DOCUMENTO LA FUNDACION DE SAN FRANCISCO DE

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DO C U M EN T O
LA FU N D A C IO N DE SAN FRANCISCO DE ASIS,
ALTOS DE JALISCO
Je a n M e y e r
El Colegio de Michoacán
Universidad de Perpignan
San Francisco de Asís se levantó en masa el 9 de
enero de 1927 empezando así su participación en la Cristiada1. Su párroco, el padre Angulo, había tratado de
impedir la insurrección pero finalmente no pudo detener
a sus feligreses. Este joven sacerdote había tenido ante­
riormente varios enfrentamientos con el gobernador de
Jalisco, J. G. Zuño, y de inmediato le colgaron el sambe­
nito de cura guerrillero. Es más, la versión oficial, se­
gún la cual encabezó personalmente el sangriento ataque
al tren de La Barca, el 19 de abril de 1927, ha sido reco­
gida en cantidad de libros, hasta la fecha. Versión ab­
solutamente errónea. El padre Angulo se opuso cuanto
pudo al levantamiento en San Francisco y habla, en su
carta, muy duramente del cura guerrillero Reyes Vega2.
San Francisco de Asís se encuentra en el corazón
mismo de Los Altos, región originalmente englobada en
una sola y vasta hacienda, la de San Ignacio Cerro Gor­
do, o hacienda de la Trasquiela, que parece haber sido
dividida, dice la tradición, por Fray Antonio de Segovia.
Según otros, fue Fray Margil de Jesús quien “arregló el
problema agrario” 3 sin que haya prueba alguna que apo­
ye tales afirmaciones. La aparición de varias haciendas
más pequeñas es manifiesta en los comienzos del siglo
XVIII, y esta lenta parcelación continúa hasta la inde­
pendencia, Un español, Juan Noriega, vendió por en­
tonces la hacienda a los Hernández y a los Fonseca, que
explotaron esencialmente en aparcería aquellas tierras po­
bres, propias para la cría de ganado lechero. En 1917,
un joven sacerdote, el padre Angulo, nacido en la región,
obtuvo de Monseñor Orozco que la aldea de La Estanzuela
(cinco casas) se convirtiera en vicariato y de este modo na­
ció, por decreto eclesiástico, San Francisco de Asís. Las
propiedades de Aniceto e Irineo Hernández habían men­
guado considerablemente, tanto que estos ancianos murie­
ron pobres4.
Cinco mil personas vivían diseminadas en 35 ran­
cherías principales y numerosas granjas aisladas; pero San
Francisco creció rápidamente, porque el padre Angulo co­
menzó por construir allí una iglesia y una escuela, y des­
pués un edificio municipal, con lo que se evitaba a los cam­
pesinos tener que bajar a Atotonilco. En 1922, tenía el
pueblo sus calles, sus plazas, su iglesia y mil habitantes.
El trabajo había sido hecho “a pura faena”, es decir, re­
curriendo a la prestación personal colectiva, trabajando
todos gratuitamente. Así se construyó una carretera em­
pedrada hasta Atotonilco, Arandas y las principales aldeas.
El padre Angulo encontró en su trabajo la oposición de
los hacendados y de los comerciantes de Atotonilco, des­
contentos al ver escapárseles aquella zona y tal oposición
se tradujo en la persecución activa contra su persona y
una multitud de vejaciones contra el pueblo (que aún no
existía en 1970 en los mapas oficiales). En 1926, los de
San Francisco no eran aún propietarios (pasaron a serlo
después, al comprar las tierras que ellos trabajaban); pero su
status no les preocupaba demasiado: “Aquí fue un lugar
libre desde que me crié. N o se necesitaba la recomen­
dación de nadie, no había el control de las haciendas, no
contábamos con la imposición de los ricos, por eso fuimos
muy contrarios al agrarismo ratero y (sic) interesado al
ajeno”5; algunas grandes familias (Hernández, Fonseca,
Angulo) poseían las tres cuartas partes de la jurisdicción;
pero estas pequeñas haciendas ganaderas, como en todos
Los Altos, no empleaban mano de obra; repartían lo esen­
cial de sus tierras en aparcería ("a medias”), lo cual per­
mitiría, por ser los arriendos generalmente perennes, un
paso fácil a la pequeña propiedad.
Los propietarios no eran tacaños en cuanto al plan
de explotación, y el aparcero podía fácilmente tener su
caballo y dos o tres vacas; unos cuantos peones emplea­
dos en los ranchos más grandes (es decir la porción de
la hacienda directamente explotada) y un número muy
pequeño de jornaleros completaban el sistema. En 1926,
?1 60% de los jefes de familia de San Francisco eran apar­
ceros o arrendatarios, el 30% trabajaban como peones y
jornaleros y el 10% pequeños propietarios, artesanos y co­
merciantes.
NOTAS
1 J. Meyer La Cristiada, México: Siglo XXI Editores, 1973 (la. edic.)
Tomo I, pp. 13M 4.
2 El “tristemente célebre” padre J. Reyes Vega.
3 Jean Meyer/Jesús Vázquez de la Torre, Don Cruz, P. José Gutiérrez;
1969.
4 La tradición menciona una distribución de tierras a las familias es­
pañolas “que habían quedado pobres y huérfanas por la guerra de
conquista”. La familia Hernández había terminado la construcción
de una casa en 1802 .
5 Así, en 1931, Don Cruz pagó 2 000 peso-s por su “caballería” (40 hec­
táreas). Tenía 600, pero para pagar al contado pidió prestado a
unos- amigos, a quienes se lo reembolsó en seis años, revendiendo
una parte por 400 pesos.
1. LA FUNDACIO N DEL PUEBLO:
ANTES Y DESPUES*
Lijeros datos históricos, que da el Pbro. J. Jesús Angulo, al
Sr. Arzobispo de Guadalajara, Dr. y Mtro. D. Francisco
Orázco y ]imenéz, sobre el origen y fundación de San Fran­
cisco de Asís, llamado “Los Altos”, por antonomacia, en el
X IV aniversario de su fundación.
“Los Altos”,, fue el nombre, que quiza los misioneros
Franciscanos, dieron a la faja de Tierra Colorada, princi­
palmente, a la de Ayo el Chico, que se extiende, de oriente a
poniente, por el norte de Ayo, Atotonilco y Tototlán. Con­
siderándose el centro, en lo que hoy es San Francisco de Asís.
El Padre D. J. Refugio Huerta, actual Párroco del Sa­
grario, de Guadalajara, dice: Haber visto él, en la Biblio­
teca de Santa Brígida en México, el legajo, en que consta,
como el trono español repartió, “Los Altos”, a familias es­
pañolas, que habían quedado pobres o huérfanas, por la gue­
rra de conquista, que, por ser tierras pobres, las repartieron
en la forma, que aún tiene la propiedad, en esta Región, a
dichas familias de españoles pobres, vascongados y gallegos.
Sus costumbres e ideales, parecen confirmar lo dicho
por el padre Huerta, que trató muchos años, por su minis­
terio Sacerdotal a esta gente Alteña, siendo él, ministro de
Atotonilco.
Las familias dominantes, por su mayoría y posición so­
cial, han sido Navarro, Angulo y Hernández; esto se puede
ver en el Archivo Parroquial de Atotonilco el Alto, y sobre
todo en el de Ayo el Chico, cabecera de Atotonilco y Toto­
tlán, en aquéllos tiempos.
El nombre, “Los Altos” , poco a poco, se fue extendiendo
a toda la Tierra Colorada, y últimamente, a la tierra blan­
ca, unida a la Colorada; esto último lo ha hecho el gobierno
al repartir los sectores militares, para combatir a los Cristeros de “Los Altos” .
En la Región de “Los Altos”, en que están: Arandas,
Tepatitlán y la Jurisdicción de San Francisco de Asís, sólo
de una Hacienda, hay mensión: “San Ignacio Cerro Gor­
do o Hacienda de la Trasquiela, quedando resuelto el pro­
blema agrario, en esta Región cristiana, por Fray Antonio
* Los documentos pertenecen al archivo parroquial de San Fran­
cisco de Asís y me fueron señalados por el Sr. Cura José Gutié­
rrez Q. E. P. D.
de Segovia, según unos viejecitos, aunque otros dicen, que
esto, lo arregló, Fray Margil de Jesús, sin que haya pruebas
de nada de ésto.
Hacia el norte de Atotonilco, se levanta preciosa la
“Loma de Piedras” . En su falda poniente, rica en manan­
tiales y gigantescos fresnos, había, por los años de 1914,
una casa vieja de adobe y terrado, rodeada a cierta distan­
cia, de cinco jacaiitos; dicha casa, pertenecia a dos fami­
lias. La mitad comprendía el saguán, grande a la españo­
la, cuatro piezas con sus dos corredores; uno al frente, y el
otro en el patio interior; ésta era la parte de “Doña Petrita”
Señora Vda., tipo clásico de vascongado; se apellidaba Her­
nández, vivia con ella su hijo Aniceto Hernández y Her­
nández, casado; con dos hijos, Roque y Antonio y dos hijas,
M. Trinidad y Juana; de ésta familia, era la mitad de esta
casa, terminada en 1802. La otra parte de la casa, era de
D. Irineo Hernández, cuñado de Doña Petrita, y casado en
segundas nupcias con M. Espectación Fonseca, de cuyo se­
gundo matrimonio nació J. Jlesús en el año de 1915. Su
parte de casa, comenzaba al norte del saguán que vehía al
oriente, y tenía, tres piezas, seguidas de oriente a poniente,
comunicadas entre sí, y con el saguán; seguían al norte de
estas tres piezas, un patio, con muralla al oriente y al ponien­
te, y al norte, limitado con “La Galera de las borregas” ;
Al poniente de esta casa, había cuartos, corrales y toriles en
ruinas. Como la casa, así estaban repartidos los terrenos de
su alderredor entre las dos familias. Esta pequeña finca, de
campo, la había construido el español, “D. Juan Noriega”,
terminándola, el año de 1802; a dicha finca,se le llamaba,
“La Estanzuela” .
El año de 1914, al invadir la revolución carrancista a
nuestra República, su Señoría lima, y Rvma., nos dejó ir
a nuestras casas a los Seminaristas, temiendo algo grave. Yo
era un pobre tonsurado, con quién su S. lima., se estrenó en
Jalisco, tonsurandome, en el Oratorio de su Palacio, el 19
ele marzo de 1913, miércoles Santo y, antes de que le im­
pusieran el Sagrado Palio, como Arzobispo de Guadalajara.
En el propio año, 1913, fue Su Señoría, por prim era vez a
visitar a Atotonilco el Alto, y, sabiendo que yo estaba enfer­
mo, dispuso me fuera a Atotonilco, a curarme, porque no
me había perdido de vista, por haber sido el primero que
tonsuró en Jalisco, pues ya mis compañeros, desde entonces,
notaron cierta caridad especial, de Su Señoría, para mí, por
liaber sido el primer tonsurado por Ud., en Guadalajara. En
su visita a Atotonilco, lo atacó un fuerte cólico, a Su Se­
ñoría lima, y por poco no murió allí. Acompañaban a Su
limo., como Secretario de visita, el padre José Gutiérrez Pé­
rez, como familiar, el padre José Ma. Figueroa, y, al estar
Ud. mejor del cólico mortal, le sugerió el padre Gutiérrez,
la idea de que me dejara ir con mis tíos, a la “Estansuela”,
pues él conocía ya de sobra desde menorista, a este ranchito
v a las gentes de mis padres, que eran los dueños, y a los
mismos hermanos de mis papás. Asi fue como yo, J. De
Jesús Angulo, hijo legítimo de Marciano Angulo y de R a­
mona Navarro Altenos, fui mandado por Ud., a mi casa de
“Los Altos”, y no habiendo podido ordenarme; primero, por
la muerte del limo. Sr. Ortiz y después por la fiebre intes­
tinal, que me vino y sus consecuencias.
Vo-ví al Seminario, al año siguiente, 1914, y en mayo
del propio año, cerró Su Señoría, los planteles, por temor
del carrancismo, yéndonos cada quien a nuestras casas. Fue
entonces cuando, les rogué a mis tíos, me dejaran hacer una
Capillita, allí en “La Estanzuela”, y que se la dedicaríamos
a Señor S. José “El Viejito” ; D. Irineo mi tío, me dió los
tres cuartos, que formaban lo principal de su casa; les qui­
tamos los tabiques, para formar un saloncito, compusimos
las azoteas de nuevo, y, con dinero de la familia, compra­
mos y colocamos el Altar, en aquel Oratorio improvisado,
en cuatro paredes de adobes levantadas, hacía 112 años. Esto
lo hice, de acuerdo con el Sr. Gura de Atotonilco D. José
Arnulfo Jiménez, quien pidió la debida autorización, a la
Sagrada Mitra, para esto, dándole yo $25.00 para derechos,
por la bendición de la dicha Capilla.
En los primeros días del mes de Octubre de 1914, y
ya en pleno dominio carrancista, estando los Sacerdotes de
Guadalajara, presos en “ESCOBEDO”, tuve el inmenso gus­
to de ver, que el Sr. Pbro. D. Donaciano Ruvalcaba, había
sido nombrado, por la Sagrada M itra y el Sr. Cura Jiménez,
para bendecir mi Oratorio, allí donde era mi casa.
En mayo de 1914, lo comensé y hasta fines de Julio del
propio año, pudo venir el Sr. Cura Jiménez, a colocar la
piedra fundamental. En Septiembre lo terminé, y el día 6
de Octubre del propio año, 1914, tuve el gusto de ver su De­
dicación, hecha por el Sr. Pbro. D. Donaciano Ruvalcaba,
acompañado del señor Prevendado D. M artiniano Gutiérrez,
que estaba aquí escondido con mi familia, y el Sr. Cura de
San José de Gracia, D. Fermín Padilla. Puse en el Altar un
cuadro de Señor S. José. Así empezó el futuro San Francis­
co de Asís.
En pleno carrancismo y amarguras, para la Iglesia en
México, se pasó el resto de 1914, y el año de 1915 y casi
todo el 16. Durante este tiempo, yo me dediqué a enseñar el
Catecismo, a los niños de “La Estanzuela”, y ranchitos cir­
cunvecinos, teniendo el centro principal, en “El Refugio” ,
antes “M anche”, congregación que dista de “La Estanzuela”
una legua al norte, allí nacieron mis padres y mis hermanos,
por eso quise poner en esa congregación, el principal centro
de la doctrina, para honrar asá la memoria de mis padres. En
los últimos días del mes de Octubre, de 1916, me llamó a
Guadalajara, el Muy Ilustre. Sr. Al varado, para que hiciera
mis ejercicios espirituales y recibir mi Ordenación Sacerdo­
tal. Todos los trámites para ésto estaban ya terminados. Di­
rigió los ejercicios el padre D. Feliciano Cortés, Abad ac­
tualmente de la Basílica de N. Sra. de Guadalupe. El día
primero de Noviembre, recibí las cuatro Ordenes menores
en la Iglesia del Pilar; el día 5 del mismo mes, domingo,
el subdiáconado, el día 12 domingo recibí el diáconado, y
el día 19 del propio mes de Noviembre domingo, me orde­
naron Sacerdote, en la Capilla del Hospital de la Trinidad
en Guadalajara; me Ordenó por orden de Su Señoría lima,
y Rvma., el limo. Sr. Plascencia. El día 21 me dispuso el
Sr. Alvarado, cantara mi primera Misa lo más pronto posi­
ble, porque sabiendo El, que me gustaba andar a caballo,
me iba a m andar a Totatiche donde había mucho tifo, y
acababan de morir dos Padres; el Padre Jara en el Salitre
y José Valdés en Totatiche. En esos días compré una esta­
tua de Señor San José a Dn. Agustín Espinoza y fui con
ella a la “Estanzuela” a cantar mi primera Misa, en aquel
ranchito de cinco jacales, donde yo habiía hecho el Orato­
rio, a Señor S. José, y el día 28 del Mismo Noviembre,
canté mi primera Misa, delante de la Imágen, que yo mis­
mo había comprado y en el Oratorio que había hecho, eligien­
do para cantar mi primera Misa este día tan seco, para no
tener en espera a mis superiores, que me querían m andar a
la región del tifo. U n día después de mi canta-misa salá a
Guadalajara y recibí allí mi oficio para Totatiche como mi­
nistro y profesorcillo del Semiinarito que allá había. Por al­
go me entretuvo el Señor Alvarado en Guadalajara, y por
fin en la primera quincena de Diciembre del propio año 16,
salí a mi destino en una burra y encontré en mi camino al
padre Garibi, que venía a Guadalajara. El d]ía 12 de di­
ciembre de 1916, llegué a la Estanzuela del Teúl, a pie
porque la burra se había cansado y el día 14 como a las
8 llegué al Teúl, y en la calle encontre a Su Señoría lim a,
y Rvma. ¡Q ue gusto Dios mío sentí al verlo! Yo llevaba
unas cartas del Sr. Alvarado, para el Gura del Teúl, un
Sr. Vélez, sin darme cuenta que eran para S. Señoría lima,
y Rvma., Ud. tuvo la gentileza de llevarme al Curato, dis­
poner que me dieran de almorzar, me regaló $10.00 en tosto­
nes y me prestó su caballo tordillo, para que me fuera a
Totatiche y al despedirme, me dijo su Señoría: “Vete aprisa
y le dices al Sr. Cura Magallanes, que aquí lo espero, porque
dará ejercicios a los Sacerdotes. Allá está un medio padre
/. Concepción Urzúa. De esta fecha 14 de diciembre de
1916, hasta los últimos días de Septiembre, del año 17, es­
tuvo su Señoría por allá oculto y muy perseguido por Diéguez, Alvañez y Santiago.
En la barranca de la Ciénega y en casa del buen Viejo
Octaviano, lo volvíí a ver, y fué cuando pasé dos veces el
Río Grande, crecido, para arreglar su salida de aquel lugar
peligroso, y traermelo a la tierra de mis padres, “Los Al­
tos”. ¿Se acuerda? Saqué a su lima., pasando por Tecualtita y cercanías de Istlahuacán y de allí acompañado del
Padre Basilio Gutiérrez y Toribio, paso Ud. el Río Verde
nadando, para entrar a la Región de “Los Altos” . Ya tenía
yo arreglando para recibir a Su Señoría lima, a Justo Galindo, su casa y su familia.
El domingo tercero de octubre de 1917, estaba su Se­
ñoría sano, salvo y con mucha tranquilidad, en la “H iedra” .
Entra aquí una parte interesante para San Francisco de
As'fe. Yo, de las noches, hacía d'ías, siendo la comisión de
espionaje, para que nada le pasara a Ud., acompañado de
mi par de ancianitos: Epigmenio de Orta, a quién su lima,
llamaba “San Pedro”, y Florencio de la Cerda. Todo mi
empeño estaba, en granjear mucho a Su Señoría lima., para
alcanzar, las gracias necesarias, para aquella gente de mis
padres, gracias que sólo Diios y Ud., podían conceder: dos
Capellanías, una en la “H iedra”, y otra en la “Purísima” ;
antes “Loma del Tigre” ; pero principalmente, que a “La
Estanzuela”, la hiciera Ud. Vicaría fija. No salieron falli­
dos mis trabajos, su generoso y agradecidísimo corazón, nos
concedió, cuando le pedimos, Justo Galindo y yo, estas gra­
cias tan deseadas y necesarias en la tierra de mis padres y,
dándome Su Señoría, nombramiento de Capellán, para la
“Estanzuela”, me concedió empezar a trabajar, para hacer
la grande Iglesia; fue tanto mi empeño, para realizar esto,
que Su Señoría no pudo contenerse, y el 25 de diciembre de
1917, firmaba su Señoría, el Decreto de Vicaría fija, donde
antes había sido “La Estanzuela”, concediéndome, el que
se le cambiara el nombre a ese lugar, y que se llamara San
Francisco, en honor y grato recuerdo de Ud. limo, y Rvmo.
Sr. siendo entonces, cuando Ud. me dijo: “Sí que se llame
San Francisco, pero de Asís”.
El padre José Viilaseñor Planearte, fue el Secretario,
que en elegante cartulina, escribió el Decreto, de la nueva
Vicaría, en la Región de “Los Altos”, Jalisco, llamada esa
vicaría, San Francisco de Asís; dicho Decreto, se dió en “La
Esperanza”, antes la “H iedra”, el día 25 de diciembre de
1917, Decreto, firmado y sellado, por Su Señoría lima, y
Rvma., a petición mía, después de muchos trabajos y esfuer­
zos. Era entonces yo, un joven Sacerdote lleno de entuciasmo y valor. Conservo una carta suya que me mandó de
Chicago, la primera después de su aprehensión por Diéguez
y Carranza, “. . .si tú hubieras estado en Lagos, no me hubie­
ran tomado preso” ; esto nunca lo olvidaré, porque debido
al entuciasmo que yo tenía en levantar la Iglesia y formar
el pueblo de San Francisco de Asís, cometí la tontera de no
acompañar a su lima., hasta “Lagos” , fiado en la seguri­
dad, que ofrecía para Ud., el Sr. Cura Masías.
Parte importantísima
El 25 de diciembre de 1917, a las 3 de la tarde, salí de
la “esperanza”, al galope en mi “caballo alazán”, acompa­
ñado de Aniceto Hdez. para llegar al nuevo S. Francisco de
As\s, y enseñarle al “Viejito” Iríneo Hernández, mi tío, el
tan esperado Decreto, de Vicaría Fija. Así fue, y esa mis­
ma tarde, convenimos el propietario de aquél terreno Ani­
ceto Hernández y yo, esto: Primero; que ellos los dos, Ani­
ceto y D. Iríneo, regalarían el terreno, para edificar la nue­
va Iglesia Vicarial. Segundo: D. Aniceto, regalaba, de su
casa el saguán, la sala, y el patio, lado oriente, para dar
principio a la construcción del nuevo Templo, tocándole a
éste Señor Aniceto, la mitad poco más del atrio, y una es­
quina de la nueva Iglesra; allí se fabricó el Curato, taü y
como su Señoría lo dispuso y conoce: pero la casa ruinosa de
detrás del Curato, nunca la cedieron, para la Iglesia, porque
no fue necesario y, además., porque era su casa habitación.
Al morir D. Aniceto, hizo dueño de todo lo suyo, a
Roque su hijo para que éste, repartiera a sus hermanos, de­
jándole a su hija menor, Juana, la casa paterna de atrás.
Ni los dueños, ni su Señoría lima, ni yo, hemos sabido ja­
más, que ésa casa haya sido nunca de la Parroquia; es de la
hija menor del difunto Aniceto Hdez. Ultimamente, se ha
abierto puerta del Curato, a un cuarto de la casa ajena,
convirtiendo dicho cuarto en cosina, abuso, que con razón,
tiene indignados a los dueños.
Del lado norte de la Iglesia nueva y Oratorio, así como
del lado poniente del dicho Oratorio, quedó la casa del Viejito D. Irineo; el murió llevándose el gusto de haber vfeto
tapada la nueva Iglesia, ya que había regalado la ma­
yor parte del piso, de la Iglesia nueva, y casi medio
atrio. A su muerte, la esposa y un pequeño niño, quedaron
encargados a mi cuidado. La Vda. M. Espectación Fonseca,
con muy buena voluntad, me presto su casita, para las C ar­
melitas, recojiéndose élla, a dos piecesitas antiguas, muy atrás
del Oratorio, y cuando Su Señoría lima, me mando las Sier­
vas, ésta señora Vda. dejó los cuartiyos que se había reser­
vado, para vivir, prestándolos también para las siervas. Ade­
más, quizo ella, que violentáramos la construcción de su nue­
va casa, que estaba empezada^ hacía tiempo, al lado norte
de la Parroquia, cuyo estilo sería igual al del Curato, que
está a la derecha del Templo, y pidiéndo élla, entonces dos
favores: una puerta de su casa para el Templo y que le ayu­
dara yo, con todo empeño, a la terminación de su casa, para
prestarla para la escuela de niñas, y a las Siervas. Emplea­
mos algunas veces en la Fábrica de ésta casa el sistema co­
nocido en ese nuevo pueblito, para la construcción violenta,
cuyo sistema se empleó con esta Señora y con otras muchas
personas del pueblito. Era este el sistema, decíamos “oro es
lo que ora vale” . Necesitábamos dinero para los albañiles
y peones, para las trabajadas de la Iglesia y entre los medios
que teníamos para sacar dinero, entraba éste: “dar faena”,
para la Iglesia. Nos juntábamos con carretas, burros, ca­
jones loderos, a trabajar con alguna persona; se calculaba
el trabajo, que habíamos hecho, y la persona; dueña de la
fábrica, me pagaba aquél trabajo, en dinero y aración (sic),
v de esta manera, sostuve mucho tiempo y en distintas veces el
trabajo de “los de paga” , albañiles, etc., resultando ser cier­
to, que algunos al nombre de faena, trabajaban, en casas
ajenas a la Iglesia, siendo en realidad de verdad, faena para
la Iglesia y no para los particulares dueños de las fábricas.
Fué -así, como se dio, esta clase de faena en la casa de la
Vda. dei Viejito D. Irineo, grandes bienhechores, tanto El,
como su familia, D. Aniceto y la suya, de ésa Iglesia y
Jurisdicción; siendo una verdadera ignominia, el tratamien­
to que actualmente se les está dando a esas familias, dignas
de toda gratitud y respeto; tanto más, cuanto que, la fa­
milia de D. Aniceto ha quedado pobre.
Al morir D. Irineo, me dejó encargada, su anciana Vda.
y su hijito J. Jesús Hdez. Fonseca. AI poco tiempo murió
la Vda. Doña Ma. Espectación Fonseca, encargándome a
su muerte, esta Señora, a su pequeño hijo. Mi familia lo
ha atendido, hasta que acabó su Elemental en la Ciudad
Pénjamo, y hace dos años, está de interno, en un Colegio.
Tiene a la fecha el jovencito, 16 años, y está haciendo el
segundo año de Preparatoria, con mucho aprovechamiento.
Al morir la Señora Vda. de D. Irineo, escrituró su poca tie­
rra, al Sr. D. Néstor González, que se ha portado hasta ahora
decentísimamente.
D. Irineo, al morir, había escriturado su patrimonio, al
Sr. D. Próspero Rodríguez su concuño; este Sr. se ha porta­
do ejemplarmente caballero, con los bienes del huerfanito; es
el apoderado del terreno y de las casitas, de este joven, que
están anexas al lado norte del Templo Parroquial y Orato­
rio. En la parte del terreno de la Vda. que fue de D. Irineo
Hernández está la casa del diezmo; tiene escritura de ese te­
rreno, en el que está dicha casa, el Sr. Néstor González.
Con faena y sin pago, hice la cuesta de Atotonilco a San
Francisco que Su Señoría Ilma.._ acompañado del limo. Sr.
Uranga, fue a inaugurar, cuando tuvo a bién, elevar la
Vicaría fija, de San Francisco de Asís, a la categoría de
Parroquia, poco tiempo después de su vuelta del destierro,
teniéndole ya entonces, tapada la gran Iglesia nueva y cons­
truido casi la mitad del Curato. El recuerdo de ese acon­
tecimiento, es la cuesta de San Francisco a Atotonilo, que,
a pesar de los tiempos y descuidos, se conservan aún, los lar­
gos tramos de empedrado. También la nueva cuesta de
Automóviles, de Atotonilco a “Los Altos” , la hice con mu­
cha faena y sin pago: si bién es cierto, que en ésta, ya in­
tervino el gobierno con dinamita, peones y dinero; con faenas,
v sin paga, hice también las carreteras a los distintos ranchos.
Está vivo, en el ánimo de todos los habitantes de la Región,
el cHa en que su Señoría lima, y Rvma,, se dignó ir a Dedi­
car la nueva Parroquia, en la gran fiesta del Patrocinio de
señor San José, en el año de 1926, (teniendo la gran pena
del cierre del culto, el último de julio, del propio año)-. Fue
entonces, cuando tuve el gusto más grande de mi vida, al
presentarle a su lima, el fruto de mis esfuerzos juvenil-sacerdotales. “La Estanzuela”, con una casa vieja y cinco jacalitos, donde yo había vivido con mis tíos, mis primosi y
paisanos, hacía 12 años; se la entregué a Su lima., a fuerza
del luchar y sufrir, transformada, en un pintoresco y risueño
pueblo. Con su Iglesia de tres naves, plena de esculturas
hermosísimas, riquísimos mármoles de carrara, dos buenos Co­
legios: de niños,uno y de niñas el otro. Al frente de éllos,
Religiosas Carmelitas, y Siervas. U n buen Curato amue­
blado, automóvil para el Santísimo, planta de luz eléctrica,
escuelas y caminos, en todos los ranchos hecha ya Comisaría
Municipal, con su Panteón, Registros y derechos respectivos y
después de seis años de haberle hecho a Ud. esa entrega, no
han podido acabar, con esa obra providencial, ni perversos
ni envidiosos, ni canallas; y lo que es más, le entregué las
6,000 personas que forman esa Jurisdicción, formando una
sola familia unida, fervorosa y entusiasta alrededor de su
Parroquia, de su Cura, de su Señor Arzobispo, de su Padre
San Francisco, y de su Dios, por medio de la M adre Santí­
sima de “Los Altos” . No han podido los perversos acabar
con esa obra, porque es de Dios, pero sí, ya casi acaban
con el indigno medio, de que Dios se valió, para esta rea­
lización, y en venganza de todo lo que me han hecho, es­
tampo, estas expresiones, nacidas de lo íntimo de mi alma.
¡Como tienen su cara tienen sus hechos! ¡Les perdono!
De hecho, fue entonces cuando yo entregué a Su Se­
ñoría lima, y Rvma., esa joya preciosa y enriquecida, por­
que tres meses después de la dedicación del rico Templo,
se cerró el culto, y en noviembre de ese mismo año, ya tuve
que ocultarme con ocasión de que, buscándome federales
en “La Purísima”, mataron al niño Domingo Rodríguez y
golpearon a otras personas, que (trabajaban conmigo en*
una faena de tierra, para el trabajo de aquella Iglesita de
la Santísima Virgen.
Los Alteños, sin darse éllos cuenta, vinieron demos­
trando su origen e ideales vascongados, porque, cuando di­
jeron que, el Papa aprobaba la defensa armada, los hom­
bres y muchas mujeres y niños casi, como Roberto Cama-
cho, aparecieron ^u;'rreros, luchando heroicamente, como
buenos descendientes de la tierra vascongada, para defen­
der los derechos de su Dios, de su Virgen, de su Patria y de
su tierra; fué San Francisco de Asís, el lugar de donde sa­
lieron los guerreros con su grito, el domingo 9 de enero de
1927. Fué ese pueblecito el Cráter del nuevo volcán, por
el cual la Región de “Los Altos”, habló con hechos heroi­
cos de amor y de gloria, a la patria mexicana y a todo eil
mundo civilizado por el cristianismo. Los Altos, desde esa
fecha 9 de enero de 1927, comenzaron a ser conocidos a
lo lejos y a lo cercas, y ya el mundo sabe lo que son y lo
que valieron “Los Altos” .
Los Sacerdotes que han trabajado allí, en la Jurisdic­
ción de San Francisco de Asís, son los siguientes: Después
de mí, y, sin nombramiento de la Sagrada Mitra, ni con
mi licencia, trabajó, el tristemente célebre padre J. Reyes
Vega, desde la segunda quincena de enero de 1927, hasta
el mes en que, se hizo en México, el principio de los arre­
glos del conflicto religioso” .
Abierto el culto, fué nombrado Párroco, el Señor Pbro.
Don Juan Soltero Jiménez.
Fui yo, nombrado nuevamente Párroco de allí, duré
menos de un mes, cuando me amenazó de muerte nueva­
mente el gobierno “T apado” .
El padre Estanislao Vázquez, joven de buen espíritu, y
honrado Sacerdote, fue nombrado, mi vicario substituto,
enfermó y fué cambiado por el padre J. Concepción Ur~
zúa; salió éste y fué nombrado párroco el actual Pbro J. Re­
fugio Galindo.
Gerónimo Gutiérrez, nacido muy cerca de donde está
ahora “San Francisco de Asís”, fué el arquitecto y ejecu­
tor, de la nueva Iglesia Parroquial. Zacarías su hermano,
fué su grande ayudante.
Trabajaron en esta obra, como albañiles: el anciano
Cirilo García y sus dos hijos, Rafael y Matilde, D Cirilo
hizo las puertas del Templo; todos son nacidos, cerca de
este lugar, San Francisco de Asís.
La Parroquia, es un retrato de la Capilla del Colegio
Pío Latinoamericano en Roma.
Gerónimo apenas sabía leer, por esto es más admirable
su artística obra, principalmente la cúpula preciosísima.
La Señorita Josefa Angulo, con sus hermanas Macedo­
nia y M aría; fué la primera profesora que, salida de los
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Colegios del Padre D. J. Refugio Huerta, con las mejores
calificaciones, puso el primer Colegio en “La Estanzuela” ,
hoy San Francisco de Asís; de este Colegio de “La Señorita
Pepa”, hay ya Religiosas de Votos perpetuos, muchas y,
jóvenes para Sacerdotes muchos, y otros muchos estudian­
tes. Tanto esta Señorita Josefa Angulo, como Gerónimo
Gutiérrez, fueron Alteños, murieron en olor de Santidad y
sus cuerpos están sepultados en el nuevo Templo.
El Viejito Irineo Hernández, Benemérito de esa Ju­
risdicción de San Francisco de Asís, y D. Aniceto Hernán4ez, murieron, dejando un grande vacío, entre esas gentes
aiteñas, ya muy notables, por su heroicidad cristiana. Los
cuerpos de estos dos varones notables, descansan en el Tem ­
plo Parroquial, tumba de otros muchos mártires desconoci­
dos. Al limo, y Rvmo. Señor Arzobispo de Guadalajara,
Dr. y Mtro. D. Francisco Orozco y Jiménez, y a los Alteños
mis hermanos queridos, y a sus descendientes, en el X IV
aniversario de la fundación de nuestra cara población y
centro de glorias cristianas.
A los 25 días del mes de diciembre de 1931.
En un Hospital, fuera del Arzobispado de Guadalajara.
Pbro. (rúbrica)
2. CORRESPONDENCIA
Copia auténtica, sacada fielm ente del orig in a l
“Los Altos”, Jalisco, a 8 de Agosto de 1929.
Señor Gura D. J. de Jesús Angulo.
Muy respetable Señor e inolvidable Padre:
Somos sus destrozados hijos de “Los Altos”, los que ve­
nimos ahora con nuestra alma hecha pedazos, porque des­
pués de tantas calamidades que por tres años largos, hemos
soportado con paciencia y valor, salido éste de la esperanza
de Dios nada más, nos miramos privados ahora del grande
v único consuelo que esperábamos: Ud. no ha venido y esto
nos tiene amargadísimos y en un estado atroz de abandono
y desconsuelo! Es por esto que, haciendo nosotros un es­
fuerzo de hijos, por buscar a Ud. para que por nosotros
cumpla con un Sagrado y patriótico deber que tenemos los
Alteños y nuestras familias con el limo. Sr. Delegado Apos­
tólico, el limo, y Rvmo. Sr. Arzobispo de Mich. D Leopol­
do Ruiz y Flores, haciendo un esfuerzo por encontrar a Ud.
repetimos, hemos tenido el consuelo de saber que Ud. vive
ocupado siempre en su Ministerio Sacerdotal de paz y de
consuelo, no muy lejos de nosotros; es por esto que, le supli­
camos se digne aceptar la representación de todos nosotros
los Alteños y de nuestras familias, y pasar a la Ciudad de
México y hacerle una visita por nosotros al Sr. Delegado
Apostólico y decirle estas cosas de nuestra parte: Primero;
que estamos enteramente adheridos a El, filial patriótica y
cristianamente. Segundo que se digne ver en nosotros, a sus
hijos sinceros en la fé, y obediencia digna, que El, justa­
mente merece por sí, y por la altísima representación de
que, Dios Nuestro Señor, Nuestra Señora de Guadalupe y
la Santa Sede, lo han investido. Tercero: Que nosotros no
dejamos pasar un solo día sin pedir muchas veces a Dios
Nuestro Señor por El, a fin de que guiado por la mano de
Dios, pueda cumplir con su misión tan espinosa que ha
puesto sobre sus hombros la Divina Providencia. Cuarto:
que se digne recibir nuestro agradecimiento porque se dignó
aceptar esa misión de Delegado Apostólico en nuestra Patria
para nuestro bien y provecho, seguro de que nosotros esta­
mos muy agradecidos con El. Quinto: Que le suplicamos
muy respetuosa y filialmente, se digne saludar por nosotros
a nuestro santo y queridísimo Prelado, nuestro Arzobispo,
el limo, y Revmo. Sr. Don Francisco Orozco y Jiménez,
pues aún no sabemos en donde se encuentra el pobresito.
Sr. Cura, seguros de que aceptará gustosísimo nuestra
pobre representaciaón, ante el Sr. Delegado Apostólico, le
anticipamos gracias mil por este nuevo favor, asegurándole
que Dios Nuestro Señor, le pagará todo lo que ha hecho por
nosotros, y siga haciendo por éstos, sus pobrecillos hijos
“Alteños”, en esa su preciosa vida Sacerdotal, que Dios ha
premiado ya muchas veces, tolerando persecuciones y calum­
nias tan injustificadas sobre Ud.
Suplicamos por último, reciba nuestro agradecimiento
y que vuelva pronto a nosotros: nos despedimos rogándole
nos bendiga siempre.
San Francisco de Asís, Región de “Los Altos”, Jalisco a los
ocho días del mes de agosto de 1929. —Las comisiones repre­
sentativas de todos los habitantes de esta Parroquia Alteña.
Seguían los nombres y rúbricas de los que formaban el
Comité representativo de “Los Altos” .
Nótese muy bién: primero: El espíritu de adhesión,
respeto y obediencia a los superiores Eclesiásticos y, ejemplar
aprovechamiento, en el espíritu de disciplina, que siempre
tuve empeño grande, en infundirle a esta gente ideal.
Segundo: Causa verdadera alegría cristiana, al ver es-
tos hombres Alteños, sacrificando primero sus vidas, intereses
etc.; pero lo más admirable en éllos, es su heroico sacrificio,
espiritual e ideal, sujetándose, entera, prontamente y con
esa sinceridad heroica, que los caracteriza, a la primera in­
dicación, que se les dió de calma bélica, por orden del Señor
Delegado Apostólico, cuya orden obedecieron, con la pron­
titud de un Angel y la sencillez de un niño, a pesar de que
los han seguido matando.
Estos son hechos, que hasta los ciegos ven, aparte de,
las pruebas que dan los dos Documentos adjuntos.
El Papa gozará, el d^a en que conozca estos Documentos.
José de Jesús Angulo, Pbro.
(rúbrica)
Copia auténtica sacada fielmente del original.
DELEGACION APOSTOLICA
México, D. F.
Puebla No. 249
22 de Agosto de 1929.
Señores Bernardino Rodríguez y demás firmantes.
“Los Altos55, Jal.
Muy estimados hijos en Jesucristo.
Hace pocos días que recibí vuestro hermosísimo men­
saje del 8 del corriente y la gratísima impresión que me pro­
dujo se ha gravado en mi espíritu, pues veo en vuestras pa­
labras, refejo sincero de vuestras almas, a los genuinos hijos
de la Iglesia Católica que todo lo dan por la defensa de su
Madre y todo lo esperan de Jesucristo Ntro. Señor.
No os aflijáis si no habéis visto colmado vuestro gozo
con la libertad plena de Nuestra Santa Madre. Dios Ntro.
Señor ha contemplado desde el cielo vuestros heroicos sa­
crificios y los ha anotado en el libro de la vida.
Es más; cuanto habréis padecido por Nuestro Señor, se
ha convertido en bendiciones para nuestra pobre Patria,
pues sin duda ninguna, a nuestras penas y lágrimas, a vues­
tros sacrificios y oraciones se debe el que Nuestro Señor se
haya compadecido de nosotros y haya dado este prinenpio
de solución al problema religioso.
Ellos os bendigan y colmen de gracias, como yo en su
nombre os doy de todo corazón mi apostólica bendición.
Leopoldo Ruiz.
Arzob. de Michoacán.
Delegado Apostólico.
(rúbrica.)
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