La democracia participativa en el nuevo modelo de justicia

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I Congreso Internacional de Derecho Penal
La democracia participativa en el nuevo modelo
de justicia penal municipal en Venezuela
Ninoska Beatriz Queipo Briceño∗
Introducción
Hablar de democracia participativa es profundizar en el principio de participación
ciudadana en Venezuela y su experiencia en nuestro ordenamiento jurídico, e
inevitablemente nos obliga a hacer referencia al profundo proceso de transformación
estructural, en lo económico, político, cultural y social que desde hace más de una
década se gesta en nuestro país.
En efecto, en 1999, la Asamblea Nacional Constituyente, en nombre y representación
del pueblo de Venezuela, en ejercicio del poder constituyente originario otorgado por
este mediante referendo, con el objeto de transformar el Estado y crear un nuevo
ordenamiento jurídico, promulgó la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela, a través de la cual se establece un nuevo modelo de Estado que centra su
interés en el ser humano.
A estos fines, el artículo 2 de dicha Constitución establece que Venezuela se constituye
en un Estado democrático y social, de derecho y de justicia, que propugna como valores
superiores de su ordenamiento jurídico y su actuación, la vida, la libertad, la justicia, la
igualdad, la solidaridad, la democracia, la responsabilidad social, la preeminencia de los
derechos humanos, la ética y el pluralismo político.
∗ Magistrada presidenta de la Sala de Casación Penal del Tribunal Supremo de Justicia de la República
Bolivariana de Venezuela.
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La democracia participativa y protagónica se constituye así en paradigma fundamental
de incorporación del pueblo al acceso gratuito a la justicia, como derecho humano,
otorgándole a este un papel protagónico en la gestión y toma de decisiones, lo que
coloca al legislador y a los órganos que integran el sistema de justicia en un nuevo
espacio de interpretación de la democracia social y del Estado de derecho y de justicia.
Ahora bien, cuando hablamos de democracia participativa y protagónica nos referimos a
la participación de la sociedad desde diferentes escenarios y con propósitos muy
disímiles, que convergen o tienen por norte la inclusión de nuevas perspectivas que
contribuyan en la solución de problemas concretos o que permitan la confluencia de
voluntades dispersas en una acción compartida.
1. El Estado democrático y social de derecho y de justicia, la democracia
participativa venezolana, y sus implicaciones en el sistema de justicia venezolano
Todo ello quiere decir que, de acuerdo con nuestra Constitución, el ser humano es el
centro de atención del Estado y la democracia no es sólo entendida como un principio
político que favorece al mejor sistema de gobierno hasta ahora conocido; sino también
constituye una forma de delegación de competencias que coloca en manos del
ciudadano una participación activa y una corresponsabilidad con el Estado en la toma de
decisiones en los asuntos de interés nacional.
Se profundiza de esta manera la democracia en Venezuela, dejando atrás el tradicional
esquema de democracia representativa por la democracia participativa y protagónica,
estableciéndose con novedosos y efectivos mecanismos de participación popular, a
través de los cuales los ciudadanos y las ciudadanas se convierten en auténticos
protagonistas de las actividades estatales y en la toma de decisiones para la gestión del
interés público y el bien común. Se concibe la gestión pública como un proceso en el
cual se establece una comunicación permanente entre gobernantes y ciudadanos y
ciudadanas, entre los representantes y sus representados; lo cual implica una
modificación radical de las relaciones hasta entonces existentes entre el Estado y la
sociedad, en la que se devuelve a esta última su legítimo e innegable protagonismo.
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Es así que la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia se ha referido a la
participación ciudadana como:
…una pretensión constitucionalmente consagrada, que encuentra sus
raíces en la llamada Cláusula de Estado Democrático, conforme a la
cual las relaciones entre la sociedad, las organizaciones políticas y el
gobierno se caracterizan por un marcado pluralismo, en donde “el
poder es fruto de la representación del máximo posible de voluntades,
y del acuerdo sobre un mínimo común de principios y procedimientos
de gobierno”. (Sentencia N° 3151, del 15 de diciembre de 2004).
En este sentido, la democracia participativa y el principio de participación popular,
fundamento constitucional de esta, constituye una consecuencia del redimensionamiento
del concepto de soberanía y atiende al modelo de Estado Social, superación histórica del
Estado Liberal, el cual se fundamenta en la interpenetración entre el Estado y la
sociedad. Como lo afirma García-Pelayo en su obra Las transformaciones del Estado
contemporáneo:
…el Estado social, en su genuino sentido, es contradictorio con el
régimen autoritario, es decir, con un régimen en el que la participación
en los bienes económicos y culturales no va acompañada de la
participación de la voluntad política del Estado, ni de la intervención
de los afectados en el proceso de distribución o asignación de bienes y
servicios, sino que las decisiones de uno y otro tipo se condensan…
(Obras Completas, Tomo II, Madrid, Centro de Estudios
Constitucionales, p. 1621).
De allí pues que, como asertivamente lo advierte Norberto Bobbio, la democracia
participativa no se opone a la democracia representativa. Por el contrario, aquella (la
participativa) no implica sino el perfeccionamiento o complemento de esta (la
representativa), propia de las complejas y plurales sociedades contemporáneas, a
través de la creación de distintos y eficaces medios de participación en lo político, en
lo económico, en lo social, en lo cultural. Con la democracia participativa la
responsabilidad de la conducción de la vida nacional, estadal o local, no es exclusiva
de los representantes o de la Administración, sino también de todos quienes integran
la comunidad política afectada por la regulación o decisión.
Se trata así de un derecho político reconocido en el artículo 62 de la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela, que implica que el ser humano, como miembro de
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una comunidad política determinada, tiene la posibilidad de participar y tomar parte de
las decisiones públicas que afecten su entorno social.
Ahora bien, las anteriores consideraciones adquieren marcada importancia, pues la
participación de los ciudadanos y las ciudadanas está presente en distintos ámbitos de la
vida nacional, ya que a través de ella el pueblo interviene en la formación, ejecución y
control de la gestión pública, convirtiéndose así la participación del pueblo en el medio
necesario para lograr el protagonismo que garantice su completo desarrollo, tanto
individual como colectivo.
Podríamos decir que este principio constitucional, al incidir en diferentes ámbitos de la
vida nacional, toca o incide igualmente en diversos derechos establecidos en la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, como lo son: los derechos
políticos, tales como los referidos al derecho al sufragio (artículo 63), de petición
(artículo 51), de acceso a cargos públicos (artículo 62), de asociación política (artículo
67), de manifestación (artículo 68), a ser informados oportuna y verazmente por la
Administración Pública (artículo 143), los derechos sociales, como el derecho a la salud
(artículo 84); derechos educativos (artículo 102) y derechos ambientales (artículo 127,
primer aparte); y finalmente también tiene incidencia en el acto de administrar justicia,
pues conforme al artículo 253 de la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela de 1999: “La potestad de administrar justicia emana de los ciudadanos y
ciudadanas y se imparte en nombre de la República por autoridad de la ley…”.
Asimismo, el artículo 255 establece la garantía de la participación ciudadana en el
procedimiento de selección y designación de los jueces, al señalar:
El ingreso a la carrera judicial y el ascenso de los jueces o juezas se
hará por concursos de oposición públicos que aseguren la idoneidad y
excelencia de los o las participantes y serán seleccionados o
seleccionadas por los jurados de los circuitos judiciales, en la forma y
condiciones que establezca la ley. El nombramiento y juramento de los
jueces o juezas corresponde al Tribunal Supremo de Justicia. La ley
garantizará la participación ciudadana en el procedimiento de
selección y designación de los jueces o juezas (…).
Estos artículos 253 y 255 constitucional, constituyen el fundamento de la participación
ciudadana en el sistema de administración de justicia, pues al encontrar en ellos
mandatos expresos que indican que la potestad de administrar justicia emana de los
ciudadanos y se imparte en nombre de la República, por autoridad de la Ley ; y que
corresponderá a la ley garantizar la participación ciudadana en el procedimiento de
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selección y designación de los jueces o juezas; se verifica que ciertamente por voluntad
de nuestro constituyente, a los venezolanos y venezolanas se les otorgó un papel
protagónico en la gestión y toma de decisiones en los temas de interés nacional, entre
los cuales indudablemente se encuentra la impartición de justicia.
2. La participación ciudadana en el sistema de justicia venezolano
Ahora bien, abordado como ha sido el soporte constitucional del principio de
participación ciudadana, como ejercicio de la democracia participativa y protagónico,
paso seguidamente a explicar lo que ha sido la experiencia judicial venezolana en la
práctica de este principio.
En este sentido, debo indicar que la aplicación del principio de participación ciudadana
constituye un principio rector que no es exclusivo del proceso penal venezolano, pues
debido al mandato constitucional al que les he hecho referencia, las políticas legislativas
del Estado en materia jurisdiccional, se han encaminado en todo momento a garantizar
esa participación de los ciudadanos en la resolución de sus propios conflictos.
Un ejemplo de ello es la institución de la justicia de paz, la cual se encuentra
desarrollada en la Ley Orgánica de la Jurisdicción Especial de la Justicia de Paz
Comunal, publicada en Gaceta Oficial del 2 de mayo de 2012, recientemente reformada,
en la que se intensifican los mecanismos de participación de los vecinos y la comunidad
organizada en la resolución de sus propios conflictos, utilizando la figura de una
autoridad denominada juez o jueza de paz, elegido o elegida entre los mismos miembros
de una comunidad específica, en base a sus cualidades de buen ciudadano o ciudadana,
su vocación humanitaria, su honestidad y su capacidad de diálogo, no siendo necesario
ser un profesional del Derecho.
Por otra parte, también nos encontramos que el Estado venezolano ha garantizado la
participación de los pueblos y comunidades indígenas en la formulación de las políticas
públicas que puedan afectarles directa o indirectamente, siendo una de ellas
precisamente la que atañe a la resolución de conflictos mediante la aplicación de
instancias de justicia dentro de su hábitat, siguiendo para ello el conjunto de normas,
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principios, valores, prácticas, que cada pueblo indígena considere legítimo y obligatorio
para garantizar el orden interno.
En efecto, con la entrada en vigencia del nuevo modelo constitucional venezolano, se
concibe y declara al Estado venezolano, desde el mismo preámbulo de la Constitución
de la República, como una nación multiétnica, pluricultural y multilingüe, reconociendo
de manera expresa los derechos propios y vitales de los distintos pueblos y comunidades
indígenas, con lo cual se saldó la deuda histórica y social que teníamos con nuestros
pueblos originarios, históricamente oprimidos por sus colonizadores.
Bajo esta nueva perspectiva, la Constitución Bolivariana incorporó un conjunto de
normas que reconoce la existencia y los derechos de los pueblos indígenas como parte
integrante de la nación, del Estado y del pueblo venezolano, pero con organización
social, política, económica, cultural, con hábitat, usos, costumbres, idiomas y religiones
distintas, conjunto de normas que actualmente se desarrolla en nuestro país a través de
un instrumento de rango legal, como lo es la Ley Orgánica de Pueblos y
Comunidades Indígenas; en la cual se prevé la aplicación instancias de justicia dentro
de su hábitat y tierras, por sus autoridades legítimas que solo afecten a sus integrantes,
de acuerdo con su cultura y necesidades sociales. En ella se concibe el Derecho
Indígena como el conjunto de normas, principios, valores, prácticas, instituciones, usos
y costumbres, que cada pueblo indígena considere legítimo y obligatorio para regular su
vida social y política, y autogobernarse y garantizar el orden interno; lo cual constituye
un notable avance a través del cual se garantiza la participación popular de nuestras
comunidades indígenas en los asuntos que atañen a su organización social, política,
económica y cultural; reconociendo para ello sus usos, costumbres, idiomas y
religiones, así como su hábitat y los derechos originarios sobre las tierras que ancestral
y originariamente han ocupado.
Otra forma a través de la cual podemos verificar la participación ciudadana en
Venezuela es en la creación de los consejos comunales. Su objeto central es la
participación directa del pueblo en la gestión de las políticas públicas y proyectos, y en
la que se prevé la figura de la justicia comunal como un medio alternativo de justicia
que promueve el arbitraje, la conciliación, la mediación y cualquier otra forma de
solución de conflictos ante situaciones derivadas directamente del ejercicio del derecho
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a la participación y a la convivencia comunal, de acuerdo con los principios
constitucionales del Estado democrático y social de derecho y de justicia, sin
contravenir las competencias legales propias del sistema de justicia ordinario.
Podemos entonces observar cómo el principio de participación ciudadana que dimana
de la democracia participativa prevista en nuestro texto constitucional se hace presente
dentro del ordenamiento jurídico venezolano, en ámbitos que no solo se circunscriben
al penal.
3. La participación ciudadana en el sistema de justicia penal venezolano
Ahora bien, en lo que respecta al proceso penal venezolano, el principio de
participación ciudadana ha contribuido eficazmente en la aplicación de una justicia cada
vez más legítima, transparente y eficaz dentro del contexto de la sociedad democrática
que propugna nuestro texto constitucional, pues la participación de los ciudadanos
permite que el juzgamiento de las personas procesadas por delitos se haga desde una
óptica social común, que garantice decisiones imparciales y transparentes.
En este sentido, debo referirles que normalmente cuando se habla del tema de la
participación ciudadana en el sistema de justicia penal, nos suele llegar al pensamiento
la figura de los tribunales con jurados o jueces escabinos, es decir, la figura de aquellos
ciudadanos comunes que sin ser profesionales del Derecho deciden conjuntamente con
el juez o jueza profesional sobre la culpabilidad o no del procesado.
La participación ciudadana apreciada bajo los esquemas clásicos que evocan la idea de
los tribunales con jurados y escabinados, o el control social indirecto que se ejerce con
la presencia del público en los juicios, tiene que ser reflexionada, reestructurada y
transformada, con base a lo que es nuestra historia social, cultural y política,
adaptándose a los lineamientos del nuevo paradigma de Estado que recoge la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela de 1999.
No en vano el haber desconocido nuestra esencia como pueblo, con cultura e
idiosincrasia propia, nos enseñó luego de trece años y cinco reformas desde la vigencia
de nuestra ley procesal penal, que nuestra sociedad no estaba aún preparada para estas
formas de participación directa que imponen los tribunales con jurados y con escabinos,
pues sin desconocer su importancia en otros sistemas procesales penales, en el nuestro
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los mismos representaron un factor de retardo procesal, el cual fue incluso reconocido
por la propia Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, la cual en su
oportunidad precisó:
…La constitución de los tribunales con escabinos en el proceso penal
venezolano, ha generado en muchas causas retrasos injustificados en
donde se ha visto perjudicado el justiciable; quizás esa circunstancia
se deba a la connotación eminentemente social que se le ha conferido
al proceso penal, a diferencia de los procedimientos civiles,
mercantiles, laborales o administrativos, pues el proceso penal, al
tener como objeto los conflictos generados por hechos punibles (...)
tiene un impacto en la conciencia social mucho mayor que aquellas
otras formas de procesos. En efecto, por la ausencia de la
participación ciudadana –en la mayoría de los casos– en el proceso
penal venezolano, se han retrasados en muchas ocasiones la justicia, lo
cual ha constituido una fuente de dilación judicial… (Vid. sentencia
N° 1798, de fecha 20 de octubre de 2006).
Debo significarles, no obstante, que la anterior afirmación en ningún momento busca o
pretende desconocer la importancia de la participación del pueblo en la administración
del sistema de justicia penal. Lo que se quiere con estas consideraciones es acoplar o
redireccionar, conforme al mandato constitucional, el principio de participación popular
en el sistema de administración de justicia, de acuerdo con nuestras necesidades y
cultura como sociedad.
En este contexto, y con fundamento al principio de democracia participativa que
propugna el texto constitucional, en fecha 12 de junio de los corrientes fue aprobada una
nueva reforma del Código Orgánico Procesal Penal, que propone la creación de los
Tribunales de Primera Instancia Municipal en materia Penal, bajo un enfoque del
principio de participación ciudadana mucho más integral, donde la intervención de los
ciudadanos y las ciudadanas en los procesos penales permitan una verdadera
democratización de la justicia penal, lo cual se logra mediante la intervención de la
comunidad organizada desde los actos iniciales del proceso.
De esta manera, la comunidad organizada se presenta como sujeto protagónico dentro
del proceso penal en el plan de transformación judicial, sobre todo en lo que respecta a
las relaciones entre el pueblo y sus jueces, enmarcándolas al contexto cultural, político y
económico de nuestro Estado, a través de nuevas formas de participación basadas en la
acción colectiva de las comunidades organizadas en asociaciones, consejos comunales,
comunas y demás formas de organización social existente en la localidad, con las cuales
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se puedan determinar mecanismos de control, defensa y reinserción del infractor de la
ley penal desde los primeros actos del proceso.
En este orden, la reciente aprobación de la reforma del Código Orgánico Procesal Penal
propone un sistema de participación de los ciudadanos y ciudadanas que profundiza la
democratización y legitimidad de las decisiones judiciales penales, mediante la
participación de la comunidad desde los actos iniciales del proceso, donde el control
conjunto del juez y los ciudadanos y las ciudadanas en el proceso de seguimiento,
evaluación y reinserción del infractor de la ley penal a la sociedad, se concreta a través
del uso de fórmulas jurídicas para la mediación, conciliación, trabajo comunitario entre
otras, que superen el esquema de la pena, como único medio para la reparación del daño
social que causa el delito.
4. Municipalización de la justicia penal
En efecto, en el marco de la profundización de la participación ciudadana en el sistema
de justicia penal, la reciente aprobación de la ley de reforma de nuestro Código
Orgánico Procesal Penal, incorpora la implementación de un novedoso e inédito proceso
a través del cual se propicia el acercamiento de la justicia penal al pueblo, mediante la
creación de nuevas instancias jurisdiccionales penales, como son los Tribunales de
Primera Instancia Municipal que proporcionen soluciones expeditas, cuya característica
principal es la brevedad y la conciliación frente a los hechos delictivos catalogados
como menos graves.
Con la municipalización de la justicia penal y la participación del pueblo, se
profundizan, sin duda, las bases para una justicia legítima, transparente, eficaz,
equitativa, pública y cónsona con los preceptos constitucionales vigentes, que
convergen en la humanización y democratización de la justicia penal, y proporciona
seguridad a todos los habitantes de la República, mediante la aplicación de un
procedimiento cuyas características fundamentales son la brevedad, el juzgamiento en
libertad y la aplicación de fórmulas alternativas a la prosecución del proceso desde los
actos preliminares de la investigación.
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Se trata así de un procedimiento breve en el que, sin descuidar el desarrollo de los
aspectos propios de la investigación para la comprobación del delito y la determinación
de la responsabilidades penales de su autor o autores, le permite a los infractores
menores de la ley penal la posibilidad de acogerse –desde la fase preparatoria o de
investigación hasta la fase intermedia– a diversas fórmulas alternativas a la prosecución
del proceso, las cuales constituyen verdaderos actos de autocomposición procesal, que
permiten poner fin al proceso de manera anticipada.
Una de estas fórmulas alternativas a la prosecución del proceso la constituye la
suspensión condicional del proceso, en la cual se acentúa el ejercicio de la participación
ciudadana y el control social, pues a través de ella –previa voluntad del imputado o
imputada– el proceso penal se suspende por un período de tiempo no mayor a ocho (08)
meses, durante el cual el procesado o procesada se somete a un régimen de prueba,
ordenándose su participación en programas sociales, a los fines de que el procesado o
procesada, de acuerdo con su formación, destrezas, capacidades y demás habilidades,
ejecute trabajos comunitarios que sean de utilidad a las necesidades de la comunidad, y
respondan al desarrollo integral liberador del ser humano, mediante el control del juez y
la comunidad organizada.
De esta manera, la comunidad organizada, a través del representante del respectivo
consejo comunal u organización social existente en la respectiva localidad, ejercerá
sobre el procesado o procesada la vigilancia y control sobre el cumplimiento de las
tareas sociales encomendadas, a los fines de verificar el cumplimiento del régimen de
prueba acordado por el tribunal.
Igualmente, con la entrada en vigencia de los Tribunales de Primera Instancia
Municipal, se promueve el descongestionamiento y humanización de nuestro sistema
penitenciario, pues se aplica un derecho más justo y humano frente a la infracción
menor, y sin duda alguna se fortalece el Estado democrático y social de derecho y de
justicia, así como la democracia participativa que propugnan los artículos 2 y 6 de la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
5. Procedimiento
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Ahora bien, se ha previsto con los Tribunales de Primera Instancia Municipal la
creación de un proceso cuya competencia se encuentra determinada por la menor
lesividad o gravedad de la infracción penal, con fundamento en el quantum de la posible
pena a imponer, la cual no deberá exceder de ocho (8) años en su límite máximo, salvo
ciertas excepciones que establece la ley, en razón del sujeto pasivo del delito y el bien
jurídico tutelado.
Tratándose entonces de infracciones penales menores, se ha previsto en el marco del
principio de afirmación de libertad que la aplicación de las medidas cautelares
sustitutivas a la privación judicial preventiva de libertad, constituya –salvo los supuestos
de contumacia o rebeldía del procesado– la única medida de coerción personal aplicable
durante el procedimiento que deba tramitarse para el juzgamiento de los delitos
menores.
La fase preparatoria conservará, como ocurre en el procedimiento ordinario, todos los
modos naturales de proceder al inicio del proceso, es decir, de oficio, a través de la
denuncia y a través de la querella, e igualmente conservará la figura de la desestimación
de la denuncia o querella en los casos que el Ministerio Público determine que el hecho
contenido en la denuncia o la querella no revista carácter penal o cuya acción esté
evidentemente prescrita, o exista un obstáculo legal para el desarrollo del proceso; para
lo cual será aplicable lo previsto en las normas del procedimiento ordinario.
Asimismo, serán aplicables ordinariamente todas las normas que tienen que ver con el
desarrollo de la investigación, con excepción de la duración de esta primera fase, la cual
como se explicará más adelante tendrá plazos más abreviados, y su terminación
dependerá del cumplimiento de las medidas cautelares sustitutivas a la privación
judicial preventiva de libertad impuestas, así como del cumplimiento oportuno de las
condiciones establecidas para la aplicación de las fórmulas alternativas a la prosecución
del proceso de las que haya podido hacer uso el imputado o imputada.
En este sentido, las fórmulas alternativas a la prosecución del proceso, como lo son en
nuestra legislación el principio de oportunidad, la suspensión condicional del proceso y
los acuerdos reparatorios, están previstas para ser informadas al procesado o procesada
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con carácter obligatorio e incluso impuestas desde la misma audiencia de imputación,
cuando previo reconocimiento de los hechos contenidos en la “imputación” fiscal así lo
requiera el imputado o imputada.
De esta manera, y a diferencia de como ocurre en el procedimiento ordinario, el
procedimiento especial para el juzgamiento de los delitos menores conocidos que serán
de la competencia de los Tribunales de Primera Instancia Municipal, contará con el uso
y aplicación de herramientas e instituciones que ya existen en el proceso penal
ordinario, pero que en el procedimiento especial tendrán características propias que
buscan acelerar la culminación del proceso penal con fórmulas alternas a la solución
ordinaria del conflicto.
Bajo esta orientación, es oportuno advertir que la aplicación de las de fórmulas
alternativas a la prosecución del proceso en la oportunidad de la celebración de la
audiencia de “imputación”, en específico las referidas a los acuerdos reparatorios y la
suspensión condicional del proceso, podrá hacerse efectiva luego de la aceptación que
haga el imputado o imputada de los hechos contenidos en la “imputación” fiscal,
destacándose que en el caso de la suspensión condicional del proceso o del acuerdo
reparatorio cuyo cumplimiento se ofrece a plazos, la fijación de las condiciones tendrá
un lapso que no podrá ser menor a tres (3) meses ni superar los ocho (8) meses.
La razón de dicha innovación se fundamenta en la posibilidad de aplicar una forma de
autocomposición procesal desde los actos iniciales del proceso, que abone a la
culminación más expedita del mismo, debido a la menor gravedad de los delitos que
conoce este procedimiento especial.
En este sentido, el uso de estas formas de autocomposición procesal desde uno de los
actos iniciales de la fase preparatoria (audiencia de imputación), buscan honrar los
principios de celeridad y terminación temprana del procedimiento que debe seguirse
ante la infracción penal por delitos menos graves, pues de verificarse el cumplimiento
de estas fórmulas alternativas a la prosecución del proceso, este podrá concluir de
manera anticipada, con una sentencia de sobreseimiento, por haberse verificado una
causa de extinción de la acción penal.
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Otra de las innovaciones que presenta el procedimiento especial para el juzgamiento de
los delitos menos graves es que la audiencia de imputación, donde se informará al
imputado o imputada del hecho que se le atribuye, de sus derechos, y de la posibilidad
de hacer uso de las fórmulas alternativas a la prosecución del proceso, es de carácter
obligatoria, indistintamente del modo como se haya dado inicio al proceso; es decir, de
oficio, por denuncia o por querella.
Esto es muy importante porque hasta ahora en el procedimiento ordinario la audiencia
de imputación solo era obligatoria en los casos de aprehensiones flagrantes, donde el
detenido por mandato del artículo 44.1 constitucional y 236 (antes 250) de nuestro
Código Orgánico Procesal Penal, debía ser presentado ante el juez de control dentro de
las cuarenta y ocho (48) horas siguientes.
Con el nuevo procedimiento ante los Tribunales de Primera Instancia Municipal, la
audiencia de imputación igualmente debe celebrarse, aun cuando el inicio del proceso
obedezca a una denuncia o querella, en cuyo caso el Ministerio Público deberá solicitar
al Juez de Primera Instancia Municipal la fijación de la audiencia de imputación, por
supuesto, luego de efectuar la investigación preliminar que le permita determinar la
comisión del delito, las circunstancias de su comisión y la individualización de su autor
o autores.
La finalidad de proceder de esa manera ante aquellas formas de individualización que
devienen de una investigación preliminar luego de recibida la denuncia o querella, es
evitar la creación de un estado de desigualdad entre el imputado aprehendido in fraganti
y el imputado individualizado durante la investigación preliminar, garantizando así el
derecho al debido proceso, pues a través de la audiencia de imputación en este
procedimiento especial, el imputado o imputada ejerce en sede jurisdiccional el derecho
a la defensa mediante la información sobre sus derechos y sobre las fórmulas
alternativas a la prosecución del proceso que le garanticen la terminación anticipada del
proceso penal.
Ahora bien, ante la posibilidad de concluir anticipadamente el proceso a través de una
sentencia de sobreseimiento, luego de verificado el cumplimiento de las medidas
cautelares sustitutivas a la privación judicial preventiva de libertad, así como de las
condiciones impuestas como consecuencia del otorgamiento de una fórmula alternativa
a la prosecución del proceso, el Juez de Instancia Municipal desempeña un rol
fundamental, pues en aquellos supuestos en los que el imputado haya solicitado la
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suspensión condicional del proceso, una vez agotado el lapso de prueba fijado, deberá
verificar dentro de los diez (10) días hábiles siguientes el cumplimiento o no de las
medidas de coerción personal acordadas, así como de las condiciones impuestas, y en
base a ello dictar la sentencia de sobreseimiento por extinción de la acción penal,
notificando al Ministerio Público. En caso contrario debe informar al ente Fiscal del
incumplimiento de las mismas por parte del procesado o procesada, a los fines de que
este dentro de los sesenta (60) días siguientes presente el acto conclusivo de ley que
estime correspondiente.
Este plazo de sesenta (60) días constituye un lapso improrrogable, que obliga al
Ministerio Público a concluir la investigación solo mediante la presentación del escrito
de acusación o de la solicitud de archivo o sobreseimiento, castigándose, por decirlo de
alguna manera, la omisión de esta carga fiscal, con el decreto del archivo judicial, cuyo
decreto constituye una obligación por parte del Juez de Primera Instancia Municipal y
trae como consecuencia el cese inmediato de todas las medidas de coerción personal,
cautelares y de aseguramiento impuestas así como la condición de imputado o
imputada.
Tenemos entonces que estas formas de terminación de la fase preparatoria del proceso
pueden tener lugar en cuatro momentos distintos:
1. Mediante la presentación del acto conclusivo fiscal dentro de los sesenta (60)
días siguientes a la fecha en que se realizó la audiencia de imputación, en
aquellos supuestos en que el imputado o imputada no haya hecho uso de las
fórmulas alternativas a la prosecución del proceso.
2. Mediante una sentencia de sobreseimiento por extinción de la acción penal, en
los casos en que el imputado o imputada haya hecho uso de alguna de las
fórmulas alternativas a la prosecución del proceso y el Juez de Instancia
Municipal hubiere verificado, dentro de los diez (10) días inmediatamente
siguientes, el cabal cumplimiento de las condiciones y de las medidas de
coerción personal impuestas.
3. Mediante la presentación del acto conclusivo fiscal dentro de los sesenta (60)
días siguientes a la fecha en la que al Ministerio Público se le hubiere notificado
del incumplimiento de las condiciones impuestas durante el régimen de prueba
al procesado, en aquellos casos en los que este no hubiere cumplido con las
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medidas cautelares y condiciones impuestas en el acto de audiencia de
imputación.
4. Finalmente, mediante el decreto del archivo judicial, cuando en el primer y
tercer supuesto señalado el Ministerio Público haya omitido la presentación del
acto conclusivo.
También hay que destacar que la víctima, bajo la concepción prevista para el
juzgamiento de los delitos menores, sigue jugando un papel activo y protagónico en los
diferentes actos del proceso, como objetivo fundamental de dicho proceso. No obstante,
a los fines de equilibrar el interés legítimo del agraviado por delitos menos graves con el
derecho que asiste a los imputados e imputadas a ser juzgados y juzgadas con las
debidas garantías y en el marco de un proceso expedito, se prevé la posibilidad que
desde la misma audiencia de presentación de imputados, la víctima otorgue facultad
“expresa” al Ministerio Público como garante de la constitucionalidad y legalidad en los
procesos judiciales, para que este ejerza de manera definitiva su representación en los
casos que la víctima no asista o no pueda ser localizada para la celebración de los actos
y audiencias procesales que se suceden en el transcurso del procedimiento especial,
evitando así el retardo procesal que debido a la inasistencia y falta de interés de las
víctimas suele tener lugar.
En cuanto a la fase intermedia, esta se activa o se inicia cuando el acto conclusivo
dictado por el Ministerio Público sea el escrito de acusación fiscal que al igual como
sucede en el procedimiento ordinario, tiene como objetivo fundamental, la celebración
de la audiencia preliminar.
Sin embargo, en el procedimiento especial previsto para el juzgamiento de los delitos
menos graves, la convocatoria que para dicha audiencia realiza a la partes el Juez de
Instancia Municipal, se reduce a un plazo no menor de diez (10) días ni mayor de
quince (15) días hábiles luego de recibida la acusación fiscal, y en el cual también la
víctima podrá presentar acusación propia dentro de los tres días siguientes contados
desde la fecha de su notificación sobre la celebración de la audiencia preliminar o podrá
adherirse a la acusación fiscal hasta el mismo día de celebrarse la audiencia preliminar.
Por su parte, el artículo 367 del Código Orgánico Procesal Penal, prevé que hasta los
últimos cinco días antes del vencimiento de la fecha fijada para la celebración de la
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audiencia preliminar, la defensa y demás partes podrán hacer uso de las cargas y medios
de defensa procesal que dispone el artículo 311 (antes 328) del citado código.
Es importante recordar que el objetivo de la audiencia preliminar es la depuración del
procedimiento, informar al imputado sobre la acusación interpuesta en su contra, y
permitir que el Juez o Jueza de instancia Municipal ejerza el control de la acusación,
mediante el análisis de los fundamentos fácticos y jurídicos que sustentan el escrito
acusatorio. Se trata pues, de una fase procesal que viene a servir de filtro y depuración
del escrito acusatorio, del escrito de contestación a la acusación fiscal y de los medios
de prueba ofertados por las partes.
Podemos señalar entonces que esta fase procesal, se reglamenta bajo tres actividades
o momentos que tienen lugar antes, durante y después de la celebración de la
audiencia preliminar. Así, se establece como actuaciones previas a la audiencia
preliminar, la presentación de la acusación, y el ejercicio por parte del Fiscal, de la
víctima –siempre que se haya querellado o haya presentado acusación particular
propia– y del imputado, de las facultades que les otorga los artículos 367 en
concordancia con el artículo 311 (este último antes 328) del Código Orgánico
Procesal Penal; en un segundo momento procesal tenemos el desarrollo de la
audiencia preliminar, oportunidad en la cual el juez municipal ejerce el control
material y formal del escrito de acusación fiscal y de la acusación particular propia –
si la hubiere-, mediante el análisis de sus fundamentos de hecho y de derecho así
como del escrito de descargo, excepciones, nulidades y demás argumentos de
defensa, así como la pertinencia y necesidad de los medios de prueba que ofrecen las
partes para que sean practicadas en la etapa del juicio oral y público.
Se prevé igualmente en este procedimiento, que en la audiencia preliminar los
imputados e imputadas sean nuevamente informados en informadas de las Fórmulas
Alternativas a la Prosecución del Proceso, ello con la finalidad de otorgarles una
segunda oportunidad que permita la autocomposición del proceso que garantice y
reafirme el objetivo fundamental del procedimiento especial de culminar el
juzgamiento por delitos menos graves de manera anticipada, sin llegar a la
oportunidad de dictar sentencia en juicio oral.
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En este punto, especial mención merece el procedimiento por admisión de los hechos,
institución aplicable durante el desarrollo de la audiencia preliminar, cuya finalidad de
ahorrar al Estado la tramitación de todo un proceso penal, mediante el otorgamiento de
una rebaja de pena al acusado o acusada que de manera libre, voluntaria y espontánea
haya admitido los hechos contenidos en la acusación fiscal, se encuentra en plena
sintonía con los objetivos de culminación temprana que se ha dispuesto para el
juzgamiento de los delitos menos graves.
Precisamente en razón de ello, el procedimiento especial, establece la aplicación del
procedimiento por admisión de los hechos, otorgando a los acusados y acusadas, la
posibilidad de obtener una rebaja de la mitad del tiempo de pena que resulte aplicable,
sin las limitaciones que están previstas en el procedimiento ordinario.
Por último, y en cuanto a los pronunciamientos que el Juez de Control puede emitir al
final de la audiencia preliminar, se establece que el Juez de Primera Instancia Municipal
tiene las mismas potestades que el Juez de Control en el procedimiento ordinario,
conforme a lo establecido en los artículos 369 en concordancia 313 y 314 (éstos últimos
antes 330 y 331) del Código Orgánico Procesal Penal.
Asimismo, se establece en la reforma del Código Orgánico Procesal Penal que la Fase
de Juicio y de Ejecución Penal, así como las eventuales incidencias que dentro de ellas
puedan surgir, se rijan por las normas del procedimiento ordinario, ante los Tribunales
de Primera Instancia en Funciones de Juicio.
5.- Reflexiones y consideraciones finales
Finalmente me despido, no sin antes asegurarles que la Municipalización de la Justicia
Penal en Venezuela, al introducir la participación popular viene a innovar y a constituir
una verdadera política criminal, necesaria para la transformación del sistema de justicia
penal venezolano, cuyo objetivo no es sólo la reducción de la violencia y la superación
de la pena, como único medio para la reparación del daño social que causa el delito,
sino que contribuye al desarrollo de valores éticos y morales, cónsonos con la praxis
social que exige el modelo de transformación nacional.
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Con la Municipalización de la justicia penal, se instituye un procedimiento mediante el
cual la comunidad organizada participa en el control, vigilancia y reinserción de los
infractores menores de la ley penal, dándole así forma a una política judicial
permanente, transformadora, en la cual se actualiza el principio de mínima intervención
del derecho penal y se reconceptualizan los esquemas clásicos de participación
ciudadana, materializando así la democracia participativa y protagónica con el
paradigma del Estado Democrático, Social de Derecho y Justicia constitucionalmente
establecido.
Sabemos que esta nueva concepción del principio de participación y la puesta de
marcha de los Tribunales de Primera Instancia Municipal, no será una tarea fácil, pues
ya se escuchan las voces que se resisten al cambio. Sin embargo, la determinación del
Estado en la consecución de estos fines, a través de la más alta casa de justicia, como lo
es este tribunal supremo de justicia, es indetenible.
No me queda más que concluir, evocando las palabras de nuestro Libertador Simón
Bolívar, quien en el Congreso de Angostura en 1819, con su visión de una sociedad
siempre libre y cada vez más justa, sometió al juicio del pueblo su vida y acciones, al
señalar:
“… mi vida, mi conducta, todas mis acciones públicas y privadas
están sujetas a la censura del pueblo. Ciudadanos vosotros debéis
juzgarlas. Yo someto la historia de mi mando a vuestra imparcial
decisión; nada añadiré para excusarla (…) Si merezco vuestra
aprobación, habré alcanzado el sublime título de buen ciudadano,
preferible para mí al de Libertador que me dio Venezuela, al de
Pacificador que me dio Cundinamarca y, a los que el mundo entero
puede dar…”.
Muchas Gracias…
Caracas, Venezuela
14 de junio de 2012
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