archivo PDF - Universidad Estatal a Distancia

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Una mirada a nuestro modelo educativo y de gestión
académica: del dicho al hecho.
Mag. Graciela Núñez Núñez
[email protected]
“Creo que la educación a distancia …es un medio de liberar el espíritu
humano a través de modalidades de estudio más autónomas. ” Sir
John Daniel
Todo modelo de educación se caracteriza por ser un complejo sistema de
interacciones entre los diferentes actores del mismo. Sin embargo, este
sistema es particularmente complejo cuando se trata de la educación a
distancia. A diferencia de la educación tradicional donde los actores
fundamentales son el docente y los estudiantes y las relaciones directas que
se generan entre todos ellos en el salón de clase; la educación a distancia
(EaD) es el resultado de la conjunción de los esfuerzos de múltiples actores
de diferentes disciplinas para lograr una oferta académica de calidad, acorde
tanto con las necesidades de un estudiantado meta y de una realidad social,
económica y cultural, como con una filosofía de país que tenemos en mente.
Sir John Daniel (2010), presidente del Commonwealth of Learning,
en un
blog sobre la fragilidad de los programas de educación a distancia, expresa
pesar por la alarmante rapidez con que muchas instituciones y programas
de educación a distancia están perdiendo su reputación de calidad y
efectividad. La causa de esta fragilidad la encuentra en los comentarios de
Desmond Keegan
sobre el hecho de que “en la educación tradicional el
profesor enseña, mientras que en la educación a distancia la institución
enseña.” Y continúa explicando Sir John que
“los buenos profesores pueden continuar enseñando bien en las aulas
de una institución caótica. Sin embargo, si una institución a distancia
descuida sus responsabilidades, su sistema puede degenerarse
rápidamente. En un corto plazo la calidad de su oferta académica y los
servicios de apoyo al estudiante serán solo un recuerdo remoto.”
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Sobre esta misma línea, muchos estudiosos de la EaD coinciden con Michael
Moore (2012) en visualizar esta modalidad de enseñanza como un sistema,
donde todas las partes tienen que estar integradas, de lo contrario el mismo
colapsa o se hace disfuncional con remedios temporales o “parches” que sólo
logran hacer el sistema más costoso.
Lentell agrega (2010) que este alto
costo no es solo en el aspecto financiero,
sino también en términos del
tiempo del personal que labora en estos sistemas, y del riesgo que sufre la
institución de perder el reconocimiento social debido al mal servicio que
ofrece.
El gran sistema de gestión académica de la UNED está integrado a su vez
por tres subsistemas: el de docencia (Escuelas) destinado a liderar el
complejo proceso de diseño y entrega de la oferta académica; el subsistema
de apoyo académico a la docencia en el proceso de diseño, entrega y
evaluación de la oferta académica; y el subsistema de apoyos no académicos
al estudiantado y al subsistema de docencia. Como en cualquier otro sistema
de educación a distancia, existe una gran interdependencia entre nuestros
subsistemas, y la calidad del producto final depende de la suma de los
esfuerzos de todos los subsistemas, así como de la adecuada
gestión
gerencial de todos estos elementos.
Como miembros de una orquesta sinfónica, cada uno de estos subsistemas
debe trabajar armoniosamente, cada uno tocando el instrumento que conoce
bien y que tiene bajo su responsabilidad para lograr la melodía que se
decidió ofrecer al público, y no la que cada uno le gustaría hacer llegar.
Todos tienen una determinada cuota de responsabilidad para que el
concierto sea un éxito. Toda orquesta, además, necesita de un director que
conozca a fondo la obra a ejecutar de manera que pueda conducir a todos
los músicos en perfecto balance.
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En este sentido, Sir John (2010) asegura que la responsabilidad mayor en el
éxito o fracaso de una institución recae en sus líderes. Él afirma que las
instituciones de EaD “necesitan líderes que al menos entiendan la naturaleza
de
las
organizaciones
que
lideran,
y
que
tengan
la
influencia
y
empoderamiento para asegurar que los sistemas se mantengan con altos
estándares.” Además podríamos agregar que los líderes en una universidad
están llamados a priorizar la academia sobre cualquier otro elemento del
sistema, porque sin academia es difícil que exista universidad.
Tampoco es posible que exista universidad sin estudiantes. Los modelos
educativos a distancia favorecen los procesos centrados en el estudiante, sus
necesidades, contextos, posibilidades reales y sus estilos de aprendizaje.
Desde este punto de vista, la EaD tuvo un carácter iconoclasta y
vanguardista desde sus inicios.
Sin embargo, mucho ha cambiado desde
esos primeros años. Ni el contexto, ni los medios, y menos aún los
estudiantes son los mismos.
Los rápidos avances en las TIC han impactado todos los ámbitos de la vida,
y la educación a distancia no es la excepción. En la nueva era del
conocimiento se hace necesario replantear nuestras prácticas y objetivos con
el propósito de dotar al estudiante con las destrezas necesarias para el siglo
XXI. Según Law (2010) ha habido varios intentos de definir las destrezas
que la nueva era demanda, y todos coinciden en
“la importancia de las destrezas relacionadas con la alfabetización en
el manejo de la información, lo cual incluye no solo la habilidad de
identificar las necesidades de información, y de acceder y evaluar la
información
con
el
objeto
investigar, comunicar y
de
solventar
problemas,
colaborar,
hacer presentaciones, sino también tener la
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capacidad de utilizar todo el potencial de las TIC
para adquirir y
aplicar estas habilidades.”
No es posible concebir un profesional en pleno siglo XXI que no sepa utilizar
a cabalidad las tecnologías de información y comunicaciones. La universidad
debe hacer frente a esta realidad e introducir cambios pedagógicos apoyados
en las TIC, de lo contrario estaría condenando a sus graduados a ser
profesionales de segunda o tercera categoría, no aptos para hacerle frente a
las exigencias del mercado laboral.
Sin embargo, debemos entender que el uso de la tecnología per se no
necesariamente produce un cambio cualitativo en la educación, a menos que
se acompañe con cambios pedagógicos, culturales, y logísticos. Law (2010)
lo explica claramente cuando expresa
“el carácter transformado o no de casos específicos del uso de las TIC
en contextos educativos, no depende de la tecnología elegida. La
verdadera transformación requiere un rediseño de las actividades de
enseñanza y aprendizaje… Esto depende de la capacidad de toma de
decisiones pedagógicas del docente, que a su vez está determinada
por las creencias y competencias pedagógicas de éste…. Todo ello
involucra un cambio en los roles del profesor,
los estudiantes, la
comunidad y las relaciones de poder entre estos tres grupos.”
Los modelos de enseñanza-aprendizaje apoyados en la tecnología, y en
especial
sustentados
por
enfoques
pedagógicos
sólidos
como
el
constructivista y el conectivista (Anderson & Dron, 2011), pueden dar
respuestas innovadoras a muchas de las limitaciones que caracterizan a la
EaD. Bien sustentados, facilitan una mayor interacción entre estudiantes y
entre éstos y el profesor, maximizando así la presencia docente (“teaching
presence”), según el modelo de Comunidad de Indagación (“Community of
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Inquiry”) de Garrison y Anderson.
Además, puede ayudar a solventar el
aislamiento que ha sentido tradicionalmente el estudiante en este sistema,
al coadyuvar una mayor presencia social, lo que redunda según Garrison
(2010) en una mayor motivación por parte del estudiante y mejores
condiciones para desarrollar la presencia cognitiva.
Visto desde otro ángulo, la inclusión de estas tecnologías en nuestros cursos
genera demandas importantes tanto a nivel financiero como académico;
demandas
que
necesitamos
tomar
en
cuenta
para
una
adecuada
planificación. La idea de que la educación en línea genera un ahorro de
recursos parece ser una falacia. La experiencia que hemos tenido en mi
cátedra, por ejemplo, es todo lo contrario. Se requiere de mucho tiempo
para diseñar los cursos, e igualmente la entrega de la docencia en línea
demanda de muchas horas docentes (tanto tutor como de encargado de
cátedra para supervisar el proceso). Mucha de la literatura sobre el tema
coincide en que ofrecer cursos de calidad requiere de una inversión
importante en tecnología, capacitación de personal docente y tiempo de
docentes para atender los cursos. (Howell, Williams, & Lindsay. 2003)
Esto se da, posiblemente porque el estudiante en estos modelos demanda
de una comunicación más expedita, tiene además expectativas más altas de
los servicios académicos y de apoyo, es decir, se hace cada vez más
exigente (Lentell, 2010). Por tanto, los tiempos de respuestas tienen que
cambiar. Inmediatez en la respuesta tanto académica como técnica es un
elemento clave si se desea evitar la deserción del estudiante.
Se hace necesario entonces capacitar adecuadamente al personal docente
para que pueda asumir el reto que implica el proceso de enseñanza y
aprendizaje en línea. Se precisa, además, de un equipo técnico bien
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preparado para apoyar a la docencia en el diseño y desarrollo de los cursos
ya sean híbridos o 100% en línea.
Para que la innovación sea robusta y duradera, requerimos además un
cambio organizacional para ofrecer apoyo técnico necesario que permita un
óptimo funcionamiento de las plataformas las 24 horas los 7 días de la
semana.
Finalmente, la institución no debe limitarse solo a capacitar a su personal.
Dadas las características socioeconómicas típicas de nuestra población
estudiantil, es imprescindible crear servicios de capacitación y apoyo al
estudiante en el uso de las TIC. Igualmente, con el objeto de brindar a las
poblaciones menos favorecidas inserción real en este nuevo modelo
pedagógico apoyado en las TIC, se precisa a nivel institucional de
innovaciones que ofrezcan acceso a estos estudiantes a dichas tecnologías.
Ignorar esta realidad solo conllevaría a aumentar la brecha digital ya
existente, y a alejar a nuestra población meta de la única opción de
superación profesional con que cuentan.
En la UNED hemos avanzado cautelosamente en la incorporación de las
tecnologías de información y comunicaciones en nuestros cursos, muchos
con una modalidad híbrida y otros completamente en línea. Sin embargo,
este desarrollo ha carecido de una planificación adecuada que garantice los
servicios de apoyo que la docencia requiere (capacitación al personal
docente y a estudiantes, servicios de apoyo técnico permanente, recursos
tecnológicos institucionales). Tampoco hemos asegurado al estudiante con
mayores necesidades, los apoyos necesarios que garanticen igualdad de
condiciones e inserción en nuestro sistema, a través del acceso real a las
TIC. Continuamos olvidando que ellos son el centro y razón de nuestro
modelo educativo.
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Nuestras debilidades más agudas
A continuación y a modo de conclusiones, enumero algunos de los retos que
considero la UNED debe superar en aras de una verdadera gestión
académica de calidad:

Nuestra
orquesta
unediana
se
percibe
con
mucha
frecuencia
desentonada, cada músico demasiado concentrado en su propia
partitura más que en la sonoridad del conjunto.

El nuestro es un modelo “pseudoacadémico”, digno de la mejor
metáfora kafkiana,
verdaderamente liderado y determinado por
procesos meramente administrativos, en el que las necesidades de los
actores más importantes del proceso - los estudiantes y los docentesaparecen como el último eslabón en la cadena de prioridades
institucionales.

El personal docente carece de estabilidad, capacitación y a menudo se
le irrespetan sus derechos más elementales, en especial a los tutores,
quienes en la práctica no reciben un trato equitativo en relación con
otros funcionarios que laboran en la Institución. Sin ni siquiera esa
motivación es difícil entregar calidad y compromiso.

Las políticas de incentivo laboral y ascenso en carrera profesional
parecen haber sido creadas para incentivar el desarraigo de los
funcionarios y poner a prueba su grado de estoicismo.

El sistema de asignación de tiempos para las labores académicas urge
ser revisado y actualizado, de manera que se le otorgue al personal
docente la cantidad de horas reales que se requieren para realizar sus
funciones con calidad. Aunque la era de la manufactura ya quedó
atrás, nosotros seguimos rigiéndonos, en plena era de la información,
por su distribución de tiempo a destazo.
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
La academia debe ser partícipe –y no espectador resignado- en la
toma de decisiones de la universidad, y sobre todo en los procesos de
planificación institucional. No laboramos en una empresa, sino en una
casa de estudios superiores, más que eso, en una benemérita
institución de la educación y la cultura. Un plan de desarrollo
institucional, por ejemplo, que no haya contado en su elaboración con
la participación directa de la academia-docencia carece de fundamento
y validez.

La incorporación de las TIC en los cursos demanda de respuestas
institucionales flexibles y eficaces. No podemos seguir trabajando en
dependencia de los tiempos que necesita el personal de apoyo para
realizar sus actividades. Por el contrario, el personal de apoyo tiene
que trabajar de la mano con la docencia y ajustar sus cronogramas de
acuerdo con las necesidades y demandas que impone el desarrollo de
la oferta académica.

La articulación entre docencia, extensión e investigación continúa
siendo
una
quimera.
Con
la
creación
de
la
Vicerrectoría
de
Investigación no hemos logrado el salto cualitativo que se requiere. Y
esto porque el sistema de asignación de cargas es, como ya se
comentó, arcaico.

El tan pregonado modelo centrado en el estudiante no ha pasado de
ser una frase vacía. Con frecuencia lo administrativo priva sobre la
realidad del estudiante.

Los servicios y programas de apoyo y orientación a los estudiantes
continúan siendo muy débiles y desvinculados de la academia.

Los congresos universitarios se convierten a menudo en un mero
ejercicio intelectual y pseudo democrático. Una gran mayoría de las
mociones aprobadas en el anterior congreso universitario nunca se
cumplieron, especialmente aquellas referidas a la docencia.
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Y es que ante todo, para que todos estos procesos y prácticas se corrijan se
requiere de voluntad política, de un liderazgo firme e informado, claridad
para priorizar la academia y al estudiante en la toma de decisiones, y
participación real y equitativa de toda la comunidad unediana. Esta sería
nuestra innovación más fructífera.
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Referencias Bibliográficas
Anderson, T., Dron, J. (2011) Three generations of Distance Education
Pedagogy. International Review of Research in Open and Distance
Learning.12.3. http://www.irrodl.org/index.php/irrodl/article/view/890/1663
Recuperado el 3 de agosto, 2011.
Daniel, J. (2010) http://www.col.org/blog/Lists/Posts/Post.aspx?ID=49.
Recuperado el 7 agosto, 2011.
Garrison, R (2010). Transformations and Innovations: Improved Practices in
Higher and Distance Education. XV International Congress on
Technology and Distance Education. Memoria del XV Congreso
Internacional de Tecnología y Educación a Distancia. UNED. Costa
Rica.
Garrison, R. (2000). Theoretical Challenges for Distance Education in the
21st Century: A Shift from Structural to Transactional Issues.
International Review of Research in Open and Distance Learning.
V 1(1). http://www.irrodl.org/index.php/irrodl/article/view/2/333.
Recuperado el 31 de Julio, 2011.
Howell, S., Williams, P., Lindsay, N. (2003) Thirty-two Trends Affecting
Distance Education: An Informed Foundation for Strategic Planning.
Online Journal of Distance Learning Administration, 6 (3).
http://www.westga.edu/~distance/ojdla/fall63/howell63.html.
Recuperado el 20 de Julio, 2011.
Law,N. (2010). A Social and Technological Infrastructure to Nurture
Sustainable Pedagogical Innovations. Memoria del XV Congreso
Internacional de Tecnología y Educación a Distancia. UNED. Costa
Rica.
Lentell, H. (2010).Distance Learning in Troubled Times: The Challenges of
Delivering Distance Learning Pedagogy in Campus Based Universities.
UNED. Memoria del XV Congreso Internacional de Tecnología y
Educación a Distancia. UNED. Costa Rica.
Moore, M. & Kearsley, G. (2012). Distance Education: A systems View of
Online Learning. 3rd edition. Thompson Wadsworth.
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