DI MARCO, María Belén

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H2
LA POSIBILIDAD ENERGÉTICA DEL FUTURO
DI MARCO, María Belén
EEMPI 3031 San Antonio de Padua, Rosario, Santa Fe
Profesor Guía: BARTHELEMY, Ariel
“-Si, amigo mío -repuso Ciro Smith-; agua descompuesta sin duda por la
electricidad, y que llegará a ser entonces una fuerza poderosa y manejable;
porque todos los grandes descubrimientos, por una ley inexplicable, parece que
se encadenan y se completan en el momento oportuno. Si, amigos míos, creo que
el agua se usará un día como combustible, que el hidrógeno y el oxígeno que la
constituyen, utilizados aislada y simultáneamente, producirán una fuente de calor
y de luz inagotable y de una intensidad mucho mayor que la de la hulla... Creo,
pues, que cuando estén agotados los yacimientos de hulla, se producirá el calor
con agua. El agua es el carbón del porvenir.” I
Introducción
Todos nosotros hemos oído hablar de la crisis energética que hoy en día afecta a nuestra
república así como también a muchos otros países del planeta Tierra. Este conflicto se debe a la
excesiva dependencia de la energía eléctrica y combustibles que utilizan recursos fósiles (petróleo,
gas y carbón) como materia prima para su elaboración. El agotamiento de los mismos y la creciente
demanda de energía, así como también la polución ambiental que éstos producen, son los factores
que nos dan cuenta del inconveniente energético en el que nos encontramos inmersos. Algunos
especialistas afirman que si los seres humanos cambiáramos nuestros hábitos de consumo o se
arbitraran medidas de reducción del mismo, se podría ahorrar cerca de un 20 % del combustible y la
energía eléctrica, sin realizar inversiones; pero la modificación de esta conducta solo resolvería este
problema en forma temporal, dado que los combustibles fósiles terminarán por agotarse de todas
maneras.
Desde este punto de vista, deberíamos ir incrementando paulatinamente la utilización de otras
alternativas energéticas para la producción de electricidad, de acuerdo a la disponibilidad
económica y a los recursos que nos brinda nuestro país, y poco a poco tendríamos que iniciar una
transición hacia otras formas de energía con propiedades acordes a nuestras necesidades que nos
permitan prescindir en gran medida de los combustibles fósiles, ya que de lo contrario, en un futuro
cercano podríamos volvernos dependientes de algunos países que, habiendo incrementado sus
reservas, tengan el control monopólico de este mercado. Esto sería una verdadera ironía dado que
en realidad, la Argentina nos brinda recursos suficientes para cubrir nuestra demanda energética en
una variedad de energías (en su mayoría renovables) que además acabarían con el inconveniente de
la polución ambiental generada por las emanaciones de gases dañinos a la atmósfera terrestre: es
cuestión de saber en qué invertir y de hacerlo pronto.
Alternativas energéticas
Las características geográficas de la Argentina nos permitirían la conversión a corto plazo y
con costos aceptables hacia otras formas de suministro de energía. Algunas de las que se han vuelto
más populares en los últimos tiempos son: la energía solar fotovoltaica, la energía nuclear y la
energía eólica.
I
Verne, Julio. La isla misteriosa, México, Porrúa, 1990: 180, cap. XI.
1
La primera se ha aplicado en los últimos años especialmente en el norte de nuestro país. A
pesar de sus innumerables cualidades (es renovable, no contamina, tiene una potencia superior a
muchas de las demás energías alternativas, es de fácil instalación y bajo mantenimiento, etc.) no ha
tenido gran éxito a escala industrial debido al alto costo de las células fotovoltaicas que utiliza para
convertir la radiación solar en energía eléctrica.
La energía nuclear está representada en nuestro país por dos centrales: Atucha I (Buenos
Aires) y Embalse (Córdoba), las cuales utilizan uranio nacional como combustible para generar
alrededor de 1008 Mw de potencia eléctrica, los que podrían convertirse en 1753 Mw si se
terminara de construir la central nuclear Atucha II, proyecto que debería concretarse lo más pronto
posible. Esta energía es de contaminación casi nula, excepto por los desechos radioactivos que
produce, que no presentan problema alguno si son tratados con precaución y debidamente, y aunque
el costo y el tiempo de construcción de las centrales nucleares son elevados, el combustible
empleado es económico y se extrae de minas argentinas, las cuales tienen recursos más que
suficientes para abastecer a las tres centrales nucleares durante toda su vida útil. Cabe aclarar que
esta alternativa podría convertirse en la ideal de no ser por el temor de la población hacia un posible
accidente (que significaría una verdadera catástrofe), aunque los especialistas afirman que está
comprobado que si se siguen rigurosamente todos los procedimientos operativos precisos, estos
riesgos son mínimos. De todas formas, hay que tener en cuenta que la tecnología en este campo
avanza año tras año, y tal vez lo que hoy nos parece caro y peligroso, el día de mañana pueda ser
más barato y seguro: hay que apostar a las futuras investigaciones.
Como todos sabemos, la patagonia argentina es privilegiada en lo que respecta a la generación
de energía eléctrica a partir de energía eólica. La Argentina cuenta con seis parques de generación
eólica en esta región, que se suman a otros cuatro ubicados en la provincia de Buenos Aires. La
energía eólica es renovable, limpia y barata, y ha tenido un destacable desarrollo en los últimos
tiempos. Sin embargo, la potencia instalada de las diez centrales eólicas argentinas es ínfima en
comparación con otros tipos de energía, y éstas solo alcanzan para abastecer un pequeño porcentaje
de la demanda actual de energía eléctrica.
Según hemos visto hasta ahora, las tres alternativas energéticas mencionadas poseen múltiples
beneficios, pero también tienen algunos puntos negativos que hay que tener en mente a la hora de
llevarlas a la práctica y que son la razón de que estas energías no alcancen su auge. Aún así, existe
un recurso energético que hasta ahora no hemos nombrado y que ya están implementando algunos
países más avanzados. Se supone que esta técnica puede llegar a convertirse en el modelo
energético del futuro, y lo más probable es que así sea, ya que ésta cuenta con una serie de
propiedades que podrían revolucionar la industria energética. Este recurso es nada más y nada
menos que el hidrógeno, el elemento más simple y abundante de todo el universo.
El Hidrógeno azul
Las investigaciones sobre la obtención, conservación, transporte y uso del hidrógeno
comienzan a mediados del siglo XX, pero éstas cobran real importancia con la crisis del petróleo, a
partir del año 1973. Este elemento posee la mejor relación energía-masa de todos los combustibles y
transportadores de energía: 1 Kg de hidrógeno produce tanta energía como 2,1 Kg de gas o 2,8 Kg
de petróleo. En realidad, no es una fuente de energía en sí mismo: es un “vector energético”, puesto
que en la naturaleza siempre aparece combinado con otros elementos, y es debido a esto que para su
utilización debe pasar por algún proceso que permita su obtención a partir del gas natural, de la
biomasa o de la electrólisis del agua, entre otros; y a partir de allí, es combinado con oxígeno en
celdas de combustible para generar energía eléctrica o térmica, o puede ser usado en su estado puro
como combustible.
El hidrógeno no es peligroso en comparación con los combustibles fósiles, ya que cuenta con
una serie de propiedades benéficas en lo que respecta a seguridad y su utilización tiene una gran
ventaja ecológica: se pueden evitar las emisiones de sustancias indeseadas durante su utilización.
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El hidrógeno azul es el hidrógeno resultante de la electrólisis del agua, en la cual se añade un
electrolito para aumentar la conductividad del agua. “Este proceso consiste básicamente en hacer
circular corriente continua en una celda electrolítica a través de electrodos metálicos separados por
una membrana porosa o por un electrolito conductor ionizado.” II En el cátodo se produce hidrógeno
y en el ánodo se produce oxígeno. Como para realizar este proceso se requiere energía eléctrica, es
necesario que exista una fuente de energía económica y eficiente que suministre electricidad a la
central de hidrógeno. Desde este punto de vista, analizando la distribución geográfica de las
centrales que mencionamos antes, podríamos establecer una relación entre cada central nuclear,
eólica, hidráulica y otras centrales en actividad que produzcan energía eléctrica a partir de recursos
renovables, de modo tal que las centrales ya existentes puedan suministrar la energía necesaria para
la electrólisis del agua. Si bien lo que proponemos no es invertir en la construcción de nuevas
centrales del tipo de las indicadas anteriormente, nada nos impide explotar al máximo las ya
existentes para obtener mayores beneficios de las mismas, en este caso, el suministro de energía
eléctrica a los entes productores de hidrógeno.
“El hidrógeno (H) puede ser usado como acumulador y/o transportador de energía.” III Puede
almacenarse en estado gaseoso en tanques presurizados o en recipientes mediante absorción, en
estado líquido en tanques, en hidruros metálicos por absorción o en nanotubos de carbono. Tiene
varias aplicaciones: puede transformarse en energía eléctrica o térmica, o puede ser utilizado como
combustible para los distintos vehículos y motores. De hecho, fue el combustible empleado por la
NASA para los transportes espaciales a partir de los años 60, y ya hay algunas empresas extranjeras
de vehículos urbanos que han cambiado su modelo energético convencional por un motor eléctrico
alimentado por la energía generada por una pila de combustible de hidrógeno, que funciona de forma
similar a las baterías eléctricas, pero que, a diferencia de éstas, producen energía permanentemente
mientras se las provea de su combustible.
Además de su utilización a nivel industrial, el hidrógeno puede utilizarse para la generación
distribuida de electricidad, es decir, en la generación individual o cogeneración mediante celdas de
combustible o motores de combustión interna especialmente adaptados para el uso de hidrógeno.
Este detalle no es menor, ya que la aplicación de la generación distribuida posibilitaría el suministro
de energía en aquellos lugares a los que no es posible hacer llegar una red de energía eléctrica o
dónde se desee prescindir de ella.
Conclusión
Como dijimos anteriormente, no alcanza con implementar conductas ahorrativas para
solucionar la crisis energética actual, sino que es necesario que paralelamente se apueste en forma
gradual hacia otros recursos energéticos no fósiles. Es muy probable que en los próximos años el
hidrógeno azul se convierta en esa alternativa que todos buscamos para acabar con este problema, ya
que sus características nos permitirían cambiar a corto plazo nuestro modelo energético actual por
uno renovable, más eficiente y menos contaminante, con el cual la Argentina podría autoabastecerse.
Recordemos que la obtención de hidrógeno por medio de la electrólisis del agua requiere la
utilización de energía eléctrica, lo que impulsaría también al desarrollo de otras formas de energía
alternativas de las cuales este proceso dependa.
De todas formas, remarco que hay que tener presente que las tecnologías en este ámbito
avanzan día a día y que tal vez en los próximos años las investigaciones nos conduzcan a soluciones
que hoy en día no conocemos o no están del todo desarrolladas. Creo que esta crisis en realidad nos
propone un desafío, nos pone a prueba, nos lleva hacia la búsqueda de una solución. En el camino
surgirán muchas propuestas, de las cuales solo algunas serán verdaderamente viables, prevaleciendo
las que mejor combinen conocimientos científicos con creatividad.
II
Asociación Argentina de Hidrógeno, Hidrógeno, Producción, Generación Electrolítica. (Documento www).
Recuperado: http://www.aah2.org.ar/producción.htm
III
Asociación Argentina de Hidrógeno, Hidrógeno, Almacenamiento, Almacenamiento de Hidrógeno. (Documento
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