EL DERECHO CIVIL ARGENTINO EN EL MUNDO por Luis F. P. Leiva Fernández (Artículo publicado en el diario La Ley del día 18 de septiembre de 2003 pág. 1 a 3) Es sabido que la Argentina antes de su independencia fue una de los territorios españoles menos relevantes. Su propio nombre “la Argentina” e incluso el del Río de la Plata, fueron meras esperanzas, cuando no una referencia al camino hacia el Potosí donde sí había plata. Las pampas eran un mar verde donde se hundían muchos esfuerzos económicos e intelectuales. Por ello no fue argentina la primer universidad de América del Sur, ni fue argentino el primer código civil americano. Sin embargo el Código Civil argentino adquirió un rápido prestigio en América y el mundo, lo que llevó al derecho civil argentino y a su doctrina a gozar de merecido prestigio por sus creaciones jurídicas y profundidad de análisis. Y si bien es cierto que el Código Civil argentino es anterior a la energía eléctrica, lo que produjo en los últimos ciento treinta y dos años en el ámbito del derecho civil otorga sustento suficiente a los varios proyectos de reformas de que fue objeto, desde el Anteproyecto de Bibiloni, los de 1936, 1954, 1987, ambos de 1993 y el más reciente de 1998. Porque el presente es hijo del pasado y padre del porvenir, ninguno de esos proyectos fue de generación espontánea, sino que se elaboraron a partir de las enseñanzas que la cátedra y la doctrina construyó sobre el Código Civil. El Código Civil argentino es antiguo pero no nació viejo, como otros de la época, sino que fue de avanzada. Desde el principio llamó la atención la creación en el Código Civil argentino del sistema de formación del consentimiento entre ausentes, realmente creativo e innovador; el esbozo de una parte general que fue concretado por la doctrina y la cátedra universitaria desde el año 1910; la incorporación de normas de derecho internacional privado , la estructuración de la sociedad conyugal, la sistematización del derecho de retención . Y entre las leyes complementarias, más recientemente, el bloqueo registral. Durante estos ciento treinta y dos años el derecho civil argentino dio forma al derecho civil uruguayo, cuyo código es obra del cordobés Tristán Narvaja, egresado de la Univ. de Buenos Aires. También constituyó el Código Civil paraguayo hasta el año 1986, luego a través de la influencia en el texto vigente del anteproyecto De Gásperi elaborado sobre el Código argentino. Y aún después. Pero hay más. Del estudio que efectuó Jorge H. Alterini y que dio a publicidad en la conferencia sobre “La influencia del código civil argentino en otras codificaciones”, en la Univ. Católica Argentina el día 3 de septiembre de este año, resulta que el Código Civil argentino ha sido fuente parcial de varias legislaciones. Me refiero – siguiendo la conferencia citada – al Código Civil de Panamá de 1916 , al de Filipinas de 1950 , al Japonés de 1898. Incluso Nicaragua , que empezó su vinculo con nuestra Patria a través de imitar el diseño de su bandera ( igual que las de El Salvador y Honduras) quizás como homenaje a la gesta de Hipólito Bouchard en la fragata “La Argentina”, también recibió una importante influencia del derecho civil argentino a través de su código civil de 1904. Esta influencia – destaca Jorge Alterini –se extiende hasta el Código Civil español que tomo como fuente a varios artículos del código argentino, en una forma que ahora considero elegante de retribuir cultura con cultura. Más recientemente mi propia participación como jurista que elaboró la T. General de los Hechos y Actos Jurídicos y la T. General del Contrato en el Proyecto de Código Civil del Estado Libre Asociado de Puerto Rico, asegura la lógica incidencia del producto de las aulas de la universidad argentina, sin perjuicio - desde luego – de atender a la tradición jurídica de este país hermano, que es la tradición española, pues en Puerto Rico rige el Código Civil español, igual que en Cuba hasta el año 1987, por lo que, cuando Cuba modifique su Código , probablemente mirará hacia Puerto Rico. Puerto Rico, igual que Louisiana y Québec, utilizan sistemas jurídicos mixtos en los que conviven el sistema del common law con el sistema del derecho civil continental. Por ello en los tres foros referidos es frecuente la visita de juristas de los ámbitos más variados que concurren a esos “laboratorios jurídicos” para interiorizarse de los últimos avances y ofrecer su propio aporte. Operan casi como cámaras de compensación científica. Fue en ese ámbito - en Puerto Rico – donde hace dos meses conocí al Profesor Xu Guodong de la Universidad Xiamen de la República Popular China. El profesor Xu Guodong entre muchas otras circunstancias que traslucen en su extenso curriculum , es doctor por la School of China Academy of Social Sciences; catedrático de derecho civil y Director del Instituto de Derecho Romano en la Facultad de Derecho de la Universidad de Xiamen, profesor visitante en Columbia University (EEUU). También es Director Editorial de la "Roman law and modern civil law" y de la colección "Foreign Civil Code Translation. Entre otras obras, tradujo del latín al chino las Institutas de Justiniano y publicó numerosos libros donde demuestra sus conocimientos de derecho civil y de técnica legislativa. De entre ellos destaco: “The Construction on the Basic principles of Civil Law: the Overcoming of Drawbacks of Written Law"; "The Debates about the Trains of Thought for drawing up a Chinese Civil Code"; "My Observations in the Western World"; "Textbook of Civil Law", y "Chineses Jurisprudence of Civil Law: Obligation”. Pero, fundamentalmente, el profesor Xu Guodong es un romanista que habla italiano e inglés fluidamente, y que como jurista que elaboró el Proyecto de Código Civil para la República Popular China ha estudiado el derecho civil continental – quiero decir que se ha sumergido profundamente en sus instituciones – buscando en los códigos más modernos y en los proyectos de codificación más recientes, inspiración y sustento a sus ideas jurídicas para aplicarlas al país más poblado de la tierra. En esa tarea, debo confesar, me impresionó que poseyera un conocimiento tan actualizado de las últimas novedades en materia de codificación civil, tanto nacionales como supranacionales (Anteproyecto de la Academia de jusprivatistas europeos, Proy. Mc Gregor, Proy. de Ole Landö, Reglas de UNIDROIT etc.). Pero mi mayor sorpresa fue cuando, al enterarse el Prof. Xu Guodong que yo había elaborado la parte ya referida del Proyecto de Código Civil de Puerto Rico y que también tuve alguna participación en el Proyecto de Código Civil de 1998 para la República Argentina, como Secretario de la Comisión que lo elaboró, empezó a interrogarme, con cierta ansiedad, sobre aspectos muy puntuales del proyecto argentino demostrando haberlo estudiado y conocerlo en profundidad. Entonces me informó que para elaborar su Proyecto de Código Civil para la República Popular China se había inspirado prioritariamente sobre el Proyecto argentino de 1998 por considerarlo “the best of the world”. El decanato de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires ahora ha invitado al Profesor Xu Guodong a conferenciar en su claustro. También le han extendido similares invitaciones el Colegio Público de Abogados de la Capital Federal y las XIX Jornadas Nacionales de Derecho Civil que organizan en Rosario la Universidad Nac. de Rosario y la Univ. Católica con sede en la misma ciudad. Cualquiera de estas circunstancias será una buena oportunidad para tomar contacto con información sobre el proceso de codificación en China y la influencia del Proyecto argentino de 1998. Dicen que los mejores autos son alemanes, el mejor perfume francés, las mejores carnes argentinas. Nuestro derecho civil probablemente no sea el mejor, si es que alguno puede ostentar esa distinción. Pero cuando, para no caernos del mundo económico, nos aferramos con firmeza a nuestras tradiciones agrícolas para exportar soja, carne, vino, etc., es alentador y reconfortante descubrir que en algo más de un siglo hemos logrado dejar alguna impronta en el derecho civil de casi tres milenios, exportando alguna idea jurídica, no solo a nuestros vecinos, sino del otro lado del mundo. En este caso, al país cuyo mercado de consumidores es codiciado por todo el resto del mundo. Mucho más lejos que donde llegó Bouchard. Allí donde - por prudencia - se evita repetir el experimento londinense que obligó a todos los niños en edad escolar a saltar en un día y hora determinada para ver si el hecho era registrado por los sismógrafos.