Los recursos de las familias urbanas de bajos

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CEPAL
COMISION ECONOMICA PARA AMERICA LATINA Y EL CARIBE
Oficina de Montevideo
LOS RECURSOS DE LAS
FAMILIAS URBANAS DE BAJOS
INGRESOS PARA ENFRENTAR
SITUACIONES CRÍTICAS
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NACIONES UNIDAS
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Comisión Económica para América Latina y el Caribe
CEPAL
Oficina de Montevideo
LOS RECURSOS DE LAS FAMILIAS URBANAS DE BAJOS INGRESOS
PARA ENFRENTAR SITUACIONES CRÍTICAS
900030175
90 0030175 - B IB L IO T E C A C E P A L
Documento preparado por la Oficina de CEPAL en Montevideo, con el apoyo financiero
del PNUD, en él marco del Proyecto URU/97/017 “Apoyo a la implementación del
Programa de Acción de la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social”.
LC/MVD/R.171.Rev.1
Marzo de 1999
Una versión similar de este trabajo fue incorporada como Capítulo II del libro “Activos y
estructuras de oportunidades. Estudios sobre las raíces de la vulnerabilidad social en
Uruguaÿ‘ (LC/MVD/R.180).
Este documento ha sido elaborado por Cecilia Zaffaroni, consultora de la Oficina de CEPAL
en Montevideo.
Carmen Albistur, Erna Briano, Rosario De los Santos, Rita Hardoy,
Patricia Hauser, Martha Napol y Margarita Ponce de León tuvieron a su cargo la
realización de las entrevistas a las familias. Las opiniones expresadas en este documento
son de exclusiva responsabilidad de la autora y pueden no coincidir con las de la
Organización.
La CEPAL manifiesta su deuda de gratitud con todos aquellos entrevistados que
prestaron generosamente su tiempo para la realización de las entrevistas en profundidad,
así como también agradece a las personas que colaboraron aportando información
calificada en el trabajo de selección y acceso a la población encuestada, en el ámbito de
sus respectivas instituciones: Miguel Cecilio y Flavia Vidoni del INTEC; Rosana Corbo,
Enrique Galicchio, Carmen*-Altè^ y Graciela Godoy de la DINAE; Cristina Fynn, Carmen
Gerhardi y Erna Menoni de los Centros Comunales Zonales 9, 12 y 16 de la Intendencia
Municipal de Montevideo, respectivamente; Inés Piada, Rosario Nogués y Mercedes
Velázquez, de la Intendencia Municipal de Maldonado; Julio Calzada, Paula Baleato,
Adriana Briozzo y Mónica Ceferino, del Instituto de Educación Popular “El Abrojo”; Rosana
González, del Centro CAI F (Ciudad Vieja); José Luis Miguel de ADSIS (Ciudad Vieja); y,
Enrique Saavedra y Andrea Baccino, de Gurises Unidos.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) es un organismo regional de las
Naciones Unidas, fundado en 1948 y cuya sede se encuentra en Santiago de Chile. En la CEPAL
participan todos los gobiernos de la región y su Secretaría tiene por funciones cooperar y asistir a los
países y a la región en su conjunto en el proceso de desarrollo.
La Oficina de CEPAL en Montevideo tiene como funciones colaborar con Uruguay mediante la
realización de estudios e investigaciones y la prestación de servicios de asistencia técnica sobre
aspectos del desarrollo económico y social. Su dirección es Juncal 1305 piso 10,11000 Montevideo,
Uruguay, donde puede obtenerse información sobre sus publicaciones.
RESUMEN
En este documento se presentan los resultados de un trabajo de campo realizado en base
a entrevistas en profundidad aplicadas a 53 familias, en particular, a los cónyuges de cada
unidad familiar mediante sucesivas entrevistas. Los criterios de selección de las unidades,
que surgieron tras consultas a informantes calificados, buscaron maximizar el rango de
variación de las condiciones de pobreza y deprivación tanto de los hogares como de las
localidades de pertenencia. Con criterio intencional, se seleccionaron seis localizaciones
de asentamientos precarios, tres de ellos de la periferia de Montevideo y otros tantos de la
ciudad de Maldonado por ser éste un centro dinámico de crecimiento poblacional y
migración reciente, asociado a su cercanía a Punta del Este, y se realizaron además
varias entrevistas complementarias en la zona antigua de la ciudad de Montevideo,
Ciudad Vieja, caracterizada por situaciones de pobreza típica de barrios en proceso
agudo de deterioro y de empleo precario asociado a las oportunidades derivadas de la
proximidad con el centro de la ciudad. Un segundo grupo de entrevistas fue realizado en
tres localidades del interior del país cuyo denominador común es el haber experimentado
el cierre de fuentes de trabajo de alto impacto en la comunidad (Rosario, Gregorio
Aznárez y Santa Lucía).
En todos los casos, el grupo objetivo al que se dirigió la indagación estuvo
constituido por hogares que se encuentran en etapas del ciclo de vida familiar que
incluyen hijos en la niñez y/o la adolescencia. Sobre la base de estos criterios, fue posible
identificar la variedad de respuestas y estrategias de las familias pobres y vulnerables
ante diferentes condiciones relativas a los cambios en las estructuras de oportunidades.
El estudio permite indagar acerca de las modalidades más frecuentes de
generación y movilización de activos como son las relativas al empleo y movilización de la
fuerza de trabajo secundaria, en particular de la mujer y de los hijos; la capacidad relativa
de la familia para invertir en "capital humano”, y los determinantes y las tensiones
Inherentes a las decisiones familiares acerca del mantenimiento de sus hijos en el sistema
educativo. A la vez, examina la importancia que tiene la vivienda en el bienestar de la
familia, así como las decisiones de inversión vinculadas a la utilización de la misma como
activo movilizable para el desarrollo de actividades productivas, la obtención de rentas u
otras fuentes de ingreso. El estudio permite conocer las estrategias de movilidad
geográfica ya sea de la familia o de alguno de sus miembros, y analiza las respuestas que
dan los hogares en materia de manejo del gasto, el crédito y el endeudamiento, en
particular, con respecto a la restricción del consumo ante situaciones de reducción de los
ingresos. Se examinan también otras estrategias de sobrevivencia ligadas al uso de
activos físicos y de capital social, tales como la incorporación de otros hogares en la
vivienda o la transformación de familias nucleares en extendidas.
Un último apartado se centra en los activos de “capital social”, entre los cuales se
destaca la importancia de las redes de vínculos y comportamientos de apoyo mutuo a
través de nexos familiares, comunitarios y laborales, otorgando particular énfasis al
examen de la estabilidad y completitud de la unidad familiar como recurso básico de sus
miembros.
3
ÍNDICE
Página
INTRODUCCIÓN
BREVE CARACTERIZACIÓN DE LAS LOCALIDADES EN QUE RESIDEN LAS
FAMILIAS
ENFRENTANDO SITUACIONES CRÍTICAS
A.
LA PÉRDIDA DEL EMPLEO O EL DETERIORO DE LAS CONDICIONES
DE TRABAJO
B.
SIN TECHO PARA LA FAMILIA
C.
EL DETERIORO DE LOS VÍNCULOS FAMILIARES; LA VIOLENCIA EN
EL HOGAR
D.
LA PÉRDIDA DE LA SALUD, EL FALLECIMIENTO DE ALGUNO DE LOS
MIEMBROS
7
11
21
22
24
28
31
MOVILIZANDO RECURSOS
35
A.
EL TRABAJO COMO RECURSO
37
a.
El incremento de las horas de trabajo del jefe de hogar
38
b.
La obtención de un puesto de trabajo que ofrece mejores
condiciones
38
c.
La incorporación o reintegro de la mujer al mercado de trabajo
39
d.
El trabajo de los hijos
41
e.
La aceptación de condiciones de trabajo desventajosas
43
f.
El pasaje a trabajador por cuenta propia
44
B.
EL CAPITAL HUMANO
50
a.
La adquisición y uso de la formación con que hoy cuentan
los adultos
50
b.
Factores que incidieron en las posibilidades de seguir estudiando
52
c.
Expectativas de los adultos por continuar estudiando
53
d.
La educación de los hijos
54
e.
Factores vinculados al funcionamiento del centro educativo y a la
relación entre éste y la familia, que inciden en la continuidad
de los estudios
56
f.
La atención de la salud
58
C.
LA APLICACIÓN DE RECURSOS A LA ADQUISICIÓN DE LA VIVIENDA
61
a.
Las estrategias para acceder a la vivienda y sus diversos resultados 61
b.
El uso de la vivienda para fines productivos
70
D.
EL CAMBIO DE LUGAR DE RESIDENCIA COMO ESTRATEGIA PARA
POSIBILITAR MEJORES OPORTUNIDADES DE TRABAJO Y ACCESO
A SERVICIOS
71
a.
El traslado fuera de fronteras
72
b.
Maldonado, polo de atracción
74
c.
Los contrapesos de una difícil decisión
75
Página
E.
F.
V.
EL USO DE LOS INGRESOS PARA LA SATISFACCIÓN DE LAS
NECESIDADES COTIDIANAS. POSIBILIDADES Y RIESGOS DE LA
INVERSION A MÁS LARGO PLAZO
76
a.
Los cambios en las pautas de consumo
76
b.
El uso del crédito
78
c.
La venta de bienes como forma de remediar situaciones difíciles
79
d.
Las decisiones sobre inversión y sus resultados
80
EL CAPITAL SOCIAL
81
a.
Las redes sociales
83
b.
El desconocimiento de normas de convivencia; la inseguridad
instalada en la vida cotidiana
99
c.
El grado de cohesión familiar y la autopercepción sobre su situación 107
CONCLUSIONES
A.
LA INTERACCIÓN ENTRE LOS FACTORES QUE INCIDEN EN LA
CAPACIDAD DE SUPERACIÓN DE SITUACIONES CRÍTICAS
B.
FACTORES DE INCERTIDUMBRE. LAS TENSIONES INHERENTES
A LA ADOPCIÓN DE ESTRATEGIAS PARA LAS FAMILIAS DE
ESCASOS RECURSOS
C.
LA INCIDENCIA DEL CONTEXTO LOCAL
D.
EL ACCESO Y LA UTILIZACIÓN DE LOS SERVICIOS PÚBLICOS
E.
IMPLICANCIAS PARA LAS POLÍTICAS SOCIALES
La responsabilidad social
119
119
120
123
125
126
126
I. INTRODUCCIÓN
El presente capítulo tiene como objetivo profundizar en el conocimiento de las estrategias
de sobrevivencia y mejoramiento de las condiciones y oportunidades de bienestar de
hogares urbanos en situación de vulnerabilidad. Se basa en la realización de entrevistas en
profundidad a 53 familias que han enfrentado o enfrentan situaciones críticas cuya
superación ha puesto a prueba, tanto la utilidad de los recursos de que disponen, como su
capacidad de movilizarlos en forma efectiva.
Su alcance es estrictamente exploratorio por lo que no se pretende que las
conclusiones sean generalizables a ningún sector de población. Es una mirada desde los
protagonistas de estas situaciones que busca ilustrar sus percepciones, los fundamentos
de sus decisiones, sus expectativas respecto al futuro, así como sus opiniones sobre cuáles
son las vías más adecuadas para mejorar su bienestar y reducir los riesgos de caer en la
pobreza o en la miseria.
Este enfoque, netamente cualitativo, apunta a complementar otros estudios ya
efectuados o en vías de realización sobre el perfil de las familias en situación de pobreza y
sobre el uso de activos por los hogares uruguayos, mediante la utilización de técnicas
cuantitativas que posibilitan dimensionar esta problemática en relación al conjunto de la
población.
Los principales criterios que orientaron la selección de las familias a entrevistar
tendieron a maximizar la posibilidad de identificar una mayor variedad de estrategias y
respuestas utilizadas, y a priorizar los núcleos familiares en etapa de crianza de sus hijos,
por entender que es en esa fase del ciclo de vida donde las necesidades suelen ser mas
apremiantes1.
Un primer conjunto de entrevistas se focalizó en familias que residen en tres
asentamientos precarios de Montevideo y tres de la ciudad de Maldonado. Se trata de
asentamientos de diversas características en cuanto a su antigüedad, origen de la
población, nivel de servicios existente, y grado de ordenamiento territorial y de organización
social. Uno de ellos se caracteriza por la concentración de hogares que han sido
previamente desalojados de otras viviendas. Se incluyeron también algunos casos de
familias residentes en Ciudad Vieja.
El segundo grupo de entrevistas se orientó a familias afectadas por el cierre de
fuentes de trabajo de alto impacto en la zona en la que residen. Se seleccionaron tres
localidades con estas características, todas ellas ubicadas en el interior del país: Gregorio
Aznárez, Rosario y Santa Lucía.
La selección se realizó en forma intencional, para garantizar la obtención del tipo de
información buscada. Se entrevistó inicialmente a un conjunto de familias a partir de las
cuales se seleccionaron aquellas que se aproximaban más al perfil buscado, con las que se
1 CEPAL, Oficina de Montevideo, “Marginalidad e integración social en Uruguay’’, LC/MVD/R.140,
agosto de 1996; y también FAS/INE, “Evolución de la pobreza estructural en la década 1984-1994”,
diciembre de 1995.
7
efectuaron dos entrevistas adicionales. Se buscó realizar una entrevista a cada uno de los
miembros de la pareja, lo que ocurrió en la mayor parte de los casos. Cuando esto no fue
posible, se llevaron a cabo entrevistas a ambos en forma conjunta, o se hicieron las dos a la
misma persona si se trataba de mujeres solas o por alguna razón no era posible entrevistar
al otro integrante de la pareja. Se incluyeron algunas familias que ya no residen en el barrio
o localidad elegida, teniendo en cuenta que él abandono de la misma podía ilustrar un tipo
de estrategia específica. Para preservar el anonimato, los nombres con que se identifican
los entrevistados, son ficticios.
La vía de acceso a las familias fue, en todos los casos, a través de informantes
calificados, los que en cada localización tuvieron diversas características. En algunas de
ellas, profesionales que trabajan en el área en relación con dependencias municipales,
permitieron establecer el contacto con Comisiones vecinales, las que una vez conocido el
objetivo del estudio, facilitaron el relacionamiento con familias del lugar. En otros casos, la
puerta de entrada estuvo constituida por una organización no gubernamental que trabaja
desde hace muchos años en la zona, o equipos técnicos que han participado en estudios o
programas de regularización de asentamientos.
En las localidades del interior, el acercamiento se efectuó a través de organismos
públicos que han estado impulsando programas de reconversión laboral, los que facilitaron
el contacto con personas de la localidad que en algún momento asumieron roles de
representación o de nexo con los vecinos, quienes favorecieron el relacionamiento con las
familias.
Las entrevistas fueron efectuadas por un equipo de siete asistentes sociales con
amplia experiencia de relacionamiento coh estos sectores de población. En el Anexo se
detallan las instituciones y personas que colaboraron con el estudio en calidad de
informantes calificados o aportando información relevante para el estudio y la nómina de
integrantes del equipo de campo.
La cooperación abierta y desinteresada de las familias entrevistadas posibilitó recoger
una información muy amplia sobre los diversos temas enfocados. La presentación que se
realiza a continuación comprende sólo una parte de la misma, destacada en función de los
objetivos específicos del estudio.
En el Capítulo II se incluye una breve caracterización de las distintas localidades en
que residen los entrevistados y algunos datos sobre la composición familiar y perfil de los
integrantes, para permitir contextualizar el conjunto de la información presentada. Dicha
caracterización no pretende ser exhaustiva, ni el perfil de las familias representativo de la
población de cada localidad. Aun así, ayuda a comprender mejor la diversidad de
situaciones y estrategias presentadas, por lo que es importante relacionarla con los casos
pertenecientes a distintas localidades incluidos al analizar los ejes temáticos considerados.
'
En el Capítulo III se presenta una primera categorización de las situaciones criticas
enfrentadas por las familias que fueron entrevistadas y a las que de un modo u otro
responden, en combinaciones diversas, las estrategias que luego se explicitan.
El Capítulo IV aborda los diversos tipos de recursos movilizados por las familias y las
modalidades con que los emplean. En primer lugar, se analiza el trabajo como el recurso
por excelencia de los hogares que viven en contextos urbanos; el incremento de horas de
trabajo del jefe de familia, la aceptación de condiciones de trabajo de inferior calidad a las
que tenía en el pasado, la decisión de trabajar por cuenta propia o formar una empresa
independiente, se muestran como diversas formas de buscar alternativas de mejora o al
menos de sobrevivencia. El trabqjo de la mujer y el trabajo de los hijos aparecen también
como medios para lograr un incremento de los ingresos familiares y obtener mejores
condiciones de vida. Ambos generan cambios en la dinámica familiar y tienen diverso tipo
de costos.
En segundo lugar, se considera el capital humano tanto como recurso que las familias
pueden movilizar como en su carácter de rubro respecto al cual deben decidir cuánto, cómo
y dónde invertir, así como las restricciones y condicionantes que pesan sobre esa decisión.
Hasta dónde han invertido personalmente en su educación?, cuál es la realidad y las
expectativas respecto a la educación de sus hijos?, qué prioridad otorgan a la atención de la
salud?, son algunos de los aspectos analizados.
En tercer lugar, se presenta información sobre la vivienda y su centralidad para la
familia como espacio vital, como proyecto prioritario y, en algunos casos, como ámbito para
desarrollar actividades generadoras de ingresos.
En cuarto término, se incluye información sobre el traslado de la familia como
alternativa asumida por varios núcleos, lo que implica riesgos, incertidumbres y rupturas, y
constituye una fuerte apuesta a la obtención de mejores oportunidades.
Se analizan posteriormente las decisiones adoptadas por las familias respecto a la
restricción del consumo en los momentos más difíciles, el recurso a la venta de bienes de
uso para superar carencias críticas, el uso del crédito, los efectos del endeudamiento y el
tipo de inversiones realizadas en momentos en que logran generar excedentes.
Un último aspecto analizado se centra en la consideración de la existencia, uso y
vulnerabilidad del capital social. Comienza por enfocar la fortaleza o debilidad de las redes
de vínculos que unen a las familias con sus parientes, vecinos, amigos o con otras
personas ajenas a su círculo de relaciones más inmediato. Explora el tipo de intercambio y
ayuda mutua que opera entre ellos y su incidencia en la posibilidad de las familias de hacer
frente a sus dificultades. Luego, se incluye información sobre el grado en que en las
distintas localidades, rigen normas de convivencia o se producen situaciones de violencia,
agresión y violación de derechos, y sus efectos en la vida familiar. Además, se analizan las
expectativas de los entrevistados hacia el futuro y el grado en que la existencia o
inexistencia de un núcleo familiar unido y con un proyecto común incide en la fragilidad o
fortaleza de la familia para hacer frente a las adversidades y para aprovechar las
oportunidades.
Finalmente, en el Capítulo V se sintetizan las principales conclusiones y
recomendaciones que sugiere el análisis realizado.
9
II. BREVE CARACTERIZACIÓN DE LAS LOCALIDADES
EN QUE RESIDEN LAS FAMILIAS
LA CHACARITA
Este asentamiento se ubica en terrenos municipales a ambos lados del Camino
Maldonado a la altura del Km 12.500. Su formación es muy antigua, existiendo familias que
viven allí desde hace más de 20 años. Sin embargo, ha experimentado más recientemente
un proceso de expansión. Datos proporcionados por el INTEC -a partir de un estudio
realizado en 1994 con el propósito de elaborar una propuesta de regularización- indican que
más del 70% de la población se ha radicado allí en los últimos seis años. A esa fecha, la
mayor parte de los residentes (65%) eran nacidos en Montevideo y el resto provenía del
interior del país.
Está dividido en dos zonas claramente diferenciadas por el Cno. Maldonado, una dé
las cuales carece de vías internas de circulación vehicular. Ha sido estructurado en forma
espontánea, la mayor parte de los lotes no tiene más de 200 m2, y existen sectores donde
las construcciones se encuentran particularmente hacinadas.
Existen carencias infraestructurales graves como la falta de saneamiento, el elevado
nivel de contaminación del arroyo La Chacarita, la existencia de zonas innundables, y la
falta de vías que posibiliten una adecuada circulación, lo que restringe la disponibilidad de
servicios de ambulancias, bomberos, recolección de residuos y otros. No hay alumbrado
público al interior del barrio y la mayor parte de las viviendas disponen de energía eléctrica
no habilitada por la Administración de Usinas y Transmisiones Eléctricas (UTE).
Esta comunidad alcanzó niveles importantes de organización y movilización en
procura de obtener mejoras, que se tradujeron fundamentalmente en la construcción de un
salón comunal y en su inclusión en el Programa de Regularización propuesto por la
Intendencia Municipal de Montevideo (IMM). Sin embargo, en los últimos años, varios
episodios de violencia y enfrentamientos entre vecinos llevaron a que las Comisiones
vecinales restringieran su funcionamiento o dejaran de funcionar, y a que en el salón
comunal no se realicen prácticamente actividades.
Las familias de esta comunidad que fueron entrevistadas están conformadas por
parejas cuyo promedio de edad es de 39 años para los jefes de hogar y de 34 para el
cónyuge. La media de hijos por familia es de 4.5. Aproximadamente, la mitad de los
entrevistados nacieron en Montevideo, en tanto que la otra mitad son oriundos del interior,
verificándose cierta concentración de familias provenientes de Salto.
El 70% de los adultos no continuaron sus estudios más allá de la enseñanza primaria.
El promedio de ingresos mensuales por hogar es de $ 3.800. La casi totalidad de los jefes
de hogar trabajan en actividades inestables e informales, desempeñándose como peones
de la construcción, formando parte de cuadrillas de carga y descarga, como feriantes,
realizando changas de diverso tipo o como hurgadores. Las mujeres que trabajan
representan menos de la mitad entre las entrevistadas. Las que lo hacen, realizan trabajos
de costura o artesanías en su domicilio, asisten algunos días en la semana a un costurero
parroquial y una de ellas atiende un almacén instalado en su casa. En general, transmiten
11
una importante valoración del trabajo independiente y un rechazo a las condiciones de
trabajo dependiente predominantes en las actividades a las que pueden acceder.
Las familias que provienen del interior han logrado mejorar en términos relativos su
situación, expresan expectativas positivas hacia el futuro y valoran su situación actual como
buena o relativamente buena, en mayor medida que los nacidos en Montevideo. Entre
estos últimos, es más frecuente encontrar casos de familias que han acumulado a lo largo
de los años múltiples experiencias de situaciones críticas.
Los vínculos familiares y los proyectos comunes tienen, entre las familias
entrevistadas en esta comunidad, una mayor fragilidad y vulnerabilidad que las que viven en
otros contextos, con la única excepción de las que fueron realojadas después de su pasaje
por el Hogar Uruguayana.
Las situaciones de violencia e inseguridad que se viven cotidianamente en esta
comunidad inciden en forma importante en las condiciones de vida de estas familias y en su
estado anímico.
NUEVA ESPERANZA
En un mismo predio enmarcado por las calles Lecoq y Albeniz, se ubican dos
asentamientos, con características muy similares, denominados Nueva Esperanza y Nuevo
Lecoq.
Nueva Esperanza comenzó a formarse hace unos diez años, a partir de un grupo de
personas que se autoatribuyó la potestad de fraccionar y asignar terrenos, que no eran de
su propiedad, a familias necesitadas de vivienda.
Los terrenos están fraccionados en forma muy ordenada y las viviendas son
relativamente homogéneas, si bien tienen características más precarias cuanto más
cercanas al arroyo Pantanoso se encuentran.
Los vecinos se han organizado y han desarrollado una intensa actividad en los últimos
años, para resistir intentos de desalojo y defender su derecho a la vivienda frente a las
autoridades nacionales y municipales. Han abierto cuentas en el Banco Hipotecario del
Uruguay (BHU) para demostrar su voluntad de pago y están completando las negociaciones
con el Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente (MVOTMA) y la
IMM para asegurar la regularización de su situación.
Se proponen que Nueva Esperanza sea reconocido como un barrio y no como un
asentamiento. Mientras tanto, continúan realizando gestiones con la IMM para lograr la
adecuación de las calles internas, participan en diversas comisiones que funcionan en la
órbita del Centro Comunal Zonal (Comisión de Salud, Comisión de la Mujer, entre otras),
realizan gestiones ante UTE y la Administración de las Obras Sanitarias del Estado (OSE),
se proponen obtener la instalación en el barrio de un Centro de Salud y una Escuela, y
terminar el salón comunal cuya construcción se ha iniciado.
12
El promedio de edad de los jefes de familia entrevistados es de 43 años y de 37 el de
sus cónyuges; la amplia mayoría son nacidos en Montevideo. Tienen 3.2 hijos por hogar.
Algo más de un 30% de los adultos entrevistados cursó sólo enseñanza primaria, y casi un
60% accedió al primer ciclo de enseñanza secundaria.
Cuentan con un ingreso mensual promedio de $6.700. La mayoría de los jefes de
hogar tienen un empleo formal y se desempeñan en algún oficio, aunque por lo general en
funciones que no requieren importante calificación. La mitad de las mujeres entrevistadas
realizan trabajos remunerados, la mayoría como empleadas domésticas, en tanto que otras
cumplen tareas por cuenta propia en su domicilio.
Se trata, en general, de familias que vieron deteriorarse sus condiciones de vida al
perder trabajos mejor remunerados o mantener los mismos en un contexto de necesidades
crecientes y que no pudieron continuar sosteniendo el pago de un alquiler. A muchas de
ellas les ha costado adaptarse a las condiciones de inseguridad ambiental y de
incertidumbre respecto a su permanencia en el barrio. Aun así, la mayoría expresa un
sentimiento de arraigo importante, que se refleja en la satisfacción por lo que han logrado, la
voluntad de alcanzar o recuperar mejores condiciones de vida y de solucionar
progresivamente los diversos problemas y carencias existentes en el barrio. Salvo una de
las entrevistadas, que vive una situación muy especial, el resto no percibe estar viviendo un
momento malo o particularmente difícil.
NUEVO MARTÍNEZ REINA
Hasta fines de 1994 y durante más de diez años, la Intendencia Municipal de
Montevideo utilizó como alojamiento de emergencia para familias desalojadas, el llamado
Hogar Uruguayana ubicado en el edificio donde había funcionado tiempo atrás la Fábrica
Martínez Reina. Llegaron a vivir allí unas 137 familias, en su mayor parte provenientes del
desalojo de fincas ruinosas de Ciudad Vieja y Barrio Sur.
Con el paso del tiempo, las condiciones del edificio se fueron deteriorando y el
espacio y los servicios sanitarios disponibles resultaron totalmente insuficientes para la
población que allí habitaba.
En el Hogar Uruguayana se conformó un grupo humano con características muy
particulares, altamente heterogéneo en su composición y en los hábitos previos de sus
integrantes. Muchos continuaron trabajando en sus ocupaciones anteriores y buscando
lograr mejores oportunidades. Otros quedaron desocupados y se adaptaron a sobrevivir
haciendo uso de los servicios que la IMM prestaba a las familias dentro del propio local,
básicamente un Comedor y una Policlínica. Varios tendieron a desarrollar actividades en la
vecina zona de Paso del Molino, tales como cuidar coches, la venta callejera e inclusive la
mendicidad.
Los ex-habitantes de este lugar que fueron entrevistados expresan sentimientos
diversos y en muchos casos ambiguos sobre su estancia allí. Refieren temores,
preocupación por la existencia de conductas delictivas y circulación de droga, inadecuación
de las condiciones de vida para ellos y en especial para sus hijos, pero también mencionan
el desarrollo de fuertes lazos de solidaridad con otros vecinos, el apoyo mutuo, el clima
13
festivo que en ciertas fechas se generalizaba, evidenciando al hacerlo sentimientos de
pérdida y de nostalgia.
En 1994, la IMM planteó la necesidad de desalojar este establecimiento y propuso a
las familias dos alternativas: la constitución de cooperativas de vivienda por ayuda mutua o
el traslado a Núcleos Básicos Evolutivos construidos por el MVOTMA. Unas 15 familias se
integraron a cooperativas de vivienda y algo más de 80 fueron trasladadas a un conjunto de
Núcleos Básicos Evolutivos ubicados en la zona de Casavalle (San Martín y Teniente
Rinaldi). De estas últimas no todas aceptaron su nueva ubicación, algunas abandonaron
las viviendas o las vendieron, pese a que no tenían derecho a comercializarlas. A juzgar
por lo que expresan sus ex-vecinos, consideraron que perdían acceso a sus fuentes de
ingresos, se sintieron aislados, entendieron que la vivienda adjudicada no era adecuada a
las necesidades familiares y optaron por irse.
Las familias entrevistadas incluyen a algunas de las que viven en este nuevo barrio-al
que ellos identifican como "Nuevo Martínez Reina”- y dos de las que optaron por integrarse
a cooperativas de vivienda.
En estas familias, el promedio de edad es de 47 años para los jefes de familia y de 36
para sus cónyuges; el promedio de hijos por hogar es de 4.5. La amplia mayoría de ellos
nacieron en Montevideo y han vivido largas historias de carencia, privación y desintegración
familiar. Más del 60% de los adultos no continuó los estudios más allá del nivel primario y,
entre ellos, más de la mitad no cursó primaria completa.
La media de ingresos mensuales de estos núcleos familiares es de $ 2.700. Entre los
jefes de hogar sólo uno, que es empleado municipal, tiene trabajo formal; el resto sobrevive
realizando changas o como vendedor ambulante. La mitad de las mujeres trabajan como
empleadas domésticas, lavando ropa en la casa, y una de ellas ha instalado un almacén en
su casa.
Sus percepciones y expectativas hacia el futuro son bastante variadas ya que se trata
de un grupo muy heterogéneo. Las dos familias que viven en cooperativas de ayuda mutua
manifiestan una visión más positiva, pero aun entre el resto sólo una familia, que vive una
situación muy conflictiva con uno de los integrantes del núcleo, califica el momento en el
que se encuentra actualmente como malo.
CIUDAD VIEJA
La Ciudad Vieja ha sido afectada por un acelerado proceso de deterioro de las
condiciones de vida urbana debido a procesos de tugurización, contaminación ambiental,
concentración de población dedicada a actividades marginales e inseguridad.
Este proceso ha comenzado a controlarse en los últimos años mediante medidas de
preservación edilicia, reciclaje de construcciones dedicadas a vivienda y a la actividad
comercial, reactivación de algunas zonas comerciales y turísticas, y aumento de los
controles y acciones tendientes a preservar la seguridad pública.
14
Existieron más dificultades en esta zona que en ninguna otra para lograr tomar
contacto con familias residentes del perfil definido y obtener su colaboración para la
realización de las entrevistas. Sus horarios, el tipo de ocupaciones en algunos casos, la
falta de privacidad de la vida en pensiones o casas de inquilinato en otros, el recelo quizá
en unos terceros, provocó que el número de familias entrevistadas en esta zona haya
resultado menor que en las restantes.
Una consecuencia de ello es que las familias que aportaron información presentan un
sesgo hacia núcleos que han participado en la construcción de viviendas por ayuda mutua,
o que ocupan viviendas recicladas que han adquirido por sus propios medios o en el marco
de programas municipales. Se trata en general de familias con un buen nivel de integración
y estabilidad familiar. Sin desconocer estas limitaciones, la información que aportan es de
mucha utilidad para comprender un poco mejor las peculiaridades de la vida cotidiana en
esta zona.
El número promedio de hijos de las familias entrevistadas es de 3.2, los jefes de
hogar tienen una edad promedio de 41 años y sus cónyuges de 35. Los ingresos
mensuales promedio del núcleo familiar están en el orden de los $5.000. La mayoría de los
adultos realizó estudios más allá de los primarios, particularmente de carácter técnico en la
ex-UTU.
Ninguno de los jefes de hogar del sexo masculino entrevistados cuenta en estos
momentos con un trabajo formal, ya que sólo desarrollan actividad laboral por cuenta propia
en rubros ligados a la construcción o están desocupados. Las mujeres, en cambio,
incluyendo entre ellas una jefe de hogar, tienen empleos formales en actividades de
limpieza en casas de familia u oficinas, o se desempeñan como auxiliares en empresas
céntricas y en restaurantes de la zona.
En general, perciben su situación actual como ni muy buena ni muy mala. La mayoría
proviene de familias montevideanas con historias de desestructuración familiar. Expresan
un fuerte vínculo con el barrio en que viven. Pese a que admiten la existencia de problemas
de seguridad, valoran especialmente la facilidad de movilización que desde allí tienen a
todas partes de la ciudad y las oportunidades de acceso a diverso tipo de servicios, tanto
para ellos como para sus hijos.
MALDONADO
En la ciudad de Maldonado se han ido conformando en los últimos años, varios
asentamientos con familias que provienen de todas partes del país. Se acercan atraídas por
las oportunidades de trabajo que la zona balnearia ofreció en el momento del auge de la
construcción y continúa ofreciendo en el sector servicios, particularmente en la temporada
de verano.
Si bien no se dispone de datos precisos sobre el particular, el crecimiento de estos
agrupamientos poblacionales puede apreciarse a simple vista. También es notorio que los
servicios existentes en esas áreas y los requeridos para atender las necesidades básicas
en áreas como salud y educación, están siendo desbordados por un nivel de demanda que
no están en condiciones de atender.
15
En este caso, las familias entrevistadas no pertenecen a un sólo asentamiento sino a
varios de ellos. Algunas residen en el barrio Maldonado Nuevo, en el que se estima se
agrupan entre 13.000 y 15.000 personas. Otras forman parte de un barrio denominado
"Granja Cuñetti", por ocupar terrenos en que antiguamente funcionaba una empresa con
esa denominación. Según un relevamiento efectuado recientemente por la Intendencia
Municipal de Maldonado viven allí unas 1.000 personas que forman parte de 263 familias.
Más del 74% de este grupo proviene del interior, un 7% de Montevideo, y un 13% son
familias originarias de Maldonado. También se entrevistaron familias que residen en el
llamado "Barrio Hipódromo", levantado en ¡as inmediaciones de la pista hípica de la ciudad.
De todas las familias entrevistadas en la investigación, las residentes en
asentamientos de Maldonado son las que tienen un perfil más joven. El promedio de edad
de los jefes de hogar es de 36 años y el de sus cónyuges de 35. Tienen promedialmente 2.3
hijos por hogar.
Perciben un ingreso mensual promedio de $6.000. Solamente en un caso el jefe de
hogar tiene un trabajo formal, en tanto que la mayoría realiza changas o trabaja en forma
independiente en la construcción, jardinería, tareas de mantenimiento y fotografía.
En las familias entrevistadas todas las mujeres trabajan con la excepción de una que
tiene un hijo enfermo y mantiene la expectativa de hacerlo en cuanto mejore. Realizan
tareas de limpieza en edificios, viviendas y otros establecimientos, alguna trabaja en
jardinería y una atiende una panadería instalada en su domicilio. También en este caso
prácticamente todas trabajan sin estar registradas formalmente.
Las dos terceras partes de estas familias evalúan su situación como buena o más o
menos buena y el resto como mala. Por lo general no les resultó fácil la opción de
abandonar sus lugares de origen; la mayoría llegó alentada por familiares y amigos que se
habían trasladado anteriormente. Luego de un proceso de adaptación, consideran
mayoritariamente que fue positiva la opción del traslado. Aunque a muchos les gustaría
volver a su pueblo, transmiten la convicción de que no podrían sostener a sus familias allí.
GREGORIO AZNÁREZ
El Pueblo Gregorio Aznárez está ubicado en el departamento de Maldonado, junto al
arroyo Solís Grande que limita este departamento del de Canelones. Dista algo menos de
90 Km. de la ciudad de Montevideo y unos 50 Km. de Punta del Este. Las principales vías
de acceso y comunicación son la ruta 9 y la ruta Interbalnearia.
El surgimiento de este pueblo estuvo ligado a la instalación de un ingenio azucarero,
que cesó su actividad en 1982. Entre 1982 y 1984 se montó una nueva Planta
Agroindustrial, a partir de la infraestructura existente, que operó hasta hace dos años. Del
relato de sus ex-operarios se desprende que esta fábrica se instaló con un nivel de
equipamiento muy moderno y sofisticado, funcionaba las 24 horas del día y contaba con
personal con un elevado nivel de entrenamiento proporcionado por la propia empresa.
16
Los datos preliminares del Censo de 1996 ubican la población de Aznárez en 998
habitantes, pertenecientes a 317 hogares. La población creció un 55% en el período
intercensal (1985/1996). En 1985 la gran mayoría de la población activa (96%) se
encontraba trabajando, y aproximadamente la mitad lo hacía en la Planta Agroindustrial. A
la fecha en que la Planta dejó de funcionar ocupaba a 234 personas, de las cuales más de
80 formaban parte de empresas tercerizadas cuya constitución había impulsado la empresa
como parte de sus políticas de reestructura.
Hasta ese momento, los pobladores de la localidad habían desarrollado escasos
vínculos laborales con otras áreas y rubros, debido a que la Planta generaba un nivel de
empleo suficiente y ofrecía además condiciones laborales de un nivel claramente superior al
existente en el entorno. El cierre de la Planta representó por tanto un durísimo golpe para
todo el pueblo. Los entrevistados manifiestan que aún no logran comprender por qué la
cerraron, y que muchos a pesar de los 703 días transcurridos desde el cierre -impresiona el
grado de precisión con que contabilizan el tiempo desde ese momento- aún no se
convencen de que no volverá a abrir.
Las familias entrevistadas son en general de edad superior a la media del conjunto
considerado en este estudio. Los jefes de familia tienen como promedio 49 años y sus
esposas 45. El promedio de hijos es más bajo en términos relativos y se ubica en 2 por
hogar. El 60% tiene un nivel educativo superior a la enseñanza primaria. La casi totalidad
de los entrevistados proviene de la zona o de los departamentos limítrofes. La mayoría de
ellos vive en el pueblo, pero otros lo hacen en localidades vecinas como Pan de Azúcar y
Cerros Azules.
Las expectativas de estas familias hacia el futuro son muy diversas ya que se observa
una gran variedad de situaciones. En general, coinciden en la pérdida de esperanza
respecto a una reactivación de fuentes de trabajo en Pueblo Aznárez. Se enfrentan a la
decisión de trabajar afuera de la localidad, en ella pero atendiendo demandas externas, o
emigrar. Aprecian muy especialmente las condiciones de vida en el pueblo, la tranquilidad,
el tipo de relacionamiento entre los vecinos, la calidad ambiental, y ninguno desearía
abandonarlo.
Los operarios más calificados, o mandos medios, han podido reinsertarse
laboralmente en localidades vecinas o en Punta del Este, algunos de ellos mejorando
incluso sus condiciones de trabajo. Sin embargo, deben asumir los costos materiales y
familiares de la distancia del lugar de trabajo. Los que formaban parte de empresas
tercerizadas han logrado resultados diversos, ya que mientras algunos mantienen un nivel
de actividad razonablemente satisfactorio realizando trabajos para clientes de otras
localidades y regiones, otros han debido cerrarlas.
Quienes tenían menor calificación no han logrado una reinserción estable, ya que sólo
han podido realizar changas y trabajos durante la temporada. Los de mayor edad han
enfrentado dificultades importantes para volver a trabajar, algunos esperan obtener una
jubilación anticipada y otros rio consideran esto una alternativa conveniente y se
manifiestan muy preocupados y desalentados respecto a sus posibilidades de solucionar su
situación.
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SANTA LUCÍA
La dudad de Santa Lucía está ubicada al noroeste del departamento de Canelones a
pocos kilómetros de su capital, junto al límite con San José y a 65 Km. de Montevideo. De
■acuerdo a los datos del último censo, residen en ella 16.764 habitantes que integran 5,034
hogares.
A comienzos de los años setenta la mayor parte de la población activa de esta
localidad estaba ocupada en el sector industrial y más de un 40% de ella en la industria del
calzado. Esta actividad se concentraba en un núcleo reducido de empresas, por lo que el
nivel de empleo en la localidad resultó altamente dependiente de la situación de las
mismas.
La industria del calzado vio decaer progresivamente su nivel de actividad en el país,
como efecto de la apertura comercial y la fuerte competitividad de productos importados,
que llevaron a un desplazamiento de la producción nacional en el mercado interno. Las
empresas exportadoras debieron asimismo enfrentar el retraso cambiario, la caída de la
demanda en los mercados del Norte y la fuerte competencia de productos de otras
regiones. En el caso de Santa Lucía, una sola empresa llegó a emplear en forma directa
unas 400 personas. Luego de un proceso de reducción continuó funcionando con unas 260,
para en una tercera etapa cerrar su actividad. A lo largo de este proceso, fueron muchos
los que entraron y salieron durante largos períodos del seguro de paro, vieron demorarse
indefinidamente las fechas de pago, o recibieron propuestas de constituir empresas
independientes renunciando a la indemnización a cambio de asegurarles una demanda de
trabajo en la que muchos no creyeron.
Todas las familias entrevistadas en esta localidad sufrieron un fuerte impacto a
consecuencia de esta situación. En muchas de ellas, ambos miembros de la pareja
trabajaban en esta fábrica casi desde su adolescencia. El deterioro progresivo de las
condiciones de trabajo que culminó con el despido o la renuncia, fue minando sus ahorros y
generando en muchos casos un endeudamiento que les ha resultado muy difícil superar.
El promedio de edad de los jefes de hogar se ubica en 37 años y en 36 el de sus
cónyuges. El número de hijos por familia es de 2.2 como promedio. La gran mayoría ha
nacido en la ciudad o en otras localidades del departamento. El 65% de los adultos inició al
menos estudios secundarios y en algunos casos llegaron a completarei segundo ciclo y a
cursar estudios de formación docente.
El nivel promedio de ingresos mensuales se ubica en $ 4.600. La totalidad de los
jefes de hogar tienen un empleo más o menos estable aunque, con algunas excepciones,
no éstárí conformes con las condiciones de trabajo. Las mujeres, salvo una, trabajan en
Ocupaciones diversas que van desde empleada doméstica, operaria en una fábrica o
responsable de la atención de un almacén propio, hasta docente de enseñanza secundaria.
En general perciben su situación actual como más o menos, o mala. Experimentan
sentimientos de pérdida y de deterioro de sus condiciones de vida. No tienen mayores
expectativas de que la situación mejore en la ciudad y no desean tener que abandonarla,
aúnCfUe algunos ya lo han hecho. A pesar de ello, siguen buscando alternativas que les
permitan aumentar su bienestar y ofrecer mejores oportunidades a sus hijos.
18
ROSARIO
La ciudad de Rosario está ubicada al sureste del departamento de Colonia a 50 Km
de la capital del mismo, a 15 Km de la desembocadura del arroyo Rosario y a 130 Km de
Montevideo. Conforma junto con Nueva Helvecia (a 14 Km) y Colonia Valdense (a 9 Km)
un área urbana, existiendo una fluida comunicación entre las tres ciudades.
Es la cuarta ciudad del departamento en términos de volumen de población,
residiendo en ella 3.050 hogares que integran 9.428 personas, según el último Censo.
En esta ciudad hace más de 30 años se instalaron varias fábricas, algunas de las
cuales habían funcionado primitivamente en Montevideo; entre ellas, una fábrica de
artículos de aluminio para uso doméstico, una productora de acumuladores eléctricos y una
fábrica de artículos de cerrajería que llegaron a ocupar en su conjunto varios cientos de
personas.
En los últimos años, varias fábricas ligadas a la industria textil, del cuero y la
metalurgia cerraron sus puertas y enviaron a sus obreros al seguro de paro. Como
consecuencia de ello, muchas familias se vieron afectadas por la inseguridad laboral y la
pérdida de ingresos y del capital generado en momentos de mayores oportunidades
laborales.
Las familias entrevistadas en esta localidad tienen un promedio de 3.3 hijos por hogar,
la edad promedio de los jefes de familia es de 42 años y la de sus esposas 38. Todos ellos
han nacido en la ciudad de Rosario o en otras localidades del departamento de Colonia. La
totalidad de los entrevistados completó la enseñanza primaria, y algo más del 60% al
menos comenzó estudios liceales o en UTU. El 40% completó el primer ciclo de enseñanza
secundaria.
El promedio de ingresos mensuales de las familias se ubica en unos $6.000. El 50%
de los jefes de familia tenía un empleo formal a la fecha de la entrevista, uno se encontraba
en seguro de paro y el resto estaba realizando trabajos por cuenta propia o changas. Entre
las mujeres, trabajaba algo más del 50%. La mayor parte de éstas habían dejado de
trabajar luego de casarse y del nacimiento de sus hijos, y volvieron a hacerlo debido a las
dificultades de sus esposos para contar con empleo estable y un ingreso suficiente para
cubrir las necesidades de la familia.
El arraigo en la localidad es muy fuerte en todos ellos; valoran el estilo de vida y el tipo
de relacionamiento que allí predomina. Los vínculos y redes de apoyo con sus familiares,
vecinos y amigos son muy sólidos. En general se trata de familias integradas, que
comparten valores y pautas comunes en relación a estilos de vida y convivencia. Dichos
elementos han operado como el principal sostén de estos grupos familiares en momentos
adversos. Probablemente, esto explique que aunque la mayor parte de ellos califican la
situación presente como más o menos, o como mala, en relación a épocas pasadas, no
transmitan -salvo alguna excepción- sentimientos de angustia frente a la incertidumbre
futura.
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111. ENFRENTANDO SITUACIONES CRÍTICAS
Todas las familias entrevistadas debieron enfrentar en algún momento de su vida
situaciones críticas, de mayor o menor gravedad, que fueron vividas con más o menos
angustia por sus diversos miembros, y que bloquearon su capacidad de reacción o por el
contrario las llevaron a movilizar capacidades y recursos no empleados anteriormente. En
algunos casos, la situación crítica deja de ser una circunstancia especial, se pasa a convivir
con ella como lo habitual, lo cotidiano, o la vida se transforma en una cadena de situaciones
cuyo signo negativo parece cada vez más difícil revertir.
Por lo general, estas situaciones tienen como origen, como desencadenante o como
agravante una pérdida relevante, ya sea de trabajo, de vivienda, de salud, de vínculos
sociales o de armonía y cohesión familiar.
Frente a estas situaciones que implican una ruptura o un desequilibrio con respecto a
la condición anterior, las familias ponen en juego los recursos materiales, humanos y
sociales a su alcance en combinaciones diversás, dependiendo de su dotación, de sus
capacidades, posibilidades y disposición para utilizarlos y para asumir costos y riesgos.
Como se podrá apreciar en los casos que a continuación se presentan con fines ilustrativos,
la sumatoria de pérdidas y/o la acumulación de frustraciones en los intentos de superarlas
-en algunos casos incluso intergeneracionales- van configurando situaciones cada vez más
difíciles de manejar.
A pesar de ello y como se verá, aun en los casos más complejos, las familias que
transmiten sentimientos de desesperanza y abandono del espíritu de lucha constituyen una
excepción.
Se ilustran cuatro tipos de situaciones críticas que pueden identificarse a partir del
relato de los entrevistados. El primero de ellos, que de un modo u otro afecta o afectó en
algún momento a la totalidad de estas familias, es la pérdida del empleo o el deterioro
significativo de las condiciones de trabajo. El trabajo es el recurso más importante con que
cuenta la población más carenciada, en particular en el medio urbano. La imposibilidad de
colocarlo en el mercado tiene un impacto inmediato en la economía familiar y en el grado de
vulnerabilidad del núcleo familiar.
El segundo es la carencia de vivienda, la falta de un lugar en el que vivir y protegerse.
La vivienda ocupa un lugar central en los activos de la familia, por las múltiples
dimensiones o facetas de su vida en las que incide. Por un lado, es un elemento clave en el
nivel de bienestar y el grado de seguridad con que puede desarrollarse la convivencia
familiar. Por otro, constituye un importante recurso que puede ser movilizado con una
finalidad productiva y de generación de ingresos como se ilustrará más adelante.
El tercer tipo de situación crítica, que con frecuencia aparece combinada con una de
las anteriores o con ambas, es la existencia de crisis en el relacionamiento familiar,
desintegración del núcleo, violencia doméstica, embarazo adolescente u otros problemas de
los hijos que la familia no está preparada para enfrentar. La ruptura o la fragilidad de los
vínculos debilita la capacidad del núcleo para hacer frente a situaciones adversas y le
impide movilizar sus recursos y capacidades. El tipo de relación entre los miembros
21
interactúa con los restantes factores de la situación familiar, siendo afectado y a su vez
afectando su capacidad de enfrentar los problemas, los cambios y las ¡ncertidumbres que el
ambiente en que viven les plantea.
Por último, en algunos casos el factor desencadenante o agravante de una situación
crítica es un grave problema de salud de algunos de los miembros de la familia o su
fallecimiento. Estas situaciones, además de generar mucha angustia, suelen afectar la
capacidad del núcleo de hacer uso de sus recursos para enfrentar otros problemas de la
vida cotidiana.
A. LA PÉRDIDA DEL EMPLEO O EL DETERIORO DE LAS CONDICIONES DE TRABAJO
Alberto es oriundo de Tomás Gomensoro en el departamento de Artigas, tiene 51 años y 3
hijos, y vive con su esposa Rosa en un asentamiento de Montevideo. Comenzó a trabajara
los 10 años en la chacra, en el corte de caña y en las zafras del trigo y del arroz para
ayudar a su padre. A los 22 años vino a Montevideo, a casa de una tía. Obtuvo trabajo en
una papelera a través de un muchacho del barrio que trabajaba allí; durante 6 años enfardó
papel en esa empresa.
A través de los vínculos generados con un empleado que iba regularmente a entregar
recortes de papel, obtuvo empleo en una Impresora. “Era medio bravo, porque en ese
tiempo tomaban gente con estudios y yo tenía pocos estudios. Me probaron tres meses y
estuve 18 años ahí"... "Entré como limpiador, pero luego fui ascendiendo, aprendí mirando
trabajar a los oficiales maquinistas y terminé trabajando en las máquinas. Ya tenía un
sueldiio bastante bueno porque era medio oficial, oficial aprendiz. Entonces empezó a
disminuir el trabajo. Cuando yo entré éramos como 400 y pico de personas. Empezaron a
sacar las máquinas y a reducir personal. Estuve dos meses en el seguro de paro y luego
agarramos un trabajo grande para Brasil y Argentina, y me llamaron de nuevo, pero cuando
éste se acabó me dieron de baja, a mí y a sesenta más. Entonces empecé a trabajaren la
construcción, nunca en la vida había hecho ese trabajo, pero tenía que mantener a los
botijas. Algunos compañeros míos consiguieron trabajo en otra impresora, pero a una
persona de mi edad ya no la toman. Extrañé mucho, nada que verlo que ganaba en la
impresora con lo que pagan en la construcción. Allá tenía todos los beneficios sociales, y si
precisaba plata antes de la quincena nunca tuve problemas. Ahora no estoy en planilla, tal
vez si sale una obra grande me ponen. Pero al menos estoy trabajando, ganando la comida
para mi esposa y mis hijos, hay otra gente como yo, padres de familia, que están sin
trabajo". Rosa trabajaba como empleada doméstica pero últimamente ha dejado de hacerlo
para ocuparse de su nieta, que a su juicio no es bien atendida por su hija mayor, aún
adolescente. Ambas están viviendo con ellos.
Roberto es el hijo menor de 4 hermanos, tiene 37 años y vivió toda su vida en la
Ciudad Vieja. Está casado con Ana María y tienen 4 hijos. A los 8 años comenzó a salir con
un vecino que hacía reparto de leche a domicilio durante las vacaciones, para ganar unos
pesitos. El padre era empleado de la Compañía del Gas y la madre limpiaba una galería en
el Centro. A los 15 años entró como cadete en una tienda, mientras estudiaba Diseño
Gráfico en UTU. A los 17 años entró en un laboratorio fotomecánico. "Un vecino me
22
recomendo, era dibujante publicitario por su cuenta, yo dos por tres bajaba a ia casa porque
me encantaba verlo trabajar y cuando podía lo ayudaba. Empecé como aprendiz, hacía de
todo, fotocopias para clisés, para los diarios, la parte de avisos, la separación del color.
Después pasé a la sección de copiado de chapas o de elementos gráficos y terminé en el
armado de fotomontajes. El estudio lo dejé; tal como yo lo veía, no estaba aprendiendo lo
que yo quería aprender, no me iba a servir de nada. Ya lo estudiaba en el trabajo.”
Al cabo de 4 años pasa a trabajar a una impresora en el área de fotomecánica y más
adelante se vincula a una empresa que fabrica tapas metálicas para envases de refrescos.
"Cuando empiezo a ver que los grandes clientes comienzan a traer envases de plástico, me
la veía venir. Si no cambiaban la metodología se venían a pique, empecé a tener algunos
problemas con el capataz y entonces pedí el despido"..."Quedé deambulando, buscando.
Un día encuentro en el diario un aviso, 'servicio gráfico necesita mecánico' y me presento.
Era para trabajar en negro; trabajé 3 méses, de golpe empezó a andar medio mal
económicamente y me dijeron, 'vamos a prescindir de sus servicios. ' En este momento no
tengo nada; fui a pila de imprentas y nada. "
Ana María, que había dejado de trabajar cuando nació su primer hijo, obtuvo empleo
en una fábrica cercana; cree que no le pagan lo que corresponde a las tareas que realiza,
pero no se anima a dejarlo mientras su esposo esté desempleado. Ha cambiado la
organización de la familia, ya que los hijos y Roberto se han distribuido las tareas del hogar
para ayudarla.
Hugo y Mirtha viven en Santa Lucía y tienen tres hijos. Ambos comenzaron a trabajar
desde muy jóvenes -antes de casarse- en una fábrica de calzado. Al cabo de 13 años, los
envían a ambos a seguro de paro. Les realizan una oferta de pasar a trabajar en una
empresa cooperativa con otros obreros de la empresa a condición de renunciar al pago de
despido. Temen que luego la empresa cooperativa no funcione y pierdan trabajo y despido,
y no aceptan la propuesta. "Fue dificilísimo, los dos sin trabajo. Tuve que hacer maravillas y
ella también; fui a cortar uva, a hacer changas a una obra, me fabriqué una maquinita chica
para arreglar algún zapato, para traer un peso a casa. Me quedé con esta deuda de la
casa, que no sabia ni para donde agarrar, porque iban pasando los meses y me iba
atrasando con el Banco Hipotecario. A veces teníamos comida para los botijas pero para
nosotros no. Si tenía que pagar dos recibos, tenía que ir y pedir, por favor me aguantás
uno".
Para salir de esa situación, Hugo acepta trabajar en una empresa en la que le pagan
poco, con atraso y en muy malas condiciones laborales. "Allí se trabaja con caucho en un
galpón todo cerrado, se trabaja con cemento y no hay ventilación ni nada, no dejan prender
ni un ventilador. El baño es como si entrara a un chiquero de chanchos. Se hicieron
denuncias en la Inspección de Trabajo y en los dos años que estuve nunca les hicieron
nada. Estaba en una tensión de nervios que ya no me servía nada. Llegaba a casa y no
quería hablar con ella ni con nadie. Pero la necesidad tiene cara de hereje y tenía que
seguir ¡aburando, pero un día no aguanté más".
Algún tiempo después de esa situación, Hugo está trabajando en una fábrica de
calzados en Montevideo, el sueldo no le alcanza, tiene que estar fuera de su casa 15 horas
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para trabajar 8, pero es lo único que tiene.
doméstica.
Mirtha está trabajando como empleada
Juan nació en Gregorio Aznárez. Sus padres eran medianeros "en el tiempo en que
se plantaba remolacha”, y es el menor de 11 hermanos. A los 14 años, empezó a trabajar
como peón en RAUSA en la cosecha y luego en el Taller. En 1982, esta fábrica deja de
producir y la planta se reconvierte empezando a operar en 1984 la Agroindystria La Sierra.
: Juan continúa trabajando en la nueva plantó hasta 1996, en que la empresa deja de
funcionar. Hoy tiene 54 años, está casado con Mary y tienen 4 hijos, tres mayores y uno
pequeño de 3 años. Viven en Cerros Azules, un pueblo cercano a Gregorio Aznárez; desde
su modesta casa disfrutan de un hermoso paisaje. Ño tiene trabajo, sólo pudo conseguir
una changa como sereno en Punta del Este en el verano. Mary, que no trabajaba desde
que nació su primer hijo, está haciendo limpiezas en el balneario Solís, pero en invierno sólo
tiene trabajo un día en la semana. Sus hijos buscan trabajo pero tampoco lo consiguen. Uno
de ellos trabaja puntualmente en un hotel, algunos fines de semana.
Juan está muy angustiado por su futuro; es posible que tenga la posibilidad de tener
una jubilación anticipada pero no sé decide a aceptarla pues duda de que pueda mantener
a su familia con ella. La empresa le pagó un buen despido, que usaron para ampliar la
vivienda y el resto lo guardaron y no se animan a gastarlo. "La empresa se portó bien, pero
uno valora mucho más el trabajo que la plata que le pudiera dar en ese momento. A mí me
interesa mucho más trabajar que agarrar unos pesos ". .."Lo único que pretendo es trabajar,
tener trabajo hasta los 65 o los 70. Yo me encuentro competente para trabajar, pero es tán
difícil. És lamentable habernos quedado sin trabajo. Cuando uno más lo necesita es a.esta
edad, qué le espera a la vida de uno? Parece que uno llega a cierta edad y ya somos un
objeto desechable. Aunque pudiera jubilarme, con $2.000 y pico, que hago? ¿cómo
mantengo a là familia?. Mientras pueda hacer una changa tal vez, pero y después? Y si me
sale algún trabajo bueno y ya me jubilé y no lo puedo tomar?"... "Salgo a caminar y a
pensar, porque mientras uno trabaja no piensa, pero cuanto más pienso más manija me
doy. No puedo depender de los hijos, y en nuestro caso al revés, todavía están con
nosotros. Si fuera un viejo rezongón les diría, miren acá la cosa no va más porque no tengo
trabajo, pero estamos todos iguales porque ellos tampoco consiguen"..."Hace 29 años que
nos casamos y nunca habíamos pasado por esto, trabajo siempre hubo, de lo que sea pero
había. La falta de trabajo trae todos los problemas. Uno se pone más fatalista, se le viene
encima la edad...."
B. SIN TECHO PARA LA FAMILIA
Selva vino de Paysandú a los 14 años, a pasar un Carnaval en Montevideo a casa de su
padre y nunca regresó. Trabajó como doméstica en una casa de familia durante 10 años.
Se encuentra con un vecino de su barrio en Paysandú que vino a la capital, a trabajaren la
construcción, y deciden casarse. Alquilan una vivienda en Pocitos, contando con el apoyo
de sus patrones. Ella deja de trabajar y nacen tres hijos. A los 8 años el esposo los
abandona. Selva no tiene trabajo estable, no puede seguir pagando el alquiler, y los
antiguos patrones que siempre la habían apoyado han fallecido. Un día le llega el cedulón
del desalojo y se encuentra con sus hijos en la calle.
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"Yo no tenía a donde ir, no sabía que hacer y dije que sea lo que Dios quiera, porque
yo no tenía idea de que siendo una mujer con hijos igual la sacaban a la calle. Vi a esos dos
hombres parados con carpetas que me dijeron que les tenía que entregar las llaves
enseguida; les dije enseguida no puedo y me dejaron para el otro día. Los vecinos cuando
se dieron cuenta, me hicieron una colecta. Un vecino me dejó entrara un altillo que no tenía
ventanas ni puertas, dormíamos en el suelo. "... "Estaba desesperada y fui a vera la Dra. R.;
yo la veía en el barrio y sabía que ella ayudaba a las mujeres solas. La esperé desde las 7
de la tarde hasta las 12 de la noche, y ella me dio un papel para que fuera a hablar a la
Intendencia. Al otro día estaba allí, pasaron dos o tres días haciendo papeleo, después
fueron a pedir referencias mías al barrio, y el viernes vino un camión y me llevó al Hogar
Uruguayana. íbamos por Bulevar Artigas, yo veía el Cerro que se me acercaba y se me
acercaba, y me puse a lloraren el camión. Tenia un susto de ira i Cerro, de tener que ira
trabajar y dejarlos solos en el Cerro; pero no, era ahí no más, en Uruguayana"..."Me dieron
una pieza grande, porque yo tenía muchas cosas... y bueno, 9 años pasamos allí".
Luego de adaptarse a su nueva situación, Selva consigue trabajo haciendo limpiezas
y continúa trabajando hasta el día de hoy ininterrumpidamente. Ingresa a una Cooperativa
de Viviendas que se forma con un grupo de familias alojadas en el Hogar Uruguayana.
Aporta horas de trabajo en la obra luego de completar su jornada diaria de trabajo. Su hijo
mayor la ayuda én esa tarea. Hoy ocupa su nueva vivienda de la que está orgullosa. Sus
dos hijas estudian y tratan de apoyar a su hermano mayor para que retome sus estudios.
‘Eduardo vivía en Rivera con su esposa; su primer hijo nace ciego y discapacitado. La
esposa lo abandona y él decide trasladarse a Montevideo en busca de apoyo médico y
tratamiento adecuado para su hijo. Al hacerlo abandona su trabajo en la intendencia
Municipal. En un primer momento viven en casa de unos familiares. "A los 15 ó 20 días me
di cuenta que en una palabra, molestaba, y me fui"..."Estuve durmiendo en la Plaza de los
Bomberos, después me fui a una especie de depósito, unos hornos viejos que había atrás
del Hospital Pasteur." Allí conoce a Luján que también se había alojado allí con un hijo.
Luján nació en una familia muy pobre, su padre era tropero y vivían en Melilla. A los 17
años sus padres se separaron y se quedó a cargo de 5 hermanos menores; desde los 17
trabaja en fábricas y como doméstica. A los 21 años queda embarazada. "Yo metí la pata
como muchacha de campo de allá, mi padre me aceptó con mi hija; en mi familia querían
que me lo sacara, era la primera que quedaba embarazada así, pero el dijo que no, si lo
supo hacer que torne ia responsabilidad como madre"... "Cuando la nena cumplió 10 años
como no mejoraban las cosas y yo trabajaba desde las 5 de la mañana, opté por llevársela
a mi hermana." Obtiene un trabajo en OSE y entabla una relación con un compañero de
trabajo. Queda embarazada nuevamente. No mantiene el vínculo con él, "efe noche se le
daba por hurtar, y eso no va conmigo; cayó preso y salió cuando el nene tenía 5 meses y
dije esta no es vida para mí, así que lo dejé"
Vivía en una pensión y cuando no pudo seguir pagándola se fue atrás del Pasteur
donde conoce a Eduardo Deciden vivir juntos y salir de allí, "ese rio era lugar para criara
los hijos". Van por un mes a casa de una compañera. "Entonces salí a buscar y encontré
unos terrenos acá, pegado había un ranchito en el que vivía una familia y tenía una pieza
muy chiquita que alquilaba, me vine para acá. Al poco tiempo limpié todo ese terreno e hice
una pieza provisoria para meterme; y ahora estoy poco a poco intentando hacer mi
25
casa"... "Antes de tener estas dos piezas que tengo ahora, en esa piecita pegada acá,
cuando llovía el agua me llegaba a la cintura adentro de mi casa. Ahora no, porque la hice
un poco más levantada, ve? A veces cuando llueve miramos como se inunda toda la gente
pero nosotros ya no, antes sacábamos tanques de agua de adentro. "... "Mire, ahí tengo unos
bloques juntados, hace un año y medio que tengo esas vigas. Tengo que comprar fierro,
tengo que comprar ladrillos, portland, y este año no fue demasiado bueno, pero no me hago
problema, porque hace 8 años no tenía nada y hoy, gracias a Dios, tengo un techo y tengo
una familia. "
Blanca nació en José Pedro Varela, departamento de Lavalleja, donde siguen
viviendo sus padres y sus 14 hermanos. Allí conoce a Tomás con quien se casa. Ella
trabaja como doméstica y él como tornero, pero las cosas no les van bien desde el punto de
vista económico. Al cabo de unos años, ella comienza a preocuparse porque no queda
embarazada y deciden trasladarse a Montevideo para someterse a un tratamiento médico y
tratar de obtener un mejor trabajo. Llegan a vivir en casa de una tía, ambos obtienen trabajo
y ella queda embarazada. "Pero a los 6 meses de vida de mi hija tuvimos que volver a
Varela; la empresa en que yo trabajaba dio quiebra y mi esposo también quedó sin trabajo".
Allí Blanca obtiene trabajo en una Cooperativa Agropecuaria, donde se siente muy a gusto.
"Al tercer año cambió toda la Directiva, vino gente nueva, innovaron todo, pusieron
computación y a mí como que ya no quedó lugar y me sacaron. Me ofrecieron quedarme
en otro puesto, pero era de inferior categoría y yo me sentía muy mal, me sentía destituida,
así que no acepté. Mi mando también estaba mal, fue un año crítico en la cosecha de arroz
y soja, y los talleres no tenían trabajo"..."Entonces, decidimos ir a probar suerte a
Maldonado. Mi esposo tenía un amigo allá que le dijo que pagaban bien el trabajo de él.
Estuvo dos meses solo hasta que logró conseguir trabajo y alquilar una pieza, entonces me
fui para allá, ya teníamos a las dos nenas".
No habían pasado 15 días cuando les avisan que la madre de él está grave y
regresan a Varela. Ella falleció. Cuando regresan, Tomás había perdido el trabajo y en la
pieza les dieron el desalojo. "En la desesperación, estábamos sin casa y sin trabajo, mi
marido salió a buscar trabajo y yo por otro lado a buscar una casa. Algo que nos alquilaran
sin entrega inicial porque habíamos venido sólo con el pasaje, y no encontraba. Entonces,
llego a una casa ahí al lado de la Iglesia y le cuento a un señorío que me pasa, ya no sabía
que más hacer. El hombre me dice que a pocas cuadras de allí se está formando un barrio
nuevo y que hay una señora que anota la gente que necesita casa y le van entregando un
predio para que construya una casita. Yo me voy con la noticia a la pieza que teníamos que
entregar a los pocos días y mi marido me dice, pero Blanca, a ti te venden el obelisco,
dónde viste que te van a regalar un pedazo de tierra porque sí. Pero yo volví, un hombre me
marcó el terreno, trajo dos o tres vecinos para mostrarme las referencias del encargado del
barrio y me presentó como la nueva vecina. Me dijo, pero mire que usted tiene que estar
todos los días acá y edificar, porque esto no es de nadie, y si no, viene otro necesitado y se
lo queda. Al otro día fui yo con la beba, y me puse a carpir y a marcar mi terreno, sin el
consentimiento de mi esposo, porque él no creía. A la tarde cuando él llegó, había
conseguido un trabajo y le dije, tenés que ir y mirar porque si no hacés acto de presencia
queda como que no tenés interés. Vino, miró y dijo, bueno, vamos a meternos mientras no
nos corran. Clavamos los primeros cuatro palos, y él con miedo, entró. Hicimos la piecita y a
los 4 ó 5 días nos mudamos sin agua y sin luz. "
26
Emilia fue criada por unos tíos porque su madre la abandonó a los dos meses. Vivió
toda su infancia en la ciudad de Rivera. A los 12 años empezó a trabajar como empleada
doméstica. A los 19 años se casó con Ornar, cuya familia vivía en Montevideo, en La Teja, y
se fueron a vivir allí con una cuñada. Ornar no tenía trabajo y decidió ir a Argentina a probar
suerte. Fue con un amigo, sin pasaje. "Agarramos una carda, vamos a decir un camión
hasta San José y luego otro. La desilusión más grande fue cuando llegué a Fray
Bentos-Puerto Unzué y me dicen que no puedo cruzar caminando. Entro a un bar y justo
veo un conocido y le pedí que nos pasara. Mi amigo era menor y no tenía permiso,
entonces armé una pared adelante como que era el fondo del camión y pasamos".
Consigue trabajo en Buenos Aires y a los dos meses manda buscar a su familia. Allí viven 8
ó 9 años, hasta que quedan sin trabajo y no logran arreglar su documentación. "La madre
de él nos entusiasmó que volviéramos, que ellos nos iban a ayudar, porque él era el más
chico y nunca podía venir a visitarlos "... "Cuando llegamos acá, estuvimos unos cuatro días
con unos fríos terribles, parando en la casa de una hermana de él que cuando salía dejaba
la puerta trancada y me dejaba afuera con los chiquilines. Entonces hablé con una
muchacha que vivía en la parte del comedor, en la parte de arriba del Hogar Martínez
Reina, y justo una familia se iba para Minas y nos metimos allí. Estuvimos como 6 años
viviendo allí. Tuvimos problemas porque estábamos como agregados, siempre estaban con
que nos teníamos que ir, pero no teníamos adonde. Entonces vino un hermano mío de
Artigas y nos dice que la vida allá era mejor para los niños, que era mas barata, que él nos
iba a ayudar, porque nosotros tenemos un terreno allá y nos iba a conseguir alguna changa
para Ornar. Decidimos irnos. Cuando llegamos allá, quedamos a la intemperie, en mi
famoso terreno pero sin techo, sin paredes, sin nada; ya teníamos 6 niños. No había
trabajo, no había nada de nada. Estuvimos dos meses viviendo a la intemperie con los
nenes. De madrugada hacía un frío terrible. Hacíamos fuego para calentarnos hasta que
conseguimos unos cajones. Había gente vecina que nos ayudaba mucho, con comestibles
y eso. Con los cajones armamos un ranchito de madera, y él se volvió caminando a
Montevideo para tratar de ubicarse y trabajar, e ira buscarme a mí y a los nenes. No quise
recurrir a mis tíos allá en Artigas porque estaban muy viejitos y no quería darles el disgusto
de verme en esa situación. "
Ornar consigue trabajo en una empresa argentina que trabajaba para ANCAP durante
un año, alquila una habitación y trae a su familia. Al cabo del año, la empresa se va y
pierde su trabajo. Tienen que dejar la pieza. Vuelven a Martínez Reina y se ubican debajo
de una escalera. "Era algo así como un depósito, bajito el techo, chiquito así, para armar
camas en el pisó. El problema era con la Intendencia. Las asistentes sociales decían que
nos teníamos que ir porque no teníamos derecho a estar allí, menos aun porque nós
habíamos ido. Les explicábamos la situación y nos decían que ellas no podían hacer nada.
Cuando se iban todos de Martínez Reina, no sabíamos lo que íbamos a hacer. Me armaré
una carpita por ahí pensaba, porque en ese momento no estaba en situación para alquilar.
Cuando llegó el día del sorteo de las viviendas -en San Martín y Teniente Rinaldi- nos
citaron a nosotros también y salimos sorteados con esta vivienda. "
27
C. EL DETERIORO DE LOS VÍNCULOS FAMILIARES;
LA VIOLENCIA EN EL HOGARh
Sandra tiene 31 años y tres hijos. A los 16 años se casó. "No me llevaba bien con mis
papás, me querían tener muy atada; no tenía amigas, yo iba al liceo y nunca vino una
compañera a mi casa a estudiar, nunca fui a un baile con mis compañeros, ni nada. Cuando
lo pienso, creo que en realidad no me casé por amor, me casé por capricho, por salir de mi
casa, del encierro, de mi madre".,."Él no me dejó seguir estudiando, es una de esas
personas que piensan que la mujer si se casa tiene que atenderla casa y nada más, y yo
no tenía ninguna experiencia. La familia de él vivía en el Cerro y trabajaba de
lustramuebles. Un día decidió que nos fuéramos a la Argentina. Yo trabajaba como
doméstica. Nos llevábamos muy mal, él me levantaba la mano, discutíamos, era muy
mújeriego. Cuando quedé embarazada de la nena, me amenazó. Él no la quería, quería
que me la sacara, decía que no estaba preparado para tener un hijo; para tener mujer sí,
pero no para tener un hijo. Entonces ese mismo día yo decidí volverme, mi patrona me dio
la plata para el pasaje, yo le había pedido que me la fuera guardando, porque yo ya
pensaba que o él me dejaba venir o escaparme porque me pegaba mucho. Yo acá tenía
mis padres, tirada no iba a andar, no iba a andar en la calle con mi hija. Él me dijo andate
que yo después me voy, pero nunca más vino".
Sandra vuelve a casa de su madre, pero no se encuentra bien, discute mucho con su
padre, "me tenían oprimida como cuando era soltera, tenía que limpiar, cocinar, atendera
mis hermanos, a mi papá", y decide irse con su hija. "Lo llamé a él, pero me dijo que la hija
no era suya, ¿qué voy a hacersola con una hija? 'Si, ya te voy a ver parada en una palmera
changando', me respondió. Me hizo muchísimo daño, lo odié, nunca había odiado a nadie
en mi vida".
..
La familia de su esposo la amenaza con quitarle a su hija, hasta que finalmente
Sandra decide darle la tenencia a su madre. "A ella la criaron los abuelos -dice refiriéndose
a su hija-, ahora me exige conocerá su padre. Yo le digo que para mí está muerto, pero ella
sabe que él está vivo y lo tiene en un pedestal, para ella la mala soy yo por volverme a
casar y tener hijos".
Luego de adoptar la decisión de entregar la tenencia de su hija* Sandra busca trabajo,
termina durante un tiempo "en el ambiente", y allí conoce a Mario, su actual compañero.
"Desde los 19j¡ños hasta ahora estoy con él. Me costó mucho sacarlo de su tipo da vida,
pero ahora está mejor. Mario tomaba mucho, y cuando estaba borracho me pegaba
también. Pero a él yo lo quería. Un día le di una lección y lo mandé preso. Después de esa
vuelta jamás me tocó. Yo ya tenía dos hijos de él y no lo soporté, fui a hacerla denuncia,
me llevaron al hospital, tenía hematomas en todo el cuerpo. Y no llegué a más porque mi
propio padre me aconsejó, que era el padre de mis hijos y le diera otra oportunidad. Yo ya
no soy aquella nena de 16 años que lo soportaba todo, ahora tengo a mis hijos y tengo que
mirar por ellos."
Víctor tiene 67 años y vive en el barrio hoy llamado "Nuevo Martínez Reina"; está
criando 6 hijos y tiene otros 5 que ya están haciendo su vida independiente. Nació en
Montevideo. Su madre falleció cuando era pequeño, su padre trabajaba como chofer
28
particular de un importante empresário. Él comenzó a trabajara los 12 años como repartidor
de hielo a domicilio. Sus grandes pasiones siempre fueron el fútbol y el Carnaval Salía
con murgas y comparsas lubolas. A los 20 años trabajaba para un frigorífico y lo viniçron a
buscar de un cuadro de fútbol de Maldonado. Al comienzo le adelantaban dinero para los
pasajes, más adelante decidió radicarse allá. Le consiguieron una vivienda en San Carlos.
"Cuando vinieron a tratar conmigo del Club, me preguntan cuánto quiero ganar por semana,
pero yo no les pedí dinero, les pedí un trabajo. Quedaron asombrados: '¿qué te vamos a
dar un trabajo a vos que desde que viniste a San Carlos no trabajaste nunca?'. Les
respondí: yo no trabajo porque ustedes me pagan y como soy solo no necesito mucho
dinero para vivir. Pero les aclaré que no sea trabajo en la construcción, porque para eso me
lo consigo yo. Qué sea un empleo público, porque eran todos políticos allí. Mi padre había
muerto/yo estaba un poco solo y estaba pensando en formar una familia. Al año me
consiguieron un cargo de sereno en el Casino de Punta del Este. Yo jugaba al fútbol todos
los domingos. Estuve en la selección de Maldonado "... "Seguí así en el fútbol y en el Casino
como 5 ó 6 años, y estaba bien. Me enamoré, me junté con mi primer mujer, la madre de
mis primeros 5 hijos, y ahí empecé a marearme. Tuvimos un altercado porque me la
querían robar y la mandé para Salto, de donde era su familia. Pero extrañaba mucho, yo
cambié mucho, mis compañeros lo notaban, andaba como perdido. Ella se fue embarazada
de mi primera hija, y un día largué tocjo y me fui atrás de ella"..."Vivimos en la casa de los
padres de ella y me gustó para quedarme, porque estaba un poco solo. Pero en el trabajo
me dieron abandono de funciones, porque pasó el tiempo y no me presenté. Allá Jas cosas
empezaron a ponerse feas porque no se conseguía trabajo, y nos vinimos para
Montevideo. "
Al cabo de un tiempo la pareja se separa. "Ella se empezó a enredar con una persona
joven a la que incluso llegamos a darle alojamiento en casa. Un día le dije, mirá vamos a
hacer como en la tribu mía, en la que no se precisa reloj, alcanza con el sol y la luna, si no
volvés antes de que salga el sol, no vengas. Esperé toda la noche y no vino, fui a la
Seccional e hice la denuncia, y le pusieron abandono del hogar. Ella quería llevarse los
niños no sé para dónde, pero yo no los quería separar, la majada no me la iba a separarasi
no más y para pasar quién sabe como. El juez los internó en el INAME y me dijo, yo se los
voy a entregar a usted cuando esté en condiciones de tenerlos o a la madre si está en
condiciones antes que usted"... "Al otro día me fui a la Intendencia a ver a gente amiga que
conocí en el fútbol y tuve tanta suerte que quedé trabajando en la parte eléctrica; yo había
aprendido durante un tiempo que trabajé en UTE. También me mandaron a ver si me
convenía vivir en Martínez Reina. Yo no quería ir porque no me gustaba mucho la
montonera, pero fui a ver y aquello era un lujo, me anotaron y por la Intendencia me dieron
un lugar"... "Después de eso me presenté en el Juzgado, el actuario y el Juez no podía creer
que yo había solucionado las dos cosas, el problema de vivienda y el problema de trabajo.
Entonces me fui para allá con mis cinco hijos. "
Alicia tiene 46 años y tres hijos. "Yo me casé a los 19 años. Era en el 73 y nos vimos
obligados por razones económicas a irnos del país. Fuimos a Buenos Aires y de a poco,
empezando por los trabajos más bajos, fuimos llegando a una situación más favorable que
la que teníamos acá. Mi compañero tenía, ya antes de casarnos, un vínculo con el alcohol
que fue deteriorando la relación de pareja. Después de varios intentos con Alcohólicos
Anónimos Argentinos y de participaren una comunidad de mujeres cuyos maridos tenían
ese problema, llegué a la conclusión de que no iba a cambiar. Él me proponía como
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chantaje que si teníamos un hijo, él dejaba el alcohol, pero yo no me animaba a invertir
semejante capital en una cosa que a lo mejor no era verdad. El capital más grande que
puede tener una mujer en su vida afectiva son los hijos. Yo no iba a darle vida a un niño
para que después tuviera un papá que no cumpliera su principal promesa. Además yo venía
de una pareja con ese problema, mi papá también era alcohólico, y yo sabía que la
promesa del alcohólico en general no se cumple. Entonces, en octubre del 75 me vine para
acá a vivir con mi papá..."
"En el 80 formé pareja con el padre de mis dos hijos mayores, tenía 28 años. En el 79
me habían operado de cáncer y el médico no quería que tuviera hijos, pero lo acordamos
muy claramente con mi compañero. Le dije al médico que para vivirá medias no iba a vivir
nada. Él me decía que yo la vida me la quería tomar de un trago y que era una copa que
había que tomarla de a poco. Pero cuando nació mi hijo totalmente sano, se colmaron todas
mis expectativas. Después nació la nena, ese fue un embarazo inesperado, porque estaba
amamantando al nene y no menstruaba. La relación con el padre de los nenes duró 8 años,
pero luego tuvimos una gran pelea y nos separamos. Él no trabajaba y pese a mis
esfuerzos no dejó de ser un mantenido. Pero lo peores que se puso violento y le pegaba a
los nenes porque decía que no lo dejaban dormir. Yo trabajaba en una fábrica y venía a las
10 de la noche apurada a hacerla comida. Entonces veo una vara gruesa contra la pared y
le digo al nene, no entres basura que después la tengo que limpiar y me dice 'no fui yo, fue
papá'. ¿ Y para qué quiere ese palo? 'Para pegarme a mí', me respondió. Ahí tuvimos la
primera gran pelea..."
"Más adelante, en las tareas políticas, conocí al que después fue mi segundo
compañero; pintaba muy bien, tenía la misma ideología que yo y daba por descontado que
pensaba igual que yo, que actuaría igual que yo. Le gustaban los niños, simpatizaban con él
y me planteó que lo mejor sería un vínculo más cercano, compartir economías. Al tiempo
me di cuenta que no compartíamos los mismos valores, me daba miedo dejarlo con mis
hijos, pero entré en una relación extraña, como una especie de dependencia. "
Alicia con gran esfuerzo y con ayuda de su padre, levantó una vivienda en un terreno
ocupado para vivir allí con sus hijos y le fue haciendo mejoras; su padre tiene una pieza
enfrente. El temor que le empieza a inspirar su compañero la lleva a ir por la noche con sus
hijos a casa de su padre. Él aprovecha esta situación y cambia la cerradura y no le permite
más la entrada. Se apropia de todas sus cosas, la vivienda que construyó con sus manos,
su equipamiento, la máquina de coser que es su instrumento de trabajo. Ella vive con su
padre y sus hijos en una pieza pequeña; desde su ventana, observa su casa en la que
nunca más pudo entrar. Ha intentado realizar gestiones legales para recuperar lo suyo, pero
la vivienda está en un terreno ocupado y no es sencillo. Alicia sigue peleando y mantiene la
esperanza; mientras tanto sigue trabajando y ayudando a sus hijos para que continúen los
estudios y colaborando con la Comisión Vecinal para obtener mejoras para el barrio.
tíorq tiene 34 años y su principal preocupación es su hija de 13 años que se ha
fugádé reiteradas veces de su casa .Desde que tenía 8 años ya me estaba enloqueciendo.
Se quería escapar de la escuela, tenía problemas con todo el mundo, se peleaba con los
demás chiguUines, se comía todo y le caía mal y había que salir con ella para el Hospital.
Tuve que dejar las limpiezas y ponerme a lavar ropa para poder tenerla cerca y vigilarla. La
llevé al psicólogo y dijo que era completamente normal, aunque inquieta y caprichosa. En la
30
escuela no tenía ningún apoyo, me trataban como si yo la maltratara; no soy una mujer
perseguida, pero no soy tarada y me doy cuenta. En la otra escuela eran mejores para
tratar porqué si te daban una queja te la daban, pero no te miraban como si fueras una
porquería. Acá cuando entro a la escuela parece que estuviera entrando la hija de Al
Capone. Yo sé que mi hija hizo mucho relajo en la escuela, todos me dicen que hay que
hablar, que no hay que gritar, pero ¿cómo manejás una chiquilina así? Quieren que yo la
tenga acá adentro, pero no la puedo contener. En los últimos tiempos la cosa se había
puesto muy brava éntre ella y el padre, porque ella andaba con un novio. Mi marido viene
tarde y toma, pero no es de los que tira las cosas para afuera. Fue violento en un tiempo
pero no es más porque yo lo frené. Después de una de las desaparecidas, él la fue a buscar
y la trajo; entonces ella le dijo que había tenido relaciones, tenía 12 años. Fue un golpe bajo
para él qué la Cuidaba como a un bébé. Todavía le dijo, ¿te Violaron?, decime porque los
mato, y ella le dijo, no, fue porque quise, porque estoy aburrida de éstaracá, yo no quiero
estudiar, no me dejan salir, son unos viejos bobos"... "Fuimos al Juzgado, pero tampoco nos
apoyaron nada, pienso que por el hecho de vivir en estos barrios ya te discriminan, no te
dan mucha bolilla. Yo llegué y me encerraron en una pieza y me empezaron a gritar, me
presionaban, no me preguntaban, decían que la niña estaba mintiendo y que había que
hacerla decirla verdad. No investigaron nada; si esto no es discriminar, eso no es justicia. "
La familia de Alberto y Rosa atraviesa una situación que está repercutiendo en todo el
núcleo debido a la tensa relación que los padres mantienen con su hija adolescente.
"Cuando mi hija Rosana tuvo la nena -dice Rosa- pedí una licencia en todos los trabajos
mientras ella estaba internada, para poder organizarme. Tuve que hacer cambios en los
dormitorios. El nene se sentía horrible porque estaba acostumbrado a tener su dormitorio y
tuve que poriercori él a la más chica, para dejarle a Rosana un cuarto para que estuviera
sola, tranquila y pudiera darte el pecho a la bebé. Pero el varón no estaba nada conforme.
Últimamente no hay un clima de tranquilidad, de sosiego. Rosana no se lleva bien con nadie
acá, por cualquier cosa está discutiendo con los hermanos. A veces viene tarde de noche y
los despierta y la bebé llora. Ella anda en la calle, no tiene estabilidad con la criatura. Se
queda en la casa de las amigas y de noche tiene cama y comida acá. Qué problema se va
a hacer? No trabaja, no hace nada. Tuve que dejar mi trabajo, porque me tenían
consideración, pero ya estaba faltando demasiado. Rosana quedaba a cargo de los
hermanos, pero les pegaba mucho, no los alimentaba bien, había mucha desorganización,
entonces se me estaban enfermando los otros. Se salteaba el desayuno, los dejaba dormir
hasta las 12. Voy a ir a vera un abogado para ver que me aconseja, para ver si me la dan
a mí la nena, pero por orden del Juez. El día que ella trabaje y tenga una vivienda, entonces
que Se haga cargo de su hija. Pero no podemos seguir viviendo en este estado nervioso".
D. LA PÉRDIDA DE LA SALUD, EL FALLECIMIENTO DE ALGUNO
DE LOS MIEMBROS
Jorge tiene 39 años, vive en la ciudad de Rosario, está casado desde hace 12 años con
Rosita y tienen tres hijos. Durante los dos primeros años de su matrimonio vivieron en el
campo. Luego él obtuvo un trabajo en una fábrica en Rosario y pasaron a residir allí en una
vivienda en la que vivía su padre, que reformaron y transformaron en dos viviendas
independientes. Tuvo un accidente que le provocó una fractura de fémur, debido a la cual
31
ya le han realizado dos operaciones. Desde hace un buen tiempo no ha podido trabajar.
Lo que recibe por el Seguro de Enfermedad no es suficiente para sus necesidades. "Yo no
entiendo porqué en el seguro de enfermedad te pagan tan bajo, porque justamente si estás
enfermo de ningún modo podés trabajar. ”
Su situación en la fábrica es muy inestable, no sabe hasta cuándo esta va a
permanecer abierta. "El último convenio que hicimos venció en setiembre pasado y después
no ha aparecido absolutamente nada, ni voluntad para negociar." No se anima a dejar ese
trabajo, por más inseguro que sea, por temor a no encontrar luego ningún otro. "Si
consiguiera otro trabajito más estable, me animaría a dejar la fábrica porque esta
incertidumbre es terriblemente desgastante. Habíamos pensado incluso poner un comercio
acá, pero esto ya está tan lleno de comercios....Para eso hay que tener infraestructura, y
pagar muchos impuestos. Hay mucha gente que no tiene trabajo, y está muy competitivo. "
Amelia vive en Santa Lucía con sus 4 hijos. Comenzó a trabajar con tan sólo 13 años,
en una fábrica de calzado en la localidad. A los 15 años se ennovió y 15 años después se
casaron. "Fueron muchos años de novios, estuvimos comprando todo, nos compramos la
casa, hasta que yo quedé embarazada y nos casamos. Mi esposo trabajaba en la misma
fábrica. Cuando la fábrica empezó con problemas y luego cerró, hubo un momento que
estuvimos muy pobres, teníamos muchas cuentas que pagar. Después, de a poquito fuimos
saliendo. Yo trabajaba haciendo limpiezas y Raúl, mi marido, trabajaba en la construcción. "
Tienen una hija que nació enferma, los médicos no le daban mayores esperanzas,
pero hoy día ha progresado, camina, va a una escuela especial y está muy integrada a la
familia. El esposo falleció hace un año. Los vecinos le brindaron un gran apoyo. "Ellos me
hicieron una colecta y me ayudaron a pagar casi todo el entierro, me quedó una cuota que
todavía la estoy pagando, t i era técnico del cuadro de baby fútbol; en la otra cuadra está la
canchita. Si yo hubiera querido me daban la plata para que terminara de pagar, pero me
pareció un abuso. El club es un club pobre, son todos chiquilines pobres, con mil sacrificios
reunieron esa plata pidiendo, haciendo beneficios. Cuando hizo un año, colocaron una
placa en el Club..."
"El que está peor es mi hijo, tiene 21 años y toma. Ahora hace tres semanas me
prometió que no iba a tomar más. Yo le dije ¿ viste como murió tu tío que tenía una
tremenda cirrosis?, y él me dijo '¿y tú viste como murió papá que tomaba sólo un poco de
vino en casa y también se murió de cirrosis?'. Yo no sé, tal vez la cirrosis le vino de los
disgustos de que estuvo sin trabajo, la muerte de los hermanos también lo afectó mucho.
Pero la cuestión es que mi hijo después que murió el padre, más se dio a la bebida. "
Daniel tiene 43 años y Mónica 42. Tienen dos hijos adolescentes y viven en Gregorio
Aznárez. Como todos los que trabajaban en la Agroindústria La Sierra, perdió su empleo y
se defiende haciendo trabajos de carpintería en forma independiente. Su señora trabajó en
la temporada en un restaurante de un balneario vecino y tiene esperanzas de que la
vuelvan a llamar.
Hace unos años, falleció su hijo mayor a los 16 años. "Hizo una meningitis, fue a raíz
de la varicela, aunque parezca mentira el virus se le estacionó en un pulmón. Por eso en un
32
año hizo siete congestiones. El día anterior había ido al liceo y todo el sábado de noche
conversó conmigo y tocó el órgano, porque era profesor de órgano, estaba en el
Conservatorio de Maldonado. "
Esta pérdida golpeó muy fuerte a la familia. "Lo que esto significa sólo lo puede
entender el que haya perdido un hijo. Siempre fuimos muy unidos, pero esto nos hizo
unirnos más, como que nos planteamos vamos a meterle porque si no acá nos hundimos
todos." Poco tiempo después, a Daniel le diagnosticaron un cáncer de páncreas. Ya lo
operaron dos veces y está realizando un tratamiento de quimioterapia. "Con los golpes que
he tenido, ya no me asusta nada, no me asusta ni la muerte, no me asusta la palabra
cáncer, como le dije a la doctora, usted dígame no más como son las cosas, porque mire,
esto tal vez me va a llevar sí, pero le va a costar llevarme"..."Sigo adelante, estoy
trabajando, me jode un poco la quimioterapia, por unos días me tira un poco, pero luego
salgo adelante. Yo me siento bien, pienso que estuve enfermo pero que ya pasó y a otra
cosa mariposa. "
33
' f'.
■
IV. MOVILIZANDO RECURSOS
Un estudio realizado por Caroline Moser cuyas conclusiones fueron publicadas en 19982,
propone una revisión del tema de las estrategias de la población urbana frente a la pobreza
a partir de un mareo de análisis sobre la vulnerabilidad de los activos. De este modo, busca
poner el foco en lo que los pobres tienen en lugar de en lo que no tienen. Incluye activos
más tangibles como trabajo y capital humano, y otros menos tangibles como las relaciones
en el hogar y el capital social. El estudio fue realizado en cuatro comunidades pobres de
ciudades localizadas en países que sufrieron dificultades económicas durante la década de
Jos 80; éstas fueron Lusaka en Zambia, Guayaquil en Ecuador, Metro Manila en Filipinas, y
Budapest en Hungría.
Sus conclusiones permiten distinguir entre los conceptos de pobreza y
vulnerabilidad. Este último posibilita una aproximación más dinámica, contemplando la
entrada y salida de la situación de pobreza. Distingue asimismo dos dimensiones de la
vulnerabilidad: la sensibilidad, o el grado en que el sistema responde a eventos externos, y
la resilencia, o la facilidad y velocidad con que el sistema se recupera luego de una
situación de desequilibrio o agresión.
La autora destaca la diferencia entre activos y capacidades de la población, por lo
que la falta de ciertos activos no sería sinónimo de incapacidad de enfrentar situaciones de
emergencia; en su enfoque estas capacidades constituyen la base de la recuperación o
superación de problemas. Afirma finalmente la existencia de una estrecha relación entre
vulnerabilidad y propiedad de activos. Las personas son menos vulnerables en la medida
en que poseen más recursos, y la erosión o carencia de estos recursos incrementa su
inseguridad.
La habilidad para aumentar o reducir-la vulnerabilidad depende no sólo de los
recursos iniciales sino también de la capacidad de gestionarlos, de transformarlos en
elementos con que satisfacer las necesidades del núcleo familiar.
Los principales recursos de que disponen las familias urbanas se resumen para esta
autora en cinco categorías:
a)
el trabajo, considerado-corno el más importante;
b)
el capital humano, entendiendo por tal el estado de salud, que determina la
capacidad de trabajar, y la educación y habilidades, que determinan el retorno que pueden
obtener por su trabajo;
Ç)
los recursos productivos, en el caso de los hogares urbanos, principalmente la
vivienda.
d)
las relaciones en el hogar, y su incidencia en los mecanismos para incrementar
ingresos y restringir consumos; y
e)
el capital social, o las redes de apoyo activas y recíprocas entre las familias y en la
comunidad.
2 Caroline O. N. Moser, “The asset vulnerabiliyt framework : Reassesing urban poverty reduction
strategies", World Development, Vol.26. No.1, 1998. The World Bank, Washington DC, USA.
35
En un trabajo anterior, la misma autora menciona también la sustitución del uso de
servicios privados por servicios públicos, como una respuesta frecuentemente empleada
frente a la disminución de ingresos3.
Partiendo de este marco conceptual y de la información que aportan las entrevistas
realizadas, en el presente estudio se plantean -aun corriendo el riesgo de esquematizar
excesivamente- algunas proposiciones que permiten establecer cortes analíticos para
analizar la copiosa información relevada en relación a los diversos tipos de recursos
movilizados por las familias de los entrevistados para enfrentar situaciones críticas.
Además de los bienes materiales de que disponen estas familias, que en estos
casos no son por lo general muy relevantes, se consideran como los recursos más
importantes con que cuentan: a) su fuerza de trabajo, que inserta en el mercado les permite
contar con un ingreso monetario; b) el capital humano, o sea los conocimientos,
habilidades y el estado de salud, que determinan su capacidad de trabajo e inciden en el
retorno esperable; y c) el capital social, considerado a este nivel como los vínculos sociales
y el acceso a redes de apoyo familiares, vecinales y comunitarias.
En la generación de estos recursos inciden factores relacionados con la propia
familia nuclear, o con la de origen, y con el mercado, la comunidad y los servicios a los que
acceden, entre los que tienen especial relevancia los servicios públicos.
Los recursos generados son principalmente aplicados por este tipo de familias a:
a) la satisfacción de necesidades básicas para la subsistencia; b) la adquisición de bienes
de uso, en este caso el más importante es la vivienda; c) la educación de los miembros de
la familia y el mantenimiento de su estado de salud; d) el consumo de bienes no
estrictamente imprescindibles para la satisfacción de necesidades básicas, aspecto que
opera como variable de ajuste pues es el primero que se reduce frente a problemas
laborales y económicos; y e) la realización de algunas inversiones. Este último tipo de
aplicación se aprecia en un número muy minoritario entre las familias entrevistadas y, en
general, está orientado a la conformación de capital de trabajo.
En el análisis efectuado se denomina estrategia a la forma como cada familia
combina los distintos recursos a su disposición y los emplea para alcanzar determinado
objetivo, ya sea la satisfacción de una necesidad o la generación de otro tipo de recursos.
Ello implica la adopción de decisiones y, en muchos casos, aceptar los costos de esa
decisión o los riesgos que conlleva consumir determinados recursos con la expectativa de
generar otros, a los que se asigna mayor valor o utilidad presente o futura.
La gran heterogeneidad de situaciones dificulta la posibilidad de identificar
estrategias que combinen respuesta de las familias en relación a la generación o el uso de
los distintos tipos de recursos. Sí es factible en cambio visualizarlas para cada uno de los
recursos en particular, esto es, estrategias para la aplicación de la fuerza de trabajo, para la
obtención de la vivienda, en relación a la educación de los hijos, etc.
3 Caroline Moser, “Confrontig Crisis. A Summary of Household Responses to Poverty and
Vulnerability in four Poor Urban Comunities”. Environmentally Sustainable Development Studies and
Monographs Series No.7. The World Bank, Washington DC, Mayo 1996.
36
En el acápite A. se parte de la consideración del uso de la fuerza de trabajo como el
recurso más importante de que disponen las familias de sectores pobres urbanos para
aplicarlo a la generación de ingresos. Luego, en el acápite B. se presenta información
referida a la inversión en capital humano, las estrategias de adquisición, la disposición a
destinar recursos para la educación y la atención de la salud de los adultos y en particular
de los hijos, y los factores que en ella inciden.
- En tercer lugar, en el acápite C. se encara la aplicación de reóursos a la adquisición
de vivienda, su importancia para la vida familiar, las diversas estrategias empleadas y sus
efectos. Luego, en el acápite D. se analizan en particular las implicancias del cambio de
lugar de residencia como estrategia empleada por las familias para acceder a mejores
oportunidades de trabajo y de acceso a servicios, y los costos que la misma implica.
Con posterioridad, en el acápite E. se agrupa la información referida a la aplicación
de los ingresos de las familias, los cambios en las pautas de consumo que se verifican en
los períodos en que experimentan mayores carencias, y las decisiones de venta y
adquisición de bienes en función de las distintas circunstancias vividas.
Finalmente, en el acápite F. se enfoca la disponibilidad y uso del capital social, tanto
a nivel de cada familia en forma individual como a nivel comunitario.
A. EL TRABAJO COMO RECURSO
El trabajo es, sin lugar a dudas, el recurso que aparece como elemento central
prácticamente en todos los casos analizados. Sin embargo, las modalidades con las que es
utilizado son muy variables. En algunas localizaciones aparecen similitudes entre las
formas adoptadas por las familias que viven en ellas, las que sé diferencian de las que
predominan en otros contextos.
Algunas de las estrategias adoptadas han permitido a las familias obtener una
mejora en sus niveles de ingreso y en su bienestar, en tanto que otras constituyen formas
de adaptarse a situaciones que se les imponen y que implican deterioro y pérdida en
relación a sus anteriores condiciones de trabajo y calidad de vida.
Entre las primeras, se ilustran a continuación estrategias tales corrio el aumento de
las horas de trabajo del jefe dé hogar, la obtención de un puesto de trabajo qué ofrece
mejores condiciones, la incorporación o reincorporación de la mujer al mercado de'trabajoy
el trabajo de los hijos. Dentro de las segundas, la aceptación de condiciones de trabajo
desventajosas, por no poder acceder a otras oportunidades laborales.
Convertirse en trabajador por cuenta propia, aparece como otra estrategia que en
muchos casos han adoptado los entrevistados, aunque con motivaciones muy diferentes.
Hay quienes la asumen como opción por considerarla más cercana a sus preferencias y
hábitos de trabajo; quienes la adoptan con la expectativa de que les permitirá mejorar su
situación; quienes la viven en forma conflictiva porque los enfrenta a dificultades para
obtener créditos o a limitaciones relacionadas con su propia capacidad empresarial y,
37
finalmente, quienes la aceptan porque no tienen otra alternativa pero desearían volver a
desempeñarse como trabajadores dependientes.
a.
El incremento de las horas de trabajo del jefe de hogar
Esta categoría constituye una de las alternativas utilizadas en el caso de
insuficiencia de recursos para hacer frente a las necesidades del hogar, el nacimiento de
nuevos miembros, la decisión de invertir en una vivienda, u otras.
Julio tiene 28 años; vino a Montevideo desde Salto. "Allá trabajaba en la chacra,
después a la noche me iba a cargar camiones, pero no nos daba, trabajábamos para comer
nada más. Además trabajaba 6 meses y tenía que estar 6 meses parado. Entonces tuvimos
que arrancar para acá”... "Vine buscando adelanto. Empecé en el mercado, después busqué
en la construcción y hacía las dos cosas. Salía a las 6 de la mañana de acá y estaba hasta
las 6 de la tarde en la obra, después trabajaba hasta las 12 de la noche en el mercado.
Ahora sigo sólo con la obra, porque el físico ya no me daba. Hace 6 años que estamos acá.
El cambio nos hizo un bien bárbaro, no teníamos nada prácticamente y hemos adelantado
un montón, ahora tenemos una casita de material y todo lo hice yo trabajando y ganando. "
Julio vive con su esposa Mercedes y sus 4 hijos en un asentamiento en Montevideo. Julio
prefiere que su esposa no trabaje "porque tenemos muchos chiquitines, y ella va a ganar
muy poco, y ellos van a quedar solos. "
b.
La obtención de un puesto de trabajo que ofrece mejores condiciones
Rubén (31) y Miriam (35) tienen 2 hijos y viven en Santa Lucía. Ambos trabajaban
en una fábrica de calzado y quedaron desempleados cuando ésta cerró. Durante el seguro
de paro, hizo changas de pintura y albañilería, y cuando finalizó logró entrara trabajaren un
frigorífico. "Conseguí con cierta facilidad porque tengo un primo que es encargado allí en el
frigorífico. Además del sueldo, allí recibimos incentivos; cada tres paletas y media de
cuartos delanteros que sacamos, tenemos una hora de incentivo. Entonces trabajando bien,
el precio de la hora casi que lo sacamos doble, tenemos los incentivos, las horas extras las
pagan doble y tenemos un beneficio de carne que representa unos $300 o $400 por mes.
También te dan el equipo, la ropa para trabajar. Entonces sirve porque además está acá
cerca de la casa, el sueldo no serviría si tuviera que viajar a Montevideo. " Miriam, su
esposa, no ha vuelto a trabajar, ya que no encuentra un trabajo en el que le paguen lo
suficiente como para pagar a quien le cuide los niños. No quiere dejarlos en una guardería
"porque es demasiado riesgo".
Enrique (41) trabajó más de 10 años en la Agroindústria La Sierra, luego de trabajar
algunos años en el campo con su padre y en una procesadora de pescado, en la que
aprendió los fundamentos de mecánica y electricidad que le sirvieron para defenderse
durante toda su vida. En 1993 la agroindústria planteó tercerizar los servicios de
mantenimiento y formar una sociedad de responsabilidad limitada. Enrique junto con otros
siete compañeros trabajó de esta forma durante 4 años. Cuando la planta cerró, su
empresa comenzó a tener dificultades para trabajar regularmente. Le ofrecen trabajo en el
38
Hotel Conrad. El ingeniero a cargo del mantenimiento solicitó a un antiguo jefe de Enrique
que le recomendará personal de confianza y él es uno de los que incluye en la lista. "Mi
primera reacción fue de duda porque yo no había estado nunca en un hotel. Cuando fui a la
primera entrevista me di cuenta de que lo que había allí dentro en cuanto a mantenimiento
no era tan distinto a la industria."..."Es el mejor trabajo que he tenido, en cuanto al trabajo
en sí, en el ambiente laboral, en lo económico. En el primer tiempo tuve dudas, pero ahora
me siento muy bien trabajando allí"... "El dejar el trabajo independiente lo sentí como un
alivio, el no tener que asumir tantos compromisos, el estar pensando qué pasará mañana, si
tendré para pagar una cuota. Esto influye en el humor de uno, porque si uno está
preocupado no va a estar del mismo modo que cuando sale a trabajar y vuelve contento y
tranquilo." Verónica, su esposa, manifiesta estar muy feliz, sobre todo después que su
marido recibió un ascenso, "es como que se le ha reconocido después de 15 años de
trabajo, de ser responsable, prolijo, de capacitarse, porque todo esto parecía que no era
valorado. "
c.
La incorporación o reintegro de la mujer al mercado de trabajo
Muchas familias han utilizado este recurso como forma de hacer frente a momentos
difíciles. En algunos casos, esto ha llevado a redefinir responsabilidades en el seno de las
familias respecto a las tareas domésticas, en tanto que en otros, ha significado una
sobrecarga para la mujer o ha llevado a la decisión de utilizar servicios públicos para la
atención de los hijos. Muy excepcionalmente, en este grupo de familias se resolvió la
situación contratando alguien para hacerse cargo del cuidado de los hijos o de otras tareas.
Más de la mitad de las mujeres de las familias entrevistadas trabajan, marcándose
diferencias importantes según los lugares de origen y radicación. Prácticamente la totalidad
de las entrevistadas que viven en la ciudad de Maldonado, en Santa Lucía y en Ciudad
Vieja trabajan, en tanto que entre las residentes en Rosario y en los tres asentamientos de
Montevideo constituyen una minoría.
Aun parece bastante arraigada, en especial entre las familias que viven en estas
últimas localizaciones, la aspiración a que la mujer no trabaje, al menos mientras los hijos
son pequeños. Esta pauta es más fuerte entre los hombres que entre las mujeres; en estps
casos predomina con claridad la imagen del rol tradicional del hombre como aportador del
sustento familiar y de la mujer como la responsable del cuidado y la crianza de los hijos.
Algunos hombres están dispuestos a aceptar que la mujer trabaje si no hay otra alternativa,
pero en alguna medida lo viven como un fracaso personal.
Las mujeres expresan en mayor medida voluntad de trabajar para contar con sus
propios ingresos y contribuir más significativamente a la economía familiar. Esto está más
generalizado en las familias que provienen de contextos más urbanizados y en los casos en
que la mujer tiene un mayor nivel de educación. Sin embargo, como se podrá apreciar a
través de las manifestaciones de Esther, aun en estos casos, el dejar a los hijos a cargo de
terceros para cumplir con sus responsabilidades laborales, continúa generando
sentimientos de culpa.
Cuando las mujeres dejan de trabajar durante un período prolongado mientras sus
hijos son pequeños, la reinserción posterior en el mercado laboral no resulta fácil. En los
39
casos analizados, la mayoría lo hicieron en tareas no calificadas y con bajas
remuneraciones. Cuando la mujer había logrado adquirir previamente alguna calificación -a
continuación se verán dos casos en que contaban con preparación para funciones
docentes- le resultó más factible la reinserción, aunque a costa de un esfuerzo importante
de actualización y de reacomodo de la dinámica familiar.
Esther (37) vive en la Ciudad Vieja con su esposo Wilson y cuatro hijos. Integran
una cooperativa de vivienda, están aportando horas de trabajo y esperan contar con su
nueva casa dentro de pocos meses. "Al principio no podía trabajar porque habíamos
decidido que yo iba a criara la nena, después ella fue un poco máis grande y tuve que salir
a trabajar para ayudarlo a él. Después Wilson consiguió trabajo embarcado, ganaba bien y
no necesitaba, entonces me quedaba en casa con ellas. Más o menos 10 años estuve sin
trabajar." En esa etapa ella realiza un canje de educación por limpiezas. "La nena de mi
amiga iba a un Colegio privado y a mí me gustaba mandarlas allí, entonces fui a hablar y
cambié el estudio de ellas por la limpieza del Colegio. Hicieron sólo parte de Primaria,
porque después mi esposo no quiso que trabajara más y tuve que dejar; me las becaban a
las tres con media beca, pero igual no lo podía pagar y fueron a escuela pública."
Actualmente él no tiene empleo estable; está realizando changas en la construcción,
además de hacer su aporte en la cooperativa. Ella está trabajando en un restaurante. "Es
desde las 12 del mediodía hasta las 3, pero nunca salimos antes de las 4 ó 4 y media.
Después vuelvo a entrara las 8 y media de la noche y salgo como a la una de la mañana.
No nos pagan horas extras porque tenemos propina y se supone que así estamos sacando
nuestra ganancia." Ya va a hacer dos años que realiza este trabajo. "Cuando puedo,
después de que termino el primer horario, me doy un baño y voy a trabajara la cooperativa;
hay veces que lo puedo hacer, otras estoy tan cansada que no lo hago. "..."La casa la van
arreglando las nenas, una arregla el comedor, otra el cuarto, la otra la cocina. Después en
la noche están con el padre. Es demasiado sacrificio para la edad dé ellas. Pero como yo
les digo, no nos vamos a echar atrás ahora que queda tan poquito, y la casa va a ser para
ellas. Después que estemos en la otra casa vamos a ver cómo nos arreglamos, ya va a
cambiar. Ahora se trata de finalizar algo que empezamos. El padre cocina, hace horas en la
cooperativa y está trabajando."..."A la más chiquita la dejo en la guardería. Me costó un
triunfo, nunca lo desprecié, pero tampoco pensé que iba a tener que mandar a una hija mía
a una guardería. Estoy totalmente conforme, la atienden bien, pero yo siempre pensé en
criarla yo a mi manera; en los primeros tiempos creo que lloraba yo más que ella. "
Angélica, la esposa de Alejandro, que como se verá posteriormente está peleando
por sacar adelante su pequeña fábrica de calzado, es docente en Secundaria y decidió
duplicar sus horas de trabajo para contribuir a mejorar la situación de la familia. Empezó a
estudiar profesorado en el IPA cuando era soltera; sus padres vivían en el campo, donde
tenían una quinta. Estuvo viajando 6 años a Montevideo para completar los cursos. Al
segundo año ya se había casado, estaba trabajando y se le hacía difícil seguir. Le faltaron
dos materias para egresar y nunca las dio. "Yo antes del 85 tengo cinco años de trabajo,
pero nunca pedí la efectividad porque como no terminé me parece que es pasar por encima
del que tiene un título. "
40
Zully (30) dejó de trabajar cuando quedó embarazada de su primer hijo, porque el
embarazo le generó muchos trastornos! Su esposo José Pedro trabaja como empleado en
una granjita. En los últimos años han tenido que esforzarse mucho porque él estuvo unos
meses con hepatitis y han pedido préstamos para comprar los materiales y construir la
vivienda que han levantado en un asentamiento de Montevideo. Zully en el verano
comenzó a dar clases de idioma español y matemáticas a los chiquilines del barrio y todos
salvaron los exámenes en el liceo, entonces está pensando en hacerlo cobrando algo,
"También hago tarjetas españolas, porque me gusta pintar en tela; hubo una época que
hice broches con mi suegra, salíamos a vender en la feria, en los comercios. Todo eso
ayudó, nunca fue un sueldo, fueron pequeñas colaboraciones. Ahora mi madre empezó con
la costura, ella había estudiado corte y confección en UTU cuando era soltera, después se
casó y dejó. Ella compró una máquina y yo estoy con ella ayudándola; no me pongo de
modista porque no estudié, la ayudo en costura sencilla, terminaciones, dobladillos. Pero mi
plan es estudiar, quiero terminar unas materias de liceo que me quedan y hacer
profesorado. Tengo un poco de nervios por si me va mal. Mi marido no está en todo el día,
pero puedo contar con mi madre; si no tiene mucha costura, quedó que me iba a cuidar a
los dos nenes. Y si no, mi suegra a veces también me los cuida. "
Gloria se recibió de maestra en Rosario, donde nació y vivió siempre, pero una vez
que se casó dejó de ejercer. Doce años después, su esposo Silvio invirtió todo su capital en
la compra de un camión con el que pensaba trabajar en forma independiente y que corre
serio riesgo de perder. Cuando estaban realizando trámites en un juzgado a propósito del
embargo del camión, una ex compañera le comentó que estaban necesitando una maestra
en una escuela rural de la zona. A raíz de esa circunstancia vuelve a ejercer. "El año
pasado concursé y elegí lina escuela en Juan Lacaze".. "Yo había puesto una empleada
para poder trabajar y los chiquilines empezaron con que no la querían, y entonces
compramos el lavarropas por la plata de la empleada que es el trabajo más difícil. Lo
compramos a crédito. Y cuando se precisa un SOS está mi suegra para ayudar. "
Selva, quien crió sola a sus hijos trabajando como limpiadora, empezó dejándolos
en el Hogar Uruguayana, encerrados en la pieza. "Yo llegaba a las 11.30 volando para
prepararlos para la escuela. Después con el tiempo me fui dando con las vecinas del
costado y las vecinas de enfrente. "
d.
El trabajo de los hijos
La mayor parte de las familias entrevistadas no tienen hijos mayores de 12 años.
Entre las que los tienen, en algo menos de la mitad de los casos continúan estudiando o
han dejado de hacerlo pero rio trabajan. En el resto, la incorporación de los hijos a la
actividad laboral aparece como un medio para obtener recursos adicionales para la
economía familiar o, al menos, permite a los padres dejar de hacerse cargo de los gastos
que generan sus hijos mayores. Por lo general, los jóvenes que trabajan lo hacen en
actividades similares a las desempeñadas por sus padres.
41
Los dos hijos mayores de Luis Alberto (57) y Rosario (52), padres de 4 hijos, tienen
17 y 15 años y han comenzado a trabajar en el mercado en tareas de carga y descarga de
mercaderías. Viven en Montevideo. Uno de ellos cursó hasta 6o. año. "Iba a hacer el liceo
-afirma su madre- pero como tuvo faltas el año pasado lo dejó. Se puso a trabajar y le gustó
el trabajo, le gusta tener su plata; además tiene un vicio medio bravo que es el cigarrillo. Yo
no le puedo pagar ese vicio y el padre tampoco, entonces tiene que trabajar". El que tiene
15 años, tuvo algunos problemas en la escuela, le diagnosticaron un retraso, razón por la
cual recibe una pensión. Cursó hasta 4o año escolar. "Ahora no quiere ir a la escuela
común, me está pidiendo para ira la nocturna, pero con todos estos problemas que están
pasando, yo soy medio celosa y no sé si haría bien en dejarlo ir. " Refiriéndose a los
momentos más difíciles por los que atravesó su familia, Rosario afirma "...fue en ese
momento en que los niños eran chicos y que uno tenía que estar pensando en comprar
cosas para ellos. Ahora, al contrario, ellos ya están grandes y trabajan para sus gastos,
para sus cosas, y ya nosotros respiramos un poquito"..."Puedo ponerlas manos en el fuego
por ellos, nos están dando un momento de felicidad como nosotros les brindamos a ellos
cuando eran chicos. Son como todos los adolescentes, pero son muy compañeros."
Ramón (43) y Nélida (41), tienen 5 hijos y últimamente vive con ellos la novia del hijo
mayor. Vivieron 19 años en la Argentina y regresaron al país hace 4 años, donde están
volviendo a construir su vivienda en un asentamiento de Montevideo, y luchando para
obtener una inserción laboral que les permita sostener a su familia. Los dos hijos mayores,
de 21 y 18 años, abandonaron sus estudios y están trabajando en una empresa de herrería
en la que luego ingresó también su padre. "Cuando salimos de allá, salimos convencidos
que acá había que venir a luchar y a empezar de vuelta, entonces ellos ya vinieron con la
idea de ponerse a trabajar. " Ramón explica las razones por las que no le genera mayor
preocupación que sus hijos no hayan continuado sus estudios: "El mayor habla hecho dos
años allá de lo que vendría a serla UTU, pero no quiso seguir más nada. Esto es un poco
tradición, obligamos hasta cierto límite, pero si se sabe que no les va a dar, no los vamos a
obligara que hagan algo que después uno mismo puede llegara arrepentirse. Yo tengo dos
grandes satisfacciones, una de ellas es la familia que tengo y la otra es que mis hijos a
veces pueden ser medios rebeldes, medio mal llevados, pero son derechos, ninguno ha
caído en la droga ni nada de eso, no me tiraron a nada raro. "
El hijo de Hugo y Mirtha, vecinos de Santa Lucía, ya antes mencionados, tiene 17
años y ha comenzado a trabajar, pero por ahora no ha dejado de ir al liceo. "Va de mañana
al Liceo y de tarde trabaja con un vecino -cuenta Mirtha-, es para hacerse la plata para él,
para las salidas, para comprarse alguna ropa, porque el sueldo nuestro no da para todo,
para estardándole dinero, no podés. Sale a los bailecitos, tiene una dragona"..."Está
entusiasmado con el trabajo, pero dejar el Liceo, no. Si fuera un trabajo de todo el día, tal
vez se justifica, pero para estar durmiendo toda la mañana acá, no. Por lo menos algo
aprende. A él le gusta también el Liceo, pero si quiere llegara alguna carrera o algo ya no
se puede, uno necesita mucho dinero. "
A Domingo (42), desocupado luego de haber perdido su trabajo en una fábrica en
Santa Lucía, le gustaría que sus hijas y yernos trabajaran y contribuyeran así a mejorar la
situación de su familia. La hija mayor, su compañero y una pequeña hija viven con ellos
42
desde hace algún tiempo. Ninguno de los dos tiene trabajo, por lo que no se han podido
independizar. Últimamente, el novio de la segunda hija se ha integrado también al núcleo
familiar. Ninguno de ellos aporta recursos regularmente. Zulma (44) ha instalado un
almacén en la vivienda, para cuya atención recurre en algunos momentos a sus hijas. Con
los ingresos que el almacén les proporciona logran subsistir. Zulma justifica la situación de
sus hijas y sus compañeros, considerando que tratan de conseguir trabajo y no encuentran.
Domingo reflexiona: "Como poder podrían estar trabajando, pero no se los exigimos desde
chicas y después es más difícil que agarren de grandes. Cuando necesiten, capaz que
salen.... Peor mientras tengan al padre y la madre... Si ellos consiguieran trabajo, ni hablar
que la situación mejoraría''
Ya se ha visto también como Juan, el vecino de Cerros Azules, hablaba de la
tensión que le genera comprender las dificultades que los hijos encuentran para trabajar y,
al mismo tiempo, percibir que ya no está en situación como para poder mantenerlos.
En los casos de madres jefas de hogar comprendidos en el estudio, los hijos -en
particular los varones- se transforman tempranamente en puntales para el sostenimiento del
hogar. A pesar de ello, también se constata en estos casos que las madres y las hermanas
mujeres mantienen una fuerte preocupación por brindarles oportunidades para que puedan
seguir estudiando o mejorando sus posibilidades futuras.
Selva, hablando de su hijo mayor que tiene 20 años, dice: "Él es todo para la casa,
todo. No es un chiquilín que le guste ponerse todo lo que gana encima, no. Él paga el
teléfono, paga la luz, paga el agua, y si se necesita comprar algo para la casa, lo compra
también. Acá ponemos toda la plata. Mi hija, la segunda, está cuidando dos nenas y con lo
que gana, aporta también. "
e.
La aceptación de condiciones de trabajo desventajosas
En otros casos, los entrevistados se vieron forzados a aceptar condiciones de
trabajo desfavorables para poder mantener un ingreso o viven un proceso de adaptación a
un trabajo inestable e incierto.
José tiene 43 años; empezó a trabajar a los 15 años en Salto -su ciudad natal- como
repartidor en una barraca de cueros y cereales. De allí en más, trabajó toda su vida. Se vino
a Montevideo a trabajar con un cuñado en la construcción y allí conoció a Dominga, su
actual esposa, con la que tiene 4 hijos. Trabajó muchos años en la construcción y luego en
la estiba en el Puerto. "Estuve 6 años allí, había mucho ¡aburo, había muchas
oportunidades, muchos premios, yo gané algunos. Trabajando en la nocturna me hacía
como dos o tres jornales más que en la construcción. Había días que yo entraba un lunes y
volvía como a la semana, porque seguía en la rotativa. Después que salí del puerto, acá
ando, hace como dos o tres años que no he agarrado empleo estable. Ahora agarro
changas en el mercado modelo, en un camión de leña; yo voy y me presento si falta un
peón o changador, entonces me llevan. Ahora mermó mucho, antes salían muchas changas
así, dos o tres veces por semana; en este tiempo hay días que no se agarra nada, nada,
43
está bravísimo. Hace como tres años que no tengo benefício ninguno, ni licencia, ni
águinaldo, ni nada."
Hugo, cuya situación laboral y familiar fue referida anteriormente, expresaba con
mucha claridad las razones que lo llevaron a aceptar condiciones de trabajo totalmente
inadecuadas, una vez que perdió su empleo al cerrar la fábrica en que trabajaba en Santa
Lucía.
También Alberto -como se vio antes- debió adaptarse a trabajar en la construcción y
a condiciones de trabajo muy distintas, una vez que perdió su trabajo en la Papelera en la
que trabajó 18 años.
Florencio (45) aprendió con su padre el oficio de herrero en Rosario, donde ha vivido
toda su vida. Junto con María, su esposa, han criado 5 hijos. Durante diez años trabajó en
una empresa metalúrgica hasta que ésta cerró y lo despidieron. "Ahí empecé a hacer
changas érí un molino de Valdense; además trabajaba en una cantina. Pagaban muy
poquito, era una vergüenza. Hacíamos 8 ó 10 horas, y después venía a casa a bañarme y a
trabajara la cantina. Después entré a trabajar como soldador en una empresa que hace las
calles, vio? Trabajaba todos los días, inclusive domingos, ganaba poco pero con las
guardias redondeaba algo mejor. En los corrales de abasto precisaban un soldador para
las cámaras y estuve allí, hice unos buenos pesos, pero se acabó pronto, volví a ir al
seguro de paro. De ahí fui a trabajara un tallera Nueva Helvecia. Además hago changas,
porque acá tengo un torno. Nunca he faltado, nunca me he dormido, voy 40 minutos antes
al trabajo, y hasta hoy estoy trabajando, si no me echan mañana "
f.
El pasaje a trabajador por cuenta propia
En la mayor parte de los casos analizados, el pasaje a trabajador por cuenta propia
no fue voluntario sino de algún modo impuesto por las circunstancias. Sin embargo, no es
siempre valorado de la misma manera por quienes se encuentran en esa situación.
Algunos optarían por un trabajo estable como empleados si tuvieran la oportunidad, en
tanto otros prefieren no perder la libertad que les brinda el trabajo en forma independiente.
Al respecto, es posible distinguir diferentes posturas o "culturas de trabajo", según
se ilustra a continuación.
i.
Como estilo de trabajo preferido
Esta primera postura es la que se manifiesta como característica predominante en el
asentamiento montevideano llamado La Chacarita. Aun reconociendo las desventajas que
acarrea, enfrentados a la opción de asumir un trabajo estable, la mayoría de los
entrevistados en ese barrio prefieren la libertad a costa de un ingreso menor y la pérdida de
beneficios. Esto probablemente se asocia a los hábitos de trabajo y experiencias vitales y
laborales previas de ellos mismos e inclusive de sus familias de origen. Como exponentes
44
de esta primera situación, se recoge lo expresado por José y por Washington, ambos
residentes en La Chacarita.
José, pese a su preocupación, ya mencionada, por no contar con trabajo estable ni
beneficios sociales, no desea volver a tener un trabajo como dependiente. “Me gusta más
independiente, vio?, que el trabajo sea mío. Me gusta más el trabajo de carga y descarga.
Yo en la construcción me prendo y me gusta, pero al tiempo.... No es por eljornal, sino que
me aburro de estar encerrado ahí. Si yo agarro un camión, voy, descargo y es otra
independencia. Prefiero trabajar individual, para mí. Si trabaja para otro, le dan por el jornal
$50, pero se están quedando con una parte para ellos, y usted sin ningún derecho de
hablar. Cuando yo agarro un trabajo, si son $50 y fui con cuatro muchachos más, son $10
para cada uno y ahí es más justo".
Washington (30) y sus 6 hermanos quedaron a cargo de su padre desde muy
pequeños, cuando su madre los abandonó. Desde los 8 años acostumbraba a salir con su
padre en el carro con el que éste hacía fletes en el mercado para mantener a su familia.
Trabajó unos años en la construcción y en una distribuidora de leche. "Después vi que no
daba para nada, toda la madrugada corriendo de las 11 déla noche a las 4 de la tarde por
chirolas. Ahora tengo un carro y dos caballos. A veces sale algún flete. Salgo a la calfe,
junto cosas para la feria, voy a la feria los domingos y de eso se vive, y de cosas que te da
la gente. En la panadería me dan el pan y lo vendo para los criaderos. Algún día se hacen
$300; otro $50, otro $100; se balancea, me entiende? Hay semanas que son buenas y
semanas que son malas. Mire, allá en un edificio en el que me dan cosas, hablo con el
muchacho que es guardia de seguridad y me dice, tenés que vivir acá para sacaren un mes
póngale $3.000. Le parece que uno con tres botijas puede vivir con $3.000? Para eso hago
changuitas, corto pasto o lo que sea y voy a ganar un poco más, me parece a mí. A veces
trabajo tres horas o cuatro, como diez. Si encuentro alguien para sacarle escombros, en
una hora ya se lo saco. Agarro $200 ó $300 y me vengo, para qué quiero más?. Yo sé
trabajar bien, soy prolijo, pero no me gusta lo que pagan, y no me gusta que me manden
tampoco, que estén parados ahí al lado mío, me pongo nervioso. "
Silvia, su esposa, está preocupada porque debido al trabajo de su esposo tienen
que vivir en una zona del asentamiento que es inundable; sólo allí puede tener los caballos
y el depósito de materiales. Le preocupa también que salga y nunca pueda saber cuando
regresará. "Yo creo que si uno quiere puede cambiar. Si uno ¡o escucha a él, por un lado
quiere y por otro no, él mismo se tranca al querer ganar lo que no se gana. Pero yo espero
que lo va a pensar, ahora viene el invierno, y está cada vez más difícil, ahora tiene que
andar todo el día para hacer algo. Yo en lugar de él, vendería todo y me pondría a trabajar."
ii.
Como perspectiva de mejora
Una segunda situación es la de quienes optan por el trabajo independiente y lo
asumen con sentido empresarial y confianza en sus capacidades para salir adelante en el
emprendimiento, ya sea solos, trabajando con su familia o asociados con otros. Esta
postura se encuentra en algunas familias de los asentamientos de Maldonado, y en las
localidades de Rosario, Santa Lucía y Gregorio Aznárez, en el interior del país.
45
Claudio, Horacio y Antonio, están encarando con entusiasmo y confianza
desarrollo de pequeñas empresas.
el
Claudio (32) comenzó a trabajar a los 15 años, mientras estudiaba en la UTU, en un
taller mecánico en Rosario, donde nació. Allí aprendió su oficio de tornero. Trabajó en una
compañía de transporte durante 12 años. "Nunca tuve un problema, ni con el patrón, ni con
el capataz, ni nada, pero yo aspiraba a algo más. Fui instalando este taller hasta que llegué
a tener una clientelita más o menos buena- Y cuando mejoró el trabajo ya me servía más
trabajar por mi cuenta que trabajar empleado. Aparte, después de las 8 horas en la
empresa, yo venía a trabajar aquí a mi taller, y terminaba liquidado. Yo les avisé con
tiempo, ellos sabían que yo tenía un taller. Agarré un trabajo grande para Montevideo, y ahí
me decidí"... "He ido mejorando en capital, en vehículos, de un auto más chicó atener un
auto mejor, para transporte de personal y herramientas. Para los materiales, arreglo con la
barraca de acá; como soy cliente de ellos, cuando van a Montevideo a buscar cosas, me lo
llevan y no me cobran extra. "
Sus primos tienen una pinturería y una ferretería en Montevideo y son los que lo
recomiendan a los clientes. "La gente está aburrida de gente de Montevideo que les pide
plata adelantada y no hace el trabajó o demora meses. Entonces le sirve más confiar en
una persona del interior, que se lo recomendó el ferretero y se hace responsable. Asi me
he ido haciendo una buena clientela"..."Me costó mucho la decisión, muchas noches de
pensar haré bien, haré mal, meteré la pata? Porque yo tenía trabajo seguro y tengo dos
ÍJijjps que mantener, pero por ahora me va bien. "
Horacio (38), su esposa Juana y dos hijos llegaron hace 6 años a Maldonado con la
. esperanza de encontrar trabajo. Horacio trabajó en la construcción desde entonces, pero "al
poco tiempo empezó a haber cada vez menos trabajo y más gente". Juana trabaja
haciendo limpiezas en edificios y restaurantes durante la temporada, "en él invierno no
compensa porque pagan una miseria". Hace unos meses, afirma Horadó, "se me ocurrió
poner una panadería para independizarme de tener que trabajar de empleado y ser
patrón”... "Antes había probado con un almacén pero no marchó. El ofició me lo enseñó un
vecino, siempre me gustó desde chico. Con el aguinaldo que cobré a fin de año, fui
invirtiendo acá. Hice el local, compré las vitrinas, la caja registradora, el homo lo hice con
mano propia y la sobadora todavía la estoy pagando. Mi hijo y mi señora me ayudan a
hacer todo, a limpiar las latas, mi señora hace la masa, el botija me ayuda a vender. La
nena, también; le pone dulce a los alfajores. La venta se hace en el barrio puerta a puerta,
también reparto en las obras. Hacemos pan, bizcochos, alfajores, pizza, torta de fiambre por
pedido, lo que vayan pidiendo los vecinos. Todavía falta, estoy haciendo la clientela, pero
me parece que va a marchar. Espero poder incorporar más comida; comida de olla para
llevara las obras. Con el almacén me fue mal porque aquí no había ni calle. No podía entrar
un camión a traerlas cosas. Los días que llovía era imposible que entrara alguien, entonces
se me atravesaba todo y la gente al no ver calle se va a otro almacén. En la construcción
yo he tenido varios percances, me he pegado unos golpes bárbaros y he andado medio
embromado de la columna, y ya no puedo seguir. Más responsabilidades tengo acá, perú lo
hago a mi manera. Ahora me falta ponertodo en línea para poder aportar a la Caja, y hoyo
mañana poderme jubilar. "
46
Antonio (44) aprendió el oficio de soldador en la primera empresa en que entró a
trabajar. Ingresó en Agroindústrias La Sierra, en Gregorio Aznárez, en el sector
mantenimiento y continuó aprendiendo. ”Lo aprendí con uno, con otro, robándole un poco a
uno y un poco a otro, porque tengo facilidad para aprender. " Cuando la Planta decide
tercerizar los servicios de mantenimiento, Antonio y 16 compañeros deciden constituir una
empresa cooperativa para prestar servicios en el área mecánica. "No tuvimos ningún
asesoramiento, nos guiamos mucho por lo que yo había aprendido en la cooperativa de
ayuda mutua en la que estamos viviendo, yo apliqué mucho de esto. Nosotros nos llevamos
toda la gente, también la que no sabía hacer nada, pero todos somos socios y cobramos
todos lo mismo. Mientras trabajábamos para la Planta, todo iba bien. Antes trabajábamos 8
horas y te ibas para tu casa y te olvidabas de todo. Después como teníamos el compromiso
de cumplir con la fábrica, tenía que marchar, si teníamos que estar 12 horas ó 16 horas,
estábamos, pero las cobrábamos también. Le compramos todas las máquinas a la fábrica.
Compramos el terreno e hicimos el local. Poco a poco empezaron a caer otros clientes a
pedimos trabajitos. Después nos llamaron para un trabajo más grande en Punta del Este.
Vinieron unos ingenieros a la fábrica, que nos contrataron también trabajos; empezamos a ir
a Montevideo a hacer algunos. Cuando cerró la fábrica nos asustamos. No era fácil la cosa,
no la veíamos clara, pero se fue dando, nos conectamos con esos ingenieros, nos
empezaron a conseguir trabajos grandes. De todos modos hubo un bajón y eso generó
conflictos, pero los resolvimos todos juntos, sentados en esas sillas, todos de frente. "
Ercilia, su esposa y madre de dos pequeñas niñas mellizas, está contenta con el
cambio. "Después que se independizaron, están en la de ellos, tienen iniciativa, tienen
proyectos. Cuando tenían un trabajo, tenían un determinado sueldo, tenían que hacer su
tarea y aceptar lo que dijera el patrón. Ahora tienen ambiciones, tienen creatividad, tienen
proyectos, cosas que antes no tenían. ”
iii.
Como alternativa que plantea conflictos e inseguridades
La tercera situación identificada está representada por aquellos que han puesto en
marcha un emprendimiento de este estilo pero tienen poca confianza en él. Reconocen que
les faltan condiciones personales o que no cuentan con los medios necesarios para tener
éxito, a pesar de lo cual no se plantean abandonarlo. La mayor parte de estos casos
corresponden a la mismas localizaciones que el tipo anterior.
Nelson, Alejandro y Alfredo, enfrentan diversos tipos de dificultades para seguir
adelante trabajando por su cuenta o con sus emprendimientos empresariales.
Nelson, de 39 años, que como tantos otros dejó su departamento de origen -en este
caso Flores- y se fue a Maldonado en busca de mejores oportunidades, logró durante unos
años un ingreso que le permitió construir una vivienda y mantener a su familia, trabajando
en la construcción. Luego de trabajar en varias obras importantes, quedó sin trabajo. "Para
el obrero de la construcción todo es changas, no hay trabajo estable, siempre es por un año
o por dos, en el mejor de los casos. " Luego de un período de conflictos y paros
prolongados en la construcción, optó por dedicarse a la jardinería. Ha optado por trabajar
47
fundamentalmente con gente de Maldonado que reside todo el año. "Traté de tener gente
que esté todo el año, aunque no me paguen platales, porque no soy angumento, prefiero
traerle a mi familia un poquito, pero todos los días, eso es lo que sirve." Trabaja sólo
cuidando plantas, no en los parques porque no cuenta con las herramientas adecuadas. "El
buen trabajo hace que uno tenga clientes que lo recomiendan a otros. Una de las cosas que
siempre me gustó es hacer las cosas bien, no soy perfecto, pero trato de que el trabajo
quede siempre bien hechito, prolijo. En Punta del Este es difícil entrar porque hay muchos
jardineros que hace años que están. Yo tendría que conseguir más clientes, tener más
jardines para poder trabajar mejor. Cuando estaba en la obra, el ingreso era más estable y
tenía más beneficios. Me encantaría tener beneficios sociales, para el día de mañana tener
años para la jubilación. Por los niños también, porque uno los ve como desamparados,sin
beneficios sociales, sin Asignación Familiar... Lo que pasa es que soy un viejo bobo, voy a
cumplir 40 años y no sé cobrarlos trabajos. Por eso tampoco he podido salir más adelante.
Yo sé trabajar, pero no sé cobrar caro, como hace todo el mundo actualmente, cobrarlo
que vale. Voy a hacer un trabajo y digo dénme lo que quieran, y después yo vengo a la
carnicería y no le voy a tirar con lo que yo quiera al carnicero"... "Yo pensaba que para tener
una empresa se necesita capital, se necesita maquinaria y unos cuantos jardines y esperar
que el trabajo dé resultado porque si no da resultado... Y ya pensando en alguna persona
más también, para darle fuente de trabajo. Pero para tomar más personas hay que poderles
pagarlo que merecen, porque tiene que ser una cosa bien "..."Si pudiera, si Dios quiere,
comprar una maquinita, se podría mover un poquito más, tener una entradita más. Pero
también pienso que para eso me tengo que meter en un capital y no quisiera, no sea cosa
que después me vaya a quedar con esas cuotas y a traer problemas a mi casa y a mi
familia".
Alejandro (41), trabajó en la fábrica de calzado de Santa Lucía durante 18 años. Fue
a seguro de paro, y a partir de allí las ofertas de trabajo que recibió implicaban un deterioro
muy importante de las condiciones laborales que había tenido hasta ese momento y no las
aceptó. Un ex-compañero contaba con unas máquinas que el dueño de la fábrica en
cuestión le había entregado para que le hiciera trabajos particulares en la etapa en que
inició su desmantelamiento. "Le dio trabajo 2 ó 3 meses y después lo dejó en banda.
Entonces nos llamó a tres más porque él no tenía los conocimientos ni la capacidad para
salir solo adelante e hicimos una sociedad. Alquilamos un galpón con alguna maquinaria
adentro y empezamos. "
A la fecha quedan sólo dos de los socios iniciales; uno se retiró y con el otro tienen
un conflicto planteado porque se quedó con dinero de la cobranza y están tratando de
reformular la sociedad. Tienen un empleado al gue tuvieron que mandar al seguro de paro.
"Nosotros teníamos el conocimiento del oficio, pero el que tenía contactos para colocar Jos
zapatos era el otro muchacho, el que se fue. Hay mucha competencia, la marca nuestra no
puede competir con otras más conocidas. Los zapatos, a decir verdad, son iguales, la única
diferencia es el sello. Debemos un mes de alquiler pero el galpón es de un muchacho
conocido y no hay problema con él, sabe que en cuanto pueda le voy a pagar. Si esto no
fuera un pueblo chico, no podría tener una fábrica"..."Hace falta capital, pero nosotros ahora
no somos nada, vamos a un banco y es como si fuéramos a pedir limosna. Y además te
exigen una garantía de alguien que tenga propiedades o capital como para respaldar eso.
Pero hay que seguir adelante, no hay que abandonar, cuando logremos tener un capital de
48
giro las cosas pueden cambiar, no se precisa mucho, no sé, con $ 30.000 como mucho ya
está."
Alfredo (56) es oriundo de Colonia Valdense y vive con su esposa Estela (52) y tres
de sus cinco hijos en Rosario. Trabajó durante 12 años en FANAESA, hasta que lo
mandaron a seguro de paro en dos oportunidades y finalmente lo despidieron pagándole la
indemnización en 10 cuotas. Instaló en su casa un pequeño torno para realizar trabajos de
carpintería, oficio para el que tiene gran habilidad. Junto a su esposa deciden invertir el
dinero del despido en adquirir una máquina para limpiar moquetes, y ofrecer sus servicios
en oficinas y hoteles de la ciudad y de Colonia. Realizan también restauración de muebles.
Pese a sus esfuerzos sólo consiguen trabajo esporádicamente y no tienen ninguna entrada
regular. "En dos años todavía no había desquitado lo de la máquina y eso que hice
recorridas por la zona, hice un folleto... Uno piensa que está haciendo las cosas bien, pero
lo que hice fue avivarlos, porque los de los hoteles fueron y se compraron la máquina
ellos"..."Hubo un momento en que no teníamos nada, no sabíamos qué hacer, estábamos
endeudados. Juntamos un montón de materiales que íbamos guardando e hicimos cantidad
de cosas, lámparas, cuadros, todo ideado por nosotros, unas cosas preciosas y fuimos a
vendera Colonia. No vendimos casi nada. Hicimos seis lámparas de pie, ¿sabe cuánto
invertí, en pinturas, en lacre, en pantallas? Yo las armo, tengo habilidad, pero no hay
mercado. Yo no puedo regalar mi trabajo. Las mismas las vi en Mosca en Montevideo a
$750 y yo no las pude colocar ni por la mitad. "
iv.
Por imposición de las circunstancias
Una cuarta postura es la de quienes están trabajando en forma independiente
porque no tienen otra opción, pero desean volver a un trabajo dependiente en cuanto
tengan alguna oportunidad de hacerlo.
Como representativa de muchos otros que desearían volver a tener un trabajo
estable y dependiente, se incluye la opinión de Sergio. Ya se mencionó anteriormente el
alivio que le produjo a Enrique conseguir un trabajo en Punta del Este y no tener que
continuar con su actividad como empresario.
Sergio (39) vive en la Ciudad Vieja. A los 18 años se vino de Guichón luego de
haber trabajado en una cabaña y en diversas tareas del campo. En Montevideo trabajó
siempre en la construcción, donde fue aprendiendo y mejorando su calificación y su ingreso.
En los últimos años, no ha logrado entrar en ninguna obra más o menos importante y está
trabajando por su cuenta en albañilería y carpintería de obra. "No es como antes, en el 78
por ejemplo, usted salía de una obra y lo estaban esperando para entrar en otra, o le
ofrecían más sueldo para llevárselo a una tercera. Ahora la empresa que antes trabajaba
con 70 u 80, trabaja con 5, y tiene empresas contratistas, una para el hormigón, otra para la
albañilería, entonces son todos subcontratos y así se va achicando la empresa"..."Desde
que trabajo por mi cuenta, no hay duda de que gano menos. Antes yo tenía un sueldo
seguro, tenía licencia, tenía aguinaldo, tenía sociedad médica y ahora no tengo nada de
eso. El trabajo este es relativo, de repente en un mes usted trabaja mucho y en el otro no
trabaja nada"... "Los mejores momentos fueron mientras yo tenía trabajo estable y podía
49
además hacer algún trabajo particular. Pagaba la sociedad de los chiquilines, compraba lo
que se necesitaba realmente ë inclusive llegué a arreglar la casa. Ahora son momentos
difíciles"..."No me puedo pagarla Caja y los años van pasando, por eso quiero un trabajo
estable, pienso que algún día se me va a dar. "
Como se desprende de los casos presentados, estas diversas formas de encarar el
trabajo independiente se asocian a muy distintos puntos de partida en términos de recursos
de que disponen las familias que se han visto enfrentadas a esta situación y también del
diferente manejo y aprovechamiento de los mismos. Dentro de estos recursos aparecen
elementos tales como la capacitación previa, el capital invertido, el apoyo familiar, y los
vínculos y relaciones externos al núcleo familiar directo.
B. EL CAPITAL HUMANO
El capital humano constituye, por un lado, un recurso a movilizar y, por otro, un rubro en el
que invertir. En el presente acápite se analiza su generación, las formas de adquisición de
conocimientos y capacidades con que hoy cuentan los adultos, y sus posibilidades y
disposición a continuar inviniendo en su propia formación. En especial, se enfocan el grado
de importancia, la prioridad que asignan en el discurso y en los hechos a la educación de
sus hijos, y los factores que inciden en la decisión de mantener o abandonar el sistema
educativo. Se incluyen también referencias a las decisiones que adoptan las familias
respecto a la asignación de recursos, la atención de la salud y el uso de las ofertas de
servicios públicos y privados.
El acceso a servicios públicos constituye para estas familias un factor esencial para
la generación de este capital. La gran mayoría concurrió y envía a sus hijos a centros
educativos públicos. En el caso de Rosario y Gregorio Aznárez, es algo más frecuente que
en las otras localidades, la asistencia de los hijos de los entrevistados a colegios privados.
Con respecto a la atención de la salud, también el uso de servicios públicos constituye la
base central de la cobertura, aunque -como se verá más adelante- algunas familias los
combinan con el uso de otras ofertas privadas, para paliar sus inadecuaciones.
a.
La adquisición v uso de la formación con que hoy cuentan los adultos
Poco menos de la mitad de los adultos entrevistados, no continuaron sus estudios
más allá de la Escuela Primaria. Las tres cuartas partes no cursaron más allá del primer
ciclo de Enseñanza Secundaria. Los restantes hicieron en su amplia mayoría algún curso
en UTU. Sólo unos pocos iniciaron el segundo ciclo de Secundaria, participaron en algún
curso de formación docente y uno llegó a cursar un par de años de Facultad.
Muchos de ellos adquirieron un oficio trabajando junto a su padre, a algún otro
familiar, amigo o vecino, o aprendieron en la empresa mirando a sus compañeros o
contando con la orientación de sus supervisores. Esta preparación es destacada por varios
de ellos Como la base principal de sus posibilidades de defenderse en la vida, aun cuando
50
no cuenten con ninguna constancia formal de las capacidades adquiridas. El oficio pasó a
convertirse para algunos de ellos -principalmente hombres- en parte de su identidad.
Marta (29), vecina de Rosario y madre de 3 hijos, cuenta como su esposo Claudio
adquirió su actual oficio de impresor. "Cuando terminó el Liceo estuvo un año en
Montevideo, haciendo un curso de electricidad. Era un momento muy difícil para estar allá
solo, era la época de la dictadura, y él era un chiquilín, 16 ó 17 años tendría. Entonces
volvió y empezó a trabajar con el padre que tiene una imprenta. Trabajo tenía, sólo tuvo que
aprender el ofício. A partir de allí, se puso de lleno a trabajar en esto. " Comentando las
dificultades por las que atraviesa actualmente la empresa, añade: "lo que es clarísimo es
que él tiene un oficio, en cualquier lado en que precisen un impresor va a poder trabajar.
Sería una desgracia teniendo la empresa de uno, tener que salir a buscar trabajo en otro
lado, pero llegado el caso, puede hacerlo. "
Silvio, también de Rosario, explica de esta manera como llegó a aprender su trabajo.
"Yo entré porque precisaban un soldador y aprendí mirando a los demás. Los veía trabajary
cuando ellos, por ejemplo, se iban a fumar un cigarrito, yo agarraba las máquinas y me
ponía a trabajar. "
Sergio, que dejó de trabajar en una cabaña y en las tareas del campo cuando se
vino a Montevideo desde su pueblo en Paysandú, y pasó a trabajar en la construcción,
también aprendió en la práctica. "Como empecé a trabajar de botija, no sentí tanto el
cambio. Yo era muy copión del trabajo, no me resultó difícil aprender porque soy muy
curioso, y miraba hacer algo y ya me daba la base. Dentro de la empresa aprendí
soldadura, carpintería de obra, hierro, aprendí planos de obra, todo lo que se puede
aprender para defenderse. Después quedé como encargado de mantenimiento, tenía gente
a mi cargo y si faltaba el capataz yo hacía de capataz. "
Juan afirma sin dudar "soy tornero, siempre fui tornero", al referirse a su oficio, el
que aprendió también fuera del sistema educativo formal.
Tomás también afirma su identificación con la actividad que desempeña, cuando
consultado respecto a si alguna vez trabajó con familiares responde: "No, porque ellos no
tienen el mismo ofício. "
Sin duda en los casos en que el aprendizaje en la empresa les permitió llegar a una
preparación más completa, las oportunidades posteriores han sido mayores, como se
puede apreciar comparando la situación de Enrique con la de otros compañeros. Su
situación laboral se vio afectada por el cierre de la Planta Agroindustrial en Gregorio
Aznárez, pero hoy ocupa, como se viera antes, un cargo de jefe de mantenimiento en una
importante empresa.
51
Enrique logró aprovechar muy bien el aprendizaje obtenido en las empresas en las
que trabajó; los conocimientos incorporados en el rubro mecánica y electricidad le han sido
fundamentales para su actual reinserción laboral. Recalca que para ese proceso es
fundamental la motivación para aprender pero también encontrar una contraparte
adecuada. "Uno tiene que contar con gente que no sea egoísta del oficio, como ingenieros
o técnicos que estén dispuestos a enseñar, porque no a todos les encanta, algunos se
limitan. Allí yo mostraba interés y encontré gente dispuesta a enseñarme, por eso aprendí. "
También en el caso de las mujeres, como ya se observó, aquellas que tenían
preparación docente volvieron a trabajar ante una situación de necesidád, como Gloria, o
ampliaron su tiempo de trabajo, como Angélica. Otras, como Estela, volvieron a utilizar sus
conocimientos de música para dar clases, o las habilidades artesanales desarrolladas en
algún momento, para obtener ingresos complementarios cuando sus esposos vieron
restringidas sus posibilidades laborales.
b.
Factores que incidieron en las posibilidades de seguir estudiando
Cuando los entrevistados se refieren a las razones por las cuales ellos mismos no
siguieron estudiando, mencionan la necesidad de trabajar para ayudar a su familia, la
imposibilidad de hacer frente a los costos que hubiera implicado, la falta de convicción de
los padres o de ellos mismos respecto a la utilidad o conveniencia de completar los estudios
que estaban a su alcance realizar o el agotamiento que les generaba el intento de estudiary
trabajar al mismo tiempo.
Ya se ha visto, por ejemplo, la opinión de Roberto respecto a la falta de utilidad
atribuida a los estudios que estaba realizando para mejorar sus oportunidades en el área de
la fotocomposición e impresión, en que entró a trabajar desde muy joven.
Rafael (35), se crió en Rocha y actualmente trabaja en Maldonado junto a su esposa
Cristina (27). Luego de completar estudios Primarios estudió mecánica automotriz en la
UTU, durante dos años. Nunca llegó a trabajar en este rubro. Desde muy joven, comenzó a
trabajar como obrero en la construcción y más adelante en una fábrica pesquera. Explica de
este modo porqué no siguió adelante con sus estudios: Yo me levantaba para ira la fábrica
a las cuatro menos cuarto de la mañana, tenía que tomar el ómnibus a las cuatro y media,
y entraba a las seis. Salía a las tres de la tarde, y otra vez a tomar el ómnibus; a las cinco
dé la tarde entraba a la escuela de UTU y volvía como a las doce de la noche. Fueron dos
años. Después mis compañeros me entraron a aconsejar, miré que hoy ya no te sirve nada
de eso, no viste los coches que empezaron a venir, lo que estamos aprendiendo sólo va a
servir para trabajar con cachilas. Y entonces me desanimé. "
Un caso especialmente ilustrativo de la importancia de las primeras experiencias
vividas en la relación con el sistema educativo, de las dificultades que en algunos casos se
plantean desde muy temprano para la inserción en él y de los efectos en las pautas y
valores de las respuestas obtenidas de los adultos, está dado por la experiencia que muy
vividamente relata Ornar (34), quien reside en un asentamiento en Montevideo y cuya
familia ya ha sido mencionada: "Yo aprendí desde chico lo que es la necesidad. Cuando
tenía 6 ó 7 años, tenía que salir a pedir. Si no salía me castigaban en casa. Tenía unos
padres muy estrictos, si no salís no tenés para comer. Salía con mi madre y mis hermanas.
Hasta que un día pasé la vergüenza más grande de mi vida. Yo tenía una maestra que me
quería muchísimo. Había salido con mi hermana a pedir casa por casa, hasta que
llegamos a una en la que no sé porqué, no quería entrar. Mi hermana me dijo: si no vas,
cuando vaya a casa le cuento a mamá y papá. Vas a esa casa y pedís, decía mi hermana
que era una de las mayores. Entonces voy, golpeo, y aparece la maestra. Me mira y me
dice ¿Qué hacés acá? Me fui corriendo, desde ahí hasta mi casa no paré. Corriendo y
llorando, ¿cómo iba a ir yo al otro día a la escuela? ¿Cómo la miraba yo a la maestra?,
siendo que yo toda mi vida fui el enamorado de las maestras, siempre se sacaron fotos
conmigo, andaban conmigo para todos lados..."
"Al otro día no quería ira la Escuela, pero me obligaron. Entonces fui y las llamé a la
Directora y a la maestra, fui a la dirección y les dije: yo lamentablemente tengo que salira
pedir porque en mi casa no da el sueldo. Mi papá está solo para trabajar, está muy metido
en cuentas y no le da más. " 'No te preocupes me decían, lo que importa es que no dejes de
venir a la escuela. Pero una parte mía me decía que no tenía que ir más, hasta que agarré
un trabajito. Era un almacén, me tenía que levantara las 4 de la mañana para irai mercado
a cargar, tenía 8 años. Después descargábamos y empezábamos a repartirlos pedidos. Le
dije a la maestra, no puedo venir porque tengo que trabajar y ella arregló para que pudiera
entrar un poco más tarde. Yo siempre llegaba cuando ya habían empezado a trabajar y
dejaba una carilla para hacerlo anterior, hasta que me empecé a atrasar mucho. Yo no era
el mayor, era casi el menor de mis hermanos, pero ellos no querían trabajar. Pero a mí me
gustaba trabajar, no me gustaba lo ajeno. Porque tenía dos opciones robar o trabajar y a mí
siempre me gustó trabajar, toda la vida. Entonces hablé con el patrón y me empezó a dejar
salir un poco antes; me daba algo de comer y me ayudaban a hacer los deberes, él y la
esposa, que luego falleció. Después empecé a volver al almacén después de la escuela, y
cuando ellos me tomaron confianza no me dejaban volver solo y me llevaban a casa a las
diez de la noche. Trabajé allí hasta los 13 años. Gracias al almacén logré terminar la
escuela. De ahí en adelante yo mismo me pagué los estudios, mis padres no me pagaron
nada. Mi padre a mí en la vida creo que me dio un cuaderno sólo. "
c.
Expectativas de los adultos por continuar estudiando
Algunos de los entrevistados expresan aspiraciones y deseos de volver a estudiar,
en tanto que otros ya lo están haciendo, pero la mayoría lo considera un capítulo cerrado de
sus vidas, que difícilmente podrían volver a abrir.
Entre los primeros, encontramos a Pablo (40) y Andrea (29) que viven en un
asentamiento de la ciudad de Maldonado y tienen dos hijos. Él es fotógrafo y trabaja por
su cuenta, y ella tiene empleo realizando limpiezas en un edificio durante todo el año.
Cuando Andrea termina su horario de trabajo (8 horas, 6 días a la semana) asiste a un
Curso de Computación en la ORT. Pagar el curso representa un importante sacrificio para
ellos pero confían que le abrirá nuevas oportunidades laborales. "Elegí eso porque es lo que
en todos lados se está pidiendo, es un curso de un año con lo que uno sale preparado para
un trabajo de oficina, que al menos es un trabajo más aliviado, no tan agotador. " Su esposo
afirma: "Ojalá que siga con esto de la computación, porque aunque no gane mucho más, no
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va a tener que soportar las mismas condiciones de trabajo. No sé a dónde puede llegar a
llevarla. El año que viene, después que ella termine, empezaré yo con algún curso. " Para
Andrea, es también un desafío para poder ayudar a sus hijos. "Yo veo esos chiquitines que
dejan de estudiar a los 12 ó 13 años y no quiero que mis hijos pasen por lo mismo. Yo hice
hasta 4o de Liceo, tenía muy buenas notas y me gustaba mucho estudiar, pero mi madre no
me podía pagarlos estudios. Tampoco se preocupó por hacerlo, eso es en parte lo que le
reprocho, el no haberme impulsado a ser algo. No quiero que mis hijos pasen por lo mismo,
al contrario, si tengo que trabajar sólo para el estudio de ellos no me importa, para que sean
algo, lo que les guste y que les permita defenderse, para que no tengan que trabajar como
lo tengo que hacer yo."
Mercedes, por su parte, no pudo terminar la escuela, su madre la sacó para que
cuidara a sus hermanos pequeños; no recuerda si llegó hasta tercer año o hasta cuarto. "Yo
no puedo enseñarles nada a mis hijos. La mayor, que es un bocho gracias a Dios, porque
no salió a mi sino a mi marido, el año pasado me decía: mamá, ¿me ayudas con estas
cuentas? Y yo, ¿cómo iba a ayudarla?, ¿Cómo querés que te enseñe?, tenés que
esmerarte vos; y ahora ella me enseña a mí. Pero ella sabe que yo no puedo ayudarla,
tiene que esperar que venga el padre; él sí fue al Liceo. Por eso quiero ira la Escuela. El
año pasado abrieron una escuela nocturna y cuando me fui a anotar no sé que problema
hubo con esas barritas que se juntan, que molestaban a la maestra, y se terminó. Este año,
si se puede, la voy a hacer. Soy yo la que está todo el día con las chiquilinas y tengo que
enseñarles yo; él cuando llega está cansado, toma mate y mira el informativo. "
Sergio, de Ciudad Vieja, que trabaja por su cuenta en el ramo de la construcción y
tiene dificultades para obtener empleo, menciona su deseo de seguir preparándose para
tener mejores oportunidades, pero indica "el poder adquisitivo no es continuado, un curso
usted lo tiene que pagar, y de repente tiene trabajo un mes para pagar el curso, pero los
cursos son más largos, entonces tiene que mantener a su familia y la plata no le alcanza, no
puede pagar un curso y por ahí se queda. "
d.
La educación de los hijos
A nivel del discurso, prácticamente la totalidad de los adultos entrevistados afirman
la importancia de que sus hijos estudien y se preparen para tener mejores oportunidades
laborales. Sin embargo, en muchos casos, una vez finalizada la escuela primaria los hijos
han dejado de estudiar, por lo general luego de comenzar a cursar algún año de liceo o de
UTU. La mayor deserción entre los adolescentes se registra entre las familias de los
asentamientos de Montevideo y en menor medida en la ciudad de Rosario. En lugares
como Santa Lucía y Maldonado, es más firme el planteo de los padres respecto a la
necesidad de que sus hijos estudien y su aspiración de proporcionarles estudios
complementarios, por ejemplo de inglés y computación.
Camilo (56) e Isabel (39), que viven desde hace algunos años en un asentamiento
de Montevideo con sus cuatro hijos, expresan que desearían que sus hijos siguieran
estudiando. Sin embargo, sus dos hijos mayores, de 21 y 16 años, abandonaron los
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estudios poco después de terminar Primaria. Explica su madre, refiriéndose al mayor: "el
primer año de UTU lo repitió; hizo dos veces primer año y después se le dio por trabajar. Lo
que pasa es que faltan cosas, le faltan los libros y él veía que yo no se los podía comprar, él
veía las necesidades de la casa, entonces optó por ir a trabajar en vez de seguir
estudiando. A mí me hubiera gustado que estudiara, porque con el estudio podría ser otra
cíase de persona. Ahora es un empleado, por más libreta de chofer que tenga, es un
empleado y sin estudios."
Los hijos varones de Ramón y Nélida, que también viven en Montevideo, están
trabajando en una droguería. "El más grande hizo electricidad, pero el más chico sólo
terminó sexto. Yo les decía a ellos -relata su madre- que por ser varones tendrían que tener
un estudio, entonces sería otra cosa. La mujer también, pero el varón es el que tiene que
tener estudios para el día de mañana tener algo. Es el que tiene que llevar más a la casa,
pero a ellos les gusta más bien trabajar y trabajar. Mi hija, siempre soñó con el Uceo, yo
quiero que ella siga. Todas las chiquilinas de aquí del barrio que son amigas de ella,
hicieron tercero y no van más."
Hugo, de Santa Lucía, menciona su preocupación por el futuro de sus hijos. "Pienso
que estudiar tienen que estudiar, pero me gustaría que al terminar un estudio no tengan que
trabajar de peón albañil, como hay muchos en este momento. Yo veo muchachos que
terminan un estudio y no saben para donde agarrar, y nadie les da una oportunidad
tampoco. Hay gente que dice a éste no, porque no sin/e para nada, porque es un peludo o
porque no tiene experiencia, entonces ese muchacho aunque tenga estudios no entra en
ningún lado. "
En un sentido similar, se expresa uno de los hijos de Juan y Mary, de Cerros Azules.
Cursó el Ciclo Básico y un año y medio de tornería. "Después salí porque conseguí un
trabajo en Punta Ballena y me fui para allá. ¿Qué iba a estudiar? No iba a perderei tiempo
con lo poco que me gustaba el estudio. Tengo compañeros que están recibidos. En
Montevideo tengo dos compañeros con título de doctores y uno recibido de abogado, y
ninguno de los tres tiene trabajo. Uno entró ahora a trabajaren un supermercado de cajero
y los otros dos, uno está en un consorcio de no sé qué y el otro anda por ahí boyando de
changa en changa."
Julián (41) trabajó toda su vida en la construcción y vive con su esposa Celia (35) y
sus 7 hijos en un asentamiento de Montevideo. Defiende su idea de que como padre debe
orientar a sus hijos hacia alternativas que considera viables para ellos. "Usted como padre,
pobre, trabajador, no puede decir que mi hijo estudie tornero o estudie abogacía. Para qué
va a estudiar abogacía? Uno sabe que después con los libros por allá arriba, no va a poder
llegar. Si me dijera voy a hacer un curso para estudiar de constructor, eso me parece
ejemplar, porque eso no va a haber país en el mundo que lo vaya a dejar de hacer.
Electricidad también, no se va a terminar nunca y son cosas que usted con un cajoncito de
herramientas, con cuatro reales, lo puede hacer. Entonces es lo más práctico, lo más viable
para el pobre. "
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Ulián, la esposa de Gustavo, un matrimonio de Rosario, que ha criado a tres hijos y
cuatro sobrinos que han quedado huérfanos, afirma: "Me gustaría que estudien pero que no
se acostumbren solamente a estudiar. A ellos ya se les ocurre comprarse ropas raras, o no
raras, pero que les gustan aunque de pronto no son una necesidad, y es Importante que
comprendan el valor. Y pienso que eso lo conocen cuando ellos van a trabajar aunque sea
una hora y ven cuanto significa en dinero. Asi empiezan a valorar un montón de cosas, creo
que es necesario. "
Una de las mayores angustias de Alfredo y Estela, también de Rosario, quienes no
han logrado aún superar la situación creada a partir del cierre de la fábrica donde él
trabajaba, es poder mantener a su hija de 17 años que está estudiando en Montevideo.
"Nosotros la tenemos que asistir, y le digo más, el teléfono no lo he sacado porque es el
único contacto que tenemos con ella. Hubo un momento en que no teníamos
prácticamente trabajo, tanto que pensamos, capaz que termina de doméstica en
Montevideo. Porque no sabíamos qué hacer, estábamos endeudados. " Consultados sobre
sus proyectos familiares, en primer lugar mencionan apoyar a su hija para que termine el
curso. Sus hijos varones hicieron cursos de carpintería en Rosario, pero no son muy
optimistas sobre el futuro que pueden tener aunque insisten en que son muy habilidosos.
"Somos más de 40 carpinteros en Rosario, y ¿qué hacemos? ¿nos comemos la cabeza
unos a otros? Medianamente instalados con herramientas como las mías hay unos 30, y
también están los que tienen un serrucho, un destornillador y un cepillo, salen de UTU con
el título y ya son carpinteros. Pero para ir más allá, tenés que ir a estudiar a Montevideo. "
Con frecuencia el deseo de que los hijos estudien está asociado a un sentimiento de
frustración por no haberlo podido hacer ellos mismos. "Oí decir a alguien que uno no es
persona si no se cultiva, si no estudia, y yo digo lo mismo, en especial porque lo sufro en
carne propia. No estudié, no hago nada y aquí estoy, no tengo una profesión con que
ganarme la vida. Por eso les digo que ellos tienen que romperse y estudiar", comenta
Marta, de la ciudad de Rosario.
Cuando esta expectativa fracasa, es frecuente que los padres no logren interpretar
las causas y, alternativamente, depositen la responsabilidad en los hijos o en sí mismos.
Rosario lo expresa con mucha claridad cuando dice: "El problema es de ellos, es que son
chicos muy retraídos, no se superaron, no rinden. Tal vez será porque yo no me dediqué
expresamente para ellos en la escuela o porque no les pude dar una atención distinta, no lo
comprendo, porque son inteligentes a lo máximo, cualquiera de los tres, pero fallaron en la
escuela, me fallaron. "
e.
Factores vinculados al funcionamiento del centro educativo v a la relación
entre éste v la familia, que inciden en la continuidad de los estudios
En algunas situaciones, otros factores tales como la violencia entre los compañeros
o la percepción -fundada o no- de una discriminación hacia la familia desde la escuela,
atentan contra el mantenimiento de los niños en el ambiente escolar o al menos contra su
56
adecuado rendimiento y el relacionamiento deseable entre la familia y la institución
educativa.
Cristina, de Maldonado, comenta que no ha tenido una buena experiencia de
relación con la Escuela a la que van sus hijas. "Ellas se anotan en el comedor, pero no hay
apoyo ninguno; viene un niño de otro grado, más grande y les pega patadas o le da una
piña a cualquiera y tienen una forma de hablar horrible. Uno va le dice a la Directora, pero
no hay orden; van a esperar que pase alguna desgracia para poner un límite. Este año
están muy contentas con la maestra que tienen, estoy asombrada por las buenas notas que
traen. El año pasado la mayor lloraba porque no quería ir a la escuela. La maestra hacía
una diferencia abismal con ella. Tiraba para los niños que tenían dinero. Para el día de la
maestra no hubo una organización, como había siempre para hacer una colecta y entre
todos comprarte un regaiito. No, lo hicieron cinco madres que tenían dinero y las demás
quedamos afuera.”
Ana María, de Ciudad Vieja, explica que tuvo que cambiar a su hijo para el turno de
la mañana en la escuela, porque en el turno de la tarde sufrió agresiones en diversas
oportunidades por parte de sus compañeros. "Cuando estuvo en segundo año, lo
fracturaron dentro de la escuela. Hay niños que no quieren entrar a clase y andan todo el
día en el patio y se golpean. Fui a hablar con la maestra y me dijo: son muchos niños y
niñas, y no los podemos cuidar. Discúlpeme, en mi época también veníamos a la escuela
pública y éramos 60 alumnos por clase, que nos sentábamos de a tres en los bancos y
nunca hubo problemas. Así como a mi hijo lo facturaron lo podrían haber matado, porque lo
tiraron para atrás y cuando cayó lo agarraron a patadas en el suelo, ¿Ningún maestro vio
nada? Otro día le rompieron los lentes y le sacaron todas las cosas que llevaba en la
mochila. Hablé con la Directora, con la Inspectora, pero lo que logré es que se enojaran
conmigo, no me saludaban, a mi hijo hasta le bajaron la nota. Dicen que no pueden hacer
nada, que no pueden suspendera ningún niño, que citan a los padres y no vienen. Al fin me
dijeron, señora si tiene problemas, saque a su hijo de la escuela. "
Ya se mencionó antes la percepción de Dora respecto a como se sintió tratada en la
escuela cuando su hija tuvo problemas de conducta.
Sin embargo, en la mayor parte de los casos, los padres expresan conformidad y
agradecimiento por como sus hijos son atendidos en la escuela, y las situaciones
mencionadas, si bien pueden afectar en forma significativa las posibilidades de inserción de
esos niños y esas familias, no dejan de constituir una excepción.
Las hijas de Selva, a quienes ésta crió sola y que tuvo que trasladarse abruptamente
de Pocitos al Hogar Uruguayana, comentan su experiencia en las escuelas de ambos
barrios y aportan elementos de interés. Selva optó por no cambiarlas de escuela los
primeros años posteriores a su traslado, pensando que no iba a beneficiara sus hijos tener
que vivir tantos cambios juntos. Se trasladaban todos los días hasta Pocitos, hasta que
más adelante decidió cambiarlas. "Lo que pasa es que a esa escuela de Pocitos, va gente
57
que no es que nos discriminaran a nosotros, pero es distinta", expresa la mayor. "Nunca
tuvimos problemas de estudios, pero era diferente el ambiente. Te ponés a hablar con los
gurises y te decían: ¿Qué video tenés o cuál computadora?, cuando yo tenía televisión en
blanco y negro. O cuando te preguntaban ¿a qué Club vas? y yo les decía a ningún
Club"..."Hace un tiempo llamé a una compañera que era amiga mía, porque cumplía 15
años. Le digo, habla Verónica, sabés que Verónica?. Si la de la escuela. Pero la chiquilina
es tan cerrada, que quedó por esas, no da tampoco como para seguir
frecuentando"..."Cuando llegamos a la escuela de acá, era un compañerismo total. Yo
llegué y me senté en un muro y no hablaba con nadie. Vinieron dos niñas y me dijeron
¿estás sola?, vení con nosotros. Estábamos las tres y llegó una nueva y le dijimos lo
mismo. Aparte me subió el rendimiento, no bajé más del bueno muy bueno. "
Gloria, de Rosario, menciona con pena que su hijo Carlos dejó sus estudios en UTU.
"Él podría haber seguido estudiando, pero no; a él dale trabajo, lo que quiere es tener su
platita. Pero como yo le decía, podías haber aprendido algo, algún oficio, sanitaria nomás,
como estabas estudiando. Pero dice que iba a las clases y se aburría de escuchar al
profesor, que hablaba y hablaba, y no podían trabajar ni hacer nada porque no había
materiales. Acá los chiquitines para poder aprender se tienen que llevar todos los
materiales, si es carpintería hasta las tablas, porque no tienen nada, y así no pueden
aprender un ofício"..."Otra cosa tampoco hay, porque hacer el Liceo para después no poder
ir a Montevideo a estudiar, no sirve; es preferible que vayan a UTU y después hagan acá
algo de contabilidad o alguna otra cosa de esas. "
f.
La atención de la salud
Los recursos que la familia destina a la atención de la salud constituyen un segundo
aspecto relacionado con la inversión en capital humano. Una de las primeras decisiones
que las familias mencionan que han adoptado en momentos de crisis y apretura económica
es -cuando estaban afiliados- dejar la sociedad médica o mutualista, y pasar a atenderse
por salud pública.
En algunos casos, no consideran que -como efecto de esta decisión- se encuentren
ahora más desprotegidos o peor atendidos. En otros, se muestran desconformes en
especial por el trato recibido del personal administrativo, no de los técnicos, y
particularmente con las demoras en la prestación del servicio, que en ocasiones torna
imposible su uso para ellos.
Muchas familias buscan combinar distinto tipo de servicios, algunos gratuitos y otros
pagos, para lograr un sistema que les permita sentirse adecuadamente protegidos; por
ejemplo, Salud Pública y una emergencia móvil o algún seguro parcial, acudira un médico
particular en determinadas situaciones o realizar un acuerdo con un odontólogo del barrio
que les da facilidades de pago.
Rosa relata experiencias buenas y malas, tanto en el mutualismo como en Salud
Pública. En el sistema público considera inadecuada la atención del personal administrativo:
"No le informan, le cierran la ventanilla en la cara, tratan mal a la gente; si viene alguien
58
relacionado con alguno de ellos lo hacen pasar primero, lo atienden aunque hayan cerrado
la ventanilla al público, que hace horas y horas está esperando y no lo atienden. Eso sí, no
tengo una queja de ninguna enfermera ni de ningún médico." Destaca especialmente lo
bien que atendieron a su hija, madre adolescente, en el Área de la Juventud en el Pereira
Rossell, "la hice controlar en la Policlínica de Adolescentes, y quedé encantada, la
atendieron precioso."
Sonia (25) vive en un asentamiento de la capital con su esposo Miguel (31) y dos
hijos pequeños. "A los niños los atiendo por Asignaciones Familiares y además usamos la
Policlínica de la Intendencia y la Emergencia móvil. A Salud Pública, en general, no vamos
porque son demasiadas horas para esperar. También tienen problemas cbn el personál y
Con los locales, porque ponen embarazadas, niños y ancianos, todos atendiéndose en la
misma policlínica. "
Zully, que vive en el mismo barrio, afirma que usan mucho el servicio de la
emergencia móvil. "Cualquier duda consulto a ellos enseguida. Pero para un tratamiento sí,
no tengo más remedio que ir al Hospital. "
Rosario, que reside en otro asentamiento montevideano, refiere la existencia de
varios sistemas de atención de la salud en el barrio. "Acá en la policlínica hay médico tres
veces por semana. Los lunes hay médico en esta otra zona, pero éste no es un médico de
Salud Pública; entre todos los vecinos aportan $5 o $10 por mes y se junta esa plata y se le
entrega a la doctora y ella trae los remedios, todo para darnos. "
Graciela, de Rosario, explica por qué mantiene a sus hijos en la sociedad médica:
"... yo los tengo a los dos en la sociedad, me sale un lote de pesos pero con lo que me paga
Asignaciones Familiares, pago la mitad de lo que me sale la sociedad por mes de los dos.
Me da miedo sacarlos, yo les tengo el carnet pero están en el sanatorio; hasta ahora hemos
podido mantenerlos, sacarlos será lo último que haga. Si puedo tener un auto parado ahí a
fuera, no voy a sacar a mis hijos del sanatorio. Durante dos meses no pude pagarla cuota y
me hicieron un plan para recuperarme, y me puse al día. "
Varias de las familias entrevistadas en Santa Lucía, afectadas por el cierre de
fuentes de trabajo y la pérdida de ingresos, resignaron sus afiliaciones a mutualistas.
Angélica pertenece a una de ellas: “...lo primero que hicimos fue sacara los dos nenes de
la sociedad y pedir el carnet. Ahora todos los carnets se me vencieron en febrero y no los
he podido ir a sacar. El año pasado tuvimos que llevar a uno de los nenes al dentista por
Salud Pública. Me pasé una tarde sentada esperando al dentista, cuando me atendió me
dio una hora para los dos, para un mes y medio después. Al mes y medio los llevé, los
atendió muy bien, les enseñó como lavarse los dientes, todo precioso y luego me dijo: ahora
me voy de licencia, cuando vuelva vení a pedir hora. Después de ese día no los llevé más;
no puedo estar una tarde sentada para que me den una hora. Si vas a un pediatra que
atiende a las cuatro de la tarde, los números se dan a la una; para que te den hora a la una,
ténés que ir a las diez de la mañana y esperar para conseguir número. Es muy sencillo, si
59
una persona trabaja no puede estar todo el día esperando para que la atiendan"..."Los que
van siempre, ya se conocen todos, son los que no trabajan, los jubilados, los desocupados.
Para atenderme en Emergencia nunca he tenido problemas, la dificultad es para el control. "
Norma (34), también vecina de Santa Lucía, con dos hijos, buscó asimismo una
solución al problema. "Cuando dejaron de pagarnos regularmente en la fábrica, llegó un
momento que no pude pagar más la sociedad. Hace como cuatro años que los saqué.
Empecé con Salud Pública, pero es horrible, tenés que perder un día de trabajar para ira
atenderte. Entonces los hice socios de una sociedad nueva, en la cual hay que pagar una
cuota mínima, no hay internación, pero tenés los médicos, todos los especialistas y te
hacen un descuento en la farmacia para los remedios. Igual tenemos el carnet por si
necesitamos otro tipo de atención. Pero por lo menos, si la nena está con fiebre sé que voy
allí y me la atienden enseguida. Además es difícil, para el que está acostumbrado a una
sociedad, porque allí te sentís mal; no es que me crea más que nadie, pero es una cosa
chiquitita, todo lleno de gente, y además ver las injusticias. Porque no hay derecho a que
hagan ir a la gente horas antes para que te den número, hay personas que son viejitos e
igual tienen que estar desde las cinco de la mañana o antes. "
Andrea y Pablo, de Maldonado, adoptaron una alternativa muy parecida: ella está
cubierta por DISSE en razón de su trabajo, él no tiene cobertura por ser trabajador
independiente y a sus hijos los han afiliado a una sociedad que tampoco cubre
internaciones pero tiene una cuota que pueden pagar. "Para atenderse en Salud Pública
hay mucha vuelta que dar. Hay que ira sacar número a las seis de la mañana, es agotador.
Cuando alguno se enferma y está con mucha fiebre, pasan horas, después mandan a un
practicante que dice vaya mañana a ver a la pediatra. Son cosas que ellos no entienden,
porque mañana uno no puede porque tiene que ir a trabajar. Entonces, una asistencia
privada uno llama para que vengan a la casa y vienen, lo atienden, le indican los
medicamentos, y no hay que andar dando tantas vueltas. "
Rubén y Miriam, de Santa Lucía, han optado -en una situación similar- por estar en
Salud Pública y recurrir a la atención privada cuando necesitan, y siempre y cuando puedan
hacerlo. "Hace poco tenía que consultar un ginecólogo y venía recién dentro de un mes.
Entonces, te podés morir nomás. Ahí, en el mismo consultorio, viene un médico que
también es de Montevideo, que te cobra la consulta y vas; te cobra pero te soluciona el
problema en el acto, y al final es accesible, $150 la consulta. Acá, en Santa Lucía, hay
mucha gente que se ha borrado de las mutualistas y cada vez hay más para atenderse en
Salud Pública; lo cierto es que tiene cosas buenas y cosas malas, y los médicos al final son
los mismos que en el mutualismo. "
Lilián, de Rosario, que está a cargo de sus hijos y sobrinos, tiene una percepción
distinta de la atención recibida en Salud Pública. "Aquí ya nos conocemos todos. La
pediatra sabe si una mamá es pesada o no, sabe si un niño es problemático o no, entonces
si tenés un problema realmente importante te paras ahí, esperás y no te dejan nunca; por
eso te digo el personal tiene mucha calidad humana. " Los vínculos locales también le han
facilitado la resolución de la atención odontológica. "La odontóloga es la mamá de una
60
compañera de ellas, es una persona sencilla, si tengo el dinero voy y le pago todo junto; si
no lo tengo le pago cuando puedo y me mata si no los llevo por eso. "
C. LA APLICACIÓN DE RECURSOS A LA ADQUISICIÓN
DE LA VIVIENDA
Contar con una vivienda adecuada a las necesidades del grupo familiar, es una de las
preocupaciones y aspiraciones más importantes de las familias de los entrevistados. Ya
pudimos apreciarlos sentimientos de angustia contenidos en los relatos de aquellos que en
determinado momento se encontraron sin un lugar donde alojarse. Es también uno de los
elementos que más destacan cuando se refieren a los logros obtenidos; haber llegado a
tener su casa -por modesta que sea- es un motivo de orgullo y mejorarla suele estar en
primer lugar entre las metas a alcanzar.
Por lo general, es asimismo el proyecto en el que han invertido más esfuerzo, dinero
y trabajo, en el que suelen comprometerse y aportar de alguna manera todos los
miembros del núcleo, y también sus redes de apoyo, como se verá más adelante.
a.
Las estrategias para acceder a la vivienda v sus diversos resultados.
La amplísima mayoría de las familias entrevistadas vive en una vivienda propia, o
de algún familiar. La estrategia que utilizaron más frecuentemente para obtenerla es la
autoconstrucción, en terrenos fiscales o excepcionalmente propios, o a través de programas
de ayuda mutua, cooperativos o del MEVIR. Esta situación se da, como es obvio, en todos
los casos de familias que residen en asentamientos de Montevideo y Maldonado, y en
algunos de las que viven en las otras localidades consideradas.
El segundo tipo de estrategia predominante, fundamentalmente entre las familias de
Santa Lucía y Rosario, es la compra a través de programas del Banco Hipotecario del
Uruguay.
En Gregorio Aznárez se observa una situación particular, ya que muchos de los
ex-trabajadores de la Planta Agroindustrial viven en las viviendas construidas originalmente
por RAUSA para sus operarios. Otros, lo hacen en barrios construidos por por el
Movimiento de Erradicación de la Vivienda Insalubre Rural (MEVIR).
Otra situación particular se presenta entre las familias que estuvieron alojadas en el
Hogar Uruguayana (ex Martínez Reina). Todas ellas tienen en común haber vivido
situaciones de desalojo o de vida a la intemperie durante algún tiempo, y haber sido
ubicadas allí como solución de emergencia. La transitoriedad de este alojamiento no fue tal
en todos los casos, ya que algunas de las familias entrevistadas residieron allí durante más
de 10 años. La mayoría fueron trasladadas finalmente a un conjunto habitacional,
conformado por núcleos básicos evolutivos construidos por el MVOTMA, en San Martín y
Teniente Rinaldi, en tanto que un grupo reducido optó por integrarse a cooperativas de
ayuda mutua y construir su propia vivienda.
61
' El relato de los entrevistados permite ilustrar las motivaciones, las dificultades y los
logros obtenidos por las familias al emplear estas distintas estrategias.
/.
La autoconstrucción como decisión individual
Julio, que después de venir de Salto trabajó en una chacra en Melilla y actualmente
vive con su familia en un asentamiento de Montevideo, cuenta como fue llegando a
construir su vivienda. "En la chacra vivíamos en una casa de material, pero la dejé para
venirme para Montevideo, porque yo quería adelantar, yo no tenía nada, la casa esa era de
ellos, y yo quería tener lo mío. Primero me vine para un rancho de lata que compré. Por lo
menos le daba valor al terreno, no era tanto el rancho. Más adelante vinimos para acá, el
terreno éste lo tenía mi suegro. Entonces dije, vendo la casita de lata y con eso compro el
material y me hago una casita de bloque, y así fue. Con la plata ri^e me dieron allí no me
daba; habré comprado 100 ó 200 bloques con eso, y más dé la mitad me lo pagó el patrón.
Por eso me quedé tanto tiempo en la chacra, trabajé dos años y pico allí, para terminar de
pagarle los materiales. Yo salía de noche a trabajar y volvía de noche, a los gurises míos
sólo los veía durmiendo. Ahora ya tengo la estructura armada. Todavía me falta terminar
me falta levantar un par de paredes, terminar el techo. "
José Pedro y Zully viven en otro asentamiento montevideano; cuando llegaron de
Rocha vivieron un tiempo con sus suegros, pero el padre de Zully es alcohólico y por
momentos se ponía violento; alquilaron una vivienda pero se les hacía muy difícil pagar el
alquiler, buscaban desesperadamente una solución. "El primer año pagaba $800 y pico,
pero al segundo año se me iba a más de $2000, era un apartamentito lindo, pero no podía.
Un primo de Zully nos avisó de un barrio donde estaban entregando terrenos. Yo tenía
miedo, pensaba si levanto algo y luego me sacan, miedo de perder todo. Al final hablé con
mi patrón y aceptó ayudarme a comprarlos materiales y después descontarme del sueldo.
Vine a ver a un albañil de acá, del barrio, y le dije: yo no sé nada de construcción pero
quiero aprender; me gustaría pagarte pero no puedo, te pago para que me marques donde
van los pozos. Me marcó la casa y después yo fui robando oficio, ayudaba a un vecino y
miraba como hacían la viga, y después lo hacía yo. Todo lo que tengo acá lo he hecho yo.
Entraba a trabajar a las 6 de la mañana y a las 6 de la tarde me venía para acá. Tomaba
un café con leche y me venía en bicicleta a trabajar acá. De repente nos quedábamos toda
la noche. Estuvimos tres años para armario y nos vinimos sin revoque."
Ya se vio la forma como Blanca y Tomás llegaron a ocupar un terreno y construir su
vivienda en Maldonado; la incredulidad y los temores de él y la decisión de ella al
considerarlo "su única alternativa. "
Nelson y Nancy llegaron a ocupar un terreno en Maldonado, orientados por el
capataz de la obra en la que él trabajaba. "El hombre que era encargado de nosotros me
dijo hay unos terrenos en Maldonado Nuevo que la gente está marcando, vos podés ir,
después te lo van a cobrar, no hay problema, porque eso se va a legalizar. Yo pensé que
era una broma, uno viene de un pueblo en donde no surgen cosas tan raras, y pregunté,
¿no será una joda?. No mirá, me contestó, yo tengo cuatro terrenos marcados. Y él me dio
62
uno a mí, nos dio a todos y él no se quedó con ninguno. A mis hijos les voy a enseñara
cuidar y que sepan que esto se los dio una persona que se portó, porque no se quedó con
ningún terreno. "
Muchos de los habitantes de estos asentamientos han pagado para entrar, aunque
lo pagado no corresponda a un valor de tasación y aunque no lo hayan hecho a su
verdadero propietario. En general están dispuestos a pagar para regularizar su situación y
quedarse, siempre que las condiciones sean accesibles para ellos. La situación actual
favorece las transacciones irregulares, en base a las cuales se mueve este mercado, y
posibilita a la vez, la acción impune de algunos que se aprovechan de las necesidades de
vivienda de las familias, cobrándoles lo que no les corresponde.
Julián explica: "Nosotros compramos, y después empezamos a hacerla vivienda.
Hay gente de Montevideo y del interior que han tomado un predio y nunca lo han pagado.
Nosotros nunca tuvimos esa oportunidad ni esa suerte, siempre tuvimos que comprar,
aunque fuera terreno municipal, tuvimos que comprar. No sé en realidad si es que no
tuvimos esa suerte o es que nunca fuimos personas rostrudas como para ir y tomar
posesión no más. "
Alicia, no sólo está luchando por recuperar la posesión de su casa de la que fue
injustamente despojada por su último compañero, sino que también colabora con la
Comisión Vecinal que trabaja para lograr la regularización del asentamiento. "Esta Comisión
fue imprescindible en su momento; es importantísimo que le haya podido decir al Estado
cómo se deben hacer las cosas para que la gente viva de una manera digna. La
regularización está en marcha. Sólo un cataclismo podría pararla. En la mayor parte de los
vecinos está el ansia de pagar ésto, de ser dueños de ésto, el vínculo afectivo es muy
grande”..."Si alguien me dijera te cambio esta casita por un apartamento de cuatro
dormitorios, yo no me voy. Por primera vez siento que ésto es mi casa. Yo me mudé antes
de venir acá 46 veces en mi vida, la otra noche nos pusimos a conversar con los nenes y a
apuntar. Estoy marcada a fuego con cada movimiento de mi vida. Entonces pienso, yo
llegué a un lugar donde me sentí comprometida, dependía de mí poner un bloque, plantar
un tomate, poner un vidrio, porque no tenía a nadie que lo hiciera; lo tenía que hacer yo sí
no quería que la lluvia y el viento me empapara, entonces esto es mío, esto si es mío. Yo
me quedaría en el bamo, salvo -y te lo digo de todo corazón- si no pudiera volvera mi casa.
Sería humillante. Mi casa es ésta, mi lugares éste y creo que pagué no sólo con dinero, con
pedazos de mano, con noches sin dormir, y ésta es mi casa." Alicia ha iniciado trámites en
el Ministerio de Vivienda y en la Defensoría Pública, y espera con confianza ser amparada
para recuperar su vivienda.
Gerardo, ocupante de un terreno en Maldonado, tenía claros los riesgos que corría
al tomar la decisión. "Yo tenía un compañero viviendo en ese asentamiento. Un vecino de
él tenía una parte del terreno para vender. Yo sabía que no podía vender, pero de alguna
manera tenía que resolver dónde vivir con mi familia. Le compré ese pedazo de tierra,
edificamos un rancho de costaneros y nos fuimos a vivir allí. " Más adelante, la Intendencia
los traslada a otra ubicación, desarmaron el rancho y lo volvieron a armar. “Como este
63
predio estaba todo sin ocupar, la solución más rápida era esa, nos trasladaron para acá
como asentamiento. La Intendencia puso los camiones para el traslado y nosotros vinimos y
elegimos el pedazo de tierra que nos convino más. Después las calles y eso se han ido
formando solas. En este predio éramos 9 familias, pero ahora somos 50 y pico. Cuando se
empezó a agrandar se formó una Comisión, yo formé parte de ella. La gente venía y le
planteaba a la Comisión que estaban necesitados, que estaban alquilando y no podían
seguir pagando, que tenían un desalojo, o que estaban viviendo de agregados y se querían
independizar, y entonces como todos pasamos por eso, le dábamos el lugar. El único
critério era dejar un pasaje por donde caminar, una calle. Ahora la intendencia nos está
volviendo a plantear un cambio de predio, abandonar este asentamiento y cruzarnos a
enfrente. Nos van a dar terrenos de 200 m2, con luz, agua y saneamiento y una canasta de
materiales para que nosotros construyamos las viviendas. Después los vamos a pagar con
la cuota con que se pagará el terreno. "
Horacio, de Maldonado, -sobre quien ya se comentó que junto a su esposa y sus
hijos ha instalado una panadería- también tiene una fuerte expectativa respecto a una
próxima legalización de la situación en relación a la vivienda que ocupan. "Dentro de poco
se va a regularizar todo y va a quedar tan bien como cualquier otro barrio de Maldonado.
Yo ya tuve dos oportunidades de irme de acá, me dieron casa y me dieron un terreno en
Cerro Pelado y no me quise ir. Lo que pasa es que he pasado mucho trabajo acá. Dése
cuenta que acá llegamos sin nada, entonces ya tengo una raíz. Hemos logrado todo lo que
tenemos y entonces es como si hubiéramos nacido acá, por el trabajo que hemos pasado y
por el que seguiremos pasando. Además, en ese momento yo había sido electo Presidente
de la Comisión del barrio y no quise tampoco dejar toda la gente abandonada. Ahora se
está logrando que la Intendencia mida los terrenos, se está ordenando todo y estamos
esperando el precio de los terrenos para poder pagarlos Esperamos que el precio sea
accesible, de todos modos nosotros vamos para largo acá, porque somos 900 ó 1000
familias que estamos acá adentro y a dónde vamos a ir si no ponen un precio accesible ?
Nosotros queremos pagar, pero no queremos que se nos robe la plata. Hemos construido
todos acá adentro. Yo sé clarito que no era de nosotros, pero les digo que nos hubieran
sacado antes de un año, porque después de un año tenemos derechos, somos promitentes
compradores, eso está en la Constitución de la República. "
Manuel y Gladys, luego de haber ocupado un terreno en Maldonado en el Barrio
Hipódromo, accedieron a una vivienda asignada por la Intendencia, por la que están
pagando mensualmente cuotas al BHU. "La vivienda no iba a ser para nosotros porque no
habíamos sido censados", pero al cabo de varios meses y de insistencia lograron ser
tenidos en cuenta. "Son viviendas para gente a la que llaman marginada, dice Gladys, pero
a esto tú no lo podés llamar marginado. Gracias a Dios, así como tú ves mi casa hay
montones iguales o mejores todavía por dentro, esto no es vivir marginal."
ii.
La autoconstrucción en el marco de programas colectivos
Otras familias han construido ellas mismas su vivienda en el marco de programas
cooperativos de ayuda mutua. Es el caso de Wilson y Esther en Ciudad Vieja, en relación
a quienes ya se mencionó el esfuerzo que están realizando para participar en la
64
construcción de su vivienda, cómo esto ha incidido en la organización familiar y generado la
necesidad de colaboración también por parte de las hijas, y la ilusión con que esperan la
nueva etapa que se abrirá a partir de la finalización de la obra y la ocupación de su vivienda
propia.
Antonio y Ercilia viven en Pan de Azúcar y también han accedido a la vivienda a
través del cooperativismo de Ayuda Mutua. Cuenta Ercilia: "Un buen día nos ofrecieron
entrar a la cooperativa; un tío mío ya estaba acá y había lugar para otra familia. Nos
anotamos, al principio estábamos a prueba, todos los integrantes tenían que aceptamos.
Después trabajamos en la obra durante 3 años, todos los fines de semana. A mí me
encantaba la idea de estar haciendo algo que iba a ser de nosotros; cada ladrillo, cada
cosita, me preguntaba ¿cómo quedará? ¿cuál va a serla nuestra? Trabajábamos los dos,
yo cargaba ladrillos, hacíamos los pisos, poníamos la eléctrica, todo. Después se me
empezó a hacer un poco largo, me parecía que no la íbamos a terminar, que no la iba a ver,
porque no se sabía cuánto iba a ser el plazo. El día que tuve mi casa no te imaginas qué
felicidad, ver que estaba pronta, que habíamos trabajado los dos acá; aparte siempre que .
pasaba por acá pensaba, ojalá me toque una de éstas, y justo me tocó, estaba más qué
radiante. Fue una posibilidad para nosotros, de otra manera no hubiéramos podido tener
una casa, algo nuestro, pagamos una cuota, pero es de nosotros. "
Selva participó en la construcción de su vivienda mientras vivían en el Hogar
Uruguayana, y hoy vive con sus hijos en las viviendas de la Cooperativa a la que se integró.
"Ahí se armó un grupo, ponían carteles en la puerta, los que querían participar tenían que ir
a una reunión, y yo pensé voy a ira ver que pasa. En el primer grupo en el que estuve se
peleaban mucho, quedó un tugar en ésta que ya estaba en construcción y pedí para venir.
Me hicieron bastante problema porque había gente que no me quería acá, y sin embargo
aquí estoy"..."Trabajaba en la obra de mañana, hacía limpiezas de tarde y de noche
limpiaba oficinas. Cuando ya no daba más, a veces pagaba a algún vecino para que viniera
a hacer horas por mí. Mi hijo mayor me ayudaba, tenia que pedir permiso en el INAME
todos los meses para que lo dejaran trabajar. Alguna gente me criticaba allá en Martínez
Reina, decían que yo era muy presumida, pero yo trabajaba nada más, y por eso estoy acá.
Si muchos de ellos hubieran hecho lo mismo capaz que estaban acá también y sin
embargo están allá (refiriéndose a San Martín y Teniente RinaldiJ. Había mucha gente
trabajadora, pero otros vivían del comedor, si trabajaban bien y si no era lo mismo, o
robaban o iban a pedir. En cambio, acá somos todos gente de trabajo." Aún no han
empezado a pagar las cuotas al Banco, y Selva no sabe por qué, expresa temor de que en
algún momento tengan problemas y corran riesgos de perder la casa. "Las tirarán abajo con
nosotros adentro", dice una de sus hijas. "No, éstas costaron mucha plata", afirma Selva.
"Mucha plata y mucho todo, mamá, nos costó años de estudios a las dos, sacrifício de mi
madre, de mi hermano", insiste la hija.
//'/.
El traslado a Núcleos básicos evolutivos de familias que vivían en Hogares
de emergencia
En este caso se trata de una estrategia no elegida por las familias sino que es vivida
en forma de algún modo fatalista, como la única a su alcance.
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La familias que vivían en el Hogar Uruguayana fueron trasladadas, en un episodio
que muchos de los entrevistados que allí residían describen como bastante traumático.
La misma Selva se refiere al hecho en estos términos: "A ellos los sacaron en dos
tandas de allá, del edificio. Pasaron el 24 de diciembre allí y entre el 24 y el 31 se los
llevaron a todos. Yo fui al segundo viaje, cuando ya no quedaba más nada, estaban las
piezas vacías, las puertas abiertas. Toda la gente sentada en la puerta con los muebles,
hacía un calor..! Todo el mundo esperando que llegaran los camiones. Yo después quise
entrar, era el último día que iba a entrar allí, había gente que había dejado cosas, otros
habían roto los techos a propósito. La separación fue muy de golpe, porque allí siempre fue
todo muy unido, muy junto; nos dio un poco de bronca, porque fue de repente, ustedes se
van por un lado, ustedes para otro..."
"A mí me dieron ganas de llorar cuando me fui. Ahí habían vivido mis hijos, y pensar
el abandono que hubo después allí dentro", afirma Víctor, quien crió sólo a sus cinco hijos,
al separarse de su primera esposa.
Dora relata la salida con todo detalle. "Nos dijeron que nos teníamos que ir porque
había peligro de derrumbe, había problema en los subsuelos. También el barrio estaba
enojado porque salía mucha droga, muchas porquerías de allí dentro y había muchas
quejas de los vecinos. Nos avisaron el lunes que nos íbamos el jueves. Ese mismo lunes le
pedí a mi marido, salí al Paso Molino a manguear unas cajas y unas bolsas para ir
embolsando todo de apuro. Mi marido dice, no importa yo trabajo todo el miércoles y el
jueves te ayudo, te desarmo todo y te ayudo a acomodar, no te enloquezcas, porque yo
estaba como loca. Mi marido se fue a trabajar tranquilo y al mediodía aparece la hija de la
vecina y me dice, mirá que están diciendo que vacían el edificio. Bajé a hablar con la
persona encargada y le digo, ahora no, mirá que estoy sola. No importa dice, van a tener
muchachos para que ayuden a quienes no tengan con quien hacerla mudanza. Traté de
localizar a mi marido pero se había ido a cargar a San José y el patrón estaba con otra
cuadrilla acá en el puerto y no le pudieron avisar. Yo me mudé a lo último, porque como lo
mandé buscar esperé hasta el final. Llegué acá como a las seis de la tarde y me dejaron en
el medio de la calle; las nenas se portaron divinas, porque yo acarreaba todo y les decía
entren todo como sea y vamos a trancarla puerta porque no entendemos bien la calle. Un
barrial de novela había. Las nenas empezaron a tener hambre, todos locos de cansados,
nos dormíamos. Mi marido llegó a las ocho a Martínez Reina y se encontró todo vacío.
Llamó al patrón y él lo trajo, se recorrió todas las viviendas hasta que me encontró como a
las nueve y pico de la noche. Tenía los ojos saltados para afuera, porque no me
encontraba, estaba como loco. Porqué te mudaste sola me decía, y no había manera de
explicarle que nos habían vaciado. No volví más allá, para nada."
Los que se instalaron en estos núcleos básicos evolutivos no consideran que han
logrado solucionar su situación de vivienda. "Me llevaron a Martínez Reina por dos meses y
estuve diez años, para que después nos dieran estas casas tan chiquitas", expresa Dora.
"Sólo tienen una pieza y nos correspondía por lo menos dos, porque todos teníamos niños y
quedaba feo dormir uno al lado del otro. Después dijeron que nos iban a darlos materiales
66
para construir la otra. Lo que al final, y después de un tiempo largo, me dieron fue 280
bloques. El portland, la arena, las varillas, nada. Las casas se están hundiendo porque no
tienen cimiento, tenemos problemas con las ratas que se meten por debajo de los pisos.
Por ahí debajo del fogón metés la mano y pasas hasta el baño porque tiene todo el piso
hundido, se está yendo para abajo. Tengo problemas con la puerta del baño, ya me la
soldaron dos veces, pero la pared no aguanta el peso y se cae la puerta. Con las goteras
tuve suerte, porque sólo tengo algunas goteritas, hay gente que está mucho peor que yo. Lo
que me entra agua portas ventanas, les pusimos burletes de goma pero no hay nada que
ataje. Mi vecina se va porque no aguanta más eso, tiene dos chiquitines y no podés darte el
lujo, hizo piso de portland y todo, pero las ratas con la presión rompen el portland. Se va
para la casa de la familia. Hay gente que odia tanto este barrio que igual se compra un
rancho, viste? Sé de mucha gente que ha vuelto para el lado del Paso Molino. También
hay problemas con la locomoción, estamos muy aislados. A mí me encantaría irme para un
lugar más céntrico, no te digo Pocitos, pero lo malo es que si vendés esta casa nunca más
te dan otra. Eso lo tenemos muy clarito, quien vendió sabe perfectamente que no puede
hacerlo porque la casa no la pagamos; no por no quererla pagar, todos venimos
mentalizados de que había que pagar, pero ningún banco se hizo cargo de estas casas, no
nos cobran, no por ser buenos sino porque nadie se quiso hacer cargo, los bomberos
dijeron que estas casas eran inhabitables. "
Su vecina, Adela, se expresa en forma bastante coincidente, "Cuando vinimos a ver
las viviendas que nos iban a dar, se nos cayó la moral al piso. ¿ Ves lo que es? Un
gallinero, porque otra cosa no les podés decir. Dos veces al año hay que revocar y pintar,
pero se rajan; cada movimiento de tierra que hay, se te quiebra. Hablamos con todos los
ediles habidos y por haber, de todos lo partidos; tuvimos cada altercado... Queríamos salir
de Martínez Reina para evolucionar y ¿a ésto ustedes lo llaman evolutivo? ¿a ustedes les
gustaría vivir como estamos nosotros?, les dije. Yo le había puesto la casa de los tres
chanchitos a ésta; ¿viste que los tres chanchitos hicieron varias casas, pero vos las
soplabas y se caían? Bueno, éstas en cualquier momento se empiezan a venir abajo."
iv.
La adquisición de viviendas a través de Programas del Banco Hipotecario del
Uruguay.
En Rosario, el panorama es muy diferente: varios han comprado su vivienda por el
Banco Hipotecario del Uruguay (BHU), algunos ya la han terminado de pagar, otros lo están
haciendo sin mayores problemas y unos terceros están enfrentando dificultades para
hacerlo.
Florencio y María se mudaron a su actual vivienda hace once años. "La compramos
por el BHU y ya la terminamos de pagar. En 10 años lo logramos, fue un sacrificio, los
últimos meses sobre todo porque la fábrica andaba mal, y había que pagarla cuota. Con un
aguinaldo pagamos el colgamento y entonces quedamos libres. "
Cuando Jorge y Rosita dejaron el campo y se trasladaron a vivir a Rosario, el padre
de Jorge les propuso ampliar la vivienda que estaba comprando por el BHU y compartirla.
67
"Es una misma casa, pero vivimos separados, independientes, el fondo es común. Le
pagamos a! padre de él la mitad de lo que había puesto, dice Rosita, y después seguimos
pagando las cuotas. Lo que nos quedan son los famosos colgamentos, que con la
operación de él se nos hacía difícil pagarlos, pero hicimos un convenio a cuatro años."
Anselmo y Carmen, también vecinos de Rosario, viven en la casa de la madre de
Anselmo, que anteriormente perteneció a sus abuelos. "Ella no tiene ningún problema en
que vivamos acá. Ella vive acá por temporadas; ahora está viviendo en Tarariras porque
tiene una pareja. Nosotros le hacemóé el mantenimiento, los arreglos, mejoramos el baño,
el dormitorio y ía cocina."
Alfredo y Estela compraron por el BHU, cuando él tenía trabajo estable en la fábrica,
y pagaron fas cuotas regularmente. Cuando perdió su empleo, les empezó a resultar difícil.
"No sólo no habíamos terminado de pagar, sino que nos atrasamos. Yo tenía un seguro de
vida, dos pólizas que me había hecho para cuando me jubilara, explica Alfredo. Las perdí,
tuve que dejar la sociedad médica, fue duro. Pero aún as terminamos de pagar; lo que no
hemos podido cubrir son los colgamentos."
En Santa Lucía, las familias entrevistadas son en general más jóvenes y el cierre de
las fuentes de trabajo se produjo, para las que habían adquirido viviendas por el BHU, en un
momento en que estaban aún lejos de haber completado el pago de las cuotas, por lo que
se vieron enfrentadas a situaciones más críticas e, incluso en más de un caso, a la pérdida
de la vivienda.
Rubén relata, "Cuando nos casamos yo tenía una moto, la vendimos y lo puse todo
en unidades reajusta bles en el BHU, para ver si hoy o mañana me podía hacer de la casa.
Me inscribí, pero nunca salíamos sorteados; una vez salimos pero fue justo en un momento
en que teníamos trabajo una semana sí y otra no, y tuve que rechazar el apartamento. Lo
tuve que rechazar porque si pagábamos la cuota no pagábamos ni la luz, ni el agua, ni
nada, o no comíamos. Más adelante me inscribí en el SIA V pero ya sin ninguna esperanza,
medio entregado como quien dice. Un día nos llegó una carta diciendo que habíamos salido
sorteados"..."No sabés la alegría que me dio -acota Miriam- porque mi ilusión era tenerla
casa. Uno no sabe si la termina o rio, pero estás pagando lo tuyo. Cada vez que iba a pagar
el alquiler, no lo podía creer; una vez nos pasamos diez días del plazo y me cobraron más y
quedé llorando"..."Poco tiempo después encontramos esta casa y empezamos a hacer
todos los trámites para comprarla. Eso fue en enero y recién en agosto pudimos terminar
todo para mudarnos"... "Tuvimos una suerte como sacar un 5 de Oro, más o menos", insiste
ella. "A la casa tuvimos que hacerle muchos arreglos, explica él, y todavía le seguimos
haciendo, siempre mejorando un poco. Tuvimos que hacer las aberturas todas nuevas
porque era una casa que estaba abandonada, faltaban vidrios, el baño estaba todo
deshecho, tuve que hacer nueva la instalación de luz, le arreglamos la cocina. A medida
que vamos pudiendo, porque es para uno, es para el futuro, hoy o mañana llegás a viejo y
si no tenés techo...".
68
Ángel y Mabel, también de Santa Lucía, no lograron hacer frente a la situación como
para salvar la vivienda adquirida por el BHU, y ahora están construyendo otra vivienda. "En
el primer momento alquilábamos, después empezamos a apretar, hacíamos horas extras
cuando había, y fuimos depositando en el Banco hasta que lo logramos. Porque no era
como ahora que todo el mundo las vende, en ese momento era difícil. Por la constancia y
por el ahorro al final nos tocó una vivienda que la estrenamos nosotros. " Antes de enviarlos
a ambos a seguro de paro, la empresa en la que trabajaban comenzó a pagar en forma
irregular y ellos a acumular atrasos en los pagos al Banco. "Él no nos pagaba en fecha y
qué ibas a hacer con $200 un viernes y $200 al otro viernes? No podías afrontar, porque
además no sabías si el viernes siguiente te iban a dar plata, entonces que ibas a hacer?
pagar al Banco? Lo que tenías que salvar era poner la mesa. Si pagabas unos días
después, igual te corría el interés por todo el mes. Al mes siguiente te viene la mora
acumulada, hacés un esfuerzo para pagarla cuota del mes y tenés la mora del interés que
te queda para atrás. Si nos quedábamos ahí viviendo, pasábamos a ser intrusos. Viviendo
en lo que fue tuyo, terminabas siendo un intruso; cada mes que no pagás es un interés y
cuando salís te descuentan de la venta y no te queda nada, nada, salís con una mano atrás
y otra adelante." Finalmente, optaron por rescatar lo que pudieron vendiendo la casa,
comprar un terreno y levantar una vivienda por autoconstrucción. Entre tanto viven con su
suegra, situación que sobre todo para Mabel no resulta fácil, luego de estar acostumbrados
a vivir en forma independiente.
Ignacio y Sara viven una situación bastante similar. También ellos abrieron una
cuenta en el BHU y obtuvieron una vivienda en Santa Lucía. "Estuvimos cinco años
pagando, nunca nos atrasamos, pero era otra cosa, la fábrica marchaba y éramos dos
trabajando. Con el seguro de paro ya era menor el ingreso, empezamos a atrasamos, hasta
que el Banco un poco más y nos ahorcaba; llegaban cedulones, y si no nos poníamos al día
nos echaban. " Ignacio consiguió un trabajo en La Paz y decidieron trasladarse. "Nos costó
la decisión, porque era abandonar un apartamento que llevábamos seis años pagando,
pero si nos quedábamos allí sin trabajo nos iban a sacar igual, entonces optamos por
mudamos. " En La Paz viven en una vivienda alquilada y aún esperan que se completen
los trámites para traspasar el apartamento y recibir algún peso. No esperan recibir mucho,
pero con eso confían que podrán cancelar algunas deudas con comerciantes de la zona
que les han quedado pendientes, y que los han esperado hasta ahora en virtud de los
buenos vínculos vecinales que los unían.
Lucía y Walter, vecinos de Gregorio Aznárez, esperan que podrán seguir ocupando
la vivienda en la que viven desde hace más de 8 años. "Estas casas pertenecen a RAUSA,
pero parece que Aznárez había hecho un convenio con los de la fábrica por el cual los que
trabajaban allí tenían derecho a la vivienda, así fue como conseguimos la casa. " Una ve¿
que se cerró la fábrica, Walter está trabajando como jardinero en Solís, y Lucía es
enfermera en el Hospital de Pan de Azúcar. Ambos desean seguir viviendo en Aznárez.
"Gracias a Dios en ese sentido no hemos tenido problemas, -afirma ella- no nos han
molestado para nada. Porque eso sería otro problema, tendríamos que alquilar, tendríamos
que volver al campo y no quisiera. Los otros días se había corrido la voz que nos iban a
sacar, porque parece que querían deshacer todo Aznárez para no tener problemas, pero
fue un rumor. "
69
b.
El uso de la vivienda para fines productivos
Son muchos los casos en los cuales la familia ha optado por instalar en su vivienda
un taller o comercio buscando incrementar los ingresos. En especial, en el caso de las
mujeres es también frecuente que busquen realizar tareas en el hogar con el propósito de
obtener algún ingreso complementario. Aun cuando su monto sea reducido, evalúan que les
proporciona un beneficio sin incrementar sus costos, al no tener que dejar su casa y sus
hijos.
Anselmo y Carmen, de Rosario, decidieron poner junto con un amigo feriante una
verdulería en su casa cuando él entró en seguro de paro. No funcionó bien y abandonaron
la iniciativa. Al poco tiempo, Anselmo comenzó a trabajar en su casa como cerrajero, en
carácter de actividad complementaria. Además, Carmen hace tarjetería española y la
vende, aunque su esposo considera que no cobra lo que realmente vale el trabajo, "lleva
mucho tiempo, es un trabajo muy artesanal y lo hace muy bien. "
Ya se mencionó cómo Alfredo, también de Rosario, ha instalado un taller de
carpintería en su casa y los diversos trabajos de artesanía y restauración que realiza junto a
su esposa Estela.
Claudio y Marta, vecinos de la misma ciudad, cambiaron un viejo auto por una
máquina de lavar ropa. Se asociaron con Anselmo y Carmen, antiguos amigos que
aportaron la secadora, y durante un tiempo funcionó en su casa un lavadero en el que
trabajaba fundamentalmente Marta. Lograron hacer una conexión para utilizar agua de un
aljibe que hay en el fondo de su casa, con lo que lograron disminuir costos.
Celia, residente en un asentamiento de Montevideo, optó por poner un almacén en
su casa. "Mi madre tenía almacén, y nosotros siempre tuvimos; cuando estaba en Salto y
cuando fuimos a Brasil, también. Me parece que es más fácil cuidar a mis hijos, estar más
cerca de ellos y al mismo tiempo trabajar. El capital para armar el almacén salió del trabajo
de Julián. Los chiquilines míos me ayudan pila, me controlan el almacén y yo vengo y
cocino. A nosotros nos sirve, abarata un poco la olla y aliviana las cosas. " Consultada
acerca del ingreso que les proporciona, responde: "No sé, el que lleva las cuentas es él
casi siempre. Yo me encargo de vender, le muestro las boletas y él más o menos saca las
cuentas y me dice que sí, que da resultado. A mí me sirve porque él es más despierto para
las cuentas."
Los últimos trabajos que realizara Alicia fueron ejecutados en su casa: costura a
máquina, tejido para afuera, contar hojas y colocar espirales en cuadernolas, confeccionar
monederos. Es otra de las razones por las cuales le preocupa no poder contar con su casa,
porque en la pieza que comparte con su padre y sus hijos no dispone del espacio necesario
para trabajar.
70
Rosa, que como se vio anteriormente abandonó su trabajo debido a la situación
planteada con su hija adolescente y su nieta, piensa que una vez que logre encaminar ese
problema, se dedicará a cuidar niños en su casa. "Hay muchas madres solteras en este
barrio que no tienen para pagar un jardín; yo pienso cobrarles poquito, atendiéndolo bien al
niño, yo tengo comodidad aquí. Tengo un buen fondo, que arreglándolo bien es ideal para
que los niños jueguen, tengo dos dormitorios grandes, la cocina que es cocina-comedores
inmensa. "
Dora, debido a la situación planteada por las frecuentes fugas de su hija, también ha
preferido trabajar en su casa, y disminuyó su dedicación a las limpiezas en casas de familia.
Hizo artesanías en cuero, ha armado cajas para diversos productos, le han encargado el
armado de las luces para adornos navideños, y también lava ropa.
Anteriormente se ha referido la situación de Zully, que está buscando generar
algunos ingresos propios, dando clases en su casa a los niños del barrio y ayudando a su
madre en trabajos de costura.
Más extensamente, se ha visto también como Horacio y Juana instalaron una
panadería junto a su vivienda en un asentamiento en Maldonado, luego de un intento no
muy exitoso con un almacén.
Zulma, en Santa Lucía, ha logrado mantener a su familia, ampliada con los
compañeros de sus hijas, a pesar de que su esposo Domingo se encuentra en seguro de
paro. Ella trabajaba haciendo tejidos, luego animalitos de cerámica para una empresa, pero
siempre a domicilio. Cuando dejaron de darle trabajo, le pagaron una indemnización y la
invirtió en un quiosco que instaló en un pasillo de su casa. Hace seis meses amplió el local
y lo transformó en un almacén. "Yo empecé de a poco, me fue bien y fui aumentando de a
poco. La casa la fui arreglando toda, el cuarto mío no tenía piso, los muebles los he ido
comprando, y todo salió de allí, porque él a veces trabaja y a veces no."
D. EL CAMBIO DE LUGAR DE RESIDENCIA COMO ESTRATEGIA PARA POSIBILITAR
MEJORES OPORTUNIDADES DE TRABAJO Y ACCESO A SERVICIOS
Más de la mitad de los miembros de las familias entrevistadas que residen en
asentamientos y barrios montevideanos, nacieron y vivieron en la capital. El resto proviene
de distintos departamentos del interior del país. En algunos asentamientos se concentra
población del mismo lugar de origen, como por ejemplo en La Chacarita en donde se
encontraron varias personas oriundas de Salto. Los que residen en Nueva Esperanza y los
que vivieron en el Hogar Uruguayana proceden mayoritariamente de otros barrios de
Montevideo.
,
71
La gran mayoría de los entrevistados en Santa Lucía y la casi totalidad de los de
Rosario vivieron siempre en la misma ciudad o provienen de otras localidades del propio
departamento. Situación similar ocurre con las familias de Gregorio Aznárez; se trata en
general de familias oriundas de distintas localidades del departamento de Maldonado o de
departamentos limítrofes. Las familias asentadas en Maldonado, en cambio, llegaron allí
desde distintas zonas del país; en ninguno dé los casos considerados la familia de origen
residía en dicha localidad.
Algunas de las familias entrevistadas se trasladaron en algún momento a Argentina
en busca de mejores oportunidades laborales y regresaron, al cabo de algún tiempo, al no
haber logrado una situación satisfactoria o enfrentadas al deterioro de ciertas mejoras
logradas.
Por lo general, los entrevistados explican la decisión de efectuar estos traslados en
función de la falta de perspectivas laborales en el lugar de origen, y de las expectativas
generadas -a través de información transmitida por familiares o amigos, o por los medios de
comunicación- acerca de la existencia de mejores oportunidades en el lugar elegido como
destino.
Las consecuencias de estos traslados son evaluadas a la distancia, como positivas
en algunos casos y como negativas en otros. En este último caso, suele darse un nuevo
traslado o un retorno al lugar original. Pero aun en los casos de evaluación positiva, en
general mencionan costos importantes que tuvieron que afrontar en especial en la primera
etapa. Ruptura de vínculos, soledad, falta de referencias y, en algunos casos, también
pérdida de activos materiales que dejaron en el lugar de radicación anterior. Son muchos
los que expresan que, si las condiciones laborales fueran adecuadas, desearían volvera su
lugar de origen.
El temor y la incertidumbre que genera un traslado lleva asimismo a que varios de
los entrevistados, que consideran muy difícil mejorar su situación en el lugar donde viven,
no se animen a tomar esta decisión y opten por mantener los activos materiales y sociales
con que cuentan, antes que arriesgar perderlos por intentar obtener mejores logros. Esto se
observa especialmente en las familias residentes en el interior y surge con claridad de las
manifestaciones de algunos de los vecinos de Rosario, Gregorio Aznárez e, inclusive, Santa
Lucía.
a.
El traslado fuera de fronteras
Julián y Celia nacieron y pasaron su infancia en Salto. La madre de Julián tenía un
"campito", que vendió al enviudar. "Cuando ella quedó viuda tuvo que vender todo e ira la
ciudad; la ciudad fue lo que nos llevó a la ruina. " Julián comenzó a trabajar a los 12 años,
para ayudar a mantener a sus hermanos, en un horno de ladrillos y luego en tareas
vinculadas a la construcción. En 1979 se fue a trabajar a Punta del Este. "Después en el 80
me vine a Montevideo; me vine con Celia y con el nene mayor que ya había nacido, a
trabajar en la construcción del Banco Pan de Azúcar en la Ciudad Vieja. Como se
demoraban mucho los pagos, me ofrecieron para trabajar en el Puerto y entré allí. Estuve
año, luego me dijeron que en la Argentina se estaba ganando mucho más y me fui para
allá. " Posteriormente van para Brasil, donde residen 6 años, luego regresan a Salto y de allí
72
nuevamente a Montevideo, donde están viviendo desde hace 7 años. "Me enteraba, vio,
que se ganaba bien en tal lado y me largaba. Lo que pasa es que no somos personas que
nacimos pobres y queremos morir en la pobreza, yo nací en un rancho de paja, y no quiero
morir en un rancho de paja, ni que mi hijo viva en un rancho de paja. Queremos progresar,
no es que queramos ser más que otro, sino buscarei bien de nuestros hijos y de nosotros
mismos, de la mayoría"..."En los momentos difíciles, por ejemplo cuando una obra termina,
siempre hicimos eso, trasladamos; donde van las obras, vamos nosotros"..."Me gusta la
idea de trabajar en varios países porque enriquece la sabiduría, todos los países tienen
distintas maneras de trabajar el hierro para armar un edificio, por ejemplo, o utilizan distintos
materiales, y uno aprende. Acá llega un arquitecto nuevo a una empresa y es muy lindo,
porque el arquitecto aprende con usted, porque uno ya tiene otra experiencia." La familia se
instaló en La Chacarita pero no se adaptó; la inseguridad que les generó el ambiente les
creó mucha tensión y afectó la salud de la señora. Poco tiempo después se trasladaron a
un barrio vecino.
Ramón y Nélida se casaron cuando ella tenía 18 años y se fueron a vivir con los
padres de Ramón que residían en Argentina, en San Nicolás. "El papá se fue primero
-cuenta Nélida- y después toda la familia se fue... Mi madre me hablaba mucho y me decía
que era muy jovencita para irme. Yo tenía ganas de ir, para mí era una novedad, pero
después que llegué a allá extrañé mucho, muchísimo, sobre todo a mi familia. Estuvimos
cambiando de casa, primero vivimos en una casa alquilada con muebles y después en dos
o tres más; se vencían los alquileres y nos mudábamos, e íbamos cambiando de barrio.
Después compramos un terreno y entre mi esposo y mi suegro levantaron una casa. Era un
barrio parecido al de acá, de a poco mejoró bastante, pusieron el alumbrado de la calle,
cuando vinimos para acá ya había teléfono. De a poco la fuimos equipando, la heladera, la
cocina. De pronto se empezó a hablar de que la planta principal en el lugar donde nosotros
estábamos cerraba. La gente vendía y se iba a otra parte. Nosotros habíamos comprado
allí, pero no teníamos los papeles. Cuando mi esposo quedó sin trabajo, volvimos para acá
para probarl a los dos meses volvimos para allá y las cosas fueron veinte veces más para
abajo, se había puesto todo difícil, no había trabajo. A Buenos Aires no podíamos ir, ahí si
no teníamos nada, no teníamos casa, no conocíamos a nadie. Entonces volvimos del todo
para acá. A mí lo único que me tiraba un poco para quedarme allá era que tenía mi casa,
pero él me decía, no te vas a comer tu casa. Yo pensaba, ¡qué injusticia!, porque tenía que
deshacerme de la heladera nueva. Trajimos lo que pudimos, pero fue lo más chico, claro.
En un carrito acoplado al auto, que hizo mi marido, pusimos sillones, sillas, roperitos; otras
cosas ni las vendimos, se las regalamos a un vecino porque ni podíamos esperar para
vender. Nos daban dos pesos y nosotros necesitábamos más para comer, además todo el
mundo me decía me vendés tal cosa, pero yo no puedo pagártelo ahora. Lo que vendimos
fue la heladera. La casa demoramos un año en rescatar algo de lo que habíamos puesto.
Nos habían dicho que valía como U$S 25.000, al final nos dieron U$S 9.000, U$S 7.000 al
contado y el resto U$S 100 por mes." Al volver a Montevideo, su suegro les prestó dinero,
con lo que pudieron comprar una pequeña construcción en un asentamiento. Se lo
reintegraron cuando lograron cobrar por el traspaso de su vivienda anterior. "...Cuando
recién llegué me costó mucho -expresa Nélida- porque cuando vi la casa en la que nos
veníamos a vivir -ahora es un lujo al lado de como estaba en ese momento- me entró una
tristeza, lloré una semana y no quería salir afuera. Me decían que había chorros, y yo soy
muy miedosa; fue un bajón tremendo, pero después me fui adaptando."
73
Ya se ha hecho referencia al caso de Ornar y Emilia, que ilustra también esta opción
por el traslado; el viaje de él a pie a la Argentina a donde luego lleva a su familia, los
cambios de vivienda, la ida de la familia a Artigas y la desilusión de no encontrar allí ni
siquiera donde guarecerse, el nuevo traslado al Hogar Uruguayana y de allí a un nuevo
barrio.
b.
Maldonado, polo de atracción
A Maldonado, como se observó, todos llegan en busca de mayores oportunidades y
mejores condiciones de vida.
Gerardo (26) y Virginia (29) vivían en Paysandú. Él nació allí, donde fue criado por
su abuela; comenzó a trabajar a los 16 años en la construcción y en la zafra de recolección
de naranjas. Al quedar sin trabajo, decidió irse con unos compañeros a Maldonado, y poco
tiempo después fue a buscara su actual pareja. Virginia es hija de un soldado del Batallón
residente en Artigas y de su esposa -madre, ama de casa y empleada doméstica-, tiene 7
hermanos. Empezó a trabajar a los 14 años como doméstica. Se casó siendo muy joven,
tuvo un hijo y al poco tiempo se divorció. Tres años después conoció a Gerardo. "Yo ya
estaba en concubinato con Virginia y ella tenía el nene chiquito; el pensamiento mío era que
no me falte trabajo por ellos", relata Gerardo. "Entonces fue una decisión rápida venirme,
sabiendo que había trabajo. Nos largamos prácticamente a la deriva, con la idea de
encontrar a otros amigos que estaban acá. Al otro día salimos a buscar trabajo y
conseguimos. "..."Extrañé -afirma Virginia- hasta ahora extraño, pero me fui porque quería
mejorar."..."Hace casi 8 años que estoy con Virginia -dice él- y arranqué de cero. De vez
en cuando hemos tenido un traspié en el trabajo, pero yo al menos, estoy orgulloso con ío
que hemos logrado. Yo creo que lo que tengo hoy día lo tengo porque me vine a
Maldonado, porque cuando estaba en Paysandú no tenía ni trabajo. Acá hay vecinos,
compañeros, incluso de mi propio departamento, que han logrado también mejorar, siempre
a fuerza de trabajo, de voluntad, de sacrificio..." A pesar de ello, si fuera posible le gustaría
regresar. "Si tuviese mi trabajo me ¡ría, es mi pueblo, pero no hay fuentes de trabajo. Fui
ahora en Turismo y no tenía ganas de venirme. Está toda mi gente, mis amigos de la
infancia, pero ira vivir no creo, sé que no voy a poder mantener a mi familia allá."
Manuel y Gladys tuvieron un aterrizaje más difícil. Él trabajaba en una empresa de
transporte como chofer y vivían en Sarandí Grande, en el departamento de Florida. A los 21
años va a trabajar a Montevideo, a una empresa de transporte internacional. "Decidí dejar
porque había muchos problemas. Eran tres socios y eran muy duros para pagar el sueldo,
pagaban un viático, pero nos largaban a la calle con poca plata. Había veces que el viaje se
alargaba, la plata no alcanzaba y pasábamos mal en la carretera. Siempre cobrando de a
puchos, era la única forma en que pagaban, nunca vi un recibo, una liquidación, nunca
tuvieron a nadie afiliado"... "Vinimos a Maldonado, porque me arrastra el cuñado de ella para
acá. Yo tenía también algunos hermanos viviendo aquí. Me lo pintaron muy lindo, como que
acá se trabajaba bien, se ganaba bien, pero nunca me dijeron que lo que uno tiene que
comprar se paga bien también; entonces no fue lo que yo esperaba. El cuñado que nos
74
trajo a nosotros, los trajo a todos para acá, hasta a mis suegros; ahora está la familia
íntegra (los padres y once hermanos), no queda ni uno en Sarandí Grande. "
Al no resultar las cosas como esperaban retornan a Montevideo, para volver a
Maldonado al cabo de un tiempo, situación que se reitera posteriormente una vez más.
“Nosotros es la tercera vez que nos venimos, ahora ya no nos despegamos más, pero es la
tercera vez que vinimos para quedamos acá. "
c.
Los contrapesos de una difícil decisión
Alfredo, de Rosario, es uno de los que no se decidió a arriesgar. "Yo me estuve por
ir a la Argentina, lo que me faltó fue plata para irme. Yo le tenía que dejara mi señora para
que pudiera vivir dos o tres meses mientras yo empezaba a trabajar. Pensaba que con la
habilidad manual que tengo algo iba a conseguir allá. Pero no me fui, no conseguí el dinero
y todo quedó en proyectos. Lo pensamos también para Javier-agrega refiriéndose a su hijo
de 27 años que está desocupado- pero él no va a ir tampoco a la descampada, tiene que ir
con una seguridad. "
Daniel, de Gregorio Aznárez, expresa como ha ido decayendo la actividad en el
pueblo a partir del cierre de la Agroindústria. "En estos meses se ve una decadencia total,
ya no se ve el movimiento que antes había. Cuando venía el maíz eran colas y colas de
camiones, el movimiento de leña era importante, y los productos nuestros que salían de la
fábrica también, pasaban los camiones cisterna que llevaban el almidón, el gluten, el
colorante. Estos camiones generaban gasto, en el boliche, en la carnicería, había otro
ingreso, y no sólo para los que trabajaban en la fábrica. Hoy no sé si pasará algún camión.
Ya no se ve la alegría aquella. No porque la gente estuviera saltando y brincando, pero la
alegría aquella del trabajo, de gente que estaba tranquila, que tenía su ingreso. Hoy la
gente está preocupada, la temporada fue cortísima, los sueldos en Punta del Este fueron
iguales o menores que el año pasado”...”La vida en el futuro la veo bravísima, la veo cada
vez más brava, se me ha ido la esperanza de que el pueblo vuelva a ser el que fue. Estar
como estábamos, no lo creo, francamente creo que nunca más. "
A pesar de esta perspectiva, son muchos los que no se deciden a dejar el pueblo, la
tranquilidad que les brinda, la vivienda de que disponen, para emprender una aventura de
resultado incierto. Verónica expresa otras razones por las que le costaría trasladarse.
*Aquí es todo como una gran familia, con todos los problemas que puede haber en una gran
familia; también hay discusiones, pero yo siento ese clima cálido y creo que cambiando de
zona, de barrio, lo vamos a perder. Nosotros cosechamos con el tiempo, pero donde hay
más gente es más difícil, la gente está más ocupada, es más fría, no vamos a tener este
clima de pueblerío que tenemos acá. "
Ignacio, de Santa Lucía, comenta su decisión de mudarse para La Paz, y lo difícil
que le resultó, pese a que se encuentra a corta distancia. "Mi señora me insistía, mi suegra
me insistía, que íbamos a estar mejor, que allí ya no había trabajo, que vendiéramos la casa
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y nos fuéramos antes de quedarnos sin nada. A mí fue el que me costó más, para mejor
nací en Santa Lucía y pasé toda mi vida allí. "
E.
EL USO DE LOS INGRESOS PARA LA SATISFACCIÓN DE LAS NECESIDADES
COTIDIANAS. POSIBILIDADES Y RIESGOS DE LA INVERSIÓN A MÁS LARGO PLAZO
a.
Los cambios en las pautas de consumo
Todas las familias entrevistadas mencionan que en momentos difíciles debieron
modificar sus hábitos y restringir el consumo en algunos rubros.
Uno de los primeros recortes que se efectúan, como ya se vio, suele ser la afiliación
a mutualistas; también se reducen los gastos en ropa y en salidas, y se introducen cambios
en la composición de la alimentación y en las formas de adquisición de los productos de
consumo básico.
Mónica, de Gregorio Aznárez, relata: "Estábamos todos en la mutualista, pero
después que cerró la fábrica empezamos a borrarnos. No tirábamos manteca al techo, pero
vivíamos de otra manera. Yo compraba mucho a crédito, acá en los comercios de la zona,
porque sabía que llegaba la fecha y tenía el dinero para pagar. De repente podíamos
compraruna Coca Cola todos los días, salíamos más. Ahora para comprarei abono para el
mayor, que lo precisa para ira i Liceo a Pan de Azúcar, tengo que hacer piruetas, porque
todos los meses llega el día que hay que pagarlo y tengo que tener el dinero. Me restrinjo
en una cosa, me restrinjo en otra, dejo de pagar algo para pagar el abono; yo antes eso no
lo hacía, hay que ser malabarista, hay que ser mago. Antes, por ejemplo, jamás sacaba
fiado, pero ahora llega una quincena y no tengo más remedio que comprar para la otra
quincena; como todos los almacenes son conocidos, no hay problema. Yo antes me hacía
un pedido para diez o quince días pero ahora me tengo que ir ajustando a lo que tengo.
Porque sabe que después viene el agua y la luz, y hay que pagar quiera o no. A veces me
dan ganas de llamar a mi padre o a mis tías, pero trato de restringir el teléfono también,
porque uno llama y llama, y se olvida de lo que sale. Cuando teníamos más dinero íbamos
a Montevideo y volvíamos con el auto lleno; íbamos a los supermercados y comprábamos
más en cuenta, traíamos carne para toda la semana. Ahora no se puede hacer, si vas a
hacer milanesas, comprás el kilo de pulpa y las hacés tratando de que te quede un poquito
para el otro día. Antes el corte se lo tiraba al perro, ahora lo guardo para un tuquito o algo
de eso. "
Para Rafael, de Maldonado, es muy claro que las cosas cambian cuando él logra
tener trabajo más o menos estable: "cuando yo empiezo a trabajar cambia el ritmo de la
alimentación. Uno se puede dar no lujos, pero si uno quiere comer un estofadito, se lo
come. Hoy estoy dichoso si puedo tomar un plato de sopa, no yo sólo sino con Cristina y
las niñas, porque a veces peor es nada. "
Cristina agrega "Nosotros tratamos de buscar siempre todos los recursos. Ahora
nomás mi marido está aprontándose para ira pescar de vuelta. Mis hijas ya ni quieren ver el
76
pescado y eso que lo preparo en mil formas. Cuando no tiene trabajo el mar lo tranquiliza
bastante y es un buen alimento, en especial para la nena mía que tiene anemia. En este
momento de ira i Disco, ni hablar; cuando puedo voy a Subsistencias que esto más barato
y más nada. Después compro de a puchitos en los almacenes. "
Julio, vecino de La Chacarita en Montevideo, pone énfasis en la necesidad de saber
administrarse, aspecto que varios de los entrevistados mencionan también. Tas cosas han
mejorado pero muy lento, el dinero siempre está faltando, uno tiene que aprender a
administrarse; o aprende a administrarse, o la pasa mal o tiene que reducir el estómago. A
golpes lo aprendimos, nadie nos enseñó eso, pero la obra en la que estoy hay semanas que
le dan $1.000 y otras que le dan $500, y con eso me tengo que arreglar igual toda la
semana; entonces, ahí nomás los patrones ya lo están obligando a uno a administrarse. "
Mercedes, su esposa, cuenta cómo va dos veces por semana a un costurero
parroquial para lograr una ayuda. "Son $30 pesos por día que parece que no se ven, pero
se ve el azúcar que traigo, el arroz o el fideo. Para la comida a veces saco fiado en lo de mi
hermano que tiene un almacén. Si tengo que comprar un par de zapatos, si no lo compro el
viernes o el sábado de mañana, ya no lo compro más porque la piafa se va. A veces le pido
que me preste a algún vecino, y de pronto se arma cada lío. Le pedí $50 a uno, entonces
cuando Julio llega el viernes le digo mirá que le debo $100 a fulano y él me da para
pagarlos; entonces con esos $100 ya me da si le debo a otro y asi me voy arreglando. La
tele me la regaló mi suegra. La radio la compramos en la feria y todo así: La cocina se la
compré a un muchacho que sale con un carro y se la reglaron, se la compré en $300; justito
cayó un viernes que tenemos la plata en la mano. Este ropero lo compramos en $300, a
crédito no, a lo más en dos veces, como es gente conocida de acá a la vuelta..."
Un recurso muy extendido es usar ropa de segunda mano adquirida o, más
comúnmente, cedida por familiares, vecinos o amigos. "A mí me criaron con ropa usada
toda la vida. Hasta que no empecé a trabajar no supe lo que era la ropa comprada, y mis
hijos también. Tienen alguna ropa nueva, porque mi madre o algún familiar les regala; de
vez en cuando les mandan cosas nuevas, si no sería todo usado", dice Nancy, de
Maldonado.
En algunas situaciones, la falta de ingresos regulares ha llevado a las familias a
prescindir de servicios a los que habían logrado acceder con esfuerzo, porque terminaron
siendo una fuente de endeudamiento. Luis Alberto, de La Chacarita, explica: “Nosotros
teníamos teléfono acá, lamentablemente no lo pudimos pagar más, nos cortaron la línea, y
se hizo una deuda grande. No tenemos entradas fijas por mes; cuando pusimos el teléfono
yo estaba ganando bien, y la verdad que con el teléfono yo me manejaba mucho, lo tenía
por necesidad. Si los vecinos me pedían para hablar, yo no le cobraba la llamada a nadie,
pero sólo para una necesidad, no para llamara la novia o al novio. Ahora sacamos el cable
también, ya estamos fallando, renunciamos, también nos lo cortaron. Qué vamos a hacer,
cuando viene el bajón viene con todo. Pero yo tengo fe en poder recuperarme. "
77
b.
El uso del crédito
La mayoría de las familias utilizan el crédito, aunque en general expresan que lo
hacen con temor o teniendo especial cuidado para evitar endeudarse. Las familias
entrevistadas que residen en el interior obtienen créditos en los comercios locales a sola
firma. "Cuando a uno lo conocen no se necesita garantía. Ya se sabe quien es el que paga
y quien no", explica Rosita, de Rosario.
En algunos casos lo usan para adquirir ropa, pero fundamentalmente para la compra
de electrodomésticos. El rubro principal de inversión de las familias es, sin embargo, en la
amplia mayoría de los casos, la vivienda, aspecto ya referido.
"Acá hay televisor color y heladera, dice Nelson de Maldonado. Los compré con mil
sacrificios, lo financiamos en 24 cuotas y al fin salió. No quería sacar un crédito, pero el
nene por su enfermedad necesita que haya estímulos, música, color, cosas que se muevan,
nos dijo el especialista; entonces compramos el televisor, más que nada para él. Como yo
tenía recomendaciones de Flores, porque allá era buen pagador, me dieron el crédito. A mi
padre no le gustaba comprar a crédito y a mí me quedó eso; en todo caso me gusta que
sea corto, porque el trabajo puede flaquear y uno no le va a ir con el cuento al comerciante,
prefiero lo seguro. "
Miguel y Sonia, de Montevideo, sacaron un préstamo en el Banco para construir su
vivienda en el asentamiento y también compraron a crédito en una barraca, pero han
quedado muy desanimados. No lograron terminar la construcción; inicialmente habían
pensado pedir un nuevo préstamo pero ahora no se animan a hacerlo. "Al Banco no le
pediría dos veces, es muy alto el interés. Pagás casi el 100% de recargo en un préstamo
que es para construir; no estás pidiendo para comprar un yate, sino para lo esencial, para la
casa. Lo vamos a tener que pensar mucho; veíamos que no llegábamos, trabajaba y
trabajaba, y nunca tenía un peso, es un sacrificio muy grande. "
Esta pareja, apenas se instaló en el barrio, fue víctima de un robo que los afectó
mucho pues perdieron todo el equipamiento de su casa. Para reponerlo, recurrieron a un
original procedimiento mediante el cual han logrado volver a equipar su vivienda. 'Yes, la
heladera es nueva, la tele es nueva, el lavarropa es nuevo. Todas esas cosas las sacamos
en un sorteo porque nos habíamos quedado sin nada. Estuvimos un año mandando cartas
(menciona un programa televisivo), y sacamos una moto y una tele. Lo que estábamos
esperando era la tele, pero la moto nos vino bárbaro y la cambiamos por algo más
necesario, el lavarropas y la heladera. "
José Pedro, de Montevideo, estuvo cuatro meses con hepatitis y la empresa en que
trabaja le adelantó dinero todos los meses, ya que en DISSE figuraba con un sueldo inferior
al real y lo que le pagaban no les permitía vivir. Cuando se reintegró, le fueron descontando
los vales y no pudo pagar las cuotas de los créditos contraídos con anterioridad. "Justito
habíamos comprado un video. Fueron momentos difíciles, salí a vender masitas en
bandejitas, de todo hice para poder salir."
78
c.
La venta de bienes como forma de remediar situaciones difíciles
Más de uno menciona que tuvo que sacrificar algún bien vendible, para solucionar
un momento especialmente crítico. En general, en el relato ese hecho aparece asociado a
la utilización de su creatividad para encontrar formas de mejorar aunque sea en algo su
ingreso.
Anselmo y Carmen, de Rosario, cuentan que habían logrado comprar un auto,
vendiendo una moto que Anselmo había comprado de soltero. "Cuando estábamos en la
crisis aquella, vendimos el auto para tapar todos los pozos, todos los agujeros que
teníamos." Más adelante, superado ese momento, con la ayuda de un crédito del Banco
República, han adquirido un nuevo auto.
Alejandro y Angélica, de Santa Lucía, no han vendido el auto pero consideran que lo
han perdido porque no pudieron seguir pagando la patente. "Tuve que optar, -c/ice
Alejandro- o comemos y visto a los gurises, o pago la patente del auto. El auto ya no es
mío, es del Intendente, porque no pude pagar más. Para poder vivir, además de nuestro
trabajo, salíamos los dos a vender ropa los fines de semana. Ella llegaba del Liceo (es
docente) a las 5.30 o a las 6.00 y salía a vender ropa, y hasta la noche estaba dando
vueltas. Los sábados íbamos a Florida a vender a la feria. Era una tarea bastante
agotadora. Ella era la encargada de las compras, y vendíamos los dos. Quisimos armarla
como una empresa formal, la inscribimos como unipersonal, pero no hubo forma de que
diera como para mantener la empresa, a los seis meses la tuvimos que dar de baja y
liquidamos todo. "
Una estrategia similar adoptó durante algún tiempo Daniel, de Gregorio Aznárez.
“Inventé traer ropa de Montevideo para vender. Y salí a vender por los campos, trabajaba
entre semana, y sábado y domingo salía en el auto..." Pero aclara, "...en el pueblo no vendí
nunca, por respeto a quienes me dieron, no puedo, no quería perjudicara los comercios de
acá, porque uno sale de contrabando; bueno, no de contrabando porque las cosas son de
acá, pero sin pagar nada"..."Iba por los caminos vecinales de ahí, al principio fue el boom,
pero después cuando se acabó la temporada, se terminó todo. "
En otros casos, los entrevistados hacen referencia a la decisión de vender bienes de
uso, cuando consideraron que era preferible recurrir a ello antes que no tener qué comer.
Así lo expresa Cristina, de Maldonado: "Yo he vendido licuadora, he vendido bicicleta, vendí
bastantes cosas; juegos de porcelana que me han regalado, ropa mía o que me dan en los
chalets, los he vendido para tener qué comer. A veces le digo a mi esposo que voy a
vender y a veces no, porque son cosas de las que duele deshacerse y él no quiere entender
que es necesario venderlas, y yo le digo qué vamos a esperar si no hay para comer?"
Alicia, de Montevideo, también se enfrentó a este tipo de decisión en algún momento
de su vida. "Estaba embarazada, no tenía trabajo, y no tenía plata para comprar nada para
revender. Entonces me puse a mirar, y tenía dos licuadoras, dos planchas, un saco que no
79
usaba. Hice un paquetote y me fui a la feria de Trístán Narvaja, al puesto de un viejito
amigo. Vendí mis electrodomésticos, al punto de quedarme sin nada, ropa mía, un mantón
de Manila que era de mi madre -la pobre ni sabe, hasta el día de hoy me siento en deuda
con eso porque me lo había regalado y fue una traición que le hice-, vendí un alhajero que
mi abuela se lo había regalado a mi madre cuando cumplió 14 años y ella me lo dio a mí.
Yo pensaba que no tenía que ser en vano esa venta, entonces con esa plata yo iba a la
feria de Piedras Blancas y compraba cosas para seguir vendiendo y así fui instalando como
un comercio de compra y venta. "
d.
Las decisiones sobre inversión v sus resultados
El endeudamiento llevó a algunas de estas familias a perder inversiones ¡muy
importantes para ellos; ya se vio en el ítem anterior la situación de quienes tuvieron que
abandonar la vivienda que estaban comprando por el BHU.
José Luis comenzó trabajando en un tambo, en Rosario, con su cuñado; luego, mientras
trabajaba en una curtiembre, hizo un curso de tornería por correspondencia y se fue
vinculando a empresas de transporte. "Estuve dos años y medio trabajando a porcentaje, el
negocio marchaba más o menos y el hombre no quería cambiarla unidad que era medio
vieja. Entonces decidí comprar un camión. Mi madre me prestó plata y un cliente me prestó
el 25%, que se lo pagué con fletes. Andaba en una porquería pero era distinto porque era
mío; peor es andar en una porquería de otro, penando siempre y que no lo escuchen.
Trabajé bien hasta el 90 más o menos, y después empezamos en decadencia. Yo había
comprado otro camión pensando que iba a poder trabajar más, y eso fue lo que me llevó a
la quiebra porque no lo pude pagar y tuve que venderei otro. Yo había pagado un tercio del
camión y después pagué otro tanto, pero surgió un problema con unos papeles que no
aparecen, me desconocieron un compromiso que hicimos. Estoy en los juzgados, pero
como no tenemos plata estoy con un abogado de oficio; la segunda plata que entregué se la
deben haber comido los intereses y las cuentas de ellos y abogados. Ni idea tengo lo que
va a suceder, con esa gente no se puede, son grandes y se ríen de la gente. Anímicamente
me vine a pique, ya no sé como reaccionar con este tema, la verdad es que me superó.
Cada movimiento que intento hacer ya lo tienen estudiado, todo. Yo fui, hablé con una
persona y me dijo lo tuyo no tiene problema, y cuando quise acordar tenía la citación del
juzgado y estaba embargado. "
Camilo, de Montevideo, vivió una experiencia parecida mientras residían en Brasil.
"Me tiré a trabajar por mi cuenta en la ciudad de Pelotas, compré un camión usado y me
fundí. Tenía tanto disgusto que no quise ir para San Pablo y preferí volvera Uruguay."
Algunos entrevistados centran el problema en la dificultad de acceso al crédito.
Alejandro, de Santa Lucía, no ha logrado obtener los recursos necesarios para contar con
un capital de giro suficiente para su empresa de fabricación de zapatos. "Todo va bien
hasta que llegan a la garantia, porcada 10.000 que te dan tenés que tener 100.000 de
garantía, entonces no podés, A una persona que está empezando una empresa no le
pueden pedir garantías así; si yo tuviera un capital de U$S 100.000, como le dije a una
80
persona con la que fuimos a hablara Montevideo, yo no le vengo a pedir nada. Tenés que
tener un capital de giro para comprar los materiales y para pagar a la gente hasta formar la
cadena, como toda empresa. Pero no te dan oxígeno; hay veces que uno se siente molesto,
frustrado. "
Gustavo, de Rosario, a diferencia de otros de sus coterráneos, está atravesando una
época que considera buena y comenta las decisiones de inversión que ha tomado. Cuando
agarro un trabajo importante me gusta guardar algún dólar. Hace poquito le cambié el motor
al auto, me gasté U$S 3.000 y pico, y me quedé sin nada, así que empecé a juntar de
nuevo. Pero el auto es bueno, paga poca patente y me quedó como nuevo. " Gustavo utiliza
el auto tanto para su trabajo como para salir con su familia.
Las familias de Gregorio Aznárez, que recibieron una indemnización importante al
cierre de la Planta, han tomado diversas decisiones respecto a su uso. Algunos optaron por
guardarla, para sentirse respaldados; "se mira y no se toca", expresa uno de ellos, es el
lema adoptado. Otros, como se vio, invirtieron en pequeñas empresas propias con diversos
resultados, y unos terceros realizaron mejoras en su vivienda o vehículos. En esta zona el
vehículo es considerado un medio de trabajo, por la distancia a que se encuentran
actualmente de cualquier fuente laboral.
F. EL CAPITAL SOCIAL
El concepto de capital social permite incluir e integrar dos perspectivas teóricas: por un lado,
la que pone el acento en que las decisiones y acciones individuales están determinadas por
los procesos de socialización y de internalización de las normas, reglas y expectativas
vigentes en una sociedad, y, por el otro, la que visualiza al actor social como adoptando
decisiones con mayor independencia, en función de sus intereses personales. Así, al
menos, lo sostiene James Coleman4, afirmando que este concepto posibilita introducir la
estructura social en el paradigma de la acción racional. Este autor identifica tres formas de
capital social: las obligaciones y expectativas, el acceso a canales de información y las
normas sociales.
El tipo de relaciones, de vínculos entre los actores, y las formas de organización
social afectan los intercambios económicos y las posibilidades de los individuos de acceder
a recursos y de alcanzar sus metas. Las normas en una colectividad, en la medida en que
están internalizadas o son mantenidas por soportes externos, permiten articular el interés
particular con el colectivo y, en esa medida, constituyen un componente muy importante del
capital social.
A nivel de la familia, el capital social está representado por los vínculos entre los
miembros, y por el relacionamiento entre el grupo familiar y la comunidad, por el grado de
James S. Coleman, “Social Capital in the creation of Human Capital",
Sociology”, Vol 94, Supplement S95 - S120.
4
81
American Journal of
cerramiento o apertura de la red de relaciones y el mayor o menor acceso a información y
recursos que ésta permite.
Los estudios realizados por Vicente Espinoza5 sobre las redes sociales y su
incidencia en la superación de la pobreza en varias comunidades chilenas, muestran como
las estrategias de sobrevivencia de las familias pobres se vinculan más a "la gestión y
manejo de relaciones sociales para ganar acceso a recursos, antes que a la organización
estratégica de bienes y servicios”. Dan cuenta asimismo de lo que el autor denomina la
"paradoja de los lazos fuertes". Los estrechos vínculos que se suelen encontrar entre las
familias de estas comunidades, y entre ellas y sus parientes más cercanos, "tienden a
fortalecer la cohesión grupal, pero no ayudan a mejorar las condiciones de integración
social". De este modo, se forman círculos cerrados, no dando lugar a la generación de
"vínculos débiles" con otros sectores sociales, los que podrían facilitar la movilización de
recursos escasos o inexistentes en el entorno inmediato.
Los beneficios que generan muchas de las formas del capital social -como señala
Coleman en el artículo citado- sólo son recibidos en una pequeña parte por aquellos que
los generan, debido a su naturaleza de "bienes públicos". Esto explica, a su juicio, las
diferentes características que asume en relación a otras formas de capital y el hecho que
los actores tiendan a subinvertir en capital social. Por otra parte, su carácter intangible
lleva asimismo a que éste disminuya o se incremente, sin que los involucrados en las
acciones que generan estos resultados los busquen explícitamente, ni sean conscientes de
estos efectos.
La investigación desarrollada por Coleman evidencia una fuerte relación entre la
existencia de capital social -fuertes vínculos al interior de las familias y entre éstas y la
comunidad- y el desempeño educativo de niños y jóvenes, lo que ío lleva a plantear su
preocupación porque el debilitamiento de estos vínculos -progresivamente extendido en la
sociedad actual- lleve a un deterioro del capital humano en las próximas generaciones.
A continuación se analizan algunos aspectos que pretenden dar cuenta de la
existencia y utilización del capital social entre las familias entrevistadas y el grado de
desarrollo o fragilidad del mismo.
En primer lugar, se hace referencia a las redes de vínculos con parientes, vecinos y
amigos, y con otras personas o grupos ajenos a su círculo inmediato, el tipo de intercambio
que opera entre ellos y su incidencia en las posibilidades de las familias de enfrentar
situaciones críticas. Se considera a estos elementos como formando parte del capital social
individual.
En segundo lugar, se hace referencia a los aspectos ligados a lo que se podría
llamar capital social comunitario, esto es, la capacidad de una comunidad de aprovecharlos
recursos y las oportunidades disponibles, lo que se vincula con la existencia de normas y
pautas de convivencia y sociabilidad consensuadas y aceptadas por el conjunto.
Vicente Espinoza, “Redes sociales y superación de la pobreza”, Revista de Trabajo Social,
Universidad Católica de Chile, No 66, 1995.
5
82
a.
Las redes sociales
La diversidad de situaciones respecto a la intensidad y preeminencia de algunos de
estos vínculos sobre otros, que se aprecia a través del relato de los entrevistados, guarda
relación con, entre otros factores, la historia familiar -en particular de la familia de origen-,
la trayectoria residencial de la familia, la cercanía o lejanía del lugar de residencia de sus
familiares directos, el mayor o menor aislamiento de la comunidad, y la fluidez con que ella
mantiene intercambios extralocales.
Por esta razón, se realiza un análisis de la información aportada por los
entrevistados en función de su lugar de residencia, resaltando ciertas tendencias comunes,
aun reconociendo que al interior de cada uno de estos grupos se registran situaciones
bastante heterogéneas.
i.
Los asentamientos y barrios de Montevideo
En el barrio La Chacarita predominan los vínculos con familiares directos y con
vecinos más cercanos, especialmente entre las mujeres. Sólo unos pocos entrevistados
mencionan relaciones derivadas del trabajo. Los hombres en mayor medida que las
mujeres afirman mantener algún vínculo con amigos de la infancia. En ningún caso
mencionan la participación en instituciones gremiales, sociales o políticas.
Para los que provienen del interior, los lazos con los coterráneos son
particularmente fuertes. En este barrio, ello se percibe especialmente entre los que llegaron
de Salto.
Julio lo expresa de esta manera: "Como amistades, yo no tengo amistades, tengo
conocidos nomás; las amistades las tuve en Salto. Eso fue cuando era joven, después ya
no; cuando voy para allá, están todos casados, más preocupados por la familia que portas
amistades, entonces como que ya se rompió eso"... "Con los vecinos, hay muchos que me
saludo nomás, pero hay unos cuantos que son de allá, del pueblo de nosotros, de Salto;
con esos hablo con todos. Vienen del mismo trabajo que venía yo, arrancar naranjas y
trabajar en chacras. ”
Las relaciones con los familiares se dan, en casi todos los casos, con los padres y
hermanos, en tanto que algunos mencionan otro tipo de parientes, sobrinos, tíos, pero en
una proporción mucho menor.
Las formas de intercambio que mencionan pueden agruparse en siete grandes tipos:
compartir la vivienda durante alguna etapa de la vida de la familia, préstamos de dinero,
contactos que permiten acceder a puestos de trabajo, garantía para la compra de bienes a
crédito, ayuda en la construcción de la vivienda, aportes en especies (comestibles, ropas) y
apoyo afectivo.
En algunos casos, la relación se centra principalmente en la familia, siendo menos
importantes las relaciones con los vecinos. Washington comenta, al referirse a un período
83
en el que estuvo enfermo: "Con los únicos con los que conté fue con ella (su esposa), con
mi padre y con mi suegra, después nadie más. Ahora, cuando mi suegra estuvo en el
Hospital, los únicos que la cuidamos fuimos nosotros. "
En otros, por el contrario, se privilegia la relación con los vecinos, lo que se da más
frecuentemente cuando han existido conflictos con la familia de origen.
Mercedes menciona problemas de relación con sus padres en su infancia y
juventud, y al momento de señalar con quienes mantiene vínculos más fuertes, se refiere a
la familia de su esposo y a los vecinos. "Cuando era soltera, mi madre me pegaba y yo me
iba de casa, me quedaba en la calle, dormía en las paradas, y al rato los milicos rrie
llevaban para casa de nuevo; vivía trabajando, hacía una vida de esclava, así que después
que agarré marido...." "Cuando preciso una ayuda voy a un vecino o a la gente de mi
esposo, porque los míos me han ayudado si, pero no sé, no me gusta pedirles. Más de una
vez hemos andado cortos de plata y mi marido me ha dicho andá a pedirle a tu madre y voy
hasta allá y no me animo, le digo que no me quiso prestar o que no tenía. Prefiero mil veces
pedirle a un vecino y no a un familiar. ”
Aproximadamente la mitad de los entrevistados reflejan en su relato cierto
aislamiento al interior de la comunidad y falta de vínculos hacia afuera.
Washington afirma: "Con la familia mía tengo una buena relación, jamás me
desampararon y yo no los desamparé. Nos vemos poco porque yo no soy muy salidor,
cuando salgo más es cuando trabajo. "
Julio, por su parte lo expresa así: "Nosotros vinimos y nos estacionamos acá, y el
que sale más de casa soy yo que soy el que voy a trabajar, y así y todo no conozco nada de
Montevideo, sólo de aquí a mi trabajo nomás. "
La otra mitad de los entrevistados tiene una mayor vinculación con personas
externas al barrio. Julián, cuya familia se trasladó múltiples veces detrás de las
oportunidades que iba encontrando para trabajar en la construcción, sostiene: "En todos
lados tengo muchas amistades, tanto en Brasil como en Argentina, como acá en
Montevideo, en Salto, en Maldonado. Siempre he dejado muy buenas amistades, pero no a
mi nivel, vio?, sino a nivel más alto que yo, gente de mucho ambiente. Siempre fui de buena
conducta y dejé el camino sembrado, para si hoy o mañana me va mal en un lado, puedo ir
a otro y tengo las puertas abiertas. "
Eduardo trabaja como vendedor ambulante en la zona de Carrasco, y recibe mucho
apoyo de sus clientes. "Un día se me ocurrió ir a Carrasco y vi que se trabajaba bien, la
gente gracias a Dios es bastante solidaria, no toda pero gran parte, entonces decidí
quedarme allí. Mi mercadería no es de la que se compra todos los días, pero tengo clientes
84
que igual me compran o me ayudan económicamente. Tengo una señora que todos los
meses me hace un surtido de Manzanares y cuando no puede, porque está corta de
tiempo, me deja el dinero para que yo lo haga. Tengo otra familia que me lleva ropa, dinero
y comestibles también." Se vincula además a otros vendedores, "a base de calle, porque
toda mi vida vendí, conozco todo el centro, conozco 8 de Octubre, conozco casi todo
Montevideo. Incluso hay relacionamiento con otros vendedores, nos encontramos, y nos
pasamos información, mirá que en tal casa hay diferencia de precio, o que abrieron una
casa nueva en tal lado. Somos una especie de compañeros de trabajo temporal, porque
nos vemos cada tanto, me quedo conversando con uno o con otro y así sacamos
información. Ahora mi casa queda aparte, trato de desvincular, una cosa es mi trabajo y otra
cosa es mi familia. "
Luis Alberto toca la trompeta y desde hace muchos años participa en conjuntos
carnavaleros, revistas, parodistas, comparsas. Ha cumplido en varias oportunidades roles
de organizador y administrador para un conjunto, aunque últimamente ha tenido algunas
desavenencias que lo alejaron de esta función. Varios miembros de la familia han
constituido un conjunto, una revista de unos 25 integrantes, y actúan en fiestas,
casamientos y otros eventos. Menciona a una persona del ambiente del Carnaval y afirma:
"Es un hombre muy vinculado y me llevó a conocer las altas esferas, gracias a ese
muchacho hoy tengo un conocimiento bastante extenso de gente de la alta sociedad. "
Expresa que espera obtener mejores oportunidades laborales a través de contactos con
políticos. "Fui un tonto -dice- porque en las elecciones pasadas me ofrecieron dos cargos a
mí, uno para dama y otro para caballero, pero lo que pasa es que a mí no me gusta que
digan se arregló él. Preferí sacrificarme, podría haber mandado a mi señora pero no lo hice,
por ser un caballero, por el qué dirán, porque el qué dirán duele. Yo soy hombre de
principios, de palabra, no tenía trabajo y conseguí para otros
También lo que pasa es
que los políticos prometen pero a veces se olvidan cuando suben. "
Estas familias, que mencionan tener contactos con personas de afuera del círculo de
familiares y vecinos cercanos, tienen un mejor nivel de ingresos que el resto, salvo en este
último caso, en que el propio entrevistado manifiesta que no está aprovechando las
relaciones que tiene.
Varias familias mencionan la existencia de conflictos entre vecinos que han llevado a
que la Comisión Vecinal prácticamente haya dejado de funcionar. "La Comisión se disolvió
hace un par de años -relata Eduardo- tenemos un salón comunal precioso, inmenso, que
se hizo gracias al esfuerzo de la Comisión y se está viniendo abajo. Si habrá sido grande el
conflicto que terminó con la muerte de un vecino. El muchacho que murió era una
excelente persona, lo único que se podría decir contra él es que tenía dos hermanos que no
servían para nada, su único vicio era estar jugando al fútbol todo el día. Una vuelta el
presidente de la Comisión tuvo unas palabras con el hermano y se agarraron a trompadas,
y vino este muchacho a defenderlo. Llegó el hermano del presidente de la Comisión, tiró un
tiro, le perforó un pulmón y lo mató. Desde ese momento, adiós Comisión. "
85
Esta situación no ha afectado los vínculos entre los vecinos más cercanos, pero no
han podido reestructurar una organización barrial. Asimismo, ha generado algunos
resentimientos.
"Tuve muchos conflictos allí, fue como que me defraudaron y uno queda más duro
para hacer amistades; uno ya mira bien a quién le va a entregar la amistad", afirma Celia,
que se mudó a un barrio vecino.
Eduardo comenta: "Cuando decidí ingresar a la Comisión, hice un grupo de
amistades; la Comisión se deshizo pero nuestra amistad se mantuvo. Nos conocimos acá
en el barrio. Hicimos esa casa, la de enfrente, estuvimos haciendo la planchada para un
vecino nuevo, todos vamos y colaboramos. Somos cinco familias que nos ayudamos
mutuamente."
Mario también reafirma la persistencia -pese a todo- de vínculos de solidaridad.
"Este vecino estaba pasando un momento bastante bravo, entonces me decía tenés arroz?
y yo veía qué tenía; uno conseguía una cósa y otro otra y hacíamos la comida para todos
allí afuera. Ayer traje verduras del mercado y se las di a la vecina de la esquina; cuando veo
que no vamos a comerlas verduras que traigo las reparto a los vecinos." {Mario trabaja
cargando y descargando camiones en el mercado).
En Nueva Esperanza, se presentan algunos rasgos similares, en particular, el
predominio de los vínculos con familiares y vecinos cercanos. Los hombres mencionan
como relevantes las relaciones con compañeros de trabajo, en mayor medida que en el
caso anterior, probablemente porque se trata de una población con un mayor número de
jefes de hogar con trabajo más o menos estable. La organización barrial parece estar más
consolidada y la Comisión Vecinal continúa desarrollando una labor que les ha permitido
obtener varias mejoras.
Zully cuenta cómo su traslado a este barrio tuvo al comienzo repercusiones en sus
vínculos con familiares y amigos. "Me costó mucho adaptarme, porque estaba casi todo el
día sola acá con la nena; no conocía el barrio, casi nadie quería venir por el cuco del barrio,
porque la parte de allá de las viviendas blancas tenía muy mala fama. Recién ahora vienen
más seguido porque el barrio está más terminado. Pero en un principio costaba qué
vinieran."
Su esposo, José Pedro, recuerda la importancia que tuvo para ellos el apoyo de su
patrón, de sus compañeros de trabajo y de sus familiares, para lograr su vivienda. El patrón
le facilitó la compra de los materiales y le fue descontando del sueldo su valor. "Mi hermano
me mandó U$S 100 que me faltaban para terminar la planchada, los compañeros del
trabajo vinieron todos a ayudar -somos 30, más o menos- el día que techamos, hasta el
hermano del dueño vino. Mi padre en cuanto a carpintería me ayudó en todo. Un tío de mi
señora me regaló una puerta y ahora él me ¡a está adaptando"..."Uno también ayuda
86
cuando puede; un compañero se casó y los domingos cuando tenía un ratito le iba a ayudar
a hacerla casa. A mi madre ahora le estoy haciendo un baño, de a poquito."
Su suegra vive con ellos. "No juntamos todo el dinero -dice Zully- pero hay
colaboración. Ella administra su dinero y yo el dinero que gana mi esposo, pero ella le
compra ropa a los niños cuando precisan, les compró camas, les compró una guitarra de
regalo para Reyes. Si un día no tengo dinero para la casa, ella si tiene me da y se compra
lo que se precisa. Si va por el centro compra carne, trae leche, trae pan."
"Con los vecinos nos llevamos bien", dice José Pedro. "Como decía mi abuelo, más
vale tener un año malo y no un vecino malo, porque el año malo se va y el vecino está toda
la vida"... "Nos prestamos herramientas, cuando necesitan dejan los nenes acá". "También
nos cuidamos la casa mutuamente cuando tenemos que salir", acota su esposa.
Sonia ilustra los tipos de apoyo que con frecuencia brindan los padres. "Papá nos
ayuda económicamente cuando por ahí andamos medio apretados. Ahora nomás nos
ayudó con la compra de materiales para terminar la casa. Mamá me viene a cuidar los
nenes si necesito alguna vez o me acompaña cuando los llevo al médico. "
Con respecto a la relación con sus vecinos, destaca la cercanía física y de etapa del
ciclo de vida como factores que explican una mayor intensidad del vínculo: "Con los de acá
al lado tenemos confianza, tienen niños chicos y son de la edad de los nuestros, entonces
siempre tenemos algo en común. Es como los vecinos de antes, que te alcanzan una cosa,
que si cocinaron vienen y te traen un pedacito. La ayuda es mutua, tanto la ayudo yo a ella
como ella a mí. Dinero le he pedido muy ocasionalmente, en general es una tacita de
azúcar, harina o royal, esas cosas que faltan, eso es lo normal. Allá, en aquella casa
colorada, viven unos tíos de mi marido y también puedo contar con ellos, pero ahí es
distinto porque ya no voy hasta allá a pedirle una taza de azúcari'..."En general, entre todos
la relación es muy cortada. El de acá se lleva bien con el de a! lado, y con el otro se saluda
y nada más, y así son todos. "
Alberto menciona otro factor, relacionado con la antigüedad de radicación en el
barrio. “La mayor relación es con los vecinos que estaban en mis tiempos; ya hace 6 años
que estamos acá, pero antes de eso venía a mirar los terrenos, a limpiar, a alambrar.
Conozco a todos los vecinos, los que están en la vuelta, pero tengo más relación con los
más viejos, los que vinieron junto con nosotros. Ahora, en el otro pasaje, hay muchos
vecinos que ya no están, vendieron y se fueron"... "Cuando empezaron a hacerlas casas,
los pozos, los cimientos, todos nos ayudábamos unos a otros; eso parece que no, pero
ayuda a hacer una relación. "
Alicia ha entablado a lo largo de su vida múltiples relaciones, siendo probablemente
uno de los factores que la ha ayudado a enfrentar situaciones muy adversas. "Tengo
amigos de trabajos anteriores (trabajó en 19 lugares distintos), de lugares de vida
anteriores, del liceo, con los que seguimos reuniéndonos". En otros momentos menciona
vínculos creados a partir de gestiones realizadas desde la Comisión Vecinal. Al referirse a
su amiga más entrañable, dice: "La verdad es que me siento muy en falta, porque de pronto
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ella necesita más que yo, que le cuiden los chiquilines y yo no puedo. Ella me da mucho
más de lo que yo le doy. La vida tal vez se encargará de equilibrar hoy o mañana"..."Mi
vecina de la otra esquina me ha dado muy buenos consejos y me ha brindado mucha
ayuda. Con ella el vínculo es como de cercanía, está más a la mano. Por ejemplo, se me
rompió el termo, me prestás uno hasta mañana que vaya a comprar?, ahora ella vino a
buscar una boquilla para una garra fita de 3 quilos que se le rompió"..."Después hay otra
vecina, que también ella en su casa y yo en la mía, pero que me ha prestado una ayuda
invalorable. Cuando he estado enferma es la que ha asumido la limpieza de mi casa;
cuando no estaba en casa, el cuidado de mis hijos. En una oportunidad tuve la posibilidad
de ayudarla cuando ella tuvo una crisis asmática. Salí a la carretera una noche de tormenta
que llovía como loco, a parar un auto que pasaba para llevarla al Hospital. "
También hay algunos casos de mayor aislamiento con respecto a los vecinos o la
familia. Ejemplo de los primeros, es la situación planteada por Camilo, quien sostiene:
"Aquí, en el barrio, los mejores amigos que tengo son los que no molesto y los que no me
molestan. El barrio está lleno de gente trabajadora, pero hay gente que aparenta lo que no
es. Hay gente acá que no tiene qué comer, pero son orgullosas, que no quieren
saludar"..."En el trabajo tengo amistades pero no puedo reunirme con ellas, porque les
gusta cuando salen del trabajo gastar el dinero en bebida y yo no puedo, porque con eso
voy a perder mi salud más pronto y mi familia va a pasar hambre. "
La desvinculación de la familia se da, por ejemplo, en el caso de Rosa, quien dice:
"Familiares acá no tengo ninguno, están todos en Salto y en Tacuarembó; me canso de
escribir y no me contestan. Ya no sé ni la edad que tiene mi madre, no tengo ni una foto de
ella. Ellos no vienen acá porque según el cuento de mi mamá, a mi papá lo mataron unos
malandros de Montevideo; entonces ella no viene a Montevideo pomada. Lo mataron para
robarle dinero.”
Es muy especial también la situación a partir de la cual Rosa se viene a Montevideo,
e ilustra muy elocuentemente los efectos de la ruptura de vínculos. De acuerdo a su relato:
"Yo me vine porque había tenido una desilusión amorosa. Yo adoraba a un muchacho, pero
la mamá quería que se casara con otra chiquilina más distinguida. Estábamos enamorados
mutuamente, pero ella quería que se casara con alguien que tuviera estudios, y yo no tenía.
Hoy lo comprendo, él es abogado hoy. Un día se le declaró cáncer a ella y me dijo: m’ hijita
yo me voy a morir, yo te quiero a vos, me dijo que no me despreciaba ni nada por el estilo,
pero quería algo mejor para el hijo. Quería saber antes de morirse que el hijo se casaría
bien. Yo siempre fui muy sentimental y le prometí que iba a hacer ese sacrificio y me iba a
alejar. Hablé con mi prima para que me llevara a Montevideo y le pedí que me buscara un
empleo con cama. Le dije, yo no conozco nada, no sé ni que rumbo tomar. El primer
empleo que tuve fue frente al Estadio Centenario. Lo único que hacía en los días libres era
encerrarme a mirar partidos y más partidos desde el 7o piso. Después para conocer, salía
sola y me tomaba el ómnibus de destino a destino; iba mirando todo desde una ventanilla y
después miraba todo del otro lado, y así empecé a conocer. "
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Entre las familias que vivieron en el Hogar Uruguayana, uno de los aspectos que
más se destaca en sus relatos es su percepción de los vínculos entablados durante su
estadía allí.
Anteriormente, se hizo referencia a la situación de Adela y sus temores al llegar a
“Martínez Reina”, y se mencionó cómo durante dos meses no se animaba a salir de su
pieza. Su relato muestra cómo poco a poco fue venciendo esos temores y entabló un fuerte
vínculo con sus vecinas. "Bajaba a lavarla ropa y empecé a darme con una señora, que
ahora es comadre nuestra; después empecé a darme con uno, con otro y a ver que no era
tanto como decían. A lo último terminés como que fueras una gran familia. Si alguno se
quedaba sin trabajo y nosotros teníamos algo que le faltaba, le dábamos. Si había uno
internado, nos quedábamos con los chiquilines y otro día íbamos a cuidarlo. Nos dábamos
comestibles. Los fines de semana festejaban como que era una fiesta, también el 24 de
diciembre o el día del cumpleaños de alguien. Siempre había baile y no se armaban
problemas. Yo no era de ir a los bailes porque a mi esposo no le gustaba. Por el agujeríto
de la puerta vichábamos cómo estaban bailando y sentíamos la música con mis hijos; era lo
único que podíamos hacer porque él no nos dejaba salir, pero veías que la gente se divertía
pila"..."Allí sí había compañerismo. El techo era de espuma plast y vos sentías lo que
pasaba del otro lado. Ahí todo el mundo me conocía y sabía que lo que me estaba pasando
era malo en ese momento. Hemos pasado muchas cosas feas allá. En muchas ocasiones
en que mi esposo tomaba y yo tenía que salir disparando de noche, siempre tuve apoyo de
las vecinas que me ayudaban y me recibían en su pieza. "
Ornar muestra otra cara de esa situación: "En Martínez Reina yo viví una tensión
nerviosa muy grande, porque me hacían la vida imposible; eran las dos de la mañana y me
golpeaban la puerta, me la querían abrir, me entraban por la ventana. A veces me tenía que
quedaren el Puerto a hacer trabajo de noche, y tenía una preocupación, a mi mujer la van a
ver sola y se van a querer hacer los vivos pensaba; trabajaba muy nervioso, destrozado. Me
tenía que dedicar a hacer respetar a la familia. En ese tiempo era la ley del más fuerte,
venía una persona nueva y tenían que probarla; allí fue cuando me hice peleador callejero
porque había que defender a la familia. Fue una parte de mi vida que me hizo conocer
cosas que yo no conocía de mí mismo. Yo venía de una clase social distinta, más abierta,
donde no había envidia, donde no había distinción, podías dormir con la puerta abierta y
dejar a los chiquilines ir a jugar al patio. ¿Cómo hacía yo para decir, se terminó una etapa
de mi vida y empieza otra? No la adoptás enseguida, cuesta mucho, cuesta la convivencia,
el trato con la gente, porque venís de otro trato, de otra carencia que es totalmente distinta a
ésta. "
El relato de Adela refleja también esa realidad contradictoria. Por un lado, añora la
relación que entabló allí con los vecinos. "Vio, cuando no se puede ira ningún lado porque
no hay plata? Bueno, allí siempre se hizo algo. Las fiestas de Navidad y Año Nuevo eran
preciosas, se iluminaba todo el edifício, cada familia ponía una lámpara afuera, los
grabadores, se armaban bailes, se unía toda la gente, era precioso, yeso acá, ahora, no se
ve. " Por otro lado, afirma: "Había de todo allí, gente como uno de trabajo, que tenía su
pieza y chau; pero también chorros, pungas, de todo. Por eso cuando la gente iba a pedir
trabajo y daba esta dirección, no le daban, porque era de lo peor, y ahí estábamos nosotros.
Por eso le digo, que estábamos todos entreverados. "
89
Una proporción llamativamente alta de los entrevistados que vivieron en este edificio
provienen de familias desintegradas. En más del 60% de los casos, al menos uno de los
miembros de la pareja fue criado por personas que no fueron sus padres.
Dora no tiene familia, vivía en el Barrio Sur y sus padres murieron cuando teníp 17
años, "quedé sola, sola y en la callé." También a ella la vida en Martínez Reina le permitió
entablar fuertes vínculos. "Acá se fue un poco el compañerismo, allá sí había; sí había un
enfermo corrían todos, si se moría alguien corríamos todos, si alguno tenía un problema.
Con mis comadres nos pasábamos los datos de los trabajos. Ahora eso sí, perdí muchos
trabajos por vivir en Martínez Reina, dabas esa dirección y ya te trataban como que fueras
porquería. "
Pese a que las familias tuvieron distintos destinos al salir de este edificio, coinciden
en que en la situación presente mantienen vínculos más débiles con los vecinos; los más
fuertes siguen siendo con aquellos con quienes iniciaron su relación durante la estadía en
ese "Hogar". Esto ocurre tanto entre los que han sido alojados en núcleos básicos
evolutivos, como entre los que se mudaron a la cooperativa de vivienda. Estos últimos
hacen referencia a cierto desgaste en sus relaciones y al surgimiento de conflictos que
afectaron la convivencia.
En ambos casos, además, enfrentaron en su nueva ubicación un contexto que les
resultó en algún sentido hostil. En el caso de las familias que viven en San Martín y
Teniente Rinaldi, además de los problemas derivados de las características del barrio y las
viviendas, expresan un sentimiento de aislamiento derivado de la distancia y los medios de
transporte disponibles.
"A mí me encantan los tablados y acá lo que hay te dan ganas de llorar, y si no
tenés que tomar un ómnibus e irte al centro o a Ocho de Octubre; acá no hay nada, no hay
un cine, y además tenés que volver a las diez u once de la noche, después no hay más
ómnibus", dice Dora que, como se vio, se crió en el Barrio Sur. Por su parte, los que viven
en la cooperativa mencionan las dificultades que tuvieron para que los aceptaran los
vecinos de su nuevo barrio. "Este tugarlo peleamos nosotros, porque nos querían dar un
lugar mucho más lejos, y aquí estamos cerquita de todo (Nuevo París). Después nos
enteramos que los vecinos estaban juntando firmas para que no nos dejaran venir.
Hablamos y hablamos con todos, con varios ediles, explicando que no íbamos a hacer
cualquier tipo de vivienda, que no iban a ser de chapas ni nada por el estilo, sino que iban a
ser viviendas lindas para el bamo. Que éramos gente de bien, que queríamos salir de aílá y
vivir bien. Lo que pasa es que ellos no sabían la gente que iba a venir, les decían Martínez
Reina y esperaban cualquier tipo de persona. Incluso ahora están bastante agresivos; la
señora de ahí enfrente tiene mucha parada, tenía miedo no sé de qué. Pero claro, ella vive
de otra manera, su forma de vivir es totalmente diferente. Pero con todo lo que luchamos,
todo lo que pasamos, no vamos a permitir que esta gente quiera ahora imponemos su
voluntad. "
90
Otra característica que se advierte en algunas de estas familias es la disposición a
compartir, aun en situaciones en que parëceria que no hay mucho que compartir. Adela,
que vivía con su esposo y cinco hijos en una pieza, y que como se vio antes enfrentaba una
difícil situación debido al alcoholismo y violencia de su esposo, menciona: "Llevamos al
hermano de mi marido y su familia con nosotros, vivía en una plecita chiquita, que como un
baño sería, y tenía seis gurises; a mí medio lástima."
Omar y Emilia comentan que cuando vienen familiares y amigos del interior siempre
les dan alojamiento. "Cuando vienen de afuera es porque no tienen trabajo, ya que la
situación de allá es peor que la de acá. Había una familia a la que yo siempre ayudaba
porque la esposa estaba sin trabajar, ahora ya esa familia está más "superada’’ que yo.
Pero ella por ejemplo no tenía para el boleto, no tenía para la comida y yo le daba, tenía
cuenta en el almacén y le sacaba para ella el pan, la leche, lo más necesario" .. "Los
familiares y gente que no es familiar, siempre que vienen de allá (Artigas), por una
enfermedad o algo, siempre vienen a quedarse acá; me piden para quedarse un día o dos,
o una semana. "
Emilia relata que un día su esposo le dijo: “Mirá mi amor, no te enojás, hace tres
días que miro esa pareja que se queda ahí afuera, durmiendo en el patio. Hace un frío
tembie afuera, les ponemos un colchón acá? Los tuvimos como tres o cuatro meses,
convivieron con nosotros como familia hasta que les conseguimos una pieza para vivir. Ella
estaba embarazada, me parece. Después nació el primer nene de ella, que tiene como
cinco años; es mi ahijado."
En este grupo de familias, el único caso que claramente cuenta con vínculos fuera
del circuito más inmediato de parientes y vecinos es el de Víctor. Su relación con el fútbol, y
más adelante también con conjuntos de Carnaval, le permitió acceder a diversos trabajos,
como ya se refirió anteriormente, y, en el momento más crítico de su vida, cuando se
separó de su esposa y quedó a cargo de sus cinco hijos, obtener un empleo público y un
lugar dónde vivir. Víctor tiene conciencia de ello y manifiesta: "Hacíamos más amistades
por el fútbol y por el carnaval, aunque usted no lo pueda creer. " También es consciente que
no aprovechó adecuadamente estas oportunidades. Luego de hablar largo rato sobre su
vida, reflexiona: "Yo fui un poco despreocupado de mí mismo, de mi problema. Tuve
buenos trabajos, cuando estuve en el casino, en el club, tenía una buena ubicación, podría
estar viviendo mejor. "
Los casos analizados permiten hipotetizar que el fútbol y el carnaval constituyen dos
vías muy relevantes de acceso a relaciones externas en los círculos más inmediatos para
estos sectores de población. Parecen ser actividades donde el grupo humano que participa
alcanza grados importantes de integración y donde se desdibujan diferencias sociales,
entablándose así relaciones entre personas que de otra manera difícilmente se hubieran
conocido y generado una amistad. Esta amistad facilita la apertura de puertas y
oportunidades que de otro modo hubieran estado fuera del alcance.
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Las familias de Ciudad Vieja que fueron entrevistadas evidencian, una red de
relaciones algo más densa. Varios de sus integrantes mencionan su participación en
grupos políticos; mantienen vínculos con compañeros de trabajo, tanto los hombres como
las mujeres; hacen un uso más activo de servicios comunitarios y afirman tener relaciones
fluidas con los vecinos. Esto, sin perjuicio de indicar la existencia de problemas de
convivencia en la zona con algunos sectores de la población que allí residen o que allí
deambulan.
Importa destacar dos aspectos que surgen de los relatos de los vecinos de este
barrio. Uno de ellos es la incidencia de las relaciones personales en las posibilidades de
acceder a trabajos, porque ilustra una situación muy generalizada en el conjunto de la
población estudiada. El otro, a la inversa, ilustra una situación muy particular en cuanto se
refiere a la incidencia de los vínculos sociales en la forma como una mujer, abandonada por
su marido, y que debió sola criar a sus cuatro hijos, enfrentó el problema y salió adelante.
Sergio, que trabaja en la construcción en forma independiente desde que se
redujeron las oportunidades de trabajar para empresas constructoras de manera estable,
explica cómo accede al trabajo. "Siempre es por algún conocido. Uno de ellos es sanitario;
de pronto él hace la cañería de un baño y yo hago el revestimiento, o él sabe que hay una
pintura y me dice, en tal lado quieren pintar. Tengo otro conocido que es administrador de
un edificio y cuando sale un arreglito de un baño o poner un azulejo, me llama por teléfono.
Es una cadena. Usted le va a trabajar a uno y por allí llega a la madre, al tío, es una
cadena. Después que uno empieza a trabajar y se gana la confianza de la gente, que sabe
que uno trabaja bien, que cobra más o menos accesible, la gente lo llama. "
Esta pauta no es propia de los trabajadores independientes como en el caso
anterior, sino que la mayor parte de los entrevistados de todas las localidades afirma haber
conseguido su trabajo a través de familiares o conocidos, siendo excepcionales los que
mencionan haberlo buscado por el diario u otro mecanismo similar.
Rita, se refiere a la instancia en que fue abandonada por su marido como el peor
momento de su vida. "Yo no sabía como salir del pozo, pero tuve el apoyo de un amigo, de
una familia amiga -él es médico- que me guió hacia dónde me tenía que dirigir para pedir
ayuda. Para saber dónde ubicara mis hijos para poder ir a trabajar. Mis hijos tenían siete,
cuatro y dos años y la más chica 6 meses "... "Todas las madres tendrían que tener un apoyo
como yo tuve en ese momento. Yo no sabía que el INAME existía. Para mí el INAME eran
los chiquilines que se llevaban, los internaban y los dejaban, no sabía que había esos
programas de guardería. Entonces, este amigo me dijo: 'Tú llevás a los chicos a las 8 de la
mañana y los retirás a las cuatro de la tarde, y no tenés que depender de nadie. Trabajás,
no vas a serla única que te quedás sola con 4 hijos. Tenés que salir, afrontarla vida y salir
con ellos adelante'. Yo no tenía familia, mis padres habían fallecido y mis hermanos
estaban en Brasil. Todavía vino una tía y me dijo ¿tú te crees que vas a poder salir adelante
con los cuatro?, vas a tener que darlos. Y el haberme dicho eso fue como un desafío, y me
dije voy a podeT'... "Una amiga me recomendó a una persona y de ahí salieron todos los
trabajos. Porque llegó el momento en que trabajaba en la casa de la madre, de la hija, de la
otra hija, y así. "
92
Rita se integró a una cooperativa de mujeres que recicló un conjunto habitacional en
Ciudad Vieja, pero sus principales lazos y los de sus hijos quedaron en su barrio anterior.
"Mis hijos no han logrado integrarse al barrio, quizá porque no hay muchos chicos de la
edad de ellos que sean como ellos; sus amigos están en el barrio anterior, se van para allá
a jugar al fútbol, a hacer deportes. Acá uno se siente más solo. Para mí fue muy
traumática la mudanza, al venirme para acá tuve que juntar dos cosas, mi familia y la
cooperativa. Antes yo tenía tres cosas, mi trabajo, la cooperativa y mi casa. En cada lado
había sus problemas, pero salía de cada uno y quedaban allí. Acá somos todas
compañeras, pero de la puerta para adentro es mi vida y de la puerta para afuera es la
cooperativa. Hay problemas de convivencia, esto fue una experiencia piloto, y para la
próxima hay muchos cambios para hacer. Este grupo no tuvo la preparación suficiente para
la vida en cooperativa. El escape mío es la Comisión Barrial, allí tengo muchos amigos. "
ii.
Los asentamientos de Maldonado
Entre las familias alojadas en los asentamientos de Maldonado se percibe, por lo
general, una mayor diversidad de relaciones que en los de Montevideo. Con más
frecuencia, mencionan vínculos con compañeros de trabajo, con empleadores, participación
en organizaciones políticas y en algún caso gremiales. Los vínculos con la familia aparecen
por lo general más debilitados por la distancia, aunque hay casos en que -como se observó
anteriormente- la casi totalidad de la familia de origen se trasladó a Maldonado, detrás de
algún pionero. Las relaciones con los vecinos varían según los casos y los distintos barrios;
a las familias que recién se instalan les lleva algún tiempo ir generando una red de
relaciones, en tanto que entre los que hace ya varios años que están, los vínculos son más
fuertes.
Tomás y Blanca, que como se vio llegaron desde José Pedro Varela, explican que
su relación no es muy estrecha con sus familias. Durante los primeros años de su
matrimonio, vivían en su pueblo con los padres de él, compartían gastos y los abuelos
cuidaban a los niños. Ahora se ven poco, si bien se llevan bien y suelen recibir en su casa
hermanas y sobrinas que van a trabajar en la temporada. "Nosotros creemos que la familia
son nuestras dos hijas, él y yo, más allá de que tengo papá, mamá y hermanos, como que
los tengo en un segundo plano, esto no quiere decir que me olvido de ellos, pero no
necesito verlos tanto", sostiene Blanca. "Con los vecinos está todo bien -aclara más
adelante-, hay algunos con los que somos más como familiares. " Participa en actividades
impulsadas por la Comisión de Fomento y esto le ha permitido entablar nuevas amistades.
"Mi marido tiene sus amigos del trabajo, del fútbol; en ese sentido los tenemos medio
separados los amigos, en Varela los teníamos más unidos. " Refiriéndose a los vecinos,
agrega: "Se sienten todos extraños y todavía no se han dado cuenta de que todo esto es
de ellos también. Veo que hay vecinos que dicen, no, yo soy de otro lado, y no entienden
que todos somos de otro lado pero tenemos que lograr un barrio nuestro, y pienso que es
por eso que el vecino de acá no se integra más. "
Horacio y Juana -los que han instalado la panadería- consideran que no hay muchos
conflictos entre los vecinos de su barrio. "Muchos se llevan bien, otros regular, siempre hay
alguna discrepancia pero se llevan bastante bien. No se ayudan entre todos, pero se ayuda
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al vecino con el que se tiene más confianza, ese se ayuda con otro, y así, es una cadena.
Se ayudan a construir la casa, se ayudaron cuando hubo que poner la luz. Algunos no
quisieron hacer nada, no sé porqué; unos puede ser porque son de mal pensar, otros son
ignorantes y otros son sinvergüenzas nomás." Han brindado alojamiento a un señor que
está con ellos desde que vivían en una quinta, en Canelones. "Tiene 62 años. Cuando
estábamos allá, en la quinta, los hijos lo dejaron solo y lo trajimos con nosotros. Le dimos
una piecita en el fondo para vivir al viejito, porque si tiene que salira alquilar no puede, es
jubilado y gana muy poco. "
En algunos casos, la adaptación aún no ha sido suficiente como para generar
nuevas amistades. "Amigo, lo que se dice amigo, son muy poquitos, son contados -dice
Gerardo- tengo un par de ellos en Paysandú y este muchacho que vive en el fondo. El
origen fue por el fútbol, jugábamos todos en el mismo Club. Cuando estaba allá, por
intermedio del Club, siempre me conseguían algún trabajo, aunque fuera alguna
changa"..."Con los vecinos hay poca comunicación, no es mala, pero salvo con uno, no soy
de frecuentara los vecinos."
Rafael y Cristina, cuyas familias son originarias de Rocha y de Minas, no sólo tienen
poco contacto con ellas, sino que se han distanciado por problemas de relación. "De mi
familia no espero mucho de nadie, de pronto más de algún vecino que de un familiar. Con
mi suegra hubo una gran diferencia años atrás y corté todo. De mi vieja recibo apoyo pero
con interés. A veces me dice: Cristina andás mal? y yo trato de decir que no, que todo está
perfecto, pero me deschavan las nenas, van y le dicen en mi casa no hay pan. Entonces me
presta $50, pero en cuanto cobré está encima mío, '¿te acordás que te presté?' Me ayudan
más los vecinos que mis propios padres porque ella me vende cosas, y si puedo sé las
compro, pero no es capaz de decirme te las regalo. " Rafael se refiere al hermano de
Cristina diciendo: "Él es algo fino, no es para acá, se da como un aire de grandeza. Por
eso odio a veces a la buena sociedad. Tiene esa actitud, como decirle, de zorro; viene
como observando a ver dónde viven y cómo viven. De ellos no quiero nada. "
Aparte de las familias que vivieron en Martínez Reina, el grupo de entrevistados en
los asentamientos de Maldonado es el que presenta más casos de desintegración de las
familias de origen, y de miembros de la pareja criados por terceros y no por sus propios
padres. Es posible que esta situación haya favorecido la decisión de abandonar su pueblo
o ciudad natal y trasladarse a Maldonado.
Los dos casos en que las familias tienen vínculos más amplios con personas
externas al barrio y a sus familias, también aquí, cuentan con un nivel de ingresos más alto
que el resto.
Uno de ellos, Pablo, de profesión fotógrafo, ha logrado entablar relaciones de muy
diverso tipo a partir del apoyo de un patrón con el que trabajó como chofer en su juventud, y
en el desarrollo de su trabajo en Punta del Este. Pablo se muestra impresionado por el
grado en que algunas familias vecinas se aíslan. "Pienso que acá se automargina mucha
gente -dice-, acá hay mujeres que no conocen la playa, que no saben lo que es la playa.
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Nosotros cuando podíamos íbamos los cuatro y a mí me daba no sé qué, porque estaban
todos los chiquilines jugando acá y no los llevan. No es tan difícil ir a la playa desde acá.
Muchos tampoco conocen Punta del Este. Los hombres conocen más porque andan
buscando trabajo, pero las mujeres no conocen. Un día invitamos a dos niñas que estaban
siempre acá y cuando íbamos llegando a Pinares, una dijo: ¡qué linda que es la playa! Le
respondo: pero esto no es la playa todavía, ¿nunca viniste a la playa? No, nunca vine. Y
hace cinco años que están acá; no sabía lo que era el agua. Un día voy a comprar una
camioneta y me voy a llevar a todos los gurises, me encanta que disfruten. No puedo
entender que no puedan llevarlos, porque si fuera al circo o al cine, que cuesta, pero esto
no cuesta nada, y si no tenés para el boleto, podés ir caminando."
i¡¡.
Las redes sociales en las demás localidades del Interior del país.
En Rosario existen vínculos muy fuertes con las familias de origen y en la mayor
parte de los casos han vivido siempre en la zona. La relación con los vecinos y con amigos
de la infancia aparece mencionada en mayor proporción que en los otros contextos
analizados. Es relativamente común, también, la vinculación con grupos parroquiales,
colegio, gremios y partidos políticos.
De los ámbitos estudiados, éste es en el que la trama de relaciones parece más
densa, pero al mismo tiempo también concentrada en la ciudad o en las zonas vecinas. De
ahí, el fuerte arraigo en la localidad y la dificultad, mencionada por algunos entrevistados,
para asumir una decisión como la emigración, que los llevaría a cortar los vínculos
existentes y a encontrarse desprovistos de ellos.
En esta localidad, se encontró una única situación de desintegración de la familia de
origen. En otro caso, la situación configurada consistió en el abandono de su esposo y sus
cinco hijos, por parte de la cuñada de uno de los jefes de hogar entrevistados. El
matrimonio entrevistado colaboró activamente para la crianza de los niños y,
posteriormente, se hizo cargo de ellos al fallecer su padre.
La frecuencia con que se relacionan con los familiares más directos suele ser diaria
o semanal. El tipo de ayuda mutua pasa por compartir vivienda o alimentos, realizar
préstamos de dinero, salir de garantía, circular ropa usada, quedarse a cargo de los niños
cuando es necesario, ayudar cuando alguien está enfermo a cuidarlo o a trasladarlo, facilitar
contactos para obtener empleo o clientes y brindar apoyo afectivo.
Marta, cuyo esposo trabaja en una imprenta con su padre, afirma: "En este
momento hemos tenido ayuda porque estamos en una crisis bárbara, no hay trabajo
directamente, entonces mi suegro le adelanta el dinero a él, y cuando él puede hacer horas
le va pagando. Tiene horas de trabajo adelantadas, después se las reintegra. Si no fuera
por mis suegros, nosotros una casa como ésta no la íbamos a comprar nunca. Y todo lo que
a él le entra a la imprenta lo invierte, compró una máquina nueva que hace muy buenos
trabajos. "
95
"La ayuda de la familia es importantísima", dice Estela, cuya familia también está
pasando por una situación difícil por falta de trabajo. Relata como sus hermanos los están
ayudando a pagar los estudios de una hija que está en Montevideo, para que no tenga que
interrumpirlos. "En Rosario, debe haber muy poca gente que no se conozca, en general
toda la gente se apoya", comenta Estela. Más adelante, menciona cómo esto facilita
obtener créditos en los comercios locales, becas o mayores plazos para pagar el Colegio de
sus hijas, atención odontológica privada a pagar cuando se pueda, etc.
Muchos mencionan contar con amigos que fueron haciendo en distintas etapas de
su vida. "De la escuela me quedan pocos amigos, en la adolescencia teníamos un grupo
de jóvenes en la parroquia, era una barra grande. Ahora sólo quedan algunos, otros se
fueron, se casaron, se divorciaron y fue cada cual por su lado. Pero siempre tenemos un
núcleo de amistades. Se discute de política, de fútbol, de lo que sea. Es importante tener
amigos con quien sentirse querido, alguien que venga de afuera, que no sea de la familia
que es obligación, que vienen porque les gusta estar con uno, a mí me importa mucho eso",
afirma Marta.
Los vínculos entablados desde la Escuela o el Liceo se van entrecruzando a lo largo
de la vida en una comunidad con las características de ésta. "Durante un tiempo mis amigos
eran diferentes a los de él- dice Graciela- pero después en muchos casos se juntaron ellos,
los amigos de él formaron pareja con las amigas mías y entonces allí quedó una unión."
Uno de los entrevistados, Silvio, relata una anécdota para explicar por qué uno de
sus hermanos está en mejor posición económica que él, que es también reveladora del tipo
de relación entre los vecinos. "Un hermano mío se sacó el 5 de Oro. Bueno, en realidad fue
un amigo, que es la honestidad en persona. Es un muchacho que es carpintero, mi
hermano le llevó algo para que arreglara, era una chuchería y cuando le dijo cuánto es, le
respondió nada. Entonces tomá $10 y jugamos al 5 de Oro, le dijo mi hermano. Está bien,
vamos a medias, dijo el muchacho y el domingo sacó. Si él no dice nada, mi hermano ni se
entera porque ni sabía si jugó; fueron a medias por la honestidad de la persona"... "Se
compró la casa y nada más. Siguió trabajando en los corrales que le pagan $2 por día como
si tal cosa; va en bicicleta, ni una moto tiene."
Los vínculos entre los vecinos son en general informales; no mencionan -salvo uno
de ellos que reside en un complejo habitacional- la existencia de Comisiones Vecinales u
otro tipo de organizaciones barriales.
En Gregorio Aznárez la situación es similar a la de Rosario, pero presenta algunas
características particulares. Los vecinos son, en muchos casos, al mismo tiempo vecinos y
compañeros de trabajo o, al menos, ex-compañeros de trabajo.
Luego del cierre de la fábrica, quienes tenían mayores vínculos fuera del pueblo, ya
sea porque participaban en empresas tercerizadas con clientes de otras localidades,
desempeñaban funciones en la organización gremial, o mantenían contactos con
profesionales que ocupaban funciones de alto nivel en la industria, encontraron más
fácilmente puentes que les permitieron obtener empleo. Aquellos cuyo mundo de
96
relaciones se circunscribía al pueblo tuvieron mayor dificultad para reinsertarse o aún no
han logrado hacerlo.
Daniel y Mónica destacan la ayuda que recibieron del pueblo y de los compañeros
de trabajo cuando falleció su hijo y frente a la enfermedad de él. "El pueblo se portó muy
bien, nos ayudaron económicamente haciendo colectas. Tenemos mucho que agradecera
los compañeros de trabajo que siempre estuvieron al lado. "
Antonio y Ercilia han recibido en distintas etapas, mucha colaboración de los
miembros de la cooperativa de vivienda que integran; por ejemplo, cuando se casaron se
hicieron cargo de pagar la mitad de la fiesta, y al cerrar la fábrica los que tenían trabajo
pagaban la cuota por los demás. También están muy apoyados por sus familiares, la madre
de ella se queda casi toda la semana para cuidar a los nietos mientras su hija trabaja, y el
suegro les paga la patente del auto para que puedan conservarlo, así como el jardín de
infantes a las nietas. Antonio menciona asimismo una colecta que hicieron entre toda la
familia hace poco tiempo, para auxiliar a una tía que estaba pasando mal.
Verónica, la esposa de Enrique, explica así su vínculo con la gente del lugar:
"Tenemos una relación de muchos años. Los hijos de los vecinos crecieron con los
nuestros; verlos progresos del pueblo, del barrio, todo eso ata. Las amigas que tengo las
conocí acá, de mi relación con el colegio; eran mamas de los compañeros de mis hijos.
Creo que hay una vida mía antes de venir a vivir acá y después. "
Destaca el rol jugado por el Colegio en la creación de estas relaciones. "Un Colegio
en un pueblo tan chico como éste, además de brindar educación para los chicos, es la sede
de reuniones sociales. Ahí siempre dictan clases para algo, fuera de lo curricular, para
mayores, para padres o para gente que nada tiene que ver con el Colegio, pero sí con la
zona, y uno se va encariñando con todo eso. Cuando mi hijo más chico terminó sexto con
11 años, y salió del colegio, a mí me costó una enfermedad. Supongo que yo ya venía con
algunos problemas de depresión pero de pronto verme joven, con treinta y pocos años, y yo
decía, ya no tengo hijos para mandar al Colegio, a mí me parecía que había una ruptura, un
crac, que ya no iba a tener motivos para ir al Colegio. " Verónica relata luego que hizo un
curso de portugués en Piriápolis y hoy da clases en forma gratuita a los niños del Colegio;
también se incorporó a la Comisión de apoyo a la Policlínica de Salud Pública y se siente
muy bien haciéndolo.
Con respecto a la organización y participación social, la misma Verónica reflexiona:
"Acá la gente es unida cuando sucede algo, si hay un enfermo o si pasa alguna cosa, si
alguien se muere, también es atenta cuando hay un nacimiento, como en todo pueblo. Pero
me parece que hace falta unión entre la gente para hacer cosas juntos, para luchar por el
barrio, claro que tampoco hay grandes necesidades. Comisiones de fomento, desde que
conozco el pueblo, y hace trece años que estamos, no conocí ninguna. Yo creo que es por
la forma en que surge el pueblo, a través del ingenio azucarero. RAUSA era una firma muy
importante, de muchos recursos, de mucho interés nacional, y le brindó un montón de
sen/icios al pueblo. Y como que la gente que es nativa de acá no tiene grandes inquietudes
97
para lograr sus cosas, siempre se lo pedían a RAUSA, acá les daban todo. Ahora las
generaciones nuevas no tendrían por qué pensar así, no tendrían que heredar ese
pensamiento. "
Las características de relación cercana entre los pobladores y de dificultad para
crear vínculos hacia afuera se da con mayor fuerza en Idealidades; más pequeñas aún que
Aznárez, como es el caso de Cerros Azules, donde vive uno de los entrevistados. Mary
cuenta cómo, cuando en la Iglesia y en la Escuela estaban interesados en contar con un
censo de los vecinos, ella y una amiga utilizaron una novedosa técnica censal: cada una
elaboró una lista de vecinos a partir de su conocimiento y luego las compararon e
integraron. Estiman que viven en la localidad unas 500 personas.
Finalmente, en Santa Lucía los entrevistados mencionan la existencia de vínculos
bastante diversificados, con predomino de los laborales y familiares, y luego de los
vecinales. Una proporción minoritaria señala participar en algún otro tipo de organización
social.
Norma relata como en los momentos en que tuvieron mayores dificultades siempre
encontraron quién los ayudara. Cuando estaban sin trabajo, comían en casa de sus padres.
Cuando el esposo estuvo internado con una pancreatitis, "...los chiquitines me los cuidaba
mamá, en el trabajo pedí unos días y los compañeros de trabajo de él hicieron un fondo
común y nos lo acercaban todas las semanas", explica. En otra oportunidad, en que la que
estuvo enferma fue su madre, unos amigos pusieron a su disposición un auto para
facilitarles ir y venir. "Es una barra de ocho matrimonios, nos reunimos muchas veces y son
de esas amistades que vos sabés que podés contar. "
Rubén y Miriam cuentan que se ven con bastante frecuencia con sus familias. La de
él reside en Canelones, y los padres y hermanos de ella en la localidad de Rodríguez. Con
todo, "al no tener locomoción para movernos, si no vienen ellos se nos
imposible ir",
aclaran. En la vida cotidiana, el respaldo más importante se lo brindan éntre veciiiós.
"Cuando yo no tenía teléfono, daba el teléfono de ellos para que me llamaran. Si tengo que
hacer un mandado y está lloviendo, dejo la nena allí, porque está muy a mano”, indica
Miriam. Rubén agrega: "Cuando ellos necesitan yo les doy una mano, hacer algo en las
casas, arreglar algo, una luz, una canilla, como yo me doy idea en esas cosas. Cuando
anduvimos sin trabajo él nos ayudaba, nos daba leche, porque tiene una vaca. Conocidos y
compañeros de acá, de la fábrica, tengo montones, pero así, de ayudar tanto al otro como
ellos, no tanto. "
hacé
La situación más crítica entre las familias entrevistadas en Santa Lucía es la vivida
por Amelia. Ya se ha hecho referencia a la muerte de su marido y al alcoholismo de su hijo,
y también a la colaboración y apoyo que le brindaron los vecinos y compañeros de su
marido en momentos tan difíciles. Otro momento particularmente crítico para esta familia se
produjo cuando la hija fue agredida y violada por un joven del vecindario. "Salí a buscarla
camioneta de la policía, recuerda Amelia. Se portaron maravillosamente bien, entraron al
98
Pereira Rossell, ellos hablaron, presentaron papeles. Yo no sabía ni donde estaba. Lo único
que veía era aquella palidez, aquel brillo de aquella niña que se me iba, porque estaba
como un papel y no paraba de sangrar. Toda una semana estuvo en el Hospital, y hasta
que le dieron el alta yo me quedé con ella. Todos los vecinos venían, los chiquitines
grandes. Las vecinas de acá venían a quedarse con las chiquilinas. De noche venían
vecinos, todo el día había vecinos en casa, incluso les llevaban comida para que ellos no se
tuvieran que hacer de comer. Yo me sentí muy agradecida, tanto que lo puse en el diarito
de acá, del pueblo, mi agradecimiento a todos los vecinos. Le pedí a mi patrona que me lo
escribiera porque yo soy medio bruta y no sé explicarme bien. Mi patrona, en seguida que
supo, se fue para allá a hablar con los doctores, porque son doctores ellos. Por eso será
que tuve una ayuda tan grande y que me la atendieron tan bien. "
Esta última situación permite introducir una nueva temática relacionada con el
capital social, tal cual es la incidencia de las situaciones de agresión y violación de las
normas de convivencia a las que están sometidas estas familias, la que se aborda a
continuación.
b.
El desconocimiento de normas de convivencia: la inseguridad instalada en la vida
cotidiana
La ruptura de las normas que regulan la convivencia social, la agresión y el
desconocimiento de los derechos generan temor, inseguridad, incrementan la vulnerabilidad
y disminuyen la capacidad de las familias para utilizar otros recursos para satisfacer sus
necesidades.
Si bien estas situaciones pueden afectar a todos los grupos sociales, las familias
más carenciadas tienen menos posibilidades de defensa, ya que no pueden acceder a
medios de seguridad que otros grupos sociales emplean, viven en zonas que por lo general
tienen poca vigilancia y desconfían de la función protectora que pueda cumplir hacia ellos el
cuerpo policial.
Los integrantes de estas familias son agredidos por quienes cometen delitos, pero
también lo son en muchas ocasiones por quienes tienen la función de combatirlos, al
encarar las medidas represivas en forma indiscriminada y no siempre respetuosa de los
pobladores.
En estas circunstancias, las familias se ven afectadas en aspectos materiales debido
a robos y destrucción de bienes, así como por la pérdida de oportunidades laborales,
educativas o de recreación por temor a dejar la casa sola o a salir después de determinada
hora. Pero además, y particularmente en lo anímico, al vivir con el temor constante de que
algún miembro de la familia resulte herido, experimentan impotencia y disminución de la
autoestima y la confianza en sus posibilidades de alcanzar una situación mejor.
Esta problemática se concentra fundamentalmente en los asentamientos de
Montevideo, asumiendo características peculiares en cada uno de ellos; está presente en
Ciudad Vieja y en los asentamientos de Maldonado, y es prácticamente inexistente en las
localidades del Interior, en especial en Rosario y Gregorio Aznárez.
99
Los vecinos de La Chacarita expresan una gran carga de preocupación y angustia
al referirse a este tema. Es donde aparece un mayor desborde de violencia e inseguridad.
"Hay muchas cosas que no me gustan de acá", dice Mercedes. "No me gusta este
lugar para los chiquilines. Cuando me voy al trabajo tengo que dejara los chiquilines toda
la tarde encerrados, no los puedo dejar acá, solos. Los gurises andan por ahí drogados. Y
lo peor es que no son de acá, vienen de otro lado. Si tenemos que salir, salgo yo o. sale
Julio, los dos juntos no podemos; si un fin de semana queremos ir a la casa de mis
hermanos o si hay algún cumpleaños, no podemos. Si dejás acá solo, cuando venís no
tenés ni las ventanas"... "En el merendero hacen la leche para los chiquilines de tarde, pero
no van casi nunca porque tengo que ir con ellos, no me gusta que vayan solqs, entonces
prefiero hacerles la leche acá. Una vez estábamos en una fiesta y los milicos a los tiros con
unos malandros, ¿cómo voy a dejarlos salir solos?" Anteriormente se mencionó el deseo de
Mercedes de ir a la Escuela nocturna para poder apoyar a sus hijos en las tareas escolares,
que no pudo concretarse ya que cerraron la Escuela porque se formaban "barras" de
muchachos que molestaban a la maestra.
"Acá todo el mundo tiene miedo, dice Julián. Le roban la casa a uno y todos tienen
miedo de decir fulano fue el que te robó, y hacer que vaya a la cárcel; por ese motivo es
que todos esos delincuentes están sueltos. Donde nosotros vivíamos era uno de los peores
lugares. Por ese motivo tuvimos que abandonar una casa terminada y un almacén
funcionando y venirnos para acá, porque veíamos que la cosa no andaba. Usted veía a úna
viejita que trabajó todo el día en Pocitos y la golpean allí para sacarle $80; llamaba a la
policía y venían y se llevaban a un trabajador y no se llevaban a los delincuentes. Y en seis
años que viví allí, los mismos robaron todos los días y roban hasta ahora. Y no me va a
decir que un policía, que está hace seis o diez años en la Seccional, no sabe quienes son
ios delincuentes en cada barrio"..."Es obvio que tienen que ser de acá -razona- de otro
barrio no van a venir a robar acá si es un barrio marginado"..."Usted no puede dejara su
hijo en una esquina con otros muchachos porque por ahí están tomando cocaína o
cemento. Yo tengo una hija y el año pasado fue a UTU y cuando empezaron las faltas de
los profesores y los niños a no respetar y a decir malas palabras, le dije no vayas más. El
gobierno no te puede exigir eso como padre, yo sé que muchas leyes hay que respetarlas,
pero hay otras leyes que no se pueden respetar. "
Luis Alberto habla también de su temor. "Hoy por hoy tengo miedo, porque está la
nueva generación que ha robado acá: Me pueden llevar un televisor que tengo ahí que me
costó muchos sacrificios, me pueden llevar un grabadorcito chiquito que tengo ahí, no sé,
me pueden llevarla trompeta que para mi es lo que vale más en mi vida. Esto sin hablar de
la familia. Gracias a Dios hasta ahora no me tocaron nada, pero tengo miedo de dejarla
casa sola, tampoco les voy a dar la oportunidad. Mire, yo quiero una mejoría para mi
hogar. Cualquier barrio, que no sea el Borro ni Cerro Norte, cualquiera. Hay gente que dice
que el barrio lo hace uno, pero ¿sabe cuál es el problema? Por trabajador que sea usted, si
está en el Borro, no sabe si aparece durmiendo en su casa o en la Comisaría, o si sale y le
dan un tiro. No tengo miedo por mí, hoy por hoy, pero tengo miedo por mi familia, que los
100
chicos se corrompan, ese es el miedo mío, a mí no, porque a esta altura no me van a
corromper.”
"A veces temo vera uno de mis hijos con una bala perdida o a alguno de los hijos de
los vecinos, dice Luján. La otra vuelta una compañera y vecina estaba sola con la bebita y
uno que no es de acá del barrio le entró para adentro, tenía la puerta abierta y lo frenó
adentro del cuarto con un arma, los policías lo traían codito y se metió para la casa"..."El
otro día pasaron una cantidad de camionetas y cuando quisimos acordar había un tiroteo de
malandros y policías que hasta en el Canal 4 lo pasaron; es una vergüenza para el barrio,
porque como dice mucha gente no todos somos iguales. "
La misma preocupación es marcada por varios vecinos, José, entre ellos. ‘‘Usted
tiene una criatura afuera y en cualquier momento del día o de la noche entran los milicos a
los tiros, ¿y si nos lastiman una criatura?"
"Acá ponen piedras en la calle, paran los autos y les rompen los vidrios a pedradas",
explica Eduardo.
Algunos vecinos han resultado heridos como consecuencia de estos hechos. Mario
es uno de ellos. 'Yo a los que andan acá de ladrones no les veo futuro ninguno, pasan ahí
en la esquina fumando porros y tomando, son gurises de 15, 16 años. Pero no hace nada
nadie, van a la Seccional y entran por una puerta y salen por la otra. Yo no voy a tener
problemas. Ya tuve un problema, tuve una discusión, me encajaron un tiro en un pie, no
sentí nada, lo corrí como una cuadra y no lo pude agarrar. "
Sandra refiere como fue herido su esposo. "Mi prima andaba con un malandro y mi
mamá no aceptaba la relación. Un día la descubrió mi hermana que andaba con él y se
armó un lío tremendo. Mi esposo lo paró y le dijo que no quería que anduviera con mi prima;
un día tuvo una discusión con otro y éste salió a defenderlo y le dio un tiro a mi marido.
Vinieron los policías pero no se hizo nada por el miedo de que me pasara algo a mí o a los
chiquilines. Acá hay una fea costumbre, si tienen problemas como represalia te incendian la
casa. No se denunció ni nada"..."Después de lo que pasó con mi esposo, ya no soy la
misma; de noche ya no duermo. Él se va a las 2.00 de la mañana a trabajar y yo me quedo
toda la noche despierta. "
En Nueva Esperanza, las apreciaciones de los entrevistados están dirigidas
principalmente a robos. Quienes tienen una trayectoria más extensa en el barrio transmiten
la visión de que la situación era peor antes y que ha mejorado en los últimos tiempos.
"Una vez nos robaron unos terneros que mi marido había traído de Florida", dice
Isabel. "Me robaron todita la ropa que tenía colgada en la cuerda; a mí me servía, capaz
que ellos la tiraron a la basura. Después entraron acá adentro. No se llevaron todo porque
nosotros veníamos de ahí, veníamos de la Iglesia y no alcanzaron a llevarse mucho.
101
Después tuvimos que hacer un muro, con eso podríamos haber hecho la planchada, pero
no podíamos tender nada afuera; si uno se olvidaba, el que pasaba ya lo agarraba, así que
hicimos el muro. En casa todos juntos no salimos, siempre queda alguno. "
Se mencionó antes el temor que sintió Nélida cuando recién llegó al barrio. "Yo soy
muy miedosa -afirma-, a la semana que estábamos viviendo acá, en el pasaje de ahí atrás,
mataron a una mujer a las cinco de la mañana, entonces agarré terror. Dije, ah! es homble
este barrio, pero bueno, de noche creo que será en todos los barrios lo de los tiros; ahora
se siente mucho menos, está más calmo. A nosotros nos robaron sólo un par de
championes de la cuerda, unos Nike nuevitos, no lo podía creer. "
Para Miguel y Sonia, el robo que sufrieron apenas instalados en el barrio, fue la
experiencia que mencionan como el peor momento de su vida. "Todos nos queríamos ir, la
chiquita recién había nacido y el nene tenía cuatro años. Y claro, cuando entramos nos
encontramos toda la casa revuelta; el padre desesperado, él no encontraba ninguna de sus
cosas, una pesadilla, hasta ahora el miedo le dura. Nos robaron un televisor, un video, unas
cosas de oro, unos relojes, ropa, todo lo que tenía mi marido para salir. La verdad es que
fue un momento tremendo, nos costó pila, hasta hoy. Yo no confiaba en este barrio desde
que vine, nunca confié, mi esposo sí es más confiado. Las salidas a partir de ahí las
cortamos, y ya va a hacer dos años, sólo que tengamos alguien que se quede acá, si no
juntos no salimos. Ahora el patrullero pasar pasa, pero cuando a nosotros nos robaron los
tuvimos que ira traer porque no querían venir. Dijeron que no tenían en qué venir, tuvo que
ir un primp de mi esposo a traerlos en el auto. No tienen voluntad, eso se nota; vinieron,
miraron, dijeron que sí, que habían robado y se fueron. "
José Pedro mira la situación en perspectiva y es más optimista. “Hubo una época en
que era insoportable, queríamos irnos, ya le digo que una vez hasta nos robaron las vigas
que tenía recién hechas. Nunca nos quisieron entrar, pero al vecino de ácá al lado y a una
vecina de la mitad de la cuadra siete veces la robaron. Un día mi suegra y mi señora
sacaron toda la ropa porque tenía olor a humedad, fueron hasta el almacén y al volver rio
teníamos más ropa, quedamos con lo puesto. Ahora está mejor porque han hecho mucha
limpieza, han guardado mucha gente. Está un poco más tranquilo. Hace un par de años
hubo un incendio ahí, en la mitad de la cuadra; le habían robado la casa al hombre y se la
prendieron fuego, una casa muy humilde. Agarraron a balazos a un carro de bomberos,
eran menores, y la policía ahí en el medio de la cancha a los tiros con los
gurises"..."Cuando fui a hacerla denuncia porque me robaron una bordeadora, le digo al
policía que estaba allí -porque yo estaba con bronca, uno se siente impotente- si lo
encuentro le encajo una paliza, y me dijo, no le pegués porque si es menor te tenemos que
ira buscara vos. Entonces se reunió la Comisión, fuimos a Jefatura, vino no sé si el Jefe de
Policía o un Inspector, o un Comisario. Se hizo una reunión en el salón y se le dijo todas las
carencias: que íbamos a la Comisaría a hacer denuncias y se nos reían en la cara, a veces
no nos daban bolilla, ni nos tomaban declaración. Él anotó todo; y bueno, lo cambiaron al
Comisario y un poco ha mejorado. Hay más vigilancia, pasan los patrulleros a cada rato
porque se pidió eso. Todavía dicen 'tenemos la camioneta rota', entonces como hay
vecinos mecánicos, le ofrecieron arreglarla y dijeron que no, y la mandaron a arreglar a
Jefatura. Aquí mejoró porque se luchó mucho, humildemente este asentamiento es un
102
ejemplo, yo he visto otros que no tienen ni calle, ni luz ni agua"..."Cuando no teníamos
calles, una ambulancia no quiso entrar. Otro día llamaron al médico por un vecinito de 6
meses y no quería cruzar, yo le dije, usted se baja, se moja los pies, se embarra y yo
después le doy una palangana y se lava los pies, pero usted va a atendera ese niño; y se
bajó."
Las familias que vivieron en Martínez Reina convivieron con el problema de la
inseguridad y el recelo de los de afuera hacia ellos durante toda su estadía. De tal manera
está interrelacionado con el resto de los aspectos de la vida diaria en ese contexto, que se
ha venido haciendo referencia a dichos problemas al considerar todos los demás temas
enfocados. Por esa razón, el presente análisis se centra en la percepción de los
entrevistados sobre la situación en los barrios en que residen actualmente.
Dora traza, en pocas palabras, un cuadro no muy alentador de la Situación en San
Martín y Teniente Rinaldi. "Viene mucha gente del Borro, del barrio Municipal; vienen a
caballo, andan a balazos, se sientan a drogar, son unos ladrones, no podés salir dos horas
sin que te roben todo. Yo nunca me drogué, jamás, no puedo ni vería, pero sentís ese olor
que te tapa; yo no sé como pueden fumar esa porquería, tendría que haber más
milicos"..."A mí me faltaron un parde cosas; poco aliado de otros. Un día faltó toda laplata
de mi marido, un día que vino medio “tocado” y se acostó, yo me fui a la Iglesia con mis
hijos. Mi marido se duerme y se despierta, se ve que en una de esas despertadas se
asustaron y dejaron el pantalón de mi marido tirado en el piso; le habían sacado todo el
sueldo."... “Lo que no me gusta de esta casa es que yo me siento acá afuera y veo todo;
ves clarito cuando agarran a las mujeres y las palizas que les dan y te desespera, porque
yo me imagino lo que deben estar sufriendo, y aparte del susto, no sabés si te van a
matar."
Ornar explica que varias veces le han cortado el tejido que coloca en el fondo de su
casa, para pasar por allí con objetos robados. "Me pasaban con waters, piletas, porque es
lo que roban. Ya no hay nada más para robar. Es lo que ellos más negocian. El policía vino
acá porque yo había hecho la denuncia y le dije: hasta que no pongan una Comisaría
ambulante esto no va a parar. Mucha gente tiene miedo de hacerla denuncia porque es un
botija el único que está jodiendo acá, de acá de las viviendas, y tienen miedo que la madre
se muera de un infarto. Pero lo que pasa es que si vas dejando, el pibe se vuelve más
grande de lo que es, y nadie lo va a parar. Porque tenga la madre enferma, porque tenga el
hermano preso, tarde o temprano lo van a agarrar adentro de la casa y lo van a matar. Lo
han ido a buscar, pero entra y sale porque es menor, y la madre lo encubre. Si la señora se
hubiera preocupado como me preocupé yo, porque si alguno de ellos me venía con algún
juguete u otra cosa que no era suya, se los hacía devolver. " Reflexionando sobre el cambio
entre la situación que se vivía en Martínez Reina y la que se vive en el barrio, señala: "Acá
se perdió mucha cosa; desde que vino la gente para acá, ya no se respeta como antes. No
es sólo la gente más joven, la gente pensó que porque tenían una casa son más que los
demás. En el edificio también había ese problema, pero la cosa estaba más tapada, aquí
los ves robar. Ahora, si vos hacés algo, sos un soplón, sos un alcahuete de los milicos, sos
lo peor que puede haber; si viene un policía preguntando donde vive fulano, sos lo peor que
103
puede haber si decís algo. Entonces la gente no sabe convivir, le falta experiencia para vivir,
le falta una persona que le diga lo que es la amistad, lo que es un vecino servicial. "
El clima que describen los vecinos alcanza inclusive a la escuela. La hija de Ornar
relata que un compañero suyo fue armado: "Parece que lo van a poner de vuelta en la
escuela porque dicen que fue un momento de rabia, amenazó a una compañera y al papá.
Dicen que fue porque el papá le pegó, pero ira la Escuela con un revólver no está bien.
Como compañero es malo, yo tengo todas las piernas machucadas por él, hasta le pega a
la maestra. Y la maestra llamaba al director porque ella pegar, no le puede pegar; entonces
el director se lo llevaba, lo suspendía y volvía. "
Adela, por su parte, transmite la angustia de una madre que ve a sus hijos
asumiendo conductas que no desearía que asumieran, pero no sabe cómo controlar la
situación. "Mi hijo tiene 17 años, y está fumando porros, porque dice que se siente muy
solo y que no quiere estar acá tampoco, para que mi marido le haga la vida imposible.
Ahora dejó porque yo le pedí mucho." También, relata la situación que vivió con su hijo
mayor: "El vivía en la pieza al lado de mi casa y una mañana viene la policía; les abrí
porque no tenía nada que temer, lo buscaban a él. Señora, me dice, somos de Orden
Público, venimos porque hizo un hurto; yo me quería morir. Estuvo 56 días preso, yo lo iba
a ver todos los días. Yo vendía comida, pizzas, milanesas y los vecinos me compraban
más, para ayudarme; con mi trabajo le pagamos al abogado también. "
Víctor, desde sus 67 años y larga experiencia de vida, tiene una visión más tranquila
y más optimista. "Son problemas con la juventud, pero no es de este barrio sólo, es en
todos los barrios, de la juventud que se está criando de otra manera. Hay botijas que se
están haciendo hombres, yo los conocí de chicos, siempre fueron excelentes conmigo. Yo
veo que las cosas de a poco van mejor, van cambiando y se va tranquilizando. Gente que
se crió en Martínez Reina y no salió nunca a convivir con nadie está aprendiendo a convivir.
Allá se vivía todos juntos, y un problema se metían a solucionarlo y capaz lo hacían más
grande, sin querer. Esas cosas no sirven acá, se va progresando aunque sea a paso de
tortuga."
Selva, que vive en la cooperativa de vivienda, da cuenta también de problemas de
seguridad en el barrio, aunque no tan agudos como en Teniente Rinaldi. "Antes había más
gente afuera, conversando desde las casas; ahora no se ve a nadie, anda mucho
malandraje en las calles." Menciona asimismo la existencia de robos y de grupos de
jóvenes que se drogan y toman alcohol en la calle.
Las familias de Ciudad Vieja plantean también problemas de seguridad en la zona,
los que algunos sienten como más graves y otros como más manejables. Además,
mencionan que la situación ha mejorado últimamente, gracias a que se han adoptado varias
medidas de control.
104
De acuerdo con Sergio y Susana, "tiene mala fama pero es un barrio tranquilo. En
esta calle hay mucha gente de trabajo, tenemos una buena relación acá, quizá más abajo
es más difícil. Ha mejorado, se han reciclado muchas casas, lo importante es eliminarlas
casas cerradas y los baldíos para que haya más gente y esté más limpia. Hay lugares
preciosos pero están mal cuidados. Hay muchos chiquitines ahí a la vuelta que se drogan,
pero nosotros tratamos de salir lo menos posible, hasta ahora no hemos tenido problemas.
Hay mucha policía cuidando, los tienen medio corridos. "
Rita opina que "el problema del barrio es el de la seguridad. Algunos son del barrio y
otros no, son gente que viene. Es un barrio que tiene el Mercado del Puerto, una zona
turística; los fines de semana hay muchos que arrebatan carteras a la gente, roban
máquinas de fotos y de todo. Es una zona riesgosa, hay violencia desde el momento que
están robando a la gente que pasa y le paran los coches. Ahí, en la esquina, siempre están
vendiendo droga de noche. ”
Roberto y Ana María manifiestan mayor preocupación que sus vecinos. "La
delincuencia que hay es terrible. Cuando yo me crié, si había algún problema con algún
niño, los padres se responsabilizaban enseguida. Uno daba la palabra de honor y valía,
ahora vas a hablar con los padres y te terminan insultando. Acá abajo se junta un grupo de
muchachos que tienen entre 6 y 16 años y se drogan. En verano no podés abrirla ventana
porque sube un olor a marihuana espantoso. Se habló en reuniones del edificio de poner
una guardia de seguridad, pero los vecinos tendrían que pagar una cuota, y la mayoría son
jubilados y no pueden. Hablé para hacer una carta para llevara Jefatura, porque si vas a la
Seccional no te dan corte, pero la mayoría no se animaron a firmar. " Mencionan también los
problemas existentes en la Escuela con niños que agreden a otros, que las maestras no
logran dominar y quedan deambulando en el patio o se van al Shopping a jugar a las
maquinitas. "El camión de reparto de la leche tuvo que ponerlos casilleros uno dentro del
otro, porque la gente pasaba temprano y le robaba la leche. "
"A nosotros nunca nos robaron -dice Esther-, puedo venir a la una que nadie se
mete conmigo, al contrario, me saludan. Ellos con la vida de ellos y nosotros con la nuestra.
Es una zona brava porque tenés desde las muchachas que trabajan acá hasta gente de mal
vivir. Las situaciones que se veían, ya no se ven más porque ahora hay mucha custodia.
Si no la hubieran aumentado, acá sería espantoso. Hemos visto robar abiertamente. Es una
impotencia tan grande verlos atacara la gente y que tú los veas al otro día y te saluden y
tengas que saludarlos y no puedas decir lo que viste porque tenés una familia. De los de
seguridad que había en el barrio sólo a uno respetaban, porque sabían que donde los viera
no tenían suerte, pero de los demás no puedo decir lo mismo. Empezó a cambiar el año
pasado, desaparecieron, a veces andan en la madrugada pero no con esas intenciones. "
Las familias que residen en los asentamientos de Maldonado hacen mención a
algunos problemas de seguridad, pero de mucho menor entidad que los descriptos en
Montevideo. En algunos casos, parece tratarse de una problemática incipiente, todavía
sensible a la adopción de medidas para controlarla.
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Tanto Blanca como Nancy afirman que el barrio en que viven es tranquilo, toda la
gente es trabajadora y viene del interior; "si llega a faltar un vaquero -dice una de ellasenseguida se sabe quién fue."
"Dicen que anda mucho robo -comenta Virginia- pero hasta ahora aquí donde yo
vivo nunca ha pasado nada anormal"..."Últimamente hay gente que le gusta adueñarse de
lo ajeno, hay quejas de los vecinos de que les han faltado cosas -afirma Gerardo, su
esposo- hace cuestión de un año que está sucediendo eso. Es gente nueva, son malandros
que cayeron en Granja Cuñetti y están haciendo daño. "
Manuel señala: "Acá, para los hijos, no es un lugar como para que puedas decir
andá a la plaza a jugar. Empezando porque no hay. Andá a un baile, tampoco, porque no
hacen; el lugar donde hay está a varias cuadras pero salen peleando y la policía termina
viniendo a buscarlos. Siempre preferí San Carlos, es un lugar más tranquilo; acá a los hijos
prácticamente los tenés que tener encerrados. La gente que vive aquí es toda de trabajo,
pero cuando se hace una diversión viene gente de afuera; entonces hay momentos en que
es inseguro."
Le preocupa también la imagen del barrio y como ésta limita las
oportunidades de los que allí residen. "Si alguien te llama por trabajo y decís que sos del
Hipódromo, nadie te va a dar nada. La gente tiene miedo de venir acá. Piensan que son
todos malos. Pero no es así, es sólo una imagen. Se creen que porque vivimos así no
somos honrados. Capaz que aquí hay gente más honesta que cualquiera, porque no
vivirían en una casa así si no fueran honestos. "
Cristina relata que en la primera etapa de su vida en el barrio -Maldonado Nuevosufrieron varios robos, ropa tendida, una bicicleta. Luego que se fueron algunas familias que
todos ubicaban como delincuentes, los robos cesaron. En un sentido similar se pronuncia
Horacio, también residente en Maldonado: "Antes era más inseguro, cada vez está más
tranquilo porque la gente bandida se ha ido. Muchos se fueron para Cerro Pelado, otros
para Montevideo, otros a su departamento de origen, otros cayeron presos, entonces se fue
limpiando esto. "
En las demás localidades del interior, prácticamente, no hay menciones a la
existencia de problemas de seguridad. Lilián, de Rosario, ensaya una explicación para este
hecho. "Aquí se dejan las puertas abiertas, todavía vamos a la playa y dejamos la valija
abierta. Yo creo que lo que pasa es que acá nos conocemos todos y eso afecta montones.
Pienso que si te tiran un montón de billetes en la vereda y mirás para todos lados y no ves a
nadie mirándote, tal vez lo echás al bolsillo y te vas. Pero si hay gente mirándote lo
devolvés. Acá nos conocemos todos, entonces tenés que tener un rostro a prueba de balas,
no importarte nada. En el fondo no es que acá seamos más buenos, es que la sociedad
misma te sostiene"
La hipótesis de Lilián puede sustentarse en base a los datos que se vienen
comentando; el incremento del anonimato, el debilitamiento de las redes sociales, la falta de
identidad y de sentimientos de pertenencia parecen factores con incidencia en el
106
incremento de las conductas delictivas. Los jóvenes que se criaron en Martínez Reina
probablemente hayan vivido, estos procesos con posterioridad a su traslado, sumando
nuevos factores de desestructuración a una historia de carencias y de amplia distancia
entre expectativas y oportuniqacles.
c.
El arado de cohesión familiar v la autopercepción sobre su situación
La existencia de un núcleo familiar unido y con un proyecto común, constituye un
punto de apoyo muy relevante para optimizar los recursos de la familia, con vistas a mejorar
su situación y enfrentar momentos adversos.
Como señala Mercedes González de la Rocha6, la unidad doméstica es, sin
embargo, un espacio de contradicciones, donde conviven crisis y conflictos junto con
solidaridad, apoyo y lealtad.
La vulnerabilidad de las familias no depende sólo de la mayor o menor disponibilidad
de recursos y capacidades; la posibilidad de utilizarlos para encontrar respuesta a sus
necesidades depende también de condiciones subjetivas, tales como su percepción sobre
las posibilidades de tener éxito en el emprendimiento, su autoconfianza y el respaldo mutuo
entre los miembros del núcleo.
Un estudio sobre vulnerabilidades y fortalezas de las familias nucleares pobres,
realizado recientemente por el Centro de Investigaciones Sociales de la Universidad Arcis
en Chile, establece precisamente dentro de sus conclusiones la siguiente hipótesis:
"Cuando los miembros adultos de las familias pobres perciben que subjetivamente son
vulnerables, esta percepción torna a las familias en sistemas más propensos a situaciones
de desestructuración, de riesgo social, y a que su nivel de pobreza se haga más crítico"7.
Sus autores señalan que las familias que expresan sentimientos de angustia,
depresión, impotencia, soledad o desamparo, no muestran intentos por superar las
carencias, sino más bien asumen actitudes de "resignación y adaptación a las situaciones
de subsistencia". En cambio, entre las familias que no evidencian vulnerabilidad subjetiva
se mantienen capacidades de gestar proyectos familiares aun en las mismas condiciones
de carencia material. "Tampoco han dejado de ejercer los roles y funciones en relación a la
educación de los hijos y en consecuencia confían en las posibilidades que la educación les
otorgaría al permitir la movilidad y el ascenso social de los hijos. Seguramente para los
padres no habrá sino pobreza, pero sueñan y esperan otro destino para los hijos. También
estas familias continúan participando y organizándose, no se han recluido hacia su interior
como lo hacen frecuentemente aquellas familias en que se observan indicadores de
vulnerabilidad subjetiva"8.
6 Mercedes González de la Rocha, “Los recursos de la pobreza. Familias de bajos ingresos en
Guadafa/ara”, El Colegio de Jalisco, Guadalajara, 1986.
Inés G. Reca y María Emilia Tijoux. “Familias nucleares pobres: vulnerabilidades y fortalezas”.
Centro de Investigaciones Sociales, Universidad ARCIS. Documentó de trabajo No 13. Santiago,
Chile, 1996.
8 Ibidem página 127.
107
La información relevada en el marco del presente estudio es coincidente con las
conclusiones de dicha investigación. Con un mismo o muy similar cuadro de carencias
materiales, hay familias que mantienen activa su capacidad de respuesta y expresan
confianza en que lograrán un futuro mejor, así como otras que revelan desesperanza y no
perciben que su acción pueda lograr un cambio en la situación.
En general, en el conjunto de las familias entrevistadas es posible encontrar cierta
relación entre esa percepción y el grado de cohesión familiar del núcleo. Es por ello, que a
los efectos del análisis se han agrupado las diversas situaciones en seis categorías que
conjugan simultáneamente, el grado de esperanza o de desesperanza que manifiestan y el
grado de cohesión o de desestructuración o conflicto al interior del núcleo.
Con respecto a la primera variable, se distinguen tres situaciones: una primera,
cuando claramente se expresa confianza y optimismo, aunque sea moderado; una
segunda, cuando existe desesperanza, desánimo y carencia de proyectos; y una tercera,
intermedia entre las anteriores, en la que existe pesimismo, pero se mantiene la
esperanza de un cambio favorable y se están realizando acciones para lograrlo. En
relación con la segunda variable se distinguen dos situaciones, según que el núcleo
familiar presente una razonable integración o, por el contrario, evidencie falta de cohesión,
desestructuración o conflicto.
La distribución de las familias entrevistadas entre las seis categorías así
conformadas muestra las características que se presentan a continuación.
Un 36% de las familias entrevistadas tienen un núcleo familiar razonablemente
integrado, a la vez que expresan expectativas de cambio favorable. Entre las familias que
residen en asentamientos o provienen de ellos, la participación de esta categoría disminuye
al 27%, en tanto que se eleva al 45% entre las restantes localizaciones.
Un 28% de las familias entrevistadas conforman núcleos integrados y expresan
pesimismo pero no resignación, pasividad o desorientación. Nuevamente, la proporción es
más baja -un 23%- entre las que residen en asentamientos o provienen de ellos, y más alta
-un 33%- para las restantes localizaciones.
El 11% del total conforman familias integradas y manifiestan sentimientos de
desaliento, falta de expectativas y no saben qué hacer para salir de la situación. Se ubican
en esta categoría un 12% de las que residen en asentamientos o provienen de ellos, y un
11% de las correspondientes a otras localizaciones.
Un 15% de las familias evidencian falta de cohesión familiar y son pesimistas
respecto a la posibilidad de obtener mejoras. Representan un 19% entre las que viven en
asentamientos o provienen de ellos y un 11% entre las que residen en otro tipo de barrios.
Finalmente, un 10% del total de las familiar entrevistadas no tienen cohesión familiar
ni esperanza, por lo que su situación muestra los niveles más altos de vulnerabilidad. La
totalidad de las familias que se ubican en esta categoría residen en asentamientos,
representando el 19% de las que viven en los mismos.
108
Corresponde señalar que, en el conjunto de las entrevistas realizadas, no se
constató ningún caso pasible de ser incluido en la restante categoría definida, esto es, con
falta de cohesión o desestructuración familiar y, simultáneamente, expresión de confianza
en el futuro y en sus posibilidades de materializarlo.. Ello confirmaría, en. parte, la asociación
entre ambos aspectos, a la que ya se hizo referencia anteriormente.
A continuación se presentan algunos ejemplos de las situaciones agrupadas en
cada una de las categorías conformadas.
i.
Sin cohesión ni esperanza
Sandra, de La Chacarita, pasó por una serie de experiencias muy traumáticas: mala
relación de sus padres en su. infancia y juventud, un primer marido que la golpeaba y
finalmente la abandonó, y el ejercicio de la prostitución durante un tiempo como medio para
sobrevivir. Fue victima de una violación cuando recién llegó al barrio, conformó luego una
nueva pareja, pero su compañero también la golpeaba hasta que ella lo denunció y logró
establecer límites. Actualmente conviven en paz, por lo cual trasmite estar un poco más
tranquila, pero no ha podido articular un proyecto familiar que le permita tener una
razonable expectativa de mejora de sus condiciones de vida, sus esperanzas no se ligan a
factores que en su percepción, dependa de ellos manejar,. "Yo quisiera mejorar mi
situación, irme de acá, dice Sandra, que mi esposo agarram otro tmbajo, porque a mí la
feria no me gusta. Es muy sacrificada y gana muy poco, él no disfruta de nada, llega
cansado y no tiene ganas de hablar conmigo ni de jugar con los chiquilines. Se va a las 2.00
de la mañana y vuelve a las 5.00 de la tarde. Y yo como se va a esa hom, no descanso de
noche. Acá bien o mal siempre estamos arreglando, o se inunda la casa o se rompen las
chapas, el alambre de afuera estoy cansada de arreglarlo pero vienen con los carros y los
caballos y lo vuelven a romper. ¿Qué seguridad puedo tener acá? No sé, no sé como va a
ser mi situación; Yo deseo salir, aunque capaz nunca salga. Porque la verdad es que a uno
a veces no le da pam hacer los planes que nosotros queremos. Quizá algún día pueda
logmrto si tengo la suerte de que mis padres me regalen una casa, e irme de aquí. "
Dora también tuvo una vida difícil, quedó sola a los 17 años, y llegó a Martínez
Reina, desalojada del Barrio Sur. Su marido estuvo preso durante algunos años. Ni ella ni
sus hijos tienen buena relación con él. Está muy angustiada porque su hija menor de edad
se fuga y no sabe cómo manejar la situación. Considera al barrio que vive como inadecuado
e inseguro. Al momento de expresar sus aspiraciones y proyectos le cuesta plantearlos y,
más aún, visualizar cómo alcanzarlos.,, "Me gustaría tener una casita ordenadita, humilde
pero ordenada. Que mis hijos estudien, no pido mucho. Quisiem tener otm pieza, el patio
mejor, porque ahora está todo desordenado. Un tmbajo lindo, cómodo, a mí me gusta más
tmbajar acá dentro de mi casa. Yo soñaba con ser peluquem -agrega-, no pude estudiar
por problemas con mis padms; después fui madre, entonces dije, bueno, tal vez cuando mis
hijos sean gmndes. Pero ahom, no sé si me veo sentada entre un montón de chiquilinas;
semejante sapo gordo entre las chiquilinas que van a estudiar peluquería, no me veo."
Adela proviene también de una familia desintegrada; fue criada por su bisabuela,
manteniendo luego una relación conflictiva con su madre. Su marido estuvo preso por
1 09
varios delitos, es alcohólico y la golpea. Cuando se trasladó a Martínez Reina al ser
desalojada de una pieza en el Cordón, encontró apoyo en sus vecinas; ellas la recibían con
sus hijos cuando su esposo se ponía agresivo. Sus hijos mayores buscaban dejar la casa
porque les resultaba muy difícil la relación con el padre. Uno de ellos ya ha estado preso
por hurto. Otro se fugó con una menor. A la hija, después que cumplió los 15 años, la llevó
a vivir en casa de su suegra, pues consideró que en su casa no había un ambiente
adecuado para ella. "Hasta el más chico se me está poniendo medio mal, camina como de
costado, rengo, pero el médico dice que es todo psicológico." Adela no plantea
aspiraciones ni proyectos, su energía se centra en sobrevivir cada día. "Bastante he pasado
con mis hijos yo -expresa- si yo escribiera una historia, la mía ganaba el Premio Nobel a la
telenovela. "
Victor dejó pasar buenas oportunidades en su juventud, cuando era jugador de
fútbol, para ir detrás de su mujer a Salto, y más adelante se hizo cargo de sus cinco hijos y
se alojó en Martínez Reina. Logró criarlos y luego formó una nueva pareja con la que tiene
seis hijos más. Actualmente sigue trabajando y menciona que tiene algunos problemas de
salud. Ya no tiene proyectos ni para él, ni para su actual compañera, 30 años menor que él.
"Ella no es de salir-afirma-, teniendo su buen cigarro, teniendo su televisión, su yerba, su
mate y la comida como es lógico"... "El problema que me tiene preocupado ahora es el de
los documentos de ella, no sé para que lado agarrar. " Relata que su compañera se crió en
el INAME, y no obtiene los papeles necesarios para tramitar los documentos, por
desavenencias con la familia que la crió antes de ingresar al INAME. "Tuvieron algún
problema en el pasado, en el que no quiero profundizar, no quiero volver al pasado y ella
tampoco." Menciona que sale poco, que ha perdido amigos y que ahora el Carnaval lo ve
por televisión.
//'.
Luchando a pesar del pesimismo y la falta de unidad familiar
Los casos incluidos en esta categoría se caracterizan, en general, por una
percepción muy dificultosa de las posibilidades de mejoramiento y por la existencia de algún
proyecto manejado por uno de los miembros de la familia, que no cuenta con el acuerdo de
los demás. En alguna medida, este hecho se transforma en un nuevo elemento de tensión,
antes que en un punto de apoyo para el cambio.
Manuel y Gladys, de Maldonado, no ven de la misma manera el camino para lograr
superar un momento difícil, generado por la falta de continuidad en el trabajo para Manuel.
Actualmente trabaja en la construcción, pero no en forma estable; anteriormente fue chofer
de empresas transportistas y realizó en algún período viajes internacionales. "Hay un
problema -dice Manuel- que no sé si algún día se arreglará en este país. En la construcción
tendríamos que tener una cantidad de jornales asegurados y no los tenemos. Dependemos
del tiempo, de lo que diga el Ministerio de Transporte, de si se empieza o continúa la obra.
Con 8 horas de trabajo no vivimos, si no hacemos 10 horas no alcanza para comer. No sé si
es porque la familia de nosotros es numerosa y el mayor todavía no puede trabajar para dar
una mano, pero es difícil. Cada vez hay menos puestos de trabajo y cada vez somos más.
Por eso he pensado en salir otra vez a hacer transporte internacional." Gladys afirma:
"Todos estamos en desacuerdo, nosotros y la familia de él, porque ya estuvo enfermo y
1 10
ahora tiene que tener más cuidado.” Ella desearía continuar trabajando más, para ayudary
para tener "su plata". En este momento lo hace porque una hija mayor está viviendo
transitoriamente con ellos y se hace cargo de cuidar a sus hermanos. Manuel no comparte
esta idea:"Para mí la que tiene que criara los hijos es ella, nunca me gustó que viniera un
extraño a cuidarlos hijos." Gladys, por su parte, dice: "A él le gusta hacerlas cosas a la
manera de él, y muchas veces yo no lo apoyo pero las hace igual. " Manuel aclara: "Pero la
consulto; ahora, cuando estoy convencido de que lo que voy a hacer está bien, lo hago.”
"Lo único que nunca nos consultamos -dice ella- es sobre los chiquitines, yo los crié a mi
manera nomás." Él menciona que le cuesta llegar cansado y atender a los niños. “Yo
quiero escuchar de pronto el informativo en la TV y no puedo por el bochinche que hay,
quiero mirar un programa que me gusta y el otro chico quiere mirar Los Simpson. Yo a
veces le echo la culpa a la soledad que he pasado andando solo arriba de los camiones y
ahora, a medida que van pasando los años, uno se va poniendo un poco como
malhumorado, vamos a decir. " "El varón tiene 18 años -dice ella- pero yo no lo dejo salira
cualquier lado, lo tengo un poquito oprimido, viste, entonces empezamos las discusiones,
que ya es grande, que déjalo salir tranquilo, pero siempre son discusiones pasajeras. "
Washington y Silvia, de La Chacarita, tampoco comparten la misma visión respecto
a cómo enfrentar el futuro. Ya se mencionó la preocupación de ella porque Washington
deje de trabajar recolectando y haciendo fletes con un carro y un caballo, y busque un
trabajo estable. Un cambio de trabajo les permitiría también considerar un cambio de
ubicación de la vivienda, y dejar la zona inundable y aislada en que se encuentran ahora.
Él no se propone hacerlo por el momento. "Yo, desde mi punto de vista, la voy llevando; la
voy llevando lo más que puedo, bastante bien. " La expectativa de Silvia por lograr un
cambio de actitud de su marido se funda en lo que considera ha logrado ya. "Él tomaba
antes y tenía malas juntas, me he propuesto que ande solo y que trabajara sólo para la
familia, y lo ha hecho. Nosotros lo que tenemos es mucho compañerismo. Él me pide
opinión de todo, lo que pasa es que yo no lo puedo mandar como un chiquilín. Hay cosas
que él quiere y yo no, pero pienso que al final lo vamos a lograr, vamos a cambiar la
situación. "
En el caso de Rosa, de Nueva Esperanza, las discrepancias son con su hija
adolescente, respecto a cómo atiende a su pequeña hija, a su despreocupación y su falta
de motivación para el trabajo. Desde que su nieta nació, su vida cambió, dejó su trabajo,
porque considera que la situación en su casa no permite que ella esté ausente. Ha llegado
a la conclusión que lo que debe hacer es asumir la guarda de su nieta, pero su hija no
comparte esta posición. Rosa está dispuesta a llevar su reclamo al terreno legal. Esta
situación la tiene angustiada y paralizada. Mientras no logre resolverla, todos sus demás
proyectos para ayudar a su familia -cuidar niños en su casa, tener una huerta en el terreno
de que disponen- no podrán concretarse.
Las palabras de Domingo, de Santa Lucía, permiten percibir su desconformidad con
el hecho de que sus dos hijas mayores convivan en su casa con sus compañeros y ninguno
de los cuatro tenga trabajo. Zulma, su esposa, no lo plantea como problema y se esfuerza
porque el almacén que han instalado les permita sostenerse a todos, y apuesta a obtenerla
colaboración de sus hijas para atender el negocio y las tareas de la casa. Domingo estuvo
111
en seguro de paro durante varios meses. "El zapato es mi oficio y ya no tiene vuelta, va al
bombo." Trabaja como empleado en una cooperativa y no cree que tenga posibilidades de
mejorar. No considera que tenga condiciones para montar su propia empresa. "No, yo no
sirvo para eso, no sirvo para mandar a nadie. Además, para andar buscando cosas y
consiguiendo materiales, yo no soy muy desenvuelto"... "Estudiar...? y qué voy a estudiar?
Yo tengo la escuela nomás. ” Consultado sobre sus expectativas, responde: "Que consigan
trabajó y cada uno haga lo suyo, porque siempre con uno, no. Me gustaría que tuviera cada
uno su casa. No es que me molesten, no me molestan para nada, pero la comodidad acá
no es muy grande para estar tanta gente. "
iii.
Desesperanza, sin pérdida de la unión familiar
Rafael, de Maldonado, trabaja en la construcción pero en forma inestable: sus
palabras reflejan desánimo pero al mismo tiempo preocupación por no fallarle a su familia.
"Yo quisiera poder terminar la casa, hacer un dormitorio adecuado, tener material para
arrancar y techar nomás. Que esté la casa revocada, mirarla y decir, ya está, la terminó.
Tener un piso adecuado, de portland y hormigón nomás, pero adecuadito. Para mí no
quiero nada, quiero para ellos. Y todo depende de que yo trabaje
ese es el problema. A
veces me bajoneo un poco, cuando lirio va a pedir trabajo y le dicen venga tal día que de
repente le damos, y vas y nada. Yo pienso que nos ha faltado suerte. Creo que tal vez sea
por intermedio de la envidíá^cfue hay en el barrio, porque a veces hemos ido progresando un
poquito y de repente se cañó la racha, y no sé por qué. No sé, serán trabajos, como les
llaman. Acá en él barrio é é rriü f común, los trabajos de bruja y eso que hacen".."En los
trabajos he ido fallando, en las mejores de mi casa también, a lo único que no he fallado es
a mi familia, sería el colmo también fallarle a ellos, lo único sería, porque ahora no me
queda nada más. " Respecto a sus hijas, afirma: "que hagan el Liceo oUTU,lo que ellas
quieran, pero que estudien. El futuro es para ellas, aunque lamentablemente el futuro del
país no sirve de mucho. Quisiera que llegaran a una meta. Cuando se casen que digan,
bueno se casó pero con una carrerita, viene de familia pobre pero por lo menos tiene lo
suyo para defenderse y trabajar. "
Juan, el vecino de Gregorio Aznárez, se encuentra en una situación similar. Ya se
incluyeron sus elocuentes expresiones sobre su angustiante preocupación y falta de
esperanza de encontrar trabajo después de sus 54 años. Se mencionaron sus sentimientos
al verse como un objeto desechable, y sus salidas a caminar y a pensar, que sólo lo llevan
a "darse manija". También, su deseo de no tener que depender de sús hijos en el futuro,
sus dudas sobre si acogerse a una posible jubilación anticipada. Su familia mantiene fuertes
vínculos entre ellos y hacia la pequeña comunidad a la que pertenecen. ¡
También se puede incluir en este grupo a Silvio y Gloria, fuertemente afectados por
el embargo que les trabaron como consecuencia de la compra de un camión y el no
reconocimiento por el vendedor de los pagos efectuados. La incertidumbre y la falta-de
alternativas que puedan considerar a su alcance mantienen a Silvio en una penosa
expectativa, sin poder prever como saldrán de la situación. Ésta parece haber sacudido,
pero no destruido, la cohesión familiar preexistente. Consultado respecto a si visualiza
alternativas para salir del problema, expresa: "Quisiera creer que sí, hasta por religión
112
quisiera creer. He estado abajo y he estado arriba y sé que llegar arriba no es difícil, lo difícil
es mantenerse. Eso ya lo aprendí y me costó. Estas cosas son por rachas, por
temporadas. Lo único malo es que yo ahora me encuentro cansado, anímicamente estoy
agotado, no es como antes, ya no puedo casi ni trabajar ocho horas. Mayormente, es lo
anímico lo que me trae abajo, porque sin creerme más que nadie, estábamos bien,
trabajábamos bien, influíamos en el trabajo que teníamos, y de buenas a primeras pasamos
a ser nada y a no poder siquiera sobrevivir."
En los dos últimos casos, la desesperanza y el desánimo sé asocian a la vivencia de
la pérdida de una situación mejor, que cambia abruptamente y se percibe difícil de
recuperar; en el primer caso, se agrega la frustración generada por no haber podido cumplir
las metas trazadas.
iv.
Con pocas expectativas, pero unidos
Sergio -de Ciudad Vieja- quien perdió el trabajo que desempeñó durante 12 años en
una empresa constructora y ahora trabaja por su cuenta, junto con su esposa Susana
parecen creer que los buenos tiempos difícilmente volverán. La cooperación entre ellos les
ha ayudado a enfrentar mejor estos cambios. "Los mejores momentos pasaron cuando yo
tenía un trabajo estable", sostiene Sergio. Su esposa lo reafirma diciendo: “Uno tenía la
tranquilidad de que el ingreso era seguro todos los meses; ahora los años pasan y cada vez
es más difícil, porque para los trabajos estables piden hasta cierta edad, después no lós
quieren tan mayores, y él ya tiene más de 30." Sergio agrega luego: "Nosotros nos
combinamos bien y va marchando; de alguna manera siempre nos vamos arreglando. En
este momento, que ella sale a trabajar, yo me quedo y cuando ella vuelve, yo salgo.
Hacemos un equipo. Nos hemos consultado uno a! otro y siempre resolvemos entre los
dos. Nunca hacemos nada sin consultarnos. En eso nos llevamos bien, hablamos y si nos
parece a los dos que está bien, lo hacemos. "
Rosario -de La Chacarita- por su parte, centra los momentos buenos en el
nacimiento y la crianza de sus hijos, y en ellos deposita todas sus expectativas. Su marido
siempre ha tenido trabajo inestable y nada les hace suponer que esto vaya a cambiar ni
expresan tener ningún proyecto en ese sentido. "Etapas buenas fue cuando tuve mis hijos afirma Rosario-, etapa mala diría que ha sido siempre. Cuando nacieron los bebés fueron
los momentos más bonitos, más alegres, después etapas malas creo que nunca las he
podido superar. Ahora diría que estoy bien, porque tengo a mis hijos conmigo, tengo un
compañero. Él es bueno,'es una persona que ha tenido sus momentos, sus sufrimientos,
pero al mismo tiempo es comprensivo. Con sacrificios hemos logrado lo que hemos querido
entre los dos, hemos criado a los chiquitines, porque como quién dice, él los crió (no es su
padre biológico). Dentro de nuestra pobreza, siempre les ha dado el bienestar a los chicos,
y eso es muy importante"... "Me gustaría irme a un lugar donde tenga un terreno grande
para poder plantar, criar animales, que no sea tan encerrado. Una casa donde mis hijos
tengan para hacerse su pieza, que vivan aliado mío, no dejarlos que se me vayan. El más
grande me dice, miré mamá que ya soy grande, la jaula ya se abrió para mí. Yo quiero
brindarles un apoyo que por medio de mi mamá no tuve. A mis hijos les doy todo lo máximo
que le puedo dar; aunque a veces me peleo, mis hijos son lo más grande que tengo. "
1 13
Alfredo y Estela -de Rosario- como se ha visto anteriormente, han luchado juntos
haciendo artesanías y yendo a venderlas a diversas ciudades del departamento, para
complementar los trabajos de carpintería que Alfredo consigue, después que perdió su
empleo estable. No confían en que la situación cambie y él logre obtener trabajo en alguna
empresa, y creen que seguirá siendo difícil trabajar en forma independiente, debido a la
baja demanda y la elevada oferta de trabajo en tareas vinculadas al oficio que existe en el
departamento. Esto no ha sido obstáculo para que la familia "cierre filas" para mantener
sus metas. El objetivo que han priorizado es mantener a su hija, que está cursando una
carrera universitaria en Montevideo, hasta la culminación de sus estudios y todos colaboran
para ello, inclusive otros parientes que no integran el núcleo directo, como los hermanos de
ella.
Omar y Emilia viven en el "Nuevo Martínez Reina"; él no tiene trabajo estable y ella
realiza limpiezas y vende flores en la vía pública. No perciben posibilidades de mejora de
sus ingresos, al menos en el corto plazo. Pero esto no les impide tener sus proyectos. Al
que más prioridad otorgan es a la construcción de otra pieza pues sólo disponen una que
opera como estar y dormitorio. Él manifiesta su preocupación porque las hijas van creciendo
y necesita resolver la situación. "Lo que más desearía, dice Emilia, es dañes una
comodidad que no tienen, que cada una tenga su dormitorio, que tengan una buena cama
tendida, cosas que no les puedo dar ahora. Siempre sueño con poder hacerles una buena
casa. Para mi no pienso, lo que quiero es verios crecer bien, y bueno, seguir con mi pareja,
el padre de ellos"... "A mí me encanta trabajar atendiendo gente, me encantaría tener un
almacén en casa. Es la idea que tiene mi esposo, que yo tenga un almacén y pueda estar
en casa, pero para eso hay que juntar capital....las ganas uno las tiene." Ornar, por su
parte, enfatiza; "El proyecto es ampliar, ampliar para ellas, son hijas mujeres, necesitan su
espacio, su privacidad. Y yo necesito la mía, necesito mi privacidad, mi diálogo con mi
mujer, son cosas que ellos no tienen por qué enterarse. Llega cierto momento que uno
quiere explotar, pero lógico, los hijos no pidieron para venir al mundo, no los vas a correr
para afuera para hablarlo que tengas que hablar, entonces hay que bancársela, uno tiene
que adecuarse y lo centra! son ellos ahora. "
v.
Con esperanza, unión y proyecto común
Esta categoría agrupa, como ya se indicó, el mayor número de situaciones, lo que
de por sí resulta significativo y revelador de que, más allá de las carencias, estas familias
cuentan con recursos y capacidad de activarlos para superarlas.
Julio y Mercedes -de La Chacarita- como también sus vecinos Julián y Celia,
perciben cambios positivos en su situación; por pequeños que éstos sean renuevan su
ánimo y su disposición a continuar buscando cumplir nuevas metas. "Para mí estamos
mejor, dice Julio, porque yo venía pisando para atrás, pero ahora la cosa va lenta pero va
marchando. Lo que pretendo es adelantar y criar a mis hijos lo mejor posible y que no
pasen lo que yo pasé. Que se me cumpla el sueño de terminar mi casa y si me corre mejor,
irme a Salto. Necesitaría dinero, ascender en mi trabajo, mejor paga y después trabajar
1 14
nomás. Sé que soy joven, y puedo decir que voy a llegar. Con lo que he hecho a la edad
mía, me parece que trabajando voy a llegar. Yo soy un tipo que no me quedo quieto,
mientras tenga energía yo le doy nomás, si tengo que trabajar 12 horas las hago. Por eso
creo que voy a llegar, o al menos voy a luchar para intentado. Si veo que los gurisitos van
creciendo bien, a uno ya lo reanima, no? Ellos estudian, son bastante avispados, hablan
bien con la gente, no son atrevidos, no le faltan el respeto a nadie. Mis padres siempre me
enseñaron así, me parece que el respeto es una cosa muy importante, si uno respeta,
siempre va a ser respetado.'' Mercedes afirma, refiriéndose a Julio; "Yo saqué la lotería
cuando trie junté con él. Porque antes vivía una vida de esclava. Después que me junté con
él cambió todo, ahora estoy lo más bien, esto es chiquito, es poco, pero es mío. "
Julián, por su parte, sostiene: "Para mi familia, lo que aspiro y me gustaría de alma
es hoy o mañana comprarme un campito para trabajar. Lograrlo es medio difícil, pero
pienso que trabajando... Yo me puse un plazo cuando tenía 20 años, tenía que trabajar y
llegar a tener algo a los 42 años, ayer cumplí los 42 años, o sea que el plazo no lo cumplí.
Mí casa, la tengo; tendría que trabajar tres años más para ver si puedo llegar. " Celia, su
esposa, expresa: "En parte es como él dice, que nos gustaría ¡r al campo, pero no es tan
fácil como decir vendo todo y compro un campo, hay que ser realista, la plata no da. A mí
me gustaría eso para tener una vida sana, pero si tuviera que quedarme acá me gustaría
tener mi buena casita, con mis comodidades, que cuando llegue el invierno no se Hueva,
que tenga un buen piso y que no le falte nada. Creo que eso es lo esencial. Trabajando lo
vamos a lograr, si Dios quiere. " "¿Expectativas? Que ellos se desenvuelvan bien en la vida,
que nos tomen a nosotros como ejemplo, y que traten de tenerlo todo y que quieran a los
hijos y los cuiden. Yo siempre les digo eso, no traigan hijos al mundo para tratarlos mal o no
dañes lo que ellos precisen"..."Al menos los más grandecitos ya tienen buenas metas, el
mayor tiene una moto y siempre dice de mejorar, de tratar de llegar al auto y de hacerse la
casa, yeso que tiene 18 años. Y ella, ahora quiere estudiar peluquería."
Las familias de los trabajadores de Gregorio Aznárez que pudieron reubicarse y
están trabajando en forma satisfactoria también expresan confianza en el futuro y alegría
por lo logrado. Ello ya se vio a través de las palabras de Verónica, la esposa de Enrique,
quien consiguió un muy buen trabajo en un Hotel de Punta del Este.
Ercilia, la esposa de Antonio, quien está logrando sacar adelante su taller
cooperativo, expresa: "Tenemos que lucharjuntos, en los momentos malos estábamos más
unidos todavía. Con pelearnos y distanciarnos, no íbamos a solucionar nada. Los
problemas a veces te acercan más o te sirven para valorar más ciertas cosas"..."Para mi
familia lo que quiero lograres bienestar, pasar como estamos, bien, unidos, juntos. Que se
viva con felicidad, con tranquilidad, con paz. Siempre aspiré a eso para mis niñas, que
crezcan en un hogar feliz, que no vean huellas de peleas ni discusiones, que cada día de su
vida se viva con tranquilidad y amor. Claro, el bienestar es indispensable porque quieras o
no te afecta, el no tener dinero te afecta "..."Yo pienso que sí, que en algún momento van a
cambiar la cosas. Todo el sacrificio no ha sido para nosotros, hay un montón de gente,
compañeros, amigos y todos estamos en esa situación. Pienso que va a cambiar cuando
cambie el sistema; cuando haya más trabajo, pienso que todo se va a solucionar. Ahora
estoy muy conforme porque han hecho mucho, muchísimo, porque tienen un tallerprecioso,
115
tienen un montón de maquinarias; pensar que todo es de ellos, todo. El trabajo que hacen,
las fotos, el otro día me mandaron un montón de fotos para que viera, porque a cada trabajo
que hacen le sacan fotos y es precioso. "
En el caso de Daniel y Mónica, residentes asimismo de Gregorio Aznárez y ya
referidos con anterioridad, las dos situaciones límites vividas recientemente-la muerte de un
hijo, y una grave enfermedad del jefe de familia- no les han impedido tener proyectos y
seguir peleando por ellos.
Las tres mujeres jefes de hogar que fueron entrevistadas se incluyen también en
esta categoría, ya que todas ellas han logrado conformar un núcleo unido con sus hijos, y
generar proyectos familiares que ya han alcanzado -como es el caso de la vivienda
cooperativa para Selva y Rita-o esperan lograr.
Aun Alicia, que es la que está viviendo una situación más crítica, tiene muy claras
sus metas. "Para mi familia es muy cortito: volver a mi casa, armarme un tallercito para
trabajar, terminar mi casa, comprarle a mis hijos todos los elementos que les permitan
estudiar, que tengan abrigo en invierno para irai Liceo -porque conozco niños que tuvieron
que dejar de estudiar porque no tenían con que abrigarse-, que no les falte nada para que
ellos se desarrollen. Y para mí, como persona, espero algún día poder volver a ver a mis
amigas y estudiar algo, tengo muchas ganas de estudiar algo. Me gustaría francés, me
gustaría hacer algo como Asistente Social, pero claro ya estoy muy grande; podría hacer
otra cosa, tal vez lo mejor no sería lo que me gusta sino lo necesario, y podría aprendera
cortar, porque yo sé coser pero no sé cortar. Cuando vos tenés independencia económica,
volvés a tener independencia de criterio. Tampoco espero soluciones milagrosas, que
venga alguien y me diga mirá te traigo esto o aquello, sé que depende totalmente de mí, de
que no baje los brazos. "
Si bien la educación de los hijos aparece dentro de las expectativas de
prácticamente todas las familias, la mención a esta meta es aún más generalizada y
enfatizada entre las familias entrevistadas en Ciudad Vieja y Maldonado. Es posible que ello
se explique por el hecho de tratarse de dos localizaciones donde las instituciones
educativas están más cerca del lugar de residencia o al menos existe mayor facilidad de
acceso desde el punto de vista físico. También puede incidir el grado de percepción mayor
de las demandas del mercado laboral que estas familias pueden tener por el lugar donde
están radicadas.
Wilson, de Ciudad Vieja, expresa: "La gran base mía y de mi señora para las nenas
es que estudien, lo único que exigimos en esta casa es estudio. Si ellas siguen esa la línea,
van a tener más oportunidad que nosotros. Eso yo lo tengo claro para todo lo que es
computación, ellas ya la están haciendo. Ahora la más grande está haciendo portugués,
este es el tercer año, y me dice, y si dejo? No, no podés dejar, le respondo, porque con
esto del Mercosur a vos te dan trabajo en una oficina y si no sabes portugués no lo podés
hacer. Computación lo estaban haciendo particular, pero no lo pude pagar más; fue en el
tiempo en que yo tenía trabajo, pero es una cosa que la vamos a solucionar en la
116
cooperativa. Tenemos dos computadoras y tenemos propuestas de gente para venir a
enseñar aquí, a todos los niños de la cooperativa y del barrio. " Araceli, su esposa, opina:
"No estamos con lujos, pero no nos podemos quejar. Estamos todos bien en el grupo
familiar, en todo sentido, teniendo trabajo los dos, la plata nos da. Estamos muy
esperanzados con esto de que vamos a tener casa propia (en la cooperativa), vemos que
después de tantos años valió la pena el sacrificio. Hoy por hoy, la meta mía es terminar mí
casa y después tengo una, que voy a tratar de lograr para fin de año, que es comprar una
computadora para mis hijas. Ellas no lo han planteado pero sé que la quieren. Las metas
me las voy poniendo tiempo al tiempo. "
Andrea, de Maldonado, esposa de Pablo (el fotógrafo), menciona como sus
principales metas: ”...Tener una vivienda propia, que esté pagando pero propia; que mis
hijos terminen bien la Escuela, y puedan empezar a estudiar algo que les guste y que les
sea útil para el día de mañana. Yo veo esos chiquilines que dejan de estudiara los 12 ó 13
años, que no pasen por lo mismo. Yo hice hasta 4o de Liceo, mi mamá no me podía pagar
los estudios, pero nunca se preocupó tampoco porque lo hiciera, no quiero que a ellos les
pase lo mismo"..."Yo pienso que lo vamos a lograr, porque depende de las fuerzas que uno
tenga y que le ponga a las cosas, y los chiquilines al ver que uno tiene fuerza y ganas se les
trasmite a ellos. " Andrea está haciendo un curso de computación en ORT, para intentar
lograr un mejor empleo. Pablo afirma: "Yo fui el que más la ayudó para que estudie. Yo me
llevo muy bien con los niños, ella vivió muy sometida con su pareja anterior. Entonces ella
me decía, ¿para qué estudiar? Pero ella siempre fue buena alumna en la escuela y en el
liceo, y nunca pudo; ahora que tiene un buen trabajo y que yo la puedo ayudar, ¿porqué
desaprovechar eso? Dos veces por semana me tengo que quedar más, porque como no le
agarra muy bien la mano, va dos horas antes a practicar. Por suerte está contenta. "
Horacio, también de Maldonado, expresa una aspiración que varios de los que viven
en asentamientos también mencionan: "Loque me estaría faltando para estar más tranquilo
sería poder comprar el terreno y pagarlo. Hay que esperara que regularicen. Si lo puedo
pagar lo voy a comprar, sería la tranquilidad más grande para mi familia. "
Las principales metas o proyectos comunes de las familias de este grupo se
concentran en un número reducido de aspectos; aunque varían las prioridades según los
casos, no hay grandes diferencias, pese a la heterogeneidad de situaciones relevadas.
Ellos se relacionan, en primer término, con la educación de los hijos, en segundo lugar con
la vivienda (mejorar, ampliar, comprar) y el trabajo (más estabilidad, más demanda, mejor
paga, mejores condiciones laborales); aparecen luego menciones a la salud, al
relacionamiento armonioso de los miembros de la familia, a la realización de estudios por
parte de alguno de los cónyuges y a la regularización de los terrenos en el caso de los
asentamientos.
En el estudio ya mencionado, realizado por la Universidad Arcis de Chile, se
concluye que los sueños y expectativas de las familias "expresan horizontes concretos,
ligados a mejorar sus viviendas, a la obtención de un trabajo estable, a la finalización de los
estudios de los hijos y un claro sentido de entrega hacia los hijos." Ellos son, por tanto,
1 17
bastante coincidentes con las aspiraciones manifestadas por las familias uruguayas que
fueron entrevistadas.
En el casó de las familias de Rosario, se reiteran algunos de estos aspectos, y
aparece en forma bastante generalizada un arraigado conjunto de valores familiares y
sociales. Se mencionan, a vía de ejemplo, algunas de las reflexiones recogidas en
oportunidad de las entrevistas.
Jorge y Rosita comentan a la entrevistadora: "Uno escucha siempre la misma frase,
'la base es la familia' pero en la práctica, en la realidad, la familia ha perdido el valor como
institución. El niño está viviendo todo eso, los padres separados, los relajos. La gente está
como en otra cosa, en lo material. Que si uno compra un auto, que si el otro va de viaje; se
concibe esto como el triunfo en la vida, conseguir cosas. Por supuesto que si uno puede
llegar a eso, sin perder todo a la vez, bienvenido sea "...''Yo a veces me pregunto, dice
Rosita, estamos tan mal económicamente o es que queremos vivirla vida del otro?"
Lilián, quien junto con su esposo está a cargo de 3 hijos y 4 sobrinos, se expresa
así: "Hablamos mucho con ellos, en el liceo tienen una orientadora, pero están empezando
una etapa difícil y hay que acompañarlos, no sé si dejando que se den cuenta o no, pero
hay que acompañarlos porque tienen que pensar por ellos y les cuesta. De pronto van con
una barra y les parece que si vos aparecés los quemás, pero cuando se apartaron de la
barra salen comendo y te buscan porque no saben para donde agarrar. La vida vos no la
podés saber por cuentos; tenés que ir viviendo cosas para ir adquiriendo experiencias y
conocimientos. Si vos les estás cayendo todo el día, miré que te puede pasar esto, que te
puede pasar lo otro, es peor, pienso que no es el camino. Hay que enseñarlos a no
esconderse, pero no inquietarlos. A mí me gusta mucho la libertad. Me gustó para mí, odié
que me sujetaran mucho, a mí no me gustó que me manejaran la vida. Uno los tiene que
criar para la libertad, una libertad con responsabilidad; no eso de que hacemos lo que se
nos antoja porque soy libre. No hacemos lo qué se nos antoja ni cuando tenemos cien años.
Yo siempre digo que la generación que falla es la grande. No son los chiquitines, los
chiquitines no fallan, están ahí en la cuerda floja. Los que fallamos somos los grandes,
porque no les ofrecemos nada. "
118
V. CONCLUSIONES
La perspectiva de análisis adoptada implica recurrir a conceptos y términos habitualmente
manejados por disciplinas como la economía, la sicología social e, inclusive, la
administración, para vincularlos a un enfoque de corte sociológico. Además, términos tales
cortio recursos, activos, capital, capacidades, estrategias, redes sociales, y vulnerabilidad
son empleados en la bibliografía reciente sobre problemas sociales con contenidos no
siempre coincidentes y no siempre precisos. Por ello sé ha intentado especificar en cada
caso el marco conceptual utilizado, sin perjuicio de la necesidad de continuar afinando y
precisando estos conceptos, para aumentar su utilidad y posibilitar una mayor profundidad
en el análisis.
Las características del estudio, principalmente su enfoque cualitativo y el número de
familias incluidas, no permiten extraer conclusiones generalizables. Su aporte se orienta a
la inclusión de dimensiones que no han sido especialmente consideradas en estudios
previos y a la formulación de hipótesis sobre bases más consistentes, de modo de abrir
caminos para continuar profundizando y acumulando en el conocimiento del tema.
Asumiendo estas limitaciones, se plantean a continuación algunas consideraciones
que surgen del análisis de la información recogida y de la reflexión efectuada a partir del
mismo.
A.
LA INTERACCIÓN ENTRE LOS FACTORES QUE INCIDEN
EN LA CAPACIDAD DE SUPERACIÓN DE SITUACIONES CRÍTICAS
El análisis de los casos estudiados confirma que la heterogeneidad de las respuestas frente
a situaciones críticas depende, no sólo de los recursos disponibles, sino principalmente de
las capacidades de las familias de gestionarlos y movilizarlos para hacerles frente.
Las potencialidades para la generación y el uso de recursos materiales y financieros
están afectadas por la disponibilidad de capital humano y capital social con que cuentan las
familias y su capacidad de aplicarlos a la obtención de recursos que les permitan satisfacer
sus necesidades.
El capital humano hace referencia no sólo al nivel de educación formal sino a un
conjunto de capacidades y actitudes, entre las cuales es posible identificar, a partir de los
casos presentados y sin pretender una enumeración exhaustiva, al menos los siguientes:
a) habilidades y destrezas adquiridas que tienen valor en el mercado, b) hábitos de
trabajo, c) apertura al aprendizaje de nuevas habilidades a partir de la observación o la
instrucción por parte de familiares, compañeros de trabajo, amigos o vecinos, d) creatividad,
y e) administración de recursos escasos para cubrir necesidades fundamentales.
El capital social alude a los vínculos y relaciones sociales, a ¡as formas de ayuda
mutua recíproca, al acceso a servicios y apoyos comunitarios y a la existencia de normas
de convivencia compartidas entre los miembros de la comunidad.
119
La existencia de un núcleo familiar unido, de un proyecto que por acotado que sea
ayuda a orientar el esfuerzo de los miembros hacia su logro, aparece también como factor
especialmente relevante para explicar las diferencias en la situación de las familias
entrevistadas.
La falta de acceso a oportunidades, a recursos o servicios en el momento oportuno,
las decisiones inadecuadas y las pérdidas de recursos de diverso tipo que se generan por
fracasos en el intento de resolver los problemas, en la medida en que se van acumulando,
generan una cadena de frustraciones que minan principalmente la autoestima y la voluntad
de superación. En muchos casos, esta cadena parte desde la familia de origenr sin que se
logre revertir en forma sustantiva este proceso.
La vulnerabilidad en que se encuentran estas familias se incrementa por la ruptura
de vínculos, el aislamiento, y el sentimiento de ser rechazados o etiquetados por otros
sectores de la sociedad.
Por el contrario, la obtención de logros que permiten mejorar su situación -por
escasos que parezcan a un observador externo- reafirman la autoestima, la confianza en
sus propias capacidades, y constituyen un estímulo para plantearse nuevas metas, en la
medida en que se percibe la relación entre el esfuerzo y el resultado alcanzado. Esto no
depende sólo del esfuerzo individual. En los casos analizados se ha podido comprobar que
el apoyo mutuo entre los miembros del núcleo familiar y el respaldo de otras personas,
grupos y organizaciones en el momento oportuno, han constituido un pilar esencial para
poder superar situaciones difíciles.
Identificar los recursos y capacidades que tienen estas familias resulta tanto o más
importante que señalar sus carencias -camino habitualmente utilizado para definir y
caracterizar estos sectores sociales-, ya que es a partir de su desarrollo y potenciación que
será posible generar efectivas transformaciones.
Al mismo tiempo, es necesario comprender la multiplicidad de factores que inciden
en las posibilidades de estas familias de obtener resultados positivos en su búsqueda de
una mejor calidad de vida, así como el carácter dinámico de esta situación donde se
conjugan éxitos y fracasos. No se trata de un proceso lineal, que se desarrolla en un março
de estabilidad, sino que el mismo, por el contrario, está afectado permanentemente por la
incertidumbre y el riesgo.
B. FACTORES DE INCERTIDUMBRE. LAS TENSIONES INHERENTES A LA ADOPCIÓN
DE ESTRATEGIAS PARA LAS FAMILIAS DE ESCASOS RECURSOS
La diversidad de estrategias y combinaciones de respuestas asumidas frente a las distintas
necesidades, así como las variaciones en el contexto en que se desarrollan, tornan muy
difícil la posibilidad de identificar tipologías que pudieran vincularse a la obtención de
resultados, positivos o negativos.
120
Es posible, en cambio, visualizar factores que inciden en las decisiones que las
familias pueden adoptar en relación al uso y a la generación de distintos tipos de recursos,
así como también en los costos que les implican las opciones por distintas estrategias
a.
Con respecto al trabajo, que destaca como el recurso por excelencia para
estos sectores de población, las tendencias de cambio en el mercado laboral llevan a
acentuar sus dificultades de inserción en condiciones que les permitan asegurar un nivel de
ingreso satisfactorio. La creciente precarización e informalización de las relaciones laborales
aumenta los niveles de incertidumbre y deteriora las posibilidades de proyectarse en el
mediano plazo, que en el caso de estas familias ya eran escasas. Muchos de los
entrevistados expresan muy claramente el temor de utilizar recursos en la mejora de su
vivienda o de asumir el costo del mantenimiento de los hijos en el sistema educativo, más
allá del nivel primario, sin saber si el mes siguiente van a tener trabajo. Los requerimientos
de nivelés de calificación cada vez mayores, y la falta de acceso a una recalificación y
formación permanente, implican una pérdida creciente del valor de la preparación con que
cuentan. Una vez que pierden el empleo, las posibilidades de reinserción son cada vez
más escasas, problema que se agudiza con la edad. Cuando finalmente logran encontrar
un trabajo, por lo general se trata de una ocupación peor paga y en inferiores condiciones
que la anterior. El sentimiento de frustración e impotencia que genera a un jefe de familia
no poder acceder a un empleo para sostener a su familia, se suma a las carencias
materiales, para generar un cuadro de deterioro progresivo del bienestar y, en muchos
casos, de la cohesión familiar.
Si bien el problema del desempleo no afecta sólo a estos sectores sociales, no
cabe duda que sus efectos son más agudos y las alternativas para superarlo de más difícil
acceso para ellos.
El trabajo de la mujer tiene importante incidencia en la economía familiar, en
algunos casos como un complemento al ingreso de la figura masculina que permite
acceder a ciertas mejoras en el consumo y posibilita a la mujer manejar con mayor
autonomía los gastos; en otros, como recurso de emergencia al que se acude durante los
períodos de mayor necesidad y, en unos terceros, como una opción más estable. Cuando
ambos trabajan en forma más o menos estable, la situación económica de la familia es
claramente mejor, al menos entre este grupo de familias. En tales casos, la decisión se
liga a las pautas que tanto el hombre como la mujer manejan respecto a la valoración del
trabajo femenino y a la percepción sobre las posibilidades de la mujer de obtener un
trabajo que justifique los costos en que deberán incurrir para asumirlo.
Tanto el trabajo de la mujer como el de los hijos implica cambios relevantes en la
diferenciación de roles al interior del núcleo familiar. Para la mujer, con frecuencia,
genera una sobrecarga de funciones y tareas; para el hombre, un sentimiento de pérdida
de la especificidad de su rol. Resulta necesario un proceso de reacomodación y
redefinición de funciones al interior del núcleo, para que estos posibles efectos negativos
sean controlados y, por el contrario, logren activar el establecimiento de relaciones más
equitativas entre los géneros.
b.
La apuesta a la educación de los hijos, como camino para que puedan
acceder a mejores oportunidades, es casi unánime en el discurso, pero no en la práctica.
Una vez que han completado la educación primaria, entra a jugar el balance que en cada
121
caso realizan, entre el peso que representa para la familia el costo de la continuidad de los
estudios y el grado de expectativa y confianza en la incidencia que ésta podrá tener en la
obtención de mejores posibilidades laborales, y en el que entra en consideración, también,
la percepción de las posibilidades de mantener el esfuerzo durante el tiempo suficiente
como para que el resultado justifique la inversión. Empleando otros términos, varios de los
entrevistados explican su decisión a partir de este tipo de análisis.
Cuando se refieren a los costos que genera la continuidad de los estudios luego
de finalizada la educación primaria, mencionan los gastos de transporte, de libros,
materiales de estudio y de ropa. En algunos casos, los padres transmiten también una
imagen de falta de control en los institutos secundarios, que les hace sentir temor por la
influencia que tendrá sobre sus hijos y los riesgos a los que se verán expuestos. Como
se ha visto también, en muchos casos son los propios jóvenes los que jiO/ióstán
dispuestos a aceptar diferir la satisfacción de las necesidades que les permite eliieçbo de
contar con su propio ingreso y continuar capacitándose apostando a mayores logros
futuros.
c.
La obtención de una vivienda ocupa un lugar de especial centralidad en el
proyecto familiar y en las condiciones de vida de la familia. En el caso de la mayor parte de
las familias entrevistadas, constituye también el ámbito en el que las decisiones adoptadas
lés han implicado correr mayores riesgos. La opción por ocupar terrenos y por la
autoconstrucción, como vía de acceso a la vivienda, implica asumirla posibilidad de perder
recursos materiales muy significativos, el fruto de muchas horas de trabajo e, incluso, los
vínculos sociales generados a partir de esa experiencia.
Este riesgo es vivido con distinto grado de preocupación y angustia por los
entrevistados que se encuentran en esa situación, pero en todos los casos genera
incertidumbre e incide en la dificultad de proyectarse hacia al futuro. Es asumido porque es
la única vía percibida como accesible para contar con una vivienda, por precaria que sea.
Muchos han pagado por el terreno o por la construcción preexistente, lo que contribuye a
aumentar la confusión entre la conciencia, que en general tienen, de que no lo han
adquirido a través de medios legalmente válidos, y la percepción de que han,generado un
derecho porque han invertido allí sus escasos recursos y han levantado por sí mismos la
vivienda.
El valor que otorgan a la vivienda es especialmente elevado cuando la han
construido ellos mismos, ya sea como opción individual o en el marco de programas de
ayuda mutua. También, cuando la han adquirido en base al ahorro generado a través de
programas del Banco Hipotecario del Uruguay. Se ha visto el fuerte sentimiento de pérdida
de la familias de Santa Lucía que debieron abandonar las viviendas que con tanto esfuerzo
estaban adquiriendo. No es éste, en cambio, el sentimiento que predomina entre las
familias que fueron instaladas en los Núcleos Básicos Evolutivos. No corresponde
generalizar a partir de los escasos casos analizados, los cuales tienen por otra parte una
trayectoria personal y residencial peculiar, pero sin duda no evidencian ningún apego ni a la
vivienda, ni al barrio, lo que incide en su disposición a realizar mejoras.
d.
Los cambios de residencia, en muchos casos exitosos desde el punto de
vista del acceso a mejores oportunidades laborales o de servicios, implicarpn casi sin
excepción para las familias que adoptaron la decisión de realizarlos, costos significativos
122
derivados del desarraigo y la ruptura de vínculos. Estos efectos se agudizan especialmente
en los casos en que los traslados han sido múltiples. Estas rupturas no sólo afectan los
lazos de carácter afectivo, sino también la posibilidad de recurrir con cierta continuidad a
servicios comunitarios. Se observa en las dificultades en el rendimiento y la adaptación de
los niños que debieron cambiar frecuentemente de Escuela.
Es el caso de Ornar, cuya familia cambió más de seis veces de lugar de residencia,
y en el que su esposa-Emilia- relata cómo afectó la regularidad en la asistencia de su hija
mayor a la Escuela, y cómo una vez instalados nuevamente en Montevideo, "ya estaba
demasiado señorita para seguir asistiendo", por |o que abandonó los estudios y se dedicó a
cuidar a los hermanos.
e.
La venta de activos o el recMçço al crédito en momentos, difíciles, son
también decisiones que generan riesgos importantes para las familias que los asumen. No
siempre la familia logra recuperar, al menos, su situación anterior y se va generando una
peligrosa cadena de pérdidas. En especial el recurso al crédito despierta el temor, como bien
lo han expresado varios de los entrevistados, de entraren una espiral que termine llevando a
la familia a situaciones cada vez más críticas, en la medida que no están en condiciones de
prever su nivel de ingresos futuros con razonable margen de seguridad.
f.
Las situaciones de mayor vulnerabilidad y riesgo aparecen asociadas a la
vida en un medio percibido como hostil y a la existencia de amenazas constantes que no
pueden controlar. Las amenazas, como se vio, pueden provenir de sus propios vecinos, de
grupos delictivos que toman al barrio como centro de operaciones, de las fuerzas policiales
que reprimen indiscriminadamente, de los primitivos habitantes del barrio que rechazan a los
nuevos ocupantes, y de la sociedad que estigmatiza y niega el acceso al trabajo por residir
en determinado barrio. Es en este ámbito donde el deterioro de los vínculos sociales, la
inseguridad, la falta de confianza en los otros y en sí mismos, y el miedo, van afectando las
posibilidades reales y finalmente la voluntad de superación, y alentando el surgimiento de
conductas violentas o depresivas.
: ;s' C .
LA INCIDENCIA DEL CONTEXTO LOCAL
La situación de las familias, y la propia forma en que la viven, asume características
diversas según las localidades en las que residen. Más allá de evidentes diferencias
individuales, hay rasgos comunes que claramente pueden atribuirse al contexto en el que
están insertas. Los asentamientos y localidades en que viven estas familias tienen
procesos de formación e historias distintas que marcan en buena medida sus perfiles
actuales.
Varios estudios realizados en los últimos años por el CLAEH9, en más de diez
localidades de distintas regiones del país, permiten confirmar el peso de la historia, la
identidad local y la existencia de un proyecto como factores que se suman a la inserción de
la localidad en el sistema para explicar las diversas potencialidades con que encarar con
- José Arocena. “El desarrollo local: un desafío contemporâneo”. CLAEH/UCUDAL, Ed. Nueva
Sociedad, 1995.
123
éxito procesos de desarrollo local. Estos aspectos surgen también al analizar los
antecedentes de cada localización y el discurso de los entrevistados como elementos que
pueden explicar las diferentes actitudes de las familias frente al futuro de su barrio o
localidad, en especial las diversas expectativas de mejora y el grado de compromiso que
manifiestan con iniciativas que apuntan a lograrlas.
Las familias que viven en Nueva Esperanza se nuclearon a través de un proceso
distinto al que tuvo lugar en La Chacarita y más aún, del que llevó a la conformación del
Barrio Nuevo Martínez Reina. Los habitantes del primero nombrado llegaron atraídos por la
propuesta de conformar un nuevo barrio y una promesa -fundada o no, pero así
transmitida- de una pronta regularización. Actualmente expresan mayor identificación que
en otros asentamientos con el lugar donde viven, y comparten un proyecto que verbalizan
como "lograr que éste sea un barrio como otros."
La Chacarita se formó por un proceso mucho más espontáneo, y sus características
actuales hacen más difícil su transformación a corto plazo. Los avances realizados en
relación a la organización comunitaria se vieron cortados por una agudización de los
conflictos entre los vecinos y la emergencia de manifestaciones de violencia y agresión. En
estas condiciones, la identidad se resiente y la posibilidad de visualizar un proyecto de
mejora se aleja. Los vecinos se concentran en lograr subsistir y protegerse de un medio que
les resulta adverso.
Para los habitantes de Nuevo Martínez Reina, la historia es -en la mayor parte de los
casos- una sucesión de traslados con una expectativa de mejora que no se concreta. Una
radicación sin alternativas reales de opción, que les ha generado mayor aislamiento y
ruptura de vínculos, sin mayores posibilidades de sustituirlos por otros, ya que en el nuevo
barrio tampoco han sido bien recibidos. No es posible esperar arraigo, ni resulta factible
imaginar el surgimiento de un proyecto creíble para los vecinos.
En Ciudad Vieja, por más que se trate de una zona que ha sufrido un importante
proceso de deterioro, se han implementado varios proyectos de mejora y existen
organizaciones comunitarias trabajando en relación a ellos -de las cuales participa alguno
de los entrevistados-, lo que permite a los vecinos ser más optimistas sobre las perspectivas
futuras. Sin embargo, en este caso, el factor que parece más relevante para explicar
sentimientos de arraigo y de respaldo está dado por las oportunidades de acceso a
servicios. Para utilizar las palabras de Roberto, uno de los entrevistados en este barrio,
"Gracias a la ayuda de estos servicios del Estado, salimos, se puede pelear, no es que nos
dé para ahorrar, pero nos da para vivir. "
En los asentamientos de Maldonado, la historia se está reiniciando, los vínculos aún
son débiles, pero muchos están buscando hacerse un lugar y la mayoría confían en que
lograrán mejorar. Como expresa con mucha claridad una de las entrevistadas, todavía se
sienten extraños pero progresivamente van asumiendo que para ellos el futuro está allí.
Gregorio Aznárez tiene una historia signada por la suerte de varios emprendimientos
industriales, y su población ha dependido siempre de estas empresas para lograr la
satisfacción de sus necesidades. Hoy expresan sentimientos de identidad y arraigo a su
pueblo, pero ya no tienen un proyecto común. Aún se resisten a aceptar que no habrá
alternativa para la industria local, pero en la medida en que han fracasado los intentos de
124
reflotarla, la búsqueda de soluciones se va volviendo individual y poco a poco parecen
asumir que muchos tendrán que terminar optando por abandonar el pueblo.
En Santa Lucía,, los lazos son fuertes pero el futuro de la localidad se percibe muy
ligado a la evolucióiYde una zona más amplia y no tanto a propuestas para el desarrollo de
la localidad misma. La posibilidad de trasladarse a ciudades y centros poblados vecinos
está en el horizonte cercano, aun cuando a muchos les cueste -como lo señalan los
entrevistados-abandonar su ciudad natal.
En la ciudad de Rosario es donde se observaron vínculos sociales y sentimientos de
arraigo más fuertes. Los entrevistados no tienen claro cómo van a superar los problemas
de desempleo que los afectan, ni parecen visualizar alternativas de desarrollo futuro, pero
de algún modo se sienten protegidos por el entorno y esto los ayuda a buscar con mayor
decisión medios que les permitan sobrevivir sin tener que renunciar a lo que la localidad les
brinda.
Existe por tanto una fuerte interrelation entre las posibilidades de mejora de la
siíúáèTòn dé las familias y la dinámica local en la que están insertas. Hay más puntos de
apoyo y es más factible salir adelante en lugares con carencias pero con un proyecto de
futuro corno Nueva Esperanza, Maldonado e, incluso, Ciudad Vieja, que en lugares como la
Chacaiit^ y Nuevo Martínez Reina. Es más factible asimilar y no dejarse superar por
situaciones adversas en contextos como Rosario, en donde existe un fuerte sostén social.
D. EL ACCESO Y LA UTILIZACIÓN DE LOS SERVICIOS PÚBLICOS
El grado de acceso y utilización de los servicios públicos por parte de estas familias es un
aspecto que tiene también incidencia relevante en sus posibilidades de hacer frente a
situaciones críticas, tal como se mencionó unos párrafos atrás, al comentar expresiones de
un vecino de Ciudad Vieja.
La gran mayoría de las familias entrevistadas hacen uso de servicios públicos para
la educación de sus hijos y la atención de su salud. La valoración que hacen de estos
servicios es diversa; si bien en general expresan conformidad, varios mencionan
dificultades para el acceso, o insatisfacción con la calidad o con el trato que reciben,
aspectos que se fueron recogiendo en el texto.
Son menos los que han encontrado apoyo en el sector público para resolver sus
necesidades de vivienda, los que se integraron a programas de construcción por ayuda
mutua, los que la adquirieron o la están adquiriendo a través de programas del BHU, y los
que son adjudicatarios de Núcleos básicos evolutivos. En los dos primeros casos, si bien
hay apoyo estatal por la vía de subsidios y créditos a largo plazo, existe un importante
componente de aporte propio, especialmente previo y también posterior a la ocupación de
ja vivienda. Ya se han comentado las diferentes consecuencias que han tenido para las
familias las diversas modalidades de acceso a la vivienda, así como en su valoración de la
misma y en el arraigo local.
■■
1 25
La mayoría de las familias que viven en Nuevo Martínez Reina y en La Chacarita,
así como algunas de las que viven en otras localizaciones, no tienen acceso a
Asignaciones Familiares, en la medida en que no tienen un trabajo formal. Los que reciben
Asignaciones Familiares lo valoran como una contribución que les permite ayudar a cubrir el
presupuesto familiar, en tanto que algunos afirman que lo utilizan especialmente para cubrir
gastos de vestimenta o materiales de estudio para sus hijos.
En general, están informados de la posibilidad de recibir la canasta alimentaria del
Instituto Nacional de Alimentación (INDA) mientras sus hijos son pequeños y de utilizar el
comedor escolar, pero no todos hacen uso de estos servicios. Las expresiones de los
entrevistados evidencian que tienden a percibirlos como recursos a los que acuden cuando
les falta el alimento, pero no necesariamente lo hacen -aunque tengan derecho- si creen
que pueden cubrir por sí mismos los costos de alimentación. Aparecen entremezcladas
afirmaciones de su deseo de hacerse responsables de alimentar a sus hijos y de dejar esos
servicios para aquellos que realmente no tienen qué comer, con el reconocimiento de que
no se ocupan de hacer los trámites necesarios salvo que estén pasando verdadera
necesidad. En palabras de Rosario, de La Chacarita, "Tengo que ira sacarla tarjeta para
retirarla canasta, pero todavía no he ido porque no tengo la soga al cuello."
Asumiendo la importancia que estos programas tienen -más allá de sus falenciascomo instrumentos de apoyo a las familias de menores recursos, se plantean a
continuación algunas consideraciones respecto a las políticas sociales.
E. IMPLICANCIAS PARA LAS POLÍTICAS SOCIALES
La responsabilidad social
Afirmar que la superación de las situaciones de pobreza depende en buena medida
de la capacidades de la familia para hacer uso de los recursos y oportunidades disponibles,
no implica en modo alguno centrar la responsabilidad de esa situación en quienes la
padecen.
La existencia de desigualdades en el acceso a las oportunidades y a los recursos es
un problema de la sociedad en su conjunto, tanto por su incidencia en el efectivo respeto de
derechos humanos básicos, como en la factibilidad de lograr una convivencia democrática y
armónica. La dotación de recursos materiales, de capital humano y de capital social, de
que cada uno dispone, es el resultado de una conjunción de determinantes económicos y
sociales, y del desempeño de cada uno en su utilización.
Es responsabilidad de la sociedad definir e implementar mecanismos que aseguren
equidad en el acceso a las oportunidades, asumiendo la existencia de sectores que parten
de dotaciones diferentes y que por tanto requieren de estímulos y de apoyos también
diferentes para poder aprovecharlas. Éstos no deben sin embargo anular o desconocer la
responsabilidad individual de los directamente involucrados, ya que hacerlo implicaría dejar
de lado un factor esencial para la superación de su situación, como es el desarrollo de sus
propias capacidades, de su autoconfianza, de su autoestima y, en última instancia, el
respeto por su dignidad intrínseca como ser humano.
126
Se trata entonces de poner énfasis en los derechos y en las obligaciones, tanto de
quienes están afectados por el fenómeno de la exclusión y la pobreza, como del conjunto
derlá sociedad. No se Hega a esta conclusión desde una perspectiva de cálculo económico,
pero se entiende que esta óptica permite también optimizar el uso de los recursos sociales y
personales afectados a la superación de la desigualdad y la pobreza.
1. La necesidad de encarar políticas integrales
Una conclusión que se desprende de las consideraciones anteriores es la necesidad dq
encarar políticas integrales que apunten a reforzar las potencialidades de las familias pare
superar por sí mismas las dificultades y carencias que enfrentan, y a atenuar su
vulnerabilidad.
Las políticas sectoriales que se orientan a responder a una necesidad específica sin
considerarla situación de la familiaen forma integral, pueden generanefectos no queridos y
hasta inversos a los buscados. Es el caso de los programas que en lugar de potenciar las
capacidades existentes, Jas ignorar^ y a través de ello, de algún modo, contribuyen a
anularlas. A víade ejemplo, programas de atención a los niños, especialmente en edades
tempranas, que no estimulen a la familia en el desempeño de su rol educadory estimulador
del desarrollo. sino que en los hechos tiendan a sustituirla. Cuando esto ocurre, se refuerza
en la madre, en el padre o en quienes juegan los roles parentales, la percepción de SM
incapacidad para desempeñar adecuadamente su función y la necesidad de delegarla en
personas mejor preparadas, que -se supone- sí saben hacerlo. Ningún servicio, por
excelente que sea, puede sustituir la relación del niño con sus padres, por lo que al actuar
de esta manera se refuerza una situación inadecuada en lugar de contribuir á transformarla.
Es el caso también de programas que para satisfacer una necesidad específica,
aumentan los factores de vulnerabilidad en la familia al generar pérdidas en otras
dimensiones, como ruptura de vínculos, aislamiento o mayor incertidumbre. Un ejemplo
claro de esta situación es lo ocurrido con el traslado de las familias del Hogar Uruguayana al
barrio Nuevo Martínez Reina. Es muy probable que desde el punto de vista de las políticas
macro sociales, ello pueda considerarse una solución, ya que las familias estaban alojadas
en un Hogar de Emergencia desde hacía en algunos casos 10 años, en una situación
cesde todo pqntofde vista insostenible. En su nueva ubicación, se supone que tendrían
mayor estabilidad y la posibilidad de ir mejorando progresivamente su núcleo básico. Sin
embargo, estorno ocurrió; la situación denlas familias no mejoró, desde su propio punto de
vista les generó mayores pérdidas qué^ganancias, y hoy les resulta muy difícil visualizar
caminos para salir de esa cadena de frustraciones.
.vüíí>
La conveniencia de implementar políticas y programas sectoriales debería
determinarse, por tanto, en base a un análisi&i previo de sus probables efectos sobre el
capital humano y el capital social con que eistas'familias cuentan y no sólo de su aporte en
valor económico. Resulta relevánte ;pregunt®rse si permitirán aumentar la autoestima y
fortalecer vínculos sociales o contribuirán a destruirlos, si favorecerán los procesos de
segregación y marginaeión de estos sectores sociales o ayudarán a revertir esta
tendencia, además de analizar la relación costo-beneficio en función del aporte que
representen para la economía familiar.
i. 127
Un enfoque integral sólo es pensable en el marco de políticas y programas
descentralizados en los que aumente la cercanía con los destinatarios y la posibilidad de
responder a sus necesidades específicas. Tampoco es imaginable su implementación a
cargo exclusivamente del Estado, ya que requiere que se articulen adecuadamente
acciones del sector público y de la sociedad civil.
2. Aspectos a considerar en relación a algunas áreas específicas
La información relevada en este estudio deja planteadas algunas pistas que pueden ayudar
también a repensar políticas sectoriales, encuadradas en el enfoque general anteriormente
explicitado. A continuación, se Sintetizan algunas de ellas:
i.
En lo vinculado al trabajo, la confirmación de que los mecanismos para el
aprendizaje de oficios se realiza en muchos casos por fuera del sistema educativo formal,
reafirma la necesidad de avanzar en la definición de un sistema de acreditación de
competencias que se combine con estímulos adecuados para la formación permanente. No
es suficiente para asegurar igualdad de oportunidades, ir logrando la universalización del
acceso a enseñanza primaria y una expansión creciente del acceso a la educación media.
Sin desconocer la importancia de alcanzar estas metas, resulta necesario apuntar también
a sistemas de reciclaje y reconversión laboral que operen en forma sistemática y alcancen
no sólo a los trabajadores en seguro de paro, sino también a los que buscan trabajo, a los
que operan en el mercado informal e, incluso, a los ocupados cuya preparación corre el
riesgo de tornarse obsoleta a corto plazo.
La reformulación de la relación entre la educación y la preparación para el trabajo
es especialmente importante en relación con un mayor estímulo a los jóvenes para que
permanezcan en el sistema educativo.
La inserción de la mujer en el mercado de trabajo puede facilitarse mediante la
oferta de servicios adecuados para atención de los niños y, en especial, viabilizando su
acceso a programas de capacitación y a empleos con mayor nivel de calificación.
ii.
La etapa de crianza de los hijos es el período del ciclo vital donde más
difícil les resulta a las familias, en especial si son numerosas, generar ingresos que les
permitan cubrir adecuadamente las necesidades de todos sus miembros. Programas que
apunten a brindar apoyo a las familias en ese momento, pueden ser particularmente
efectivos. Esto lleva a plantear la conveniencia de repensar el sistema de Asignaciones
Familiares, que apunta a objetivos similares, pero no llega a todas las familias qué
necesitan apoyo por estar ligado a la prestación de un trabajo formal.
iii.
En el área de la vivienda, parece conveniente prestar la mayór atención a
los programas que asuman la preferencia de estos sectores por la autoconstrucción,
ofreciendo posibilidades de acceso a terrenos en condiciones adecuadas, facilitando la
compra de materiales y la prestación de asistencia técnica. Además de programas
colectivos, también sería necesario contemplar alternativas individuales. En muchos
casos, la perentoriedad con que se necesita una solución, no es compatible con los
plazos que habitualmente insumen estos programas. Por otra parte, como surge de lo
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manifestado por algunos entrevistados, la participación en estos programas requiere -para
ser exitosa- la internalización de ciertas pautas y valores relacionados con la convivencia
y el trabajo colectivo, que no siempre están dados como condición previa.
iv.
En las instituciones educativas, sin descuidar los esfuerzos para mejorar la
cobertura y la calidad, resulta necesario encarar acciones que apunten a fortalecer el rol
educador de los adultos a cargo de niños y jóvenes, ya sea en forma directa o a través de
la cooperación y la articulación de acciones con otras organizaciones comunitarias.
v.
En el área de la salud, las expresiones de los entrevistados ponen de
relieve la necesidad de una mayor racionalización en el uso de los recursos. Por la vía de
buscar mejores respuestas a sus necesidades, los usuarios van armando sistemas de
cobertura múltiple que sin duda tienen racionalidad para ellos, pero implican
superposición e inadecuada utilización de los recursos desde el punto de vista colectivo.
El acceso a un servicio no depende sólo de tener derecho a usarlo sino que depende
también de la posibilidad real de obtener la prestación del servicio en el momento en que
se lo necesita y en condiciones accesibles. Las largas esperas y la necesidad de perder
días de trabajo para ser atendido en el caso de los servicios públicos, y el alto costo de
las órdenes y tickets en el caso de las mutualistas, van determinando la imposibilidad de
su uso para algunas familias, restringiéndolo a las situaciones de enfermedad y volviendo
poco factible una atención sistemática de carácter preventivo.
vi.
Todas estas acciones relacionadas con el trabajo, la seguridad social, la
vivienda, la educación y la salud deberían conectarse a través de servicios de apoyo a la
familia que, a partir de la visualización de su problemática específica, brinden orientación
en relación a la oferta de servicios y programas comunitarios. La familia podría, contando
con información precisa, seleccionar así los más adecuados a sus necesidades y
expectativas. La accesibilidad de estos servicios es esencial, en especial la cercanía al
lugar de residencia y la atención personalizada. La red ya existente de organizaciones
públicas y privadas podría asumir este papel en base a una adecuada articulación y
apoyo para incorporar nuevas funciones. Varios de los casos analizados muestran que
fue decisivo encontrar quién brindara una orientación en el momento oportuno. Las
mujeres jefes de hogar que fueron entrevistadas contaron con este tipo de apoyo, lo que
contribuye a explicar que en los tres casos lograron superar las dificultades y sacar
adelante a sus familias. La persona a la que se recurre es por lo general alguien a quien
se percibe cuenta con recursos y conexiones, pero fundamentalmente el acercamiento
obedece a la confianza personal. No siempre una persona así está al alcance de la mano;
para que esta función pueda ser cumplida por instituciones, el vínculo, la cercanía y la
credibilidad deben generarse antes, para que puedan ser considerados una fuente de
apoyo en el momento necesario.
vii.
Por último, la investigación realizada conduce a reafirmar la importancia de la
comunicación entre quienes estudian, diseñan e implementan las políticas sociales y sus
destinatarios. Aún queda mucho por conocer y comprender sobre los mecanismos que
reproducen las situaciones de carencia, los caminos que permiten salir de ellas y las formas
más adecuadas de sumar esfuerzos individuales y colectivos para lograrlo. Para avanzar
en este sentido, es necesario conceptualizar mejor, diseñar mejores políticas y medios para
evaluar sus resultados, pero también escuchar y comprender cómo se viven los problemas
desde la perspectiva de los involucrados.
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