CARTA CESU SUE AUTONOMÍA

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 Bogotá, D.C. Septiembre 15 de 2014
Dra. GINA MARÍA PARODY D'ECHEONA
Ministra de Educación Nacional
Presidenta. CONSEJO NACIONAL DE EDUCACIÓN SUPERIOR (CESU)
Señores Miembros
CONSEJO NACIONAL DE EDUCACIÓN SUPERIOR
Dr. LUIS ENRIQUE ARANGO JIMÉNEZ
Presidente del SUE
Rector Universidad Tecnológica de Pereira
Ciudad.
Ref: La autonomía universitaria lesionada en la Universidad del Atlántico.
Respetada Señora Ministra,
Respetados Miembros del Consejo Superior de Educación Nacional,
Respetado Presidente Sistema Universitario estatal (SUE)
De acuerdo con la Sentencia de la Corte Constitucional T-513/97 la autonomía universitaria
se refiere a:
La capacidad de autodeterminación otorgada a las instituciones de educación
superior para cumplir con la misión y objetivos que les son propios. Se trata de una
garantía que permite a los entes de educación superior darse su propia
normatividad, estructura y concepción ideológica, con el fin de lograr un desarrollo
autónomo e independiente de la comunidad educativa, sin la injerencia del poder
político.
Sin embargo, la distancia entre esta concepción y las prácticas del ejecutivo y del poder
político, parece ser cada vez mayor, con lo cual la autonomía universitaria parece ser en
estos tiempos, una simulación insubstancial de la democracia, agravada por un selectivo
laissez faire, laissez passer del Ministerio de Educación Nacional, específicamente del
Viceministerio de Educación Superior.
En particular, creo que es hora de hacer un balance y evaluar qué tan efectivos son los
delegados del presidente, gobernador o alcalde y del ministerio en las universidades
públicas. ¿Para qué ha servido su presencia? ¿Qué aportes han hecho? ¿Quién evalúa su
actuación, quién les hace seguimiento ¿Con qué criterios e indicadores? ¿A quién rinden
1 cuentas y quiénes conocen los resultados de esta evaluación? ¿Cómo beneficia su presencia
la autonomía universitaria y el logro del avance del conocimiento? ¿Sigue siendo válida su
presencia en los Consejos Superiores, teniendo presente sus resultados 20 años después de
emitida la Ley 30?
La anterior preocupación la ilustro a la vez que denuncio, a la luz de tres hechos concretos
acontecidos en la Universidad del Atlántico:
1. La actuación del gobernador, el Viceministerio de Educación Superior y el Consejo
Superior Universitario, frente al problema de la edad de pensión de la rectora Ana
Sofía Mesa y su retiro de la institución.
2. La actuación del delegado del Viceministerio de Educación Superior, Dr. Carlos
Rocha, ante el Consejo Superior Universitario.
3. La no convocatoria del Consejo Superior Universitario por más de cuatro meses.
Veamos lo que ha pasado:
1. La actuación del Presidente del Senado, el Gobernador del Atlántico, el
Viceministerio de Educación Superior y el Consejo Superior Universitario, frente al
problema de la edad de pensión de la rectora Ana Sofía Mesa y su retiro de la
institución.
Ha llegado a ser absolutamente evidente en los últimos años que el vínculo entre la elección
de rectores, su permanencia y retiro con la excelencia académica en algunas universidades
públicas, está amenazado. En el caso de la Universidad del Atlántico, la prensa nacional ha
puesto en conocimiento público la situación y recientes notas de prensa del 10 y 11 de
septiembre1 señalaron:
En el reparto burocrático para la reelección, el presidente Santos le prometió la
Universidad del Atlántico al senador liberal Álvaro Ashton. Y en efecto la ministra
de educación Gina Parody a través de su viceministra Patricia Martínez en llave
con el gobernador del Atlántico Antonio Segebre, propiciaron una reunión del
Consejo Superior para darle un golpe de estado a la rectora Ana Sofía Mesa,
argumentando que esta había cumplido la edad de retiro.
La principal universidad pública de la Costa Caribe que Ana Sofía Mesa logró
encarrilar y dejar con las finanzas saneadas y operando con regularidad, ahora en
manos de la clase política, puede terminar en el estado en que Mesa la recibió hace
ocho años, desfalcada y tomada por la politiquería local, cuando el gobierno Uribe
a través de la ministra Cecilia María Vélez la intervino para salvarla. Ashton tiene
un serio rival en la puja por el botín de la Universidad: el presidente del senado
José David Name quien también intervino activamente en la trinca para sacar a la
rectora.
Cuatro pesos pesados de la política en el Atlántico están detrás de la rectoría de la
Universidad del Atlántico: el liberal Álvaro Asthon, el presidente del congreso y de
1 Recuperado de: http://www.las2orillas.co 2 La U José David Name, Miguel Amín y los Char de Cambio Radical. Después de un
trabajo de saneamiento de ocho años, la rectora Ana Sofía Mesa a quien los
políticos con el gobernador Segebre a la cabeza, llevan más de un año tratando de
sacarla, entrega la Universidad con un millonario presupuesto de inversión. Están
a punto de entrarle $30 mil millones por cuenta de una acción popular que ganaron
los pensionados de la Universidad, con lo que quedarán libres $36 mil millones
anuales para inversión, además del presupuesto ordinario de $254 mil millones.
Volviendo al caso que nos ocupa, se ha dado golpe de estado a la Universidad del Atlántico
y con ello, la autonomía universitaria se ha ido al traste. El Consejo Superior con base en
una comunicación no confirmada de Colpensiones, un secretario ad hoc (que no puede
firmar un acto administrativo) y sin confirmar que la rectora hubiera sido notificada
debidamente, decide hacer efectivo su retiro y nombra rector encargado. Ahora, deberán
reversar la decisión por sus visos de ilegalidad.
Aparte de la grave desinstitucionalización y el peligro de inestabilidad que esta decisión
puede acarrear, nos cuestionamos cuál fue el papel del Ministerio o su delegado, en este
caso. Por acción o por omisión, su papel es cuestionable y debe ser investigado, así como la
acción del gobernador y los demás miembros del Consejo Superior.
La rectora Ana Sofía Mesa, merece todo nuestro reconocimiento, admiración y respeto.
Rectora, gracias por su gestión y que la vida le compense justamente el sufrimiento que esta
dolorosa situación le haya podido causar.
El llamado que vehementemente hacemos al Sistema Universitario Estatal (SUE) y al
Consejo Nacional de Educación Superior (CESU), es a que busquemos fórmulas para que
la gobernanza universitaria quede resguardada y libre de toda injerencia política, como lo
estableció la sentencia de la corte constitucional con la que comienza esta comunicación.
Estamos en el momento propicio para corregir el rumbo. La formulación de política pública
ha de tener en cuenta que necesitamos políticas para gobernar y hacer ciencia y ciencia para
hacer política y gobernar. Aquí demandamos también de la clase política de la costa y del
presidente del Senado, que comprendan que la autonomía universitaria no es de papel,
porque podrían estar induciendo una crisis de gobernabilidad en la universidad de
consecuencias insospechadas.
La elección de los directivos universitarios de excelencia no puede tener éxito ni resultar en
nada bueno, si se convierte en una batalla uno-a-uno entre el poder político y los ideales de
las universidades. La única forma en que se puede lograr un equilibrio adecuado entre la
autonomía universitaria y el gobierno, es a través de una regulación que en efecto afiance la
primera y ponga límites a la segunda.
Por otra parte, el retiro de los rectores debe ser objeto también de regulación especial. No
puede volver a suceder en la universidad colombiana, que nuestros rectores sean retirados
con maltrato, a veces a “sombrerazos”, sólo a causa de su edad. La edad de retiro forzoso
de los altos directivos académicos debe ser la puerta de salida a una decorosa y honrosa
jubilación, no la entrada al desprestigio, al desconocimiento de toda una vida dedicada al
saber y a una inseguridad ontológica cuyos riesgos son hasta de muerte. Y esto tampoco
3 puede ser propiciado por el estado, ni consentido por ninguna organización universitaria o
social.
El anacronismo que al respecto subsiste en la legislación colombiana, al establecer la edad
de retiro forzoso a los 65 años en el artículo 31 del decreto ley 2400 de 1968 hace 54 años,
junto con las leyes y reglamentaciones emitidas posteriormente que lo perpetúan,
desconoce el cambio demográfico que se da en el país y en el mundo y el avance de los
estudios de la neurociencia con respecto a la plasticidad del cerebro y la edad. Así mismo,
la concepción de la tercera edad como una vejez ruinosa o como una antigualla, se
corresponde más con el concepto de ciclo de vida del producto de la industria, que con una
concepción humanista y dignificante. En la sociedad colombiana, tenemos que reeducarnos
sobre esto y aprender a ver la tercera edad como fuente de saber acumulado.
La propuesta es entonces, que gobierno, políticos y universidades actuemos en el espíritu
de los tiempos, para que de una vez por todas la arcaica figura del retiro forzoso sea
eliminada o cuando menos regulada al tenor de una concepción científica y humana.
Cuando hacemos el llamado al Ministerio de Educación Nacional, al presidente del Senado
y a los políticos de la costa, para que no violenten ni dejen violentar la autonomía
universitaria, lo hacemos, como decimos coloquialmente, con el corazón en la mano, por
una universidad que necesitan los atlanticenses como posibilidad de futuro. La promesa que
la universidad hace a la sociedad en su misión, no podrá ser cumplida de si existe un
posible interés indebido y conflicto de intereses por parte de los delegados del gobierno. Es
necesario por tanto, que la Señora Ministra ponga especial atención a las calidades de sus
delegados.
Solicito respetuosamente al CESU y al SUE su pronunciamiento en este punto y que
recomiende al Ministerio divulgar los mecanismos que aseguren que la elección de nuevo
rector o rectora de la universidad será limpio y transparente, basado en la ética y los
valores, en la trayectoria y la excelencia académica. Nada más deplorable para una
universidad que su rector o rectora sea poco o nada respetable.
2. La actuación del delegado de la Ministra en el Consejo Superior Universitario.
Otra arista del grave problema de la gobernabilidad de las universidades públicas, es el
papel que desempeñan los delegados del gobierno en los Consejos Superiores.
Dando un rápido vistazo a la Ley 1347 de 2007, que establece:
En virtud del principio de imparcialidad, las autoridades deberán actuar teniendo
en cuenta que la finalidad de los procedimientos consiste en asegurar y garantizar
los derechos de todas las personas sin discriminación alguna y sin tener en
consideración factores de afecto o de interés y, en general, cualquier clase de
motivación subjetiva.
En virtud del principio de transparencia, la actividad administrativa es del dominio
público, por consiguiente, toda persona puede conocer las actuaciones de la
administración, salvo reserva legal.
4 La pregunta es, si estos principios fueron cumplidos por el delegado de la ministra y los
demás miembros del Consejo Superior de la Universidad del Atlántico e investigar su
actuación en situaciones tales como la elección de representante estudiantil, la posible
oferta de cargos en el ministerio y la elección de rector.
En éste como en otros varios casos, en muchos avatares ha resultado que los estamentos
universitarios, apiñados en torno a la ambición del poder y en muchos casos politizados,
pretendiendo ser autónomos, terminan electoralmente militando en contra de la autonomía
universitaria, insignia cimera de la universidad. Ha sido común el querer perpetuarse como
representante de los estamentos, utilizando como estratagema cambiar de estudiante de
pregrado a posgrado o representar a los egresados siendo funcionario, para favorecer los
intereses del gobierno o de la administración, tornándose la función de Consejero en un
cargo administrativo permanente en la Universidad, lo que en ningún caso lo es o debe
serlo. Aquí surge la necesidad de establecer reglas claras y transparentes sobre los periodos
de los representantes estamentales, sus responsabilidades y límites.
Ha de tenerse en cuenta para ello, que estudios del Gobierno y la Gobernabilidad
universitaria han reseñado que “periodos demasiado extensos generan el peligro de que los
integrantes se perpetúen en el poder y limita la posibilidad de que las IES cuenten con
nuevas autoridades que puedan ofrecer nuevas y mejores alternativas de administración de
la IES … Lo anterior dificulta el desarrollo de un alto nivel de compromiso con la
universidad por parte de los miembros de estos órganos de gobierno. 2.
Así mismo, la Guía de Consulta Rápida. Órganos de Dirección, de la Subdirección de
Inspección y Vigilancia del Ministerio, en diferentes apartados, indica que:
Los integrantes de los máximos órganos de dirección y de gobierno deben evitar un
conflicto de intereses que impidan cumplir objetivamente las funciones propias de
su cargo. Dicho conflicto se presenta cuando los referidos integrantes anteponen
intereses particulares o aquellos propios de los estamentos que representan a los
intereses de la IES. En consecuencia, independientemente si los integrantes de los
órganos de gobierno son elegidos democráticamente o por alguna otra autoridad
interna o externa a la IES, ellos deben ser conscientes de que su misión no es
defender intereses particulares o los de un determinado sector, sino la de adoptar
las decisiones que sean más favorable para la respectiva IES.
[…] De allí la importancia que en los estatutos internos se defina el régimen de
inhabilidades e incompatibilidades para los miembros de los órganos de dirección y
de gobierno, con el fin de evitar que dichos integrantes participen en asuntos en los
cuales no es posible garantizar una posición objetiva por parte de ellos lo que
impide que adopten las decisiones que satisfagan los requerimientos que demanda
la IES.
La ley 489 de 1998, también estableció unos requisitos básicos para los delegados de los
2 Restrepo, J. M., Trujillo, M. A Dávila & Guzmán, A. Gobierno Corporativo en las Instituciones de Educación Superior en Colombia. CESA, Bogotá, D.C. Colombia. 5 ministros, que es necesario actualizar y reglamentar para el sector universitario estatal. Y, la
Ley 734 de 2002, estipuló que es necesario exigir a los servidores públicos (los delegados a
los Consejos Superiores, fungen como tales) y a los particulares que cumplan funciones
públicas un determinado comportamiento en el ejercicio de sus cargos que respete los
principios de moralidad, eficacia y eficiencia que caracterizan la actuación administrativa y
el cabal desarrollo de la función pública (cfr. sentencia de la Corte Constitucional C-155 de
2002 M.P. Clara Inés Vargas Hernández).
Hay por lo tanto instrumentos de política que le permitirían al CESU y al SUE, realizar
recomendaciones en la materia y proponer otros, que en vez de idealizar la autonomía, la
materialicen. Los ideales y las realidades van por caminos diferentes y estos nos debe servir
como advertencia de lo que se viene poniendo en práctica en el juego del poder político en
las universidades públicas.
Ante ello, tenemos que actuar con valor civil para impedir que crezca sutilmente la
tendencia de la división entre la toma de decisiones y la responsabilidad que deben
conllevar y entre éstas y las funciones de control del estado. Es peligroso no tener en
cuenta, que quienes influencian la toma de decisiones sin responsabilidad y más aún si
tienen funciones de control directo o indirecto, hacen un inmenso daño a la
institucionalidad del sistema, al territorio y al país.
3. La no convocatoria del Consejo Superior Universitario por más de cuatro meses.
La ministra Gina Parody y la Viceministra de Educación Superior entrante Dra. Nathalia
Ariza, tienen en este tema un enorme campo por avanzar. Los miembros del Consejo
Superior de la universidad del Atlántico dejaron a la deriva la institución casi por un
periodo académico.
Esto tiene fuertes implicaciones para nuestras futuras deliberaciones sobre el gobierno y la
gobernabilidad universitaria y la discusión sobre estos temas debe entrar a ser parte de la
agenda.
El papel de la política pública aquí, debe ser el de proporcionar reglas estables y
transparentes para preservar la autonomía de la universidades. De lo contrario, se seguiría
afianzando una posición aún más delicada y peligrosa, con la consecuencia de reducir
drásticamente o abandonar el sentido histórico de la existencia de la universidad y dejarla al
vaivén de la injerencia política. La amplia historia de las universidades integradas en la
cultura de la autonomía y la responsabilidad, no nos deja ninguna razón para dudar que
desde nuestras universidades se podrá seguir haciendo contribuciones significativas a la
sociedad y al país si somos capaces de evitar convertirnos en víctimas de la repolitización.
Lo que ha pasado en la Universidad del Atlántico, será parte de una historia que no
hubiéramos querido vivir quienes respetamos la Universidad y su papel en la sociedad. Al
señor presidente del Senado, a los políticos de la costa y al Ministerio de Educación
Nacional le manifestamos una vez más nuestra profunda indignación y el dolor de la
comunidad universitaria ante el manejo inhumano y presumiblemente ilegal del retiro de la
rectora Ana Sofía Mesa.
6 Por último, es necesario que establezcamos conjuntamente con el Sistema Universitario
estatal una “Agenda para la Autonomía”, que contemple, no solo los puntos aquí
mencionados, sino aquellos que en definitiva permitan realizar el precepto constitucional de
la autonomía universitaria.
Atentamente,
ELIZABETH VIDAL ARIZABALETA
Representante de la Comunidad Académica
Consejo Nacional de Educación Superior (CESU)
Asesora de Rectoría (Universidad del Atlántico)
Copias:
Dr. Alejandro Ordóñez Maldonado, Procurador General de la Nación
Medios de Comunicación
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