ESCUELA JUDICIAL “Presupuesto de política judicial para la optimización del funcionamiento jurisdiccional” Resumen Ejecutivo Mayolo García García Director del Instituto de Capacitación y Especialización del Poder Judicial del Estado de Oaxaca. La exposición se centra en la reflexión sobre la funcionalidad de la escuela judicial en las nuevas exigencias y posiciones de los juzgadores en un Estado de corte constitucional en el que la jurisdicción se posiciona como una garantía de eficacia de los derechos humanos detonado sus potencialidades en escala de valores frente a poderes y sociedad. En este sentido se mueven tres puntos; a) la posición del juez y la escuela judicial; b) qué significa una escuela judicial y; c) el diseño y los campos de acción de la escuela judicial. En el primero ensayaremos de manera superficial cual es el rol de juzgador frente a estos cambios constitucionales del Estado mexicano y que función representa la escuela judicial en materia de mejoramiento en la función jurisdiccional. En un segundo momento abriré la invitación a cambiar de concepción la idea que se vierte sobre los institutos o escuelas judiciales o de la magistratura como se conoce en otra latitudes para detonar su importancia en la función judicial y posicionarla como un presupuesto de política judicial para lograr tres condiciones para su regularidad y mejoramiento; autonomía e independencia, objetividad y confianza pública judicial. Finalmente propondré la observación de principios de administración científica para diseñar la estructura orgánica de las escuelas judicial para que como punto de partida sus campos de acción a los que se mire puedan lograse. Cerramos nuestra exposición con tres puntos concretos sobre el tema; la ausencia de la institucionalidad sustentable en la formación judicial; la voluntad política en formación judicial para designar mayor capital financiero, estratégico y humano para instituir autenticas escuelas judiciales; y una invitación a conformar un sistema de red de formación judicial de los poderes judiciales de las entidades federativas como centro de flujo de información y reflexión en el diseño y acción de escuelas judiciales en México. ESCUELA JUDICIAL “Presupuesto de política judicial para la optimización del funcionamiento jurisdiccional” Ponencia Mayolo García García Director del Instituto de Capacitación y Especialización del Poder Judicial del Estado de Oaxaca. La posición del juez y la escuela judicial. Las transformaciones del Estado de Derecho y su dimensionamiento hacia una democracia constitucional han puesto de manifiesto el replanteamiento de las reglas del juego en el posicionamiento de las instituciones, sociedad y derecho. El rol de los jueces en esta postura es fundamental, por que el Poder Judicial está llamado a instituirse en una garantía vinculante de los derechos humanos que propiciado en nuestro país una dinámica de reformas constitucionales, orgánicas, sustantivas y procesales que nos abre a otras dimensiones a las cuales pronto tenemos que acudir. ¿En este escenario cuáles son entonces las precondiciones que deben existir en un sistema jurídico para un desempeño adecuado de la función judicial? Tres son en las que se funda su posible eficacia; la autonomía e independencia, objetividad y confianza pública judicial. Estas pueden variar de acuerdo a cada régimen político y medirse en mayor o menor rendimiento pero esto ha obligado a los poderes judiciales a la instrumentación de políticas de gobierno y administración para procurar lograrlas. En esta textura las escuelas judiciales deben concebirse como acción y no como proyecto que permite amalgamar estas condiciones de legitimidad de los juzgadores y como tal deben considerarse como un presupuesto de política judicial, para que entre otros valores el acceso a la justicia y la tutela judicial efectiva puedan encontrar un punto de partida mejor afianzado. Es imperioso entonces, abandonar rápidamente la práctica de mirar la formación judicial como un mediano procedimiento de capacitación de improvisaciones, por que la formación bien lograda encarna entre otros valores la posición legitima del juez en la sociedad. De ahí que su ingreso, selección, permanencia, ascenso y retiro estén indisolublemente vinculados no sólo bajo la filosofía de la carrera judicial y al sistema de garantías económicas, sociales y políticas, sino también, a la sistematización, organización y dimensión de la institución en que se construye la anatomía del juez. La reflexión nos lleva desde luego al tema de los “jueces y su formación” que pasa necesariamente por la base de la comprensión de los sistemas jurídicos en los que son concebidos; sin ser este el espacio para su disertación, es necesario indicar una premisa para identificar el campo de acción de las escuelas judiciales en la modernidad constitucional. Existe en nuestro tiempo un quebranto –o un sistema en declive– de aquella posición del juzgador en el que se le determina como “vocero de la ley”, sometido a la “soberanía del legislador” y pasivo en la “axiomática de los derechos”; modelo que conservamos en varias geografías judiciales producto de la escuela exegética posrevolucionaria francesa. Hoy, la relación Estado-Constitución han evolucionado para presentarse en una estructura de principios y valores que vinculan poderes y sociedad en donde la jurisdicción encuentra su esplendor como garantía de eficacia –al menos ese es el anhelo– que posiciona al juez como un protagonista de las significaciones y fuerzas argumentativas para que en cada problemática expanda el reflejo de un derecho-valor respetable y civilizador que ha sido producto de la construcción o reconstrucción, sensibilidad, técnica y cientificidad judicial. De ahí que el nuevo rol de los jueces este transitando del modelo paradigmático absoluto de verdad predeterminada por la ley, al diseño protagónico de los valores constitucionales que imprima en su actuación, lo que de lograse materializa las tres precondiciones de eficacia de la función judicial a la que nos hemos referido. Las escuelas judiciales entonces deben ser pensadas de inmediato ahí donde los poderes judiciales aún no echan mano de ella, por que de no ser así el estatuto exigido por la actual sociedad y los valores constitucionales de encargo seguirán anclados en la costumbre pacifista del legalismo judicial el cual pronto se congestiona con fallos desatinados al enfrentar temas de diferentes familias sometidos al control de la jurisdicción como; justicia constitucional, justicia electoral, justicia penal de adultos y adolescentes, justicia administrativa y fiscal, justicia familiar, justicia civil y mercantil, justicia de infantes, justicia laboral, justicia agraria etc. Esta realidad abre una interesante zona de acción de la escuelas judiciales pero más que eso la posiciona como una instancia estratégica para potenciar el cumulo de principios, valores, técnicas y habilidades que deben poseer los juzgadores como autenticas virtudes judiciales, indispensables en sociedades de características pluriculturales, abiertas y de opinión pública. Qué debe significar una escuela judicial. El rotulo “escuela judicial” desde su expresión burocrática está identificada como una unidad encargada de la preparación y actualización de los funcionarios judiciales con mayor o menor alcance en su radio de acción. Pero –estimo– su significado va más allá de esta estreches, ya que es el instituto que permite transitar del “empirismo” al “cientificismo judicial”, es decir, de un “juez improvisado o de cuota de poder” por un “juez de formación o idoneidad” que en su construcción identifica la problemática judicial generando otros campos de acción, como la doctrina o teoría judicial nula en nuestros contextos. Para lograr amalgamar las necesidades con los principios constitucionales que informan el buen funcionamiento judicial y el nuevo rol de los juzgadores las escuelas judiciales deben estar pensadas a partir de dos ingenios; primero en su diseño institucional y posteriormente en sus líneas de acción. Es lamentable que en nuestro país pocos poderes judiciales se hayan detenido en esta reflexión y hayan inyectado un porcentaje considerable de su presupuesto y capital humano para lograrlo. El diseño institucional y sus campos de acción. Un presupuesto para la potencialización de los objetivos y fines de las escuelas judiciales es su diseño orgánico, en este sentido, no se debe vacilar con sólo rotular en la ley la unidad burocrática de capacitación como escuela judicial, considero que estas instituciones deben construirse a partir de dos puntos de referencia que a la postre constituyen sus campos de acción; la carrera judicial y la apertura a las nuevas formas de comprender y aplicar la función judicial. El primer punto delinea los alcances de los sujetos a formación, sus necesidades formativas y los procedimientos de evaluación y seguimiento para la idoneidad al cargo; el segundo habilita las nuevas técnicas del aprendizaje de la función judicial para dimensionar los atributos de la mente y espíritu del juzgador. Los siguientes parámetros conducen a la generación de diagnósticos en materia de formación inicial y continua, elaboración de planes docentes con orientación judicial, determinación de claustros de profesores, conformación de centros de información judicial bibliohemerográfica y video gráfica, comisiones de multidisciplinarias de análisis pedagógico y judicial y una campo de acción de prácticas tutelas de empirismo judicial en juzgados y tribunales. Este bloque de actividades sólo es posible si el diseño orgánico y los procedimientos administrativos de operación se dan observando los siguientes principios de administración científica de instituciones: División del trabajo. Autoridad y responsabilidad. Disciplina. Unidad de mando. Subordinación del interés personal al interés institucional Centralización y Desconcentración Planificación Líneas de acción Sustentabilidad en las acciones Gestión Estabilidad en el personal La carencia de alguno de estos principios en la previsión del diseño institucional debilita fuertemente la naturaleza y función de una escuela judicial truncándola para arropar su responsabilidad en la función judicial del Estado. Conclusiones. Primera. En México los poderes judiciales poco han logrado en instituir sus escuelas judiciales con un esquema de administración sustentable para materializar los pivotes de una auténtica carrera judicial que detone en la idoneidad del juzgador frente a los cambios constitucionales y su nueva dimensión para la función judicial. Segunda. La voluntad política de los poderes judiciales ahora más que nunca debe sensibilizarse fuertemente en inyectar una considerable asignación de presupuesto y capital humano para logra la edificación normativa y orgánica de las escuelas judiciales, es insostenible un esquema improvisado de capacitación sin planificación, acción, seguimiento y evaluación para promover a los mejores juzgadores y responsablemente habilitarlos a las nuevas dinámicas y dimensiones culturales del derecho. Tercera. Los institutos de capacitación o escuelas judiciales en México deben fraternarse para intercambiar sus planes y programas de acción con el fin de soslayar medianamente la gestión judicial de la formación, por lo que propongo que en el seno de esta reunión se instituya una red de formación judicial de los poderes judiciales de la entidades federativas que module un flujo de información y organización abierta disponible en la materia. Que esta reunión sirva para proyectar una asamblea constitutiva en la que a partir de un esquema de rotación bianual los titulares de los institutos de capacitación o escuela judicial presidan su sede. Ofrezco que Oaxaca coordine los trabajos de origen que la asamblea de directores de los instituto o escuelas judiciales designe a su primer presidente el cual deberá presentar un esquema de trabajo coordinando sobre el diseño de la red, los temas, las zonas de coordinación por región y las políticas de vinculación y formación compartida.