El compromiso del novel educador físico Fernando Bautista Buenfil* P ermítanme ahora, con la venia del honorable presidium y con la anuencia de la generación 1995-1999 y de sus distinguidos acompañantes, desproveerme del ropaje de maestro de ceremonias y tomar el papel del amigo que compartió el aula con este inolvidable grupo, pretendiendo orientarlo en su formación académica.1 *** Sin el más mínimo afán de intentar decepcionar a estos respetables jóvenes, considero pertinente decirles que —paradójicamente, hoy, día de su graduación— no concluyen, principian; no terminan, comienzan. En este momento dan el primer paso en la odisea de la vida profesional, obviamente cobijados con el manto de la ciencia. Desde ahora —por tanto— deberán esmerarse en estudiar más, en asistir a congresos y cursos, en incursionar posgrados y en destinar parte de sus no tan generosos emolumentos magisteriales a la obtención de nuevas fuentes de lectura tanto impresas como cibernéticas. De seguir estas modestas sugerencias reducirán, sin lugar a dudas, los espúreos sesgos que rondan —como fantasmas— la formación física del educando. Pero, a decir verdad, “hay alumnos que aprenden con el maestro, sin el maestro y a pesar del maestro”, como reza la conocida frase. Este panorama, aunque no lo pinté con las más policromas acuarelas, es importante llevarlo a la práctica y no dejarlo, simplemente, en buenas intenciones. Al respecto, alguien dijo que el camino del infierno está, precisamente, lleno de buenas intenciones, sin ningún halo de actividad; y, por el contrario, el sendero que nos lleva al cielo está colmado de espinas, escollos y esfuerzos. El filósofo y economista alemán decimonónico, Karl Marx (1818-1883), en la carta que le envió hasta Londres al ciudadano Maurice Lachátre, con fecha 18 de marzo de 1872 (en torno a la edición francesa de su máxima obra en la cual aborda —entre otras cosas— la plusvalía del trabajo) hace una observación que bien vale la pena resaltar, debido a que se vincula a lo anteriormente expuesto: “En la ciencia no hay calzadas reales, y quien aspire a remontar sus luminosas cumbres tiene que estar dispuesto a escalar la montaña por senderos escabrosos”. *** Obtener la licenciatura en educación física, es una alta honra. Para tal fin, antes que nada, deben ser hombres y mujeres de férrea integridad y estar convencidos de la formación corporal del niño y del adolescente. Asimismo, tienen que ser individuos de mentalidad colectiva de apoyo mutuo profesional, dispuestos a aceptar el reto de la lucha diaria entre lo utópico y lo real, es decir, entre lo que debe ser y lo que realmente es. *Profesor de la Dirección de Educación Física y Deportes de la SEJ. 65 Julio-Septiembre 2003 Por esta razón, como educadores físicos no adopten la cómoda postura de ser, solamente, preparadores de escoltas y de contingentes una semana antes de los dos desfiles anuales. Luchen por ser considerados en el equipo multi e interdisciplinario de salud. Tienen el sustento jurídico y las herramientas teórico-prácticas para hacerlo. En este sentido, si realizan una verdadera tarea formativa, con seguridad habrá una niñez más sana, una juventud más vigorosa, una madurez más fortalecida y una tercera edad más florida. De esta manera, harán una mejor labor que veinte cardiólogos juntos y otro tanto de cirujanos de tórax, quienes representan altos costos al ya de por sí deteriorado erario. Viéndolo desde esta óptica, de ustedes depende promover el rasgo cultural de la actividad física. De hacerlo, desecharán el malsano sedentarismo y la nociva inadecuada nutrición. *** Actualmente la escuela clásica forja más el área cognoscitiva e induce a la pseudointelectua lidad, a la inactividad y a la excesiva ingestión de nutrimentos perniciosos como la sacarosa, las grasas saturadas, el cloruro de sodio y el alcohol etílico. “Educa” —por tanto— para formar ciudadanos sedentarios y obesos con dislipidemias, como es el caso de las hiperlipidemias (hipertrigliceridemia, hipercolesterolemia y desproporción entre las lipoproteínas LDL y HDL), hipertensión arterial, diabetes mellitus tipo II, tabaquismo y estress. Todas estas características son factores de riesgo de las arterias coronarías y de las arterias del cerebro, las cuales, como consecuencia, presentan un cuadro de arterioesclerosis. Este fenómeno endurecedor, que redunda en el infarto al miocardio y en el evento vascular cerebral, aumenta la tasa de mortalidad y acrecienta la población discapacitada e improductiva y —obviamente— abate la calidad de vida. No obstante lo dramático y alarmante de esta sombría y catastrófica escena, se puede evitar. Tal prevención es posible debido a que el infarto al miocardio y el evento vascular cerebral no son rayos fulminantes que caen de la noche a la mañana, como heraldos de la mala suerte. Son fenómenos que se van buscando cotidianamente, con un tergiversado estilo de vida, donde destaca el mencionado malsano sedentarismo y la referida inadecuada mala nutrición. Desafortunadamente, la escuela clásica sigue reproduciendo estas situaciones. En otras palabras, “educa” para enfermarnos y morirnos en menos tiempo. Contradictoriamente, promueve el retroceso de la esperanza de vida, la cual ha ido en aumento gracias al avance tecnológico biomédíco. *** Para poder emprender una lucha educativa sin tregua, nunca se olviden del Artículo 3° constitucional que les da la base legal, el cual destacamos en las clases de Política educativa. El citado artículo —que será la punta de lanza de sus acciones— habla de la educación integral. Sin embargo, sabemos que tiene más de integral el pan Bimbo que el proceso educativo mexicano. Julio-Septiembre 2003 66 El compromiso del novel educador físico Nuestros administradores públicos tienen la actitud y la capacidad para implantar programas y acciones encaminados a desarrollar todas nuestras potencialidades humanas. Pueden equilibrar los horarios de trabajo académico con los tiempos que requiere la actividad física. Pero, pese a esto, no han demostrado la aptitud y la conducta para tal empresa. Son como los fumadores que, a pesar de tener una conciencia clara en cuanto a la adquisición de un carcinoma de pulmón, siguen fumando. En este sentido, cursos vienen y cursos van en materia de administración. Todos manejan la herramienta teórica administrativa, pero son contados los que hacen actividades encaminadas a un verdadero objetivo: formar ciudadanos en cuerpo y alma. He ahí el gran compromiso de ustedes. Para puntualizar más en lo planteado, bien vale la pena citar la undécima y última “Tesis sobre Feuerbach”, del citado Marx, escrita en 1845, que dice: “Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo”.2 Con esta visión deben comenzar a modificar la educación en general, para que la educación física tenga su propio lugar. Tomen conciencia de esa gran responsabilidad. Entre otras cosas, de ustedes depende que los niños aprendan a caminar adecuadamente; a correr como es debido; a saltar en forma acertada; a lanzar de manera idónea. Todas estas características son requisitos previos enfocados a la posterior práctica deportiva. Son la condición sine qua non para competir, posteriormente, en el ámbito internacional. Ustedes pueden detectar en los niños (de manera temprana) escoliosis, acortamientos de miembros pélvicos, genu varo, genu valgo, pie plano y otras alteraciones del aparato locomotor. Estas aportaciones serán determinante para el crecimiento y el desarrollo de nuestros coterráneos párvulos. Ustedes deben dar a esos niños una precisa estimulación múltiple temprana, plataforma de sistemático despegue para la adquisición de la fisiológica psicomotricidad. Ustedes dosificarán el trabajo lúdico para preparar los infantiles cuerpos a tolerar —más adelante, cuando entren a la juventud— las cargas de trabajo que demanda la actividad física competitiva: el deporte. Por tanto, serán facilitadores de los entrenadores quienes podrán, con mayores y mejores alternativas, aplicar la metodología del entrenamiento deportivo para seguir desarrollando las cualidades físicas: fuerza, rapidez, resistencia aerobia, potencia anaerobia, movilidad (flexi-elasticidad) y coordinación dentro de los aspectos técnico y táctico. Sus intervenciones pedagógicas serán fundamentales, porque el ejercicio físico es similar a los medicamentos. Si se da poco nada pasa, pero al darse en demasía intoxica. A propósito, recordemos las palabras del alquimista y médico suizo Theophrastus Bombastus von Hohenheim, llamado Paracelso (1493-1541), uno de los puntales de la medicina experimental: “en la dosis está el veneno”. *** Tengan presente que la educación física y el deporte ya entraron a la era de la investigación científica. Estarán, por tanto, en una constante búsqueda de la verdad, que, si bien ésta es relativa, dicha indagación siempre estará en función de encontrar una cabal concordancia entre lo teórico planteado y la realidad misma, aunque ésta pierda vigencia al diluirse en el tiempo, para dar paso a otras verdades a través de continuos saltos cuantitativos a cualitativos y, así, llegar a cúspides insospechadas de la ciencia. 67 Julio-Septiembre 2003 Por esta razón, deben investigar su propio entorno. Solamente actuando de esta manera podrán programar con indicadores de su propia realidad. De no hacerlo, inevitablemente caerán en la ciencia ficción, al aplicar patrones rígidos procedentes de otras latitudes. Al paso de los años, ustedes mismos se condenarán a laborar con las migajas heurísticas de las grandes potencias. Para esto, no olviden articular la teoría con la práctica y poder acceder al verdadero camino que guía a un conocimiento más profundo y más completo de los fenómenos del todo real. Tengan presente —a cada momento— las palabras del sociólogo investigador mexicano Raúl Rojas Soriano quien, acertadamente, ha puesto el dedo sobre la llaga al decir: La vinculación teórica-práctica no debe demostrarse sólo en el pensamiento como lo hacen muchos teóricos que están de acuerdo con esa vinculación, pero no realizan investigación científica concreta. La relación teórica-práctica (debe demostrarse en el terreno concreto de los hechos en donde las reflexiones sobre dicha vinculación se ajustan, enriquecen o se cambian en un proceso que nos acerca cada vez más a un conocimiento más amplio y exacto de la realidad.3 Por tal motivo, en sus labores cotidianas no enseñen a investigar, enseñen investigando, para que sus alumnos —obviamente— no aprendan a investigar, sino aprendan investigando. Para lograr esto, truequen el enciclopedismo heurístico por la investigación para la vida. Cabe ahora agregar cierta frase la cual, a pesar de que nunca supe su autoría, indiscutiblemente realza más estos comentarios: “una teoría sin práctica es una bonita utopía y una práctica sin teoría es una buena rutina”. Para ahondar un poco más en lo anteriormente expuesto, consideremos el pensamiento del político chino Mao Zedong, mejor conocido como Mao Tsé Tung (1893-1976). Este planteamiento, el cual destaca en su trabajo “Sobre la práctica; sobre la relación entre el conocimiento y la práctica, entre el saber y el hacer”, escrito en 1937, dice: ...cada una de las dos etapas del proceso cognoscitivo tiene sus propias características: en la etapa inferior, el conocimiento se manifiesta como conocimiento sensorial y, en la etapa superior, como conocimiento lógico, pero ambas son etapas de un proceso cognoscitivo único. Lo sensorial y lo racional son cualitativamente diferentes; sin embargo, uno y otro no están desligados, sino unidos sobre la base práctica. Nuestra práctica testimonia que no podemos comprender inmediatamente lo que percibimos, y que podemos percibir con mayor profundidad sólo aquello que ya comprendemos. La sensación sólo resuelve el problema de las apariencias; únicamente la teoría puede resolver el problema de la esencia. Quien quiera conocer una cosa, no podrá conseguirlo sin entrar en contacto con ella, es decir, sin vivir (practicar) en el mismo medio de esa cosa. ...Si quieres conocer, tienes que participar en la práctica transformadora de la realidad. Si quieres conocer el sabor de una pera, tienes tú mismo que transformarla comiéndola. Para una persona que cierra los ojos y se tapa los oídos y se aísla totalmente del mundo exterior objetivo, no hay conocimiento posible. El conocimiento comienza con la experiencia: éste es el materialismo de la teoría del conocimiento. El segundo punto es que el conocimiento necesita profundizarse, necesita desarrollarse de la etapa sensorial a la racional: ésta es la dialéctica de la teoría del conocimiento.4 Julio-Septiembre 2003 68 El compromiso del novel educador físico *** Sumergidos en este océano fenomenológico concatenado, es fácil adivinar, entonces, que es un toral error administrativo pensar solamente en términos de la selección nacional de fútbol para mejorar el deporte, sin promover la educación física dentro de los cánones científicos. Para comprobar esta afirmación no es necesario ir lejos, veamos con el. rabillo del ojo la pequeña isla que emerge de las esmeraldas y cristalinas aguas caribeñas como un titán deportivo. No perdamos de vista que este pequeño gigante cosecha medallas como si estuviera en época de zafra, gracias a que su deporte se asienta en una sólida base: la educación física. Luchen a pesar de las barreras que aparezcan en su incansable camino. En esencia, son y serán los mismos obstáculos que tuvo ese gran pedagogo francés de ascendencia italiana Pierre de Fredy, barón del señorío de Coubertin (1863-1937), identificado —también— como el barón Pierre de Coubertin, pero mejor conocido como Pierre de Cubertin o simplemente Coubertin quien —pese a que no fue profeta en su tierra— legó el movimiento ecuménico más grande y más importante, no tan sólo de los siglos XIX y XX, sino también de todo el milenio: los Juegos Olímpicos de la era moderna, los cuales han revivido a los de la antigüedad que se realizaban en Olimpia, Grecia. No desistan en esta infrenable competición educativa, aunque escuchen seductores cantos de sirenas tal como le sucedió a Ulises (en la homérica obra griega La Odisea) cuando navegaba rumbo a la isla jónica de Ítaca —su patria— para encontrarse con su esposa Penélope; sirenas que, actualmente, se materializan en el imperdonable pecado capital de la corrupción. *** Tienen, en forma indeleble, el maternal sello de nuestra normal superior en el alma. Como estudiantes portaron su emblema, con orgullo, en sus uniformes deportivos. Lleven con honor el nombre de nuestra loable institución y denle agradecido lustre con su empeño, su conducta, su constante superación y su entrega. Recíprocamente, con el mismo sentimiento hoy, nuestra madre, la Escuela Normal Superior de Yucatán “Profr. Antonio Betancourt Pérez”, en breves instantes finalizará su trabajo de parto, el cual inició al principio de esta ceremonia. Dará a luz a treinta y ocho nuevos hijos que seguirán forjando la educación física. Cabe repetir, ahora, las palabras de la doctora jamaiquina, quien naciera en 1893, Cicely D. William. Tales vocablos invitan a la reflexión, puesto que van más allá de lo dicho por el poeta latino Décimo Junio Juvenal (60-130), y no por Sócrates de Atenas (470-399 a.n.e.), como algunos creen. Mientras que Juvenal dijo: “Mens sana in corpore sano” (mente sana en cuerpo sano), la citada doctora William mencionó: “ya es tiempo de que la medicina reconozca que su deber es aspirar no sólo a mentes sanas en cuerpos sanos, sino a personas sanas en una comunidad sana”. Estas prolíficas y profilácticas frases pueden ser coronadas por las palabras del político y orador latino Marco Tulio Cicerón (106-43 a.n.e.): “Prevenir es el gran arte” ¡Y qué más prevención!, ¡qué más profilaxis!, que la noble misión de la educación física bien llevada en apego al Artículo 3° constitucional, que ha consagrado —con la cuota de sangre de muchos mexicanos— la educación integral. Ahora sí, nuestra madre, nuestra querida ENSY, está terminando su trabajo de parto. Así como contamos en clase los diez segundos, en invertida escala, digamos en voz alta estas 69 Julio-Septiembre 2003 regresivas unidades de tiempo, para que —al final— se dé el divino milagro del nacimiento. Será, entonces, con mi nostalgia, la última cuenta que haga con ustedes. Les voy a extrañar. Les deseo lo mejor, porque estoy seguro que no defraudarán a nuestra normal, a sus padres y a la sociedad mexicana que tanto espera de ustedes. ¡Diez, nueve, ocho, siete, seis, cinco, cuatro, tres, dos, uno, cero! ¡Felicidades nuevos licenciados en Educación Física! ¡Bienvenidos a la palestra educativa! ¡Felicidades de nuevo, enhorabuena! Notas Mensaje del doctor Fernando Bautista Buenfil dirigido a la generación 95-99 de Licenciados en Educación Física de la Escuela Normal Superior de Yucatán “Profr. Antonio Betancourt Pérez” la noche del 28 de julio de 1999. 2 Karl Marx, El Capital, Fondo de Cultura Económica, México, 1972, t. 1, p. XXV. 3 Marx y Engels, Obras escogidas, Progreso, Moscú, t. I, 1976, p. 11. 4 Raúl Rojas Soriano, El proceso de la investigación científica, Trillas, México, 1998, p. 20. 5 Mao Tsé Tung, Obras escogidas, Ediciones en Lenguas Extranjeras, Pekín, , t. I, 1972, pp. 321, 322 y 325. 1 Julio-Septiembre 2003 70