24. La Empresa Multinacional y el Fenómeno de la Globalización

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LA EMPRESA MULTINACIONAL Y EL FENÓMENO DE LA GLOBALIZACIÓN:
INFLUENCIAS RECÍPROCAS
Globalización, integración europea y estrategias regionales.
Claver Cortés, Enrique
Quer Ramón, Diego
Molina Azorín, José Francisco
Marco Lajara, Bartolomé
Universidad de Alicante
Resumen:
El objetivo del presente trabajo se centra en el estudio de dos fenómenos fuertemente
interrelacionados en la actualidad, la globalización y la empresa multinacional, así como de las
repercusiones que ambos tienen para la realidad empresarial de la Comunidad Valenciana. En
primer lugar, intentaremos señalar los motivos que pueden incitar a una empresa a decidirse por
una aventura internacional asumiendo los riesgos y obstáculos inherentes a la misma. En
segundo lugar, desarrollaremos uno de esos motivos, la globalización, destacando sus
influencias recíprocas sobre la empresa multinacional. Asimismo, señalaremos dos
argumentaciones alternativas que pueden llevar a una empresa a convertirse en una
multinacional o, en otras palabras, a decidirse por la inversión directa en detrimento de otras
opciones disponibles: el paradigma ecléctico de Dunning (que señala las tres condiciones que
han de concurrir para que se produzca la inversión directa en el exterior) y la teoría de las fases
de desarrollo (que argumenta que la empresa, a través de una serie de etapas, acumulará la
experiencia necesaria para finalmente efectuar una inversión directa en el exterior). Por último,
trataremos de vislumbrar los retos que supone el fenómeno de la globalización para las
empresas de la Comunidad Valenciana y las posibles estrategias regionales que se pueden
articular para superarlos.
LA EMPRESA MULTINACIONAL Y EL FENÓMENO DE LA GLOBALIZACIÓN:
INFLUENCIAS RECÍPROCAS
INTRODUCCIÓN
Dos fenómenos están adquiriendo notables niveles de importancia en el entorno
económico actual: la globalización y la Empresa Multinacional (EM). Tratando de destacar las
interrelaciones entre ambos, así como las consecuencias que se derivan para nuestro territorio,
hemos estructurado nuestro trabajo en torno a tres apartados. En el primero, señalamos los
diversos factores desencadenantes del proceso de internacionalización de la empresa. En el
segundo, desarrollamos uno de dichos factores, la globalización, destacando entre sus causas
principales a la propia EM que, al efectuar Inversión Directa en el Exterior (IDE) y conectar
distintos mercados geográficos, refuerza dicho proceso globalizador. Finalmente, relacionamos
el fenómeno de la globalización con nuestra realidad más próxima, la Comunidad Valenciana,
planteando el reto que supone para su tejido empresarial, dadas las características distintivas que
éste presenta.
DESENCADENANTES DE LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LA EMPRESA
La empresa, al decidirse por abordar una estrategia de internacionalización, asume una
serie de riesgos y obstáculos inherentes que pueden ser de diversa índole: financieros,
comerciales, logísticos, culturales, legales y de inversión (Jarillo y Martínez, 1991, p.68)1. Por
todo ello, debe existir una serie de motivos que impulsen a la empresa a decidirse a atravesar las
fronteras de su país de origen. Siguiendo a Grant (1996, pp.393-394) podemos considerar que,
en líneas generales, el principal impulso para la internacionalización de la empresa es doble. Por
un lado, el deseo de explotar oportunidades comerciales en otros países; por otro, la intención de
aprovechar oportunidades de producción mediante el establecimiento de actividades productivas
allí donde puedan ser gestionadas de manera más eficiente. Pero más allá de estos impulsos
generales, podemos establecer todo un conjunto de factores concretos que pueden motivar o
desencadenar el proceso de internacionalización de una empresa2:
Ciclo de vida del producto. Hace referencia a la evolución del mercado doméstico. Así,
cuando el producto de una empresa entra en su fase de madurez en el mismo, la empresa puede
buscar mercados situados en otros países donde aún quede demanda insatisfecha.
Crecimiento de la demanda exterior del producto. Ello puede provocar que el producto
sea vendido en el mercado exterior al poco tiempo de introducirse en el nacional, sin esperar a
que éste madure. Entre las razones para ello, destacan la creciente convergencia mundial de las
pautas de consumo y la disponibilidad casi simultánea de información en muchos puntos del
planeta.
Inexistencia de una demanda interior lo suficientemente sofisticada. En este caso la
apelación al mercado exterior se fundamenta en la búsqueda de una demanda de calidad, dado
que en el interior ésta, o bien es insuficiente, o no existe.
Localización de las actividades en una ubicación favorable. La competitividad puede
requerir el suministro exterior (de materias primas, bienes de equipo o tecnología) e incluso el
desarrollo de alguna de las fases del proceso productivo en otros países donde sea más barato,
debido a menores costes laborales, fiscales, de instalación o de financiación. Estas economías de
localización constituyen una de las ventajas que tienen aquellas empresas que operan
internacionalmente frente a aquellas otras que se circunscriben a un ámbito puramente nacional
(Hill y Jones, 1996, p.228). No obstante, esta razón para la internacionalización es matizada por
Porter (1991, p.38) al señalar que la automatización flexible está reduciendo el contenido de
mano de obra de muchos productos, por lo que el acceso a las tecnologías más modernas está
adquiriendo más importancia que las bajas escalas salariales. De hecho, frecuentemente muchas
empresas trasladan su producción hacia lugares de elevados costes salariales (para estar cerca de
los mercados consumidores) y no al revés3.
Obtención del tamaño mínimo eficiente. El tamaño mínimo eficiente es el volumen
mínimo de unidades que hay que producir en un sector para ser competitivo4. En determinados
casos el mercado nacional puede resultar pequeño, viéndose obligada la empresa a salir al
exterior con el fin de poder colocar el volumen exigido de producción. La lógica que subyace en
este factor no es otra, por tanto, que el logro de economías de escala a través de la expansión
internacional.
Posibilidad de explotar sinergias. Éste es el argumento implícito en las denominadas
economías de alcance, donde ya no se busca amortizar el volumen de inversión fija como en el
caso de las economías de escala, sino utilizar ciertos activos tangibles (equipos o plantas) o
intangibles (prestigio o imagen de marca) en varios negocios o líneas de producto distintas.
Independientemente de que nos encontremos o no ante una empresa diversificada en cuanto a su
línea de productos, una empresa internacionalizada presenta una diversificación de mercados,
por lo que podrá conseguir dichas economías de alcance en tanto que posea determinados
activos susceptibles de ser explotados en mercados distintos.
Efecto experiencia5. El volumen acumulado necesario para lograr economías de
experiencia resulta lógico pensar que se podrá lograr antes si la empresa confía, no sólo en el
mercado doméstico, sino además en los mercados exteriores.
Rivalidad existente entre competidores. Considerando dos competidores de un mismo
país, si uno de ellos decide iniciar sus operaciones internacionales, una reacción probable del
otro puede ser seguir el mismo camino para no quedarse rezagado. Por otro lado, ante la
amenaza de entrada en su mercado nacional por parte de un competidor extranjero, la empresa
puede reaccionar de manera defensiva (tratando de proteger su mercado interior) u ofensiva
(contraatacando y penetrando a su vez en el mercado de origen del competidor). Con ello,
buscará obligarle a desviar recursos del país en el que intenta penetrar y a centrarse más en su
mercado doméstico.
Interrelaciones entre una empresa y sus proveedores y clientes. La internacionalización,
ya sea de unos u otros, puede ser otra razón importante para la expansión internacional de la
empresa. Este factor adquirirá mayor relevancia en aquellas actividades donde la cercanía al
cliente o al proveedor resulte un factor clave de éxito.
Rol que juega la alta dirección de la empresa. En ocasiones, el verdadero desencadenante
del proceso de internacionalización de una empresa no es otro que la visión que de ella tiene su
alta gerencia que, incluso desde el principio, trata de insuflarle un marcado carácter
internacional.
Diversificar los riesgos. En la medida que los distintos mercados nacionales sean
independientes, será posible asegurar una mayor estabilidad en los resultados globales de la
empresa.
Globalización. En algunos sectores la competencia internacional se efectúa a nivel
mundial. Una empresa que compita en un sector de este tipo “ya no se plantea si
internacionalizarse o no, sino cómo tratar de responder mejor a ese proceso de globalización que
le viene dado por el entorno” (Navas y Guerras, 1996, p.402). Este último factor, que engloba
alguno de los ya mencionados, es abordado con mayor profundidad en el apartado siguiente.
LA GLOBALIZACIÓN: FACTORES DETERMINANTES
La palabra “globalización” se ha convertido en un vocablo de obligada referencia en el
marco económico y competitivo actual. Se habla alternativamente de globalización de la
economía, globalización de los mercados, globalización de la competencia, globalización de las
estrategias empresariales, etc. Además, el calificativo “global” es utilizado algunas veces como
sinónimo de “mundial” en contraposición a “local”, y otras para referirse a la existencia de
interdependencias entre los distintos mercados nacionales.
Entre los autores que tratan de conceptuar los sectores y la competencia globales destaca
Porter (1986, pp.18-19), para quien una industria global es aquella “en la que la posición
competitiva de la empresa en determinado país está afectada significativamente por su posición
en otros países y viceversa” y donde “existe alguna ventaja competitiva al integrar las
actividades sobre una base mundial”. Para Levitt (1983) los que se globalizan son los mercados,
dada la tendencia creciente a la homogeneización de las necesidades en todo el mundo,
debiendo las empresas aprovechar dicha situación mediante la oferta de productos
estandarizados a nivel mundial. Pero la globalización debe contemplarse no sólo desde la
vertiente de la demanda, sino también desde la oferta. Como apuntan Hill y Jones (1996, pp.93-
94), paralelamente a esta globalización de los mercados, el mundo es testigo de la globalización
de la producción, ya que numerosas empresas individuales están dispersando partes de sus
procesos productivos a diversos lugares del mundo para sacar ventaja de las diferencias
nacionales en el coste y la calidad de los factores de producción.
Recogiendo algunas de las ideas anteriores, Durán Herrera (1996, p.26) apunta que “la
globalización puede entenderse como la unificación del mercado de dos o más países a los
efectos prácticos de intercambio comercial y de establecimiento empresarial. Es decir, una
perspectiva global de mercados integrados se produce, aunque persista cierta desigualdad o
diferencias en el grado de liberalización entre las economías respectivas, si a efectos prácticos y
de forma significativa se puede considerar que las fronteras nacionales están suprimidas. La
economía de dichos países se encuentra integrada de forma que puede ser considerada como un
mercado único”.
Una vez que hemos tratado de acotar el concepto, vamos a exponer a continuación una
serie de aspectos explicativos del fenómeno de la globalización, agrupándolos en torno a cuatro
grandes grupos: técnico-económicos, de mercado, político-gubernamentales y empresariales:
Factores técnico-económicos. En este contexto destacan: 1) La innovación tecnológica,
cuyas repercusiones podemos sintetizar en tres ámbitos: permite ampliar y homogeneizar la
demanda a nivel mundial (Levitt, 1983, p.49), hace necesario operar a gran escala para
amortizar las grandes inversiones y posibilita la mejora de los sistemas de transporte y
comunicación (Porter, 1986, pp.42-44); 2) La internacionalización del capital ya que, a partir
de los años sesenta, se ha acelerado la globalización del sector financiero y de los mercados
financieros (Canals, 1994, pp.8-9); 3) La apertura internacional e interdependencia económica
entre países, con naciones como Japón, Corea o Alemania que han basado su éxito en un
enfoque intrínsecamente internacional de sus economías (Jarillo y Martínez, 1991, p.3); 3) Las
presiones de coste en algunos sectores, tales como: la existencia de economías de escala,
alcance o experiencia, necesidades de abastecimiento en determinados lugares, una logística
favorable, diferencias en coste entre países o un alto coste de desarrollo de productos (Prahalad
y Doz, 1987, pp. 19-20 y Yip, 1995, pp. 48-56).
Factores de mercado o relacionados con la demanda. Dentro de este bloque
encontramos: 1) La expansión del comercio internacional, sin precedentes desde el final de la II
Guerra Mundial (Canals, 1994, p.10); 2) La reducción del ciclo de vida de muchos productos
propiciada por el desarrollo tecnológico de los últimos años (Strategor, 1995, p. 158); 3) Las
presiones de mercado en determinados sectores, tales como: la homogeneización de las pautas
de consumo, la importancia de clientes y canales de distribución globales o la existencia de un
marketing transferible entre países (Yip, 1995, pp.35-48).
Factores político-gubernamentales. En este ámbito destacan: 1) El proceso de
desregulación en que se está viendo inmersa la economía en los últimos años (Canals, 1994,
p.10); 2) Los procesos de integración económica de grandes zonas geográficas como la Unión
Europea, que han creado mercados subglobales o intermedios donde el comercio ya no es tanto
entre países como entre regiones económicas (Bueno, 1993, p.69), es decir, “el comercio
internacional no sólo se concentra en estos bloques, sino entre estos bloques” (Canals, 1994,
p.14)6; 3) Las presiones gubernamentales en algunos sectores, tales como: una política
comercial favorable para un sector concreto, la existencia de normas técnicas o de marketing
compatibles entre países, la presencia de competidores oficiales y la ausencia de clientes
oficiales o de intereses en el sector por parte del gobierno huésped (Yip, 1995, pp.56-63).
Factores empresariales. La propia empresa, que puede haberse internacionalizado debido
a la globalización, puede reforzar este fenómeno al convertirse en una EM7. Si la empresa
realiza IDE, constituyendo filiales en distintos países y conectando distintos mercados
geográficos, está contribuyendo a una mayor integración de los mismos a nivel internacional.
En efecto, la masiva aparición tras la II Guerra Mundial de la EM, y su consolidación como
principal agente en el comercio y el desarrollo económico internacional, ponen de manifiesto la
irreversibilidad de un fenómeno típico actual del sistema económico mundial: su interrelación a
escala mundial (Navas y Guerras, 1996, p.421)8. Entre las diferentes aportaciones que tratan de
explicar el fenómeno de la IDE y, por ende, el de la EM, destacan dos planteamientos. El
primero es el denominado paradigma ecléctico a través del cual su promotor, Dunning (1979,
1981), trató de aglutinar las diversas explicaciones parciales existentes en torno a tres
condiciones que deben satisfacerse para que la empresa se comprometa en la IDE (Dunning,
1979, p.275): 1) La empresa debe poseer ventajas en propiedad sobre las empresas de otros
países, que generalmente toman la forma de posesión de activos intangibles; 2) Asumiendo que
se satisface la primera condición, deben existir ventajas de internalización, esto es, beneficios
para la empresa si explota internamente sus ventajas en lugar de cederlas a terceros a través de
licencias u otros acuerdos; 3) Suponiendo que las dos condiciones anteriores se satisfacen, debe
existir alguna ventaja de localización que haga para la empresa más beneficioso utilizar las
anteriores ventajas conjuntamente con algún factor situado en el país de destino, ya que si no,
podría optar por la exportación en lugar de por la IDE. La segunda de las aportaciones tuvo su
origen en los estudios efectuados en la Universidad de Uppsala con algunas empresas suecas.
Plantea la internacionalización como un proceso evolutivo en sucesivas fases a través de las
cuales la empresa desarrolla los conocimientos necesarios que le permiten incrementar su
compromiso con los mercados exteriores. Johanson y Vahlne (1977, p.24) argumentan que
“típicamente, las empresas empiezan exportando a un país vía algún agente, más tarde
establecen una subsidiaria de ventas, y finalmente, en algunos casos, comienzan a producir en el
país de destino”.
LA EMPRESA DE LA COMUNIDAD VALENCIANA ANTE EL RETO DE LA
GLOBALIZACIÓN
Como señalan Dalmau, De Miguel y Miquel (1993, p.15) “la industria de la Comunidad
Valenciana se caracteriza por la escasa dimensión de las empresas”9. (...) “En consecuencia, su
capacidad para competir en mercados globales es limitada, y sólo el ingenio y el espíritu
emprendedor justifican una posición exportadora bastante aceptable”. Pese a esta realidad,
nuestro tejido empresarial no debe ser ajeno al fenómeno de la globalización que hemos
esbozado en los apartados anteriores.
Si bien encontramos en nuestra Comunidad algunos ejemplos de empresas que se han
comprometido con la IDE, una gran parte de ellas son PYMES que, aunque con tradición
exportadora, lógicamente encuentran dificultades para una mayor apertura internacional. Como
afirma Castañer (1994, p.5), “la internacionalización comporta la creación de un equipo de
representantes, la presencia en ferias e inversiones en publicidad que, en conjunto, suponen una
inversión económica inalcanzable para las PYMES”10.
No obstante, coincidimos con Alonso y Donoso (1996a, p.193) cuando aseguran que “la
internacionalización ha dejado de ser una estrategia reservada a las grandes unidades
multinacionales, para convertirse en una estrategia accesible para un amplio segmento de las
PYMES, que pueden modular más fácilmente sus niveles de compromiso internacional de
acuerdo con las capacidades y recursos que les son propios”11 . En este sentido, Churruca,
Barrutia y Landeta (1995, pp.31-32) destacan algunas potencialidades de la PYME que le
pueden permitir desenvolverse con éxito en el nuevo entorno global: su elevado grado de
flexibilidad, el acceso a nuevas formas de distribución en el exterior (acuerdos contractuales,
infraestructuras de asociaciones sectoriales y alianzas) y la motivación e ingenio que son
capaces de desplegar ante su limitación de recursos y la presión competitiva.
La afirmación anterior ha sido corroborada recientemente por Cazorla (1996, p.97) quien,
a partir de un estudio empírico sobre la IDE en países en vías de desarrollo realizada por una
serie de empresas españolas de reducida dimensión12 , llega a la conclusión de que “la inversión
directa constituye una opción estratégica al alcance de la pequeña y mediana empresa industrial
española”. De este trabajo se extrajeron además dos interesantes conclusiones adicionales. Por
un lado, se trataba mayoritariamente de empresas líderes en su sector, que habían basado su
éxito internacional en muchos años de experiencia en el mercado doméstico. Por otro, muchas
de ellas habían logrado su dimensión internacional de forma gradual, es decir, adoptando con el
tiempo y en función de su experiencia acumulada, fórmulas institucionales cada vez más
complejas, aunque sin seguir sucesivamente las distintas etapas sugeridas por la teoría de las
fases de desarrollo.
Este mayor protagonismo de las PYMES en los procesos de internacionalización puede
verse favorecido por tres cambios importantes del entorno (Alonso y Donoso, 1996a, pp.193194): 1) Las nuevas condiciones competitivas que exigen a la empresa, con independencia de su
tamaño, una consideración estratégica del entorno internacional; 2) La proliferación de nuevas
formas de acceso a los mercados internacionales, fundamentalmente mixtas y contractuales, que
permiten desplegar las capacidades competitivas de un modo más ágil y flexible; 3) De acuerdo
con lo anterior, el proceso de internacionalización ya no se sustenta, en exclusiva, en los
recursos y capacidades propios de cada empresa, por lo que las vías directas de proyección
internacional han dejado paso a nuevos métodos de cooperación que permiten conseguir los
recursos necesarios.
Somos conscientes de que la alternativa de la exportación, aunque presenta un menor
grado de control sobre las operaciones extranjeras y un menor potencial de beneficios, supone
un menor compromiso de recursos y riesgos que otras estrategias de entrada (Jarillo y Martínez,
1991, p.92), por lo que es más apropiada para las empresas de menor dimensión. No obstante, la
globalización económica que hemos planteado en este trabajo conlleva tanto una serie de
oportunidades potenciales en otros países como la amenaza de competidores -en muchos casos
empresas multinacionales- procedentes de otras localizaciones más favorables. Por ello, a la
empresa le puede resultar conveniente mirar al exterior con un horizonte temporal más largo que
el que denota una orientación meramente exportadora. En dicho proceso, dadas las
características peculiares de nuestras empresas, el papel de las estrategias regionales puede ser
de vital importancia.
En este sentido, para Alonso y Donoso (1996b, p.138) cualquier programa de apoyo a la
actividad exterior de la empresa debe perseguir siete objetivos: 1) Incrementar la probabilidad
de exportar de aquellas empresas con potencial que todavía no lo hacen; 2) Aumentar la
regularidad exportadora de las que ya exportan, para que doten a sus operaciones exteriores de
un carácter más permanente; 3) Elevar el nivel de compromiso de las empresas que ya han
iniciado su proceso de internacionalización; 4) Estimular las adaptaciones organizativas de la
empresa; 5) Promover un cambio de actitudes y aptitudes del management, potenciando los
aspectos relacionados con el exterior; 6) Prestar especial atención a las PYMES, y; 7) Fomentar
una imagen del país (en nuestro contexto región) adecuada, en aras de fortalecer la
competitividad de sus empresas en los sectores más dinámicos y complejos.
Al respecto, las estrategias territoriales deben avanzar en el tercero de los anteriores
objetivos, potenciando todas aquellas medidas tendentes a incentivar la internacionalización de
las empresas, no sólo desde el punto de vista comercial, sino también de sus actividades
productivas. Entre ellas destacan: ayudas financieras para el establecimiento en el exterior, ya
sea de manera individual o conjunta; medidas fiscales que eliminen obstáculos a la IDE y que
traten de equipararla a la inversión doméstica; asesoramiento e información sobre los
potenciales países de destino; programas de formación que capaciten al capital humano para
desenvolverse en el exterior; etc.
CONCLUSIONES
Entre las distintas causas que pueden llevar a la internacionalización de la empresa
encontramos el acentuado proceso de globalización en el que se están viendo inmersos muchos
sectores económicos. Este fenómeno se ve reforzado por la propia empresa si, al realizar IDE, se
convierte en una EM. La globalización tiene importantes consecuencias para todas las empresas,
independientemente de su tamaño. En este sentido, las empresas de la Comunidad Valenciana
no pueden ser ajenas al mismo, debiendo replantear sus procesos de internacionalización en
busca de fórmulas que vayan más allá de los simples vínculos comerciales. Dada la importancia
que las PYMES tienen en nuestro entramado empresarial, y sus dificultades inherentes, las
estrategias regionales deben hacer más hincapié en todas aquellas medidas tendentes a
incentivar su proyección internacional, especialmente las destinadas a fomentar, en la medida en
que las condiciones de cada empresa lo permitan, estrategias de entrada que trasciendan de la
mera exportación. La IDE no es inalcanzable para este tipo de empresas si, por ejemplo, se
realiza en forma conjunta, va dirigida a países con un menor nivel de desarrollo y se llega a ella
a través de un proceso gradual.
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NOTAS FINALES
1
Los dos últimos (restricciones legales y obstáculos a la IDE) integran el denominado riesgo político.
Haciendo abstracción de la estrategia de entrada elegida por la empresa (ya que algunos de ellos son causantes de la
modalidad concreta de IDE), nos apoyaremos en las propuestas de Canals (1991, pp.138-143), Menguzzato y Renau
(1991, pp.275-276), Jarillo y Martínez (1991, pp.63-67) y Ventura (1994, pp.236-240).
3
Al respecto, Durán Herrera (1977, pp.50-51) señala que una localización cercana a los consumidores proporciona
flexibilidad a la empresa ante cambios en la demanda, garantiza seguridad de suministro a aquéllos y evita la pérdida
de oportunidades frente a los competidores.
4
Como apunta Jarillo (1992, p.12), “no se puede competir en un mercado por debajo del tamaño mínimo eficiente, a
no ser que se tenga alguna otra característica especial (diferenciación, etc.)”.
5
El efecto experiencia constituye una generalización del efecto aprendizaje y se refiere, siguiendo a Fernández (1993,
p.176), a una reducción de los costes unitarios de producción conforme aumenta el volumen de producción
acumulada. Como señalan Claver et al. (1996, p.140), esta reducción “no corresponde sólo al área de producción,
sino a las restantes áreas empresariales generadoras de valor añadido”.
6
En este contexto se sitúa lo que Ohmae (1991) denomina “el poder de la Triada” para hacer referencia al triple
epicentro de la economía mundial: EE.UU., Europa y Japón.
7
Durán Herrera (1984, p.9) señala que una EM es aquella “que gestiona y controla actividades (de producción,
comercialización-distribución y financiación) en más de un país, es decir, aquella empresa involucrada en la
producción de bienes y servicios en el exterior y que, en consecuencia, opera en los mercados de factores y de
productos en varios países”. Por tanto, asumiremos que una empresa se comportará como una verdadera
multinacional cuando haya optado por la IDE como estrategia de entrada en los mercados exteriores, en detrimento
de otras alternativas como la exportación o el establecimiento de acuerdos contractuales.
8
Por otro lado, la estrategia de operación que siga una empresa en el ámbito internacional también puede favorecer la
globalización. En este sentido, el seguimiento de una estrategia global, en lugar de una multidoméstica, contribuirá al
proceso globalizador. Por ello, como afirma Porter (1986, p.44), “las fuerzas subyacentes en la globalización se han
reforzado a sí mismas. La globalización de la estrategia de las empresas ha contribuido a la homogeneización de las
necesidades de los compradores y de las prácticas de los negocios”.
9
Según datos del INE (1996, pp.264-265), de las 250.250 empresas existentes en la Comunidad Valenciana en el año
1996, sólo 1.725 tenían más de 50 empleados.
10
Otros obstáculos para la adaptación de las PYMES al nuevo entorno económico pueden ser: un estilo de dirección
enfocado al corto plazo, la insuficiente incorporación de nuevas tecnologías, unas inadecuadas estructuras
financieras, una baja cualificación del personal, una escasa atención a los mercados internacionales, etc. (Soto, 1994,
p.71).
11
Por su parte, Solberg (1991, p.9) también defiende que el tamaño no es un obstáculo insalvable para salir al
exterior, llegando a afirmar incluso que “las organizaciones más flexibles y pequeñas de las PYMES favorecen el
libre flujo de información y facilitan la incorporación de actitudes internacionales productivas en la organización”.
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En este trabajo fue estudiada una muestra de empresas transformadoras españolas con un número de trabajadores
igual o inferior a 500, de las cuales un 36 por cien tenía menos de 50.
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