la subordinación.
La Fuerza Armada Nacional está integrada
por el Ejército, la Armada, la Aviación y la
Guardia Nacional, que funcionan de manera
integral dentro del marco de su competencia
para el cumplimiento de su misión, con un
régimen de seguridad social integral propio,
según lo establezca su respectiva ley
orgánica.
Artículo 329. El Ejército, la Armada y la
Aviación tienen como responsabilidad
esencial la planificación, ejecución y control
de las operaciones militares requeridas para
asegurar la defensa de la Nación. La Guardia
Nacional cooperará en el desarrollo de dichas
operaciones y tendrá como responsabilidad
básica la conducción de las operaciones
exigidas para el mantenimiento del orden
interno del país. La Fuerza Armada Nacional
podrá ejercer las actividades de policía
administrativa y de investigación penal que le
atribuya la ley.
Artículo 330. Los o las integrantes de la
Fuerza Armada Nacional en situación de
actividad tienen derecho al sufragio de
conformidad con la ley, sin que les esté
permitido optar a cargo de elección popular,
ni participar en actos de propaganda,
militancia o proselitismo político.
Artículo 331. Los ascensos militares se
obtienen por mérito, escalafón y plaza
vacante. Son competencia exclusiva de la
Fuerza Armada Nacional y estarán regulados
por la ley respectiva.
Fuente: Elaboración propia
ƒ
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ƒ
ƒ
asentados en la popularidad de Chávez.
Discusión en la ANC.
Oferta de inclusión al componente dentro del
“Desarrollo Nacional”, apertura para la
deliberación política.
Sucesos de abril. Componente militar como
factor determinante para la salida, y
posterior reinstauración, del gobierno de
Chávez, como expresión de una crisis
institucional (2002)
Un grupo de militares de alta graduación en
principio y que luego ascendió a un número
aproximado de 150 militares de diferentes
grados, decidieron desconocer el Gobierno y
en condición de protesta se van a una plaza
pública de Altamira, la Plaza Francia.
Componente
militar
involucrado
en
actividades
civiles
dentro
de
la
administración pública, además de la cargos
de elección popular y
actividades
proselitistas – partidistas. . (2002 – 2004)
107
Gráfico 2: Organigrama de la Fuerza Armada Nacional 1961-1999
Presidente de la
República
Ministro de la
Inspec. Gral.
de la FAN
Estado
Mayor
Cufan
Ejército
(Comandan
Armada
Inspector
Inspec
tor
Estado
Mayor
Estado
Mayor
Comand
o de
Operac.
Aé
Coma
ndo
Naval
Coma
ndo
Naval
Guardia
Nacional
Aviación
Inspector
Inspector
Estado
Mayor
Coma
ndo
de
Opera
Comando
de
Operac.
D
Estado
Mayor
Comand
o de
Operac.
Coman
do de
Educac
ión
Coma
ndo de
Logísti
Comando de
Operac.
Comando
Aéreo
Comando de Personal
Comando de
las Escuelas
Comando
Logístico
CORE 1 –CORE 8
1ra.
Divisió
2da.
Divisió
3ra.
Divisió
4ta.
Divisió
5ta.
Divisi
6to.
Cuerpo
108
Gráfico 3: Organigrama de la Fuerza Armada Nacional 1999-205
109
CAPITULO V
EL MODELO DE RELACIONES CIVILES- MILITARES 1999-2005
Los cambios producidos por el momento constituyente, con marcada influencia del
poder ejecutivo y específicamente del poder de autoridad que encarna el jefe de Estado en
Venezuela, han presentado como rasgo característico la utilización simbólica, instrumental y
funcional de la organización militar alrededor de las relaciones de poder que configuran los
nuevos actores y las pautas de funcionamiento del sistema político. En el capítulo anterior se
señaló la importancia de los cambios constitucionales y jurídico-militares para la comprensión
de los aspectos prescriptivos de las relaciones civiles-militares. Ahora, se aborda el plano
politológico, tomando en cuenta los elementos histórico-políticos provenientes de la tradición
militarista57 del Estado y el conjunto de factores que enuncian, definen y perfilan un cambio
en el modelo de relaciones civiles-militares a partir de 1999, marcadamente diferenciado del
modelo profesional (Machillanda, 1989; Bigler, 1981; Agüero, 1995) adoptado por el sistema
de la democracia representativa a partir de 1961.
En tal sentido, este capítulo describe, define y caracteriza el modelo de relaciones
civiles-militares en la actualidad política venezolana, tomando en cuenta el marco teórico
referencial delineado en el Capítulo I y haciendo énfasis en la categorización, estructuración,
contrastación y teorización realizada a partir de las entrevistas y el trabajo de campo. Por ello,
se afirma que la contribución teórica del presente Trabajo de Grado, será la aproximación a la
definición del modelo de relaciones civiles-militares en el sistema político venezolano entre
1999-2005.
57
Para profundizar sobre las nociones de militarismo ver Arriagada, Gerardo (1986). El pensamiento político de
los militares. Santiago de Chile: Anconcagua. pp- 53-60 y Rouquié, Alain (1981). El Estado militar en
América Latina. México DF.: Siglo XXI.
110
1. Evolución de las relaciones civiles-militares a partir de 1999
Las relaciones civiles-militares precedentemente definidas (p.18-19) encarnan un
conflicto de poder entre el estamento militar y el poder político que dirige la nación, conflicto
mediado por el tipo de control civil que establece la élite política sobre el sector militar para
lograr la obediencia y el manejo de unas relaciones civiles- militares que permitan el libre
ejercicio democrático, sin la posibilidad de que el uso de la violencia pueda truncar su normal
desenvolvimiento. En el sistema político de acuerdo de elites, el control civil implementado
logró mantener la subordinación militar al poder político durante tres décadas por medio de un
modelo de relaciones civiles-militares marcadas por el profesionalismo militar y por la nointervención directa o violenta de los militares en la política interna.
Este modelo como ya se explicó fue perdiendo sus pautas de relación institucional,
política, y finalmente militar, hasta llegar a la insubordinación y ruptura violenta de la
obediencia por parte de una fracción del estamento militar. Paradójicamente el encargado de
presidir -ahora por la vía electoral- la máxima autoridad del Estado, es el responsable de esa
acción militar violenta e ilegal contra el sistema político. Esa condición del Jefe de estado de
provenir de la clase militar, planteaba una interrogante sobre la evolución que tendría el tipo
de control civil, y con éste, el modelo de relaciones civiles-militares a partir de los cambios en
los actores políticos, la estructura constitucional y las pautas de funcionamiento del sistema
político. Dos hechos aproximaron la respuesta sobre la política militar que sería llevada a
cabo:
El primero se desprende del discurso presidencial de la Toma de Posesión en el año
1999, que evidencia una definición del sector castrense como indispensable para su proyecto
político y con un papel conductor bajo el surgimiento de una nueva unión cívico-militar:
Ahora vengo como Comandante en Jefe a impulsar un proceso de incorporación
de los hombres y mujeres de uniforme de Venezuela a este proceso de emergencia
y recuperación social (…) nuestros hermanos de armas no pueden estar
encerrados en los cuarteles y en bases navales y en bases aéreas con la gran
capacidad, con el gran activo humano, con la cantidad de recursos que están allí
como desactivados, como si fuera otro mundo eso, separado de la realidad
pasmosa, una realidad cruenta clama por la inyección de recursos, de moral, de
111
disciplina (…) Di la orden que el 12 de febrero, que habrá desfile en la Victoria,
ese día debe salir una columna, no de tanques –nunca más de tanques- una
columna de maquinarias de trabajo manejadas por soldados rumbo a los campos y
pueblos de Venezuela (…) para abrir operaciones de guerra contra la miseria,
contra la desmoralización de un pueblo (en Venezuela Analítica:
www.analitica.com).
El segundo hecho, se vincula a un elemento simbólico, pero de gran peso dentro de las
normas formales de la institución militar, el uso del uniforme militar y las instrucciones a
partir del uso del orden cerrado en las actuaciones públicas del Presidente frente a las filas de
la estructura militar. Ambos hechos, el discursivo y el simbólico-funcional han sido una
constante en la evolución de las relaciones entre el poder político, representado
fundamentalmente por el Jefe de Estado, y el sector militar.
En ese orden de ideas, hay investigaciones adelantadas sobre las corrientes ideológicas
presentes en el gobierno Chavecista y especialmente en la influencia de diversos pensadores
en el discurso presidencial. Se ha demostrado la influencia del pensamiento ceresoliano58 en la
configuración del sistema político y especialmente en el papel asignado al estamento armado
en lo propuesto por el mencionado autor.
En el libro Caudillo, Ejército, Pueblo Norberto Ceresole (2002) ha desarrollado la
teoría de la “Posdemocracia” tipo de régimen en el cual una sola persona, en este caso Hugo
Chávez, por “aclamación” popular tiene la misión de conducir el destino del país. El poder
proviene de la relación caudillo – masa, y esta última delega sus derechos en el caudillo. “Un
modelo revolucionario que pivota sobre una relación básica entre un caudillo nacional y una
masa popular absolutamente mayoritaria que le designó a él, personalmente, como su
representante.” (Ceresole, 2000, p.30)
En cuanto al papel del estamento militar Ceresole, en el caso de Venezuela reconoce:
“Por primera vez desde hace décadas vuelve a plantearse, en un país sudamericano, la
alternativa de un “partido cívico-militar” dotado de un proyecto revolucionario. Yo fui uno de
58
Se recomienda para profundizar sobre la influencia del pensamiento ceresoleano en el Chavismo a Beatriz
Wasserman de Rihigstein: Ideario de Norberto Caresole y su impacto en la revolución Chavista: 1.995-2.001.
Año 2.002. Tesis de Grado en la Maestría de Ciencia Política. Universidad Simón Bolívar.
112
los propulsores en la Argentina de la década de los 60, de esta alianza militar-popular.”
(Ceresole, 2000, p.57-58)
Prosigue en su idea de que el estamento militar debe estar al servicio del proyecto
político revolucionario al afirmar: “Libremente decidido por la comunidad venezolana,...el
poder es la suma ordenada de dos elementos: el amor activo del pueblo y la lealtad de los
ejércitos... El poder en Venezuela se genero por acción de 3 factores: el pueblo que “ordena” a
un Caudillo, y los Ejércitos de tierra mar y aire - que se subordinan a esta orden y se colocan mayoritariamente y por íntima convicción – como escudo protector de una nueva dinámica
histórica.” (p. 124)
Estos planteamientos según Wasserman (2002) estuvieron presentes fundamentalmente
en los inicios del gobierno del Presidente Chávez. Pero, lo cierto es que el desarrollo histórico
ha demostrado que la utilización en forma casi personal, la búsqueda de apoyo y lealtades por
parte del sector militar, hasta incluso llegar a la sujeción del interés profesional corporativo de
la institución por el interés individual del actor político, ha planteado en la evolución de las
relaciones entre ambos actores, hechos políticos-militares que han agudizado la conflictividad,
la lucha y el desorden, poniendo en peligro las nociones de orden, ley y paz tan necesarias en
la conducción política.
El primer hecho de esa evolución político-militar, supone en principio la aceptación
de la oferta política y el apoyo de los militares a la oferta de cambio propuesta por el
Presidente de la República59. Este apoyo a la gestión gubernamental está sustanciado en la
idea de que el jefe de Estado desplazaría a los actores de sistema de conciliación de élites o
Pacto de Punto Fijo –lo que efectivamente hizo– y seguiría con un proyecto tecnocrático,
centrado en la reforma del Estado, con el estamento militar como participante protagónico a
través de cuadros profesionales. Pero no tardó en aparecer lo que ocurre con todo proceso de
militarización, la división interna de la organización militar y la perdida de cohesión por la
participación o no en la política. Dándose a raíz de ello un distanciamiento progresivo de
oficiales de alto rango de la gestión gubernamental, al percibirla como un esquema politizador
59
Este concepto fue discutido en el Seminario de Sociología Militar dictado por el Prof. Machillanda en el
Postgrado de Ciencia Política de la USB en el año 2005, caracterizándolo como una oferta política realizada por
el nuevo gobierno del presidente Chávez al estamento militar para que fungiera como –organización con sentido
de nacionalismo, disciplina y estructura organizativa a nivel nacional–de su plan de gobierno.
113
del estamento militar, autoritario y que separaba a la institución de sus funciones de defensa.
Lo que se desprende de este hecho es la confrontación entre la ideología o ética militar
conservadora de la institución armada con la ideología izquierdista o revolucionaria
enarbolada por el gobierno del Presidente Chávez.
La ruptura en las relaciones civiles-militares, específicamente al nivel de la elite militar
que comandaba la institución armada adquiere dimensiones de tensión importante el 11 de
abril de 2002, luego de una intensa movilización social en oposición a las medidas políticas,
económicas y educativas del gobierno nacional y en medio de una alta conflictividad social,
cuando ocurre la aparición del alto mando militar desconociendo las órdenes del Presidente de
la República en el sentido de implementar el Plan Ávila para contener una multitudinaria
manifestación civil que se dirigía hacia el Palacio Presidencial, explicando que las condiciones
establecidas en los reglamentos para la implementación de dicho plan no estaban dadas y que
era ilegal sacar las tropas para reprimir a la población. Luego de esto en una rueda de prensa
presidida por el Inspector General de la FAN, Gral. Lucas Rincón, en nombre del Alto Mando
Militar anuncia “se le pidió la renuncia al Presidente de la República y éste acepto”.
A partir de este momento se generó una cadena de hechos confusos, aún no aclarados
y que generaron momentos de alta inestabilidad, incertidumbre e ingobernabilidad en el país.
Frente a un conjunto de actuaciones inesperados e ilegales, el sector castrense actúa como
árbitro político y decide en una fracción que apoyaba al Presidente Chávez, según fuentes
militares consultadas, pero sin certeza sobre los verdaderos involucrados y responsables de la
acción militar, traer de vuelta al Presidente de la República quien comienza a ejercer
nuevamente su condición de Jefe de Estado. Se puede afirmar que este hecho político-militar
es de tensión-ruptura entre el poder político y el estamento militar, e igualmente se observa la
actuación del sector militar como grupo de presión frente a la crisis política. Pero a efectos del
análisis politológico, el control civil falló en sus mecanismos y en su implementación, el
sector militar actuó nuevamente como un factor político dentro de la crisis y además dejó ver
la división a lo interno de la institución militar.
Posterior a este hecho político-militar se configura un proceso de purga, selección y
afianzamiento de los criterios de lealtad hacia la gestión gubernamental. Este mecanismo fue
114
potenciado por la decisión de un grupo de oficiales activos de alta jerarquía60 en octubre del
año 2002 de desconocer el gobierno, declararse en desobediencia civil y llamar a sus
compañeros de arma para que se sumaran a esta posición política. Los militares activos con
altos grados deciden desconocer al gobierno y hacen suya una plaza pública en el este de
Caracas, este hecho en un principio contó con algunos grados de adhesión por parte de
militares activos y apoyo de la sociedad, quien acompañaba a los oficiales en su propuesta,
pero luego fue mermando la capacidad de convocatoria.
Esta protesta militar contó con un evidente apoyo de sectores con solvencia económica
y respaldo logístico de la oposición al gobierno, al denunciar la intención dictatorial del
“chavecismo” y su orientación marxista-comunista bajo la influencia del gobierno cubano de
Fidel Castro. Frente a esta nueva forma de protesta militar, el proceder gubernamental fue, no
intervenir y dejar “morir” por inacción a esta iniciativa militar. Más allá de los efectos
políticos de esta actuación militar, lo importante es señalar que sus acciones permitieron
identificar y excluir de la estructura jerárquica a ese grupo de oficiales, quedando abierta la
posibilidad para que la estructura militar definiera unos nuevos mandos.
Estos hechos políticos-militares muestran la conflictividad de un tipo de relaciones
civiles-militares manejadas por medio de mecanismos de control en franca contradicción con
la ideológica conservadora forjada durante casi cien años en el estamento militar venezolano a
través de la profesionalización. Igualmente, reflejan las coyunturas político-militares más
importantes ocurridas durante el período objeto de estudio. Sin embargo, se afirma que el
objeto de la presente investigación –sin definir la realidad social como algo estático– es
evidenciar las políticas estructurales que configuran el núcleo central de las relaciones civilesmilitares en el período de 1999-2005, es decir, pretendemos darle respuesta a la siguiente
pregunta: ¿cuál es el modelo de relaciones civiles- militares durante el mencionado período?, o
más específicamente, los cambios producidos por las dinámicas políticas y las coyunturas
político-militares determinan el modelo, o por el contrario, existen elementos o rasgos
constantes que permitan avizorar un modelo de relaciones civiles-militares diferente.
Finalmente, ¿existe un control civil del poder político con características diferenciadas del
60
Ver tabla anexa referida a los militares disidentes de Altamira con su cargo, grado, componte y fecha de
incorporación a la protesta militar.
115
establecido en el período llamado Puntofijista? En adelante daremos respuesta a estas
interrogantes.
2. Modelo de relación civil-militar 1999-2005
Los modelos son representaciones simples, lógicas y abstractas de las relaciones y
procesos en un contexto real y complejo, es así que el modelo que se propone no alcanza la
totalidad de la realidad –mucho menos en un proceso todavía abierto históricamente–, más
bien es una simplificación de ella, mas sin embargo ayuda a explicarla y hacerla comprensiva
ante la imposibilidad obvia de alcanzar todas las variables y connotaciones de una relación
compleja como la existente entre el poder político y el estamento militar.
En tal sentido, la definición del modelo presenta elementos conceptuales novedosos y
la validez y confiabilidad de las conclusiones se sustentan en que los resultados de la
investigación reflejan una imagen clara y representativa de la realidad político-militar y
además son producto de la concordancia interpretativa de varios observadores y evaluadores
sobre el tema.
El modelo que se plantea a partir del trabajo de investigación realizado durante el
período 1999-2005, refleja cambios con respecto al modelo anterior de relaciones civilesmilitares del sistema político de democracia representativa en el tipo de control civil, en las
características, en la forma de implementación y en las consecuencias hasta ahora observadas
y previsibles sobre el estamento militar, el sistema político y el Estado.
Es así como se arriba a la definición del modelo de relaciones civiles-militares en el
sistema político venezolano entre 1999-2005 como un modelo de dependencia-mancomunadagubernamental. Las relaciones se definen por la dependencia personal de la organización
militar a partir del control civil personal, la mancomunidad entre la elite política y militar para
el ejercicio del gobierno y el uso burocrático del estamento armado en funciones de gobierno,
asistenciales, administrativas y distantes del fin teleológico de la defensa militar.
116
La relación entre el poder político y el estamento militar, en el período objeto de
estudio presenta un tipo de control civil centrado en dos formas de poder en interacción: el
poder institucionalizado y el poder individualizado. El poder institucionalizado lo aplica el
poder político a partir de los cambios en el ordenamiento jurídico que han acentuado el hiperpresidencialismo y otorgado facultades legales al Jefe de Estado de forma que en él se
concentra toda la potestad para la obediencia del estamento armado, encontrando así la
justificación, para el uso indiscriminado de la estructura militar en actividades de orden
marcadamente político y politizado, sin la posibilidad de intervención o mediación de ningún
otro poder estatal. Es decir, este poder se convierte en autoridad formal otorgada por su
condición de Comandante en Jefe en tanto Presidente de la República con legitimidad y
legalidad, además de lo establecido constitucionalmente sobre la primacía de la política y la
subordinación militar al poder político legítimo.
El poder personal o individualizado como bien afirmaba W. Lapierre viene dado
porque su detentador –en este caso el poder político- retiene el poder como un objeto en
propiedad del que puede disponer libremente, sin limitaciones de ningún tipo, ni jurídicas, ni
éticas, ni convencionales, y fundamentalmente, utilizándolo para el beneficio propio. Este tipo
de poder instrumentado como parte del control del sector militar es de carácter informal,
instrumentado a través de diversos mecanismos como la influencia, auctoritas, coerción,
delación y manipulación, desviando a la organización militar de sus funciones profesionales y
acercándola a funciones gubernamentales.
La implementación de estos mecanismos de poder ha terminado por dar un tipo de
control de dependencia personal de la estructura militar en orden funcional del jefe de Estado.
Los militares han trascendido las funciones esenciales que le competen para apoyar el
proyecto político en forma directa, incluso en actividades marcadamente proselitistas. Como
afirma Marta Harneker (2003) después de haber entrevistado a los nueve oficiales militares de
mayor importancia para el retorno de Hugo Chávez a la Presidencia, luego de su salida en
abril de 2002 y al referirse al ascendiente del presidente sobre el sector militar: “se trata de un
ejército que tiene un líder extraordinariamente carismático, con una autentica vocación
popular. Chávez ha despertado en la inmensa mayoría de los soldados una admiración y
cariño. Por encima de cualquier comandante está él. Su comandante en jefe” (p.31).
117
El gobierno representado en el Jefe de Estado, parece poseer una característica
indispensable en un grupo dominante –especialmente en Venezuela– el sentimiento
compartido no sólo por ella, sino así mismo por los mandos de la organización militar, de que
su pretensión de gobernar es legítima, y que la organización militar tiene que jugar un papel
central dentro de ese gobierno, a pesar de que se disminuya su profesionalismo y la capacidad
militar del Estado con esa participación.
Como puede colegirse de la exposición anterior, esa participación del militar en la
política nos lleva al segundo elemento de la definición del modelo, el carácter mancomunado
que se expresa en la llamada unión cívico-militar y que no es más que la confluencia de
intereses del poder político y sectores importantes de la institución militar para un fin: el
gobierno. Los dos actores –políticos y militares- están unidos bajo la concepción de que el
estamento militar debe cumplir una misión trascendental dentro del sistema político, esa
función está directamente vinculada con su inserción dentro de la burocracia o funciones de
orden gubernamental, lo que se traduce a su vez en la extensión a las áreas de la vida social y
política de los valores, las maneras, los modos de pensar y el espíritu militar. La
mancomunidad viene dada por la comunión, unión y confluencia de objetivos en el ejercicio
del gobierno. Pero no se debe malinterpretar la unión, aunque los militares participen en el
gobierno a través de funciones administrativas y burocráticas, esto no significa que el poder
reside exclusivamente en la unión, por el contrario el poder reside en la figura investida de
autoridad legal, de auctoritas, de poder legitimado, es decir, en el Jefe de Estado.
Finalmente, las relaciones civiles-militares presentan una condición de verticalidad
dependiente, pues el Jefe de Estado es el único con la autoridad, el grado militar otorgado por
la ley y el poder real para definir los roles, misiones, posiciones y la participación o no del
militar en la política, su discrecionalidad ha ido aumentando exponencialmente con cada
nueva legitimación electoral dentro del sistema político y con ella su control sobre la
estructura militar.
La precedente afirmación no supone que la corporación militar actúe de forma
monolítica y conserve la unidad, espíritu de cuerpo y cohesión grupal; al igual que en todo
proceso de militarización, en Venezuela se ha producido una descomposición y degradación
del profesionalismo militar, debido a la perdida de cohesión institucional y al fraccionalismo
118
interno en torno a la participación o no en el proceso político lo que divide la organización,
haciendo que el control político aumente, sólo que a un alto costo, la pérdida del
profesionalismo militar, el riesgo de tener a futuro una democracia tutelada por facciones del
estamento militar y la disminución de la capacidad militar del Estado para hacer la defensa.
El jefe de Estado ha logrado lo que cualquier gobierno civil desearía, el control y la
subordinación del militar al poder político. Sólo que los objetivos de este control civil no son
la consolidación democrática sin la existencia de la tutela militar, por el contrario supone un
retroceso importante en el desarrollo político del Estado, el regreso de una institución al
servicio de un hombre y no del Estado. Con ello se afirma el tránsito de un estamento militar
profesional a un estamento armado comprometido políticamente y que podría a futuro estar
cercano a una milicia armada debido a las funciones, modos y maneras que expresa.
3. Características de las relaciones civiles-militares actuales
El
modelo
de
relaciones
civiles-militares
de
dependencia-mancomunada-
gubernamental presenta las siguientes características: 1) Estructura de incentivos y lealtades,
2) Disminución de la autonomía institucional profesional, 3) Entramado de relaciones de
poder.
3.1 Estructura de incentivos y lealtades
La estructura de incentivos y lealtades es una forma implementada por el poder político
para controlar la corporación militar en los mandos altos, medios y bajos, y ha sido ejecutada
por medio de un conjunto de acciones de orden prebendal, clientelar y de cooptación forjado a
través de la: 1) concesión de prerrogativas a los mandos y seguimiento e identificación de los
militares, 2) protección a la corrupción e impunidad, 3) incorporación de militares a la
burocracia gubernamental, 4) aumento del gasto militar: realineamiento geopolítico.
119
3.1.1 Concesión de prerrogativas a los mandos, seguimiento e identificación de los
militares.
La concesión de prerrogativas a los altos mandos militares ha sido una forma de
cooptación de la administración Chávez para lograr lealtad y apoyo de los jefes militares a la
gestión gubernamental. Esto se evidencia en el aumento de los privilegios, exenciones y
facultades otorgadas a los militares, especialmente a la cúpula o élite militar favoreciendo su
posición dentro de la organización con respecto al resto de los poderes del Estado y de las
organizaciones de la sociedad.
Este sistema de prerrogativas implementadas por el poder político ha sido posible
gracias al aumento de la discrecionalidad presidencial por normativa constitucional y legal
para nombrar los altos jefes militares. Esta discrecionalidad ha llegado a extremos tales, que
en términos de ascensos, por ejemplo en el año 1999 se ascendieron a 268 altos oficiales
(coroneles, capitanes de navío, generales de brigada, contraalmirantes, generales de división y
vicealmirantes) mientras salían 121 por tiempo de servicio cumplido. Al año siguiente, el
número subió a 328, en tanto que en el 2001 esos ascensos alcanzaron la cifra de 321. Estos
ascensos masivos generan cambios en la organización funcional y en la estructura jerárquica
piramidal, pues el ascenso de oficiales superiores supone que existen unidades operativas que
se deben comandar y según el pie de guerra militar actual, esos oficiales superiores exceden
con creces las unidades operativas de la organización. Esto genera luchas internas por los
cargos y envío de funcionarios a la administración pública para subsanar la situación.
Dentro de las prerrogativas otorgadas como incentivo utilitario a la lealtad está el
ascenso de militares en el grado de General en Jefe con tres soles, categoría que supone el más
algo grado militar otorgado en la Fuerza Armada Nacional y que debe obedecer a meritos de
guerra. Este ascenso no se daba en la historia venezolana desde la época de Eleazar López
Contreras, en el gobierno de Chávez se ha otorgado a tres militares con marcada tendencia a
apoyar al Presidente de la República, el General Lucas Rincón Romero, el Almirante Maniglia
y el General Raúl Isaías Baduel.
120
Otro mecanismo utilizado es el seguimiento y la identificación de los oficiales a través
de los comisarios políticos para controlar la oficialidad y calificar los adversos al proyecto
político del Presidente Chávez. Según un informe de la Dirección de Inteligencia Militar
(DIM) se divide a los militares entre revolucionarios, institucionalistas y disidentes. El
informe de la DIM expresa textualmente: “que resulta necesario incrementar la preocupación y
anular cualquier posibilidad de disenso interno dentro de la FAN: "Es necesario tomar
decisiones que garanticen la fidelidad y la lealtad en la estructuración del Alto Mando Militar
y en los mandos de los componentes, todo con la intención de profundizar el proceso de
ideologización interna, especialmente dentro de los cuadros medios y bajos". (Tal Cual, 19 de
julio 2001).
3.1.2 Protección a la corrupción e impunidad
El período objeto de estudio ha estado empañado por casos de corrupción manifiesta en
términos de nepotismo, dolo y cohecho. Es frecuente la ostensible forma en que los militares
activos y retirados han adquirido fortuna producto de manejos de recursos provenientes de
planes sociales y económicos implementados por el gobierno y colocados bajo la dirección del
estamento militar, un ejemplo palmario fueron las constantes denuncias provenientes de las
ejecutorias del Plan Bolívar 2000, y el manejo directo de los recursos provenientes de la venta
de gasolina cuando la crisis producida por el paro petrolero. Igualmente se puede recordar las
irregularidades en la construcción del complejo agroindustrial azucarero Ezequiel Zamora, en
el estado suroccidental de Barinas donde la DIM arrestó a dos militares a cargo.
La corrupción no viene dada solamente por la posibilidad de malversación, fraude,
estafa y sobornos, sino también y fundamentalmente por el favoritismo, predilección,
privilegio hacia los funcionarios militares al otorgarle una condición de preeminencia cercana
al poder, que le permite adquirir contratos, emplear a familiares y amigos, influir en decisiones
y en definitiva favorecer a unos en detrimento de otros, violando las normas establecidas en la
Administración Pública. La corrupción se expresa entonces por el ejercicio de influencia de
forma ilícita, ilegal e ilegitima en algunas individualidades del sector militar.
121
Al igual que los casos de corrupción, el estamento militar se ha visto involucrado en
varios hechos de violación de derechos humanos, arbitrariedad de las órdenes de dirección de
los superiores y falta de idoneidad en el ejercicio del mando sobre los subalternos. Hay dos
sucesos de trascendencia en la opinión pública, el caso La Paragua y La Victoria, además de
casos como el de los soldados quemados de Fuerte Mara, presentan semejanzas indiscutibles y
una recurrencia en los hechos: la responsabilidad del estamento armado.
Ante estos actos de corrupción, abuso de autoridad y violación de derechos humanos,
el poder político no ha tomado las medidas correctivas y más bien parece disminuir la
importancia de tales hechos. Ser complaciente ante faltas de este tipo en una institución como
la militar no es más que propiciar la injusticia, pero además es un mecanismo efectivo para
generar lealtad o sumisión a quien los favoreció.
3.1.3 Incorporación de militares a la burocracia gubernamental
Sumado al sistema de selección y seguimiento ideológico y a la posición de protección
de los oficiales involucrados en hechos de corrupción e impunidad, se ha establecido una
sistemática incorporación de militares en la burocracia gubernamental. Militares activos y en
condición de retiro entran en números sin precedentes en la administración pública, institutos,
empresas del Estado, ministerios, cuerpo diplomático, Seniat e institutos autónomos, etc. De
esta forma la estructura del Estado ha sido copada por militares activos y retirados,
desplazando a funcionarios de carrera administrativa por cargos de libre nombramiento y
remoción. Esta forma de empleo de los militares ha adquirido tal dimensión que oficiales
activos han solicitado su pase a retiro al Presidente de la República para optar a cargos de
elección popular como gobernaciones, alcaldías, municipios y Asamblea Nacional.
Significativa importancia tiene en este sentido, la tarea asignada a la estructura militar
para desarrollar un plan de asistencia social, denominado “Plan Bolívar 2000”, dotándolo de
amplios recursos económicos para diseñar, planificar y ejecutar obras públicas, reparar
escuelas, construir casas, realizar atención médica ambulante, instalar mercados populares,
122
construir carreteras, y otras no especificadas en el referido plan. Actividades, recursos y
capacidades decisorias tradicionalmente responsabilidad de las gobernaciones, según los
lineamientos del Plan Bolívar 2000, se trasladan a los Jefes de Guarniciones de cada estado,
tales aspectos indican la tendencia a incorporar a la Fuerza Armada en actividades
asistencialistas, no por razones de emergencia nacional o por razones de desastres naturales,
sino colocando a militares activos al frente de proyectos, programas y actividades propias de
la sociedad civil.
La decisión política del gobierno de utilizar la estructura y el recurso humano de la
institución militar para la función gubernamental, tiene una explicación que trasciende lo
instrumental y más bien se acerca al imaginario político del militar. Es decir, partiendo del
enfoque institucional, las instituciones -la militar en este caso- condicionan, las preferencias de
los actores, esto es el modo en que tratan de alcanzar sus objetivos61, el gobierno presidido por
un militar e influido por la socialización de la institución castrense62 presenta ideas, formas y
principios en su imaginario político, fuertemente marcado por una idea antipolítica y antisistema. En esta ideología antipolítica las organizaciones civiles y especialmente los partidos
políticos se consideran incapaces de desarrollar el país al encontrarse sumergidos en luchas
fraccionales por el poder y no logran definir el interés nacional, pues les importa más las cuotas
de poder que el desarrollo del país; en cambio, el estamento armado, se asume portador del
interés nacional, por lo que son capaces de ordenar a la sociedad y no aceptan el faccionalismo
en su interior. A esto hay que añadir la disciplina de la organización militar que muchas veces se
confunde con eficacia. De aquí se desprende que el estamento militar estaría más capacitado que
las organizaciones civiles para lograr el desarrollo del país, por ende la estructura militar y los
militares deben cumplir funciones que trascienden las tradicionales destinadas a la defensa y
más bien deben avocarse a funciones vinculadas con la función gubernamental.
Esto no sólo trae consecuencias para la sociedad civil, sino también para el apresto y
operatividad de la organización militar. Según lo expresa el General de Brigada Néstor
González (2002), a través de los comandos de guarnición del Comando Unificado de la FAN,
61
Tomado de Bo Rothstein (2001), Las instituciones políticas: una visión general. En Robert Goodin y HansDieter Klingemann: Nuevo Manual de Ciencia Política. Madrid: Istmo.
62
Definimos a la institución como un conjunto de “acuerdos formales para vincular individuos y regular su
conducta a través del uso de reglas explicitas, procesos de decisión ejecutados por un actor o grupo de actores
formalmente dotados y reconocidos como poseedores de ese poder. (Levi, 1990, p. 405).
123
se privilegió los Teatros de Operación Social (TOS) en detrimento de los Teatros de Guerra,
asignándoles presupuestos, responsabilidades y tareas en el ámbito ministerial del gobierno
central, estadal y de la autoridad municipal, lo cual implicaba un mayor empleo y empeño de
personal militar en el desarrollo y control de los diferentes planes y programas sociales (p. 20)
Siguiendo a Machillanda (2002) en su ponencia Las relaciones civiles –militares en el
momento actual 2002, se extrae que las consecuencias del modelo de relaciones civilesmilitares actuales, definidas por el autor como de “cooptación solidaria” son la carencia de
definición de las amenazas para el estamento armado, el privilegio del principio administrativo
por encima del operativo, la disminución del apresto militar al crear los Teatros de
Operaciones Sociales (TOS), los cuales según el autor, sirven para domeñar el
profesionalismo, desviarlo de su carácter clausewitziano y privilegiar su uso en funciones
administrativas asistencialistas, violando la filosofía y la doctrina militar, bloqueando su
estrategia y confundiéndolo como institución, ya que ahora no sabe si su razón es obedecer a
la “Revolución” y /o garantizar el fin teleológico del Estado a través del resguardo de la
territorialidad y la defensa militar del Estado venezolano.
3.1.4. Aumento del gasto militar: realineamiento geopolítico
Durante el período objeto de estudio, el presupuesto destinado al Ministerio de la
Defensa ha tenido un incremento anual promedio de 22%, el 2004 marcó un pronunciamiento
en la curva al registrarse un aumento de 46.7% en los recursos destinados al gasto militar
según se desprende del presupuesto oficial.
El gobierno del Presidente Chávez en 1999 llegó con una partida de 926 millardos para
la Fuerza Armada, 22.8% más que el último año de gobierno de Rafael Caldera. Según el
entonces titular castrense General de División Raúl Salazar, en 1999 se dio una
reestructuración del presupuesto, reduciéndose el 12% para otorgárselo a otros ministerios.
Por ende ese año no se realizaron compras sino un presupuesto deficitario para el
mantenimiento normal de los equipos. (El Universal, 01-10-2006).
124
La ley de presupuesto de 2000 señala que el incremento de los recursos (23.9%) para el
despacho castrense estaba destinado a "cumplir compromisos que en materia de
remuneraciones y de otros pagos tenía el ministerio", algo similar ocurrió en el año 2001,
cuando el aumento se ubicó en 21.62%. En el año 2002 se registró el mayor descenso en esta
materia, sólo se incrementó la partida militar en 20 millardos de bolívares (1.3%). Al año
siguiente, el aumento se ubicó en 6.9%.
Según el general Alberto Muller Rojas, jefe del Estado Mayor de la Presidencia, luego
de los sucesos de abril de 2002 es que el gobierno "toma conciencia de que tiene una amenaza
militar por delante (EEUU)" y "comienza a prevalecer" el ámbito castrense para asignarle
recursos en el presupuesto del Estado venezolano. Según declaraciones del citado General "El
gobierno no tenía planes de darle demasiado énfasis a la cuestión militar. La FAN estaba en
función del desarrollo nacional". (El Universal, 01-10-2006)
Durante el 2004 se aprecia un incremento exponencial en el presupuesto militar,
superando los 3 billones de bolívares en 2005 y en el año 2006 se efectúan las mayores
adquisiciones para el componente militar. Carlos Malamud (2006) en su estudio sobre el
¿Rearme o renovación del equipamiento militar en América Latina? afirma que sin lugar a
dudas Venezuela es el principal protagonista de esta supuesta carrera armamentística en
América Latina y alude que los enfrentamientos entre Washington y Caracas, dieron como
resultado que el 15 de mayo de 2006, EEUU incluyera a Venezuela en la lista de países que no
cooperan con esa nación en la lucha contra el terrorismo63. Igualmente produjo la decisión
estratégica de la suspensión de la venta y transferencia de armamento de EEUU a Venezuela.
Ya antes de esta decisión, EEUU había presionado para la cancelación de ventas hacia
Venezuela, logrando que se suspendieran los suministros por parte de Israel, Suecia, Brasil y,
más recientemente, España. Fue precisamente este hecho, sumado a la teoría de la "guerra
asimétrica" invocada recientemente por Venezuela como respuesta a la estrategia preventive
defense64 de EEUU, la que llevó a Chávez a plantear un cambio estratégico con la renovación
63
US Department of State Bureau of International Information Programs, "Venezuela Not Fully Cooperative with
Counterterrorism Effort", 15/5/2006.
64
Para profundizar sobre la Estrategia de “Preventive Defense” se recomienda Carter, Ashton y Perry, William
(1999) Preventive Defense. Washington: Brokings.
125
total del armamento de la FAN, para no depender de sus tradicionales proveedores
occidentales, claramente influenciables por las presiones de Washington.
El planteamiento de Malamud, cuanto expresa es la ya anunciada conducta estratégica
del gobierno venezolano para producir una nueva cadena logística de instrumental de guerra y
de una concepción militar contraria a la adoptada a partir de 1947, con énfasis en 1958 y 1962
definida en el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) que contemplaba el
sistema colectivo de defensa de América, incluyendo como principal aliado a los Estados
Unidos.
En ese sentido, ante los crecientes problemas por adquirir armamento en sus fuentes
tradicionales de aprovisionamiento, comenzando por los EEUU, el Presidente Chávez decidió
acercarse estratégicamente a otros Estados en especial a Rusia, China y otros proveedores
alternativos en la búsqueda de lo que han llamado una concepción internacional multipolar.
Los acuerdos de armamento con Rusia se impulsaron en noviembre de 2004 y se concretaron
en marzo de 2005 con la compra de 100.000 fusiles de asalto Kalashnikov AK 103 y AK 10465
que reemplazan los FAL belgas que cuentan con más de 50 años de operatividad en la FAN.
El acuerdo también incluía 15 helicópteros: seis MI-17 de transporte, ocho MI-35 de ataque y
un MI-26 de transporte.
Sin excluir la discusión estratégica en términos de los aliados, el cambio de la cadena
logística de la Fuerza Armada y de la concepción sobre el orden internacional, es importante
señalar que esta nueva adquisición de instrumental y sistemas de armas crea una atmósfera
positiva en el entorno interno militar hacia el poder político, según se desprende de la
estructuración y contratación de las diferentes entrevistas realizadas a fuentes militares. Esto
debido a que el sector castrense aludió un desbalance estratégico con el Estado colombiano –
hipótesis de conflicto central para la FAN– sobre todo por la alianza estratégica entre
Washington y Santa Fe de Bogotá a través del Plan Colombia. Esto hace que la compra del
instrumental de guerra satisfaga las demandas del sector militar, limitando las luchas intra e
65
El primer lote se recibió en abril de 2006 y constaba de 33.000 fusiles; el segundo se entregó en agosto de 2006
y constaba de 32.000; se espera recibir el último de 35.000 antes de finales de año (datos de la Agencia
Bolivariana de Noticias).
126
ínter-fuerzas por el presupuesto, además de aumentar la moral de los oficiales frente a las
críticas relativas a la baja operatividad y precariedad del estamento armado venezolano.
3.2 Disminución de la autonomía institucional profesional del militar
El modelo de relación civil-militar bajo el proceso de penetración de la administración
Chávez, que presenta como se describió una estructura de incentivos y lealtades, muestra otra
característica central: la pérdida de autonomía institucional profesional. El término de
autonomía institucional militar se refiere según Pion-Berlin (1996) “a la independencia y
exclusividad profesionales de los militares. En interés de su propio desarrollo profesional,
éstos afirman su autonomía corporativa en un “sentido de unidad y conciencia orgánicas” que
los apartan de las instituciones laicas” (Huntington, 1964, en Pion-Berlin). El estatus especial
de las Fuerzas Armadas como expertas en el manejo de la violencia, su ingreso restringido y el
rigor de su entrenamiento, su jerarquía y sus reglas de conducta las distinguen de quienes están
fuera de su campo.
En el estamento armado se observa una disminución sustancial en la unidad orgánica y
espíritu de cuerpo, la imposición de participar políticamente ha divido su corporatividad,
potenciado la indisciplina y roto la jerarquía en algunos casos. En esa penetración, la llamada
unión cívico-militar planteada por el gobierno como estrategia de desarrollo nacional y
aceptada por la cúpula militar, ha alejado a la institución de su función de experto en el
manejo de la violencia, diluyendo la capacidad militar en términos de disciplina y
adiestramiento necesario para lograr la competencia profesional y la responsabilidad social.
Cabe entonces preguntarse: Sí los altos oficiales se encuentran en cargos burocráticos
¿quién comanda las unidades operativas?, ¿cómo se mantiene el apresto operacional si se
127
dedica el recurso humano y logístico de la estructura militar a actividades vinculadas con
planes de carácter social y político? ¿Quiénes y cuándo se preparan para la defensa militar?66.
La disminución de la capacidad profesional ha conducido a que el poder político
aumente el control subjetivo sobre la organización militar –sólo que con el efecto deseado o
no– de que el Estado venezolano también ha ido perdiendo su capacidad militar para hacer la
defensa nacional en términos clausetwiziano. La capacidad militar viene dada por el
profesionalismo
(capacidad
técnico-militar,
corporatividad
o
espíritu
de
cuerpo,
responsabilidad ante la sociedad, liderazgo y ética), por el instrumental de guerra y la
condición de apresto, en donde sobresale la disciplina, la línea de mando y el entrenamiento
adecuado, factores que se han visto disminuidos progresivamente en la estructura militar
venezolana. Frente a esta fragmentación no puede actuar como unidad monolítica, coherente,
organizada, lo que facilita un control no institucional, sino por medio de mandatos verticales
por parte del Presidente Chávez.
Al disminuir la autonomía militar, se está perdiendo la esencia para la cual fue creado
el estamento armado del Estado, la cual no es otra que garantizar la paz del Estado con su
capacidad para disuadir a los enemigos gracias al poderío militar con el que cuenta67. Cabe
preguntarse, cómo este proceso parece aceptado por amplios sectores de la organización
militar, qué medidas formales e informales se implementan para cambiar una institución con
una tradición profesional. La evidencia histórico-política muestra la corroboración de la
hipótesis de que los mecanismos empleados obedecen a relaciones de poder y mecanismos
informales de control.
66
En el Informe de Memoria y Cuenta del año 2004 presentado por el Ministerio de la Defensa ante la Asamblea
Nacional, en las tablas referidas a los objetivos alcanzados por la FAN, resalta “activar y orientar en el corto
plazo la recuperación y el fortalecimiento del país, coordinando recursos, planes, programas, proyectos y
operaciones gubernamentales, articulando acciones de naturaleza conjunta: comunidad, entes públicos y la FAN
para satisfacer en forma inmediata las necesidades básicas de la población excluida”. Debemos aclarar que no
estamos juzgando las tareas en términos morales, lo que argumentamos es que se desvía el uso del recurso
humano empleándolo en tareas en las que no han sido formados y educados los militares.
67
Los estamentos armados en general son parte esencial de la organización del Estado enmarcada dentro de una
función prevista para casos excepcionales, que nadie quiere y que se trata de evitar por medios diplomáticos, pero
esas situaciones excepcionales muchas veces son mermadas con la simple existencia de unas Fuerzas Armadas
bien instruidas y preparadas, la organización militar despliega poder a través del simple hecho de existir por
medio de la disuasión.
128
3.3 Entramado de relaciones de poder
3.3.1 Poder, influencia y relaciones informales
Las características del modelo de relaciones civiles-militares del sistema político
venezolano 1999-2005 se definen en la presente investigación a partir del estudio de las
diversas formas de control, pero especialmente se alude la existencia de un entramado de
relaciones de poder, como tercera característica del modelo.
El estudio del poder representa uno de los mayores retos académicos no sólo de los
politólogos, sino en general de los científicos sociales. El concepto por su característica
mutifacética presenta un carácter esencialmente debatido y disputado de forma que en muchos
casos la proliferación de enfoques hace afirmar, por ejemplo a Juan Carlos Rey (1988) que
“carecemos hasta el momento de una teoría lo suficientemente rica y rigurosa” (p. 121) para el
estudio del poder. Sin embargo se ha avanzado en algunas descripciones y diferenciaciones
que ayudan a emplear de forma más idónea el concepto, sobre todo porque es esencial para la
comprensión de buena parte de los fenómenos políticos y sociales. No nos dedicaremos en
este sentido a explorar y describir los distintos aportes que la politológica ha desarrollado
sobre el tema, antes bien partiremos de un concepto primario expuesto por Dahl (citado por
Blanco, 1977. p.11) para luego abordar los aportes de García Pelayo, especialmente por la
incorporación de un concepto como la auctoritas.
Robert Dahl en su trabajo del Concepto de poder considera que en éste hay la siguiente
relación: “A tiene poder sobre B en la medida en que logre que B haga algo que, de otra
manera no haría”. Formaliza la concepción de poder de la siguiente manera:
P = P1- P2
Donde P1 representa la probabilidad de que B ejecute las instrucciones de A, mientras que P2
simboliza la probabilidad de que B las ejecutará de todos modos o motu propio”68. Se plantea
68
Tomado de J. Blanco Ande (1977). Teoría del poder. Madrid: Pirámide. Para profundizar en ver el capitulo
referido a la Etimología, acepciones y concepto de poder. Pp. 14-28.
129
como valida la afirmación de que en la relación de poder, siempre se da una superioridad de A
sobre B, que la acata.
Por su parte García Pelayo (1974), diferencia poder, auctoritas e influencia. En el caso
del poder, éste es explicado por el autor como “la posibilidad de sustituir la voluntad ajena por
la propia en la determinación de la conducta de otros, mediante la eventual aplicación de un
medio coercitivo, sea en un solo acto, sea a través de una serie de actos” (p. 74). Este medio de
coerción puede darse, a través de la amenaza o empleo concreto de la violencia física, o bien a
través de la privación de bienes materiales o espirituales que son considerados de vital
importancia para aquel sobre el cual se ejerce poder y por ende puede lograr su sometimiento.
Mientras que el autor diferencia la auctoritas que se produce cuando se sigue el criterio de
otro (persona o institución), por el crédito que éste representa, gracias a que posee cualidades
especiales en grado superior y demostrado de orden espiritual, moral o intelectual.
La auctoritas por ende no contempla la coerción o la fuerza, sino la adhesión libre que
se deriva del reconocimiento de esas cualidades. La influencia, por otro lado, consiste en la
posibilidad de orientar la conducta de otro u otros en un sentido determinado, bien sea
empleando un ascendiente de naturaleza emocional o de otra índole sobre el influido, bien sea
mostrándole los obstáculos y costos que se derivarían de actuar en contra de los intereses y
propósitos del que pretende influir. La influencia no hace uso de la coerción, como en el caso
del poder, ni del crédito intelectual o moral, como ocurre con la auctoritas, sino de la presión
directa o indirecta. En consecuencia, puede afirmarse de acuerdo a lo previamente estudiado
que las relaciones civiles-militares en este período están marcadas por el ejercicio de
diferentes formas de poder, implementadas por el poder político o poder de dirección69, bajo el
dominio del Jefe de Estado sobre el estamento militar.
69
Este término fue acuñado por Zafra Valverse para aludir una definición distinta a la tradicional división de los
poderes públicos. Para el autor los poderes ejecutivo, legislativo y judicial debe ser sustituido por una
clasificación más amplia: poder de autoridad, poder de dirección, poder deliberante, poder judicial y poder de
ejecución. El poder de autoridad esta confinado a la definición de Jefe de Estado en tanto representa la figura de
mayor autoridad en el Estado, mientras que el poder ejecutivo debe sustituirse por el poder de dirección, habida
cuenta, que el gobierno se encarga de las más importante tareas de ideación política en el Estado. El poder
legislativo se asimila al poder deliberante. Y finalmente la administración alude en esta nueva clasificación a la
noción de poder de ejecución. Ver Blanco Ande (1977). pp. 87-88.
130
Las relaciones sociales siempre están marcadas por el uso real o potencial del poder.
La discusión no viene dada por la tautología centrada en que exista uso del poder en las
relaciones civiles-militares, eso sería una perogrullada. El análisis es de índole prescriptivo.
En un sistema democrático el control civil sobre lo militar debe procurar mecanismos
institucionales y legales que contemplen el liderazgo y la supervisión, pero que respeten la
autonomía militar y disminuyan la autonomía política militar70, dentro de la división de
poderes y con la participación de la sociedad civil. En el caso del modelo de las relaciones
civiles-militares en el período objeto de estudio, el uso de este poder viene dado por la
informalidad, la penetración, la dependencia personal y la exclusión del resto de los poderes
públicos del ejercicio del control civil sobre la estructura militar. El punto focal de la discusión
se basa en saber cuáles son los límites del poder político en cuanto al manejo y el control de la
institución militar, sobre todo, cuando la discrecionalidad ha tendido consistentemente hacia el
aumento. Además es perentorio determinar cuáles son las consecuencias que genera ese
ejercicio de poder en el sistema político democrático.
El control civil del estamento militar como mecanismo central en el mantenimiento de
la democracia, debe ejercerse bajo la institucionalidad y garantizando que no sea excesivo,
invasivo y penetrador al extremo como para que pueda disminuir la capacidad militar del
Estado y con ella generar el aumento de la debilidad y fragilidad institucional.
El Jefe de Estado ha utilizado el poder estatal producido por su legitimidad como
Comandante en Jefe y personal, en términos algunas veces de auctoritas en relaciones
estrictamente militares, utilizando su figura de Teniente Coronel para generar procesos de
identificación. De las entrevistas semi-estructuradas realizadas principalmente a militares
activos en grados altos y medios, se desprende algún nivel de identificación personal y de
solidaridad orgánica con el Presidente, a quien se le otorga la condición de líder supremo de la
nación, representante de los intereses nacionales y de alguna manera encargado de preservar el
ideario bolivariano.
70
La autonomía política según Pion-Berlin (1996) “se refiere a la aversión y hasta el desafió castrense del control
civil. Si bien son parte del Estado, los militares actúan a veces por encima y más allá de la autoridad
constitucional del gobierno. El grado de autonomía política es la medida de su determinación para despojar a los
civiles de sus prerrogativas políticas y tomarlas para si mismo (p. 16-17).
131
Está claro que los militares venezolanos son formados bajo la influencia directa del
culto a Bolívar. El historiador Germán Carrera Damas quien ha contribuido notablemente al
estudio de este fenómeno con una investigación ejemplar, precisa que “por culto a Bolívar
entendemos la compleja formación histórico-ideológica que ha permitido proyectar los valores
derivados de la figura del Héroe sobre todos los aspectos de la vida de un pueblo (Carrera
Damas, 1969, 21)
Por ello y considerando la formación militar del Presidente y los efectos que produce
sobre la institución armada que sea precisamente un militar retirado el Jefe de Estado, parece
apropiado aproximar la ideología militar y sus efectos en la conducción política, para ello cito
in extenso la argumentación realizada por Aníbal Romero (1989) donde destaca:
“La importancia que tiene la ideología militar en cuanto a sus funciones de
explicación de la realidad circundante, y de fundamentación de la acción
política. En nuestra región la ideología militar dominante es difundida a través
del sistema educativo de la institución castrense, sistema que ha tendido a
generar, entre otras, las siguientes peculiaridades en la formación intelectual de
los oficiales: una lectura conspirativa de la historia, una lectura corporativa de la
sociedad (que es vista como rígidamente dividida en corporaciones en juego
cerrado y jerárquicamente organizado), la militarización del lenguaje y de los
comportamientos políticos, la absolutización de determinados valores
(especialmente la seguridad), la segregación del estamento militar como distante
y distinto del resto de la sociedad civil, la expropiación del concepto de interés
nacional y su representación por instituciones castrenses y el cultivo de una
auto-imagen de superioridad ética (mesianismo militar) como corporación
detentora de un poder de reserva moral en naciones geopolítica e
ideológicamente amenazadas y espiritualmente frágiles o casi inermes” (p. 31)
En ese sentido, partiendo del paradigma institucionalista, la institución armada al
potenciar los valores, conceptos e ideas arriba descritas, han influido de tal forma la ideología
política de los militares, que ésta se traslada a la función gubernamental a partir del Presidente
de la República, que como militar también esta influido por esta visión política-ideológica. Así
por lo menos al principio de la gestión gubernamental los militares compartían la necesidad de
cambio propuesta por el Presidente, hasta que los intereses corporativos y profesionales se
vieron afectados. A partir de allí la purga y los constantes procesos electorales que le han
otorgado legitimidad al Presidente, han generado efectos en la institución militar, aunque hay
132
divisiones internas, lo más notorio es el apoyo de los oficiales superiores –en cargos
administrativos y en la cúpula militar- y oficiales medios y suboficiales en mayor proporción,
al proyecto de gobierno.
Ahora bien, esta identificación no es sólo producto de los ideales comunes entre los
militares, ha sido el resultado de un proceso complejo, donde el poder ejecutivo en manos casi
exclusivamente del Presidente, ha concentrado y ejercido el poder en forma personal y vertical
en la organización armada, no sólo a través de la obediencia debida y la subordinación, sino
por medio de la coerción, la influencia y la manipulación utilizando cada forma de control de
acuerdo al contexto y en forma personal.
El Jefe de Estado con el poder discrecional que le ha otorgado la Constitución y las
normas en materia militar, puede decidir sobre los militares: desde dejarles sin cargo
enviándolos directamente a sus casas cuando resultan contrarios, imparciales o incómodos a su
proyecto; otorgar el permiso para que en comisión de servicio pasen a la administración
pública, otorgarle el retiro para que puedan acceder a cargos de elección popular; pasando por
los ascensos y mejoras en la ubicación de la pirámide ocupacional como expresión de
capacidad de decisión sobre su carrera profesional. Esto distorsiona la autonomía institucional
profesional del militar y lo aparta de su esencia funcional, modificando así las posibles vías
para que éste actúe como una institución coherente, disciplinada, con bases meritocráticas y
con capacidad de respuesta. El presidente Chávez ha disminuido el poder militar en términos
corporativos y profesionales para aumentar su poder político y su capacidad de uso
discrecional de la organización militar.
3.3.2 Dependencia y mancomunidad político-militar
Las relaciones civiles-militares en el período actual se alejan de la definición de poder
de los padres fundadores de la sociología como Weber con la dominación racional legal o la
aportación de Parsons (1957) quien entiende al poder acercándolo a la noción de derecho
legitimado por la “institucionalización de la autoridad” para el logro de una acción colectiva
133
eficaz71. Se aproxima más bien a las dimensiones del poder definidas por Lukes (1985),
específicamente en las referidas al poder tridimensional. Éste viene dado por la capacidad de
moldear y modificar deseos y creencias aún en contra de los verdaderos intereses de los
actores, en este caso de la profesionalización e institucionalidad militar. La presente
afirmación se invoca por lo discutido y demostrado en el aparte referido a la estructura de
incentivos y lealtades y la disminución de la autonomía institucional profesional (3.1 y 3.2) en
las cuales se describió una desviación en la conducta de la cúpula militar objetivada en el
predominio del principio administrativo sobre el operativo militar y en la aceptación u
adhesión del estamento armado para cumplir con funciones de carácter burocrático dentro del
gobierno. La evidencia demuestra que existen intereses coincidentes entre la cúpula militar y
la pretensión política del presidente de la República.
En consecuencia, ni las preferencias explícitas, ni los agravios existentes, ni las
demandas incipientes, son capaces de expresar esos intereses defendidos por el poder político
En este enfoque el poder puede estimular y sostener actitudes y expectativas que de hecho
trabajan en contra de los verdaderos intereses de las personas e instituciones:
“De hecho, no estriba el supremo ejercicio del poder en lograr que otro u otros tengan
los deseos que uno quiere que tengan, es decir, en asegurarse su obediencia mediante el
control sobre sus pensamientos y deseos... no estriba el supremo y más insidioso
ejercicio del poder en impedir en cualquier medida que las personas tengan agravios,
recurriendo para ello a modelar sus percepciones, cogniciones y preferencias de suerte
que acepten su papel en el orden de cosas existente, ya sea porque no pueden ver ni
imaginar una alternativa al mismo, ya sea porque lo ven como natural e
irreemplazable, o porque lo valoran como algo ordenado por Dios y beneficioso.
Suponer que ausencia de agravio equivale a un consenso genuino es simplemente
descartar la posibilidad de un consenso erróneo o manipulado por obra del mandato
definicional” (p. 23-24)
71
Para Parsons el poder es “una capacidad generalizada de garantizar el cumplimiento de obligaciones
vinculantes por parte de unidades dentro de un sistema de organización colectiva, cuando las obligaciones se
legitiman mediante la referencia a su repercusión en los asuntos colectivos y donde, en caso de actitudes
recalcitrantes, se presuma la ejecución mediante sanciones situacionales negativas, cualquiera que sea el agente
efectivo de tal ejecución”. Es así que en el trasfondo de la teoría de Parsons se busca reducir el poder a la
autoridad, al derecho, al consenso, y a la persecución de objetivos colectivos, distanciándole de la coerción, la
manipulación y la fuerza, haciéndole depender de la “institucionalización de la autoridad” (Parsons, 1967, p. 308)
134
Bajo esta perspectiva y con base además en la lectura analítica de los discursos
presidenciales y el análisis cualitativo de las entrevistas semi-estructuradas realizadas tanto a
militares en condición de activos como retirados, existe lo que hemos definido como una
relación de dependencia mancomunada, donde los intereses, los valores y las preferencias que
propulsa el poder político son similares, y más que ello, compartidas en forma mancomunada
por el cuerpo de militares que hoy se encuentran en las posiciones de mando de la estructura
militar72, lo que permite un efectivo control por parte del poder político, quien ve en el
estamento militar un aliado o parte de su proyecto, por ende como dice Lukes cuando define el
poder tridimensional, en este caso se trata de los militares “acepten su papel en el orden de
cosas existente, ya sea porque no pueden ver ni imaginar una alternativa al mismo, ya sea
porque lo ven como natural”, es decir, lo comparten, lo asumen, se sienten llamados a cumplir
con una misión que trasciende sus funciones específicas, por ello queda en un segundo plano
lo que antes era su interés central, garantizar su condición profesional y su ascenso militar.
Aludiendo a la definición inicial de los factores que constituyen el control civil, en el
período objeto de estudio el defecto al que aludíamos al definir teóricamente las variables para
el estudio de las relaciones civiles-militares, pudiese ser adjudicado a la clase política, pues el
mando de la institución obedece a criterios e intereses personales del Presidente de la
República y no el interés doctrinario del sector castrense. El exceso militar de otro lado, viene
dado por la incapacidad de este sector para responder como institución profesionalizada
poniendo en peligro la ética militar73 y el futuro de la institución profesional al aceptar la
oferta política del gobierno.
72
Una tesis que soporta este tipo de control es la planteada por Nordlinger llamado tradicional, donde se enfatiza
la similitud de intereses clasistas entre la élite política y militar, ejemplo fehaciente de ello es el modelo
aristocrático, que también es abordado por Janowitz como aristocrático-feudal. En Gutiérrez Valdebenito (2002,
pp. 212-216). Sólo que en el caso venezolano actual la identificación hace referencia que el poder político con la
clase media y baja de la sociedad coinciden con la selección del sector castrense que proviene de orígenes
populares y el discurso político del Presidente Chávez y los principales dirigentes del gobierno, enfatizan que el
centro del proyecto revolucionario es ese sector de la sociedad y que los soldados de la nación no pueden ir en
contra del pueblo, porque de él provienen y a él se deben.
73
Para profundizar sobre las nociones de ética militar que vienen dadas por el cumplimiento de la organización
militar de su función esencial de defender la sociedad de sus posibles enemigos, acatando los fines políticos
definidos por el Estado y respetando los principios constitucionales. Ver Davenport y Stockdale (1989), Ética
Militar. pp. 65-82.
135
Accedemos así a la posibilidad de definir el modelo de relaciones civiles-militares en
el período 1999-2005, como unas relaciones alejadas del modelo profesional e
ideológicamente distantes del sistema democrático liberal y cercanas al ejercicio de poder
personalista y militarista ajustada a los modelos de relaciones civiles- militares de las
ideologías de izquierda comunista.
4. Modelos de relaciones civiles-militares 1958-1999 / 1999-2005
Una vez establecido el modelo de relaciones civiles-militares en el período 1999-2005
y sus características centrales, es necesario delinear en forma más elaborada, las diferencias
centrales entre el modelo establecido en el período de acuerdo de elites o democracia
representativa y el modelo actual de relaciones civiles-militares. Para ello se plantea la Tabla
10 que procura establecer los elementos definitorios de los dos modelos a partir de las
variables que hemos analizado a lo largo de este Trabajo de Grado.
136
Tabla 10: Modelos de relaciones civiles-militares 1958-1999 / 1999-2005
Factores
Modelo profesional
(1958-1999)
Modelo de dependenciamancomunada- gubernamental
(1999-2005)
Factores de poder
Autoridad
Formal
Formal, informal y personal
Influencia política del militar
Baja: Centrada en la Defensa
Alta: desarrollo nacional y
seguridad interna.
Relación con grupos civiles
Baja
Alta
Operacional
Teatros de Operaciones
Doctrina militar
Defensa Externa
Seguridad interna
Alta
De guerra (TOG)
Prusiana clauzewitziana
Alta
Baja
Baja
Sociales (TOS)
Bolivariana- revolucionaria
Baja (invasión)
Alta
Administrativa
Alta: Compra y adquisiciones
Baja: dependiente del Ejecutivo.
Controlara
Independiente
Independiente
Seguridad social
Independiente
Independiente
Sistema de justicia
Independiente
Independiente
Subordinación
Alta
Mancomunidad cívico-militar
Control parlamentario
Alto
Inexistente
Empleo burocrático
Bajo
Alto
Control civil
Institucionalizado
Personal burocrático
Gasto militar
Mediano
Alto
Factores de autonomía militar
Factores de control
Fuente: Elaboración propia
137
Tabla 11: Evolución político- militar en Venezuela
1902
1937
1945
1948
1958
1961
1992
Contexto
Político
Militar
Pretoriano
Civilista
cercano al
poder político
Deslinde del
militar del
poder político
Pretoriano
Civilista
Acuerdo de
Elites Pacto
de Punto Fijo
Tipo de
Control
Rígido
Control
indirecto
Control
objetivo
Rígido
Tendencia
hacia el
control
subjetivo
Modelo de
Relaciones
CivilesMilitares
(R C-M)
No existe
Dictadura
Se inician las
R C-M
Formal-Legal
No existe
separación
entre lo
político y lo
militar
Incipiente, se
reinicia las
RC-M
R C-M
profesionales
Control Civil
Disminución del
Profesionalismo
R C-M perversas
Percepción de
Opinión
Pública
El estamento
militar como
gobierno
El estamento
militar como
gobierno
Profesional
El militar
como
gobierno
Separación de
lo militar del
gobierno
Institución
profesional
ocupada de sus
tareas militares
Intervención del
militar en
política por la vía
violenta
Momento
Debilitamiento
constituyente
del y lo militar
Constitución de Golpes de estado
1961
Guerrilla
castrista
Control objetivo
Perdida del
control civil
y la
subordinación
138
1999
Contexto
Político
Militar
Tipo de
Control
2000
Transito.
Adopción de un
Nueva materia modelo miliar
de rango
reduccionista74
constitucional
para el EMV
Control
Subjetivo
R C-M
Modelo de
Relación Civil profesionales
Militar
Percepción de Intervención en
política
Opinión
doméstica
Publica
SPV
Control
subjetivo
intensificado.
Coalición CivilMilitar75
Gobierno
Fuente: Elaboración conjunta del Seminario “Radicalismo político y desprofesionalización militar en Venezuela” dictado por el Prof.
Machillanda en la Coordinación de Ciencia Política de la Universidad Simón Bolívar durante el trimestre septiembre -diciembre 2003.
74
El modelo militar reduccionista muestra un componente armado cercano a la milicia, bajo las ordenes del Ejecutivo lo cual dibuja una función, única, filosófica,
políticamente propia de ser un instrumento del gobierno más que del Estado nación. Puede ser calificada como un retroceso en lo relacionado a la evolución del
componente militar venezolano. José Machillanda (1999) Propuesta ante la Asamblea Nacional Constituyente sobre la Materia de Rango Constitucional
que afecta al Componente Militar Venezolano. Italgrafica. Caracas.
75
Establecido por Morriz Janowitz: la coalición civil-militar es un modelo generalmente inestable en el cual el militar asume un papel político sobresaliente e
interviene en política algunas veces. Omar Gutiérrez Valdebenito. (2002) Sociología Militar. Editorial Universitaria. Santiago.
139
CONCLUSIONES
El presente Trabajo de Grado, con base en el paradigma epistemológico y
metodológico manejado a lo largo de la investigación, afirma que hay evidencia suficiente
para darle validez a las conclusiones esenciales y a la pertinencia del enfoque teórico utilizado.
En tal sentido, se concluye luego del proceso de categorización, estructuración y
contrastación que las relaciones civiles-militares durante el período 1999- 2005, muestra en su
forma e implementación un modelo de dependencia-mancomunada- gubernamental que se
expresan a partir de tres elementos. El primero de carácter histórico- político, el segundo de
orden constitucional-normativo y el último – y no por ello menos importante- el estrictamente
político, es decir, de relaciones de poder.
En cuanto a los aspectos histórico-políticos se evidencia los efectos que tuvo sobre el
profesionalismo militar la crisis del sistema político a partir de la década de 1980 y el tipo de
control civil establecido por los partidos políticos en el sistema de acuerdo de elites, que se
expresó en el ámbito militar con el intento de dos golpes de estado a partir de una operación
militar, que aunque con características diferenciadas, generó una crisis político-militar que
socavó la obediencia, la subordinación militar y el control civil. Las consecuencias del
desmembramiento de los mecanismos de control civil en el sistema político democrático, se
traducen en un incremento de la intervención del militar en la política venezolana, y
actualmente, se muestra tanto cuantitativa como cualitativamente en mayor proporción y con
una presencia más amplia en las esferas del poder público nacional.
En segundo lugar, la investigación analiza los efectos del “momento constituyente” de
1999 y el cuerpo de leyes en materia militar, especialmente la Ley Orgánica de la Fuerza
Armada Nacional sobre el sector militar. Del análisis constitucional y legal se determina la
iniciación y en algunos casos la consolidación de cambios radicales en el ámbito ideológico,
140
doctrinario, estratégico y operativo-funcional del estamento armado nacional. Estos cambios
en la organización militar han producido una modificación en el modelo de relaciones civilesmilitares profesionales establecidas en el anterior sistema político de acuerdo de élites.
Del modelo instaurado en el período de acuerdo de élites que privilegiaba el
profesionalismo militar, la autonomía institucional profesional y el control civil, se ha ido
transitado a un nuevo modelo que disminuye el profesionalismo militar, restringe la autonomía
institucional profesional a la vez que amplía la autonomía política del militar y potencia el
ejercicio progresivo de un poder personal individualizado del Jefe de Estado, sin la mediación
del resto de los poderes públicos. Es decir, el modelo de relaciones civiles-militares actual ha
disminuido y limitado tanto los instrumentos como las políticas que posibilitarían un control
civil democrático.
En tercer lugar, el modelo de relaciones civiles-militares presenta un elemento
estrictamente político, a partir del ejercicio del poder tridimensional para moldear y modificar
deseos y creencias aún en contra de los verdaderos intereses de los actores, en este caso de la
profesionalización e institucionalidad militar. El poder político a partir de su interés egoísta ha
ido alcanzando paulatinamente la penetración, control y dominio de la institución castrense.
La conclusión es que el tipo de control civil se caracteriza por un complejo entramado de
relaciones de poder que persiguen establecer, no un control civil basado en los mecanismos de
obediencia o dominación legal que coadyuven al fortalecimiento de la institucionalidad
democrática, sino de dependencia personal-simbólica e ideológica, de forma que el control
supone la disminución del poder militar en términos de la unidad, disciplina y capacidad
profesional para convertirlo en un modelo de milicia cercano al establecido en los sistemas de
corte comunista.
Este modelo de relaciones civiles-militares persigue por la vía ideológica un alto grado
de congruencia entre los valores políticos de la clase dirigente o la élite política y los del
estamento armado, y por lo tanto, la inexistencia de la rivalidad entre ambos. Así el
profesionalismo militar cesa de ser una fuente potencial de conflicto, al consolidarse un
modelo de milicia al servicio del proyecto político del Presidente Chávez, que diluye la
secularización entre las esferas militares y políticas, de forma que los altos jefes militares
desempeñan, a menudo, importantes puestos en la jerarquía del gobierno nacional y estadal.
141
La investigación evidencia que el período objeto de estudio se encuentra marcado por
el personalismo, el militarismo y una débil institucionalidad democrática. Lo que ha permitido
al poder ejecutivo la implementación de un control sobre la institución militar a través de 1)
una estructura de incentivos y lealtades o cooptación prebendal, 2) una disminución de la
autonomía institucional profesional, y 3) un entramado de relaciones de poder, influencia e
informalidad.
Finalmente, se afirma que la complejidad de los estudios sociológicos militares y
especialmente cuando se investigan fenómenos contemporáneos y abiertos históricamente,
deben a futuro evaluar la continuidad o discontinuidad de las variables esenciales del modelo
planteado. Así mismo a futuro se deberá profundizar en las formas, estructuras y mecanismos
que adoptan las formas de gobierno con apoyo militar y popular, y especialmente, la
legitimidad del estamento militar dentro del sistema político venezolano, aspectos que
evidentemente excede el objeto de la presente investigación.
142
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Base de Datos Ebscohost. Suscripción de la USB
http://web.ebscohost.com/
152
Anexo único.
Militares disidentes en la Plaza Altamira a partir del 22 de Octubre de 2002.
1.
2.
Nombre
Rango
Enrique Medina Gómez
General de
Ex-Agregado Militar en
División
Washington D.C.; ex-Comandante
de la Tercera División de Infantería
Componente
Ejército
Fecha
oct22
Héctor Ramírez Pérez
ex-Jefe del Estado Mayor General
Vice Almirante
Armada
oct22
3.
José Félix Ruiz Guzmán
ex-Inspector General del Ejército
General de
División
Ejército
oct22
4.
Carlos Alfonso Martínez
ex-Inspector General
General de
División
Guardia
Nacional
oct22
5.
Felipe Rodríguez
ex-Jefe del Estado Mayor General
General de
División
Guardia
Nacional
oct22
6.
Edgar Bolívar
ex-Jefe de Operaciones
General de
División
Guardia
Nacional
oct22
7.
René Sericia García
ex-Jefe de la V División de Selva
General de
Brigada
Ejército
oct22
8.
Rigoberto Martínez Vidal
General de
Brigada
Ejército
oct22
9.
Clinio Rodríguez
General de
Brigada
Aviación
oct22
10.
Oscar Jose Márquez
General de
Brigada
Guardia
Nacional
oct22
Daniel Comisso Urdaneta
Integrante del Estado Mayor de la
Armada
Contra Almirante Armada
oct22
153
11.
Edgar Morillo González
ex-Director de la Escuela de
Guerra Naval
Contra Almirante Armada
oct22
12.
Néstor González González
ex-Jefe del Comando de las
Escuelas del Ejército
General de
Brigada
Ejército
oct22
13.
Henry José Lugo Peña
General de
Brigada
Ejército
oct22
14.
Pedro Antonio Pereira Olivares
General de
Brigada
Aviación
oct22
15.
Yucepe Yohn Piliery Carmona
Coronel
Ejército
oct22
16.
Gustavo Alberto Díaz Vivas
Coronel
Ejército
oct22
17.
Ovidio José Rodríguez Rodríguez
Teniente Coronel Ejército
oct22
18.
Pedro Sánchez Bolívar
Capitán
Ejército
oct22
19.
Leonardo Enrique Carrero Araujo
Capitán
GuardiaNacional oct22
20.
SimonVargas Duarte
SargentoTecnico
1ro
GuardiaNacional oct22
21.
EfrenJosé Velasco
Sargento2do
Ejército
oct22
22.
OscarAlfredo Betancourt Patiño
Contra Almirante Armada
(R)
oct22
23.
Felix Arnoldo Sánchez Sivira
Coronel
Ejército
oct22
24.
Eugenio Jose Añez Nuñez
General de
Brigada
Guardia
Nacional
oct22
25.
CarlosHernández Martínez
Coronel
Guardia
Nacional
oct22
26.
Carlos Eloy Rodríguez Rivera
Tenientede navío Armada
oct22
27.
Antonio José Ríos Rojas
Teniente de navío Armada
oct22
154
28.
Juan Carlos Villalobos Franchi
Teniente de navío Armada
oct22
29.
MaximoTorrealba
Sargento1ro
Armada
oct22
30.
Darwin Enrique Argüello Isturiz
Cabo
Ejército
oct23
31.
Antonio José Ortega Bruzes
Coronel
Aviación
oct23
32.
Julio Rafael Lara Guzmán
General de
Brigada
Guardia
Nacional
oct23
33.
Ricardo Alfonzo Cedeño
Coronel
Guardia
oct23
Nacional
34.
MiltonSuarez Viloria
Coronel
35.
Oscar Claret Briceño Domínguez
Coronel
Guardia
Nacional
Guardia
oct23
oct23
Nacional
36.
Jorge Alberto Martínez Rodríguez
Coronel
Guardia
Nacional
oct23
37.
Alexander Hernández Paz
Coronel
Guardia
oct23
Nacional
38.
Marcos Tulio Salas Vivas
Coronel
Aviación
oct24
39.
Antonio Giovani Narváez Chacon
General de
Brigada
Aviación
oct24
40.
José Alberto Rodríguez Infante
Director de Investigaciones de la
Inspectoria de la GN
General de
Brigada
Guardia
Nacional
oct24
41.
GerardoPérez Pernalete
Coronel
Guardia
Nacional
oct24
42.
Félix Domingo Graterol Mendoza
Coronel
oct24
43.
Iván Gabriel Trujillo Contreras
Coronel
Guardia
Nacional
Guardia
Nacional
oct24
155
44.
Antonio Ramón Semprún
Valecillos
Coronel
45.
Otilio José Martínez Grimán
Coronel
Guardia
Nacional
oct24
46.
Jesús Enrique Fuentes Marval
Mayor
Guardia
Nacional
oct24
47.
Régulo Humberto Díaz Vega
General de
Brigada
Guardia
Nacional
oct24
48.
AugustoGermán Dávila Navas
General de
Brigada
Guardia
oct24
49.
EdgarMéndez Casanova
General de
ex-Jefe del Estado Mayor de la GN División
Guardia
Nacional
oct24
50.
Angel Sánchez Velasco
Guardia
Nacional
oct24
51.
Manuel
Guardia
Nacional
oct24
Ejército
oct24
Antonio
Guardia
oct24
Nacional
General de
Brigada
Ramírez Mayor
Wendehake
Nacional
52.
Yaniré Mantecón Orán
Teniente
53.
Héctor Salvador Ortiz Zambrano
Coronel
54.
Julio Rodríguez Salas
Coronel
Ejército
oct24
55.
Iván Rojas López
Capitán
Guardia
Nacional
oct24
56.
José Antonio Colina Pulido
Teniente
Guardia
Nacional
oct24
57.
Edgar José Torres Rodríguez
Coronel
Guardia
Nacional
oct24
58.
Jael Contreras Rangel
Coronel
Guardia
Nacional
oct24
Guardia
Nacional
oct24
156
59.
Oscar Jesús Silva Hernández
Coronel
Guardia
Nacional
oct24
60.
Miguel Prieto Morales
Teniente Coronel Guardia
Nacional
oct24
61.
Samir José Soler Polanco
Teniente
Guardia
Nacional
oct24
62.
German Rodolfo Varela López
Teniente
Guardia
oct24
Nacional
63.
Isaac Solórzano Guerrero
64.
EdwinAlexander Salas Lozano
65.
Teniente de
navío
Armada
oct24
Cabo2do
Armada
oct24
Alberto Neri Galarraga Izquierdo
Cabo2do
Guardia
Nacional
oct25
66.
José Caballero
Subinspector
Disip
oct25
67.
Gilberto José Landaeta Vielma
Subteniente
Ejército
oct25
68.
Wismerk Enrique Martínez Medina Capitán
Ejército
oct25
69.
RicardoBarón
Sargento2do
Ejército
oct25
70.
MarcosFerreira Torres
ex-Director delDEX
General de
Brigada
Guardia
oct25
71.
PedroFlores Rivero
Capitán
Guardia
Nacional
oct25
72.
EduardoArias Pernía
Coronel
Guardia
oct26
Nacional
Nacional
73.
JoséLuis Silva
Cabo2do
Guardia
Nacional
oct26
74.
JuanDíaz Castillo
Mayor
Aviación
oct26
157
75.
Teolindo de La Trinidad Cordero Coronel
Guardia
Rosales
Nacional
oct27
76.
Pedro Antonio Sifontes Nuñez
Cabo2do
Armada
oct27
77.
HenryEscalante Ramírez
Coronel
Guardia
oct28
Nacional
78.
AlexanderRaffo Navarro
Coronel
Ejército
oct28
79.
Domingo Santana Gómez
Coronel
Ejército
oct28
80.
José Ricardo Bozza Baduell
Coronel
Ejército
oct28
81.
José Ramon Salas La Riva
Mayor
Ejército
oct28
82.
Jairo Jonny Sarmiento Briceño
Soldado
Ejército
oct28
83.
Nixón Ramón Mirabal
Cabo2do
Guardia
oct29
Nacional
84.
Juvenal Mora Pineda
Subteniente
Guardia
oct29
Nacional
85.
Elvis Efreem González
Sargento2do
Ejército
oct29
86.
Williams José Rodríguez Muñoz
Soldado
Ejército
oct29
87.
Otto Gebauer Morales
Capitán
Ejército
oct30
88.
Henry Gustavo Clement Blanco
Armada
oct30
89.
Jorge Luis Solano Peche
Cabo2do
Ejército
oct30
90.
Franklin Ortiz Figuera
Soldado
Ejército
oct30
Teniente de
navío
158
91.
Ramón David
Soldado
Ejército
oct31
92.
Hersomino José Pérez Rivero
Mayor
Aviación
nov01
93.
César Enrique Núñez Pirela
Dtgdo.
Guardia
Nacional
nov01
94.
Felix Pinto
Soldado Dtgdo.
Aviación
nov01
95.
Miguel Ángel Pinto Heras
Soldado
Guardia
nov01
Nacional
96.
Hernán Rojas Pérez
97.
Alfredo David Salazar Bohorquez
98.
99.
General de
Brigada (R)
Ejército
nov01
Capitán
Ejército
nov01
Ricardo Salazar Bohorquez
Capitán
Ejército
nov01
Luis Federico Sánchez
Sargento2do
Ejército
nov01
100. Alexis Enrique Aguirre Sánchez
Teniente
Ejército
nov02
101. Seudiel Medina Alviarez
Cabo1ro
Guardia
nov02
Nacional
102. Ramón Guevara
Sargento1ro
Armada
nov02
103. Carlos José Blondell Tineo
Capitán
Ejército
nov03
104. Luis José Delgado Michelena
Teniente
Guardia
nov03
Nacional
105. Carlos González Caravallo
Coronel
Ejército
nov03
106. Roberto Leal
Soldado
Ejército
nov03
159
107. César Medina Gómez
Maestro Técnico
Ejército
nov03
108. Freddy Arguelles
Aviación
Teniente
nov04
109. RainerArrivillaga
Cabo2do Infante
de Marina
Armada
nov04
110. Manuel Lugo Perci
Sargento1ro
Armada
nov08
Fuente: Elaboración propia con datos obtenidos de www.globovision.com
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