Los sentidos

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Los sentidos
Los órganos sensoriales, en seres humanos y otros animales, son órganos especializados que reciben estímulos
del exterior y transmiten el impulso a través de las vías nerviosas hasta el sistema nervioso central donde se
procesa y se genera una respuesta.
Los cinco sentidos son el oído, la vista, el olfato, el gusto y el tacto. El tacto tiene muchas subdivisiones,
como el sentido de la presión, del calor, del frío y del dolor; los científicos contabilizan más de 15 sentidos
adicionales. Los receptores sensoriales que están en el interior de los tejidos de los músculos, tendones y
articulaciones se llaman propioceptores, e informan sobre sensaciones como el peso, la posición del cuerpo y
el juego de algunas articulaciones. En el interior del canal semicircular del oído está el órgano del equilibrio,
que informa de la estabilidad del cuerpo. Las sensaciones generales de las necesidades del organismo, como la
sed, el hambre, la fatiga y el dolor, también se consideran sentidos.
La vista
La Visión
El ojo es el órgano de la visión en los seres humanos y en los animales. Los ojos de las diferentes especies
varían desde las estructuras más simples, capaces de diferenciar sólo entre la luz y la oscuridad, hasta los
órganos complejos que presentan los seres humanos y otros mamíferos, que pueden distinguir variaciones
muy pequeñas de forma, color, luminosidad y distancia. En realidad, el órgano que efectúa el proceso de la
visión es el cerebro; la función del ojo es traducir las vibraciones electromagnéticas de la luz en un
determinado tipo de impulsos nerviosos que se transmiten al cerebro. Además la visión es una de las
funciones más complejas del organismo. Las estructuras relacionadas con la función visual son: los globos
oculares, los nervios ópticos y la región posterior del cerebro.
Estructura del globo ocular
El ojo en su conjunto, llamado globo ocular, es una estructura esférica de aproximadamente 2,5 cm. de
diámetro cada uno y se encuentran alojados en las órbitas del cráneo. Solo una sexta parte del globo ocular se
halla en contacto con el medio externo; la otra parte está protegida al interior de la órbita ocular.
La pared del globo ocular está formada por tres capas: la túnica externa, la túnica media y la túnica interna.
Túnica externa: Está constituida por dos regiones, la esclerótica y la córnea.
La esclerótica es una capa de tejido fibroso, denso, que cubre cada globo ocular y tiene funciones de
protección. Hacia la parte interior se hace transparente, constituyendo la córnea. La córnea protege la parte
anterior del globo ocular y permite el ingreso de los rayos luminosos.
Túnica media: está formada por la coroides y dos modificaciones de la zona anterior de esta túnica: iris y
cuerpo ciliar.
La coroides se encuentra debajo de la esclerótica. Contiene numerosos vasos sanguíneos y abundantes
pigmentos. Los primeros cumplen la función de nutrición; los segundos absorben el exceso de luz, evitando
que esta se refleje en el interior del globo ocular.
El iris está formado por músculos lisos radiales y circulares, cuya contracción y relajación regulan el tamaño
de la pupila, orificio central por donde ingresa la luz.
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El cuerpo ciliar está formado por los procesos ciliares y el músculo ciliar. Los procesos ciliares secretan un
líquido llamado humor acuoso, cuya función es conservar la forma del globo ocular y ayudar a enfocar los
rayos luminosos sobre las células fotorreceptoras. El músculo ciliar modifica la forma del cristalino, una
verdadera lente que permite enfocar los objetos.
Túnica interna: Es la retina y está constituida por 10 capas que incluyen a los conos y bastones y cuatro tipos
de neuronas; las células bipolares, ganglionares, horizontales y amacrinas.
Los conos permiten la percepción diurna de los colores. Se encuentran en mayor cantidad en una zona de la
retina llamada mácula lútea o mancha amarilla, y su número disminuye hacia la periferia.
Los bastones son los responsables de la visión en oscuridad o penumbra gracias al pigmento rodopsina. Se
encuentran en mayor cantidad en la periferia de la retina y prácticamente no se encuentran en la mácula lútea.
Estructuras accesorias del globo ocular
Cejas: Forman un arco de pelos gruesos en la superficie superior del ojo, entre el párpado y la frente. Su
función es proteger al globo ocular de la sudoración, la luz solar directa y los cuerpos extraños.
Párpados: Cada una de las membranas móviles de piel que cumplen la función de cubrir los ojos para
protegerlos de la luz excesiva y de cuerpos extraños. En los bordes que enfrentan los dos párpados se
encuentran las glándulas de Meibomio, cuya secreción impide que se peguen.
La superficie interna de los párpados y la porción anterior del globo ocular está revestida por una delgada capa
de tejido conjuntivo. La primera recibe el nombre de conjuntiva palpebral y la segunda, conjuntiva ocular. La
congestión y dilatación de los vasos sanguíneos que conforman la conjuntiva ocular provoca enrojecimiento
de los ojos, cuadro conocido como conjuntivitis.
Pestañas: Son pelos gruesos y cortos que se ubican en los extremos de los bordes palpebrales. Su función es
impedir que lleguen al ojo impurezas suspendidas en el aire.
Glándulas lagrimales: Son dos las glándulas que se ubican en el extremo lateral de cada párpado superior.
Secretan las lágrimas, una solución acuosa constituida por sales minerales, moco y una enzima llamada
lisozima, que es bactericida. Su función es humectar, limpiar y cubrir el ojo.
Estructuras internas del globo ocular
El interior del globo ocular está formado por una gran cavidad que se divide en dos: la cavidad anterior y la
cavidad posterior.
Cavidad anterior: Contiene el humor acuoso, un líquido responsable de mantener la presión intraocular
normal y de nutrir el ojo. El aumento de la presión intraocular produce una enfermedad llamada glaucoma,
que trae como consecuencias el deterioro progresivo de la retina y por último la ceguera.
La cavidad se divide en dos cámaras: la anterior y la posterior. La primera se ubica entre la córnea y el iris; la
segunda se ubica entre el iris y el cristalino. El humor acuoso es drenado hacia la cámara posterior por los
procesos ciliares.
Cavidad posterior: Se encuentra detrás del cristalino y antes de la retina. Está llena de un líquido gelatinoso
llamada humor vítreo, cuyas funciones son mantener la presión intraocular y conservar adosada la retina a la
pared del ojo.
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Las cavidades anterior y posterior están separadas por el cristalino, una lente fisiológica que capta las
imágenes y las proyecta hacia la retina.
El cristalino se ubica detrás del iris y de la pupila. Está formada por capas de fibras proteicas transparentes y
se comporta como una lente biconvexa, que invierte la imagen y proyecta los rayos luminosos hacia la retina.
En condiciones normales, se encuentra incluida en una cápsula de tejido conectivo también transparente que
se adhiere al cuerpo ciliar a través de los ligamentos suspensorios. Estos modifican la forma del cristalino para
la visión de objetos cercanos y lejanos, fenómeno conocido como acomodación.
Al transcurrir los años, el cristalino pierde su elasticidad, por lo que disminuye la capacidad de modificar su
forma, dificultando el enfoque de los objetos cercanos. Esta enfermedad recibe el nombre de presbicia. Otra
enfermedad del cristalino es la catarata. Se produce cuando este lente biológico se vuelve opaco, impidiendo
el ingreso de los rayos luminosos hasta la retina.
Músculos del ojo
El globo ocular presenta dos tipos de músculos que colaboran en el proceso de enfoque de los objetos:
intrínsecos y extrínsecos.
Los músculos intrínsecos forman parte del iris y del músculo ciliar.
Según la ubicación en el iris se distinguen dos tipos de fibras musculares: radiales y circulares.
Las fibras musculares varían el diámetro pupilar como respuesta a cambios en la intensidad de la luz. Son
antagónicas. Es decir, si unas se relajan las otras se contraen. Cuando una persona sale desde un recinto en el
que hay alta luminosidad hacia otro donde hay baja luminosidad, las pupilas aumentan su tamaño por
contracción de las fibras radiales. En tanto, las fibras musculares se relajan. Por el contrario, cuando se ingresa
desde un lugar oscuro hacia otro iluminado, las fibras circulares se contraen y la pupila disminuye de tamaño,
dejando entrar menos luz al interior del ojo. Simultáneamente las radiales se relajan.
La contracción y relajación de las fibras circulares y radiales del iris está regulada por el sistema nervioso
autónomo. Los músculos extrínsecos son seis y se insertan en la superficie externa de cada globo ocular. Son
los responsables de los movimientos oculares.
Trastornos
El proceso de formación de imágenes puede sufrir alteraciones patológicas: la miopía, la hipermetropía y el
astigmatismo.
Miopía: En el ojo miope, la longitud del globo ocular es mayor que en el emétrope o normal. Por esta razón,
los rayos convergen antes de la retina y la imagen percibida es borrosa. Puede producirse también porque el
cristalino es más grueso y concentra los rayos luminosos antes de la retina. La miopía se corrige con el uso de
lentes bicóncavos, porque separan los rayos luminosos, obligándolos a recorrer una distancia mayor en el
interior del ojo.
Hipermetropía: En el ojo hipermétrope, la longitud del globo ocular es menor que la del ojo normal. Los
rayos se enfocan detrás de la retina y la imagen pierde también su nitidez. La hipermetropía puede ser
corregida usando lentes biconvexos que hacen converger los rayos luminosos en la fóvea central.
Astigmatismo: Se produce por una curvatura desigual del cristalino o de la cornea, dando lugar a que algunos
rayos caigan sobre la retina y otros no, con lo cual se distorsiona la imagen. El uso de lentes cilíndricos
resuelve esta anomalía.
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Fisiología:
La percepción y elaboración de las imágenes visuales es un proceso complejo que se inicia con la entrada de
la luz al globo ocular.
Los rayos luminosos son concentrados por la córnea, ingresan al ojo por la pupila, traspasan el humor acuoso
y convergen en el cristalino. Desde allí, son proyectados a través del humor vítreo hacia la retina.
En la visión diurna, la mayor parte de los rayos inciden sobre la mácula lútea y la fóvea central, donde hay
una alta densidad de conos. En la visión nocturna, los rayos divergen hacia las regiones laterales de la retina,
donde se encuentra una mayor proporción de bastones.
Cada uno de los componentes del ojo van contribuyendo a la formación de las imágenes, objetivo principal de
la visión.
Formación de la imagen: Se produce en la retina a través de cuatro procesos: refracción de la luz, constricción
de la pupila, acomodación del cristalino y convergencia de los ojos.
Refracción de la imagen: Es el cambio de dirección que experimentan los rayos luminosos al atravesar medios
de distinta densidad. En el ojo la refracción de la luz se produce en cuatro zonas: la córnea, el humor acuoso,
el cristalino y el humor vítreo.
Constricción de la pupila: Se produce por los músculos radiales y circulares del iris. Cuando hay mucha luz,
los músculos circulares se contraen y la pupila disminuye su diámetro; cuando hay poca luz, se contraen los
músculos radiales y la pupila se dilata.
Acomodación del cristalino: El cristalino puede acomodar su curvatura, al enfocar objetos que se encuentran a
diferentes distancias. Para la visión de cerca, su curvatura aumenta por la contracción del músculo ciliar; para
la visión de lejos, disminuye la curvatura debido a una relajación del músculo ciliar. La acomodación
automática del cristalino permite que los rayos se proyecten sobre la retina.
Convergencia de los ojos: Está regulada por la acción coordinada de los músculos extrínsecos del ojo, para
lograr la visión binocular: ambos ojos se enfocan sobre el mismo objeto y se produce una sola sensación
visual.
A través de los cuatro procesos se forma en la retina una imagen de menor tamaño invertida que se transmite
al cerebro a través de las vías visuales.
Vías visuales: la imagen formada en la retina no es lo que vemos en la realidad; la información debe ser
conducida por los nervios ópticos hasta la corteza visual, ubicada en la región occipital del cerebro.
Los potenciales de acción generados por los fotorreceptores se transmiten por vía sináptica a las neuronas
bipolares y desde aquí se envían a las neuronas ganglionares, cuyos axones conforman el nervio óptico.
Los axones de las neuronas ganglionares salen del globo ocular en dirección al encéfalo. El punto por el cual
emerge el nervio óptico de cada ojo se conoce como punto ciego y en él no hay conos ni bastones.
Después salen del globo ocular, algunos de los axones de los nervios ópticos se cruzan al lado opuesto, en una
región llamada quiasma óptico.
La información visual que dan los conos y bastones prosigue su viaje a través de los nervios ópticos, para
llegar finalmente a la corteza visual, lugar donde se interpreta y se produce la sensación visual.
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Transmisión de los impulsos nerviosos en la retina
La retina está formada por dos capas: una pigmentada y la otra nerviosa.
La capa pigmentada es delgada y se adhiere a la coroides. Su función es absorber el exceso de luz. La capa
nerviosa se ubica por debajo de la capa pigmentada y está formada por tres zonas: una más externa donde se
ubican los fotorreceptores, una media donde están las células horizontales, bipolares y amacrinas, y la más
interna donde se encuentran las células ganglionares.
Cuando un haz de luz incide sobre la retina, atraviesa la capa nerviosa en el siguiente orden: Primero las
células ganglionares, luego las células bipolares y, finalmente, llega hasta los conos y bastones. Los impulsos
nerviosos generados en la zona de los fotorreceptores siguen ahora el camino inverso: pasan a las células
bipolares y luego hasta las células ganglionares.
Vías Visuales
Al observar un objeto ocurren una serie de acontecimientos. Así, un objeto ubicado frente a la porción externa
del ojo, proyecta una imagen sobre la parte interna de la retina y viceversa.
Las fibras del nervio óptico que nacen de la parte interna de la retina cruzan al lado opuesto en una estructura
denominada quiasma óptico. Esto significa que las imágenes formadas en la parte interna de la retina del ojo
derecho llegan a la corteza visual ubicada en el lado izquierdo del cerebro.
Las fibras nerviosas de cada nervio óptico que emergen de la parte externa de la retina siguen su dirección sin
cambiar de lado. Así, las imágenes formadas en la porción externa de la retina llegan a la corteza visual del
mismo lado.
El desarrollo
El niño es capaz de ver nada más nacer. De hecho, el recién nacido puede enfocar la vista en objetos durante
breves periodos de tiempo. desde las primeras horas el bebé distingue objetos y prefiere unos a otros. Cuando
mira atentamente un objeto abre los párpados, deja de chupar y mira fijamente con los dos ojos. Entonces es
posible comprobar que le gustan los contrastes de luz y sombra, le gustan los cambios, prefiere colores vivos,
contrastados, prefiere patrones complicados, con muchos detalles a patrones simples, prefiere superficies
rugosas a lisas, prefiere líneas curvas a rectas y también prefiere el movimiento. No es casualidad, por tanto,
que los bebés prefieran mirar imágenes con características similares al rostro humano: Una imagen amplia,
pero llena de detalles, con muchos contrastes y líneas curvas que a menudo se mueve.
Hacia las dos semanas, el bebé puede seguir movimientos con la vista, reconocer caras y mostrar los primeros
indicios de sonrisa. Entre las cuatro y las seis semanas ya logran fijarse y seguir sus juguetes con la vista.
Cuando alcanzan los dos o tres meses de vida comienzan a fijarse y a interesarse por sus propias manos.
Al principio no puede percibir los diferentes colores, solo puede diferenciar los contrastes marcados (rojo,
negro y blanco) y los patrones repetitivos (cuadros, rayas, etc.). Solo a la edad de 4 a 6 meses la percepción de
los colores se ha desarrollado plenamente. Aún así, el bebé preferirá los patrones de colores fuertes básicos.
Sin embargo lo que más intriga a un bebé es el rostro humano, por su complejidad, y todo lo que a él se
asemeje (títeres de boca, por ejemplo). Por ello la interacción con el bebé es fundamental en este período. Se
sentirá fascinado además por todo objeto que presente movimientos pendulares, de ida y vuelta y circulares.
Hay niños que presentan estrabismo. Por lo general, se suele tratar de un leve bizqueo que remitirá con el paso
del tiempo. Cuando el niño alcanza los tres años de edad, es capaz de relacionarse con el medio y su vista
puede ser examinada por el médico, utilizando un método de diagnóstico especialmente diseñado para niños.
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Es muy importante detectar de forma precoz cualquier problema en la visión de uno o ambos ojos, pues en
caso contrario, la vista del niño puede quedar afectada y el problema puede adquirir un carácter permanente.
Estimulación de la vista
Materiales: debe ser un material variado y atrayente en tamaño, con colores vivos y contrastados (blanco y
negro), brillante, con formas planas i con volumen, colocado dentro de su posible campo visual. Pueden ser,
por ejemplo, móviles, muñecos, globos, pelotas cosidas a un cordón para colgar, títeres, un espejo irrompible,
pelotas de playa de tamaño mediano, torres nido, juegos de clasificación de colores, cuentos con imágenes,
puzzles sencillos, dominós de colores, juegos de cartas, etc.
Ejercicios y actividades
De 0 a 6 meses
• con el bebé despierto en la cuna, mover un títere de mano, delante de su campo visual, en diferentes
direcciones, pudiendo acompañar la acción con una canción o una retahíla.
• El niño está estirado sobre una superficie plana (por ejemplo un cambiador, y se le coloca a cada lado
un peluche llamativo. Se incita al bebé a que fije la mirada en él, a la derecha y a la izquierda.
• Se provoca un movimiento péndulo, primero, rotatorio, después, a un móvil situado dentro del campo
visual del bebé, intentado que lo siga con la mirada.
De 6 a 12 meses
• el niño está en la hamaca o tumbona. El educador hace rodar en el suelo un juguete que se desplaza,
dentro del campo de visión del niño, para que lo siga con la vista.
• Las mismas actividades del tacto de 6 a 12 meses pero teniendo en cuenta el colorido del material.
De 12 a 18 meses
• dar al niño piezas de colores variados para ensartar en una torre con eje; el educador iniciará la
colocación de las piezas de un mismo color e incitará al niño para que le vaya dando las piezas de este
color o para que las inserte él mismo
• el educador está sentado en el suelo con las piernas abiertas y el niño, igualmente sentado entre sus
piernas. El educador hace rodar pelotas u objetos rodantes (coches, trenes, etc.) y provoca que el niño
siga la dirección con la mirada.
De 18 a 24 meses
• el educador monta una torre con eje haciendo una seriación de tres colores (azul−amarillo−rojo por
ejemplo) y el niño debe construir otra, imitándole y siguiendo la misma seriación.
• El educador leerá un cuento muy sencillo, pasando las hojas y mostrando detenidamente las
ilustraciones al niño.
• El educador y el niño hacen puzzles sencillos (de dos o tres piezas geométricas). El educador inducirá
al niño a que los haga sólo.
De 24 a 36 meses
• el educador muestra al niño un objeto de determinado color y le pide que le traiga todos los objetos
que haya en la sala del mismo color.
• El educador se sienta con el niño en una mesa y hacen lotos de colores y lotos de objetos, juegan a
cartas de colores y a dominós (de colores, de animales, de frutas).
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El Oído
El oído cumple en el organismo una doble función: la de captar los estímulos acústicos y la del equilibrio que
informa acerca de los cambios de posición del cuerpo en el espacio. Ambas funciones son posibles gracias a la
asombrosa organización estructural del oído.
Estructura del Oído
El oído se divide en tres partes: oído externo, oído medio y oído interno.
Oído externo: está formado por el pabellón auditivo y el conducto auditivo externo.
El pabellón auditivo, llamado comúnmente oreja, está formado por una lámina cartilaginosa recubierta por
una gruesa capa de piel. Su función es captar y dirigir las ondas sonoras hacia el conducto auditivo.
El conducto auditivo externo mide aproximadamente 2,5 cm. y se encuentra enclavado en el hueso temporal.
En su parte externa, posee vellos y glándulas sebáceas que secretan cerumen, para impedir el ingreso de
partículas extrañas al oído. La parte interna de este conducto se comunica con el tímpano, una membrana que
amplifica los sonidos y los transmite al oído medio.
La estructura del oído externo permite captar las ondas sonoras y dirigirlas al interior del oído.
Oído medio: es una cavidad llena de aire delimitada por el tímpano y por una lámina ósea que contiene dos
orificios cubiertos por membranas: la ventana oval y la ventana redonda.
En el oído medio hay una estructura que se comunica con la porción nasal de la faringe: la trompa de
Eustaquio. Su función es igualar la presión a ambos lados del tímpano. Normalmente se encuentra cerrada y
se abre durante la deglución y el bostezo.
En el oído medio hay una cadena de huesecillos: el martillo, el yunque y el estribo.
El martillo está adosado a la porción interna de la membrana timpánica. A su vez, la cabeza del martillo se
articula con el cuerpo del yunque, el cual hace contacto con el estribo. Finalmente, la base del estribo encaja
en la ventana oval.
Cuando el tímpano vibra, la onda sonora se transmite hacia la cadena de huesecillos y a la ventana oval.
La disposición espacial de cada una de las estructuras del oído medio es de gran relevancia para la transmisión
de la onda sonora hacia el oído interno.
Oído interno: está constituido por el laberinto óseo y el laberinto membranoso. El laberinto óseo se inserta en
el hueso temporal y se divide en tres regiones. Los canales semicirculares, el vestíbulo y el caracol. Los dos
primeros se relacionan con la función de mantención del equilibrio, mientras que el caracol es un conducto
enrollado que se relaciona con la audición.
El laberinto membranoso, ubicado al interior del caracol, está formado por tres conductos llenos de líquido: la
rampa vestibular o superior, la rampa coclear o media y la rampa timpánica o inferior. El conducto vestibular
y el timpánico están llenos de un líquido llamada perilinfa y la rampa coclear se encuentra rodeada por un
líquido denominado endolinfa.
Transmisión de las ondas sonoras
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Las ondas sonoras son producidas por el pabellón hacia el interior del canal auditivo y chocan con la
membrana timpánica produciéndose una vibración. Esta se transmite a la cabeza del martillo y desde allí al
yunque y al estribo.
El estribo produce la vibración de la ventana oval, lo que atrae como consecuencia el movimiento del líquido
que se encuentra en el interior del caracol. Este movimiento provoca el desplazamiento de las membranas
internas y de las células receptoras de la audición, las cuales descargan impulsos nerviosos que son enviados
al cerebro o interpretados como una sensación acústica.
Estructura del caracol y el proceso auditivo
En el hombre, la función auditiva se relaciona con el caracol. Este tiene tres conductos separados por dos
membranas: la membrana basilar, que separa la rampa coclear de la timpánica, y la membrana tectorial, que
separa el conducto coclear del vestibular.
Sobre la membrana basilar se ubican los órganos de Corti, grupos de 24.000 células ciliadas,
aproximadamente. Por encima de estas células, y a modo de un techo, se encuentra la membrana tectorial.
Cuando una onda sonora ingresa al oído interno, las vibraciones transmitidas por el estribo hacia la ventana
oval ponen en movimiento la perilinfa, que a su vez produce el ascenso de la membrana basilar, de forma que
las células ciliadas chocan con la membrana tectorial.
Este contacto físico determina que las células ciliadas descarguen impulsos nerviosos que son conducidos
hasta el cerebro a través del nervio auditivo.
Fisiología de la audición
La audición es un proceso que se inicia cuando las ondas sonoras llegan al pabellón e ingresan al oído a través
del conducto auditivo externo. Las ondas continúan su viaje haciendo vibrar la membrana timpánica, los
huesecillos martillo, yunque y estribo, luego llegan al oído interno a través de la ventana oval.
El movimiento de la ventana oval, hacia adentro y hacia fuera, genera una onda que se propaga a través de la
perilinfa. El movimiento de este líquido aumenta la presión contra las paredes del caracol, que se libera
finalmente por la ventana redonda, la cual actúa como una válvula de escape.
El movimiento de la perilinfa hace que vibre la membrana basilar y la endolinfa, lo que determina que las
células ciliadas del orégano de Corti choquen contra la membrana tectorial. Como respuesta al roce mecánico,
los fonorreceptores generan potenciales de acción que viajan a través del nervio vestíbulococlear o auditivo
hasta la región temporal del cerebro, donde se produce la sensación auditiva.
Una vez esclarecido el mecanismo que explica la percepción de los sonidos queda otra pregunta por contestar:
¿cómo somos capaces de discriminar un sonido agudo de otro más grave?
Las investigaciones permiten suponer que las células ciliadas ubicadas en la parte más angosta de la
membrana basilar, son estimuladas por tonos de alta frecuencia (sonidos agudos); los fonorreceptores situados
en la porción más ancha de la membrana responden a tonos de baja frecuencia (sonidos graves).
Trastornos
Puede haber dos trastornos esenciales según su nivel de funcionamiento:
• Sordera total: pérdida de audición por destrucción bilateral de las estructuras acústicas.
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• Hipoacusia: pérdida de audición ilateral o unilateral. Se puede corregir con audífonos o prótesis.
Puede haber los diferentes grados de sordera:
♦ sordera ligera: pérdida auditiva de menos de 40 dB.
♦ Sordera intermedia: pérdida auditiva de entre 40 y 65 dB
♦ Sordera severa: pérdida auditiva de entre 65 y 85 dB
♦ Sordera profunda: pérdida auditiva de más de 85 dB
El desarrollo
Los bebés pueden oír desde varios meses antes de nacer. No solo eso, sino que ya son capaces de diferenciar
tipos de sonidos, tonos agudos o graves, distintas voces, sonidos familiares o extraños e incluso distinguen la
dirección de donde parte el sonido.
Pero ellos no nos los saben decir y han tenido que desarrollarse mecanismos muy sofisticados para
comprobarlo.
Los bebés recién nacidos tienen preferencia por los sonidos agudos. Por eso las madres y los padres suelen
hablarle a su bebé en tono agudo.
Es muy llamativo que en distintas lenguas, mujeres de países y culturas muy dispares, hablan a los bebés con
ritmo similar, usando frases cortas, voz de falsete, y emitiendo sonidos o sílabas sin sentido muy similares
(definido en países anglosajones como "baby talk" o " motherish").
Los bebés responden también a otros sonidos distintos de la voz humana y giran la cabeza hacia el lugar de
donde proceden. Esta conexión de los nervios entre la visión y la audición está ya desarrollada en el neonato y
le sirve para obtener mejor percepción.
Cuando se habla al bebé, se puede observar que primero gira los ojos en la dirección de la voz y luego
también girará el cuello. Y lo hará con los ojos muy abiertos. (Es el doble de interesante ver y oír a la vez).
Algunas veces incluso el bebé intenta imitar gestos como sacar la lengua o abrir la boca.
Los bebés prefieren la voz de su madre a la de otras mujeres ya desde el periodo neonatal. En realidad ya la
conocen. Tardarán algo más en reconocer la voz de su padre.
Estas diferencias sólo son observables durante la fase de "alerta tranquila". El resto del día la mayoría de los
bebés puede quedarse dormido a pesar del ruido ambiental.
También es normal que los bebés se sobresalten con un ruido intenso. A veces sólo se estremecen (si están
dormidos en fase de sueño tranquilo) y otras se despiertan y rompen a llorar.
Estimulación del oído
Materiales: inicialmente, el estímulo auditivo debe ser presentado frontalmente, de cara al niño, estableciendo
contacto visual. El vocabulario que se utilice debe ser muy sencillo y expresado pausadamente. La voz debe
ser melódica y aguda, y la entonación en forma de pregunta (exagerada). La intensidad de la voz debe ser
normal; no es necesario gritar porque los bebés ya pueden percibir murmullos. Igual que con el tacto, el
material que se utilice debe ser variado, conteniendo diferentes cualidades sonoras (timbre, tono, frecuencia,
intensidad).
Los materiales que se pueden usar pueden ser sonajeros metálicos, peluches y muñecos sonoros, carruseles
sensoriales, móviles musicales, cascabeles, campanillas, objetos de diferentes materiales, instrumentos
pequeños de percusión, cuentos sonoros, juegos de discriminación auditiva, juegos de asociación o de
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memoria auditiva, etc.
Ejercicios y actividades
De 0 a 6 meses:
• hablar al bebé frontalmente, con voz pausada y melódica, alternando tonos graves y agudos.
• Colgado sobre o al lado de la cuna, con el bebé despierto, se acciona un móvil sonoro.
• Al bebé, en el regazo del adulto, se le enseña un juguete musical, después de accionarlo.
De 6 a 12 meses
• El niño está sentado en las rodillas del adulto frente a una mesa, o sentado en la trona (con bandeja).
Sobre la mesa ha distintos juguetes sonoros. El educador los hace sonar e induce al niño para que
juegue y reproduzca los sonidos.
• Al niño en la tumbona o hamaca, procurando que no haya ningún otro ruido, se le pone música clásica
durante unos minutos.
De 12 a 18 meses
• El niño está sentado en el suelo o encima de una superficie plana, el educador manipulará (estrujando,
arrugando etc.) trozos grandes de diferentes papeles, provocando diferentes sonidos e incitando al
niño a que también lo haga.
• El educador y el niño están sentados frente a un conjunto de utensilios u objetos que pueden producir
sonidos. El educador produce sonidos con los diferentes elementos, incitando al niño a que lo imite.
De 18 a 24 meses
• Esconder un juguete sonoro en acción, e invitar al niño a que lo busque.
• El niño y el educador están sentados frente a una caja con diferentes pitos y trompetas pequeñas. El
educador los irá probando, poniéndoselos en los labios y haciéndolos sonar, incitando al niño a que
los explore y experimente por sí mismo.
De 24 a 36 meses
• cuentos onomatopéyicos. El educador explica al niño un cuento, haciendo todas las onomatopeyas de
sus diferentes personajes o elementos (gato, perro, sirena, timbre).
• Audición de música ambiental: tumbados en una superficie blanda, el educador y el niño escuchan
diferentes tipos de músicas; rumba, vals, rock, bolero, cha−cha−chá, etc.
Cinestético
El equilibrio estático depende de los receptores ubicados en el sáculo y el utrículo; el dinámico es detectado
por los receptores que se encuentran en los canales semicirculares.
El equilibrio humano depende también del sentido de la visión, de los propioceptores ubicados en las
articulaciones, tendones y músculos y de los corpúsculos de Pacini en la planta de los pies.
Fisiología del equilibrio
Nuestro organismo responde a dos clases de equilibrio: estático y dinámico.
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El equilibrio estático se refiere a la orientación que tiene la cabeza con respecto del suelo y depende de la
fuerza de gravedad. Los receptores del equilibrio estático se ubican en las paredes de dos cámaras en forma de
saco: el utrículo y el sáculo.
En la percepción del equilibrio estático participan dos clases de células: las pilosas o receptoras y las de
sostén. Las primeras descargan impulsos nerviosos cuando hay un cambio de posición; las segundas secretan
una sustancia gelatinosa, ubicada en la parte superior de las células pilosas. Sobre la secreción gelatinosa se
ubican diminutas piedras de carbonato de calcio llamadas otolitos.
En condiciones de reposo, la fuerza de gravedad hace que los otolitos opriman células pilosas específicas.
Cuando la persona mueve su cabeza, los otolitos ejercen presión sobre otras células receptoras y producen
impulsos nerviosos que son conducidos finalmente hasta la región temporal del cerebro.
El equilibrio dinámico se relaciona con los movimientos bruscos y súbitos, como por ejemplo iniciar la
marcha o levantarse rápidamente. Los receptores del equilibrio dinámico se encuentran en las membranas de
los canales semicirculares, conductos llenos de endolinfa.
La posición en ángulo recto de cada canal con respecto a los otros, permite que se perciba la alteración del
equilibrio en tres planos: longitudinal, horizontal y oblicuo.
Al mover la cabeza, la endolinfa de los canales semicirculares fluye sobre las células pilosas y flexiona los
cilios. Este movimiento estimula a las neuronas sensoriales y se originan los impulsos nerviosos que se
transmiten por las mismas vías nerviosas del equilibrio estático.
Trastornos
A causa de infecciones, malformaciones congénitas o traumatismos puede haber pérdida de equilibrio,
desconocimiento de la situación o posición del propio cuerpo o descoordinación de movimientos.
El desarrollo
Los bebés suelen mostrar desagrado ante un cambio brusco de postura. Abren los ojos, ponen una expresión
"de susto", abren los brazos, e inmediatamente los vuelven a cerrar. Esta reacción suele acompañarse de
llanto. Es lo que se llama reflejo de Moro que desaparece pasadas unas semanas. Posiblemente tenga una
función arcaica de supervivencia.
De todos modos, los bebés suelen protestar, llorando o moviéndose con brusquedad si son zarandeados. Es la
única manera que tienen de decir que quieren comunicar sus necesidades.
Tradicionalmente se suele "mecer" o "acunar" a los bebés. Esto suele consistir en movimientos regulares,
rítmicos pero lentos. Cuando el movimiento es demasiado brusco, o demasiado rápido, en vez de tranquilizar
al niño, le inquieta más.
Su desarrollo irá acorde con el desarrollo psicomotor.
El Gusto
Esta facultad de los humanos, entre otros animales, actúa por contacto de sustancias solubles con la lengua. El
ser humano es capaz de percibir un abanico amplio de sabores como respuesta a la combinación de varios
estímulos, entre ellos textura, temperatura, olor y gusto. Considerado de forma aislada, el sentido del gusto
sólo percibe cuatro sabores básicos: dulce, salado, ácido y amargo; cada uno de ellos es detectado por un tipo
especial de papilas gustativas.
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La lengua posee casi 10.000 papilas gustativas que están distribuidas de forma desigual en la cara superior de
la lengua, donde forman manchas sensibles a clases determinadas de compuestos que inducen las sensaciones
del gusto. Por lo general, las papilas sensibles a los sabores dulce y salado se concentran en la punta de la
lengua, las sensibles al ácido ocupan los lados y las sensibles al amargo están en la parte posterior.
Los compuestos químicos de los alimentos se disuelven en la humedad de la boca y penetran en las papilas
gustativas a través de los poros de la superficie de la lengua, donde entran en contacto con células sensoriales.
Cuando un receptor es estimulado por una de las sustancias disueltas, envía impulsos nerviosos al cerebro. La
frecuencia con que se repiten los impulsos indica la intensidad del sabor; es probable que el tipo de sabor
quede registrado por el tipo de células que hayan respondido al estímulo.
Captación del gusto
El sabor puede ser: dulce, salado, amargo y ácido.
¿Dónde se encuentran los receptores de los distintos sabores?
Dulce: en la punta de la lengua.
Amargo: en las papilas calciformes.
Salado y ácido: en la punta y parte anterior de los bordes de la lengua.
También hay receptores sensibles a los sabores ácidos en la mucosa de los labios, y sensibles a todos los
sabores en el velo del paladar.
No hay captación gustativa en la región sublingual y en la cara inferior de la lengua.
La Lengua
La lengua es un órgano musculoso de la boca y es el asiento principal del gusto y parte importante en la
fonación y en la masticación y deglución de los alimentos. La lengua está cubierta por una membrana mucosa,
y se extiende desde el hueso hioides en la parte posterior de la boca hacia los labios. La cara superior, los
lados y la parte anterior de la cara inferior son libres, solo el resto está unido a la cavidad bucal, lo que permite
muchos y diversos movimientos.
Los principales músculos que la forman son: el lingual superior, que levanta la punta; el lingual superior, que
baja la punta de la lengua, y el lingual transverso, que al contraerse la dobla en forma de canaleta. Toda su
superficie está recubierta por una piel en la que se encuentran formaciones especiales llamadas papilas. Estos
son los verdaderos órganos sensitivos. Según la función que desempeñen las papilas pueden ser: gustativas o
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táctiles. Dentro de las gustativas están las caliciformes y las fungiformes. Son papilas táctiles las filiformes,
que se distribuyen por toda la superficie de la lengua.
La textura rugosa de la cara superior está dada por las papilas gustativas, captadoras del gusto. El color de la
lengua suele ser rosado, lo que indica un buen estado de salud; cuando pierde color es síntoma de algún
trastorno.
La lengua posee diferentes y muy importantes funciones. La principal, que ya nombramos anteriormente es la
contención de los receptores gustativos, quienes nos permiten degustar los alimentos; en la masticación, la
lengua empuja los alimentos contra los dientes; y en la deglución, lleva los alimentos hacia la faringe y más
tarde hacia el esófago, cuando la presión que ejerce la lengua provoca el cierre de la tráquea. También
contribuye, junto con los labios, los dientes y el paladar duro, a la articulación de palabras y sonidos.
El sentido del gusto está localizado en la lengua. Este órgano esta situado dentro de la cavidad bucal, y es un
órgano esencialmente musculoso, impar y simétrico.
Tiene la forma de un cono aplanado, base fija y vértice libre. Esta compuesta por:
ð Dos caras, superior e inferior.
ð Dos bordes laterales.
ð Una base posterior.
ð Un vértice anterior.
Cara superior: Está revestida por una mucosa gruesa de color rosado, la mucosa lingual. En ella se observan
unas eminencias grandes; son las papilas calciformes.
Estas papilas se disponen a la manera de una V. La V lingual divide la superficie de la cara superior de la
lengua en dos zonas: una posterior y otra anterior.
La superficie de la lengua es irregular.
En las partes laterales se implantan los implantes anteriores del velo del paladar. Este, los pillares la lengua
limitan el istmo de la fauces, orificio que comunica la boca con la faringe.
Cara inferior: Presenta un surco medio. De él arranca un repliegue de la mucosa, el frenillo de la lengua. La
mucosa que reviste la lengua es delgada.
Bordes, base y vértice: Los borden son redondeados y gruesos.
La base, fija, corresponde a la región del istmo de las fauces. Con ella se relaciona los pilares anteriores del
velo del paladar, las amígdalas y la epiglotis, que cierra el orificio glótico de la laringe. El vértice o punta de
la lengua es romo.
Estructura de la lengua
La lengua es un órgano esencialmente muscular.
En su constitución intervienen:
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ð Una formación osteofibrosa, que le sirve de esqueleto.
La formación esquelética osteofibrosa esta formada por un hueso, el hioides, y por dos membranas, la
membrana hioglosa y el septum medio.
ð 17 músculos que se implantan en el esqueleto.
Los músculos son: Uno impar, el lingual superior, y 8 pares.
ð Una mucosa que recubre los músculos.
Recubre toda la lengua, se continúa con la mucosa de la pared sublingual de la boca, de la faringe, laringe,
velo del paladar y amígdalas.
Esta formada por un ACPA profunda de tejido conectivo denominada "corion" y por un epitelio estratificado,
con abundantes glándulas.
El epitelio reviste las papilas dispuesta en la cara superior de la lengua
Papilas:
Son relieves de formas diferentes, las que pueden ser:
a. Caliciformes (en forma de cáliz)
Son las más grandes. En número de 9 a 11 forman la V lingual.
b. Fungiformes (con forma de sombrero de hongo)
Se encuentran por delante y alguna por detrás de la V lingual. Están mezcladas con las pailas filiformes. Su
mayor número se localiza en los bordes y en la punta de la lengua.
c. Filiformes (con forma de filamentos)
Están distribuidas por toda la cara superior de la lengua. Se disponen en hileras paralelas a los brazos de la V
lingual. Son filamentosas, cilíndricas, y como hilos (de ahí su nombre).
Corpúsculos del gusto
Los impulsos nerviosos gustativos se originan en los corpúsculos del gusto o bulbos del gusto. Estos
corpúsculos tienen el aspecto de pequeños botellones cuya boca se abre en la superficie del epitelio, de la boca
y de la garganta. Su mayor numero se encuentra en la cara superior de la lengua, en las papilas calciformes y
fungiformes. Cada corpúsculo esta formado por células de sostén que se disponen como los gajos de una
naranja. Estas células encierren y protegen a las células gustativas. Las células de sostén y gustativas son
células epiteliales modificadas.
Trastornos
El deterioro del sentido gustativo varía desde su distorsión hasta su pérdida completa. Puede manifestarse
como disminución del sentido del gusto y el olfato; disgeusia; deterioro del gusto; pérdida del gusto; sabor
metálico.
La lengua puede solamente "percibir el sabor" dulce, salado, agrio y amargo.
Los trastornos del gusto pueden ser causados por cualquier condición que interfiera con la transmisión de los
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estímulos de sabor hacia el cerebro o por condiciones que afecten la forma en que este órgano interpreta tales
estímulos.
Existen dos clases de desordenes del gusto, y son:
• La "Hipogeusia": que consiste en la pérdida de la habilidad de saborear o distinguir entre lo dulce, lo
salado, lo agrio, etc.
• La "Ageusia", que es la pérdida casi total de detectar sabores.
En algunos casos ésta condición se presenta desde el nacimiento, pero en la mayoría de los casos se desarrolla
después de una lesión o enfermedad. Entre las causas de estos síntomas se pueden citar enfermedades y
medicamentos poco comunes. Además, las causas pueden variar según la edad y el sexo de la persona y las
características específicas del síntoma, tales como localización exacta, calidad, duración, factores agravantes,
factores atenuantes y enfermedades asociadas.
Las adicciones (cigarrillo, alcohol y drogas ilegales) alteran el normal funcionamiento del sentido del gusto.
El desarrollo
Se ha podido comprobar que los bebés prefieren los sabores dulces ya desde el nacimiento. Los sabores ácido
y amargo les resultan muy desagradables. El sabor salado también.
Mediante el gusto, el niño puede condicionar el tipo de leche que toma. La leche materna cambia de
composición y de sabor a lo largo de la tetada. Al principio es más dulce, con lo que es más fácil que el bebé
se "enganche". Las salvas de chupetones rápidos, hacen salir más leche dulce, "de inicio" mientras que las
succiones más largas y profundas, producen leche "de final", rica en grasas.
Estimulación del gusto
Materiales: el sentido del gusto se va desarrollando al mismo tiempo que aumenta la variedad de alimentos en
la dieta del niño. Por lo que no hay un material específico, sino que se utilizarán los alimentos que se van
introduciendo, por lo que los ejercicios y actividades se realizarán mayoritariamente a través de la
alimentación.
Ejercicios y actividades:
De 0 a 6 meses
• percibe el sabor dulce a través de la leche materna, natural o artificial.
• A partir de los cuatro meses percibe los sabores amargo y ácido a través de la papila de frutas
(plátano, naranja, pera, manzana, etc.)
De 6 a 12 meses
• al introducir nuevos alimentos (carne, verdura, pescado, harinas, cereales, etc.) el gusto del bebé se
amplía con lo salado.
De 12 a 18 meses
• con la introducción de nuevos alimentos y condimentos amplía su exploración del mundo de los
sabores.
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De 18 a 24 meses
• el educador presenta y da a probar a un grupo de niños, diferentes alimentos con sabores y gustos
contrastados (dulce−salado, amargo−dulce, etc.) verbalizando el nombre del alimento y su sabor
correspondiente.
De 24 a 36 meses
• el niño está sentado delante de una mesa, el educador le coloca delante un recipiente que contiene
trozos de frutas (naranja, plátano, manzana, pera), el educador le da a probar las diferentes frutas de
una en una, preguntándole cada vez el nombre de la misma.
• La misma actividad anterior pero con los ojos tapados.
Tacto
Este sentido es fundamental, ya que los demás se consideran especializaciones del tacto. Así, para percibir los
sabores es necesario que el alimento se ponga en contacto con la lengua. Lo mismo pasa con los olores, que
deben tocar la pituitaria. Vemos un cuerpo cuando la luz que este emite o refleja toca la retina. Los sonidos
deben chocar contra el tímpano para que se inicie la vibración que nos generará la audición.
Si te preguntan cuál es el órgano más grande del cuerpo, lo más probable es que respondas que el corazón o
tal vez los pulmones. Sin embargo, la respuesta correcta es: la piel, que además es el órgano de mayor
sensibilidad táctil.
A través de la piel percibimos todo tipo de sensaciones, cada una de las cuales tiene receptores específicos: la
sensación táctil −contacto−, la presión, el frío, el calor y el dolor. Se estima que en la piel humana existen
alrededor de cuatro millones de receptores para la sensación de dolor, 500 mil para la presión, 150 mil para el
frío y 16 mil para el calor.
Los corpúsculos de la piel
La mayoría de las sensaciones son percibidas por medio de los corpúsculos, que son receptores que están
encerrados en cápsulas de tejido conjuntivo y distribuido entre las distintas capas de la piel: epidermis, dermis
e hipodermis, desde la superficie hacia abajo.
Epidermis y dermis
El cuerpo humano del adulto medio está recubierto por dos metros cuadrado de piel. Esta varía de espesor,
según la zona del organismo a que nos estemos refiriendo. Por ejemplo, es más delgada en los párpados y muy
gruesa en las palmas de las manos y plantas de los pies.
La piel se compone de dos capas: epidermis y dermis
Es la capa superior. Está formada por una parte de células muertas, aplanadas, que
continuamente se están desprendiendo de su superficie.
EPIDERMIS
DERMIS
También tiene una parte de células nuevas, que surgen de la capa siguiente, para
reemplazar a las células muertas.
Está ubicada debajo de la epidermis y es de mayor espesor que ella.
La compone una trama de fibras blancas resistentes y otra de fibras elásticas. Entre ellas
hay muchos vasos sanguíneos y nerviosos, conectados con los pequeños órganos
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responsables de las sensaciones de tacto, dolor, calor y frío.
Mecanismos especializados
Nuestro organismo está dotado de un sistema de percepción y transmisión de impulsos especializados, para
cada una de las sensaciones que percibimos a través de la piel.
Es así como sabemos que las sensaciones de dolor se producen en las terminaciones nerviosas situadas en la
capa de Malpighi, de la epidermis.
Las sensaciones al contacto se perciben por medio de los corpúsculos táctiles de Meissner, y son más
sensibles a ellas las regiones en las que éstos son más abundantes. Por ejemplo, la palma de la mano y la
planta del pie.
El concepto de presión lo adquirimos a través de los corpúsculos de Pacini. Conocemos la sensación de
presión o peso de un objeto sobre la mano, tanto por la sensibilidad cutánea, como por la fuerza de oposición a
la misma, que tienen que desarrollar los músculos.
Las sensaciones térmicas de frío o calor se sienten en la dermis, en las cercanías de los capilares sanguíneos.
Se cree que las del calor son percibidas por los corpúsculos de Ruffini, y las del frío por los de Krause.
Las zonas del cuerpo más sensibles al calor y al frío son aquellas donde la epidermis es más delgada: mejilla,
espalda y dorso de la mano.
Los receptores encargados del tacto o de la sensación de contacto son los corpúsculos de Meissner, que nos
permiten darnos cuenta de la forma y tamaño de los objetos y discriminar entre lo suave y lo áspero. Se
encuentran en las papilas dérmicas, abundantes en el extremo de los dedos, los labios, la lengua, etc. Se
ubican en la zona superficial de la piel. Están especializadas en el tacto fino.
Los corpúsculos de Pacini son los que determinan el grado de presión que sentimos; nos permiten darnos
cuenta de la consistencia y peso de los objetos y saber si son duros o blandos. En algunos casos, el peso se
mide de acuerdo al esfuerzo que nos causa levantar un objeto. Por eso se dice que el peso se siente por el
sentido muscular. Están ubicados en la zona profunda de la piel, sobre todo en los dedos de las manos y de los
pies, pero son poco abundantes. Se tratan de dendritas encapsuladas en clavas (células de la neuroglia)
rodeada de tejido conectivo fibroso.
Los corpúsculos de Ruffini perciben los cambios de temperatura relacionados con el calor −nuestra
temperatura normal oscila entre los 36 y los 37 grados−. Especialmente sensible a estas variaciones es la
superficie o cara dorsal de las manos. Son poco numerosos, alargados y más profundos que los de Krause.
En tanto, los corpúsculos de Krause son los encargados de registrar la sensación de frío, que se produce
cuando entramos en contacto con un cuerpo o un espacio que está a menor temperatura que nuestro cuerpo.
Están presentes en la superficie de la dermis y se ubican en especial en la lengua y los órganos sexuales. Son
dendritas ramificadas y encapsuladas.
Las distintas impresiones del tacto son transmitidas por los diferentes receptores a la corteza cerebral,
específicamente a la zona ubicada detrás de la cisura de Rolando.
Trastornos
El más frecuente es la insensibilidad táctil.
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El desarrollo
El sentido del tacto se desarrolla en toda la extensión de nuestra piel. Puede decirse que es el órgano sensitivo
más extenso que poseemos. Los bebés desean proximidad, calor y suavidad.
Los bebés responden a las variaciones posibles de las sensaciones táctiles: presión, textura, temperatura,
suavidad, dolor...
A partir del séptimo mes alcanza una gran evolución. Tienen gran número de receptores sensitivos en los
dedos y en los labios. Por eso les gusta chuparse los dedos. Se ha comprobado que algunos se chupan el dedo
ya desde las 22 semanas de vida intrauterina.
El sentido del tacto sirve a los niños para tranquilizarse solos, para explorar el mundo y para iniciar el
contacto con el mismo y el pecho de su madre.
También se ha comprobado que algunos estímulos táctiles son muy desagradables para los bebés. Por
ejemplo, que se les pellizquen las mejillas.
Estimulación del tacto
Materiales: los materiales que se utilicen deben tener alguna cualidad táctil para su percepción; tamaño,
consistencia, forma, textura, material, peso, temperatura y dolor. Además el peso y el tamaño de los objetos
deben ser adecuados a las posibilidades del niño, con aspecto atractivo (color, diseño) y de fácil manipulación.
Se pueden utilizar por ejemplo, peluches de tela, móviles táctiles, sonajeros, papel de diferentes clases y
tamaños, encajes Montessori, torres nido, juegos de clasificación, cuentos táctiles, etc.
Ejercicios y actividades:
De 0 a 6 meses
• caricias, cosquillas, especialmente en las zonas más sensibles, como la cara, palma de la mano, planta
de los pies, columna vertebral, etc.
• Poner en la mano del bebé objetos de fácil prensión y de distintas texturas (peluches, muñecos,
sonajero, pelotas pequeñas, etc.)
• Pasar objetos por distintas partes sensibles del cuerpo del bebé.
De 6 a 12 meses
• se sienta al niño en la trona o en su silla, encima de la cual se colocan trozos pequeños de tela de
diferentes tejidos. El educador, sentado delante del niño, le pasa por la cara los diferentes trozos de
tela de uno en uno, y se los va dando para que los manipule y experimente con ellos.
• La misma actividad anterior pero con objetos planos de distintos materiales.
De 12 a 18 meses
• colocar en el suelo una alfombra confeccionada con diferentes trozos de tela o materiales; el educador
andará con el niño por encima de ella, ambos descalzos, y acompañará la acción con la palabra.
• Arrugar papel. Dar al niño diferentes clases de papel (seda, celofán, periódico, plata, etc.) para que lo
arrugue. El educador lo irá estimulando con la acción y la palabra.
De 18 a 24 meses
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• se induce al niño, con la acción y la palabra, a que apareje tablitas con relieves muy contrastados
(debe haber 2 de cada clase).
• Colocar al niño frente a la fregadera para que experimente con el agua llenando y vaciando cubos
(pequeños y de plástico). El educador, inicialmente, también participará en al actividad.
• El educador explica al niño un cuento táctil, invitándolo a pasar la yema de los dedos por las
diferentes texturas del cuento, a medida que pasa las páginas.
De 24 a 36 meses
• el niño, sentado en una mesa, participa en los juegos táctiles que el educador le va proponiendo:
dominó táctil, lotos táctiles, encajes,
• el niño debe hacer dos grupos de potes opacos cerrados conteniendo agua caliente o fría, situados en
una superficie plana, de acuerdo con las indicaciones, y tal vez demostraciones del educador.
El Olfato
La nariz
Órgano del sentido del olfato, que también forma parte del aparato respiratorio y vocal. Desde el punto de
vista anatómico, puede dividirse en una región externa, el apéndice nasal, al cual se restringe el término en
lenguaje coloquial, y una región interna, constituida por dos cavidades principales, o fosas nasales, que están
separadas entre sí por un septo o tabique vertical. Las fosas nasales se subdividen por medio de huesos
esponjosos o turbinados, llamados cornetes, que se proyectan desde la pared externa. Entre ésta y cada cornete
queda un espacio llamado meato; por estos meatos se comunican varios senos de los huesos maxilar superior,
frontal, esfenoides y etmoides, a través de conductos estrechos.
Por lo general, los bordes de los orificios nasales están recubiertos de pelos fuertes que atraviesan las
aberturas y sirven para impedir el paso de sustancias extrañas, tales como polvo o insectos pequeños, que
podrían ser inhalados con la corriente de aire que se produce durante la respiración. Una parte del esqueleto, o
armazón, de la nariz está constituida por los huesos que forman la parte superior y los laterales del puente, y la
otra parte está constituida por cartílago. En cada lado existe un cartílago lateral superior y un cartílago lateral
inferior. A este último están unidas tres o cuatro placas cartilaginosas pequeñas, que reciben el nombre de
cartílagos sesamoides.
El cartílago del tabique nasal separa las fosas nasales entre sí y, asociado a la placa perpendicular del etmoides
y al vómer, da lugar a una división completa entre la fosa nasal derecha y la izquierda.
Las cavidades nasales son altas y muy profundas, y constituyen la parte interna de la nariz. Se abren en la
parte frontal por los orificios nasales y, en el fondo, terminan en una abertura en cada lado de la parte superior
de la faringe, por encima del paladar blando, y cerca de los orificios de las trompas de Eustaquio que
conducen a la cavidad timpánica del oído.
En la región olfativa, que es la región de la nariz responsable del sentido del olfato, la membrana mucosa es
muy gruesa y adopta una coloración amarillenta; constituye la llamada pituitaria amarilla. Está formada por
células epiteliales y células nerviosas, cuyos axones atraviesan la lámina cribosa del hueso etmoides para
llegar hasta los bulbos olfatorios y establecen conexiones o sinapsis con las neuronas situadas allí. De los
bulbos olfatorios parten las vías olfatorias que llegarán a la corteza cerebral, donde se generará una respuesta.
Las células nerviosas o receptores olfatorios sufren un proceso de acomodación: para ser excitados necesitan
cantidades muy pequeñas de una sustancia olorosa, pero pierden esta capacidad muy pronto y dejan de
percibirla; cantidades mayores de esta sustancia o la exposición a otra distinta consiguen estimularlos de
nuevo.
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El olfato
El sentido humano del olfato es mucho más sensible que el del gusto, se pueden detectar unos 10.000 olores.
Como las estructuras olfativas tienden a deteriorarse con la edad, los niños suelen distinguir más olores que
los adultos. La mayoría de los animales tienen un sentido del olfato más agudo que el de los humanos.
Además de advertirnos de peligros como el humo o gases venenosos, el olfato hace una contribución
importante al sentido del gusto. Uno de los cinco sentidos con el cual se perciben los olores. La nariz,
equipada con nervios olfatorios, es el principal órgano del olfato. Los nervios olfatorios son también
importantes para diferenciar el gusto de las sustancias que se encuentran dentro de la boca. Es decir, muchas
sensaciones que se perciben como sensaciones gustativas, tienen su origen, en realidad, en el sentido del
olfato.
Las sensaciones olfatorias son difíciles de describir y de clasificar. Sin embargo, se han realizado
clasificaciones fijándose en los elementos químicos asociados a los olores de las sustancias. Ciertas
investigaciones indican la existencia de siete olores primarios: alcanfor, almizcle, flores, menta, éter (líquidos
para limpieza en seco, por ejemplo), acre (avinagrado) y podrido. Estos olores primarios corresponden a siete
tipos de receptores existentes en las células de la mucosa olfatoria.
Las investigaciones sobre el olfato señalan que las sustancias con olores similares tienen moléculas del mismo
tipo. Estudios recientes indican que la forma de las moléculas que originan los olores determina la naturaleza
del olor de esas moléculas o sustancias. Se piensa que estas moléculas se combinan con células específicas de
la nariz, o con compuestos químicos que están dentro de esas células. La captación de los olores es el primer
paso de un proceso que continúa con la transmisión del impulso a través del nervio olfatorio y acaba con la
percepción del olor por el cerebro.
Trastornos
El más importante la insensibilidad. A causa de deficiencias del receptor sensorial se puede producir la
pérdida parcial o total de la capacidad olfatoria.
El desarrollo
Los bebés son capaces de reconocer el olor de su madre. Si una mujer se lava un pecho y el otro no, su hijo en
medio de ambos se dirigirá al que no ha sido lavado y conserva el olor de su madre. Alcanza su mayor
desarrollo a los tres años y este desarrollo va ligado al del gusto.
Estimulación del olfato
Materiales: Se pueden utilizar diferentes materiales como pueden ser; bolsitas, algodones, perfumes variados,
tarritos con tapa, esencias de fruta cocida, un cuento olfativo, frutas del tiempo, fotografías de frutas, plantas
aromáticas
Ejercicios y actividades:
De 0 a 6 meses
• En la cuan tumbado boca arriba y despierto, pasar por debajo de su nariz bolsitas de tela que
contengan:
♦ Algodón mojado con perfume, extracto de vainilla, coco, agua de rosas, etc.
♦ Polvo de nuez moscada, canela, etc.
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De 6 a 12 meses
• Colocado en la tumbona o hamaca de bebé, darle, de una en una, las bolsitas aromáticas de las
actividades anteriores para que las huela (se debe estimular con la acción y la palabra para que cada
bolsita vaya a la nariz y no a ala boca).
• Sentado en al trona o en una silla con bandeja delante, se le deben colocar las bolsitas aromáticas
señaladas anteriormente para que las vaya cogiendo, ayudándole y controlando que vayan a la nariz y
no a la boca.
De 12 a 18 meses
• Presentar tarritos con olores de frutas conocidas por el niño. El educador los va abriendo de uno en
uno y los da a oler al niño, pronunciando el nombre del olor o la fruta correspondiente.
De 18 a 24 meses
• La educadora, a dos o tres niños sentados a su lado, les explica un cuento olfativo, a la vez que activa
los olores que están impregnados en sus páginas.
De 24 a 36 meses
• presentar a los niños un cesto lleno de frutas, se van sacando de una en una y se les da a los niños para
que las huelan y den el nombre de cada fruta.
• Dar a oler al niños objetos de su en torno para que se compruebe o experimente su olor.
• Adivinar con los ojos tapados el nombre de alimentos a través del olfato.
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