Alberto Nicolini - Universidad Pablo de Olavide, de Sevilla

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Estructura y usos del espacio en la
ciudad hispanoamericana en los
siglos XVII y XVIII
Arquitecto Alberto Nicolini
Universidad Nacional de Tucumán
La estructura urbana y los usos del espacio público y privado de la ciudad
hispanoamericana han tenido, entre sí, una relación diversa a lo largo de los tres
siglos de la dominación hispánica.
A comienzos del siglo XVI, en el área del Caribe y Tierra Firme, dominó una
distribución funcional y estratégica de los principales espacios públicos acompañados o insertados en una estructura que tendió a ser regular pero adaptada a las
circunstancias geográficas. Con la generalización del modelo cuadricular, en la
cuarta década del siglo XVI, se constituyó un único espacio abierto –la plaza- como
centro de las actividades esenciales: iglesia, cabildo y mercado. En la periferia, un
anillo secundario concentraba los conventos y el hospital.
En los siglos XVII y XVIII, se mantuvo la estructura consagrada de la cuadrícula y, al multiplicarse la variedad y cantidad de los usos públicos del espacio, se
produjo el crecimiento de la densidad poblacional y una alta concentración de
actividades diversas que se estudian en el trabajo.
Las modificaciones estructurales que hicieron posible estos cambios funcionales
fueron la extensión más allá de las rondas fundacionales en las grandes capitales,
pero, sobre todo, la división de solares.
1. Estructura y usos del espacio en la larga duración
La estructura urbana y los usos del espacio público y privado de la ciudad
hispanoamericana han tenido entre sí una relación diversa a lo largo de los tres siglos de la dominación hispánica. En efecto, a comienzos del siglo XVI en el área
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del Caribe, dominó una distribución funcional y estratégica de los principales espacios públicos insertados en una estructura que tendió a ser una traza regular pero
adaptada a las circunstancias geográficas. El resultado fue una organización funcional policéntrica verificable en las fundaciones del Caribe y Tierra Firme como en
Santo Domingo, La Habana o Panamá.
Pero ya, a partir de 1530, e inicialmente en México, fue usual que, en el momento de concretar cada una de las fundaciones o a veces antes, se definiera la
estructura urbana, es decir la particular configuración del soporte geométrico y
este soporte fue una traza regular de calles rectas y perpendiculares y manzanas
cuadradas divididas en cuatro partes, también cuadradas, los “solares”, todo ello,
alrededor de un hueco central: la plaza. En particular, en la segunda mitad del siglo XVI, en el cono sur hispanoamericano, el tamaño de cada manzana, a partir de
la fundación de Lima en 1535, osciló poco: entre 450 y 420 pies de lado y en casos
excepcionales 300 y 500 pies. La cantidad de manzanas se determinó, en cada
oportunidad, en función del número de vecinos y de la expectativa de crecimiento
de la ciudad. La forma del perímetro de la traza -cuadrada o rectangular- fue definida por la calle de ronda y condicionada por la realidad topo-hidrográfica de cada
sitio. Esta estructura centralizada predominó como tipo y se transformó en modelo
para la larga duración de los tres siglos de dominio español, es decir, también para
los tiempos del Barroco.
2. Los usos y su duración media
Por otra parte, el hueco de la plaza definió el “centro” de los usos de la ciudad,
es decir de las funciones urbanas, sustituyéndose el inicial zoning funcional especializado del área del Caribe y Tierra Firme por la concentración multifuncional en
la plaza única. En ella o a su alrededor, se instalaron la sede de gobierno, la iglesia
matriz, y el mercado, lo que atrajo de manera centrípeta al resto de las actividades,
así fuesen permanentes o esporádicas. Algunas de estas funciones perduraron en el
lugar, otras, menos significativas, pasado un tiempo, se trasladaron o fueron reemplazadas por otras nuevas. La plaza, centro de lo cotidiano, fue también “escenario
de juras reales, juegos de cañas y sortijas, justas, corridas de toros y paseo del estandarte real, fue igualmente estrado de la justicia, marco para representaciones
sacrales, autos y misterios, misas al aire libre, grandes procesiones litúrgicas y penitenciales, presenciadas por un concurso de verdaderas muchedumbres”.
Nicolini, Alberto, La ciudad regular en la praxis hispanoamericana. En “Actas do Colóquio
Internacional Universo Urbanístico Português 1415-1822”, Coimbra, del 2 al 6 marzo 1999.
Edic. por la Comissão Nacional para as Comemoraçôes dos Descobrimentos Portigueses,
Lisboa, 2001.
Guarda, Gabriel, O.S.B., En torno a las plazas mayores, en VI Congreso Internacional de
Historia de América, Buenos Aires, Academia Nacional de la Historia, 1982, pp 363.
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El procedimiento que seguían los fundadores al hacer el trazado y la construcción efectiva de la ciudad, iniciándola por la plaza, sugiere que la idea de centralidad funcional fue el fundamento dominante previa, la imagen del “comienzo”, el
origen. Además ésta era la imagen que proponían las recomendaciones reales
como las del Rey Fernando a Pedrarias Dávila el 11 de agosto de 1513: “...aveys de
repartir los solares del lugar para fazer las casas y estos han de ser repartidos segund
las calidades de las personas y se han de comienço dados por orden por manera
que echos los solares el pueblo paresca ordenado asi en el lugar que se dejare para
plaça como el lugar en que oviere la yglesia como en la orden que tovieren las
calles porque en los lugares que de nuevo se fazen dando la orden en el comienço
sin ningund travajo ni costa quedan ordenados y los otros jamás se ordenan...”
Además, en este primer paso de los procedimientos, surge la estructura en cuadrícula como la construcción mental previa que mejor responde a las recomendaciones regias que hablaban insistentemente del “orden” que debían tener las calles,
los solares y el lugar de la plaza.
3. La corta duración de las formas del paisaje urbano
En tercer lugar, hasta que cada una de las funciones urbanas no completó su
instalación en edificios más o menos duraderos -proceso que ocupó los siglos XVII
y XVIII- la ciudad no terminó de transformar el plano abstracto, la estructura urbana
vacía trazada en el sitio en el momento de la fundación, en la ciudad construida.
Recién entonces, se completó un volumen construido, definido en sus tres dimensiones. Es más, al edificarse toda la superficie de las manzanas céntricas, el conjunto de las fachadas de los edificios estableció de manera precisa el límite entre lo
privado y lo público en la plaza mayor y en las calles principales. La consolidación
que se produjo al construirse sus edificios ocupando las líneas de la traza, es decir
el perímetro de cada manzana, fue impulsada por las políticas de los cabildos y de
los gobernadores que sistemáticamente ordenaron cercar o tapiar los terrenos baldíos. Así quedó definido el paisaje urbano característico de la ciudad hispanoamericana: la manzana compacta, los grandes lienzos de muros ciegos con ornamentación concentrada en las portadas de estilo renacentista, manierista, barroco o
neoclásico, los atrios de las iglesias conventuales abriendo huecos en algunas esquinas y los mojones de los campanarios y de las cúpulas asomando por sobre la
edificación doméstica levantada en dos plantas y cubierta con tejas.
En suma, desde 1530, la centralidad y la estructura en cuadrícula fueron los
resultados iniciales de la jornada de la fundación en cada ciudad y, a partir de entonces, ambos se constituyeron en los elementos esenciales de la ciudad, que aseguraron la identidad del tipo durante la larga duración virreinal, mientras que la
Morales Padrón, Francisco, Teoría y Leyes de la Conquista. Ediciones Cultura Hispánica,
Madrid, 1979, p. 91.
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localización de las funciones mismas, el fraccionamiento y ocupación de los solares tuvieron duración variable, desde larga a media y hasta corta, según el mayor
peso institucional y circunstancias diversas y, por último, el paisaje fue el fenómeno urbano de corta duración que acompañó a la sucesión de los estilos arquitectónicos y a las cambiantes categorías artísticas.
4. La definición funcional en las trazas del siglo XVI
En el Virreinato del Perú, las fundaciones de Cuyo, Mendoza de 1561 y 1562 y
San Juan de 1562, nos ofrecen la cartografía del tipo hispanoamericano en cuadrícula más antigua conservada en el Archivo General de Indias. En los tres casos, se trata
de trazas de cinco por cinco manzanas que disponen a los lados de la plaza a la
iglesia y el cabildo en dos solares cada uno; las cuatro manzanas de ángulo se reservaron para los conventos, el hospital y, en el plano de Mendoza de 1561, “casas de
su majestad para fundición”. El resto de los solares se repartieron entre los vecinos
encomenderos que, en el caso de San Juan, fueron treinta y dos y, entre ellos, los
había de distintas profesiones: dos escribanos, un licenciado en letras, un funcionario, un sacerdote, dos mineros, un molinero, un platero, un herrero, un cardador y
tejedor, un sastre y un intérprete. Su origen era variado también: de los 21 conocidos,
quince eran españoles, cuatro americanos, uno italiano y otro alemán.
Hacia el final del siglo XVI, el plano de fundación de La Rioja, en 1591, presenta un gran cambio cuantitativo: sus ochenta y una manzanas triplicaron la superficie de las fundaciones cuyanas de treinta años atrás; de ellas una manzana se
adjudicó a cada uno de los cuatro conventos: franciscanos, dominicos, mercedarios y los recién llegados jesuitas.
En 1580, Juan de Garay fundó la definitiva Buenos Aires según el modelo limeño
de plano rectangular adosado a la costa del río, entregó sendos solares al Cabildo y a
la iglesia y, también a imitación de la capital virreinal, situó sobre la costa del río las
manzanas destinadas a los conventos de San Francisco y Santo Domingo. Pero en este
caso también, los cuarenta y cinco años que habían pasado desde la fundación de Lima
con setenta y siete manzanas - 7 x 11 – le sugieren a Garay aumentar el total de manzanas a casi el doble: ciento treinta y cinco con una traza de 9 x 15 manzanas.
5. Los traslados
Las fundaciones de las primeras décadas -procediendo por prueba y error- se
instalaron en lugares que con frecuencia se demostraron inadecuados, lo que deriVidela, Horacio, Historia de San Juan, Tomo I (Epoca colonial) 1551-1810. Academia del
Plata, Buenos Aires, 1962, pp. 238-239.
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vó en traslados de asentamiento. En numerosos casos de traslados se tendió a reiterar
la cuadrícula inicial como en el de Guadalajara, situada en Nochistlán en 1532 y
trasladada al actual sitio en 1542, Concepción del Bío Bío, fundada en 1565 y trasladada en 1764 San Miguel de Tucumán, fundada en 1565 y trasladada en 1685,
en la cual, además, se mantuvo en el traslado las medidas de las manzanas y solares
del siglo anterior, aunque las tradujeran de pies a varas, la unidad de medida que se
hizo habitual en el siglo XVII. Hubo también fusiones de poblaciones diversas en
una nueva fundación como la que dio lugar a Talavera de Madrid que el Gobernador
Alonso de Ribera, en 1609, fundó en el Tucumán a partir de las poblaciones de Nuestra Señora de Talavera de Esteco y de Madrid de las Juntas, reuniendo así a 119 vecinos en la nueva traza de ochenta y una manzanas.
6. La evolución en los siglos XVII y XVIII: el
enriquecimiento funcional de las ciudades
Ya hemos citado en el anterior Congreso de Sevilla las opiniones de Hardoy
y Aranovich, Salcedo, Ortiz Crespo y Viñuales, coincidentes en que a las innovaciones asombrosas del siglo XVI les siguió la consolidación conservadora del siglo
y medio siguiente...en un mundo que había alcanzado cierto grado de estabilidad,
que hacia 1600 las “características de la economía habían de permanecer sin
mayores cambios hasta fines del período colonial10 ...que “las poblaciones de españoles fundadas o repobladas en el siglo XVII se ciñeron en sus trazados a las
tradiciones consagradas desde la primera mitad del siglo anterior“11 ...que en Quito
“al haberse originado y consolidado la estructura urbana colonial desde muy tem-
López Moreno R., Eduardo, La cuadrícula en el desarrollo de la ciudad hispanoamericana.
Guadalajara, México, México, Universidad de Guadalajara, 1992, pp.19-28.
Mazzei de Grazia, Leonardo y Pacheco Silva, Arnoldo, Historia del traslado de la ciudad de
Concepción, Concepción (Chile), Universidad de Concepción, 1985, pp.15-18.
De Lázaro, Juan Fernando, La traslación de la ciudad de San Miguel de Tucumán, Nueva
Tierra de Promisión al sitio de La Toma, Tucumán, Universidad Nacional de Tucumán,
1941, p.73.
Reyes Gajardo, Carlos, La ciudad de Esteco y su leyenda. Universidad Nacional de Tucumán, Tucumán, 1968, pp. 22-27.
Nicolini, Alberto, La ciudad hispanoamericana en los siglos XVII y XVIII. En el “III Congreso
Internacional del Barroco Iberoamericano, ‘Territorio, arte, espacio y sociedad’”, del 8 al 12 octubre 2001. Edic. Universidad Pablo Olavide, II volumen, págs. 1.287-1.302. Sevilla, 2001.
10
Hardoy, Jorge E. y Aranovich, Carmen, Escalas y funciones urbanas en América Hispánica
hacia el año 1600. Primeras conclusiones, en Hardoy, Jorge E. y Schaedel, Richard P., (dir.),
El proceso de urbanización en América desde sus orígenes hasta nuestros días, Buenos Aires,
Instituto Torcuato Di Tella, 1969, pp. 171-172.
11
Salcedo, Jaime, El urbanismo en Reino de Granada y Popayán en los siglos XVII y XVIII, en
Gutiérrez, Ramón (coord.), Barroco Iberoamericano de los Andes a las Pampas, Barcelona,
Madrid, Lunwerg, 1997, pp. 185-192.
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prano, no hubo cabida para ensayos de carácter barroco en nuestro territorio”12 ...
y que “es así como en la Argentina podemos hablar de un urbanismo barroco no a
partir de las trazas regulares de sus ciudades sino teniendo en cuenta la vida que en
ellas se daba”13.
Sin embargo, el crecimiento cuantitativo de la población y, consiguientemente, de la extensión urbana y de la cantidad de actividades diversas de que dan
cuenta los planos fue general aunque tuviese manifestaciones diversas en cada
ciudad según el papel que cumplió cada una en el sistema económico, político y
social de los virreinatos y de las circunstancias peculiares.
La investigación arqueológica nos permite constatar que Santa Fe la vieja, fundada
sobre el río Paraná en 1573 en forma de un rectángulo de once por seis manzanas, casi
un siglo después, cuando fuera trasladada a partir de 1651 a su actual emplazamiento,
poco había sobrepasado el nivel de caserío disperso de agricultores que utilizaban las
tierras de sus propios solares para agricultura de subsistencia.14
En la otra punta de la escala, Lima, fundada por Pizarro en 1535, pasó de
14.000 habitantes, en 1599, a 25.000 en 1614, a 37.000 en 1700, y a 52.000
en1791, aunque hubiese sufrido la catástrofe del gran terremoto de 1687. La cartografía limeña correspondiente a esos años nos muestra una flamante muralla que rodea
una superficie bastante mayor que la traza fundacional; dentro de la traza, la edificación se había compactado de manera muy densa y las referencias de los planos nos informan acerca de la complejidad funcional que había alcanzado la capital virreinal,
puesto que tenía, además de catedral, cabildo, palacio del virrey y diversos edificios de
administración, doce iglesias, siete conventos más once de monjas, cinco hospitales,
cinco asilos, siete colegios y seminarios y el edificio de la Universidad.
De manera parecida, Bogotá, la nueva capital virreinal de fines del siglo XVIII,
hacia 1800 poseía: la catedral, siete iglesias, 6 conventos masculinos más cinco de
monjas, dos hospicios, tres colegios, más los edificios de la administración como
palacio del virrey, aduana, audiencia, ayuntamiento y cárcel, casa de moneda, dirección de rentas y administración de tabacos, dos cuarteles, dos alamedas y un
cementerio. Pero además, un conjunto de edificios vinculados con la cultura: exposición botánica, observatorio astronómico, biblioteca real, imprenta, coliseo15.
Representativa de la estratégica función de puerto de la Nueva España, la ciudad de Veracruz hacia 1800, mientras proyectaba el reemplazo de las murallas por
Ortiz Crespo, Alfonso, Ensayos de urbanismo barroco en la Audiencia de Quito, en Gutiérrez, Ramón (coord.), Barroco Iberoamericano de los Andes a las Pampas, Barcelona, Madrid,
Lunwerg 1997, pp.229-242.
13
Viñuales, Graciela, “Urbanismo en el Río de la Plata”, en Gutiérrez, Ramón (coord.), Barroco Iberoamericano de los Andes a las Pampas, Barcelona, Madrid, Lunwerg, 1997, pp. 318.
14
Zapata Gollán, La urbanización hispanoamericana en el Río de la Plata, Ministerio e Educación y
Cultura de Santa Fe, Santa Fe, 1971.
15
Martínez, Carlos, Bogotá. Sinopsis sobre su historia urbana. Escala Fondo Editorial, Bogotá, 1976, pp 59-85.
12
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una flamante alameda, tenía como edificios importantes cinco iglesias, cuatro conventos, tres hospitales, la casa del gobernador y cavildo, las reales caxas, aduana,
casa de correos, lotería, factoría de tabacos, tribunal del consulado, maestranza de
artillería, proveeduría, almacenes y matadero
7. El fraccionamiento de los solares
Los cuatro solares iniciales que se repartieron a los vecinos en cada manzana
se fraccionaron rápidamente En La Plata (hoy Sucre), en el lado sudeste de la Plaza Mayor sobre el que no se habían edificado edificios públicos, entre 1560 y
1600, ya se había concretado la división de cada solar en cuatro parcelas en las
que se instalaron “varias tiendas de artesanos, hay documentados un sastre, un
barbero y un platero, y también se acomodaron allí algunos mercaderes. En esta
cuadra estaba el Juego de Pelota y la Carnicería...se encontraban dos casas que
eran propiedad del Hospital”16
8. Las nuevas ciudades del XVII y XVIII.
Ya se dijo que, en los siglos del barroco, fue escasa la innovación hispanoamericana en materia urbana, al menos en el trazado. Ciudades importantes como Panamá en el siglo XVII y Guatemala en el XVIII debieron ser refundadas en nuevos
sitios debido a la vulnerabilidad demostrada ante la piratería, en el caso de la primera, y por la destrucción sísmica, en el caso de la segunda. La nueva Panamá que
nos muestra el plano de 1673 insinúa la posible aplicación en su traza de lo estipulado en las ordenanzas de Felipe II de 1573, pero sólo en cuanto a las calles medianas que debían salir de la plaza. El plano de la nueva Guatemala de 165 manzanas, diseñada en 1776, se puede interpretar como una extrapolación a partir de
la tradicional cuadrícula mediante pequeñas variantes en el tamaño de las manzanas y la novedad de cuatro plazas adicionadas a la mayor que sigue dominando la
“centralidad” funcional del sistema. Otros centros territoriales menores surgidos en
la búsqueda del completamiento del control regional en el siglo XVII, como San
Fernando del Valle de Catamarca en 1683 o por razones estratégicas como Concepción del Bío Bío, trasladada en 176417 y Montevideo, de 1730, todos ellos evidencian la aplicación simple del modelo de la cuadrícula.
Gisbert, Teresa, Urbanismo, tipología y asentamientos indígenas en Chuquisaca, La Paz,
Universidad Mayor de San Andrés, 1982, pp. 11-15.
17
Mazzei de Grazia, Leonardo y Pacheco Silva, Arnoldo, Historia del traslado de la ciudad
de Concepción, Concepción (Chile), Universidad de Concepción, 1985, pp. 15-18.
16
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Un caso interesante en el que la cuadrícula resulta modificada es el de San
Ramón de la nueva Orán de 1794; aquí la experiencia de dos siglos en el fraccionamiento de solares ha influido evidentemente en una división de hasta doce parcelas por manzana. Además, la plaza no está en el centro sino “desplazada”, la
iglesia matriz es la que lo ocupa y, en los bordes de la traza, las manzanas de los
tres conventos forman un triángulo equilátero. En las afueras, pero siguiendo la
trama geométrica virtual, se colocan el hospital y el cementerio. Y, por último:
como en otros casos, el cumplimiento de la recomendación del rey Fernando acerca de que los solares debían ser “...repartidos segund las calidades de las personas...” se verifica en el tratamiento de Don que reciben los vecinos a quienes se
adjudican los solares cercanos a la plaza.
Por último, es necesario citar el caso del proyecto no realizado de 1798, cuyo
autor fue Bernardo Darquea para la ciudad de Rio Bamba, una evidente inspiración
en las ciudades radioconcéntricas del Renacimiento aunque es evidente que se
trató de un compromiso de un diseño radioconcéntrico con la plaza central y dos
ejes medianos de manzanas cuadradas derivadas de la tradicional cuadrícula.18
9. Iglesia matriz y Cabildo o Palacio de Gobierno
Una distribución que parece reiterarse sin causa evidente es la posición relativa de la iglesia y el cabildo o palacio de gobierno en los cuatro lados de la plaza;
en efecto, resulta clara una tendencia de una cantidad importante de casos de ciudades en cuadrícula, en las que la adjudicación de solares para los dos edificios
institucionales, religioso y civil, sistemáticamente se resolvió ni en el mismo lado
ni enfrentados, plaza por medio; en lados de la plaza contiguos, se diría en posición de L. Y ello ocurre, -sin que hayamos realizado un inventario exhaustivo- en:
México, Guadalajara, Veracruz, Caracas, Quito, Lima, Sucre, Sgo de Chile, Mendoza, Tucumán, Salta, Sgo del Estero...
10. La iglesia matriz cambia su posición frente a la plaza:
Otra cuestión se refiere a la posición relativa entre el edificio de la iglesia matriz y el espacio de la plaza que muestra en los siglos del Barroco una sustancial
diferencia respecto de lo ocurrido en las ciudades hispanoamericanas desde su
fundación hasta mediados y fines del siglo XVI. En efecto, durante ese tiempo la
iglesia matriz de las nuevas ciudades recién fundadas se levantó “de lado” con
Ortiz Crespo, Alfonso, El urbanismo en la Audiencia de Quito, en Estudios sobre urbanismo iberoamericano, siglos XVI al XVIII, Sevilla, Junta de Andalucía, 1990, pp.225-239.
18
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respecto al espacio de la plaza, resultando de ello que el acceso preferente, es decir
el directo desde la plaza al interior de la iglesia, se practicase en su muro lateral y
no en la fachada de los pies como había sido habitual en la tradición cristiana desde la época constantiniana. Esto ocurrió, tanto en las ciudades de regularidad incipiente fundadas en la primera parte del siglo en el área del Caribe y de la Tierra
Firme, como en las ciudades mexicanas de la década del ‘20 y en las regulares en
cuadrícula que comenzaron a trazarse en toda América a partir de 1530 y creemos
que dicha peculiaridad debe entenderse como urbanismo mudéjar, puesto que se
trata de un fenómeno aparecido en España como resultado de la mezcla, combinación, simbiosis o integración de elementos urbano-arquitectónicos de origen musulmán con otros de origen castellano o aragonés.19
Lo que aquí nos importa es que, a pesar de que muchas iglesias matrices o
catedrales hispanoamericanas continúan en la actualidad dispuestas de esa manera, puede afirmarse con certeza que los siglos barrocos utilizaron para los nuevos
proyectos una disposición diferente, emplazando al edificio religioso con los pies
hacia el espacio abierto de la plaza. Este cambio se había iniciado con el proyecto
de la nueva catedral de México, comenzada a construir en 1562 y continuó con la
nueva de Lima de principios del siglo XVII, con lo que, en el comienzo del siglo
XVII, en las capitales virreinales quedó definitivamente instalado el nuevo modelo
de relación entre el gran edificio catedralicio y el espacio abierto de la plaza mayor.
Y ello a pesar de que, la ubicación de la iglesia “de lado” hacia la plaza formaba
parte del imaginario colectivo de los hombres que habían vivido el siglo XVI hispanoamericano. Uno de ellos fue Guaman Poma de Ayala, autor de 38 imágenes de
plazas de ciudades.20 En ellas queda claro cuál fue la idea de la relación entre la
iglesia y la plaza que tenía un altoperuano o un español residente en el Perú a fines
del siglo XVI y principios del XVII. Las plazas constituyeron el tema dibujado y, en
30 de las 38 imágenes de ciudades que se incluyen en la obra, la iglesia principal
aparece “de lado”, con una torre y proporciones y aberturas que indican iglesias
mudéjares de una sola nave; en cuatro casos la ancha iglesia tiene sus pies a la
plaza y dos torres dispuestas simétricamente. Si tenemos en cuenta que 1615 es la
fecha aproximada de terminación del manuscrito, estos últimos cuatro casos podrían estar reflejando el conocimiento que el dibujante tendría del nuevo edificio
catedralicio de Lima que se estaba levantando con los pies hacia la plaza desde
alrededor de 1570 y que se inaugurara parcialmente en 1606.21
Nicolini, Alberto, Urbanismo mudéjar en España e Iberoamérica. En el VII Simposio Internacional de Mudejarismo. Instituto de estudios Turolenses. Teruel, septiembre, 1996.
20
Poma de Ayala, Felipe Guaman, Nueva Crónica y Buen Gobierno. (Codex péruvien illustré). Institut d’Ethnologie. Paris, 1936. Pp. 997-1072.
21
Harth-Terré, Emilio, La obra de Francisco Becerra en las catedrales de Lima y Cuzco. En
Anales del Instituto de Arte Americano e Investigaciones Estéticas, Nº 14, Buenos Aires,
Universidad de Buenos Aires, 1961, pp. 21-23.
19
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11. Los conventos
En los más antiguos planos conocidos de la ciudad en cuadrícula, los de mediados del siglo XVI, encontramos una distribución adecuada para conventos y un
hospital en la periferia del cuadrado. Incluso ya en México, en dirección de las
cuatro orientaciones respecto de la plaza y, en el borde de la traza de Alonso García Bravo, se habían situado conventos de dominicos al norte, agustinos al sur,
franciscanos al oeste y el hospital al este. Hacia el fin del siglo, con la llegada de
los jesuitas, la distribución de cuatro conventos, ahora, resultó geométricamente
simple, como en el caso de la fundación de La Rioja en 1591. Cuando los jesuitas
llegaron tarde, lograron instalarse en terrenos comprados o que les fueron otorgados por haber sido previamente declarados vacantes y no fue infrecuente que lograran instalarse en la Plaza Mayor, como en Cuzco, Salta, Arequipa, Mendoza o
Tucumán o muy cerca, a una cuadra, como en Tarija, Buenos Aires y Córdoba.
12. Mercados
La plaza mayor fue asiento preferido para el comercio; en Bogotá, el mercado
público ocupaba la plaza los viernes y en La Plata, en 1639, se describía así la actividad en el centro de la ciudad: “En la plaza y calle de mercaderes, hay de treinta
tiendas arriba, de mercaderes gruesos de ropa de Castilla y de la tierra, ...algunos almacenes y otros de menor porte, y por toda la ciudad cien pulperías, donde se vende
pan y vino y otras cosas de comer...Pulperías de indios hay muchísimas... De todos
oficios hay muchas tiendas, las más son de indios que ocupan la plaza y ocho cuadras que salen de ella por las esquinas.”22 Pero, “Cuando hay fiestas de toros en la
plaza, se salen estas gateras de ellas y se van a otra que están en San Agustín, donde
arman sus tiendas, adonde también se vende la cebada, paja y yerba y forraje de las
cabalgaduras, cuyo pienso ordinario todo el año es paja, cebada, alfalfa,...”23
En este caso, las tiendas ocupando toda la superficie de la plaza tenían carácter
temporario, pero en la plaza de la Nueva Guatemala, tal como se la documenta en
el plano de 1785, los “cajones” destinados a tiendas formaban una fila completa
contorneando el perímetro de la plaza en sus cuatro lados.
En La Plata, hubo una recova construida para la actividad de mercado, “la
Recova de La Plata, de la cual existe un plano en el Archivo Nacional; estaba frontera al convento de San Francisco...poseía treinta y seis tiendas o cuartos y una
galería al fondo”.24
Ramírez del Águila, Pedro, Noticias políticas de Indias y Relación Descriptiva de la Ciudad de la Plata Metrópoli de las Provincias de los Charcas y nuevo Reino de Toledo..., transcripción de Jaime Urioste Arana, Sucre, Imprenta Universitaria, 1978, pp.38-39.
23
Ramírez del Águila, Pedro, op. cit, p. 106.
24
Gisbert, Teresa, op. cit. p. 17, 18.
22
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La disposición habitual de los conjuntos conventuales, con la iglesia en una de
las esquinas de la manzana, permitió que delante de la iglesia se dejase libre un
espacio a manera de plazoleta. Algunas veces, la pequeña plaza se abrió al costado
de la iglesia conventual, como en La Merced de Quito, o también en la manzana
que enfrentaba los pies de la iglesia, como ocurrió en la Compañía de Bogotá o en
San Agustín y La Merced de Sucre. Fue frecuente que los atrios-plazoletas tuviesen
usos específicos y comerciales como, en Quito, la plaza de San Francisco y su
prolongación hasta la de La Merced, como en la plaza comercial portuaria de San
Francisco de La Habana o la plaza de San Agustín en Sucre en la que se comercializaban forrajes. En Puebla, tres plazas secundarias tenían actividades específicas:
regocijos, ferias de mulas, venta de leña y carbón.25
De todos los casos conocidos, pareciera reiterarse la vecindad del mercado,
recova o simplemente el lugar de mercadeo en zonas populares vinculadas al respectivo convento de San Francisco. Ya hemos mencionado los casos de La Habana, Quito y Sucre, pero también podemos citar el antiguo caso de Valladolid en el
que convergían el convento y la plaza del ayuntamiento y viejo mercado. En América, podemos añadir el convento franciscano del barrio de Getsemaní de Cartagena y el del barrio indígena de La Paz, separado de la ciudad de españoles por el
antiguo cauce del Coqueyapu.
13. Tiendas esquineras (puerta esquinera)
Uno de los elementos recurrentes de la ciudad y la vivienda hispanoamericana, tanto en las tierras bajas como en la zona andina, es la tienda esquinera; es
decir, el local perteneciente a una vivienda que por su ubicación en la esquina de
la manzana es aprovechado para la actividad comercial y que se identific8a por la
doble puerta con sus hojas a 90 grados, una hacia cada calle.
Este elemento arquitectónico, infaltable en las ciudades hispanoamericanas
desde México hasta Chile y el Río de la Plata, fue sistemáticamente utilizado presentando rasgos comunes en todo ese inmenso territorio y variaciones escasas que
no afectaron la idea esencial. Una circunstancia interesante es la ausencia de semejante dispositivo en España y, en cambio, su difusión fue notable en América.
Una hipótesis explicativa razonable sería de que se trata de un resultado obtenido por un diseño americano sin ninguna precedencia española. Es nuestra opinión, por ahora, que lo que impulsa el invento de la tienda esquinera es la ciudad
regular en cuadrícula que, en cada cruce de calles, define las cuatro esquinas de
Gutiérrez , Ramón, Arquitectura y urbanismo en Iberoamérica. Madrid, Manuales Arte
Cátedra, 1983, p. 96.
25
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los edificios a 90 grados y sugiere el aprovechamiento de estas encrucijadas urbanas para instalar allí la actividad comercial.26
Hasta aquí, lo que corresponde al análisis del elemento arquitectónico en sí
pero creemos que, además, la cuestión pueda tener decisiva importancia en la génesis y construcción progresiva del paisaje urbano hispanoamericano. Lo que sigue es una hipótesis acerca de cómo fue desarrollándose la construcción del paisaje urbano hispanoamericano a partir de las investigaciones sobre la casa cubana de
la Dra. Alicia García Santana:
• Inicialmente, en la ciudad trazada, los primeros volúmenes se edifican
aislados en posiciones cercanas al centro del solar; como se documenta en Santa
Fe la Vieja y en “las casas” de documentos cubanos.
• En el proceso gradual de ocupación con edificaciones levantadas en el límite hacia la calle, al advertirse lo apropiado de la esquina de la cuadrícula con sus
cuatro ángulos para constituir un “centro comercial”, se edifican “los cuartos de
casa” con taller o comercio abajo con dos puertas, una a cada calle, y habitación
en 1ª planta, con o sin balcón.
• Las dos puertas se yuxtaponen en el ángulo mismo de la esquina, separadas apenas por un pie derecho de madera o de mampostería.
• En casos excepcionales, el hueco formado por los dos vanos se utiliza con
fines no comerciales -fuente, por ejemplo, encontrada en Querétaro- función que
justifica su ubicación en esquina.
• El volumen aislado de los cuartos de casa se amplía desde la esquina a lo
largo de la calle y hacia el centro de la manzana conformando una vivienda amplia
con comercio en esquina provisto de tienda esquinera.
14. La Fiesta
Los espacios públicos -plaza, plazoletas, calles- fueron el escenario de diferentes aspectos de la vida cotidiana; entre ellos, la fiesta, fiesta que, como se ha dicho,
fue predominantemente religiosa: de diez y nueve fiestas que tuvieron lugar en
Lima en agosto de 1632, diecisiete fueron acontecimientos religiosos.27 Poco a
poco, la ciudad había ido construyendo un espacio sacralizado por los hitos de las
García Santana, Alicia y Alberto Nicolini, La tienda esquinera y el completamiento del
paisaje urbano de la ciudad hispanoamericana. Paper desarrollado en el “Magister en Historia de la Arquitectura y del Urbanismo Latinoamericano”, curso “Vivienda Hispanoamericana”, Universidad Nacional de Tucumán. Tucumán, 1999.
27
Gutiérrez , Ramón y Cristina Esteras, La vida en la ciudad andaluza y americana de los
siglos XVI al XVIII, en Estudios sobre urbanismo iberoamericano, siglos XVI al XVIII, Sevilla,
Junta de Andalucía, 1990, p. 170.
26
880 - Atas do IV Congresso Internacional do Barroco Íbero-Americano
iglesias principales con sus volúmenes complejos, sus atrios, sus campanarios, sus
fachadas y sus portadas. Pero, además, la fiesta engalana la totalidad del espacio urbano, transformando la ciudad desnuda por medio de una abundante escenografía
efímera de altares procesionales, arcos de flores y ramas, cruces, palios y tribunas,
mientras los balcones se adornan con colgaduras y las procesiones organizadas por
las cofradías aportan carros, estandartes, pendones y su propia vestimenta festiva.
Nos quedan testimonios iconográficos muy valiosos, como los referidos a las
procesiones de Corpus Christi en Cuzco o la entrada del Virrey Morsillo a Potosí,
en 1716, que revelan la pompa con que se rodeaba al ceremonial contrastando de
manera reveladora con la sencilla arquitectura que hace de fondo. En la iconografía urbana hispanoamericana, la transformación de la plaza de Panamá, apenas
edificada, cuando, en 1748, “celebró toros, comedias y máscaras.
Entre los escritos notables tenemos los de la fiesta de Corpus en Potosí en
1608 o, en La Plata, de la que nos queda una extraordinaria crónica de 1636 titulada “De las fiestas y regocijos que esta ciudad de la Plata, hizo a la buena venida
del ilustrísimo señor don fray Francisco de Borja, su arzobispo” Fueron ocho días
de fiestas continuas para lo cual se dispusieron “dos arcos triunfales de curiosa arquitectura... Entró su ilustrísima en los clamores de repiques de campanas, música
de instrumentos, de chirimías, clarines y trompetas... estaban las calles ricamente
adornadas de telas y sedas...fue pasando debajo de muchísimos arcos de flores y de
verdura hasta llegar al triunfal que la ciudad le tenía dedicado y prevenido; era muy
grande, hermoso y de excelente arquitectura de cantería imitada, obra dórica con
los escudos de armas reales, de su ilustrísima y ciudad, muchas empresas, letras y
jeroglíficos, grandes pirámides y agradable perspectiva, costó un mil pesos...pasó
por los mercaderes y volvió por los senderos a llegar a las gradas de su iglesia, en
cuyo remate estaba fabricado el arco triunfal que le dedicaba, suntuoso y rico, de
obra muy imitadora de aquellos grandiosos testigos de los romanos triunfos; éste
era muy lucido, de obra jónica...todo dorado y mucha pasamanería de oro sobre
terciopelo carmesí...En otros contrapedestales de los principales del arco... hechos
de madera pintados de blanco y oro, estaban los retratos de cuerpo entero de los
reyes y reinas nuestros señores, Felipe 3º. y 4º...Tres o cuatro días pasaron que se
ocuparon en hacer tablados, despejar y limpiar la plaza, luego de lo cual dieron
comienzo las fiestas que fueron ocho; en los seis primeros se “corrieron doce toros
bravos cada día y hubo juegos de cañas, palo ensebado, una quema de castillo,
unos fuegos echados por la boca por “un gigante de fiera estatura, significado en
Prometeo”; en el séptimo día, en la iglesia, se dieron los premios de las composiciones poéticas de una justa literaria y en el octavo se hizo a la noche “una máscara de graves y costosas invenciones con tres carros, uno de música, otro un galeón
y el tercero un gran arco triunfal”.28
28
Ramírez del Águila, Pedro, op. cit, pp. 175-183.
Alberto Nicolini - 881
MP Buenos Aires 10. Mendoza 1562
882 - Atas do IV Congresso Internacional do Barroco Íbero-Americano
MP Perú y Chile 14. Lima aérea 1687
MP Buenos Aires 244 bis. La Plata aérea.
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