Muertes Accidentales - Instituto Nacional de Medicina Legal y

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De la serie Encuentros. Acrílico sobre lienzo. 40x40 cm, 2005.
MUERTES Y LESIONES ACCIDENTALES
Accidental deaths
Abstract
Resumen
Durante el 2005 se realizaron 3.159 necropsias cuya probable
manera de muerte fue accidental, incrementándose en 1,3% con
respecto al 2004. Es de resaltar que fue la única muerte violenta
que aumentó. La tasa de mortalidad específica para muerte accidental en el año 2005 fue de 6,9 casos por cada 100.000 habitantes, manteniéndose relativamente constante los últimos tres
años. El país perdió más de 68.000 años de vida por esta causa,
siendo nuevamente los hombres quienes aportaron el mayor
número de años.
Se presentaron 263 casos mensuales en promedio, siendo el mes
de octubre en el que ocurrieron más casos. La mayoría de ellos
ocurren en día domingo (13%). El 81% eran hombres, manteniéndose la razón hombre mujer en 4:1. La edad promedio de
los hombres fue de 37,2 años (DE=22,7)1, un año mayor que en
el 2004, y la de las mujeres fue de 35,6 (DE*=31,3), incrementándose en 7 años respecto del año anterior. Las tasas más altas se
presentaron, tanto en hombres como en mujeres, en adultos
mayores de 70 años, siendo la de hombres 5 veces mayor a la tasa
nacional. El principal mecanismo de muerte fue la caída 20,5%.
Igualmente, el escenario que predominó fue la vivienda, ratificando la importancia de educar a la familia acerca de medidas de
prevención. Según departamento, la mayor tasa se presentó en
el Guaviare, con 15,7 casos por cada 100 mil habitantes, y según
municipio del hecho en Barbosa (Antioquia), con 120 casos por
cada 100 mil habitantes.
En cuanto a las lesiones accidentales no fatales, se realizaron 5.729
dictámenes medicolegales, 71,4% más casos que en el año 2004.
Igualmente, comparada con el mismo año, la tasa subió 5 puntos,
llegando a 12 casos x 100.000 habitantes; 451 casos mensuales
en promedio, perdiéndose 6.563 años de vida saludables. El número de lesiones se incrementó a medida que se acercaba el
fin de semana y hacia el final de la noche. Nuevamente fueron
los hombres los más lesionados, la mayoría con edades entre 25
y 29 años. Estas lesiones ocurren en la vivienda y predominaron
las caídas. Por departamento, Amazonas y Boyacá presentaron
las mayores tasas de lesiones accidentales, 16 y 14 casos por 100
mil habitantes, respectivamente; y por municipio del hecho La
Cumbre (Valle) y Páramo (Santander) con 223 y 132 casos por
100 mil habitantes, respectivamente.
1. *DE= Desviación Estandar
In the year 2005 3.159 autopsies, probably due
to accidents, were carried out. This represented
an increase of 1,3% with respect to 2004. The
fact that this type of violent death was the
only one which increased must be highlighted. The mortality rate specific for accidental
death was 6,9 cases for every 100.000 populations in 2005, figure which has been stable
during the last three years. This Country lost
more than 68.000 years of life as a result of
this cause. Again, men contributed with the
largest amount of years.
263 monthly cases occurred on average, October being the month with more cases. Most of
them occurred (13%) on a Sunday. 81% were
men, thus maintaining the 4:1 ratio between
men and women. The men’s average age was
37,2 years (SD=22,7)1, a year older than they
were in 2004; women’s average age was 35,6
years (SD=31,3), a seven year increase with
respect to the previous year. The highest rates
both for men and women occurred in adults
over 70; that of men was 5 times greater than
the national rate. The main reason for death
was falls with 20,5%. Likewise, the household
was the predominant scenery of death confirming the importance of educating families in
preventive measures. Guaviare was the department with the highest rate with 15,7 cases for
every 100.000 inhabitants, and Barbosa-Antioquia was the municipality with the highest rate
of 120 cases for every 100.000 inhabitants.
5,729 non fatal accidental injuries were reported, 71,4% more than in 2004. The rate increased by 5 points with respect to the same
year, reaching 12 cases for every 100.000 inhabitants. There were 451 monthly cases on
average, thus, 6.563 years of healthy life were
lost. The number of injuries increased as the
weekend and nightfall approached. Again,
men were the most injured, all mainly in the 25
to 29 year old group. These injuries occur in the
household and falls are the predominant case.
Amazonas and Boyaca’s accidental injury rates
were the highest, 16 and 14 cases, respectively,
for every 100.000 inhabitants; La Cumbre-Valle and Páramo-Santander with 223 and 132
cases for every 100.000 inhabitants, were the
municipalities with the highest rates.
1. SD-Standard Deviation
Muerte accidental en el adulto mayor:
negligencia o desatención
Mery Laura Ballesteros, Luz Yalín Conde Rubiano, Francy Zulima Martínez Carrillo,
Giovanny Montaño Barrantes, Sandra Patricia Montilla Escudero,
Marcela Narvaez Restrepo y Carolina Rojas García.
Estudiantes Métodos de Investigación en Psicología Clínica.
Facultad de Psicología, Universidad Católica de Colombia.
JORGE OSWALDO GONZÁLEZ ORTIZ
Psicólogo Epidemiólogo, División de Referencia de Información Pericial DRIP
Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses. INML y CF
LUZ ADRIANA RAMÍREZ LORENZO
Enfermera, División de Referencia de Información Pericial DRIP
Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses. INML y CF
ALBERTO LUCIANO RENGIFO OSORIO
Ingeniero Civil, Coordinador Grupo de Topografía, Regional Bogotá
Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses. INML y CF
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S
256
e la considera como una muerte involuntaria que depende de
circunstancias fisiológicas, patológicas, ambientales y psicológicas que
aún no están claramente establecidas, lo cual dificulta el diseño de
programas de prevención. La principal causa de muerte accidental
ha sido la caída, siendo los adultos mayores de 60 años el grupo de
edad más vulnerable. Aproximadamente 10.000 ancianos fallecen en el
mundo cada año como resultado de un accidente, incrementándose
así el riesgo de morir por caída a medida que se envejece. Pero la tasa
de mortalidad relacionada con ésta causa entre personas de 65 años o
más es de 10 a 150 veces más elevada que la de grupos de edades más
jóvenes, y de todas las muertes debidas a caídas el 66% compromete a
personas de 75 años o más, alcanzando tasas de mortalidad ocho veces
superior a la del grupo de 65 a 74 años de edad ( Tideiskasaar, 2004).
En Colombia durante los últimos años, las cifras de muerte accidental
en adultos mayores han permanecido estables, encontrándose al igual
que en el resto del mundo, las caídas como la primera causa de muerte
(Jiménez, Tirado, Angel y García, 2001; Páez, Cortés, Ángel, Soriano y Hernández, 2003; Bolaños, Martínez, Murillo, Padra, Marin, Cortés, González
y Hernández, 2004).
Son diversos los factores que inciden en estas muertes, en especial el
proceso de envejecimiento ya que después de los 60 años las personas
evidencian mayores pérdidas de algunas capacidades y funciones físicas
y psicológicas, presentándose cambios en la visión, en el equilibrio, en la
marcha, en el sistema músculo esquelético, en el sistema cardiovascular,
entre otros, además de otras enfermedades asociadas a los cambios
de estado de ánimo, trastornos cognitivos y problemas de percepción
( Tideiskasaar, 2004).
Aún no hay la suficiente claridad sobre cuáles son específicamente los
factores que están influyendo sobre la ocurrencia de éstas muertes accidentales, por lo tanto se espera que este estudio brinde información a
las autoridades correspondientes y a toda la comunidad para evitar que
sigan ocurriendo, reciban más y mejor atención y también contribuya
a la formulación de medidas preventivas oportunas y eficaces.
Para Malevini (s,f ) “...la definición de –vejez- está siempre ligada al contexto cultural y situacional en donde se produce el fenómeno” siendo
“imposible establecer un –corte- cronológico que la determine en sí, observando que son varios los factores que inciden en este seccionamiento”. Igualmente De Loughlin (2002) aclara que los límites cronológicos
para hablar de las distintas etapas de la vida no son los mejores criterios,
pues ellos pueden no coincidir con la madurez propia de cada una, ni
con los criterios psicológicos que las definen. Para ella el envejecimiento
es un proceso natural, gradual, de cambios y transformaciones a nivel
biológico, psicológico y social que se estructura en torno al tiempo.
Cuando se habla de accidente se designa un “acontecimiento de carácter inevitable, algo que sucede irremisiblemente por sí mismo, aleatoriamente y del cual no se puede ejercer control sobre ello”. Así, el accidente
es por definición lo que sucede aleatoriamente (Peniche y Ruiz, 1985).
Todas las personas, sin excepción, están expuestas a sufrir en cualquier
momento un accidente, daño o el efecto negativo de hechos fortuitos, imponderables e impredecibles, de índole natural (un rayo, una
avalancha, un derrumbe) o causados por fallas humanas (Fonnegra,
1999). No obstante, es importante dejar de lado la idea que, toda1, la
responsabilidad del accidente es del azar o del destino y considerar
que puede ser el producto de acciones o acontecimientos específicos
(Peniche y Ruiz, 1985).
De acuerdo con Calvo (1997) la causa principal de las fracturas de cadera
en el adulto mayor, son las caídas (88%). Igualmente refiere que éstas
1. El énfasis lo colocan los autores del escrito.
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Con el fin de utilizar en el presente trabajo una denominación acorde
con una postura que rescate las capacidades de las personas durante
el proceso de envejecimiento, se adoptó como concepto central el de
adulto mayor, etapa que iniciará cronológicamente a partir de los 60
años de edad. No obstante se mantendrá la denominación que haga
cada autor citado.
257
son un fenómeno frecuente en la vejez el cual ha comenzado a ser
estudiado en la segunda mitad del siglo XX. Para Sheldon (citado por
Calvo, 1997) una tercera parte de los adultos mayores sufre al menos
una caída en el transcurso de un año y, las caídas son más frecuentes en
las mujeres que en los hombres. Igualmente comprobó que el riesgo
de caerse se incrementaba a medida que aumentaba la edad, hasta
los 85 años.
La incidencia de caídas se relaciona con la edad. En el transcurso de un
año el 25% de personas entre los 65 y 70 años tiene una caída, pero este
porcentaje llega al 35% en los mayores de 75 años. El índice de caídas
aumenta desde 47%, entre las personas de 70 a 74 años, a 121% para
los de 80 o más años. El riesgo de caer y de hacerlo más veces aumenta
con la edad (Calvo, 1997).
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En un estudio de 2.000 accidentes se encontró que el índice medio
de los mismos se mantenía relativamente constante en las distintas
épocas de la vida, pero que las causas de los mismos eran diferentes:
las personas de edad avanzada eran menos descuidadas, inexpertas y
asustadizas que los más jóvenes; pero la lentitud en la percepción de
una situación peligrosa y una cierta falta de habilidad serían mas bien
los causantes de los accidentes en los adultos mayores (King, 1955;
citado por Lehr, 1980).
258
La Organización Mundial de la Salud (OMS) señaló algunas áreas a evaluar
en la etapa de la vejez: (1) actividades de la vida diaria, como movilidad
física, actividades básicas de la vida diaria, y actividades instrumentales
cotidianas; (2) Estado funcional en salud mental, en su funcionamiento
cognitivo y síntomas de psicopatología; (3) Funcionamiento psicosocial y cultural; (4) Salud física, como percepción subjetiva del estado de
salud, síntomas físicos de tipo médico, utilización de servicios de salud
y niveles de actividad y medidas de incapacidad; (5) Recursos sociales,
como accesibilidad a la familia, amigos, comunidad y disponibilidad de
recursos; (6) Recursos económicos; y por último (7) Recursos ambientales,
como disponibilidad de hogar, suficiencia de medios económicos para
llevar la casa o las condiciones en las que ésta se encuentra y la situación
del hogar en relación con los medios de transporte colectivos, lugares
de compra y servicios públicos (Fernández-Ballesteros, 1994).
Los seres humanos van teniendo cambios normales en el proceso de
desarrollo, apareciendo pérdidas en algunas funciones y en enfermedades, principalmente en la vejez. Cambios sistemáticos, ordenados,
siguen un patrón y son relativamente duraderos, y, por lo tanto, excluyen
las oscilaciones temporales del estado de ánimo y otros cambios transitorios en apariencia, pensamiento y comportamiento (Shaffer, 2000).
La Psicología del desarrollo estudia describe y explica los cambios que
presentan las personas durante el ciclo vital (Rice, 1997); cambios físicos, cognoscitivos, emocionales y sociales. En este sentido, el desarrollo
puede entenderse desde dos categorías: la maduración, referida a los
cambios del desarrollo del cuerpo o el comportamiento, que resultan
del proceso de envejecimiento más que del aprendizaje, lesiones, enfermedades o alguna otra experiencia de la vida; y el aprendizaje, cambio
relativamente permanente en el comportamiento que resulta de las
experiencias o las prácticas del individuo (Shaffer, 2000).
Envejecer se manifiesta como un proceso dinámico, gradual, natural, e
inevitable, proceso en el cual se dan cambios a nivel biológico, psicológico y social que transcurren en el tiempo y están delimitados por
éste. Si bien los fenómenos del envejecimiento son dados en todos,
no se envejece de igual manera, ni tampoco cada parte del organismo
envejece al mismo tiempo. El envejecimiento como todo lo humano
siempre lleva el sello de lo singular, de lo único, de lo individual (Viguera,
s.f. a). Sin embargo, algunos cambios típicamente asociados al envejecimiento son obvios: la piel de los ancianos tiende a palidecer, se cubre de
manchas y pierde elasticidad; a medida que desaparece cierta cantidad
de grasa y de músculos, la piel puede arrugarse, las venas varicosas de
las piernas son muy comunes, el cabello de la cabeza se vuelve blanco y
más escaso, y el vello del cuerpo se torna más áspero (Papalia, Wendkos
y Duskin, 2001; Hoch y Zubin, 1964).
Para Brophy (1977, citado por Slaikeu, 1996), la vejez se inicia a partir
de los 65 años y entre sus tareas y preocupaciones incluye compartir
la sabiduría de la experiencia de la vida con otros, evaluar el pasado y
alcanzar un sentido de realización, de satisfacción con la propia vida,
disfrutar una cantidad razonable de comodidad física y emocional y
mantener suficiente movilidad para los cambios del ambiente. Así mismo entre los posibles sucesos de crisis de ésta etapa (dependiendo de
diversas variables tales como la oportunidad del suceso y los recursos
financieros, personales y sociales), se pueden presentar conflictos interpersonales con los hijos, con semejantes, (por ejemplo en un nuevo
vecindario), indiferencia de parte de los hijos adultos, muerte de los
amigos, conciencia de la soledad, enfermedad o incapacidad y dificultad
en la adaptación a la jubilación.
A medida que los adultos entran en esta etapa, se enfrentan con otras
dificultades tales como mantenerse físicamente sanos (Speare, Avery
y Lawton, 1991 citados por Rice, 1997). Es por esto que se teme a los
problemas físicos que disminuyen su movilidad, sus sentidos y su capacidad de cuidar de sí mismo. Igualmente en esta etapa se busca seguir
siendo independiente tanto económica como físicamente, sin embargo
se presenta preocupación por el ingreso económico, por la jubilación y
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En este sentido, se pueden identificar dos tipos de envejecimiento:
el primario cambios normales como la piel arrugada y el pelo cano,
entre otros, y; el secundario deterioro corporal producido por factores
externos evitables. La vejez es un proceso multifacético de maduración
y declinación, aunque en todo instante hay lugar para el crecimiento
(Espinosa, 2001).
259
la reducción de posibilidades de empleo, las cuales permitan un ingreso
para subsistir produciendo mayor estrés en esta etapa (Rice, 1997).
Los cambios fisiológicos en la edad adulta tardía son bastante variables;
muchas de las pérdidas asociadas comúnmente a la edad pueden ser
efectos de enfermedades, y no causas (Williams, 1992 citado por Papalia
y Cols., 2001). El sistema digestivo, incluido el hígado y la vesícula biliar,
permanecen relativamente eficientes. El ritmo del corazón tiende a disminuir y a ser más irregular, los depósitos de grasa acumulada alrededor
de este órgano pueden interferir el funcionamiento; con frecuencia,
se eleva la presión arterial. No obstante, el enfoque de desarrollo del
ciclo vital de Baltes revela que las ganancias compensan las pérdidas.
Aunque la capacidad de un corazón saludable para bombear sangre
con más rapidez durante el ejercicio tiende a disminuir con la edad, el
flujo sanguíneo se reduce muy poco porque el corazón bombea más
sangre con cada latido (NIH/NIA, 1993 y Rodehoffer et. al., 1984 citados
por Papalia y Cols., 2001).
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La estatura disminuye desde la edad adulta temprana hasta la vejez, en
promedio poco más de una pulgada2 en los hombres y dos pulgadas
en las mujeres (Whitbourne, 1985 citado por Papalia y Cols., 2001). Los
ancianos se empequeñecen a medida que los discos de la columna
vertebral se atrofian, y pueden verse aún más pequeños por la posición
(Bates, 1992). El adelgazamiento de los huesos puede causar “joroba de
matrona” en la parte posterior del cuello especialmente en las mujeres
que padecen osteoporosis. La composición química de los huesos cambia con la osteoporosis, lo cual crea gran riesgo de fracturas (USDHHS,
1999 citado por Papalia y Cols., 2001).
Igualmente, las personas tienden a dormir menos y a soñar menos en
los últimos años de su vida. Sin embargo, esto no significa que las personas ancianas necesiten dormir menos, pues tienen el mismo “reloj
circadiano” o regulador interno de sueño comparado con el de las personas jóvenes, pero sus horas de sueño profundo son más restringidas
y pueden despertar con más facilidad debido a perturbaciones físicas
o exposición a la luz (Czeisler y Cols., 1999; Lamberg, 1997; Webb, 1987;
Woodruff, 1985 citados por Papalia y Cols., 2001).
Otro cambio importante puede afectar la salud, la reducción de la capacidad de reserva (o reserva orgánica), capacidad de respaldo que
ayuda al funcionamiento de los sistemas corporales en época de estrés.
Con la edad, los niveles de reserva tienden a descender; y aunque la
reducción no es muy notoria en la vida diaria, en general las personas
ancianas no pueden responder a las exigencias físicas de situaciones
estresantes con tanta rapidez o eficiencia que antes.
2. Una pulgada equivale a 2,54 cms. ACIPCO Internacional, 2006.
260
En las personas ancianas saludables y normales, se producen pocos
cambios en el cerebro y éstos no afectan mucho su funcionamiento
(Kemper, 1994 citado por Papalia y Cols., 2001). Después de los 30 años,
el cerebro pierde peso, en principio ligeramente, luego con más rapidez. A los 90 años, el cerebro puede haber perdido 10% de su peso.
Así mismo, puede venir una disminución gradual de las respuestas,
que comienza en la edad adulta intermedia. Sin embargo, no todos los
cambios cerebrales son nocivos; algunos mejoran el funcionamiento
cerebral puesto que entre la edad adulta intermedia y la vejez temprana aparecen dendritas adicionales, lo cual puede ayudar a compensar
cualquier pérdida o reducción de neuronas y añade nuevas conexiones entre células nerviosas (NIH/NIA, 1993; Sapolsky, 1992; Selkoe, 1992
citados por Papalia y Cols., 2001).
De modo similar, casi 1 de cada 3 personas con edades entre 65 y 74
años y cerca de la mitad de quienes tienen 85 años o más, experimentan pérdidas auditivas que interfieren en su vida diaria (NIA, 1995c
citado por Papalia y Cols., 2001). Así, la dificultad para percibir sonidos
agudos reduce la capacidad de escuchar lo que otras personas dicen,
en particular cuando hay interferencia (Papalia y Cols., 2001; Wolman,
1973). La pérdida del gusto y el olfato puede ser consecuencia normal
del envejecimiento, aunque también puede ser causada por una amplia variedad de enfermedades y medicamentos, o por exposición a
sustancias nocivas en el entorno. Puede presentarse disminución en la
cantidad de papilas gustativas, mal funcionamiento de los receptores
del sabor o daño en el bulbo olfativo u otras estructuras cerebrales
(Schiffman, 1997).
Los ancianos realizan con más lentitud la mayoría de las actividades que
ejecutan las personas jóvenes, tienen menos fortaleza y están limitados
en actividades que requieren resistencia o capacidad para transportar
cargas pesadas puesto que los adultos pierden casi 10% a 20% de la
fortaleza a los 70 años -especialmente en los músculos de la parte in-
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Del mismo modo, aunque algunas personas ancianas experimentan declinación aguda en el funcionamiento sensorial y psicomotor, otras no
experimentan casi ningún cambio en la vida diaria. Así, con la ayuda de
gafas o lentes de contacto, muchos ancianos pueden ver bastante bien;
sin embargo, la visión de muchos de ellos es 20/70 y tienen dificultad para
percibir la profundidad o el color, o realizar actividades como leer, coser, ir
de compras o cocinar; y la pérdida en la sensibilidad visual de los contrastes
puede dificultar la lectura de letra muy pequeña o muy clara. Adicionalmente, más de la mitad de las personas mayores de 65 años desarrollan
cataratas, nubes o áreas opacas en el cristalino, lo cual origina visión borrosa
(USDHHS, 1993 citado por Papalia y Cols., 2001). En la degeneración macular relacionada con la edad, el centro de la retina pierde gradualmente
la capacidad de distinguir con nitidez los detalles muy pequeños, lo cual
es la principal causa de ceguera funcional en los ancianos (Research to
Prevent Blindness, 1994 citado por Papalia y Cols., 2001).
261
ferior del cuerpo- y mucho más después; y a los 70 u 80 años algunas
personas tienen sólo la mitad de la fortaleza que tenían a los 30 (Spence,
1989; Spirduso y MacRae, 1990 citados por Papalia y Cols., 2001).
Igualmente, la resistencia a las caminatas disminuye más que otros aspectos de la condición física y los ancianos son particularmente susceptibles a las caídas debido a la disminución de la sensibilidad de las
células receptoras que llevan información al cerebro sobre la posición
del cuerpo en el espacio, información necesaria para mantener el equilibrio puesto que la disminución de los reflejos, la pérdida de fortaleza
muscular, de visión y percepción de profundidad también contribuyen
a la pérdida de equilibrio (Papalia y Cols., 2001; Viguera, s.f. b).
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La prolongación de la vida incrementa la probabilidad de trastornos
físicos y mentales. Con frecuencia, las oportunidades de ser razonablemente saludables y tener buena condición física en la vejez dependen
del estilo de vida, en especial del ejercicio y la dieta. De este modo, a
medida que las personas envejecen tienden a experimentar más problemas de salud persistentes y potencialmente incapacitadores. La mayoría
de las personas ancianas padecen de artritis, hipertensión, una cuarta
parte sufre enfermedades cardíacas, cataratas, diabetes, enfermedades
cardiovasculares, asma y otras enfermedades respiratorias, cáncer, sinusitis y deficiencias visuales, auditivas y ortopédicas (AARP, 1999, Kramarow
y Cols., 1999 citados por Papalia y Cols., 2001).
262
El deterioro de la salud mental no es característico de la última etapa
de la vida; de hecho, las enfermedades mentales son menos comunes
en los ancianos que en los más jóvenes (Wykle y Musil, 1993 citados
por Papalia y Cols., 2001). Sin embargo, las perturbaciones mentales y de
comportamiento que presentan los ancianos pueden ser devastadoras.
Una de ellas es la demencia, la cual se refiere al deterioro cognitivo y
de comportamiento de origen fisiológico, suficiente para afectar la vida
diaria y que generalmente se origina en la enfermedad de Alzheimer.
La enfermedad de Parkinson, el segundo trastorno más común, que
incluye degeneración neurológica progresiva, se caracteriza por temblores, rigidez, movimientos lentos y posición inestable (Nussbaum,
1998 citado por Papalia y Cols., 2001).
Estas dos enfermedades junto con la demencia multiinfarto (DM), causada por una serie de pequeñas parálisis son la causa, por lo menos,
de 8 de cada 10 casos de demencia, todos irreversibles. Todos estos
cambios a nivel fisiológico influyen en la capacidad cognoscitiva, por
lo cual mientras algunas habilidades pueden disminuir en los últimos
años, otras permanecen estables o incluso mejoran durante la mayor
parte de la vida adulta. Así, aunque los cambios en la capacidad de
procesamiento pueden reflejar deterioro neurológico, varían en los
individuos, lo cual sugiere que la disminución del funcionamiento no
es inevitable y puede prevenirse (Papalia y Cols., 2001).
El envejecimiento no necesariamente involucra deterioro cognitivo y
además, existen diferencias individuales en el proceso de envejecimiento.
En general, los procesos de percepción sensorial, atención y concentración son factores que interfieren en la memoria óptima y hacen que
parezca que es ésta la que está fallando. No obstante, no son los únicos
elementos involucrados en la memoria, pues también es preciso incluir:
depresión, ansiedad, estrés, aislamiento, falta de confianza, uso de psicofármacos, alcohol y tabaquismo, entre otras condiciones (Acuña, 1997).
Para Acuña (1997) los adultos mayores preservan el vocabulario, la fonología, la sintaxis, el lenguaje escrito, la organización visual y la memoria
implícita; se debilitan con la edad los sentidos y la percepción (especialmente la vista y el oído) la sensibilidad táctil, la rapidez de reacción y de
aprendizaje, las estrategias de organización semántica, la atención y la
retención de nombres, entre otros; mientras que las tareas de ejecución,
que implican procesamiento de nueva información, requieren rapidez
de percepción y habilidades motrices, por lo cual pueden reflejar la
disminución muscular y neurológica (Papalia y Cols., 2001).
El proceso fisiológico del mantenimiento del equilibrio depende de
un arco reflejo cuyo sustrato orgánico esta integrado por receptores y
vías aferentes, como el sistema visual, sistema neurosensorial periférico y el sistema vestibulolaberíntico; núcleos motores y vías eferentes,
como núcleos vestibulares del tronco cerebral, núcleos cerebelosos y
corteza cerebral; y los efectores periféricos, como el sistema músculo
esquelético. El deterioro fisiológico de todo este sistema origina una
modificación en el equilibrio, demostrado por el progresivo aumento
del número de oscilaciones con la edad y la marcha, cuyo patrón normal
también se pierde al deteriorarse los mecanismos neurológicos que la
regulan, y predisponen al anciano a caerse con frecuencia.
Otra de estas alteraciones, son las modificaciones del aparato locomotor;
con el pasar de los años, aparecen múltiples deficiencias biomecánicas
articulares capaces de provocar caídas por sí mismas o facilitar su producción. Las regiones anatómicas en las cuales suelen darse estas alte-
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El proceso de envejecimiento constituye un fenómeno universal asociado con cambios fisiológicos diversos, sobre todo en los sistemas
cardiovasculares y músculo esqueléticos, así como con los órganos de
los sentidos. Muchos otros sistemas biológicos experimentan modificaciones relacionadas con la edad y en general, todos tienen efectos
potenciales en el comportamiento. Dentro de los factores intrínsecos
en los procesos fisiológicos, se encuentra que el deterioro del proceso
fisiológico de envejecimiento se produce en dos mecanismos reflejos
imprescindibles para la bipedestación y la marcha estable: el mantenimiento del equilibrio, que se muestra por la velocidad del arco reflejo,
y la capacidad de respuesta rápida y efectiva ante su pérdida, dado
por la conformación muscular y la mecánica articular que permite la
ejecución de la misma (Simón, 1993).
263
raciones son: la columna vertebral, por un desplazamiento de gravedad;
la cadera, por una rigidez articular en posición viciosa, disminución de
la movilidad articular, insuficiencia de abductores, y dismetría por acortamiento en la rodilla, por una estabilidad progresiva, disminución de la
movilidad articular, y claudicación espontánea; por último, en el pie, por
una atrofia de las células fibroadiposas del talón, por la disminución de la
movilidad de las articulaciones interóseas y por una atrofia muscular.
Así las principales alteraciones que se producen en un organismo conforme envejece y pueden predisponer a las caídas son las alteraciones
oculares, en donde las caídas se asocian frecuentemente a cataratas y
empeoramientos funcionales de la percepción visual, agudeza, tolerancia a la luz y adaptación a la oscuridad, en donde parece ser que juega
un papel más importante la pérdida de sensibilidad que la agudeza
visual en la génesis de las caídas, siendo las consecuencias de no ver
un objeto pequeño mucho menos traumáticas que las de no ver con
claridad un escalón; las alteraciones vestibulares, en donde se produce fallos tanto en el oído interno, como en los elementos nerviosos;
las alteraciones del sistema propioceptivo, que se representan en el
deterioro progresivo de mecanoreceptores articulares que producen
dificultades posturales.
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Fue en 1919 cuando se llamó la atención por primera vez, sobre los
aspectos psicológicos que intervienen en la ocurrencia de accidentes.
Hacia 1930, Heinrich (citado por Peniche y Ruiz, 1985), ingeniero consultor de compañías de seguros de Estados Unidos, puso en evidencia la
intervención del factor humano en los accidentes. Otros autores indican
al respecto varios grados de participación de dicho factor, tanto en
cantidad como en calidad: Para Frois (citado por Peniche y Ruiz, 1985)
el factor humano interviene en los accidentes en un 40% de los casos;
Mandil (citado por Peniche y Ruiz, 1985) indica una influencia de 60%;
Morali y Daninos (citados por Peniche y Ruiz, 1985) en el 85% de ellos,
y Peniche y Ruiz (1985) consideran que el factor humano participa en
los accidentes entre un 80% a 90% (Peniche y Ruiz, 1985).
264
Dentro de las variables psicológicas relacionadas con la accidentabilidad, se incluyen la fatiga, involucrando agotamiento y cansancio; la
atención, referida a un proceso psicológico que interviene en la mayor
parte de las actividades humanas cuya función es la discriminación y
selección de estímulos del medio ambiente y las emociones, las cuales
se refieren a reacciones neurovegetativas y en especial glandulares del
organismo ante los estímulos, de tal manera que a lo largo del tiempo,
por el proceso de asociación, el organismo desarrolla reacciones específicas hacia determinados estímulos (Peniche y Ruiz, 1985).
Dentro de los principales estados emocionales, se consideran la depresión, la agresión, inestabilidad emocional, control emocional, ansiedad
y actitudes frente a diversas situaciones. Adicionalmente, se consideran
otras variables de orden psicológico que podrían tener correlación con
la ocurrencia de accidentes fatales, tales como rendimiento intelectual,
la edad, coordinación perceptivo – motriz, tiempo de reacción, secuencialidad, ritmo y cadencia, motivación, historia de vida y relaciones humanas. Al respecto, se ha trabajado intensamente para la prevención
de accidentes con respecto al factor humano, educación, capacitación
y difusión publicitaria de medidas preventivas (Peniche y Ruiz, 1985).
En un estudio realizado por la Cleveland Railway Company, los principales factores humanos que intervienen en los accidentes son actitudes
inadecuadas, falta de reconocimiento de accidentes potenciales, mala
evaluación de la distancia y la velocidad, impulsividad, falta de atención,
tiempo de reacción lento, inexperiencia y senilidad, entre otros. Además,
existen estudios que indican que el 98% de los accidentes son de tipo
previsible y que un 2% está fuera del control humano, como los terremotos e inundaciones (Peniche y Ruiz, 1985).
Otro aspecto fundamental en el estudio de las muertes accidentales
en el adulto mayor, y en especial en las caídas lo constituyen los factores extrínsecos o ambientales. Muchas de las caídas no están influidas
solamente por el ambiente que rodea al anciano, sino que son el resultado de la interacción entre problemas ambientales, o actividades
peligrosas y la susceptibilidad individual al riesgo a causa de la edad y
la enfermedad (Lampré, 1997).
En un estudio realizado en la Universidad de California (UCLA), dirigida
por el doctor John T. Chang, se realizó un análisis multifactorial identificando factores de riesgo tales como el consumo de medicamentos, la
visión, los peligros ambientales y la presión ortostática y se implementó
un programa de ejercicios donde se incluían el balance, la resistencia, la
flexibilidad y la fuerza. Los resultados encontrados indican que las caídas
en el grupo intervenido disminuyeron en un 11,8%, aunque frente al
programa de ejercicio no se identificó claramente cual de los tipos de
ejercicio fue el efectivo (Iladiba, 2004).
Los ancianos con mala función física están en riesgo, incluso en un
ambiente seguro. Así en el domicilio serán frecuentes las caídas por
suelos irregulares, inadecuada iluminación, ausencia de pasamanos en
escaleras, muebles situados a una altura incorrecta, suelos resbaladizos,
lavavos o retretes muy próximos o demasiado bajos, ausencia de barras
en duchas, camas altas y estrechas, cables sueltos, objetos en el suelo,
mesas cambiantes, etc. (Lampré, 1997).
Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses - DRIP
En cuanto a las condiciones de la vivienda, la mayoría de los adultos
mayores habitan solos y en casas que con frecuencia no ofrecen las
condiciones necesarias para el bienestar, constituyéndose la organización de la vivienda en un problema importante para el movimiento y
el desplazamiento (por ejemplo, dificultad para subir o bajar escaleras)
generando más peligros, y en algunos casos dificultando la convivencia
y la valía por sí misma.
265
En la calle, se pueden encontrar aceras estrechas, con desniveles y obstáculos, pavimento defectuoso, semáforos de breve duración, bancos de
los jardines y plazas de altura no idónea, charcos, etc. Por último, en los
medios de transporte se evidencian escalones o escalerillas inadecuadas
en autobuses, movimientos bruscos del vehículo, tiempos cortos para
entrar o salir del trasporte. (Lampré, 1997). El 90% de los ancianos tienen
caídas con relación a los equipamientos, como son las sillas de ruedas
y camas; y más del 80% al sentarse o trasladarse (Grupo de Trabajo de
caídas de la sociedad de Geriatría y Gerontología, 1997).
Los accidentes fatales en adultos mayores, en especial las caídas, se han
convertido en otro importante problema de salud pública por sus altas
tasas de mortalidad y morbilidad, que exige atención y medidas preventivas en el campo de la salud, teniendo en cuenta que la concepción
de salud no incluye exclusivamente a la salud física, sino que tiene una
estrecha relación con la salud pública mental.
Envejecer también es un fenómeno social; las normas sociales señalan
cuales son las pautas de conducta de un anciano como el retiro laboral,
los cambios en su familia nuclear por alejamiento de los hijos y posible
muerte del cónyuge, la dependencia de los otros para la satisfacción
de muchas necesidades, etc. (Ardila y Rosselli, 1987).
Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses - DRIP
Las personas adultas mayores presentan la necesidad de afiliación, una
de las más importantes para el ser humano; la felicidad es en gran parte
el producto de las relaciones con los demás. Si la vida de relación se
deteriora, es de esperar sentimientos de soledad e incertidumbre. Todo
individuo normal necesita mantener un mínimo de intercambio con su
ambiente social. No hay duda que hay personas que aceptan el retiro
como una liberación de las exigencias sociales. Por otra parte, hay otras
que rehúsan tenazmente tal situación, dado que el retiro constituye para
ellas una admisión de derrota, de dejar de ser, de cesar en sus funciones
como miembro útil del cuerpo social (Espinosa, 2001).
266
Otros factores de orden sociocultural afectan al adulto mayor, tales como
cambios en la relación laboral, la pérdida de status (carencia de una actividad laboral o productiva y pérdida o negativa a ejercer la función de
crianza y socialización con los nietos); la pobreza afecta especialmente a
los estratos urbanos bajos y medios, abandono familiar, internamiento en
centros asistenciales, la soledad que afecta especialmente a los ancianos
solteros, separados, viudos o emigrantes sin familia, la aflicción ante las
pérdidas que se dan con frecuencia en esta etapa de la vida: el nido
vacío, la muerte del cónyuge; el temor a la enfermedad y la evidencia
del deterioro normal en la salud, que se une al temor a la muerte o a
ser una carga económica para la familia y la desconexión con el medio
comunitario, debido al encierro obligatorio por enfermedad real, a la
carencia de recursos para realizar sus actividades o al proteccionismo
de la familia y la sociedad (Echeverri, 1994; Phares, 1996).
Por todos los argumentos presentados se propuso establecer las principales características epidemiológicas y los posibles factores relacionados
con las muertes accidentales ocurridas en adultos mayores, durante el
año 2004, en la ciudad y cuya necropsia médicolegal se realizó en la
Regional Bogotá del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias
Forenses.
Resultados
En el 2004 se presentaron 51 casos de muertes accidentales ocurridas
en adultos mayores, con edades entre 60 y 93 años, cuya edad promedio
fue de 73 años (DE=9), siendo la más frecuente la de 64 años. El mayor
número de muertes accidentales se presentó en el grupo de los hombres correspondiendo al 73% de todos los casos (37) (véase figura 1).
Figura 1. Muertes accidentales según sexo
Bogotá, 2004
Sigue siendo claro que las caídas fueron la causa más frecuente de
muerte en los hombres (87%). Los grupos de edad más afectados (26%)
tenian entre 60 a 64 años y 80 a 93 años (véase figura 2).
Figura 2. Muertes accidentales según grupo de edad y sexo
Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses - DRIP
Bogotá, 2004
267
Del 82% de los casos de los que se obtuvo información, al momento
de la muerte el 27,5% tenía como ocupación el hogar y un 15,7% eran
pensionados.
Las localidades de la capital donde más se presentaron muertes accidentales fueron Kennedy (11,8%), Bosa (9,8%) y Rafael Uribe (9,8%), siendo a su vez las que presentan alta densidad poblacional en la ciudad
(véase figura 3).
Figura 3. Muertes accidentales según localidad
Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses - DRIP
Bogotá, 2004
268
Las localidades de
la capital donde
más se presentaron
muertes
accidentales fueron
Kennedy (11,8%),
Bosa (9,8%) y
Rafael Uribe (9,8%),
siendo a su vez
las que presentan
alta densidad
poblacional en la
ciudad.
Sólo se presentaron casos en hombres en las localidades de Bosa (5
casos), Santafé (2 casos), Barrios Unidos (2 casos), Puente Aranda (2 casos),
Chapinero (2 casos) y Usaquén (1 caso), y el mayor número de casos en
mujeres se presentaron en Suba y Mártires.
El mes de abril ocurrieron mayor frecuencia de accidentes en (17,6%); sin
embargo, no fue posible establecer si se relacionan con algún evento en
especial. Le siguen los meses de marzo y agosto (9,8%). En Junio (3,9%),
se presentaron menos lesiones accidentales fatales en adultos mayores,
coincidiendo con la época de vacaciones escolares (véase figura 4).
Figura 4. Distribución mensual de muertes accidentales
Bogotá, 2004
Los días de la semana con más casos fueron los martes (24%) y sábados
(20%), correspondiendo éste último con actividades de fin de semana
tales como recibir visitas y salir de compras, entre otras.
El rango de hora con accidentes fatales en adultos mayores (37%) fue
de las 12 m a las 5 pm. Contrario a esto, la menor cantidad de lesiones
fatales (8%) ocurrió en la horas de la mañana, entre las 6 am y las 11 am
(véase figura 5).
Figura 5. Ocurrencia de muertes accidentales según rango de hora
Bogotá, 2004
Para todas las causas de muerte analizadas, los hombres fueron las principales víctimas. En las mujeres no se registraron muertes debidas a
electrocución, asfixia y quemaduras. El 84,3% de adultos mayores fallecieron por caídas y el resto debido a quemaduras, electrocución, asfixia
y otras causas (véase figura 6).
Figura 6. Muertes accidentales según causa
El 71% de los casos ocurrió en la vivienda (36), situación que se presenta
tanto en hombres como en mujeres, constituyéndose en el lugar de
más alto riesgo para el adulto mayor.
Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses - DRIP
Bogotá, 2004
269
Características topográficas de la escena
Revisada la información contenida en las actas de diligencia de inspección técnica a cadáver, se estudiaron 34 casos (67%), en los cuales se
pudo establecer de manera general, los siguientes factores relacionados
con la muerte accidental (véase cuadro 1).
Cuadro 1. Factores topográficos de la vivienda, relacionados con las muertes accidentales
Bogotá, 2004
Diagnóstico topográfico de las lesiones fatales
Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses - DRIP
De los 34 casos analizados se encontró un 58,8% (20 casos) cuyo
diagnóstico topográfico de la lesión fue Trauma cráneo encefálico (TCE)
y de éstos 20% fue severo. El segundo diagnóstico topográfico fue el
Politraumatismo, con el 11,7%(4 casos) que incluyen: fractura de primera
vértebra cervical en 2 casos, Trauma cerrado de abdomen en 1 caso y
Fractura de reja costal en otro caso.
270
Se encontraron dos casos (5,9%) con diagnóstico topográfico de “Quemadura de más del 50% de la superficie corporal”, de ellos uno por Electrocución y el otro por Quemadura con parafina al incendiarse el lugar
de la vivienda; igualmente otros dos casos por Hipoxia mecánica (5,9%)
debidos a atragantamiento (2,9%) y a caída de alud de tierra (2,9%).
El resto (17,6%) de los diagnósticos topográficos encontrados, corresponden a otros traumas así: 3 casos de Trauma en miembros inferiores
y Colapso vascular, un caso con Trauma cerrado de abdomen, un caso
con Fractura de reja costal, y un caso de Tromboembolismo pulmonar
secundario al trauma.
En cuanto a las causas intrínsecas relacionadas con los diagnósticos
topográficos se pueden destacar:
• Dificultades visuales: 4 casos (11,8%), “no veían bien, usaba gafas, no
las usaba en el momento del accidente”
• Dificultades de equilibrio: 2 casos (5,9%)
•
•
•
•
Dificultades respiratorias: 2 casos, (5,9%) adultos mayores oxigenodependientes.
Dificultades en la movilidad: 6 casos (17,6%) con: “atrofia muscular,
hemiplejía, antecedentes de infartos cerebrales y/o uso de soporte
tipo bastón”.
Disminución del tiempo de reacción: 6 casos (17,6%) relacionado
con “antecedentes de alcoholismo e ingesta de bebidas alcohólicas
el día del accidente”.
Disminución del tiempo de reacción: 6 casos (17,6%) relacionado
con el consumo de medicamentos, sobre todo antihipertensivos y
antidepresivos.
Dificultades relacionadas con problemas auditivos y sensoriales: 3
casos (8,8%).
Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses - DRIP
•
271
Muertes accidentales
Colombia 2005
JORGE OSWALDO GONZÁLEZ ORTIZ
Psicólogo Epidemiólogo.
Especialista en Investigación Criminal
División de Referencia de Información Pericial - DRIP
Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses - INML y CF.
Coordinador Comité Interinstitucional para el Estudio de la Conducta Suicida - CIECS
Análisis Estadístico
HÉCTOR WILSON HERNÁNDEZ CARDOZO
Estadístico, Especialista en Sistemas de Información Geográfica
División de Referencia de Información Pericial - DRIP
Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses - INML y CF.
E
n el año 2005, el Sistema Medico Legal Colombiano registró
3.159 casos, 39 (1,3%) más que en 2004, para un promedio mensual
de 263 muertes, 9 casos al día. Las cifras que se presentan, a diferencia
del año anterior, corresponden tanto a la totalidad de las estadísticas
recolectadas por funcionarios del Instituto (estadísticas directas) como
por otros peritos forenses (estadísticas indirectas) (véase figura 7).
Figura 7. Muertes accidentales
Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses - DRIP
Colombia, 2000-2005
272
Aunque la tasa de muerte accidental se ha mantenido constante durante los últimos tres años, sigue siendo la única muerte violenta, que
a diferencia de las demás, en valores absolutos se ha incrementado
(véase figura 8).
Figura 8. Tasa de muerte accidental
Colombia, 2000-2005
Cuadro 2. Años de vida potencialmente perdidos por edad y sexo
Colombia, 2005
Se perdieron
88.201 años de vida
potenciales debido
a estas muertes
accidentales, de
las cuales cerca de
dos terceras partes
correspondieron a
hombres.
Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses - DRIP
Se perdieron 88.201 años de vida potenciales debido a estas muertes
accidentales, de las cuales cerca de dos terceras partes correspondieron
a hombres (véase cuadro 2).
273
Aunque sólo en 2.595 casos se pudo establecer el mes, octubre reportó el mayor número de casos, y en agosto la menor frecuencia (véase
figura 9).
Figura 9. Muertes accidentales según mes del hecho
Colombia, 2005
Como se puede apreciar en comienzo y en fin de semana se incrementan las muertes accidentales, posiblemente relacionadas con las
actividades propias de esos días (véase figura 10).
Figura 10. Muertes accidentales según día de la semana
Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses - DRIP
Colombia, 2005
274
De manera similar al 2004, la mayoría de casos (27%) ocurrieron entre
el medio día y las cinco de la tarde. Este tiempo concuerda con el desplazamiento de estudiantes, realización de diligencias personales, visitas
a parientes y amigos, salida a parques u otras actividades recreativas
(véase figura 11).
Figura 11. Muertes accidentales según hora del hecho
Colombia, 2005
No se encontró asociación entre el día y la hora, es decir que el evento
puede suceder cualquier día y a cualquier hora.
El 81% de las
personas que
fallecieron por
muerte accidental,
eran hombres,
manteniéndose la
razón hombre: mujer,
en 4:1, es decir, que
por cada mujer que
falleció, lo hicieron
cuatro hombres.
El 81% de las personas que fallecieron por muerte accidental, eran hombres, manteniéndose la razón hombre : mujer, en 4:1, es decir, que por
cada mujer que falleció, lo hicieron cuatro hombres (véase figura 12).
Figura 12. Muerte accidental según sexo
La edad promedio de los hombres fue de 37,2 años (DE=22,7), un año
mayor que en el 2004, y la de las mujeres de 35,6 (DE=31,3), incrementándose 7 años respecto del año anterior. Este es un evento que se
presenta definitivamente en hombres, posiblemente relacionado con
los roles y patrones asignados culturalmente. Definitivamente ser muy
joven ó muy viejo, es un posible factor de riesgo que influye en la muerte
accidental (véase figura 13).
Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses - DRIP
Colombia, 2005
275
Figura 13. Muerte accidental según edad y sexo
Colombia, 2005
Las tasas más altas de muerte accidental, se presentaron tanto en hombres como en mujeres, adultos mayores de 70 años, siendo la de hombres 5 veces mayor que la tasa nacional. Lo anterior no sólo se corrobora
con lo observado en los casos, sino que al analizar la tasa se observa alta
relación entre ésta y el proceso de envejecimiento (véase figura 14).
Figura 14. Tasa de muerte accidental por edad y sexo
Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses - DRIP
Colombia, 2005
276
De igual manera, continúa predominando la muerte accidental entre
personas solteras, hecho que seguramente está relacionado con sus
condiciones de vida (véase figura 15).
Figura 15. Muerte accidental según estado civil
Colombia, 2005
Continúa
predominando la
muerte accidental
entre personas
solteras, hecho que
seguramente está
relacionado con sus
condiciones de vida.
Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses - DRIP
A pesar que en el 51% de los casos se desconoce la actividad que realizaba la persona al momento de fallecer, del resto se puede mencionar que
predominaron las muertes mientras la víctima realizaba una actividad
remunerada (13,7%) y en tiempo libre (13,3%), lo cual invita a reflexionar
acerca de si se están cumpliendo las normas de seguridad industrial
y si la comunidad está suficientemente informada y protegida de los
riesgos que se generan en actividades recreativas (véase figura 16).
277
Figura 16. Muerte accidental según actividad de la persona fallecida
Colombia, 2005
Las caídas continuaron siendo la primera causa de muerte accidental,
tanto en hombres como en mujeres, en parte debido a la falta de barreras de protección en sitios altos (véase figura 17), le sigue la sumersión
y las armas contudentes, el cuarto lugar corresponde a caída de su
propia altura.
Figura 17. Muertes accidental según mecanismo causal y sexo
Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses - DRIP
Colombia, 2005
278
Dado que la mayoría de muertes ocurrieron por caídas (20,5%), generalmente en éstas se produjeron traumas múltiples y severos (véase figura 18).
Figura 18. Muerte accidental según diagnóstico topográfico
Colombia, 2005
Nuevamente, muchos de estos casos sucedieron en la vivienda, siendo
éste lugar, foco de múltiples riesgos (véase figura 19).
Figura 19. Muerte accidental según escenario del hecho
Se encontró diferencia estadísticamente significativa (IC**=1,3-1,5) entre
las muertes que ocurren en zona urbana (58%) versus las que ocurrieron en zona rural (28%). En el resto de casos no se pudo obtener ésta
información (véase figura 20).
Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses - DRIP
Colombia, 2005
** IC= Intervalo de Confianza
279
Figura 20. Muerte accidental según zona del hecho
Colombia, 2005
Los departamentos donde se presentaron las mayores tasas de muerte
accidental fueron Guaviare, Boyacá, Santander, Meta, Tolima, Cundinamarca y San Andrés y Providencia, con gran riqueza fluvial o afluencia de
turistas (véase cuadro 3).
Cuadro 3. Tasa de necropsia por muerte
accidental, según departamento
Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses - DRIP
Colombia, 2005
280
Las mayores tasas de muerte accidental se presentaron en los municipios de Barbosa, Antioquia, (120 casos por cada 100.000 habitantes)
Tena, Cundinamarca (107 casos por cada 100.000 habitantes) y Puerto
Nare, Antioquia (106 casos por cada 100.000 habitantes). En los siguientes
municipios no fue posible calcular la tasa poblacional, por no disponerse
de las proyecciones de población: Puerto Velero (Atlántico), Algarrobo y
Zona Bananera (Magdalena), Nariño (Nariño), Coveñas y el Roble (Sucre),
Guane ( Tolima) (véase cuadro 4).
Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses - DRIP
Cuadro 4. Tasa de necropsia por muerte accidental, según municipio del hecho Colombia, 2005
281
Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses - DRIP
Cuadro 4. Tasa de necropsia por muerte accidental, según municipio del hecho Colombia, 2005
282
Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses - DRIP
Cuadro 4. Tasa de necropsia por muerte accidental, según municipio del hecho Colombia, 2005
283
Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses - DRIP
Cuadro 4. Tasa de necropsia por muerte accidental, según municipio del hecho Colombia, 2005
284
Lesiones accidentales
Colombia 2005
JORGE OSWALDO GONZÁLEZ ORTIZ
Psicólogo Epidemiólogo
Especialista en Investigación Criminal
División de Referencia de Información Pericial - DRIP
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Coordinador Comité Interinstitucional para el Estudio de la Conducta Suicida - CIECS
E
Análisis Estadístico
HÉCTOR WILSON HERNÁNDEZ CARDOZO
Estadístico, Especialista en Sistemas de Información Geográfica
División de Referencia de Información Pericial - DRIP
Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses - INML y CF
n Colombia se realizaron 5.729 reconocimientos medicolegales
por lesiones accidentales, 94,6% realizadas por peritos del Instituto (estadísticas directas) y el resto por otros peritos forenses; se presentaron
2.386 casos más que en el 2004, para un incremento del 71,4% (véase
figura 21).
Figura 21. Tendencia de lesiones accidentales
Igualmente, la tasa de lesiones accidentales se incrementó en 5 puntos
llegando a 12 casos por cada 100.000 habitantes.
En promedio, se atendieron 451 casos mensuales de lesiones accidentales no fatales, habiéndose superado este promedio en los meses de
abril, mayo, julio y septiembre (véase figura 22).
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Colombia, 1998-2005
285
Figura 22. Lesiones accidentales según mes del hecho
Colombia, 2005
En 2005 se perdieron
6.563 años de vida
saludables - AVISA.
En 2005 se perdieron 6.563 años de vida saludables - AVISA, 15,8% aportado por el grupo de 25 a 29 años de edad seguido de los de 21 a 24
y 30 a 34 años (figura 23).
Figura 23. Años de vida saludables perdidos por lesiones accidentales
Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses - DRIP
Colombia, 2005
286
El número de lesiones accidentales se incrementó a medida que se
acercaba el fin de semana, lo cual amerita que se estudien los factores
y condiciones relacionados con este hecho (véase figura 24).
Figura 24. Lesiones accidentales según día de la semana
Colombia, 2005
En el 2005 se presentaron más casos hacia el final de la noche, lo que
podría relacionarse con condiciones medio ambientales, de poca luz y
cansancio físico y mental de las personas lesionadas (véase figura 25).
Figura 25. Lesiones accidentales según hora del hecho
Nuevamente son los hombres los más lesionados accidentalmente, condición que bien puede ser explicada por patrones culturales y otrosque
deben ser explorados y documentados (véase figura 26).
Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses - DRIP
Colombia, 2005
287
Figura 26. Lesiones accidentales según sexo
Colombia, 2005
Las lesiones accidentales ocurren con más frecuencia en adultos entre
25 y 29 años muy probablemente debido al tipo de actividad que realiza
y a sus condiciones laborales (véanse figuras 27 y 28).
Figura 27. Lesiones accidentales según edad y sexo
Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses - DRIP
Colombia, 2005
288
Figura 28. Tasa de lesiones accidentales según edad y sexo
Colombia, 2005
De un 45,9% de casos en los que se pudo obtener información acerca
de la actividad se encontró que éstas ocurren principalmente durante
la realización de actividades de tiempo libre (véase figura 29).
Figura 29. Lesiones accidentales según actividad de la víctima
Igualmente, se requiere un análisis más detallado, tanto de los factores
propios, como de las viviendas, escenarios en los ocurren con mayor
frecuencia estos accidentes (véase figura 30).
Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses - DRIP
Colombia, 2005
289
Figura 30. Lesiones accidentales según escenario del hecho
Colombia, 2005
De manera similar a las muertes accidentales, priman las lesiones por
mecanismo contundente (Ejemplo: golpes con objetos romos). Se desconoce si estas lesiones accidentales, que no fueron fatales, dejaron
secuelas o discapacidades (véase figura 31).
Figura 31. Lesiones accidentales según mecanismo del hecho
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Colombia, 2005
290
El trauma de extremidades fue el diagnóstico topográfico que prevaleció, siendo ésta parte del cuerpo mas vulnerable a este tipo de lesión
(véase figura 32).
Figura 32. Lesiones accidentales según diagnóstico topográfico
Colombia, 2005
En cuanto al estado civil, cerca de la mitad de los casos (46%) eran solteros, lo que podría relacionarse con su estilo de vida más dado a las
actividades recreativas y de descanso; sin embargo, aproximadamente una cuarta parte (26%) conviven en unión libre; se desconocen los
factores que pudieran estar relacionados con esta condición lo cual
podría estudiarse de manera más detallada en una próxima investigación (véase figura 33).
Figura 33. Lesiones accidentales según estado civil
Colombia, 2005
En cuanto al
estado civil, cerca
de la mitad de los
casos (46%) eran
solteros, lo que
podría relacionarse
con su estilo de
vida más dado
a las actividades
recreativas y de
descanso...
Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses - DRIP
Por otra parte no se pudo obtener información acerca de las razones o
motivos relacionados con las lesiones ocurridas.
291
La mayor tasa de lesiones accidentales se presentó en Bogotá, seguida
por los departamentos de Amazonas, Boyacá y San Andrés y Providencia. A pesar que el año anterior se mencionó que se ubican en los
primeros lugares, pareciera que los factores relacionados con su ocurrencia se mantienen en estos lugares (Véase cuadro 5).
Cuadro 5. Tasa de lesiones accidentales por departamento
Colombia, 2005
Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses - DRIP
Las mayores tasas las presentaron los municipios de La Cumbre (Valle) y
Páramo (Santander), situación que deberá ser posteriormente analizada
(véase cuadro 6).
292
Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses - DRIP
Cuadro 6. Tasa de lesiones accidentales según municipio de ocurrencia del hecho. Colombia, 2005
293
Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses - DRIP
Cuadro 6. Tasa de lesiones accidentales según municipio de ocurrencia del hecho. Colombia, 2005
294
Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses - DRIP
Cuadro 6. Tasa de lesiones accidentales según municipio de ocurrencia del hecho. Colombia, 2005
295
Conclusiones
Aunque accidente se considera como algo que sucede por el “azar” o el
“destino”, está directamente relacionado con situaciones producto de
acciones o acontecimientos específicos, tal como lo definió Peniche y
Ruiz (1985).
Es de suma importancia identificar e intervenir, como lo propone la Psicología de la Salud, sobre los factores de riesgo internos o externos, que
afectan al adulto mayor e influyen determinantemente en la ocurrencia
de las muertes accidentales, lo cual permitiría minimizar la ocurrencia
de las mismas, no sólo en esta población, sino en todas las expuestas a
sufrir en cualquier momento un accidente, daños o el efecto negativo
de hechos fortuitos e impredecibles, ya sean estos de índole natural o
por fallas humanas (Fonnegra, 1999).
Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses - DRIP
El hombre adulto
mayor, no quiere
convertirse en un
estorbo para sus
familiares ante lo
cual responde con
excesiva confianza en
sí mismo; en donde
limita su atención y
concentración, y se
resiste a aceptar las
normas de seguridad
(Linaza, 1979).
296
En la ciudad, las muertes accidentales de adultos mayores, presentaron
las siguientes características: 73% son hombres, el 50% de todos los
casos se encuentran entre los 60 y 70 años de edad, pasan la mayor
parte del tiempo en el lugar de residencia, fallecen en su mayoría por
caídas, se accidentan más entre el medio día y las cinco de la tarde; la
mayor frecuencia de casos ocurre en fines de semana, en los meses de
abril, agosto y octubre y se presentan más casos en las localidades de
Kennedy, Bosa y Rafael Uribe, de la ciudad de Bogotá.
En este punto, vale la pena preguntarse acerca de los diferentes procesos a nivel intrínseco y extrínseco que intervienen en el adulto mayor
e incrementan la probabilidad de sufrir este evento. Una aproximación válida al hecho de que sean los hombres quienes mueren con
mayor frecuencia, puede ser el rol asignado desde la cultura, el cual es
más instrumental, factor al que se adiciona el hecho de no aceptar las
limitaciones físicas que con el tiempo se presentan por la misma pérdida de habilidades como lo enuncia Begston (1973, citado por Belsky,
2001), quien ha encontrado que existen actitudes negativas frente al
envejecimiento, al rol social que desempeña, observándose de forma
negativa en el concepto de sí mismo, lo cual conlleva a un problema
de identidad donde se mantiene en un concepto irreal de lo que cree
y puede hacer respecto a sus propias habilidades, también llamado
Síndrome de Derrumbamiento Social.
El hombre adulto mayor, no quiere convertirse en un estorbo para sus
familiares ante lo cual responde con excesiva confianza en sí mismo;
en donde limita su atención y concentración, y se resiste a aceptar las
normas de seguridad (Linaza, 1979).
En el caso de las mujeres posiblemente interviene el tipo de actividad
que realizan, donde la mayoría de sus labores están relacionadas con
oficios del hogar; pero también están las condiciones ambientales,
como el diseño de la vivienda, donde en la mayoría de casos habitan
solas y en casas que con frecuencia no ofrecen las condiciones nece-
sarias para el bienestar del adulto mayor, por ejemplo, tener que subir
o bajar escaleras.
En el 33% de los casos hubo relación directa directa o indirecta con
escaleras y en el 45% de éstos casos, las viviendas no tenían barandas
ni pasamanos. Así mismo, las edificaciones de varios pisos no presentaban las mínimas condiciones de protección, careciendo de muros
perimetrales.
El concepto del empirismo aplicado al diseño, redistribución o ampliación de los espacios destinados para viviendas no se ha proyectado
pensando en ser habitadas o visitada por adultos mayores. Adicionalmente, las viviendas en estado de construcción o remodelación, incrementan el riesgo de accidente porque allí se encuentran escombros,
cajas, canecas, entre otros, los cuales se convierten en obstáculos para el
adulto mayor. Los “trabajos caseros” relacionados con pintura de muros,
uso de andamios artesanales, arreglo de tejas, trabajos en lugares altos o
arreglos eléctricos, entre otros, generalmente son encargados al adulto
mayor o éste lo asume, para sentirse útil, constituyéndose en otro factor
que incrementa los riesgos.
Es necesario tener en cuenta que el cuidado de la familia o allegados hacia el adulto mayor debe aumentar proporcionalmente en
la medida en que se incremente la edad, ya que en la totalidad de
los casos estudiados los adultos mayores se encontraban solos. Este
riesgo se ve potencializado cuando dicha persona se encuentra con
quebrantos de salud.
La gran frecuencia de muertes accidentales por caídas no sólo se asocian
a problemas físicos ó psicológicos, sino también sociales; el adulto mayor
cada vez más está aislado de su vida normal, por lo cual lo predispone
a sufrir cualquier accidente, y si no cuenta con una buena estimulación
y preparación para su vida adulta va a ir perdiendo con mayor facilidad
ciertas habilidades necesarias para desempeñarse competentemente
en su medio. La familia y la sociedad son un factor protector para el
adulto mayor, proporcionando las condiciones necesarias para vivir
una vejez feliz. En las localidades en las que se presenta el mayor índice
de muertes accidentales, cabría revisar si se cuentan con los recursos
necesarios para lograr ofrecer un lugar más seguro.
El adulto mayor
cada vez más está
aislado de su vida
normal, por lo cual
lo predispone a
sufrir cualquier
accidente, y si no
cuenta con una
buena estimulación
y preparación para
su vida adulta va
a ir perdiendo con
mayor facilidad
ciertas habilidades
necesarias para
desempeñarse
competentemente
en su medio. La
familia y la sociedad
son un factor
protector para
el adulto mayor,
proporcionando
las condiciones
necesarias para vivir
una vejez feliz.
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No existen espacios destinados para vivienda de adultos mayores, diseñados específicamente para su desenvolvimiento cotidiano en condiciones seguras. Que permitan un desplazamiento libre de obstáculos
y desniveles entre las superficies del piso. Este debe encontrarse a un
mismo nivel y ausente de escalones o en su defecto dotados de rampas
que permitan un óptimo desplazamiento; además, los pisos deben ser
antideslizantes y permanecer sin residuos de elementos que contribuyan a generar pérdida de equilibrio; igualmente áreas dotadas de
suficiente luz tanto artificial como natural.
297
Como lo menciona Tideiksaar (2004) hay obstáculos y características de
diseño del entorno asociadas a las caídas como son la altura inapropiada de la cama, ya sea por ser demasiado bajas o demasiado altas para
levantarse y acostarse sin riesgo, el sentarse o levantarse de sillas bajas,
inestables y sin brazos o de inodoros bajos sin un asidero; caminar por
zonas mal iluminadas y tropezar con objetos bajos o elementos usados
para cubrir el suelo, como una baldosa suelta o desnivelada.
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Por otra parte, es
necesario revisar
el diseño y otros
aspectos de las
vías públicas, pues
como lo plantea
Lampre (1977), en
la calle se pueden
factores facilitadores
de caídas, aceras
estrechas, con
desniveles y
obstáculos,
pavimento
defectuoso,
semáforos de breve
duración, bancos de
los jardines y plazas
de altura no idónea,
charcos, etc.
298
Una de las hipótesis propuestas consiste en la soledad durante amplios
periodos de tiempo, por lo cual realiza actividades que se convierten,
por su edad, en riesgo potencial para su salud y su vida; de la misma
manera, cuando se tiene alguna limitación física o mental, o requiere
cuidado especial y no se disponga de la atención requerida. Por otra
parte, el consumo de alcohol aumenta los comportamientos torpes y
limitados haciéndolo más vulnerable a tener lesiones accidentales; a
este factor se suman los espacios donde habita el adulto mayor, ambientes que no ofrecen las condiciones necesarias para su bienestar,
ambientes inadecuados que se convierten en obstáculos mortales para
su desplazamiento, o para subir y bajar escaleras (como en las casas
en que adornan las escaleras con materas u otros elementos). Tales
obstáculos pueden ser : la existencia de suelos irregulares, inadecuada
iluminación, ausencia de pasamanos en escaleras y baños, muebles situados a demasiada o baja altura, pisos resbaladizos, lavados o retretes
muy próximos o demasiado bajos, ausencia de asientos y barras en duchas, camas altas y estrechas, cables sueltos y objetos en el suelo, mesas
cambiantes, entre otros (Grupo de Trabajo de caídas de la sociedad de
Geriatría y Gerontología, 1997).
Por otra parte, es necesario revisar el diseño y otros aspectos de las vías
públicas, pues como lo plantea Lampre (1977), en la calle se pueden
factores facilitadores de caídas, aceras estrechas, con desniveles y obstáculos, pavimento defectuoso, semáforos de breve duración, bancos
de los jardines y plazas de altura no idónea, charcos, etc. Por último, en
los medios de transporte se encuentran escalones o escalerillas inadecuadas en autobuses, movimientos bruscos del vehículo, tiempos cortos
para entrar o salir del transporte y la falta de educación ciudadana para
dar preferencia al ingreso o salida del adulto mayor, de terminales o
de transporte público, obligando a realizar conductas defensivas. ¿Los
lugares, las casas, las calles están construidas para brindar beneficios a
las poblaciones más vulnerables?, ¿ó las comodidades son para unos
pocos? ¿será necesario construir ciudades para adultos mayores? ¿somos concientes que el envejecimiento de la población es un hecho
demográfico? ¿queremos negar conciente o inconcientemente la vejez
como una realidad que tarde o temprano llegará?. Según Papalia (1987)
la comunidad debe hacer una planeación social que permita que las personas mayores permanezcan en una sociedad más segura y cordial.
Recomendaciones
Son muchas las recomendaciones que podrían surgir de la presente
revisión, entre ellas la realizada por la doctora Tinetti, “las personas de
mas de 70 años deberían ser entrevistadas frente al riesgo de sufrir un
accidente (en especial una caída)”; en el caso de las personas sin historia
de accidentes se recomienda implementar un programa de ejercicios
para el refuerzo muscular y un entrenamiento en equilibrio; pero si la
persona ha presentado más de dos caídas (u otro tipo de accidente)
se deben evaluar los factores asociados. Esto permitirá identificar con
claridad el tipo de prevención a realizar (Iladiba, 2004).
Igualmente es importante recalcar sobre la promoción de hábitos saludables como alimentarse bien, realizar actividades físicas y acudir a
un control médico periódico. Se requiere preparar al adulto mayor para
asumir los cambios normales dados en el proceso de envejecimiento,
empleando diversas estrategias informativas y educativas. Así mismo
educar a ingenieros, arquitectos, diseñadores industriales y otros profesionales acerca de la necesidad del acondicionamiento de las viviendas y adecuación de las calles y lugares públicos para brindar mayor
bienestar al adulto mayor.
Se debe alertar a familiares y cuidadores sobre las condiciones ambientales de los hogares, lugar que como lo muestra el estudio, es
donde más ocurren las muertes accidentales, recomendando tomar
las precauciones necesarias para su bienestar como colocar barandas
en las escaleras, despejar escalones retirando materas u otros adornos
que interfieran con el paso de las personas, mantener la vivienda bien
iluminada, tener pisos nivelados sin defectos que puedan ocasionar
tropezones o caídas, no dejar cosas en el piso, mantener los baños
limpios, evitando superficies resbalosas, tener barandas, tanto para la
ducha como para el sanitario y en caso de tener tapetes que estos estén
Las personas de
mas de 70 años
deberían ser
entrevistadas
frente al riesgo
de sufrir un
accidente (en
especial una
caída).
Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses - DRIP
El acercamiento a esta realidad es una oportunidad para orientar las
acciones que permitan mejorar la calidad de vida de las personas. El
trabajo que se realiza desde el campo de la salud mental, y en desde
disciplinas como la Psicología y la Psiquiatría, se debe centrar, entre
otras, en capacitar a los mediadores de las redes socio–sanitarias de
la comunidad para desempeñar funciones de promoción de la salud
mental y de prevención de la enfermedad; analizar la problemática de las
personas con conductas de riesgo, elaborando estrategias encaminadas
a aumentar el contacto con ellas y valorando la adecuación de la oferta
real de tratamiento a dicha problemática; así mismo en incrementar el
nivel de conocimientos de las personas en situación de riesgo en la
comunidad sobre la enfermedad o sobre los factores de riesgo para la
salud; en fomentar y promover los hábitos saludables en la población
general y una mayor accesibilidad a los instrumentos preventivos y en
dar a conocer diversos recursos humanos y materiales para la prevención y promoción de la salud mental del adulto mayor (Colegio Oficial
de Psicología de España, 1998).
299
fijos y no sean resbalosos. Además, se deben tener más precauciones
cuando el adulto tenga alguna discapacidad que le impida desplazarse
con facilidad, por ejemplo la enfermedad de Parkinson o de Huntington o una lesión física que traiga consigo alteraciones psicomotrices
y requiera más cuidados.
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Es así como resulta
importante diseñar
y aplicar programas
para la preparación
de la vejez, a partir
de los cambios que
se dan, aprender a
conservar la fuerza y
recursos, y adaptarse
de la mejor forma
a los cambios
y pérdidas que
ocurren como parte
de la experiencia del
envejecimiento.
300
Es así como resulta importante diseñar y aplicar programas para la
preparación de la vejez, a partir de los cambios que se dan, aprender
a conservar la fuerza y recursos, y adaptarse de la mejor forma a los
cambios y pérdidas que ocurren como parte de la experiencia del envejecimiento. En caso de tener que dejar solos a los adultos mayores,
es preferible dejarles todo lo que necesiten a su alcance, de esta manera se evita que tengan que desplazarse, sobre todo en las noches, y
puedan sufrir accidentes; igualmente dejar luces prendidas en la casa
si es de noche, por si necesitan ponerse de pie, dejar el teléfono (preferiblemente inalámbrico) a su alcance para facilitar la comunicación si
se llega a presentar alguna emergencia. Un aspecto importante es que
el adulto mayor cuente con vínculos afectivos fuertes que le permitan
experimentar apoyo emocional, de lo contrario tenderá a retraerse y
aislarse de las actividades, lo que hará tirante las relaciones interpersonales generando una convivencia hostil, viéndose afectadas diferentes
áreas, entre ellas la afectiva, laboral y por ende económica, limitándose
así sus necesidades básicas.
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Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses - DRIP
Referencias bibliográficas
301
VIOLENCIA INTERPERSONAL Y
FACTORES DE RIESGO:
INSTRUMENTOS DE ANÁLISIS
GERMÁN DE LA HOZ
Sociólogo.
Especialista en Política Social.
División de Referencia de Información Pericial - DRIP
Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses - INML y CF
“… El estatuto del otro, a quien se busca respetar, considerar o
tolerar, como se dice ahora, no sería más que la nominación del
Otro como una identidad diferente a la mía convirtiéndose a
veces esta diferencia en un infeliz estigma … entonces, sería la
excepción del otro y no su diferencia... de esta manera se forma
la excepcionalidad, lo trascendente que es externo a mi. Si la
exterioridad se forja en la cohabitación y la acción de los sujetos,
la muerte, la destrucción y la paz, entre otros, son también
figuras de la alteridad …”
Emmanuel Levinas1, 1997
Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses - DRIP
Según el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, durante 2005 se presentaron 114.323 casos de violencia interpersonal distribuidos en clasificación etiológica según variables agrupadas de tiempo,
lugar, persona y circunstancia. En la segunda parte de este capítulo se
describen y analizan las cifras de las lesiones personales o de violencia
interpersonal, como también se conoce.
Uno de los aspectos que más llama la atención de las cifras, además de
indicarnos el comportamiento de un evento o fenómeno durante un
período de tiempo determinado2, es observar su capacidad predictiva.
Es decir, si con los datos estadísticos que contamos podemos predecir
el comportamiento futuro del fenómeno analizado. Todo parece indicar que sí, siempre y cuando, además de los datos, tengamos acceso a
información empírica y a un cuerpo teórico que soporte el análisis de
los mismos y contemos con instrumentos robustos que permitan medir,
entre otros, los factores asociados al comportamiento del evento.
1.
2.
302
El planteamiento Levinasiano, tiente un fuerte componente de análisis de la violencia por la palabra, la
verdad y la alteridad; en eso se encuentran con Derridá y la violencia, en cuanto a símbolos, significados
y mensajes.
Por ejemplo, la tasa nacional de violencia interpersonal en Colombia pasó de 112,109 en 2001 a 114,323
en 2005, siendo la más alta en años recientes.
Para ser más explícitos, el riesgo para que ocurran hechos violentos3
como el homicidio o las riñas, estará estrechamente asociado a los factores que los generan. Visto así, todos podemos ser víctimas de homicidio
o agresión en un momento dado, si nos exponemos a los riesgos que
pueden desencadenar el hecho violento. Es una relación directa. Entonces, si podemos predecir con cierto éxito el comportamiento futuro del
homicidio4, resulta probable que sus factores de riesgo también sean
predecibles en el tiempo.
De lo expuesto surgen algunos interrogant es:
¿Es posible predecir y prevenir hechos violentos como la violencia
interpersonal si conocemos los factores de riesgo que la producen?
¿Contamos con información suficiente y con instrumentos predictivos
adecuados para evaluar el riesgo de violencia entre las personas como
hecho individual y social? En el presente artículo se intenta responder a
estas preguntas y tiene como finalidad ulterior examinar dos instrumentos desarrollados para la predicción y evaluación del riesgo de violencia.
Estos son: la revisión meta analítica y el análisis actuarial. Finalmente, se
muestran algunos de los factores de riesgo identificados a partir de la
información estadística que producen los sistemas judicial y forense,
almacenada en las bases de datos de las instituciones5 que tienen como
misión apoyar técnica y científicamente a la justicia colombiana.
El tema planteado sugiere consideraciones conceptuales preliminares
sobre la violencia interpersonal y sus factores de riesgo desencadenantes,
las cuales presentamos para contextualizar al lector. Por último, en este
trabajo se parte de la siguiente premisa: la violencia, al igual que lo que
llamamos accidentes, en la mayoría de los casos se puede prevenir.
La violencia entre las personas es el resultado de factores culturales,
socioambientales, genéticos, psicobiológicos y hasta geoespaciales que
han sido estudiados debidamente desde diversas ciencias y disciplinas6.
Se manifiesta de múltiples maneras que van desde la agresión verbal,
simbólica y psicológica, hasta la física. Estas manifestaciones dejan profunda huella en quienes la padecen y los costos para la sociedad y sus
instituciones aún son objeto de cuantificación por parte de investigadores y estrategas de política pública.
Desde el punto de vista sociológico, la violencia interpersonal puede
verse como una disfunción social originada en la deficiencia de los
3.
4.
5.
6.
Que también se reconocen como fenómenos sociales, individuales o naturales.
Por ejemplo el número de homicidios que ocurrirán al finalizar el año 2006 y los meses en que el fenómeno se puede
disparar. Sobre esto ilustramos un ejemplo más adelante.
Fiscalía General de la Nación y cuerpos técnicos de Policía Judicial, Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses,
Policía Nacional entre otras.
Cuando estos factores actúan negativamente sobre una persona o población se denominan factores de riesgo.
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Violencia interpersonal y
factores de riesgo
303
mecanismos institucionales7 de regulación social de la conducta de
las personas, en cuanto manera de resolver los conflictos y diferencias,
pasando de simples tensiones hasta llegar a la agresión violenta. Culturalmente “la violencia es una manera de actuar, una conducta, una
opción desarrollada, aprendida y ejercida en las relaciones entre los
seres humanos y en las instituciones y organizaciones que ellos han ido
construyendo (Franco, S. 1999, citado por De la hoz, 2004).
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La violencia es una realidad social. La realidad, al igual que el espacio, se
construye socialmente. En este sentido es válido afirmar que el hombre
nace dentro de un contexto social objetivo que lo produce y reproduce
en cuanto adquiere la capacidad para conducirse dentro de éste (Berger y Luckman, 1984). Ahora bien, el poder explicativo de una teoría
social depende del grado de desarrollo que alcance en la elucidación
del vínculo entre la acción del individuo y el espacio social que le ha
sido dado (Bourdieu, P, 1994 -1997). Para el caso que nos ocupa, hemos
de determinar la acción del individuo como “acción violenta racional” y
el espacio social, como el campo en que se desarrollan los factores de
riesgo de la conducta violenta.
304
Por su parte, la teoría socio ambiental de modo complementario nos
ayuda a comprender la configuración de la conducta humana. Propone
que las relaciones entre las personas están mediadas por el ambiente
que las rodea. Su entorno: este puede ser segregado política, cultural,
social y económicamente En este sentido, la violencia es el producto
de la segregación socio espacial, entendido el espacio como una construcción social en donde el territorio, la historia individual y social determinan vínculos psicoafectivos y diversos tipos de relaciones sociales
y de producción. La segregación ha producido en muchas ciudades
condiciones de habitabilidad absolutamente distintas que comparten
un mismo territorio y que llevan el mismo nombre. Un ejemplo de esto
podemos verlo en la localidad de Usaquén8, en Bogotá, donde el mantenimiento de grandes cordones marginales, en los cuales la calidad
de vida está muy deteriorada, ha originado una presión psicológica y
social, que se transforma en resentimiento y desesperanza. Las personas segregadas, se sienten violentadas en sus derechos más básicos,
modificando sus patrones de relaciones interpersonales y consigo
mismas, cargándolas de violencia como respuesta al sin número de
agresiones que reciben de la sociedad (De la hoz, 2005).
Si a lo anterior agregamos los desarrollos en la investigación a partir de
los enfoques que plantean la predisposición genética de la violencia
como inherente a la naturaleza humana, podemos ir configurando el
resultado de la violencia interpersonal como un acumulado factorial.
7.
8.
Los sistemas de justicia y educativo por ejemplo.
Donde coexisten estratos 1 y 5 separados apenas por un límite fisiográfico: la carrera séptima. Quizá
sea esta la explicación del elevado número de atracos y homicidios en esta localidad de la ciudad. Ver
en: Estadística delictiva de la ciudad, delitos de mayor impacto social, de la Policía Metropolitana de
Bogotá.
Claro está que abunda la literatura que se opone a estas teorías fundamentadas en la crítica del racismo biológico. Es decir, no todo está en
los genes (Lewontin, Rose y Camin, 1996). Pero, muchas de ellas parten
del reconocimiento de una transformación en las funciones de agresión,
defensa y competencia heredadas desde nuestros más remotos inicios
como especie de la creación (De la hoz, 2004). Dicha transformación
está mediada por la cultura y lo que en otras especies es agresión, en
la humana se convierte en violencia. Es en este punto donde podemos plantear la discusión para posterior desarrollo sobre la evolución
cultural como análoga a la evolución biológica, amparada en la teoría
del Cooperón Cultural, identificada en los estudios de sociobiología de
Pierre Jassón (2002), entre otros investigadores.
De este breve recorrido sobre los factores que intervienen y explican
el desarrollo de la violencia entre las personas surge un problema tangencial al de fondo que nos interesa plantear: ¿los factores enunciados,
aislada o conjuntamente, pueden actuar de modo negativo como detonante de la violencia interpersonal?. A partir de esta pregunta intentamos una aproximación conceptual al enfoque de riesgo. ¿Pero cómo
se define el riesgo?
El enfoque de riesgo en salud se define como “un método que se emplea
para medir la necesidad de atención por parte de grupos específicos9.
Ayuda a determinar prioridades de salud y es también una herramienta
para definir las necesidades de reorganización de los servicios de salud.
Intenta mejorar la atención para todos, pero, prestando mayor atención
a aquellos que la requieran. Es un enfoque no igualitario, discrimina a
favor de quienes tienen mayor necesidad de atención” (OPS, 1.986). Pero,
existen otras aproximaciones al enfoque de riesgo.
Para Martínez y Mina (2005)10, un determinado riesgo puede afectar a
una persona o a su grupo familiar, caso en el cual se habla de riesgo
idiosincrásico. Existen otros riesgos que abarcan a grupos de hogares
o a comunidades enteras e incluso a regiones o a toda una nación. Estos últimos riesgos son los conocidos como covariantes11. En nuestro
caso, la violencia intrafamiliar o la delincuencia constituyen un riesgo
idiosincrásico, mientras que los actos de terrorismo y la delincuencia
9.
Aunque en el texto citado no se refiere en particular a grupo alguno, se colige que se refiere a grupos
vulnerables y/o amenazados por algún tipo de fenómeno.
10. La cita es tomada textualmente del documento en revisión que hace parte del estudio en curso sobre
factores que intervienen sobre las tasas de homicidio y suicidio en Colombia realizado por la División
de Referencia de Información Pericial, DRIP y El Grupo de Desarrollo Humano para Colombia.
11. Banco Mundial, Informe sobre el Desarrollo Mundial 2000/2001, página 136. En: Martínez y Mina (2005).
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El riesgo se define como la relación directa entre amenaza y vulnerabilidad. Está determinado por factores ambientales, conductuales y
biológicos, los cuales hemos considerado en la sección anterior y que
resultan altamente compatibles con los instrumentos que más adelante
presentaremos.
305
común organizada (actividades de sicarios) y las muertes que de ellos
se derivan, son ejemplos de riesgos covariantes que afectan el curso de
vida de poblaciones enteras.
Los factores de riesgo relacionados con la violencia intrafamiliar, por
ejemplo12, son un círculo vicioso que redunda en la presencia de otras
formas de violencia. Según el Informe Mundial Sobre la Violencia y la
Salud, la presencia de maltrato conyugal está asociado al maltrato infantil, a la pobreza, y a una baja cohesión o inversión social, que puede
inducir a la delincuencia13 como lo menciona (Runyan DK, et al 1998,
citado por Martínez y Mina 2005. Op.cit).
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Como riesgo idiosincrásico, el estudio de la violencia intrafamiliar en el
contexto de las relaciones interpersonales cobra mayor interés. La violencia que se pone en marcha en este tipo de interacciones ha dado origen
a múltiples lecturas, interpretaciones y valoraciones. Una revisión a estas
explicaciones puede aclararnos aún más la relación entre la violencia y
sus factores de riesgo. Para este propósito, Blanch, 2001 citado por Cantera, L. 2002, presenta una síntesis de los modelos teóricos de análisis de
la violencia interpersonal, la cual incluimos en el cuadro siguiente.
12. El paréntesis es del autor de este artículo.
13. (Ibid. 12).
306
Como se observa, son múltiples los enfoques que sobre el tema del
riesgo de violencia y sus factores desencadenantes se han realizado. El
número creciente de variables14 que a partir de estos modelos emergen
para su análisis comienzan a sugerirnos la necesidad de instrumentos
para su clasificación y medición. Pero evaluar los factores de riesgo
asociados a la violencia entre las personas para predecir su comportamiento futuro y aplicar políticas preventivas para su disminución, es
materia sobre la que poco hemos explorado. De igual manera, poco
conocemos de los instrumentos que se utilizan en estas evaluaciones
de riesgo de violencia. En la siguiente sección presentamos algunos
desarrollos sobre el tema.
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“En lo relativo con la investigación básica, la predicción del riesgo de
violencia y delincuencia, se vincula muy de cerca con estudios longitudinales sobre carreras criminales. En este contexto se han desarrollado
los conceptos de factores de riesgo y de protección (en cuanto que
favorecen o amortiguan la implicación de un sujeto en actividades
delictivas) y los de los factores estáticos y dinámicos (en la medida
que son elementos invariables o modificables). Así mismo, las carreras
criminales se han descrito como una evolución de los sujetos a lo largo
de períodos diferenciados en los que podrían influir múltiples factores”
(Farrington y Coid, 2003, citado por Illescas y Garrido, 2006).
14. Las cuales podemos identificar como factores de riesgo potencial tanto en los elementos activadores
como en las circunstancias facilitadoras del cuadro síntesis de los modelos explicativos de violencia
interpersonal de Blanch, citado líneas arriba.
307
1. Avances y desarrollos en
la evaluación del riesgo de violencia
El progreso en la evaluación de riesgo de violencia ha sido motivado,
en parte, por la política social en Canadá y los Estados Unidos que cada
vez más han hecho énfasis en la seguridad de la comunidad como el
objetivo fundamental de sus políticas de intervención por parte de las
autoridades de justicia sobre los delincuentes. El éxito inicial de la evaluación de riesgos empíricamente sustentada fue usado para justificar
la legislación que incluyó decisiones basadas en el riesgo potencial de
los criminales para reincidir después de la sentencia. Por ejemplo, designaciones de delincuente peligroso en Canadá; la detención post sentencia
de delincuentes sexuales de riesgo elevado en los Estados Unidos que,
a su turno, han animado con mayor interés la investigación sobre la
evaluación de riesgos (Hanson, 2005).
Evaluar los factores de riesgo desencadenantes de la violencia, así como
los costos15 que esta genera, resulta muy útil en cualquier sociedad. Desde este punto de vista, el estudio de los factores de riesgo de violencia
puede ser enfocado hacia diferentes contextos. Por ejemplo: cuando
los jueces toman decisiones para judicializar a un agresor; cuando las
familias demandan protección para sus hijos; para diseñar estrategias
en la resolución de conflictos.
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Según Mills (2005), el análisis del riesgo de violencia es objeto de muchos intentos de prevención planificada en el plano poblacional, como
es el caso de la educación para la resolución de conflictos de manera
no violenta o en la prevención de la violencia asociada al consumo de
sustancias ilícitas. El interés que socialmente suscita este tema se pone
de manifiesto en la creciente sentencia de leyes para prevenir todo
tipo de conducta violenta, ya sea entre familiares, o que esta provoque
lesiones u homicidios, delitos sexuales o agresión laboral, o que las acciones violentas sean dolosas o culposas.
La aplicación concreta de la evaluación de riesgos de violencia, en el
campo de la justicia, ha sido comúnmente requerida a los profesionales
de disciplinas tales como sociología, criminología, derecho, antropología,
psicología y psiquiatría. Los profesionales en estas áreas han realizado
aportes y autocríticas en múltiples circunstancias vinculadas al sistema
judicial y al conjunto de las instituciones de la sociedad, por ejemplo: en
lo relacionado con la internación voluntaria y hospitalización de agresores inimputables por enfermedad mental; en las instancias judiciales
donde se discuten alternativas a las penas; en la liberación condicional
de los agresores que cumplen penas con privación de la libertad; o en
la detección de la violencia intrafamiliar, escolar o institucional.
15. Según la OMS, 2004, en un estudio de países centroamericanos y sudamericanos el costo de los gastos
relacionados con la violencia, expresados como porcentaje del PIB fue de 1.9% en Brasil, de 4.3% en
Colombia y Salvador, de 1.3% en México, de 1.5 en Perú y de .3% en Venezuela.
308
El análisis de la violencia interpersonal requiere previamente del estudio
de la conducta violenta en los agresores. Hasta hace unas décadas, el
método clínico fue privilegiado en los estudios sobre la naturaleza de
este tipo de conductas. Pero, en su capacidad de predicción y reincidencia de hechos violentos por parte de los agresores evidenció algunos
problemas. El método clínico tiene como punto débil, la sobrevaloración de la experiencia del analista en cuanto a la estructuración del
carácter de una persona a partir de fragmentos de información sobre
la conducta agresiva de ésta, lo cual nos lleva a pensar en errores de
juicio humano que aún no han sido superados (Mills 2005; Andrews y
Bonta 1994: 2005).
Para superar estos problemas, la investigación teórico/empírica fue modelando evaluaciones de conducta no estructuradas basadas en un
enfoque amplio, integrador de la historia vital del individuo, con la pretensión de hacer confluir perspectivas fenomenológicas, existenciales
y criminológicas. Son estas evaluaciones, la génesis de los instrumentos
que se presentan en la siguiente sección.
Instrumentos de análisis para
la predicción del riesgo de violencia
Según Glass 1976, citado por Sánchez 2006, el concepto de metaanálisis deriva del análisis estadístico de una amplia gama de resultados
que provienen de múltiples investigaciones con el propósito de integrar hallazgos. Esencialmente, es una síntesis de la literatura científica
disponible sobre un tema. De esta manera, se obtiene la información
específica sobre los aspectos asociados al objeto de estudio. Entre sus
principales objetivos podemos encontrar los siguientes:
- Valorar la consistencia entre diferentes estudios que analizan las
mismas variables.
- Obtener un indicador de la relación entre variables
- Identificar los posibles subgrupos que son particularmente sensibles
al factor de riesgo que se estudia.
- Valorar la calidad metodológica utilizada en cada una de las investigaciones para proponer esquemas metodológicos a futuro y determinar la validez de un estudio.
En el campo del crimen y la violencia, los metaanálisis han contestado
preguntas importantes acerca de la eficacia de tratamiento correccional,
la predicción de reincidencia entre criminales y delincuentes sexuales.
Siempre que estos pequeños estudios estén disponibles, los meta aná-
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Una de las formas que más útil resultó para el análisis de factores de
riesgo de conducta violenta, es la Revisión Meta Analítica (RMA) son: resúmenes cuantitativos, conclusiones acumulativas de pequeños estudios
de caso potencialmente descriptivos que proporcionan respuestas
importantes a preguntas acerca de la evaluación eficaz y el tratamiento
de un fenómeno.
309
lisis pueden ser el punto de partida para investigadores y estrategas
de política pública que desean explorar sobre las conclusiones empíricas en ámbitos particulares. Cuando los investigadores no tienen el
acceso a un meta análisis de investigación antecedente, ellos deberían
procurar una revisión de este tipo antes de iniciar un nuevo estudio
(Hanson, 2005).
El metaanálisis ha resultado ser muy eficaz en la evaluación del riesgo de
violencia por cuanto, a partir de hallazgos repetidos sistemáticamente
en muchos estudios sobre conductas violentas, se puede predecir con
cierta precisión que: con los mismos factores asociados y en condiciones
semejantes, el hecho violento se podría repetir en un tiempo futuro
determinado.
No obstante, la naturaleza estática o histórica de los factores de riesgo
conocidos, asociados con la mayor parte de los estudios meta analíticos,
representaron una limitante en cuanto requerían conocer al menos algunos de los factores de riesgo dinámicos/cambiantes para hacer más
consistentes los análisis predictivos. Estos últimos fueron identificados
a partir de trabajo empírico relacionado con la literatura acumulada16
sobre la base de muestras poblacionales, cuyos resultados factoriales
fueron almacenados en bases de datos.
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Otro instrumento de gran consistencia para la predicción del riesgo de
violencia es el análisis actuarial. Es un método estadístico que permite la
estimación en el tiempo de supervivencia de las personas y es muy útil
para determinar la expectativa de vida de éstas cuando se tiene información empírica sobre los factores de riesgo estáticos y dinámicos que
afectan los contextos conductuales, ambientales y biológicos. Se relaciona estrechamente con indicadores de mortalidad o tablas de vida.
El desarrollo de instrumentos actuariales permitió medir tanto factores
de riesgo histórico/estáticos como los cambiantes/dinámicos. Los factores de riesgo estáticos y cambiantes pueden ser analizados en bases
de datos actualizables y su estudio propone que el nivel de cambio en
los factores dinámicos o cambiantes, necesariamente representan un
cambio significativo en los riesgos totales, mostrando así una función
interactiva medible (Mills, 2005 y Hanson, 2005).
En años recientes, se ha experimentado con este instrumento de análisis para predicciones del riesgo de violencia. Según Pueyo y Redondo
(2001), los procedimientos existentes en la actualidad para la estimación
del riesgo de comportamientos violentos, se pueden clasificar en dos
grandes grupos que a su vez se dividen en diferentes subgrupos. Ellos
son: 1. Procedimientos basados en el juicio profesional, sobre los cuales
16. En suma, la revisión de esta literatura acumulada es la base del metaanálisis.
310
ya nos hemos pronunciado líneas arriba y 2. Las decisiones de base
actuarial que se fundamentan en la aplicación de escalas de riesgo17.
En este sentido, dos importantes logros se obtuvieron con la experimentación del análisis actuarial en los últimos años. Los dos tienen que ver
con el diseño de instrumentos que permitieron el acercamiento con
mayor exactitud a la medición de los riesgos de violencia. El primero,
se refiere a la Lista de Comprobación Psicopatológica de Riesgo PCL-R
(Hare 1991, 2003), ésta proporcionó a los profesionales en disciplinas
afines, un acercamiento estructurado a la estimación del riesgo de la
violencia, a la vez que ofreció mayor consistencia a quienes tomaban
decisiones para la justicia, quienes exigían cada vez instrumentos más
precisos para su desempeño. El segundo, fue la Guía de Apreciación del
Riesgo de Violencia, VRAG, fue desarrollada a partir de un acercamiento
puramente empírico entre los mejores diseños de predicción de conductas violentas. (Webster, c. d., Douglas, k. s., Eaves, d., & Hart, s. d. 1997)
Una aplicación práctica de este tipo de pruebas estadísticas predictivas
se pudo realizar en Argentina y Estados Unidos. En Argentina, entre una
muestra de población judicializada18, fue posible calcular el porcentaje
de reincidencia delictiva para Buenos Aires. Éste se estimó en 34 % con
nueva judicialización a los 10 años de seguimiento.
Una buena síntesis de los instrumentos adaptados para los modelos
expuestos, puede apreciarse en la HCR -20, diseñada19 en la Argentina,
que toma como base la aplicación estadística del modelo actuarial. La
HCR-20 se vale de factores respaldados empíricamente sobre observaciones temporales Históricas, Clínicas y de Riesgo ambiental. El cuadro
siguiente ilustra los factores y variables simplificados del modelo.
17. Existen al menos 15 escalas (test) o métodos para predecir riesgos de conducta violenta.
18. No fue posible identificar la magnitud de la muestra, pero como porcentaje explica y así puede entenderse
que es relativamente alto.
19. Como adaptación a las condiciones específicas de ese país.
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En los Estados Unidos se tuvo una estimación más precisa de la relación
entre el abuso de sustancias, trastorno mental y violencia a través del
estudio de una muestra representativa de la comunidad de más de
10.000 personas, y se detectó que el abuso de sustancias era el predictor
más fuerte de violencia en la comunidad que ser joven, tener antecedentes de arrestos, ser hombre, la condición socioeconómica baja y el
diagnóstico de un trastorno mental mayor eran también factores de
riesgo de violencia. Para el abuso de sustancias se controlaron variables
demográficas, hospitalizaciones previas y arrestos.
311
La HCR – 20 es, además, un instrumento genérico integrador de factores
histórico conductuales y socio ambientales que busca medir el riesgo
de violencia y delincuencia, consta de 20 variables que ponderan los
factores de riesgo relativos a la conducta futura de los sujetos.
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Para concluir esta sección vale la pena destacar que, en las sociedades modernas, la estimación de los riesgos implícitos en los diferentes
ámbitos de las actividades sociales, ha adquirido un interés especial.
Los estudios criminológicos y socio jurídicos, no han escapado a esta
necesidad requiriendo cada vez más de instrumentos consistentes que
aporten a la sociedad y a sus instituciones, elementos de prueba tanto en la predicción como en la prevención del riesgo de violencia en
contextos diversos.
312
Muchos de los aportes sobre la predicción del riesgo de violencia interpersonal en los últimos años, provienen de los modelos de análisis
actuarial y metaanalíticos. De esta manera, se busca suministrar una
probabilidad más precisa o estimación probabilística que, por lo menos,
contemple rangos de reincidencia violenta en poblaciones específicas.
Ofrece además, una gran posibilidad de obtener información sobre el
nivel de riesgo alto, medio o bajo, por ejemplo, o dicho de otra manera, de lograr una primera clasificación en función de estudios previos
empíricos apoyados en trabajo de campo sobre poblaciones similares.
La revisión de los aportes de modelos como éste, para analizar la violencia interpersonal en Colombia, debería dejar en claro que la ciencia
se aproxima al conocimiento desde múltiples enfoques y estrategias
con sus definiciones operativas y condicionamientos.
2. La información forense y judicial
en el análisis de factores de riesgo
La información que proporciona los sistemas forense y judicial permite
identificar factores de riesgo estáticos y dinámicos asociados a hechos
violentos como el homicidio o las riñas entre otros. De hecho, predecir
el comportamiento del homicidio durante un período de tiempo a
partir de series históricas es totalmente posible.
Algo muy parecido a este ejercicio nos propone el análisis actuarial,
sólo que agregando a las series temporales variables de: persona, circunstancia y lugar, que en esencia identifican y contienen los factores
de riesgo. Adicionalmente, los protocolos de necropsia, así como los
dictámenes médico legales que produce el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, los autos procesales que administra
el sistema judicial, la información empírica que produce la Policía Nacional sobre delitos de mayor impacto, además de la que producen
otras instituciones adscritas o conexas a la justicia y la seguridad, es
toda ésta información actuarial almacenada en las bases de datos de
las respectivas instituciones y a la cual podemos acceder para tomar
de ellas todo su potencial predictivo.
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En la siguiente figura se presenta, a modo de ejemplo, la predicción
del comportamiento del homicidio para el año 2006 con los datos
obtenidos por la Policía Nacional Metropolitana de Bogotá MEBOG de
años anteriores y de lo que va de corrido de este año.
En el mismo sentido, la conducta violenta de los agresores en relación
con los factores que la determinan; el incremento de las venganzas, las ri313
ñas y el ajuste de cuentas; transitar por lugares mal iluminados a una hora
específica o reunirse en la calle, en bares o cantinas en días específicos
y, en un mes determinado20, el consumo de alcohol y drogas irrestrictamente, ser joven hombre21 y tener ingresos en sectores segregados socio
espacialmente, son todos estos factores de riesgo medibles estadística y
empíricamente; algunos de ellos registrados históricamente en nuestras
bases de datos a partir de la práctica forense y judicial.
La realización de estudios sobre conductas criminales y antecedentes
de personas identificadas por la comunidad como peligrosas, o que han
sido sentenciadas por delitos contra la vida o integridad de las personas,
puede ser una forma de orientar estrategias para disminuir los factores
de riesgo. Claro que para eso se necesita utilizar toda la capacidad analítica que nos proporciona la información cuantitativa y cualitativa de
las instituciones que la producen.
Por las razones expuestas, considero que una revisión a las bases de datos,
acompañada de trabajo empírico con etnografía de campo, por ejemplo,
puede orientar nuevas hipótesis de trabajo que permitan predecir y prevenir el comportamiento de los factores de riesgo de violencia, utilizando
instrumentos como el metaanálisis o el actuarial.
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Con las fuentes de información que disponen las bases de datos de
instituciones de la Justicia como el Instituto Nacional de Medicina Legal,
la Fiscalía General de la Nación, la Policía Nacional, El DAS o el INPEC,
se podría intentar un acercamiento a los problemas de violencia y a la
prevención de sus factores de riesgo desde instrumentos actuariales y
metaanalíticos. La pregunta que emerge necesariamente entonces es:
¿se está utilizando todo el potencial que de información disponemos
para llegar al fondo de las causas de la violencia y superarlas? ¡Ese es el
desafío que nos ocupa en los próximos años!
20. Los meses de vacaciones para los estudiantes, por ejemplo.
21. En menor grado ser mujer
314
Referencias bibliográficas
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315
Darío Fernando Ramírez Segura
Darío Fernando Ramírez explora conceptos con gusto a disertación y pone en
evidencia su ímpetu de artista mediante el uso de los instrumentos cardinales de
la pintura. La definición espacial, contrapuesta al poder de la línea pero con una
función clara, el soporte del dibujo, la pincelada y el color, o su ausencia intencional, están al servicio de una indagación sobre las tenciones de una colectividad.
La tirantez de lo urbano es expresada, no obstante, a través de un lenguaje
propio: el artífice se plantea la necesidad de transmitir una rigidez palpable en
el ambiente sin artimañas diferentes de las que posee gracias a su oficio. El espectador se enfrenta entonces a un mensaje explícito y sin ambigüedades; a una
atmósfera que a pesar de su carácter simbólico es suya y que al mismo tiempo
siente lejana por el efecto de un hábil extrañamiento gráfico. Pero además, en
la obra de Ramírez, se descubre una alegoría: a través de una formulación que
se enlaza con el constructivismo, los cables que no llevan a ninguna parte, cuya
severidad pareciera no tener origen ni destino, son el sinónimo de unos humores
que transitan sobre las asperezas de una sociedad dominada por la grisalla, lo cual
acarrea la esterilidad. El espectador circula por evocaciones e impresiones que se
relacionan con lo contemporáneo. Si uno de los fines del arte es el de producir la
reflexión, en la obra que presentamos dicha deliberación es inevitable: las tramas,
la luz, los negros, la definición y las sombras plantean un dialogo cuyo contenido
trasciende la simple emoción de una mirada. El debate entre la abstracción y la
fuerza de la figura es el protagonista de una obra que se involucra, desde un
ángulo poco usual, con lo cotidiano.
FERNANDO TOLEDO
ESTUDIOS
EXPOSICIONES COLECTIVAS
2004
Magíster en Educación, Universidad Pedagógica Nacional de Colombia.
Bogotá.
2006
Proyecto Multiplicación. Galería Santa fe. Planetario Distrital. Bogotá
40 salón nacional de artistas. Galería Santa fe. Planetario Distrital. Bogotá.
Arte en canvas. Galería Alonso Garcés. Bogotá
XI Salón regional de artistas. Regional centro. Salón de eventos. Cájica.
Artistas Axe Click 2006.
2003
Especialista en pedagogía del desarrollo del aprendizaje autónomo. Unad.
Bogota.
1998
Especialista en educación en Artes y Folklore. Universidad El Bosque.
Bogotá.
1994
Maestro en Bellas Artes, Especialización en Pintura. Universidad Nacional
de Colombia. Bogotá.
ESTUDIOS CURSOS Y SEMINARIOS
1999
Curso de investigación para curaduría. Biblioteca Luis Ángel Arango.
Ministerio de Cultura.
1996
Formas y Cuerpos en Pintura. Biblioteca Luis Ángel Arango. Bogotá.
Seminario de Arte Contemporáneo. Biblioteca Luis Ángel Arango.
1995
Curso de Actualización Docente en Artes Plásticas. Ministerio de Educación Nacional, Universidad Nacional de Colombia.
1993
Seminario Arte y Universidad. Facultad de Artes. Universidad Nacional de
Colombia.
Curso de Extensión:“Las Pasiones escondidas de lo Bello”
Director: Peré Salabert Soler. Universidad Nacional de Colombia.
EXPOSICIONES INDIVIDUALES
2005
Sellos de agua. Galería Casas Riegner. Bogotá.
2004
Territorios extendidos. Centro Cultural Universidad de Salamanca. Bogotá.
1999
Bajo el rostro de la Gorgona. Fundación Gilberto Alzate Avendaño. Bogotá.
1997
Ficciones Urbanas. Fundación Gilberto Alzate Avendaño. Bogotá.
1996
Boutique Verde. Centro Colombo Americano. Bogotá.
2005
XI Salón regional de artistas. Región Boyacá.
Art suit 104.Intervenciones en el espacio. Hotel arte.
DACR. Museo de Arte Universidad Nacional. Bogotá.
2004
Cuestión de corazón. Galería el Museo. Bogotá.
XII Concurso nacional de pintura BBVA. Biblioteca Luis Ángel Arango.
Bogotá.
39 Salón Nacional de Artistas. Museo de Arte Moderno de Bogotá.
Revista a*terisco nº 6. Galería Santa Fe, Planetario Distrital. Instituto Distrital
de cultura y turismo, Bogotá.
Diseño & Arte. Proyecta Diseño. Bogotá.
2003
X salón regional de artistas. Centro Cultural del Oriente. Bucaramanga,
Santander.
Primer Salón de Arte visual de Kennedy. Arte al paso. Bogotá.
XI Concurso Nacional de Pintura. Banco Ganadero. Bogotá, Colombia.
2002
La poética del espacio. Galería sala de Espera. Bogotá, Colombia.
Incitaciones creativas de la figura humana. Instituto de Cultura Brasil- Colombia. Bogotá.
Espera Divina. Galería Sala de Espera. Bogotá. Colombia.
La dimensión del dibujo. Galería Sala de Espera. Bogotá. Colombia.
Portátil. Museo Universidad Nacional de Colombia. Bogotá. Colombia.
Conexión. 1° Encuentro Andino de Jóvenes Pintores. Casa de la Cultura
Ecuatoriana. Quito. Ecuador.
La Nouvelle peinture Colombienne .Paris. Muestra itinerante. Sala de
pasos perdidos de la UNESCO, Paris, Francia; Salones de la galería ETAJ ¾
del Teatro Nacional de Bucarest, Rumania; Museo de Arte de Constanza,
Rumania; Centro Cultural de la Alcaldía de Atenas, Grecia; Museo de Arte de
Szombathély, Hungría.
2001
Encuentro de jóvenes artistas Iberoamericanos. Caracas,Venezuela.
Convenio Andrés Bello-Programa Nexo. IV Bienal de Venecia, Barrio Venecia,
Bogotá.
5ª Edición proyecto revista A*terisco. Bogotá.
La nueva pintura colombiana. Ministerio de Relaciones Exteriores,
Cancillería de la República. Bogotá.
Salón Nacional De Artistas Antioqueños. Universidad de Antioquia.
Medellín.
2000
Bienal de Gráfica. Museo Universidad de Antioquia. Medellín.
V Bienal Cerventina de Artes. Galería Carrión Vivar. Bogotá.
Imagen regional 3. Banco de la República. Santa fe de Bogotá.
Tránsito. Museo de Arte. Universidad Nacional de Colombia. Bogotá.
1999
Primero premios Salones Nacionales 1940 – 1998. Museo de Arte moderno
de Bogotá.
Salón Germán Ferrer Barrera. Fundación Gilberto Alzate Avendaño. Bogotá
VII concurso nacional de pintura. Banco ganadero. Bogotá.
Barrio Bienal. Exposición colectiva en espacios no convencionales. Instituto
Distrital de Cultura y Turismo. Bogotá.
Frente en Blanco. Corferías. Ministerio de Cultura y Viceministerio de la
Juventud. Bogotá.
Egresados recientes 3. Museo de Arte Universidad de Antioquia. Medellín.
1998
Emergencia. Museo de Arte, Universidad Nacional de Colombia. Bogotá.
Egresados Recientes 3. Museo de Arte, Universidad Nacional de Colombia.
Bogotá.
Extensiones – XXXVII Salón Nacional de Artistas. Corferías. Bogotá.
1997
Premio La Joven Estampa 1997. Casa de las Américas. La Habana, Cuba.
IV Bienal Internacional de grabado de Györ, Hungría.
Salón de Agosto. Fundación Gilberto Alzate Avendaño. Bogotá.
III Salón de Artes Plásticas. Instituto de Cultura de Pereira.
Salón del Juguete. Fundación Gilberto Alzate Avendaño. Bogotá.
1996
De Afectos y Desafíos. Museo de Artes. Universidad Nacional de Colombia.
Bogotá.
Segunda muestra Latinoamericana Mini Print. Rosario, Centro Cultural Parque
España. Museo de Bellas Artes Rosa Galisteo de Rodríguez. Santa Fe. Argentina.
1995
Arte para Bogotá. Galería Santa Fe, Planetario Distrital. Bogotá.
Arte y Función. Museo de Arte Moderno de Bucaramanga.
Primera Bienal de Venecia. Barrio Venecia. Bogotá.
1994
VII Salón Internacional Nominados al Premio Alzate Avendaño. Bogotá.
XXXV Salón Nacional de Artistas. Corferías, Colcultura. Bogotá.
Mejores trabajos de Grado. Biblioteca Germán Arciniegas. Universidad
Nacional. Manizales.
Mejores trabajos de Grado. Auditorio León de Greiff, Universidad Nacional de
Colombia. Bogotá.
1993
VI Salón Regional de Artistas. Corferías, Colcultura. Bogotá.
XX Salón Francisco Antonio Cano. Museo de Arte, Universidad Nacional de
Colombia. Bogotá.
Procesos de Creación, Auditorio León de Greiff. Universidad Nacional.
Primer Concurso Nacional de Pintura. Banco Ganadero. Bogotá.
1992
VI Encuentro Internacional de Arte “Nuestra América. Universidad Autónoma de México. México DF.
Entre Cruces. Universidad Nacional de Colombia. Bogotá.
Primer salón formato Tarjeta Postal. Universidad de Antioquia. Medellín.
XIX Salón Francisco Antonio Cano. Museo de Arte, Universidad Nacional de
Colombia.
1991
Primer Salón Panamericano de Arte. Centro Cultural Andrómeda. Sena
Bogotá.
XVI Salón Francisco Antonio Cano. Museo de Arte, Universidad Nacional de
Colombia, Bogotá.
DISTINCIONES
2006
PREMIO.“Becas y Premios Artes Plásticas y Visuales 2006- proyecto multiplicación”.Instituto Distrital de Cultura y turismo.
2003
MENCION. X Salón Regional de Artistas. Zona centro-oriente. Centro Cultural
del Oriente. Bucaramanga, Santander.
PRIMER PREMIO. Primer Salón de arte Visual Kennedy. Arte al Paso. Bogota.
2001
Invitado encuentro de artistas latinoamericanos. Programa nexo. Convenio
Andrés Bello, Caracas –Venezuela.
2000
SEGUNDO PREMIO. Bienal Cerventina Liceo Cervantes. Bogotá.
1999
PRIMER PREMIO. Salón Germán Ferrer Barrera. Fundación Gilberto Alzate
Avendaño.
PREMIO. Bajo el rostro de la Gorgona. Fundación Gilberto Alzate Avendaño.
Bogotá.
1998
Preseleccionado al premio Jhonny Walker en las artes. 1998 – 1999.
Bogotá.
1997
MENCIÓN, Salón de Agosto. Fundación Gilberto Alzate Avendaño. Bogotá.
1994
MENCION. Programa Excelencia Académica estudiantil. Área Investigación
sobre Producción Simbólica y cultural. Universidad Nacional de Colombia.
Bogotá.
1991
MENCION ESPECIAL. Primer Salón Panamericano de Arte. Sena. Bogotá.
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