proyecto de ley - Senado de la Nacion

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Senado de la Nación
Secretaría Parlamentaria
Dirección General de Publicaciones
(S-0538/09)
PROYECTO DE LEY
El Senado y la Cámara de Diputados,...
Artículo 1: Modificase el artículo 1276 del Código Civil el cual quedará
redactado de la siguiente manera:
Artículo 1276: Cada uno de los cónyuges tiene la libre administración y
disposición de sus bienes propios y de los gananciales adquiridos con
su trabajo personal o por cualquier otro título legítimo, con la salvedad
prevista en el artículo 1.277 del Código Civil.
Si no se puede determinar el origen de los bienes o la prueba fuere
dudosa, la administración y disposición es conjunta del marido y la
mujer. El juez podrá dirimir los casos de conflicto.
Uno de los cónyuges no podrá administrar los bienes propios o los
gananciales cuya administración le está reservada al otro, sin mandato
expreso o tácito conferido por éste. El mandatario no tendrá obligación
de rendir cuentas sino a requerimiento del mandante.
Artículo 2: Comuníquese al Poder Ejecutivo.
Guillermo R. Jenefes.FUNDAMENTOS
Señor Presidente:
El artículo 1276 inciso 3 del Código Civil admite el mandato de
administración entre cónyuges, respecto de bienes cuya
administración o gestión corresponde al otro cónyuge.
Esta norma viene a reafirmar el criterio general de administración
separada, que surge con claridad del primer párrafo del artículo 1276
del Código Civil. Asimismo, la presente norma ha eliminado el
mandato presunto conferido por la mujer al marido que establecía la
ley 11.357 y que, si bien partía de un punto de vista similar
(administración separada) en los hechos se mantenía la unidad de la
administración en cabeza del marido. De todos modos, el régimen en
vigor reconoce entre los cónyuges la misma facultad que cada uno de
ellos tiene respecto de los terceros, es decir, la de conferir mandato
expreso o tácito para la administración de sus bienes.
El último párrafo del artículo 1276 del Código Civil se refiere a la
administración de los bienes de un cónyuge por el otro a través del
mandato. Dicho mandato quedará regido por las normas que
disciplinan este contrato (artículos 1869 y siguientes del Código Civil),
excepto aquellas cuestiones que tuvieren una regulación especial. Lo
novedoso de dicha norma es que exime a los cónyuges del deber de
rendir cuentas invirtiéndose así el principio general que rige en
materia de mandato, en donde es deber del mandatario dar cuentas
de sus operaciones al mandate (artículo 1909 del Código Civil). Así lo
afirma la doctrina al decir “la dispensa de la obligación de rendir
cuentas se traduce en una inversión del cargo de la prueba; ya que no
será el mandatario quién esté obligado a demostrar que cumplió con
exactitud el mandato, sino que será el mandate que quiera hacerlo
responsable, el que deberá probar que incurrió en una omisión de sus
deberes” (Borda, Guillermo A., “Tratado de Derecho Civil de Contratos,
Nro. 1695, p. 427, año 1962, Perrot, Buenos Aires”).
La dispensa se fundamenta en el vínculo personal que existe entre
ambos cónyuges, propias de una convivencia en plena comunidad
marital descartándose la desconfianza entre ellos la que sería lógica
en caso de contratar con un tercero. En este sentido, se ha
pronunciado la jurisprudencia al destacar que “la situación particular
del mandato entre los cónyuges difiere fundamentalmente de la que
corrientemente se originan en las demás situaciones, lo que explica
que el mandante carezca de atribuciones para exigirle cuentas a su
cónyuge mientras no se de una situación de orden excepcional que
obligue a una situación distinta” (fallo de la CNCiv., sala B, 26/2/1969,
ED , t. 31, p.551).
Es importante destacar que la rendición de cuentas no debe limitarse a
la información detallada y documentada del manejo de fondos por
parte del mandatario. Tiene un contenido mucho más amplio en tanto
se refiere el efectivo cumplimiento del objeto que es propio del
mandato, haya o no manejo de fondos a cargo del mandatario. La
rendición de cuentas es, por lo general, el único medio que tiene el
mandante para determinar el crédito que debe de recibir y en caso de
incumplimiento solicitar el cumplimento correspondiente.
No obstante el espíritu de la norma jurídica, la misma plantea varios
inconvenientes con desventajas para el cónyuge mandante, a saber
entre ellos tales como: “la exención de rendición de cuentas implica
que los frutos y rentas percibidos por el mandatario se incorporen a su
patrimonio, y si esos frutos son importantes puede ser fundamental
para el cónyuge propietario el mantenimiento de la obligación; de lo
contrario se vería forzado a optar entre dar un mandato al otro
cónyuge y perder los frutos, o dar pues un mandato a un extraño, lo
que no es razonable, pues resulta más beneficioso para la armonía
matrimonial que se fortalezca la posibilidad del mandato entre
cónyuges” (Belluscio, Augusto C. “Manual de Derecho de Familia”
Tomo 1, año 2002, Ed. Astrea). Asimismo, otra de las consecuencias
que acarrea la disposición que provoca una desigualdad jurídica para
el cónyuge mandante se da en el supuesto aquel en el que la sociedad
conyugal esta en vías de disolverse; tal es el caso de un proceso de
divorcio, situación ante la cual el cónyuge mandatario podría
aprovecharse de las circunstancias y defraudar al mandante. Sin
embargo, de admitirle al mandante la facultad de exigir rendición de
cuentas, la misma funcionaría en la situación antes descripta como
medida cautelar con fecha retroactiva al día de la notificación de la
demanda. En el caso de que el mandatario fuere el marido a los
efectos del cumplimiento de la obligación impuesta por el artículo 18
de impuestos sobre bienes personales (ley 23.966), en lo referente a
la tributación respecto al patrimonio perteneciente a los componentes
de la sociedad conyugal, corresponderá atribuir al marido además de
los bienes propios, la totalidad de los bienes que revisten el carácter
de ganancial, salvo excepciones previstas; de modo tal, que si la mujer
otorgó mandato de administración de ciertos gananciales al marido y
existiendo la dispensa de rendición de cuentas al mandatario, la
cónyuge mandante se vería imposibilitada de requerir información
sobre el cumplimiento de sus obligaciones con el fisco al marido.
En consecuencia, a fin de evitar esta desigualdad jurídica entre
cónyuges contratantes, hubiera sido conveniente adoptar como fuente
al Código de Napoleón, ya que la disposición del artículo 1431
reformada en el año 1965, es mucho más exacta, la misma expresa:
“Sí, durante el matrimonio, uno de los esposos confía al otro la
administración de sus bienes propios, son aplicables las reglas del
mandato. Sin embargo, el cónyuge mandatario está dispensado de
rendir cuentas de los frutos, cuando el mandato no lo obliga
expresamente. ”
Atendiendo a la esencia misma del contrato de mandato entre
cónyuges y en especial, a la relación personal que existe entre los
contratantes, la cual, se caracteriza por la plena confianza entre los
sujetos; por ello, es totalmente admisible y viable la dispensa de
rendición de cuentas al mandatario. Pero también, es justo que se le
reconozca al mandante la facultad de solicitar la rendición al sólo
requerimiento, a los efectos de evitar generar circunstancias ante las
cuales el mandatario pudiera realizar actos en perjuicio de su cónyuge
mandante.
En virtud de las razones expuesta solicito a mis pares me acompañen
en la presente propuesta.
Guillermo R. Jenefes.-
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