Órgano oficial de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica. SEPAR. Volumen 19, Número 6, Noviembre-Diciembre 1983 índice de sumario Tuberculosis pulmonar Introducción. G. Bentabol Moreno. 225 Historia de la tuberculosis. J. Zapatero Domínguez. 226 Bacteriología de la tuberculosis. M. Casal Román. 229 Primoinfección tuberculosa. Patogenia y clínica. G. Bentabol Moreno. 238 Manifestaciones radiológicas de la tuberculosis pulmonar. F. Serrano e I. Moreno. 248 Tuberculosis inicial. Características de la enfermedad y de los enfermos. R. Rey Duran. 255 Tuberculosis pulmonar. Retratamiento. A. Espinar Martín, J.M. a Pina Gutiérrez y P. Miret Cuadras 258 Futuro de la tuberculosis. P. Miret Cuadras, J.M. a Pina Gutiérrez y A. Espinar Martín. 269 Incidencia de la enfermedad tuberculosa en un hospital general. S. Rodríguez Ramos, T. Pascual Pascual y J. Martínez González del Rio. 274 información varia 279 INTRODUCCIÓN G. BENTABOL MORENO* La tuberculosis sigue siendo, en casi todos los países, la enfermedad infecto-contagiosa más importante y de mayor repercusión económico-social, y como dice Annik Rouillon, representa para nuestro mundo actual: un escándalo, una paradoja y un dilema. Un escándalo, porque se tolera una situación en la que millones de personas mueren y sufren la enfermedad de un modo injusto. Una paradoja, puesto que disponemos de los medios eficaces para prevenir, diagnosticar y curar la enfermedad. Un dilema, ya que se deben fijar prioridades y la elección es muy difícil, por la serie de obstáculos que se presentan (dificultades económicas, organizativas, políticas, etc.). Y todo esto, pese al continuado descenso que la enfermedad va experimentando en todos los países, tanto por su llamada «tasa de autoextinción» cifrada en un 4-5 % anual, como por las diferentes medidas de lucha antituberculosa que se tengan puestas en práctica en cada uno de ellos, y que pueden elevar dicho porcentaje hasta un 15 o 20 %, según la efectividad de las mismas. Recibido el día 8 de septiembre de 1983. * Presidente de la Sección de Tisiologia de SEPAR. 11 Este progresivo descenso de la enfermedad, y por tanto del número de enfermos bacilíferos capaces de contagiar, hace que el contingente de sujetos infectados por ellos vaya siendo cada vez menor, sobre todo entre las primeras edades de la vida, lo cual origina un retraso en la aparición de la primoinfección y por tanto de los casos de tuberculosis primarias, que son ahora más frecuentes entre los adolescentes y adultos jóvenes (14 a 20 años). Esta acumulación de casos de enfermedad en estas edades, es uno de los motivos de que ahora se esté hablando en España de un aumento de la tuberculosis, pues estos enfermos acuden hoy a médicos que hace unos años no los veían, ya que al afectarse entonces sobre todo los niños pequeños, eran sólo los pediatras los que los atendían; y además, las formas lesiónales que se presentan en estas edades, suelen ser de evolución rápida, formas extensas y caviladas, que las hacen aún más llamativas para esos médicos, dando lugar a esa desorientación estimativa en la práctica diaria. De ahí, la conveniencia de hacer una revisión de conceptos epidemiológicos, bacteriológicos, radiológicos y terapéuticos, que nos aclar.en posibles dudas, corrijan errores y en una palabra, pongan al día el problema de la tuberculosis pulmonar en España. 225 HISTORIA DE LA TUBERCULOSIS J. ZAPATERO DOMÍNGUEZ* Universidad Complutense de Madrid. Me inicio, puede decirse, en la especialidad fisiológica en el año 1933, con ocasión de ser nombrado médico del antiguo Sanatorio Antituberculoso de Tablada, sito en la sierra de Guadarrama, en clima de altura. Por aquel entonces, el tratamiento dominante era la calciterapia y se empezaba con el oro. Estaba en auge pleno la colapsoterapia médica y quirúrgica. Durante largo tiempo, durante muchos años, he tenido pues ocasión de poder estudiar la evolución de la plaga tuberculosa en «estado salvaje», sin poder oponerla un medio eficaz terapéutico. En esto, como en otras muchas cosas, existe una gran diferencia entre lo vivo y lo pintado. En aquellos años mozos, nunca creí que se pudiese descubrir un remedio eficaz contra la enfermedad. Cuando fui nombrado jefe del Servicio de Tisiología del Hospital Provincial de Madrid, tuve todavía ocasión de ver algo pavoroso, como fue el asistir al fallecimiento de cinco tísicos en la misma cama en el transcurso de veinticuatro horas. Con alguna frecuencia la causa inmediata del exitus, era una hemoptisis masiva, que mi antecesor, el profesor Codina Casteivi distinguió con la denominación de hemoptisis del orinal. Aun dudo si tal denominación obedecía a su cuantía o estaba motivada porque el enfermo sólo disponía de tan escaso tiempo, cual era el indispensable para poder recoger el mencionado recipiente. Recibido el día 8 de septiembre de 1983. * Director del Dispensario de Enfermedades del Tórax. 226 Vi desaparecer a familias enteras en el transcurso de unos pocos años. Nunca pensé que aquel terrible drama se pudiese resolver. Conviene recordar, que, en aquel entonces, el Hospital General de Madrid, representaba, no sólo para esta ciudad si no para toda España, el último refugio infirmorum de muchos de los tuberculosos. El primer hito importante ganado en la lucha contra la tuberculosis fue el descubrimiento de Koch, demostrando cuál era el germen responsable. Creó Koch un sistema pleno de racionalidad y de agudo juicio clínico, al sentar las bases científicas que habían de tenerse en cuenta para poder apoyar una etiología bacteriana en las infecciones. Tengo para mi, que esto último debe considerarse aún más importante que el mismo descubrimiento del bacilo. Roberto Koch fue el sabio de corte clásico y cada paso que daba en la investigación estaba basado en un bien asentado y profundo raciocinio. Pasteur, por el contrario, representó el sabio de tipo romántico, y sus excelentes razonamientos los dejó siempre volar un poco ayudados de una buena dosis de imaginación. Cuando dejó apartados los dos grupos de ovejas, vacunado uno de ellos contra el carbunco, se atrevió a afirmar de modo categórico y solemne que este segundo grupo sobreviviría, mientras que el no vacunado sucumbiría tras la infección experimental con el bacilo anthrancis, como asi ocurrió al final del experimento. Pienso que Koch, con los datos experimentales que poseía Pasteur, no se hubiese atrevido nunca a expresarse con tal firmeza, como lo hizo Pasteur, y es que también la razón, si no va 12 J. ZAPATERO DOMÍNGUEZ.—HISTORIA DE LA TUBERCULOSIS aderezada con una cierta dosis de sensata imaginación, de poco sirve. Poco tiempo después del descubrimiento del bacilo, dio Koch el segundo paso gigante en el diagnóstico de la enfermedad; fue el descubrir la tuberculina, ya que puso en manos del clínico una herramienta tan útil para poder afirmar la existencia de la infección tuberculosa. El hapteno tuberculina, cuyo principio activo es de naturaleza proteica, permite descubrir la infección, a veces varios años antes que lo haga la enfermedad tuberculosa. Debemos advertir, sin embargo, que el diagnóstico tuberculínico se ha hecho más complicado en los últimos tiempos. Durante muchos años se admitió, que la reacción positiva de la tuberculina era a modo de un estigma vitalicio, ya que no se podía conseguir la esterilización de los focos tuberculosos. Se creía y se sigue creyendo que la positividad tuberculínica denota la existencia de bacilos vivos. Tras la muerte del último bacilo, la alergia persistiría todavía alrededor de un año (Saenz y Canetti). Hoy día se admite que con la moderna medicación bacilar bacteriolítica, se puede conseguir la esterilización del foco tuberculoso y se ha registrado la reaparición de la alergia cutánea tuberculinica tras una segunda primoinfección, una vez que la primera no dejara reliquia bacilar alguna. Aparte esta posible esterilización de las lesiones de primoinfección en la clínica, que sería tanto más frecuente cuanto más precoz se instaure el tratamiento, pienso que modernamente es más frecuente la existencia de falsos negativos y de falsos positivos. Los falsos positivos por infecciones por micobacterias atípicas, apenas si tienen alguna importancia en nuestro país por la rareza de la micobacteriosis. Aparte los falsos negativos determinados por el intenso desmayo de las resistencias (anergia negativa) existen actualmente una serie de tuberculosos, que con buen estado general, se comportan como negativos a las 10 unidades de la tuberculina PPD-RT23. Esto representa algo que no nos explicamos. Nosotros lo hemos podido ver en una serie de enfermos antes de iniciar el tratamiento con la asociación ternaria actual, para asi poder excluir la acción de la rifampicina, que indudablemente tiene un efecto inmunodepresor. Al igual que Prunesco, en la medicina experimental, y que Rubén y Mukerjet en la clínica, hemos podido registrar la negativización en un grupo de 70 enfermos tratados con rifampicina con reacciones positivas a las dos unidades, como ésta se negativizaba en 15 y de éstos, en ocho, en los que se llegó a inyectar diez unidades, la reacción continuaba siendo negativa en tres. Uno de estos tres había tenido una baciloscopia positiva. En cuatro se utilizó la TTL con tuberculina y en tres de ellos la reacción fue negativa. Los tres habían tenido anteriormente una baciloscopia positiva. Tras los dos descubrimientos de Koch: bacilo y tuberculina, surgieron una serie de hitos evolutivos 15 de nuevos conocimientos: colapsoterapia médica y quirúrgica, reconocimientos seriados, cirugía del parénquima, quimioterapia. Sólo queremos referirnos a dos de estos aspectos: reconocimientos seriados y quimioterapia actual. No existe ninguna otra pesquisa que nos informe mejor de la morbilidad tuberculosa de una determinada población, que la práctica de reconocimientos seriados. Venimos practicando reconocimientos radiológicos seriados en estudiantes de la Universidad Complutense, acompañados de una prospección tuberculínica, desde hace 43 años. En el transcurso de ocho quinquenios hemos podido ver como las curvas de infección y morbilidad han seguido un curso paralelo. A partir de los años 1974-79, el paralelismo se rompió por disminuir más apresuradamente la infección que la morbilidad. Los procentos de morbilidad registrados en los ocho quinquenios transcurridos de 1939-40 y 1974-79, han sido de 2,74-1,90- 1,62-1,06-0,560,46 y 0,25. En el quinquenio 1974-79, la cifra de tuberculino positivos continuó descendiendo, aunque en menor cuantía y sólo llegó a alcanzar un 43 %. En el último trienio, la cifra de infectados no solamente no descendió, sino que ascendió por primera vez, alcanzando un 54 %. El aumento de morbilidad y de infección ha sido también señalado en algunas áreas de los países progresos y se ha atribuido a haber bajado la guardia antes de tiempo en la lucha antituberculosa. Nosotros no sabemos con certeza a qué atribuirlo. Quizá haya que tener en cuenta la llegada a la Universidad de árboles genealógicos frágiles ante la enfermedad, determinada por la industrialización de Madrid y que ello también pueda extenderse a una mayor fragilidad ante la infección, pero ello debiera traducirse si asi fuese, en un cierto aumento de la morbilidad, lo que está muy lejos de haber ocurrido. También creemos que la lucha antituberculosa se desarboló antes de tiempo. Dejaron de practicarse vacunaciones con BCG, prospecciones tuberculínicas y exámenes seriados, por seguir, creemos, lo que ya habían hecho Dinamarca, Holanda, Estados Unidos, etc., pero se olvidaron nuestros sanitarios que nuestra situación epidemiológica estaba situada a 30 añosdistancia de estos países. Recientemente el Comité de Lucha Antituberculosa de Alemania Federal, señalaba que los reconocimientos seriados deben ser proseguidos hasta que el procento de activos esté por debajo de 0,04, siendo así que en el trienio 1979-82, entre 33.770 microfilms encontramos 38 enfermos entre cerrados-activos y abiertos, lo que da una frecuencia total de activos de 0,11 %. Así pues, todavía existiría en España una morbilidad cuatro veces mayor que la mínima justificativa de las seriadas. A los reconocimientos seriados en aparentes sanos, debemos una serie de enseñanzas y descubrimientos. Assman le sirvieron para sentar la tesis 227 ARCHIVOS DE BRONCONEUMOLOG1A. VOL. 19. NUM. 6. 1983 del comienzo infiltrativo, Malmros y Hedvall mostraron el valor de lo hematógeno en el comienzo de la tuberculosis. Ambas seriadas fueron practicadas en estudiantes. Brauenning, al tratar de registrar la frecuencia del infiltrado precoz, descubrió que existen lesiones a veces de alguna extensión, que no dan lugar a síntomas y asi creó el concepto de tuberculosis inappercepta. En los primeros cuarenta años de reconocimientos seriados, nosotros hemos registrado 960 casos de tuberculosis inadvertida y 625 de tuberculosis sin síntomas (inappercepta o inadvertida). Quiere decirse, que de no haber practicado las seriadas, sólo hubiésemos descubierto la mitad de la preveencia tuberculosa. En el grupo de los manifiestos, registramos un 0,34 % de activas y entre las inadvertidas 0,19 % como media en el transcurso de 40 años. 228 Bastantes más activos en este último grupo de lo que pudiera pensarse. Por lo que se refiere a la moderna quimioterapia, que no hay duda ha venido a cambiar por completo la clínica y el pronóstico de la enfermedad tuberculosa y gracias fundamentalmente a los ensayos controlados, quisiéramos decir que estas últimas experiencias han estado exentas, en algunos casos, de la más elemental ética, como muy bien afirmó Crotto en el pasado Congreso de Bruselas de 1978 y que nosotros tuvimos ocasión ya de criticar en varias oportunidades, con el fin de evitar en lo posible se volviesen a emplear dosis hipertóxicas en tiempos excesivamente cortos, causantes de muertes, cegueras y mieloptisis, con el consiguiente perjuicio y frustración de la totalidad de los enfermos. 16 BACTERIOLOGÍA DE LA TUBERCULOSIS M. CASAL ROMÁN* Facultad de Medicina. Universidad de Córdoba. Introducción Desde 1969 venimos dedicando una atención preferente al estudio bacteriológico de la tuberculosis. En nuestros trabajos hemos analizado el gran descenso habido en las cifras de esta enfermedad en nuestro país entre los años 1950 a 1970, pero también hemos llamado la atención del estancamiento de los últimos años, con un ritmo de descenso muy lento, y la necesidad de introducir nuevos elementos de tipo bacteriológico en la lucha antituberculosa, si queremos rebajar estas cifras. Esto no se ha llevado a cabo hasta el momento presente. No se ha utilizado a escala nacional, de manera total y organizada, la bacteriología de la tuberculosis. Y no sólo tenemos población tuberculosa vieja y crónica, sino que sigue habiendo nuevos casos cada día, como manifiestan nuestros clínicos, que se muestran preocupados ante este problema. Este hecho nos hace insistir, una vez más, a exponer estas consideraciones acerca de la necesidad de la introducción, sin más demora, de la bacteriología en la lucha antituberculosa en España. No queremos decir que pensemos se deba prescindir de la radiofotografía, vacunación, investigación tuberculínica, etc., sino solamente que creemos que en el momento actual debe tenerse en Recibido el dia 8 de septiembre de 1983. * Catedrático de Microbiología y Parasitología. * Director Centro de Referencias de Micobacterias. * Miembro de la European Society of Mycobacteriology (ESM). 17 cuenta la bacteriología, completada o como complemento, según las normas generales que se acuerden de lucha antituberculosa a escala nacional con todos los demás aspectos antes citados, en mayor o menor medida. Estamos convencidos de que hoy día el laboratorio de bacteriología es el arma definitiva para «confirmar» a un enfermo sospechoso de tuberculosis. Y no sólo eso, sino que como intentaremos exponer a continuación es factor fundamental a tener en cuenta en la actual estrategia para llevar a cabo una lucha científica contra la tuberculosis que aún existe en nuestro país. Hoy día, ya por nadie es discutida la importancia que la bacteriología tiene en la lucha antituberculosa. Y ello gracias a los esfuerzos de dos organizaciones que han contribuido decisivamente a esa mentalización. La Unión Internacional Contra la Tuberculosis (UICT) por un lado con los trabajos de sus miembros que han aportado hechos convincentes, y la Organización Mundial para la Salud (OMS) por otro con sus Comités de Expertos y sus recomendaciones. Voy a tratar de exponer los hechos básicos sobre la bacteriología de la tuberculosis, y todo ello con un enfoque eminentemente clínico, no microbiológico, para los lectores de la revista, no deteniéndome en los detalles técnicos bacteriológicos, que el lector interesado puede encontrarlo en otras publicaciones especí ficas'. Desde el punto de vista conceptual y como introducción al tema, hemos de recordar que la tuberculosis humana está ocasionada por unas especies del género Mycobacterium que pueden ser Mycobacte229 ARCHIVOS DE BRONCONEUMOLOG1A. VOL. 19. NUM. 6. 1983 rium tuberculosis la más frecuente, y Mycobacterium bovis o Mycobacterium africanum en menor orden de frecuencia, en nuestro país. El género Mycobacterium lo constituyen un total de 49 especies válidas hoy aceptadas2'3 (tabla I). Hoy día las micobacterias de interés en patología humana, bien porque puedan ser patógenas o bien porque puedan aislarse de productos patológicos y provocaremos confusiones, si no pensamos en su existencia, pueden clasificarse en seis grupos desde el punto de vista bacteriológico4'5 (tabla II). A su vez de todas ellas hay sólo algunas que suelen ser patógenas, otras pueden ser patógenas oportunistas y otras que suelen ser saprofitas y puedan encontrarse en productos humanos6 (tabla III); cada una de ellas produce un tipo de patología predominante7 (tabla IV). Utilidad actual de la bacteriología de la tuberculosis Hoy día la bacteriología de la tuberculosis (y otras micobacteriosis)' tiene una gran importancia a la hora del diagnóstico, tratamiento y prevención de la enfermedad y ello desde el punto de vista bien individual del enfermo aislado o bien desde el punto de vista colectivo de la comunidad8. Así desde el punto de vista individual y en relación al diagnóstico de la enfermedad nos va a ser de gran utilidad para «confirmar» cualquier caso en el que se haya hecho un diagnóstico previo clínico, anatomopatológico o inmunológico, ya que sabemos que estos tres aspectos son muy comunes para cualquier tipo de micobacteriosis sin diferencias claras en cada caso e incluso pueden ser confusos en algunos casos de otras enfermedades infecciosas (hongos, etc.) para personal sanitario no muy experto. Caso este que cada vez ocurrirá más ya que la tuberculosis hoy se diagnostica por primera vez por personal no especializado, al contrario de lo que ocurría hace algunos años donde los fisiólogos eran casi exclusivamente los que diagnosticaban y trataban esta enfermedad. Este hecho se ve agravado por la falta de conciencia sanitaria que existe actualmente en nuestro país sobre esta enfermedad, que ha dado lugar a la idea «falsa» de que la tuberculosis es una enfermedad que ya «no se ve» si junto a esto añadimos, la poca atención .que se le suele prestar en las facultades de Medicina en comparación con otras entidades interesantes por su novedad pero de insignificante incidencia, así como la falta de política sanitaria de nuestro Ministerio en este sentido desde que desapareció el antiguo Patronato Antituberculoso, llegaremos a comprender como es muy recomendable que hoy cualquier médico que sospeche pueda estar ante un caso de tuberculosis utilice una ayuda fácil y asequible como es la bacteriología que será TABLA I Especies de micobacterias que han sido aceptadas como válidas hasta enero de 1983 (Wayne, 1983) i. MICOBACTERIAS CUYO RESERVOR10 SON LOS MAMÍFEROS INFECTADOS B. Especies patógenas para otros animales 5. M. lepraemurium 6. M. microti 1. M. paratuberculosis A. Especies patógenas para el hombre 1. M. africanum 2. M. bovis 3. M. leprae 4. M. tuberculosis II. MICOBACTERIAS DE CRECIMIENTO LENTO CUYO RESERVOR10 PRINCIPAL ES EL MEDIO AMBIENTE A. Especies asociadas a enferr•nedades humanas 8. 9. 10. 11. 12. 13. 14. M. asiaticum M. avium M. haemophilum M. int race Ilutare M. kansasii M. malmoense M. marinum 15. 16. 17. 18. 19. 20. M. scrofulaceum M. shimoidei M. simiae M. swlgai M. ulcerans M. xenopi B. Especies que nunca o raramente se asocian a enfermedades humanas 21. M. farcinogenes 22. M. gastri 23. M. gordonae 24. M. nonchromogeníc um 25. M. terrae 26. M. triviale III. MICOBACTERIAS DE CRECIMIENTO RÁPIDO CUYO RESERVOR10 PROBABLE ES EL MEDIO AMBIENTE A. Especies asociadas a enfermedades humanas 27. M. chelonei 28. M. fortwtum 230 B. Especies que nunca o raramente se asocian a enfermedades humanas 29. 30. 31. 32. 33. 34. 35. M. agri M. aichiense M. aurum M. chitae M. chubuense M. duvalii M. flavescens 36. 37. 38. 39. 40. 41. 42. M. gadium M. gilvum M. komossense M. neoaurum M. obuense M. parafortuitum M. phiei 43. 44. 45. 46. 47. 48. 49. M. M. M. M. M. M. M. rhodesiae senegalense smegmatis sphagni thermoresistibile tokaiense vaccae 18 M. CASAL ROMÁN.—BACTERIOLOGÍA DE LA TUBERCULOSIS TABLA II TABLA III Clasificación bacteriológica de las micobacterias de importancia en patología humana (Casal) Clasificación clínica de las inycobaclerias (Casal) Grupos Grupos y Correspondencia Especies de micobacterias grupos de subgrupos con Rubyon Patógenas M. kansasii M. scrofu- M. gordo- M. flaveslaceum nae cens M. swtgai M. lactis M. xenopi M. ulcerans 1 11 M. kansasii (M. ¡icopinogenes/ M. asiaticum N. lactis(l) M. scrofulaceum (M. marianum) M. gordonae (M. aquae) M. flavescens M. swlgai M. tilcerans c) 111 M. xenopi M. simiae (M. habana) III III M. tuberculosis M. bovis (M. bovis BCG) M. africanum M. avium M. intracellulare M. shimoidei M. gastri M. nonchromogenicum M. terrae (M. novum) M. triviale M. malmoense M. haemophilum IV IV M. phiei M. smegmatis M. vaccae M. parafortuitum M. thermorresistibile M. diernhoferi (4) VI VI M. fortuitum (M. peregrinum) M. chelonei M. chitae M. agri (1) (2): Especies con pigmentación rosada, se incluyen en el «complejo terrae». (3): Se considera semejante el M. flavescens con crecimiento más rápido. No se incluye en esta clasificación el M. leprae por no cultivarse en medios ordinarios de laboratorio. Tampoco se incluyen M. microti, M. farcinogenes, M. senegalense, M. lepraemurium, M. paratuberculosis, M. sphagniyM. komosense, por no aislarse normalmente de productos patológicos humanos. Los grupos 1, II y III corresponden a los I, II y III de Runyon de crecimiento lento, fotocromógenos, escotocromógenos y no cromógenos. Los grupos IV, V y VI, corresponden al IV de Runyon subdividido según se trate de gérmenes, fotocromógenos, escotrocromógenos o no cromógenos, todos ellos de crecimiento rápido. Los subgrupos a), b) y c) son subdivisiones dentro de los escotocromógenos según sea la pigmentación, rosa-roja, amarilla-anaranjada o irregular. (4): Considerado semejante al M. parafortuitum. 21 M. tuberculosis M. africacanum M. bovis M. avium M. bovis M. intra- BCG cellulare M. shimoidei M. simiae M. triviale M. malmoense M. haemophilum VI M. gastri M. terrae M. nomchromogenicum M. marinum M. acapulcense M. aichiense M. aurum M. chubuense M. duvalii M. engbaecki M. gadium M. gilvum M. obuense M. phiei M. rhodesiae M. smegmatis M. tokaiense M. marinum (M. balnei) M. engbackii (2) M. acapulcense (3) M. aurum M. obuense M. rhodesiae M. gilvum M. duvalii M. neoaurum M. chubuense M. aichiense M. tokaiense M. gadium c) IV V Op. mayores Op. menores Saprofitas M. fortuitum M. chelonei A excepción de M. leprae, que no se aisla en medios ordinarios. Las saprofitas no causan patología humana pero pueden aislarse de productos patológicos y causar confusión (ejemplo: M. gastri en jugo gástrico, M. gadium en esputos, M. smegmatis en orina). la única que puede «confirmarle» su diagnóstico clínico previo mediante la confirmación de la presencia de Mycobacterium tuberculosis, M. bovis o M. africanum causantes de tuberculosis humana 9 . También a veces si se utiliza de manera sistemática puede proporcionarnos un «primer diagnóstico» de tuberculosis que no habría sido realizado anteriormente por otros métodos. Caso éste de enfermos etiquetados clínicamente de cuadros varios (bronconeumonías, derrame pleural de etiología desconocida, enfermedad pulmonar obstructiva crónica, etc.) o bien aquellos supuestamente sanos en los que en el curso de una revisión que incluya la bacteriología nos aparecen presentes algunas de las tres citadas antes micobacterias patógenas para el hombre. 231 ARCHIVOS DE BRONCONEUMOLOG1A. VOL. 19. NUM. 6. 1983 TABLA IV Patología humana atribuida a micobacterias* Grupos de micobacterias 1. Fotocromógenos crecimiento lento. M. k a n s a s i i . . . . . . . . II. Escotocromógenos crecimiento lento. M. scrofulaceum... M. x e n o p i . . . . . . . . . M. u l c e r a n s . . . . . . . . M. s z u l g a i . . . . . . . . . M. gordonae....... III. No cromógenos crecimiento lento. M. tuberculosis..... M. b o v i s . . . . . . . . . . M. africanum...... M. bovis B C G . . . . . . M. avium.......... M. iniracellulare.... M. simiae.......... M. shimoidei....... M. malmoense..... M. haemophilum... IV. Fotocromógenos crecimiento rápido. M. marinum....... Patología Pulmonar, ganglionar, meninges, generalizada, osteoarticular, urogenital. Ganglionar, pulmonar, osteoarticular. Pulmonar, urogenital. Cutánea. Pulmonar, ganglionar, articular. Pulmonar (?). Pulmonar, renal, osteoarticular, meníngea, intestinal, ganglionar, cutánea, etc. ídem. Pulmonar. Cutánea, ganglionar, generalizada. Ganglionar, pulmonar, osteoarticular, generalizada. ídem. Pulmonar. Pulmonar. Pulmonar, Cutánea. Cutánea, articular. V. Escotocromógenos crecimiento rápido. No atribuida ninguna patología. VI. No cromógenos crecimiento rápido. M. fortuitum....... M. chelonei. Cutánea, pulmonar, osteoarticular, ocular, etc. Cutánea, pulmonar, osteoarticular, meníngea, etc. • A excepción de M. teprae. Sólo se reseña la patología más frecuente. En cualquiera de estas dos situaciones, de las que sin duda la primera es la frecuente y la segunda más rara el diagnóstico de la tuberculosis podría hacerse hoy técnicamente por métodos directos o indirectos. Métodos de diagnóstico Métodos directos de diagnóstico bacteriológico de la tuberculosis 1. Métodos clásicos. 2. Métodos modernos. 232 1. Métodos clásicos de diagnóstico Estos métodos son los de todos conocidos sobra. damente pero que lamentablemente en España en pocos laboratorios se llevan a cabo de manera rutinaria y bien estandarizada, lo que hace que no todos los clínicos puedan tener a su alcance la ayuda de la bacteriología de la tuberculosis con lo que se establece el círculo vicioso de la no puesta a punto y no utilización de este tipo de bacteriología. • Hecho éste que constituye un grave problema de Salud Pública en nuestro país y al que nuestras autoridades sanitarias, a pesar de dictar normas sanitarias al respecto y publicarlas en el BOE, aún no han conseguido hacer rutinario y de utilidad pública. Estos métodos consisten en: a) toma de muestra, b) visualización, c) cultivo9 y aislamiento, y d) identificación y clasificación'• . En gran cantidad de casos el diagnóstico se realiza clínicamente y ayudado de la reacción de la tuberculina con las posibilidades de error que todos sabemos ellos conlleva. Si se quiere confirmar, lo más que se realiza en la mayoría de los casos es una baciloscopia. Pensamos que hoy no basta la utilización de la radiología, la prueba de la tuberculina y la simple baciloscopia. Ya que la radiología no es definitiva, la prueba de tuberculina tampoco, y diremos aún más, y es que la baciloscopia, aún siendo de los tres el mejor, tiene sus detalles a tener en cuenta. El principal de ellos es que hay muchos casos de baciloscopias que se informan como «negativas» y el enfermo es tuberculoso. Es fundamental, pues, aparte de la correcta utilización de la técnica y la buena preparación del personal, el realizar, a ser posible, un cultivo de las muestras, pues de hecho hay un porcentaje no desestimable en nuestra situación actual de baciloscopias «negativas» que dan cultivos positivos si realizamos una «correcta» siembra con todos los pasos que para ello se requieren, bien tenidos en cuenta y eligiendo los medios adecuados para ello. Así en nuestra casuística un 10 % de esputos con baciloscopia negativa resultan positivos en el cultivo. También queremos resaltar aquí un hecho cual es que la baciloscopia «positiva» sólo nos indica que estamos en presencia de una bacteria del género mycobacterium, pero no nos diagnóstica jamás que estamos ante una tuberculosis, pues sabemos cómo cualquier micobacteria, bien sea el M. tuberculosis, una micobacteria patógena o una micobacteria saprofita, va a tener las mismas propiedades tintoriales características del género y, por lo tanto, van a ser ácido-alcohol resistentes a la visión microscópica. Es, pues, éste otro hecho que refuerza nuestra teoría de que para llevar a cabo un diagnóstico exacto de tuberculosis hemos de recurrir sin género de dudas al cultivo de los productos patológicos, que nos aclarará si estamos ante una tuberculosis, una probable micobacteriosis o sólo an22 M. CASAL ROMÁN.—BACTERIOLOGÍA DE LA TUBERCULOSIS te una micobacteria saprofita contaminante de dicha muestra, con las consiguientes repercusiones muy distintas, que es obvio señalar va a tener cada tipo de diagnóstico. Los cultivos, a su vez, deberán ser perfectamente identificados, como luego comentaremos, y lo que es también importante resaltar, se deberá excluir en ellos la posibilidad de que exista una mezcla de micobacterias que nos pueda interferir los resultados diagnósticos de tipificación de la micobacteria o, lo que es más importante, las pruebas de resistencia, dándonos un espectro equivocado, con las perjudiciales consecuencias que esto acarrearía. Hecho éste que apoya el que estos diagnósticos exactos y las pruebas de resistencia se realicen sólo en centros de marcada especialización que obvien todos estos posibles errores. Asimismo es fundamental la repetición de los cultivos, pues el no hacerlo también puede ser motivo de error diagnóstico10. 2. Métodos modernos de diagnóstico Estos métodos tratan de utilizar una tecnología que posibilite el diagnóstico más rápidamente que los métodos clásicos de cultivo que son muy lentos para las necesidades clínicas que requieren un informe lo más rápido posible, ya que por los sistemas clásicos se requieren unos 15-20 días para el cultivo y algunas semanas más para una identificación exacta. Todos ellos no son todavía aplicables de manera rutinaria y sólo son líneas de investigación realizadas en centros especializados en la materia pero puede ser que de alguno de ellos o sus variantes se consiga alguna metódica que sea aplicable a gran escala de manera rutinaria por laboratorios clínicos. Una de las ideas básicas que se han intentado llevar a cabo desde hace tiempo, y ha sido la base para los modernos métodos de diagnóstico que se ensayan, es buscar métodos de cultivo más rápidos que los tradicionales con medios de cultivo a base de huevo (Lowenstein, Ogawa, etc.). En este sentido el principal problema existente consiste en la lenta velocidad de replicación del Mycobacterium tuberculosis, que si bien en un E. coli puede ser de 15-20 minutos en M. tuberculosis puede necesitar 15-20 horas para empezar su replicación, que parece estar genéticamente controlada por una RNA polimerasa DNA dependiente. Sobre esta idea se buscan medios de cultivo que permitan la detección e identificación de M. tuberculosis después de pocos ciclos de replicación. Así los medios sólidos transparentes a base de agar proporcionan mejores resultados ya que las pequeñas colonias en crecimiento pueden ser reconocidas microscópicamente de manera diferencial. Un efecto similar puede obtenerse mediante cultivo sobre portaobjetos o en papel de filtro en medio 23 sólido, detectándose rápidamente las microcolonias en pocos días. No obstante, cualquiera de estos sistemas (que no son nuevos sino ya conocidos, pero que se hicieron en la línea de la idea en que se basan los modernos y por ello los recordamos aquí) necesita una identificación posterior definitiva de la especie de micobacteria lo que requiere una mayor cantidad de masa de microorganismos que la obtenida en tan breve tiempo, para realizar los numerosos test de identificación que hoy poseemos a nuestro alcance y que lamentablemente no están adaptados para poder ser llevados a cabo con pocos bacilos. Con estas premisas actualmente y basándose en la moderna tecnología hoy a nuestro alcance, se pretende reconocer pequeñas cantidades de componentes que sean específicos de M. tuberculosis en el curso de su crecimiento en las primeras fases antes de que tengamos ni siquiera las primeras colonias iniciales. En este sentido se investiga la posible utilidad de la aplicación de pirólisis de muy pequeña cantidad de bacilos (microgramos) seguida de espectrometría de masas que nos daría un patrón que analizado mediante computadoras nos podría identificar la especie en cuestión. Este proceder está actualmente en desarrollo investigándose sobre todo el M. tuberculosis complex, es decir, M. tuberculosis, M. bovisyM. africanum. También se ha intentado detectar en cultivos en medio liquido de una semana de crecimiento una «tuberculoproteína» que se encontró mediante radioinmunoensayo en aquellos casos que eran fuertemente positivos a la baciloscopia y que posteriormente daban cultivos positivos en medios tradicionales. Esta técnica presenta de momento los inconvenientes de que no es totalmente selectiva para los miembros del «complejo tuberculoso» y que además en aquellos casos débilmente positivos a la baciloscopia no se ha conseguido detectar esta proteína. También se está ensayando la utilización de metanólisis y cromatografía de gases seguida de espectrometría de masas para detectar componentes que puedan ser diferenciales. En este sentido se ha podido detectar en el esputo de pacientes o en cultivos de menos de una semana de incubación el ácido tubérculo-esteárico que tiene el inconveniente de que no es exclusivo del M. tuberculosis sino que puede encontrarse en otras micobacterias e incluso nocardias. Por ello se intenta actualmente por el mismo sistema buscar otros compuestos más específicos como el metil-micocerosato que si seria exclusivo de M. tuberculosis y M. bovis aunque el principal problema con que se encuentra esta investigación es el bajo peso molecular de este compuesto que haria difícil su detección por este sistema. También se están utilizando métodos radiométricos que detectan rápidamente en 6 a 10 días el crecimiento micobacteriano a partir de un cultivo 233 ARCHIVOS DE BRONCONEUMOLOGIA. VOL. 19. NUM. 6. 1983 en medio líquido de una muestra clínica como puede ser un esputo previamente descontaminado para que sólo crezcan micobacterias, lo que se confirma al detectarse el crecimiento mediante visualización microscópica. Este sistema tiene la ventaja de la rapidez y de que es un sistema automatizado que también nos sirve para estudios de resistencia a las drogas como luego veremos. Tiene el inconveniente de que en la visualización no podemos afirmar que aquello sea un M. tuberculosis y no una M. atipica. De todos modos esto se comprueba con un cultivo que se realiza en paralelo en medio sólido clásico. Hasta ese momento hemos de servirnos de la orientación clínica y epidemiológica según la zona donde estemos trabajando y la incidencia de M. atipicas que allí suela haber. No obstante, los inconvenientes citados pensamos que de los sistemas actualmente en desarrollo dada la experiencia ya existente y la automatización y comercialización ya conseguida en este método pensamos que es el más válido de los modernos en el momento presente. Como vemos aún nada definitivo pero sí interesantes líneas de investigación de las que puede salir en el futuro una ayuda diagnóstica que nos permita ser más rápidos en esta importante confirmación diagnóstica al clínico. Métodos indirectos de diagnóstico bacteriológico En este apartado sólo podemos reseñar que teóricamente la serologia sería el método ideal de diagnóstico, pero hasta el momento a pesar de los numerosos intentos realizados en este aspecto no se ha conseguido poner a punto una técnica lo suficientemente sensible y específica como para conseguir un diagnóstico serológico de la tuberculosis como podemos tener de la fiebre tifoidea o brucellosis. Se han ensayado una gran cantidad de reacciones inmunológicas del tipo de la aglutinación, de la inmunoprecipitación en gel y últimamente se han estudiado los nuevos procedimientos de utilización de anticuerpos marcados con iodo 131, radioinmunoensayo o técnicas de Elisa con los que parece podrá llegar a conseguirse una aceptable sensibilidad en la técnica si bien el problema que resta aún por solucionar es el conseguir antígenos purificados que sean específicos como para que la reacción sea válida, en cuanto a sensibilidad y especificidad. Últimamente también se están ensayando reacciones que usarían anticuerpos monoclonales, que se han conseguido muy específicos. En este sistema se usaría un Ag purificado inserto en una matriz inerte que se haría reaccionar con el suero del paciente, que si lleva anticuerpos específicos contra estos antígenos bloquearán los sitios de reacción y al añadir a la reacción in vitro los anticuerpos monoclonales no podrían reaccionar. Si esta técnica llega a estandarizarse podría ser la clave futura en serologia de la tuberculosis 234 para tener un eficaz método indirecto de diagnóstico. Otro método indirecto de diagnóstico consistirá en el uso de tuberculinas o sensitinas de diferentes micobacterias. La tuberculina La tuberculina antigua de Koch es un filtrado concentrado de bacilos tuberculosos que crecían en medio líquido y fue inactivado por el calor para perder su poder sensibilizante pero no su actividad para revelar la hipersensibilidad cutánea (sin producir la formación de anticuerpos circulantes que den hipersensibilidad de tipo inmediato). Las tuberculinas más usadas en el diagnóstico indirecto en medicina o veterinaria son: la oíd tuberculin (tuberculina vieja de Koch), la PPD, RT23 y IP48. Las actuales tuberculinas son purificadas y constan de proteínas (PPD = purified protein derivates) extraídas de un cultivo de bacilos habiéndose desechado lo que no son proteínas para que no de reacciones no especificas e intentar aumentar su actividad. De todas maneras la tuberculina incluso purificada tiene una mezcla de antígenos micobacterianos que son comunes a M. tuberculosis y las micobacterias atipicas. La potencia de las tuberculinas se expresa en unidades, entendiéndose por una unidad la que produce la misma acción, que una unidad de PPD-S (standard tuberculin) que contiene 0'00002 mg de proteína y está depositada en el Statens Serum Instituí de Copenhague (Dinamarca). Con esta tuberculina se puede realizar el test intradérmico de Mantoux que realizado en buenas condiciones nos puede dar una orientación de diagnóstico indirecto, sobre todo en niños donde otro tipo de diagnóstico directo a veces es difícil. Esta técnica, no obstante, tropieza con el mismo problema de la falta de un antigeno específico que le ocurría a las técnicas serológicas por lo que no es definitiva en el diagnóstico exacto de tuberculosis. En este sentido sabemos hoy que se está ensayando parece que con unos resultados prometedores un antígeno denominado n.° 5 del citoplasma de la cepa H3?Ra de M. tuberculosis que podría ser un antígeno válidamente específico contra esta enfermedad. En el futuro está la respuesta, pero sin duda éste puede ser el camino. Al igual que la tuberculina tenemos también las denominadas «sensitinas» que son productos específicos preparados a partir de cultivos de micobacterias atipicas capaces de provocar una reacción mediada por células igual que la de la tuberculina; también en estos casos la especificidad no es absoluta y puede haber cierto grado de reacciones cruzadas entre ellas. Estas sensitinas pueden usarse, pues para comprobar la infección humana o animal por las dife24 M. CASAL ROMÁN.—BACTERIOLOGÍA DE LA TUBERCULOSIS rentes micobacterias (o bien como ayuda para la taxonomía micobacteriana dentro de los métodos inmunológicos de diagnóstico de las micobacterias ya tratados a la hora de la identificación y clasificación, que es lo que se denomina CRIS = comparative reciprocal intradermal sensitin) que no detallamos por no ser objeto de esta publicación y también para descartar la infección por un bacilo tuberculoso con las limitaciones que hemos comentado de la inespecificidad. De estas sensitinas o tuberculinas específicas se han preparado una gran variedad de ellas que se han usado en investigaciones en poblaciones humanas de diferentes zonas geográficas, edades... etc., para medir el diferente grado de reacción. Cada una de ellas recibe el nombre derivado de la especie que se elaboró, así: kansasina, escrofulina, gordonina, flavescina, xenopina, ariumina, chelonina, etc. Desde el punto de vista individual y en relación al tratamiento de la enfermedad, pensamos que la bacteriología de la tuberculosis tiene hoy un papel clave que desempeñar en cuanto a tres aspectos concretos, a saber: a) Control bacteriológico de la evolución del tratamiento y de la curación del proceso. b) Conocimiento del tipo de bacilos existentes en cada tipo de lesión para saber con qué drogas podemos combatirlo, y c) Conocimiento de la sensibilidad o resistencia a las drogas antituberculosas para orientación del tratamiento. En relación al estudio de resistencias del M. tuberculosis que sin duda es el más útil e interesante, disponemos hoy de una serie de métodos clásicos y otros métodos modernos. En relación a los métodos clásicos sobre medio sólido y de los múltiples métodos que se pueden utilizar, los más aceptados universalmente son: a) el de las concentraciones absolutas de Meissner, que es un método cualitativo; b) el de la relación de resistencias de Mitchison, que es semicuantitativo y, c) el de Canetti, Rist y Grosset, que es cuantitativo y, por lo tanto, es el más exacto. De ellos existen variantes múltiples adaptadas a las necesidades de cada país. Las drogas que se deben usar normalmente por su utilidad y uso más frecuente serán la estreptomicina, el PAS, la isoniacida, la rifampicina, el ethambutol, reservándose para centros de referencia y casos de multirresistencias a las anteriores otras drogas, como la cicloserina, capreomicina, kanamicina, viomicina, pirazinamida, tioacetazona, tiocarbanilida, ethionamida. De ellos sólo el tercero seria el más exacto y valorable ya que mide la proporción de mulantes resistentes, que se ha visto que es el fenómeno importante a la hora del tratamiento y que se descubrió hace muchos años al ver como al tratar a los enfermos con estreptomicina aunque al principio mejoraban a la larga podían empeorar por la aparición de mulantes resistentes. 27 Estas mulantes resistentes no son medidas por los otros dos procedimientos señalados. El problema de estos métodos es su lentitud ya que necesitan 28-30 días para su lectura normalmente después de otros tantos de incubación hasta tener un cultivo suficiente para poder realizarlo. Si bien es cierto que en caso de esputos muy positivos se puede hacer lo que se llama el antibiograma directo sin necesidad de cultivo previo con lo que ahorraremos la mitad del tiempo antes comentado. Este problema del tiempo se agrava aún más en el caso de M. bovis o M. africanum que demorarían esos 28-30 días a casi el doble. También hay que reseñar que aparte de este inconveniente existe otro para una droga como es la pirazinamida que necesita un pH ácido para actuar y en estas condiciones el M. tuberculosis no va a crecer bien por lo que el test no va a ser fiable. También por sistemas clásicos se ha utilizado el medio líquido con lo que conseguimos un crecimiento más rápido en 10-15 días lo que seria interesante, si bien hay que recordar que aquí tampoco podemos llegar a medir los mulantes resistentes por lo que el método tampoco seria el ideal. Por todo ello las investigaciones actuales van dirigidas a obtener nuevos sistemas que conservando su exactitud reduzcan el tiempo de lectura con lo que se ha llegado a la etapa de los métodos modernos de estudios de resistencias a las drogas antituberculosas. Estos pueden ser los siguientes: a) Métodos radiométricos, y b) Métodos nefelométricos. a) Los métodos radiométricos utilizan un medio líquido y obtienen los resultados en una semana aproximadamente. Se han ensayado a su vez dos tipos de indicadores de la acción de las drogas sobre M. tuberculosis, bien la inhibición del catabolismo de los carbohidratos marcado con €14 y sus productos intermediarios, midiendo la evolución del CÜ2 marcado. Estos métodos tienen la ventaja de estar comercializados, pero el inconveniente de que la interpretación de los resultados dado el diferente modo de actuar cada droga puede ser confusa ya que pueden existir vías metabólicas secundarias que permitan la supervivencia o bien aún deteniendo el crecimiento permitir siga existiendo cierto grado de metabolismo. En este sentido las drogas bacteriostáticas darán más problemas en su interpretación. O bien viendo la inhibición de la síntesis de los ácidos nucleicos midiendo la captación de uracilo marcado. En este sistema habrá que tener en cuenta que los trabajos realizados miden sólo la síntesis del RNA, pero el uracilo aparte de incorporarse al RNA puede convertirse en timina e incorporarse al DNA. -En los futuros métodos quizá fuese lo ideal intentar la medición del DNA, no sólo del RNA que nos daria un sistema más exacto para conocer la inhibición y muerte de la micobacterias. Ya que la replicación no podrá llevarse a cabo en ausencia de síntesis de ácidos nucleicos. 235 ARCHIVOS DE BRONCONELJMOLOGIA. VOL. 19. NUM. 6. 1983 Estos métodos ofrecerán, pues, una medida del efecto de cada droga estudiada independientemente del sistema enzimático sobre el que actúe cada una. b) Los métodos nefelométricos ensayados hasta el momento consisten en una variante del «autobac» para sensibilidad de otros microorganismos en el que se investiga el porcentaje de inhibición de los cultivos con drogas frente al crecimiento de los cultivos patrones sin droga. También utiliza medios líquidos como el radiométrico. En general ambos sistemas aparte de no estar totalmente a punto no son utilizados con todas las drogas antituberculosas, sino sólo con las más usuales: isoniacidas, PAS, estreptomicina, rifampicina y ethambutol. Como conclusión podemos decir que estos métodos tienen la gran ventaja para el clínico de su rapidez, pero por el contrario tienen las desventajas de su elevado coste económico y la falta aún de amplios estudios que los contrasten con la eficacia clínica en grupos amplios de pacientes y con un método tradicional válido como puede ser el de las proporciones. El futuro próximo nos dará sin duda la validez o no de estos métodos modernos que por el bien de nuestros pacientes esperamos sea satisfactoria. Desde el punto de vista colectivo de la comunidad el diagnóstico bacteriológico de la tuberculosis nos puede ser útil para: a) hacer un diagnóstico de masas; b) conocer las tasas de nuevos casos bacilíferos y la tasa de nuevos casos bacteriológicamente positivos; c) llegar a establecer un mapa epidemiológico de la incidencia de micobacterias atípicas y de M. bovis o M. africanum y mediante el uso de la reacción tuberculinica conocerla; d) prevalencia, y e) incidencia de la enfermedad o tasa de infección anual. Desde el punto de vista colectivo y en relación al tratamiento de la enfermedad, la bacteriología nos va a ser útil para: 7. Mediante el ya comentado anteriormente en otro apartado estudio de las resistencias primarias a las drogas y desde el punto de vista de comunidad podemos conocer si éstas son de más de un 5 o 10 % a qué droga habrá que realizar antibiograma o cuál no deberemos de utilizar en una programación a gran escala de tratamientos. Con lo que podremos orientar la posibilidad de tratamientos. Debe de existir un programa continuo de vigilancia epidemiológica de esta farmacorresistencia. 2. Mediante el conocimiento de las resistencias secundarias o adquiridas a las drogas podremos tener un permanente sistema de control de calidad de cómo se desarrolla la terapéutica de esta enfermedad en toda su amplitud en cada momento y con las drogas en ese tiempo utilizadas. Igualmente habrá que establecer un programa continuo o cada cierto tiempo de seguimiento de los valores que alcanzan estas resistencias. 236 3. Por último también recordar como gracias a la bacteriología tenemos un método de prevención de la enfermedad como es la vacuna BCG compuesta por bacilos tuberculosos bovinos que han sido atenuados por numerosos pases. No vamos a entrar aquí en discusión sobre su eficacia mayor o menor o su recomendación o no sobre su aplicación y tan sólo considerar como actualmente desde el punto de vista epidemiológico parece considerarse en países desarrollados que para la lucha antituberculosa deberá aplicarse la detección exhaustiva de casos mediante un diagnóstico precoz clínico bacteriológico y la quimioterapia correcta e individualizada, usando la vacunación BCG sólo para la protección personal en las situaciones particulares de riesgo. Pero bien es cierto también que desde el punto de vista social habrá que seguir considerándola en países subdesarrollados donde pueda evitar muertes en niños, meningitis o formas miliares graves por pocas que sean y aunque su eficacia se sepa no va a ser total en el cien por cien de los casos vacunados. En este mismo sentido hay que considerar, pienso que con bastante optimismo, los estudios que se vienen haciendo en el campo de la inmunología en la búsqueda de una Vacuna o Agentes Inmuno Farmacológicos (IPA) nuevos que permitan bien proteger de la enfermedad o bien colaborar en su tratamiento ante un caso, una quimioterapia no favorable o una recaída. Sin duda los próximos años nos depararán interesantes logros en este campo que vendrá a completar lo ya conseguido en el campo de la quimioterapia para intentar luchar contra esta enfermedad de la que se cumplen ahora los cien años del descubrimiento de su agente causal. Conclusiones Vemos, pues, como la bacteriología de la tuberculosis ha sido y es sin duda de gran utilidad en la lucha contra esta enfermedad. Lo que si es importante es saber que existe: a) Una bacteriología básica que debe extenderse al mayor número posible de laboratorios. b) Otra reservada a centros especiales como la tipificación y estudios de resistencias. c) Y otra de investigaciones actuales que sólo realizan muy pocos centros en el mundo y que están en vanguardia a la búsqueda de nuevos procedimientos. Esto debe ser bien entendido y no alterar este orden en la incorporación a los sistemas de lucha antituberculosa para que asi sea verdaderamente eficaz. Por contra la incorporación anárquica o individualista de esta bacteriología no aportará nada más que errores contraproducentes o en el mejor de los casos testimonios de buen hacer que se pierden el vacío de la falta de sistematización. 28 M. CASAL ROMÁN.—BACTERIOLOGÍA DE LA TUBERCULOSIS Resumen En cualquier plan de lucha antituberculosa en el momento presente en España desde el punto de vista bacteriológico deben realizarse: a) El correcto diagnóstico bacteriológico. b) El estudio de resistencias a las drogas antituberculosas, en casos indicados. c) El control bacteriológico de los tratamientos antituberculosos. Para llevar a cabo todo esto en nuestro país, es necesaria una organización de nuestros recursos en el sentido de: a) Organización de un sistema de laboratorios para este tipo de bacteriología. b) Enseñanza de personal técnico a todos los niveles. c) Puesta a punto y control permanente de todo este sistema. Todo ello debería de ir incrustado en lo que debe ser el sistema general de Lucha Antituberculosa que comprende aspectos sanitarios, epidemiológicos, clínicos, terapéuticos, asistenciales... etc. Para sacar el máximo provecho de este «esqueleto base» bacteriológico. Y, a su vez, todo ello dentro del sistema global de Luchas y Campañas Sanitarias de la Dirección General de Sanidad del Ministerio y/o de las respectivas Entidades Autónomas, según la organización sanitaria actualmente existente. Esto es hoy posible en España, dado el grado de desarrollo tecnológico alcanzado en esta materia y las cifras de tuberculosis que tenemos en estos momentos. Ello aparte de una trascendencia socioeconómica considerable nos permitiría estar a nivel internacional en el estudio de esta enfermedad, prestigiando así nuestro sistema de salud. A la vez que 29 serviría de enseñanza para todo nuestro personal sanitario al que urge dar a conocer y a utilizar todos estos datos y esta tecnología para que puedan luchar de una manera racional y más eficaz contra ese aún no menospreciable problema que tenemos en España de la «tuberculosis». El llevarlo a la práctica consideramos que es factible, y sólo de nosotros depende; el programarlo es el reto de nuestras autoridades sanitarias, que por otra parte y entre otras misiones pensamos que para eso están. BIBLIOGRAFÍA 1. Casal M: Manual de Bacteriología de la Tuberculosis y Micobacteriosis. Editorial AC. Madrid, 1983. 2. Skerman VBD, Me Govan V, Sneal PHA: Approved list of bacterial ñames. Int J Syst Bacteriol 1980; 30: 225. 3. Runyon E, Wayne LG, Kubica GP: Family I I . Mycobacteriacese Chester 1897, 63. En Bergey's manual of determinativo bacteriology. R E Buchnan ed. Baltimore. The Willians and Wiikins 1974; 682-701. 4. Casal M: Situación taxonómica actual de las distintas especies de micobacterias. Laboratorio 1977; 63: 501. 5. Casal M: Estudio diferencial de las micobacterias escotocromógenas de crecimiento rápido. Rev Lat Amer Microbio! 1977;19:199. 6. Casal M: Clasificación de las micobacterias desde el punto de vista clínico. Rev Clin Esp 1977; 147:251. 7. Casal M: Las micobacteriosis: su importancia en patología humana actual. Med Clin 1977; 69: 326. 8. IUAT/WHO Study Group. Tuberculosis control. Technical Report Series n.° 671. OMS, Geneva 1982. 9. David H, Brander E, Casal M et al: Diagnostic and Public Health. Mycobacteriology. Ed. by European Society for Mycobacteriology (ESM). 10. Casal M, Rey Calero J: Mycobaclerium gadium: a new species of rapid growing scotocromogenic mycobacteria. Tubercle 1974; 55: 299. 237 PRIMOINFECCION TUBERCULOSA. PATOGENIA Y CLÍNICA G. BENTABOL MORENO* Dispensario de Enfermedades del Tórax Málaga. Definición Infección y contagio Se entiende por «primoinfección tuberculosa», el conjunto de reacciones locales y generales que se producen en el organismo humano, la primera vez que éste se pone en contacto con el Mycobacterium tuberculosis, y cuya forma de expresión y gravedad estarán condicionadas por dos factores opuestos: el número y virulencia de estos gérmenes y el estado de las defensas del sujeto. Este término de «primoinfección» se aplica generalmente en la práctica de un modo bivalente, dando lugar a distintas interpretaciones y con ello a frecuentes errores clínicos y terapéuticos, al englobarse en él dos situaciones diferentes de la enfermedad tuberculosa: 1) La infección primaria o «tuberculosis-infección» que es la verdadera primoinfección. 2) La enfermedad primaria o «tuberculosis-enfermedad» que es la tuberculosis primaria, la cual necesariamente ha de ir precedida de la anterior, aunque no la sigue obligadamente en todos los casos. Debemos, por lo tanto, utilizar adecuadamente ambos conceptos para evitar de ese modo los citados errores de interpretación. La infecciosidad de la tuberculosis no es tan elevada como generalmente se piensa; comparada por ejemplo con el sarampión, la tosferina o la parotiditis, las cuales llegan a afectar hasta un 80-85 % de los individuos expuestos, en la tuberculosis rara vez se supera el 48-50 % entre los convivientes, aun en las peores condiciones higiénicas y sanitarias. A este respecto, conviene señalar un hecho de importancia práctica, y es el escaso riesgo que corren los contactos de un enfermo bacilífero en el medio laboral o escolar, donde no existe una relación íntima ni continua (rara vez supera el 2 %) contrastando ello con las desorbitadas reacciones que suelen producirse entre dichos contactos, sus familiares e incluso algunos médicos, cuando se diagnostica un caso de tuberculosis en uno de estos ambientes. El concepto de contagiosidad es también valorado de modo muy diferente por cada médico, debiendo ser por ello centrado en sus verdaderas proporciones: a) En la tuberculosis pulmonar, el contagio se produce directamente de individuo a indiviuo, puesto que el bacilo de Koch no existe libre en la naturaleza, es por intermedio de las gotitas de Flügge, las cuales transportan en su núcleo central a los bacilos (de 1 a 10 según el tamaño de las mismas) y de las que una persona puede eliminar alre- * Director del Dispensario. Recibido el día 8 de septiembre de 1983. 238 30 G. BENTABOL MORENO.—PR1MOINFECCION TUBERCULOSA. PATOGENIA Y CLÍNICA dedor de 3.500 con un golpe de tos o tras 5 minutos de conversación, proyectándolas a una distancia de hasta 80-90 cm'' 2 . Estas gotitas, si son inferiores a las 10-12 mieras, se quedan en suspensión en el aire pudiendo ser inhaladas, de ahí la importancia que tiene el que la habitación de un enfermo bacilífero esté bien ventilada y aireada directamente, al objeto de que el aire no permanezca estabilizado, y además que no estén dotadas de aire acondicionado, central, para evitar el pase de los bacilos a otras dependencias. Trascurrido un escaso tiempo, estas gotitas pueden evaporarse, o al igual que las de mayor tamaño que no quedaron en suspensión, caer al suelo y desecarse, quedando los bacilos libres y mezclados con el polvo, donde pueden permanecer vivos durante varias horas (sino les da el sol) y al movilizarse el polvo, vuelven a elevarse pudiendo ser inhaladas también3'4. Hemos de comprender, por tanto, que las posibilidades del contagio a partir de muebles, ropas y otros enseres del enfermo, no es tan frecuente como a veces se piensa, no siendo por lo tanto necesarias aquellas peregrinas medidas de desinfección, incluso por el fuego, que hasta hace unos años se ponían en práctica y que aun hoy día en ocasiones vemos. b) No todas las personas que tienen contacto con un enfermo bacilífero corren el mismo riesgo de infectarse; los verdaderamente expuestos son los «convivientes», sean familiares o no (reclusos, internados en hospitales psiquiátricos) que mantienen con el enfermo un contacto intimo y continuado, y no aquellos «contactos próximos» que sólo se relacionan con él discontinua y esporádicamente, como son los familiares no convivientes, vecinos, amigos, compañeros de trabajo o escuela, etc. c) Tampoco todos los enfermos bacilíferos tienen la misma capacidad de contagio, los verdaderamente peligrosos, son los que eliminan un elevado número de bacilos en su espectoración (baciloscopias directas con más de 20-30 oacilos en una línea de lectura de la extensión) y no aquellos que sólo son positivos en el cultivo o presentan menos de 4 o 5 bacilos en las tres líneas de lectura, los cuales son relativamente inofensivos5. d) Debemos recordar, por último, que a los 14-16 días aproximadamente de haber iniciado un tratamiento antituberculoso correcto, sobre todo si el esquema terapéutico elegido contiene rifampicina," los enfermos dejan de ser contagiosos prácticamente, aunque sigan eliminando bacilos en sus esputos, estos gérmenes tienen su metabolismo seriamente afectado y han perdido vitalidad, viéndose mermado por ello sensiblemente su poder patógeno, son «gérmenes visibles pero generalmente no viables»6, no suelen crecer en los medios habituales de cultivo, y sólo con una técnica muy depurada y exquisita, y con la adición de piruvato sódico, es posible lograr el crecimiento de alguno de ellos. 35 Patogenia El Mycobacterium tuberculosis que es un germen con unas características muy especiales (grampositivo, ácido-alcohol resistente, aerobio estricto, inmóvil, de crecimiento lento, resistente al medio ambiente menos a la desecación y al sol, intracelular facultativo, etc.) 2 ' 7 ' 8 , puede penetrar en el organismo humano por cualquier vía: cutánea, conjuntival, genital, orofaríngea, digestiva y respiratoria, pero son estas dos últimas las más frecuentes. La 9 vía digestiva defendida sobre todo por Behring y en particular la respiratoria (94-96 % de todas las formas de tuberculosis) que en el caso de la localización pulmonar, es prácticamente la única puerta de entrada, como lo demostró Villemin10 y fue posteriormente confirmado por los estudios de Kuss, Albretch, Ghon et al, y las experiencias de Flugge, Engel, Heynemann et al". En algunos casos excepcionales de infecciones masivas, la vía puede ser otra, como en el accidente de Lübeck, en que la puerta de entrada fue la digestiva, en el intestino delgado generalizándose por vía linfática12. Como hemos dicho antes, los bacilos transportados por las gotitas de Flugge, al quedar suspendidas en el aire pueden ser inhaladas, aunque han de tener un tamaño inferior a las 5-6 mieras para poder llegar a los alveolos pulmonares, pues sino quedarán impactadas en las vías altas y eliminadas después2' ". Una vez que llegan al alvéolo, los bacilos comienzan a multiplicarse y según la clásica «Ley de Conheim», allí donde han entrado producirán una lesión inicial, descrita por primera vez por Parrot en 1876, y que dará lugar al denominado «chancro de inoculación» de Parrot-Kuss-Ghon o «afecto primario» de Ranke, aunque es más conocido impropiamente como «Nodulo de Ghon». Esta lesión inicial puede asentar en cualquiera de los dos pulmones, aunque lo hace más frecuentemente en el derecho en una proporción aproximada de 6: 4.(según una estadística de Ghon, aparecía en un 55,77 % en el pulmón derecho y un 44,23 % en el izquierdo)"' 12 ' 14 y dentro de ellos, en cualquier zona, aunque suele hacerlo en razón directa a su volumen y aireación relativa15, de ahí su predilección por el segmento apical del lóbulo inferior derecho, sobre todo en los niños, pues en los adolescentes y adultos jóvenes suele ser más frecuente la localización en los lóbulos superiores'6. Dentro de los segmentos tiene preferencia por las zonas subpleurales y paracisurales 12 ' 17 , lo que hace que por la vía linfática o por contigüidad se pueda afectar la pleura visceral, dando lugar a una pleuritis, que en muchos casos es la primera manifestación clínica de una tuberculosis primaria". En la histogénesis de esta lesión inicial, cuyo tamaño puede oscilar entre el de un grano de mijo al de un guisante o una avellana, se van a presentar tres estadios característicos, a veces sucesivos, y que son los siguientes:14'19 239 ARCHIVOS DE BRONCONEUMOLOGIA. VOL. 19. NUM. 6. 1983 1) Fase preexudativa (alveolitis irritativa o alveolitis edematosa de Virchow), en la que los bacilos que comienzan a multiplicarse y aumentar en número, son englobados por los macrófagos alveolares y rodeados por leucocitos polinucleares, células de descamación y una ligera exudación fibrinosa 17 . 2) Fase exudativa (alveolitis catarral o alveolitis epitelial de Virchow) en la que aumenta el acumulo de fibrina y polinucleares, los cuales van siendo sustituidos por monocitos, y aparecen las células epitelioides, algunas de las cuales, por fusión o división atípica, dan lugar a las llamadas «células gigantes» de Langhans. Cada una de estas células gigantes, se ve rodeada por las células epitelioides que tienden a anastomosarse entre si, formando una especie de empalizada9, que a su vez se ve rodeada por una corona de linfocitos, constituyendo todo ello la lesión tuberculosa elemental, denominada tubérculo, granuloma tuberculoso o folículo de Koster. 3) Fase de caseificación: es la más característica y debida a una necrosis de coagulación de la zona central exudativa, que forma un caseum donde quedaran englobados los bacilos allí existentes. Este caseum posteriormente puede ablandarse y ser eliminado, dando lugar al acontecimiento más trascendental del proceso tuberculoso, que es la «cavernización». Una vez establecida la lesión inicial, los bacilos que fueron englobados por los macrófagos, en los que domina la acción bacteriostática sobre la bactericida, pueden ser destruidos por ellos, en ciertos momentos en que al parecer, algo estimula la capacidad bactericida de los mismos, este «algo» serian las linfoquimas y factor de transferencia elaborados por los linfocitos T, y la producción de HiOi u otra causa capaz de hacer disminuir el 02 intracelular, el motivo de su muerte (Mitchinson). Por el contrario, sino sucede esto, pueden ser los bacilos los que multiplicándose en su interior, lleguen a destruir al macrófago, liberándose e iniciando un nuevo ciclo al emigrar a otros alvéolos vecinos, donde producirán nuevas lesiones iniciales. O lo que es más frecuente, permanecer dentro de ellos conservando su poder patógeno e incluso multiplicándose, aunque de modo más lento, ya que su metabolismo se enlentece al encontrarse en un medio ácido adverso, constituyendo la denominada colonia de «bacilos intracelulares» que son los causantes de las recidivas de la enfermedad. Estos bacilos intracelulares, asi como aquellos que consiguieron liberarse por muerte de los macrófagos, son llevados a través de la vías linfáticas, siguiendo el circuito corto (linfáticos peribronquiales y perivasculares) o más rara vez, por la red linfática subpleural, que representa un camino más largo y lento'. Estos vasos linfáticos, no sólo actúan como simples «cañerías de conducción», sino que ellos mismos pueden verse afectados por el 240 proceso tuberculoso, bien por contigüidad o a través de los llamados «tubérculos de aposición o perinodulares» producidos por la acción de los bacilos libres, quienes llegan a formar en su pared verdaderas infiltraciones tuberculosas 3 ' 12 y dando lugar a una «linfangitis tuberculosa». Estas vías linfáticas, sanas o afectadas, llegan hasta los ganglios linfáticos terminales (ganglios paratraqueales y ganglio ácigos en lado derecho y ganglio de Botal en el izquierdo) llevando la linfa procedente de la casi totalidad de ambos pulmones y pleuras viscerales y con ella a los bacilos, después de haber rebasado, afectándolos parcial o totalmente10 a los otros grupos ganglionares menores (ganglios interlobulares, lobulares, retrobronquiales e intertraqueobronquiales)"'w. En el interior de los ganglios linfáticos, los bacilos producirán también una lesión específica, que da lugar a una adenopatía tuberculosa conocida con el nombre de «adenopatía satélite» y que según la ley de Parrot (1876): es constante cuando existe una lesión pulmonar tuberculosa, siempre que no se hubiese desarrollado la alergia10'20; pues a partir de ese hecho, ya no se producirán afectaciones ganglionares aunque se presentasen nuevas lesiones parenquimatosas, salvo excepcionales situaciones deanergia'. Y aquí termina la denominada «fase linfógena» de la tuberculosis pulmonar, durante la cual, como hemos visto, se ha formado el llamado «complejo primario» de Ranke, que está integrado por tres elementos constantes: la lesión parenquimatosa, la linfangitis y la adenopatía satélite, que constituyen una entidad perfectamente definida y típica que aparece hasta en un 90-93 % de los casos de tuberculosis primaria hasta los 14 años de edad. Este complejo primario aparece no solamente en los pulmones, sino también y con las mismas características anatómicas en cualquier otra parte del organismo donde se hubiese asentado el bacilo de Koch. En el pulmón, este complejo primario, al igual que cualquier otra lesión microbiana y cualquier otro foco tuberculoso, aunque no sea primario14' '7, se ve rodeado posteriormente al aparecer la alergia tuberculosa3 en la gran mayoría de los casos, de una reacción perifocal de tipo inflamatorio inespecifico (hiperemia, infiltración linfocitaria y edema) denominada infiltración perifocal de Schmincke, inflamación colateral de Tendeloo o paratuberculosis de Engel"' 19 , la cual se ve acompañada de pequeñas zonas de atelectasia perilesional, las cuales aumentan y densifican la imagen radiológica de la reacción inflamatoria, constituyedo todo ello la infiltración primaria de Redecker o epituberculosis de Eliasberg y Neuland21 (fig. 1), cuya principal característica clínica es la rapidez con que se reabsorbe, sobre todo en su zona central, visualizándose entonces de nuevo claramente la imagen bipolar típica del complejo primario, realzada por la in36 G. BENTABOL MORENO.—PR1MOINFECC10N TUBERCULOSA. PATOGENIA Y CLÍNICA via y cava superior, hasta las cavidades derechas del corazón y de ahí a otras partes del organismo. Fijándose sobre todo en el sistema reticulo-endotelial del hígado, médula ósea, etc., y en aquellas zonas donde exista una P0¡ elevada2'6, como son: los segmentos apicales del pulmón, corteza renal, epífisis de huesos largos, etc., donde pueden asentar, multiplicarse y producir lesiones localizadas, generalmente pequeñas, que suelen curar expontáneamente por reabsorción o calcificación (por ejemplo, los nodulos apicales de Simón) o en ciertos casos, seguir extendiéndose por el resto del organismo y dar lugar a formas agudas generalizadas, de mayor o menor gravedad. Es la llamada fase hematógena o de diseminación de la tuberculosis. Inmunidad y alergia filtración perifocal persistente a nivel perilesional y periganglionar19'22 (fíg. 2). Si el contingente y/o virulencia de los gérmenes que llegaron a los glanglios linfáticos es grande, o el sistema inmunitario es deficiente, esa barrera defensiva ganglionar puede verse desbordada, y entonces los bacilos, a través del linfático eferente, llegaran al conducto torácico y al torrente circulatorio donde pueden ser destruidos, o en su defecto, transportados a través del ángulo venoso, subcla37 Trascurrido un tiempo variable desde que los bacilos penetraron en el organisno (37 ± 3 días en el 98 % de los casos y entre 15 y 58 días el 2 % restante) según la intensidad de la infección23, que es el llamado período de incubación de la alergia tuberculosa de Epstein, o periodo prealérgico de Debre-Jacquet3' ", y que puede ser igual al período de incubación de la enfermedad, se desarrolla la inmunidad celular y aparece una sensibilidad especial a las fracciones proteinicas del bacilo de Koch, llamada alergia tuberculosa a la que va ligada24. Ambas tienen en común la mediación de los linfocitos T, los cuales sensibilizados, elaboran las linfoquinas (que aunque no son suficientemente conocidas ni identificadas, se sabe que constituyen los elementos más importantes de la reacción inmunológica, no por si mismas, sino a través de los macrófagos a los que atraen y fijan, activando su capacidad bactericida) y el llamado factor de transferencia, que se fija a otros linfocitos no sensibilizados aún, trasmitiendo y extendiendo dicha sensibilización a mayor número de ellos. A pesar de esto, son fenómenos independientes, radicando la diferencia en los antígenos hacia los cuales van dirigidas ambas formas de reacción, pues se piensa, que los linfocitos podrían activar un tipo celular determinado para adquirir la inmunidad y otros diferentes para expresar la hipersensibilidad1'25. De la citada hipersensibilidad a las fracciones proteinicas del bacilo de Koch, es la hipersensibilidad a la tuberculina la más importante y mejor conocida13; se trata de una reacción retardada tipo IV, constituyendo el ejemplo clásico de afectación inmunológica de mediación puramente celular, y que se mantendrá mientras persistan bacilos vivos dentro del organismo, cosa que generalmente sucede durante toda la vida, aunque a partir de los 5560 años, puede irse debilitando en algunos individuos e incluso desaparecer. Esta hipersensibilidad tiene una traducción en la piel del sujeto infectado, y puede ponerse de mani241 ARCHIVOS DE BRONCONEUMOLOGIA. VOL. 19. NUM. 6. 1983 fiesto al practicar un test de tuberculina, la cual al ponerse en contacto con la dermis, produce un ariimulo celular (linfocitos T y macrófagos) evidenciado por la presencia de una zona de induración y un eritema periindurantivo, más o menos intensos, que se inicia después de varias horas y alcanza su máximo alrededor de las 48 horas, para ir desapareciendo después lenta y progresivamente. La aparición de esta reacción dérmica en un sujeto que anteriormente no reaccionaba a la tuberculina, es lo que se conoce con el nombre de viraje o conversión tuberculinica. Al establecerse éstas (inmunidad e hipersensibilidad), se activan los macrófagos2 y cesa o disminuye sensiblemente la multiplicación bacilar, se localizan las lesiones sin nueva participación linfática', y en la gran mayoría de los casos regresan y curan. Este es el final del período primario, y a partir de este momento puede empezar a aparecer el fenómeno de la caseosis. Todo lo que ocurra después, tanto en el complejo primario ya establecido como en cualquier superinfección posterior, tiene ya el mismo significado inmunológico y anatomopatológico, perteneciendo al llamado período postprimario que como ya hemos dicho, tiene su principal característica en la especificidad y focalidad de las lesiones'. Evolución El grado de virulencia y número de los gérmenes, el estado de las defensas orgánicas y ciertos fenómenos inmunológicos, van a determinar la sensibilidad de las personas a padecer o no la enfermedad después de haber sido infectadas, y el que esa enfermedad se manifieste en ellas de un modo benigno o maligno. Es al final de la fase exudativa, cuando el proceso tuberculoso seguirá una de sus dos posibles vías evolutivas, adoptando bien la forma productiva (favorable), cuando al dominar el potencial defensivo, la inmunidad del sujeto coloca al organismo en condiciones de abortar la enfermedad, prácticamente en la misma puerta de entrada, o bien la forma caseosa (desfavorable), cuando al fracasar la anterior, es la hipersensibilidad (mecanismo de defensa que podemos considerar como de segundo orden) la que procurará la curación por medio de una violenta reacción exudativa y necrótica, con reblandecimiento .y formación de una caverna, con lo que trata de eliminar todo el foco lesional. a) Afortunadamente, más del 90 % de los sujetos infectados, evoluciona expontáneamente de un modo favorable24, deteniéndose la infección primaria y curándose de un modo completo, por reabsorción o dejando como secuela un campo indurativo'8, en la fase de lesión inicial o en cualquiera de las fases posteriores, sin que se haga evidente la enfermedad. 242 b) Otro porcentaje de infectados, al no detenerse la infección y progresar la enfermedad, pueden manifestarse como enfermos en cualquiera de las fases del complejo primario, dando lugar a las clásicas formas de tuberculosis primaria (figs. 3 y 4), las cuales al curar con el tratamiento oportuno o más raramente sin él, con calcificación o sin ella (nunca con fibrosis), pueden dejar como imagen residual un nodulo de Ghon en pulmón y/o una adenopatia calcificada solamente, en aquellos casos en que el arrastre de los bacilos hacia los glanglios fue completo y desapareció totalmente la lesión parenquimatosa. Estas formas residuales, quedarán inactivas incluso durante toda la vida, aunque como una posible bomba de tiempo, pues pueden reactivarse, como sucede con aquellas pequeñas lesiones de localización ápico-posterior producidas en la fase de diseminación hematógena primaria (nodulos apicales de Simón), que suelen ser la principal causa de tuberculosis post-primaria del adulto. c) Existe un tercer grupo de sujetos infectados, en que la lesión primaria, bien por la intensidad de la infección o por disminución de las defensas, es desde un principio progresivamente activa26, apareciendo rápidamente la hipersensibilidad tuberculinica, y tras ella, los fenómenos de caseosis, con eliminación progresiva del caseum y formación de la correspondiente caverna, cuyo contenido bacilar al encontrarse ahora en un medio neutro totalmente favorable para su metabolismo, como es la pared de la caverna, con un aumento de la cantidad de Oí y la existencia de un caseum líquido que actúa como excelente medio de cultivo, comienzan a multiplicarse exuberantemente dando lugar a la abundantísima colonia de bacilos extracelulares, quienes por vía bronquial (bronquio de drenaje) pueden salir al exterior, siendo los encargados de Figura 3 38 G. BENTABOL MORENO.—PRIMOINFECCION TUBERCULOSA. PATOGENIA Y CLÍNICA la cual afectada por completo, se ha convertido en una bolsa llena de caseum líquido26 que erosiona la pared bronquial vecina, ya debilitada por la presión mantenida, vaciándose en su luz y originando una fístula gangliobronquial'' " que por aspiración, extiende el contenido caseoso del ganglio por todo el territorio pulmonar correspondiente. Esta rotura ganglionar, se puede producir también en la luz de un vaso sanguíneo vecino, dando lugar a una intensa bacilemia tuberculosa, como podría suceder también, con la rotura de los discutidos tubérculos vasculares de la íntima de Weigert", dando lugar a formas agudas generalizadas y graves, cuya máxima expresión serían las tuberculosis mi- contagiar, y/o por vía linfohemática extender el proceso a las zonas vecinas e incluso al resto del pulmón y/o al contralateral, dando lugar a unas formas de tuberculosis pulmonar que en nada se parecen a las de la típica infiltración primaria ya descrita, sino que son en todo semejantes a una tuberculosis de adulto. Esta forma evolutiva, es la que hoy día se ve en el 80-85 % de los casos por encima de los 14 años de edad 6 ' 10 y que tanto nos alarma en nuestro quehacer diario (figs. 5, 6 y 7). d) Y por último, tenemos aquellos casos en que además del elevado grado de infección y posibles alteraciones inmunológicas, se producen accidentes que complican la evolución del proceso, como puede ser la rotura de una adenopatía caseificada, 41 243 ARCHIVOS DE BRONCONEUMOLOGIA. VOL. 19. NUM. 6. 1983 Figura X liares, las granulias extensas y las meningitis tuberculosas (fig. 8). Las formas a) y b) se consideran benignas, mientras que las otras dos, serían malignas de evolución de esas tuberculosis primarias. Sintomatologia Los síntomas de la tuberculosis primaria, son tan variables como la misma evolución del proceso, dependiendo también de las reciprocas acciones huésped-bacilo'. Hemos de tener presente además, que el comienzo de la tuberculosis, antecede frecuentemente en bastante tiempo a la aparición de las primeras manifestaciones clínicas; por ello, hemos de buscar aquellos síntomas que hayan podido pasar inadvertidos o no hayan sido valorados por el enfermo o sus familiares, a fin de lograr un diagnóstico lo más precoz posible, como pueden ser: una ligera astenia, un pequeño y breve episodio febril que suele presentarse al final del período prealérgico, llamado fiebre inicial de H. Koch", una disminución del apetito, adelgazamiento, tos matutina, sudores nocturnos, etc., siendo éste un síntoma de gran valor para Pidoux, quien afirmaba que era el primero y el último de los síntomas de la tuberculosis pulmonar. Toda esta sintomatologia leve en principio, va intensificándose a medida que avanza el proceso y a la vez van apareciendo síntomas locales que son comunes a otras enfermedades bronco-pulmonares (bronquitis, neumonías, etc.), si bien su persisten244 cia en el tiempo y su intensificación progresiva, nos deben hacer pensar en la tuberculosis 14 ' 27 : a) Fiebre: puede variar desde una ligera febrícula a una fiebre elevada, continua o remitente, según la intensidad del proceso, siendo clásicas: la fiebre héctica (grandes oscilaciones térmicas con elevaciones vespertinas) de las formas muy graves, o el tipo inverso (elevaciones matutinas y remisiones vespertinas)28. Si bien habitualmente, lo que observamos es una febrícula vespertina que dura 2 o 3 horas y desaparece en las primeras horas de la noche. b) Tos: que al comienzo suele ser breve y seca con predominio matutino, y posteriormente aumenta de intensidad, se hace productiva y aparece sobre todo por la noche. Son características las toses quintosas y convulsivas que acompañan a las adenopatías mediastinicas, por compresión del neumogástrico o del recurrente, que en los lactantes y niños pequeños adquiere un carácter bitonal, por la compresión de los bronquios-tronco. Y las toses irritativas reflejas, tras las inspiración profunda, en los casos de afectación de la pleura diafragmática3' "• 18 . c) Espectoración: es un síntoma aun más variable, desde la escasa y mucosa de las fases iniciales, hasta la francamente muco-purulenta o purulenta de aspecto nunmular. Puede presentar un carácter hemoptoico más o menos acusado, desde las simples estrías hemáticas hasta esputos claramente hemoptoicos e incluso hemoptisis más o menos intensas y duraderas. d) Disnea: no es un síntoma habitual en las tuberculosis pulmonares primarias, salvo en aquellos casos en que las lesiones parenquimatosas sean muy extensas o exista un derrame pleural importante, o cuando coexisten otras enfermedades bronco-pulmonares o cardiacas. e) Dolor torácico: es de poco valor diagnóstico, y suele estar relacionado con la presencia de adenopatías mediastinicas, vecindad del foco pulmonar a la pleura visceral o afectación de las hojas pleurales, ya que la lesión parenquimatosa es indolora en sí. f) Eritema nodoso: es una vasculitis por hipersensibilidad, caracterizada por la presencia de nodulos inflamatorios en la dermis y tejido subcutáneo, de color rojizo, localizados en zonas pretibiales, dolorosos al tacto y que evolucionan generalmente por brotes, encontrándose siempre elementos en distintos estadios evolutivos y que se da con más frecuencia en los países nórdicos que en los meridionales 17 ' 29 . Duran unas tres o cuatro semanas, y su coloración va pasando del rojo vivo a rojo oscuro, violeta y amarillo-verdoso. Suele coincidir con el periodo de intumescencia ganglionar 20 ' 23 poniendo de manifiesto una mayor reactividad del organismo ante la infección tuberculosa, aunque no es patognomónico de ella. Para Wallgren 3 es una manifestación inespecífica, que cuan42 G. BENTABOL MORENO.—PR1M01NFECC10N TUBERCULOSA. PATOGENIA Y CLÍNICA do se presenta, suele coincidir con una evolución favorable del proceso pulmonar. Como vemos, esta sintomatología no es tan aparatosa como la que aparecía hace unas décadas, ha ido perdiendo intensidad a través de los últimos años, al irse atenuando el cuadro toxiinfeccioso de la enfermedad por la progresiva disminución de agresividad del bacilo de Koch. Hoy día apenas se evidencia, sobre todo entre los niños y adolescentes, en los cuales, será el resultado de las tuberculinorreaciones sistemáticas o de exámenes radiológicos casuales (exámenes de salud, investigaciones familiares, exploraciones radiológicas por otras enfermedades, etc.) las que pondrán de manifiesto la enfermedad que hasta entonces había permanecido asintomática y sin dar la cara. Este hecho clínico y la progresiva disminución de casos de tuberculosis, representa un factor de gran valor práctico, ya que puede irnos haciendo olvidar poco a poco la existencia de esta enfermedad y no tenerla presente en el diagnóstico diferencial de las enfermedades pulmonares, en favor de otros diagnósticos más sofisticados o de procesos que actualmente se estén presentando con una mayor frecuencia. Friedrich, la pectoriloquia y el soplo anfórico 30 - 3 ' que se aprecian cuando la caverna tiene un determinado tamaño, aunque para entonces ya es claramente visible en el estudio radiológico. Datos de laboratorio Tampoco éstos son específicos y carecen por tanto de un significativo valor diagnóstico, pues incluso no son raros los casos de enfermos con tuberculosis pulmonar que tienen una analítica prácticamente normal, sirviéndonos si acaso sólo como un dato más a valorar. Podemos citar por ejemplo: la posible existencia de una anemia normocítica e hipocrómica ligera; una discreta leucocitosis con neutrofilia; disminución o desaparición de eosinófilos y disminución de linfocitos en las fases iniciales, aumentando ambos y apareciendo monocitos en la fase de regresión; proteina C reactiva positiva y una velocidad de sedimentación globular más o menos elevada, siendo este parámetro el de mayor valor evolutivo y facilidad de realización5' '°. Test tuberculinico Signos físicos La exploración física ha ido perdiendo valor y la profusa propedéutica de hace unas décadas, ha quedado en la actualidad en casi total desuso. La pauta reglada de la inspección, palpación, percusión y auscultación, rara vez se practica hoy día, y cuando se aplica, se suele hacer de un modo anárquico e irregular, superficialmente, puesto que es poco lo que se espera de ellas; además, ninguno de los signos físicos es específico de la tuberculosis pulmonar, ni tampoco son constantes en todos los enfermos tuberculosos, aunque a veces pueden tener valor para aclarar algunas dudas, sobre todo en los casos de imágenes radiológicas complejas o cuando no se disponga del adecuado instrumental radiológico'. Dentro del gran número de los conocidos, podemos citar como ejemplos clásicos: la submatidez de las consolidaciones pulmonares, que sólo suele apreciarse cuando el proceso es muy superficial o extenso... la matidez típica de las colecciones líquidas pleurales... el soplo bronquial que aparece cuando existe ocupación alveolar en amplias zonas del pulmón... los estertores crepitantes después de la tos, que se pueden percibir sobre zonas de afectación reciente con pequeñas cavernas (signo de Winkier y Sattier), aunque a veces pueden perdurar durante años después de inactivarse el proceso, por la existencia de distorsiones bronquiales o pequeñas bronquiectasias pericicatriciales16... y los clásicos signos percutorios y auscultatorios de cavernización: signos de Wintrich, Gerhardt y 43 La reacción tuberculinica es el método diagnóstico específico de la infección tuberculosa, ya que la hipersensibilidad a la tuberculina es el único criterio válido, hoy por hoy, para poder sentar este diagnóstico. Se realiza siguiendo la técnica de Mantoux, consistente en la inyección estrictamente intradérmica, en la cara antero-externa del antebrazo de una décima de centímetro cúbico del derivado tuberculinico PPD RT-23 cuya solución contenga 2 UT por cada décima y haciendo la lectura a las 48-72 horas, midiendo el diámetro mayor de la induración (no el eritema periindurativo) y dando el resultado en milímetros y no con cruces27. En España, existen todavía múltiples diferencias de criterio en lo referente a este tema, siendo muchos los médicos que no se adaptan a las normas internacionales6, y así vemos como frecuentemente se usan soluciones más concentradas, que sólo consiguen producir ulceraciones en el sitio de la inyección por exacerbación del fenómeno de Koch; se reiteran test con dosis progresivamente crecientes, lo que a veces origina un efecto Booster con posibles falsas positividades; se siguen dando resultados con cruces en vez de en milimétricos, etc... siendo quizás el defecto más extendido, el uso de soluciones con 5 UT por décima de ce, error que parte del habitual uso de la literatura norteamericana, ya que en efecto, en EEUU se utiliza dicha concentración, pero de un derivado tuberculinico diferente (PPD-S) que se ha considerado unas dos y media veces menos activo que el 245 ARCHIVOS DE BRONCONEUMOLOG1A. VOL. 19. NUM. 6. 1983 PPD RT-23, preparado en Dinamarca por la OMS y de uso en Europa 16 . Esta diferente actividad, según algunos autores, no radica en el derivado tuberculinico en sí, sino en la adición de «tween 80» al PPD RT-23, lo cual al provocar una mayor dispersión de la tubercuHna inyectada, aumenta las reacciones fuertes y disminuye las débiles, contribuyendo ello a desarrollar un efecto separador de las infecciones producidas por otros tipos de micobacterias32. El resultado de estas tuberculinorreacciones nos permitirá conocer la existencia o no de la infección tuberculosa, y con ello encasillar a los individuos testados en cada uno de los siguientes grupos'' ''•27: Negativos... Dudosos. . . . Positivos . . . los reactores menores de 6 mm. los comprendidos entre 6 y 9 mm. los reactores mayores de 10 mm. Pero estos resultados, no siempre pueden interpretarse dentro de unos límites tan estrictos, la existencia de falsos negativos (formas tuberculosas graves, vacunaciones recientes, enfermedades anergizantes, ciertos tipos de tratamientos, embarazo, etc.)... los posibles falsos positivos (algunos casos de trasfusiones sanguíneas recientes con sangre de tuberculinpositivos, efectos Booster por reiteración de los test o aumento de la concentración de las soluciones, que pueden poner de manifiesto infecciones por micobacterias atípicas, etc.)... y el elevado número de resultados incluidos en el grupo de «dudosos», además de los posibles errores de técnica en la aplicación o la lectura, y a veces la escasa especificidad de algunos derivados tuberculínicos utilizados, bien por ellos mismos o porque su acción se ha debilitado por efecto de la luz, obliga a seguir investigando en este terreno, a fin de lograr la caracterización de todos los antigenos de bacilo de Koch, para poderlos aislar y lograr las sustancias que sean más especificas para la realización de estos test cutáneos. Clasificación Siguiendo los criterios de la Asociación Americana contra la Tuberculosis, los procesos tuberculosos pulmonares, tanto primarios como postprimarios, pueden clasificarse en varios grupos, atendiendo a los siguientes diferentes parámetros 16 - 17 : 1) Infección: se pone de manifiesto por la reacción tuberculinica y según el tamaño de la induración, podremos considerar a los sujetos como negativos o positivos. 2) Extensión: según la extensión de las imágenes radiológicas pulmonares, podremos considerarlas: a) Mínimas: pequeñas lesiones pulmonares, de leve a moderada densidad, sin cavitación de246 mostrable y limitadas a pequeñas zonas de un pulmón o de ambos. b) Moderadas: presencia de imágenes caviladas no mayores de 4 cm de diámetro, o en su ausencia, lesiones extendidas a casi todo un pulmón o con una superficie equivalente en ambos. c) Avanzadas: presencia de cavidades múltiples o con tamaño superior a los 4 cm y/o una extensión lesional superior a las anteriores. 3) Actividad: es el parámetro de mayor interés clínico, pues de él va a depender la indicación o no, de un tratamiento especifico adecuado y, por tanto, el futuro del enfermo: a) -Inactiva: zonas radiológicas indurativas, con baciloscopias reiteradamente nagativas en el examen directo y en cultivo, tras haber terminado un tratamiento correcto, tanto en cuanto a drogas, dosis y duración. b) Detenida: formas análogas a las anteriores, pero sin comprobación de la negatividad por cultivo. c) Actividad indeterminada: cuando no hay signos de actividad radiológica ni presencia de bacilos, pero sin que exista constancia de haberse hecho un tratamiento correcto completo. d) Activa: imágenes radiológicas activas (progresivas o regresivas), con positividad en las baciloscopias directas y/o cultivos. 4) Desde el punto de vista del tratamiento a emplear, es imprescindible diferenciar otros dos grandes grupos: formas iniciales o tuberculosis iniciales y formas cronificadas o tuberculosis crónicas, ya que la conducta a seguir va a ser totalmente diferente frente a cada uno de los enfermos de ambos grupos. El uso de estas clasificaciones, nos permite establecer unos diagnósticos de fácil comprensión para todos, dejándose de lado la terminología utilizada años atrás, basadas en las formas radiológicas o anatomopatológicas, que además de resultar muy farragosas, eran comprensibles prácticamente sólo para los especialistas27, con los consiguientes inconvenientes que esto acarreaba para la práctica de cada día. BIBLIOGRAFÍA 1. Alix y Alix: La tuberculosis pulmonar en la era antibiótica. Salvat 1979. 2. Des Prez: Tuberculosis. Consideraciones generales. Tratado de Medicina Interna Cecil Loeb. Interamericana, 1977. 3. Wallgren: Tratado de la tuberculosis infantil. El Ateneo, 1940. 4. Sylla: Patología y clinica de las enfermedades del aparato respiratorio. Marín 1948. 5. Styblo y Sutherland: Boletín de la U.I.C.T., volumen 57, n.°2,junio 1982. 6. Guerra Sanz: Tratamiento de la tuberculosis pulmonar. Nueva imagen de la enfermedad. Rev Inform Terap de la SS, vol. 2, n.° 10, octubre 1978. 44 G. 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Redaelli: La tisiologia en la práctica médica. Wasserman, 1934. 32. March Ayuela: Rev Enf del Tórax, vol XXXI, n.° 121, 1982, 247 MANIFESTACIONES RADIOLÓGICAS DE LA TUBERCULOSIS F. SERRANO e I. MORENO Servicio de Radiodiagnóstico. Ciudad Sanitaria de la Seguridad Social «Carlos Haya». Málaga. Introducción La tuberculosis pulmonar es responsable de una considerable morbilidad y mortalidad en todas las áreas del planeta. Las medidas de Salud Pública y la llegada de la quimioterapia han disminuido considerablemente la incidencia de esta enfermedad en los países industrializados; pero debido a la disminución de la enfermedad, se ha producido un cambio epidemiológico en el sentido de que el contacto con el bacilo tuberculoso se realiza a edades más tardías. Pues bien, consecuencia de todo ello es, que por una parte se está menos familiarizado con las manifestaciones radiológicas frecuentes de la enfermedad tuberculosa, y que por otra aparecen en el adulto manifestaciones radiológicas que antes sólo se veían en los niños y que pueden confundir con otras enfermedades. Aunque desde un punto de vista patológico se distinguen dos grupos en la tuberculosis: primaria y post-primaria, desde un punto de vista práctico y para enfocar la radiología de la tuberculosis pulmonar del adulto, la vamos a dividir también en dos grupos; pero que no se corresponden con la patogénesis, y que son: 1. Manifestaciones radiológicas frecuentes de la tuberculosis pulmonar del adulto. 248 2. Manifestaciones radiológicas raras de la tuberculosis pulmonar del adulto. En estas últimas son las que haremos mayor hincapié ya que son las menos conocidas y las que plantean mayores problemas de diagnóstico diferencial. 1. Manifestaciones radiológicas frecuentes Comprende aquellos patrones radiológicos que como tal son muy sugestivos de tuberculosis y que prácticamente plantean pocos problemas de diagnóstico diferencial; aunque resaltando que esta sospecha radiológica debe ser «confirmada» por procedimientos bacteriológicos e histológicos, ya que no se debe aceptar un diagnóstico radiológico como prueba definitiva de tuberculosis. Con un criterio práctico, hemos agrupado estas manifestaciones frecuentes en tres grupos que son: 1.° Infiltrado. 2.° Diseminación broncógena. 3. ° Forma fibroide crónica. 1.° y 2.°. Infiltrado. Diseminación broncógena En realidad, ambas entidades son estadios del mismo proceso en que el infiltrado representaría la 46 F. SERRANO ET AL.—MANIFESTACIONES RADIOLÓGICAS DE LA TUBERCULOSIS PULMONAR lesión inicial que puede llegar a desaparecer si la resistencia del huésped es buena y el tratamiento es correcto; pero si esto no ocurre, la infección se propaga a través del bronquio dando lugar a la diseminación broncógena. Tanto el infiltrado como la diseminación broncógena se caracterizan por una consolidación, pero que tiene unas características que desde el punto de vista radiológico los diferencia en una gran mayoría de casos de las consolidaciones originadas por otras bacterias (nemococos, etc.) y virus. Estas características son las siguientes: Situación: Prácticamente en el 95 % de los casos se localiza en los segmentos apicoposteriores de los lóbulos superiores o en el segmento superior de los lóbulos inferiores. Bilateralidad: En una gran proporción de casos, especialmente en la diseminación broncógena, la afectación es de ambos campos pulmonares, aunque suele ser asimétrica. Tipo de consolidación: Generalmente la forma más frecuente de consolidación se caracteriza por un moteado de 1-5 mm de diámetro de bordes mal definidos, sin tendencia a coalescer aunque la enfermedad se propague. Es la imagen que Aschoff describió como nodulo acinar (fig. 1). Estas lesiones nodulos acinares desaparecen en un corto período de tiempo tras quimioterapia; incluso sin tratamiento pueden llegar a desaparecer entre los 3 a 6 meses. Los nodulos que no son reabsorbidos, disminuyen en tamaño y son reemplazados por tejido conectivo pudiendo sufrir calcificación. Cavitación: Es quizás una de las manifestaciones radiológicas más típicas de la tuberculosis secundaria (fig. 1). Cuando el foco de caseosis es grande, el material necrótico dentro del mismo puede ser expulsado a través del bronquio originado una o más cavidades. En los primeros estadios, la cavidad se caracteriza por un área de menor densidad dentro de la consolidación pulmonar, la cavidad es irregular y a veces contiene un nivel aire-líquido; cuando el exudado pericavitario se reabsorbe, la cavidad se delimita mejor. La apariencia radiológica de la cavidad, depende de muchos factores: el grosor de la pared está en relación con la extensión del proceso inflamatorio; la presencia o ausencia del nivel aire-líquido depende del calibre del bronquio y de la posición del mismo en relación al borde inferior de la cavidad; la forma y tamaño de la cavidad está en relación con la capacidad que tiene el aire para salir por el bronquio de drenaje, así como de la extensión del infiltrado alrededor de la cavidad. Radiológicamente, cuando nos encontramos con una cavidad en que sospechamos la naturaleza tuberculosa, trataremos de buscar el bronquio de drenaje que es un signo radiológico casi patognomónico de cavidad tuberculosa (fig. 2). Aunque a veces se ve en las placas simples, generalmente son requeridas tomografías para una mejor demostración. Si una caverna es radiológicamente visible, se acompañará de un esputo positivo en más del 80 % de los casos, aunque a veces sean necesarios cultivos repetidos. La mayoría de las cavernas curan por obliteración del bronquio de drenaje, dejando una pequeña cicatriz lineal o estrellada, no obstante, en un porcentaje pequeño de casos se forma una epi- HK. 1 . l)i>f]iiinaiii>n hroncógrna. A) 1'alón condrnsalito mnir.iil" liilanral con ca» ilaciones. B) Plano lomo)!ralico donde -.r .iprrii.in inrjor la-. cavilaciones en campo superior derecho. 51 249 ARCHIVOS DE BRONCONEUMOLOG1A. VOL. 19. NUM. 6. 1983 Forma fibroide crónica En la forma leve se caracteriza por unas imágenes lineales generalmente bilaterales y de localización en lóbulos en lóbulos superiores, segmentos ápico posteriores. En casos más avanzados, estas imágenes lineales, expresión de fibrosis, cursan con atelectasia evidenciándose una elevación del hilio, desplazamiento de la tráquea e hiperinsuflación compensadora de lóbulos inferiores, y también distorsión bronquial con la formación de bronquiectasia por tracción (fig. 4). La pleura puede engrosarse formando unos casquetes apicales. telización a nivel de la unión broncocavitaria persistiendo la comunicación bronquial y por tanto la cavidad, aunque bacteriológicamente sean estériles, es decir, no existen bacilos en su interior. Son las llamadas «cavidades asépticas» que posteriormente pueden ser asiento de colonización por hongos formando los micetomas (fig. 3). 250 52 F. SERRANO ET AL.—MANIFESTACIONES RADIOLÓGICAS DE LA TUBERCULOSIS PULMONAR El cuadro radiológico tanto por la localización como por la morfología es tan típico de tuberculosis, que prácticamente no plantea problemas de diagnóstico diferencial. Manifestaciones radiológicas raras Aunque poco frecuentes, cada vez son más los casos de tuberculosis pulmonar del adulto que debutan con este tipo de patrón radiológico, probablemente consecuencia de que el contacto con el bacilo tuberculoso se realiza a edades más tardías. Fundamentalmente nos vamos a referir: 1. ° Tuberculosis primaria. 2.° Tuberculosis miliar. 3.° Tuberculoma. 1. Tuberculosis primaria La infección tuberculosa primaria en el tórax, generalmente afecta a una o más de las siguientes estructuras: parénquima pulmonar, ganglios linfáticos, árbol traqueobronquial y pleura. Estos cuatro patrones de afectación pueden presentarse aislados o combinados, y dado que se trata de un proceso continuado, será la casualidad la que determine en qué estadio verá el radiólogo al paciente. Como ya se ha indicado, cualquier persona a cualquier edad puede presentar una primoinfección tuberculosa, idéntica a los patrones que antiguamente se observaban casi exclusivamente en niños. A continuación pasaremos a describir estos cuatro patrones de afectación pulmonar de la tuberculosis primaria. Afectación parenquimatosa Se caracteriza por una consolidación homogénea del espacio aéreo de bordes no bien definidos que puede afectar a cualquier lóbulo. Esta condensación raramente se cavita, generalmente es única y suele confinarse a un segmento o más frecuentemente a un lóbulo. La condensación pulmonar se asocia generalmente con linfoadenopatía, pero muy rara vez con derrames pleurales. Es por ello que la combinación de neumonía y adenopatías en un adulto joven, debe hacernos pensar en tuberculosis primaria (fig. 5). Afectación ganglios linfáticos Se presenta en el 90 % de los casos. Cualquier grupo ganglionar puede afectarse aunque por fre53 cuencia el que más lo hace es el traqueobronquial derecho. Es muy raro que la afectación sea bilateral y simétrica. A veces, las adenopatías son la única manifestación de la enfermedad, no existiendo el componente parenquimatoso y planteándose el diagnóstico diferencial con las otras causas de adenopatías (linfoma, sarcoidosis y adenopatias metastáticas) (fig. 6). Por desgracia sólo el 40 % de los pacientes con adenopatias tuberculosas presentan esputos bacteriológicamente positivos. Es por esto que la biopsia se hace tantas veces necesaria. Afectación vías aéreas El sistema bronquial se llega a afectar en la tuberculosis primaria en un 28 % de los casos. Generalmente es el resultado de la compresión de los bronquios por ganglios linfáticos hipertrofiados y radiológicamente se manifiesta bien como colapso, o colapso más condensación, que generalmente afecta al segmento anterior del lóbulo superior. Con menos frecuencia, la afectación es primitiva endobroquial o resultado de la fistulización de adenopatías en su bronquio adyacente. Radiológicamente esto último se caracteriza por disminución del tamaño de las adenopatias y rápida consolidación simultánea del lóbulo correspondiente. Afectación pleural Es más frecuente en adulto y adolescentes (38 %) que en niños (10 %) como manifestación de la tuberculosis primaria. Generalmente es unilateral y a veces adopta una forma «lamelar» que cuando la vemos en un suje251 ARCHIVOS DE BRONCONEUMOLOG1A. VOL. 19. NUM. 6. 1983 progresarán según sea la respuesta inmunitaria del sujeto y del éxito o fracaso de la terapéutica. Si la neumonía tuberculosa se detiene en su fase histológica de exudado monocítico o linfocítico, puede resolverse dejando un pulmón sano. Por desgracia, lo frecuente es que la necrosis y licuefacción dejen ciertos grados de cicatrización. Los ganglios linfáticos también sufren retracción pudiendo desaparecer por completo o fibrosarse y calcificarse parcial o totalmente. En el caso de que ambos componentes (parenquimatoso y adenopático) se calcifiquen, tendremos el complejo primario de Ranke. Los ganglios linfáticos agrandados pueden ser responsables de divertículos por tracción a nivel del tercio esofágico y de la afectación de las vías aéreas, bien por compresión o por fistulización como anteriormente mencionamos. Esta afectación bronquial puede ser pasajera con restitución total o permanente, dejando una estenosis bronquial que provoca colapso pulmonar y bronquiectasias distales; es el llamado Patrón de Destrucción Pulmonar Post-Tuberculosis primaria. Por último, respecto al derrame tuberculoso primario puede curar sin secuelas, dejar una ligera obliteración del ángulo costofrénico o quedar un engrosamiento pleural que puede posteriormente calcificarse. Esta afectación pleural de la tuberculosis primaria es generalmente de buen pronóstico, al contrario que el derrame pleural de la tuberculosis secundaria o de reactivación que debería ser denominada empiema bien secundario a la extensión local, o por diseminación hematógena y que tiene un pronóstico realmente pobre. 2. Tuberculosis miliar to joven nos debe hacer pensar en tuberculosis (fig. 7). Con el tratamiento adecuado, esta forma pleural es la de mejor pronóstico y la de menor índice de complicaciones. Evolución de la tuberculosis primaria En todos los casos de tuberculosis primaria, pueden aparecer complicaciones que remitirán o 252 La diseminación hematógena, puede ser la primera manifestación de la enfermedad o bien representar la extensión de una lesión tuberculosa ya presente (renal, ósea, pulmonar, mediastínica). Durante las primeras fases de la tuberculosis miliar es posible encontrar normalidad radiológica del tórax, aunque el paciente presente fiebre y hepatoesplenomegalia. En estos pacientes las series radiográficas repetidas a intervalos variables, de pocos días en niños, de una semana o más en adultos, podrá demostrar la lesión miliar. Esta se caracteriza por un patrón intersticial de tipo micronodular distribuidos por ambos campos pulmonares; los nodulos son de 1 mm de diámetro, pero sin tratamiento pueden llegar hasta los 2 o 3 mm, antes de que el enfermo fallezca (fig. 8). Radiológicamente el diagnóstico diferencial se plantea con las otras causas de patrón intersticial micronodular, fundamentalmente con la neumocosis, sarcoidosis y metástasis miliares. 54 F. SERRANO ET AL.—MANIFESTACIONES RADIOLÓGICAS DE LA TUBERCULOSIS P U L M O N A R Con el tratamiento adecuado la mejoría clínica es mucho más rápida que la radiológica; por eso la persistencia de un patrón nodular durante unos meses no indica que el tratamiento y el diagnóstico hayan sido erróneos. El resultado final de la tuberculosis miliar correctamente tratada es la normalidad radiológica, siendo excepcional que se calcifique. 3. Tuberculoma Actualmente se piensa que la mayoría de los tuberculomas se originan cuando la resolución de una primoinfección se detiene en la formación de un foco localizado. Radiológicamente (fig. 9), se caracteriza por una lesión redondeada u ovalada de borde bien definido y liso, aunque en un 25 % de los casos puede 55 existir lobulación. Se localiza en cualquier parte del pulmón, aunque más frecuentemente lo hacen el lóbulo superior derecho cerca de la pleura. El tamaño es variable y generalmente oscila de 1 a 5 cm de diámetro, aunque a veces son más grande adoptando una forma de masa pulmonar, planteándose el diagnóstico diferencial con el carcinoma broncógeno. La, calcificación es un hallazgo frecuente, generalmente se trata de pequeños depósitos irregulares situados en su interior, siendo de utilidad la tomografia con bajo kilovoltaje para la demostración de estos depósitos calcicos. A veces se observa cavitación siendo generalmente pequeña y de localización excéntrica. Aproximadamente en más de un 50 % de los casos, junto al nodulo propiamente dicho se observan otras pequeñas lesiones (imágenes lineales, pequeños acumules de calcio, etc.). Son las denomi253 ARCHIVOS DE BRONCONEUMOLOG1A. VOL. 19. NUM. 6. 1983 nadas lesiones satélites y que son de gran ayuda para sospechar el diagnóstico de tuberculoma (fig. 10). Aunque el tuberculoma suele ser único, a veces puede ser múltiple, planteándose el diagnóstico diferencial con metástasis (fig. 11). El tuberculoma puede persistir estacionario durante años, a veces se rompe y propaga, y más raramente desaparece espontáneamente. Debido a que la mayoria de los casos se observan en pacientes de edad media o avanzada, el diagnóstico diferencial se plantea fundamentalmente con el nodulo maligno. La presencia de calcificación y de las lesiones satélites nos permitirá sospechar el diagnóstico, en caso de que no exista calcio o éste sea dudoso, será preciso la punción biopsia pulmonar o la toracotomía para llegar al diagnóstico definitivo. 254 BIBLIOGRAFÍA 1. Felson B: Radiología torácica. Ed Científico Médica, 1977. 2. Felson B: Tuberculosis torácica. Semimarios de roentgenología, ed esp, vol XIV 3. Ed Científico Médica, 1979. 3. Fraser RG, Pare PJA: Diagnóstico de las enfermedades del tórax. 2.a ed, tomo II. Salvat Editores, 1981. 4. Khan MA, Kovnat DM, Bachus B et al: Cl-nical and roentgenographic spectrum of pulmonary tuberculosis in the adult. Amer Journ Med 1977; 62: 31-38. 5. Miller WT, Mac Gregor RR: Tuberculosis: frequency of unusual radiographic findings. Amer Journ Roent 1978; 130: 867-875. 6. Morgan H, Ellis K: Superior mediastinal masses: secondary to tuberculous lymphadenitis in the adult. Amer Jour Roentg 1977; 120: 893-897. 7. Rabin CB, Barón NG: Radiology of the chest. 2.' ed. Golden's Diagnostic Radiology Section 3. Williams and Wilkins, 1980. 8. Sutton D: Textbook of Radiology. 2." ed. ChurchillLivingstone, 1975. 56 TUBERCULOSIS INICIAL. CARACTERÍSTICAS DE LA ENFERMEDAD Y DE LOS ENFERMOS R. REY DURAN Hospital de Enfermedades del Tórax «Victoria Eugenia». Madrid. Introducción Durante nueve años (1971-1979) el Hospital Victoria Eugenia ha sometido a tratamiento por tuberculosis inicial a 371 pacientes en régimen de 6, 9,12 y 18 meses. Todos se controlaban con periodicidad con medidas teóricamente eficaces para evitar en lo posible los abandonos. Nuestros resultados muestran una pérdida del 6,7 % de los pacientes en la fase de tratamiento. Por otra parte, el estudio de nueve meses de tratamiento de B.T.A. presenta a los cinco años de seguimiento un índice de recidivas del 1,7 %. Estas circunstancias demuestran que la terapéutica, cuando es aplicada correctamente, produce un alto índice de rentabilidad clínica a largo plazo y que en nuestro medio se hace necesario adecuar normas comunes reguladoras que motiven lo suficiente a los pacientes para evitar abandonos prematuros. I. Variantes de la flora bacilar La terapéutica de la tuberculosis ha quedado definitivamente establecida atendiendo a dos circunstancias clásicas: la asociación de drogas antibacilares y su prolongación en el tiempo. La relación Recibido el dia 8 de .septiembre de 1983. 61 germen-huésped, tan peculiar en esta enfermedad, es el principal determinante de estos criterios al permitir la existencia de diferentes poblaciones de gérmenes según sean las características de las lesiones y el estado metabólico de los mismos. La intención terapéutica final pretende, desde lograr que los mulantes resistentes naturales, integrados casi exclusivamente en las lesiones con mayor carácter multiplicativo, sean destruidos de forma homogénea como el resto de la población, hasta la esterilización de los gérmenes con procesos metabólicos más lentos. En el desarrollo de la enfermedad tuberculosa, una primera fase está formada por gran número de gérmenes englobados por los macrófagos. Al aparecer la caseosis se produce una disminución global de los bacilos que no vuelven a sufrir un incremento importante hasta que poco después la licuación del tejido caseoso proporciona condiciones metabólicas mejores para la multiplicación activa extracelular. El bacilo de Koch es un germen aerobio estricto que se divide aproximadamente cada veinte horas cuando las tensiones de oxígeno en su medio son óptimas. No todos los gérmenes están localizados en zonas de tanto privilegio metabólico por lo que se hace imprescindible diferenciarlos en varias subpoblaciones: a) En fase de multiplicación continua. Se alojan en el interior de las paredes cavilarías donde el pH es neutro y representan la mayoría (W-W) de toda la población bacilar. Las drogas bactericidas 255 ARCHIVOS DE BRONCONEUMOLOGIA. VOL. 19. NUM. 6. 1983 como la rifampicina (R), isoniacida (H) y estreptomicina (S) actúan selectivamente sobre ellos en la primera parte del tratamiento o fase bactericida. Representan por su fácil acceso al exterior, mediante la expectoración, los exponentes de la enfermedad activa y los perpetuadores del contagio. Su destrucción inadecuada condiciona unos supuestos clínicos bacteriológicos de gran interés para la reconducción terapéutica: 1. Recidiva bacteriológica: Aparece cuando el tratamiento, aunque correcto en su aplicación, es suspendido precozmente y tiene la característica importante de no crear resistencias a las drogas administradas cuya acción ha sido incompleta pero homogénea en su capacidad destructiva. Las lesiones cavitarias contienen mulantes resistentes a las drogas cuya proporción aproximada es de un 1/104 para H y de 1/103 para S, existiendo una probabilidad entre 100 para que un germen sea resistente a las dos. La escasa cantidad de gérmenes resistentes a R (1/107) hace que la resistencia in vitro no aparezca en la proporción que lo hace con las anteriores. 2. Fracaso bacteriológico: Es el resultado final de la administración de drogas con alto poder bactericida en forma de monoterapia. Se produce una selección específica de los mulantes resistentes a dicha droga perdiendo ésta toda capacidad terapéutica ulterior. b) En fase de multiplicación lenta: Asientan sobre lesiones caseosas y no suelen contener mutantes resistentes. Su número total no supera 105 y son muy accesibles a drogas bactericidas como R-H. c) En fase de multiplicación esporádica: Son intramacrofágicos y su pH es ácido, componiendo una flora similar en su número a la anterior. La droga selectiva es la pirazinamida (Z). Tanto en una población como en otra la replicación es muy poco frecuente lo que determina que la segunda etapa del tratamiento deba ser larga. d) En bacteriostasis prolongada: Al parecer no se multiplican por lo que las drogas antibacilares no pueden actuar sobre ellos. Son eliminados por las propias defensas del organismo. Las drogas a que hemos hecho referencia han conseguido su valoración a lo largo de múltiples estudios experimentales, tanto in vitro como en el animal de laboratorio, pero sólo mencionaremos aquellas investigaciones que resultaron claves en la evolución de la terapéutica. En 1956 McCune et al' consiguen la esterilización temporal de los órganos enfermos de un grupo de ratones con la asociación H + Z y once años después en el Instituto Pasteur 2 y tras 4 meses de tratamiento con R + H se logra la esterilización en pulmón y bazo de los ratones, situación que no se alcanzó cuando las drogas se administraron independientemente. Ya en clínica humana y desde el punto de vista de la rentabilidad de los esquemas terapéuticos 256 empleados por la British Thoracic Association parece que el clásico de nueve meses tiene un índice de recidiva global a los cinco años de seguimiento del 1,7 %. En un estudio posterior de 6 meses de duración con R + H como base, más S y Z en los dos primeros meses, el seguimiento a los dos años muestra una sola recidiva entre 125 enfermos. Consideramos necesario esperar más tiempo hasta que ambos estudios puedan ser comparativamente equiparables para deducir entonces su viabilidad como norma terapéutica común. II. Adecuación entre la norma terapéutica y el enfermo Está suficientemente demostrado que si el régimen o asociación terapéutica ha sido adecuado, los resultados que se obtienen son uniformemente buenos sea cual sea la condición en la que se halle el enfermo, no consiguiéndose un mejor pronóstico o una más corta recuperación porque se introduzcan otros factores suplementarios que teóricamente puedan mejorar el estado general como son el reposo, una dieta equilibrada o un mayor tiempo de hospitalización. El tratamiento antibacilar recibido de forma correcta y durante un tiempo estimado de máxima rentabilidad, en la actualidad no inferior a nueve meses, proporciona a los pacientes la mayor garantía de éxito y facilita al médico el establecimiento de controles evolutivos en base a la bacteriología a la vez que permiten la detección de intolerancias a los medicamentos. Consideramos como norma que el mayor éxito en la terapéutica de la tuberculosis viene determinado por el mayor número de pacientes que logran finalizar el tratamiento en forma correcta. La hospitalización, utilizada aún con frecuencia y de forma prolongada, como paso imprescindible en la terapéutica de la tuberculosis pulmonar, no es necesaria en los casos iniciales salvo que existan concomitantemente otros problemas médicos que asi lo exijan. El enfermo tratado de forma domiciliaria no incrementa la contagiosidad en el medio de convivencia una vez que se ha establecido el diagnóstico y por ende la terapéutica. Los estudios de Leff y Hansen3 no aprecian conversión tuberculínica en ninguno de los contactos próximos al caso índice una vez que se había iniciado el tratamiento. En cualquier caso se hace necesario evaluar al principio la remisión de los síntomas clínicos sobre todo la presencia de tos y la tolerancia a las drogas administradas. Es un condicionante especial entre estos enfermos la presencia de hábitos sociales como el alcoholismo crónico que proporciona índices de abandono superiores al resto y que requeriría de una asistencia paralela y coordinada con sociólogos y psicólogos. En cuanto al seguimiento tras la quimioterapia, que se practicaba de una manera muy prolongada 62 R. REY DURAN.—TUBERCULOSIS INICIAL. CARACTERÍSTICAS DE LA ENFERMEDAD Y DE LOS ENFERMOS y en ocasiones duraba «de por vida», no parece que tenga una razón de ser objetiva hoy día, si se tiene la certeza de que los pacientes han realizado la terapéutica de forma correcta. La ineficacia de un seguimiento largo está demostrada en un número de publicaciones4 y previamente a éstos trabajos en el año 1969 el British Medical Research Council, postulaba que aquellos enfermos que permanecían bacteriológicamente inactivos al final del tratamiento, entonces de 18 meses, tuviesen o no lesiones cavitarias residuales, no precisaban de mayores revisiones clínicas y aconsejaba que en su lugar se concentrase todo el esfuerzo en la búsqueda y tratamiento de nuevos casos. En definitiva, los controles rutinarios por sí mismos descubren pocos casos de reactivación como comprobaron Edsall y Collins en el análisis de 13.000 enfermos de los que sólo se detectó un total de reactivaciones del 0,6 Vo por este motivo. La aceptación por parte del paciente para tomar los medicamentos depende principalmente de la capacidad de autobservación que el mismo tenga con respecto a la sintomatologia clínica que presenta. En la mayoría de los casos ésta tiende a desaparecer precozmente con lo que facilita en gran medida el abandono del tratamiento si por parte del médico no se le insiste en la necesidad de proseguirlo. En el caso concreto de la tuberculosis, el comportamiento es similar al de otros procesos crónicos en los que esta capacidad también se deteriora más, por lo que los resultados en el tiempo suelen ser peores que en otros cuadros clínicos. Otros factores que podrían de una forma teórica determinar ese estado de conformidad con la terapéutica, y más que nada cuando es de duración larga, serian dependientes del nivel socio-cultural o incluso económico, pero la realidad nos demuestra que esta premisa no se cumple al no encontrarse en estos grupos un mayor desarrollo de la motivación médica. Por otra parte existen enfermos con unas características de vida muy irregular que nos sorprenden por su buen acoplamiento a las directrices clínicas previstas. En general las variables demográficas influyen muy poco en las conductas de los enfermos, siendo misión del médico realizar observaciones frecuentes de que la no presencia de síntomas clínicos no excluye la enfermedad. 63 Otras personas quizá por un mayor grado de sensibilidad ante la enfermedad o sus complicaciones o porque se conciencia de que pueden aparecer situaciones graves para su propia vida o que se acoplan a la medicación diaria sin padecer intolerancias, aportan el mayor grado de eficacia en los resultados en contraposición a lo que suele ocurrir con otro tipo de enfermos cuyo estado de opinión difiere en un principio de estos criterios o se modifica a medida que transcurre el tiempo. En lineas generales la complacencia ante el tratamiento que conlleva a un incremento de los buenos resultados finales es dependiente de que al enfermo le sean facilitadas las instrucciones de forma clara y concisa y sobre todo cuando la relación médicoenfermo establecida es considerada como óptima. Podemos deducir que la autoadministración de los medicamentos de forma correcta es la resultante de la acción conjunta del profesional que los prescribe, de la aceptación que logre en el enfermo, de las propias características de la enfermedad y de las peculiaridades de la medicación. Resumiendo y como dice Sbarbaro5 «nosotros tenemos el conocimiento, los útiles, la capacidad, la fuerza e incluso los recursos financieros para solventar el problema de la aceptación del enfermo. Sólo necesitamos la convicción». BIBLIOGRAFÍA 1. McCune RM, Tompsett R, McDermott W: The fate of mycobacterium tuberculosis in mouse tissues as determined by the microbial enumeration technique II. The conversión of tuberculous infection to the latent state by the administration of pyrazinamide and a companion drug. J Exper Med 1956; 104: 763-802. 2. Grumbach F, Rist N: Activite antituberculouse experiméntale de la rifampicine, derive de la rifamycine SV. Rev Tuberc Pneum 1967; 31: 749-762. 3. Leff A, Hansen RE, Rowland J, Krieger J: Outpatient treatment of advanced pulmonary tuberculosis without initial hospitalization. Amer Rev Respir Dis 1974; 109: 697. 4. Bailey WC: Evaluating the need for periodic recaí and reexamination ofpatients with inactive oulmonary tuberculosis. Amer Rev Respir Dis 1973; 107: 854-857. 5. International Conference on Tuberculosis. Chest 1979; 76(Suppl)750. 257 TUBERCULOSIS PULMONAR: RETRATAMIENTO A. ESPINAR MARTÍN, J.M. a PINA GUTIÉRREZ y P. M1RET CUADRAS Hospital de Enfermedades del Tórax. Terrassa. Introducción Cuando hablamos de retratamiento en tuberculosis pulmonar, obviamente nos estamos refiriendo a una situación concreta, la del enfermo portador de una tuberculosis previamente tratada. Este hecho no debería darse en nuestro medio, o al menos debería ser excepcional, si tenemos en cuenta por un lado el formidable arsenal terapéutico de que disponemos actualmente y por otro que las normas a seguir en el tratamiento de la tuberculosis 4pulmonar inicial están plenamente establecidas'- . Sin embargo, en nuestro quehacer clínico diario tenemos que enfrentarnos con estas si-5 tuaciones (según unos datos recientes el 22,9 %) por tratamientos incorrectamente aplicados o seguidos, siendo la responsabilidad de que tal hecho suceda, unas veces del profesional que instaura la terapéutica y otras del paciente que debe someterse a ella, dándose simultáneamente ambas situaciones, en no pocos casos6. Fracaso terapéutico y recidiva del enfermo tuberculoso. Sus causas e implicaciones Antes de nada procede separar conceptualmente los términos fracaso y recidiva. Por fracaso entendemos las dos situaciones siguientes:7 Recibido el día 8 de septiembre de 1983. 258 a) Persistencia de la positividad bacteriana en la expectoración del enfermo que está siendo sometido a tratamiento específico. Más del 90 % de los enfermos en quienes se logra la curación con el tratamiento standard, tienen el cultivo del esputo negativo al sexto mes de iniciada la terapéutica. De ahí la importancia pronóstica de este dato. No obstante, en algunos casos que también van a evolucionar favorablemente, el cultivo del esputo puede negativizar algún tiempo después de los seis meses de tratamiento. Estas consideraciones son válidas para la quimioterapia de corta duración, habida cuenta, de que con estas pautas (que incluyen la rifampicina) se consigue la negativización del esputo antes que con la quimioterapia convencional. Según recomendaciones de la UICT la eficacia en el tratamiento standard se juzga según el resultado bacteriológico de la expectoración del enfermo obtenida al 5.°, 6.°, 9.° y 12.° mes de tratamiento, y en la quimioterapia de corta duración de la obtenida entre el 4.° y 6.° mes del tratamiento y a su finalización7-9. b) Fall and rise (caída y elevación)2'7'10: Esta situación se caracteriza por la disminución o desaparición de la positividad bacilar en la expectoración del enfermo, seguida por el aumento o la aparición de dicha positividad que, a su vez, se hace persistente. Constituye la situación más evidente de fracaso. La recidiva consiste en que tras un período de aparente quiescencia bacteriológica consecutiva a un curso terapéutico previo, se vuelve a constatar 64 A. ESPINAR MARTÍN ET AL.—TUBERCULOSIS PULMONAR. RETRATAM1ENTO que el enfermo es portador de una tuberculosis bacteriológicamente activa7. Conviene que la constancia bacteriológica no se base en un examen positivo aislado y que la recidiva se confirme por otras muestras y otros signos de agravación7, pues parece haberse comprobado, que algunos pacientes que han presentado una muestra aislada positiva tras un curso terapéutico correcto no han tenido más probabilidad de presentar otros cultivos positivos o deterioro clínico, que aquellos otros que también después de un tratamiento correcto, han mostrado cultivos negativos del esputo de un modo persistente". La positividad bacteriológica ha de basarse no sólo en la baciloscopia del esputo sino también en el cultivo". Se considera que las siguientes causas pueden dar lugar a la ineficacia de la terapéutica especifica 2 - 3 - 7 ' 12 . 1) Regímenes terapéuticos incorrectos: Aquellos que no cumplen las condiciones de los esquemas de tratamiento comprobados con éxito en estudios controlados, en cuanto a asociación medicamentosa, posología, ritmo de administración y duración del tratamiento. 2) Irregularidad en la toma o administración de las drogas, sin respetar la asociación de la pauta medicamentosa establecida. 3) Cese prematuro en la toma de la medicación o duración insuficiente de la quimioterapia. Cada una de las tres circunstancias descritas pueden dar lugar al fracaso terapéutico o a la recaída. Los regímenes incorrectos, según estadísticas inglesas de hace años, fueron responsables del fallo terapéutico en un 30 % 2 . En nuestro medio y según estadísticas recientes lo fueron en un 57 %6. En estudios realizados en USA, el régimen terapéutico específico fue incorrecto en un 56 %13. La falta de colaboración del paciente reflejada por los fallos en la automedicación o por el abandono prematuro de la misma, se dio en nuestro medio en un 65 % 6 , siendo el porcentaje observado en Inglaterra a este respecto del 70 % 2 . Estos datos son concordantes con la aseveración de que la deficiente colaboración del paciente es responsable de la mayoría de los fracasos7. Sin embargo, se ha matizado recientemente que al fallo médico activo, por prescribir un régimen incorrecto, habría que añadir el fallo médico pasivo o por omisión, pues en bastantes ocasiones el enfermo no es suficientemente motivado, para que siga fielmente la medicación preescrita2. Se han señalado como factores que pueden llevar al paciente a irregularidades o al abandono de la pauta terapéutica, los siguientes : 7 - 14 ' 15 . — La larga duración del tratamiento. — El hecho de tener que utilizarse varios fármacos, lo cual puede llevar al enfermo o la omisión consciente o inconsciente de la toma de alguno de los que componen la pauta. 65 — La deficiente colaboración del personal auxiliar encargado de la administración o supervisión de la terapéutica. — El abandono voluntario de la medicación por parte del enfermo al encontrarse libre de síntomas, que en no pocas ocasiones puede ocurrir a escaso tiempo de comenzar el tratamiento específico. — Que frente a los posibles efectos secundarios de los fármacos (toxicidad, intolerancia, hipersensibilidad) no se acierte a tomar las medidas adecuadas con el negativo resultado de irregularidades o abandonos. — Otros factores negativos son el elevado coste de la medicación, los trastornos de la personalidad o psíquicos del paciente y ciertos hábitos como el alcoholismo7' ''*• 15 . Existen otras causas más raras de fracaso y que análogamente a lo que ocurre cuando el enfermo no toma la medicación, ésta, no llega a la población bacilar por las siguientes razones: asimilación defectuosa del fármaco por el paciente (causa extremadamente rara)7 o bien por fallo de penetración del fármaco en determinadas lesiones específicas, debido a alteraciones de la irrigación sanguínea. Algunos investigadores habían observado dificultades para que los fármacos pudieran alcanzar las paredes engrosadas de las cavernas crónicas, bronquio de drenaje, caseum y tejidos linfáticos alterados. En este sentido se ha señalado que la estreptomicina, kanamicina y capreomicina no siempre alcanzarían las lesiones fibro-cavitarias mientras que sí lo logran la rifampicina, el etambutol y la protionamida. Sin embargo, en investigaciones realizadas en piezas de exéresis, se constató que los fármacos están realmente presentes, comprobándose que el porcentaje de cultivos positivos en éstas piezas, era tanto mayor cuanto más corto había sido el tratamiento médico, no encontrándose ningún cultivo positivo en pacientes que habían realizado una quimioterapia de 18 meses, cualquiera que hubiera sido el tipo de lesión existente 2 - 7 . En la población bacilar del enfermo tuberculoso, se da un hecho cual es el de la resistencia bacteriana a las drogas, que puede ser modificada cuando el paciente recibe fármacos antituberculosos. Este fenómeno de la resistencia se conoció poco después de que se utilizara la estreptomicina en el tratamiento de la tuberculosis pulmonar 16 . Los enfermos que seguían tratamiento con estreptomicina como única droga, evolucionaban favorablemente al comienzo, disminuyendo el número de bacilos que se eliminaban con la expectoración, pero al cabo de cierto tiempo se observaba una involución del estado del paciente y un aumento del número de bacilos que se eliminaban en el esputo y que a su vez eran resistentes a la estreptomicina. También se observó que cuando los bacilos procedentes del esputo de enfermos a los que nunca se les había administrado estreptomicina, se cultiva259 ARCHIVOS DE BRONCONEUMOLOG1A. VOL. 19. NUM. 6. 1983 ban en diversos medios con distintas concentraciones de esta droga, se desarrollaban algunas colomas, en aquéllos, en los que existia una concentración del fármaco de carácter inhibitorio. Asimismo se observó que a mayor población bacteriana correspondía una mayor probabilidad de encontrar bacilos resistentes y que cuando estos enfermos se trataban con estreptomicina aumentaba el número de aquéllos a lo largo del tratamiento. Es decir, que la resistencia bacteriana es un hecho que se da en la población bacilar aún cuando no haya estado en contacto previo con la droga, existiendo una mayor probabilidad de bacilos resistentes cuanto más numerosa sea la población bacteriana. Estos bacilos resistentes aparecen por mutación genética a partir de una población que es numéricamente distinta para cada una de las drogas. Parece también que por el mismo mecanismo puedan aparecer mulantes resistentes a dos drogas cuando la población bacilar alcance un número tal que sea el resultado de multiplicar las poblaciones a partir de las cuales aparezcan mulantes para cada una de ellas2'16-'9. En estos hechos se basa la necesidad de utilizar los fármacos antituberculosos en régimen de asociación de tal manera que se consiga una acción cruzada y simultánea. El tratamiento con una sola droga seria eficaz exclusivamente sobre una población bacilar en la que no existieran mulantes resistentes (por no haber alcanzado esta población la cuantía numérica suficiente para que aparecieran dichas mulantes a la droga utilizada). Si la población bacteriana es de la suficiente cuantía como para que en ella existan mulantes resistentes a la droga que se va a utilizar, la monoterapia con esta droga sólo actuaría sobre los gérmenes sensibles pero no sobre los resistentes, que a lo largo del tiempo de actuación de esta droga se harían predominantes, es decir, se habría hecho una selección de mulantes resistentes. Si las mulantes resistentes que pudieran existir en la población bacilar son de carácter simple, es decir, a una sola droga, será necesario la utilización de dos fármacos para que mediante la acción cruzada de cada uno de ellos sobre los resistentes al otro y ejercida, a su vez, simultáneamente se consiga eliminar tanto los gérmenes sensibles como los resistentes. Esto es especialmente cierto cuando los fármacos tienen efecto bactericida, pero si la asociación está formada por un bactericida y un bacteriostático, sucede que sobre las mulantes resistentes al bactericida, esta droga no actúa, pero sí el bacteriostático, el cual por su característico mecanismo de acción no las eliminaría, sino que solamente frenaría su desarrollo; no pudiéndose excluir por ello la posibilidad de un fracaso o recidiva por gérmenes precisamente resistentes al bactericida. La asociación binaria de carácter bactericida más eficaz es la formada por rifampicina e isoniazida, la cual además de requerir una elevadísima población bacteriana para que existan mulantes resistentes a estas dos 260 drogas (mulantes de carácter doble) ejerce también su acción sobre determinados tipos de población bacilar, como son la intracelular de crecimiento lento y la de crecimiento intermitente situada dentro de los focos caseosos sólidos. Cuando la población es cuantitativamente tan alta que permite la existencia de mulantes dobles, no es suficiente la actuación terapéutica con dos drogas, debiéndose entonces utilizar un esquema con tres fármacos que es el único que puede dominar esta situación. Por otra parte si las pautas terapéuticas son utilizadas sin respetar la asociación medicamentosa establecida, se les priva de la condición de simultaneidad necesaria, para que su potencial acción cruzada sea eficaz, no sólo para reducir la población bacteriana sino también para prevenir la selección de mulantes resistentes2-16-22. Estos hechos se han comprobado en la práctica clínica. Así en una larga serie de enfermos subsidiarios de retratamiento, se halló que un 60 % de los que tenían antecedentes de monoterapia, presentaban gérmenes resistentes en la expectoración, siendo este porcentaje del 33 Vo entre aquellos cuyos antecedentes terapéuticos eran de seguimiento irregular de la asociación medicamentosa22. En el caso de las pautas binarias se observó, fallo terapéutico con gérmenes resistentes a los dos fármacos en un 10-20 % (estas pautas no incluían asociadas la rifampicina y la isoniazida)7. Cuando la asociación de dos fármacos está formada por un bactericida y un bacteriostático (rifampicina o isoniazida más etambutol o PAS) se ha informado de fracasos en un 13 % y de recidivas en un 9 %, con gérmenes resistentes al bactericida21. En el caso del cese prematuro en la toma de la medicación o cuando la duración de la quimioterapia es insuficiente pero dándose las circunstancias de seguimiento regular de una pauta correcta, ocurre que si la duración es muy corta se puede producir la situación de fracaso, pero si es intermedia se puede llegar a negativizar la expectoración, pudiendo aparecer posteriormente una recidiva7. En ambos casos y siempre que la pauta haya sido correcta en cuanto a asociación medicamentosa y seguimiento, no dará lugar a resistencias bacterianas, ya que no habrá habido selección de mutantes por haberse mantenido la acción esterilizante, cruzada y simultánea 2 ' 19 como se ha comprobado en los estudios controlados de quimioterapia de corta duración 21 ' 22 . La resistencia que presentan los bacilos eliminados en la expectoración de los enfermos que han sido previamente tratados de un modo incorrecto, frente a alguno o algunos de los fármacos utilizados se denomina resistencia adquirida. Sin embargo, existen pacientes de tuberculosis pulmonar que eliminan bacilos resistentes a uno o más fármacos, con los que nunca han sido tratados anteriormente, denominándose, esta resistencia resistencia primaria'9. La resistencia primaria es poco fre66 A. ESPINAR MARTÍN ET AL.—TUBERCULOSIS PULMONAR. RETRATAMIENTO cuente, sobre todo en los países desarrollados y puede serlo a uno, dos o más productos, aunque estas dos últimas circunstancias son muy raras, dentro de la poca frecuencia de la resistencia primaria7' 19 ' 23 . La responsabilidad de la resistencia primaria en el fracaso del tratamiento, aunque real, es escasa y dependiente de su frecuencia. En un estudio controlado,se observó que entre pacientes con una tasa de resistencia primaria del 5 % se dieron un 6,1 % de fracasos, mientras que entre aquellos cuya tasa de resistencia primaria era nula (O %) el porcentaje de fracasos fue del 5,2 %; es decir, que de aquel 6,1% sólo el 0,9 % era atribuible a la resistencia primaria, comprobándose que el resto del porcentaje asi como el correspondiente a los fracasos de los enfermos con tasa de resistencia primaria nula, se debieron a irregularidades del tratamiento, poniéndose de manifiesto una vez más que la causa más importante de fracaso es la incorrección en el seguimiento de la terapéutica4' 7 '"' 24 . Los fracasos debidos a la resistencia primaria se han considerado que constituyen un 0,9 %, un 1,7 %, un 3,4 % y un 5 % para tasas de resistencia primaria del 5 °7o, 10 %, 20 % y del 30 °ío respectivamente. En los países desarrollados la tasa de resistencia primaria se considera que es de 5 % y en los países en desarrollo del 10 %, 20 % y hasta del 30 %23. Características de algunos fármacos que intervienen en el retratamiento Cualquier fármaco antituberculoso puede ser utilizado en el retratamiento, pero en este apartado no nos ocuparemos de aquellas drogas como la estreptomicina isoniazida, pirazinamida, PAS, etambutol y rifampicina, que habitualmente han sido o son empleadas en los tratamientos iniciales. Los fármacos antituberculosos se pueden agrupar según sean antibióticos o compuestos sintéticos25. Entre los antibióticos, además de la estreptomicina y de la rifampicina, se encuentran los siguientes: — Kanamicina que es un aminoglucósido y la Capreomicina que es un péptido-cíclico25. El mecanismo de acción de ambos consiste en la inhibición de la síntesis proteica por afectación de los ribosonas (subunidades 30 S en el caso de la kanamicina y subunidades 30 S y 50 S en el de la capreomicina)25. Ambos antibióticos son bactericidas y actúan sobre la misma población bacilar, que la estreptomicina, es decir, sobre la de crecimiento rápido, extracelular y situada en un medio de pH neutro o ligeramente alcalino25'27'28. Se administran por vía intramuscular a las dosis de 15 mg/kg/día (de 0,75 a 1 g habitualmente)2"8 llegando a alcanzar un nivel plasmático que se ha cifrado en diez veces la concentración inhibitoria mínima (CIM) «in 67 vitro» 2 , si bien algunos autores admiten que este nivel en el caso de la capreomicina seria27 sólo de 5-8 veces, por lo que su eficacia clínica se podría considerar inferior a la de la kanamicina27. Ambas drogas presentan toxicidad frente al VIII par y el riñon, así como fenómenos de hipersensibilidad y acción curare-like25'28. En el caso de la kanamicina también se han descrito reacciones hematológicas y en el de la capreomicina trastornos del metabolismo del calcio y del potasio (hipokalemia)25'26. La Viomicina es como la capreomicina un antibiótico péptido-cíclico y como ella tiene el mismo mecanismo de acción, se usa por la misma vía y a las mismas dosis, siendo tóxica también sobre el VIII par y el riñon, presentando como efecto colateral importante, pérdidas de electrocitos (Na, K, P, Cl, Ca) con notable repercusión metabólica; su eficacia clínica es reducida25'27. — Cicloserina: es un antibiótico cuya estructura química se asemeja a la del aminoácido D-alanina. Su mecanismo de acción sería la inhibición de la acción de las enzimas-D alaninas, dando lugar a un defecto de la pared celular, por lo que actuaría como un bactericida. Este modo de acción, que por otra parte parece bien estudiado, se produciría en el caso de las bacterias gram-positivas. Pero no se conoce bien su explicación en el caso de las micobacterias, cuya pared celular presenta importantes diferencias respecto a la de las bacterias grampositivas25. Quizá por esto y aunque se ha considerado bactericida2 algunos autores sólo le atribuyen actividad bacteriostática28, con acción sobre los bacilos intra y extracelulares28. Se administra a dosis de 15 mg/kg/día por vía oral, alcanzando un nivel plasmático de cuatro veces su CIM por lo que su eficacia clínica es baja2. Presenta importante toxicidad a nivel del sistema nervioso central (córtex motor y lóbulo frontal) pudiendo dar lugar a convulsiones y alteraciones psíquicas (comportamiento psicótico, confusión mental, depresión, suicidio). Se puede considerar contraindicado en enfermos con constitución emocional inestable, antecedentes de psicosis, con tendencias autolíticas e historia de convulsiones'• 2 ' 27 . Los compuestos sintéticos de que disponemos, además de la isoniazida, pirazinamida, PAS y etambutol, son los siguientes: — Etionamida: Como la isoniazida actuaría afectando la síntesis del ácido micólico por el bacilo de Koch (BK), así como su actividad deshidrogenasa25. Su acción la ejercería tanto sobre los bacilos intracelulares como extracelulares2'28. Para algunos autores su acción sería bactericida, con pérdida de la ácido-resistencia del BK 2 ' 25 mientras que para otros sería bacteriostática, aunque parece que actuaría como bactericida si se emplea en dosis altas, que habitualmente no son bien toleradas29. Se administra por vía oral, a dosis de 15 mg/kg/día, se absorbe fácilmente por el tubo digestivo, alcanzando un nivel plasmático que puede oscilar según 261 ARCHIVOS DE BRONCONEUMOLOGIA. VOL. 19. NUM. 6. 1983 la dosis empleada de 5-10 veces su CIM 2 ' 25 ' 26 ' 28 . Presenta importantes y numerosos efectos colaterales, destacando los de origen digestivo como, anorexia, salivación excesiva, sabor metálico, náuseas, vómitos, estomatitis, dolor abdominal y diarrea'• 2 ' 26 ' 28 . También presenta toxicidad hepática'• 2 ' 26"28 y efectos sobre el sistema nervioso central análogos a los de la cicloserina (comportamiento psicótico, depresión, convulsiones)1.2.26.27 y sobre el sistema nervioso periférico como neuritis26'27. Otros efectos colaterales hallados son acné, alopecia, reacciones alérgicas, dermatitis (incluyendo fotodermatitis), sordera, diplopia, ginecomastia, trastornos menstruales, impotencia, hipotensión e hipoglucemia26'28. Se cree existen diferencias raciales en su tolerancia (los europeos la toleran peor que los africanos y los de raza amarilla)26. Hay que usarla con precauciones en pacientes con depresión o enfermedad psíquica, epilepsia, alcoholismo y dificulta el control de la diabetes26'27. — Protionamida (2-propilisonicotínico):26 Es análoga en cuanto a su mecanismo de acción, dosis y efectos colaterales a la etionamida, aunque estos últimos parecen mejor tolerados en el caso de la protionamida1 262 .2 6 Este hecho no está del todo comprobado ' ' . — Tioacetazona: Es una tiosemicarbazona, que muestra una actividad bacteriostática frente al BK. Su mecanismo de acción no es bien conocido. Posiblemente está en relación con los complejos de cobre que fácilmente formaría25. Se administra por vía oral a dosis de 2 mg/kg/dia aunque se suele usar en dosis standard de 150 mg/d. El pico plasmático se alcanza a las cuatro horas de su administración, se elimina por la orina y se considera que tiene una vida media de 8-12 horas26. Entre sus efectos colaterales destacan alteraciones sanguíneas (anemia hemolítica, agranuolocitosis), edema cerebral, eritema multiforme y alteración hepática. Otros efectos colaterales son anorexia, vómitos, dolor abdominal, cefalea, vértigo, visión borrosa, conjuntivitis, urticaria y dermatitis alérgica. La tioacetazona puede interferir con la excreción renal de la estreptomicina, aumentando el riesgo de ototoxicidad26. Parece haber una distribución racial o geográfica de su tolerancia (es peor tolerada por la población china y mejor soportada en los países del África Oriental)1'26. Entre algunos fármacos antituberculosos se da un fenómeno que se denomina resistencia cruzada. Determinados agentes terapéuticos actúan sobre el bacilo tuberculoso interfiriendo los mismos mecanismos. Por consiguiente las cepas resistentes a cualquiera de tales agentes, pueden presentar resistencia cruzada a otros con los que nunca tuvieron contacto. Los fármacos implicados en éste fenómeno suelen tener una estructura química semejante, pero no siempre es así2. Existe una resistencia cruzada en doble dirección entre la estreptomicina y la dihidroestreptomi262 cina, entre la isoniazida y todos sus derivados (hidrazona, hidracida del ácido cianecético) entre la pirazinamida y la morfozinamida y entre la etionamida y la protionamida. Se ha venido aceptando que existía una resistencia cruzada en una sola dirección entre los fármacos siguientes y en la dirección indicada: estreptomicina -» capreomicina -» kanamicina —• viomicina. Según este criterio no debían ser utilizadas en dirección contraria a la expuesta. Sin embargo algunos autores admiten resistencia cruzada entre la capreomicina, kanamicina y viomicina pero no entre la capreomicina y la estreptomicina. En otros trabajos se informa que cepas con resistencia adquirida a la capreomicina lo son para la viomicina, pero no frente a la kanamicina. Otros autores sólo admiten resistencia cruzada entre la capreomicina y la viomicina y que la resistencia entre la kanamicina y la estreptomicina, sería la excepción más que la regla 2 ' 19 '"' 26 ' w . Las resistencias cruzadas complejas son las que se dan entre drogas que tienen como grupo activo un radical azufrado como en el caso de la etionamida (protionamida) y de la tioacetazona. La resistencia entre estos fármacos es cruzada en ambas direcciones y casi total. En la mayoría de los casos con resistencia adquirida a la tioacetazona, existiría también resistencia a la etionamida1. En el caso contrario, es decir, con resistencia adquirida a la etionamida, siempre existiría resistencia cruzada a la tioacetazona30. A pesar de la similitud química entre la etionamida, isoniazida y pirazinamida no existe resistencia cruzada entre ellas'. Elaboración de la pauta medicamentosa a utilizar en el retratamiento Para realizar el retratamiento es necesario conocer de qué drogas disponemos, ya que por tratarse de enfermos a quienes anteriormente se han administrado fármacos antituberculosos mientras eran portadores de una población bacilar, en dicha población se pueden haber seleccionado mulantes resistentes a la droga o drogas administradas. Por ello parece lógico que sea necesario descubrir a través de un interrogatorio riguroso, qué régimen o regímenes anteriores ha realizado el paciente para averiguar qué drogas o asociación de las mismas se han utilizado, las dosis y la regularidad en su administración, asi como el tiempo de su mantenimiento. Al resultado obtenido con este tipo de interrogatorio se le denomina historia terapéutica. La importancia de la historia terapéutica reside en que puede poner de manifiesto circunstancias de los tratamientos anteriores del paciente como son la monoterapia o la politerapia correcta o no, cuyas consecuencias sobre la población bacilar han 68 A. ESPINAR MARTÍN ET AL.—TUBERCULOSIS PULMONAR. RETRATAMIENTO sido comprobadas por la experimentación y por la clínica2-1", i», i". 21,22 Así pues, los objetivos que se deben alcanzar con la historia terapéutica son conocer: 1. Las drogas que se le han administrado al paciente en — monoterapia o — en politerapia, y si ésta consistía en una asociación correcta y seguida con regularidad o no. 2. El tiempo durante el cual fueron administradas las drogas en cada una de las situaciones anteriores, y 3. Los fármacos antituberculosos nunca administrados al enfermo. La monoterapia es una circunstancia que es de sumo interés aclarar con la anamnesis. Teóricamente se ha dicho que es suficiente una monoterapia de 15 días de duración para que en una población bacteriana se seleccionen mulantes resistentes de un modo significativo (siempre que esta población sea de la cuantía suficiente para que en ella haya surgido la primera mutación y que ésta sea resistente al fármaco utilizado en monoterapia)2-19. En un estudio clínico22 se halló que el 60 % de más de 1.000 enfermos bacilíferos, con antecedentes de monoterapia, eliminaban en su esputo bacilos resistentes. La importancia del tiempo de mantenimiento de la monoterapia también es puesta de manifiesto en este estudio. El 26 % de los enfermos que tenían como antecedente una monoterapia con isoniazida que no sobrepasaba los quince días de duración, eliminaban en su esputo gérmenes resistentes a esta droga; aumentando esta frecuencia en relación directa con la duración de la monoterapia previa. Asi entre los enfermos con antecedentes de una monoterapia de quince días a un mes con isoniazida, la frecuencia con que se hallaron gérmenes resistentes fue del 48 % y del 64 % o 68 % si la duración de la monoterapia previa era de uno a seis meses o de siete a doce meses respectivamente. De tal manera que probablemente se podría concluir que a mayor duración de la monoterapia más probabilidad de resistencia; recíprocamente a menor duración de la monoterapia más probabilidad puede existir de que la droga siga siendo válida, en especial cuando la duración es inferior a 15 días. Además de este tipo de monoterapia, denominada real, existe otra que se llama encubierta y que consiste en la administración de una droga, no en forma aislada, sino acompañada de otra u otras ya invalidadas, o en dosis insuficiente (pues si la dosis utilizada no es la terapéutica, la acción de la droga es nula, es decir, como si no se administrara). La monoterapia encubierta selecciona mulantes al igual que la real, siendo por tanto su detección igualmente importante 7 ' 31 . En este mismo estudio22 se observó que también eliminaban bacilos resistentes el 33 % de más de 69 2.500 enfermos bacilíferos que no tenían antecedentes de monoterapia pero sí de tratamientos con dos o tres (politerapia) de las drogas siguientes: isoniazida, estreptomicina o PAS; sin que existiera constancia de seguimiento regular de la pauta terapéutica. La frecuencia de enfermos con bacilos resistentes para cada una de las drogas aumenta con el tiempo de mantenimiento de la terapia previa, siendo esta relación significativa, al igual que ocurre cuando el antecedente no es de politerapia, sino de monoterapia. Pero así como con esta última circunstancia la frecuencia de enfermos con bacilos resistentes era del 26 %, para un tiempo de monoterapia previa con isoniazida inferior a quince días, en los casos con antecedentes de este tipo de politerapia, el tiempo de su mantenimiento debía ser de uno a seis meses para que se alcanzara el 22 %, el 14 Vo y el 10 % de enfermos con resistencia a la isoniazida, estreptomicina y PAS respectivamente. Esta frecuencia, cuando el tiempo de terapia previa era de siete a doce meses, alcanzaba el 48 %, el 27 % y el 14 %, para cada una de las tres drogas citadas y por el mismo orden (es posible que aún cuando la acción cruzada que se da en estas situaciones de politerapia fuera insuficiente para prevenir la selección de mulantes resistentes, pueda, no obstante, enlentecerla en relación a lo que ocurre con la monoterapia). Según lo expuesto probablemente es útil considerar que cuando de la anamnesis se deduce no la existencia de una monoterapia, sino de una politerapia de la que no consta un seguimiento regular, la resistencia a los fármacos implicados será probable cuando esta situación se haya mantenido más de un mes, aumentando esta probabilidad con el tiempo de mantenimiento. También y a la inversa, la probabilidad de que los fármacos sigan siendo válidos será mayor cuanto menor (en especial menos de un mes) sea la duración de la politerapia (supuestamente irregular) previa. Si el antecedente es de biterapia con dos fármacos bactericidas, mantenida con regularidad, es probable que no se seleccionen mulantes resistentes. Pero, en todo caso, hay que tener en cuenta la posibilidad de que debido a la cuantía de la población bacilar puedan existir mulantes resistentes de carácter doble, pues entonces si que podrían ser seleccionadas. La población bacilar ha de ser muy elevada para que existan mutantes resistentes de carácter doble para la rifampicina e isoniazida, así como para la estreptomicina e isoniazida 2 ' 19 ' 2 '. Cuando la biterapia está formada por un bactericida y un bacteriostático se tendrá en cuenta la posibilidad de fracaso o recidiva con gérmenes resistentes al bactericida21. En el caso de que la anamnesis revele que el tratamiento fue establecido y seguido correctamente, no se habrá producido selección de mulantes resistentes 2 'i 9 ' 21 ' 22 . En cuanto a las drogas nunca administradas al enfermo, se considerarán válidas, pues no se 263 ARCHIVOS DE BRONCONEUMOLOG1A. VOL. 19. NUM. 6. 1983 habrán seleccionado mulantes resistentes a ellas2. '9. Así pues, la información que nos puede dar la historia es de gran valor para la elaboración de la pauta medicamentosa. Por ello es necesario resaltar que la anamnesis debe ser exhaustiva y detallada. Con este fin conviene mostrar al paciente los envases y preparados comerciales de los fármacos antituberculosos para confirmación, recuerdo o reconocimiento de los que le han sido administrados o no, así como contactar con sus familiares o allegados, recabando su información al respecto y la de los centros o facultativos que le han atendido. El inconveniente de la anamnesis reside por un lado en la ocasional dificultad para realizarla y por otro en la colaboración del enfermo o en el conocimiento que éste tenga de sus pautas anteriores. Una ventaja adicional de la historia terapéutica es que el mismo tiempo que se lleva a cabo, se está transmitiendo al paciente, como un mensaje subliminal, la necesidad de un correcto seguimiento de la terapia que posteriormente se le va a instaurar. En el laboratorio se pueden realizar tests de sensibilidad a los fármacos antituberculosos a partir del cultivo del esputo. Son los llamados estudios de resistencias, sobre los que se pueden hacer las siguientes consideraciones: a) Estos tests son técnicamente complejos, en ocasiones difíciles de intrepretar y expuestos a errores 2 - 19 . Todo ello ha dado lugar a discordancias en los resultados obtenidos en laboratorios distintos32, por lo que se ha desaconsejado su realización si éstos no alcanzan un determinado nivel técnico. Se recomienda que estos estudios se concentren en determinados laboratorios especialmente dotados33'34. b) La muestra bacilar sobre la que se realiza el estudio de resistencias puede no ser representativa de toda la población del paciente. En el caso del tuberculoso que ha sido incorrectamente tratado, su población bacilar, está compuesta por gérmenes sensibles y resistentes y aunque estos últimos se encuentren en elevada o mayoritaria proporción, parece que, ésta, no tiene porqué ser la misma en las diversas lesiones, ya que se admite, que dentro de ciertos límites, cada lesión se comporta como una colonia bacilar independiente y como la resistencia es un problema de proporción de bacilos sensibles y resistentes, la sensibilidad de las poblaciones bacilares puede diferir en las distintas lesiones del enfermo 2 ' 19. c) Los resultados del estudio de resistencias, se refieren a cada fármaco por separado no valorando la acción conjunta de las drogas asociadas. Esto puede ser causa de ciertas discordancias clínicobacteriológicas observadas. Es decir, en el caso de resistencia a varios fármacos (polirresistencias) si son debidas a mulantes resistentes a una sola droga, el tratamiento con pautas que incluyan los fármacos para los que se han encontrado resistencias, 264 puede ser eficaz debido a la acción cruzada de cada fármaco sobre los resistentes a los otros, lo cual no ocurriría si las mulantes resistentes fueran de carácter doble o múltiple, en cuyo caso sólo podría alcanzarse el éxito terapéutico con la administración de drogas nuevas, es decir, no previamente utilizadas por el enfermo 2 ' 19 . d) Otro inconveniente es que estas pruebas requieren un largo período de tiempo para conocer sus resultados. Por ello se han desarrollado métodos, con intención de reducir la espera. Entre éstos se encuentra el radiométrico, que mide la liberación por el cultivo bacilar (si no es inhibido por la droga que se estudia) de 14 COi, a partir de un sustrato del medio marcado con 14 C y aunque los resultados son alentadores, un estudio reciente que compara este método con el convencional, concluye que es necesario perfeccionarlo para que sea utilizable en la práctica clínica habitual. Se reconoce, no obstante, su capacidad para detectar la resistencia a la rifampicina, aunque su valor es inferior para el resto de las drogas35'36. Otros estudios, sin embargo, le son más favorables37. También se ha desarrollado un test de sensibilidad con cultivo en lámina (laminocultivo) considerado como prometedor y que puede dar los resultados en un corto período de tiempo38. Una vez conocidas las drogas que pueden ser útiles para el enfermo, estaremos en condiciones de elaborar la pauta específica, que deberá estar compuesta al menos por tres fármacos, no implicados en fenómenos de resistencia cruzada, dosificados suficientemente y con la intervención si es posible, de una o mejor de dos drogas de acción bactericida. Tras realizar una primera fase intensiva, con el fin de reducir de un modo importante la población bacilar, se continuará después con dos drogas hasta el final del tratamiento. Si tras realizar la historia terapéutica, se llega a la conclusión de que existe un número suficiente de drogas válidas para elaborar un esquema terapéutico eficaz con tres de ellas, se podrá instaurar la pauta. En muchas ocasiones, para completar el esquema terapéutico más conveniente al enfermo, será necesario o imprescindible recurrir a las drogas previamente administradas a éste. En estas situaciones pueden ser útiles los estudios de resistencias, para seleccionar aquellos fármacos que se juzguen más adecuados para completar la pauta terapéutica. Sin embargo, es necesario remarcar que esta selección no debe apoyarse sólo en el resultado de las pruebas de resistencia, toda vez que los antecedentes terapéuticos concretos no pueden ser ignorados a la hora de valorar la probabilidad de resistencias. Si la historia sugiere que todas las drogas conocidas han sido previamente administradas, el nuevo esquema terapéutico será meditado y habrá de elaborarse valorando conjuntamente el estudio de las resistencias y la historia terapéutica. 70 A. ESPINAR MARTÍN ET AL.—TUBERCULOSIS PULMONAR. RETRATAMIENTO Si se ha solicitado un estudio de resistencias, con el fin de tener más elementos de juicio para elaborar el esquema terapéutico, no es lógico iniciar ningún tipo de tratamiento hasta conocer su resultado. Es igualmente ilógico realizar monoterapia con isoniazida durante este período de espera. Es evidente, no obstante, que pueden darse situaciones en las que la gravedad del enfermo hace preocupante esta espera. Estas situaciones deben ser resueltas individualizadamente. Ocioso es decir que la presunta eficacia de las pautas terapéuticas citadas es bien diferente. Es fácil comprender que las que ofrecen más garantía, son las constituidas por fármacos nunca administrados al paciente, asi como las compuestas por drogas que aun habiéndolo sido, lo fueron en asociación y mantenimiento correcto. Por otra parte, puede ser de utilidad el empleo de esquemas compuestos en su totalidad por drogas que incluso habiendo sido administradas previamente de un modo irregular, lo fueron en régimen de asociación, por un tiempo inferior a un mes y siempre que se puedan descartar fases de monoterapia superiores a 15 días y si el paciente no es portador de una tuberculosis especialmente grave22. En estos casos y ante la alta probabilidad de que las drogas sean válidas, aunque se solicite un estudio de resistencias antes de iniciar el tratamiento, se comenzará éste, sin esperar a conocer sus resultados, tras cuyo conocimiento y evolución bacteriológica del paciente se obrará en consecuencia. También, puede ser razonable, solicitar un estudio de resistencias cuando se vaya a realizar tratamiento con pautas que incluyan exclusivamente drogas administradas previamente en asociación y seguimiento correcto pero no se esperará a su resultado para iniciarlo, ya que la probabilidad de que las drogas sigan siendo válidas es casi absoluta, pues frente a la remota posibilidad de la existencia de una resistencia primaria, se encuentra la duración insuficiente del tratamiento como causa más común de fracaso, cuando el régimen terapéutco ha sido establecido y seguido correctamente. Cuando, según la anamnesis, el paciente ha utilizado la totalidad de las drogas de una manera irregular y el esquema terapéutico sólo puede ser elaborado de acuerdo fundamentalmente con la información que proporcionan las pruebas de resistencia, los resultados terapéuticos son francamente pobres. Aun con los riesgos que tiene toda afirmación generalizadora, es razonable sugerir las ventajas que tiene, en cuanto a eficacia y menor toxicidad, la utilización de drogas de primera linea: rifampicina, isoniazida, pirazinamida, estreptomicina. Es por ello que la anamnesis terapéutica debe ser concienzuda con objeto de «repescarlas» para el retratamiento. Piénsese en la menor eficacia de las drogas de segunda línea (cicloserina, protionamida, capreomicina...) en su mayor toxicidad motivada 71 por el estrecho margen que presentan entre la dosis tóxica y la dosis terapéutica; en su menor aceptabilidad por el enfermo; en su menor aplicabilidad, etc. Mantenimiento y supervisión del retratamiento Se ha recomendado que la duración óptima del retratamiento ha de ser de 18 a 24 meses 19 ' 28 ' 31 . No obstante, en la literatura se refieren resultados también satisfactorios si esta duración es de 12 meses39. Cuando, por ser válidas, pueden ser utilizadas en el retratamiento la rifampicina y la isoniazida a lo largo de todo el ciclo terapéutico, su tiempo de mantenimiento estará de acuerdo con las especiales características terapéuticas de esta asociación28"31. Por otra parte, si la pauta ha de estar compuesta exclusivamente por bacteriostáticos, su duración no será inferior a 24 meses28. La duración de la primera fase o intensiva del tratamiento se ha establecido en 3-4 meses, no sobrepasándose los tres si la rifampicina interviene en el esquema terapéutico39. El control de la eficacia del retratamiento se basa en el resultado bacteriológico, fundamentalmente cultivo de esputo, aunque la objetivación de la baciloscopia también resulta válida. Los controles pueden ser realizados en los mismos períodos de tiempo indicados para el tratamiento inicial standard. Sin embargo, en los retratamientos se ha recomendado que el control bacteriológico sea mensual durante toda la etapa terapéutica, para continuar después en forma trimestral a lo largo de un seguimiento de dos años31. En los retratamientos, es posible que, en relación con el esquema empleado, la población bacteriana descienda con más lentitud que en los tratamientos iniciales, por lo que con una cierta frecuencia se puede prolongar la positividad del cultvo del esputo más allá de los 6 meses de terapia31. Los conceptos de fracaso y recidiva son los mismos que los indicados con anterioridad. -Una precaución que conviene tener en cuenta es la de no realizar estudios de resistencias con motivo de los cultivos de control que se realicen en los primeros meses del ciclo terapéutico, por cuanto pueden ser engañosos, ya que los resultados obtenidos pueden reflejar el fenómeno denominado «resistencia transicional», la cual suele aparecer poco antes de la negativización de la baciloscopia del esputo y en algunos casos después. Este fenómeno consiste en la aparición en el cultivo de unas pocas colonias de gérmenes resistentes a algunos de los fármacos que está recibiendo el paciente. Se acepta como explicación que al haber descendido la mayoría de la población sensible a las drogas que componen el esquema terapéutico, persisten aquellos gérmenes resistentes a algunos de los productos usados. Estos gérmenes tardan más tiempo en ser eliminados, al tener que serlo, no por todos los fármacos, sino, solamente por 265 ARCHIVOS DE BRONCONEUMOLOG1A. VOL. 19. NUM. 6. 1983 aquellos a los que son sensibles. Este fenómeno se suele presentar casi al final de la primera fase del tratamiento, que es cuando se suele haber producido el descenso masivo de la población bacilar. Tampoco son útiles los estudios de resistencias durante el curso terapéutico, de aquellos enfermos en los que se observa una progresiva disminución del número de gérmenes en baciloscopias y cultivos sucesivos18'40. Un aspecto importante en la supervisión del retratamiento es el control de que la medicación sea administrada correctamente al enfermo, tanto en dosis como en asociación. Para ello se intentará conseguir la colaboración del paciente y la del personal de enfermería durante el período de hospitalización (que es prácticamente necesario en todos los casos), así como la de sus familiares en el período de tratamiento en régimen ambulatorio. Para esta colaboración será necesario explicar al paciente y en su caso también a los familiares en qué consiste y el porqué de la terapéutica y también de las perspectivas que puedan existir si ésta, fracasa. Todo ello con el suficiente tacto para evitar situaciones de rechazo o ambientes hostiles para el enfermo. Existen métodos para determinar la presencia de drogas antituberculosas en la orina (isoniazida, etambutol, rifampicina, etionamida, cicloserina, pirazinamida)41, que se han usado con el fin de detectar la deficiente colaboración del paciente. Este procedimiento aunque sea útil, no es superior a la consecución de un compromiso en su curación por parte del paciente, pero no obstante complementa así la supervisión de la terapéutica. La supervisión en el retratamiento también tiene por objeto el control de los posibles efectos secundarios de los fármacos empleados, que en ocasiones pueden poner en peligro la correcta realización del retratamiento. En este sentido conviene explicar al paciente en qué consisten estos fenómenos y cuáles son sus primeros signos y síntomas, con el fin de detectarlos en su comienzo y evitar, lo más precozmente posible, el daño inherente a ellos, asi como que el enfermo suprima equivocadamente algún fármaco que él crea responsable con sus consecuencias negativas. Es por ello asimismo conveniente alertar al paciente de lo peligroso que puede resultar que la pauta impuesta no se realice según el régimen de asociación de drogas recomendado y que en última instancia es preferible suspender de un modo total el esquema terapéutico a modificarlo arbitrariamente. En cuanto a intolerancia, nos podemos encontrar frente a la de origen digestiva que puede presentar la etionamida que en casos extremos hace necesaria la sustitución de este fármaco. Este hecho se dio en nuestra casuística en un 7,7 Vo42. No obstante, existen medidas para actuar frente a esta intolerancia, como es la de fraccionar la dosis. Algunos autores recomiendan empezar con dosis 266 crecientes a partir de 250 mg, hasta alcanzar la máxima dosis tolerada que no suele ser superior a 1 g, que a su vez se puede fraccionar en dos tomas. La dosis mejor tolerada es la de 500 mg, pero es la que ofrece menos garantías en enfermos de peso medio'. Para contrarrestar su intolerancia también se puede administrar la etionamida por la noche en su dosis total, pero precedida de un hipnótico suave, con lo que se puede conseguir que el paciente duerma durante la fase en que los síntomas de intolerancia son más intensos26. Para las náuseas y vómitos puede ser útil la administración previa de antiheméticos. Las artralgias que puedan aparecer en el tratamiento con pirazinamida ceden con antiálgicos'' 25 ' 26 ' 31 . Cuando se utiliza la kanamicina o la capreomicina conviene cambiar con frecuencia el lugar de la inyección por el peligro de que se produzcan abscesos fríos 25 ' 27 . En cuanto a la toxicidad hay que vigilar la neurológica central de cicloserina y etionamida y la periférica de la etionamida, en la que puede ser útil la administración de vitamina B625"27. La etionamida y la pirazinamida, pueden presentar toxicidad hepática. A este respecto hay que tener en cuenta la posibilidad de que se trate de una elevación transitoria de las transaminasas, la cual regresa sin modificar el tratamiento. En estos casos las cifras alcanzadas no suelen ser superiores al doble o triple de su valor normal y no se acompañan de ningún otro síntoma o signo hepático. Cuando existe verdadera toxicidad hepática, las transaminasas, en general, se elevan por encima de los límites citados y suelen estar presentes síntomas y signos tales, como anorexia, náuseas, vómitos, disconfort abdominal o ictericia junto con datos de laboratorio de fallo hepático (elevación de la bilirrubina directa, descenso del tiempo de protrombina...). La frecuencia con que hemos observado elevaciones transitorias de transaminasas es del 2040 % y en cuanto a franca toxicidad la cifra es un 3,8 %. Estos datos se refieren a pacientes que seguían pautas con etionamida y/o pirazinamida más otras drogas. Considerando las diversas pautas por separado, en el caso de la asociación de rifampicina y etionamida la toxicidad es de 6 %; si es la pirazinamida la que acompaña a la rifampicina la toxicidad es del 2-3 %, mientras que sin rifampicina pero sí con etionamida y/o la pirazinamida la frecuencia es del 1,2 %. Por otra parte, en el caso de pautas a base de rifampicina más otras drogas no hepatotóxicas (capreomicina, kenamicina, etambutol, cicloserina) la toxicidad es nula (O Vo). Por ello cuando se observa toxicidad con la asociación etionamida y/o pirazinamida más rifampicina, al sustituir aquellas drogas por otras no hepatotóxicas, conservando la rifampicina, se consigue la desaparición de los signos de toxicidad. Este hecho es alentador, pues al persistir la rifampicina en el esquema terapéutico, éste, sigue teniendo 72 A. ESPINAR MARTÍN ET AL.—TUBERCULOSIS PULMONAR. RETRATAM1ENTO un valor importante. Lo anterior es concordante con lo referido en la literatura, en el sentido de la prácticamente nula hepatotoxicidad de las pautas que incluyen rifampicina más otras drogas no hepatotóxicas'' 15 . 42 . 44 . Durante el tratamiento con etambutol, es necesario el control oftalmológico para detectar su posible toxicidad sobre Jtodo en los casos en que se administra a dosis de 25 mg/kg/día (dosificación necesaria durante todo el curso terapéutico, cuando en la pauta no está incluido ningún bactericida28. Cuando se utiliza la kanamicina o la capreomicina es necesario realizar control de la función renal y ótica. El control de la toxicidad renal se basará en las cifras sanguíneas de urea y creatinina, no siendo valorables discretas albuminurias o alteraciones del sedimento, que sin embargo pueden preceder a la verdadera toxicidad renal'• 25 - 27 . En el caso de que el paciente sea portador de una insuficiencia renal es necesario adaptar a esta situación las dosis de kanamicina, capreomicina, etambutol y cicloserina. Estas dos últimas drogas no son nefrotóxicas, pero por ser su eliminación preferentemente renal, si esta función está alterada y no son suficientemente eliminadas, aumentará la toxicidad que le es propia a cada una de ellas45. Otro problema son los fenómenos de hipersensibilidad que se pueden observar en el curso del tratamiento y que pueden consistir principalmente en erupción, prurito, fiebre y más raramente en adenomegalia, esplenomegalia y hepatomegalia. En los casos que se presente hipersensibilidad se retirará toda la medicación y se reintroducirá uno a uno los fármacos a dosis pequeñas, tanto más pequeñas cuanto más importantes hayan sido los fenómenos de hipersensibilidad y comenzando por el que no se considere responsable. Una vez localizado el fármaco causal de la hipersensibilidad, se puede intentar la desensibilización, pero se debe procurar realizarla en un plazo no superior a 3-7 días46. En general el empleo de la medicación de 2. a línea exige una vigilancia médica estrecha, al menos en la primera etapa, sólo posible en régimen hospitalario, donde el enfermo está atendido por personal experto que además de controlar la ingesta de las drogas puede identificar prontamente cualquier tipo de reacción adversa que se produzca. Este control llevado con un criterio inteligente y hábil supone una ayuda inestimable para el enfermo muchas veces psicológicamente inestable y que tiende a abandonar la medicación ante cualquier intolerancia real o supuesta. BIBLIOGRAFÍA 1. Toman K: Quell est 1'action thérapeutique et quelle est la toxicite des medicaments antituberculeux? En Depistage et Chimiothérapie de la Tuberculose. Ed Masson 1980; 106-117. 2. March P de: Terapéutica moderna de la tuberculosis. 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En los años 60 el desarrollo de la misma hizo pensar en una pronta erradicación de la enfermedad, pero en la década siguiente se vio que el problema epidemiológico persistía y que los países en desarrollo tienen de un 2 a un 5 % de riesgo anual de infección (RAÍ) que es de 20 a 50 veces mayor que el de los países desarrollados. En algunos de los países en desarrollo se ha producido en los últimos años un aumento del número absoluto de casos de tuberculosis al haber duplicado su población. Existe una gran diferencia entre lo que se esperó obtener y lo que realmente se ha conseguido, y aunque en los países ricos la tuberculosis ha dejado de ser un problema de salud pública, a escala mundial, diez millones de personas enferman cada Recibido el día 8 de septiembre de 1983. 75 año y por lo menos tres millones mueren de esta enfermedad. Pero incluso en estos países técnicamente avanzados que han obtenido resultados espectaculares, la enfermedad persiste en los sujetos ya infectados. Estos pueden desarrollar la enfermedad hasta el final de su vida y con mayores posibilidades los que pertenezcan al grupo de riesgo elevado (inmunodeprimidos, diabéticos, silicóticos, alcohólicos, gastrectomizados, etc.). También sujetos inmigrantes que proceden de países de prevalencia elevada podrían desencadenar una epidemia en una población no infectada. Lucha antituberculosa''4 Un grupo mixto de estudio UICT-OMS (Ginebra, 1982) informa en lo que se refiere a la lucha antituberculosa, que ésta debe basarse en un programa completo ejecutado a escala nacional y a través de la red existente de instituciones de servicios de salud y que ya fue formulado en el octavo informe del comité de expertos de la OMS y reafirmado y ampliado en el noveno informe de 1974. Este grupo mixto llegó a la conclusión de que los conceptos del noveno informe siguen siendo válidos, e insistió en que es preciso poner en práctica las medidas de lucha antituberculosa a través del sistema de atención primaria de la salud. Los resultados dependerán de la calidad y del desarrollo de dichos servicios primarios así como de su grado de integración en los mismos. 269 ARCHIVOS DE BRONCONEUMOLOG1A. VOL. 19. NUM. 6. 1983 El arma más poderosa para la lucha antituberculosa es la que resulta de la unión de la detección de enfermos con la quimioterapia correcta que además de actuar sobre los casos individuales sirve para eliminar las fuentes de infección con una reducción paralela de la incidencia de la enfermedad. Sin embargo, en países con circunstancias socioeconómicas desfavorables, mainutrición, etc., deberían corregirse éstas, ya que al persistir no se consigue un ritmo de reducción tan rápido como el que han conseguido los países desarrollados. Para poner en marcha un programa de lucha antituberculosa es necesario contar con un mínimo de medios que permita diagnosticar los casos de enfermos y tratarlos a todos correctamente. Los medios pueden ser simples, en dependencia con las posibilidades económicas del país, pero siempre se requiere un apoyo y supervisión firme a nivel que organismos gubernamentales, entidades municipales, hospitales y servicios universitarios, médicos particulares y centros privados, trabajen en forma conjunta e integrados en un objetivo común para el control de la tuberculosis. La Asamblea Mundial de la Salud de mayo de 1980 solicitó de los estados miembros que tomaran medidas urgentes en la aplicación del control de la tuberculosis como parte integrante de la atención primaria de salud. La eficacia de los servicios de lucha antituberculosa es casi siempre un reflejo de la eficiencia de los servicios generales de salud. Los gobiernos deben reconocer sus obligaciones y asignar fondos suficientes al programa que permitan existencias constantes de medicamentos y tener el país entero cubierto por una red eficiente de servicio de microscopía. Es necesario que todo el personal médico que forme parte del programa, tenga una formación básica para afrontar los problemas que plantea la enfermedad. El programa debe controlarse a todos los niveles, valorando los datos estadísticos que proporcionan información sobre número y tipo de enfermos, métodos diagnósticos, resultados y exámenes tuberculínicos de cohortes determinadas. Un laboratorio central para realizar cultivos y pruebas de sensibilidad, asesorará a todos los laboratorios que participan en el programa y contribuirá a la capacitación del personal de los laboratorios periféricos. Inspeccionará en éstos todas las técnicas bacteriológicas, inclusive la baciloscopia directa. Nuestro país, por su economía, forma parte de los países desarrollados, pero llama la atención el que el 25 % de los enfermos tuberculosos no curan después de un primer tratamiento efectuado con las drogas más potentes de que se dispone e iniciado en muchos casos en régimen hospitalario. Esto demuestra que existen factores negativos en nuestra organización sanitaria y que se confirman al examinar y comparar los índices de morbilidad, mortalidad, de infección, y riesgo anual de infec270 ción (RAÍ). Estos índices han sido confeccionados en los últimos años sobre un número limitado de casos, sin uniformidad en la técnica ni en los criterios de valoración, pero han confirmado que el avance logrado es inferior al que debería haberse obtenido y que nos correspondería. Manejando y cotejando datos proporcionados por distintos organismos y procedentes de diferentes núcleos de población, podemos aceptar para el país, como válidos, los índices siguientes para el año 1982: Infección a los 6 a ñ o s . . . . . . . 2,7 % Infección a los 20 a ñ o s . . . . . . 25 % Riesgo anual de infección... 0,3 % Declive del r i e s g o . . . . . . . . . . 7,5 % Casos nuevos por año (BK+). 20 x 100.000 hab. La infección a los seis años está por debajo de 1 en Suecia, Dinamarca, EEUU, Canadá, Alemania Federal, Noruega, Holanda, Australia, Reino Unido... con riesgo anual entre el 0,02 y el 0,03 %. Con un índice de infección entre 1 y 2 están Suiza, Alemania Oriental, Francia, Bélgica, Japón, Israel, Checoslovaquia... con un RAÍ entre 0,03 y 0,2 %. Argentina y Austria tienen índices análogos al español. Se calcula que un RAÍ del 1 % corresponde a unos 50 casos de enfermos BK+ por 100.000 habitantes y año. Es evidente que nuestro país no ha obtenido los buenos resultados que otros países equiparables al nuestro han logrado en la lucha antituberculosa. El Comité mixto citado resalta unos puntos básicos para que la lucha obtenga resultados satisfactorios y que son: 1.° Disponer de un programa completo, ejecutado a escala nacional a través de la red existente de instituciones de servicios de salud. 2.° Contar con medios necesarios para la detección de casos y para administrar el tratamiento a todos los enfermos. 3. ° Apoyo a nivel central o de Ministerio. 4.° Coordinación entre los distintos organismos gubernamentales, municipales, universitarios, etc. 5.° Formación adecuada del personal médico básico. También es necesario motivar al sujeto enfermo y asimismo a médicos, políticos, etc... Todo sujeto motivado, define un psicólogo, desea ejecutar aquello que se espera de él. Incumplidor es aquél cuya conducta en relación al tratamiento es contraria a su propio bien o al de la sociedad. En nuestras condiciones actuales y disponiendo de los servicios especializados de los centros de la AISN y los recursos del INSALUD que atiende al 90 % de la población, debería organizarse la lucha antituberculosa basada en los puntos citados anteriormente y que podrían complementarse con los siguientes: A) Un servicio central que elaboraría y contro76 P. MIRET CUADRAS ET AL.—FUTURO DE LA TUBERCULOSIS laría un programa de prospección tuberculínica y un modelo de declaración obligatoria que permita obtener estadísticas fiables. Dispondría de un fichero central. B) La enseñanza de la tuberculosis debería unificarse en todas las facultades de Medicina, confeccionando programas conjuntos, supervisados por expertos y puestos al día antes de cada curso. C) La medicación debería ser gratuita para todos los enfermos correctamente diagnosticados y suministrada en oficinas especiales con una frecuencia periódica establecida, anotando en una ficha cada suministro y con un registro central que investigara mediante enfermeras visitadoras la falta de recogida de la medicación. Sabiendo que la gran mayoría de la población española está acogida a la Seguridad Social, esto no supondría a nivel de Estado ningún gasto adicional y al facilitar el control del suministro de la medicación, se lograría disminuir el costo. D) Los enfermos en los que ha fracasado el tratamiento y en los que se instaura una nueva pauta, deben ser tratados por un grupo especial de médicos y siempre bajo supervisión. E) Valorar la situación socioeconómica y laboral del enfermo y actuar en consecuencia. Tratamiento5'6 Ningún medicamento nuevo ha aparecido en la última década para el tratamiento de la tuberculosis, aunque se conoce mejor el mecanismo de acción de cada uno de ellos y las diferentes poblaciones bacilares sobre las que actúa. Se considera que es fundamental el tratamiento de los primeros dos meses. Los errores cometidos durante este primer período, al ser la población bacteriana, en este momento, muy numerosa, producen con mayor facilidad resistencias bacterianas. Si se dispone de toda la gama de drogas, se aconseja instaurar una pauta con cuatro de ellas de gran capacidad esterilizante como son la isoniazida, rifampicina, pyrazinamida y estreptomicina, que reducen drásticamente el número de bacilos. Después de estos dos primeros meses se pueden adoptar distintas pautas, que dependerán de factores económicos, sociales, culturales, etc. Es evidente la ventaja que suponen los tratamientos cortos y los tratamientos intermitentes por el considerable ahorro económico y por el menor índice de abandonos. Múltiples ensayos clínicos controlados se han llevado a cabo en los últimos años. La duración del tratamiento que en el año 1976 quedó establecido en nueve meses, con pautas que incluían isoniazida y rifampicina, se ha acortado últimamente hasta los seis meses. Se siguen buscando combinaciones de drogas para reducir más este tiempo, pero hasta el momento no se ha logrado, pues a partir de los 77 cinco meses aparecen recaídas con una frecuencia progresiva cada vez mayor, por lo que el tiempo total de tratamiento actual no debe ser inferior a los seis meses. En la tabla I se presentan una serie de esquemas, altamente eficaces, recomendados actualmente por el Comité de tratamiento de la U.I.C.T. y basados en ensayos clínicos controlados. Es necesario en los tratamientos intermitentes que cada dosis se administre bajo supervisión. Las pautas de ocho, de nueve y de doce meses tienen un costo inferior y se recomiendan cuando los medios económicos de que se disponga sean escasos. Un reciente ensayo de la British Thoracic Association ha repartido un total de 444 enfermos en tres grupos de tratamiento no supervisado. El primero con SHRZ y el segundo sustituyendo la estreptomicina por el ethambutol se trataron durante seis meses. El tercer grupo sirvió de control y tomó nueve meses SRE. A partir de los dos primeros meses en cada uno de los tres grupos se continuó con RH. Al quinto mes los cultivos de todos los grupos fueron negativos. Los efectos secundarios más importantes fueron los hepáticos sin que hubiera diferencias entre el grupo que tomaba Z y los que no la tomaban. La proporción de recaídas fue del 1 Vo para el primer grupo que incluía pyrazinamida, 3 % y 2 % respectivamente para el segundo grupo y el grupo control. A partir de estos resultados la BTA aconseja el régimen de seis meses con cuatro drogas iniciales. La BTA aconsejó el año 1976 el régimen de nueve meses con HRE que reafirmó el año 1980. Para los enfermos con frotis negativo y cultivo positivo se han ensayado pautas de dos meses hasta seis meses. Los resultados difieren poco de los logrados en enfermos con frotis positivo. Un régimen de seis meses administrado tres días a la semana empleando cuatro drogas los dos primeros y continuando con HR hasta el final no ha tenido ninguna recaída (SL Chan, Hong Kong). En los enfermos con frotis y cultivo negativo, superada la dificultad que presenta el diagnóstico, un régimen como el anterior pero de cuatro meses ha tenido un 2 % de recaídas. Respecto a estas dos clases de enfermos con baciloscopia (—) y cultivo ( + ) o (—) tendría interés TABLA 1 MESES TRATAMIENTO 6 6 6 6 8 9 12 2 S R H Z - R H , o RH, 2 ERHZ - RH, o RH, E o SRHZ3 2 SRHZ-SHZ, 2 SRHZ - TH 2 SHZ-SHZ, 2STH-THoSZ2 S (estreptomicina), R (rifampicina), H (isoniazida), Z (pyrazinamida), E (ethambutol), T(tiacetazona). 271 ARCHIVOS DE BRONCONEUMOLOGIA. VOL. 19. NUM. 6. 1983 la realización de las investigaciones necesarias para determinar la duración adecuada del tratamiento. En tuberculosis experimental se ha comprobado que la actividad esterilizante de la rifampicina aumenta si se administra en régimen diario. La ciclopentilrifampicina o DL473 obviaría este problema. En el animal de experimentación, administrada una vez por semana logra las mismas concentraciones en suero que 10 mg/kg dados diariamente. Esta propiedad debe ser confirmada en el ser humano. En cualquier tratamiento se tratará por todos los medios de no producir enfermos con resistencias a los tuberculostáticos. Inmunología 79 Conocido desde un principio el fenómeno de Koch, se sabe que una segunda inoculación bacilar tiene en un organismo una respuesta diferente de la primera inoculación, lo que pone de manifiesto un hecho inmunitario adquirido. Esta inmunidad adquirida, no era suficiente para curar la tuberculosis, especialmente la cavitada, antes de la era quimioterápica. En el sujeto infectado no se han eliminado totalmente los bacilos, quedando unos pocos de ellos en estado latente, pero que pueden pasar a tener actividad metabólica cuando la inmunidad adquirida se debilita. Los fallos de dicha inmunidad son los que pueden explicar el porqué una mínima proporción de los infectados enferma al no ser capaz el organismo de bloquear la proliferación bacteriana. La quimioterapia no es capaz de eliminar totalmente los bacilos. En ratones enfermos y tratados con drogas (Grosset) que han conseguido negativizar los cultivos procedentes de macerados viscerales, grandes dosis de corticosteroides logran que individuos del grupo control reactiven su enfermedad. Con la aparición de las potentes drogas antituberculosas y su capacidad esterilizante, se olvida que aunque son suficientes para curar la práctica totalidad de los enfermos tuberculosos, la eliminación de la última población bacteriana corre a cargo de la inmunidad del sujeto infectado. Se conocen algunos aspectos de la inmunidad celular. El macrófago activado por la linfoquina, de determinado subgrupo de linfocitos T, es el encargado de fagocitar los bacilos sin que los propios linfocitos tengan acción directa. Los fenómenos inmunitarios humorales, que desde el descubrimiento del bacilo de Koch hace 100 años se vienen estudiando, siguen teniendo un gran interés en el momento actual, a fin de obtener una técnica de serodiagnóstico especifica. Para enfermos con baciloscopia negativa o afectos de tuberculosis extrapulmonar, esta prueba seria de gran utilidad, pero en la respuesta humoral, en tu272 berculosis, aumenta el título de anticuerpos a muy distintos antígenos. Desde la prueba de aglutinación sérica de Arloing y Courmant en 1898 han surgido periódicamente nuevas técnicas buscando mejorar los resultados, pero en todos ellos la cifra de falsos positivos o de falsos negativos ha sido demasiado alta, por lo que no son útiles. Últimamente ha despertado mucho interés la identificación de antígenos proteicos muy purificados y la obtención de anticuerpos monoclonales por inmunización en animales sensibles con antígenos parcialmente purificados. Estos antígenos proteicos purificados, aplicados al método Elisa, han logrado resultados esperanzadores en el serodiagnóstico de la tuberculosis. De estos antígenos, preparados de un filtrado de cultivos de Mycobacterium tuberculosis, se espera mejorar el diagnóstico, la clasificación y también facilitar investigaciones epidemiológicas. El antigeno identificado con el número 5 aparece sólo en la Mycobacterium tuberculosis y la Mycobacterium bovis, entre catorce especies estudiadas. R.G. Benjamín y Thomas M. Daniel han usado este antígeno para el serodiagnóstico de la tuberculosis con el método Elisa. Un grupo de 75 enfermos con tuberculosis pulmonar activa, se comparó con seis grupos control (uno de individuos no seleccionados, uno de infectados PPD positivos, uno de PPD negativos, uno con sarcoidosis, uno con micobacteriosis no tuberculosa y el ultimo con sujetos con hipergammaglobulinemia). El suero de los enfermos con tuberculosis activa tenía una concentración de anticuerpos significativamente más alta que el grupo de los sujetos infectados, PPD positivos, con buena especificidad (la titulación mínima de valor diagnóstico se estableció en 1/40). En los enfermos procedentes de áreas de baja prevalencia (Cleveland) tuvo una especificidad del 95,8 % para los tuberculosos activos. Para los enfermos procedentes de áreas de alta prevalencia (Bolivia) la especificidad por encima de 1/40 fue del 79,9 %. La infección por otras micobacterias no tuberculosas, activas, proporcionó un 52 % de títulos iguales o superiores a 1/40. Los anticuerpos monoclonales han sido empleados para diferenciar el Mycobacterium tuberculosis del M. bovis (considerados como homogéneos serológicos) e incluso diferentes cepas de Mycobacterium tuberculosis. Estos anticuerpos monoclonales también se emplean en el diagnóstico serológico de la tuberculosis. Obtenidos por inmunización de animales sensibles, con antígenos parcialmente purificados, proporcionan un nuevo campo para la identificación y el aislamiento de antigenos. Los resultados obtenidos hasta el momento (71 % de positividades en 41 enfermos con BK positivo) no mejoran los logrados con el antígeno 5. No obstante, si los anticuerpos monoclonales, específicos del Mycobacterium tuberculosis, pu78 P. M1RET CUADRAS ET AL.—FUTURO DE LA TUBERCULOSIS dieran usarse para aislar sus antígenos respectivos, entonces una batería de antigenos específicos purificados, puede proporcionar la base para un test clínico serológico muy fiable, por el método Elisa. No se debe olvidar que aunque la prueba de tuberculina no puede distinguir entre la enfermedad activa y la infección, hay otras respuestas, además de la típica reacción de hipersensibilidad tipo IV, como es una reacción precoz entre las 4 y las 8 horas, que representa probablemente un fenómeno de Arthus y puede ser influido por anticuerpos circulantes y por el antígeno usado intradérmicamente. Kardjito y Grange observan que esta reacción precoz es positiva en 72 Vo de 107 enfermos de tuberculosis y sólo en 3,5 % de 143 de un grupo control. Hace 20 años ya Glenchur et al, observaron que con una de las fracciones obtenidas por fragmentación del bacilo de Koch, obtuvieron una reacción tipo Arthus en el 91 % de 106 enfermos de tuberculosis y en ninguno de los 61 controles. No obstante, no se repitió la experiencia, con el derivado proteico purificado (PPD). Los autores citados trabajan para obtener el antígeno adecuado que proporcione una prueba para el diagnóstico de la tuberculosis activa. Otras investigaciones actuales son las que intentan desarrollar una vacuna que estimule en los linfocitos la producción de linf equinas y las que estudian el mecanismo de acción del macrófago para aumentar su capacidad fagocitaria. También se intenta aumentar la inmunidad celular de manera inespecífica. La administración de agentes inmunoterapéuticos que estimulen el sistema inmunitario, como puede ser el Levamisol, ha proporcionado en algún caso resultados que deben ser tenidos en cuenta y repetidos. En el reciente congreso de UICT en Buenos Aires, el profesor Mitchinson apuntó esta posibilidad y aconsejó estudios en este sentido. Otro problema a resolver en el futuro, es el hallazgo de un test que indique que el momento en que el enfermo puede dejar la medicación. Se comprende su importancia al conocer que por lo menos el 75 % de los enfermos iniciales, están curados con las pautas actuales después de cuatro meses de tratamiento y que por lo tanto este mismo 75 Vo sigue un tratamiento inútil, caro y en algunos casos tóxico, durante tres-cuatro-cinco meses más. La prueba de captación del galio no ha sido útil en nuestra experiencia. El aislamiento del antigeno 5 y las posibilidades que presenta suponen una esperanza para resolver este problema. El lavado broncoalveolar, en principio, muestra diferencias celulares entre los lóbulos enfermos y 79 los sanos del mismo paciente. Al curar, la proporción celular adopta el patrón del pulmón sano. Los resultados se publicarán cuando el número de casos sea suficiente. Conclusión La tuberculosis es una enfermedad destinada a extinguirse. Tenemos un conocimiento exacto de los mecanismos que conducen a ella y disponemos de drogas para su curación. Del interés de los gobiernos y de la sociedad, y de los recursos empleados, dependerá el que el plazo sea más p menos largo. Investigaciones ya comenzadas en el campo de la inmunidad, permitirán un diagnóstico serológico capaz de diferenciar la infección de la enfermedad. Los tratamientos serán individualizados, siendo el test de curación el que indicará la duración de los mismos. Pero el optimismo no debe ser exagerado, la tuberculosis se acantona en determinados países que por causas muy diversas no evolucionan al ritmo que el progreso actual impone, o en grupos rebeldes, en el seno de sociedades avanzadas, que intuyen acaso que el futuro será de los ambiciosos y han abandonado la lucha competitiva. Para todos estos no bastarán las medidas anteriores. Será necesario modificar la convivencia humana a un nivel que para algunos podrá parecer una utopía. AGRADECIMIENTO Agradecemos a la Srta. Emma Bosch su colaboración en la confección del texto. BIBLIOGRAFÍA 1. Epidemiología de la tuberculosis en Barcelona. Instituto Municipal de la Salud de Barcelona, 1.982. 2. Manual de Prevenció i Control de la Tuberculosi. Generalitat de Catalunya, 1981. 3. Informe de un grupo mixto de estudio UICT/OMS. Serie de Informes Técnicos 671, Ginebra, 1982. 4. Boletín de la UICT, vol 57, sep-dic, 1982. 5. Report of the Committee on Treatment, IUAT, Buenos Aires, 15-18, December 1982. 6. Fox W: A dónde va la quimioterapia de corta duración. Boletín de la UICT, 1981; 56: 147-170. 7. Immunological research in tuberculosis: memorándum from a Who meeting. Bulletin ofWHO 1982; 60. 8. Immunological tests for tuberculosis. Lancet 1983; 8332. 9. Benjamín RG, Daniel TM: Serodiagnosis of tuberculosis using the enzyme-linked immunoabsorvent assay (Elisa) of antibody to Mycobacterium tuberculosis Antigen 5. Am Rev Respir Dis-1982; 126: 1013-1016. 273 INCIDENCIA DE LA ENFERMEDAD TUBERCULOSA EN UN HOSPITAL GENERAL S. RODRÍGUEZ RAMOS*, T. PASCUAL PASCUAL** y J. MARTÍNEZ GONZÁLEZ DEL RIO*** Introducción La incidencia de tuberculosis ha ido declinando en España de forma muy significativa, al igual que en otros países, sobre todo a partir de la aparición de una quimioterapia eficaz, lo cual conllevó una disminución en el número de pacientes y de su contagiosidad, olvidando la necesidad de prolongados internamientos en los sanatorios antituberculosos, estando éstos en vías de reestructuración, y siendo habitualmente tratados de forma ambulatoria. El diagnóstico de la mayoría de casos ha sido trasladado a los hospitales generales lo cual crea una problemática nueva en estos centros. Esta comienza porque el médico de plantilla, en muchas ocasiones no especialista neumólogo, erróneamente tiene el concepto de que la tuberculosis está erradicada en nuestro país y no piensa en este diagnóstico. La contagiosidad de estos enfermos, en contacto con pacientes de otras patologías y con el personal sanitario, hace que el diagnóstico y tratamiento precoz sea muy importante. Asimismo, la existencia de formas clínicas atípicas, tanto pulmonares como extrapulmonares, su coincidencia con otros procesos y la presencia de enfermedades pulmonares infecciosas, en ocasiones indistinguibles clínica y radiológicamente de la tuberculosis, exige una mentalización del médico del hospital general hacia la posibilidad de este diagnóstico y así alcanzar con su colaboración, mediante el tratamiento y seguimiento adecuado de los pacientes, la erradicación real de esta enfermedad. Exponemos a continuación nuestra experiencia durante el período 1976-1980 en la Residencia General de la Ciudad Sanitaria de la Seguridad Social «Ntra. Sra. de Covadonga» de Oviedo. Material y métodos Material: 651 pacientes cuyas características se exponen en la tabla I, fueron dados de alta con el diagnóstico de tuberculosis activa de la Residencia General de la Ciudad Sanitaria de Oviedo, que cuenta con 636 camas, 232 médicas y 404 quirúrgicas, en el periodo comprendido entre el 1 de enero de 1976 y el 31 de diciembre de 1980. Métodos: Se revisaron todas las historias clínicas correspondientes a los pacientes cuyos diagnósticos de alta de tuberculosis fueron comprobados mediante los informes de los Servicios de Anatomía Patológica, Bacteriología y en algunos casos, cuando el diagnóstico era clínico y por evolución, por la fidelidad a los criterios requeridos en las historias de Medicina Interna- TABLA I Número de casos: 651 — Varones: 338 (60 %) — Hembras: 263 (40 %) Edad: * Médico adjunto. Sección Ncumologia. Ciudad Sanitaria «Nira. Sra. deCovadonga». Oviedo. ** Especialista Pulmón y Corazón. A m b u l a t o r i o «Héroes de Simancas». Gijón. *** Jefe Sección Neumología. Ciudad Sanitaria. «Ntra. Sra. de Covadonga». Oviedo. 274 — — — — 1 a 20 años: 21 a 40 años: 41 a 60 años: más de 60 años: 115 191 231 123 (18 %) (29 Vo) (35 %) (18 %) 80 S. RODRÍGUEZ RAMOS ET AL.—INCIDENCIA DE LA ENFERMEDAD TUBERCULOSA EN UN HOSPITAL GENERAL Neumologia. Se requirieron: 1.°) Aislamiento deMycobacterium tuberculosis. 2.°) Visión directa por Zielh de bacilos ácido alcohol resistentes con clínica compatible. 3.°) Granulomas caseificantes en muestras anatomo-patológicas. 4.°) Granulomas no caseificantes con clínica compatible y descartando otra patología. 5.°) Lesiones radiológicas en tórax, riñon, etc., sugestivas y con clínica compatible. En todos los casos excepto en el primero se consideró como criterio de seguridad la respuesta favorable al tratamiento especifico. La prueba de Mantoux se hizo con 1 U. I. de tuberculina RT-23, considerándose como positiva una induración mayor de 10 mm a las 48-72 horas. Resultados Edad y sexo: Los 651 casos cuyas características de sexo y edad se muestran en la tabla I, se repartieron homogéneamente en cuanto a incidencia (130-114-127-143-139) en los cinco años consecutivos, no observándose una disminución en el número total o relativo al de ingresos en el hospital (60.002) siendo por tanto el 1,08 Vo de la totalidad de pacientes admitidos. Se observa una mayor incidencia en varones (60 %) que en hembras (40 %) y esta relación no se ha modificado a lo largo de los cinco años. Hábitos y antecedentes: Destaca la alta incidencia del hábito alcohólico (42 %) y antecedentes de contacto con TBC (33 %) siendo los otros antecedentes recogidos como cirrosis hepática, neoplasias, diabetes, gastrectomía, etc., poco significativos (tabla II). Historia clínica: Dado que en 51 pacientes no estaba recogida la historia clínica, los porcentajes en este apartado se refieren solamente a 600 enfermos. El 72 % de los pacientes referían un síndrome general (astenia, anorexia, pérdida de peso); fiebre o febrícula en el 61 %, tos en 55 % de formas torácicas y hemoptisis en el 28 % de las formas pulmonares (tabla III). Analítica: A su ingreso presentaban anemia (Hb menor de 12 g %) el 41 % de los pacientes, linfocitosis (mayor del 30 %) el 19 % y VSG normal el meníngea 20 (3 %) y otras 7(1 %) (tabla VIII). TABLA II Hábitos y antecedentes 1. —Alcohol: 41,6 Vo (varones de más de 20 años) 2. — Antecedentes de contacto con TBC: 33,4 % 3. — Factores de riesgo: — Cirrosis: 47 (7 %) — Neoplasias: 38 (6 %) — Diabetes: 31 (5 %) — Gastrectomias: 22 (3 %) TABLA III Clínica inicial (de 600 pacientes) — S. general: 434 (72 %) — Fiebre: 362 (61 %) — Tos: 235 (55 %) (formas torácicas) — Hemoptisis: 64 (28 %) (formas pulmonares) 81 TABLA IV Analítica al ingreso: — V.S.G. > 20: 76 % — Anemia (< 12gHb): 41% — Linfocitosis (> 30 %): 19% TABLA V Prueba de la tuberculina: — No realizadas: — Negativas: — De 10 a 15 mm: — Mayor de 15 mm: 137 77 111 326 (21 (15 (22 (63 %) %) %) %) TABLA VI Rx de tórax: — Normal: 137 (21 %) — Patológica: 514 (79 %) — Lob. superiores: — Cavitación: — Derrame pleural: — Patrón miliar: — Adenopatias: 336 129 119 43 33 (65 (25 (23 ( 7 ( 6 %) %) "7o) %) Vo) TABLA Vil Metodología diagnóstica: — Bacteriología: — Anat. patológica: — Criterios clínicos: 364 (56 "'•o) 175 (27 %) 112 (17 %) Prueba de tuberculina: En 137 casos (21 %) no se realizó la prueba de Mantoux; en el resto, un 15 % se consideró negativa (menor de 10 mm), un 22 % se situó entre 10 y 15 mm y el resto 63 % fue mayor de 15 mm dando un total de positividades del 85 Vo (tabla V). Radiología torácica: Se consideró normal o mejor dicho, sin hallazgos compatibles con enfermedad tuberculosa, en 137 casos (21 %). En los 514 (79 %) pacientes en los que se observó patología, ésta se localizaba: a) en lóbulos superiores en 207 (40 %), con cavitación en 129 (25 %); b) derrame pleural en 119 (23 %); c) patrón miliar en 43 (8 %); d) adenopatías en 33 (6 %) (tabla VI). Metodología diagnóstica: 364 casos fueron diagnosticados por bacteriología (56 %), 175 (27 %) por anatomía patológica y en 112 (17 %) el diagnóstico fue por criterios clínicos. Destacaremos de nuestros datos que en 162 casos (25 % del total y 72 Vo de las formas pulmonares) se observó el bacilo de Koch en el esputo espontáneo o en secreciones bronquiales obtenidas por métodos más agresivos como fibrobroncoscopia o punción transtraqueal, los cuales supusieron 80 casos o un 12 % del total (tabla VII). Órganos afectos: La afectación pulmonar con 225 casos (35 %) fue la más frecuente, seguida por 275 ARCHIVOS DE BRONCONEUMOLOGIA. VOL. 19. NUM. 6. 1983 la pleural 106 (16 Vo) juntamente con la ganglionar torácica 33 casos (5 %), la pericárdica 12 (2 °7o) y la miliar 48 (7 °7o) que hacen un total de formas intratorácicas del 63 %. La forma ganglionar periférica se presentó en 65 casos (10 %), la localización renal en 56 casos (9 %), ósea 44 casos (7 %), digestiva 35 (5 %), meníngea 20 (3 %) y otras 7(1 %) (tabla VII). Servicios del hospital implicados: Fueron atendidos por la Sección de Neumología directamente 308 pacientes que corresponden al 46 %, llevando el control de 160 pacientes más, lo que hace un total de 468 (72 %). El resto, 183 (28 %) fueron diagnosticados y tratados por diferentes servicios y secciones de M. Interna, Cirugía y Traumatología (tabla IX). Diagnósticos al ingreso: Revisando las hojas de admisión, figuraba la TBC como diagnóstico de probabilidad en el 76 % de las mismas, siendo citada en primer lugar en el 27 % y como segundo o tercer diagnóstico en el 49 °7o, no siendo citado en absoluto en el 24 % restante (tabla X). Evolución y control del tratamiento: De los 651 enfermos, 531 (82 %) fueron controlados a intervalos regulares en las consultas externas del hospital; 63 pacientes (10 %) fueron trasladados a otros centros (Hospital de Enfermedades del Tórax) y 49 TABLA VIII Órganos afectos 63 % A) Formas torácicas: 225 (35 %) — Pulmonar: 106 (16 %) — Pleural: 33 ( 5 %) — Ganglionar: 12 ( 2 Vo) — Pericárdica: 48 ( 7 %) — Miliar: 37 % B) Formas extratorácicas: 65 (10 Vo) — Ganglionar: 56 ( 9 %) — Renal: 44 ( 7 %) — Osea: 35 ( 5 Vo) — Digestiva: 20 ( 3 %) — Meníngea: 7(1%) — Otras...: TABLA IX Servicios implicados: — Neumologia: — M. interna: — Nefrologia: — Digestivo: — O.R.L.: — Traumatología: — Otros: 308 86 54 33 93 47 30 (47 (13 ( 8 ( 5 (14 ( 7 ( 5 %) %) %) %) %) %) %) TABLA X Diagnóstico al ingreso: — TBC en l. c r lugar: — TBC citada: — No sospechada: 276 (27 %) (49 fo) (24 <Vo) TABLA XI Control del tratamiento: — Consultas externas: — Especialista ambulatorio: — Ingreso a otros centros: 531 (82 %) 49 ( 8 %) 63 (10 %) TABLA XII Exitus: 37(5,7 %) — Diag. necrópsico sin sospecha: 8 casos. (8 %) fueron controlados por el médico especialista del ambulatorio (tabla XI). Exitus: En los cinco años el número total de fallecimientos fue de 37, de los cuales en 14 la TBC fue enfermedad coadyuvante, siendo en el resto (23), la causa primaria. De estos últimos, en 8 casos, el diagnóstico se hizo por necropsia sin sospecha clínica previa; en 10, los necropsia confirmó la sospecha clínica de tuberculosis y en los 5 restantes no se consiguió la confirmación diagnóstica por negativa de estudio necrópsico (tabla XII). COMENTARIO Incidencia La incidencia de TBC en EEUU es muy inferior a nuestro habitat, lo cual se corresponde con un menor porcentaje, 0,2 %, de ingresos en 1971, en un hospital general de Filadelfia', comparado con el 1,08 % de nuestro estudio durante los años 76 a 80, lo que unido a que la frecuencia de ingresos no muestra una tendencia a descender, casi diez años más tarde, sea 5 veces mayor el número de ingresos de pacientes con tuberculosis en nuestra Residencia General. Debemos resaltar, sin embargo, un descenso significativo en los años 1981-82 y 83, que estamos analizando prospectivamente y cuyas conclusiones serán motivo de un trabajo posterior. Edad Creemos tiene gran importancia el dato de que solamente el 53 % de nuestros casos eran pacientes mayores de 40 años y el 18 % están en edades comprendidas entre 7 y 20 años; estas cifras son muy preocupantes, en nuestra opinión, porque señalan que, al menos en nuestro habitat, la tuberculosis continúa teniendo una incidencia muy elevada en la población juvenil, máxime al ser comparadas nuestras cifras con el citado estudio de Filadelfia1, en el que sólo el 15 % de varones y 50 % de hembras eran menores de 40 años, lo que significa solamente un 25 % del total de casos, no siendo ninguno menor de 20 años. Sin embargo, nuestras cifras son coincidentes en cuanto a la distribución por sexos, con un predominio de ingresos por tuberculosis en nuestro hospital, de varones (60 %) aunque esta cifra es muy similar al porcentaje general por sexos de admisión en el hospital. 82 S. RODRÍGUEZ RAMOS ET AL.—INCIDENCIA DE LA ENFERMEDAD TUBERCULOSA EN UN HOSPITAL GENERAL Hábitos y contactos Entre los hábitos tóxicos y antecedentes destaca la cifra de alcohólicos, según la definición de la OMS (42 %), pero debemos tener en cuenta que en nuestro hospital en una muestra aleatoria el porcentaje de pacientes alcohólicos según dicha definición es del 41 %; también es digno de reseñar, la elevada incidencia de antecedentes de contactos previos de TBC en los pacientes (33 %), en comparación con el de la referida muestra aleatoria de pacientes hospitalizados en nuestro hospital, no portadores de tuberculosis (22 %). Historia clínica La sintomatología más frecuentemente descrita en la enfermedad tuberculosa, como síndrome general, faltaba en el 28 % de los casos, así como no se detectó por interrogatorio o durante su estancia en el hospital, febrícula o fiebre en el 39 °7o de ellos; destaca por otro lado la presencia de tos en el 72 % de formas torácicas y sólo está referida y objetivada la hemoptisis en 64 casos o 28 % de las formas pulmonares; la coincidencia de estas cifras con las obtenidas por el grupo de Filadelfia, 80 % tos y 25 % hemoptisis, apoya la sugerencia de que, si bien la incidencia es distinta, las formas de presentación son similares, y la «historia clásica» no aparece en un elevado número de pacientes. Datos analíticos Nos sorprendió, a pesar de su inespecificidad, la elevada incidencia de anemia (41 %) en la que muy probablemente, a la influencia propia de la enfermedad, se sumen condiciones socioeconómicas desfavorables, como pobre alimentación, etc., se observó la elevación de la V.S.G. (76 %), aunque en este último dato lo importante es señalar que el 24 <Vo de los pacientes la tienen normal, y la rareza relativa de la habitualmente descrita linfocitosis (19 %). Estos hallazgos, anemia, V.S.G. elevada, sin otra explicación, nos deben hacer incluir en el diagnóstico diferencial la TBC de forma sistemática. No se realizó Mantoux en 137 pacientes (21 %), fundamentalmente en los ingresados en Servicios Quirúrgicos, pero aun cuando la positividad global era del 85 %, en una reciente Tesina2 realizada en este Centro, se demostró que en el 23 % de los pacientes ingresados por diversos motivos y sin antecedentes de TBC o contacto conocido, el Mantoux era positivo, elevándose esta cifra al 73 % de positividades si habían tenido contacto o padecido TBC activa en el pasado. Estas cifras, en nuestra opinión, restar el valor dado a esta prueba en otros países, como en el citado estudio de Filadelfia, donde coincidiendo con nuestras cifras del 85 °7a de positividad en tuberculosis activa, la población general es positiva sólo el 15-20 Vo. Conocemos que esta situación está cambiando en nuestro país al menos en algunas comunidades autónomas 83 como en Cataluña, donde en 1979-80 según datos del Manual de Prevención y Control de la Tuberculosis, citados por Agusti Vidal 3 , la prevalencia en infección tuberculosa entre los 15 y 30 años es de 33 %, no ocurriendo asi en otras zonas donde debido a la falta de criterios uniformes en cuanto a vacunación con BCG, la cifra de tuberculinas positivas es más elevada. Radiología de tórax Del total de los 651 enfermos lasTíx han sido informadas como normales en 137 (21 %) teniendo lesiones compatibles con tuberculosis el resto. También esta cifra es muy similar al 75 % de Rx patológicas encontradas por Me Gregor et al'. De las 514 Rx patológicas, 207 lesiones incluían al menos un lóbulo superior (40 %) y se encontró evidencia de cavitación en 129 más(25 %) siendo el porcentaje total de afectación de lóbulo superior del 65 %; había derrame pleural en 119 pacientes (23 %), patrón intersticial miliar en 43 (8 %) y adenopatías biliares y/o mediastínicas en 33 enfermos (6 %). Estos datos radiológicos confirman la importancia diagnóstica de esta exploración hecha de forma rutinaria en el ámbito hospitalario y aun cuando no haya ninguna imagen específica, su presencia nos obliga a descartar esta posibilidad siendo el diagnóstico diferencial más habitual en las formas pulmonares, el carcinoma broncogénico. Diagnóstico al ingreso Es muy importante hacer el diagnóstico, al menos de sospecha, de TBC activa lo antes posible, idealmente en el momento de la admisión en el hospital. Las razones son de profilaxis de contactos entre el personal del hospital, así, en el estudio de Me Gregor1 una media de 35 personas se pusieron en contacto con cada enfermo antes de su diagnóstico con evidente riesgo de contagio. En nuestra casuística se citó como primer diagnóstico en 112 pacientes (27 %) y la TBC figuraba entre los diagnósticos de presunción en otros 200 (49 %) lo que deja un 24 % de pacientes sin sospecha de esta enfermedad en el momento de su ingreso. Esta cifra es significativamente mejor que la dada por Me Gregor1, 56 % de sospecha y Furey4, 36 •7o y ello, creemos, es debido al conocimiento por los médicos que están en Admisión-Urgencias, de la alta incidencia de tuberculosis en nuestro medio. Diagnóstico de confirmación Aun siendo el ideal llegar al 100 % de diagnósticos _por cultivo e identificación del Mycobacterium tuberculosis, en nuestros casos, siguiendo los criterios expuestos en métodos, sólo lo hemos conseguido en el 56 % de ellos, cumpliendo criterios anatomo-patológicos el 27 % y clínicos el 17 °7o. Queremos señalar que en el grupo de 364 pacientes 277 ARCHIVOS DE BRONCONEUMOLOGIA. VOL. 19. NUM. 6. 1983 con diagnóstico bacteriológico, 162 correspondían a enfermedad pulmonar con bacilos en secreciones bronquiales, habiéndose obtenido el 88 % en el esputo espontáneo y en el 12 % (19 casos) exclusivamente por métodos más agresivos (broncoscopia con biopsia y aspirado, punción transtraqueal). Formas clínicas Las hemos dividido en formas torácicas 424 (65 %) y extraterácicas 227 (35 %), lo cual arroja una incidencia muy superior en porcentaje a las reseñadas en EEUU 5 (n.° 15 del Guenbec), donde se cita un incremento de formas extratorácicas desde 7,3 % en 1963 a un 12,4 % en 1973, no teniendo datos para comparar en la actualidad. Es importante destacar la diversidad de localizaciones con su clínica específica y hacer énfasis en las 48 formas diseminadas, 7 % del total, con patrón miliar radiológico, por su severidad. Servicios hospitalarios implicados De los datos reseñados en el apartado anterior se deduce que la enfermedad tuberculosa debe ser diagnosticada por distintos servicios del hospital. En nuestro caso los Servicios del Departamento de Medicina Interna totalizaron un 73 %, Cirugía y Traumatología 12 % y O.R.L. 14 °!o. Estas cifras son muy aproximadas a las descritas en la literatura' de 73, 10 y 7 % respectivamente, señalando que en nuestro caso y casi la mitad del total (47 %) fueron ingresados directamente en la Sección de Neumología. Evolución El número de fallecimientos debidos exclusivamente o de forma coadyuvante a la TBC, fue de 37 pacientes, lo que corresponde al 5,7 %, cifra similar a la citada en el estudio de Furey de 7 % hecho entre 129 pacientes diagnosticados en un período de 5 años (1969-74) en un Hospital Comunitario en EEUU, e inferior a la de Finch y Cope6 del 10 % como causa directa de muerte entre 68 pacientes ingresados en hospitales generales en Bristol (U.K.), en el quinquenio 68-72; 8 casos (22 %) de los 37 fallecidos, fueron diagnosticados postmortem sin sospecha clínica previa, cifra inferior a la descrita en este último trabajo, donde en 4 de las 9 necropsias no se había pensado en esta posibilidad previamente. Aun cuando la cifra de tuberculosis no sospechada en vida y diagnosticadas postmortem es reducida, al ser potencialmente curable, nos obliga, en nuestra opinión, a emplear todos los métodos diagnósticos, incluido el terapéutico, ante la menor sospecha de enfermedad tuberculosa. Control al alta Durante mucho tiempo y hasta fecha reciente, los pacientes con sospecha diagnóstica de enfermedad tuberculosa, eran enviados a los hospitales de 278 tórax, donde permanecían aislados inicialmente, permaneciendo ingresados por largos períodos de tiempo hasta su curación. Como es sabido, dada la mínima contagiosidad de los pacientes tratados correctamente durante 2 semanas, la tendencia actual es hacia un control del tratamiento de forma ambulatoria. Siguiendo esta norma, han sido seguidos hasta el final del tratamiento por las consultas externas de la C.S. 494 pacientes, por médicos especialistas de ambulatorio 49 (8 %), habiendo sido enviados a otros centros para su ingreso, fundamentalmente por motivos socioeconómicos, 63 (10 %). Seria deseable que el control de la mayoría de estos pacientes se llevara a cabo por los médicos neumólogos de los ambulatorios y/o dispensarios de las enfermedades del tórax. Conclusiones 1. Existe una elevada incidencia (1,08 %) del total de ingresos de enfermedad tuberculosa en un hospital general, de los cuales un 18 % son menores de 20 años. 2. El índice de alcoholismo (41 %) es similar al hallado en pacientes ingresados en el mismo centro por patología no tuberculosa. 3. A pesar de nuestros esfuerzos el diagnóstico fue clínico-evolutivo en el 17 % de los casos. 4. Las formas extratorácicas fueron un 37 % del total, estando imbricados servicios médicos, quirúrgicos y traumatológicos por lo que debe de incrementarse la mentalización de todos los médicos hacia este diagnóstico. 5. En un 24 % de los casos no se sospechó el diagnóstico al ingreso. 6. Se controlaron por las consultas externas propias un 82 % de los pacientes durante su tratamiento, cifra que estimamos debe disminuir en el futuro. 7. Destacamos la escasa literatura nacional encontrada sobre este tema7. BIBLIOGRAFÍA 1. Me Gregor RR: A year's experience with tuberculosis in a private urban teaching hospital in the postsanatorium. era. Am JMedl975;58:221. 2. Saro JM: Estudio de la reacción de la tuberculina en un Hospital General. Tesina de Licenciatura. Facultad de Medicina. Universidad de Oviedo 1983. 3. Manual de Prevención y Control de la Tuberculosis. Publicado por la Secretaria General del Departamento de Sanidad y Seguridad Social de la Generalitat de Catalunya. 1981. Agusti Vidal. Neumologia Clinica 177. 4. Furey WW: Tuberculosis in a Community Hospital. A five-year review. Jama 1976; 235 (2): 168. 5. VS: Department of Health, Education and Welfare, Public Health Service: Reported Tuberculosis Data, 1973. Publication No (LDC) 75-8201. 6. Finch: Unsuspected tuberculosis in general hospitals. Lancetl973; 1: 1496. 7. Viejo Bañuelos JL et al: Incidencia actual de la TBC pulmonar en la práctica hospitalaria. Rev Clínica Esp 1980; 159: 1,7, 1. 84 INFORMACIÓN Symposium Internacional de Neumologia (Patología Intersticial pulmonar) Programa provincial Sevilla, 22-26 de noviembre de 1983 Día 22: Estructura y función del intersticio pulmonar. Dr.A.J.Hance(EE.UU.) Patogenia de las neumopatias intersticiales. Dr. R.G. Crystal (EE.UU.) Pronóstico histológico de las neumopatias intersticiales. Dr.T.V.CoIby (EE.UU.) Granulomatosis pulmonares de causa inhalatoria. Dr. M. Freitas e Costa (Portugal) Día 23: Alteraciones del surfactante en las EPOC. Dr. T.W. Higenbottam (Inglaterra) Tratamiento preventivo de las alteraciones del surfactante. Dr. B.F. Lachmann (Alemania) Interés del surfactante en la alteración de la función pulmonar. Estudio experimental. Dr.S.F.Ryan (EE.UU.) Mesa redonda: Síndrome del distrés respiratorio del adulto. Moderador: Dr. A. Bautista (España) Día 24: Utilidad del galio en la enfermedad pulmonar intersticial difusa. Dr.A.H.Niden (EE.UU.) Correlaciones anatomopatológicas en las enfermedades intersticiales difusas pulmonares. Dr. E.A. Gaensler (EE.UU.) Mesa redonda: Los inmunocomplejos en patología intersticial. Moderador: Dr. M. Diaz Fernández (España) Día 25: Lavados broncoalveolares en las neumopatias intersticiales. Dr. P.L. Haslam (Inglaterra) Mesa redonda: Tipo de biopsia y rendimiento de las mismas. Moderador: Dr. F. Muñoz Lucena (España) Terapéutica en las neumopatias intersticiales. Dra. M. Turner-Warwick (Inglaterra) Día 26: Mesa redonda: Exploración funcional respiratoria en las neumopatias intersticiales. Moderador: Dr. J. Castillo Gómez (España). Conferencia resumen Dr. López Mejias (España). Para cualquier información pueden dirigirse a: Secretaria del Symposium, apartado de Correos 3.133 (Sevilla). 85 V Curso de Enfermedades del Aparato Respiratorio de Origen Laboral Se celebrará los dias 24, 25 y 26 de noviembre de 1983, patrocinado por la Asociación Catalana de Medicina del Trabajo de la Academia de Ciencias Médicas de Cataluña y Baleares, y con la colaboración del Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo, Servicio de Neumologia del Hospital Clínico y Provincial de Barcelona, Cátedra de Medicina Legal y Toxicología de la Universidad de Barcelona, American College ofChest Physicians. Curso limitado a 25 plazas, concedidas por orden de recepción de solicitudes. Derechos de inscripción: 10.000 pesetas (médicos residentes 7.000 pesetas). Enviar importe mediante talón nominal o transferencia a: «V Curso de Enfermedades del Aparato Respiratorio de Origen Laboral». Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Barcelona, Cta. Cte.: 1003-73, dirección: P.° Manuel Girona, 49. Barcelona-34. Lugar de celebración: Centro de Investigación y Asistencia Técnica. Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo. Pza. Eusebio Güell, s/n. Barcelona-34. Remitir solicitud al secretario del Curso, Sr. Joaquín Pérez Nicolás. Pza. Eusebio Güell, s/n. Barcelona-34. Tel.20445 00(9 h. -14 h.). XIV Congreso Nacional de la Sociedad Española de Patología Respiratoria. Barcelona, 2, 3 y 4 de mayo de 1984 COMITÉ ORGANIZADOR Presidentes: Dr. Gerardo Manresa Formosa Dr. Francisco Coll Colomé Secretario: Dr. Gonzalo Vidal López Tesorero: Dr. José Luis Marin Ripoll A vanee del programa científico — Supuraciones broncopulmonares, Dr. Morente Campos y Dr. Sánchez Lloret. — Eosinofilia pulmonar, Dr. Morera Prat Para información y cuotas de inscripción, dirigirse a: Secretaria Técnica. SEPAR, Rosellón, 285 - Teléfono 257 48 39, Barcelona-37. Secretaria e información: Inter-Congres, Gran Via, 646, 4.°, 4. a - Tel. (93) 301 5 77, Barcelona-7. 279