Anexo I El oso pardo. Material teórico para el profesorado

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educación ambiental
Material teórico
para el profesorado
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ANEXO I
EL OSO PARDO
material teórico profesorado
Índice
1. Introducción ........................................... pag. 2
6. Relaciones con los humanos ................ pag. 6
2. Cómo es el oso pardo ............................ pag. 3
7. La conservación del oso en el siglo XXI ... pag. 7
3. Cómo vive .............................................. pag. 4
8. El trabajo de la Fundación Oso Pardo ..... pag. 8
4. Dónde viven y cuántos quedan ............ pag. 5
9. Indicios de presencia: ........................... pag. 9
5. El ciclo vital de nuestros osos ................. pag. 6
© Elaborado por el equipo didáctico de la FOP en 2012 · Dep. Legal: SA-815-2012
1. Introducción
El oso pardo, una de las ocho especies de osos que viven en el planeta, puede considerarse, a escala global, como
uno de los mamíferos con mayor área de distribución mundial y también como uno de los grandes carnívoros con
una situación más próspera. Esta especie ocupaba originariamente la práctica totalidad de Europa y Asia, gran parte
de la mitad oeste de Norteamérica y algunas zonas de Oriente Próximo y del Magreb. Y aunque esta área se ha ido
reduciendo progresivamente en los últimos siglos, todavía es muy extensa, hasta el punto de que en ella se estima
que aún habitan entre 200.000 y 250.000 ejemplares, un número realmente notable para un carnívoro de su talla.
Los osos pardos ocupan una gran variedad de hábitats, desde semidesiertos fríos, como sucede en el Gobi
(Mongolia), hasta zonas costeras o la tundra ártica, como ocurre en Alaska. Sin embargo, su hábitat preferido es el
forestal, por lo que se trata de uno de los mamíferos más característicos de los extensísimos bosques de coníferas
de la taiga siberiana o escandinava, de los bosques mixtos del este de Europa, o de los bosques caducifolios de
hayas, robles y abedules de la Cordillera Cantábrica. Las pequeñas poblaciones de osos que resisten en la Europa occidental están vinculadas a los macizos montañosos más agrestes, donde el acoso humano es menor.
La enorme extensión de su área de distribución y la gran diversidad de factores ambientales a los que se han
adaptado (hábitat, disponibilidad de alimento, clima) han provocado que los osos pardos se encuentren entre los
mamíferos que presentan una mayor variabilidad en sus datos biométricos. Los osos ibéricos están catalogados entre los osos pardos más pequeños, con un peso que en los machos puede superar los 200-250 Kg.,
lejos de los gigantes que habitan en la península rusa de Kamchatka, y los que viven en Norteamérica en la isla de
Kodiak y en las costas cercanas de la península de Alaska, que pueden tener hasta 3 m. de longitud y 700 Kg. de
peso en los ejemplares más grandes. Estos osos pardos están considerados no sólo los osos de mayor tamaño,
junto con los osos polares, sino también los mayores carnívoros terrestres del planeta.
Debido a esta extraordinaria variabilidad en su aspecto externo, sobre todo en lo que se refiere a tamaño y color,
algunos especialistas diferencian un gran número de subespecies o variedades. No obstante, se considera que
todos los osos pardos europeos pertenecen a la misma subespecie: Ursus arctos arctos. Recientes análisis de
ADN procedentes de osos antiguos indican que, incluso durante la época de mayores fríos, pudo haber una población prehistórica de osos pardos continua desde el este de Europa hasta la Península Ibérica.
En España, junto a Italia y Francia, viven las poblaciones europeas de oso pardo más amenazadas. Los osos
ibéricos están en peligro de extinción y se enfrentan a constantes amenazas. Las más importantes son la muerte
de osos causada por personas, la pérdida y fragmentación del hábitat y la baja diversidad genética de los
osos. En España quedan poblaciones de oso en la Cordillera Cantábrica y, compartida con Francia y Andorra,
en los Pirineos.
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¿En qué trabaja el oso?
2. Cómo es el oso pardo
Ficha zoológica del oso pardo
Nombre científico
Ursus arctos arctos
Dimensiones
Longitud (del hocico a la base de la cola): 1,6-2 m.
Longitud de la cola: 6-14 cm.
Altura en la cruz: 0,90-1 m.
Peso
Machos: pueden superar los 200 Kg.
Hembras: difícilmente pasan de 150 kg
Las crías pesan al nacer unos 350 - 400 g.
Longevidad
25-30 años en libertad (máximos conocidos de 34 años en estado silvestre y 47 en cautividad).
Color
Variable de un individuo a otro y en las diferentes partes de su pelaje. Puede oscilar entre el marrón muy
oscuro y el dorado claro, pasando por diversas gamas de grises. No obstante, el patrón de color más
común de los osos es: patas negruzcas, cara pardo-amarillenta, flancos grisáceos y cuartos traseros
pardo-oscuros. Las crías suelen presentar un collar claro que desaparece con la edad, pero del que
puede quedar algún resto en los adultos. El pelaje se muda una vez al año, en la época estival.
Sentidos
Vista mediocre, oído agudo y olfato excelente y finísimo, siendo éste su sentido más desarrollado y útil
para su supervivencia.
Locomoción
Plantígrados, aunque pueden erguirse brevemente sobre las patas traseras, bien para incrementar el
alcance de su visión, bien para conseguir comida o marcar los árboles. Cuando corre, puede alcanzar
los 60 km/h en distancias cortas. Trepa con aceptable agilidad y es buen nadador.
Dentición
Colmillos puntiagudos y robustos, aptos para desgarrar carne, incisivos útiles para cortar tallos y raíces,
y muelas con coronas amplias y planas capaces de triturar vegetales. Todo ello muestra cómo el oso es
un carnívoro preparado para consumir también materia vegetal.
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3. Cómo vive
El hábitat del oso
Los osos pardos viven en áreas poco habitadas, tranquilas y con escasa presencia humana. Su hábitat ideal lo constituye, en el caso del oso cantábrico, un mosaico de bosque formado por hayedos, robledales y abedulares, praderías y pastizales, matorral de brezos y piornos, y roquedos. Este medio se sitúa habitualmente entre los 1.100 y
los 1.800 m. de altitud, por encima de las áreas de intensa actividad agrícola y ganadera y por debajo de la zona subalpina. Los osos pirenaicos habitan preferentemente entre los 1.300 y los 1.800 m. de altitud. Los ambientes más
frecuentados son los bosques maduros de hayas, abedules, abetos, pinos silvestres o pinos negros, ya sean puros
o mixtos. También utilizan las formaciones subalpinas de matorral, los pastizales y los herbazales húmedos.
Los osos necesitan amplias extensiones para vivir, pero la edad y el sexo condicionan el uso del hábitat y el
tamaño del área de campeo, que en las hembras reproductoras suele ser de algunas decenas de kilómetros
cuadrados, mientras que en los machos es varias veces más extensa, especialmente durante la época de celo.
Qué come
El oso es omnívoro, aunque consume principalmente alimentos de origen vegetal. Su dieta varía a lo largo
del año en función de la disponibilidad estacional de los recursos alimentarios. En primavera ingiere sobre
todo hierba y megaforbias, además de carroñas de ciervos, corzos y otros animales silvestres que han muerto
durante el invierno en la montaña. En verano come mayormente frutos carnosos y bayas; arándanos, los frutos
de los pudios y arraclanes, frambuesas…; avellanas, carroñas de animales domésticos, depredan ocasionalmente animales domésticos y silvestres y también miel, abejas y hormigas.
En otoño e invierno son los frutos secos, como bellotas de robles y encinas, hayucos y castañas, así como otros
frutos tardíos, como manzanas silvestres y escaramujos, los que conforman el grueso de su alimentación. El otoño
es una época clave para la supervivencia de los osos, puesto que de la disponibilidad de los energéticos hayucos,
bellotas y castañas dependerá en gran medida el éxito de los partos y la hibernación en buenas condiciones.
El sueño invernal
La escasez de alimento y el frío originan un balance energético negativo y ambos factores parecen desencadenar la
hibernación de los osos, que viene precedida por la búsqueda o excavación de una cueva y su acondicionamiento con
una cama de hierbas y ramillas. La hibernación consiste en un estado de dormición o letargia invernal que hace
descender su ritmo cardíaco desde 40 o 50 hasta unas 10 pulsaciones por minuto; además, el ritmo respiratorio baja
a la mitad y la temperatura se reduce en 4 o 5 grados (desde 37-39 a 31-35 ºC). Al margen de las diferencias entre
sexos e individuos, la duración media del sueño invernal de los osos ibéricos suele ser de dos a tres meses, y
generalmente ocurre entre enero y marzo. Pero también se ha comprobado, al menos en la Cordillera Cantábrica,
una actividad invernal continuada, especialmente de hembras con crías de un año. El desgaste que supone la lactancia
para las osas es enorme y, en los inviernos suaves con abundante comida, puede ser más rentable permanecer activas
que hibernar.
Actividad y vida social
Los osos pardos son predominantemente crepusculares y nocturnos, con máximos de actividad al amanecer y al
atardecer. Durante gran parte del día permanecen inactivos y encamados en lugares tranquilos. Se trata de animales
en gran medida solitarios. Solo pueden encontrarse varios ejemplares juntos durante el celo, en el caso de osas con
crías, en el de los hermanos de una misma camada hasta que se independizan y, más ocasionalmente, en zonas
con abundancia de alimento.
Los machos jóvenes se dispersan a partir de su independencia, recorriendo amplias superficies, mientras que las
hembras muestran un comportamiento típicamente filopátrico, se quedan cerca de donde han nacido y solapan
sus áreas de campeo con las de sus madres.
Un aspecto llamativo de las relaciones entre osos es el infanticidio. Durante el celo primaveral, algunos machos intentan matar a los oseznos con el objeto de que las madres entren en celo. El infanticidio con fines reproductores
es común en muchos mamíferos.
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4. Dónde viven y cuántos quedan
Distribución
En la actualidad, el área de distribución del oso cantábrico se extiende por una superficie aproximada de unos
4.900 Km2 de la Cordillera Cantábrica, aunque de vez en cuando aparecen ejemplares en zonas alejadas. El
territorio ocupado aparece fragmentado en dos áreas, la occidental y la oriental, separadas a partir de la
primera mitad del siglo XX por una franja de más de 40-50 Km., en la que hay algunas barreras importantes y
difícilmente franqueables, como la autopista AP-66 y otras infraestructuras de comunicación.
La subpoblación occidental se extiende por unos 2.800 Km2, desde los Ancares de Lugo, por el oeste, a través
de las agrestes y boscosas montañas del suroeste de Asturias y del noroeste de León, comarcas de los Ancares
leoneses y del Alto Sil, hasta los valles de Babia y Omaña, por la vertiente leonesa, y las cabeceras del concejo
de Lena, en la asturiana.
Por su parte, la subpoblación oriental ocupa unos 2.100 Km2. Los osos de esta población habitan el Parque
Natural de Fuentes Carrionas y Fuente Cobre-Montaña Palentina, y, en menor densidad, se distribuyen también
por la Montaña oriental leonesa, desde donde llevan a cabo incursiones por terrenos del oriente de Asturias. Hay
también una presencia osuna ya consolidada en los montes cántabros de Campoo de Suso y Liébana, que colindan con Palencia y León.
Las dos subpoblaciones comienzan a estar comunicadas por un incipiente movimiento de machos, que ya
ha supuesto el primer cruce genético entre un macho occidental y una hembra oriental
Respecto a la población pirenaica, los osos pardos se distribuyen a lo largo de las dos vertientes de los
Pirineos. En el Pirineo Occidental frecuentan los valles franceses de Aspe y Ossau, y los valles del Roncal, en
Navarra, y de Ansó y Hecho, en Huesca. En el Pirineo Central se extiende por los bosques franceses de Ariège y
Haute-Garonne y por los leridanos del Val d’Aran y Pallars Sobirà. Algunos ejemplares macho recorren igualmente
el Pirineo Oriental en sus vertientes francesa y catalana.
Censo
No es fácil conocer el número de osos que hay en un territorio, porque es una especie forestal, difícil de ver y
no siempre resulta sencillo distinguir unos individuos de otros.
En la Cordillera Cantábrica se evalúa la evolución de la población de osos contando el número anual de osas
con crías, conteo que sumado a los resultados de los estudios genéticos, permite estimar el tamaño de la
población de osos cantábricos.
En el último censo de osas con crías realizado, correspondiente al año 2010, se localizaron 28 osas con crías
del año, 25 en la subpoblación occidental y 3 en la oriental, lo que supone que la población se ha duplicado en
poco más de una década y un récord desde que se realizan censos metódicos y coordinados de la especie.
Extrapolando estos datos y teniendo en cuenta los estudios genéticos puede estimarse que en 2010 la población
en la Cordillera Cantábrica rondaba los 200 ejemplares, de los cuales unos 30 pertenecerían a la más reducida
y amenazada subpoblación oriental.
En los Pirineos vivían en 2010 unos 25 osos, fruto de las sueltas de ejemplares de origen esloveno realizadas en los años 1996, 1997 y en 2006. Excepto dos machos que viven en el Pirineo Occidental, los demás,
incluyendo a las osas reproductoras, viven en el Pirineo catalán y, en los bosques atlánticos de la vertiente francesa.
En 2010, se localizaron en los Pirineos tres osas con oseznos.
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5. El ciclo vital de nuestros osos
La vida de un oso comienza durante lo más crudo del invierno, cuando tiene lugar el nacimiento de los oseznos
en la osera donde su madre se ha retirado a hibernar. Las crías, de una a tres, vienen al mundo normalmente en enero y tan desvalidas que apenas pesan 350-400 g. y son poco mayores que una rata. Al mes abren
los ojos y a los dos, son capaces de caminar. Es en el periodo culminante de la primavera, en abril o mayo,
cuando la familia abandona su guarida invernal y los oseznos tienen su primer contacto con el mundo exterior.
Durante la primavera, la madre debe alimentarse activamente para recuperarse de la pérdida de reservas
sufrida a lo largo de la hibernación y la gestación y para mantener la lactancia de los cachorros. Pronto los
pequeños empiezan a completar su dieta con alimento sólido, de forma que van creciendo rápidamente, hasta
alcanzar un peso de 20-25 Kg. al año de edad.
Los cachorros acompañan a su madre hasta los 16-18 meses, momento en el que un nuevo periodo de celo
de su progenitora los forzará a independizarse, aunque su vinculación fraternal se mantendrá durante unos meses o algo más de un año. Después, los jóvenes osos se separan y se independizan definitivamente, iniciando
la vida solitaria característica de la especie.
Los osos no son muy precoces en su madurez sexual. Las hembras no suelen tener su primer parto antes de
los cuatro años, y los machos posiblemente tarden aún más en reproducirse. Los osos son animales promiscuos, es decir, que cada ejemplar intenta copular con el mayor número posible de individuos en cada estación
reproductora, aunque finalmente hay una selección del padre o de los padres más apropiados por parte de la
hembra. El celo acontece normalmente entre abril y junio. El cortejo y las primeras cópulas provocan la ovulación (lo que se conoce como ovulación inducida), pero la implantación del óvulo fecundado en el útero no se
produce hasta el otoño (implantación diferida). De esta manera, la gestación real solo dura unos dos meses,
motivo por el cual las crías nacen tan poco desarrolladas.
6. Relaciones con los humanos
Los habitantes de la Cordillera Cantábrica y Pirineos y el oso son viejos conocidos. Su relación comenzó hace
más de 150.000 años, cuando se estima que el oso pardo, procedente de Asia, irrumpió en Europa para convivir con nuestros ancestros, los Neandertales primero y los Cromañones después.
Después de un largo y oscuro periodo del que poco se sabe sobre la relación entre hombres y osos, la especie
pasa a ser uno de los animales con mayor protagonismo durante la Edad Media, cuando el oso se convierte
en pieza cinegética favorita de la nobleza y su caza, además de una diversión, pasa a convertirse en el mejor
entrenamiento para la guerra y en apreciado ejercicio de caballeros. A pesar de esta persecución el oso es en
esta época muy estimado y protegido por la nobleza.
A partir del siglo XVI, y al tiempo que se reducen la influencia y el poder de los señores feudales y sus gustos
venatorios se tornan hacia el ciervo, se hace patente la animadversión popular del campesino hacia el oso y
otros predadores, considerados alimañas indeseables. El oso pasa de ser noble a convertirse en villano. Siglos de persecución acabarán recluyendo a nuestro protagonista en las zonas más agrestes de los Pirineos y
de la Cordillera Cantábrica y a convertirlo en una de las especies más amenazadas de la fauna española. Su
situación llegó a ser tan crítica que en 1973 se lo declaró especie protegida y, con el paso de los años, pasará
a ser una de las especies de la fauna española más queridas, con mayores medidas de protección y uno de
los más mediáticos iconos conservacionistas.
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7. La conservación del oso en el siglo XXI
El oso pardo está considerado como uno de los mejores ejemplos entre la fauna ibérica de lo que se considera una
«especie paraguas» o «especie bandera». Es decir, una especie que resulta emblemática por su escasez, relevancia
ecológica y poder de atracción mediática. Estas especies son las que despiertan mayor interés de la sociedad por su
conservación y a las que se destinan mayor cantidad de recursos de todo tipo. Por ello, al conservar estas especies,
como el oso, se consigue indirectamente extender la sombra protectora sobre una infinidad de otros organismos y hábitats.
Los principales problemas de conservación del oso son la mortalidad vinculada al hombre (disparos, trampas,
venenos), la pérdida o la degradación de su hábitat, la dificultad para comunicarse entre subpoblaciones y núcleos
reproductores debido a la fragmentación del hábitat y a las infraestructuras humanas, la baja diversidad genética que
ralentiza y compromete la recuperación de algunos núcleos oseros, y la baja aceptación social del oso en algunas
zonas de su área de distribución.
El oso está incluido en el Catálogo Español de Especies Amenazadas, en la categoría «En peligro de extinción», y
cuenta desde hace tiempo con diversas normas protectoras, como las Estrategias para la Conservación del Oso
Pardo Cantábrico y en los Pirineos que establecen las líneas básicas de actuación para todo el territorio osero en
su conjunto y los Planes de Recuperación desarrollados a escala autonómica. Igualmente, la práctica totalidad del
territorio osero se encuentra incluido en la Red Natura 2000, la red europea de espacios protegidos, y muchas áreas
oseras son Parques Naturales gestionados por las Comunidades Autonómicas. El oso pardo está catalogado por la
legislación comunitaria como «especie prioritaria», lo que obliga a su protección estricta, así como a la de los hábitats
en los que vive.
Se ha progresado mucho en la lucha contra el furtivismo, gracias a la presencia constante sobre el terreno de
guardas y agentes de las Administraciones y de organizaciones conservacionistas como la Fundación Oso Pardo,
a una mayor sensibilización de la sociedad y al endurecimiento del Código Penal contra los furtivos. Aun así, el oso
se enfrenta todavía a amenazas que no han podido erradicarse totalmente como la presencia de lazos ilegales en
el monte colocados para cazar jabalíes y proteger prados y cultivos de los daños que puedan generar, pero que
causan indirectamente la muerte o graves heridas y mutilaciones a los osos que caen de forma accidental en estas
trampas, o el uso ilegal de veneno para combatir al lobo y otros predadores que ha ocasionado la muerte de al menos siete osos cantábricos en la última década.
Igualmente ha mejorado el apoyo social a la conservación del oso y en muchos lugares es visto como un elemento
dinamizador del desarrollo rural, que favorece el turismo sostenible y la comercialización de productos artesanales.
En conjunto, todos estos avances en la conservación se han visto reflejados en un claro incremento de la población
osera en la Cordillera Cantábrica, y también de los Pirineos de la mano de un programa de reforzamiento con osos
eslovenos, lo que permite manifestar cierto grado de optimismo. Pero no hay que bajar la guardia, porque todavía existen importantes problemas y retos para la conservación de la especie.
Un resumen de las figuras legales que protegen a la especie
La Ley 42/207 del Patrimonio Natural y de la Biodiversidad recoge la obligación de las Comunidades Autónomas de elaborar y aprobar Planes de Recuperación para especies catalogadas
como “En peligro de extinción” en el Catálogo Español de Especies Amenazadas, que es la categoría en la que está incluido el oso pardo.
Los Planes de Recuperación son instrumentos técnico-jurídicos que contienen las medidas necesarias para eliminar el peligro de extinción y son la guía reconocida por todos (Administraciones,
ONG, investigadores,...) para abordar las tareas de conservación del oso. Actualmente las cuatro
comunidades oseras de la Cordillera Cantábrica (Cantabria, Castilla y León, Asturias y Galicia) tienen
planes vigentes, mientras que en los Pirineos solamente Navarra dispone de Plan de Recuperación.
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Además se han aprobado la “Estrategia para la conservación del oso pardo cantábrico” y la “Estrategia para la conservación del oso pardo en los Pirineos» que contienen criterios orientadores para
la conservación del oso y para la redacción de los Planes de Recuperación autonómicos.
El Código Penal castiga los atentados directos o indirectos contra el oso. Así, es delito
cazar osos y puede conllevar la pena de dos años de prisión, multas e inhabilitaciones para cazar; igualmente es delito la colocación de lazos o el trampeo en las áreas oseras. También será
castigado con penas de prisión hasta cuatro años quien realice acciones que puedan perjudicar
gravemente el equilibrio de los sistemas naturales o quien en un espacio natural protegido dañare
gravemente uno de los elementos que haya servido para calificarlo. Teniendo en cuenta que la
presencia de oso pardo es un elemento determinante para la declaración de un espacio como
protegido, este tipo penal sirve a los objetivos de conservación del oso.
Una parte relevante de los territorios oseros de la Cordillera Cantábrica y de los Pirineos está incorporada a las redes autonómicas de Parques Naturales y a la red europea de espacios protegidos, la
Red NATURA 2000. La incorporación de las montañas oseras a esta red europea se ha debido entre
otras razones al hecho de que el legislador comunitario ha calificado al oso como especie prioritaria
(Directiva Hábitats 92/43/ CEE), lo que obliga a una protección estricta tanto de sus hábitats naturales,
como de la propia especie. Esta previsión normativa exige una tramitación muy rigurosa de todos los
proyectos que afecten a estos lugares, que incluye la consulta a la Comisión Europea.
8. El trabajo de la Fundación Oso Pardo
La Fundación Oso Pardo (FOP) es una ONG conservacionista constituida en 1992 con el objetivo de contribuir
al estudio y conservación del oso pardo, de su hábitat y del entorno natural y cultural en el que se desenvuelve
esta especie amenazada. El trabajo de la FOP se basa en el desarrollo de experiencias de gestión que demuestren la viabilidad de la coexistencia entre las actividades humanas y una población salvaje de osos.
La FOP mantiene patrullas de vigilantes en los territorios oseros cantábricos. Las patrullas están formadas
por mujeres y hombres vecinos de la montaña cantábrica, implicando de esta manera a la población local en
la conservación del oso y contribuyendo a la creación de empleo local. Las tareas de estas patrullas van desde
la vigilancia y el seguimiento de las poblaciones de osos, hasta el apoyo a programas de investigación, la educación ambiental o la orientación de los visitantes en espacios naturales protegidos.
La FOP trabaja activamente en la conservación y gestión del hábitat osero a través de varias líneas de actuación. Una de ellas se basa en la adquisición de terrenos en el núcleo reproductor osero más importante del
occidente cantábrico, con un objetivo doble: preservar una superficie representativa de hábitat osero de calidad
y desarrollar modelos de gestión compatibles con la conservación del oso. Hasta 2011 la FOP es propietaria de
48 ha de fincas – que son repobladas con cerezos y castaños - y participa en la propiedad de 13 montes con
aprox. 110 km2. Además, la FOP lleva a cabo estudios de hábitat con el fin de proponer medidas para mejorar
la calidad de los hábitats oseros, y desarrolla proyectos con el objetivo de favorecer la conectividad entre las
poblaciones de osos generando un escenario social favorable a la presencia del oso pardo y eliminando riesgos
para la especie, como el trampeo ilegal y el uso de venenos.
Uno de los objetivos básicos de la FOP es impulsar la educación ambiental y la formación, con el propósito
de favorecer cambios de actitudes y facilitar el apoyo a la conservación del oso. Así, ha creado el Programa
Huella de educación ambiental, que introduce en los centros escolares el valor del oso y que formará, a través
de una web específica, al profesorado y a escolares para el desarrollo de actividades didácticas orientadas a la
conservación del oso. Igualmente, la FOP gestiona Casas del Oso en Liébana (Cantabria), Montaña Palentina,
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Somiedo (Asturias) e Isil (Alt Aneu, Lleida), que son centros de interpretación con información y actividades para
conocer la vida de los osos y sus problemas de conservación. Además, la FOP participa en ferias de naturaleza,
imparte conferencias, organiza cursos y jornadas de formación para profesionales vinculados a la gestión del
oso y promueve foros de debate relacionados con la gestión y la conservación del oso.
La FOP viene colaborando en el diseño y en el desarrollo de campañas informativas entre los sectores de actividad relacionados con las áreas oseras de los Pirineos, con el fin de favorecer la aceptación del oso y reducir
los conflictos entre osos y actividades humanas.
Para conocer mejor los proyectos de conservación que lleva a cabo la FOP se recomienda consultar su página Web:
www.fundacionosopardo.org
9. Indicios de presencia
El oso es un animal escaso y esquivo que vive en parajes abruptos y recónditos que hacen difícil su observación.
Más fácil es detectar indicios de su presencia como huellas, excrementos, arañazos y mordiscos en árboles.
Huellas
El oso es plantígrado y deja huellas de buen tamaño e inconfundibles - las traseras, como las de una persona
-, marcando los cinco dedos y las uñas. La huella del pie es más larga y estrecha que la de la mano. La medida
que habitualmente se toma de la huella de un oso es la distancia que hay entre los puntos centrales de las
impresiones de los dedos situados en los extremos (entre los dedos uno y cinco). Las huellas de una hembra
adulta de tamaño medio miden de anchura entre 100 y 105 mm. en la mano y en torno a medio centímetro me-
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nos en el pie. Las huellas de las manos de un macho adulto pueden superar los 130 mm. de ancho. Las huellas
de los oseznos recuerdan a las del tejón, pero incluso las de los oseznos recién salidos de las oseras en abril
o mayo (de 60 a 65 mm. en la mano) son mayores que las del mustélido (45 mm. de ancho). Al desplazarse, el
oso apoya con más firmeza la parte externa de las manos, y las huellas delanteras miran hacia dentro, como si
fueran patizambos, mientras que las impresiones del pie son más o menos paralelas al sentido de la marcha.
Excrementos
Los excrementos del oso son grandes y difíciles de confundir, y nos permiten estudiar su alimentación con
detalle e incluso tener una idea a primera vista, ya que suelen conservar restos bastante identificables de los
alimentos consumidos. Salvo cuando consumen carroñas de animales muertos, su olor no es desagradable.
La forma y coloración de los excrementos de un oso varía dependiendo del tipo de alimento ingerido. En primavera, el consumo de hierba les da color predominantemente verdoso; en verano pueden adivinarse semillas y
restos semidigeridos de bayas y frutos carnosos, restos de insectos y pelos de animales salvajes o domésticos,
mientras que en otoño e invierno son los fragmentos de las cáscaras de frutos secos, como bellotas, hayucos
y castañas, los que prevalecen.
Excremento de primavera
Excremento de otoño
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Excremento de verano
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Arañazos y mordiscos en árboles
Durante la primavera, cuando tiene lugar el celo, los osos machos marcan con mordiscos y arañazos los
troncos de los árboles para comunicar su presencia e intenciones a otros congéneres. También las osas y los
jóvenes osos arañan y se rascan en los troncos de los árboles a lo largo del año. Igualmente es posible detectar
ramas rotas que evidencian que un oso ha trepado a un roble o a un cerezo para alimentarse.
Pelos
En los alambres de espino que rodean prados y cultivos, en los árboles donde se restriegan para impregnar su
olor y en la vegetación de los encames, los osos suelen dejar sus característicos pelos, ligeramente ondulados
y suaves al tacto. Los pelos, además de confirmar la presencia del animal, se utilizan en los estudios genéticos
para extraer ADN de sus raíces.
Arañazos en árbol
Mordiscos en árbol
Pelo de oso
Más información sobre el oso pardo
En la página web de la Fundación Oso Pardo (www.fundacionosopardo.org).
El libro “Osas: el comportamiento de las osas y sus crías en la Cordillera Cantábrica” puede
descargarse de forma gratuita en la página web de la FOP y en la de la Fundación Biodiversidad
(http://www.fundacion-biodiversidad.es); entrando en el Fondo Documental, pinchando en
Publicaciones e introduciendo el nombre del libro en el buscador.
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educación ambiental
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Recuerda que puedes obtener
más información, noticias, vídeos,
juegos, libros y mucho más, en la página Web de la Fundación Oso Pardo
www.fundacionosopardo.org
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