LA NECESIDAD DE FORMACIÓN DE UNA IDENTIDAD PROFESIONAL DE LOS ORIENTADORES EDUCATIVOS “En cierto momento no solo vivíamos, sino que empezábamos a saber que vivíamos, de ahí que nos haya sido posible saber que sabíamos y por lo tanto saber que podíamos saber más. Lo que no podemos como seres imaginativos y curiosos, es dejar de aprender y de buscar, de investigar la razón de las cosas. No podemos existir sin interrogarnos sobre el mañana, sobre lo que vendrá a favor de qué, en contra de qué, a favor de quién, en contra de quien vendrá; sin interrogarnos sobre cómo hacer concreto lo “inédito viable” que nos exige que luchemos por él.” PAULO FREIRE. En el siguiente trabajo pretendo resaltar la importancia de la orientación educativa, tal es el caso de búsqueda de una identidad profesional del orientador educativo así como algunos elementos que ayuden a comprender del porque se da esta problemática dentro del quehacer del orientador. En un primer momento se intenta clarificar los conceptos de “identidad” y de “formación” a partir de premisas que sostendré y fundamentare de forma teórica me adentrare en la formación de la identidad del orientador educativo. Al hablar de identidad nos encontramos con diferentes concepciones de la misma, concebida de distintas maneras, tal y como sucede con el termino formación*. Centrémonos en una realidad, la identidad ha sido y es concebida de manera muy esquemática, siendo que somos seres construidos, históricos, formados, y no naturales como nuestra cultura pretende encasillarnos. Desde el punto de vista de Patricia Safa conceptualizamos a la identidad como “…sistemas de relaciones y presentaciones que permiten a los individuos reconocerse y ser reconocidos por otros (proceso de identificación), pero también se reconocer a los otros (procesos de diferenciación),[…) las personas pueden colocarse en un campo (dimensión integradora), ordenar sus esquemas y prioridades y optar entre líneas de conductas alternativas (dimensión selectiva), pero también integrar las propias experiencias pasadas, presentes y futuras en la unidad de la biografía.” (Safa, Patricia; identidades locales y multiculturalidad: Coyoacán: Cultura y comunicación en la ciudad de México; García Canclini; Ed. Grijalbo y UAM I, México 1998; pag. 287). Por tal motivo no es posible que podamos totalizar una definición de la identidad ya que es una representación simbólica de nosotros mismos con el mundo que nos rodea, un análisis hermenéutico de nuestra propia realidad y de lo que somos. Y en la construcción de esta va a determinar nuestra visión hacia la vida, el sentido que le demos a esta, determinada por acciones socioculturales y subjetivas que formamos a través de nuestra vida bajo nuestras experiencias. Por otra parte al hablar de profesión se cree que esta se refiere a cualquier tipo de actividades, a tal grado que se llega a usar de manera indistinta los conceptos de oficio, empleo o arte para aludirla. Profesión se refiere a aquellas personas que son capaces de solucionar problemas en una sociedad determinada. En el ámbito profesional, la identidad toma otros agentes para seguir transformándose y esto va a suceder en relación a nuestro campo de trabajo, al espacio donde nos desarrollemos y con los profesionales que con los que nos identifiquemos. Pero también las políticas sociales y de la institución en la que nos encontremos darán un giro a esa identidad ya formada y en constante transformación para convertirse así en una identidad profesional. Borduieu nos dice “el mundo social es también representación y voluntad, y existir socialmente también quiere decir ser percibido, y por cierto ser percibido como distinto. (Bordieu citado por Giménez Montiel, Gilberto. “Paradigmas de identidad”, en CHIUHU Amparán (coord..). Sociología de la identidad, México: UAM, 2002, 2647p.p.39). Para vernos a nosotros mismo, necesitamos la mirada de los otros, mirada que utilizamos como un espejo, nos proyectamos en él y esté, a la vez, nos devuelve esa imagen, y todo este proceso es de permanente reconstrucción. Aunque no creo totalmente en que la identidad profesional se vea forjada en el habito laboral como tal, ya que tiene sus inicios desde la construcción de una identidad propia. En el ámbito profesional el orientador educativo como muchos profesionales tendrá que construir y formar una identidad profesional que le dé sentido a su práctica a partir de una identidad ya formada desde nuestra infancia y que aquí dentro de la práctica profesional le dará una nueva dirección. El problema de la identidad profesional del orientador radica en definir a la orientación educativa, en el cuestionarse sobre la labor de este, ya que al no tener un concepto claro de lo que es la orientación educativa no tendremos las herramientas teóricas para enfrentar nuestra práctica profesional. Es cierto que no existe una carrera como tal que nos forme como orientadores educativos pero nuestro perfil nos dará la posibilidad de formar una identidad como profesionales de la orientación*. El termino orientación etimológicamente viene del la palabra oriente por donde sale el sol, el que orienta, sin embargo la practica orientadora va mas allá, “ La orientación educativa es la práctica universal, ejercida en su expresión más sencilla por el hombre que mediante la palabra guía a otro; que establece con su interlocutor una relación ética o pedagógica. (Antonio Gramsci, La alternativa pedagógica, Fontamara, Mexico, p 253). Y si bien el orientador funge como guía, quien o que guía al orientador a ejercer esta labor? Muy probablemente sea la construcción subjetiva de su identidad profesional que ira formando y transformando a lo largo de su práctica orientadora para darle sentido a su quehacer profesional. Pero desafortunadamente muchas veces nuestra práctica se basa en creencias sobre lo que se piensa que es la orientación educativa y sobre lo que es ser orientador, vista por docentes, directivos, padres de familia y por los alumnos, vista esta como el ministerio publico de la institución educativa donde el orientador es el agente enjuiciador pero también enjuiciado por la misma institución, ya que si este no responde o cubre las expectativas de la institución, se es un mal orientador; por el contario si este tarta de cumplir los intereses de los demás y no las suyas es visto es un buen orientador. Se olvida que el quehacer del orientador requiere de la intervención y trabajo conjunto de estos agentes enjuiciadores. Con esto no pretendo victimizar al orientador, mi propósito es empatizar con su tarea y su papel dentro de la institución educativa, ya que no se nos debe de olvidar el departamento de orientación esta creado para los jóvenes estudiantes. Entonces definiendo y tratando de explicar la tarea del orientador educativo podemos ver a la orientación educativa como la práctica universal, ejercida en su expresión más sencilla por el hombre, que mediante la palabra guía a otro; que establece con su interlocutor una relación ética o pedagógica Existen orientadores preocupados por su formación, pero también mucho otros que prefieren basar su practica en el sentido común* haciendo referencia a orientadores educativos cuyo perfil profesional (pedagógico y/o psicológico), hemos limitado nuestra tarea a un quehacer basado en creencias, olvidando la praxis en nuestra labor profesional centrándonos exclusivamente en la práctica haciendo un lado a la teoría y recurriendo a modelos erróneos de lo que se cree que es un orientador educativo, en el peor de los casos nos basamos en métodos anglosajones que nada tienen que ver con nuestro contexto histórico, social y cultural. Desafortunada mente el cuestionarnos implica un nivel más abstracto de ver nuestra labor profesional y no siempre llegamos a ese nivel de complejidad que nos permita darle sentido a nuestra práctica profesional. Tal y como hace mención Carlos A. Zarzar Charur en la Lucerna Diogenis, Mex, 2002. Al cual parafraseo y retomo: Nos habla de cuatro niveles, el primero llamado el sentido común, limitando la tarea del orientador educativo ya que hay una serie de dificultades que no se pueden enfrentar con el sentido común y para lo cual necesitan otro tipo de herramientas tales como las teóricas, como las técnicas al que llama el segundo nivel, el cual maneja elementos técnicos como los test, el cual tiene implicaciones muy serias cuando se analiza críticamente. Y da la posibilidad de pasar a otro nivel, llamado teoría, en donde además seguir con una serie de actividades, la estrategia clínica plantea que la orientación se centra en la persona pero esta persona no es totalmente libre. Ya que está condicionada por una serie de circunstancias y características que ha vivido a lo largo de su existencia. Pocas veces puede fundamentar y conceptualizar sus tareas como orientador, pocos llegan a este nivel ya que su trabajo se vuelve circular y se le pasa el tiempo haciendo las mismas cosas que le fueron asignadas. El último nivel es el cuarto y también llamado conciencia política en donde el orientador comienza a tomar conciencia de su función, tomando decisiones más claras y definidas acerca de su trabajo. Como se expresa aquí el Orientador pocas veces tiene esa posibilidad de hacer una conciencia de su práctica profesional debido a diferentes factores que limitan su labor, se encarga de cosas que no le corresponden (dictaminadas así por la institución) y deja a un lado la posibilidad de encontrarse con el mismo y de hacer de su quehacer orientador una práctica significativa para él y para el orientado. Infortunadamente la orientación educativa ya sea vista como parte de una curricula o bien como un servicio de orientación en donde él joven estudiante puede requerir de el ya si este lo desea o en el peor de los casos si la institución o los mismos profesores y directivos a si lo determinan (esto sucede cuando el joven sale de los parámetros de lo establecido por la Institución educativa), y así la practica orientadora se vuelve represora, limitadora y autoritaria para obedecer así con las exigencias y expectativas de la institución educativa. Aquí basta con preguntarnos qué tipo de orientador queremos ser, el que espera llenar expectativas ajenas o el que buscara cubrir las necesidades de los jóvenes estudiantes?. Y al cuestionarnos tratemos de darle respuesta y a su vez una solución a nuestra práctica profesional, de tal manera iremos construyendo una identidad profesional. Para poder encontrarnos e identificarnos en esta búsqueda de la identidad profesional tratemos de formar y formarnos, ya que “En la formación uno se apropia por entero, en lo cual y a través de lo cual uno se forma”. (Gadamer Hans Georg. Verdad y Método. Fundamentos de hermenéutica filosófica, 3era edición, Ed. Sigueme, Salamanca, 1988, p. 15). La formación es un proceso que cada sujeto desarrolla y construye a lo largo de la vida, abarcando desde un plano individual, social y profesional; veamos a la formación al igual que la identidad como una posibilidad de construcción de nuestra subjetividad, donde como orientadores educativos enriquezcamos nuestra práctica y así darle un sentido pedagógico a su quehacer profesional. Concibo a la identidad profesional como un proceso de toma de conciencia, de aprehensión de nuestro papel profesional. Sin embargo, no considero que al ejercer ya en un ámbito profesional sea el momento más oportuno para comenzar con dicho proceso ya que este debiese dar sus primero brotes en la conformación de nuestra identidad personal asignada por procesos y sucesos; Desde, un momento relevante en nuestra historia personal. Es momento de tomar conciencia de nuestra labor profesional ya que la Orientación Educativa juega un papel importante dentro de la formación de estudiante joven, lo cual nos obliga a mirar hacia nuestros jóvenes y no solo a eso, a buscar estrategias que nos permitan acompañarlos durante su formación. Nuestro ejercicio profesional no es independiente del entorno socio-politico y cultural; sin embargo, es importante darnos cuenta de la diversidad de nuestro campo de intervención como especialistas. Pero con una identidad ya formada con antes, durante y después de nuestra práctica profesional. El fenómeno educativo exije nuestra intervención como pedagogos, pues somos los especialistas de este campo, sin embargo, la necesidad de nuestra labor profesional no es del todo reconocida, por ello es importante propugnar por abrir el campo ocupacional para nosotros y demostrar lo valiosos de nuestra tarea pedagógica. Una pedagogía pobre ofrece un tipo de sentido que nos vuelve atentos, que elimina o suspende la voluntad de someternos a un régimen de la verdad o de someternos en función de lograr una ventaja o beneficio. Una pedagogía pobre no promete beneficios. No hay nada que ganar (no hay nada a cambio), no se aprenderán lecciones. Sin embargo, es una pedagogía generosa: da tiempo y espacio, el tiempo y el espacio de la experiencia. Una pedagogía pobre no vigila, no está supervisando, no está cuidando un reino (el reino de la ciencia, de la racionalidad, de la moralidad, de la humanidad, etc.) No impone condiciones de ingreso, sino que invita a caminar los caminos, a salir al mundo, a copiar el texto, es decir, a exponerse. El caminar los caminos significa literalmente salir de la comodidad del hogar para entrar al mundo. (Dussel, 2006, p. 306,307) Nuestra sociedad requiere de orientadores formados para ello, con un perfil que cumpla no solo con las necesidades que tenemos como país, ni no con las necesidades que tienen nuestros jóvenes estudiantes; es momento de comenzar a formarnos y trabajar para ello. DATOS PERSONALES IRAIS ALVA QUINTERO CURP: AAQI820618MDFLNR04 EDAD 29 AÑOS FECHA DE NACIMIENTO: 18 DE JUNIO DE 1982 DOMICILIO: DURANGO No.2 COL. EL CHAMIZAL, C.P. 55270 ECATEPEC DE MORELOS, EDO. DE MEX. TELEFONOS: 57117692 CEL. 5539891256 CORREO ELECTRONICO: [email protected] FORMACIÓN ACADEMICA LIC. EN PEDAGOGIA (TITULADA) UNIVERSIDAD AUTONOMA DE MEXICO, FACULTAD DE ESTUDIOS SUPERIORES ARAGON. OTROS ESTUDIOS 1ER. DIPLOMADO EN ORIENTACIÓN EDUCATIVA CON ENFOQUE DE INVESTIGACIÓN E INTERVENCIÓN. UNAM, FES- ARAGÓN. TRABAJO ACTUAL : ORIENTADORA EN CONALEP ECATEPEC II