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Materiales de Paz y Derechos Humanos, 9
La GeneraliDaD de Cataluña
y los tratados
internacionales de derechos
humanos concluídos por el
estado español
David Bondia
Biblioteca de Catalunya. Datos CIP
Bondia, David
La Generalidad de Cataluña y los tratados internacionales de derechos
humanos concluídos por el Estado Español. – (Materiales de paz y
derechos humanos ; 9)
I. Catalunya. Oficina de Promoció de la Pau i dels Drets Humans II.
Títol III. Col·lecció: Materials de pau i drets humans. Castellà ; 9
1. Drets humans – Espanya 2. Drets humans – Catalunya
341.231.14(460+467.1)
Materiales de Paz y Derechos Humanos, 9
Barcelona, marzo de 2009
© Autor: David Bondia
© Edición: Generalidad de Cataluña
Departamento de Interior, Relaciones Institucionales y Participación
Oficina de Promoción de la Paz y de los Derechos Humanos
Av. Diagonal 409, 08008 Barcelona
Tel: 935526000
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Coordinación de Materiales de Paz y Derechos Humanos: Eulàlia Mesalles
Maquetación: Carla Bahna
Impresión: El Tinter (Empresa certificada 150 9001, 150 14001 y EMAS).
Imprimido en papel ecológico y 100% reciclado
Depósito legal: B-18301-2009
Esta obra está sujeta a licencia Creative Commons de Reconocimiento – No comercial – Sin obra derivada 2.5. España
Consúltese la licencia en http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/es/deed.ca
Se puede copiar, distribuir, comunicar públicamente, traducir y modificar esta obra siempre y cuando no se
realice un uso comercial y se reconozca su autoría con la cita siguiente:
BONDIA, DAVID. La Generalidad de Cataluña y los tratados internacionales de derechos
humanos concluídos por el estado español Barcelona: Oficina de Promoción de la Paz y de los Derechos
Humanos, Generalidad de Cataluña, 2009. (Materiales de Paz y Derechos Humanos; 9).
Las opiniones expresadas en esta publicación no representan necesariamente las de la Oficina de Promoción de la Paz y de los Derechos Humanos.
Este material se redactó en 2007.
La Oficina de Promoción de la Paz y de los Derechos Humanos es la
estructura de la Generalitat de Cataluña que tiene como principal misión
desarrollar políticas públicas de fomento de la paz y de promoción de los
derechos humanos.
La colección “Materiales de Paz y Derechos Humanos” recopila documentos
de trabajo con el objetivo de proporcionar una visión nueva y original de
ambos ámbitos, a través de la edición de investigaciones elaboradas por
centros especializados y personas expertas.
ÍNDICE
1. IntroduccióN 7
2. Consideraciones previas
7
3. La fase ascendente de conclusión de los tratados internacionales 3.1. El derecho de la Generalidad a ser informada antes de la conclusión
de los tratados internacionales 3.2. La facultad de la Generalidad de solicitar la integración de representantes
en el proceso de negociación de los tratados internacionales
3.3. La facultad de la Generalidad de solicitar al Gobierno del Estado la conclusión
de tratados internacionales
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10
10
4. La fase descendente de aplicación de los tratados internacionales 11
4.1. Las disposiciones en relación con la ejecución de las obligaciones derivadas
de los tratados internacionales
11
4.2. La tipología de los tratados internacionales
13
4.3. Los criterios de determinación de las competencias de ejecución
15
4.4. Las competencias de ejecución y la garantía de cumplimiento de las obligaciones
internacionales
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5. Aplicación de los tratados internacionales en materia
de derechos humanos 5.1. Identificación de los tratados internacionales en materia de derechos humanos
de los cuales forma parte España 5.2. Análisis de cuáles de las competencias que corresponden a Cataluña conforme
al nuevo Estatuto llevan implícito un mandato de cumplimiento de compromisos
internacionales del Estado en materia de derechos humanos
5.3. Derechos, deberes y principios rectores que se ven afectados por los tratados
internacionales en materia de derechos humanos
6. Recomendaciones 18
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27
La Generalidad de Cataluña y los tratados internacionales de derechos humanos concluídos por el Estado Español
7
1. Introducció
El Reino de España es un Estado que forma parte de la inmensa mayoría de los tratados internacionales de alcance mundial y regional europeo en materia de derechos humanos. La responsabilidad
internacional de cumplimiento de estos compromisos recae en el Gobierno central, pero las competencias para legislar y hacer cumplir estos deberes internacionales corresponden, en algunos
casos, a las comunidades autónomas. Antes de identificar los tratados internacionales en materia
de derechos humanos de los cuales España es parte y analizar cuáles de las competencias que corresponden a Cataluña conforme al nuevo Estatuto llevan implícito un mandato de cumplimiento de
compromisos internacionales del Estado en materia de derechos humanos, es necesario elaborar
un estudio de la participación de la comunidad autónoma tanto en la fase ascendente de conclusión
del tratado como en la fase descendente de aplicación del tratado, con el fin de poder formular las
recomendaciones prácticas de actuación pertinentes a la Oficina de Promoción de la Paz y los
Derechos Humanos. Estas recomendaciones se enmarcan en el desarrollo de las funciones de
fomento de los derechos humanos en Cataluña y de garantía de la transversalidad y la coherencia
en la acción de gobierno en el ámbito de defensa de los derechos humanos.
2. Consideracions prèvies
Pese a que este dictamen se centrará, principalmente, en el análisis y la formulación de propuestas sobre la estrategia que debe seguir la Oficina de Promoción de la Paz y los Derechos
Humanos en la aplicación, por parte de la comunidad autónoma de Cataluña, de los tratados
internacionales en materia de derechos humanos ratificados por España (fase descendente de
los tratados internacionales), también se hará referencia a la fase ascendente de los tratados
internacionales (fase de conclusión de los tratados).
Esta necesidad de considerar la fase ascendente es fundamental, puesto que creemos que la
mejor manera de armonizar y coordinar las tareas de aplicación de los tratados internacionales
por parte de las entidades descentralizadas es la siguiente:
a) Por un lado, mediante un diálogo abierto e institucionalizado entre el Estado y las autonomías
b) Por el otro –para evitar resistencias a posteriori por parte de las autonomías en la fase descendente de ejecución de los tratados y las resoluciones de los órganos internacionales–,
haciendo que la participación de los poderes autonómicos en la planificación de la acción
exterior del Estado, y en concreto en la negociación de los tratados internacionales, sea la
adecuada, lo cual es fundamental.
En este sentido, hay que empezar diciendo que la Constitución española (artículo 149.1.3) se
limita a reservar al Estado la competencia sobre las relaciones internacionales, con el alcance
que el Tribunal Constitucional ha ido precisando. Respecto a los tratados internacionales, esta
disposición debe relacionarse con otros artículos de la Constitución:
a) Especialmente con el artículo 97, que reserva al Gobierno la dirección de la política interior
y exterior;
b) con los artículos 93, 94.1 y 94.2, que establecen el procedimiento por el cual las cámaras
pueden autorizar la prestación del consentimiento del Estado para obligarse mediante tratados o para que el Congreso y el Senado sean informados inmediatamente de la conclusión
de los tratados restantes, y
c) también con el artículo 63.2, que establece que corresponde al rey «manifestar el consentimiento del Estado para obligarse internacionalmente por la vía de tratados, en conformidad
con la Constitución y las leyes».
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Oficina de Promoción de la Paz y de los Derechos Humanos
A partir de este conjunto de disposiciones se infiere claramente, tal y como ha indicado la doctrina (casi con unanimidad) y ha afirmado el Tribunal Constitucional, que el treaty making power (es
decir, la «capacidad para formalizar tratados») es competencia exclusiva del Estado y que, por
lo tanto, las comunidades autónomas no tienen capacidad para concluir tratados internacionales
por sí mismas, ni siquiera respecto a los asuntos que son competencia suya exclusivamente
–cuestión que matizaremos como es debido más adelante. Esta afirmación se confirma con el
hecho de que, en su día, en el proceso de elaboración de la Constitución española, se rechazaron las enmiendas que pretendían conferir a las comunidades autónomas ciertas competencias
en el ámbito de la formalización de tratados internacionales.
Aun así, este rechazo absoluto por parte del constituyente no ha impedido que los diversos
estatutos de autonomía hayan incorporado referencias en relación tanto con la fase ascendente como con la fase descendente de los tratados internacionales. En este sentido, la práctica
estatutaria posterior ha hecho que los estatutos tengan varias disposiciones para establecer
las vías de participación de las comunidades autónomas en el proceso de formación de los tratados internacionales. Esta situación ha supuesto, por un lado, una ausencia de uniformidad o
asimetría normativa entre los diversos textos estatutarios y, por el otro, que algunos estatutos
de autonomía no contengan ninguna disposición respecto a esta cuestión. Generalmente, lo que
recogen estas disposiciones estatutarias es lo siguiente:
a) el derecho a solicitar al Gobierno la apertura de negociaciones de tratados internacionales
respecto a determinadas materias;
b) el derecho a recibir información sobre la formalización de los tratados que afecten a áreas
de su competencia o intereses específicos,
c) o bien, finalmente, los dos derechos.
En el caso de Cataluña, como veremos, eso se ha concretado, en los diversos estatutos de autonomía, en una capacidad de información y de instancia o solicitud de negociación de los tratados
internacionales.
Por lo tanto, si bien las comunidades autónomas no tienen competencia para formalizar tratados internacionales, no hay ningún impedimento para que la colaboración entre el Estado y las
comunidades autónomas se proyecte en este ámbito. Es importante señalar que, al margen de
las previsiones estatutarias, la propia Constitución española prevé, de manera facultativa, otros
mecanismos para incrementar la participación de las comunidades autónomas en la fase ascendente de formalización de tratados internacionales. Así pues:
a) En primer lugar, el artículo 150.2 de la Constitución española permite que el Estado pueda
«transferir o delegar a las comunidades autónomas, mediante una ley orgánica, facultades
correspondientes a una materia de titularidad estatal que por su naturaleza sean susceptibles de transferencia o de delegación».
b) En segundo lugar, la fórmula del tratado marco ha permitido un intenso desarrollo de la cooperación transfronteriza entre comunidades autónomas españolas y colectivos territoriales
extranjeros.1
Por todo eso, cabe decir que el marco constitucional permite que, en el futuro, las comunidades
autónomas puedan tener una cierta facultad para concluir tratados, siempre en el ámbito de sus
competencias y con el consentimiento del Gobierno del Estado, mediante la utilización de la vía
del artículo 150.2 de la Constitución española. Y pese a que hasta ahora no se ha recurrido a
1. Como, por ejemplo, el artículo 197 del Estatuto de autonomía de Cataluña y su relación con el Convenio marco europeo sobre cooperación transfronteriza entre comunidades o autoridades territoriales de 21 de mayo de 1980.
La Generalidad de Cataluña y los tratados internacionales de derechos humanos concluídos por el Estado Español
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esta vía, lo cierto es que la práctica ha ido mucho más allá de lo que preveía el Tribunal Constitucional en su sentencia de 19892 (práctica que se ha consolidado de manera progresiva dentro
de las estructuras legales e institucionales de nuestro ordenamiento). Eso ha permitido mantener
el hecho de que «el consentimiento implícito o explícito del Estado al ius contrahendi de las comunidades autónomas posee la virtud de transformar una actuación de hecho en una actuación
jurídica»,3 lo cual puede permitir abrir determinadas vías jurídicas.
Visto el marco conceptual en el que nos movemos, ahora analizaremos por separado la fase
ascendente y la fase descendente de los tratados internacionales.
3. La fase ascendente de conclusión de los tratados
internacionales
Re specto a la fase ascendente de conclusión de los tratados internacionales, Cataluña ha
desarrollado estatutariamente la triple capacidad de ser informada antes de la conclusión de los
tratados, la facultad de solicitar la integración de representantes en el proceso de negociación de
los tratados y la facultad de solicitar al Gobierno del Estado la conclusión de tratados.
3.1. El derecho de la Generalidad a ser informada antes de la conclusión de
los tratados internacionales
En general, respecto a la capacidad de las comunidades autónomas de recibir información, no
queda claro cuándo, cómo ni a quién se informa y, en cuanto a aspectos más concretos, no se
prevé qué ocurre si no se facilita la información o, procede, qué pasa una vez facilitada la información. Lo que resultaría más racional sería lo siguiente:
a) en primer lugar, que la información se facilitara al inicio del proceso de negociación del tratado internacional en caso de que afectara a las competencias o los intereses específicos
de las comunidades autónomas;
b) en segundo lugar, que hubiera una vía oficial y formal para transmitir la información a la
comunidad autónoma;
c) en tercer lugar, que el órgano que recibiera la información fuera el órgano ejecutivo de la
comunidad autónoma, pero también que, en algún momento, se previera el traslado de esta
información al órgano legislativo autonómico,
d) y en cuarto lugar, sería necesario establecer un canal o un procedimiento fluido y ágil que
permitiera a la comunidad autónoma emitir su parecer sobre el tratado que se está negociando y contribuir, por lo tanto, a la mejora de este tratado, especialmente teniendo en
cuenta que es la comunidad autónoma la que tendría que aplicarlo si se trata de competencias que tiene atribuidas de manera exclusiva o compartida.
En este sentido, el nuevo Estatuto de autonomía de Cataluña establece, en el artículo 196.1,4 una disposición que desarrolla el derecho de información y le confiere un contenido más amplio. Así pues:
2. Sentencia del Tribunal Constitucional n.º 137/1989, de 20 de julio, por la cual se resolvía un conflicto positivo de competencia en relación con el comunicado de colaboración entre el consejero de Ordenación y Medio ambiente de la Xunta
de Galicia y la Dirección General de Medio Ambiente del Gobierno de Dinamarca.
3. BERTRÁN GARCÍA, S . Los acuerdos exteriores de las comunidades autónomas. Barcelona: Instituto de Estudios
Autonómicos / Universidad Autónoma de Barcelona, 2001, pp. 112 y ss.
4. «El Gobierno del Estado debe informar previamente a la Generalidad sobre los actos de suscripción de los tratados
que afecten de una manera directa y singular a las competencias de Cataluña. La Generalidad y el Parlamento pueden
dirigir al Gobierno las observaciones que consideren pertinentes.»
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a) en primer lugar, se establece claramente a quién corresponde la obligación correlativa al derecho que tiene la Generalidad de ser informada: el ente en cuestión es el Gobierno del Estado,
en contraposición con lo que disponía el Estatuto de 1979 (artículo 27.5), que no dejaba claro
a qué órgano correspondía el deber correlativo de información a la Generalidad;
b) en segundo lugar, también queda claro que la Generalidad debe ser informada de manera previa
y no, como disponía el Estatuto de 1979, en un momento absolutamente impreciso y atemporal;
c) en tercer lugar, esta información debe ser anterior a los actos de formalización del tratado,
es decir, se debe facilitar en una fase determinada del proceso de conclusión del tratado
internacional que no puede ser sino la fase inicial, o sea, la fase de negociación previa a la
adopción y la autenticación del tratado,
d) y en cuarto lugar, esta información es preceptiva si el tratado internacional afecta «directamente y singularmente» a las competencias de Cataluña.
Con la información recibida, la Generalidad y el Parlamento autonómico podrán formular sus
observaciones, que, si bien no serán ni preceptivas ni vinculantes, pueden ser útiles para el Gobierno del Estado en la formalización del tratado internacional en cuestión y beneficiosas en el
futuro para la comunidad autónoma respecto a la aplicación del tratado.
3.2. La facultad de la Generalidad de solicitar la integración de representantes
en el proceso de negociación de los tratados internacionales
El artículo 196.2 del Estatuto5 establece que, en la medida que la Generalidad debe estar informada y puede emitir las observaciones que considere pertinentes, también puede solicitar la integración de representantes de la Generalidad en las delegaciones negociadoras. Eso parece del
todo razonable, puesto que la comunidad autónoma debería estar tan cerca como fuera posible
del proceso de negociación de los acuerdos que incidirán en sus competencias y que después
la propia comunidad autónoma tendrá que ejecutar. Si resulta que el tratado internacional afecta
a las competencias exclusivas de la comunidad autónoma, parece absolutamente razonable y
lógico que su asamblea legislativa o su gobierno pueda y deba pronunciarse. La mecánica de la
presencia de la representación de la Generalidad –o de la comunidad autónoma– en la delegación negociadora española y el papel que puede ejercer el Gobierno autonómico o, si procede,
el legislativo autonómico, deberá fijarlos la legislación del Estado.
3.3. La facultad de la Generalidad de solicitar al Gobierno del Estado la conclusión de tratados internacionales
En relación con la capacidad para instar o solicitar la formalización de un tratado internacional
sobre determinadas materias, no se ha establecido ningún mecanismo que obligue el Gobierno
a ocuparse de este tipo de peticiones y formalizar el inicio de las negociaciones o, si lo considera
oportuno, motivar el rechazo.
El ámbito de aplicación del artículo 196.36 del nuevo Estatuto es completamente distinto del del
artículo 27.4 del Estatuto de 1979:
a) por un lado, la solicitud al Gobierno del Estado ya no se debe limitar a los tratados que
permitan el establecimiento de relaciones culturales con estados en los que se integren
territorios o residan comunidades que tengan el catalán como patrimonio,
5. «Si se trata de tratados que afectan a Cataluña de una manera directa y singular, la Generalidad puede solicitar al
Gobierno que integre representantes de la Generalidad en las delegaciones negociadoras.»
6. «La Generalidad puede solicitar al Gobierno la suscripción de tratados internacionales en materias de su competencia.»
La Generalidad de Cataluña y los tratados internacionales de derechos humanos concluídos por el Estado Español
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b) y por otro, es al Gobierno del Estado a quien se le debe pedir la conclusión de un tratado
internacional sobre materias de competencia de la Generalidad, con independencia del
trámite constitucional que se deba seguir y de si es necesaria o no la autorización previa de
las Cortes Generales.
Una vez visto este panorama general sobre la fase ascendente de conclusión de los tratados internacionales, ahora pasaremos a exponer los problemas que pueden plantearse en la fase descendente.
4. La fase descendente de aplicación de los tratados internacionales
En esta fase descendente analizaremos las disposiciones en relación con la ejecución de las
obligaciones derivadas de los tratados internacionales, la tipología de los tratados internacionales, los criterios de determinación de las competencias de ejecución y las competencias para
ejecutar las obligaciones internacionales y la garantía de cumplimiento de estas obligaciones.
4.1. ) Las disposiciones en relación con la ejecución de las obligaciones de
los tratados internacionales
Como hemos dicho antes, se considera que el contenido de la materia relaciones internacionales (artículo 149.1.3 de la Constitución española) no incluye la ejecución de los tratados internacionales:
a) por un lado, la Constitución española no regula la cuestión de la ejecución de los tratados
internacionales por parte de las comunidades autónomas,
b) y por el otro, los propios estatutos de autonomía –tal y como pasaba con la participación en
la formalización de los tratados internacionales– también contienen una regulación asimétrica respecto a la ejecución de los tratados.
Debido a esta situación, en un primer momento, la jurisprudencia constitucional intentó limitar el alcance de estas disposiciones, y consideró que determinadas materias, por el hecho de encontrarse
sometidas a una disciplina internacional, también eran competencia del Estado, puesto que el Estado
es el responsable internacional del cumplimiento de las normas internacionales. Así pues, la Sentencia
del Tribunal Constitucional n.º 26/1982, de 24 de mayo, adoptada en un conflicto positivo de competencias promovido por el Gobierno del Estado contra la Generalidad de Cataluña en relación con la
concesión de emisoras de frecuencia modulada, establecía que correspondía al Estado velar por la
ejecución de los acuerdos internacionales como único responsable del orden internacional.7
No podemos dejar de decir que este tipo de argumentación constituía una clara estrategia de evasión, puesto que no intentaba resolver la contradicción entre competencias estatales y autonómicas mediante una argumentación que sirviera para conciliarlas las dos, sino que huía de la contradicción aduciendo un argumento que anulaba uno de los términos mediante la introducción de una
cuestión ajena al problema debatido, como era la responsabilidad internacional del Estado.
Si se hubiera tenido en cuenta esta argumentación (según las normas del derecho internacional
público, el Estado es responsable de los actos de cualquiera de sus órganos, con independencia
de su posición en el marco de la organización del Estado), habría suficiente con que cualquier
materia tuviera una regulación internacional para difuminar los criterios de distribución compe-
7. BOE de 9 de junio de 1982.
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Oficina de Promoción de la Paz y de los Derechos Humanos
tencial interna. Ciertamente, corresponde al Estado la función de garantía del cumplimiento de
las obligaciones internacionales, y el Estado también es responsable internacionalmente de los
incumplimientos que puedan ocasionar las actividades de las comunidades autónomas, pero la
responsabilidad internacional del Estado no es ningún título competencial a favor de la Administración central, que debe actuar siempre mediante los mecanismos de supervisión y control
previstos constitucionalmente (artículos 153 y 155 de la Constitución española).
En realidad, hay que precisar que la diversidad y la asimetría de las disposiciones estatutarias relativas a la ejecución de los tratados internacionales no constituyen ningún problema, puesto que
estas disposiciones no atribuyen ninguna competencia específica. No obstante, tampoco son inútiles. Cumplen la función de descartar cualquier duda que pueda plantearse sobre si la atribución
al Estado de la competencia exclusiva en materia de relaciones internacionales (artículo 149.1.3)
también supone la competencia de ejecución de los tratados internacionales. El significado de
estas disposiciones estatutarias es fundamentalmente político, puesto que, en el momento en el
que se desarrolló el proceso constituyente, pretendían manifestar una opción interpretativa del
artículo 149.1.3 de la Constitución en virtud de la cual se excluían de la noción constitucional de
relaciones internacionales los aspectos relativos a la ejecución de los tratados.8
Presuponiendo el reconocimiento por parte del derecho comparado –de una manera más o menos
significativa– de facultades de ejecución de tratados y otros actos jurídicos internacionales a favor
de los entes territoriales autónomos y sobre la base del precedente positivo de los estatutos catalán
(artículo 13) y vasco (artículo 9) de la Segunda República, varios textos estatutarios han ido incorporando, en el contexto actual de la Constitución española de 1978 (que no contiene previsiones
expresas sobre este aspecto), cláusulas de ejecución de los tratados en sede autonómica.
Así pues, el título competencial de la ejecución de los tratados internacionales por parte de las
comunidades autónomas deriva de la distribución material de competencias hecha por la Constitución y los estatutos de autonomía. Eso queda corroborado por la Sentencia del Tribunal
Constitucional n.º 153/1989, de 5 de octubre, emitida en el conflicto positivo de competencia
promovido por la Generalidad de Cataluña en relación con una orden del Ministerio de la Presidencia que regula la realización de películas cinematográficas en coproducción, cuando afirma:
a) en primer lugar, que la existencia de tratados internacionales que regulen una cuestión determinada no modifica la distribución interna de competencias. El hecho –dice la sentencia–
de que pueda haber tratados internacionales, en principio, es irrelevante (sin perjuicio de la
responsabilidad del Estado) como criterio competencial en un sentido o en el otro: ni atrae
la competencia hacia el Estado en virtud de la regla del artículo 149.1.3 de la Constitución
española, ni lo atrae hacia la comunidad autónoma (FJ 8) en virtud del artículo 27.3 del
Estatuto de Cataluña (ahora, artículo 196.4),9 y
b) en segundo lugar, que el fundamento jurídico de la competencia de las comunidades autónomas para ejecutar los tratados internacionales se encuentra en las competencias materiales que poseen las comunidades: tal y como podemos deducir a partir del artículo
mencionado (artículo 27.3 del Estatuto de autonomía de Cataluña, ahora artículo 196.4),
se aplica a lo que ya sea competencia autonómica en virtud de las reglas competenciales
materiales incluidas en el propio Estatuto (FJ 8).
En definitiva, la ejecución de los tratados internacionales por parte de las comunidades autónomas obedece a una solución análoga a lo que se denomina principio de autonomía institucional
y procedimental, desarrollado en el ámbito del derecho comunitario europeo.
8. PÉREZ TREMPS, P . Comunidades autónomas, Estado y Comunidad Europea. Madrid: Ministerio de Justicia, 1987, p. 83.
9. «La Generalidad debe adoptar las medidas necesarias para ejecutar las obligaciones derivadas de los tratados y los
convenios internacionales ratificados por España o que vinculen el Estado en el ámbito de sus competencias.»
La Generalidad de Cataluña y los tratados internacionales de derechos humanos concluídos por el Estado Español
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4.2. La tipología de los tratados internacionales
Una vez considerada la competencia de la comunidad autónoma para ejecutar los tratados internacionales, hay que incidir en el hecho de que, si bien la aplicación de los tratados internacionales se debe
limitar a los que se hayan formalizado y publicado de manera válida, no todas las disposiciones de un
tratado que cumplan estos requisitos pueden aplicarse directamente. En este sentido, es necesario
que concurra otra circunstancia: que, a partir del contenido, puedan deducirse todos los elementos necesarios para generar derechos y obligaciones sin necesidad de intervención del legislador interno.
De este modo, surge la distinción básica entre normas self-executing (es decir, aplicables directamente) y normas non self-executing (es decir, no aplicables directamente), que contempla implícitamente el artículo 94.1.c de la Constitución española al prever que puedan celebrarse tratados
que exijan medidas legislativas para su ejecución, artículo que la jurisprudencia ha recogido como
elemento determinante de la aplicabilidad de las disposiciones de un tratado internacional.
Efectivamente, sólo los tratados y las normas self-executing pueden ser aplicados directamente
por las comunidades autónomas, puesto que sólo de aquí pueden deducirse derechos subjetivos
defendibles en la vía judicial. Eso no puede traducirse en la no pertenencia al sistema jurídico interno de los tratados internacionales non self-executing,10 sino al contrario: las normas que cumplen
los requisitos de esta categoría forman parte del sistema español y no necesitan ser introducidas
en una ley interna, cosa que resultaría contraria al modelo monista moderado adoptado en el ordenamiento español y supondría un desconocimiento manifiesto de lo que prevé el artículo 96.1 de
la Constitución española. La norma sólo tiene la finalidad de ejecutar el tratado internacional in foro
domestico: lo desarrolla y permite que sus contenidos materiales tengan efectos plenos en el ordenamiento interno y puedan ser oponibles a terceros y defendibles ante los tribunales de justicia.
El carácter non self-executing de un tratado no puede confundirse con su carácter dispositivo,
entendido como parámetro no obligatorio en el ordenamiento interno. Del mismo modo que el
resto de tratados internacionales, el tratado non self-executing, obliga al Estado, pero lo hace
mediante la imposición de una obligación de resultado, lo cual equivale al reconocimiento de un
margen de discrecionalidad para decidir cómo se aplicará el tratado dentro del ordenamiento
interno. Así pues, esta norma se configura como un acto de aplicación del tratado no en sede
judicial11 sino en sede legislativa. En este caso, el problema surge cuando, tal y como pasa en el
ordenamiento español, el sistema interno no ha establecido los mecanismos que garanticen el
cumplimiento correcto de esta obligación en un plazo razonable, lo cual tiene la gravísima consecuencia de paralizar los efectos plenos de una norma que pertenece al sistema.
Sin embargo, hay que advertir que no se trata de un problema particular de los tratados internacionales, si bien es cierto que la ausencia de estos mecanismos es una circunstancia especialmente grave respecto a estos tratados, puesto que la inactividad de los órganos competentes
10. También hay que añadir que la calificación de un tratado como self-executing o non self-executing no es algo que
figure siempre en el texto del tratado de manera expresa, hecho que exige una actividad interpretativa de las disposiciones. Este trabajo corresponde, sin lugar a dudas, a los órganos judiciales, puesto que son los órganos competentes para
aplicar el tratado, y lo deben llevar a cabo de acuerdo con los criterios interpretativos oportunos y teniendo en cuenta que
un tratado puede contener, a la vez, normas self-executing y normas que necesitan un desarrollo interno. En cualquier
caso, si la norma interna de desarrollo existe, debe ser la que fundamente las decisiones judiciales (interpretada, claro
está, teniendo en cuenta los principios que el juez pueda deducir del tratado que debe hacer cumplir).
11. Partiendo de estas consideraciones, la imposibilidad de aplicación de los tratados non self-executing por parte de
jueces y tribunales no puede traducirse en una ausencia total y plena de competencia respecto a estos tratados. La calificación de un tratado como non self-executing sólo impide al juez nacional aplicar de manera directa las disposiciones
del tratado y fundamentar una decisión judicial bajo la base exclusiva del tratado, pero no le impide extraer principios
del tratado que le sirvan para interpretar otras normas aplicables directamente a nuestro ordenamiento, lo cual resulta
especialmente cierto respecto a los tratados internacionales en materia de derechos humanos, que, independientemente de que contengan algunas disposiciones non self-executing, se convierten, por imperativo del artículo 10.2 de
la Constitución española, en elementos interpretativos de «las normas relativas a los derechos fundamentales y a las
libertades que reconoce la Constitución».
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Materiales de Paz y Derechos Humanos, 9
Oficina de Promoción de la Paz y de los Derechos Humanos
puede generar responsabilidad del Estado. Todo esto, al margen, claro está, del órgano que
incumpla la obligación de desarrollo, que se determina por la vía de la aplicación de las normas
constitucionales del reparto de competencias y que puede ser cualquier órgano con competencia
legislativa, tanto si es un órgano estatal como autonómico.
Hecha esta aclaración, es procedente insistir en la necesidad de que los entes territoriales autónomos intervengan en las tareas de aplicación, es decir, de ejecución in foro domestico, de los
tratados internacionales y de los actos normativos de las organizaciones internacionales que, por
razón de su carácter non self-executing, requieran medidas internas de cualquier tipo para ponerse
en práctica. Si bien, en virtud del principio de autoorganización del Estado, el derecho internacional
deja a manos del derecho interno la indicación de qué órganos o instituciones del Estado deben ser
los encargados de aplicar las normas correspondientes, este principio no podría consentir, en caso
alguno, que se invocaran disposiciones del derecho interno como justificación del incumplimiento
de las normas non self-executing (artículo 27 del Convenio de Viena de 1969).
Sean las que sean las técnicas de reparto interno de las competencias relacionadas con la ejecución de estas normas, es el Estado como ente global, en todo caso, el titular de la obligación de
observancia (artículo 26 del Convenio de Viena de 1969), y no deja de atribuírsele como propio, a
efectos de la posible responsabilidad internacional, el comportamiento o la omisión de un órgano
de una entidad pública territorial suya que actúe en esta calidad (artículo 4 del Proyecto de la
Comisión de Derecho Internacional sobre la Responsabilidad de los Estados).12
A la vista de este panorama estatutario, y partiendo, en todo caso, del hecho de que la facultaddeber de ejecutar el derecho internacional va ligada, esencialmente, al sistema constitucional de
distribución de competencias entre las diversas instituciones, se ha planteado la cuestión de si,
en relación con las comunidades autónomas y al efecto indicado de la ejecución de tratados y
actos normativos de órganos internacionales, hay suficiente con tener la competencia material o
es necesario, además, la asunción estatutaria expresa de la competencia para ejecutar.
• Podemos mencionar varias razones a favor de la tesis de la asunción expresa:
a) El contexto constitucional y autonómico, del cual se deduce la necesidad de una
opción estatutaria expresa que permita realizar las posibilidades competenciales que
ofrece el artículo 148 de la Constitución española, con la reversión consiguiente al Estado, en virtud de la doble cláusula de cierre del artículo 149.1.3 de la Constitución, de
las competencias no asumidas estatutariamente por las autonomías, entre las cuales
se incluiría, precisamente, la competencia de ejecución.
b) La incoherencia resultante del hecho de que, como hay algunas comunidades autónomas que han efectuado una asunción estatutaria restringida de la ejecución, con la
tesis de la competencia implícita de ejecución, estas comunidades serían penalizadas,
en contraposición con las comunidades que no hacen ninguna manifestación respecto
a la cuestión en sus estatutos.
12. Por eso, en el caso de las normas internacionales que emanan de instancias supranacionales, debe corresponder a
las instancias centrales –a las Cortes Generales o al Gobierno, según los casos– la garantía del cumplimiento de las obligaciones internacionales del Estado, lo cual significa que estas instancias deben llevar a cabo una actividad de control o
supervisión de las acciones de aplicación efectuadas por los entes territoriales autónomos en el marco de sus competencias
ratione materiae, control o supervisión que, a efectos de esta garantía de cumplimiento, abarca –como atribución inherente
del Estado– cualquier supuesto de actos de aplicación (de tratados o de resoluciones de órganos internacionales de varios
tipos). En este sentido, hay que entender el artículo 93 in fine de la Constitución española no como una regla atributiva de
competencia ad hoc, sino como una declaración básicamente programática referida a un compromiso político del Estado
ante las organizaciones beneficiarias de la cesión competencial que se indica. Esta declaración no excluye ninguna otra
hipótesis en la que esta garantía deba entrar en juego en relación con obligaciones internacionales del Estado de origen
distinto. Hay que tener en cuenta que la garantía de cumplimiento concebida de este modo no incluye la reserva a favor del
Estado de las competencias de ejecución, reserva que hay que descartar en nuestro sistema constitucional.
La Generalidad de Cataluña y los tratados internacionales de derechos humanos concluídos por el Estado Español
15
•En contra de esta tesis de asunción, hay que destacar que, pese a que reconocemos la
contundencia de las razones jurídico-formales que aconsejarían políticamente una corrección (por vías también jurídico-formales) de la situación creada por los contextos desiguales
de elaboración de los diversos estatus de autonomía, es posible defender una facultaddeber inherente de ejecución de las disposiciones internacionales con cargo a la
autonomía independientemente de cualquier previsión (o carencia de previsión) estatutaria. Todo eso se expresa puesto que la negación o una restricción ad hoc de la capacidad
de ejecución atacaría a la coherencia del sistema de base del reparto competencial en
el propio núcleo de competencias materiales asignadas estatutariamente a la autonomía.
Aparte, hay que tener en cuenta lo siguiente:
a) por un lado, la vertiente de deber u obligación que suponen estas atribuciones –vertiente subrayada por el Tribunal Constitucional respecto a un caso en el que la legislación
autonómica, remitiéndose a los convenios internacionales firmados por España, pone a
las instituciones de la comunidad autónoma en disposición de ejecutar las normas convencionales correspondientes,13
b)y por el otro, el hecho de que la ejecución de los tratados en sede autonómica «es la
consecuencia lógica de la organización territorial del Estado».14
4.3. Los criterios de determinación de las competencias de ejecución
En un contexto de descentralización política, varias instituciones (legislativo central, legislativo
autonómico, Gobierno central, gobiernos autonómicos) ostentan, con independencia de cualquier previsión a tal efecto, la facultad-deber de ejecutar los tratados internacionales y los actos
normativos de las organizaciones internacionales que no sean de aplicación directa en la medida
de su competencia ratione materiae. En cierto modo, eso contribuye a simplificar el cuadro (ya
de por sí complicado) de los diversos grados y técnicas de ejecución de las disposiciones internacionales lato sensu, que surge de lo siguiente:
a) De las diferencias entre las diversas comunidades autónomas respecto a sus complejos
competenciales respectivos.
b) De los delicados problemas fronterizos que surgen en los supuestos de compartimiento
de competencias entre el Estado y las autonomías o de concurrencia imperfecta de títulos
competenciales, incluyendo la posible injerencia de principios como por ejemplo el interés
general, la solidaridad interregional, la igualdad entre todos los españoles, la planificación
general de la actividad económica, etc.
Partiendo de la correspondencia expresada y, en concreto, de la necesidad de ponderar los
diversos intereses afectados por la aplicación de los tratados o los actos normativos de las organizaciones internacionales desde la perspectiva del sistema constitucional de distribución de
competencias entre los órganos centrales y los órganos autonómicos, la determinación de la
institución encargada de ejecutar el acto jurídico internacional o supranacional dependerá, como
hemos dicho antes, de lo siguiente:
a) De la naturaleza del acto: el acto puede ser self-executing (en este caso, podría ejercer una
función próxima a la función innovadora de la ley interna, la diferencia con la cual radicaría
sólo en la pura ejecución material) o, contrariamente, puede dejar a las instancias estatales
13. Sentencia 58/1982, de 27 de julio, resolutoria del recurso de inconstitucionalidad 74/1982, planteado por el Gobierno
respecto a varios artículos de la Ley catalana 11/1981, del patrimonio de la Generalidad de Cataluña (FJ 4).
14. Sentencia 44/1982, de 8 de julio, emitida en el conflicto positivo de competencia 38/1982, promovido por el Gobierno
en relación con el Decreto vasco 138/1981, sobre la concesión de emisoras de radiodifusión en ondas métricas con
frecuencia modulada (FJ 4).
16
Materiales de Paz y Derechos Humanos, 9
Oficina de Promoción de la Paz y de los Derechos Humanos
un margen más o menos amplio de maniobra en la actividad de aplicación (eso podría llegar
a incluir el desarrollo normativo no sólo reglamentario sino también legislativo).
b) De la correlación competencial ratione materiae entre las diversas instituciones; aquí hay
que recurrir al bloque de la constitucionalidad (Constitución, estatutos, reales decretos de
transferencias, leyes orgánicas de delegación del artículo 150, delegaciones legislativas,
etc.) para deducir, a partir del quantum y del tipo de competencia material de cada institución, qué corresponde a cada una en el reparto de las tareas de ejecución.
Los problemas más delicados surgirán siempre en el contexto de las competencias compartidas,
en la medida que puede haber una incursión centralista en el territorio competencial autonómico
(o viceversa: la comunidad autónoma puede dictar leyes de desarrollo de la norma internacional
que invadan atribuciones estatales si no respeta las reglas del juego distributivo en un contexto
concurrencial).
En cualquier caso, la referencia básica debe ser la preservación, en la medida que sea posible, del sistema constitucional de reparto de competencias, lo cual –sin dejar de constatar
las posibles pérdidas competenciales de las diversas instituciones (autonómicas y centrales)
ocasionadas por la interposición del escalón normativo internacional o, lo que es más habitual,
supranacional– nos hace insistir en la idea de que el abandono de competencias estatales en
pro de sistemas internacionales de cooperación o de integración no debería suponer, en principio, una alteración de los equilibrios interinstitucionales internos garantizados por el bloque
de constitucionalidad.
Todos estos son factores que habrá que tener en cuenta a la hora de determinar el órgano
concreto encargado, dentro del conjunto institucional autonómico, de ejecutar un tratado o una
resolución internacional. Así pues, descartadas las diferencias relativas a la capacidad de ejecución del derecho internacional por parte de las diversas comunidades autónomas debido a las
disparidades entre los estatutos (capacidad plena de ejecución, capacidad de ejecución sujeta a
las leyes y los reglamentos del Estado, ausencia de capacidad de ejecución), las pautas para la
determinación del órgano en cuestión se deben deducir a partir de lo siguiente:
a) tanto a partir del contenido de las competencias sustantivas que posee efectivamente la
comunidad autónoma
b) como partir de las reglas que –dependiendo de la extensión de la reserva de ley, de la posibilidad, en distintos grados según los estatutos, de las delegaciones legislativas al Gobierno
autonómico, etc.– designen un órgano u otro como el encargado de la tarea de ejecución
correspondiente.
Ahora bien, como en la fase de ejecución autonómica es necesaria cierta unidad, el ordenamiento español exige el dictamen del Consejo de Estado para los anteproyectos de ley o las disposiciones reglamentarias de las comunidades autónomas que «hayan de dictarse en ejecución,
cumplimiento o desarrollo de tratados, convenios o acuerdos internacionales» (artículo 23 de la
Ley orgánica del Consejo de Estado,15 en relación con los artículos 21.216y 22. 2.).17
15. «Las comunidades autónomas pueden solicitar, a través de sus presidentes, un dictamen del Consejo de Estado,
bien en Pleno o en Comisión Permanente, en los asuntos en los que, por la competencia o experiencia especial de éste,
lo estimen conveniente.
El dictamen es preceptivo para las comunidades en los mismos casos que prevé esta Ley para el Estado, cuando hayan
asumido las competencias correspondientes.»
16. «El Pleno del Consejo de Estado debe consultarse en los siguientes asuntos: [...] 2. Anteproyectos de leyes que se
tengan que dictar en ejecución, cumplimiento o desarrollo de tratados, convenios o acuerdos internacionales.»
17. «La Comisión Permanente del Consejo de Estado debe consultarse en los asuntos siguientes: [...] 2. Disposiciones reglamentarias que se dicten en ejecución, cumplimiento y desarrollo de tratados, convenios o acuerdos internacionales.»
La Generalidad de Cataluña y los tratados internacionales de derechos humanos concluídos por el Estado Español
17
Asentadas las bases del reparto de competencias entre el Estado y las comunidades autónomas,
conviene destacar que no es el conflicto, sino el principio de cooperación, lo que debe presidir
sus relaciones en la ejecución del derecho internacional. Para ser operativo, este principio debe
traducirse en la articulación de medios institucionalizados.
4.4. Las competencias de ejecución y la garantía de cumplimiento de las
obligaciones internacionales
Si bien el Estado, en su condición de garante del cumplimiento de los tratados y las resoluciones de
las organizaciones internacionales o supranacionales, dispone de una serie de resortes constitucionales para el control preventivo (o, si procede, coactivo) de la ejecución correcta de los tratados
y las resoluciones por parte de las comunidades autónomas, debe obrar con la prudencia necesaria a la hora de ejercer su función fiscalizadora, puesto que, desde la perspectiva de la necesidad
de preservar los equilibrios interinstitucionales, ciertas actividades de control pueden implicar en la
práctica una restricción de la capacidad de ejecución autonómica.
En relación con el derecho español, sería oportuno potenciar la conveniencia de que el Estado, al
dictar las disposiciones internas necesarias para la aplicación del derecho internacional por parte
de los territorios estatales coincidentes con las comunidades autónomas que no tienen facultades
de ejecución o cuyas facultades de ejecución son restringidas dependiendo de la existencia o la no
existencia de la competencia ratione materiae (y su entidad), en el supuesto correspondiente, no
llegue, con su actuación:
a) a predeterminar las acciones de aplicación por parte de las autonomías con facultades de
aplicación plenas,
b) ni a predeterminar las acciones de las autonomías que, sin tener plenitud de ejecución, la
ejercen en la parte que les corresponde.
Todo eso, aun así, sin perjuicio de reconocer la posibilidad de que las disposiciones mencionadas, dictadas por el Estado, puedan intervenir a título de derecho supletorio (artículo 149.3 in fine
de la Constitución) y cubrir carencias o insuficiencias autonómicas en la ejecución.
También es importante que el afán uniformizador de las operaciones de aplicación por parte de
las diversas comunidades autónomas no lleve a recorrer, de manera abusiva, a las leyes armonizadoras del artículo 150.3 de la Constitución española, que pueden justificarse como instrumento excepcional en ciertos casos en los que la envergadura de la operación de adaptación del
derecho interno a las exigencias del orden internacional o supranacional aconseje recurrir a una
vía tan apremiante.
En este sentido, hay que poner de manifiesto, por un lado, que la mejor manera de armonizar y
coordinar las tareas de aplicación por parte de las diversas instituciones es mediante el diálogo
institucionalizado entre el Estado y las autonomías, y por el otro, que la mejor manera de evitar
resistencias a posteriori por parte de las autonomías en la fase descendente de ejecución de los
tratados y las resoluciones de los órganos internacionales es mediante la participación adecuada de los poderes periféricos en la planificación de la acción exterior del Estado, participación
que igualmente debería hacerse por la vía institucional; de este modo, habría la posibilidad de
que los propios instrumentos cooperativos (conferencias sectoriales, órganos interautonómicos
ad hoc, órganos mixtos de carácter general Estado-autonomías, etc.) funcionaran como foros
apropiados en el doble terreno de la elaboración y la ejecución de los tratados y las resoluciones
internacionales.
18
Materiales de Paz y Derechos Humanos, 9
Oficina de Promoción de la Paz y de los Derechos Humanos
5. Aplicación de los tratados internacionales en
materia de derechos humanos
El Reino de España es un estado que forma parte de la inmensa mayoría de los tratados internacionales de alcance mundial y regional europeo en materia de derechos humanos; si bien
la responsabilidad internacional de cumplimiento de estos compromisos recae en el Gobierno
central, las competencias legisladoras y de cumplimiento de estos deberes internacionales corresponden, en algunos casos, a las comunidades autónomas.
Por lo tanto, habría que analizar cuáles de las competencias que corresponden a Cataluña conforme al nuevo Estatuto llevan implícito un mandato de cumplimiento de compromisos internacionales del Estado en materia de derechos humanos. El nuevo Estatuto de autonomía aborda
la regulación de los derechos estatutarios en el título I, sobre «Derechos, deberes y principios
rectores». Los tres primeros capítulos de este título («Derechos y deberes en el ámbito civil y
social», «De los derechos en el ámbito político y de la Administración» y «Derechos y deberes
lingüísticos») reconocen unos derechos que, tal y como establece el artículo 37.1, «vinculan a
todos los poderes públicos de Cataluña».
En este ámbito, también son importantes los artículos 15.1 y 4.1 del Estatuto. El artículo 15.1
establece que: «Los ciudadanos de Cataluña son titulares de los derechos y los deberes reconocidos por las normas a que hace referencia el artículo 4.1». Y el artículo 4.1 dice que: «Los poderes públicos de Cataluña deben promover el pleno ejercicio de las libertades y los derechos que
reconocen este Estatuto, la Constitución, la Unión Europea, la Declaración universal de derechos
humanos, el Convenio europeo para la protección de los derechos humanos y los otros tratados
y convenios internacionales suscritos por España que reconocen y garantizan los derechos y las
libertades fundamentales.»18
En este sentido, el Estatuto de autonomía de Cataluña introduce un plus en la dimensión normativa y material de la Declaración universal de derechos humanos en nuestro ordenamiento
interno, que, en realidad, y en conexión sistemática con el artículo 15.1 (y especialmente con el
artículo 37.4), no supone ningún valor añadido de protección o de reconocimiento respecto a lo
que reconoce y garantiza la Constitución española a todos los españoles.
Así pues, en el marco de la aplicación por parte de las autoridades catalanas de los tratados internacionales en materia de derechos humanos ratificados por España, es importante lo que dice
el artículo 37.4 del Estatuto, cuando establece que: «Los derechos y los principios de este título
no suponen una alteración del régimen de distribución de competencias ni la creación de títulos
competenciales nuevos o la modificación de los que ya existen. Ninguna de las disposiciones
18. Este último artículo es una disposición innovadora en el marco estatutario pese a que presenta algunas incorrecciones técnico-jurídicas:
a) Por un lado, se enuncian varios textos jurídicos, de tipos distintos, por mera acumulación, sin ningún orden lógico y
mezclando lo que son instrumentos jurídicos con los mecanismos institucionales de los cuales pueden emanar estos
textos, como es el caso de la Unión Europea.
b) Por el otro, se le da a la Declaración universal de derechos humanos un carácter normativo que no concuerda con el
planteamiento que formula el artículo 10.2 de la Constitución española en relación con esta Declaración.
El artículo 10.2 de la Constitución española establece que: «Las normas relativas a los derechos fundamentales y a
las libertades que la Constitución reconoce se interpretarán de conformidad con la Declaración universal de derechos
humanos y los tratados y los acuerdos internacionales sobre estas materias ratificados por España.» Se trata de una
disposición que tiene su propia autonomía material y funcional, sin que eso signifique una constitucionalización o un
rango especial para ciertos tratados internacionales o para la propia Declaración universal de derechos humanos en el
sentido de conferir competencia al Tribunal Constitucional para controlar el respeto de las normas internacionales sobre
derechos humanos.
Su autonomía funcional es remarcable en el sentido de que lo que hace realmente el artículo 10.2 es constitucionalizar
la función interpretativa de la Declaración universal de derechos humanos y los otros tratados y acuerdos internacionales
sobre derechos humanos ratificados por España.
La Generalidad de Cataluña y los tratados internacionales de derechos humanos concluídos por el Estado Español
19
de este título puede ser desplegada, aplicada o interpretada de manera que reduzca o limite los
derechos fundamentales que reconocen la Constitución y los tratados y los convenios internacionales ratificados por España». Esta afirmación indica la salvaguarda y el reconocimiento de
los derechos fundamentales reconocidos por la Constitución y por los tratados y los convenios
internacionales ratificados por España.
Teniendo en cuenta estas consideraciones, hay que establecer una identificación triple: a) tratados internacionales en materia de derechos humanos de los cuales España forma parte; b)
competencias que corresponden a Cataluña conforme al nuevo Estatuto que llevan implícito un
mandato de cumplimiento de compromisos internacionales del Estado en materia de derechos
humanos, y c) derechos, deberes y principios rectores que se ven afectados por los tratados
internacionales en materia de derechos humanos.
5.1. Identificación de los tratados internacionales en materia de derechos
humanos de los cuales España forma parte
NACIONES UNIDAS: tratados internacionales generales
• Pacto internacional de derechos económicos, sociales y culturales (1966).
•Pacto internacional de derechos civiles y políticos (1966).
•Declaración relativa al artículo 41 del Pacto internacional de derechos civiles y políticos
(comunicaciones interestatales) (1979).
•Protocolo facultativo al Pacto internacional de derechos civiles y políticos (comunicaciones
individuales) (1966).
•Segundo protocolo facultativo al Pacto internacional de derechos civiles y políticos, destinado a abolir la pena de muerte (1989).
NACIONES UNIDAS: tratados internacionales sobre temas específicos
• Convención para la prevención y la sanción del delito de genocidio (1948).
•Convención sobre la imprescriptibilidad de los crímenes de guerra y de los crímenes de lesa
humanidad (1968).
•Convención sobre la esclavitud (enmendada) (1953).
•Convención complementaria sobre la abolición de la esclavitud, el tráfico de esclavos y las
instituciones y prácticas análogas a la esclavitud (1956).
•Convención para la supresión del tráfico de personas y de la explotación de la prostitución
ajena (1951).
•Protocolo a la Convención de las Naciones Unidas contra la delincuencia organizada transnacional para prevenir, reprimir y sancionar el tráfico de personas, especialmente de mujeres y niños.
•Convención contra la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes (1984).
•Declaración relativa al artículo 21 de la Convención contra la tortura y otros tratos o penas
crueles, inhumanos o degradantes (comunicaciones interestatales) (1987).
•Declaración relativa al artículo 22 de la Convención contra la tortura y otros tratos o penas
crueles, inhumanos o degradantes (comunicaciones individuales) (1987).
•Convención sobre el derecho internacional de rectificación (1962).
NACIONES UNIDAS: tratados relativos a la protección de determinadas
categorías de personas
•Convención sobre el Estatuto de los refugiados (1954).
•Protocolo sobre el Estatuto de los refugiados (1967).
•Convención sobre el Estatuto de los apátridas (1954).
•Convención para reducir los casos de apatridia (1975).
•Convención sobre los derechos políticos de la mujer (1952).
20
Materiales de Paz y Derechos Humanos, 9
Oficina de Promoción de la Paz y de los Derechos Humanos
•Convención sobre la nacionalidad de la mujer casada (1958).
•Convención sobre el consentimiento para el matrimonio, la edad mínima para contraer
matrimonio y el registro de los matrimonios (1962).
•Convención sobre los derechos del niño (1989).
•Protocolo facultativo relativo a la participación de los niños en los conflictos armados (2000).
•Protocolo facultativo relativo a la venta de niños, la prostitución infantil y la utilización
de niños en la pornografía (2000).
•Convención internacional contra el reclutamiento, la utilización, la financiación y el entrenamiento de mercenarios (2001).
•Convención internacional sobre la protección de los derechos de todos los trabajadores
migrantes y de sus familias (1990) (no ratificado).*
•Protocolo a la Convención de las Naciones Unidas contra la delincuencia organizada transnacional y sobre el tráfico de migrantes por tierra, mar y aire.*
•Convención sobre la seguridad del personal de las Naciones Unidas y el personal asociado (1999).
NACIONES UNIDAS: tratados sobre discriminaciones
• Convención internacional sobre la eliminación de todas las formas de discriminación racial
(1965).
•Declaración relativa al artículo 14 de la Convención internacional sobre la eliminación de
todas las formas de discriminación racial (comunicaciones individuales) (1982).
•Convención internacional sobre la represión y el castigo del crimen de apartheid (1976).
•Convención internacional contra el apartheid en los deportes (1988).
•Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (1979).
•Protocolo facultativo a la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (comunicaciones individuales e investigaciones de oficio) (1999).
ORGANIZACIÓN INTERNACIONAL DEL TRABAJO
• • Convenio n.º 26, sobre los métodos para la fijación de los salarios mínimos (1930).
•Convenio n.º 29, sobre el trabajo forzoso u obligatorio (1932).
•Convenio n.º 45, sobre el trabajo subterráneo (mujeres) (1937).
•Convenio n.º 81, sobre la inspección del trabajo (1950).
•Convenio n.º 87, sobre la libertad sindical y la protección del derecho de sindicación
(1950).
•Convenio n.º 95, sobre la protección del salario (1952).
•Convenio n.º 97, sobre los trabajadores migrantes (1952).
•Convenio n.º 98, sobre el derecho de sindicación y de negociación colectiva (1951).
•Convenio n.º 100, sobre la igualdad de remuneración (1953).
•Convenio n.º 102, sobre la seguridad social (norma mínima) (1955).
•Convenio n.º 103, sobre la protección de la maternidad (revisado) (1955).
•Convenio n.º 105, sobre la abolición del trabajo forzado (1959).
•Convenio n.º 111, sobre la discriminación (colocación y ocupación) (1960).
•Convenio n.º 117, sobre política social (normas y objetivos básicos) (1964).
•Convenio n.º 118, sobre la igualdad de tratamiento (seguridad social) (1964).
•Convenio n.º 122, sobre la política de colocación (1966).
•Convenio n.º 131, sobre la fijación de salarios mínimos (agricultura) (1972).
•Convenio n.º 135, sobre los representados de los trabajadores (1973).
•Convenio n.º 138, sobre la edad mínima (1976).
•Convenio n.º 141, sobre las organizaciones de trabajadores rurales (1977).
•Convenio n.º 142, sobre el desarrollo de los recursos humanos (1977).
•Convenio n.º 143, sobre los trabajadores migrantes (1978).
•Convenio n.º 144, sobre la consulta tripartita (normas internacionales del trabajo) (1978).
•Convenio n.º 151, sobre las relaciones de trabajo en la Administración pública (1981).
•Convenio n.º 154, sobre la negociación colectiva (1983).
La Generalidad de Cataluña y los tratados internacionales de derechos humanos concluídos por el Estado Español
21
•Convenio n.º 156, sobre los trabajadores con responsabilidades familiares (1983).
•Convenio n.º 158, sobre la finalización de la relación de trabajo (1985).
•Convenio n.º 159, sobre la readaptación profesional y el empleo (personas inválidas)
(1985).
•Convenio º168, sobre el fomento de la ocupación y la protección contra la desocupación
(1991).
•Convenio n.º 169, sobre los pueblos indígenas y tribales (1991).
•Convenio n.º 171, sobre el trabajo nocturno (1995).
•Convenio n.º 173, sobre la protección de los créditos laborales en caso de insolvencia del
empresario (1995).
•Convenio n.º 176, sobre seguridad y salud en las minas (1998).
•Convenio n.º 182, sobre la prohibición de las peores formas de trabajo infantil y la acción
inmediata para su eliminación (1999).
Organització Internacional del Treball
• • Convenio n.º 26, sobre los métodos para la fijación de los salarios mínimos (1930).
•Convenio n.º 29, sobre el trabajo forzoso u obligatorio (1932).
•Convenio n.º 45, sobre el trabajo subterráneo (mujeres) (1937).
•Convenio n.º 81, sobre la inspección del trabajo (1950).
•Convenio n.º 87, sobre la libertad sindical y la protección del derecho de sindicación
(1950).
•Convenio n.º 95, sobre la protección del salario (1952).
•Convenio n.º 97, sobre los trabajadores migrantes (1952).
•Convenio n.º 98, sobre el derecho de sindicación y de negociación colectiva (1951).
•Convenio n.º 100, sobre la igualdad de remuneración (1953).
•Convenio n.º 102, sobre la seguridad social (norma mínima) (1955).
•Convenio n.º 103, sobre la protección de la maternidad (revisado) (1955).
•Convenio n.º 105, sobre la abolición del trabajo forzado (1959).
•Convenio n.º 111, sobre la discriminación (colocación y ocupación) (1960).
•Convenio n.º 117, sobre política social (normas y objetivos básicos) (1964).
•Convenio n.º 118, sobre la igualdad de tratamiento (seguridad social) (1964).
•Convenio n.º 122, sobre la política de colocación (1966).
•Convenio n.º 131, sobre la fijación de salarios mínimos (agricultura) (1972).
•Convenio n.º 135, sobre los representados de los trabajadores (1973).
•Convenio n.º 138, sobre la edad mínima (1976).
•Convenio n.º 141, sobre las organizaciones de trabajadores rurales (1977).
•Convenio n.º 142, sobre el desarrollo de los recursos humanos (1977).
•Convenio n.º 143, sobre los trabajadores migrantes (1978).
•Convenio n.º 144, sobre la consulta tripartita (normas internacionales del trabajo) (1978).
•Convenio n.º 151, sobre las relaciones de trabajo en la Administración pública (1981).
•Convenio n.º 154, sobre la negociación colectiva (1983).
•Convenio n.º 156, sobre los trabajadores con responsabilidades familiares (1983).
•Convenio n.º 158, sobre la finalización de la relación de trabajo (1985).
•Convenio n.º 159, sobre la readaptación profesional y el empleo (personas inválidas) (1985).
•Convenio º168, sobre el fomento de la ocupación y la protección contra la desocupación (1991).
•Convenio n.º 169, sobre los pueblos indígenas y tribales (1991).
•Convenio n.º 171, sobre el trabajo nocturno (1995).
•Convenio n.º 173, sobre la protección de los créditos laborales en caso de insolvencia del
empresario (1995).
•Convenio n.º 176, sobre seguridad y salud en las minas (1998).
•Convenio n.º 182, sobre la prohibición de las peores formas de trabajo infantil y la acción
inmediata para su eliminación (1999).
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Materiales de Paz y Derechos Humanos, 9
Oficina de Promoción de la Paz y de los Derechos Humanos
Organización de las naciones unidas para la educación, la ciencia y la cultura
(UNESCO)
• Convención sobre la protección de los bienes culturales en caso de conflicto armado.
•Protocolo I a la Convención sobre la protección de los bienes culturales en caso de conflicto
armado (1999).
•Convención relativa a la lucha contra las discriminaciones en la esfera de la enseñanza (1962).
•Protocolo para instituir una comisión de conciliación y buenos oficios facultada para resolver
las controversias sobre la Convención relativa a la lucha contra las discriminaciones en la
esfera de la enseñanza (1968).
•Convención sobre las medidas que se tendrán que adoptar para prohibir e impedir la importación, la exportación y la transferencia de propiedades ilícitas de bienes culturales (1972).
•Convención sobre la protección del patrimonio mundial, cultural y natural (1975).
Consejo de Europa
• Convenio europeo para la salvaguarda de los derechos humanos y las libertades fundamentales (1950).
•Protocolo adicional al Convenio europeo para la salvaguarda de los derechos humanos y
las libertades fundamentales (1952).
•Protocolo adicional n.º 4 al Convenio europeo para la salvaguarda de los derechos humanos y las libertades fundamentales (1963).
•Protocolo adicional n.º 6 al Convenio europeo para la salvaguarda de los derechos humanos y las libertades fundamentales, relativo a la abolición de la pena de muerte (1983).
•Protocolo adicional n.º 7 al Convenio europeo para la salvaguarda de los derechos humanos y las libertades fundamentales (1984).
•Protocolo adicional n.º 12 al Convenio europeo para la salvaguarda de los derechos humanos y las libertades fundamentales (2000).
•Protocolo adicional n.º 13 al Convenio europeo para la salvaguarda de los derechos humanos y las libertades fundamentales, relativo a la abolición de la pena de muerte en todas las
circunstancias (2002).
•Acuerdo europeo sobre los regímenes de seguridad social relativos a la vejez, la invalidez
y la viudedad (1953).
•Convenio europeo de asistencia social y médica (1953).
•Protocolo adicional al Convenio europeo de asistencia social y médica (1953).
•Convención cultural europea (1954).
•Acuerdo europeo sobre el régimen de circulación de personas entre los estados miembros
del Consejo de Europa (1957).
•Acuerdo europeo sobre el intercambio de sustancias terapéuticas de origen humano (1958).
•Acuerdo europeo relativo a la supresión de visados para los refugiados (1959).
•Acuerdo europeo para la protección de las emisiones de televisión (1960).
•Convención sobre la reducción de los casos de pluralidad de nacionalidades y sobre las
obligaciones en caso de pluralidad de nacionalidades (1963).
•Código europeo de seguridad social (1964).
•Protocolo al Código europeo de seguridad social (1964).
•Convención europea relativa a la vigilancia de personas condenadas o en libertad condicional (1964).
•Acuerdo europeo para la represión de las emisiones de radiodifusión efectuadas desde
estaciones de fuera de los territorios nacionales (1965).
•Protocolo al Acuerdo europeo para la protección de las emisiones de televisión (1965).
•Convenio europeo en materia de adopción de niños (1967).
•Convenio europeo sobre la protección del patrimonio arqueológico (1969).
•Convenio europeo sobre el valor internacional de los juicios represivos (1970).
•Convenio europeo sobre la repatriación de los menores (1970).
•Convención europea de seguridad social (1972).
La Generalidad de Cataluña y los tratados internacionales de derechos humanos concluídos por el Estado Español
23
•Acuerdo complementario para la aplicación de la Convención europea de seguridad social
(1972).
•Convención europea sobre la imprescriptibilidad de los crímenes contra la humanidad y los
crímenes de guerra (1974).
•Convenio relativo a la conservación de la vida salvaje y el medio natural de Europa (1979).
•Convenio europeo sobre las infracciones que afectan a los bienes culturales (1985).
•Convenio sobre la salvaguarda del patrimonio arquitectónico de Europa (1985).
•Convenio europeo sobre la protección del patrimonio arqueológico (revisado) (1992).
•Convenio sobre la participación de los extranjeros en la vida pública en el ámbito local
(1992).
•Carta europea de las lenguas regionales o minoritarias (1992).
•Convenio sobre la responsabilidad civil de los daños al medio ambiente resultantes de actividades peligrosas (1993).
•Protocolo n.º 1 al Convenio europeo para la prevención de la tortura y las penas o los tratamientos inhumanos o degradantes (1993).
•Protocolo n.º 2 al Convenio europeo para la prevención de la tortura y las penas o los tratamientos inhumanos o degradantes (1993).
•Protocolo al Convenio europeo de seguridad social (1994).
•Protocolo adicional a la Carta social europea que establece un sistema de reclamaciones
colectivas (1995).
•Convenio europeo sobre el ejercicio de los derechos de los niños (1996).
•Convenio europeo sobre la nacionalidad (1997).
•Convenio europeo de extradición (1957).
•Primer protocolo adicional al Convenio europeo de extradición (1975).
•Segundo protocolo adicional al Convenio Europeo de extradición (1978).
•Convenio europeo para la represión del terrorismo (1977).
•Acuerdo europeo sobre la exención de visados para los refugiados (1959).
•Acuerdo europeo relativo a la transferencia de responsabilidad respecto a los refugiados
(1980).
•Carta social europea (1961).
•Protocolo adicional a la Carta social europea (1988).
•Carta social europea revisada (1996).
•Convenio europeo sobre el estatuto jurídico del trabajador migrante (1977).
•Convenio sobre la protección de las personas respecto al tratamiento automatizado de los
datos de carácter personal (1981).
•Convenio europeo para la prevención de la tortura y otras penas inhumanas o degradantes
(1987).
•Convenio marco para la protección de las minorías nacionales (1995).
•Convenio para la protección de los derechos humanos y de la dignidad del ser humano
respecto a las aplicaciones de la biología y la medicina (1997).
•Protocolo adicional al Convenio para la protección de los derechos humanos y de la dignidad del ser humano respecto a las aplicaciones de la biología y la medicina, por el que se
prohíbe la clonación de seres humanos (1998).
•Protocolo adicional al Convenio sobre la transferencia de personas condenadas (1997).
•Protocolo de enmienda al Convenio europeo sobre la televisión transfronteriza (1998).
•Convención sobre la protección del medio ambiente por parte del derecho penal (1999).
•Protocolo adicional al Convenio sobre la protección de las personas respecto al tratamiento
automatizado de los datos de carácter personal, relativo a las autoridades de control y el
flujo transfronterizo de datos (2001).
•Convención europea relativa a la protección del patrimonio audiovisual (2001).
•Protocolo a la Convención europea relativa a la protección del patrimonio audiovisual, relativo a la protección de las producciones televisas (2001).
•Convenio sobre la cibercriminalidad (2001).
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Materiales de Paz y Derechos Humanos, 9
Oficina de Promoción de la Paz y de los Derechos Humanos
•Protocolo adicional al Convenio para la protección de los derechos humanos y de la dignidad del ser humano respecto a las aplicaciones de la biología y de la medicina, relativo al
trasplante de órganos y de tejidos de origen humano (2002).
•Protocolo adicional al Convenio sobre la cibercriminalidad, relativo a la incriminación de
actos de naturaleza racista y xenófoba cometidos mediante sistemas informáticos (2003).
•Protocolo de enmienda al Convenio europeo sobre la represión del terrorismo (2003).
•Protocolo adicional al Convenio para la protección de los derechos humanos y de la dignidad del ser humano respecto a las aplicaciones de la biología y de la medicina, relativo a la
investigación biomédica (2005).
•Convenio del Consejo de Europa para la prevención del terrorismo (2005).
•Convenio del Consejo de Europa sobre la lucha contra el tráfico de seres humanos (2005).
•Convenio marco del Consejo de Europa sobre el valor del patrimonio cultural para la sociedad (2005).
•Convenio del Consejo de Europa sobre la prevención de los casos de apatridia en relación
con la sucesión de estados (2006).
5.2. Análisis de cuáles de las competencias que corresponden a Cataluña
conforme al nuevo Estatuto llevan implícito un mandato de cumplimiento de
compromisos internacionales del Estado en materia de derechos humanos
Teniendo en cuenta los tratados internacionales que ha ratificado España, ahora, para determinar a quién corresponde aplicarlos (y, si procede, desarrollarlos legislativamente y reglamentariamente), hay que identificar las competencias exclusivas, compartidas o ejecutivas que tienen
incidencia en materias referentes a tratados internacionales de derechos humanos.
a) Competencias exclusivas
Artículo 110. Competencias exclusivas
1. Corresponden a la Generalidad, en el ámbito de sus competencias exclusivas, de manera
íntegra, la potestad legislativa, la potestad reglamentaria y la función ejecutiva. Corresponde
únicamente a la Generalidad el ejercicio de estas potestades y funciones, mediante las cuales
puede establecer políticas propias.
2. El derecho catalán, en materia de las competencias exclusivas de la Generalidad, es el derecho aplicable en su territorio con preferencia sobre cualquier otro.
En este sentido, el nuevo Estatuto de autonomía de Cataluña otorga competencias exclusivas
en las siguientes materias:
• Artículo 118. Asociaciones y fundaciones.
•Artículo 122. Consultas populares (excepto lo que dispone el artículo 149.1.32 de la Constitución española).
•Artículo 127. Cultura.
•Artículo 129. Derecho civil (excepto lo que dispone el artículo 149.1.8 de la Constitución
española).
•Artículo 131. Educación.
•Artículo 132. Emergencias y protección civil.
•Artículo 134. Deporte y ocio.
•Artículo 136. La función pública y el personal al servicio de las administraciones públicas
catalanas.
•Artículo 137. Vivienda.
La Generalidad de Cataluña y los tratados internacionales de derechos humanos concluídos por el Estado Español
25
•Artículo 138. Inmigración.
•Artículo 142. Juventud.
•Artículo 143. Lengua propia.
•Artículo 146. Medios de comunicación social y servicios de contenido audiovisual.
•Artículo 153. Políticas de género.
•Artículo 158. Investigación, desarrollo e innovación tecnológica.
•Artículo 159. Régimen jurídico, procedimiento, contratación, expropiación y responsabilidad
en las administraciones públicas catalanas.
•Artículo 161. Relaciones con las entidades religiosas.
•Artículo 162. Sanidad, salud pública, ordenación farmacéutica y productos farmacéuticos.
•Artículo 166. Servicios sociales, voluntariado, menores y promoción de las familias.
•Artículo 172. Universidades.
b) Competencias compartidas
Artículo 111. Competencias compartidas
En las materias que el Estatuto atribuye a la Generalidad de forma compartida con el Estado,
corresponden a la Generalidad la potestad legislativa, la potestad reglamentaria y la función ejecutiva, en el marco de las bases que fije el Estado como principios o mínimo común normativo
en normas con rango de ley, excepto en los supuestos que se determinen de acuerdo con la
Constitución y con este Estatuto. En ejercicio de estas competencias, la Generalidad puede establecer políticas propias. El Parlamento debe desplegar y concretar por la vía de una ley dichas
disposiciones básicas.
En este sentido, el nuevo Estatuto de autonomía de Cataluña otorga competencias compartidas
en las siguientes materias:
• Artículo 133. Energía y minas.
•Artículo 138. Inmigración.
•Artículo 144. Medio ambiente, espacios naturales y meteorología.
•Artículo 146. Medios de comunicación social y servicios de contenido audiovisual.
•Artículo 158. Investigación, desarrollo e innovación tecnológica.
•Artículo 162. Sanidad, salud pública, ordenación farmacéutica y productos farmacéuticos.
•Artículo 165. Seguridad social.
•Artículo 172. Universidades.
c) Competencias ejecutivas
Artículo 112. Competencias ejecutivas
Corresponde a la Generalidad, en el ámbito de sus competencias ejecutivas, la potestad reglamentaria, que comprende la aprobación de disposiciones para la ejecución de la normativa del
Estado, y también la función ejecutiva, que en todo caso incluye la potestad de organización de
su propia Administración y, en general, todas las funciones y actividades que el ordenamiento
atribuye a la Administración pública.
En este sentido, el nuevo Estatuto de autonomía de Cataluña otorga competencias ejecutivas en
las siguientes materias:
• Artículo 155. Propiedad intelectual e industrial.
• Artículo 156. Protección de datos de carácter personal.
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Materiales de Paz y Derechos Humanos, 9
Oficina de Promoción de la Paz y de los Derechos Humanos
•Artículo 159. Régimen jurídico, procedimiento, contratación, expropiación y responsabilidad
en las administraciones públicas catalanas.
•Artículo 161. Relaciones con las entidades religiosas.
•Artículo 162. Sanidad, salud pública, ordenación farmacéutica y productos farmacéuticos.
•Artículo 163. Seguridad privada.
•Artículo 164. Seguridad pública.
•Artículo 168. Sistema penitenciario.
•Artículo 170. Trabajo y relaciones laborales.
•Artículo 172. Universidades.
5.3. Derechos, deberes y principios rectores que se ven afectados por los
tratados internacionales en materia de derechos humanos
Finalmente, hay que ver qué derechos, deberes y principios rectores pueden verse afectados por
los tratados internacionales en materia de derechos humanos:
• Artículo 15. Derechos de las personas.
•Artículo 16. Derechos en el ámbito de las familias.
•Artículo 17. Derechos de los menores.
•Artículo 18. Derechos de las personas grandes.
•Artículo 19. Derechos de las mujeres.
•Artículo 21. Derechos y deberes en el ámbito de la educación.
•Artículo 22. Derechos y deberes en el ámbito cultural.
•Artículo 23. Derechos en el ámbito de la salud.
•Artículo 24. Derechos en el ámbito de servicios sociales.
•Artículo 25. Derechos en el ámbito laboral.
•Artículo 26. Derechos en el ámbito de la vivienda.
•Artículo 27. Derechos y deberes en relación con el medio ambiente.
•Artículo 29. Derecho de participación.
•Artículo 31. Derecho a la protección de las señas personales.
•Artículo 32. Derechos y deberes de conocimiento y uso de las lenguas.
•Artículo 33. Derechos lingüísticos ante las administraciones públicas y las instituciones
estatales.
•Artículo 35. Derechos lingüísticos en el ámbito de la enseñanza.
•Artículo 39. Disposiciones generales.
•Artículo 40. Protección de las personas y de las familias.
•Artículo 41. Perspectiva de género.
•Artículo 43. Fomento de la participación.
•Artículo 44. Educación, investigación y cultura.
•Artículo 45. Ámbito socioeconómico.
•Artículo 46. Medio ambiente, desarrollo sostenible y equilibrio territorial.
•Artículo 47. Vivienda.
•Artículo 51. Cooperación al fomento de la paz y al desarrollo.
•Artículo 52. Medios de comunicación social.
•Artículo 53. Acceso a las tecnologías de la información y de la comunicación.
•Artículo 54. Memoria histórica.
La Generalidad de Cataluña y los tratados internacionales de derechos humanos concluídos por el Estado Español
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6. Recomendaciones
Teniendo en cuenta todo el estudio teórico y práctico expuesto más arriba, las conclusiones y las recomendaciones que se formulan se orientan, especialmente, a la necesidad de
que la Oficina de Promoción de la Paz y los Derechos Humanos intervenga de manera
decisiva tanto en la fase ascendente como en la fase descendente de los tratados internacionales. También se formulan recomendaciones para que la Oficina alerte el Gobierno de la
Generalidad y al Parlamento sobre la necesidad de instar a la modificación de ciertas leyes
estatales en materia de tratados internacionales, lo cual permitiría potenciar la participación
de las comunidades autónomas en la formalización y ejecución de estos tratados.
A) Respecto a la fase ascendente de conclusión de tratados internacionales:
• Habría que concienciar tanto al Gobierno como al Parlamento autonómico de la necesidad de
pedir al Gobierno central que ponga en práctica los mecanismos existentes para incrementar
la participación de las comunidades autónomas en la fase ascendente de formalización de
tratados internacionales. Es decir, habría que pedir que se pongan en práctica las vías jurídicas del artículo 150.2 de la Constitución española, hecho que permitiría transferir o delegar
en Cataluña, mediante una ley orgánica, facultades correspondientes a materias de titularidad
estatal que, por su naturaleza, son susceptibles de transferencia o delegación.
•La Oficina de Promoción de la Paz y los Derechos Humanos debería buscar fórmulas imaginativas para superar las insuficiencias de los estatutos de autonomía actuales y hacer
que las comunidades autónomas, en la medida de sus competencias e intereses, puedan
participar en la formación de la voluntad exterior del Estado.
•Habría que asesorar a la Generalidad y al Parlamento de Cataluña, en ejercicio del derecho
que tiene la Generalidad a ser informada antes de la conclusión de los tratados internacionales, para que puedan formular las observaciones que consideren necesarias y que
puedan ser útiles al Gobierno del Estado en la fase de negociación de tratados internacionales en materia de derechos humanos.
•Habría que formar parte de la representación de la Generalidad de Cataluña en la delegación
negociadora española de los tratados internacionales en materia de derechos humanos.
•Habría que asesorar al Gobierno de la Generalidad sobre la facultad que ésta tiene de solicitar al Gobierno del Estado la conclusión de tratados internacionales en materia de
derechos humanos sobre materias de su competencia.
•Habría que instar el Gobierno del Estado a manifestar su consentimiento a obligarse por
tratados internacionales en materia de derechos humanos que ya han entrado en vigor, pero que, por varios motivos, España todavía no ha ratificado. Nos referimos, por ejemplo, a los
protocolos adicionales 4, 7 y 13 al Convenio europeo de derechos humanos, la Carta social
europea revisada y el Convenio de las Naciones Unidas sobre los trabajadores migrantes.
B) Respecto a la fase descendente de aplicación de los tratados internacionales:
•Habría que establecer el catálogo/inventario de tratados internacionales en materia de
derechos humanos que contienen normas non self-executing y ver en qué medida corresponde al Parlamento autonómico o a la Generalidad adoptar la legislación o la reglamentación necesaria para hacer efectivas las disposiciones que contienen.
•Habría que asesorar al Parlamento autonómico y al Gobierno de la Generalidad para poder
pedir al Consejo de Estado el dictamen preceptivo para los anteproyectos de leyes o de
disposiciones reglamentarias que Cataluña deba dictar en ejecución, cumplimiento o desarrollo de tratados internacionales.
•Habría que alertar al Gobierno de la Generalidad y al Parlamento autonómico en los casos
en que el Estado pretenda hacer un uso excesivo de la facultad conferida por el artículo
150.3 de la Constitución española y recorrer, de manera abusiva, a leyes armonizadoras
para uniformizar las operaciones de aplicación de los tratados internacionales en materia de
derechos humanos.
•Habría que supervisar que los diversos departamentos del Gobierno de la Generalidad y
el Parlamento de Cataluña elaboran la reglamentación y la legislación necesaria para
poder hacer efectivas las disposiciones de los tratados internacionales en materia de derechos humanos formalizados por España.
•Habría que supervisar que los diversos departamentos del Gobierno de la Generalidad de
Cataluña aplican de manera correcta, en el ámbito de sus competencias, los diversos
tratados internacionales en materia de derechos humanos.
C) Necessitat d’instar la modificació de certes lleis estatals en matèria de
tractats internacionals
• La Oficina de Promoción de la Paz y los Derechos Humanos tendría que alertar sobre la
necesidad de adoptar una nueva legislación estatal sobre tratados internacionales que
sustituyera el Decreto preconstitucional 801/1972, de 24 de marzo, relativo a la ordenación de la actividad de la Administración del Estado en materia de tratados internacionales.
No hay duda de que habría que elaborar una nueva ley sobre los tratados internacionales
que previera la mecánica de participación de las comunidades autónomas en la conclusión
de este tipo de tratados, teniendo en cuenta diversos grados de intensidad (según el tema)
y varios escenarios (según si el tratado afecta a una comunidad autónoma o más). En definitiva, se trataría de un proceso continuo de concertación Estado / comunidades autónomas
de carácter multilateral o bilateral.
•La Generalidad de Cataluña debería hacer patente la necesidad de elaborar una legislación
estatal que regule la participación de representantes de las comunidades autónomas en
el proceso de negociación de los tratados internacionales.
•Otro proyecto de modificación legislativa consistiría en potenciar el papel que podría corresponder al Senado como cámara de representación territorial y posible catalizador de
la participación de las comunidades autónomas en la actividad exterior del Estado.
•La Oficina tendría que alertar sobre la necesidad de esta reforma: en la misma medida
que los órganos colegiados ejecutivos de las comunidades autónomas y sus asambleas
legislativas están legitimados para interponer recursos de inconstitucionalidad y que estos recursos pueden afectar a una disposición normativa con fuerza de ley (o, incluso, de
carácter supralegal, como son los tratados internacionales), parecería razonable que las
comunidades autónomas tuvieran legitimidad para solicitar el control previo de inconstitucionalidad previsto en el artículo 95 de la Constitución española.
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